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LÁPIDA DE SEMPRONIO PATERNO, MUERTO EN LA ERA CCCLXI

Jaim e Nuño González*

En e l año 1989, mientras e l Centro de Estud ios del Rom á nti co procedía al desescombro de un a casa-to rre de
principios del s iglo XVII para u rehabilitac ión, se loca li zó, s irviendo como soporte para una viga de madera, la este la
que nos oc upará las sigui e ntes páginas.
El lugar de l ha ll azgo fue la peque ña población de Yaloria de Aguil a r, s ituada a l norte de la provincia de Pale ncia,
1
a 3 km . de Ag uila r de Ca mpóo y a poco más de 1,5 km. del conocido yacimiento de Cildá , uno de los asentamientos
co n mayor a portaci ón de ep igrafía romana de todo el norte penin s ul a r, cuyas piezas, reutilizadas como ele me ntos
co nstru ctivos de la murall a, fuero n dados a co nocer tras las suces ivas excavaciones de que fue objeto el yac imi ento
(MORO, 189 1; GARCÍA GUINEA, GONZÁLEZ EC HEGARA Y, SAN MIGUEL RUIZ, 1966· GARCÍA GUINEA, IGL E-
SIAS , CALOCA, 1974), formando parte ta les pieza de numerosas referencias a partir de los primeros trabajos
publicados por e l padre Fita ( 189 1 y 1892). En esta mi sma loca lidad de Valoria Romualdo Moro ( 189 1, 428) ya seña laba
la ex iste nc ia de tres frag me ntos de este las, mi entras que a lgu nas déca das desp ués e l autor del Catálogo Monumen-
tal , Rafae l Navarro ( 1939, 229), cita tan só lo un a, ubi cada e n e l dinte l de un balcó n y procedente de los cimientos del
muro de Cildá, es decir, de la muralla. De nin guna de e ll as te ne mos más noti cias, s i e perdieron o forman parte de las
hoy conoc idas entre los fo ndos de a lgú n mu seo.

DESCRIPCIÓN DE LA ESTELA
La pieza e n c uestión está labrada e n ca li za bl a nca, muy compacta y den a pero de fáci !labra a l sa l ir de la cantera.
Fue este tipo de roca muy a prec iado en lo posteriores sig los medi eva les también para tallar los motivos escultóri cos
prerrománicos, románicos y góticos, a lgunos de gran virtuosis mo . Cerca de Ci ldá, e n Bece rril del Carp io , Gama o
Sa ntibá ñez de Ec la se loca li za n a florac ion es de esta ca li za.
Es un bloque rectangular, de 35 cm. de anc ho y 75 cm. de a ltura, co n un estado de conservación muy bu e no
(Figs. 1 y 2), a unqu e le falta e l extre mo de la base y e l indi sc utibl e remate se mi circ ul ar de la ca bece ra, dond e ha s ido
privada de unos 18 cm. La cara posterior muestra un re baje ve rti ca l -co mo s i se hubi e ra ada ptado un marco - y un
desga te de u o co ntinu ado que hace pensar e n otra disposición ante ri or a la que tenía c uando se e nco ntró.
La decoración se artic ul a e n c uatro sec tores: e n la ca becera una ru eda de 24 cm. de diáme tro , de radios curvos
dex trógiro s, ta ll ado a bi se l -d ebi ó tener un tota l de dieci sé is- , e nm arcada debajo por send as escuadras rebaj adas,
con el trazo vertica l má s largo . Bajo e te e nca beza mi ento se dispone una carte la hori zo nta l -de 25 por 13 cm.- con una
tosca figurita huma na en el centro tlanqueda por se ndos rectángulos qu e albergan aspas bi se lada . El personaje, en
relieve, apenas s i tiene detalle, aunque parece estar desnudo, soste ni endo lo que si n duda es un a lanza e n su ma no
izq ui e rda. El tercer sector co rrespo nde a una carte la rebajada de 25 por 28 cm., ocupada por una inscripción di spues-
ta e n s iete renglones.
El epígrafe está e crito en letras ca pita les, de correcta ortografía aunqu e de traza un tanto tosca, dibujada por
un la pi sta no mu y há bil, co n indud abl e difi c ultad para ma ntene r los re ng lones hori zo nta les y no muy mes urado al
repartir el espacio, pu es co mi enza con un as letras que sobrepasa n los 4 cm. de a ltura y finaliza co n otras que a penas
s i mid en algo más de un cm. de alto.

* Fundación Santa María la Rea l. Monasterio de Santa María la Rea l. 34800 Agu il ar de Ca mpóo (Pa lencia).
Archeos .L. C/ de la Fuen te s/n. 34829 Orbó (Palencia) .
1
• Desde que Romualdo Moro, por encargo del marq ué de Comill as, rea li zó varios trabajos en diversos yaci mi entos de estas comarcas
norteiias, all á por los at'ios finales del siglo XIX, se viene hab lando en la literatura arq ueológica, al referirse a este lugar, de Monte Ci ldá. Otro
tanto ocurre con Monte Bernorio. Sin embargo ni lo vecin os de ambos lugares ni los mapas topográficos ni siquiera las referencias hi tóricas
utili zan nunca el ustan ti vo "monte", de ahi que nosotros prefiramos utilizar los verdaderos nombres de Cildá y Bemorio, tal como ya lo hemo
revi ndi cado en a lg ún otro trabajo.

