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CONTENIDO
RECONOCIMIENTOS ….............................................................. 3
PRÓLOGO …............................................................................ 4
Capítulo 1
INTRODUCCIÓN …................................................................... 5
Capítulo 2
LAS CUATRO FASES ….............................................................. 11
Fase o modo I – Cerbatana ............................................ 11
Fase o modo II – Popgun ............................................... 12
Fase o modo III – Combustión ........................................ 13
Fase o modo IV – Detonación ......................................... 13
El experimento con Nitrógeno …...................................... 15
Capítulo 3
EL RESORTE …........................................................................ 17
Cálculo de la potencia de un resorte ................................ 19
Vida útil del resorte ....................................................... 21
Otros tipos de resortes .................................................. 24
Capítulo 4
EL CILINDRO …....................................................................... 27
Capítulo 5
EL PISTÓN ….......................................................................... 31
Capítulo 6
LA CABEZA DE PISTÓN …......................................................... 35
Capítulo 7
EL AIRE ….............................................................................. 43
Cálculo de la presión …................................................... 45
Cálculo de la temperatura …............................................ 47
Capítulo 8
EL PUERTO DE TRANSFERENCIA …............................................ 55
Capítulo 9
EL CAÑÓN ….......................................................................... 61
Longitud del cañón ....................................................... 61
Calce del proyectil …...................................................... 62
La boca de cañón ......................................................... 64
El estriado …................................................................ 65
Vibración del cañón ….................................................... 68
Lubricación …............................................................... 69
Defectos …................................................................... 69
Capítulo 10
EL RETROCESO …............................................................... 71
Retroceso real …....................................................... 71
Efecto cohete …........................................................ 75
Retroceso de resorte …................................................... 76
Retroceso de torsión …................................................... 77
Capítulo 11
LUBRICACIÓN …...................................................................... 79
Capítulo 12
EFICIENCIA …......................................................................... 85
El resorte ….................................................................. 86
El pistón ….................................................................... 86
El aire …....................................................................... 87
Capítulo 13
AFINACIÓN DE RIFLES A RESORTE ….......................................... 89
Capítulo 14
RIFLES NEUMÁTICOS …............................................................. 95
Capítulo 15
CARGA DE RIFLES NEUMÁTICOS …............................................. 99
Palanca articulada …....................................................... 103
El proyector …................................................................ 106
Capítulo 16
VÁLVULAS DE DISPARO Y REGULADORES …................................. 111
Capítulo 17
DIÓXIDO DE CARBONO ….......................................................... 119
Capítulo 18
BALINES Y PRUEBA DE PROYECTILES …....................................... 123
Túnel de viento …............................................................ 127
Mesa de agua ….............................................................. 131
Ensayos destructivos ….................................................... 134
Deformación …................................................................ 134
Movimiento en espiral …................................................... 136
Capítulo 19
EL VUELO DEL PROYECTIL …...................................................... 139
Fotografía con chispas ….................................................. 139
Balística teórica …........................................................... 147
Tablas balísticas …........................................................... 153
Capítulo 20
PRECISIÓN …........................................................................... 161
Capítulo 21
LA MEDICIÓN DE LA VELOCIDAD …............................................. 165
Capítulo 22
EL FUTURO ….......…................................................................. 169
RECONOCIMIENTOS
Ningún libro de esta complejidad puede surgir del trabajo aislado de dos personas. Se
necesita gran apoyo de familiares, amigos, y de la industria de este tipo de armas. Nuestras
esposas, Kath y Sally-Anne, como también nuestras familias, tuvieron mucho que aportar,
especialmente cuando hacíamos experimentos ruidosos, o usábamos nuestro jardín a modo
de polígono de tiro. Debemos agradecerles por su paciencia.
Le debemos profunda gratitud a Robert Hull, que construyó todos los cronógrafos para
“Cardew Air Rifle Developments (CARD)”. También construyó equipo electrónico especializado
vital para nuestras investigaciones, sin el cual el estudio preciso de las armas de aire sería
imposible.
Debemos agradecer también a Helical Springs Ltf. of Lytham por prestarnos su ojo
profesional en la redacción del capítulo sobre resortes. Ellos nos pusieron al tanto de detalles
de la fabricación de resortes que sin duda hicieron a ese capítulo más interesante.
Un agradecimiento especial también para Mr. Miles Morris, quien nos rescató cuando
escribimos el capítulo sobre el vuelo de los balines. El es un profesional en balística que ha
trabajado en temas relacionados con problemas de vuelo de todo, desde balines hasta
misiles, y es también un entusiasta “airgunner”.
Debemos también agradecimiento a nuestro amigo y colega Roy Elsom que nos ayudó
a menudo con sus advertencias, sobre todo en el capítulo sobre retroceso.
Estamos también endeudados con Mr. J.B. Foster, de Runcorn por darnos instrucciones
sobre cómo capturar proyectiles en fibra de poliester.
Muchas gracias.
MCRF – Marzo 2010
PRÓLOGO
Cuando en el año 1976 escribimos “The Airgun from Trigger to Muzzle” estábamos
conscientes de que no se trataba de una investigación completa sobre los fenómenos
vinculados con los rifles de aire a resorte, y menos aún los asociados con las armas
neumáticas, en sus variadas formas y diseños. Después de aquella publicación determinamos
que continuaríamos con la búsqueda de la verdad sobre estas extrañas máquinas. A medida
que progresaba la investigación y salían a la luz nuevos hechos, nos dimos cuenta del mérito
de aquel viejo dicho: “Nada mejora hasta que alguien se detiene y cuestiona una creencia
aceptada”. A menudo encontramos que algo aceptado en relación a los rifles de aire es en
realidad totalmente erróneo, siendo aquello de “un cañón más largo incrementa la velocidad
del proyectil” tal vez el ejemplo más destacado, ya que puede ser cierto en el caso de las
armas de fuego, pero raramente lo es en el caso de rifles a resorte.
El presente trabajo cubre un campo mucho más amplio que el anterior, abarcando
también a las armas neumáticas y al vuelo de los proyectiles. También podemos explicar
ahora por qué un rifle a resorte puede funcionar en una de cuatro fases, o modos,
dependiendo de múltiples factores. La consideración de estas cuatro fases es lo que provee
la clave para entender a los rifles a resorte y sus comportamientos frecuentemente erráticos.
Desde 1976 ha habido una explosión en el diseño de las armas de aire, y cada nuevo
modelo apunta en general a satisfacer una determinada demanda del mercado. Esta
diversidad hace que el viejo dicho “there are horses for courses” 1 sea perfectamente válido
para las armas de aire. Ya no se puede hablar del “mejor rifle” sin especificar con precisión
cuál será el uso que se le dará. Algo útil para una situación puede ser completamente inútil
para otra.
En este libro casi no se mencionan las pistolas de aire, pues no se usaron para los
experimentos, pero sus características y rendimiento son exactamente los mismos que los de
los rifles, sólo que en escala reducida.
1 N. del T. La expresión, algo así como “cada curso, o camino, requiere su caballo”, significa que lo que para
alguien puede resultar adecuado no necesariamente lo será para otra persona.
INTRODUCCIÓN
La mayoría de los entusiastas de las armas de aire comienza con un rifle a resorte y tal
vez más adelante se compre uno neumático. Teniendo esto en cuenta, el tema de los rifles a
resorte parece ser el punto de partida obvio para un libro sobre rifles de aire.
Examinamos más rifles, muchos de ellos comprados por los nosotros mismos para
poder verificar a fondo su funcionamiento y rendimiento. En cada caso medimos lo que por
entonces considerábamos como “parámetros vitales” de un rifle, pensando que con esta
información podríamos explicar, por ejemplo, por qué cierto rifle era mejor que otro. Pero
pronto resultó claro que las dimensiones físicas por sí solas no eran la respuesta, y debía
haber otros aspectos para investigar.
Tal vez la pregunta más básica que nos podríamos hacer es: “¿Por qué se usa aire?”
Después de todo, un arco proyecta una flecha sin usar aire, como tampoco lo usa una
catapulta para arrojar una piedra. En realidad el aire es sólo un medio para acoplar un pistón
móvil relativamente pesado y lento al proyectil, que es liviano y rápido. Es la enorme
diferencia entre la masa del mecanismo impulsor y la del proyectil lo que hace necesario un
medio adecuado de acoplamiento.
La física es una materia en la que abundan los gráficos, de manera que el lector deberá
aceptarlos como una necesidad en un libro de esta naturaleza. El primero que utilizaremos es
el de la fig. 1.1 que relaciona tres factores: peso, velocidad y energía del balín. Uno de los
principales usos de este diagrama es comparar rifles de diferentes calibres, pero sirve
también para comparar balines de distintos pesos disparados por el mismo rifle. Las
comparaciones son posibles pues permite convertir pesos y velocidades al dato más
importante: la “energía en boca de cañón”. Este es el término que describe la potencia de
salida de un arma. Ni la velocidad ni el peso son términos adecuados en sí mismos, deben
estar combinados para poder definir la potencia de un arma.
Estos dos factores, peso y velocidad, pueden entonces ubicarse en la bien conocida
ecuación de Newton de la energía cinética, que es la energía que posee un cuerpo en
movimiento:
2
MV
E=
2
Pero, puesto que estamos tratando con peso y no con masa, debemos convertir la
ecuación en:
2
WV
E=
2g
Supongamos que queremos determinar la energía en Ft. lbs. de un balín que pesa
14,5 grains y que viaja a una velocidad de 500 FPS. Debemos primero aplicar la ecuación
anterior, en la cual W=14,5 grains, V=500 FPS y g=32,16 FPS2. Para convertir grains a libras
debemos dividir por 7000 (hay 7000 grains en una libra). Esto nos da E=8,05 Ft. lbs.
Bien vale la pena aquí considerar qué es realmente un pie-libra (Ft. lbs.). Está
compuesto obviamente por dos términos comunes, un pie, que es una unidad de longitud, y
una libra, que es una unidad de peso (fuerza). Cuando se multiplican ambas resulta una
unidad de energía o trabajo mecánico. La definición concreta es que un pie-libra es la
cantidad de energía necesaria para levantar un peso de una libra a una distancia de un pie
del suelo, o lo que es lo mismo, ejercer una fuerza de una libra a lo largo de una distancia de
un pie.
Cuando un peso de una libra se sostiene a una distancia de un pie del piso se dice que
contiene una energía potencial de un pie-libra. Esa energía se puede emplear para algo. Si el
peso se suelta y cae al piso su energía potencial se transforma en energía cinética a medida
que cae, y será probablemente absorbida al producirse una marca o melladura en el piso.
Esta energía o trabajo mecánico no se debe confundir con lo que nosotros, los
humanos, consideramos como trabajo: cualquiera de nosotros consideraría un trabajo duro
permanecer durante una hora de pie y con un peso de 10 kg en cada mano. Sin embargo,
desde el punto de vista de la física simplemente estaríamos soportando los pesos y no
realizando ningún trabajo mecánico, al menos no en los términos de las leyes de Newton.
Por supuesto, en el tiro con aire nunca nos ocuparemos de cosas tan simples como
pesos cayendo al suelo: estamos interesados en proyectiles viajando en forma más o menos
horizontal. Las leyes de Newton se pueden usar entonces para obtener la energía cinética de
los balines, pues son pequeños pesos moviéndose horizontalmente a cierta velocidad.
La secuencia fue establecida modificando varios de los componentes del rifle, tales
como el pistón y el proyectil, de manera que al interrumpir haces de luz produzcan pulsos
eléctricos a fin de visualizarlos en un osciloscopio, como se ve en la fig. 1.2.
El arranque del pistón, su detención, el arranque del proyectil y su salida del cañón de
18 pulgadas de largo produjeron los pulsos que se ven en el trazo superior del oscilograma.
El único pulso negativo es el correspondiente a la detención del pistón. El trazo inferior
muestra las variaciones de presión en el interior del cilindro, medidas con un transductor no
calibrado.
El primer pulso positivo es el del arranque del pistón, después de apretar el gatillo, el
segundo corresponde al comienzo del movimiento del balín a través del cañón, el tercer
pulso positivo es el de la salida por boca de cañón, y el cuarto (negativo) es el del pistón
finalmente deteniéndose al extremo del cilindro.
Se debe tener en cuenta que todo ocurre a muy alta velocidad. Por ejemplo, la base de
tiempo del oscilograma, esto es la longitud de la línea horizontal completa es equivalente a
Como dijimos en el capítulo anterior, el rifle a resorte es una máquina muy complicada.
Aunque a primera vista podría parecer simplemente una bomba de aire operada por un
resorte montada en una culata de madera, nada puede estar más lejos de la verdad. Por
ejemplo, en nuestros estudios iniciales dábamos por sentado que el aceite se usaba nada
más que para lubricar los mecanismos, a menos que se aplicaran cantidades excesivas, en
cuyo caso se producía “dieselling”. También aceptábamos lo que entonces parecía ser una
cuestión de sentido común: si la potencia del resorte se incrementaba, entonces obviamente
la velocidad del proyectil debía incrementarse también. Con el paso del tiempo y la gran
cantidad de rifles estudiados aumentó nuestra experiencia, y llegamos a la conclusión de
que lo que parecía un modo obvio de incrementar el rendimiento de un rifle producía en
realidad resultados exactamente opuestos.
En el mercado de pistolas o rifles “junior” de muy baja potencia, que disparen balines
de plomo, el empleo del modo cerbatana es la única forma de obtener resultados
aceptables. Los primeros rifles de esta categoría correspondían a la variedad “de hojalata”
que prácticamente ha desaparecido de la escena, excepto aquéllos especialmente designados
para disparar esferas BB. Los rifles de parques de diversiones que disparan dardos
constituyen un buen ejemplo del modo cerbatana. La última moda de “Soft Airguns” emplea
esta fase disparando esferas plásticas livianas con armas que suelen ser imitaciones de
armas de fuego. Sobre esta fase no se dirá mucho más en este libro pues no es de interés
técnico serio. Si el cilindro y el cañón fueran suficientemente largos, el arma, así
sobredimensionada, podría tener características aceptables, lo que nos lleva al siguiente
párrafo.
Los rifles a resorte diseñados para uso en tiro de competición de alto nivel trabajan en
este modo y tienen variaciones de velocidad entre disparos de sólo un par de FPS. La
recomendación de no lubricar las partes móviles suele perturbar a los dueños de este tipo de
armas, pero asegura que no haya exceso de lubricante que pueda pasar a través del sello del
pistón donde podría quemarse y por lo tanto modificar la uniformidad de disparo.
El término “popgun” fue dado a esta fase porque al apretar el gatillo el pistón se
precipita hacia adelante incrementando la presión del aire en su frente y por lo tanto también
detrás del proyectil, hasta que alcanza para despegarlo y forzarlo a lo largo del cañón, de
forma semejante al corcho o tapón de los rifles de juguete una vez que la presión alcanza un
valor crítico. Por supuesto, inevitablemente, el aire se calienta por la compresión y esto
produce expansión que aumenta aún mas la presión detrás del proyectil antes de que
abandone la recámara. Sin embargo, el aire se enfría nuevamente y pierde presión a medida
que se expande detrás del proyectil en movimiento y la energía ganada por el calentamiento
Finalmente tenemos el modo detonación. Esta es una fase muy difícil de estudiar
porque es un fenómeno que ocurre en forma esporádica, pero cuando ocurre puede tener
resultados desastrosos. Experimentar con esto involucra riesgo de daño permanente al rifle.
Tal como lo entendemos, si una cierta cantidad crítica de lubricante está presente frente al
pistón cuando se dispara, tendrá lugar la combustión, pero esta combustión inducirá una
reacción en cadena sobre el resto del combustible, y éste detonará. La detonación es un
reacomodamiento instantáneo de las moléculas que ocurre a muy altas temperaturas y
presiones, y entonces se liberan grandes cantidades de energía. Un buen ejemplo de
detonación ocurre cuando se golpea una cebita. Se produce energía en la forma de calor, luz
y sonido por la instantánea expansión de gases. Nuestras observaciones indican que la
temperatura ambiente influye en la aparición de la detonación en los rifles, y que ocurre más
a menudo en días calurosos que en días fríos, dependiendo de la lubricación empleada.
procedimiento era necesario pues la combustión de la nafta y de los aceites lubricantes iba
dejando una capa de carbón en la parte superior del pistón y en el interior de la cabeza del
cilindro. Este depósito reducía el volumen de la cámara de combustión aumentando así el
índice de compresión hasta un punto en que el motor tendía a funcionar como un motor
diésel, en el que el combustible se enciende por la compresión y no por la chispa de la bujía.
Cuando ocurría esto la ignición comenzaba antes del final de la carrera ascendente del pistón
y la presión resultante hacía que el resto del combustible detonara produciendo un
característico sonido conocido como “pistoneo”. Bajo estas condiciones la potencia de salida
del motor caía drásticamente, haciendo que por ejemplo, subir una cuesta fuera
extremadamente difícil.
Aunque cada una de las cuatro fases, o modos, han sido descriptas separadamente de
las otras, de hecho es totalmente posible que un rifle cambie lentamente y opere en cada
una de esas fases en un período de tiempo relativamente corto. Suponga que un arma ha
sido reparada y que al armarla se usó demasiado lubricante por lo que parte de éste pasó a
la parte frontal del pistón, y entonces los primeros disparos bien podrían estar en la fase de
detonación. Al continuar disparando la mayor parte del lubricante se habrá quemado o caído
hacia la culata, y el arma se “tranquilizará” produciendo disparos en la fase de combustión.
Después de un uso intensivo en este modo el lubricante se agota y se pasa a operar en la
fase de popgun. Posteriormente, si se emplearan balines con ajuste flojo en el cañón, el rifle
trabajaría ciertamente en el modo cerbatana. Toda esta secuencia podría entonces ser
revertida si, imprudentemente, se inyectara lubricante directamente en el puerto de
transferencia.
Establecer la diferencia entre las fases de popgun y combustión no es fácil. Es claro que
hay una gran diferencia entre las velocidades que se obtienen de un rifle correctamente
lubricado y otro que esté seco. Originalmente se pensaba que la razón de esta diferencia
residía en la fricción excesiva producida por la falta de lubricación. Pensábamos que un
cabezal de pistón de cuero seco producía suficiente fricción contra las paredes del cilindro
como para consumir buena parte de la potencia. Hicimos muchos experimentos, algunos de
ellos bastante extraños, con la esperanza de aislar la energía producida por la combustión de
aquella provista por el resorte: se limpió y lavó un arma en forma exhaustiva para eliminar
toda traza de aceite o grasa, y fue entonces rearmada usando polvo seco de grafito como
lubricante. Sonaba como una “bolsa con arandelas” al disparar, pero aun así aparecía un
cierto “olor a escape”. Es decir, aún un arma completamente seca encuentra algo para
quemar pues resulta evidente el olor acre del escape en boca de cañón, aún usando balines
exhaustivamente desengrasados.
De esto surge que al eliminar la combustión (por usar nitrógeno en vez de aire) la
potencia del rifle cayó dramáticamente y produjo sólo un 45% de su potencia original, poco
menos que la mitad, sin haber hecho ninguna modificación en la lubricación. El arma se sacó
posteriormente de la bolsa, se volvió a disparar en atmósfera normal, y la velocidad retornó
rápidamente a su valor original. Este pequeño experimento demostró de una vez y para
siempre que cualquier lubricación que se emplee no sólo reducirá la fricción entre las partes
móviles sino que también agregará energía al sistema, pues el lubricante es también un
combustible.
Todos los argumentos y conclusiones relacionados a las cuatro fases o modos son
igualmente aplicables a pistolas de aire a resorte. Aunque la potencia de éstas es mucho
menor que la de los rifles, el área del pistón también es menor de manera que la presión de
aire generada en el disparo es aproximadamente la misma, y por lo tanto también puede ser
alta como para producir combustión.
EL RESORTE
Una definición de resorte podría ser “dispositivo para almacenar energía”. En el resorte
de un rifle cargado decimos que la energía potencial está almacenada en forma de energía
“elástica” o “de tensión” ya que se acumula al retorcerse el alambre del que está fabricado.
Para entender esto más claramente veamos la fig. 3.1
Obviamente hay un límite hasta el cual se puede retorcer un alambre antes de que
sufra una deformación permanente. Imaginemos que las espiras del resorte ilustrado
estuvieran mucho más separadas. En este caso se debería torcer mucho más al alambre para
lograr que las espiras se junten, y esto podría causar una deformación permanente que haría
que el alambre no se recuperara por el exceso de tensión sufrido. La mayoría de los rifles de
aire a resorte se designan para sacar el máximo provecho de los materiales empleados, y
por lo tanto el estado de tensión del resorte en su máxima compresión es realmente el
máximo admisible, no pudiéndose obtener ningún beneficio extra sin romperlo o deformarlo
de manera permanente.
Los resortes para rifles de aire están hechos de un tipo de alambre que ya se ha
endurecido y templado de la mejor forma posible. Si es muy duro seguramente se romperá,
mientras que si es muy blando colapsará en cuanto se comprima. Para enrollar un resorte el
alambre se fuerza a través de tres rodillos dispuestos en forma de triángulo, espaciados de
tal forma de impartir al alambre el paso requerido entre espiras . Es notable ver cómo al
pasar los rodillos el alambre sale enrollado como un resorte continuo que se luego corta al
largo requerido. Se trata de un proceso continuo en el que el alambre se alimenta desde
grandes rollos. Cada resorte se enrolla con un paso levemente superior al máximo que el
alambre puede resistir al comprimirse, lo que significa que originalmente el resorte es un
poco más largo que lo que usted esperaría al comprarlo como repuesto para su rifle.
Las espiras de los extremos son cerradas en la misma máquina enrolladora antes del
corte. Se pasa entonces a un proceso de liberación de tensión consistente en calentar
durante alrededor de media hora a 400 °C. Esto libera al material de las tensiones internas
producidas al enrollar el alambre. Seguidamente los resortes pasan a otra máquina que
esmerila los extremos que quedan así perpendiculares al eje del resorte y por lo tanto al
pistón en un extremo y a la guía del resorte en el otro extremo.
Se escribieron muchos libros que tratan de un tema tan complejo como los resortes,
pero ninguno de ellos menciona a los resortes para rifles de aire. Esto es porque nuestros
resortes caen fuera de los parámetros normales de diseño. Según todos los standards de
fabricación se trata de resortes sobrecargados y sólo unas pocas firmas muy especializadas
los fabrican.
La mayoría de los resortes se fabrican con alambre de alta calidad de tipo BS 5216 o
BS 2803. Se trata del material más habitualmente usado para resortes en la industria, pero
por supuesto hay muchos otros materiales con que se pueden fabricar, por ejemplo, acero
inoxidable para situaciones de ambientes corrosivos, o aleaciones de cobre-berilio para
aplicaciones antimagnéticas. Frecuentemente nos preguntan si existe algún material que
aunque fuera más caro pudiera permitir fabricar resortes más duraderos, o con mayor ECS.
Entendemos que sí, que tales materiales existen, pero no están disponibles normalmente y el
costo y las dificultades para fabricar tales piezas especiales no se justifican por la ventaja
que pudiera obtenerse.
Recordemos que al enrollar el resorte se lo dejó inicialmente más largo. Este exceso de
longitud se corrige con un proceso llamado “scragging”, consistente en enhebrarlo en una
barra y comprimirlo hasta que las espiras se toquen, después de lo cual debería retornar a la
longitud deseada y permanecer siempre en esa longitud por el resto de su vida útil, a menos
que se vea sometido a fuerzas excesivas generadas por detonaciones, en cuyo caso su
longitud se reducirá aún más. Cuánta longitud extra hay que dejar en el momento de
enrollar al alambre es un tema de experiencia del fabricante que depende principalmente de
las características del material. Si no se hace en forma correcta la longitud final no será la
requerida y el ESC se verá afectado en forma adversa.
Puesto que en las armas de aire se dispone de tan poca energía en comparación con las
armas de fuego, es muy importante conocer cuánta se almacena en un resorte comprimido,
y cuán eficientemente se puede emplear para propulsar el proyectil en el momento del
disparo. No es muy difícil medir esa energía en el resorte de un rifle armado, pero se debe
recordar que la cifra que se obtenga (ESC) sólo es aplicable a ese resorte instalado en ese
rifle. El mismo resorte en otra arma seguramente dará valores distintos porque los valores
de longitud del resorte en estado de compresión o distensión seguramente diferirán y esto
tiene un efecto profundo en la energía almacenada.
Una vez que se ubican estos puntos se puede trazar una línea recta que los una.
Aunque en teoría esta recta debería pasar por el punto cero de coordenadas, en la práctica
realmente nunca ocurre. Esto se debe a una cantidad de factores de los que no nos
ocuparemos aquí.
Longitud libre menos longitud con 100 libras (punto A): 10 – 7,9 = 2,1”
Longitud libre menos longitud con 200 libras (punto B): 10 – 5,4 = 4,6”
Longitud libre menos longitud sin amartillar (punto C, compresión inicial):
10 – 7,5 = 2,5”
Compresión inicial más carrera de pistón (punto D, compresión total):
2,5 + 2,6 = 5,1”
Una variación de este sistema, que evita la necesidad de usar dos pesos cada vez, es
efectuar el procedimiento descripto sobre un resorte que se conservará como “resorte
maestro”, y para el cuál se determinarán los puntos A y B de la manera más cuidadosa
posible. Para medir otro resorte se lo enhebrará extremo a extremo con el resorte maestro
sobre una barra roscada. Se ajusta entonces la tuerca de un extremo hasta lograr que el
resorte maestro se acorte en los valores A y B. Los acortamientos del resorte en medición
serán entonces sus valores A y B, correspondientes a las mismas cargas usadas
originalmente para calibrar al resorte maestro.
Por otra parte, la vida del resorte de un rifle de competición de baja potencia es
normalmente muy larga pues el arma trabaja en la fase popgun y poco o ningún lubricante
está disponible para combustión.
en que las espiras están en contacto, no teniendo entonces que soportar una tensión mayor
que la correspondiente a esa situación. Esto no es del todo cierto, ya que hemos recibido
advertencias de un importante fabricante en el sentido de que un resorte se puede tensionar
en forma excesiva si la carga es aplicada y retirada un forma realmente muy rápida, caso en
que se producen vibraciones de muy alta energía entre las espiras.
La secuencia exacta de eventos durante los que se produce esa tensión excesiva no es
fácil de seguir, y se puede estudiar mejor mediante cálculos. Baste decir que a muy altas
velocidades aparecen vibraciones entre las espiras que producen que éstas se tensionen en
mucho mayor medida que la correspondiente a espiras simplemente juntas. Los problemas
con los rifles de aire a resorte surgen por la gran proximidad de las espiras del resorte en el
momento de la compresión y en la súbita liberación hasta su longitud completa cuando se
efectúa el disparo. Si la liberación ocurriera lentamente, tal vez a la misma velocidad que
cuando se amartilla el rifle, no habría problemas, pero trate de imaginar lo que le ocurre al
resorte cuando el gatillo lo libera. Al principio las espiras frontales empujan al pistón hacia
adelante con tal velocidad que el extremo de cola del resorte de hecho es arrastrado
llegando incluso separarse de su asiento sobre el bloque trasero, al tiempo que el pistón se
detiene súbitamente contra el colchón de aire que se forma en el frente del cilindro y rebota
hacia atrás para encontrarse con las espiras que avanzan hacia adelante. La situación
entonces se revierte y cada componente terminará moviéndose en la dirección original, pero
esto constituye una secuencia caótica de hechos durante los cuales el resorte puede sufrir
sobrecargas y perder parte de su longitud. Las vibraciones pueden ser tan severas que
durante una fracción de tiempo el resorte puede llegar a perder contacto en ambos
extremos. Pueden aún aparecer pequeñas sacudidas hacia adelante y hacia atrás antes de
llegar al estado final de reposo, casi seguramente después que el balín ya abandonó el
cañón.
Si hay exceso de aceite en el cilindro y el rifle detona, el pistón será despedido muy
rápidamente hacia atrás contra las espiras del resorte de la parte trasera del mismo, que
vienen moviéndose hacia adelante. Es esta súbita y violenta inversión de la dirección de
movimiento del pistón lo que perjudica al resorte. El daño que sufre por la detonación puede
verse muy claramente en el típico aplastamiento de las espiras del extremo trasero, y si el
resorte se rompe la fractura ocurre habitualmente en esta zona. Pudimos confirmar este
fenómeno pidiéndole a clientes nuestros a los que les habíamos suministrado resortes de
repuesto que nos los devolvieran si fallaban. Estos resortes tenían identificado uno de sus
extremos con una marca de pintura, y se les había solicitado que los instalaran con ese
extremo hacia atrás, hacia el lado del gatillo. Siempre que aparecía un problema (rotura o
aplastamiento) era en ese extremo.
