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LECTURA N° 1.

El Origen de la filosofía

Introducción

Admirado León de la novedad del hombre, le preguntó a Pitágoras quiénes eran, pues, los filósofos y qué
diferencia había entre ellos y los demás; y Pitágoras respondió que le parecían cosas semejantes la vida del
hombre y la feria de los juegos que se celebraba con toda pompa ante el concurso de Grecia entera; pues, igual
que allí, unos aspiraban con la destreza de sus cuerpos a la gloria y nombre que da una corona, otros eran
atraídos por el lucro y el deseo de comprar y vender. Pero había una clase, y precisamente la formada en mayor
proporción de hombres libres, que no buscaban el aplauso ni el lucro, sino que acudían para ver y observaban con
afán lo que se hacía y de qué modo se hacía; también nosotros, como para concurrir a una feria desde una
ciudad, así habríamos partido para esta vida desde otra vida y naturaleza, los unos para servir a la gloria, los otros
al dinero, habiendo unos pocos que, despreciando todo lo demás, consideraban con afán la naturaleza de las
cosas, los cuales se llamaban afanosos de sabiduría, esto es, filósofos.

Cicerón, Cuestiones Tusculanas, Libro V, capítulos 7 a 11

La pregunta que permitió el nacimiento de la filosofía fue ¿Cuál es el origen de todo lo que
existe en la naturaleza? La respuesta a esta pregunta. Llevará a los pensadores griegos dar
inicio a la Filosofía. Desde un inicio los griegos consideraron y estudiaron la existencia real o
esencia de todas las cosas como αρχη (arjé), principio, origen y causa de todas las cosas.

1. La filosofía como creación del genio helénico

Los estudiosos consideran que la filosofía es una creación propia del genio Griego. “La casi
totalidad de los estudiosos consideran que la filosofía, como término o como concepto, es una
creación propia del genio de los griegos” (Reale & Antiseri, 1995, p. 21). Debido a ello, la
superioridad de los griegos con respecto a los demás pueblos en este aspecto específico no es
de carácter puramente cuantitativo sino cualitativo, en la medida en que lo que aquellos crearon,
al instituir la filosofía, les permitió en cierto sentido introducir una novedad absoluta en la
antigüedad.

Por tal motivo, quien no tenga presente este hecho no podrá comprender por qué la civilización
occidental, bajo el impulso de los griegos, asumió una dirección completamente distinta al de las
civilizaciones orientales en la antigüedad.
Ahora bien, la filosofía –gracias a su categoría racional- también en la historia de la civilización
occidental en la época moderna ha permitido el nacimiento de la ciencia, y en cierto sentido, la
ha engendrado. Admitir esto significa reconocer a los griegos el mérito de haber aportado de un
modo realmente excepcional a la historia de la civilización.

2. Las condiciones socio-político-económicas para el origen de la filosofía

En la Grecia antigua de los siglos VII y VI a. C. surgió una transformación considerable en los
pueblos ubicados en la zona del Asia Menor colindantes con el extremo del Mar Mediterráneo,
desde el punto de vista socioeconómico. Antes del siglo VII las polis eran primordialmente
agrícolas, pero a partir de entonces comenzó a desarrollarse cada vez más la artesanía y el
intercambio comercial.

Las ciudades ubicadas en la región de la Jonia, del Asia Menor, se convirtieron en centros
comerciales florecientes, lo cual provocó un notable aumento de la población por la migración.
La nueva clase de comerciantes y de artesanos logró paulatinamente una considerable fuerza
económica y se opuso a la concentración del poder político que se hallaba en manos de la
nobleza terrateniente.

Las más favorables condiciones socio-político-económicas de las colonias ubicadas en el Asia


Menor, fueron los alicientes que permitieron nacer la filosofía en el siglo VI a. C.