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La trascripción e :
D M
ALLAYGAN
AFILIOSYO
PLENTISSIM
O•SEM•PATE
RNOANOXI
COSCCCLXI
La lectura: D(is) M(anibus) 1ALLAVGANIA FILIO S VO l PJENTISS!MIOSEM(pronio) PATEIRNOAN(n)O(rum) XI
CO(n)S(ulatu) CCCLXJ.
Y la interpretación: A los dioses Manes. Al/augana a su piadosísimo hijo Sempronio Paterno, de once ai1os. En el
consulado 361 .
El letrero está bien definido, sin que ninguna de las letras ofrezca dudas, destacando de la grafia el hecho de que la
A es de tres trazos -excepto la de annorum- y las M muy abiertas, menos en la cuarta línea, por fa lta de espacio. Las
palabras apenas si están separadas, sa lvo en el nomen del difunto, que se halla flanqueado por sendos puntos, mientras que
sólo en la primera línea, entre la D y la M, y en la última, entre COS y el numeral , existen espacios para separar di stintas
palabras.
Remata la pieza por la base un esquema arquitectónico, como lo demás de talla un tanto tosca, articu lado en tres
arcos de medio punto realzados -de 6,5 a 7 cm. de luz- y con capite les o impostas sobre los pilares o columnas. Posible-
mente por debajo la estela se prolongaría en un espacio para hincar, de longitud indefinida y apenas desbastado.

Fig. 1: Estela de Valoria Aguilat: Fig. 2: Dibujo de la estela de Va/aria de Aguil01:

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ACERCA DE SU ORNAMENTACIÓN
Que nuestra pieza procede de Ci ldá creemos que es la posibilidad más verosími l, si bien habría que preguntarse
desde dónde ll egaron tantas lápidas a ese yacimi ento durante la tardoantigüedad. Aunque existen otros yacimientos roma-
nos próximos a Valoría -Aguilar de Campóo, Lomilla, Villaescusa de las Torres e incluso el más conocido de Santa María
de Mave-, la entidad, cercanía y el hecho de haberse utilizado aquell as viejas ruinas como cantera de los pueblos circun-
vecinos, son argumentos en favor de aq uella hipótesis .
Hasta la fecha , según se tiene constancia, aquel yacim iento ha aportado en tomo a medio centenar de lápidas, aunque
no só lo funerarias (HERNÁNDEZ GUERRA, 1994), muchas de ellas reducidas a pequeños fragmentos, a través de los
que sin embargo se pueden estab lecer unos esquemas decorativos predominantes, donde los discos -en sus variedades de
rosáceas, ruedas de radios rectos-, la figuración humana -simpl e, compuesta, a pie o a caballo- y las arq uerías -de medio
punto, rebajadas o de herradura- son rasgos casi omn ipresentes.
En la sistematización de las este las decoradas del territorio palentino que en su día publicó J. A. Abásolo ( 1990, 183-
218), la pieza de Valoría encajaría en su tipo A2ba, es decir, en el grupo de las estelas figuradas con representación
humana ais lada, formando parte de los prototipos lapidarios de Ci ldá que, según el mismo autor, están caracterizados por
la presencia de cuatro registros superpuestos, una espec ie de versión cántabra de las estelas de «cartuchos» del Norte de
Italia (ABÁSOLO 1990, 200).
Sin embargo entre las diversas lápidas halladas en Ci ldá y que están encabezadas con discos de diseño diverso, no
hay una so la que muestre radios curvos, siendo ésta una característica más bien de los talleres que trabajan en torno a la
capita l palentina y frec uente en buen número de piezas repartidas a lo largo de toda la meseta norte (MARCO, 1978, 19),
de de Zamora (ABÁSOLO y GARCÍA ROZAS , 1990) hasta Soria (JIMENO, 1980) siendo especia lmente frecuentes en
la zona occidental y desbordando por oriente hacia el País Vasco, habitualmente compañadas por sendas escuadras, tal
como figuran en nuestro ejemplar.
Sobre el motivo decorativo de la rueda-rosácea, parece ser que una abstracción astra l (ABÁSOLO ALBERTOS y
ELORZA , 1975, 69; MARCO, 1978, 22-25), en la que algunos autores han querido ver pervivencias del indigenismo
(PERALTA, 1989), pudiera interpretarse, al menos en u uso funerario, como un trasunto de la flor de pétalos abiertos del
repertorio grecolatino, lejos de todo pretendido origen célti co (ABÁSOLO, 1990, 197). Sea como fuere estamos ante
dibujos geométricos de senci lla traza a compás, difundidos ampliamente por todo el ámbito indoeuropeo -donde se inclu-
yen tanto las cu lturas hispanas indígenas como la romana- y cuya popularidad pervivió a través del arte medieval hasta las
más recientes artesanías -sin incluir las actuales, de un carácter más " ilustrado"-, donde incluso se ha mantenido la talla a
bi sel como recurso técnico.
Respecto a la representación humana espec ialmente en el ca o de los " retratos" de nuevo nos hallamos ante una
adaptación de las modas metropolitanas romanas, de gran éxito en el ámbito emeritense pero reducida a unos rasgos muy
provinciales en todo el cuadrante noroe te peninsular, donde existen varios focos de gran éxito (GARCÍA GELABERT y
BLÁZQUEZ 1994). En el caso de la figura completa la representación del difunto, a pie o a caba llo, parece estar revestida de
un claro sentim iento heroico, lo que resulta evidente en nuestro caso donde es dificil imaginar, a pesar de la precocidad, a
un niño de once año ya con uso de las armas aunque la alusión militar pudiera ser compartida con la venatoria (ABÁSOLO,
1990, 194). De todos modos no hay que olvidar la importancia que en toda la antigüedad tuvo la lanza como elemento de
prestigio y el papel que llegó a jugar en las cu lturas gri ega y romana como distintivo militar -al margen de su propia
utilidad- e incluso entre los pueblos prerromanos, siendo paradigmático el caso de los que habitaban el Bajo Aragón que
las incluyeron repetidamente en algunas de sus estelas funerarias como ingrediente inequívocamente simbólico (QUESADA,
1994). Sin embargo representaciones similares a la de Sempronio Paterno están mucho más loca lizadas en el noreste
palentino y las cercanas tierras burgalesas, aunque generalmente con más de una figura, como ocurre en varias de Cildá,
en Ruesga, en la también palentina de Moarves de Ojeda (ABÁSOLO, 1990, 203) -publicada antes como de Renedo de
Bricia, en Burgos (ABÁSOLO y ALBERTOS, 1976, 263-265)- y en un par de casos en A maya (ABÁSOLO, 1975 , lám 11 ,
ni 5 y 6). Sin embargo só lo en la de Lupa de Moarves, en la bísoma que levantaron Acida a Aravo y Al/a a Principino en
Ci ldá, la que dedicó Avita a Emilio en Peña Arnaya y posiblemente en la de Anna a Aelio Sextiano también de Cildá -y por
cierto casi idéntica a la de Amaya-, el personaje porta o está acompaí'íado de lanza. En todos los casos la figura humana
está desnuda , como parece hallarse también Sempronio Paterno sin duda un elemento más de idea lización.
En cuanto a los rectángulos biselados que flanquean la figura seguramente no sean más que otra manifestación del
horror vacui que caracteriza a la plástica provincial romana en estas áreas norpeninsulares (ABÁSOLO y GARCÍA
ROZAS , 1990, 548).
Fina lmente lo arco que se disponen en la base son posiblemente el elemento má frec uente en la epigrafía funeraria
del norte hi spano, aunque con variada fom1a y a veces distinta ubicación . Al menos diez de las piezas procedentes de Cildá
con ervan este motivo y de las seis encontradas en Ruesga también está presente en cuatro, habiendo perdido la otras dos
la base donde e upone que se encontrarían. El ejemplar de Valoría se encuadra dentro del tipo más frec uente, con tres

