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RESEÑA HISTÓRICA DE CARTAGENA

El territorio: El lugar donde se encuentra Cartagena de Indias está caracterizado fuertemente por la presencia del agua. El
Mar Caribe, la bahía y la ciénaga de Tesca forman un entorno muy rico y variado con las islas de Calamarí, Getsemaní, Manga,
Tierrabomba, Barú y algunos cerros entre los que destaca La Popa de la Galera, punto de referencia para la navegación. El
clima tropical cálido-húmedo y la vegetación de mangles, cocoteros, cauchos y almendros completan la identidad del territorio.

Población aborigen: En la bahía y sus alrededores se encontraban varios poblados de la etnia Caribe. Uno de éstos era el de
Calamarí, en la isla del mismo nombre, en donde luego se fundó la ciudad de Cartagena. Esos poblados estaban formados por
un conjunto de chozas pajizas, cercado por una empalizada circular.

Fundación de la ciudad: El litoral Caribe de la actual República de Colombia fue explorado por Rodrigo de Bastidas en 1501,
pero los primeros intentos de ocupación fracasaron por diversas causas: las fundaciones de Santa Cruz en La Guajira (1502),
San Sebastián de Urabá (1509) y Santa María la Antigua del Darién (1510). Solo hasta la fundación de Santa Marta por Bastidas
en 1525 se consigue un punto de apoyo para la conquista de este país.

En enero de 1533 llegó el capitán madrileño D. Pedro de Heredia, a quien la reina Da. Juana La Loca había otorgado la
gobernación del territorio comprendido entre los ríos Magdalena y Atrato. Heredia desembarcó en lo que es hoy Bocagrande y se
dirigió hacia el poblado de Calamarí que había sido abandonado por sus habitantes al avistar la llegada de éste y sus hombres.
Se estableció y desde allí organizó varias expediciones, en la búsqueda de un lugar adecuado para fundar la ciudad. No
encontró uno mejor que el asiento provisional y decidió, entonces, establecer en Calamarí la ciudad capital de su gobernación. El
1º de junio de 1533 se realizó la fundación de la ciudad. Se cumplieron todos los requisitos legales: se trazaron calles y plazas,
repartieron solares para los primeros pobladores y designaron alcaldes y funcionarios.

Importancia de la naciente ciudad: La ubicación de Cartagena de Indias presentaba muchos inconvenientes para sus
habitantes, pues el lugar carecía de agua dulce y de tierra apta para la cría de ganado, así como de sitios para obtener
materiales de construcción. Pero las ventajas de su puerto natural y su estratégica ubicación geográfica, convirtieron a
Cartagena en un sitio obligado del tráfico en el Caribe y la puerta de ingreso a América del Sur.

El oro de las tumbas indígenas del Sinú también contribuyó al progreso económico de la región y a convertir a Cartagena en una
ciudad floreciente. Cartagena recibió en 1577el titulo de Ciudad y el Escudo de Armas cuando apenas contaba con 2000
habitantes.

El proceso de la evangelización del Nuevo Mundo y el establecimiento en América de las órdenes religiosas, son factores de
primer orden en la historia de Cartagena. A su puerto llegaron los religiosos, que venían a cumplir su misión en muchos lugares
del interior del continente; en un principio dominicos, franciscanos y agustinos. Al año siguiente de su fundación la ciudad fue
erigida en sede episcopal.

A partir de 1566 el tráfico comercial entre la metrópoli y sus territorios de ultramar quedó organizado en convoyes con rutas y
fechas preestablecidas que, partiendo de Sevilla, se dirigían anualmente a los puertos del Caribe: Veracruz, Portobelo,
Cartagena, y La Habana. En Cartagena, la Armada de los Galeones permanecía varios meses mientras llegaba a Panamá la
Escuadra Peruana; la ciudad era astillero, bodega y arsenal; sus haciendas alimentaban la tripulación y sus comerciantes
controlaban el intercambio hasta Quito.

