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El magnífico mundo de lo pequeño

(análisis 12 Angry Men)

Normalmente en el mundo cinematográfico, nos acostumbramos a crear nuevos


universos, espacios gigantes que nos llevan a volar la imaginación, una película promedio
pasa por varios escenarios que complementan la narración al punto de que el espectador
al salir de la sala puede recordar momentos, diálogos y hasta personajes secundarios,
pero los lugares no llegan a repercutir en la memoria y eso solo se debe a que estos no
son incluidos de la forma en que deberían, no hablo de la fotografía en general, los
detalles bonitos no son la calidad de la película, mil veces he visto pasar paisajes
imponentes y espectaculares al frente de mis ojos y sé que lo normal es olvidarlo a los 3
segundos, el lugar deberá ser incluido desde el manejo de la cámara y la desapercibida
pero maravillosa música.

Todo comienza en un juicio, la cámara sobrevuela el lugar, el juez da unas


palabras y se pasa a la sala donde se desarrolla el 90% de la película, es magistral como
se desarrollan o se presentan los 12 jurados a través de un plano secuencia que no solo
muestra la personalidad de todos y cada uno de ellos sino que también se presenta el
lugar, la narración parece complementara lo que se ve, quizás es solo impresión mía pero
sin hablar, la cámara lo diría todo, crea el ritmo y lleva al espectador a pensar que el
mundo de cada uno de los jurados es uno único que quizás hasta merece su propia
película.

A partir de la realización de la primera votación, la cámara ya no está presentando


mundos por aparte, sino que muestra primeros planos y planos medios que nos ponen en
difícil tensión con ciertos personajes, se pasa de tener un montaje decorativo con ritmos y
humo de cigarro regado en el cuarto a tener un montaje formal que se limita a seguir los
diálogos, sin embargo, no aburre pues su ritmo no es lento y contribuye a demostrar la
actitud de cada personaje.

La composición de la imagen queda clara respecto va avanzando la película, un


hombre que declara al joven inocente es un plano cerrado, 6 hombres que declaran al
joven inocente es un plano que deja respirar convirtiéndose en un montaje narrativo lineal
que termina de ponerle la cereza al pastel a través del punto de escucha que siempre va
de la mano del punto de vista sin llegar a ser una realización desacertada, aunque sea
ciertamente un poco conservadora.

El manejo de las luces es otro punto a tratar, si bien el primer plano nos acerca a
lo que piensa y dice el personaje, no sería posible sin el uso de estas luces que
reflectaban directo en la cara de quien tenía que responder y atrás de quien preguntaban,
dando un ambiente de interrogatorio del cine de detectives.

12 hombres deciden sobre la vida de un hombre y el gran espacio que crea la


cámara en un cuarto, hace que parezca que nosotros somos uno más, el constante
cambio de general a primero nos hace sentir cerca y el discernimiento poco razonable de
nuestros prejuicios hace que nos sintamos alejados de la verdad, así durante toda la
película, creando una leve sospecha de que al final la justicia triunfó con un sonido que
nos hace dormir con la conciencia tranquila a la vera de unos créditos.

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