Muchas veces se ha dicho que dejar un rifle amartillado durante períodos largos debilita
al resorte, lo que es probablemente cierto si el resorte no es de calidad óptima, pero un
resorte correctamente fabricado puede resistir la compresión sólida (espiras en contacto) en
forma casi indefinida sin ninguna pérdida de longitud. No obstante, como precaución de
seguridad, ciertamente es recomendable no dejar nunca el arma amartillada ni un minuto
más de lo estrictamente necesario.
Hay sólo una forma en que un resorte puede perder su ESC, y es acortándose, ya que
la fuerza no se pierde por la edad o el uso. El estudio de la fig. 3.2 nos muestra que si el
resorte tomado como ejemplo sufriera un acortamiento debido a una detonación y fuera
medido nuevamente daría en el diagrama una altura inferior de la zona encerrada por las
coordenadas C y D, moviéndose por lo tanto hacia la izquierda, lo que equivale a una
reducción del su área, o dicho de otra forma, una reducción del ESC.
Con mucha frecuencia al sacar el resorte del arma se encuentra que está torcido, como
una banana. Aunque esto resulta desagradable a la vista no va en detrimento de la ESC
aunque probablemente incremente el típico ruido de disparo conocido como “twang”. Buena
parte de este irritante sonido se puede eliminar usando una funda plástica delgada calzada
alrededor del resorte al introducirlo en el pistón, teniendo cuidado de dejar cierta holgura
que permita aceptar el incremento del diámetro del resorte cuando se comprime. Como
alternativa se puede reducir el twang mediante una guía de plástico por dentro del resorte en
vez de la guía de acero habitual. La mayoría de los fabricantes ingleses colocan actualmente
este tipo de guía en rifles y pistolas debido a la demanda de armas más silenciosas.
Dado que el extremo del resorte gira ligeramente (se “desenrosca”) al ser comprimido y
se vuelve a enroscar en igual medida al expandirse se ha sugerido que esto debería preverse
mediante la instalación de un buje antifricción en un extremo en la creencia de que esta
mejora aumentaría la eficacia del sistema. En nuestra opinión esto no tiene mucho sentido
ya que como hemos explicado anteriormente hay un momento durante el disparo en que el
resorte está o bien completamente apoyado contra el tope trasero o con muy poco contacto,
incluso separado. Como dato histórico interesante, algunos rifles antiguos usaban dos medios
resortes bobinados en direcciones opuestas, apoyados entre sí con una arandela intercalada,
lo que compensaba sus respectivos giros.
La potencia óptima requerida para un rifle depende de muchos factores, y siempre será
un compromiso cuya elección dependerá del uso que se dará al arma. Un resorte de baja
potencia tiene la ventaja de un bajo retroceso y una alta uniformidad en la velocidad del
disparo, y de estas características resulta una buena precisión. En el otro extremo, si el rifle
se usa para hacer disparos a larga distancia, tal vez para tiro deportivo, entonces será bueno
tener gran energía inicial y sacrificar algo de precisión. Esto no es sin embargo el final de la
historia, pues el diseño de un rifle es siempre un compromiso entre factores opuestos, y sólo
algunos dependen del resorte.
Al comenzar nuestras investigaciones tomamos por cierto lo que parecía ser el punto de
vista del sentido común: el desempeño del rifle depende de la potencia del resorte y de nada
más. Desde entonces llegamos a la conclusión de que el resorte es sólo uno de los factores
que contribuyen al éxito de un rifle, y tuvimos entre manos muchas armas que entregaban
potencias adecuadas sin necesidad de resortes enormes. Es justo decir que si todas las
partes trabajan en armonía el arma no requerirá una energía inicial muy alta. El problema
reside en entender todos esos factores y ponerlos a trabajar armónicamente en la dirección
correcta.
Hay una pregunta habitual a contestar cuando se supone que el resorte que tenemos
no es el adecuado: ¿Se podrá colocar un resorte más potente? En la mayoría de los casos la
respuesta es “NO”. Obviamente, si el original perdió longitud, o no corresponde a ese rifle,
entonces un reemplazo por el modelo correcto dará más potencia. Un resorte más potente
debe ser o más largo o estar fabricado con alambre más grueso, de manera que
probablemente no quepa dentro del pistón sobre la guía. Si es más largo sus espiras
probablemente se junten antes de amartillarse por completo y deberían eliminarse algunas
vueltas, con lo que se pierde el beneficio.
Hay varios rifles en el mercado que emplean dos pistones, y por lo tanto dos resortes,
enfrentados entre sí desde extremos opuestos del cilindro, que se mueven juntos para
conducir el aire a la recámara que está cerca del centro de la longitud del cilindro. El
principal propósito de esto es la eliminación del retroceso y no el incremento de la energía
inicial.
Otro sistema con el que se puede almacenar energía es comprimiendo aire en vez de
un resorte fig. 3.3. La firma Theoben usa este sistema en sus armas impulsadas por
“gas ram”. Cuando se amartilla el rifle se comprime aire u otro gas adecuado dentro de un
cilindro sellado. El cilindro es en este caso el mismo pistón, que es forzado hacia atrás contra
otro pistón fijo y hueco, con juntas que aseguran la hermeticidad del conjunto.
Los rifles Theoben sacan mucha ventaja del empleo de gas ram en vez de resorte,
principalmente porque nunca pierden su potencia, que en algunos casos se puede regular
modificando la presión inicial del cilindro del gas ram por medio de una bomba especial. No
existen ni el twang ni las vibraciones típicas de los resortes. Además, si por una inadecuada
lubricación del cilindro principal se pasara a funcionamiento en modo detonación, las
explosiones no tendrán el inmediato efecto devastador que tienen en los resortes. No
obstante, el uso indebido prolongado inevitablemente traerá malas consecuencias.
EL CILINDRO
Cualquiera sea el material empleado para el cilindro, las paredes deben ser lo
suficientemente fuertes para resistir las enormes presiones internas que se generan en caso
de producirse detonación. Esas detonaciones someten al material del cilindro en la parte
frente al pistón a una tensión colosal y hemos visto varios casos de cilindros visiblemente
deformados por tales sucesos.
Aparte de ser el soporte físico del rifle, el cilindro constituye obviamente el fundamento
técnico del funcionamiento del arma. Los rifles a resorte antiguos, comunes en galerías de
tiro en USA tenían cilindros de gran diámetro con recorridos de pistón relativamente cortos.
Estaban accionados por dos resortes cónicos fabricados con alambre de sección plana,
montados en el cilindro con sus vértices en oposición. Aunque los resortes eran muy duros,
la energía que se obtenía de estos rifles era baja en comparación a los rifles modernos,
probablemente debido a que la corta carrera no permitía al pistón ganar velocidad.
Las dimensiones del cilindro controlan la relación de compresión del rifle, esto es la
magnitud en que se comprime el aire durante el disparo. Es una cifra algo teórica pero da
una buena idea acerca de las probables cifras de eficiencia. La “relación de compresión”, en
términos de rifles de aire es la relación entre el volumen de aire barrido por el pistón en su
recorrido y el volumen en el puerto de transferencia más el de cualquier irregularidad en la
cabeza del pistón más el volumen interior del proyectil. Por ejemplo, supongamos que la
suma de estos pequeños volúmenes mencionados es 1 cm3 y el volumen barrido por el pistón
es de 200 cm3. La relación sería entonces doscientos a uno.
La relación de compresión de los rifles aumentó a través de los años debido a que
decreció la longitud del puerto de transferencia, llegando en algunos casos a desaparecer, lo
que produce valores que pueden exceder 1000:1. Dijimos antes que se trata de una cifra
teórica, pues en la mayoría de los casos el balín comienza a moverse antes de que el pistón
llegue al extremo de su recorrido y entonces la relación cae desde ese momento y no puede
alcanzar el máximo teórico. Recordemos también que en algún punto del avance del pistón
su movimiento se invierte momentáneamente por la influencia del aire comprimido frente a
su cabeza.
Las fallas en los rifles por causa del cilindro son poco comunes, aunque a veces hay
filtraciones de aire. Los cilindros se hacen con tubo cuyo extremo frontal se sostiene en su
lugar mediante rosca, soldadura (fusión de las partes y del material de aporte) o brazing
(soldadura por fusión de material de aporte de menor punto de fusión que las partes a
soldar). Hubo casos de pérdidas de aire a través de los surcos preparados para el flujo de
material en casos de brazing, y no obturados completamente por el material de aporte. Este
tipo de pérdida es extremadamente difícil de localizar, no siendo mediante colocación de una
pequeña cantidad de aceite en el interior del cilindro, y calentando entonces el extremo para
que el aire en el interior de la falla se expanda y produzca un ínfimo flujo de burbujas
visibles en el aceite. En general una fina capa de soldadura en el exterior de toda la zona
soluciona el problema. En algunos pocos casos ha ocurrido que las perforaciones para los
tornillos de fijación de la culata han sido muy profundas llegando así a penetrar el cilindro o
el puerto de transferencia.
Muchos de los agujeros o ranuras en las paredes del cilindro tienen bordes afilados
resultantes del proceso de maquinado original. En algunos casos estos bordes se han vuelto
aún más afilados o prominentes por las continuas maniobras de amartillado y disparo del
rifle. Este tipo de obstrucciones se debe eliminar con limas finas antes de cualquier intento
de deslizar un nuevo pistón y sello en el cilindro, o de lo contrario resultará dañado el borde
del sello en la cabeza del pistón 2.
2 N. del T. Padecí exactamente este problema con un rifle de mi propiedad. Haciendo las correcciones
indicadas el problema desapareció.
En el caso de una cabeza de cuero la situación es algo diferente porque éste tiende a
dejar limpia cualquier superficie, sea esta suave o rugosa. El cuero actúa como una mecha
que absorbe el aceite y lo esparce nuevamente cuando está bajo compresión. En esta
situación el acabado de la pared del cilindro no es tan importante, ya que sea ésta suave o
rugosa el cuero absorberá y distribuirá el aceite haciendo que la velocidad sea más errática
que al usar sellos plásticos.
EL PISTÓN
El pistón de un rifle de aire moderno cumple con varios fines ya que es el montaje para
el sello de la cabeza, contiene y guía al resorte, y provee masa para transportar la energía
cinética resultante de la liberación del resorte.
Refiriéndonos al último punto, hemos analizado con algún detalle el efecto de alterar el
peso del pistón agregándole dentro pesos de plomo llegando hasta a duplicar su peso
original. Los resultados nos sorprendieron pues esperábamos un gran cambio en la velocidad
de salida del proyectil, en más o en menos (no estábamos seguros del signo del cambio). En
cambio hubo sólo una pequeña reducción de velocidad, pero el rifle se tornó muy
desagradable de disparar por la aparición de sacudidas muy pronunciadas.
Dentro de los límites impuestos por las dimensiones y los materiales empleados la
masa del pistón no se puede modificar demasiado. Para comprender mejor la situación
usemos la imaginación y supongamos un pistón realmente pesado. Al disparar sería
acelerado hacia adelante lentamente y produciría un retroceso mayor que el normal pues al
mismo tiempo que el resorte empuja al pistón hacia adelante también empuja al rifle hacia
atrás. No hay que olvidar que el pistón y el resorte constituyen un subsistema dentro del
rifle, y que no está vinculado rígidamente al mismo. Cuando el pistón llega al extremo de su
recorrido habrá ganado considerable energía e impartirá un empuje hacia adelante al
comprimir violentamente el aire que queda frente al cilindro. El resultado, aun con un pistón
normal, es un profundo efecto de sacudida o latigazo que en su forma más severa puede
dañar una mira telescópica, o al menos, desplazarla hacia atrás en su montaje. Un pistón
más liviano que lo habitual produciría mucho menos retroceso pero resulta de difícil y
costosa fabricación, y en ningún caso es posible alivianar el resorte, que también es
responsable de parte del problema por su propia masa. Cualquiera sea el peso del pistón, la
energía en el sistema es siempre la misma, es decir, la almacenada en el resorte al amartillar
el arma.
Si el pistón es pesado recibe la energía del resorte más lentamente y hace al rifle
incontrolable al disparar. Si es liviano acelera más rápidamente y produce una sacudida
menor. Al llegar al extremo del cilindro un pistón pesado es más difícil de detener que uno
liviano, y aunque existe un colchón de aire entre la cabeza del pistón y el fin del cilindro, el
efecto del peso del pistón no es todavía muy claro.
En fig. 5.1 se muestra el diagrama típico del recorrido del pistón en función del tiempo.
Se puede ver que la velocidad es aproximadamente constante después de la aceleración
inicial hasta casi llegar al extremo, dónde se desacelera en forma abrupta y se detiene un
instante a 0,1 pulgada del extremo. Desde esta posición rebota hasta 0,5 pulgada del fin del
cilindro, y entonces avanza nuevamente hasta apoyarse en el extremo.
La razón por la que el pistón rebota es porque en ese instante la presión presente en el
frente es máxima; el aire no puede transferir su energía en forma instantánea al balín, que
requiere tiempo para acelerar en el cañón. Por eso el aire fuertemente comprimido fuerza al
pistón hacia atrás hasta que el empuje hacia adelante del resorte iguala al empuje hacia
atrás del aire. Por supuesto, durante este movimiento de retroceso del pistón el proyectil ya
inició su carrera por el cañón, y entonces el pistón nuevamente va hacia adelante y completa
su recorrido.
Si fuera posible retener al pistón para evitar su movimiento hacia atrás, esta expansión
del aire se evitaría y se podría transferir más energía al proyectil. En vista de la gran caída
de presión que se produce durante el movimiento hacia atrás nos abocamos a la tarea de
encontrar la forma de evitarla. Pensamos muchas soluciones novedosas e insumimos
innumerables horas tratando de sostener firmemente al pistón para que no retroceda. Esto
es relativamente fácil cuando se opera un eventual prototipo de mecanismo en forma
manual, es decir lentamente, pero en cuanto los hechos ocurren a la velocidad real aparecen
los problemas. El pistón está sólo un instante en la posición de máxima presión, antes de
retroceder, por lo que el dispositivo debería reaccionar en forma instantánea, y además
soportar el enorme empuje resultante, equivalente a la presión máxima multiplicada por la
superficie del pistón. En nuestro caso el valor estaba por encima de las 1000 lbs (casi media
tonelada) 3.
3 N. del T. En realidad la fuerza hacia atrás debería ser la diferencia entre la mencionada y la que ejerce el
resorte hacia adelante en ese punto de su elongación.
Decidimos entonces que el diseño no era viable pues las fuerzas involucradas eran
superiores a lo que se podía resistir. Si se pudiera construir un rifle con un dispositivo de
bloqueo de retorno de pistón, suponemos que tendría un significativo incremento en la
velocidad de salida. Es lamentable que esto sea aun un punto de debate que no pudimos
resolver experimentalmente.
Theoben compensó parcialmente los efectos del rebote del pistón colocando un pistón
inercial en el interior de sus rifles con gas ram (fig. 3.3). Este ingenioso dispositivo es de
forma similar a un carrete de hilo, pero el orificio a través del centro es mucho más chico y
está provisto de O'rings en sus extremos, en vez de los resaltes de un carrete. Estos anillos
aseguran que en condiciones normales el pistón interno no se mueva cuando el rifle se
transporta o se apunta hacia arriba o hacia abajo.
Al amartillar el rifle el pistón se desplaza hacia el frente del pistón. Cuando al disparar
el pistón principal comienza su movimiento hacia adelante, el pistón interno, por su peso,
tiende a deslizarse hacia atrás dentro del pistón principal, es decir, no acelera al mismo
ritmo. Cuando el pistón externo llega al punto de rebote, se detiene y comienza a retroceder,
el pistón interno alcanza al externo, y este golpe extra asestado al pistón principal produce
varios beneficios como incrementar la eficiencia general al disminuir en parte el rebote del
pistón principal, y permitir que éste pueda ser más liviano, lo que reduce la sacudida del
arma.
Hay dos diseños básicos de pistón: uno tiene una barra central a lo largo de toda la
extensión del pistón y termina en una ranura o gancho en el cual engancha el fiador del
gatillo al amartillar el rifle; el otro tipo de pistón no tiene barra central y la ranura se corta
directamente en la parte final de la pollera del pistón. No hay ventaja técnica entre uno u
otro sistema, quedando la elección a cargo del diseñador según el estilo y posición del
mecanismo de disparo.
La pollera del pistón resulta fuertemente presionada contra la parte superior del cilindro
Un pistón debe poder moverse a enorme velocidad cuando se dispara, y por lo tanto, la
fricción o cualquier otro factor que tienda a impedir el movimiento debe ser reducido o, en lo
posible, eliminado. La grasa o el aceite, entre dos superficies juntas que se mueven entre sí
tenderá a frenarlas debido al arrastre producido por la viscosidad, que será mayor cuanto
mayor sea ésta. Este arrastre se puede reducir disminuyendo la superficie de contacto. Es
por esa razón que la porción central de la pollera del pistón debería estar siempre
mecanizada a un diámetro inferior que el de los extremos que lo guían a través del cilindro.
Esta reducción del diámetro no sólo reduce el área de contacto con el cilindro sino que
además provee un reservorio para grasa que se moverá lentamente hacia adelante cada vez
que se efectúe un disparo.
El lento movimiento hacia adelante impartido a la grasa se debe al rebote del pistón,
parcialmente contrarrestado por un desplazamiento hacia atrás en el momento del inicio de
la carrera del pistón. El resultado neto es una lenta acumulación de grasa detrás de la
cabeza del pistón que forma un collar desde el cuál pequeñas cantidades pasarán al frente
del pistón si el rifle se diseñó para funcionar en modo combustión, contribuyendo al aporte
extra de energía al disparo.
LA CABEZA DE PISTÓN
Cuando comenzamos a investigar cómo funcionan los rifles a resorte suponíamos que la
cabeza de pistón debía proveer un sello hermético y sin fricción entre el pistón y la pared del
cilindro. Nos costó mucho diseñar y construir lo que considerábamos la cabeza de pistón
perfecta, es decir, una que no permitiera el paso del aire y al mismo tiempo se deslizara sin
fricción dentro del cilindro. La última de una serie de unidades experimentales se ve en la
fig 6.1. Está hecha de cuatro anillos plásticos que se pueden contraer o expandir con
mínimo esfuerzo para formar un sello perfecto con la pared del cilindro.
Medíamos la calidad del sello entre pistón y cilindro disparando el rifle con el cañón
bloqueado a la altura de la recámara, de manera que el tiempo entre el disparo y la llegada
del pistón a su posición final, que llamamos “tiempo de pistón”, nos daba una idea de la
eficiencia del sello. Resolvimos el problema del bloqueo en forma segura y sin dañar al rifle
con un dispositivo que denominamos “Sputnik” por su similitud con el primer satélite ruso.
Se muestra en la fig 6.2 y en términos simples es una tapa que se puede ajustar a la boca
del cañón mediante tres tornillos, y que sostiene firmemente una varilla que se inserta por el
cañón hasta la recámara donde sostiene un balín cuya pollera se sella con una pequeña
cantidad de plastilina.
Esto nos permitió descubrir que un rifle con la mejor cabeza de pistón, es decir aquélla
con un tiempo de pistón casi infinito nunca producía la máxima potencia de salida. Una
cabeza de cuero, con un tiempo de pistón de alrededor de cuatro segundos era de lejos más
satisfactoria. También aprendimos que una cabeza ajustada, por la causa que fuere, era
garantía de baja potencia.
Por ese entonces un amigo entusiasta nos envió un cabezal de hechura casera en nylon
sólido que tenía las clásicas cicatrices hechas por gases muy calientes pasando a altas
presiones por espacios muy estrechos (fig 6.3). Esto nos dio la pista de estábamos tratando
con algo mucho más complicado de lo que habíamos imaginado.
Los cabezales de cuero son muy sufridos frente al mal trato: llegamos a encontrar
municiones, clavos, fósforos, etc. incrustados en el cuero; aún así, después de extraer todos
los “cuerpos extraños” el cabezal seguía prestando su servicio. Este tipo de cabeza también
sobrevive a largos períodos de uso sin lubricación, volviendo a su plenitud después de una
buena impregnación con aceite.
Las cabezas de cuero en forma de copa eran una solución obvia para sellar el aire en el
interior del cilindro. Se convirtieron en el standard en las armas de aire del pasado, aunque
Webley optó por aros metálicos en sus primeros rifles y pistolas, y BSA usó más tarde
“O'rings” de goma sintética en las suyas. Un análisis más profundo indica que en este último
caso el sello debía ser probablemente demasiado bueno para permitir que algo de lubricante
pase al frente del pistón para alimentar la combustión, resultando así armas que sólo
operarían en condiciones de combustión limitada o sin ella.
Los rifles o pistolas diseñados para competiciones de tiro se benefician con los sellos de
aros porque virtualmente no dejan pasar nada de lubricante y ello da como resultado
disparos de baja velocidad pero de gran uniformidad, que es lo necesario en ese tipo de
deporte.
Por tener el cuero características parecidas a una esponja, absorbe aceite. Esta
absorción es lenta por naturaleza, y cuando forma parte de la cabeza del pistón depende
también de si la denominada parte brillante, o lisa, del cuero está hacia adentro o hacia
afuera de la copa formada con él. El cuero tiene dos lados, el liso y el áspero. El lado liso es
la parte exterior de la piel, la que sostiene el pelo del animal, que forma una barrera semi
impermeable a la lluvia, y por lo tanto absorbe aceite muy lentamente. Por el contrario, el
lado áspero absorbe agua o aceite mucho más rápidamente.
La mayoría de los sellos de cuero están moldeados con el lado liso hacia afuera y por
ello restringen la velocidad de absorción de aceite desde el cilindro y el pistón. Esto da como
resultado que el rifle produce velocidades mayores a las normales después de permanecer
un tiempo en desuso, especialmente si estuvo en posición vertical con la boca hacia abajo,
pues de esta forma el exceso de aceite absorbido por el cuero se quema en los primeros
disparos y se repone más lentamente, hasta llegar a la velocidad normal. Se da también la
situación inversa cuando el rifle estuvo parado por períodos largos sobre su culata, lo que
hace que el aceite se escurra hacia atrás dejando más seca la cabeza del pistón y
produciendo por lo tanto velocidades menores. Esto nos lleva a la conclusión de que los rifles
a resorte se deberían guardar en posición horizontal, preferentemente con el gatillo hacia
arriba, posición evidentemente incómoda y antiestética para cualquier arma.
Hicimos una serie de experimentos con distintos tipos de cabezas de pistón para
investigar los efectos de la eliminación del lado liso del cuero. Usando como referencia un
cabezal plástico medimos velocidades de alrededor de 670 FPS con proyectiles de 4,5 mm y
8,3 grains. El sello normal de cuero con su lado liso hacia afuera, bien impregnado en aceite,
comenzó con velocidades de alrededor de 800 FPS y cayó gradualmente hasta 600 FPS, lo
que indica que no podía recoger y absorber suficiente lubricante (combustible) para
mantener alta la potencia. El sello modificado de forma de eliminar el brillo superficial,
incrementando así su habilidad para “secar” la superficie del cilindro absorbiendo aceite, dio
un rendimiento creciente durante unos veinte disparos hasta estabilizarse en 750 FPS. En
estos experimentos se usó un lubricante mas bien “activo” desde el punto de vista de la
combustión para enfatizar el efecto de secado e impregnación del sello (fig 6.6).
La cantidad de lubricante que pasa hacia adelante en cada ciclo de carga y disparo se
puede controlar en forma bastante precisa con el ajuste de la cabeza en el pistón.
Normalmente el labio frontal del sello es muy flexible y ejerce poca presión contra las
paredes lo que asegura que queda lubricante para mover hacia adelante. El cuerpo del sello
detrás del labio es el que determina el tamaño del collar de lubricante y por lo tanto la
cantidad que pasará al frente. Reduciendo el diámetro de esta parte del cabezal mediante
amolado se puede controlar la intensidad de la combustión. Los plásticos de poliuretano
usados normalmente para moldear estos sellos son muy blandos y difíciles de cortar en
forma prolija por otra forma que no sea por amolado o al menos por rotación contra un trozo
de tela esmeril.
Los sistemas de medición habituales, como calibres o micrómetros, son muy imprecisos
cuando se trabaja con plásticos blandos, por lo que medimos el ajuste de un sello dentro de
un cilindro midiendo la fuerza necesaria para mover al pistón hacia abajo en el cilindro
lubricado, fig. 6.7. Con el cilindro montado hacia arriba en una morsa fue necesario un peso
de seis libras para mover una cabeza nueva hacia abajo. Con esta cifra el rifle trabajaba
apenas por encima de la condición de popgun. En otras palabras, el suministro de lubricante
era muy pobre. Ajustando el tamaño de la cabeza hasta que la fuerza necesaria bajó a media
libra resultó un ajuste demasiado flojo y el rifle se tornó inestable y produjo disparos muy
erráticos de alta velocidad. Experimentos posteriores con una fuerza de aproximadamente
dos libras dieron máxima potencia sin inestabilidad.
Una cabeza de cuero “seca” casi todo el lubricante del cilindro pulido durante la carrera
hacia atrás, en el amartillado, parte del cual es absorbido por el cuero y repone el consumido
en el disparo anterior, y el resto se acumula detrás formando el collar de grasa y aceite que
se esparce en las paredes en el disparo. El ciclo se repite cada vez que se dispara el rifle. El
pistón se precipita hacia adelante lubricando el cilindro durante el avance, y una pequeña
cantidad en el frente se quema al terminar la carrera. En casi todos los rifles el resorte
sostiene la cabeza del pistón contra el extremo del cilindro, y mantiene el sello de cuero
firmemente comprimido de forma que no puede absorber casi nada del lubricante remanente
para reemplazar al quemado, hasta que se amartille nuevamente. Esta característica se
puede eliminar colocando un tope resiliente dentro de la copa del sello para evitar que el
cuero quede comprimido con el arma no amartillada.
en sus cabales sugeriría construir un motor diésel cuyo combustible fuera suministrado de
esta forma, y sin embargo, en lo concerniente a nuestra materia, el rápido movimiento hacia
adelante y el rebote proveen el método justo para que el rifle se alimente con una cantidad
adecuada de lubricante en cada disparo.
El secreto del éxito de los sello plásticos reside en la “aspereza” del cilindro contra el
cual se desliza. Necesita una superficie levemente irregular, o áspera, que pueda almacenar
lubricante en sus fisuras microscópicas. Un sello plástico ajustado a un cilindro muy pulido
dará disparos muy uniformes pero no con la máxima potencia posible, pues no habrá
suficiente arrastre de lubricante para producir una buena combustión. Por otro lado, una
cabeza de cuero trabaja mejor con paredes muy lisas, ya que disminuye la fricción al
expandirse la copa contra las paredes por la compresión del disparo, hacia el final de la
carrera del pistón.
Es muy probable que por el rápido movimiento del pistón hacia adelante el lubricante
resulte en parte atomizado por el barrido del labio del sello, y forme una especie de niebla
que por supuesto favorece una combustión mas rápida y completa que una masa de
lubricante simplemente acumulada en el frente del pistón. El mismo argumento se puede
aplicar al caso del sello de cuero, pero en este caso el lubricante se almacena como el agua
en una esponja, que al ser sometida a una brusca compresión puede también expeler su
carga de aceite en forma de niebla. En realidad todo esto es una teoría que debería probarse
con experimentos concretos.
No todos los fabricantes hacen uso de una superficie áspera para capitalizar sus
beneficios, aún cuando usan sello plástico en la cabeza. En cambio dejan la superficie interior
del tubo con el pulimento provisto por el fabricante del tubo. El tubo es entonces sometido al
proceso de empavonado junto con los demás componentes del arma. Nuestra experiencia de
años nos indica que una superficie empavonada incrementa varias veces la fricción, por lo
que el pistón bien podría verse limitado por esa terminación interior.
La prueba del tiempo de pistón muestra en forma inmediata una falla en un sello de
plástico, tal como una fisura en el labio. En ocasiones estos sellos pierden debido a un
pequeño trozo rebanado del labio en el momento de introducir el pistón en el cilindro, al
pasar la rosca del extremo, o la ranura del mecanismo del gatillo, lo que produce tal
reducción del tiempo de pistón que es necesaria una reparación. El reemplazo del sello debe
incrementar el tiempo de segundos a horas. Los sellos de cuero tienen usualmente tiempos
menores que los de plástico, pero si este tiempo se torna excesivo se debe verificar el ajuste
entre el sello y el pistón pues indica que el sello se ha compactado al punto de producir
fricción y haber perdido su capacidad de absorber aceite y alimentar correctamente la
combustión.
Es tema de debate si el sello de cuero o plástico puede expandirse con suficiente fuerza
ante la presión de la combustión como para aferrarse a la pared del cilindro y evitar así el
movimiento hacia atrás del pistón. Esta situación indudablemente mejoraría la eficiencia de
todo el sistema reduciendo el rebote y aumentando la presión detrás del proyectil.
