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Abuelidad Normal y Patologica
Abuelidad Normal y Patologica
ICE N°3.
La abuelidad, si bien es uno de los temas del envejecer, no estable una relación
completamente lineal con el “ser viejo”. Llegar a abuelo no implica necesariamente ser
viejo. Ser abuelo, es solo una posible faceta de la identidad; se puede ser muchas cosas
además de abuelo.
La abuelidad no se trata de un tema sólo del envejecer, ya que es una función. Un abuelo
puede habernos marcado en nuestros ideales, legado representaciones o bien trasmitido
sus conflictivas. Es esta función la que tiene que ver con la función de madre o padre de
nuestro padre o madre. Para cumplir con la función de abuelo, es necesario dejar a los
hijos el lugar de madre o padre, es de algún modo dejar de serlo.
Zaresky plantea que si el abuelo juega con el nieto, es decir, no ocupa directamente su
lugar de padre, estamos hablando de una abuelidad sana. Sin embargo, a veces, cuando el
niño crece se olvida del viejo, esto se da en aquellos casos en los que el abuelo no pudo
acompañarles en su crecimiento por quedarse amarrado a un pasado, a la infancia de los
nietos. Es decir, para que la función de abuelidad sea lograda, debe aceptar además los
cambios en sí mismos y en los demás. El envejecimiento requiere seguir avanzando.
Pero el olvido del abuelo, también se debe en muchos casos a crecer olvidando que la
vejez existe, es por ello la relevancia de esta función en la estructuración del psiquismo.
En la abuelidad normal, el abuelo puede reconocer el paso del tiempo y lo acepta con
generosidad, dando lugar como función al orden trigeneracional. En cambio, en la
abuelidad patológica, los abuelos no pueden imaginar para los nietos un futuro distinto de
sus propias vidas pasadas, no aceptan el cambio; se trata de una continuidad que afirma el
anhelo de eternidad propio del narcicismo (en la abuelidad patológica, los aspectos
narcisistas no son atravesados por la castración).
Función Idealizante:
En la abuelidad patológica, el abuelo reclama a sus sucesores la identificación al yo ideal
que el instituye. En el otro modo de ejercer la función, el abuelo transmite identificaciones
a una diversidad posibles de ideales del yo.
Si la función que ejerce el viejo es sana, la muerte será aceptada, el orden simbólico
implica la aceptación de la realidad, la finitud y la muerte así como las perdidas y
separaciones. Ahora bien, en la otra modalidad de abuelidad, el abuelo pretende seguir
mandando, no se deja morir. Además, en lugar de permanecer productivo y recrear su
obra, su legado, la declinación de la genitalidad no es soportada y su pasividad e
improductividad se resuelve por el camino regresivo.