Hay asimismo otro motivo, si se quiere menos decisivo, pero que tiene su importancia: el
ensanchamiento del escenario geográfico producido por las migraciones y las búsquedas de
nuevos centros comerciales. Hecho que permitió un conocimiento menos primario de las rutas,
de los diferentes lugares y del carácter de sus habitantes. Es entonces cuando se confeccionan
los primeros mapas, que sustituyen la geografía mítica que aparecía en las obras de Homero y
Hesiodo, por una geografía real, auténtica, progresivamente más perfecta, y permitía facilitar las
navegaciones. Todo ello obliga a una imagen del mundo menos mitológica y cada vez más
racional.
3. Las etapas y los períodos de la filosofía occidental

Desde el siglo VI a. C, hasta la actualidad la tradición filosófica occidental tiene una historia de
más de 2500 años. A lo largo de ese tiempo, han existido una enorme cantidad de filósofos,
movimientos filosóficos, escuelas filosófica, etapas y periodos históricos de la filosofía.

Los filósofos, autores y corrientes filosóficas no son fósiles intelectuales ni reliquias del pasado:
sus ideas son una parte viva del pensamiento y del patrimonio intelectual de la humanidad.
Porque el punto de vista de cada filósofo está condicionado por su situación histórica concreta.

Al estar vinculado la filosofía con la historia de la civilización occidental, podríamos decir que la
filosofía está dividido en:

I. Filosofía antigua o clásica (del siglo VI a. C. al siglo Vd. C.), que comprende las etapas
presocrática y socrática.

II. Filosofía medieval (del siglo VI al siglo XV d. C.) que comprende también la filosofía
renacentista.

III. Filosofía moderna (del siglo XVI al siglo XIX d. C)

IV. Filosofía contemporánea (del siglo XIX hasta el presente)

4. La filosofía Antigua o Clásica

La filosofía antigua griega y grecorromana posee una historia más que milenaria. Se inicia en el
siglo VI a. C. y llega hasta el 529 d. C., año en que el emperador Justiniano clausuró las
escuelas filosóficas en un momento histórico de la decadencia del Imperio Romano y ordenó la
dispersión de sus seguidores.

A lo largo de este lapso de tiempo pueden distinguirse los siguientes periodos:

a) Período cosmológico, naturalista o presocrático, entre el siglo VI y V a. C., caracterizado


por el problema de la physis y del cosmos; y que ve florecer a la escuela jónica, pitagórica,
eleática, pluralista y atomista.
b) Período antropológico, del siglo V a. C., caracterizado por teorizar los problemas
humanos, y que tiene como protagonistas a los sofistas y a Sócrates.

c) Período sistemático, de las grandes síntesis o ática, coincide con el siglo IV a. C.,
caracterizado por la explicación sistemática de los diversos problemas filosóficos y lo
suprasensible a cargo de Platón y Aristóteles.

d) Período de las escuelas helenístico-romano y/o post-aristotélico que va del siglo III a. C.
hasta el V d. C.; que se caracterizará por teorizar temas éticos, místico-religiosos y
epistemológicos; y que verá florecer a las escuelas estoicas, epicúreas, escépticas,
neoplatónicas y eclécticas.

e) Período de la patrística cristiana, del siglo II d. C al V d. C, que se caracteriza por trata


de formular racionalmente la fe cristiana y definirlo a luz de la razón con categorías procedentes
de la filosofía griega. La misma que florecerá en las escuelas catequéticas de Alejandría y
Antioquía.

5. El periodo de filosofía presocrática

El período de filosofía presocrática se caracterizó por una variedad de propuestas distintas sobre
cómo entender el mundo y el lugar del hombre en ella. A causa de los avances culturales y el
intenso contacto con las culturas vecinas, las ciudades del mundo griego comenzaron a criticar a
la tradicional concepción mitológica del mundo, y buscaron una concepción alternativa, natural y
unificada sobre la naturaleza y el hombre.

5.1. La explicación mítica de las cosas

Antes del s. VIII a. C., encontramos al mito como forma de pensamiento en la antigua Grecia.