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arcos, pero por el contrario y más raramente muestra los capiteles o im postas que separan columnas y arcos. Sobre la
interpretac ión de tal moti vo, que se ha prestado a numerosas elucubraciones, en las que las puertas infe rnales o el origen
cé lti co-indígena son las que han tenido mayor predi ca mento (MA RCO, 1978, 26-29), otas hipótesis sin embargo -y
seguramente las más ajustadas a la rea lidad- inciden en la idea de monumentalidad que confieren los arcos a toda estruc-
tura y que en estos casos rememorarían, aunque fu era lejana mente, otras construcciones fun erarias más grandiosas
(ABÁSOLO, ALBERTOS y ELO RZA, 1975, 75-77; ABÁSO LO, 1990, 196), cuya imagen más cercana a nuestro ámbi to
bien pudi era ser el Mauso leo de los Atilios, en Sádaba (Zaragoza).

ASPECTOS ONOMÁSTICOS
En esta pi eza aparecen citados dos indi viduos, el difunto, llamado Sempronio Paterno y la madre del mi smo, llamada
A /laugana o quizás A /la Ugana, ya que el nombre pudiera ser un cognomen simple o doble y en el epígrafe no hay fo rn1a
de saberlo.
De un modo u otro el nombre de la mujer, la dedicante, es claramente indígena. Aunque no hemos podido hall ar otro
para lelo a la fo nna compl eta Allaugana, sí es relativamente frec uente en su fo rma Al/a , que ya Navascués recoge, a
propós ito del estudi o que realizó sobreA I/ae Vianciorum de la estela leonesa de Cármenes, dos ejempl ares en Talavera de
la Reina, otros dos en Segovia, uno de los cuales, en una estela fechada a medi ados del s iglo Il , pertenecía a la gens
Couneidoqum (GALLEGO, 1998, 3 13) y en León capital, citando asimismo la forma mascul inaA //us aparecida en Badajoz
(NAYASCUÉS, 1970, 189-1 90). De Hinoj ar (Burgos) procede también la inscripción de Al/a Missiciana, de la gentilidad
Aeggum, pieza fec hada en el siglo I (GALLEGO, 1998, 3 13).
A lbertos ( 1966, 18) refiere por su parte el hall azgo de algunas pi ezas con esta onomásti ca en Aqui ta nia, aunque sin
duda el eje mpl o más próx imo lo tenemos en el propi o yac imi ento de Ci ldá, en una estela bísoma, citada por numerosos
autores, en la queA I/a -aunque alguno ha leído comoA I/apria- aparece como dedican te (IG LES IAS, 1976 n° 47; HERN ÁN -
DEZ GUERRA 1994, 6 1-62).
Sea como fu ere Al/a es un nombre relativamente frec uente que todos los autores parecen co incidi r en que se halla en
relación con di versas fo rmas de la onomástica del no roe te peninsul ar, fo rmando parte de la raíz de numerosos nomina-A fio,
Alionus, AIIuni, AIIobroges (IG LES IAS, 1976, 155- 157) oA /Ionis (HERN ÁND EZ GUERRA, 1994, 33), AIIes o inclusoAcces,
Acca y Acco (ALBERTOS, 1966, 17)-, algunos con muy clara vinculación al sur de Ga li a.AI/ainus, por su parte, aparece dos
veces como cognomen en otra estela palentina (HERNÁNDEZ G UERRA, 1994, 35).
De aceptar la lectura Alfa Ugana, el segundo cognomen parecer ser una novedad si bien di versas fo rmas onomásticas
se encuentran muy próx imas, aunque más bi en a la fo rn1aAugana. Así el masculino Augo aparece en San Miguel de Lac iana
(León) y su fo rn1a sorda Auco o Auca es más habitual en toponimia -un río Auca hay en la Península y otro en la Ga li a-,
aunque también es frec uente en antro pónimos de la Narbonense -Au ca.~ - , Retia o Ga li a C isa lpina -Aucus- y Bélgica -Auco-
, ta mbi én con numerosas deri vac iones, aunque qui zás la fo rma más próx ima a la de nuestra dedicante sería Aucania,
topónimo ta mbién de nuestra Península (A LB ERTOS, 1966, 43 -44). Auca como nombre fe menino se registra en senda
estelas de la comarca burga lesa de Lara de los Infantes (ABÁSOLO, 1974, 34-35 y 120- 12 1) y en su forma sonorizada,Aug a ,
aparece en una estela de Ama ya (B urgos), mujer que dedica una inscripción a su hijo Sempronio (ABÁSOLO, 1975 207-208).
Auana, como deri vación de Abana o Apana también es citada por Albertos ( 1966, l y 1976, 66) y con aquell a fo nna se
reg istra en una de las estelas de Ruesga (LIÓN el alii, 1987, 588).
Más rara es la fo rma Allaugana, de la que como dijimos no hemos hallado paralelo. Próx imos pueden estar el antropónimo
Alaucus -de Tarragona- o di versos to pónimos relacionados con este nombre, en su fo rma A launa -en Britani a y Ga lia o en