EL AIRE
Todos sabemos qué se entiende por “rifle de aire”, y también que ese nombre cubre
varios sistemas distintos, estando la principal división entre “resorteros” y “neumáticos”.
En ambos sistemas el aire se usa de formas bien diferentes. En el primero actúa como
medio de acoplamiento entre el lento y pesado pistón y el liviano y veloz proyectil. El aire en
sí no agrega energía al proceso, a menos que exista combustión de lubricante. En el segundo
sistema el aire toma el lugar del resorte, ya que contiene energía almacenada que se
transfiere el balín en el disparo.
Este capítulo sólo nos ocuparemos del rifle de aire a resorte. Describiremos en primer
lugar cómo se comporta el aire cuando no hay combustión, es decir, en el modo popgun.
Posteriormente veremos qué ocurre cuando el componente oxígeno del aire se combina bajo
presión y temperatura con el lubricante, lo que constituye el modo combustión.
Aplicando el mismo razonamiento, pero colocando ahora una esfera de plomo con un
peso aproximadamente igual al del pistón, ésta emergería a una velocidad parecida a la ya
mencionada (50 FPS) pero el ser mucho más pesada que el balín tendría una energía mucho
mayor, pues la energía es proporcional a la masa. Esto demuestra que al usar un proyectil
más pesado se logra un mejor “acople” (transferencia de energía) entre el mecanismo
impulsor y el proyectil.
Habiendo determinado la necesidad del uso del aire como elemento intermediario,
surge la pregunta ¿cuáles son las presiones involucradas en el interior del cilindro? Este difícil
dato sólo se puede medir en forma satisfactoria usando un transductor piezoeléctrico de
cerámica y su amplificador asociado. Estos sensores se pueden construir como unidades muy
pequeñas y robustas que se atornillan directamente en el cañón o el cilindro y proveen
información valiosa para el análisis de la balística interna. El transductor de presión convierte
presión en carga eléctrica que se procesa con en amplificador adecuado. La señal resultante
se puede ver en la pantalla de un osciloscopio (ver fig. 7.1).
En nuestro caso el oscilograma toma la forma de una curva con un eje vertical que
representa la presión y uno horizontal que representa el tiempo (no desplazamiento de
pistón). Como se explicó en el capítulo 5, el avance del pistón se puede relacionar con el
tiempo por lo que no hay inconveniente para trazar una relación entre presión y volumen. La
curva que se muestra en la fig. 7.2 es similar pero está basada en cifras calculadas
teóricamente y continúa creciendo después del punto en que un balín hubiera partido
haciendo que la presión cayera nuevamente.
De estas curvas podemos establecer que para todos los propósitos prácticos la
compresión es adiabática y que el pico de presión dentro de un cilindro típico es del orden
de 1250 PSI. Que la compresión sea adiabática significa que tiene lugar sin ninguna pérdida
o ganancia de calor saliente o entrante al sistema. Es una ley de la naturaleza que si se
comprime un gas su temperatura sube. Si la velocidad del aumento de temperatura es
suficientemente alta como para que no haya tiempo de que se produzca una transferencia de
calor desde o hacia el sistema a través de las paredes del cilindro, se dice que la compresión
es adiabática. Por el contrario, si la compresión es tan lenta que el calor generado tiene
tiempo para salir del sistema, la temperatura se mantendrá constante y se dice que la
compresión es isotérmica.
Cálculo de la Presión
n n
P1V 1 = P2 V 2 (1)
P1 : presión inicial
V1 : volumen inicial
P2 : presión final
V2 : volumen final
n : relación de calor específico del gas (1,408 para el aire)
n−1 n−1
T 1V 1 = T 2V 2 (2)
El trabajo hecho por, o sobre el aire cuando el volumen cambia de V1 a V2 está dado por
la siguiente ecuación:
P 2 V 2−P 1 V 1
Trabajo realizado = (3)
n−1
Para entender esto más claramente, supongamos un inflador de bicicleta con su salida
bloqueada, colocado verticalmente. Si levantamos el émbolo, le fijamos un peso y luego lo
soltamos, el pistón descenderá hasta rebotar sobre el aire comprimido en la parte inferior.
Exactamente lo mismo ocurre en el cilindro del rifle, sólo que mucho más rápidamente,
ya que todo el ciclo dura alrededor de 15 milisegundos (tiempo empleado por un proyectil a
500 FPS para recorrer 7,5 pies).
Vimos en el capítulo 1 que el momento del rebote coincide con el arranque del balín a
través del cañón. Visto de otra forma, el proyectil aguanta la presión creciente hasta un pico
en el que pierde su agarre contra la recámara y comienza su carrera. En ese momento el
pistón tampoco puede proveer más empuje al proyectil pues ya carece de energía cinética
(por haberse detenido su movimiento). A partir de ahí resulta empujado hacia atrás por el
aire en el frente. Todo esto es lo que ocurre cuando el proyectil calza en forma adecuada y
la recámara tiene la forma correcta (ver capítulo nueve). Si no se dan estas importantes
condiciones los tiempos de detención del pistón y de arranque del balín no coincidirán y se
obtendrá una menor eficiencia.
El gráfico del recorrido del pistón en función del tiempo (fig. 5.1) muestra la
aceleración del pistón desde su liberación hasta que alcanza el extremo del cilindro, habiendo
rebotado una vez sobre el colchón de aire.
De este gráfico resulta claro que en nuestro ejemplo el punto de menor volumen
corresponde a una posición del pistón a 0,10 pulgadas del extremo del cilindro. Por ser el
punto de menor volumen debe ser también el de máxima presión. Llamaremos a este
volumen V2. Aplicando la ecuación (1) podremos calcular el valor de la presión máxima P2.
n n V1 n
En efecto, de P 1 V 1=P 2 V 2 obtenemos P 2=P 1 (4)
V2
P1 = 14,7 PSI
P2 = 1366 PSI
El valor P2 es por lo tanto el máximo alcanzado dentro del cilindro. Se debe enfatizar
que esta presión sólo dura un instante y el mínimo retroceso del pistón hace que baje
sustancialmente. Si observamos la curva adiabática de la fig. 7.2 vemos que un
desplazamiento de 0,02 pulgadas hace caer la presión de 1350 a 1000 PSI, y caerán otros
500 PSI con otro desplazamiento de sólo 0,1 pulgada.
Cálculo de la temperatura
V 1 n−1
T 1 V n−1
1 =T 2 V 2n−1 de la que obtenemos T 2=T 1 (5)
V2
T2 = 1098 °K = 816 °C
Con tal temperatura es fácil entender por qué el aceite o cualquier otra substancia
combustible se enciende, dando lugar a los modos combustión o detonación.
Una vez más hay que recalcar que estos valores de presión y temperatura sólo duran
una fracción de segundo. El aumento de temperatura en función del recorrido del pistón se
puede ver en la fig. 7.2.
Si imaginamos al pistón fijo en su posición final durante tiempo suficiente, sin pérdidas
de aire, la temperatura ira bajando a medida que se pierde calor por las paredes del cilindro,
hasta llegar al valor del medio ambiente. Esto hará que también baje la presión hasta un
valor igual el que se hubiera conseguido en una compresión isotérmica.
P1 = 14,7 PSI
V1 = 1,964 pulgadas cúbicas
P2 = 1366 PSI
V2 = 0,0785 pulgadas cúbicas
P 2 V 2−P 1 V 1
Trabajo realizado =
n−1
obtenemos:
Trabajo realizado sobre el aire = 192,235 pulgadas . libras = 16,0 Ft. lbs.
Podemos ver que la energía requerida para comprimir el volumen de aire hasta
1366 PSI es de 16 Ft. lbs. y corresponde al total de energía contenida en esa masa de aire.
Téngase en cuenta que a presiones tan altas basta una caída de 64 PSI para que se produzca
una caída de 1 Ft. lbs. en la energía final.
Si el pistón rebota 0,4 pulgada y en ese tiempo el proyectil avanzó 7 pulgadas desde la
recámara, tendremos los siguientes valores:
P2 = 1366 PSI
V2 = 0,0785 pulgadas cúbicas
V1 = Volumen en el cilindro (por el rebote) + volumen en el cañón =
= × 0,52 × 0,4 × 0,112 × 7 = 0,5803 pulgadas cúbicas
P1 = 81,7 PSI
Trabajo realizado por el aire = 146,6 pulgadas . libras = 12,2 Ft. lbs.
Analicemos de qué forma se distribuyeron los 12,2 Ft. lbs. cedidos por el aire. De la
curva de energía del resorte (fig. 3.1) podemos determinar que son necesarios 1,9 Ft. lbs.
para comprimirlo 0,4 pulgada. Esto es un desperdicio pues esa compresión del resorte no
tiene propósito útil. También sabemos que cuando el balín recorrió 7 pulgadas en el cañón se
mueve a una velocidad correspondiente a una energía de 5,8 Ft. lbs. (ver fig. 9.1). Esto nos
deja un remanente de 12,2 - 1,9 - 5,8 = 4,5 Ft. lbs. que no sabemos cómo contabilizar. Es
probable que una buena parte se haya disipado como calor, pues si bien el proceso se
supone adiabático, en realidad algo de calor se disipa a través del cilindro frío. También esta
el hecho de que a altas presiones y temperaturas el más mínimo error de medición del
recorrido del pistón se traduce en grandes diferencias en los valores de energía calculados.
Mencionamos al principio del capítulo que el aire tiene funciones muy diferentes en un
rifle que funcione en fase popgun en relación a su rol cuando se trata de la fase combustión.
Mostramos cómo en el modo popgun es posible aplicar cálculos para determinar de qué
forma la energía del resorte pasa al proyectil.
en el momento justo, es probable que la potencia de ese disparo en particular no sea tan
buena como en el caso en que el ¨timing¨ hubiera sido el correcto, y hay innumerables
factores que pueden empeorarlo.
Cuando se produce la combustión la presión sube más rápido y hasta valores más altos,
como se vé en la fig. 7.3. La curva habría continuado hacia arriba pero se produjo un
recorte en los amplificadores (tramo horizontal de la curva).
El peso y el ajuste del balín también influyen en la secuencia temporal, ya que con un
ajuste firme se requiere más presión para que comience el movimiento y hay más tiempo
para que se complete la combustión y se transmita así más energía y velocidad al proyectil.
Sin embargo, como casi todos los otros factores que intervienen en un rifle a resorte, ¨una
virtud practicada en exceso se convierte en un collar de yunques¨, y la velocidad de un
proyectil con un calce demasiado ajustado es tan desconcertante como la de uno de calce
flojo: el calce debe ser el correcto si se quiere obtener la máxima velocidad.
Todo rifle contiene sólo una cantidad de aire igual al volumen barrido por el pistón en el
cilindro. Una pregunta flotaba en el ambiente, y era “Qué pasaría si...” el volumen de aire, o
mejor dicho, la cantidad de aire (su masa) se incrementaba aumentando levemente su
presión antes de efectuar el disparo. Inmediatamente modificamos un rifle para averiguarlo,
conectando el cilindro a un pequeño compresor a través de un puerto abierto justo delante
de la posición del pistón amartillado. Se hizo una serie de disparos con presiones crecientes,
desde la atmosférica hasta 75 PSI, y a medida que aumentaba la presión la velocidad de los
disparos decrecía. También probamos la inversa, es decir, provocamos depresión y
nuevamente las velocidades decrecían. En otras palabras, las condiciones normales de diseño
de potencia de resorte y volumen de aire barrido dan los mejores resultados a la presión
atmosférica. Si este valor se modifica habría que alterar otra cosa, como por ejemplo la
potencia del resorte, para compensar. Se podría deducir de esto que la potencia de un
resortero varía con la altura, y probablemente es así, pero la variación es muy chica.
El humo que sale por la boca del cañón en cada disparo es un buen indicador, aunque
no perfecto, de cuán eficientemente se combina el aire con el combustible disponible. Si el
pistón provee la cantidad adecuada en cada tiro, casi no se nota el humo. Al abrir la
recámara y mirar a través del cañón se suele notar un tenue vapor amarillento o pardo que
obscurece la visión. Si no resulta notable a la vista todavía es detectable por el olor en la
boca. En estas condiciones se logra una muy buena uniformidad en las velocidades, pero si el
humo es muy denso resultarán velocidades muy altas y falta de uniformidad.
Desafortunadamente la historia no termina ahí, de manera que hicimos una serie de
experimentos para encontrar la relación entre cantidad de humo y velocidad del disparo.
Para ello montamos dos sellos hidráulicos con labio con sus lados traseros juntos en el
lugar del sello habitual del pistón. Esta disposición se puede ver en la fig. 7.4 y asegura
hermeticidad entre pistón y cilindro, e impide al mismo tiempo cualquier pasaje de lubricante
desde el resorte a la zona frontal del cilindro. Se montó además un parche de cuero en el
medio del sello frontal a modo de reservorio para absorber pequeñas muestras de aceites de
distintas calidades y tipos inyectados por el puerto de transferencia con una jeringa y aguja
hipodérmica. Para hacer esto se desplazaba un poco el pistón hacia atrás para que el
combustible llegara al cuero.
Aunque resulta obvio que el calor y la presión desarrollados por la acción del resorte
dentro del cilindro hacen que el aceite se queme, incrementando así aún más la presión y
agregando energía extra al proyectil, sentíamos que debíamos intentar la medición del
volumen extra producido por la combustión. La primera aproximación al problema fue
colocar una tapa firmemente sujeta y sellada a la boca del cañón con una salida lateral en la
que se ató un globo de juguete. Al disparar el balín quedaba atrapado en la tapa y el aire
pasa a inflar el globo. Antes de ensamblar el rifle se movió el pistón a mano, lentamente,
simulando el recorrido real durante el disparo, y se tomó nota del tamaño al que llegaba el
globo. Al efectuar luego el disparo real se vio que el globo se inflaba bastante más, y luego
se producía una lenta disminución del tamaño, hasta un valor final algo mayor que el medido
en la operación manual. La expansión extra inicial se debe a la alta temperatura del aire, que
disminuye a medida que baja la temperatura.
El resultado de este simple experimento indicó que bien valía la pena diseñar otro más
sofisticado, de manera que construimos un banco de prueba con una acción calibre .22
montada permanentemente (fig. 7.5 y fig. 7.6). Con este equipo pudimos medir los
incrementos de volumen de escape durante la combustión por encima o debajo de los
98 cm3 de aire contenidos en el cilindro antes del disparo. Simultáneamente se midieron las
velocidades de los disparos con un cronómetro conectado a dos puntos aislados ubicados en
el interior del cañón.
cilindro D en sus soportes hasta que ambos niveles vuelvan a quedar iguales.
Con este aparato pudimos inyectar cualquier clase de aceite, grasa, agua, u otras
substancias directamente en el cilindro y medir los incrementos, o disminuciones, en el
volumen expelido detrás del proyectil. Inyectar cualquier cosa por el puerto de transferencia
nunca es una buena idea, y tuvimos por supuesto que pagar el precio con varios resortes
deteriorados, pero de todas formas valió la pena.
Después de una larga serie de disparos quedó muy claro que el volumen de los gases
de escape se incrementó a la par que la velocidad, y que esto depende del tipo de substancia
inyectada. Un volumen extra de escape del 18% fue lo máximo obtenido, con una velocidad
de 840 FPS. El incremento de volumen tenía a veces un comportamiento errático.
En una ocasión inyectamos una pequeña cantidad de tetracloruro de carbono para que
sus vapores actuaran de forma parecida al nitrógeno, inhibiendo la combustión, y obtuvimos
una velocidad de 460 FPS, no muy distinta de los 426 FPS que habíamos obtenido durante el
experimento con nitrógeno.
El promedio de velocidad obtenido con este rifle cuando funciona correctamente en fase
de combustión, es decir con un suministro adecuado de combustible, fue de 649 FPS, con un
volumen extra de escape de 12%. Si comparamos esta velocidad con los 636 FPS obtenidos
en el experimento con nitrógeno, notaremos que los valores altos y bajos son
suficientemente parecidos como para confirmar que un rifle a resorte requiere combustible
para lograr su máxima velocidad, y que el incremento de gas de escape es un indicador del
rendimiento en la fase de combustión.
EL PUERTO DE TRANSFERENCIA
El tamaño del puerto ha sido siempre fuente de interés y curiosidad. Muchos rifles han
sido arruinados por el exagerado uso de taladros y mechas, en la suposición de que un
mayor diámetro significa mayor potencia del arma. Agrandar el puerto siempre pareció ser
un buen camino para lograr mayores velocidades. Pero como siempre en los rifles de aire,
hay que adoptar compromisos entre factores conflictivos, y el puerto de transferencia no es
una excepción. La dificultad reside en establecer la naturaleza de estos factores.
Antes de discutir estos puntos, consideremos qué sucede exactamente cuando el aire
pasa a través de este conducto. El pistón, en su avance, crea presión detrás del proyectil
hasta que éste se suelta de la recámara y comienza a avanzar por el cañón, en coincidencia
con el pico de presión (si es el proyectil adecuado para ese caño). A medida que acelera, la
presión detrás del balín disminuye y el aire a gran presión en el cilindro se precipita por el
puerto para restablecer el equilibrio y se produce así un flujo de aire entre el cilindro y el
cañón. Esa diferencia de presiones se debe mantener si se quiere mantener el flujo de aire,
pero para acelerar más al balín el flujo debe aumentar y esto sólo se logra aumentando la
diferencia de presiones entre la base del proyectil y el cilindro.
Cuando la presión del lado del cañón cae a más o menos la mitad de la existente en el
lado del cilindro se alcanza una condición conocida como “de flujo crítico”. En esta situación
la velocidad del aire es constante y no aumentará a menos que aumente la presión en el
cilindro. Pero ésta ya está cayendo debido al rebote del pistón y al avance del proyectil, todo
lo cual implica que la velocidad del balín ya no se puede aumentar. Puede sin embargo seguir
siendo empujado a velocidad constante, pues si bien el flujo de aire en el puerto no aumenta
no necesariamente tiene que disminuir.
Cuando se alcanza el flujo crítico se forman ondas de choque que limitan el flujo,
porque en estas condiciones el aire se mueve a una velocidad igual o mayor a la velocidad
local del sonido. Debemos recordar que la velocidad local del sonido varía considerablemente
según la presión y temperatura dentro del puerto a medida que el aire pasa al hacer el
disparo, y puede ser bastante distinta de la cifra aceptada normalmente de alrededor de
1100 FPS.
De lo anterior queda claro que es de vital importancia que exista la menor restricción
posible al paso del aire para que el proyectil obtenga la máxima aceleración antes de que el
puerto llegue a la condición de flujo crítico. Analicemos entonces los tres factores antes
mencionados ya que de ellos depende el flujo máximo obtenible.
El diámetro del puerto está de alguna forma limitado por el calibre del rifle. Si es de
mayor diámetro que el calibre cabría la posibilidad de que un balín “caiga” dentro del
cilindro. Para determinar el puerto más eficiente en nuestro rifle adoptamos un
procedimiento de prueba y error. Para ello comenzamos agrandando el diámetro del puerto a
3/8 de pulgada y entonces fabricamos una serie de puertos intercambiables en forma de
manguitos que calzan en el puerto agrandado y con orificios propios entre 1/16” y 11/64”. El
rifle usado para estos experimentos fue del tipo de cañón quebrado. Se pudo así hacer
fácilmente el reemplazo de los puertos y usar O'rings adecuados en cada caso, que sellaban
y también sostenían los falsos puertos en su lugar. El rifle no era muy grande para los
standards actuales, con un cilindro de 1” de diámetro y 2 1/2” de recorrido, lo cual da
1,96 pulgadas cúbicas de volumen barrido.
Con este sistema probamos todos los tamaños de puertos y obtuvimos la siguiente
tabla con velocidades promedio obtenidas para cada tamaño, en calibre .22, con una longitud
de puerto de 3/4”:
De esta tabla se vé que en este caso el diámetro óptimo es de 1/8”. A ambos lados de
este diámetro la velocidad disminuye. Para diámetros pequeños es fácilmente entendible ya
que un orificio pequeño ofrece más resistencia al paso del aire, en cambio un diámetro
grande permite el paso de un caudal mayor. La razón por la que la velocidad también cae
para diámetros grandes no se entiende muy bien, pero tal vez tenga que ver con el hecho de
que hay un mayor “volumen perdido” que produce alguna reducción de presión y por lo tanto
reducción en la aceleración del balín.
Más adelante, como parte de un estudio más profundo en el que se podía también
variar la potencia inicial, con un arma más grande (diámetro de cilindro de 1,18”, recorrido
de 2,56”, volumen barrido de 2,8 pulgadas cúbicas), el diámetro óptimo de puerto de
transferencia resultó ser nuevamente de 1/8”. Esto nos sorprendió al principio, pero al ser la
longitud del puerto mayor (1” contra 3/4” del caso anterior) el incremento de volumen
perdido contrarrestó el mayor volumen barrido. Usamos dos resortes, uno de 36 Ft. lbs. y
otro de 45 Ft. lbs. El resorte de menor potencia produjo la mayor potencia, y por lo tanto
mayor eficiencia, corroborando nuestras observaciones anteriores: un resorte más potente
no necesariamente produce mayores velocidades.
“Volumen perdido” es el término que se usa para describir el volumen del aire contenido
por el puerto de transferencia y otras huecos en cabeza del pistón, en el cierre de la
recámara e incluso el volumen de la cola del balín. Todo este espacio es inevitable y causa
ineficiencia en el sistema. Para ilustrarlo con un caso extremo, supongamos que el volumen
perdido es una fracción importante del volumen barrido. En este caso el pistón llegaría a
golpear el extremo del cilindro pues no se alcanzaría a formar suficiente presión para
detenerlo y por igual razón no se llegaría a iniciar el movimiento del proyectil. En el primer
rifle que usamos el máximo diámetro de puerto fue 11/64” porque con diámetros mayores el
pistón ya comenzaba a golpear el extremo del cilindro. En otras palabras, la potencia del
resorte alcanzaba para comprimir el aire en el volumen perdido sin que se forme el colchón
de aire que detiene al pistón, y éste golpeaba el extremo.
El aire, como cualquier otro fluido, tiene viscosidad, que es la propiedad de éstos a
oponerse o resistirse al flujo. Compare melaza saliendo de una lata con agua cayendo de un
jarro dado vuelta. Se trata de valores muy diferentes de viscosidad, aunque la de la melaza
puede disminuir con la temperatura. Por supuesto que el aire no es tan viscoso como el agua
a temperaturas y presiones normales, y sin embargo tiene, como todos los gases, la
sorprendente propiedad de que su viscosidad aumenta con la temperatura y también a altas
presiones. Dado que justamente tratamos con altas temperaturas y presiones, las pérdidas
de energía en el aire debidas a esta causa pueden ser significativas.
Para tener una idea práctica de lo que ocurre en el puerto, resulta útil imaginar que el
aire es un líquido. Entonces, recordemos cómo el flujo de un arroyo es perturbado al fluir
sobre un lecho de piedras. Las piedras de bordes agudos forman ondas y remolinos que
restringen el movimiento suave del agua. De igual forma, la mayor parte de los rifles que
analizamos tienen un borde filoso en el comienzo del puerto de transferencia, sencillamente
porque se trata de una simple perforación. No hay nada mejor que un borde afilado para
entorpecer el flujo de un fluido y crear remolinos. Este tipo de bordes es ciertamente una de
las partes del sistema donde se pierde energía.
Un versión bien conocida de rifle de tipo ¨tap loading¨ 4 tenía un embudo en el extremo
del cilindro, lo que producía un flujo suave desde el cilindro hacia el cañón. El pistón
terminaba en forma cónica con un ángulo coincidente con el del embudo. Una consecuencia
de este diseño era que el puerto de transferencia era excepcionalmente corto ya que el ¨tap¨
(grifo) estaba ubicado directamente en vértice del embudo. El mérito de este diseño era que
las pérdidas en esta área eran mínimas. Desafortunadamente, suponemos que el incremento
de los costos de fabricación sobrepasó las ventajas del incremento de eficiencia.
Maddox y Rowson también mostraron que una vez que se alcanza cierta velocidad del
aire en el puerto de transferencia el flujo se torna supersónico y el puerto se estrangula
parcialmente por ondas de choque. Después de eso el aire no puede pasar más rápido con el
resultado de que la presión se acumula frente al pistón. Alguna vez hemos disparado rifles
sin balín en la recámara y se produjo entonces un fuerte estampido que dejo el cañón lleno
de humo. A la luz del trabajo de Maddox y Rowson es claro que una vez que se produce el
estrangulamiento del puerto y la presión sube se llega al punto de combustión, y el rifle se
comporta como si tuviera el balín. Pero como el flujo de aire en el puerto es en estas
circunstancias supersónico, el ruido en la boca del cañón es el familiarmente conocido de un
4 N. del T. Diseño que entre el cañón y el puerto de transferencia tiene un tramo corto que gira de igual
forma que el mecanismo de algunos grifos, dejando en una posición expuesto el conducto, para colocar el
balín, y en la otra quedando dicho conducto alineado entre el puerto y el cañón.
La fotografía (fig. 8.1) muestra los extremos de las varillas junto a otra foto tomada en
la obscuridad en la que se ven los extremos iluminados en el disparo. El fenómeno
demostrado por estas imágenes no es tanto que se produzca un destello al quemarse el
aceite sino que esto ocurre principalmente dentro del puerto de transferencia. También,
puesto que la varilla C está delante de la cabeza del proyectil y sólo queda descubierta
cuando éste ha partido, es interesante notar que que la luz es bien visible en ese punto, lo
que demuestra que la combustión prosigue una vez que el balín se ha movido, y tal vez
persista durante varias pulgadas de desplazamiento.
EL CAÑÓN
Cuando hablamos del cañón de un rifle de aire nos referimos al tubo completo que se
extiende desde la boca hasta la recámara, el lugar en el que se coloca el balín para el
disparo. Aunque pueda parecer innecesaria tan obvia definición la hacemos para que quede
claro que incluimos la sección del tubo que aloja al proyectil. De hecho este pequeño sector
del cañón ayuda a determinar la consistencia del rifle, como veremos más adelante.
Echemos primero una mirada al controvertido tema de la longitud del cañón.
Resultó muy trabajoso el estudio de la longitud del cañón en los rifles de aire ya que
era muy común pensar en términos derivados de las armas de fuego. Esta comparación no
es científicamente seria, como muchas otras entre ambos tipos de armas. En el caso de las
armas de fuego el proyectil está en aceleración a todo lo largo del cañón, lo que se logra
adecuando la cantidad y tipo de propelente usado en el cartucho a la longitud del cañón. El
propelente debe ser diseñado cuidadosamente para que se queme dentro del tiempo en que
el proyectil está en el cañón. Cuando esto ocurre los gases de la combustión mantienen una
presión casi constante en la base de la bala transfiriéndole una enorme energía.
La fig. 9.1 muestra la aceleración típica de un proyectil calibre .22 dentro del cañón. Se
puede ver que acelera durante las primeras cinco pulgadas y que el resto de su viaje lo hace
a velocidad constante. La razón de esta velocidad uniforme es que en el puerto de
transferencia se llegó al flujo crítico por la reducción de presión en el cilindro. Este flujo
crítico significa, como mencionamos en el capítulo anterior, que el aire sólo circula a una
cierta velocidad y por ello el proyectil es empujado a un ritmo constante y no acelera. El
gráfico de fig. 9.1 se obtuvo usando el cañón de aspecto desagradable que se ve en la
fig. 9.2 que tiene en su pared agujeros separados 1” entre sí a todo lo largo de su longitud.
En cada uno de estos orificios se instaló un pasador roscado y aislante que a su vez tiene en
su centro un tornillo que se puede ajustar más adentro o afuera del ánima. Con tan extraño
dispositivo fue posible hacer contacto con el proyectil en cualquier punto de su recorrido a
medida que éste avanzaba y cerrar así un circuito eléctrico entre el tornillo, el balín y el
cañón para obtener un pulso eléctrico que permitió determinar con un cronómetro el tiempo
de tránsito para cada distancia. Este cañón experimental podía además acoplarse a una o
varias secciones extensibles que también se ven en la fig. 9.2. Con este proceso pudimos
estudiar cañones de hasta cinco pies de largo. Con longitudes tan grandes la velocidad caía a
valores absolutamente inútiles, pero el experimento sirvió para probar fuera de toda duda
que un cañón largo no es la clave para obtener alta velocidad en un rifle a resorte.
Durante los experimentos con diferentes largos de cañón éramos muy conscientes que
el ajuste del balín y por lo tanto la forma de la recámara son factores cruciales en la potencia
de un rifle, por lo que investigamos el tema en gran detalle. En primer lugar comprobamos lo
que llamamos presión “estática”, que es la necesaria para iniciar el movimiento del proyectil,
con varias formas de recámaras. Conectamos tramos cortos de caño calibre .22 a una bomba
de aceite operada manualmente de forma de poder incrementar la presión detrás del balín
en forma muy gradual, observando el valor de esa presión en un manómetro, y tomamos
nota del valor máximo alcanzado en el momento en que el balín se liberaba. Cada tramo de
cañón tenía la entrada de recámara con una forma distinta, de manera que pudimos
comparar los valores de presión estática con proyectiles standard. También se pudo
investigar así el efecto en dichas presiones con balines con la cola expandida o colapsada.