Históricamente conocemos la especulación mítica de los griegos a partir de los textos del siglo
VIII a. C, es decir, los poemas de Homero -Ilíada y Odisea- y los de Hesíodo -Trabajos y Días, y
Teogonía-, a más de un puñado de fragmentos y noticias sobre otros poemas contemporáneos,
hoy perdidos para nosotros. (Bernabé, 2008, p. 17)
El mito es un conjunto de leyendas imaginativas y fantásticas que narran el origen del universo
(cosmogonías), de los dioses (teogonías) y del hombre (antropologías).

Lo que llamamos mitología griega es un conjunto de narraciones, leyendas y creencias


tradicionales expresadas por los poetas o rapsodas griegos (en especial Homero y Hesiodo)
acerca del origen del mundo, los hombres y los dioses.

Las narraciones míticas afirman que todo lo que sucede en el Universo está causado por la
voluntad arbitraria y el capricho de los dioses; voluntad y capricho que sólo tienen un límite: el
destino, al que todos los seres están sujetos, tanto los hombres como los dioses, y el que no
podemos conocer más que oscuramente porque no está sujeto a ninguna ley.

Los autores fundamentales de la literatura mitológica son: Homero y Hesíodo:

 Homero (s. VIII a. C), escribe la Ilíada y la Odisea, y en ellas refleja la sociedad griega
micénica de los siglos XII al VIII a. C. Estos escritos enseñaban a los griegos:

- Un conjunto de valores morales y vitales

- Una religión

- Un linaje, el éxito militar y la fama alcanzada a través de la virtud.

Homero canta las hazañas militares de héroes y reyes, que se convierten en ejemplos y modelos
de acción, en ideal y norma para la vida. Los nobles y personajes de rango social elevado son
los únicos depositarios de la virtud (areté); es decir, de la fuerza que da excelencia personal y
permite realizar el bien.

 Hesíodo (s. VII a. C) escribió la Teogonía (doctrina mitológica sobre el origen de los dioses)
y los trabajos y los días. En esta última obra narra la vida cotidiana y las ocupaciones diarias
de una sociedad agrícola y artesanal, ya no guerrera. Las dos ideas básicas del poema son:

- El hombre ha de trabajar durante su vida por voluntad de los dioses.

- Y el hombre ha de actuar con justicia, no belicosamente.


Hesíodo no describe para una sociedad aristocrática de reyes y nobles, dedicada a guerrear,
sino para una sociedad laboriosa constituida por labradores, artesanos, comerciantes y
navegantes. Ahora la excelencia del hombre, su virtud (areté) no depende de su linaje ni de su
valor militar como afirmaba Homero, sino que se adquiere mediante el trabajo y el esfuerzo
laborioso y diario; así, por ejemplo, escribe Hesíodo: “por los trabajos se hacen los hombres
ricos en ganados y opulentos; y si trabajas te apreciarán los dioses y los hombre” “el trabajo no
es ninguna deshonra, la inactividad lo es”. Esta estimación del trabajo refleja ya una sociedad de
artesanos, labradores y comerciantes en la que va a surgir la filosofía.

En suma, mito y logos no fueron dos estadios sucesivos cuya frontera se cruzó súbitamente y
para siempre con Tales de Mileto, sino dos estadios que, a partir de este primer filósofo,
coexistieron durante siglos, se ínter relacionaron y se complementaron.[…] Sólo a la luz de esta
tensión entre lo mítico tradicional y lo nuevo racional cabe entender correctamente a los llamados
«filósofos presocráticos» (Bernabé, 2008, p. 21)

5.2. La explicación racional de la realidad

El pensamiento de estos primeros physiólogoi sólo nos ha llegado a través de escritos


fragmentarios y reporte de otros pensadores posteriores. Entre ellos tenemos los
pensadores milesios, que intentaron explicar la naturaleza reduciéndola a un único principio
originario y una materia primordial. Como por ejemplo: Tales (624 -546 a. C) propuso que la
materia fundamental de la cual todo se origina y todo está compuesto es el agua; Anaximandro
(610 – 546 a. C) asignó ese rol a lo indeterminado (ápeiron), y Anaxímenes (585-524 a. C) al
aire.