Los primeros esclavos, procedentes de África, llegaron al territorio del Nuevo Reino de Granada en la segunda mitad del siglo
XVI, hacia 1560. Estos esclavos fueron parte esencial en el desarrollo económico del país, por ser mano de obra gratis y muy
eficiente debido a su gran capacidad de trabajo y a su extraordinaria resistencia física. El sacerdote jesuita español Pedro
Claver se consagró a la protección de los negros y a la humanización de su trato, por lo cual fue canonizado. La ciudad de
Cartagena de Indias constituyó el centro más activo de trata de negros en Latinoamérica.

Ataques piratas El auge económico y la concentración de riquezas atrajeron la atención de piratas y corsarios, que la asediaron
desde los primeros años. En efecto el 1º de julio de 1543 Roberto Baal se apoderó de Cartagena, en 1559 Martín Cote y Juan de
Beautemps atacaron la ciudad y cobraron un fuerte rescate para retirarse; en 1568 sufrió el bloqueo impuesto por John Hawkins;
y en 1586, Francis Drake, al mando de una escuadra de 23 navíos y 3.000 hombres, asaltó y tomó la ciudad, en donde
permaneció 53 días.
Plan de defensa de Felipe II Precisamente en los días que Drake era dueño de la ciudad, el rey encomendaba un grandioso
proyecto de defensa de todos los puertos del mar Caribe al célebre ingeniero Bautista Antonelli; quien en 1594 vino a Cartagena
e hizo los planos para cercarla con una muralla abaluartada.

Arquitectura religiosa En 1577 se inició la construcción de la iglesia Catedral en su nuevo emplazamiento, en un costado de la
plaza Mayor. Con esta obra comenzó el desarrollo de la arquitectura religiosa, que fue decisiva en la consolidación de la imagen
urbana de Cartagena. Las órdenes religiosas emprendieron la construcción de sus iglesias y conventos: los dominicos en 1579,
los agustinos en 1582, en el recinto primitivo, y los franciscanos en 1590, en el arrabal de Getsemaní.

Durante el primer cuarto del siglo XVII se establecieron nuevas órdenes religiosas y construyen sus edificios. Surgieron
entonces: el colegio de la Compañía, de los Jesuitas; San Diego, de los recoletos de San Francisco; Santa Teresa, de las monjas
Carmelitas Descalzas; La Merced y Santa Cruz de la Popa, en el cerro del mismo nombre, de los Agustinos.

Arquitectura civil En los comienzos de la vida de la ciudad las instituciones civiles acostumbraban adquirir o arrendar casas de
los vecinos para establecer sus despechos, haciéndoles reformas según los requerimientos de sus funciones.

El emplazamiento de los edificios institucionales no parece estar muy ceñido a las normas urbanísticas imperantes en la época.
Tal es el caso del Cabildo, que adquirió en 1563 unas casas de cantería para instalar la oficina de justicia, la cárcel, la oficina de
vivienda del gobernador. El Tribunal del Santo Oficio y la casa de la Moneda procedieron de forma similar, se instalaron en
casas comunes que posteriormente compran y convierten en sus sedes definitivas.

Por el contrario, la Real Aduana y la Casa Real de Contratación funcionaron en edificios propios, que habían sido proyectados
para el ejercicio de sus actividades. La Real Aduana fue construida en 1620 simultáneamente con la muralla en la cual se apoya,
obras ambas de Cristóbal Roda. En un edificio de gran presencia sobre la plaza, por las arcadas y la simetría de su fachada.

Arquitectura doméstica Las casas de bahareque y techo de palma que se hicieron, en la ciudad desde su fundación, fueron
reemplazadas por las de cantería y teja hacia finales del siglo XVI. El problema de los incendios y la prosperidad de los vecinos
motivaron este cambio. Además, desde 1555, una ordenanza recomendaba la edificación en cantería o adobe, y la sustitución de
las palmas de los techos por la tejas de barro. Durante la gobernación de D. Pedro Fernández de Bustos se generalizó el uso de
nuevos materiales.

En 1628 fray Pedro Simón, al referirse a Cartagena, destacó la calidad de las piedras y las maderas que se utilizaban en la
ciudad y expresó que “con todo este buen aparejo se han hecho y hacen vistosos edificios, y los hace más la mucha suma de
ventanajes y balcones volados que tienen a las calles, que por ser el país calidísimo toda la vida, refrescándolo poco la noche,
es necesario sean las casas todas de una claraboya”. La casa cartagenera presenta desde entonces las características que
encontramos hoy en la arquitectura de la ciudad y el uso del bahareque y la palma estaba relegado al arrabal de Getsemaní.