Hay que aclarar que se trata de valores experimentales de la presión estática, obtenidos con
un test hidráulico realizado en una escala de tiempos mucho más lenta que la que ocurre en
un disparo real. La presión de arranque real (dinámica) es aproximadamente tres veces
mayor, debido principalmente a la inercia del balín.
Después de medir las presiones estáticas de cada tipo de forma, cada cañón se montó
en el rifle experimental y se midió la velocidad real de los disparos. Los resultados, tomados
como promedio de 20 disparos para cada caso, son los siguientes:
Resulta claro de estas cifras que para este rifle se requiere una presión estática de
444 PSI para producir la mejor velocidad, en calibre .22, y que esto se consigue con un
borde de recámara levemente pulido. Esta forma óptima esta ilustrada en la fig. 9.3. Es
posible que un proyectil demasiado ajustado requiera de la presión pico para moverse, caso
en que no producirá una velocidad de salida menor. Esto se puede probar expandiendo la
pollera del balín más de lo razonable y midiendo entonces la velocidad.
La razón por la que el borde afilado produce menor presión y por lo tanto menor
velocidad es porque en vez de conformar la cola del balín le rebana un anillo de plomo, y
esto requiere menos fuerza que la necesaria para deformar la cola y adaptarla al orificio del
cañón.
El borde pulido que encontramos tan eficiente no es fácil de conseguir cuando el rifle
tiene un sistema de carga mediante “loading tap”. Los “taps” siempre han tenido un orificio
ahusado dentro del cual cae el balín. Vimos que la recámara con este tipo de entrada es la
peor para conseguir eficiencia y regularidad. Al ocupar el balín una posición dentro del caño
se incrementa el volumen perdido que se agrega al del puerto de transferencia, y esto
disminuye la eficiencia. Los “tap loaders” están dejando paso a sistemas de carga mucho
más sofisticados tales como magazines, o la recámara rotatoria de BSA, o el sistema
adoptado por Weihrauch en su clásico modelo 77 en el que el balín se carga directamente en
el extremo del cañón cuando el cilindro ha sido desplazado.
Los diseños de rifles de cañón quebrado no son tan populares desde que las miras
telescópicas reinan por doquier, porque siempre está la preocupación de que el cañón no
tome siempre la misma posición al cerrarse, tiro tras tiro, lo cual haría perder la alineación
entre la mira y el cañón. El sistema de cañón quebrado ha sido el más ampliamente usado
desde los albores de los rifles populares a resorte, pero en armas más costosas se reemplazó
por un sistema de palanca inferior y “tap” porque las juntas de recámara del otro sistema
son propensas a perder, o a aflojarse. También, el hecho de usar al propio cañón como
palanca de amartillado redujo su popularidad por el temor de se arquee.
La boca de cañón
Veamos ahora el extremo de salida del cañón. Es de vital importancia que la boca de
salida del cañón sea mecánicamente perfecta. No puede haber rebabas, manchas de óxido o
agrandamiento, aunque es poco probable encontrar esta última falla en rifles de aire. Los
cañones de las armas de fuego suelen limpiarse usando un trozo de tela atado a un trozo de
cordón de longitud suficiente. Si se permite que el cordón se arrastre por el borde de la boca
eventualmente terminará agrandándola por fricción y arruinará la precisión del rifle.
La boca de salida es la parte más importante del cañón en cuanto a precisión se refiere
ya que es la responsable de impartir la dirección final al proyectil. Si no es perpendicular al
eje del cañón el balín saldrá en dirección errónea. Para verificar esto deliberadamente
modificamos un cañón dando una inclinación de 15° al plano de la boca. Es sorprendente
encontrar que aunque los proyectiles salían a un ángulo aproximadamente igual al de la boca
modificada, volaban con toda precisión produciendo un muy buen agrupamiento en un punto
obviamente no coincidente con el eje del cañón.
conocido en las escopetas, donde el diámetro reducido en la boca hace que los perdigones se
mantengan más agrupados. Nosotros, los “airgunners”, lo tomamos prestado. Sin embargo,
el grado de reducción en armas de aire puede ser de alrededor de 0,001” mientras que en
escopetas puede ser de 0,030” o más.
Los primeros cañones solían tener estrangulamientos excesivos, del orden de 0,004”,
que le robaban mucha energía al proyectil. En estos casos llegamos a eliminar la sección
reducida sin mayor pérdida de precisión y con una gran ganancia de potencia.
El estriado
Tal vez es difícil entender por qué el estriado, una vez desarrollado, no se convirtió en
algo standard en todo cañón. Había otros problemas que obraban en contra de sus ventajas.
Uno de ellos era la excesiva suciedad dejada por la combustión de la pólvora negra. También
la carencia de un sistema aceptable de carga de recámara que solucionara los problemas de
la carga por la boca, contribuyó a demorar el desarrollo de procedimientos de estriado
exitosos.
Sin embargo, en 1909 el doctor F. W. Mann escribió un libro titulado “El vuelo del
proyectil, desde el brocal al blanco”. Ha dejado de considerarse como un trabajo principal en
el campo de la balística porque se refiere especialmente a balas de plomo de gran calibre,
caídas en desuso actualmente. No obstante es un trabajo de gran importancia para nosotros
porque sus métodos de investigación del vuelo de un proyectil son todavía aplicables a
nuestros pequeños balines. Muchos de nuestros propios estudios están basados en sus
técnicas experimentales.
El Dr. Mann dedicó gran parte de su vida al estudio del vuelo de los proyectiles, e hizo
más experimentos controlados con balas de plomo que nadie de su época. Demostró
claramente que el desenganche del estriado es un mito. Llegó a forzar una bala a través de
un cañón estriado hasta que sólo quedó un cuarto de pulgada dentro del cañón. Entonces,
sosteniéndolo firmemente con una herramienta lo hizo girar sin permitir que avance o
retroceda, esperando que girara dentro del ánima, zafando de las estrías. En cambio, se
cortó a ras con la corona dejando dentro del cañón el resto intacto de la bala. Este simple
experimento, y otros, probaron fuera de toda duda que una modesta profundidad en las
estrías es capaz de impartir la cantidad de energía que requiere el balín para girar.
Es importante notar que un proyectil girando sobre sí mismo contiene dos formas de
energía ya que además de la energía cinética lineal que ya conocemos está también la
“energía de rotación” que es la que le imparte el estriado del cañón. Calcular el valor de esta
energía es más complicado que la cinética lineal, pues implica conocer el momento de inercia
del proyectil, que depende en parte de la velocidad angular de giro y de la distribución de
masa alrededor del eje central del proyectil. Sin embargo, para los balines normales que
usamos el valor de esta energía es despreciable en comparación con el de la energía cinética
correspondiente al desplazamiento lineal.
El Dr. Mann menciona que en todo su contacto con armas nunca encontró que una bala
hubiera zafado del estriado del cañón. Nosotros lo reafirmamos, pues hemos detenido
proyectiles en vuelo para su análisis y tampoco detectamos esa falla. Simplemente no
ocurre.
Hasta ahora no hay acuerdo general sobre el paso que debe tener el estriado, y
probablemente nunca lo haya. Cada fabricante es libre de usar sus propias ideas sobre este
tema. Lo que sí parece haberse normalizado es el sentido de giro, correspondiente a lo que
denominamos “rosca derecha”, es decir que al avanzar el proyectil gira en sentido horario.
Hemos encontrado cañones con estriados de entre una vuelta cada trece pulgadas
hasta una vuelta cada treinta y cuatro pulgadas. Hemos oído también de experimentos con
valores bien por arriba y debajo de esos extremos que no resultaron muy precisos. En las
armas de fuego se observan variaciones en el paso del estriado semejantes a las de los rifles
de aire.
Los populares proyectiles en forma de diábolo que se usan en el tiro con aire no basan
su estabilidad de vuelo tan solo en el efecto giroscópico producido por el giro sino también
en la forma del balín. Esta forma de desarrolló en un comienzo para incrementar la precisión
de los primeros rifles de cañón liso que disparaban proyectiles esféricos. Algún armero
iluminado habrá notado que las pelotas de badmington siempre vuelan con la nariz hacia
adelante y se le ocurrió miniaturizar esa forma en plomo. Es notable cómo un cañón liso
puede producir disparos precisos con un balín moderno. Por lo tanto se puede decir que los
balines actuales están doblemente estabilizados, primero por la rotación producida por las
estrías y luego por el aire pasando alrededor de su forma tan particular.
Un interesante cálculo nos muestra que un balín viajando a una velocidad promedio de
550 FPS disparado desde un cañón estriado a razón de una vuelta cada 16 pulgadas gira a
una velocidad alrededor de 25.000 rpm, una velocidad angular realmente grande. Pero,
después de cubrir una distancia de 30 yardas habrá girado sólo unas setenta vueltas.
La forma de los surcos y las crestas en los cañones de los rifles de aire modernos son
casi standard (fig. 9.4), siendo las crestas las secciones entre los surcos. En la mayoría de
los casos las crestas y los surcos tienen el mismo ancho, pero su número suele variar entre
seis y doce. El fabricante hace su propia elección en este aspecto. La profundidad de las
ranuras es bastante constante entre 0,002” y 0,003” tanto para calibre .177 como para .22,
pero en calibre .25 puede llegar a 0,004”.
Dijimos antes que las crestas tienen usualmente el mismo ancho que los surcos, pero
Weihrauch siempre hace sus cañones .22 con un estriado muy particular. Los surcos son muy
anchos y las crestas son apenas unas delgadas costillas en espiral a lo largo del ánima. Este
sistema tiene muchas ventajas, ya que la deformación del proyectil es mínima y el sello
entre balín y caño es excepcionalmente bueno, especialmente cuando la presión del aire no
es suficiente para expandir la cola del balín en los rincones de un estriado convencional.
De hecho existe otro tipo de estriado llamado “multisurco”, en el que el estriado semeja
una gran cantidad de pequeñas arrugas. Hay muchos más surcos que en el estriado
convencional, y a menudo estos surcos son semiesféricos con crestas afiladas para
enganchar al proyectil. No es un sistema muy común en la actualidad pero se usó en otros
tiempos en muchos rifles de gran calibre e invariablemente en bastones neumáticos.
Hay otro sistema similar conocido como “microsurco” consistente en una gran cantidad
de surcos superficiales, tanto que a veces es muy difícil verlos sin la ayuda de una lupa.
Cumplen perfectamente con el cometido de impartir giro al proyectil y le producen mucho
menos daño que los sistemas convencionales, en los que el estriado normal y el
estrangulamiento en la boca hacen que a veces el exterior del balín recuerde a una sierra
circular. La fig. 9.5 muestra dos balines similares que pasaron por diferentes cañones. El de
la izquierda se disparó por un cañón ajustado, con estrangulamiento. Se ve dañado en grado
tal que se podría resentir la precisión. El de la derecha tenía el calce correcto , con la cabeza
apoyando perfectamente sobre las crestas y el estriado apenas grabado en la cola.
Siguiendo las instrucciones del Dr. Mann rayamos un cañón liso calibre .22 y los balines
salieron disparados sin una sola marca y hasta podría decirse que con una forma más pareja
que cuando se cargaron. Debemos decir sin embargo que la precisión no fue tan buena como
con un estriado normal, pero el cañón de prueba no tenía estrangulamiento. Nos parece que
el estriado por microsurcos es promisorio para rifles de aire, aunque podría no ser muy
popular para los primerizos que quieren ver espirales palpables al mirar a través del ánima.
Investigamos esta vibración para ver si podía ser causa de falta de precisión en rifles de
aire. Estábamos interesados sólo en la vibración producida por el proyectil mientras recorre
el caño e inmediatamente luego de dejarlo. Como no queríamos interferencia de las
vibraciones del pistón y el resorte, usamos en esta ocasión nuestro proyector neumático.
Más adelante, en los capítulos referidos a rifles neumáticos lo describiremos con mayor
detalle, pero ahora aceptemos que se trata de un rifle neumático montado muy sólidamente,
cuyo cañón se puede dejar sin ningún soporte en casi toda su extensión.
Nos embarcarnos en varios experimentos más para verificar el primero, y también para
asegurarnos de que la vibración no estaba relacionada con agrupaciones dispersas. En una
ocasión engrampamos un pesado mandril de torno en el extremo de salida, y en otra
montamos el caño sobre anillos de goma blanda, pero en ambos casos el efecto sobre la
agrupación fue despreciable. El factor importante parecía ser siempre la combinación de
cañón y balín, aunque posteriormente descubrimos que en realidad es la combinación de
cañón, balín y velocidad lo que tiene mayor influencia en el tamaño de las agrupaciones,
antes que cualquier vibración que se produzca en un rifle en buen estado.
Lubricación
Defectos
A veces los cañones, debido a accidentes o a mal uso, se tuercen. Si esto no se detecta
será fuente de infinita frustración, especialmente si hay una mira telescópica instalada, pues
siempre existirá la duda de si la culpa de los disparos errados es del cañón o de la mira mal
colocada. No es difícil enderezar un cañón si el daño no está concentrado en un punto, como
ocurre en el caso de disparar un rifle de quiebre antes de cerrar la recámara. En este caso el
cañón es a menudo severamente torcido en el punto en que entra al bloque de la recámara.
No obstante, si se saca el caño de su montaje puede enderezarse sujetándolo en una morsa
entre trozos de madera blanda y empujándolo suavemente, usando una regla para verificar
la rectitud.
rectitud de sus tubos. Es una técnica que requiere mucha destreza y consiste en fijar una
banda negra en una ventana y observar sus reflexiones por dentro del cañón. Inclinando y
girando el caño, la sombra se mueve suavemente a lo largo del ánima y un ojo bien
entrenado puede así detectar cualquier error que se podrá corregir inmediatamente.
El examen del orificio y el estriado de un cañón se puede encarar mejor mirando desde
cada extremo hacia una luz brillante. Con la ayuda de una lupa se puede revelar la condición
del caño hasta una profundidad considerable, pudiéndose ver en foco zonas distantes hasta
tres pulgadas del extremo. Cualquier falla o rayón se puede ver claramente de esta forma.
Se puede examinar el estado del estriado desde cualquiera de los extremos del cañón
aceitándolo internamente y luego tapándolo con trapo a una distancia conveniente desde el
extremo. El tramo a revisar se calienta y se llena con azufre derretido. Una vez enfriado y
solidificado el tapón de azufre se puede extraer fácilmente para su análisis con una lupa.
Descubrimos que con azufre se obtiene mejor calidad de imagen que con el método
tradicional con plomo. Se debe tener cuidado de no sobrecalentar al azufre o se convertirá en
una substancia parecida a la goma de mascar.
Antes de finalizar con el tema de los cañones, consideremos brevemente al arma que
es todo cañón y casi nada más que eso: la cerbatana. El increíble alcance y precisión que
caracterizan a esta arma son logros sorprendentes si consideramos lo difícil que resulta
producir presiones tan bajas como 1 PSI simplemente soplando dentro del caño. Así y todo,
se sabe que los cazadores que usan cerbatanas pueden matar pájaros y monos a
considerables distancias, a veces sin siquiera emplear dardos envenenados. El secreto de la
cerbatana se basa en su longitud y en el tamaño de los pulmones del cazador, que
combinados producen una velocidad de salida útil. Mientras que un rifle a resorte emplea un
proyectil de calce ajustado y produce un volumen de aire pequeño y altamente comprimido
detrás de él para impulsarlo, en la cerbatana el dardo calza flojamente para permitir a los
pulmones del cazador mantener una presión baja pero constante, que produce una
aceleración también constante a lo largo de todo el recorrido por el interior del cañón. En
otras palabras, es un gran volumen de aire a baja presión en vez de un pequeño volumen a
alta presión.
EL RETROCESO
Desde que escribimos “The Airgun from Trigger to Muzzle”, hace algunos años, cierta
característica de todo rifle de aire denominada “retroceso” se ha vuelto cada vez más
importante para los airgunners, en parte por el uso generalizado de miras telescópicas que
pueden resultar dañadas por este fenómeno, o al menos resultar desplazadas en su montaje
con lo que se pierde la correcta alineación. Pero la razón más importante por la que se debe
entender cómo se produce el retroceso y tratar de disminuirlo es que atenta contra los
elevados niveles de precisión que se pueden obtener con los rifles y proyectiles actuales.
Sin embargo, el tipo de retroceso que ocasiona daño a las miras sólo ocurre en rifles en
los que la energía se almacena en un resorte o un gas ram, y este tipo de retroceso no es
“retroceso real”, y será tratado más adelante.
Retroceso real
De hecho existen tres causas de retroceso en los rifles de aire. Una de ellas depende
del peso del balín, y es la más importante no por ser la de mayor valor sino porque ocurre
mientras el balín todavía está en el cañón, por lo que puede afectar la exactitud del disparo.
La segunda se origina en el efecto de cohete producido por el estampido de aire en boca de
cañón cuando el proyectil lo abandona. Por último, hay un muy pequeño efecto de retroceso
producido por la masa de aire frente al proyectil, dentro del cañón, que se debe acelerar
también hacia la boca. En general se puede ignorar en los rifles de aire, pues la masa del
aire es muy chica y no hay suficiente velocidad como para que se note su efecto sobre el
retroceso total.
El efecto cohete es tal vez sorprendente, pero si nos olvidamos del proyectil e
imaginamos al arma como un cohete verdadero, con una buena cantidad de propelente
cargada en la recámara, no es difícil darse cuenta de que al quemarse y expandirse dicha
carga en el cañón se produce una masa de gases que saldrá expelida a gran velocidad por la
boca, produciendo el consabido empuje del rifle (“cohete”) en dirección opuesta. En la
situación real de un rifle, ese empuje, o reacción, o retroceso, lo empujará contra el hombro
del tirador. El aire puede considerarse como otro proyectil ubicado detrás del proyectil real,
con mucho menor peso que éste pero con velocidad mayor en el momento de salir por la
boca. Su efecto sobre el retroceso total puede ser muy significativo, como veremos más
adelante.
La magnitud del retroceso producido por el proyectil depende de tres factores: el peso
del proyectil, su velocidad, y el peso del arma. Esto explica inmediatamente el por qué del
pequeño retroceso en rifles neumáticos potentes: el proyectil es liviano, su velocidad no es
demasiado alta y el rifle es muy pesado en comparación al proyectil. Por ser el peso del rifle
tan importante en el cálculo del retroceso se debe tener en cuenta que el tirador también
forma parte del sistema, ya que un apoyo firme de la culata contra el hombro hace que el
arma se mueva menos pues se comporta como si tuviera más peso, aunque estos
argumentos son más aplicables a las armas de fuego por la magnitud de las fuerzas
involucradas.
mv=MV
w W
v= V
g g
wv=WV
wv
de dónde: V=
W
Ahora podemos calcular la velocidad del retroceso y por lo tanto la energía impartida al
rifle por la aceleración del balín. Supongamos los siguientes valores:
Substituyendo valores:
0,00214 × 430
V= =0,1389 FPS
6,625
Para calcular la energía impartida al rifle por esta velocidad usamos la ecuación de la
energía:
WV 2
E=
2g
Substituyendo valores:
6,625 × 0,1389 2
E= =0,002 Ft lbs.
2 × 32,16
CB = y x = 22
de dónde x = 22 − y (1)
AB 2 = BD 2 AD 2
Simplificando y reordenando:
y 2 − 44y 0,42 = 0
y = 0,0036 pulgada
Es decir que el rifle subió 0,0036 pulgada, o lo que es lo mismo 0,0003 pie, que
multiplicado por el peso de 6,625 lbs nos da una cifra de 0,002 Ft. lbs.
Efecto cohete
El valor obtenido de energía de retroceso fue ahora de 0,012 Ft. lbs., en vez de los
0,002 Ft. lbs. anteriores. Este incremento nos hizo suponer que la causa debía ser un mayor
efecto cohete, pues los rifles neumáticos expulsan una cantidad de aire considerablemente
mayor que los de resorte. En una serie extra de experimentos, en los cuales se utilizaron
energías entre 6 y 45 Ft. lbs., con o sin proyectil, con o sin silenciador o moderador, etc., se
detectó una variedad de hechos sorprendentes relacionados con los rifles neumáticos.
A potencias normales, es decir hasta 12 Ft. lbs., casi no hay diferencia en la energía de
retroceso con el cañón libre o con un silenciador instalado. Si se dispara sin proyectil la
energía de retroceso se reduce a valores entre la mitad y los dos tercios del valor de 0,012
original obtenido con el proyectil cargado.
silenciador con una gran cámara de expansión reduce la presión del aire saliente en mayor
medida que uno con cámara más chica, y así también reducirá el efecto cohete.
Al calcular la energía de retroceso producida por un proyectil de 14,4 grains a 1134 FPS
con un rifle de 6,62 Lbs. se obtiene una cifra de 0,0128 Ft. lbs. La gran diferencia con la
cifra medida de 0,56 Ft. lbs. debe corresponder a la energía impartida al rifle por el efecto
cohete.
Antes de terminar con la discusión sobre el retroceso real, no viene mal dar una mirada
a un arma de fuego muy popular: la escopeta calibre 12. Libra más, libra menos, su peso es
aproximadamente igual al de un rifle de aire. El cálculo muestra que una escopeta de
6,5 Lbs. de peso genera 16,9 Ft. lbs. de energía de retroceso al disparar 500 grains de
proyectiles a 1200 FPS. Una fuente alternativa sugiere que en realidad la energía de
retroceso está en el orden de los 31 Ft. lbs., casi el doble de lo calculado. Ambas cifra sirven
para poner énfasis el enorme incremento del retroceso por efecto cohete.
Retroceso de resorte
Volvamos ahora al área del retroceso dañino que mencionamos al principio. Se produce
por el pistón y su fuerza impulsora, ya se trate de un resorte o un gas ram. Supongamos al
rifle ya amartillado, es decir con el pistón en el punto inicial de su carrera, con el resorte
plenamente comprimido detrás. Cuando el gatillo libera al pistón, éste es acelerado
rápidamente hacia adelante, y por la ya mencionada ley de Newton, “A toda acción se opone
otra de igual valor y sentido contrario”, al ser forzado el pistón hacia adelante el rifle lo será
hacia atrás. Este movimiento es bastante energético pues al peso del pistón, que no es poco,
hay que agregar el de aproximadamente la mitad de las espiras del resorte, que también son
aceleradas junto al pistón y todo este conjunto contribuye a la reacción que empuja al rifle
hacia atrás (se considera la mitad del peso del resorte pues mientras que la espira del frente
del resorte acelera tanto como el pistón, las demás aceleran paulatinamente menos hasta
llegar a la última del extremo trasero que permanece prácticamente inmóvil).
El resultado de esta reacción hace que el rifle presione al principio contra el hombre del
tirador, pero como ya vimos, al llegar al pico de la aceleración el conjunto es detenido por el
colchón de aire frontal, y esta súbita detención produce un impulso hacia adelante que
cambia la dirección del empuje sobre el rifle y detiene el movimiento de retroceso
convirtiéndolo en uno de avance en un intervalo de tiempo muy corto. Este efecto de martillo
hacia adelante puede incluso alimentarse de uno o más rebotes del pistón contra el aire
comprimido. Este súbito cambio de dirección del rifle, parecido a un latigazo, es la causa del
frecuente desplazamiento de la mira telescópica hacia atrás cuando no está muy firmemente
sujeta por las anillas. La magnitud y fuerza de estas fuerzas varía mucho con el diseño del
rifle y también con el peso del proyectil, pero el aporte mayor lo da la combustión, que si es
excesiva puede producir daños catastróficos en la mira.
Se hicieron muchos intentos para calcular la magnitud de la fuerza que actúa sobre una
mira telescópica al disparar el rifle. Esta fuerza suele expresarse en términos de “g”, de igual
forma que las fuerzas que actúan sobre un piloto en aviones de combate al hacer maniobras
bruscas de cambios de dirección, o las que actúan sobre el motor y el conductor de un
vehículo al detenerse súbitamente. Independientemente de la forma de encarar el problema
siempre aparecían involucrados factores que no podíamos resolver mediante cálculos de una
forma satisfactoriamente precisa. Recurrimos a Roy Elsom, que ya había colaborado con
nosotros en la redacción de nuestro libro anterior, “The Airgun from Trigger to Muzzle”, quién
inmediatamente se percató de la dificultad del problema. Él es ahora ingeniero especializado
en vibraciones y tiene acceso a equipo muy sofisticado con el cuál se pueden medir fuerzas
“g” en forma directa.
Preparamos un rifle HW 35 calibre .22, de ocho libras de peso, para que produjera
disparos con velocidades de 550 FPS, y montamos un acelerómetro sobre una barra de acero
anclada en la montura de la mira. La barra pesaba alrededor de una libra y media, lo mismo
que una mira telescópica promedio. Disparando proyectiles de 15,5 grains se obtuvo una
medición de g de 25. Después hicimos lo mismo sobre un HW 80 cuyo peso es de nueve
libras, que disparando a 660 FPS dio una lectura de 20, menos que el anterior. Al inyectar
aceite en el cilindro se produjeron algunas detonaciones violentas, con velocidades de
alrededor de 870 FPS y aceleraciones de 60 g. Una detonación de cualquier magnitud
siempre incrementa el valor de aceleración g, y disparando sin balín no necesariamente lo
reduce. Un disparo correcto en fase de combustión, a 660 FPS produjo las cifras de g más
bajas. Concluimos que en una combustión correcta la expansión de los gases desacelera al
pistón en forma controlada y reduce la violencia de la reversión de su movimiento.
Retroceso de torsión
LUBRICACIÓN
Podría afirmase que cualquier aceite o grasa cumplirá con los requerimientos de
lubricación de un rifle a resorte, ya que tiene pocas superficies móviles bajo gran presión. Al
considerar cualquier problema de lubricación el dato importante es la carga por unidad de
superficie, es decir la presión, más que la carga en sí. Probablemente el mayor valor se dé
en las juntas mecánicas del mecanismo de armado, ya que suelen ser ejes de diámetro
pequeño para la carga que deben soportar durante la breve maniobra de amartillado. Por eso
requieren máxima atención mediante lubricando esos puntos regularmente. El eje de la
bisagra de la recámara también requiere consideración, no tanto por la carga que soporta
(en realidad tiene una superficie mucho mayor que la de los ejes del mecanismo de carga del
resorte), sino porque debe resistir buena parte de la sacudida producida por los movimientos
de avance y retroceso de pistón y resorte. Sufre de igual forma que los soportes de la mira,
que transmiten la sacudida desde el cilindro a la mira telescópica, sólo que este vástago la
transmite al cañón. Aquí se impone una capa de grasa pesada para prevenir el daño a la
bisagra.
También son importantes las caras laterales de la junta de la recámara. Deben estar
bien lubricadas pues cumplen un doble propósito: mantenerse firmes con recámara cerrada y
permitir su cierre y apertura sin demasiada rigidez al amartillar. Estos requerimientos
antagónicos se cumplen habitualmente manteniendo bien ajustado el eje principal, lo que se
traduce en gran presión entre las caras de la recámara y los lados internos del cilindro
terminado en forma de horquilla. Los fabricantes han intentado varias soluciones a este
problema, mediante arandelas, cuñas, arandelas huecas e incluso resortes, con miras a
lograr una junta firme y al mismo tiempo fácil de maniobrar. Este sitio debe lubricarse a
intervalos regulares. Los rifles más baratos no suelen tener ni arandelas ni pernos roscados
sino solamente pernos endurecidos. Sus fabricantes aceptan el hecho de que cuando esta
junta tome juego probablemente todo el rifle esté en una condición que no justifique su
reparación.
En un rifle a resorte el punto que probablemente más sufra por falta de lubricación es la
parte superior trasera de la pollera del pistón, que es presionada fuertemente contra la pared
del cilindro en el proceso de amartillado. Si la lubricación no es buena se producirán marcas
profundas tanto en el pistón como en el cilindro que producirán un sonido áspero de fricción
al amartillar. Eventualmente el grado de desgaste puede llegar a impedir totalmente el
amartillado.
Como ya hemos dicho prácticamente cualquier grasa o aceite podría ser adecuado para
la lubricación de estas áreas. Sin embargo se debe aclarar que en la mayoría de los casos
una grasa es tan sólo un aceite impregnado en un soporte sólido, como el agua en una
esponja. Una vez que el aceite se consume sólo queda base de soporte, en la forma de una
substancia de aspecto jabonoso y de color ennegrecido por el tiempo y las escorias. A veces
esta base puede tener alguna propiedad lubricante por contener grafito o disulfuro de
molibdeno, substancia esta muy común en lubricación de armas de aire.