Posteriormente Pitágoras (580 -495 a. C) y la escuela pitagórica, para quienes los números eran
el principio determinante y estructural de toda la realidad, adelantándose de esta manera a un
importante principio de la ciencia moderna, aunque conservando un pensamiento arcaico, por
considerar a los números como unidades discretas y no como entidades meramente abstractas.

Heráclito (535 – 484 a. C), quien propone una visión dialéctica de la realidad. Postuló como
estructura de la realidad la razón (el logos), un principio unificador de los opuestos, de cuya
tensión y oposición se constituye la identidad de cada cosa por estar en constante movimiento.
Parménides (530 – 470 a. C), quien postuló una ontología de la permanencia y no del cambio.
Parménides señaló la unidad y la inmutabilidad del Ser, dado que el cambio resulta imposible al
no existir el No-Ser (cuya imposibilidad es lógica).

Luego surgieron una serie de filósofos que intentaron unir las premisas eleáticas con las
observaciones sensibles de la realidad. Interpretando conceptos como generación o corrupción,
unión o separación de determinados componentes originarios. Así Empédocles de Agrigento
(490 – 430 a. C) funda la doctrina de los cuatro elementos o raíces -agua, tierra, aire y fuego- de
cuya mezcla y separación se forma toda la realidad conocida, en un ciclo cósmico dominado por
dos fuerzas, el amor y el odio.

Por otro lado Anaxágoras de Clazómenas (500 – 428 a. C), postulará que es imposible que
surja algo de donde no lo hay, sosteniendo que todo está en todo desde el principio, en una
sustancia infinita y de divisibilidad infinita, cuya interacción y mezcla, que comienza con el
impulso de un Intelecto, llamado nous, el cual da origen a todo lo que conocemos.

Finalmente el pensamiento presocrático llega a su máxima expresión con


el atomismo de Leucipo y Demócrito (460 -370 a. C). Los atomistas expresan que todo está
compuesto de unas partículas indivisibles e infinitamente pequeñas llamadas átomos de cuya
agrupación y separación, a partir de átomos de diferentes formas y tamaños surge toda la
realidad conocida, sin intervención de ninguna fuerza exterior y de manera mecánica.

Su forma de escritura en prosa, se convertiría en el vehículo casi exclusivo de la enseñanza –


tras el paréntesis de la peculiar forma dialogada de las obras de Platón-, como forma mayoritaria
de transmisión de la especulación filosófica.

“Los presocráticos, por tanto, además de sentar las bases de la investigación filosófica posterior
en el terreno de las ideas, se plantearon también la necesidad de hallar modelos literarios válidos
para expresarlas, modelos que serían luego utilizados durante siglos posteriores”. (Bernabé, 2008,
p. 33)
Conclusión

A los presocráticos les preocupó más el arjé de las cosas, que la existencia concreta de cada
cosa. Consideraron que el origen de todo cuanto existía se encontraba en lo que realmente
existía como agua, aire, apeiron, los números, el logros, los cuatro elementos y/o Nous.

La búsqueda de pretender explicar aquello que existe como algo frente a la nada, es decir la
existencia como tal, el ser de las cosas frente a la nada empezará con Parménides y tendrá su
desarrollo en la filosofía de Platón y Aristóteles.

Referencia Bibliográfica

Bernabé, A. (2008). Fragmentos Presocráticos de Tales a Demócrito. Madrid: Alianza Editorial.

Reale, G., & Antiseri, D. (1995). Historia del Pensamiento Filosófico y Científico Tomo I.
Barcelona: Herder.

Actividades

1. Explique los factores que permitieron el surgimiento de la filosofía en la antigua Grecia.

2. Elabore un esquema sintetizando las etapas y periodos de la filosofía occidental.

3. ¿Qué diferencias existen entre la explicación mítica y la explicación racional?