Construcción de las murallas El 8 de septiembre de 1614, en un acto solemne presidido por las autoridades civiles y
eclesiásticas y en el que participaron todos los vecinos, se colocó la primera piedra de las muralla, para los cimientos del
baluarte San Felipe (hoy Santo Domingo). Cristóbal de Roda construyó además la muralla de la Marina, los baluartes de Santa
Catalina y San Lucas. Falleció en 1631 sin alcanzar a ver completo el cerco de murallas.

Para esos años, la isla de Getsemaní era un arrabal densamente poblado y el gobernador Francisco de Murga decidió fortificarla
también. En 1631 se inició la obra y tres años después estaba cercada en sus frentes hacia caños y la bahía de las Ánimas.

Fuertes exteriores en el XVII En la bahía , Roda levantó el fuerte de Santa Cruz de Castillo Grande, en la punta del Judío y el
gobernador Francisco de Murga construyó los fuertes de Manga y San Juan de Manzanillo. En la Bocagrande, Roda construyó
la plataforma de Santángel enfrentado al fuerte de San Matías.

En 1640 naufragaron tres navíos portugueses en le canal de la Bocagrande. Este suceso alteró completamente la estrategia
defensiva, pues fue necesaria la fortificación de nuevos puntos y el abandono de algunos de los existentes. Los cascos de los
navíos hicieron que la arena se acumulara formando una barra, que se podía atravesar caminando. Las corrientes de la bahía al
buscar salida hacia el mar, dragaron el canal de Bocachica, habilitándolo para el paso de grandes embarcaciones.

Surgió así la necesidad de avanzar las defensas a Bocachica y se inició la construcción de un fuerte en el extremo sur de la isla
de Tierrabomba, el Castillo de San Luis, que estuvo a cargo del ingeniero Juan Bautista Antonelli. Por la parte de tierra también
se alejaron las defensas; era necesario fortificar con un bonete el cerro de san Lázaro, por su ubicación estratégica. El
gobernador Pedro Zapata de Mendoza dispuso su construcción, la que se inició en 1656 y concluyó al año siguiente. Zapata le
puso el nombre de San Felipe de Barajas.

La Inquisición Todas las instancias del poder de la corona española extendieron su alcance hasta las colonias americanas. Tal
es el caso del Tribunal del Santo Oficio de Inquisición, institución religiosa que los reyes católicos, Isabel y Fernando, habían
convertido en un instrumento para consolidar su política interior y exterior, además de sus funciones propias de defensa de la
región católica. El tribunal del Santo Oficio se estableció en Cartagena por orden del rey Felipe III, en el año de 1610.

El canal del dique El río Magdalena -y su red de afluentes- fue el único camino para llegar a las altiplanicies de Cundinamarca
y los peligros que ofrecían a la navegación las barras de su desembocadura desviaron el tráfico hacia Cartagena. Había
aumentado tanto este tráfico con el interior y eran tan notorios los inconvenientes en el camino terrestre entre Cartagena y el
gran río, que el gobernador Pedro Zapata de Mendoza promovió la construcción de un canal, enlazando un conjunto de
ciénagas, para poner en comunicación el puerto con el río Magdalena. Esta obra fue realizada en el breve lapso de 6 meses,
entre enero y junio 1650.

Pointis A finales del siglo XVII se vivía en España la expectativa por la sucesión del rey Carlos II, “El Hechizado”, el último de los
Habsburgo, quien no tuvo heredero. Francia y otros países aspiraban apoderarse del trono español y por ende, de su imperio
colonial. Esto dio lugar a numerosas guerras que terminaron con la victoria de los franceses, quienes coronaron a un bisnieto de
Luis XIV con el nombre de Felipe V. se inició así en España la dinastía francesa de los Borbones.

