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VIA CRUCIS
EL PANTONE DE LA CRUZ
La familia cristiana tiene sus tradiciones de
familia. Una de ellas, muy antigua, es vene-
rar a Jesús en la Cruz. Es lógico. ¡Los cruci-
fijos nos enloquecen! Vemos ahí hasta qué
punto Jesús se volvió loco en su manera de
amarnos. A este pobre loco no le paró nada
ni nadie: nos amó más a nosotros que a su
fama, que a su comodidad, que a su digni-
dad, que a su aceptación social, que a los
proyectos de su vida… Nos amó más que
a su propia vida: «Mañana me apresarán,
pero que sepáis que soy yo el que me en-
trego, libremente», decía el día antes.
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QUÉ OFRECEMOS
15 momentos o estaciones del Camino de
la Cruz. En cada uno de estos momentos,
un enunciado, un texto de la Escritura,
una reflexión, una canción y un estribillo
común para todas las estaciones.
CÓMO USARLO
Empezar acudiendo al Espíritu Santo, con
alguna oración o canción, y una breve ora-
ción introductoria. Después:
1. Enunciar la estación.
2. Leer el texto de la Escritura que contextua-
liza el momento que se va a considerar.
3. Leer pausadamente la reflexión.
4. Dejar un tiempo para la meditación en
silencio.
5. Rezar con la canción correspondiente.
6. Rezar el estribillo.
3
En la estación de la muerte de Cristo se
puede poner la canción todas las veces
que se considere conveniente.
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CANCIÓN - ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
Toda tu carne herida por mí,
toda tu sed clamando por mí.
Naceré de nuevo con tu sangre, Señor,
libre para siempre por tu amor.
Toda mi vida solo por Ti,
cada locura solo por Ti.
Arderé en la gloria de tu cruz, mi Señor,
libre para siempre por tu amor.
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1ª ESTACIÓN
Jesús es condenado a muerte
«Ellos vociferaron en masa: “¡Quita de en
medio a ese! Suéltanos a Barrabás”. Este
había sido metido en la cárcel por una
revuelta acaecida en la ciudad y un ho-
micidio. Pilato volvió a dirigirles la pala-
bra queriendo soltar a Jesús, pero ellos
seguían gritando: “¡Crucifícalo, crucifíca-
lo!”. Por tercera vez les dijo: “Pues ¿qué
mal ha hecho éste? No he encontrado
en él ninguna culpa que merezca la
muerte. Así que le daré un escarmien-
to y lo soltaré”. Pero ellos se le echaban
encima, pidiendo a gritos que lo cruci-
ficara; e iba creciendo su griterío. Pilato
entonces sentenció que se realizara lo
que pedían: soltó al que le reclamaban
(al que había metido en la cárcel por re-
vuelta y homicidio), y a Jesús lo entregó
a su voluntad».
Lucas 23,18-25
EL PODER DE MI PALABRA...
QUE TE CONDENA
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Libre, porque se cuece en el alma libre.
Palabra, porque los actos y decisiones cuajan,
toman forma, son expresables.
De nuevo libre, porque se lanza al aire
para que se haga eficaz.
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cableadas a mi corazón.
Si las dejo entrar, serán poderosas.
¡Cuál es el poder de tus libres palabras libres!
YO TAMBIÉN TE OLVIDÉ
Pedro, sin darse cuenta del pecado,
consintió hasta tres veces en negarte;
el miedo le tentó para olvidarte
después de tanto estar, fiel, a tu lado.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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2ª ESTACIÓN
Jesús carga con la cruz
«Los soldados se lo llevaron al interior
del palacio —al pretorio— y convoca-
ron a toda la compañía. Lo visten de
púrpura, le ponen una corona de espi-
nas, que habían trenzado, y comenzaron
a hacerle el saludo: “¡Salve, rey de los ju-
díos!”. Le golpearon la cabeza con una
caña, le escupieron; y, doblando las ro-
dillas, se postraban ante él. Terminada la
burla, le quitaron la púrpura y le pusie-
ron su ropa. Y lo sacan para crucificarlo».
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y mil miles de tontos,
y millones de miles de tontos.
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con trucos de brillos que manejo
como un profesional! ¡Y...!
¡Y conociéndonos,
no puedes dejar de querernos!
Seguro que te gusta que te diga,
Señor, que te lo agradezco,
pues lo único que tengo es tu Amor.
