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AUXILIO EMOCIONAL EN

VICTIMAS DE ABUSO SEXUAL


CIFEP: CENTRO INTEGRAL DE FORTALECIMIENTO EMPRESARIAL Y PSICOLÓGICO
Ponente: Mg. GIANINA ESTHER CALDERÓN PÉREZ

Gianina Calderón Pérez es Psicóloga graduada en la UNMSM, Magister en Educación, Maestranda en Psicología
Clínica. Past Decana del CDR XII Cajamarca del Colegio de Psicólogos del Perú (2014-2016). Ha realizado docencia en
el Programa de Maestría en Psicología Clínica por la Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo (2016 y 2017).
Conferencista en Congresos nacionales. Ejerce el rol de Coordinadora de la Unidad Distrital de Asistencia a víctimas y
testigos del Distrito Fiscal del Cajamarca y docente en pre grado en la Universidad Privada Antonio Guillermo Urrelo.
Correo-e ninacp@hotmail.com gianina.calderon@upagu.edu.pe
AUXILIO EMOCIONAL PARA VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL: DESDE LA
DENUNCIA HASTA LA AUDIENCIA

RESUMEN
El trabajo que han iniciado los psicólogos como trabajadores del Ministerio Público, en la
atención psicoterapéutica a menores víctimas de delitos contra la libertad sexual, desde el
momento que se denuncia este hecho hasta la Audiencia de Juicio Oral, constituye un
fundamental auxilio emocional ante una situación traumática, teniendo en cuenta que este tipo
de delitos pueden llegar a provocar efectos psicológicos a corto y a largo plazo, que requieren
una intervención psicológica oportuna, ya sea con una consejería psicológica o con psicoterapia, 1
dependiendo el caso. Esta labor representa un acompañamiento emocional personalizado, cuya
duración promedio es de un año, período en el cual se brinda esta atención de manera
totalmente gratuita, tanto a las víctimas, los testigos y a los familiares directos, en diversos
momentos y etapas de la investigación fiscal, en cada una de las cuales, la labor del psicólogo se
ha vuelto indispensable, considerando un contexto en donde hacer justicia significa disminuir
los efectos de la revictimización y ofrecerle a la víctima una participación activa en la resolución
del conflicto, una reparación emocional y económica, el restablecimiento de sus derechos, la
tranquilidad luego del hecho traumático y una vida normal, digna, segura, libre de amenazas y
de reprobación social.

Introducción
En el campo de acción de la Psicología Jurídica, específicamente desde la implementación del
Nuevo Código Procesal Penal en el Perú, los psicólogos que laboran en las Unidades de
Asistencia a Víctimas y Testigos del Ministerio Público, vienen cumpliendo una importante labor
en el acompañamiento emocional permanente y personalizado a las víctimas de toda clase de
delitos, desde la comisión de los mismos, hasta la Audiencia de Juicio Oral. En ese sentido, es
importante entender que las personas que han sido victimizadas de alguna manera, en
muchísimos casos van a sentirse impedidas de continuar con su vida normal, no sólo por la
afectación del delito que en sí mismo ya representa un trauma psicológico, sino porque se
generan una serie de incomodidades en su vida cotidiana, provocadas por la necesidad de
participar en la investigación fiscal en acciones tales como: asistir a declaraciones, careos,
reconocimientos, constataciones y demás diligencias fiscales y judiciales programadas
forzosamente, situación que se ve agravada si existen amenazas expresas contra su integridad o
la de su familia, o si los miembros de la familia en vez de apoyar a las víctimas, las culpabilizan o
las revictimizan constantemente, todo lo cual implica la necesidad imperiosa de acceder a un
servicio gratuito de ayuda psicológica al interior de las instituciones de administración de
justicia, el cual adquiere una gran importancia sobre todo cuando un niño, una niña o un
adolescente ha sido víctima de un delito contra su libertad sexual, quienes no sólo tienen que
romper su silencio para denunciar el hecho, enfrentando el temor a no ser creídos, sino que
además deben participar en un proceso de investigación fiscal que ha sido diseñado para un
mundo adulto, el cual lamentablemente, les genera grandes niveles de estrés que en algunos
casos, cuando no cuentan con la ayuda especializada, los limita en su desarrollo personal futuro.
Es allí, donde la credibilidad de su testimonio representa un tema de interés para jueces y

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psicólogos en este ámbito (Echeburúa y Subijana, 2008). Además, el ambiente judicial puede
aumentar el nivel de estrés del niño y disminuir incluso su capacidad para aportar un testimonio
exacto.

I. EL ABUSO SEXUAL
Cuando hablamos de abuso sexual, el mismo que ya constituye un problema de Salud pública,
no sólo por la prevalencia de casos, sino porque afecta el desarrollo armonioso de la víctima y
tiene secuelas en diversos ámbitos de su vida (Pereda, 2009), erróneamente se cree que está
referido exclusivamente a la violación sexual, sin embargo, lo correcto es considerar aquí todo
acto que atenta contra la libertad sexual de una persona, que va desde tocamientos a cualquier
parte de su cuerpo –especialmente las partes íntimas- hasta la penetración. Para definir al abuso 2
sexual, Portillo (2005) afirma:

Se define el abuso sexual a menores como la actividad encaminada a proporcionar placer


sexual, estimulación o gratificación sexual a un adulto, que utiliza para ello a un niño/a,
aprovechando su situación de superioridad. Consideramos además que existe abuso
sexual cuando se dan las circunstancias de asimetría de edad entre víctima y agresor, lo
que supone una diferencia de aproximadamente cinco años; cuando existe asimetría de
poder, pues el abusador es el que controla o tiene algún tipo de autoridad con respecto a
la víctima; cuando aparece asimetría de conocimientos pues se supone que el que abusa
utiliza su astucia, y cuando existe asimetría de gratificación.(p.2)

Señales de Abuso sexual:


El abuso sexual se evidencia a través de conductas tales como las siguientes:
 Tocamientos de las partes íntimas.
 Convencer u obligar a la víctima a tocar el cuerpo o los genitales del abusador.
 Acoso: proposiciones verbales, gestos obscenos, etc.
 Exhibición de genitales
 Besos, en la boca principalmente o en los genitales.
 Masturbación
 Observar la desnudez del niñ@ o adolescente.
 Exposición pornográfica
 Explotación sexual
 Violación sexual.
 Frotamientos: contacto directo con los genitales de la víctima sin penetración.
 Inducirlos a realizar actividades sexuales o eróticas etc.