Entre las tácticas utilizadas por los franceses, durante esta lucha, se contó la de atacar la plazas del imperio español con
grandes expediciones corsarias. Una de esas fue la que vino sobre Cartagena en 1697 comandada por el almirante Jean
Bernard Desjeans, barón de Pointís. Llegó el 13 de abril, al frente de una flota de 28 naves y 4.000 hombres, quienes bloquearon
la entrada de Bocachica y desembarcaron en Tierrabomba; se tomaron el castillo de San Luis y todos los fuertes de la bahía, el
castillo de san Felipe y se apoderaron de la ciudad. El barón de Pointís permaneció casi un mes, y no contento con el alto
rescate que le había pagado, saqueo todos los comercios, iglesias y casas particulares. Antes de partir el 1º. De junio, destrozó
las fortalezas que se había tomado. El barón de Pointís había reclutado en las Antillas aun grupo de 1.200 bucaneros
comandados por Jean B. Duchase y al abandonar Cartagena los dejó sin pagarles la parte del botín que les correspondía.
Ducasse y sus hombres saquearon nuevamente la población y se llevaron un cuantioso botín.

Las fortificaciones en la mitad del XVIII El Ingeniero D. Juan de Herrera y Sotomayor llegó a reconstruir lo que habían
arrasado los franceses y realizó nuevas obras en un lapso aproximado de 25 años, hasta su muerte. Reconstruyó la muralla de
la Marina que había sido destruida por los temporales, y los baluartes de San Ignacio, San Francisco Javier, Santiago, Santo
Domingo, La Cruz, Santa Clara, La Merced, Santa Catalina y San Lucas y construyó la nueva puerta de ciudad por la calzada de
San Francisco. También trabajó en Getsemaní, en la puerta y en el puente de la Media Luna y en el castillo de San Felipe de
Barajas. En la bahía reparó los fuertes de Santa Cruz y San Juan de Manzanillo; en Bocachica reconstruyó el de San Luis e hizo
una serie de baterías que refuerzan las defensas. A Juan de Herrera y Sotomayor se debe el carácter que encontramos hoy en
los baluartes y cortinas de la ciudad, especialmente la muralla de La Marina y la Boca del Puente. Se le considera el iniciador de
la Escuela Hispanoamericana de Fortificaciones.

Vernon Por otra parte, en 1739 tuvo lugar una guerra entre Inglaterra y España por querer la primera apoderarse de las colonias
españolas en el Caribe y en el Pacífico para comerciar libremente en esa zona. Es así como en el mes de marzo de 1741 llegó a
Cartagena la escuadra más grande y poderosa que jamás surcara mares. Comandada por el almirante sir Edward Vernon,
estaba formada por 186 barcos y 23.000 hombres. La defensa de la plaza estaba compuesta por 3.000 hombres y 6 navíos de
guerra, comandados por el virrey de la Nueva Granada, don Sebastián de Eslava, teniente general de los Reales Ejércitos y don
Blas de Lezo, general de la Armada.

El 20 de marzo se inició el ataque al castillo de San Luis, 16 días después entró Vernon a la bahía. Desembarcó por las islas de
Manga y Gracia y un regimiento se tomó la colina de La Popa. Trató de entrar a la ciudad por los playones aledaños al castillo de
San Felipe, frente al que fue rechazado. Sus defensores les causaron numerosas bajas. La fiebre y la disentería hicieron el resto
y el día 20 de mayo se retiraron definitivamente.

Plan de defensa de Carlos III Tras este nuevo asalto la ciudad volvió a quedar desprotegida, por lo que el rey Carlos III
emprendió un nuevo plan de defensa que constituyó la última etapa de las construcciones militares de Cartagena. Hasta finales
de siglo trabajaron ininterrumpidamente varios de los más destacados ingenieros militares de la Colonia. Grandes sumas de
dinero envió la corona para este proyecto, a tal punto que, según dicen, el rey Carlos III expresó que en virtud del alto costo
esas murallas debían llegar a la altura de las nubes y debían verse desde España.
Juan Bautista Mac Evan, nombrado nuevo director general de las fortificaciones, arribó a la ciudad en 1741. Su labor se
concentró en las defensas de la bahía y el canal de Bocachica. El fuerte de San Sebastián del Pastelillo es una de sus obras
más importantes.

