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Play List.

Changes.- XXXTentacion.
Crazy in love.- Beyoncé
Crazy 4 you.- Ross Lynch

Personajes Principales

Anisa McFly.- Lauren Cohan


Gema T’Lalla.- Jasmine Tookes
Janice Warren.-Dove Cameron

Personajes Secundarios

Jacob Grimes.-Sebastián Stan


Sebastián Murdokk.- Jason Momoa
Alejandro Rogers.-Chris Evans
Prefacio.

Dicen que París es la ciudad del amor… Pero ¿hasta dónde podemos llegar por
ese dichoso amor? Muchos deciden perdonar lo imperdonable en su nombre o
como otros que deciden hacer locuras por su culpa.

Tres amigas íntimas deciden reunirse en un pequeño restaurante de la Ciudad del


amor y deciden relatar sus inocentes relatos amorosos.

Pero ¿qué esconden esas simples, románticas y tiernas historias?


¿Qué esconde una amiga de la otra que sea tan íntimo para disfrazar como algo
simple, romanticón y bonito?

Lo único que se puede decir al respecto es que Anisa, Gema y Janice están locas.

Locas por amor.


CAPÍTULO UNO: Loca por Jacob

02 de Mayo, 2019.
Paris, Francia.
―¿Y bien? ―Janice me mira.
―¿Y bien, qué? ―me hago la desentendida mientras le coloco dos cubitos de
azúcar a mi té y le doy un pequeño sorbo.
―¡Ay, Anisa! ―chilla Gema exasperada―. Ya ambas hemos hablado sobre el
amor de nuestras vidas ―ella ríe―. ¡No te hagas la tonta!
―Bueno ―Levanto mis manos en signo de derrota―, hablaré.

Cierro mis ojos y me sonrojo recordando a Jacob en mi niñez. El más alto de


nuestra clase. Sus ojos avellanados chispeantes, su cabello oscuro caía sobre su
frente, su nariz era un tanto chistosita, alargada y un poquito grande por ser
estadounidense y no inglés como yo.

“Era 1984 cuando vi aquellos ojos curiosos viéndome por primera vez. Su carita
sonrojada por las miradas de todo el salón hacia él, no era de muchas palabras,
pero eso lo hacía más lindo e interesante. Mi mamá me habló mucho del amor a
primera vista y pues, eso sucedió aquella vez en primer grado.
Días después nos hicimos amigos, jugábamos, compartíamos nuestro almuerzo y
le enseñaba un poco sobre nuestro característico inglés. Los años iban pasando y
pasando; pero, mi amor por él crecía cada vez más. Aunque, siendo un chico muy
apuesto y extranjero, debía luchar contra sus admiradoras, pero, lo más lindo de
todo era que siempre me escogía antes que a todas. Su madre y mi madre se
hicieron amigas que ¡Hasta planeaban nuestra propia boda! Y no voy a negar que
me encantaba imaginarme ser la Señora Grimes. Pasan los años y nuestro vínculo
se fortaleció. Cuando llega el Baile de Graduación, yo estaba cien por ciento
segura que mi amigo y amor me invitaría; para luego darnos nuestro primer beso,
seguir juntos en la universidad y terminar casados.

―¡Hey, Ani! ―Jacob me mostró una sonrisa de oreja a oreja, de hecho era tan
gran que sus hoyuelos se marcaban con fuerza―. ¿Quieres que te acompañe
hasta tu casa?
―Siempre me preguntas lo mismo y terminas acompañándome te responda o
no ―admití entre risas―. ¡Y claro que puedes, tonto, me gusta que lo hagas!
―¡Ah, genial! ―me dio un pequeño abrazo―. Además, quiero hablarte de algo
importante.
―Oh, cla-claro ―dije sonrojada. Recuerdo mi felicidad, porque estaba muy segura
de que me hablaría sobre el baile.