Por otro lado, Los menores víctimas de AS pueden mostrar conductas tales como:

 Convertirse en potenciales agresores.


 Conductas hipersexualizadas como la masturbación compulsiva, conductas seductoras o
un exceso de curiosidad por los temas sexuales.
 Rechazo a hablar de temas relacionados al sexo.

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Fases del Abuso sexual:
La Mecánica del abuso sexual, cuando el agresor es una persona del entorno, incluye las
siguientes fases:
1. Conquista: El abusador logra la atención y confianza de la víctima con un trato especial
aparentemente afectuoso y/o con engaños.
2. Interacción sexual: El abusador inicia el contacto de índole sexual con su víctima,
valiéndose de chantajes, engaños, uso de la fuerza, seducción, etc.
3. Secreto: El abusador convence u obliga a su víctima a mantener en secreto lo sucedido,
generalmente bajo amenazas.

Mitos en torno al Abuso Sexual 3


En muchas ocasiones, no se brinda el apoyo inmediato a las víctimas, porque existen mitos y
creencias erróneas que minimizan la gravedad del caso, por ejemplo:
- Los abusos sólo lo sufren las niñas.
- Los niños mienten sobre esto.
- Los abusos sólo se dan en las clases sociales bajas.
- Los tocamientos no son abuso.
- Si no hay violación, entonces no es abuso.
- El agresor sólo puede ser un desconocido, nunca alguien conocido.
- Sólo ocurre en lugares apartados
- Los agresores son pacientes psiquiátricos.

Consecuencias Psicológicas del Abuso sexual


Pereda (2009) señala que las consecuencias psicológicas de este hecho pueden tener impacto
durante toda la vida del ser humano, más aún, si no recibe la ayuda necesaria y oportuna. Sin
embargo, existiría un 20% a 30% de víctimas que tras esta agresión, permanecerían estables
emocionalmente, pero a largo plazo, en etapas más avanzadas de su vida, podrían presentar
trastornos psicológicos a consecuencia de ello. (López, pp 135, 1994 citado por Pereda 2009).
Justamente esta aparente tranquilidad o equilibrio emocional experimentada por algunas
víctimas, luego del ataque sexual, puede hacer pensar al entorno inmediato de la víctima que
podría estar mintiendo o falseando en la revelación de los hechos, lo cual constituye ya un factor
revictimizante, expresado en las dudas y cuestionamientos de sus padres, policía, fiscales y
jueces, e incluso de algunos psicólogos que ejercen el peritaje.

Las consecuencias psicológicas del abuso sexual infantil incluyen problemas de tipo emocional
como miedos, fobias, depresión, ansiedad, baja autoestima, sentimientos de culpa,
estigmatización, trastorno por estrés post traumático, autolesiones y conducta suicida; un
segundo grupo está referido a problemas cognitivos como conductas hiperactivas, problemas de
atención y concentración, bajo rendimiento académico, trastorno por déficit de atención e
hiperactividad; también pueden haber problemas de relación en donde hay dificultades para
interactuar con los pares o con los adultos, pudiendo haber aislamiento social o disminuir el
número de amigos; finalmente, tras el abuso sexual pueden aparecer problemas funcionales
como pérdida del control de esfínteres, dificultades de sueño, quejas somáticas y trastornos de
la conducta alimentaria (Pereda, 2009).

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Cuando un niño, una niña o un adolescente rompe su silencio y decide revelar la agresión
sufrida, espera que la persona en quien confía lo escuche y brinde credibilidad a su testimonio,
además requiere comprensión y que se le siga aceptando como un ser humano valioso, pues el
abuso sexual ha afectado diversos aspectos de su personalidad y de su salud psicológica ya
descritos.

Por otro lado, es preciso indicar que cuando los abusos sexuales son perpetrados por un
familiar, llegan a ser mucho más traumáticos, ante lo cual cada víctima menor de edad lo va a
experimentar de una manera muy privada, pues todos van a manifestar diferentes grados de
afectación psicológica, y en consecuencia van a requerir una ayuda, pero, algunos van a requerir
sólo una orientación inicial, mientras que otras víctimas necesitarán pasar un proceso 4
psicoterapéutico para superar el trauma (Portillo, 2005).