4. Redacte un resumen que fundamente la importancia de la filosofía en su carrera


profesional.
Acerca del filosofar

Es muy común encontrarse en un viaje de


transporte público con un niño en brazos de
su madre en circunstancias interrogativas. El
hecho de observar a un pequeño
preguntando a su progenitora: ¿qué es esto?,
¿qué es eso? o ¿qué es aquello?, no llamaría
la atención si esta acción no fuera tan
repetitiva en un mismo viaje. La reacción que
puede causar este hecho puede ser diversa. Algunos pueden aburrirse de lo que viene
sucediendo entre madre e hijo y, como consecuencia de esto, pueden distraerse de lo que
vienen haciendo: conversar con alguien, escuchar música, llamar por teléfono o chatear, entre

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otras muchas cosas. Todas estas incidencias pueden causar el malhumor del pasajero, sin
embargo, no hay que olvidar que el niño no pregunta a su madre para aburrir al pasajero casual,
sino que pregunta porque no sabe. En su casa, el niño no pregunta o pregunta muy poco sobre
lo que sucede en su entorno porque todo lo aprende o aprendió naturalmente por imitación,
hábito o costumbre.

En su domicilio él reconoce todo: su casa, su cuarto, su cuna, la mesa, las sillas e, inclusive, le
da un valor a las cosas. Por ejemplo, cuando un niño juega debajo de la mesa y se levanta
abruptamente, se puede golpear la cabeza. Si eso sucediera, la cabeza le dolerá y llorará, luego
vendrá la madre y le preguntará: ¿qué pasó? El niño responderá, señalando la causa de su
dolor: “mesa mala”, es decir, reconocerá el objeto y origen del dolor, luego le dará un valor moral
reconociendo la diferencia entre el bien y el mal, aunque no sea pertinente. No obstante, en
algún momento ese niño tendrá que abandonar su aposento seguro, su universo conocido, y
saldrá a otro mundo desconocido para él. Sin duda, la madre lo sacará para llevarlo a su
consulta médica, ponerle una vacuna, visitar a la abuelita o saludar a una amiga.

El niño será un acompañante involuntario en este viaje donde para él todo será nuevo: las calles,
las avenidas, los árboles, los animales, las casas, los edificios y los acontecimientos. Sobre todo
lo nuevo que le sucederá y observará, el niño no hará más que preguntar y la madre responder.
Sin embargo, el niño dejará en algún momento de preguntar y solicitar información, y pasará a
cuestionar la información recibida. Del qué, cómo, cuándo y para qué pasará a preguntar: ¿por
qué?

El por qué que aparecerá aquí es parte del conflicto cognitivo que ha surgido por una serie de
eventos particulares. Por ejemplo, si un niño pregunta ¿qué es esto? Y le responden que es un
edificio. Y luego pregunta; ¿qué es aquello? Y le contestan que es un hotel. Entonces, aquí
podría suceder lo siguiente: que el niño acepte la respuesta de la madre y se quede satisfecho o
que no acepte la respuesta porque él no verá ninguna diferencia entre los dos objetos percibidos
y exige una explicación.

Esos objetos podrían ser, para el pequeño preguntón, dos edificios o dos hoteles, no verá
ninguna distinción en ellos más que la conceptual dada por la madre; en consecuencia, exigirá a
su progenitora su respectiva aclaración. Estará en la madre responder a las interrogantes. Si lo
hace y satisface la curiosidad del niño, bien; si no lo hace y busca una justificación para no
responder, se acabará este asunto. Siguiendo la secuencia planteada, si la madre evadiese su
responsabilidad y le dice al niño a modo de justificación: “Hijo, cállate, no preguntes más porque
la gente está molesta o el señor que nos está mirando feo es un ogro y te va a llevar”, entonces
la madre resolverá su problema sin dar las respuestas adecuadas a su hijo, el niño se distraerá y
olvidará sus curiosidades. Ya no preguntará más. ¿Qué pasó aquí? Simplemente, se terminó
una experiencia que pudo concluir en estimular todas las potencialidades para que un niño
pudiera filosofar más adelante.