Caminamos mucho ¡Creo que nunca el camino hacia mi casa se había hecho tan
eterno como ese día! Hablábamos sobre la Universidad. Yo me iría por Medicina
Forense y él por Ingeniería Petroquímica.
―Ya llegamos ―y nuevamente me sonrió.
―Sip ―murmuré por lo bajo―. Por cierto, Jacob, dijiste que me hablarías de algo.
―¡Oh, si! ¿Có-Cómo se invita a una chica a salir, Anisa?

Hubo un pequeño silencio por unos instantes ¡En verdad que estaba muy
nerviosa! Miré al suelo avergonzada mientras jugaba con mis dedos.

―P-Pues, me supongo que le das una flor y dices lo que sientes.


―Sí, cierto. Es una gran idea, pero... ¿Qué flores puedo regalar? Sabes que no sé
nada de citas.
―Bueno... A mí me gustan las margaritas ―dije al máximo de mi rubor―. ¿Ya
sabes a quién invitar al baile?
―Sí, ya lo sé ―sonrió tímido―. Es una chica linda, inteligente y una gran amiga.

Y con esas palabras no pude dormir en toda la noche ¡En verdad que estaba loca
por Jacob! Nada me gustaba tanto como el, o bueno, sí. Brad Pitt, pero, por lo
menos sabía que Jacob era mucho más alcanzable que ese actor de Hollywood.

A la mañana siguiente me había arreglado lo más bonita que pude. Todos en la


escuela me miraban, creo que jamás había llamado tanto la atención. No había
visto a Jacob por ningún lado y ¡Hasta recibí dos invitaciones al baile! Pero, les
dije que lo pensaría para no rechazarlos y romper su corazón.

Logré ver la cabellera de mi gran amor a lo lejos, caminé con prisas por el pasillo y
me frené en seco viendo como mi amor le ofrecía la flor a alguien más. Jenny Holt
era esa típica porrista linda y poco interesada en los estudios, pero al parecer a
Jacob no le importaba.

Y a pesar de que mi corazón se rompió ese día, yo seguí loca por Jacob”

Mis amigas me ven sorprendidas y luego de eso cambian rápidamente el tema de


conversación. No me dolió recordar mi pasado, como quizás ellas creyeron.

El amor es hermoso.

El camino hasta mi casa se torna rápido, me mudé a París luego de hacer mi


especialización en Conservación ¡Y vaya que aprendí mucho!

―¡Ya llegué, cariño! ―digo en voz alta para que mi amor me escuche. Camino
hasta la cocina y abro la pequeña puerta que da con mi sótano subterráneo y
sonrío cuando lo encuentro sentado frente a mi pequeña chimenea como
siempre―. Hola, amor. Llegué ―Me siento frente a él y tomo sus manos para
tibiarlas un poco―. Me fue excelente, hoy les conté a las chicas esa historia que
tanto me gusta.

Él me observa fijamente, recriminándome lo mismo de siempre.


―¡Tuve que hacerlo, amor! ¡Ibas a casarte con Jenny, no iba a permitirlo! ―Me
levanto de mi silla, lo rodeo y lo abrazo por los hombros―. Además, cielo, sé que
ella no te cuidaría como yo. Por eso no podía dejar que fueras de ella ―Me
separo sintiéndolo enojado―. ¡Bueno, está bien, vendré cuando estés de humor!

Lo miro una última vez antes de subir las escaleras y sonrío satisfecha de saber
que es mío, pero, no me gusta el tono grisáceo de su piel y ni mucho menos el
gélido frío de sus manos, aunque tengo mucho amor y calor para él. Muchas
veces me pregunto ¿Por qué hice eso? Pero sé que la respuesta es simple y
sencilla:

Me volví loca, loca por Jacob.