Dinámica Traumatogénica
Finkelhor y Browne (1985) plantearon que el abuso sexual además de alterar el desarrollo
cognoscitivo y emocional de la víctima, distorsionando su autoconcepto, la visión del mundo y
sus habilidades afectivas, implicaría también una Dinámica traumatogénica con cuatro fases:
sexualización traumática, traición, estigmatización e indefensión. La conjugación de las cuatro
dinámicas en el abuso es lo que hace único al trauma de este tipo de agresiones:
a. Sexualización traumática: se refiere a un proceso en que la sexualidad del niño/a se
conforma y desarrolla en forma inapropiada y disfuncional. Esta sexualización
traumática puede ocurrir cuando el niño/a es repetidamente recompensado por la
conducta sexual por el abusador, lo que es inapropiado para su nivel de desarrollo.
b. Traición: esta dinámica deviene de cuando el niño/a descubre que alguien de quien su
vida depende, le ha causado daño. Este/a menor puede llegar a comprender que la
persona en quien confiaba lo ha traicionado a través de mentiras. Las víctimas infantiles
pueden experimentar la traición no sólo en relación al agresor, sino también en
relación a otros miembros familiares, los cuales no han podido o no han querido
protegerlas o no les han creído.
c. Indefensión: se refiere a los procesos en que la voluntad, los deseos y sentido de
eficacia del niño/a son continuamente contravenidos. Un tipo básico de indefensión
ocurre cuando en el abuso sexual, el territorio y espacio corporal del/la menor son
repetidamente invadidos contra la voluntad de éste/a. Esta dinámica se ve exacerbada
cuando existe coerción o manipulación. La indefensión es reforzada cuando la víctima ve
que sus intentos de detener el abuso son frustrados.
d. Estigmatización: esta dinámica se refiere a las connotaciones negativas que le son
transmitidas al niño/a, como maldad, vergüenza y culpa. Estas connotaciones pueden
ser transmitidas directamente por el abusador, quien puede culpar a la víctima de la
actividad, degradarla o traspasarle el sentimiento de culpa por la conducta. La presión
por mantener el secreto que impone el agresor a la víctima comunican poderosos
mensajes de vergüenza y culpa. La estigmatización es reforzada por las actitudes que
infiere u oye de personas de la familia o la comunidad.

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Síndrome de Acomodación Infantil al Abuso Sexual

Es conveniente entender también la afectación psicológica del abuso sexual en los niños y niñas,
a partir de la descripción del Síndrome de Acomodación Infantil al Abuso Sexual, planteado por
Summit en 1983. Este concepto permite comprender los efectos que la victimización por abuso
sexual puede tener en la conducta de un niño, que implica un conjunto de reacciones
inesperadas o poco comprensibles del niño desde la óptica del adulto, pero que son adecuadas
para su supervivencia y se relaciona a una situación que convence cognitiva y emocionalmente
al niño de que así es su realidad y no puede escapar de ella, como el sentimiento de estar a
merced de la voluntad del agresor. Algunos autores utilizan la palabra "hechizo" para
ejemplificar lo que sucede en la mente y el sistema perceptual del niño (Perrone,1997).
5
Se conjugan acciones de los agresores y características propias de la infancia (desvalimiento,
necesidad de protección, apego y cariño por el agresor cuando se trata de alguien cercano, etc.)
que lo "encierran" en una situación en la que se encuentra a merced de la voluntad del agresor.
Lo que ocurre por lo general es que muchas de las conductas atribuibles a la acomodación y a
los mecanismos de defensa utilizados para sobrevivir en estas situaciones extremas, son
entendidas como MENTIRAS o como RESPONSABILIDAD DEL NIÑO, por permitir que sucediera,
desde una serie de creencias y prejuicios que circulan en nuestra cultura y que dificultan
seriamente la protección de la infancia que está siendo víctima.

Los síntomas que se presentan en este síndrome son: el manejo del secreto, la acomodación al
hecho para mantener su salud mental, la desesperanza al creer que su situación no cambiará
por sentirse impotente, el revelamiento tardío o poco convincente y el retractamiento (Oficina
de Defensoría de los Derechos de la Infancia México ODCI, 2006).
a) El secreto: El abusador usa estrategias para persuadir al niño de guardar el abuso como
secreto. Esto no le resulta difícil, ya que la relación entre un niño y un adulto siempre es
desigual y es el adulto quien tiene mucho mayor poder, directamente investido por la
sociedad. Se recurren a estrategias que intentan adjudicar al menor toda la
responsabilidad, que lo culpabilizan directamente, que lo ponen en una situación de
desprotección –que nadie lo apoyará-, para confundirlo y normalizar las acciones, y
estrategias para atemorizarlo.
b) La Acomodación. La única opción que le queda es adaptarse para sobrevivir y mantener
su salud mental. Considerando que no puede por sí mismo librarse de tal situación, se
ve obligado necesariamente a poner en funcionamiento estrategias psicológicas para
afrontar el abuso repetitivo. Entonces se recurre a mecanismos de defensa, conductas
que nos pueden parecer absurdas o incomprensibles desde la perspectiva de un
observador que no tenga conocimiento sobre los efectos de la victimización en un niño.
Por ejemplo, puede parecer "imposible" que un niño que ha sido víctima no recuerde
detalles o que no recuerde el hecho, que no haya pedido ayuda ni haya contado lo que
le pasó, o aun que considere lo que le pasó como poco importante, que no presente
síntomas obvios y que continúe desempeñándose en áreas específicas de la vida
cotidiana sin mostrar afectación aparente por estar siendo víctima, etc.
c) La desesperanza. El niño ve al abusador como todopoderoso, y por ello cree que su
situación no cambiará y no hace absolutamente nada por romper el patrón de abuso.
Cada nueva experiencia de abuso refuerza la idea de que quien tiene el poder es el