Ga li a y Gales, donde corresponde al nombre de sendos ríos- oA /auni -en Liguri a y Nórico- o nombre de divinidades como
Alaunis, en Ga li a, A fau nos, en Germanía o Alounae, también en Ga li a (ALBERTOS, 1966, 14), aunque posiblemente la
onomástica más cercana esté en el nombre de la genti lidad Alionigum que porta una dedicante en una de las lápidas de
Ruesga fec hada por la era y a la que más adelante nos vo lveremos a referi r. Incluso no sería descabell ado pensar en una
for ma donde esté presente el sufij o -genos (hij o de), frec uente en muchos nombres, aunque en un modo ya corrupto.
Ante la evidente compl ejidad del nombre de la dedicante de nuestra estela y teni endo que tomar una decisión nos
inclinamos por considerarl a como Allaugana , si bi en ta l vez como síncopa de un doble cognomen que, a juzgar por los
parelelos y las fo rmas onomásti cas más próx ima, en origen pudiera haber sidoA /la Augana. De uno u otro modo y a pesar
del inédi to nombre lo que sí es evidente que nos hallamos ante un entorno onomástico ciertamente habitual, característico
del centro y noroeste peninsular y con estrechas conex iones con tierras ultrapirenaicas de domini o lingüístico célti co.
Muy di sti nto es el nombre del hij o difun to, Sempronio Paterno , de nomen y cognomen típi camente ro manos y muy
di fu ndidos por todo el Imperi o y por supuesto en el ámbi to peninsular. En el propio territorio de los cántabros Semp ronio
fi gura en la citada estela de Amaya -dedi cada por su madre Auga-, en otra de Ci ldá, e~ otra procedente de la loca lidad
leonesa de Riaño (IGLESIAS, 1976, n° 4, 29 y 11 4), en la del va lle de Lamasón -fechada también por la era- (GIMENO, 1989,
24) y en una más, aunque en su fo nna fe menina, hallada en la localidad palentina de Ruesga (HERNÁNDEZ G UERRA, 1994,

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45-46). A titulo de curiosidad porque tampoco hay que pensar en otro tipo de relación , señalaremos que en la estela de
Meacaur de Morga (Vizcaya), igualmente con fecha de la era consular, figura Sempronia dedicando la lápida a la memoria de
su esposo (AZKÁRATE, 1987, 79). Mientras tanto Paterno aparece en una estela de Corao en otra de La Puerta, así como
en una hallada en Centenilla (Jaén) donde el difunto figura como perteneciente a la gentilidad cántabra de los orgenomescos
(IGLES IAS, 1976, n° 77, 108 y 24) citándose en su variante femenina en otra pieza de Cildá (lGLESIAS, 1976, n° 52). Ambos
nombre están presentes en otros registros epigráficos hallados en la actual provincia palentina, así Sempronio se encuen-
tra en la capital (HERNÁNDEZ GUERRA, 1994, 82), y en su forma femenina en dos estelas también de la misma ciudad
(HERNÁNDEZ GU ERRA , 1994, 54, 106), mientras que en otras dos, igualmente de la capital palentina, la fragmentación de
las pi ezas no pennite saber si se trata de hombres o mujeres (HERNÁNDEZ GUERRA, 1994, 52-53). Paternus, por su parte
está en un estela aparecida en la iglesia de San Martín de Frómista, hoy perdida, en otra de la capital y en una más de Saldaña
(HERNÁNDEZ GUERRA, 1994 41-42, 48-49 y 91 ), mientras que como nombre de mujer se registra una estela de Tarragona
donde una mujer palentina dedica una estela a su hennana Pompeia Paterna, de Viminacium (HERNÁNDEZ GUERRA,
1994, 172).
Este nombre en consecuencia es plenamente romano, aunque tratar de ver en el indigenismo de la onomástica
materna y en la latinidad del hijo una muestra del claro proceso de adopción de la romanidad resulta muy simplista pues es
frecuente observar también cómo a padres que ostentan nombres romanos les suceden hijos con onomástica totalmente
indígena, si bien se ha sostenido la mayor resistencia de las mujeres a adoptar nombres foráneos (ALBERTOS, 1977,
183). Por otro lado la adopción de algunos nombres romanos y el éxito que tuvieron entre los hispanos podría derivarse del
hecho de que, como sostiene Albertos (1 976, 65), constituyen nombre paralelos, así el indígena Attus equivaldría al
romano Paternus y Amma a Materna , siendo el primero de ellos, a juicio de Untermann (1965, 143), uno de los nombres
romanos más utilizados en la Hispania Citerior, frecuente en Celtiberia, Asturias y Galicia.