CAPÍTULO DOS: El amor es pintura

2 de Mayo, 2019
Paris, Francia.
―¿Quiere algo más, señorita? ―el mesero no ha de tener más de unos
veintitantos años, pero, no duda ni por un segundo hacerme un guiño.
―No, cariño, está bien ―Me río por lo bajo y observo como se retira lentamente
antes de volver a verme.
―Parece que le gustas ―Janice me da un codazo amistoso mientras ríe.
―Opino lo mismo, cariño ―Anisa ríe pícara.
―No quiero nada con ningún otro hombre, por ahora ―suspiro desganada―.
Ando muy concentrada en mi carrera.
―Bueno siguiendo con el tema, y haciendo aún lado a Gema y los millones que
gana, yo hablé sobre Alejandro ―Janice se encoje de hombros y tanto Anisa como
yo reímos―, es justo que cada una de ustedes hablen de sus primeros amores.
―Vale, vale ―asiento entre risas. Agarro un tenedor y le doy un pequeño bocado
a mi pastel de limón―. Creo que puedo hablar del mío, sin sentirme mal.

Sonrío con nostalgia recordando a Sebastián, un claro bombón caribeño.


Sebastián Murdokk un guapísimo estudiante de Bio-análisis en mis tiempos de
estudiante universitaria.

El cual me rompió el corazón.

“Fue en el 2012. Yo era tan solo una recién llegada de Camboya y deseaba
cumplir el famoso sueño americano como una famosa artista. A esa edad yo
quería comerme a New York, no que ella me comiera a mí.

―Tiene un claro talento, señorita T’Lalla ―sonreí ante las palabras de mi profesor
de arte abstracto―, pero, no creo que sea suficiente para pasar mi clase ―él se
encogió de hombros y claramente mi sonrisa se esfumó―. Necesita conseguirse
una mayor inspiración ¿no ha probado con el amor?
―¿El amor? ―pregunté muy consternada.
―Sí, Gema. El amor es una de las mejores inspiraciones del mundo y hasta
puede hacer que surjan grandes sentimientos e inspiraciones a la hora de crear
una pintura ―reí internamente por como hace un suspiro exagerado.
―Bueno, lo intentaré, profesor Hollan.

¿Amor?

Veía absurdo que el amor pudiera ser el que me inspirara, jamás había pensado
en una estupidez como esa. Además de todo eso no soy una mujer conocida por
su magnífico atractivo, en cierta parte, he creído mucho que los hombres salen
despavoridos en cuento empiezo a hablarles sobre mi amor casi enfermizo por la
pintura. Luego de dos materias más me tomé el deleite de ir hasta la biblioteca de
la enorme universidad. Había estado investigando de cómo fabricar mi propia
pintura, desde que llegué de África mantenerme aquí ha sido todo un reto, por
tanto, no siempre cuento con pinturas propias o nuevas para mis creaciones.

―¿Puedo sentarme aquí? ―levanté la vista de mi libro para encontrarme con


unos magníficos ojos oscuros viéndome fijamente.

Y bien, cuando escuché esa profunda voz, vi esos magníficos ojos, ese brillante
cabello oscuro y el espectacular hombre de gran altura y cuerpo atlético supe
rápidamente a lo que se refería mi profesor de Arte Abstracto.

―Claro ―dije en voz baja y claramente recuerdo como intentaba no cometer


alguna tontería ante el hermoso chico.
―¿Y tienes nombre, chica pintura? ―lo miré con curiosidad. ¿Chica pintura? ¿A
qué iba eso? Él carcajeó con suavidad y me señaló mi mejilla derecha; tomé con
prisas mi compacto y a través del espejo vi una mancha de pintura gris sobre ésta.
―Gema ―reí con suavidad mientras intentaba hacer algo con mi rostro ahora
sonrojado―, Gema T’Lalla.
―Es un placer conocerte, Gema ―el guapo desconocido tomó mi mano y
depositó un dulce beso sobre su torso―. Yo me llamo Sebastián, Sebastián
Murdokk.

Y así comenzó desde una historia de amor hasta mi mayor inspiración para mis
obras. Nos fuimos conociendo poco a poco y con locura Sebastián me encantaba
cada día más. Él me pidió que le enseñara a pintar y yo le pedí que me enseñara
todo lo referente a la sangre, el cual era su fuerte. Creo que nunca había estado
tan enamorada de alguien como lo estuve de él. Todo era maravilloso que hasta
teníamos planeado contraer nupcias luego de la graduación de ambos.