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adulto, y que el niño no puede hacer nada para impedirlo. Se siente impotente, y sólo le
queda callar, obedecer, sufrir en silencio. La consecuencia lógica es la sensación de
impotencia, de desvalimiento absoluto, y la de depresión. Comprender al niño inmerso
en esta realidad, permite entender que no aproveche oportunidades que para otros
(que están "afuera") son claras opciones para detener el abuso (buscar ayuda
activamente, intentar huir, etc.). El niño está convencido de que así es su realidad, y
que nada va a cambiar.
d) El revelamiento tardío. Considerando todo lo anterior, si se animan a develar el abuso lo
hacen de manera ambivalente, con dudas e inseguridad acerca de qué revelan. Se
pueden animar a probar “qué pasa” si se lo cuentan a alguien en quien confían mucho, y
de ello dependerá que se sienta respaldado o solo. Dejan pasar mucho tiempo antes de 6
contar lo sucedido y lo hacen con cautela, sin detalles, según el ánimo de quien los
escucha, lo cual genera que a veces se confundan o duden o sean ambivalentes, y por lo
tanto, no les crean.
e) El retractamiento. Luego de develar el abuso, es muy posible que "se arrepienta" y
declare que nada de lo que dijo antes era cierto, que lo inventó. Puede sentir temor,
sobre todo si la respuesta que recibió de adultos no fue apropiada. Existen casos en
que el niño queda expuesto a la presencia del abusador, quien fácilmente puede
amenazarlo o intimidarlo. En otras ocasiones, el niño puede sentir que, con haberlo
dicho, el abusador ha "aprendido la lección" y ya no lo volverá a agredir. Peor aún,
cuando observa que los adultos a su alrededor no pueden manejar esta confesión,
mucho menos él podrá enfrentar el proceso de investigación con todo lo que viene. En
ciertos casos, al haber alejamiento del agresor, el niño lo extraña, o lo culpan de su
ausencia o de ser encarcelado. Por ello, se retractan.

Ante estas situaciones, los adultos que brindan apoyo a los menores deben repetirles mensajes
que los ayuden a superar este síndrome: Tú eres la víctima, no es tu culpa, te vamos a proteger
para que no vuelva a pasarte nada malo, cuenta conmigo, eres muy valiente por decir la verdad,
es normal sentir vergüenza, gracias a tu declaración otros niños no serán dañados por esa
persona, etc.

Factores de riesgo
Algunos factores de riesgo que podríamos citar, relacionados al abuso sexual son los siguientes:
 Hacinamiento.
 Promiscuidad en la familia.
 Falta de privacidad de la pareja.
 Encargar el cuidado de los hijos a familiares o amigos (sobretodo varones).
 Acudir a clases de reforzamiento académico sin la vigilancia paterna.
 Acceso fácil a material pornográfico.
 Crisis familiares.
 Abandono afectivo.
 Falta de comunicación familiar.
 Alcoholismo y drogadicción.

Prevención del Abuso Sexual (enfoque en las víctimas)

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 Mejorar comunicación familiar. El hogar es el lugar más idóneo para hablar de este
tema, para enseñar a los hijos conductas de autoprotección, identificar situaciones de
riesgo, y aprender a confiar irrestrictamente en los padres, para poder contarles
cualquier evento, sin dudar.
 Fortalecer la Autoestima: autocuidado del cuerpo, hacerse respetar.
 Evitar lugares, situaciones y personas de riesgo (por ejemplo: internet).
 Recordar siempre que el mayor porcentaje de abusadores sexuales son personas
conocidas (familiares, amigos).
 Denunciar al abusador lo más pronto posible, aunque el hecho haya ocurrido hace
muchos años.
 Tratar el tema con discreción, garantizar la privacidad y confidencialidad. 7
 Brindar un apoyo psicológico inmediato a la persona que ha sido víctima de abuso
sexual.

En estos casos, especialmente cuando las víctimas son menores de edad, se recomienda a
los padres que escuchen a sus hijos e hijas cuando éstos quieren contarle algo, no dudar de
sus confesiones, mostrándoles que pueden confiar en sus padres. Jamás se burlen,
subestimen o ignoren algo que sus hijos les quieran decir. Puede ser que hoy decidan
contarles que fueron víctimas de abuso sexual y si el padre o la madre no está dispuesto a
escucharlos, guardarán el secreto para toda la vida , y al sentirse ignorados ante lo que les
sucedió , nadie les podrá brindar la ayuda que necesitan.

II. AUXILIO EMOCIONAL PARA LAS VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL

La finalidad de la intervención psicológica es brindar el auxilio emocional lo más pronto posible a


las víctimas, buscando que restablezcan paulatinamente su equilibrio psicológico que se vio
afectado por el delito (agresión) sufrido, que retome el interés en la construcción de su
proyecto de vida y que paralelamente participe en el proceso de investigación de manera
óptima.

Algunos aspectos de la vida de los niños, niñas y adolescentes que se ven afectados por el abuso
sexual y que necesariamente deben incluirse en el proceso de ayuda psicológica son: el aprecio
por todo su cuerpo, incluyendo sus órganos sexuales, la imagen de sí mismos y el amor hacia sí
mismos, el valor y el significado de la propia sexualidad, la capacidad de confiar en los demás, la
capacidad de amar y sentirse amados y en general, ven disminuida severamente su capacidad
de ser feliz en la vida.

En ese orden de ideas, el proceso de investigación penal tiene un papel terapéutico y constituye
un instrumento de redignificación y recuperación del niño o adolescente o adulto víctima, que
apunta a ayudarlo a definir el evento en su vida, a empoderarlo y evitar la desesperanza e
impotencia, y reivindicar la imagen de los adultos ( en el caso de los niños) (ODCI, 2006).

En este punto, Echeburúa y Guerricachevarría (2011) realizan un planteamientos de un modelo


de atención, denominándolo Enfoque Integrador de tratamiento para las víctimas de abuso

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sexual el cual incluye tanto al menor como a sus familiares, buscando la reducción de síntomas,
la comprensión del significado de la experiencia vivida, la prevención de nuevos abusos y la
ayuda a la familia para expresar sus sentimientos, buscar apoyo y hacer frente a los problemas
planteados.
Asimismo, es importante que desde el primer momento que el psicólogo contacte a la víctima,
muestre empatía, valide sus sentimientos y refuerce mensajes que en principio lo
desculpabilicen y refuercen que hayan decidido contar ese hecho tan malo ocurrido en su vida,
además de examinar las dimensiones del problema y las posibles soluciones que ya se hicieron o
sólo se pensaron.