En los rifles de aire el problema del arrastre de grasa sólo ocurre en los pistones de los
rifles a resorte, tema ya tratado en el capítulo sobre pistones. La magnitud del arrastre
depende del área de las superficies de deslizamiento y de su proximidad entre si. Los
pistones de los primeros rifles tenían habitualmente la forma de un carrete de hilo, con
amplios rebordes en ambos extremos. La parte central, de menor diámetro, servía para dos
propósitos: reducir el área de contacto con el cilindro y por lo tanto el arrastre, y contener
una reserva de grasa. Aún a pesar de estos argumentos, muchos rifles actuales tienen un
pistón cilíndrico, sin ningún rebaje en la parte central.
Las propiedades lubricantes de una grasa para usar en rifles de aire son requerimientos
menores frente a otras características más especializadas que deben cumplir para resultar
adecuadas. Tal como hemos descripto, por su exposición al aire y polvo deben ser resistentes
a estos elementos. Al dejar algunas grasas expuestas al aire libre cambian de color o se
desintegran, y obviamente deben evitarse. No se deben fluidificar en días cálidos ya que
podrían fluir hacia la culata. El aceite componente de la grasa se debe mantener soportado
por la substancia aglomerante para que con el tiempo no fluya lentamente hacia partes no
deseadas, como la culata, dejando simultáneamente en su lugar un barro espeso y jabonoso.
El tema de probar diferentes tipos de combustibles, o lubricantes, fue tratado con más
detalle en el capítulo sobre El Aire, pero es casi imposible predecir cómo se comportará un
La consistencia de la grasa aplicada sobre el resorte no debe ser ni muy densa ni muy
liviana: si es muy densa dificultará el movimiento del pistón y el resorte, y si es muy fluida
terminará saliendo del mecanismo y cayendo en la culata. La consistencia debería parecerse
a una crema bastante espesa.
La cantidad de grasa requerida por un rifle en particular depende del uso que se le dé.
Si debe trabajar en el modo popgun necesita menos que para uso en deportes de campo.
Según nuestra experiencia un rifle debería armarse sin nada de lubricante en la parte frontal
del pistón, esparciendo después una pequeña cantidad en la “pollera” del pistón,
especialmente en el extremo del gatillo. La porción principal de grasa se debe colocar en el
resorte antes de introducirlo en el pistón, pero esta cantidad no debe ser tan grande que
resulte forzada fuera del resorte, hacia el cilindro, en el momento de amartillar el arma.
Mencionamos varias veces en este capítulo la gran variedad de lubricantes para resorte
disponibles en el mercado, algunos mejores que otros en un determinado rifle, pero creemos
que todavía no se ha desarrollado la grasa perfecta para este uso, y probablemente eso sea
imposible para todos los casos con un único producto. Tal vez un conjunto de cinco tipos
podría cubrir el rango total de requerimientos, en varios grados de “actividad”, desde la más
pasiva a la más activa. De esta forma, el propietario de un rifle podría probar y elegir el
mejor para su arma.
componentes activos del lubricante se han dispersado hacia otras partes del rifle o han
pasado lentamente hacia el frente del pistón en dónde se quemaron el el modo combustión.
En otras palabras, se podría decir que el rifle “se quedó sin combustible”. Es por esto que
siempre advertimos que el rifle se debe lubricar “poco y a menudo”. No todos los productos
de la combustión salen por la boca del cañón en forma de humo. El hollín que pudiera quedar
atrás se combinará con el combustible no quemado y terminará formando un depósito
gomoso en la cabeza del pistón y en el puerto de transferencia, lo que no trae ningún
beneficio al comportamiento general del rifle. Algunos lubricantes tienen la propiedad de
mantener una vida útil más prolongada que otros, pero esto sólo puede determinarse por
experiencia probando varios productos.
Es un hecho curioso que si por alguna razón se debe desarmar un rifle, retirar el pistón
e inmediatamente colocarlo nuevamente, ocurre que el valor de la velocidad de los disparos
cambia considerablemente, normalmente a un valor mucho menor, que retorna a valores
normales sólo después de efectuar muchos disparos. Mencionamos este fenómeno para
poner de manifiesto hasta qué punto influyen en el rendimiento de un resortero las
alteraciones en lo que hemos dado en llamar el “patrón” del lubricante. Esta palabra, que
más exactamente podría definirse como “patrón de comportamiento” del lubricante, nos
parece la más adecuada para retratar las características de una grasa al combinarse con la
idiosincrasia mecánica del rifle y producir determinadas velocidades. Si se altera este patrón
todo el carácter del arma se modifica hasta que se reacomoda nuevamente, después de
muchos disparos más.
Creemos que no tiene sentido usar una colección de tipos diferentes de lubricantes en
un rifle a resorte, uno para el resorte, otro para la cabeza del pistón, otro para el mecanismo
del gatillo, etc. Inevitablemente las violentas sacudidas que ocurren en el cilindro terminarán
mezclando varios componentes en uno que no tendrá las cualidades óptimas para proveer
consistencia en la velocidad. Puesto que, como ya hemos dicho, cualquier grasa puede
proporcionar protección adecuada contra la fricción, no tiene sentido complicar más las cosas
introduciendo nuevas variables.
Todo rifle a resorte es propenso a sufrir lo que se llama “twang”. Se trata de una
consecuencia inevitable de liberar súbitamente al resorte totalmente comprimido dentro del
espacio en que está confinado. El ruido carece de importancia más allá de que resulta en
muchas ocasiones irritante, pero para un cazador puede marcar la diferencia entre poder
disparar una o más veces a la presa. Es posible reducir el ruido colocando una manga
plástica por dentro o por fuera del resorte, aunque el remedio habitual para este ruido es
usar una grasa lo suficientemente espesa para amortiguar las vibraciones del resorte en
expansión. Por lo explicado anteriormente, no se debe exagerar con esta grasa pues también
producirá reducción en la velocidad de avance del pistón y por lo tanto en la velocidad del
disparo.
en el frente del pistón será soplado a lo largo del ánima y lubricará al balín. Por otra parte,
las partes internas de los rifles neumáticos requieren tan poca lubricación que lo poco que
pueda llegar al cañón no se puede tomar en cuenta para lubricar al proyectil. La experiencia
con rifles neumáticos muestra que para obtener la mejor precisión y uniformidad entre
disparos es ventajoso lubricar muy levemente a los mismos proyectiles antes de cargarlos en
la recámara.
EFICIENCIA
Trabajode salida
Eficiencia porcentual = × 100
Trabajo de entrada
Por lo tanto:
5,9
Eficiencia = × 100 = 29 %
20,4
Esta cifra inmediatamente nos sorprende por lo notablemente baja, y sin embargo
todos los rifles que medimos produjeron cifras parecidas, entre 25% y 35%, dependiendo
principalmente de sus dimensiones.
Examinaremos a continuación cada una de las áreas que ya hemos mencionado en este
libro en las que se producen pérdidas de energía, y una o dos rutas de escape adicionales. Es
la suma de todas estas pérdidas lo que reduce la eficiencia total a cifras tan bajas como
30%. La fig. 12.1 muestra un gráfico en el que se vé la dramática conversión de la energía
potencial del resorte en energía cinética del proyectil en vuelo. Este diagrama de aspecto
mas bien complicado es tal vez el gráfico más importante de este libro en relación a los rifles
a resorte, pues en él se puede ver la distribución de energías en cualquier instante en el
período de tiempo desde que se oprime el gatillo hasta que finalmente el pistón descansa en
el extremo del cilindro.
Cada curva está rotulada para mostrar al elemento del rifle cuya energía representa, y
la línea gruesa superior representa el valor de la energía total disponible en todo momento.
El eje vertical del diagrama representa energías en valor porcentual respecto al total inicial
almacenado en el resorte (energía de entrada). El eje horizontal representa tiempo en
milésimas de segundo desde el instante en que comienza el movimiento del pistón.
El resorte
Es sin duda el componente más eficiente del rifle ya que devuelve prácticamente toda
la energía que acumuló durante el amartillado del arma. Desde el momento en que se
aprieta el gatillo el resorte transfiere su energía al pistón, y lo hace de una manera muy
uniforme, lo que se manifiesta en el gráfico como una línea casi recta (en rojo) que comienza
en el punto más alto, dónde la energía es del 100% y está toda en el resorte, hasta el
extremo inferior en el que ya cedió casi toda su energía. En ese punto el pistón llevó al aire a
su máxima presión.
Existen algunas pérdidas inherentes al propio resorte, asociadas con la fricción entre las
espiras y contra la pared del cilindro, y de sus extremos contra los apoyos en el pistón y la
parte trasera del cilindro. Cuando la lubricación es correcta estas pérdidas son despreciables.
El pistón
En el capítulo 5 mencionamos que para lograr un sello libre de pérdidas entre el pistón
y el cilindro, debe existir un cierto ajuste entre ambos y esto produce fricción. Esta fricción
es la principal causa de pérdida de energía durante los primeros 7 milisegundos del recorrido
del pistón hacia adelante, lo que se traduce en la caída de la línea representativa de la
energía total en una magnitud de alrededor de 3 Ft. lbs. Por supuesto que un buen lubricante
contribuirá a minimizar esta pérdida.
Vemos en la línea de la energía del pistón (en azul) que éste gana energía de manera
uniforme durante los primeros 6 milisegundos de su carrera. Esta energía es a su vez
transferida al aire (en verde), pero al llegar a los 6 ms el pistón se desacelera rápidamente,
en coincidencia con la brusca subida de la presión en su frente. A este tipo de compresión se
la denomina “adiabática” y ya se analizó en el capítulo 7, donde se dijo que en tales casos no
hay pérdida de calor. Por lo tanto la presión aumenta por dos motivos: la compresión
resultante del avance del pistón, y el calentamiento debido al calor también producido por la
compresión y que no alcanza a ser evacuado de la cámara de compresión. Estos efectos
combinados hacen que la presión detenga al pistón, y de ahí su brusca caída de energía, que
llega a ser nula cuando se detiene por completo, y esto coincide por supuesto con el pico de
energía almacenada en el aire.
El aire
Cada gas está constituido de distintos tipos de moléculas, que tienen sus propios
comportamientos “no ideales”. Por eso experimentamos con varios gases distintos para ver si
encontrábamos alguno con mejores condiciones que el aire. En cada caso se succionó el gas
de prueba dentro del cilindro al amartillar el arma, asumiendo que el cilindro quedaba
completamente lleno con ese gas a presión atmosférica, listo para el disparo.
Las cifras al pie de cada columna corresponden al promedio de velocidad para esa
columna. En estos resultados podemos ver que el aire y el nitrógeno resultaron ser los más
eficientes en un rifle convencional a resorte, lo cual es una circunstancia más que afortunada
pues se trata de lo que tenemos disponible a nuestro alrededor. No olvidemos que el aire que
respiramos contiene un 75% (en peso) de nitrógeno (78% en volumen).
El manejo correcto de un rifle a resorte es en parte una ciencia y en parte un arte, pero
principalmente es arte. La parte científica viene ya involucrada en el diseño original, que no
siempre es fácil de modificar. Hasta este capítulo el énfasis estuvo centrado principalmente
en el contenido científico, de manera que ahora nos dedicaremos al aspecto “artístico”.
Se podría decir que los elementos que definen el éxito en la afinación de un rifle son la
suavidad de la potencia, precisión, consistencia y continuidad, que aunque parecieran ser
temas separados e independientes, de hecho están inextricablemente vinculados entre sí a la
hora de juzgar la bondad de un rifle como máquina para disparar proyectiles. Tal vez la
continuidad es el factor más importante pues comprende a los otros tres. Es muy frustrante
tener un rifle que después de una afinación satisface las tres primeras condiciones, y pocos
meses más tarde vuelve a tener un comportamiento irregular (generalmente el culpable
suele ser un lubricante no adecuado).
Es obvio que ningún fabricante de modelos de serie afrontará gastos extra sobre cada
rifle individual más allá de las pruebas de velocidad y precisión. En este país5 los fabricantes
respetan a rajatabla los límites legales de potencia máxima, lo que resulta en la producción
de armas que están por debajo de sus capacidades potenciales máximas.
estaríamos tal vez disparando con arcos y flechas. Los intentos por lograr mayores potencias
tienen sus limitaciones, y se podría decir que las armas de aire son a las de fuego lo que las
bicicletas son a las motocicletas. La potencia de un arma de aire, especialmente en el caso
de las neumáticas, está limitada por la cantidad de energía que el usuario ponga para cada
disparo, que dependerá del diseño del rifle, mientras que en el arma de fuego la potencia
depende de la energía química que el fabricante colocó en la munición. No se puede negar
que las armas neumáticas pueden rivalizar con armas de fuego de baja potencia, pero los
rifles a resorte estarán siempre al nivel de las bicicletas, según la comparación anterior, pues
se basan solamente en la energía que puede almacenar un resorte, reforzada a veces por la
que pueda aportar la combustión.
En los capítulos anteriores se describieron los papeles que juegan los distintos
componentes del rifle, como ser resorte, pistón, cabeza de pistón o lubricante, y también los
efectos que los distintos diseños de cada elemento producen sobre el rendimiento del rifle.
Las distintas combinaciones de tantas variantes producen resultados de lo más diversos,
muchos de ellos totalmente inaceptables, y a veces una leve alteración de un factor estropea
el comportamiento de los demás, tornando al rifle inestable.
Para enfatizar esta última afirmación se dan a continuación las cifras obtenidas durante
un experimento que demuestra que de hecho hay una energía de entrada óptima (potencia
del resorte) para un rifle en particular.
No hay que desilusionarse por un resultado adverso, que generalmente significa que se
avanzó en dirección equivocada, o se avanzó demasiado en la dirección correcta. Por
ejemplo, el tamaño del puerto de transferencia suele parecer chico y existe siempre la
tentación de agrandarlo. Supongamos que al hacer esto se consigue un pequeño incremento
de velocidad y entonces se decide agrandarlo un poco más, sólo para descubrir que la
velocidad ahora ha disminuido. De esto sacamos dos conclusiones: el diámetro original era
casi correcto, y lo peor, debemos agrandar aún más el diámetro para poder insertar un buje
perforado al valor óptimo. Esto último implica que siempre hay que tener el equipo y la
habilidad necesarios para poder restaurar las cosas al estado original si algo sale mal cuando
se encaran modificaciones importantes.
Se necesita gran perseverancia para enfrentar el hecho de que los resultados buscados
no siempre aparecen tan rápido como uno espera. Siempre hay una buena razón para que
un rifle no funcione correctamente, y descubrirla y remediarla requiere mucha paciencia y
experiencia. La experiencia se gana trabajando en rifles problemáticos, ya que los casos
sencillos no aportan mucho conocimiento. El análisis cuidadoso de una fracaso es más
importante que el de un logro, que generalmente se acepta sin ulterior análisis. En los viejos
tiempos de las locomotoras a vapor había un dicho entre los maquinistas que decía “Hace
falta una mala locomotora para sacar un buen fogonero”. Esto es perfectamente aplicable a
los rifles de aire.
operación de maquinado deja una superficie que vista bajo gran magnificación óptica
recuerda la de un papel corrugado. Es evidente que dos superficies de tales papeles no se
desplazarán fácilmente una sobre la otra en forma transversal pues las protuberancias de
una interfieren con los surcos de la otra. Si las irregularidades forman ángulo recto entre sí
se produce una situación intermedia sólo mejorada cuando protuberancias y surcos se
mueven en la misma dirección, paralelamente entre sí. Esta última configuración debería ser
la preferida en un rifle de calidad, que de otra forma no tendrá ese movimiento suave
distintivo de toda máquina cuidadosamente construida.
A menos que se tenga gran experiencia trabajando con piedras de grano ultrafino de
carborundum o de Arkansas es preferible no tocar las superficies de contacto en el
mecanismo del gatillo. Un excesivo entusiasmo en esta área dará como resultado un rifle
peligrosamente sensible o un costoso reemplazo de toda la unidad de disparo. De todas
formas es conveniente que las superficies en fricción estén altamente pulidas, y que los
movimientos finales en el proceso de pulido sean en la dirección del desplazamiento natural
de las piezas.
Sin importar cuan pulida luzca una superficie, una lente de suficiente aumento siempre
revelará imperfecciones que se pueden reducir con un trabajo cuidadoso, aunque nunca se
alcance la perfección absoluta. Se debe recordar que una superficie pulida se puede juzgar
mucho mejor con una uña que con la yema de los dedos, ya que la uña es muy sensible a las
imperfecciones cuando se mueve rascando a través de la superficie.
La parte más difícil de evaluar en cuanto a pulimento es el interior del cilindro, para lo
cual es necesario un trozo de espejo o mejor aún un espejuelo de dentista, de manera de
hacer llegar luz al interior y simultáneamente ver la superficie reflejada.
Lamentablemente esto puede no ser del todo cierto pues hay ahí una trampa lista para
capturar a los imprudentes. Con toda probabilidad, para llevar a cabo las modificaciones en
rifle se lo desarmó completamente y se limpiaron todas sus partes para eliminar todo rastro
de grasa o aceite viejo. Al completar el trabajo y volver a armarlo se lo lubricó con grasa
nueva, tal vez de la misma marca que la que tenía antes, y aquí es donde está la trampa. Es
probable que la lubricación nueva sea la responsable del incremento de velocidad, pues el
lubricante original ya estaba agotado antes de la modificación.
Siempre ha sido un gran obstáculo modificar un rifle a resorte sin alterar lo que hemos
dado en llamar el “Patrón de grasa”, lo que puede tener efectos profundos en los resultados.
En muchos de nuestros experimentos tuvimos que hacer enormes esfuerzos para no vernos
obligados a sacar el pistón y alterar así el patrón de grasa, porque de hacerlo los resultados
del experimento serán casi siempre no significativos. En todo experimento es importante
alterar sólo un elemento por vez. Si ese elemento no es la lubricación se deben extremar los
cuidados para no alterar el patrón de grasa, que tiene un enorme papel en el rendimiento del
arma.
Cabe mencionar que en el caso de tener un sello de cuero es imperativo que esté
humedecido con aceite pues de lo contrario se reseca, se contrae e inevitablemente pierde.
Un sello de cuero humedecido correctamente produce un sello tan bueno como un moderno
O'ring.
El elemento “tiempo” es importante en los rifles de aire en lo que se llama “lock time”.
Se trata del corto lapso entre el momento en que el gatillo libera al pistón y el momento en
que el balín abandona la boca del cañón. El término ha sido incorrectamente tomado a
“préstamo” del ámbito de las armas de fuego, dónde se refiere al tiempo entre la liberación
del percutor y su impacto en la base del proyectil. Se trata de un tiempo evidentemente
mucho más corto que el las armas de aire. Un valor bajo de este parámetro es una ventaja
pues disminuye la probabilidad de influir sobre la dirección del disparo mientras el balín
todavía está en el cañón por efecto de movimientos o vibraciones.
En la fig. 13.1 se muestra el equipo necesario para medir el lock time. El cronómetro
comienza su cuenta en el momento en que el gatillo, al liberarse, mueve un imán que actúa
sobre un microcontacto de lengüeta magnética, y se detiene cuando el proyectil destroza una
mina de lápiz atravesada frente a la boca. En la foto el cañón está deliberadamente
desplazado hacia atrás para hacer visible la mina.
El propietario de un arma no puede hacer mucho para reducir el lock time. Como el
principal componente del lock time es el tiempo de tránsito por el cañón, la única forma de
bajar ese tiempo implica intervenir en la potencia del arma para aumentar la velocidad, lo
que a su vez incrementará vibraciones y retroceso, anulando el posible beneficio. En
cualquier arma de aire, el incremento de la velocidad disminuye el lock time.
El proceso de afinación puede ir mucho más allá de los que hemos descripto, pasando
de las mejoras de funcionamiento a modificaciones de otro nivel, que “personalicen” el arma.
En este campo hay que considerar modificaciones importantes como reemplazo o
acortamiento del cañón, o juegos completos de partes internas en reemplazo de los
originales, o reemplazo de la culata por otra adecuada a la anatomía del dueño, etc. Se trata
de una materia que requiere un alto grado de especialización, y algunas firmas, como
“Venom Arms of Halesowen” han llevado esto a extremos notables.
Conviene mencionar que cuando Mr. Wesley dice en su libro “Air-Guns and Air-pistols”
que hay varios rifles y pistolas muy potentes lo hace en comparación con armas disponibles
en el mercado en esa época, y no en términos de los parámetros de hoy en día. Por eso no
conviene intentar modificaciones sobre ese tipo de reliquias, muy valiosas de por sí, para
arrimar su desempeño al de las armas actuales.
RIFLES NEUMÁTICOS
Aunque los rifles a resorte hayan existido durante más tiempo que los neumáticos, no
fue sino hasta fines del siglo XIX que comenzaron a ser tomados en consideración, y aun
entonces sólo eran capaces de disparar balines y dardos a bajas velocidades. Probablemente
la tecnología metalúrgica no estaba al nivel para producir los materiales que garantizaran un
arma medianamente decente.
Los primeros intentos de fabricar rifles con su propia bomba incorporada no tuvieron
éxito pues la bomba siempre consistía en un pistón y un varilla, igual que un inflador de
ruedas de bicicleta. Con este diseño no se podían obtener altas presiones con un número
razonable de bombeos, y la idea permaneció adormecida hasta que Sheridan diseñó y
construyó en USA rifles con un sistema de palanca articulada para mover el pistón de la
bomba. Las armas que funcionan según este diseño, conocidas habitualmente como
”pump-ups” eran muy populares y varias firmas de USA y Japón aún las fabrican. En el
próximo capítulo entraremos en los detalles técnicos de este diseño, pero digamos que su
popularidad disminuyó a partir del desarrollo de los rifles neumáticos por el esfuerzo que
había que hacer antes de poder disparar, sumado al hecho de que casi siempre disparaban
un solo tiro. Las que disparaban dos o más tiros lo hacían con una notable dispersión de
velocidades.
Una variación del sistema pump-up se conoce como neumática de bombeo único. Como
su nombre lo indica, la carga de aire se obtiene con un solo bombeo que mueve al pistón
mediante un sistema de palanca articulada, y el aire comprimido no se almacena en un
depósito sino que queda entre el pistón y la válvula de disparo, y se libera al abrirse dicha
válvula cuando se oprime el gatillo.
El sistema de bombeo único se puede encontrar en pistolas y rifles diseñados para tiro
de competición en donde la precisión y la regularidad son requerimientos principales. Se han
hecho intentos de usar este sistema en rifles deportivos de alta potencia, pero con resultados
Los rifles precargados (PCP) han conseguido inmensa popularidad durante la última
década, de la mano con el creciente interés por el buceo. En la mayoría de las grandes
ciudades han aparecido clubes de buceo, y comercios y compañías especializados en esa
área con el equipamiento necesario para proveer aire a alta presión a precios razonables. El
entusiasta del aire comprimido puede ahora hacer llenar su propio tubo con aire suficiente
para muchos disparos a precios realmente bajos. Todo lo que debe hacer es unir el tubo con
aire comprimido al depósito de su rifle con un acople flexible adecuado para recargarlo
después de haber disparado. Cuando se maniobra con presiones de 3000 PSI se debe ser
absolutamente cuidadoso: cilindros, tubos y acoples deben estar en perfecto estado, así
como también el propio rifle. Se debe tomar lo siguiente como muy severa advertencia:
nunca, por ningún motivo, se debe intentar llenar un rifle con oxígeno puro, ya que en
contacto con el aceite lubricante forma una mezcla explosiva, y es inevitable la presencia de
aceite en varias partes internas del arma, pudiendo el resultado ser desastroso para el rifle y
para cualquiera que esté cerca.
En 1872 Guiffard patentó un cartucho precargado que se podía llenar con aire o dióxido
de carbono y que incluía al proyectil, listo para cargarse en el rifle. El proyecto no llegó a
desarrollarse comercialmente, probablemente por dificultades técnicas para lograr la
precisión suficiente para que fueran intercambiables, y también por problemas en el sellado.
La idea de los cartuchos cargados individualmente se volvió realidad hace pocos años
con varios modelos de diverso éxito comercial. Se pueden cargar en forma individual
mediante una bomba manual o en grupos conectados con un adaptador especial a un tubo
de buceo o “scuba” (Self Contained Underwater Breathing Aparatus). El pistón de la bomba
manual se mueve con un sistema de palanca articulada semejante al de los rifles tipo
pump-up y puede cargar presiones de hasta 3000 PSI. El concepto de cartucho individual se
presta a varias aplicaciones como revólveres o rifles de acción a cerrojo alimentados con
magazines.
El uso de un cerrojo para sellar la recámara una vez que se ha insertado el balín
permite empujarlo hasta pasar el puerto de transferencia, y por eso siempre tiene una punta
o una funda hueca en su extremo para colocar al proyectil correctamente en posición. Al
cerrar el cerrojo se fuerza al balín contra el estriado del ánima de manera que el esfuerzo de
grabar el perfil del estriado en la superficie del proyectil lo hace el tirador y no el aire. La
energía que se requiere para conformar al balín al perfil del cañón puede ser considerable,
especialmente si las paredes de su pollera son gruesas. Puesto que el sistema neumático
trabaja en forma más eficaz cuando dispara proyectiles más pesados, el uso de un cerrojo
para ubicar al balín correctamente es casi obligatorio en este tipo de armas.
Antes de entrar de lleno al estudio de las formas de controlar el aire que usaremos para
disparar nuestros proyectiles debemos analizar los métodos que se utilizan previamente para
comprimirlo, cuánta energía potencial almacena y cuánta es necesaria para la compresión.
En esta materia, trabajar sin un manómetro es como trabajar con cualquier tipo de rifle
sin un cronómetro. Hoy en día se puede hablar de valores de presión con más exactitud de la
que podemos necesitar, pero no siempre fue así. Recién en 1850 un francés llamado Eugene
Bourdon inventó un medidor de presión tal como los que conocemos actualmente. Este
instrumento eliminó inmediatamente muchas de las dudas y peligros que encerraba el
trabajo con aire comprimido, no sólo en rifles de aire sino también en todo tipo de
maquinaria que trabajase con aire o vapor a presión, como barcos, locomotoras y fábricas.
Los manómetros que vemos en la actualidad (fig. 15.1) son exactamente iguales al
diseñado por Bourdon, salvo en aspectos de estilo o apariencia, ya que funcionan según el
mismo principio. Cualquier tubo de sección oval cerrado en un extremo y curvado en forma
de semicírculo tenderá a enderezarse si aumenta la presión en su interior. Por supuesto que
siempre se pudo y se podrá medir una presión mediante el complicado e incómodo
procedimiento de aplicar la definición de presión, es decir fuerza por unidad de superficie.
Disponiendo un pistón de sección y peso conocidos en contacto con el fluido bajo presión, se
lo carga con un suficiente peso como para que quede en equilibrio (que no se mueva). En
esta situación la presión es la dada por el peso del pistón más el agregado dividido por la
superficie del pistón.
Un procedimiento similar se puede aplicar en casos de armas que tienen una bomba de
compresión manual (inflador) para cargar el depósito propio, cuando no se dispone de un
manómetro convencional. Colocando el inflador sobre una balanza de baño mientras se infla
se puede conocer la fuerza ejercida sobre la barra del pistón, y midiendo el diámetro del
cilindro, o del pistón, se calcula su superficie. Dividiendo la fuerza en libras por la sección del
pistón en pulgadas cuadradas, se obtendrá una presión en libras por pulgada cuadrada (PSI).
La ecuación es la siguiente:
P 1 V 1 ln V 2 / V 1
E = Ft. lbs.
12
En esta ecuación el único dato no fácil de establecer es el volumen inicial V1, del cual
hablaremos más adelante. Los demás valores se determinan directamente por medición.
Podemos ahora usar la simple ecuación que ya usamos en el capítulo 7 para establecer
el volumen inicial:
P 1 V 1=P 2 V 2
P2 V 2
de dónde: V 1=
P1
6 N. del T. En el original da 14,22 PSI por bar, pero esa es la equivalencia de PSI con Kg/cm2, que equivale
a 0,98 bar. Los ejemplos fueron recalculados usando el valor 14,50.
con que se efectúe el llenado. Si se llena rápidamente será necesaria más energía y el
recipiente se calentará mucho más que si la maniobra se hace lentamente.
Una forma sencilla de demostrar este hecho es mediante un rifle del tipo de carga por
bombeo. Si se prepara para el disparo, se bombea rápidamente y se dispara inmediatamente
se obtendrá una velocidad algo mayor que cuando se bombea lentamente, o se deja enfriar
antes de disparar. La razón es que cuando se bombea y dispara en rápida secuencia el calor
generado por la compresión no tiene tiempo de escapar por las paredes y estructura del rifle
y la operación completa puede considerarse casi adiabática, es decir, sin pérdida de calor. Es
este calor el que hace aumentar el valor de la presión, y por lo tanto el de la energía
disponible para el disparo. De otra forma, si se deja enfriar el depósito antes de disparar, la
energía descenderá y la velocidad del disparo también.