Ya habían pasado cuatro años de relación y vivíamos juntos. Leía la biografía de


Vlad Tepes en Wikipedia una noche, recuerdo a la perfección que luego de que
Sebastián me recomendara la novela macabra del vampiro chupa sangre me
encantó a tal punto que investigaba cada detalle sobre ella. Escuché la puerta y
sabía que era él.

―¿Aún no te has dormido, cielo? ―Sebastián me encontró en el mueble con la


laptop entre mis piernas muy concentrada en mi investigación―. Son más de las
tres de la mañana, Gema. Deberías dormir.
―No he tenido sueño, bebé ―hice la computadora a un lado y me levanté para
caminar hasta él y besarlo, pero, me hizo a un lado con suavidad.
―No preciosa, estoy sudado ―él me tomó suavemente por las mejillas y besó mi
frente―. A Clarence se le estropeó el aire acondicionado y estuvimos estudiando
con mucho calor.

Le mostré una suave sonrisa y asentí con suavidad. Aunque me pareció muy rara
su excusa porque Clarence me había llamado hace un par de horas preguntando
por él. Regresé a sentarme en el sofá hasta que escuché como abría la regadera
del baño, me levanté y caminé hasta nuestra habitación para toparme con su
teléfono y unos cuantos mensajes de WhatsApp

Brenda: ¡Dios, Sebas, la pasé de maravilla!


Debemos “estudiar” más seguido, ja ja ja.

Yo: No lo sé, nena. Creo que ya Gema está sospechando sobre que tengo a
alguien más.

Brenda: ¿Y eso qué?


Siempre ha sido una tonta despistada, podrías acostarte con toda la
Facultad de Arte y ella jamás se daría de cuenta. “

―¿Y quién era Brenda, Gem? ―pregunta Anisa con muchísima curiosidad.
―Una de mis muchas compañeras de clase ―me encojo de hombros y le doy
otro bocado a mi pastel de limón.
―Dios, Sebastián era una mierda ―Janice hace una mueca.
―Admito que sí ―me enojo de hombros una vez más―, Pero a pesar de todo me
enseñó a amar y hasta el sol de hoy sigue siendo una de mis mayores
inspiraciones a la hora de hacer mis artes, me atrevo a decir que lo amo a pesar
de todo.

Mis amigas dejaron de hacerme preguntas y comentarios con respecto a


Sebastián, de hecho hasta Anisa terminó relatando a su tierno amor no
correspondido. Pagué mi cuenta y nos despedimos, tenía que verme con la
gerente del Museo de Arte en unas cuantas horas para hablar sobre las ventas de
mis pinturas.

Me encontré con ella en su oficina luego de unos diez minutos de haber llegado.

―¡Ah, ahí está mi pintora estrella! ―la mujer regordeta me abraza con fuerza y
deposita un beso en cada una de mis mejillas―. Tus cuadros fueron la sensación
de la subasta, Gema ―Amatistha me entrega tres cheques―. Uno se vendió por
trescientos mil euros y los otros dos por doscientos mil euros ¡Felicidades!
―Gracias ―sonrío intentando parecer modesta, pero sé que mis cuadros son
magníficos. Hasta me han llamado la nueva Picasso por mis obras abstractas mi
peculiares.
―Y elogiaron como siempre tu pintura roja. Tus tonos son excepcionales y
brillantes. Una compradora llegó a decir que hasta parecían ser sangre por tan
magníficos colores.
―¡Claro que es sangre! ―río con alegría―. Cada pintura es una parte del artista y
para mí, en cada una de ellas dejo una gran parte de mí. Por tanto me atrevería a
decir que son la sangre del artista.
―Es conmovedor la manera en la cual amas tus trabajos, Gema.
―Jamás olvides mis palabras, Amatistha. El amor es pintura.
Luego de recibir mis pagos y las felicitaciones llegué por fin a mi departamento.
Dejo mis cosas en el mueble para ir directo a mi estudio para terminar mi obra, la
cual pienso exhibir en Londres.