Dolan (1997) citado por Llanos y Sinclair (2001), plantea que las víctimas de abuso sexual, 8
requieren entrar en un proceso de reparación en el cual se reconozcan como víctimas, se
vean como sobrevivientes y celebren una vida libre de maltratos.

a) Reconocerse como víctima. Supone registrar la situación de desigualdad jerárquica y


abuso de poder a la que se estuvo sometido en el pasado, como niño en relación con el
abusador. Implica desculpabilizar a la víctima, pues es muy común que se sienta culpable, más
aún por los estresores familiares y de otra índole. Permite la legitimación del sufrimiento vivido.
En esta etapa, la persona necesita evaluar que en su infancia o tiempo atrás, estuvo sometida a
un contexto relacional violento y que no tenía ninguna posibilidad de controlar o detener las
acciones abusivas del adulto, dadas las características de dicha dinámica y la dependencia propia
de su condición de niño o niña. El concepto de víctima, sin embargo, conlleva una
autopercepción de persona dañada, limitada en sus recursos y, finalmente, incompetente
para dirigir su propia vida. Desde esta posición la persona está más predispuesta a interpretar
sus problemas como consecuencias del abuso antes que como dificultades de la vida
susceptibles de ser superadas, lo cual puede funcionar como una profecía autocumplida
perpetuadora del daño.

b) Reconocerse como sobreviviente. Relacionado a identificar los recursos personales que le han
permitido protegerse del abuso y sobreponerse a sus efectos a lo largo del tiempo. En esta
etapa la persona puede contactarse con sus propios recursos y áreas de fortaleza, lo que
facilita el enfrentarse con los aspectos más dolorosos y/o conflictivos del abuso.

c) Celebrar la vida. Referido a recuperar la posibilidad de imaginar un futuro libre de la


influencia del abuso como un factor determinante en la estructuración de la propia
vida y la posibilidad de desarrollarla en forma constructiva y satisfactoria. En esta etapa la
persona logra independizarse del abuso y puede dar sentido a su vida en concordancia con sus
propias opciones.

Siguiendo a estos autores, plantean que el contexto terapéutico para este tipo de víctimas
debe ser seguro y confiable para lo cual se deben considerarse:
- Establecer una relación no abusiva con un adulto. Las características propias de la
relación terapéutica se constituyen, en sí mismas, en un recurso fundamental para
el cambio, ya que brindan un contexto interaccional que funciona como una
experiencia de contraste respecto a la relación abusiva. Este aspecto, sin duda,

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promueve autovaloración y el autorrespeto del paciente y facilita en un momento
posterior el proceso de reflexión crítica respecto al abuso sufrido.
- Asimismo, se debe definir el encuadre protector hacia la víctima, resulta necesario que
el terapeuta gradúe la intensidad emocional de la relación, no toque al paciente
sin su autorización y evite la utilización de técnicas terapéuticas que favorezcan la
sensación de descontrol; tales como la imaginería o la relajación con los ojos
cerrados.
- Visibilización de la persona: Las personas que fueron víctimas de abuso sexual
tienen la sensación de ser nadie, poca conciencia acerca de sí mismas y
tienden a obviar sus necesidades, opiniones y sentimientos. Por tanto,
alguien que las escuche, muestre interés por ellas y las trate respetuosamente es, 9
en sí mismo, muy reparador. Destaca, entonces, la significación emocional de un
vínculo terapéutico comprometido, basado en el interés profesional por la persona del
paciente, teniendo presente que ayudarle a que visualice e integre los distintos
aspectos de sí mismo se constituye en un objetivo terapéutico relevante.
- Flexibilidad terapéutica: el hecho que una persona haya sufrido una experiencia de
abuso sexual no es motivo suficiente para iniciar una terapia encaminada a superarlo,
aun cuando parezca evidente que muchos de sus problemas tienen su raíz en esa
experiencia. Muchas veces puede ser más apropiado un enfoque terapéutico de
carácter indirecto que se centre más bien en la superación de los efectos presentes
del abuso.

Llanos y Sinclair (2001) proponen la creación de un MARCO COMUNICACIONAL QUE PERMITA


INTEGRAR EL ABUSO, que conste de los siguientes aspectos:
a) Creer en la persona. El solo hecho de creer a la persona y mantener la aceptación hacia
ella ya es, en sí mismo, terapéutico.
b) Flexibilidad en la forma de abordar el abuso. La disposición del terapeuta a escuchar
los aspectos más terribles del abuso y su capacidad para tolerar el impacto que,
inevitablemente, genera este tipo de contenidos. Hablar del abuso permite romper el
aislamiento emocional propio del secreto, permite objetivar lo ocurrido y
contextualizar las propias reacciones. Resulta importante que en los distintos
momentos de la terapia la persona se sienta con la libertad de decidir que
situaciones abusivas está dispuesta, necesita y/o que considera conveniente
contar.
c) Darle un nombre a lo ocurrido. Es ayudar a la persona a describir de manera más
precisa aquello que está relatando, teniendo especial cuidado de respetar su ritmo y
no adelantarse. La semantización de la experiencia otorga carácter de realidad a
los hechos vividos y favorece la validación de las percepciones y vivencias
asociadas al abuso. Permite darse cuenta que las situaciones abusivas efectivamente
ocurrieron y que, a diferencia de lo que suele sentir el paciente, no son fantasías o
indicadores de locura.
d) Deconstrucción del discurso que mistifica el abuso. Supone hablar las cosas por su
nombre, en un lenguaje descriptivo y específico. Se trata de volver a los hechos
puntualizando la responsabilidad del abusador y la desculpabilización de la víctima. En
un primer momento, la persona puede reconocerse como víctima y no como cómplice o