Con lo expuesto en los párrafos anteriores se sostiene que la capacidad de observar, admirarse
o asombrarse1, reconocer ignorancia y preguntar para saber o buscar la verdad 2, son las bases
de la reflexión filosófica o actitudes que se deben tener para filosofar. Esta facultad la poseen
todas las personas desde niños hasta adultos. Es otras palabras, la capacidad de realizar la
reflexión filosófica, en su etapa inicial, está en manos de todos los seres humanos sin exclusión.
De lo mencionado, surge la siguiente interrogante: ¿por qué las personas no se interesan en la
filosofía cuando son adultos? Una posible respuesta es que en la etapa infantil del desarrollo
cognitivo de las personas apareció un agente que no estimuló en ellos la capacidad de

1
En griego se dice θασμάζειν
En griego se dice ἀλήθεια
2
admirarse, de preguntar y buscar la verdad. Este actor pudo ser cualquiera, desde la madre o
padre hasta el maestro o maestra de las primeras letras.

De lo afirmado se colige la siguiente pregunta: ¿qué es la filosofía? Esta es una interrogante sin
respuesta unívoca en la historia de la filosofía. Existen diferentes definiciones desde que la
filosofía es una ciencia hasta una pseudociencia. Entonces, a quién se puede preguntar el
significado de este término. Al respecto, Salazar Bondy (1967) afirmó:

Cuando se quiere averiguar algo que se ignora lo normal y corriente es preguntar a los entendidos en
la materia, si los hay… Si, por ejemplo, queremos saber qué es un cometa, preguntaremos a los
astrónomos; si nos interesamos por los isótopos radiactivos recurriremos a un físico; si nos hace falta
conocer el cometido de la topología nos auxiliará un matemático. Por consiguiente, parece obvio que si
estamos interesados en saber qué es filosofía nos dirijamos a los filósofos. (p. 8).

Lo recomendable es preguntar por el significado de la filosofía a un filósofo, aunque los


profesionales de la filosofía aún no están de acuerdo con un solo significado tal como indica
Salazar Bondy (1967):

Ahora bien; no es fácil establecer, aquello de que trata la filosofía y el modo como procede, ya que
éstas [sic] son cosas muy variables de caso en caso, a tal punto que puede decirse que cada filósofo
constituye, en sus temas y sus procedimientos, un espécimen único y única resulta asimismo la
filosofía que elabora. (p. 9).

Por ende, para Salazar Bondy es imposible definir conceptualmente esta disciplina: “De allí la
dificultad de definir la filosofía y de allí también la importancia de estar en contacto con el
desenvolvimiento histórico de la filosofía para entender el filosofar” (1967, p. 9).

En consecuencia, tal vez, lo más recomendable aquí sería repetir lo que afirmó Immanuel Kant
cuando sostuvo que no se puede enseñar filosofía y que solo se puede enseñar a filosofar. Claro
está que la expresión kantiana es más amplia y aclarativa:

Ahora bien, el sistema de todo conocimiento filosófico es la filosofía… Por consiguiente, la filosofía se
limita a ser una idea de una ciencia posible que nunca se da en concreto, pero a la cual intentamos
aproximarnos por varios conductos hasta que se descubre el sendero único, que estaba muy
escondido por los sentidos, y resulta posible, en la medida en que se concede a los hombres, que la
copia hasta entonces defectuosa se haga igual al prototipo. Hasta entonces no puede aprenderse
filosofía alguna, pues ¿dónde está ella, quién la posee y en qué puede reconocerse? Solamente
puede aprenderse a filosofar, o sea a ejercitar el talento de la razón en la observancia de sus
principios universales en ciertos intentos existentes, pero reservándose siempre el derecho de la
razón a investigar esos principios en sus propias fuentes y confirmarlos y rechazarlos. (2004, p. 501).