LAS ESTELAS FECHADAS POR LA ERA CONSULAR


Sin duda el mayor interés de la estela de Valoria reside en su clara datación por la era consular, viniendo a completar el
destacado lote de este tipo de piezas registradas hasta la fecha y que se ubican en territorio de los antiguos cántabros (Fig.
3). Conocemos hasta el día de hoy quince piezas inequívocamente con este tipo de fechación , seis en el entorno de Cangas
de Onís (Asturias), dos en el valle de Liébana (Cantabria), una en el valle de Lamasón (Cantabria), otra en Meacaur de Morga
(Vizcaya), cuatro en Ruesga (Palencia), y finalmente la que aquí presentamos, igualmente en tierra del norte palentino. A
ellas quizás habría que sumar otra procedente de Cildá en la que el i tema de la era consular sería más dudoso. El primer
autor que abordó su estudio en conjunto fue Fita ( 1912b), aunque algunas de las lecturas son erróneas, le siguió d'Ors
(1962), haciendo alusión a siete estelas y ya más recientemente J. M. lglesias ( 1989), en otro estudio y catálogo, recoge trece,
reseñando nosotros a continuación las conocidas hasta la fecha , a las que hay que añadir la que aquí presentamos:

l . Corao. Cangas de Onís (Asturias) (IGLESIAS, 1989, 325(


D(is) M(anibus) M(onumentum)
TER(entius) BOD(dus) VA[DJ(iniensis)
POS(uit) MAT[RJ(i)
SV(a)E CAR(ae) V
OC(oniae) CARECJAE ANN(orum) XXCIIX
CO(n)S(ulatu) CCCXXIIX
S(it) T(ibi) T(erra) L(evis)

2. Corao. Cangas de Onís (Asturias) (IGLESIAS, 1989, 326):


D(is) M(anibus) M(onumentum)
POS(uit) ANT(onius) FLAC(cus)
VA D(iniensis) CO(niugi) SV(a)E
[TE]R(entiae) ARONJ
AECIVOR V(m)

2 • En bibliografia haremos sólo referencia al artículo de Iglesias o en todo caso a las publicac iones más recientes. A pesar de que las lecturas

en muchos casos son controvertidas y que unos autores aprec ian diferencias respecto a otro , evi taremos entrar en este tipo de di scusiones,
transcribiendo únicamente la versión que nos parece más só lida. De todos modos, para el lector interesado en tales debates remitimos al trabajo
de Igles ias ( 1976) para las di stintas lecturas que se han dado a las estelas de Cantabria y a las cántabras. del actual ámbito territorial asturiano,
a Diego Santos ( 1959) para todas las halladas en tierras asturi anas, a Azkárate ( 1987) para el único ejemplar vizcaíno y a Hernández Guerra
( 1994) para las palentinas.

427
AN(norum) XLI
CO(n)S(ulatu) CCCXXXIIX
S(it) T(ibi) T(erra) L(evis)

3. Coraín. Cangas de Onís (Asturias) (IGLESIAS, 1989, 326):


POS(uit) SE VER
A MATRJ SVAE D
OVIDENAEAN
NORVMLVAE
RA CCCCLXXI V

4. Gamonedo. Cangas de Onís (Asturias) (IGLESIAS, 1989, 327):


D(is) M(anibus) M(onumentum) POS(uit)
DOV(iderus) FIL(iae) SV(a)E
CAR(ae) FLA(viae) AN(norum) XX
C(onsulatu) CCCCXXC/1
Sobre el caballo FLAVIA o FLA(via) VIN(cas?)

5. Llenín. Cangas de Onís (Asturias) (IGLESIAS, 1989, 327):


POS(uit) AN[N}
A D(ovidena?) VAD(iniensis) [M]
AR(ito) SVO
DOM(itio) FLA[V}O ... AN(norum) L...
CO(n)S(ulatu) CCCX[L}
VI S(it) T(ibi) T(erra) L(evis)

6. Col/ada de Zardón. Zardón. Cangas de Onís (Asturias) (IGLESIAS, 1989, 327):


M(onumentum)
D(is) M(anibus)
POS(uit) MV(nimentum)
REBVRJNIA
MAR(ito) SVO
CAR(o) FLAV(o) A
N(norum) LV CO(n)S(ulatu) CCC
LXXVII S(it) T(ibi) T(erra) L(evis)

7. Villa verde. Vega de Liébana (Cantabria) (IGLESIAS, 1989, 326; IGLESIAS y RUlZ, 1998, 83-85):
D(is) M(anibus)
ANTEST/0 PATRV
/NO ANTESTIV
S AEMILIVS FIL
IOSVOANNOR
VMXXVME
MORJA(m) POSV
IT (a)ERA CONS(ulari)
CCCXCII

8. Bores. Vega de Liébana (Cantabria) (IGLESIAS, 1989, 328; IGLESIAS y RUlZ, 1998, 85-87):
[D}(is) M(anibus) M(onumentum) P(osuit)
.... INAF
[ILIOS]V(o) PRO

428
[CVLO ?} AN(norumJ XXV
[AERA} CCCXXCJX

9. Valle de Lamasón. Lamasón (Cantabria) (GLMENO, 1989, 24; IGLESIAS y RUlZ, 1998, 80-82):
CO(nJS(ulatuJ CCCLJJX
MVN!MENTVM
AEMJLJ SEMPRONI
ELES/GAINVM AN(nJO(rumJ
XXX ME(moriamJ POS(uitJ PATE(rJ
SV(uJS FLAVINVS PIENT
IS(sJ! MO FILIO SVO