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instigador. En un segundo momento, logra tomar distancia del abusador y puede
desarrollar una perspectiva crítica de las actuaciones de este. De igual manera, la
deconstrucción del discurso incluye la clarificación de la responsabilidad de los
terceros, que pueden haber fallado en la protección del niño, en la detección del
abuso y/o en creer la revelación. Sin embargo, el abuso en sí continúa siendo exclusiva
responsabilidad del abusador.
e) Contención y elaboración de los sentimientos asociados al abuso. El abuso suele estar
asociado a dolorosos e intensos sentimientos de angustia, vergüenza, culpa, miedo,
desconfianza, tristeza y rabia con las que la persona puede contactarse en el curso de la
terapia y que requieren ser elaborados durante el proceso. Se trata de ayudar a la
persona a legitimar sus vivencias, como un paso previo a elaborarlas lo cual 10
puede resultar en sí mismo muy aliviador. Un aspecto muy conflictivo puede ser la
imposibilidad de perdonar al abusador, lo que puede ser vivido por la persona con
intensa culpa y que indudablemente se ve intensificado por la impunidad del
abusador, por su nula disposición a reconocer el daño, ni menos repararlo. Por
tanto, en muchos casos, puede resultar muy terapéutico liberar a la persona de la
exigencia del perdón.

f) Graduación de la intensidad emocional de las sesiones: Se trata de proyectar el proceso


a través del tiempo, de modo que el paciente no sobrevalore la importancia de una
sesión y sea posible contener su urgencia por resolver. Es muy importante pedir a
la persona información respecto a cómo vivencia la terapia durante y/o entre las
sesiones, a fin de tomar los resguardos necesarios para finalizar bien cada sesión. Se
debe hablar de lo que le pasa y dejar de hablar para focalizarse en otros temas.

Llanos y Sinclair, 2001, también proponen que en el proceso de ayuda se debe facilitar la
CLARIFICACION DE LOS EFECTOS DEL ABUSO en base a los siguientes puntos:

i. Contextualización de los efectos del abuso. Se refiere a la identificación de los efectos


del abuso que resultan más evidentes, perturbadores y/o interferentes en la vida de
la persona y normalización de los mismos como reacciones esperables, frecuentes y
comprensibles a la luz de la dinámica abusiva.
ii. Identificación de Estrategias de Supervivencia y Superación de los Efectos del Abuso.
Se refiere a la identificación de los esfuerzos realizados por la persona para superar el daño
del abuso y ejercer control sobre su vida. Se trata de ayudar a la persona a contactarse con
los propios recursos para enfrentar problemas y superar dificultades, lo que permite
reconocerse como sobreviviente. Se relaciona con los factores protectores, tanto
personales como del contexto.
iii. Identificación de áreas libres de abuso. Se refiere a puntualizar en áreas de la persona que
funcionan adaptativamente, aspecto que permite rescatar recursos, áreas de competencia
y experiencias vitales protectoras.

Y finalmente, estos autores puntualizan en que los terapeutas deben ayudar a LA


RECONSTRUCCIÒN DE UNA IMAGEN POSITIVA DE SÍ MISMO, empezando por la

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Autovalorización, desculpabilización, desarrollo de sus competencias personales y de un estilo
de vida constructivo, en el cual rechace establecer relaciones tóxicas y abusivas.

En el caso de menores de edad, los temas básicos a considerar en la psicoterapia por abuso
sexual serían: evitación de la revictimización, reconocimiento del hecho, educación afectivo-
sexual, habilidades sociales y resolución de problemas.

Parte de los mensajes que se deben manejar cuando se brinda la Educación afectivo-sexual a los
menores víctimas de abusos sexual son los siguientes:
- tu cuerpo es bueno y te pertenece, la sexualidad también lo es;
- no estás obligado a besar a nadie ni a dejarte tocar, abrazar o besar; 11
- tú puedes darte cuenta cuando alguien te hace o intenta hacerte una caricia
inadecuada;
- extraños o familiares en ocasiones pueden intentar hacerte tocamientos y tú puedes
pedir ayuda cuando eso suceda;
- tú puedes aprender a decir “NO” ante proposiciones malas de parte de un adulto;
- si alguien trata de tocarte de forma que te haga sentir “raro”, de inmediato recházalo y
cuéntaselo a alguien de confianza;
- a veces no se debe obedecer todo lo que un adulto te pida que hagas, especialmente
cuando se trata de caricias inadecuadas a tu cuerpo;
- no todas las relaciones que se establecen con adultos son peligrosas;
- a veces nos pasan cosas terribles y tú no eres el único,
- no te calles, busca ayuda, etc.

Es indudable y de vital importancia que los profesionales que brindan la contención emocional
inicial, ofrezcan información básica a los familiares, señalándoles las siguientes pautas de
actuación ante el abuso:
a) asegurar la terminación de los abusos sexuales y el alejamiento físico entre la víctima y el
agresor,
b) el padre, madre u otro cuidado deben comprometerse con el niño o niña a protegerlo en lo
sucesivo,
c) capacitar a la víctima y darle la confianza suficiente para informar de manera inmediata si
ocurrieran posteriores episodios de abuso,
d) enseñar a identificar y comprender su propia sexualidad y la del adulto de una forma sencilla
y objetiva,
e) enseñarle a identificar señales de peligro de cuándo un acercamiento de un adulto podría
tener una intencionalidad sexual,
f) adiestrar al menor en técnicas de evitación de situaciones de riesgo de abusos sexuales y,
g) enseñarle a comunicarse asertivamente para rechazar peticiones no deseadas en el ámbito
sexual (Echeburúa y Guerricaechevarría, 2006).