En relación con lo expuesto, se puede decir que la filosofía (φιλόσοφία) es una disciplina que
puede tener tantas definiciones como filósofos o escuelas filosóficas hay. A los primeros filósofos
se les denominó aletheicos o buscadores de la verdad, claro está que ellos no tenían ninguna
noción del término, aunque sí lo tenían de sophos (sabio), ya que en este término incluían al
primer filósofo que registra la historia de la filosofía: Tales de Mileto. Casi un siglo después
aparece el término cuando Pitágoras define el término philosophos (φιλόσοφος) como su
actividad y ciencia cuyo significado es: amante de la sabiduría. Para Platón, Aristóteles, Hegel y
Husserl, la filosofía es una ciencia primera; aunque en la época contemporánea el significado de
ciencia se haya restringido en su significado positivista y neopositivista. Entre tantas definiciones
de filosofía, no es posible dar una sentencia demostrable, por ende, como afirmara Kant, solo es
posible filosofar.

Para filosofar es necesario tener ese espíritu del niño pasajero que a través de la observación
reconoce que ignora preguntando a su madre. Empero, ¿basta ser un niño o tener su espíritu
para filosofar? Es evidente que no. Si bien no se puede dar una sentencia apodíctica sobre el
significado de la filosofía, sí se puede afirmar que la filosofía es una disciplina y que, como
cualquier disciplina, necesita que el interesado en ella se ejercite para dominarla.

La filosofía es una disciplina que exige un proceso de


reflexión sobre las cosas donde al inicio se exige observar,
admirarse, reconocer ignorancia y preguntar, pero que no
queda ahí, esto es solamente el inicio. En esta disciplina
es necesario considerar ciertos requisitos, como son el
instrumento para realizar la actividad, la condición de uso
de ese instrumento, el objeto de estudio, y la finalidad u
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objetivo en el plano cognitivo y en el orbe práctico o


aplicativo. Hay que aclarar que esta concepción de la
filosofía es solo una propuesta para filosofar.
Sin duda alguna, el primer requisito para filosofar es el uso de un instrumento. Así como el
albañil tiene su nivel de burbuja, cucharín y plomada; el carpintero utiliza su formón, martillo y
serrucho, y el jardinero posee su azada, rastrillo y tijera podadora; el filósofo necesita de la razón
(λόγος), este es su instrumento, aun cuando el significado conceptual de este término sea
polisémico o no posea un correlato fáctico y exacto.

El segundo requerimiento para filosofar es acerca del uso del instrumento señalado. Es evidente
que solo hay una forma de uso de la razón para el amante de la sabiduría y esta forma o
condición de uso es la libertad (ἐλεσθερία). El uso de la razón debe ser libre, esto significa que
no debe estar sujeta a determinismo de ningún tipo en su reflexión sobre el objeto de análisis o
estudio.

Acompañado de la libertad, la razón puede discurrir, de manera crítica, su estudio y reflexión


sobre toda la realidad material y espiritual. El objeto de estudio y reflexión del filósofo son los
conceptos. Estos conceptos pueden estar en el plano ontológico (el ser), el plano gnoseológico
(el conocer), el plano epistemológico (la ciencia), el plano antropológico (el hombre), etcétera.
Cuando se filosofa se trata de definir, caracterizar y clasificar los conceptos que son motivo de
estudio y análisis, cuando se filosofa sobre algo se debe hacerlo de manera rigurosa y
sistemática. Por todo lo mencionado, se sostiene que la filosofía es un saber crítico.

La finalidad u objetivo del filosofar tiene, principalmente, dos planos: el gnoseológico y el


práctico. En el plano del conocimiento, el objetivo del filósofo es la búsqueda de la verdad o
sabiduría. En el terreno de la filosofía práctica, es decir, de la vida cotidiana, la filosofía solo
tiene un sino, la búsqueda de la felicidad, entendida por otros como placer, virtud u otro parecer.

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