¡Lo único que realmente tengo!
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Hoy quiero decirte, Señor,
que te doy las gracias,
que recuerdo mi peso en tus hombros,
pues lo único que te ata al leño es tu amor.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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3ª ESTACIÓN
Cae Jesús por primera vez
«Venid a mí todos los que estáis cansa-
dos y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad
mi yugo sobre vosotros y aprended de
mí, que soy manso y humilde de cora-
zón, y encontraréis descanso para vues-
tras almas. Porque mi yugo es llevadero
y mi carga ligera».
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Te caes, ¡te tiramos!, y sigues aguantando.
Te levantas y te tratamos como a un muerto,
como a un viejo chocho impotente,
como a alguien que ya no puede nada.
Y sigues aguantando,
y nos das pereza, nos aburres, no nos apeteces.
Y sigues aguantando.
¡Aguantarlo todo! No lo entiendo.
¿Hasta dónde hay que aguantar?
ME LEVANTO SIEMPRE EN TI
Busqué paraísos sin tu rostro,
horizontes sin tu luz.
Pinté de colores mis pecados,
pero el cielo no era azul.
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Caí, resbalé en la noche y vi
un abismo grande en mí.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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4ª ESTACIÓN
Jesús encuentra a María, su madre
«Junto a la cruz de Jesús estaban su ma-
dre, la hermana de su madre, María, la
de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús,
al ver a su madre y junto a ella al dis-
cípulo al que amaba, dijo a su madre:
“Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Luego, dijo al
discípulo: “Ahí tienes a tu madre”. Y des-
de aquella hora, el discípulo la recibió
como algo propio».
NECESITADO DE CONSUELO...
¡CÓMO ME GUSTAS ASÍ!
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cuando entrelaza sus dedos
con los de otra mano conocida;
como cambia el sufrimiento del que pregunta:
«¿Estás ahí? Bien, ¡no te vayas!».
Calor, tacto, vista... cercanía.
No cambia nada,
y lo cambian todo.
UN DIOS DÉBIL
Esto sí que lo entiendo, y cómo me gusta
ver un Dios débil, niño desnudo en tus brazos.
Y rehén aplastado por la cruz y en agonía,
pero siempre necesitado de ti, María.
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cuando se arropa bajo las sábanas de su madre.
Estás ahí, te necesito, no te vayas, no te vayas.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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5ª ESTACIÓN
Simón ayuda a llevar la cruz de Jesús
«Al salir, encontraron a un hombre de
Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a
llevar su cruz. Cuando llegaron al lugar
llamado Gólgota (que quiere decir lugar
de «la Calavera»), le dieron a beber vino
mezclado con hiel; él lo probó, pero no
quiso beberlo».
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un salvado ayuda a su Salvador,
un enamorado ayuda a su Amor.
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TU CIRINEO
Quién ayuda a quién.
Quién me abrió los ojos a la eternidad.
Quién lavó con sangre mi fragilidad.
Quién me ama hasta la muerte de verdad.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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6ª ESTACIÓN
La Verónica limpia el rostro de Jesús
«Oigo en mi corazón: «Buscad mi ros-
tro». Tu rostro buscaré, Señor. No me es-
condas tu rostro. No rechaces con ira a
tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me
deseches, no me abandones, Dios de mi
salvación».
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No vivo en ese otro corazón
—¡cuántas esperanzas tenía en él!—,
porque la sensualidad le ha cegado.
No gozo de ese otro
—¡qué desilusión!—,
porque está lleno de comodidad,
afán de dinero, fama y diversión.
Y no le intereso.
Me da pena el pecado
en el corazón de cada persona».
VERÓNICA
No hay en Él parecer.
No hay en Él hermosura.
No hay belleza alguna
capaz de atraer nuestra mirada.
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Yo solo quiero vivirte,
amar y dejarme amar.
Que limpies mi yo
y no dejes nada.
Yo te lo suplico: tatúa tu rostro en mi alma.
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amor de sangre.
¡Mi amante!
Transfórmame en tu paño,
tatúame tu rostro,
empápalo sin miedo,
ahógalo en tu sangre.
Que sea yo tu paño:
es mi íntimo deseo.