III. PREVINIENDO LA REVICTIMIZACIÓN


La Revictimización o Victimización secundaria es producida por las instituciones encargadas de
hacer justicia, como la policía, la Fiscalía, el Juzgado, el INPE, etc. La Oficina de Defensoría de los
Derechos de la Infancia de México en 2006 señala que el riesgo de revictimización consiste en

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que a los efectos que aparecen debido al delito sufrido, se le sumen otros efectos provocados (o
aumentados) por las experiencias a que es sujeto el menor una vez que inicia el proceso legal.
Cuando existe revictimización, el propio proceso penal se vuelve contra el niño víctima, que
sufre ahora otro maltrato: el institucional. Se revictimiza cuando los niños son sometidos a un
proceso que dura muchos meses, y debe participar en jornadas largas sin descanso, o cuando
deben dar su testimonio varias veces y exponerse a cuestionamientos y dudas, o cuando se cita
al niño para que declare al mismo tiempo que el agresor, considerando además que el niño casi
nunca recibe información sobre la labor del Ministerio Público ni sobre sus derechos, ni sobre las
diligencias y/o exámenes que debe pasar. Por otro lado, en la familia o en la escuela, se
revictimiza al niño cuando se duda de su confesión, negando los hechos, creyendo más al
agresor –especialmente cuando es parte de su entorno familiar-, o se culpa al niño de querer 12
encarcelarlo o de generar gastos.

En la atención psicológica brindada a menores víctimas de abuso sexual en las Unidades de


Asistencia a Víctimas y testigos del Ministerio Público, se han podido identificar los siguientes
estresores psicosociales relacionados al Abuso Sexual Infantil, que exacerban la sintomatología y
muchas veces dificultan tanto el proceso de investigación como la recuperación del equilibrio
psicológico de los agraviados y que constituyen evidentes ejemplos de revictimización:
• Tener una dinámica familiar disfuncional, caracterizada por situaciones de violencia
familiar, infidelidad, alcoholismo, divorcios mal manejados, etc.
• Ser constantemente amenazados por sus agresores, de diversas maneras, por ejemplo, a
través de mensajes de texto, correos electrónicos, carteles o pasquines en la puerta de su
casa, personas que las siguen por las calles, etc.
• Ser citados ante las autoridades policial, fiscal y/o judicial para rendir su declaración, de
manera reiterada, porque en ocasiones las diligencias se reprograman, ante lo cual, debe
intentar recordar una y otra vez los hechos ocurridos.
• Ser culpabilizados por sus padres, sus maestros u otros parientes por los hechos ocurridos,
o acusarlos de haber provocado o insinuado la agresión sexual, etc.
• Ser marginados o atacados por sus familiares porque no creen en su testimonio,
especialmente cuando el agresor es un familiar cercano, a tal punto que se han visto casos
en los cuales han obligado a cambiar la versión de los hechos.
• Recibir severas llamadas de atención de sus padres por no haber contado los hechos
inmediatamente después de que sucedieron, quienes no comprenden lo que una víctima
de abuso sexual puede experimentar en el mismo momento de la agresión.
• Cuando los padres u otros familiares hablan constantemente de los hechos, delante de las
víctimas, ya sea a modo de lamento o de autoacusaciones, o quejándose de que tienen que
gastar dinero en pagar a un abogado.
• Sentir un alejamiento afectivo de sus padres, porque éstos se encuentran muy dedicados a
la denuncia y a la serie de trámites que hay que hacer.

Algunas acciones para poder minimizar la revictimización pueden ser: el buen trato que se le
brinde desde el primer momento, que le crean cuando brinda su versión de los hechos, y que las
personas que están en su entorno inmediato (sean familiares u operadores de justicia)
constantemente le repitan mensajes claves reforzantes tales como: no tienes la culpa, has sido

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muy valiente por contar lo que pasó, así estas ayudando también a otros niños, es normal que
sientas vergüenza, no es responsabilidad tuya lo que pasará con el agresor, etc..

IV. MOMENTOS CRUCIALES EN EL AUXILIO EMOCIONAL A LAS VÍCTIMAS DE ABUSO


SEXUAL
A. Durante e inmediatamente después de la denuncia: El psicólogo ayuda a la víctima a
expresar la denuncia de las agresiones sufridas, para lo cual se debe disponer de un
tiempo para el niño, niña, adolescente o adulto; además se garantiza el
acompañamiento durante todo el proceso y se brinda la asesoría y contención
emocional a los familiares, previniendo la revictimización.
B. Durante los exámenes periciales (médico-psicológico). Explicar al menor agraviado 13
acerca de la importancia y necesidad de pasar por los exámenes médico y psicológico, y
cuál es el procedimiento, de manera paciente, clara y sencilla, garantizándole privacidad
y buen trato. Es necesario también coordinar con el médico legista sobre el grado de
afectación y ciertas características de la víctima para que éste las tenga en cuenta al
momento del examen, promoviendo un trato empático, digno y delicado al menor,
específicamente durante el examen médico. Ante la ausencia de algún familiar, una
psicóloga puede acompañar durante este examen, dependiendo el caso.
C. En las Diligencias fiscales. Explicar al niño/a y a sus familiares cómo se realizarán las
diligencias, absolviendo sus dudas y/o traduciendo en lenguaje sencillo lo que los
Fiscales y abogados le han referido, acompañarlos en todas las diligencias, previa
autorización del Fiscal a cargo de la investigación, garantizándole al niño que puede
contar con el psicólogo para lo que requiera; aplicar técnicas para reducir la ansiedad y
otras reacciones emocionales que pudieran darse durante las diversas diligencias como
la de reconocimiento, o constatación, en la cual, debe revivir los momentos de la
agresión en el lugar que sucedieron.
D. En la Audiencia de Juicio Oral. El psicólogo debe programar sesiones con el menor
agraviado y sus familiares para brindarles orientación respecto al ambiente del juicio
(ubicación, lenguaje, participantes, duración, etc); permitirles canalizar las emociones
negativas que pueden aflorar por la cercanía no sólo al juicio sino también por conocer o
volver a mirar el rostro del investigado o autor de la agresión. Durante estas reuniones,
se abordan las expectativas que la familia tiene del juicio y además se aportan
herramientas para afrontar este proceso. Se pretende que sea un espacio donde se
favorezca la expresión de emociones y su legitimización, por lo que hay que transmitir
calma al hablar del tema, permitirle al niño la comunicación ilimitada, garantizándole
que ello no le traerá consecuencias negativas. Asimismo, el psicólogo está autorizado
para acompañar al niño o adolescente víctima durante su declaración en la sala de
audiencias.
E. Al concluir el proceso. Es importante planificar la despedida o el cierre del apoyo
psicológico, recapitulando los motivos por los cuales interactuaron el menor y el
psicólogo, recordándole al niño que un adulto actuó mal con él y que por esa razón él lo
tuvo que contar a una autoridad para que ese acto no vuelva a repetirse, felicitándolo
por su participación y su valentía, invitando a continuar con sus vidas, insistiendo en que
lo que le suceda al agresor depende únicamente de la decisión del Juez, evitando en lo
posible hablar del encarcelamiento del agresor frente al menor.

