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Prosperidad integral

Por Rolando De Paz Barrientos


Publicado el 21 de abril de 2 014 a las 0 :04h

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A menudo vemos al dinero como sinónimo de prosperidad. Con frecuencia


escuchamos que la solución a los problemas económicos es obtener más, olvidando
que el dinero no tiene un valor intrínseco, solamente es un medio de pago o de
intercambio que permite, dependiendo de cómo lo administremos, generar alguna
riqueza material.

La riqueza es la abundancia de cosas, de activos perecederos que nos permite tener


cierta comodidad en la vida. Tanto el dinero como la riqueza se pueden obtener
con o sin valores éticos, en cuyo caso no podría haber prosperidad.

El objetivo de la economía familiar debe ser el buscar la prosperidad integral de


todos sus miembros. ¿Qué es y cómo se logra? La palabra prosperidad deriva del
latín prosperitas, que significa curso favorable de las cosas, y de la palabra griega
eudóo, y significa ayudar en el camino, lograr alcanzar, triunfar en algo. La palabra
integral se refiere a las partes que forman un todo, de manera que la prosperidad
integral tiene que ver con la totalidad del ser: espíritu, alma y cuerpo.

Para ello necesitamos adquirir bienes que perduren y permitan administrar


sabiamente nuestros recursos. Un bien es aquello que en sí mismo posee un valor
positivo y que es altamente estimable. Hay bienes tangibles e intangibles, y estos
últimos son poderosos para transformar una sociedad, tales como: el carácter
íntegro, la honestidad, el trabajo y el valor de la vida humana, que pueden
perdurar de una generación a otra.
Ser próspero integralmente no se traduce en la abundancia de bienes materiales,
sino en un estado adecuado de seguridad, confianza, credibilidad, justicia,
identidad, esperanza, equidad, libertad, etc., que de manera conjunta produce
bienestar moral, social y económico. Esto se logra teniendo una adecuada relación
con Dios, una sana relación matrimonial y familiar, relaciones laborales o de
negocios justas, y relaciones sociales equitativas donde valoremos al ser humano
por sobre todas las cosas.

De nada serviría tener dinero o generar riqueza si los hemos adquirido de manera
deshonesta y si no estamos capacitados para administrarla sabiamente, porque se
convertirán en tropiezo para nuestra vida. Dale riqueza a tus hijos sin que tengan
formado un carácter ético, y lo estarás condenando al fracaso. Busca la riqueza
desmedida y traerás ansiedad a tu vida, y jamás estarás en paz.

La nación entera será próspera cuando las familias se fortalezcan y los individuos
desarrollen un carácter ético en todas sus relaciones. No se trata de dinero o
riqueza, sino bienestar en todas las relaciones, comenzando con la relación con
Dios.

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