Antonio Arévalo también llegó a Cartagena en 1741 y trabajó en la obra de las murallas bajo las órdenes de Juan Bautista Mac
Evan y Lorenzo de Solís, hasta cuando fue nombrado por el rey Carlos III, director general de las fortificaciones, cargo que
ocupó hasta su muerte acaecida en la ciudad en 1800. El ingeniero militar Antonio de Arévalo es una de las figuras principales
en la historia de la fábrica de las fortificaciones de Cartagena. Trabajó en la ciudad durante cincuenta años y fue el último de los
grandes constructores. Sus obras se enmarcan dentro del período del apogeo de la escuela Hispanoamericana de
Fortificaciones.

En Bocachica construyó Arévalo las baterías colaterales del castillo de San Fernando, la batería del Ángel San Rafael en el cerro
de los Hornos, y protegió la batería de San José con la escollera. Culminó las obras de defensa del canal de Bocachica y
resolvió definitivamente el problema que era la barra de Bocagrande – reabierta en 1739- y que constituía un problema para la
defensa. Construyo una escollera o muralla submarina que constituye, aún en nuestros días, un valioso ejemplo de ingeniería.
Mide mil varas de largo y su construcción duró siete años. Con esta obra se garantizó la permanencia de las defensas del canal
de Bocachica, que se mantiene como el único acceso al puerto.

El castillo de San Felipe de Barajas que había demostrado su importancia estratégica para la defensa de la plaza fue reforzado y
ampliado por Arévalo mediante la construcción de un complejo de baterías, que se adecuaron a las características del terreno y
se integraron con el antiguo bonete.

En la ciudad, Arévalo comenzó en 1765 la construcción de la escollera de La Marina para retirar el mar y proteger la muralla de
sus embates. En la actualidad esta obra está oculta debajo de la Avenida Santander. Completó el cerco de la muralla al construir
el cuartel de Las Bóvedas en 1598, en el sector comprendido entre los baluartes de Santa Catalina y Santa Clara. Finalizó su
construcción con la colocación del escudo de las armas reales sobre la arcada central. Este hecho, a manera de sello, pone el
punto final al proceso de fortificción del puerto y la plaza de Cartagena de Indias.

La independencia Las guerras de independencia fueron el hecho histórico fundamental de los principios del siglo XIX.
Cartagena declaró su independencia absoluta de la corona Española el 11 de noviembre de 1811. Pocos años después España
emprendió la reconquista del Nuevo Reino de Granada, la cual empezó por Cartagena. En 1815 el general don Pablo Morillo, al
mando de una fuerte armada, impuso un prolongado sitio a la ciudad, cuyos habitantes resistieron heroicamente. Esta
resistencia le mereció a Cartagena el título de Ciudad Heroica. Finalmente las fuerzas realistas se tomaron a Cartagena y
dominaron en ella hasta 1821 cuando la ciudad fue liberada por el ejército patriota, comandado por el general Mariano Montilla.
Como resultado de esta guerra se produjo una disminución en el número de sus habitantes - de 20000 en 1815 a 11900 en
1831-, la ruina de los sobrevivientes y el deterioro de las estructuras físicas.
Decadencia de Cartagena A partir de la independencia de España, Cartagena empezó a perder la primacía en la costa norte
de Colombia y su vitalidad urbana se redujo considerablemente. La actividad comercial se desplazó hacia Barranquilla, que
entonces era un pequeño puerto situado en la desembocadura del río Magdalena, porque el canal del Dique dejó de ser
navegable. Este período de estancamiento que llega hasta el cambio de siglo explica en parte la conservación del patrimonio
construido.

Periodo republicano En la historia de la arquitectura en Colombia se denomina Período Republicano el comprendido entre la
guerra de la Independencia y los gobiernos liberales hacia 1930; tiempo en el que se usan los lenguajes formales neoclásico,
neogótico, ecléctico, art nouveau, entre otros. La recuperación de Cartagena, impulsada por el presidente Rafael Núñez, se
inscribe en ese lapso. Núñez fue cartagenero; desde aquí gobernó en la década de 1880 y gestionó obras para que la ciudad
retomara su importancia portuaria y comercial como son la reapertura del canal del Dique y la construcción del ferrocarril
Cartagena- Calamar. La ciudad se reanima y surge una incipiente industria manufacturera. La población aumenta a 17700
habitantes en 1892, nacen los primeros barrios por fuera del recinto amurallado: El Cabrero, Pié del Cerro, El Espinal, Pié de la
Popa y Manga.