Tengo sed de cada gota.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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7ª ESTACIÓN
Cae Jesús por segunda vez
«Al verme, se burlan de mí, hacen visa-
jes, menean la cabeza: “Acudió al Señor,
que lo ponga a salvo; que lo libre, si tan-
to lo quiere”. Tú eres quien me sacó del
vientre, me tenías confiado en los pe-
chos de mi madre; desde el seno pasé a
tus manos, desde el vientre materno tú
eres mi Dios. No te quedes lejos, que el
peligro está cerca y nadie me socorre».
SIGUES SUFRIENDO
EL SUFRIMIENTO
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«Ahora sí que no entiendo nada.
O sea, ¿que Tú has querido que suframos?».
27
«Hasta el número de vuestro cabellos
—¡que ya es decir!—, está contado.
Hasta la última de vuestras circunstancias
—¡por imposible que os parezca!—,
está pensada.
Hasta la más insignificante
de vuestras casualidades
—así me gusta firmar a mí—, está prevista.
Los sufrimientos que os toca vivir —todos—,
están permitidos porque os convienen.
De cada uno quiere el Padre
algo bueno para vosotros:
una pequeña muerte que posibilita
algo mucho mejor,
una nueva vida.
Sufrid los sufrimientos, todos,
porque no os sobra ninguno.
Eso quiere decir lo que os decía:
permaneced en mi amor.
No os vayáis de mí cuando mi amor
os quiera sufriendo».
SOLO NO PUEDO
Me vuelvo a caer, me invade el fracaso,
y no encuentro una razón para seguir.
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Me dices al oído que Tú no me desprecias,
que tu amor no sabe lo que es el rencor.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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8ª ESTACIÓN
Jesús consuela a las hijas de Jerusalén
«Lo seguía un gran gentío del pueblo, y
de mujeres que se golpeaban el pecho
y lanzaban lamentos por él. Jesús se vol-
vió hacia ellas y les dijo: “Hijas de Jerusa-
lén, no lloréis por mí, llorad por vosotras
y por vuestros hijos, porque mirad que
vienen días en los que dirán: ‘Bienaven-
turadas las estériles y los vientres que no
han dado a luz y los pechos que no han
criado’. Entonces empezarán a decirles a
los montes: ‘Caed sobre nosotros’, y a las
colinas: ‘Cubridnos’; porque si esto ha-
cen con el leño verde, ¿qué harán con
el seco?”».
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Dolor con tristeza,
¡no es ese tu dolor!
El dolor que duele puede arrancar lágrimas.
De acuerdo.
Pero... aquellas mujeres,
aquel llanto, aquel desconsuelo...
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Ahora entiendo: en mi propio corazón
recibiré el consuelo de tu propio Corazón.
¡Siempre consolando!
Cuando no puedes hacerlo Tú directamente,
cuando el hombre no te deja
consolarle desde dentro,
lo haces a través de tus cristos, los cristianos.
Le ofreces cariño, ánimo, compañía,
comprensión, entrega, amor.
Tú también consuelas;
sigues consolando.
Consuelas siempre.
Eres el único que consuela.
Consuelas desde dentro.
EL DOLOR
El dolor tiene que doler, no puede no doler;
pero cuando se te conoce, no puede entristecer.
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Tú siempre consuelas y sanas el dolor.
Vienes a nosotros,
pero si alguien no te deja entrar,
tienes mis manos para así poderle abrazar.
Así puedes amar.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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9ª ESTACIÓN
Cae Jesús por tercera vez
«Bueno es para el hombre soportar el
yugo desde su juventud. Que se sienta so-
litario y silencioso, cuando el Señor se lo
impone; que ponga su boca en el polvo:
quizá haya esperanza; que tienda la mejilla
a quien lo hiere, que se harte de oprobios.
Porque el Señor no desecha para siempre
a los humanos: si llega a afligir, se apiada
luego según su inmenso amor».
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«Sí, y son amigas. No saben lo que hacen.
Yo si sé lo que hago.
Empecé a quereros libremente, y ahora...
no puedo dejaros: ¡sois una necesidad!
No puedo pasar de vosotros.
Hay algo dentro de mí que me lo impide.
Me interesáis. Eso, vosotros a mí. ¿Y yo a vosotros?
Por mi parte, no puedo obligaros...
¡Ay, si pudiese! Os mataría a besos.
Os tendría atados a mi corazón.
Pero no puedo: os quiero
con las manos sueltas, libres.
Os respeto: vosotros sois vosotros, y yo soy yo.
El amor supone respetar al otro.
Os he hecho a vosotros, y soy fiel a vosotros.