―Tu sí que me inspiras, amor mío. Mis mejores obras son sólo pensando en
ti ―sonrío viendo la hermosa pintura que cree de Sebastián hace unos cuantos
años atrás―. No deberías verme de esa manera tan reprochante, tú te lo
buscaste, cielito lindo ―abro mi armario y busco el bote de pintura con su nombre.
Hago una mueca, la sangre se me ha terminado.

Mi teléfono suena y dejo el bote de pintura en su lugar para tomar el aparato


electrónico y abrir el mensaje de WhasApp que me acaba de llegar.

Número Desconocido: ¡Hola, soy Jaimie, fui tu mesero cuando estabas con tus
amigas más temprano.
Sé que fue algo atrevido, pero no pude aguantarme y pedí tu número telefónico a
una de tus amigas.
Eres muy hermosa, Gema y por tanto… Me gustaría saber si: ¿Te apetecería salir
conmigo mañana por la tarde?

Muerdo mi labio inferior y sonrío ampliamente. No sería mala idea ver que tiene
éste chico para dar… De todas maneras necesito pintura nueva.
CAPÍTULO TRES: Suerte

2 de Mayo, 2019
Paris, Francia.

Paris, la ciudad de amor. ¿Todo un paraíso, no?

Me quito mis lentes de sol mientras un hombre me abre la puerta de uno de los
mejores restaurantes de todo Paris. Logro divisar la cabellera rojiza de Anisa y los
encantadores rizos de Gema a lo lejos.

―¡Bonjour! ―saludo a mis dos amigas. Ellas responden animadamente mi saludo


y nos abrazamos con fuerza. Lastimosamente por nuestros trabajos a veces se
nos hace imposible vernos y éste pequeño momento juntas es algo que siempre
atesoro.
―¿Desde hace cuánto que no teníamos una reunión así? ―pregunta Asina
risueña.
―Creo que desde hace más de seis meses, jamás hemos podido estar las tres
juntas ―responde Gema con un puchero―. Sobretodo siempre se reúnen ustedes
dos, yo debo estar viajando por las Exposiciones de Arte ―ella emite un pequeño
y chistoso resoplido.
―¡Dios sí! ―chillo emocionada―. Te vi en varias portadas de revistas, además de
que escuché que tu exposición arrasó en Canadá.
―Bueno, ¿qué puedo decirte? ―Gema se encoje de hombros y hace una seña
para que un mesero venga a atendernos― Soy simplemente maravillosa en todo
lo que hago.
―Gema, la modesta ―declara Anisa haciéndome reír.

El joven y encantador mesero llega con las cartillas y me percato rápidamente su


fascinación ante Gema. Nos encargamos de pedir café, té y varios postres. Y es
así como mis dos amigas y yo comenzamos a hablar sin parar sobre todo. Mi
madre siempre ha dicho que cuando Gema, Anisa y yo nos juntamos es
claramente la destrucción del mundo.

―Por cierto, Janice. ¿De verdad tu nuevo vino se llama “Suerte del primer amor”?
―Sí, Ani ―sonrío recordando mi vino―. Tiene un sabor excepcional, ya saben
que están invitadas a la exposición. Además, ese sabor dulce te hace recordar el
amor más lindo de todos: El primer amor o al amor de tu vida―hago un suspiro
dramático y ellas ríen― ¡Oh, vamos! ¡Todas hemos tenido a un gran amor!

―Sí ―Anisa se encoje de hombros y se sonroja.


―Pues claro, sigue siendo hasta el sol de hoy mi inspiración para pintar―Gema
confiesa entre sonrojos.
―¿Lo ven? ―llega el joven mesero y nos deja nuestros pedidos no sin antes darle
una mirada a Gema, la cual sólo está pendiente de su pastel de limón. Yo por mi
parte le doy un sorbo a mi té helado y me dispongo a darle un bocado a mis
Crepas―. Bueno, les confieso que gracias a mi primer amor estoy donde estoy, es
imposible no dejar de amarlo y de adorar la suerte que me da ese sentimiento.
―¿Suerte? ―Anisa me mira con una gran incógnita.
―Sí, suerte ―afirmo con una sonrisa―. El amor da suerte, o bueno, así me
encanta verlo.
―Bueno, creo que quiero saber sobre eso ―Gema me anima a hablar sobre mi
amor.
―Admito que yo también ―declara Anisa.