Para la celebración de los cien años de la Independencia - 1911 – la ciudad cuenta con el nuevo mercado público de Getsemaní,
el acueducto de Matute, planta de energía eléctrica y, como obras conmemorativas, el parque del Centenario y el teatro
municipal Heredia. A partir de entonces se generaliza la construcción y renovación de edificios y espacios públicos al gusto
republicano y en los nuevos barrios de clase alta se implanta el patrón de ciudad jardín. Otros barrios de estrato popular se
generan en la ruta del ferrocarril para alojar el crecimiento demográfico que alcanza los 51000 habitantes en 1918.
Protección del patrimonio El interés por conservar el patrimonio arquitectónico de la época colonial se da como reacción a los
derribos de murallas que se ejecutaban desde fines del XIX para agilizar el tráfico en las entradas a la ciudad amurallada. Por
otro lado, la selección de los puertos de escala en las nuevas rutas por el canal de Panamá obligó a mejorar las condiciones
sanitarias del puerto de Cartagena; para lograrlo se eliminó un considerable tramo de murallas en 1916, al considerar que
impedían el saneamiento y desarrollo de la ciudad.

La oposición a estas actuaciones tuvo finalmente eco en el Congreso y la Presidencia de la República con la expedición de la ley
48 de 1918; en la cual se declaran y protegen “edificios y monumentos públicos, fortalezas, cuadros, esculturas y ornamentos
de los tiempos coloniales y precolombinos”. Eliminada la posibilidad de demolición de fortificaciones, se dio inicio a los procesos
de restauración de las mismas a cargo de la Sociedad de Mejoras Públicas de Cartagena. Cabe destacar la intervención del
castillo de San Felipe de Barajas a partir de 1930.

Con el paso de los años se precisa y amplía el ámbito del patrimonio protegido en la ley 5 de 1940; la cual expresa que “dentro
del perímetro amurallado de la ciudad de Cartagena, nadie podrá realizar construcción, demolición o variación alguna sin la
previa aprobación del gobierno”.

Desarrollo urbano moderno En el transcurso del siglo XX las ciudades de Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla se
consolidaron como las más importantes del país gracias a su desarrollo industrial. Entretanto Cartagena se queda rezagada,
crece lentamente y en forma dispersa, predominando lo espontáneo sobre lo planificado, incrementándose el desequilibrio entre
la centralidad acumulada en el recinto amurallado y la periferia con baja densidad de población, precarios servicios públicos y
equipamiento comunitario.

Sin embargo, se ejecutaron diversas obras que marcarían su futuro; las más relevantes son el oleoducto Barranca-Mamonal en
1920 y la refinería de petróleo construida en 1957, que inician el actual complejo industrial de Mamonal.

Hacia mediados del siglo XX la ciudad alcanza una población de 130000 habitantes y en consecuencia aparecen nuevos barrios
como son Crespo, Alto Bosque, Martínez Martelo y Bocagrande. Ha mejorado su condición portuaria con el dragado y
rectificación del canal del Dique, la construcción del Terminal Marítimo de Manga, las carreteras de La Cordialidad que une a
Cartagena con Barranquilla y la Troncal de Occidente que une con Medellín.

Durante los últimos cincuenta años esta urbe ha experimentado la mayor transformación de su historia jalonada por diversas
causas. Se estima que la población alcanzó el millón de habitantes en el año 2004. En este tema, además del crecimiento
vegetativo que ha mantenido altos índices, ha incidido el fenómeno de las migraciones del campo a la ciudad y los
desplazamientos forzados por el conflicto interno que sufre nuestro país. Como resultado de lo anterior se han densificado los
barrios pre-existentes y urbanizados nuevas áreas; gran parte de estas últimas y donde se asienta la población más pobre son
áreas de riesgo por inundaciones en los bordes de la ciénaga de La Virgen o por deslizamientos en las faldas de La Popa.