¡Os merecéis el respeto de Dios!
¡Os merecéis la fidelidad de Dios!».
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«Una última petición: que ame también yo
las manos que me maltratan. Que me ponga
también yo en manos de los hombres».
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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10ª ESTACIÓN
Despojan a Jesús de sus vestidos
«Se reparten mi ropa, echan a suerte mi
túnica».
Salmos 22,19
«No te engañes.
Tener, tener... lo que se dice tener, ¿qué tienes?
Tener es poseer íntimamente.
La riqueza es un engaño para intimidades vacías.
Se tiene lo que se es.
Y el tener hace vivir lo que se tiene,
y no deja vivir lo que se es.
Vivir desnudo: vivir teniendo sin tener,
y viviendo lo que se es».
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DESPOJADO
Déjame, Señor, poder estar abrazado
al madero de tu cruz.
No hay prueba de amor que pueda
superar lo que por mí hiciste Tú.
Déjame, Señor, poder sentir.
Hace tiempo que no consigo llorar.
Mis pecados despojaron tu vestir,
dejando a trozos tu dignidad.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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11ª ESTACIÓN
Jesús es clavado en la cruz
«Conducían también a dos malhechores
para ajusticiarlos con él. Y cuando lle-
garon al lugar llamado “La Calavera”, lo
crucificaron allí, a él y a los malhechores,
uno a la derecha y otro a la izquierda. Je-
sús decía: “Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen». Hicieron lotes con
sus ropas y los echaron a suerte».
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en vez de vivir el espíritu del primero de ellos.
No es serio jugar a ser mejor,
en vez de decidirme a ser hombre nuevo.
No es serio jugar a tener conciencia tranquila
porque tal comportamiento es natural,
en vez de seguir los criterios de la luz sobrenatural.
No es serio jugar a ser razonable,
a vivir con calculadora,
a vivir como un burgués que da limosnas.
No es serio buscarme pequeñas cruces
a mi medida y a mi conveniencia
—no comer dulces para no engordar—,
en vez de amar la cruz que Tú me das
—aunque no la entienda ni me guste—.
No es serio ir eligiendo yo mis cruces,
en vez de amar las que me eliges Tú.
No es serio dar lo que me sobra,
en vez de dar hasta que me duela».
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En la cruz clavaron el amor
y un abrazo se hizo eterno en mi dolor.
Clávame contigo, mi Jesús,
quiero darme y darlo todo como Tú.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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12ª ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz
«Después de esto, sabiendo Jesús que
ya todo estaba cumplido, para que se
cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo sed”.
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y,
sujetando una esponja empapada en
vinagre a una caña de hisopo, se la acer-
caron a la boca. Jesús, cuando tomó el
vinagre, dijo: “Está cumplido”. E, inclinan-
do la cabeza, entregó el espíritu».
ME VIENEN A LA CABEZA
TANTOS RECUERDOS…
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Mira y llora: está. Hay tiempo.
Lo demás no importa. Él.
Hasta el final. Por mí. La voluntad del Padre.
Manos amigas. Os llamo amigos. Por una oveja.
Las 99. Fiesta. Estaba perdido.
La dracma encontrada.
Bienaventurados. Camino. Verdad.
Vida. Pan. Luz. Puerta.
Pastor. Libres. Paz. Tú lo has dicho.
¿Quién decís que soy yo? ¿Me amas?
¿Tenéis algo de comer?
¿Hasta cuándo tendré que aguantaros?
¿Podréis beber el cáliz que yo he de beber?
¿Quién te ha condenado?
Fe. Fe. Fe. Nacer de nuevo.
Agua de vida eterna. Convertíos.
Grano de trigo que muere.
Tome su cruz de cada día.
Deje a los muertos. Sígueme.
A sus padres más que a mí. Ciento por uno.
En el mundo. No mundanos.
Estad atentos. Vigilad. Luchad.
La otra vida. Me voy. Os preparo el sitio.
El Espíritu os recordará todo. Predicad. Bautizad.
Corregíos. Sobre esta piedra. Estaré con vosotros.
Volveré con cada uno.
Haremos mansión. Vid. Sarmiento.
Mis mandamientos. Sin mí nada.
Permaneced en mi amor.