1O. Meacaur de Morga. Guemica (Vizcaya) (AZKÁRATE, 1987, 79 y 83; IGLESIAS, 1989, 326):

TE(rentiusJ SEMPRON!(aJE
CONIVGI SV(aJE
POSVET
MEMORiA
CONS(u/atuJ CCCC

11 . Ruesga. Cervera de Pisuerga (Palencia) (IGLESIAS, 1989, 326; HERNÁNDEZ GUERRA, 1994, 46-47):

FLA(vioJAVITO
SVP .. SVP .. AN(norumJ LXI
SEM(proniaJ PLA(cidaJ P(atriJ
PIENTISSIM(oJ
POS(uitJ AER(aJ CO(nJS(u/ariJ
CCCLXJ/1 S(itJ T(ibi) T(erraJ L(evisJ
12. Ruesga. Cervera de Pisuerga (Palencia) (LIÓN et alii, 1987, 591 ; IGLESIAS, 1989, 328; HERNÁNDEZ GUERRA,
1994,30-3 1):

[PIEN}
TISSJM(aJE MEM
SV(aJE ME ORJAAN
MORfA NORVMPLV
ACID(aJE AN SMINV
NORVMXXXV SXLV
(aJERA CCCCXXXII (aJERA C ..

13. Ruesga. Cervera de Pisuerga (Palencia) (LIÓN et alii, 1987, 588-589; IGLESIAS, 1989, 328; HERNÁNDEZ GUERRA,
1994, 115-11 6):
DI(sJ M(anibusJ M(onumentumJ
POSVIT ATTA O
RJG(enaJ ALIONJG(umJ
ACID(aJE AVAN(aJE
FIL(iaJE SVAE PIEN
TISS(iJM(aJE ET SVV
M CAMA RJC(umJ
V ID VS MA R(tiasJ
CO(nJS(ulatuJ CCCLXJI/1
HIC SEPVL(ta estJ AN(norumJ XX

429
14. Ruesga. Cervera de Pi uerga (Palencia) (LIÓ N et alii, 1987, 590; IGLESIAS, 1989, 328; HERNÁNDEZ GUERRA ,
1994, 42-43):

AJDA VG[VM] ...


DOVIDEN[AE}. ..
CONIVGI PIE[NTIS}
S(imae) ANNORVM. .. [ME]
MORJA AERA [CO}(n)[S}(ulari)
CCCLXXXI/1. .. [SITTIBI}
TERRA LEB!S

15 . Cite/á. Olleros de Pi suerga. Agui Jar de Campóo (Palencia) (GARCÍA GU lNEA, IGLESIAS, CA LOCA, 1974, 56-57;
IGLESIAS 1976 ni 65; HERNÁNDEZ GUERRA, 1994, 73-74).
[D}(i.s) M(anibus)
.. .!A ANT(istia)
[INNO}CENTI
[MARjiTO
[PIEN}TISSI
[MO A}N(norum) LXXX
[S}(it) [T}(ibi) T(erra) L(evis)
... [C}CCL/1

E ta última pieza es un fragmento de estela publicado en su día por los excavadores de Cildá, en cuya muralla fue
hallada en la campaña de 1967. Entonces se interpretó la cifra -que aparece debajo de la caja epigráfica, fuera de ell a-
como CCLIJ, poniéndola en rel ac ión con la era consular, lo que irvió además para que aque llo autores confirmaran la
cronología de una fase del yacimiento en el siglo 111 d.C. Cuando Igles ias publicó su repertorio de epigrafia cántabra
mantuvo el mismo numeral y a í lo han hecho lo demás autores que han recogido la estela (MARCO, 1978, 1O1; SAGR.EDO
y CR.ESPO, 1978, 56; GONZÁLEZ EC H EGAR.A Y, 1986, 220) aunque para Hemández Guerra ofrece algunas dudas. A
juicio nuestro tal fecha resu ltaría demasiado temprana y dada la rotura de la estela al meno debiera ir precedida por otra
, o quizás de dos, correspond iendo por tanto a la era CCCLI I o CCCCLII, más acorde con las que muestran el resto de las
este las. Más aún, dadas las fechas que presentan las geográficamente más próximas nos inclinamos por la primera opc ión.
En otra estela más, la del orgenomesco Bovecio, procedente de Bodes -de nuevo junto a Cangas de Onís- y custodiada
en el Museo Arqueo lógico Nacional han querido ver varios autores la era consu lar en su mutilada séptima línea. Así

Fig. 3: Dislribución de lápidas f echadas por la era consulw ; 1 a 6: Área de Cangas de- Onís {As!Urias): Corao (2) . Coraín,
Gamonedo, Llenín y Col/ada de Zatdón. 7: Bares (Can labria). 8: Vega de Liébana (Can/abría) . 9: Valle de Lamasón (Can labria). 10:
Meacaur de Morga (Vizcaya). 11 a 14: Ruesga (Palencia). 15 Cildá (Palencia). 16: Va/aria de Agui/ar (Palencia).