Entre los últimos hechos a destacar se encuentran la descentralización de la actividad comercial en las áreas de Bocagrande,
Bazurto, La Castellana y El Amparo; la modernización del puerto para el manejo de contenedores, y el mejoramiento de los
accesos terrestres con la nueva carretera litoral a Barranquilla y el denominado Corredor de Carga.

La industria turística En la década de 1960 comienza el aprovechamiento turístico de los atractivos naturales y culturales de
Cartagena impulsados desde el gobierno nacional. Fue necesario entonces que la ciudad se adecuara para ello y por lo tanto se
adelantaron estudios y obras que demandaron importantes inversiones. El estudio Cartagena Zona Histórica, CIE Uniandes,
aportó las directrices urbanísticas y los reglamentos de intervenciones en el centro histórico; en consecuencia el mercado
público, los hospitales, algunas fábricas y colegios fueron trasladados a la periferia para descongestionar y dar lugar a usos
turísticos; se llevaron a cabo restauraciones de edificios emblemáticos como la Casa de la Aduana- sede de la Alcaldía-, la
iglesia Catedral, el cuartel de las Bóvedas. Por iniciativa privada también se hicieron algunas restauraciones siguiendo el ejemplo
de las intervenciones oficiales.

Se dio inicio al alcantarillado sanitario en el centro histórico y en el moderno barrio Bocagrande, seleccionado éste último por sus
playas para desarrollar la zona hotelera; se erradicó el asentamiento tugurial de Chambacú del entorno del centro histórico; se
construyó la avenida Santander, al borde del mar para conectar el aeropuerto con la mencionada zona hotelera.

En contradicción con el vínculo del turismo y el patrimonio, los edificios de gran altura (veinte pisos) que se construyen desde la
década de 1970 en la urbanización comercial de La Matuna constituyen una grave afectación del paisaje del centro histórico. El
Centro de Convenciones es también una edificación de arquitectura contemporánea en medio del conjunto histórico que amplía
la oferta turística de la ciudad.

Cartagena 1936 arriba Casa Román en Manga y estación del Ferrocarril – al medio el Mercado publico y los muelles de manga –
abajo el Cerro de la Popa y primeras casas sobre la vía del ferrocarril y el puente Román hacia el barrio de Manga.
Patrimonio de la humanidad El Comité del Patrimonio Mundial de la UNESCO, en la reunión de Buenos Aires en noviembre
de 1984, aprobó la solicitud del gobierno de Colombia para la inclusión del “Puerto, Fortaleza y Conjunto Monumental de
Cartagena de Indias” en la Lista del Patrimonio Mundial. Este hecho se convierte en un hito de la historia reciente de nuestra
ciudad por su impacto en los temas del patrimonio y del turismo, que han experimentado fuertes cambios de manera
espontánea y en ausencia de un plan concertado.

En el curso de estos últimos veinte años el uso turístico del centro histórico- hoteles, casas de vacaciones, restaurantes,
discotecas y demás afines- ha encarecido los inmuebles y los servicios, causando la expulsión de los residentes permanentes y
el detrimento de sus valores patrimoniales materiales e inmateriales.

Es preciso resaltar también que el reconocimiento de UNESCO a la ciudad a derivado en una mayor promoción a nivel
internacional y posibilidades de inversión y desarrollo que, manejadas adecuadamente, podrán contribuir a mejorar las
condiciones de vida de la población cartagenera.
ARQUITECTURA REPUBLICANA (TOMADO DE BIBLIOTECA LUIS ANGEL ARANGO DIGITAL)

LA ARQUITECTURA REPUBLICANA EN CARTAGENA

¿Por qué se llama arquitectura republicana?


Las primeras manifestaciones coinciden, en términos generales, con la etapa formativa de a república y vino a ser la expresión
plástica de los ideales políticos y sociales de la naciente república.

La arquitectura republicana se desarrolla en un período comprendido entre 1835-1850 hasta 1930-1940, aunque estos límites
cronológicos no son precisos, porque la arquitectura no se presenta en episodios aislados o repentinos. Fluye de modo muy
continuado de un período a otro de la historia política, no coincidiendo a veces con ella. Cuando el período colonial termina, sus
expresiones arquitectónicas continuaron dándose durante largos años.