Música instrumental.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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13ª ESTACIÓN
Jesús es bajado de la cruz
y entregado a su madre
«Este compró una sábana y, bajando a
Jesús, lo envolvió en la sábana y lo puso
en un sepulcro, excavado en una roca, y
rodó una piedra a la entrada del sepul-
cro. María Magdalena y María, la madre
de Joset, observaban dónde lo ponían».
De solo a solo,
de corazón a corazón,
de abierto a abierto.
Uno a uno. Todo por uno.
Como uno lo es todo, todo por todo.
Uno a uno. El primero, Longinos,
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un soldado que para creer
ha tenido que clavarle la lanza.
Si para creer tenías que hacerlo, bien hecho está.
Todo por ti, porque Tú lo eres todo.
¡Bien! Ahora tú a los tuyos: uno por uno.
¡Pero da todo por uno!
Y como uno lo es todo, ¡todo por todo!
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¿Qué ven tus ojos? ¿Qué tocan tus manos?
¿Qué acarician tus pensamientos?
¿Qué busca tu corazón? ¿Qué sientes?
¿Qué lloras? ¿Qué deseas?
Miro que le miras.
Ponle en mis brazos, contigo le miraré,
¡y te prometo que no le soltaré!
MADRE
Madre, ¿qué vale todo el universo y el poder
frente a una sola llaga de tu Hijo?
Madre, ¿qué ven tus ojos cuando lloras junto a Él,
cuando le besas todas las heridas?
Madre, quiero ver lo que tú ves.
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Cuando todos huyan, cuando pierdan la razón,
velaré contigo el rostro de mi Dios.
Madre, átame fuerte con tus brazos a la cruz.
No quiero más tesoros que sus clavos.
Madre, quiero mirarte cuando no encuentre la luz,
y recorrer contigo cada paso,
Madre, del camino de la cruz.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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14ª ESTACIÓN
Jesús es sepultado
«Había un huerto en el sitio donde lo
crucificaron, y en el huerto, un sepulcro
nuevo donde nadie había sido enterra-
do todavía. Y como para los judíos era el
día de la Preparación, y el sepulcro esta-
ba cerca, pusieron allí a Jesús».
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¿Por qué no es reconocido?
¿Por qué no es más fácil creer en Él?
¿Por qué algunos no le siguen?
¿Por qué no se impone?
¿Por qué sufre? ¿Por qué permite el sufrimiento?
¿Por qué permite que el mundo nos engañe?
¿Por qué todo lo de la Cruz?...
No es malo no entender.
Es malo no saber vivir las preguntas.
Saber vivirlas es saber que no soy Dios,
que no estoy preparado
para conocer la respuesta,
que no me ha llegado
el momento de entender.
No es malo no entender.
Es malo no saber vivir las preguntas.
Saber vivir las preguntas
es saber vivir las esperas...
Y en la espera ser fiel,
tener confianza,
seguir hasta el final.
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Contra toda lógica,
nos sorprendes con la súper lógica
y el súper poder.
Resucitas.
Tú sabes más.
Yo esperaré.
Sé de quién me he fiado.
CANCIÓN — ESTRIBILLO
(entre estación y estación)
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15ª ESTACIÓN
A los tres días, Jesús resucita
Hasta este día,
nadie había vencido a la muerte.
Jesús ha resucitado:
la vida se impone a la muerte,
el perdón es más fuerte que el rencor,
el amor ha vencido al odio,
la misericordia ha podido
al afán justiciero,
la verdad se levanta
por encima de la mentira,
la bondad destruye la maldad,
la belleza vence a la fealdad,
la salud puede a la enfermedad,
la luz vence a la tiniebla,
el amor del Padre
es fuerte que el pecado.
¡Todos mis pecados arden
en el fuego de su amor!
¡Ya soy libre!
¡Puedo resucitar con él,
hoy y en el último día definitivamente!
¡Soy un hombre nuevo!
Todavía amenazado por la enfermedad,
el mal y el engaño,
pero hoy soy un hombre nuevo;
con el espíritu del Resucitado, vivo en mí.
¡Soy un resucitado, hoy,
liberado, nuevo, amado,
poseído, transfigurado!
¡Todos mis pecados arden
en el fuego de tu amor!
¡Gracias, mi Salvador!
52
TODOS MIS PECADOS ARDEN
Mi mejor amigo decidió morir por mí.
Cargó con mi castigo para que yo pueda vivir.
No viniste a juzgarme, me viniste a salvar.
Y ahora lo que más quieres
es que yo me deje amar.
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