Mi sonrisa se amplía aún más.

Me gusta mucho hablar sobre Alejandro aunque el amor no siempre tiene un final
feliz.

“Fue luego de terminar la universidad. Recuerdo que comencé a trabajar como


empleada en la Hacienda “La Rosa” en España, ya saben haciendo lo que más
me encanta, crear vinos. La Hacienda estaba en su mayor apogeo, recuerdo los
hermosos rosales de enfrente de la casa y cómo no olvidar los enormes kilómetros
de hermosos viñedos que me encantaba recorrer a caballo.

No sólo era fanática por hacer vino, también me volví fanática de Alejandro.
Alejandro Roggers era el Agrónomo de la Hacienda y mi amor platónico. Era un
hombre de Estados Unidos y el prototipo de príncipe: guapo, alto, rubio y de orbes
azules. Solía hacer cualquier cosa para llamar su atención, pero al jamás
obtenerla me di por vencida. Siempre había llegado a pensar que los amores
lindos no eran para mí.

En uno de mis días libres hacía café en mi habitación y no es por nada, pero, mi
café siempre ha sido muy bueno. Tan bueno que muchos trabajadores llegaban a
pedirme café.

―Disculpe, señorita Warren― di un respingo escuchando el claro acento gringo y


la melodiosa voz de Alejandro. Dejé de verter el café en mi taza y me sonrojé
viendo como el hombre de mis sueños estaba en el umbral de mi puerta.

¡Se sabía mi nombre! ¡Oh Dios, Dios, Dios!

―¿Sí? ―me giré e intenté calmarme, pero, me sonrojé aún más viendo cómo me
sonreía tan encantador.
―Me dijeron que usted hace un café excepcional y pues… Me encantaría
probarlo.
―Casualmente tengo una taza disponible ―tomé mi taza y caminé hasta él para
ofrecérsela. Él no dudó en tomarla y darle un sorbo.
―Oh my god ―emitió un gemido bajito. ―Éste café es maravilloso. ¿Qué le
colocas?
―Un mago jamás revela sus secretos, señor Roggers.
―Alejandro ―me sonrió ―Dime Alejandro.
―Y a mí dime Janice, por favor.

Desde ese día todas las tardes Alejandro iba a mi habitación por un café hasta que
luego, no solo iba por una taza, iba por mis labios. Desde que comenzamos una
relación todo pareció florecer para ambos. Logramos reunir suficiente dinero para
casarnos, independizarnos y así hacer nuestra propia empresa productora de
vinos.

Todo iba viento en popa, claro, se nos hacía un tanto complicado tener un poco de
tiempo para nosotros, pero un día él simplemente me dijo que se cansó de mí.
Para él el amor se había acabado y simplemente se fue…”

―¿Qué clase de idiota hace eso? ―Inquiere Gema ―.Es un maldito por dejarte.
―Janice… ¿Por qué no nos dijiste antes? ―Anisa me mira con reproche.
―¡Oh, vamos! ―río con suavidad ―. Fue antes de reencontrarnos aquí en
Paris ―me encojo de hombros.

Las chicas y yo seguimos hablando sobre nuestros primeros y fallidos amores.


Gema habla de Sebastián y Anisa habla de Jacob. Hombres que marcaron algo en
nuestra vida ayudándonos a ser lo que somos ahora.

Al pasar casi toda la tarde en el restaurante nos despedimos con un fuerte abrazo
y prometemos volver a reunirnos pronto. Emito un suspiro cansado al entrar a mi
departamento y veo con nostalgia mi sillón grande, el cual da hacia el enorme
ventanal con vista a la majestuosa Torre Eiffel.

Cierro mis ojos y me es inevitable no recordar a Alejandro.