430
Fernández Guerra leyó AERA DXV( 1878 49), Fita ( 19 12a, 453) c(onsulatu) XDy Hübner (a) ERA CL (C IL, JI , 2707=5729),
muchos otros sin embargo parecen ser más cautos y no aventuran datación (IGLESIAS, 1976, N° 2 1). Nosotros, sin haber
vi to directamente la pieza, nos dejaremos ll evar por la opinión mayoritaria y no la incluiremos en el repertorio.
Así pues, dentro de la ingente cant idad de estelas romanas tan sólo contamos con 16 piezas .seguras fec hadas por la
era y loca lizadas en un territorio muy reducido, siempre dentro del territorio ocupado por lo antiguos cántabros, aunque
quizás la de Meacaur de Morga desborde li geramente esos términos por oriente. Una mejor apreciación de las caracterí -
tica crono lógicas del conjunto la podemos ver en el siguiente cuadro:

PROCEDENCIA FÓRMULA ERA AÑO


Corao (Asturia ) CO(n)S(u latu) cccxxnx 290
Corao (Asturias) CO(n)S(u latu) CCCXXXIIX 300
Llenín (Asturia ) CO(n)S(ulatu) CCCX[L]VI 308
Ci ldá (Pa lencia) [C]CCLU 314
Va lle de La masón (Cantabria) CO(n)S(ulatu) CCCLIJX 320
Valoria de Agu ilar (Palencia) CO(n)S(ulatu) CCCLXI 323
Ruesga (Palencia) AER(a) CO(n)S(u lari) CCCLXIII 325
Ruesga (Pa lencia) CO(n)S(ulatu) CCCLXIUI 326
Co ll ada de Zardón (Asturias) CO(n)S(u latu) CCCLXXVU 339
Ruesga (Pa lencia) AERA [CO](n)[S](ulari) CCCLXXXIII 345
Bores (Cantabria) [AERA]? CCCXXCIX 35 1
Villa verde (Cantabria) (a)ERA CONS(ulari) cccxcu 354
Meacaur de Morga (Vizcaya) CONS(su latu) cccc 362
Ruesga (Pa lencia) (a)ERA ccccxxxu 394
Coraín (Asturias) AERA CCCCLXXJV 436
Gamonedo (Asturias) C(onsul atu) ccccxxcu 444

La lectu ra de fecha que más problemas plantea es la de Llenín, donde la mayoría de los autores han leído CCCXV I
(IGLES IAS , 1976, n° 103, citando a los anteriores; G IM ENO, 1989, 26), es decir, del año 278, lo que la convert iría en la más
antigua de todas. Personalmente nos convence más la lectura dada por d'Ors ( 1962 11 - 12) pues al final del penúltimo
renglón parece apreciarse el trazo vertica l de una letra, que en todo caso sería una L. Iglesias, que en u primera mención
( 1976, n° 103) optaba por el numeral CCCXV I, posteriormente ( 1989, 327) aceptó la hipó te is de d'Ors.
Todo el conj unto se sitúa entre el año 290 y el 444, hallándose tanto las más antiguas como las más modernas en el
entorno de la asturiana Cangas de Onís, sin que de todos modo pueda aprec iarse una clara relación entre crono logía y
di tribución geográfica. Predom ina la fórmula consulatu -q ue además también se da en las piezas más antiguas-, frente a
aera -que en el caso de la de Bores es pura especu lación, porque no hay ningún indicio- o aera consulari modo éste que
aparece por primera vez en una este la de Ruesga.
Quizá má interés tenga el análisis tipológico de todo el lote, la composición de cada este la, los motivos decorativo
y la traza epigráfica. Aunque de las dieciséis dos han desaparecido -una de las de Corao y la de Lamasón-, sin otra
referencia que la tra nscripción del epígrafe, del resto, a primera vista y a pesar de la fragmentac ión que sufren muchas de
ell as, destaca la diferencia entre las halladas en Asturi as y las que proceden de territorio palentino, vincu lándose a uno u
otro grupo las dos lebaniegas y la vizcaína. Las asturianas se caracterizan por su extrema simplicidad, prácticamente sin
decoración , por la irregu laridad del soporte, por un grabado que parece hecho a base de repiqueteado y por una grafia más
tosca que el re to, que en el caso de la de Coraín llega al extremo de leerse de abajo hacia arriba, a tener alguna letras
invertidas y cierto caracteres que parecen preludiar lo que va a ser después la escritura visigótica lapida ria más popular.
A e tos mi mos tipos parecen con·esponder la lebaniega de Bore y la vizcaína de Meacaur de Morga, aunque ambas están
dema iado fragmentadas para saber cómo era todo el contexto. Otra característica que emparenta al ejemp lar del País
Vasco con la asturia na es el hecho de que los renglones están separados mediante líneas, como ocurre también en la de
Llenín y en la Gamonedo.
Muy distintas parecen ser las este la procedentes de territorio palentino a cuyo grupo habría que asocia r el ejemp lar
leban iego de Villaverde. Son piezas mejor talladas, más regulares, con profusa decoración organizada en cuatro registros-
disco, representación figurada del difunto, cartela epigráfica y arquerías-, según se puede ver en las tres piezas que han
llegado compl etas: la de Vi ll averde, una de las de Ruesga y la de Valoria de AguiJar.

431
En definitiva entre este conjunto de dieciséis piezas -y si excluimos las dos desaparecidas- podemos ver dos claras
escuelas, la asturiana que incluiría un total de siete estelas y la palentina, con otras siete, con un punto de encuentro en
Liébana. La primera más tosca, la segunda más " clásica", pero sin sucesión temporal sino que ambas trabajan a la vez. Más
dificil puede ser establecer agrupaciones por talleres, aunque dadas las características de las piezas y su escasa variedad da
la impresión de que en uno u otro caso trabajan pocos lapistas. Más aún, estamos convencidos que la estela de Valoria y la
de Ruesga de Flavio A vilo, separadas por dos años de diferencia estuvieron hechas al menos por un mismo calígrafo y es
posi ble que la que mandó hacer Alfa Origena, también de Ruesga y fechada un año más tarde que la anterior, podría tener
el mismo autor.