Otra forma de comprobar lo dicho es mediante una banda ancha de goma elástica. Si
se estira bruscamente mientras se mantiene en contacto con la frente se notará claramente
su calentamiento. Si se deja enfriar estirada y luego súbitamente se la hace volver a su
longitud original se producirá un notable enfriamiento. Si toda la operación se hace muy
lentamente, tanto para el estiramiento como para la contracción, no se notarán en ningún
momento cambios de temperatura, ya que el calor producido o absorbido tendrá tiempo de
fluir en uno u otro sentido sin llegar a alterar la temperatura en forma perceptible.
No siempre es fácil medir el volumen de un recipiente no muy grande como puede ser
un cartucho o depósito para aire comprimido. La medición directa de las dimensiones físicas
no da buenos resultados. La mejor forma de hacer la medición es pesar el recipiente, luego
desarmarlo y volver a armarlo mientras está sumergido en agua, asegurándose que no
queden burbujas de aire en su interior. Una vez armado y secado exteriormente se pesa
nuevamente. La diferencia de entre ambos valores corresponderá al peso del agua que ocupa
el interior. Como el agua pesa exactamente 1 gramo por centímetro cúbico, el peso en
gramos representa el volumen del depósito en centímetros cúbicos.
En materia de rifles de aire siempre fue habitual el uso del sistema de las antiguas
unidades imperiales, es decir, pies, pulgadas, yardas, libras, etc. pero al medir volúmenes es
más fácil usar el sistema métrico decimal, que maneja unidades más pequeñas (cm3). Al final
del libro hay una tabla que permite hacer las conversiones necesarias.
Para hacer un control cruzado entre los nuestros datos calculados y los valores reales
del volumen de aire expulsado por el cañón en un rifle neumático, empleamos el equipo que
se ve en la fig. 15.2. Tiene un pistón de cuero impregnado en aceite que se puede mover
con facilidad dentro de un tubo plástico de alrededor de tres pulgadas de diámetro. El
recorrido total del pistón, unas 15 pulgadas, permite una capacidad total de unos 2000 cm3.
Este cilindro se calibró previamente vertiendo cantidades iguales de agua medidas con un
recipiente de capacidad conocida y precisa, de forma de marcar en el exterior una escala en
centímetros cúbicos. Conectando con un tubo delgado la base del cilindro a la boca del cañón
y disparando el rifle sin munición, el pistón se moverá hacia arriba una distancia que
corresponderá al volumen de aire expulsado por el rifle 7.
En el capítulo anterior señalamos que es casi imposible conseguir una gran presión con
una bomba compuesta sólo por una barra y un pistón. Para demostrar esto supongamos un
experimento en el que debemos llenar un recipiente con aire a 1000 PSI con tal bomba. Se
puede usar una balanza doméstica de baño para medir cuánta fuerza se puede ejercer sobre
la manivela de la bomba. Supongamos que ese valor es de unas 231 lbs. (corresponde al
peso de una persona de unos 105 kg). Parece lógico suponer que es la máxima fuerza que se
puede aplicar a la bomba, pero los experimentos muestran que dicho valor puede ser hasta
un 50% mayor si quien efectúa el bombeo se apoya sobre la manivela descargando
súbitamente todo el peso de manera de rebotar sobre la capa de aire comprimido que se
produce en el interior del cilindro de la bomba. No es un ejercicio fácil y requiere además una
construcción muy robusta de la bomba. Suponiendo un 50 % de incremento de la fuerza
tendríamos 346 lbs., que aplicada sobre una superficie de pistón de 5/8”, lo que significa
7 N. del T. Debería haber un manómetro instalado en la base del cilindro para que la presión luego de
efectuar el disparo sea la misma que al principio, es decir, la atmosférica, pues el peso del pistón comprimirá
levemente el aire; así, levantándolo levemente hasta que el manómetro indique nuevamente una atmósfera,
tendremos el volumen real expulsado.
0,307 pulgadas cuadradas, nos da una presión de 1127 PSI. De acuerdo a estos cálculos es
evidente que un hombre pesado puede conseguir presiones de 1000 PSI, pero aun un
depósito chico requiere esfuerzo y perseverancia, y no es tarea fácil. Por supuesto que los
primeros bombeos son livianos pero a medida que sube la presión en el depósito la tarea se
vuelve más difícil. En algunos libros sobre el tema se menciona que este trabajo se suele
hacer entre dos personas.
Reduciendo el diámetro del pistón se facilita la tarea pero el volumen de aire cargado
en cada bombeo también disminuye, lo que aumenta la cantidad de bombeos a realizar. Si el
diámetro se reduce a la mitad, la superficie se reduce a una cuarta parte (0,077 pulgada
cuadrada), por lo que la misma fuerza actuando sobre esta superficie producirá una presión
cuatro veces mayor, de alrededor de 4500 PSI. Si la carrera del pistón es de doce pulgadas
tendremos que en el primer caso el volumen barrido es de 0,307 x 12 y en el segundo de
0,077 x 12, es decir, 3,68 pulgadas cúbicas y 0,92 pulgadas cúbicas, respectivamente, y
habrá que dar cuatro veces más bombeos para introducir el mismo volumen de aire en el
depósito. Estamos hablando de valores teóricos, ya que en la práctica es más probable que el
número de bombeos sea cinco veces mayor.
Palanca articulada
La fig. 15.4 es un gráfico que permite determinar el empuje que produce en el pistón
un sistema de palanca articulada. Para usarlo se trazan dos líneas perpendiculares entre sí
en un papel y se lo ubica sobre el gráfico de manera de alinear tres de los datos sobre las
reglas, obteniéndose así el cuarto dato en la otra escala. En el ejemplo se aplica una fuerza
de 45 lbs. en el extremo de la palanca, con una distancia desde el extremo hasta F tres
veces mayor que la distancia de P a M, lo que produce en P una fuerza descendente de
135 lbs. (3 x 45). Se hace coincidir una línea horizontal con 135 en la escala P y de las
mediciones sobre el rifle se determina que C es 8 pulgadas y C es de 0,25 pulgadas. Con
estos datos se ubica la línea vertical en las escalas C y D, y entonces podemos leer 1150 lbs.
en la escala R. El gráfico se basa en la siguiente ecuación:
R C
=
P 4×D
Una cuestión que surge siempre en relación con el bombeo de aire en rifles
neumáticos es el eventual peligro de explosión por la ignición de aceite lubricante por el calor
generado como resultado de la compresión en la bomba, como ocurre en los rifles a resorte o
los motores diésel. Esto es prácticamente imposible bombeando manualmente, pues la
velocidad de compresión es demasiado baja para generar temperaturas lo suficientemente
altas para encender el aceite. Sin embargo, hay garantía de explosión si se intenta usar
oxígeno puro para llenar un rifle neumático. Este gas forma una mezcla explosiva al tomar
contacto con el aceite, que con toda seguridad existe en alguna parte del rifle. Todos los
manómetros fabricados para funcionar con tubos de oxígeno llevan la inscripción “No usar
aceite”, lo que debería ser suficiente advertencia para todos nosotros.
El Proyector
Usando el proyector y varios cañones, incluso aquellos acoplados entre sí del capítulo 9
(fig. 9.2), obtuvimos un conjunto de gráficos que se pueden ver en las ilustraciones
fig. 15.6 a fig. 15.10.
El hecho más evidente que surge de estos gráficos es el incremento de velocidad con el
largo del cañón. Aunque sólo pudimos extender un juego de cañones calibre .22, es obvio
que con cualquier otro calibre hubiera ocurrido lo mismo. La energía en boca también se ve
incrementada con el peso del proyectil, es decir que aumenta la eficiencia (más energía con
igual presión). También se obtiene más rendimiento de un calibre mayor, aun con igual peso
que con calibres menores.
De la descripción del proyector se desprende que los valores medidos con los que se
construyeron los gráficos corresponden a condiciones ideales, en las que el aire fluye lo más
libremente posible al disparar. Un diseño de rifle más convencional probablemente no alcance
la misma eficiencia.
El control de la forma en que se libera el aire del reservorio hacia el cañón, detrás del
proyectil, es uno de los problemas de diseño más complejos en un rifle neumático. Sería
ideal que la cantidad de aire liberada en cada disparo acelerara al balín hasta la misma
velocidad, independientemente de la presión remanente en el reservorio.
Durante años se desarrollaron varios sistemas que apuntaban a lograr ese objetivo. Se
podrían dividir en dos grupos: el primero denominado de “pérdida total”, o “vaciado total”, o
“descarga total” y el segundo de “liberación por percusión”. En el primer sistema todo el aire
que se bombeó en el reservorio se libera en el disparo, mientras que en el segundo en cada
disparo sólo se libera una porción del total almacenado. Ejemplos del primer sistema son
algunos rifles de bombeo único (Daisy 853C), los cartuchos de aire (munición que contiene el
balín y una cantidad de aire a alta presión, que se consume completamente en el disparo, de
manera análoga a lo que ocurre en las armas de fuego, dónde bala y pólvora están
contenidos en un mismo cartucho) y algunos rifles de bombeo múltiple, mientras que los
rifles neumáticos precargados y otros de bombeo múltiple pertenecen al segundo sistema.
Los rifles que descargan toda su carga de aire comprimido en cada disparo pueden
ofrecer una notable uniformidad de velocidad entre disparos si la cantidad de bombeos
empleados para cargar el depósito se mantiene constante. Lo mismo vale para los cartuchos
de aire cargados a mano en forma uniforme.
La mayoría de los rifles neumáticos son de tipo precargado y tienen una válvula que al
disparar libera una pequeña cantidad del aire almacenado en el reservorio, por lo que
permiten un gran número de disparos por cada carga. El sistema se basa en un martillo
cilíndrico cargado con un resorte que al disparar golpea sobre la válvula de liberación. Esta
apertura momentánea permite que una porción del aire comprimido en el depósito principal
pase violentamente a través de la válvula hacia el cañón y empuje al proyectil. A menos que
todo el conjunto esté muy cuidadosamente diseñado, la velocidad de los disparos variará
mucho a medida que la presión en el depósito disminuye, tras los sucesivos disparos.
Los primeros rifles de aire y bastones neumáticos estaban construidos con un sistema
de cerrojo muy sofisticado que forzaba a la válvula a abrirse una distancia prefijada en cada
disparo. El arma se amartillaba con una llave o retrotrayendo un martillo semejante al de los
empleados en los cerrojos a pedernal de las armas de fuego. Esto comprimía un resorte de
hoja plana que al liberarse producía la apertura de la válvula. El mecanismo era de
construcción dificultosa y cara, y requería horas de maquinado y trabajo manual para
funcionar correctamente, y no se usa actualmente en ningún arma. Sin embargo, en cierta
medida proveía de regulación automática pues al disminuir la presión del depósito la válvula
no se cerraba tan rápidamente permitiendo salir así una mayor cantidad de aire hacia el
cañón.
Paul Giffard patentó en 1891 un rifle que funcionaba con gas. Si bien el arma obtenía
su energía de dióxido de carbono tenía el problema de dosificar cantidades iguales de gas en
cada disparo. En vez de construir un costoso y complicado mecanismo de cerrojo como sus
antecesores, Giffard usó un martillo cargado con un resorte para golpear una válvula de
forma de abrirla sólo lo necesario para dejar pasar la cantidad necesaria de gas. Incluso fue
un paso más adelante incluyendo un dispositivo ajustable que permitía modificar la amplitud
de la apertura de la válvula al recibir el golpe del martillo. De esta forma se podía ajustar
muy fácilmente la potencia de los disparos. Debe notarse que empleando CO 2 como
propulsor, se tiene la ventaja de que mientras haya líquido en equilibrio con el gas, si la
En casi la totalidad de los rifles actuales se usan variantes del sistema de Giffard. El
martillo se desliza dentro de un cuerpo tubular detrás de la válvula, y tiene un resorte que se
comprime al amartillar el arma. Al oprimir el gatillo el martillo sale disparado hacia adelante
y golpea sobre la válvula que se abre durante un tiempo breve, volviéndose a cerrar por la
acción de su propio resorte y por la presión del aire en el depósito. Este ciclo se puede
repetir hasta agotar la presión del depósito.
Todos los fabricantes han modificado este sistema tratando de lograr una mejor
regulación de la velocidad. Alterando el diseño básico de la válvula, su alojamiento, el peso
del martillo, las características de los resortes, etc., se puede obtener una serie más o menos
extensa de disparos de velocidades casi constantes. En la fig. 16.2 se observa el
comportamiento descripto, en el cual la velocidad crece hasta que la presión llega a un valor
óptimo con el que se producen seguidamente muchos disparos cuyas velocidades se
mantienen acotadas dentro de un margen de pocos FPS. Este tipo de diseño debe tener en
cuenta las leyes que rigen a los gases en movimiento muy rápido. Sin embargo, el resultado
final generalmente es el fruto de la experiencia y de innumerables experimentos de prueba y
error.
El diseño de la fig. 16.1 se puede modificar para convertirlo en uno del tipo de pérdida
total, aunque esto es más común en armas del tipo con bombeo incorporado. Un rifle de esta
clase tiene habitualmente un depósito mucho más reducido ya que sólo debe contener la
cantidad de aire necesaria para un disparo. Cualquier exceso no se aprovecharía en forma
eficiente. Esto suele ocurrir en las pistolas ya que la longitud del cañón no permite el total
aprovechamiento de la energía del aire, y el exceso se descarga con gran ruido después de
que el proyectil abandona la boca del cañón. Las características del martillo y su resorte en
armas de pérdida total deben ser las adecuadas para abrir completamente la válvula de
descarga y mantenerla abierta para permitir que todo el aire salga en cada disparo.
Parte del éxito de un arma neumática depende de la elección del material para la cara
de la válvula de descarga. Debe ser suficientemente blando como para permitir que el
contacto con su asiento sea firme y ambos elementos se amolden para soportar la presión
sin fugas. A su vez no debe ser demasiado blando pues esto dificultaría su rápida separación
del asiento en el momento del disparo, cuando se recibe el golpe del martillo. La experiencia
demuestra que en general son preferibles materiales duros cuando se trabaja con presiones
altas y blandos en el caso de presiones más bajas. Hemos encontrado que el PTFE
(Poli-Tetra-Fluoro-Etileno, o Teflón) es un material excepcionalmente apto para un amplio
rango de presiones, se acopla muy bien con el asiento y es capaz de retener cierto nivel de
partículas sólidas sin que se produzcan fugas.
cara de cierre de la válvula es de 3/8”. Se produce en este caso una fuerza de alrededor de
600 lbs. que es la que deberá vencer el martillo en el momento del disparo, y que es
suficiente para destruir un diseño frágil.
El martillo, su recorrido y la fuerza del resorte son tres elementos cruciales para
obtener buenos resultados en el sistema de apertura por percusión. Si no se eligen en forma
correcta el martillo no abrirá la válvula lo suficiente para que salga la cantidad necesaria de
aire. Esto significa que para que el funcionamiento sea correcto deberá serlo el “momento”
del martillo, es decir el producto de su masa por su velocidad al impactar sobre el vástago de
la válvula. Sin embargo, esto se puede lograr con un martillo mas pesado y un resorte más
débil, o con un martillo liviano y un resorte más potente. Si el resorte es muy potente puede
ocurrir que una vez abierta la válvula, la fuerza de su resorte B más la presión del aire no
alcancen para cerrarla nuevamente cuando el depósito está vacío o tiene poca presión. Esto
significa que antes de recargar el depósito se debe retraer el martillo abriendo el cerrojo,
para que se cierre la válvula. También puede ocurrir que después del disparo el martillo sea
empujado contra su resorte y rebote nuevamente hacia la válvula, produciéndose así un
segundo disparo o una secuencia repetitiva que termina descargando totalmente el depósito.
En el otro extremo, si se emplea un martillo pesado con un resorte débil será necesario
un recorrido más largo para lograr momento necesario para la apertura de la válvula. Si se
duplica la masa del martillo y se mantiene un mismo resorte, sólo se consigue un incremento
del momento del 50%, y además se incrementa la demora entre la liberación del martillo y
su impacto contra la válvula, que es cuando ocurre realmente el disparo. La práctica
demuestra sin embargo que no es muy difícil encontrar un compromiso entre masa del
martillo y dureza del resorte.
Durante estudios que realizamos hace varios años vimos que la forma más simple de
alterar la potencia de un arma neumática es modificando la magnitud de la apertura de la
válvula producida por el golpe del martillo. Montando un tornillo en el centro del martillo de
forma tal que sea éste el que golpea al vástago de la válvula, es posible modificar la potencia
variando su posición con respecto al frente del martillo. Se colocó también un amortiguador
de goma alrededor del eje de la válvula para absorber el exceso de energía del martillo una
vez abierta la válvula. Este sistema es una forma simple de alterar la potencia de un rifle
neumático sin hacer grandes modificaciones al mecanismo cuando se requiere un ajuste de
la potencia.
Cuando se diseña un arma para tiro de competición, ya sea un rifle o una pistola, se
recurre al sistema de vaciado total, y el mecanismo es más complicado que en el caso del
tipo de descarga por percusión. Al oprimir el gatillo la válvula se abre mediante un
mecanismo de palanca cargado con un resorte, que se debe cerrar manualmente antes de
rearmar el arma para el próximo disparo. La energía para la apertura de esa válvula no es
tan grande como la necesaria en el sistema de descarga por percusión, y por lo tanto el arma
es sometida a menos vibraciones y el gatillo puede ser mucho más liviano.
Al oprimir el gatillo, el fiador H es forzado hacia abajo por el empuje de la presión del
aire que actúa sobre E que a su vez arrastra a F y G, lo que permite que la cara frontal de la
válvula E descubra el extremo del puerto de transferencia y que el aire de C pase hacia la
recámara.
Para disparar nuevamente el arma, la cámara C se debe llenar con una nueva carga de
aire desde el depósito A. Esto se logra oprimiendo el botón N hacia adentro hasta que el
perno transversal L, que está cargado con un resorte y constituye un seguro, encastra en la
ranura M tallada en el perno de recarga K, que queda bloqueado en una posición tal que
reubica a la pieza F delante del fiador H. Simultáneamente la válvula de vástago E y su
extremo G se mueven también por la acción del resorte entre G y F. En este punto el
extremo delantero de E hace contacto con el vástago de la válvula B y la saca de su asiento,
con lo cual se llena nuevamente la cámara C con aire proveniente de A. Tan pronto como la
presión alcance un valor predeterminado, la válvula E retrocede comprimiendo el resorte
dentro de F, y así la válvula B se cierra, quedando en C una nueva carga de aire a la misma
presión predeterminada. El conjunto de E y G queda en una situación de equilibrio entre la
presión en C y la fuerza del resorte entre F y G. Hasta ahora el “dedal” F está todavía
sostenido por detrás por el perno K, retenido a su vez por el seguro L.
El rifle se encuentra entonces en la condición de listo para disparar, una vez que se
coloque un proyectil en la recámara y se cierre el cerrojo. Oprimiendo el seguro L se libera al
perno K y al botón N, y las piezas E, G y F retroceden hasta que F hace contacto con el
fiador H. Esto produce una separación entre el extremo de E y el vástago de B, lo que
asegura que bajo ningún concepto pueda entrar más aire desde A. Todos los componentes
están ahora en sus posiciones originales y en condiciones de efectuar el disparo.
El éxito del CG2 impulsó a otros fabricantes a diseñar rifles de características similares
pero sin la sofisticación del CG2. Se buscó la posibilidad de usar el sistema de descarga por
percusión pero incorporando un regulador de presión para que todo disparo tuviera la misma
velocidad.
Al cerrarse la válvula B deja de pasar aire por el regulador hacia el depósito secundario,
que queda lleno a la presión preestablecida. El valor de esta presión se controla por su
acción sobre el pistón y el resorte J, y se puede modificar ajustando la presión que ejerce el
resorte. Para esto está el tornillo A. Enroscándolo se aumenta el efecto del resorte J y sube
la presión de regulación. Es importante destacar que el O'ring alrededor del vástago del
tornillo de ajuste debe sellar este punto perfectamente, pues de lo contrario aumentará la
presión dentro del fuelle, detrás del pistón, y se alterará también la regulación.
Se eligió un fuelle metálico (K) para aislar los lados interior y exterior del pistón en vez
de un O'ring ubicado en una ranura alrededor del cuerpo del pistón, pues es muy importante
que el pistón reaccione el más mínimo cambio de presión y se pueda mover con libertad,
cosa que la fricción de un anillo de sello no permitiría, debido a que haría un efecto de cuña
entre pistón y cilindro resultando entonces unas características de regulación muy pobres.
Hemos mostrado un O'ring como medio de cierre en el crítico punto C. Es probable que
este anillo tenga problemas semejantes al que acabamos de exponer respecto al movimiento
del pistón, ya que la válvula no se abrirá al más mínimo movimiento pues el anillo tendrá
primero que descomprimirse. Sería de desear un sistema de cierre más sofisticado que el
esquema sencillo expuesto.
Según nuestra experiencia, los reguladores dan resultados más precisos cuando el flujo
de aire que los atraviesa es lento. Es por esa razón que en el diagrama del rifle CG2 de la
fig. 16.3 se debe notar que el aire que pasa por la válvula de control B lo hace a través de
la rosca que la mantiene cerrada. Esto restricción asegura que el depósito secundario se
llene muy lenta y precisamente. Los mismos argumentos son aplicables al regulador de la
fig. 16.4. Cualquier dispositivo que restrinja el pasaje del aire mejoraría la precisión.
DIÓXIDO DE CARBONO
La razón por la que no es popular en el Reino Unido es que su empleo hace que el arma
requiera certificación, es decir, se la considera de tipo FAC (Fire Arms Certification), siendo
por lo tanto considerada en iguales términos que un arma de fuego, lo cual restringe su uso.
En USA el gas es barato y se consigue fácilmente, no requiriéndose ninguna certificación. Por
otra parte, en tiempo frío reduce la presión y la velocidad de los disparos cae a valores a
veces inaceptables.
Hemos experimentado con rifles operados con dióxido de carbono, o CO2 (según su
fórmula química), que se obtiene en bombonas para la fabricación de agua gaseosa.
Generalmente lo encontramos poco satisfactorio como propelente, ya que por su baja presión
de trabajo no produce velocidades mejores que las que se obtienen con aire comprimido. Por
ser un gas más pesado que el aire y más viscoso, no fluye con tanta facilidad como aquél.
El dióxido de carbono tiene propiedades muy diferentes a las del aire. En la fig. 17.1 se
vé un gráfico muestra su característica principal: en cualquier punto por debajo de la línea el
gas está licuado, es decir, se trata de un líquido, mientras que por encima de la línea está en
estado de vapor, es decir, gaseoso. Esto significa que un cilindro con CO2 a una temperatura
digamos que de 20° centígrados, estará a una presión de 812 PSI, con un contenido de las
dos fases en equilibrio, es decir, líquido y gas a la misma temperatura y presión. Si se
aumenta la temperatura parte del líquido se evaporará, aumentará la presión y se llegará a
otro punto de equilibrio con menos líquido y más gas.
Si se permite salir algo de vapor, tal vez para disparar un proyectil, la presión dentro
del cilindro caerá e inmediatamente una parte del líquido “hervirá” para producir gas que
aumente nuevamente la presión y restablezca el punto de equilibrio. Pero este proceso
requiere una cierta cantidad de calor, necesaria para transformar algo de CO2 de líquido a
gas, y ese calor se extrae en lo inmediato de toda la masa del cilindro y su contenido, es
decir, la temperatura del conjunto descenderá, y con ello el punto de equilibrio también,
hasta que se iguale la temperatura con el medio ambiente circundante. Esto es frustrante
para quienes usan este tipo de armas, pues la presión, y por lo tanto la velocidad del
disparo, se irán reduciendo si se efectúan varios disparos en rápida sucesión. La cifra
sugerida de 20° C (o 68° F) puede ser típica de un día de verano en el Reino Unido, pero
vimos que en ese caso la presión es de tan solo 812 PSI, no muy alta si se compara con la
que se obtiene del aire de un tubo de buceo.
rellenar sus depósitos desde otro depósito más grande con mayor cantidad de aire a mayor
presión. Es una operación simple consistente en conectar ambos recipientes, abrir las
válvulas y controlar la presión del recipiente receptor. Esto no es tan simple con CO2. Para
asegurarse de que el recipiente receptor reciba la mayor cantidad de CO2 es conveniente que
su temperatura sea lo más baja posible: sería ideal enfriarlo en un congelador, pero desde ya
esto es poco práctico. Si el depósito no está frío el CO2 entrante como líquido se evaporará
rápidamente, llenando el recipiente a la presión de equilibrio e impidiendo que entre más
CO2 en forma líquida. Cuanto más frío esté el recipiente receptor mayor será la cantidad de
CO2 que entre como líquido. Además, el recipiente de carga se debe ubicar por arriba del
receptor, preferentemente boca abajo para que su válvula de salida esté sumergida en
líquido.
Los rifles que usan CO2 siempre emplean el sistema de disparo por percusión para
liberar gas en el cañón, habiendo sido Paul Guiffard el primero en usar este dispositivo.
Existe sin embargo una dificultad, especialmente si el rifle se dispara apuntando hacia arriba:
la válvula de disparo dejará pasar algo de líquido hacia el cañón, donde inmediatamente
intentará transformarse en gas, pues la presión es inferior a la del depósito. Como esta
expansión es muy rápida el CO2 no podrá absorber suficiente calor del entorno
(transformación adiabática) y se enfriará violentamente llegando a pasar a estado sólido
(hielo seco), lo cual bajará la presión y la velocidad del disparo, que seguramente arrojará
algo de nieve carbónica por la boca, detrás del proyectil.
Habiendo hasta ahora hablado de aspectos negativos del CO2, pasemos a situaciones
en las que su uso puede ser conveniente. El muy individualista armero John Bowkett (uno de
los artífices en el diseño de los rifles BSA) ha construido recientemente unas armas
realmente únicas y eficientes usando este gas. Se trata de diseños que aseguran el trabajo
de la válvula de disparo sólo en fase gaseosa, reduciendo así efectos refrigerantes adversos,
y empleando también calibres muy grandes, que ofrecen mayor eficacia a partir del CO2.
El gran volumen de gas disponible de una carga de CO2 líquido ofrece suficiente energía
para alimentar rifles o pistolas semiautomáticas, de las cuales la pistola Crosman 600 es tal
vez el mejor ejemplo. Aquí el gas no sólo impulsa al proyectil sino también al mecanismo de
alimentación de balines desde un cargador, y lo ubica en la recámara listo para el siguiente
tiro. El cargador contiene diez proyectiles que se pueden disparar uno tras otro tan rápido
como se vuelva a oprimir el gatillo.
Considerando el papel del CO2 en los rifles a gas creemos razonable decir que tiene
muchas ventajas en el campo del tiro no demasiado serio, pero cuando se requiere gran
potencia, precisión y consistencia, las armas neumáticas precargadas con aire tienen todas
las de ganar.
Las primeras municiones para armas de aire consistían en dardos, esferas, o lo que
ahora llamamos “Cat Slugs”. En es claro el origen de este nombre, pero creemos que la
razón obvia no es la correcta. Ninguno de estos tipos de municiones podría alcanzar los
niveles de precisión que pretendemos hoy en día, pero como los rifles no eran potentes, y
muchas veces ni siquiera tenían cañones estriados, no pasaban de ser juguetes domésticos.
Usamos el término “domésticos” para distinguirlos de las armas de gran calibre, con
depósitos esféricos o dentro de la culata, que eran tan buenos e incluso más confiables que
los rifles de disparo por pedernal comunes en épocas pasadas.
La fecha y el fabricante del primer proyectil con forma de diábolo se han perdido en las
nieblas del tiempo, pero creemos que puede haber sido algún entusiasta del tiro con aire
comprimido que también jugara “badmington”, o “baddledore and shuttlecock” 9 como se lo
conocía en aquellos días. Seguramente habrá notado que los “shuttlecocks” siempre volaban
con la parte pesada hacia adelante, por efecto de la cola de plumas, y que conservaban muy
bien la dirección inicial siempre que no hubiera viento. Si esta forma se pudiera reproducir
con plomo podría volar con mejor precisión que cualquier otro tipo de munición entonces
disponible.