“―Yo… Yo no creo que podamos seguir juntos, Janice ―me dijo serio mientras
me ve a los ojos.
―¿Por qué? ―le pregunté con mis ojos llenos de lágrimas. Lo amo, en verdad
que lo hago.
―Ya no es el mismo sentimiento y…―me entristecía y me enoja al máximo ver
su equipaje hecho. Además de eso veo como tiene entre sus brazos mis carpetas
con todo lo de la empresa.

Él piensa dejarme sin nada.

―¡Sé sincero, Alejandro! ―le grité entre lágrimas ―¡Sé claramente cuando
mientes! ¿Olvidas eso?
―Good ―respondió en inglés y sonrió con cinismo ―Te dejo por otra mujer,
Janice ―él se enoje de hombros.
―¿Y por eso debes llevarte la empresa?
―No ―se encoje de hombros ―. Nena, eres buena con los negocios, sólo
aseguro mi futuro.
―Eres un maldito ―dije entre dientes.
―¿Cómo dices?
―¿Un… Un último café? ―intenté sonar llorosa, inocente a todo y muy calmada.
―Bien. Creo que es lo que más extrañaré de ti, SweetHeart.

Limpié mis lágrimas y fui hasta la pequeña cocina. Tome aire muchas veces e
inicié el conteo de la cafetera.

“¿Y si…?”

Un gran escalofrío cruzó por toda mi espina dorsal en cuanto mis ojos se posaron
en el hacha de bomberos que manteníamos junto al extintor. Me acerqué a ella y
la tomé decidida. Desde que estaba con Alejandro me atrevía a pensar que he
tuve suerte en todo… Pero no podía dejar que mi amuleto se fuera a darle suerte
a una fulana resbalosa.

¡Él no va a dejarme jamás!

―Espero que el café tenga mucha espuma y poca azúcar, Janice ―dijo mientras
estaba sentado en el sillón viendo a la Torre Eiffel.
―Lo siento, amor ―él dio un respingo, se volteó a verme y quedó paralizado al
verme con el hacha ―, pero el amor da mucha suerte y tú eres mi maldito
amuleto.

Y en un cerrar de ojos su cabeza rodó por el mármol fino quedando en ella


plasmada una gran mueca de horror. Dejé el hacha en el suelo y lo tomé por los
cabellos. La sangre espesa y escarlata manchaba el piso, el sillón y se escurría
cálida desde mis manos hasta mis ropas.

Abrí la puerta del pequeño cuarto en el cual guardamos barriles de vino exclusivos
de nuestro uso. Comencé a desarrollar un proyecto de añejar el vino con frutas,
para así tener una mayor esencia y sabor. Los cuales quiero llamar “Suerte del
primer Amor”. Y necesito que la suerte de mi primer amor me acompañe por
mucho tiempo.

¿Y qué mejor ingrediente que la cabeza de mi amorcito? Muy similar a las patas
de conejo ¿no?

Destapé el barril más grande y lancé su cabeza.

―Y mucha suerte vas a darme, amor mío”

Camino hasta mi alacena privada de vinos y me sirvo una copa de “Suerte del
primer amor”. Salgo de ahí, camino hasta mi despacho, me siento en mi silla
giratoria y le sonrío a la pequeña foto de Alejandro que siempre tengo en mi
escritorio.

―A tu salud, Alejandro. Mi hermoso amuleto de la suerte.


Agradecimientos

Admito que en ésta pequeña obra plasmé mis dos géneros favoritos: Romance y
Terror.

Fue un día sin mucho quehaceres que se me cruzó una macabra historia de una
chica que en un modo desesperado de que la amaran matar a su amor y
conservarlo. ¿De dónde vienen éstas ideas? No sé, pero, muchos amigos dicen
que es preocupante, jiji.

Quiero darle gracias a un gran pana que fue quien me incentivó a “seguir” con la
historia.

Anisa, Gema y Janice, tres mujeres brillantes las cuales fueron marcadas por
culpa de hombres tan inocentes como culpables de sus reacciones. Mis historias
son totalmente basadas en locuras que pasan por mi cabeza así que a mi
imaginación también le daré las gracias, jaja.

Sólo espero que la hayan amado tanto como yo y por favor, recuerden.

“No se vuelvan locos/as por amor”

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