BREVEMENTE: SOBRE LA ERA Y LAERA CONSULAR


Tra este análisis la reflex ión final parece obligada. A qué se debe el hecho de que las más antiguas estelas romanas
fechadas por la era consular sean tan escasas y su ámbito de dispersión quede reducido a un espacio tan pequeño, locali-
zado y apartado es la pregunta que desde hace muchas décadas va quedando sin respuesta satisfactoria. No son pocos los
trabajos que han tratado de abordar esta problemática y especialmente, de manera más o menos amplia, la verdadera
equivalencia de la fórmula cronológicaaera o aera consularis (HÜBNER, 1869; FITA, 1912b; JUSUÉ, 1916; D'ORS, 1962;
VIVES, 1969; NAVASCUÉS, 1970; KNAPP, 1986; AZKÁRATE, 1987; IGLESIAS, 1989). A tales debates se viene a sumare!
de si se trata de lápidas paganas o ya cristianas, cuestión en la que también han participado algunos de los autores citados.
Por nuestra parte no vamos a entrar a debatir tales cuestiones pues sería volver a analizar los mi mos argumentos que
repetidamente se han venido va lorando y cuyo contenido y evolución se pueden repa ar en cualquiera de los últimos
trabajos citados. Sin embargo queremos dejar al menos constancia de nuestra opinión en tan ácido debate.
Por un lado creemos que no hay argumentos para sostener el carácter cristiano de estas lápidas. Los ejemplares mejor
conservados continúan en la más pura "ortodoxia" de la epigrafia funeraria romana y la invocación a los dioses Manes
parece alejada de todo posible respingo cristiano. Eso mismo parece manifestar la fórmula sit tibi terra /evis e incluso la
representación heroizante del difunto, en resumen , nada que ver con los más tempranos epígrafes cristianos del sur y del
círculo emeritense, a pesar de que también ellos incorporen la fechación por la era. En este sentido no deja de ser llamativo

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Fig. 5: Dibty·a de la estela de Becerril del Carpio. Fig. 4: Estela de Becerril del Catpio.

432
el hecho de que la mayoría de las piezas comentadas sean posteriores al Edicto de Milán, del 313, en el que Constantíno
reconoció los mi mos derechos a los cristianos que a los que profesaban la religión tradicional , e incluso que alguna de
ellas sea posterior al 380, año de la conversión de Teodosio, momento a partir del cual el cri tianismo pa a a convertirse
en la religión oficial, un proceso que sin embargo había arrancado mucho antes (SANTOS, 1997). Sin duda el calificativo
paganus, en su doble acepción, debía encajar perfectamente para los habitantes de estas comarcas.
Respecto a identificar la era consular con la era hispánica, cuyo mayor abanderado fue Vives, nos parece la hipótesis
más plausible. Efectivamente existe el problema para exp licar a qué se debe el comienzo de tal cómputo en el año 38 a.C. ,
pero si aceptamos que se trata de cosas distintas habría que seguir buscando explicación a esa misma circunstancia para el
sistema medieval , responder además a la incógnita de por qué y cuándo comienza la era hispánica y por último por qué dos
modos crono lógicos de igual denominación y uso consecutivo no son una misma cosa. Al fin y al cabo algún ilustrado
hombre medieval , aún sin exp licar el margen existente todavía era consciente de que había una vinculación entre la forma
de fechar que para él era habitual y el mundo romano anti guo y así, en las Crónicas de los reyes de Castilla, frente a la era
de la nascencia de Jesu-Christo se mencionará/a era de César (citado en MARTÍN, 1980, 56), precisando la diferencia de
años de todos conocida.

ITEM MÁS: LA ESTELA DE BECERRIL DEL CARPJO


Cuando hace sesenta años Rafael Navarro publicó el tercer fascículo de su Catálogo Monumental de la provincia de
Palencia, al hablar de la localidad de Becerril del Carpio incluye una escueta nota : en un muro exterior de la iglesia hay
una estela romana sirviendo de sillar. Debe de proceder de Cildad (NAVARRO, 1939, 83). A pesar de la antigüedad del
dato esta pieza no ha sido contemplada en ninguno de los repertorios que se han hecho de las lápidas romanas palentina ,
no sabemos si debido a lo breve y difuso de la cita -en Becerril del Carpio hay tres iglesias y una ermita- o a lo mimetizada
que está la estela con el resto del muro en que se halla. Dadas estas circunstancia y una vez localizada hemos decidido
hacer alguna precisión más y publicar la fotografia y el dibujo que e acompañan (Figs. 4 y 5).
Se trata de un fragmento de estela funeraria labrada en caliza blanca, correspondiente a la mitad derecha de una
cabecera de remate emicircular, decorada con una rueda de radios curvos levógiros, flanqueada en el extremo inferior por
una escuadra y disponiéndose bajo ella una cenefa a base de cuadrados de distinta anchura rellenos de aspas a bisel. Se
encuentra empotrada en la fachada occidental -lienzo de construcción románica- de la iglesia de Barrio de Santa María,
uno de los tres núcleos que conforman la localidad de Becerril del Carpio, sirviendo de marco a una ventana saetera.
El material y la decoración sin duda le ponen directamente en relación con la otra estela recogida en el presente trabajo
y la perspicacia de Navarro haciéndola proceder de Cildá parece acertada. Sin embargo otro posible origen puede estar en
el pequeño asentamiento rornano que se localiza a escasos cien metros de la iglesia, donde existió una pequeña torrecita
bajoimperial que controlaba uno de los pasos desde el va lle del Pisuerga al de La Ojeda. En sus inmediaciones se levantaría
siglos más tarde la ermita de San Babilés, cuyas ruinas aún son visibles.

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