Muchos balines con forma de diábolo tienen unas estrías en la superficie de la cola y en
la parte trasera de la cabeza. Generalmente las produce la máquina que las hace rodar sobre
un molde para darles la forma. Un sistema alternativo de fabricación consiste en inyectar
plomo en un molde formado por dos mitades, con la forma exacta del proyectil a obtener. En
estos casos también se pueden fabricar con estrías, si el molde las tiene, y resultan así
geométricamente perfectas. Sin embargo este método se usa para producir balines con
pollera lisa, que suelen resultar muy bien terminados, tal vez con una mínima marca
coincidente con la unión de las dos mitades del molde. Generalmente son más caros pero
tienen mayor precisión y uniformidad que los otros. Las estrías en sí mismas no modifican la
precisión del balín. Se podría suponer que crean una turbulencia adicional, por el giro del
balín alrededor de su eje, absorbiendo así algo de energía. Nunca pudimos probar o refutar
este argumento. Sin embargo los efectos adversos no parecen probables pues el aire que
fluye sobre esa parte del balín está algo enrarecido debido a los rebordes de la cabeza y la
cola, y el efecto sería mínimo.
Originalmente la munición para rifles de aire se fabricaba en tres calibres: .177”, .22”
y .25”, conocidos también como diámetros N°1, N°2 y N°3, respectivamente. Por mucho
tiempo el calibre .25 no fue popular, probablemente porque las armas y municiones de ese
calibre no eran muy precisas. Además, la limitación británica a la energía en boca de cañón
hace que por el peso del balín la velocidad de salida deba ser muy baja. No obstante, en
años recientes resurgió el interés en este calibre pues algunos fabricantes decidieron fabricar
modelos de alta potencia, que aunque están sujetos a la certificación FAC pueden impulsar
los pesados proyectiles de este calibre a velocidades muy razonables. No caben dudas sobre
la efectividad de los calibres grandes en el control de plagas. El calibre .177 a veces actúa
como una aguja hipodérmica, penetrando en la presa sin causar suficiente daño como para
detenerla, mientras que el calibre .25 lo hace instantáneamente. La regla genérica “.22 para
cuero y .177 para pluma” se basa en que un calibre pequeño penetra mejor una capa de
plumas que una más grande, mientras que el .22 mata en forma menos cruel a presas con
cuero.
Otro calibre con éxito algo variable es el .20, del cuál sus seguidores dicen que tiene las
ventajas del .177 y del .22, y pocas desventajas. Pero como no hay muchas armas de ese
calibre, no hablaremos mucho de él, principalmente porque, bueno o malo, no lo hemos
usado en nuestros experimentos. Los dardos de acero no tienen lugar en el uso serio de las
armas de aire ya que su pasaje a alta velocidad a través del cañón no le hace ningún bien al
estriado, aunque tienen algún uso en ferias o kermeses, en dónde se disparan con armas de
cañón liso o rifles ya muy gastados.
A pesar de los muchos intentos hechos para mejorar el rendimiento de los balines,
todavía no hay nada que desafíe en costo, disponibilidad y precisión a la supremacía del
diábolo de plomo, en sus variadas formas. Cada año aparecen nuevos tipos de proyectiles en
el mercado pero la gran mayoría de ellos son apenas pequeñas variantes de la conocida
forma del diábolo. Las distintas marcas de este tipo de proyectiles los ofrecen con distintas
formas de cabeza, como ser planas, huecas, esféricas, en forma de domo, con punta. El tipo
de cabeza plana es el preferido en las competencias de precisión ya que cortan un orificio
bien nítido en los blancos, y suelen ser más precisos en las cortas distancias de este tipo de
torneos. Los de forma de domo son los preferidos por la mayoría de los usuarios. Los
fabricantes siempre exageran sobre las bondades de sus modelos, pero esto es común y
entendible en toda industria. Es difícil establecer una cifra que refleje la producción mundial
de balines, pero ciertamente está en el orden de muchos, muchos millones por año.
Los balines en forma de diábolo son muy precisos aún cuando ni giren sobre su eje, un
hecho demostrable con facilidad disparando con un cañón liso a distancias cortas. Pero tienen
la contra de que su forma produce un gran arrastre al atravesar el aire. Esto significa que su
alcance es menor que si tuviera otra forma mas lisa y aerodinámica, que el tiempo de vuelo
aumenta y llega al blanco con menos energía. Todo esto debe ser muy tenido en cuenta por
el tirador para efectuar los correspondientes ajustes en el momento de apuntar, o para
corregir adecuadamente la mira.
Es evidente que resultaría muy conveniente conocer la calidad de los balines antes de
salir a disparar, especialmente si hay de por medio premios importantes en una competencia.
Se han desarrollado varios métodos por medio de los cuales es posible inspeccionar y
clasificar los proyectiles especiales para competencias, para poder elegir los mejores y poder
eliminar de antemano a los “voladores” (o sea aquellos que sin ninguna razón aparente salen
en una dirección aleatoria arruinando así una puntuación impecable). La selección de balines
de grado para competencia comienza habitualmente con una limpieza de todo un lote con
agua y detergente para eliminar cualquier resto de aceite y partículas de plomo, seguida de
un secado profundo en un horno caliente. Luego se pesa cada balín de manera de formar un
grupo cuyos pesos no difieran en más de un décimo de grain. Los que no cumplan esto se
pueden usar para prácticas o formar otros grupos de distinto peso pero también uniformes
entre sí.
Aunque se pueden usar balanzas comerciales para efectuar estas pesadas, un simple
dispositivo de fabricación doméstica puede medir con una precisión de un cuarto de grain. En
la fig. 18.1 se puede ver una de estas balanzas, consistentes en una tira angosta de metal
delgado doblado en el medio y balanceado sobre el filo de una hoja de afeitar. El peso de
algunas grampas de abrochadora es de exactamente un cuarto de grain 10.
10 N. del T. Los autores hacen referencia a una marca concreta de broches, disponibles en UK, pero la idea
puede ser válida con alguna marca local.
Al ser el diámetro de la pollera de todo balín que se precie levemente mayor que el de
la cabeza, el balín se moverá en un círculo si se lo hace rodar lateralmente sobre una
superficie lisa (preferentemente un vidrio) soplándole suavemente. Cuanto mayor sea la
diferencia entre ambos diámetros, menor será el diámetro del círculo descripto. Suponiendo
que el diámetro de la cabeza es el correcto para el cañón a usar, los balines que ruedan en
círculo cerrado tendrán la cola más grande y por lo tanto un ajuste mas firme que los que
ruedan en un círculo más abierto. Hay que tener en cuenta sin embargo que ciertas marcas
de balines usan mayor espesor de plomo en la pollera, en cuyo caso será aceptable una
menor diferencia de diámetros, ya que con mayor diámetro el material será muy duro como
para adaptarse a los surcos del estriado. Los balines que ruedan en línea recta no serán
útiles a menos que se usen en un rifle de baja potencia que trabaje en el modo cerbatana.
La fig. 18.2 muestra un dispositivo para hacer girar un balín a alta velocidad y
entonces dejarlo caer sobre su nariz sobre una lámina de vidrio, a la manera de un trompo.
Un eje hueco y un dispositivo de vacío sostienen el balín mientras un pequeño motor
eléctrico le imprime una alta velocidad de giro. Colocando el dispositivo hacia abajo y
liberando el vacío, el balín cae sobre la superficie sobre la que sigue girando. La precisión con
que se lo ve girar, especialmente cuando va perdiendo velocidad, es una indicación del
balanceo del mismo. Los proyectiles cortos con colas pesadas, es decir aquellos cuyo centro
de gravedad esta más alejado de la cabeza, tiende a voltearse y girar de costado, no como
un trompo, pero la mayoría lo hacen de punta y si no tienen buen balance se sacuden
violentamente, sobre todo cuando está por detenerse. Desde ya que este método no sirve
para proyectiles de cabeza plana o hueca.
Para establecer la posición del centro de gravedad los encapsulamos en resina que
luego torneamos por ambos lados de forma de tener una lámina con la sección central del
balín perfectamente visible, como se ve en la fig. 18.3. Colocando esas láminas en una
ampliadora fotográfica imprimimos en papel grueso versiones aumentadas de cada perfil.
Después de recortar la silueta del balín la colgamos de dos pequeños orificios hechos en
puntos cercanos al borde (fig. 18.4) y entonces, utilizando una plomada suspendida del
mismo punto, marcamos un punto en el otro extremo del contorno. Con esto se obtienen dos
líneas que atraviesan la silueta y en cuyo punto de intersección está el centro de gravedad
de ese perfil. En la mayoría de los casos se encuentra en un punto entre un tercio y la mitad
de la longitud total, hacia el lado de la cabeza.
Túnel de viento
En nuestras descripciones de los equipos que construimos para hacer algún tipo de
análisis, siempre tenemos muy en cuenta una frase que solemos usar: “Una cosa es hacer
un violín y otra muy distinta es aprender a tocarlo”. Con esto queremos decir que el manejo
de cualquier aparato de medición o prueba requiere paciencia y cuidadosa observación antes
de poder sacar algún provecho de los resultados.
Para investigar las características de las diferentes formas de los balines construimos un
pequeño túnel de viento, que se puede ver en la fig. 18.5. En la base está la unidad de
potencia de una aspiradora doméstica de vacío que aspira aire por un tubo de 1 ¼ pulgadas
de diámetro interno. El aire descendente fluye alrededor de un balín montado en una balanza
que permite así medir la fuerza de arrastre o resistencia del balín al avance en aire.
En la fig. 18.6 se ve el detalle de la balanza, que tiene una parte dentro del tubo y la
mayor parte fuera del mismo. Se comienza con la balanza sin nada colocado, se hace pasar
el aire, y se compensa con pesos exteriores hasta nivelarla. De esta forma se balancea el
arrastre propio de la estructura interna de la balanza. Luego se coloca un balín en el brazo
interior y otro en el exterior, para que el balance se mantenga. Finalmente, con la corriente
de aire, se vuelven a agregar pesos externos para balancear nuevamente. El peso agregado
representa la fuerza de arrastre del balín.
Más abajo del tubo de vidrio hay una restricción del diámetro interno con una forma
conocida como “venturi”, que está acoplada a tubos con forma de U montados en una placa
vertical, de manera que el agua coloreada de su interior tome distintas posiciones en
correspondencia con las velocidades del aire en el túnel.
Las cifras obtenidas por las diferencias de altura entre las dos ramas de los tubos en U
son la base para el cálculo de las velocidades. Se deben tener también en cuenta los valores
de la temperatura, la humedad y la presión atmosférica para calcular correctamente la
velocidad. El procedimiento detallado para estos cálculos se puede encontrar en “British
Standard 1042 (Medición de flujos en conductos cerrados)”.
La máxima velocidad que obtuvimos con este túnel de viento fue de alrededor de
130 FPS, que es baja comparada con las velocidades mucho más reales del orden de
700 FPS. Se debe recordar además que una duplicación de la velocidad produce una
resistencia al desplazamiento cuatro veces mayor. Los cálculos demuestran que haría falta un
motor de al menos diez caballos de potencia para alcanzar las velocidades típicas de un
disparo, lo que la queda fuera de nuestras posibilidades. De todas formas obtuvimos cifras
útiles e interesantes a pesar de la baja velocidad de nuestro dispositivo.
En la fig. 18.7 se muestra una selección de balines representativa de los tipos y formas
habituales. El análisis de las cifras de arrastre, expresadas en grains, muestra que un perfil
con cola larga como el S produce, tal como se esperaba, menos arrastre que los diábolos
comunes que terminan con su pollera de bordes afilados.
Arrastre (grains)
Balín .22 .177
A 16,0 ---
B --- 10,0
C 13,5 ---
D 13,5 8,0
E 18,0 11,0
F 16,5 10,0
G 19,0 11,0
H --- 9,0
J --- 9,5
K 13,5 8,0
L --- 8,5
M --- 9,5
N --- 10,0
O 11,5 ---
P 16,5 10,0
Q 10,5 ---
R 12,0 ---
S 9,0 ---
T 11,0 ---
Posteriormente se analizaron varios balines de calibre .25 para los que se midieron
cifras de entre 35 y 30 grains, dependiendo del diseño. Nuestra intención al analizar estos
calibres más grandes fue no sólo establecer sus fuerzas de arrastre sino también usarlos
como conejitos de Indias para estudiar formas alternativas. Alteramos sus formas básicas
usando plastilina para rellenar sus cinturas o cambiar la forma de la nariz, pero descubrimos
que a la modesta velocidad máxima de nuestro túnel las diferencias fueron casi
imperceptibles.
precisos, otro claro ejemplo de que en esta materia siempre hay que adoptar alguna solución
de compromiso intermedia.
Construimos entonces otro tipo de túnel de viento, cuyo diagrama se puede ver en la
fig. 18.8. Nuevamente se usó una aspiradora como fuente de poder pero en este caso el
aire se impulsa hacia arriba a través de un tubo de diámetro interior variable. Dejando caer
un proyectil en su interior, éste se ubicará en una cierta posición montado sobre la columna
de aire ascendente. La velocidad del aire se puede modificar alterando la del motor, de forma
que el balín llegue tan arriba como sea posible sin rebotar ni tambalearse.
La fabricación del tubo fue harto dificultosa no sólo en el aspecto constructivo sino
también para obtener las dimensiones correctas. El modelo final se moldeó con resina
transparente, con una longitud total de 12” y diámetros internos entre 1/4” y 5/8”, y un
diámetro exterior de 1 1/4”.
Los experimentos con este tubo mostraron que los proyectiles de cabeza plana, cintura
pequeña cerca de la cabeza y bordes afilados de pollera son los más estables. Estas mismas
características habían producido arrastres notablemente altos en el modelo anterior de túnel.
Otros con forma más estilizada rebotaban de arriba a abajo, se colocaban de costado o
incluso llegaban a quedar en posición invertida. Si el centro de la resistencia al aire está por
delante del centro de gravedad al balín se tumbará lateralmente y resulta inútil como tal, a
menos que el estriado del rifle le imparta giro longitudinal. Volviendo al caso de la pelota de
badmington, su centro de resistencia al aire está bien atrás, en algún punto de la cola, entre
las plumas, mientras que su centro de gravedad está adelante, en la cabeza, de ahí su
impecable vuelo a pesar de no tener giro longitudinal.
Mesa de agua
Algunos datos contradictorios indicados por los dos experimentos previos nos indujeron
a construir una “mesa de agua”, con la esperanza de entender el flujo de aire sobre los
balines. La fig. 18.9 muestra el diseño final. La bomba de circulación está sobre el suelo y
toma agua del fondo del tanque y la levanta al tanque superior, desde donde forma un flujo
estable que desciende por una superficie suave de plexiglas, cubriéndola con una capa
uniforme de agua en movimiento. En el inserto de la figura se vé la sección transversal de la
mesa, con las dos canaletas a ambos lados del plano sobre el que fluye el agua. Estas
impiden que las ondas reflejadas contra las paredes laterales lleguen al plano central. La
bomba tiene velocidad variable y la inclinación de la mesa se puede modificar. Combinando
estas dos variables se puede alterar la velocidad y el espesor de la lámina de agua en
movimiento. Con esto se consigue ver patrones muy claros de ondas formadas alrededor de
balines colocados en el centro, semejantes a las que se forman a alta velocidad en el aire.
Por ser el agua mucho más densa que el aire, se puede estudiar el comportamiento de
un objeto en el aire haciéndolo mover en agua a velocidades mucho más bajas. Se pueden
simular perfectamente las condiciones de velocidades reales subsónicas, en la barrera del
sonido y supersónicas. Este amplio rango de velocidades se puede simular con sólo inclinar
más la mesa y aumentar el caudal de la bomba para compensar el aumento del flujo.
En la fig. 18.10 el agua fluye a velocidad equivalente subsónica. La mayor parte de las
perturbaciones está delante del proyectil, causadas por una gran onda que viaja junto con él,
formando otras ondas que se esparcen hacia los costados. La formación de esas onda
requiere energía, que en el vuelo real proviene por supuesto del propio balín. Este tipo de
pérdida se denomina “forebody drag” 11.
11 N. del T. Supongo que “arrastre frontal” sería una traducción correcta de esta expresión, y así lo usaré
en adelante.
En nuestro afán de ver con mayor claridad el efecto de las ondas a velocidades
subsónicas multiplicamos por diez las dimensiones de los balines moldeándolos en plástico
grueso (fig. 18.12). Una pequeña cantidad de polvo de aluminio en suspensión en el agua
mejoró la visibilidad y confirma la existencia de la zona de aire comprimido producida por el
vuelo del proyectil. Esta zona se hizo claramente visible porque las partículas en suspensión
dejaban de estarlo como consecuencia de que el flujo de agua prácticamente se detiene
frente al balín, y la precipitación del polvo forma un arco alrededor de la nariz. Esta zona se
acerca cada vez más a la nariz a medida que se aumenta la velocidad y se convierte
eventualmente en la onda de choque al alcanzarse la velocidad del sonido.
El aire roba continuamente energía cinética del balín durante su vuelo. Hemos visto en
detalle el arrastre frontal que, debemos admitir, es de menor importancia a velocidades
subsónicas. A las velocidades típicas de las armas de aire el arrastre y las perturbaciones
producidas por la cola del proyectil, o “arrastre de base”, es de mayor importancia. Se
produce principalmente porque el aire no puede llenar el vacío o “hueco” que se produce
detrás de la cola con suficiente rapidez, y esto produce un efecto de succión hacia atrás.
Colocando un plato de canto debajo de un chorro de agua se puede ver que a cierto
ángulo al agua se desliza por la parte inferior del plato como si estuviese pegada al mismo.
El aire se adhiere de la misma forma al balín durante su vuelo y al hacerlo se resiste al
movimiento por lo que se denomina “fricción de piel”. El proyectil de hecho arrastra una
delgada capa de aire a su alrededor, de forma tal que el aire en contacto con el balín se
mueve prácticamente a su misma velocidad, disminuyendo ésta a medida que aumente la
distancia a la superficie. A cierta distancia del balín el aire no se mueve. Todo este espacio de
capas de aire a diferentes velocidades es lo que produce el efecto de fricción de piel, o de
superficie, que es el factor que consume más energía, seguido por el arrastre de la base y
finalmente por el arrastre frontal.
El flujo alrededor del balín se complica un poco más por el estrechamiento de la cintura
del diábolo, que produce algo de turbulencia. En cierta ocasión, usando la tabla de agua, una
pequeñísima partícula de polvo quedó atrapara entre la cabeza y la cola, girando en ese
punto como un trompo, sostenida firmemente por la corriente de torbellino.
Ensayos destructivos
Deformación
Todos los ensayos relacionados con la forma del proyectil se han realizado con
ejemplares nuevos, sin disparar, pero cabe preguntarse si el balín que sale por la boca del
cañón es igual al que colocamos en la recámara antes del disparo. La respuesta es
generalmente “no”, especialmente a altas velocidades. La cola del diábolo se expande al
recibir la súbita liberación de presión, lo que altera el perfil y por lo tanto su comportamiento
en vuelo, siendo el efecto más pronunciado a altas velocidades, es decir, con presiones
mayores.
Los balines de la fig. 18.13 muestran lo que les ocurre al acelerarlos a través del
cañón. Se ven tres ejemplos de cada uno: el de la izquierda sin disparar, el del centro
disparado con el proyector usando aire precomprimido, y el de la derecha usando impulso
por resorte y pistón. En todos los casos se usó el mismo cañón.
En la siguiente tabla se indican los datos de cada balín y cada tipo de disparo.
El estudio de estos balines y sus velocidades demuestra que no hay dos marcas que se
comporten de la misma forma. El A se dobló completamente al dispararse con resorte pero
resistió la descarga del rifle neumático. El B se deformó bastante con resorte y apenas con
neumático, aún cuando la velocidad final fue mucho mayor. En términos generales los
resorteros producen más deformación al balín que los neumáticos.
Obviamente queríamos saber qué efecto tenía sobre la precisión y las características de
vuelo la deformación causada por la compresión. Para eso expandimos deliberadamente
algunos proyectiles usando aceite a alta presión aplicado en la parte trasera de balines
retenidos en un trozo de cañón. Los balines deformados no volaban correctamente, o por lo
menos no de igual forma que sus versiones intactas en el túnel de la fig. 18.8 y mostraban
un arrastre menor en el túnel de la fig. 18.5 todo lo cuál deteriora la precisión.
Los balines de la fig. 18.13 debieron ser detenidos suavemente para no alterar más
sus deformaciones. El problema de detener proyectiles en vuelo sin alterarlos suele
resolverse de dos formas, según la cantidad que haya que analizar. Si se encara un ensayo
que suponga un gran número de disparos, hemos encontrado que la gelatina de repostería
es una substancia muy satisfactoria. Se debe preparar de la forma habitual pero duplicando
o triplicando su cantidad para igual volumen de agua. La mezcla se vierte en un envase
plástico de gaseosa hasta llenar ¾ de su volumen y se deja enfriar y endurecer con la botella
acostada. Finalmente se corta la botella para extraer el cuerpo oblongo resultante que
recibirá los disparos por su extremo más plano. Una coloración amarillenta es la mejor para
ver claramente los balines en su interior y extraerlos usando una pinza puntiaguda.
Por otra parte, si sólo ocasionalmente queremos detener algún disparo, podemos
emplear un método que nos fue sugerido por un entusiasta del tema. Se usa un trozo de
caño plástico (pvc) de desagüe de 3” de diámetro y 60cm de largo lleno parcialmente con el
material sintético que se usa para relleno de almohadones. La versión de algodón no es
adecuada por tener fibras cortas no suficientemente fuertes para frenar al proyectil. Al
disparar dentro de este dispositivo el balín se enreda con la fibras y empuja parte del relleno
hacia el fondo del tubo, absorbiendo en el proceso la energía del proyectil. Reubicando el
material se puede reusar casi indefinidamente. En cambio la gelatina se destruye después de
cierto número de disparos.
Movimiento en espiral
Primeramente estiramos un sedal de pesca fuerte desde encima de la boca del cañón
de nuestro proyector hasta un punto por encima de un grupo de disparos de prueba sobre un
blanco a treinta yardas de distancia. Usando soportes ajustables colgamos cuatro o cinco
hojas de papel de arroz a intervalos regulares a lo largo de la trayectoria del balín. En cada
hoja se dibujó una línea vertical usando una plomada, justo debajo de la línea de pesca. De
esta forma tuvimos un juego de líneas de referencia todas en el mismo plano vertical. Si la
trayectoria del disparo tuviera forma de espiral los impactos aparecerían a veces a un lado de
una línea vertical y otras al otro lado. No se podrían detectar los desplazamientos verticales
pero esto no invalida el experimento ya que se detectarían los desplazamientos horizontales.
Nos preguntábamos por qué los balines parecen menos precisos a grandes distancias.
Entre las posibles explicaciones estaría una eventual pérdida de la velocidad de rotación, a
mayor ritmo que la pérdida de energía cinética de traslación. En otras palabras, si el giro
longitudinal se detuviera antes de alcanzar el blanco, probablemente habría una notable
pérdida de precisión.
Probamos que el giro no se detiene aun después de un largo vuelo colocando una pizca
de tinta de bolígrafo en un lado del balín y disparándolo a través de dos hojas de papel de
fotocopia, suspendidas a distintas distancias entre rifle y blanco, y separadas por una
distancia aproximadamente igual a la mitad del paso del estriado del cañón. El examen de
los papeles siempre mostró salpicaduras de tinta en algún punto del borde del orificio con
diferencias angulares próximas a los 180° entre las dos hojas. Si el giro se hubiera detenido
las marcas aparecerían en igual posición.
Lo más dificultoso para llevar a cabo ensayos con rifles o proyectiles es encontrar el
lugar adecuado. Lo ideal es un edificio largo y cubierto, libre de corrientes de aire, pero sitios
así, como viejas fábricas abandonadas, no se encuentran fácilmente por ahí. En una ocasión
resolvimos un problema comprando un largo tramo de película de polietileno, que se fabrica
como tubo. Sellamos en forma permanente un extremo con cinta adhesiva, y parcialmente el
otro extremo de manera de poder entrar y salir. Se colocaron rifles, blancos y un
atrapabalines dentro antes de inflar el conjunto con una aspiradora. El tubo tenía unos
cuarenta pies de largo y cuatro de diámetro, y nos ofrecía la solución que necesitábamos en
ese momento, pudiendo luego desarmarlo y plegarlo para usos futuros. El inconveniente
principal es que se debe armar contra un cerco o pared para mantenerlo firme, pues es muy
sensible a los vientos fuertes.
En el capítulo sobre cañones señalamos que la boca es tal vez la parte más importante
del cañón en cuanto a precisión se refiere, ya que es en ese punto donde se define la
trayectoria del proyectil en relación a la línea del centro geométrico del ánima. Por eso
pasamos horas investigando el comportamiento del balín en ese punto. Queríamos saber qué
factores influyen sobre el balín en el momento en que comienza el vuelo hacia el blanco.
Nuestra principal herramienta para este tipo de investigación fue la “Fotografía con
chispas”. Con este método el proyectil se puede fotografiar en vuelo. Aunque el resultado es
una silueta o sombra y no una verdadera fotografía, es igualmente de gran valor porque
también muestra el patrón de flujo de aire alrededor del balín, que es el elemento más
importante para el estudio balístico. La técnica nos fue presentada por Mr. C. B. Daish
durante una visita al Royal Military College of Science, Shrivenham, Wiltshire, y desde
entonces nos ha sido de gran valor para nuestra investigación sobre el vuelo de los balines.
El sistema se basa en la luz instantánea y de gran intensidad que emite una chispa de
alta tensión, que prácticamente congela al proyectil en pleno vuelo. Se coloca papel
fotográfico de alta sensibilidad unas pocas pulgadas por detrás de la trayectoria del disparo,
y la fuente de luz se ubica a varios pies por delante. Para disparar la luz utilizamos un haz de
luz infrarroja ubicado frente a la boca del cañón, o atravesando perforaciones en el cañón
mismo, antes de su boca. También usamos retardo electrónico variable para poder disparar
el destello un tiempo después de que el proyectil interrumpa el haz infrarrojo. De esta
manera pudimos fotografiar al proyectil en cualquier punto de interés durante la primera
parte de su viaje. Si bien el proceso en sí es bastante simple, la dificultad surge del hecho de
que todo el procedimiento se debe hacer en completa obscuridad. Para facilitar un poco las
cosas usamos pequeños puntos luminosos para iluminar elementos importantes como los
balines, la recámara y las válvulas de aire.
En los primeros experimentos que realizamos antes de escribir nuestro primer libro
“The Airgun from Trigger to Muzzle (1976)” tomamos imágenes de proyectiles en el
momento de abandonar la boca del cañón de nuestro rifle a resorte, y siempre eran seguidos
por detrás por un impresionante grupo de ondas de choque. En cambio cuando
disparábamos dardos, el aire detrás tenía poca o ninguna energía, lo que resultaba evidente
pues la cola de pelos se veía firme y armada por el flujo de aire circundante. Esto nos
sorprendió pues suponíamos que las ondas de choque eran indicativas de la presencia de aire
en expansión, y esperábamos por lo tanto ver la cola del dardo abierta, desparramada por el
soplo de ese aire. La conclusión es que esas ondas se deben producir al comienzo del cañón,
viajan detrás del balín y se dispersan con suavidad cuando salen.
Cuando comenzamos a fotografiar los disparos efectuados con rifles neumáticos para
incluir ese material en este libro nos decepcionó un poco encontrar que el estampido de aire
en la boca no es tan espectacular como los que habíamos visto en el caso de rifles a resorte.
En todos los casos tomaba la forma de un globo en expansión cuyo tamaño depende sólo de
la magnitud de la presión detrás del balín. Sin embargo, cuando disparamos dardos,
especialmente a alta velocidad, vimos lo que habíamos estado esperando ver: la cola del
dardo resultó soplada dramáticamente en todas direcciones (fig. 19.10). Aun a bajas
velocidades la cola resultaba bastante perturbada, pero a velocidades altas quedaba
totalmente doblada hacia los costados. No pudimos saber durante cuánta distancia de vuelo
se mantenía esa deformación ya que trayecto que se podía fotografiar era de sólo ocho
pulgadas por delante de la boca. Suponemos que la cola se estabilizará en una distancia de
12 a 18 pulgadas, dependiendo de la velocidad.
Una de las sorpresas más interesantes de la fotografía surgió en forma accidental. Nos
habían dicho que todos los proyectiles tienden a ladearse al salir por la boca, o sea que se
tambalean en todas direcciones antes de tomar el curso correcto. En estudios previos nunca
habíamos visto que esto ocurriera, y sin embargo en muchas fotos tomadas en las primeras
etapas de estos experimentos se podían ver balines torcidos y claramente fuera de alineación
con el cañón (fig. 19.13). Al principio creímos que nos habíamos topado con una de las
causas de los “voladores” hasta que examinamos cuidadosamente la boca del cañón y nos
dimos cuenta de que estábamos usando un cañón cuya boca habíamos ensanchado para otro
experimento, y lo peor, que un tornillo usado para detener un cronómetro se proyectaba en
el sector ensanchado. Esta era obviamente la razón del ladeo excesivo. Cuando le
mencionamos esto a nuestro experto en balística nos señaló que era un procedimiento
habitual en el desarrollo de munición explosiva militar: introducen un ladeo exagerado para
determinar ciertas características del proyectil.