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Importante señalar también que durante el proceso de investigación fiscal y juzgamiento, las
víctimas menores de edad, suelen tener sentimientos tales como: cansancio o desinterés,
culpabilidad por las consecuencias de la denuncia, temor, olvido y/o confusión sobre lo
sucedido, hastío frente al tema; por lo que en general necesitarían: ser escuchados sin ser
juzgados, saber que pueden preguntar o decir lo que sea, que se les garantice que serán
tratados con respeto, no ser presionados para hablar, que comprendan que se cansan y se
aburren ante las reprogramaciones de las diligencias, sentirse protegidos y respaldados, que no
necesariamente buscan un castigo para el agresor sino solamente que se detenga la agresión,
sentirse aceptados en sus expresiones emocionales, convencerse de que no son responsables ni
culpables, dejar de sentir temor ante todo lo que van a tener que enfrentar. Paralelamente, la 14
consejería a los familiares debe incluir la protección de sus vivencias cotidianas, es decir,
reforzar en ellos su derecho a continuar con la dinámica familiar habitual, evitando que el
hecho se convierta en el tema central de la familia, asimismo, deben mantener los límites y
jerarquías adecuados, que el niño continúe siendo educado con normas de conducta y sabiendo
bien el rol que cumple en la familia, manteniendo las redes sociales, con personas significativas
que facilite un intercambio de experiencias para su descarga emocional y alivio. (Echeburúa y
Subijana, 2008).

Un tema no menos importante a enfatizar es acerca de la privacidad y confidencialidad del


delito sufrido por el menor, pues en ocasiones, los familiares divulgan este hecho con personas
ajenas al hogar, lo cual genera rumores en torno a la integridad del menor, que a su vez, es una
forma de revictimizarlo

Conclusiones
A modo de conclusión, el abuso sexual constituye un evento sumamente estresante y
devastador para las víctimas, en donde cada uno lo va a experimentar de manera muy
particular, y se requiere de manera inmediata un abordaje legal, protector y de apoyo
emocional, especialmente por su entorno familiar. Actualmente, en el ámbito jurídico, es justo
decir que, gracias a la labor de asistencia emocional del psicólogo como especialista de las
Unidades de Asistencia a Víctimas y Testigos del Ministerio Público del Perú, los niños, las niñas,
las y los adolescentes y los adultos víctimas de abuso sexual, reciben un trato con calidad y
calidez desde el momento de la denuncia, y así, llegan a sentirse respaldados, comprendidos y
valorados, logrando participar adecuadamente en el proceso de investigación fiscal, y retomar
su proyecto de vida a un mediano o largo plazo, además sus familiares reciben una ayuda
psicoeducativa y psicoterapéutica oportuna y gratuita, pues se responde a su necesidad de
ayuda psicológica de manera inmediata, en donde el auxilio emocional se inicia considerando su
urgente necesidad de ser escuchados, de ser protegidos, sin ser juzgados, y que se le garantice
que serán tratados con respeto, de que se validen sus emociones y se les acompañe durante
todo el proceso. Por lo anterior, es indudable que esta forma de intervención viene
contribuyendo a una mejora continua en el trato a la víctima al interior de los servicios de
justicia, intentando evitar o minimizar los efectos de la revictimización y logrando hacer justicia
en muchos casos.

AUXILIO EMOCIONAL EN VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL . Mg. Gianina Calderón Pérez. CIFEP.
Referencias Bibliográficas

Echeburúa, E. ,Subijana , I. (2008) Guía de buena práctica psicológica en el tratamiento judicial


de los niños abusados sexualmente. International Journal of Clinical and Health
Psychology, 8(3), 733-749.
Echeburúa y Guerricachevarría (2011) Tratamiento psicológico de las víctimas de abuso sexual
infantil intrafamiliar: un enfoque integrador. Behavioral Psychology / Psicología 15
Conductual, 19 (2), 469-486.
Llanos, M.; y Sinclair, A. (2001) Terapia de reparación en víctimas de Abuso sexual. Aspectos
fundamentales. Psykhe, 10 (2), 53-70.
ODCI (Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia) (2008). Colección: «El niño víctima
del delito frente al proceso penal». Tomo III: La Denuncia como elemento terapéutico
para el niño víctima del delito. Tomo IV: Acciones para evitar la revictimización del niño
víctima del delito. Manual para acompañar a niños a través del proceso judicial.
Pereda, N. (2009). “Consecuencias psicológicas iniciales del abuso sexual infantil”. Papeles del
Psicólogo
30 (2), 135-144
Portillo, R. (2005). “Tratamiento Psicológico de Niños Víctimas de Abuso Sexual”. Artículo
Malaga-Centro.

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