Fig. 19.1: En los primeros experimentos nos sorprendió ver estas burbujas saliendo
por la boca. Se trata del residuo aceitoso del disparo previo que es empujado por el nuevo
disparo. Soplando por el cañón antes de disparar esto no ocurre.
Fig. 19.2: Los dardos fueron herramientas de investigación importantes ya que sus
colas indican con claridad la dirección e intensidad del flujo que las rodea. Estas dos fotos de
dardos disparados con rifles a resorte muestran poca o ninguna presión detrás de las colas.
Fig. 19.3: Aquí se cargaron dos balines juntos para ver si permanecían juntos en el
cañón de un rifle neumático. El globo de aire en expansión es característico de todo disparo
hecho con este tipo de rifles.
Fig. 19.4: Disparar balines o dardos al revés a menudo rinde datos interesantes acerca
del flujo a su alrededor. En este caso una parte del aire que deja el cañón viaja claramente a
más velocidad que el dardo mismo ya que movió a algunos pelos sueltos de la cola por
delante del dardo.
Fig. 19.5: Una selección de balines se disparan en posición invertida. Todos muestran
las ondas de choque características que siguen a un balín disparado por un rifle a resorte.
También se vé una nube de aire de poca energía dispersándose alrededor de la nariz.
Fig. 19.9: Ocho balines disparados con resortero, incluyendo uno esférico. El objeto en
la parte inferior cerca de la boca es el detector del haz infrarrojo que se interrumpe al paso
del proyectil, para disparar el destello luminoso.
Fig. 19.10: La enorme energía remanente en un rifle neumático al salir el proyectil por
la boca se ve al disparar estos dardos.
Fig. 19.11: En estos dos se ve que el aire pasó al cuerpo del dardo mientras se movía
por el cañón y extrajo algunos pelos sueltos de la cola y los expulsó fuera de la boca, delante
del dardo. Además la cola resulta expandida por el aire a su frente.
Fig. 19.13: Esta serie muestra el ladeo resultante de una boca de cañón muy dañada.
Aunque esto no es aceptable en un rifle normal, la inducción de este tipo de falla es un
procedimiento normal en el desarrollo de misiles por proveer información sobre el
comportamiento y características de los mismos.
Fig. 19.14: Una serie de balines con cabeza en forma de domo al dejar la boca y viajar
hacia el blanco. La onda visible frente a los tres primeros proyectiles es aire que viajó por el
cañón delante del balín mientras éste era impulsado hacia la boca.
Fig. 19.15: Otra selección de balines semejante a la vista en la fig. 19.9, pero
disparados por un rifle neumático.
Balística teórica
Los libros de texto sobre armas, cuando hablan de trayectorias, comienzan describiendo
la curva perfecta que describiría un proyectil disparado en el vacío. En tal situación no
perdería velocidad por la resistencia del aire, lograría su máximo alcance si se dispara a un
ángulo de 45° y aterrizaría a la misma velocidad con que partió del arma. Ciertamente
perdería velocidad en el tramo ascendente de la trayectoria, pero la ganaría nuevamente en
el tramo descendente. No muchos de nosotros tendrá siquiera la posibilidad de someter esto
a prueba a menos que reserve un boleto para ir a la Luna y darse el lujo de disparar en el
vacío.
Sin embargo, aquí en la Tierra, una vez que el proyectil sale por la boca del cañón está
sujeto a las leyes de la balística exterior, en la cual la resistencia del aire y la fuerza de
gravedad son los actores principales. La gravedad terrestre hace que el proyectil (al igual
que cualquier objeto que se deje caer libremente) caiga con una velocidad que crece 32,2
pies por segundo por cada segundo de tiempo transcurrido, es decir, con una aceleración de
32,2 pies sobre segundo al cuadrado (o 9,80665 m/seg2, en el sistema métrico decimal), y al
mismo tiempo la fricción con el aire frena el movimiento, de manera que el tiempo total de
tránsito aumentará, y habrá más tiempo para la caída vertical. Todo esto hace que el alcance
máximo no se consiga a 45° sino a algún ángulo entre 30° y 35°.
El estudio matemático de la balística exterior es como un pozo sin fondo, cuanto más se
sabe más parece ser lo que falta saber, ya que abarca desde nuestro humilde balín, pasando
por los misiles militares hasta los cohetes espaciales. Cuanto más se ahonda en el tema más
complicadas son las matemáticas involucradas. Hay algunos libros dedicados a esta materia,
de manera que si alguien quiere profundizar en esta ciencia deberá visitar bibliotecas y
solicitar esta información tan especializada. En este capítulo sólo enfocaremos los aspectos
que tienen influencia observable en el caso del vuelo de nuestros sutiles balines, en la poca
distancia y durante el corto tiempo en que están en el aire.
Uno de los primeros temas de estudio fue la caída del balín. Hicimos un experimento
muy cuidadoso para establecer la diferencia entre la teoría y la práctica para este tipo de
caída. Notamos que al disparar a 30 yardas los proyectiles de calibre .177 caían
0,3 pulgadas más de lo calculado mientras que los de calibre .22 lo hacían 0,03 pulgadas
menos que lo esperado. Ambos se dispararon a 815 FPS y 590 FPS respectivamente,
manteniendo así una energía en boca de cañón de 12 Ft. lbs. en cada calibre. Las curvas se
muestran en la fig. 19.16. Nunca encontramos la razón exacta de esta anomalía, pero
podría deberse a distintos efectos aerodinámicos relacionados con la forma de los balines,
que producen elevación en algunos casos y descenso en otros. Este efecto se manifiesta
también en otros tipos de proyectiles, por lo que no nos sorprendió que ocurra en los balines
para aire comprimido.
Las causas de las diferencias descriptas no son las mismas que hacen que una pelota
de fútbol o tenis súbitamente suba, caiga o dé un viraje en medio del vuelo. Estas
desviaciones se deben a la rotación de la bola y son causadas por lo que se denomina “Efecto
Magnus”. Por ejemplo, cuando una pelota de tenis es golpeada por el jugador, según el
ángulo de la raqueta puede salir despedida con un movimiento giratorio. Si el eje del giro es
horizontal y transversal respecto a la trayectoria, y la parte superior de la pelota gira hacia el
jugador y la inferior hacia adelante, la bola tenderá a subir pues la presión en su parte
inferior será mayor que en la superior debido a las distintas velocidades del aire respecto a la
superficie de la bola. Si el eje del giro es vertical la trayectoria se curvará lateralmente hacia
el lado que se mueve hacia atrás, es decir, hacia el jugador. Si se observa con atención un
partido de tenis a menudo se podrán notar estas extrañas curvas de la pelota en su viaje de
un lado al otro de la cancha. Puesto que nuestros balines giran habitualmente en sentido
horario alrededor de su eje longitudinal, la única desviación que se puede producir es lateral
hacia la derecha. Todo proyectil estabilizado por giro se desvía en la dirección de su giro,
pero sólo una muy pequeña parte de esa desviación se debe al efecto Magnus ya que la
principal causa es la propia estabilización giroscópica. A medida que el proyectil trata de
cambiar su dirección hacia la tierra, el efecto giroscópico hace que apunte levemente hacia la
derecha y esto produce una fuerza hacia la derecha. La desviación aumenta con el recorrido
hacia el blanco porque la fuerza que desvía al proyectil actúa por más tiempo.
Verificamos varias veces los ajustes del equipo por si las desviaciones hacia arriba u
abajo pudieran deberse a errores de los aparatos. La principal causa de error podría ser la
altura relativa del blanco respecto al cañón, ya que no es fácil ubicar con precisión dos
puntos distantes treinta yardas entre si. Solucionamos el problema usando un tubo plástico
flexible transparente con agua coloreada en su interior. Siempre que no haya burbujas en su
interior, las superficies del agua en el interior, en ambos extremos, están al mismo nivel (se
trata del dispositivo ampliamente usado por cualquier albañil).
D=1/2 g t 2×12
Note que no se ha hecho ninguna referencia al peso del balín, ya que el peso, o mejor
dicho la “masa” no influye en el cálculo de la caída. Un cuerpo pesado cae con la misma
aceleración que uno liviano, que es de 32,2 Ft./seg2 (o 9,80665 m/seg2, en el sistema
métrico decimal). En otras palabras, después de un segundo, la velocidad de caída será de
32,2 Ft./seg, después de dos segundos, de 64,4 Ft./seg, y así sucesivamente. Sir Isaac
Newton se aseguró de esto dejando caer diversos objetos desde la cúpula de la catedral de
San Pablo. Se debe recordar que g es una aceleración y no una distancia. Si calculamos el
valor de la caída de un objeto después del primer segundo usando la ecuación anterior
veremos que dicho valor es 193,2 pulgadas, o 16,1 pies, no 32,2 pies.
Una aclaración relacionada con la física. A veces hablamos de peso y a veces de masa.
Supongamos que tenemos un satélite de comunicaciones que en tierra pesa una tonelada y
una vez en órbita no pesa nada. Esto se debe a que la velocidad con que recorre su órbita
produce una fuerza centrífuga que equilibra exactamente la atracción gravitatoria de la
Tierra. Es evidente que el satélite no perdió nada de su masa, que es la substancia de la que
está compuesto. El peso es una manifestación de la fuerza de atracción gravitatoria que otro
objeto ejerce sobre esa masa.
que acelerar, y si la masa es mayor acelera más lentamente (tiene más inercia). Estos dos
efectos opuestos, atracción mayor y aceleración menor, se equilibran mutuamente y el
resultado es que todos los cuerpos aceleran de igual forma al caer según el valor g constante
para todos.
De la ecuación anterior resulta claro que el único factor que define la magnitud de la
caída del balín es el tiempo de vuelo, que a su vez depende de la velocidad inicial en boca de
cañón y del arrastre que el aire produce sobre el balín, que le resta velocidad. Estos dos
factores son los que fomentan a los fabricantes de rifles a aumentar la velocidad de disparo,
y a los fabricantes de munición a conseguir formas de proyectiles que reduzcan el arrastre en
el aire. Cuanto más rápido llegue el proyectil al blanco menos tiempo tendrá para caer, y la
curva de la trayectoria será menor. Esto a su vez simplifica la corrección de las miras en
disparos a larga distancia.
Por otra parte la situación con la munición de artillería es totalmente diferente, ya que
el costo de un proyectil probablemente sea mayor al del mejor de nuestros rifles, y es
importante que el primer disparo dé en el blanco, o muy cerca de él. En el campo de la
artillería naval la teoría balística es todavía más importante, especialmente si el blanco está
fuera de la vista, más allá del horizonte. Pocas de sus ecuaciones son aplicables a nuestros
diminutos balines, esos cálculos además conciernen a vuelos supersónicos, y hay que tomar
en cuenta la rotación de la tierra, que es un factor que en realidad no nos preocupa en lo
más mínimo.
Aunque de lo expresado surge que la teoría balística tiene poco lugar en el campo del
tiro con aire, creemos que es un tema fascinante que vale la pena describir. Los proyectiles
futuros podrían tener características tan diferentes de los actuales que el conocimiento de
términos balísticos podría ser la única forma de establecer comparaciones precisas.
Muchas veces hemos visto artículos en los que se discutían las Tablas Balísticas o los
Coeficientes Balísticos, pero cuando intentamos traducir esto en información útil aplicable al
vuelo de los balines encontramos fallas en los argumentos. Los libros de texto suelen tratar
estos temas con gran profundidad, pero mostrando problemas y detalles que no tienen lugar
en el tiro con aire, por lo que finalmente abandonamos el intento de desenredar el embrollo
y recurrimos a nuestro amigo Miles Morris para que nos ayudara a organizar algunos hechos
importantes para nosotros.
Sin embargo, dentro del contexto de las armas de aire, C no es el mejor coeficiente a
usar porque expresa correcciones por condiciones atmosféricas que, como ya hemos dicho,
no son aplicables en nuestro caso. Usaremos entonces el término CO que es más adecuado
para nuestro ámbito.
W
Densidad seccional =
d2
Como primer ejemplo tomemos un balín calibre .22 de 12 grains de peso (recordemos
que 1 libra = 7000 grains, de manera que 12 grains = 12/7000 =0,001714 libra). Esto nos
da:
0,001714
Densidad seccional = = 0,03595
0,222
0,002875
Densidad seccional = = 0,05903
0,222
Estas son las cifras de la densidad seccional de los dos balines. Aunque el peso está
dado en libras y el diámetro en pulgadas, no se suelen indicar dichas unidades. Se usa la
relación, que resulta útil para continuar con los cálculos.
A igualdad de todo otro factor, el segundo de los balines debería llegar más lejos con
igual velocidad de partida, ya que su energía inicial es mayor. Pero supongamos que la forma
del primero es mucho mejor desde el punto de vista aerodinámico que la del segundo. Esto
haría que la simple comparación inicial tal vez no fuera correcta, ya que debemos tomar en
cuenta el efecto de los distintos arrastres del aire con cada balín.
W
CO =
id 2
con la velocidad, de manera que si no se conocen las características de vuelo del balín no se
puede seguir con los cálculos.
Tablas balísticas
Las Tablas Balísticas que se muestran en la página siguiente son una transcripción de
un trabajo original del año 1928, cuya formulación está fuera del alcance de este trabajo,
pero permiten determinar varias características del vuelo de los proyectiles.
Podemos usarlas para determinar varias características del vuelo de los balines.
Supongamos que la velocidad de salida de un balín calibre .177 de 10 grains es de 700 FPS y
que su velocidad en un punto a 90 pies de distancia es de 600 FPS. Usando esta tabla
podemos determinar el coeficiente balístico CO:
Diferencia: S1 – S2 = 3995,1
2
Densidad Seccional W /d 0,0456
i = = = = 2,027
CO CO 0,0225
Si hubiéramos querido saber el tiempo de vuelo hasta los 60 pies, buscamos los valores
de T correspondientes a 630 FPS y 700 FPS., que son 200,437 y 204,556 respectivamente.
La diferencia es T = T2 – T1 = 4,119 y entonces:
Si quisiéramos hacer los cálculos con más exactitud, deberíamos interpolar el valor de
la velocidad entre los dos valores de S tabulados, con lo cual habríamos obtenido una
velocidad de 631,7 FPS y entonces T2 habría sido 200,543 y el tiempo hubiera dado
0,0903 segundos.
A modo de verificación de estos cálculos usamos las cifras obtenidas durante los
experimentos. Con un balín calibre .22 la velocidad de salida fue de 590 FPS y la velocidad a
90 pies de 519 FPS. Con esto resultó un CO = 0,02777. Usando este valor y las tablas
calculamos una velocidad de 550 FPS a 50 pies, y la velocidad real medida fue de 549 FPS.
El tiempo calculado dio 0,088 segundos y el real medido fue de 0,083 segundos. Es decir que
los valores predichos con las tablas son casi idénticos a los reales.
Usando las cifras anteriores y la ecuación para la caída es posible calcular las caídas en
distintos puntos a lo largo de la trayectoria. Con las cifras obtenidas se puede dibujar la
curva que sigue el balín en su recorrido, y de ahí establecer el alcance de uso máximo
razonable para ese proyectil. Obviamente se deberá inclinar hacia arriba el cañón para
compensar la caída del proyectil, lo cual incrementa la distancia, pero en los cálculos
ignoraremos esta diferencia de recorrido pues es muy pequeña. A mayor distancia al blanco
mayor deberá ser la inclinación del cañón.
Efectuamos los cálculos con el proyectil que ya mencionamos cuyo CO era de 0,02777 y
obtuvimos las siguientes cifras de caída:
Distancia en pies 20 30 40 50 60 70 80 90
Caída en pulgadas 0,25 0,50 0,92 1,47 2,21 3,57 4,28 5,13
Debemos admitir que este fue un trabajo largo, desafiante y que requirió mucha
paciencia. Primero hubo que calcular la velocidad en cada punto, luego el tiempo de vuelo
hasta esos puntos y finalmente la caída resultante de esos tiempos de vuelo. Por supuesto
que usamos calculadoras modernas, pero al hacerlo no pudimos menos que recordar a los
primeros técnicos en balística que en 1890 produjeron las tablas, y también a los tiradores
que las usaron antes de que existieran computadoras.
Con las cifras indicadas dibujamos las tres curvas que se ven en la fig. 19.17. La curva
A representa esas cifras cuando el ángulo de disparo es cero, es decir, el cañón está en
posición horizontal. En la práctica necesitamos conocer la curva al disparar a blancos más o
menos a la altura de la boca del cañón para poder comparar distintos tipos de balines. Esto
se puede lograr usando un trozo de alambre fino al que le damos la forma de la curva
dibujada, y luego, tomando como centro el punto de disparo, hacemos pivotar en él al
alambre hasta que se cruce con líneas verticales trazadas a las distancias de interés a la
misma altura que el cañón. El alambre representará entonces la forma de la curva real de
disparo. En la figura se ilustran las curvas B y C, que corresponden a las distancias de 50 y
90 pies, respectivamente. También vemos qué pasa con el proyectil antes y después del
punto de calibración del rifle. Este sistema es perfectamente adecuado para el tiro con aire a
distancias normales y elevaciones o depresiones moderadas del blanco respecto a la boca del
cañón, pero si el blanco está mucho más arriba o abajo deberemos introducir pequeñas
correcciones basadas principalmente en nuestra experiencia.
Hace algunos años un entusiasta de este tema llevó a cabo un detallado experimento y
determinó que los proyectiles calibre .22 pueden llegar a distancias de poco más de
300 yardas, mientras que el calibre .177 caían antes de esa distancia. En ambos casos se
usó una energía en boca de 12 Ft. lbs. De todas formas, para lograr esas distancias se debió
aumentar el ángulo del cañón a valores inútiles para conseguir algún tipo de precisión.
Desde el punto de vista del tirador, la única forma de asegurarse de que el impacto
ocurra en el blanco es conocer el ángulo que debe tener el cañón al disparar para que la
curva de la trayectoria dé en el blanco. Este es un procedimiento habitual en el tiro de
artillería en el que el equipo tiene modos de fijar dicho ángulo, pero no es de utilidad en
nuestro caso pues no tenemos tales medios de medición. Sin embargo, en tanto sepamos
que nuestro sistema de puntería está calibrado para cierta distancia, podemos estimar,
conociendo la curva, cuanto habrá que apuntar arriba o abajo para dar en el blanco a
distintas distancias13.
Se ha dicho que los cálculos son “sistemas idealizados de análisis”, y esto parece ser
muy cierto en el caso de la trayectoria de un disparo con armas de aire. Es fácil caer en la
tentación de usar tres o cuatro lugares decimales en una calculadora o computadora para
obtener datos finales más exactos, pero en la práctica no hay dos balines que lleguen tan
cerca uno del otro como para justificar mediciones de posición en términos de milésimas de
pulgada. Tampoco se debe olvidar que las características declaradas de un tipo de balín son
en realidad el promedio de un enorme número de disparos, de manera que siempre existirá
una cierta incertidumbre en el resultado de un disparo aislado. Esta incertidumbre se
incrementa más todavía al ignorar algunos pequeños desplazamientos producidos por efectos
aerodinámicos. Todo esto nos lleva nuevamente a la afirmación inicial de que conocer el
13 N. del T. Hay que tener en cuenta que este libro se escribió en 1976 y luego en 1995. Si bien en 1995 ya
se disponía de computadoras y tecnología suficientes, todavía no estaban a disposición de cualquier persona
programas como ChairGun, por poner sólo un ejemplo, que hacen que todos estos cálculos sean cuestión de
segundos indicando a esos programas los datos reales correspondientes a los parámetros físicos de nuestro
equipo. En el caso del programa mencionado, los autores de hecho utilizaron modelos matemáticos basados
en las investigaciones de los Cardew, aunque en la última versión aclaran que han cambiado por otro
esquema más preciso.
No está de más aquí dar una definición del coeficiente balístico: se trata de un factor
que expresa la relación entre la función de arrastre normal, o standard, y la real. La función
de arrastre normal es la correspondiente a un proyectil cuyas características balísticas se han
estudiado en gran detalle y que se toma como referencia. En nuestro caso tenemos que
comparar el comportamiento de nuestros diminutos balines con una munición de tipo militar,
con la que se han construido las tablas.
En años recientes, el uso del coeficiente balístico como base del estudio de los
proyectiles ha sido reemplazado por el término “Coeficiente de arrastre”, Cd. Esta cifra tiene
la ventaja de la facilidad con que se puede medir la velocidad. Además el valor de Cd se
refiere a un balín o proyectil en particular, y no es la comparación con uno normalizado o
“standard”. Es por lo tanto una cifra que representa de forma más precisa las características
de un proyectil que CO. Su expresión es la siguiente:
M V2
Cd = ln
KS V1
24,01 para .177, 30,6 para .20, 35,87 para .22 y 47,81 para .25
Así, en el caso típico del calibre .177 la fuerza fue de 12 grains y dividiendo por 24,01
nos da un Cd de 0,499. En el caso del calibre .22 resulta un Cd de 0,348 al dividir la fuerza
de 12,5 grains por 35,87.
3M 1 1
t = −
KCd V2 V1
1 1
3S −
V2 V1
t =
lnV 1 /V 2
Una de las destrezas más difíciles de desarrollar en el tiro con aire es la de poder
estimar cuánta corrección introducir cuando se dispara en días ventosos. Esto es
particularmente dificultoso pues el viento muy rara vez sopla en forma uniforme desde una
dirección, pero hay una ecuación que puede ser de ayuda. Se la conoce como “Rifleman's
Formula”, o fórmula del tirador:
D = W T − T2
Supongamos una velocidad de salida de 600 FPS y un recorrido de 90 pies (30 yardas)
hasta el blanco, con un viento cruzado de 1 milla por hora (1 MPH equivale a 1,4667 FPS).
Usando las tablas encontramos un tiempo de vuelo de alrededor de 0,165 segundos,
mientras que en el vacío sería de 0,150 segundos. La desviación resultante sería en este
caso de 0,022 pies, o 0,265 pulgadas.
Este es un recurso algo teórico para resolver una difícil situación ya que supone un
viento constante y un conocimiento total de las características balísticas del proyectil.
PRECISIÓN
Se seleccionaron tres cañones calibre 0,177 y cuatro 0,22, con seis tipos distintos de
proyectiles calibre 0,177 y cuatro calibre 0,22. Nuevamente utilizamos el “proyector” para
efectuar los disparos, por lo que pudimos contar con una plataforma sólida y la posibilidad de
modificar la potencia. Cada combinación cañón/balín se probó a cinco presiones escalonadas
en 200 PSI, comenzando la serie en calibre 0,22 en 200 PSI y la serie en calibre 0,177 en
400 PSI. En todos los casos las presiones y velocidades producían energías comprendidas en
la región de los 12 Ft. lbs. en boca de cañón.
En todos los casos la distancia fue de 30 yardas y los balines se trataron de igual forma,
es decir se sacaron de la lata y se lubricaron muy levemente con aceite liviano antes de
introducirlos un cuarto de pulgada en la recámara con su estriado, quedando el rifle listo
para el disparo. Todos los disparos se midieron con un cronómetro y se ignoraron los casos
muy por encima o debajo de la velocidad promedio, como así también los “voladores”, es
decir aquellos cuyo impacto estaba muy lejos del grupo, a pesar de tener velocidad correcta.
Colocamos una cámara de televisión del tipo de vigilancia, comprada de segunda mano, y un
monitor, para ver el blanco desde el punto de disparo, lo que nos ahorró horas de ir y venir
hasta los blancos, haciendo más agradable el trabajo, especialmente en condiciones de mal
tiempo.
A medida que progresaba el experimento resultó claro que la velocidad juega un rol
principal en el tamaño del grupo, pero sin una ley definida. Con algunas combinaciones de
cañón y balín el grupo comenzaba compacto a bajas velocidades y se abría con el aumento
de velocidad, mientras que en otros casos ocurría exactamente lo opuesto, es decir que el
agrupamiento mejoraba con la velocidad. En uno o dos casos el grupo se reducía hasta cierta
velocidad y luego se agrandaba nuevamente.
A medida que avanzábamos con los experimentos con todas las combinaciones
previstas e iban apareciendo algunos resultados, nos dimos cuenta de que nuestros cañones
tan sólidamente montados no daban resultados tan buenos en términos de agrupación como
los que lograban tiradores expertos disparando a mano. Entonces, para tener algún indicio
de qué pasaría si los cañones estuvieran montados en una culata normal y apoyados en el
hombro de un tirador, recurrimos a los montajes de goma que describimos en el capítulo
nueve cuando analizábamos las vibraciones del cañón. Los cañones montados de esta forma
redujeron inmediatamente el tamaño de la agrupación, de media a tres octavos de pulgada,
pero aún así no se llega a los valores logrados por un tirador experto.
De todas formas, de estos últimos experimentos resulta claro que hay combinaciones
de cañón y proyectil que dan mejores resultados que otras, por lo que en definitiva, aquello
de “Pruebe tantas marcas de balines como pueda, y adopte aquella que encuentre más
satisfactoria para su rifle” no es después de todo un mal consejo .
LA MEDICIÓN DE LA VELOCIDAD
14 N. del T. En el capítulo 10 también hay una descripción del funcionamiento de un péndulo balístico
aplicada al estudio del retroceso.
Ambos tipos de cronómetros tienen sus ventajas y desventajas. En el primer caso, por
ser fija la separación entre los haces, el instrumento puede estar programado para indicar
directamente la velocidad en FPS, o algún dato más como promedio de velocidad o energía
en una serie de disparos. Son muy fáciles de usar, y muy útiles al trabajar en el taller casero
siempre que se disponga de algo que ataje los balines disparados. Sin embargo, como el
tubo no es muy grande su uso se limita a la medición de la velocidad en boca de cañón, ya
que es difícil o peligroso usarlo en otro punto de la trayectoria del disparo sin una protección
adecuada.
El segundo tipo es generalmente más caro, y excepto en los modelos más costosos sólo
da una lectura de tiempo de tránsito entre pantallas (de hecho cuenta la cantidad de pulsos
de su base de tiempo interna entre comienzo y fin de medición) , que luego hay que
convertir a velocidad. Son más versátiles pues el área por la que debe pasar el proyectil no
es tan pequeña como en el primer caso. Con buenas condiciones de iluminación se pueden
obtener mediciones correctas de proyectiles que pasen a unas 10 pulgadas por encima de las
pantallas. Por supuesto que la separación entre las pantallas se debe conocer con la máxima
precisión, ya que de ello dependerá la exactitud del cálculo de velocidad.
Esto significa que un cronómetro en manos privadas deberá funcionar tan bien como los
que tengan las autoridades para no estar en forma inadvertida fuera de los límites
permitidos. Esta nos lleva al espinoso asunto de tener que verificar la calibración de un
cronómetro, para lo cual no parece haber opciones fáciles. Si bien no es muy difícil verificar
la exactitud del componente electrónico del instrumento, siempre hay incertidumbre en el
aspecto óptico de la medición, es decir de qué forma el instrumento “ve” pasar al proyectil.
Si por alguna razón el proyectil no interrumpe los haces en idénticas posiciones, la medición
no será del todo exacta. La magnitud de este error producido por falta de alineación se
magnifica a medida que se achica la distancia entre los haces. Por esta razón se recomienda
no colocar las pantallas a menos de dos pies de distancia, que apunten hacia arriba y que
estén perfectamente paralelas entre sí.
Aunque existen instituciones capaces de medir casi cualquier cosa con varios decimales,
ninguna ha desarrollado un sistema para la calibración de este tipo de cronómetros contra un
patrón exacto. Los instrumentos disponibles hoy en día pueden medir con precisiones de
unos pocos FPS, lo que es legalmente adecuado si se tiene en cuenta que la mayoría de
casos que llegan a una corte en los que hay involucrado un rifle excedido en potencia se
basan a delitos mucho más serios que una incertidumbre de unos cuantos FPS.
EL FUTURO
Los rifles de aire han tenido un pasado variado e interesante, y su futuro será
probablemente más fascinante. Desde nuestro primer contacto serio con ellos, allá por el año
1967, hemos visto que en este mundo cambiante las armas de fuego se han vuelto menos
aceptadas, por razones de contaminación acústica y sobrepoblación, por lo que la aceptación
de las armas de aire en sus diversas formas indudablemente se incrementará. Llegarán
inevitablemente a ser más aceptadas por la sociedad, no sólo por el público en general sino
por gente como nosotros, que nacimos con instinto de tiradores.
FACTORES DE CONVERSIÓN
Longitud
Superficie
Volumen
Peso
Trabajo (energía)
Presión
Velocidad
1 pie por segundo (FPS) = 0,3048 metros por segundo = 0,682 millas por hora
1 milla por hora = 1,466 FPS = 0,447 metros por segundo
1 metro por segundo = 3,281 FPS = 2,237 millas por hora
Temperatura
9
Grados centígrados a grados Farenheight: F = C 32
5
5
Grados Farenheight a grados centígrados: C = F − 32
9