Este término es una convención práctica, adopta para designar un fenómeno arquitectónico que reemplazo las técnicas y conceptos
de la construcción colonial por nociones plásticas de origen distinto al netamente hispánico.

La |republicana es una arquitectura ecléctica que tuvo influencias francesas, italianas y anglosajonas. Algunos autores prefieren
llamarla arquitectura del período republicano.

ASPECTOS HISTÓRICOS DE LA ARQUITECTURA REPUBLICANA

El fenómeno internacional más importante de la época es la Revolución industrial, de la que se ha dicho que cambió la apariencia del
mundo mucho más que la Revolución francesa.

La Revolución industrial trae consigo la maquinaria industrial, los ferrocarriles y el telégrafo, y nuevos materiales de construcción como
el hierro, el acero, el hormigón o concreto reforzado, llegados a Colombia a mediados del siglo pasado, y una serie de nuevas técnicas
destinadas a cambiar el ámbito socioeconómico del desarrollo urbano y el rostro de la arquitectura.

Latinoamérica fue vista desde el proceso de emancipación política como un mercado potencial para la producción europea y
norteamericana. Se importaron con la misma facilidad locomotoras, armas, modas o decoración arquitectónica.

En Colombia se volvió la espalda a España para buscar la fuente de inspiración primero en Inglaterra y después en Francia. Junto con
las mercancías francesas de toda índole vendrían los materiales, las técnicas y los arquitectos que harían la historia de la época
republicana en Colombia.

Después vendrían influencias norteamericanas. A finales del siglo XIX los Estados Unidos poblaron las islas del Caribe de una
arquitectura tropical basada en la que el imperio británico había establecido para sus dominios asiáticos y africanos, multiplicada
gracias a la nueva tecnología.

Uno de los primeros ejemplos sera dadó por el mismo Presidente Tomas Cipriano de Mosquera al iniciar la construcción del Capitolio
Nacional, en Bogotá ordenada en 1846. La obra fue terminada durante el gobierno de José Vicente Concha.

Uno de los acontecimientos históricos del cual se deriva en gran parte un género arquitectónico nuevo en la historia del país es la
aparición del ferrocarril entre 1868 y 1876. Ese nuevo género lo constituyen las estaciones del tren, los hoteles de veraneo, bodegas,
depósitos y arquitectura industrial adyacente a los rieles.

La figura más importante del siglo XX para la historia de la arquitectura republicana es, sin duda, el general Rafael Reyes. Durante su
gobierno, entre 1904 y 1905, se crea el Ministerio de Obras Públicas; de esta manera comienzan a surgir en todo el país las
gobernaciones departamentales, los edificios nacionales, los mercados públicos, las universidades estatales y muchas construcciones
de responsabilidad del gobierno.
Cartagena en el período republicano

En los primeros años de vida independiente Cartagena era una ciudad en ruinas. Su precaria situación económica fue el denominador
común durante la mayor parte del siglo XIX. Varios factores contribuyeron al empobrecimiento de la ciudad, entre los cuales cabe
destacar las guerras y conflictos que diezmaron su población, tres bloqueos militares entre 1831 y 1841, la prosperidad de
Barranquilla como puerto fluvial aprovechando la rivalidad entre Santa Marta y Cartagena y la epidemia de cólera |morbus de 1849,
que redujo su población a una tercera parte.
Sólo sobrevivieron 9.896 habitantes.
Este panorama económico impidió un real florecimiento de la arquitectura y el urbanismo republicanos en el siglo XIX, a pesar de las
acciones emprendidas por grupos de ciudadanos para conseguir que se aprobaran medidas gubernamentales para la recuperación de
la ciudad, como el dragado y rectificación del canal del Dique y el ferrocarril hasta Calamar.

Algunos cartageneros consideraron que las viejas murallas de los siglos XVII y XVIII eran una barrera que impedía el proceso de
expansión urbana característico de los nuevos tiempos y que por tanto debían ser demolidas. En esa época no se tenía la conciencia
que hoy existe sobre lo que significa la conservación de los monumentos antiguos. El cartagenero de entonces pensaba que eliminar
las murallas, que se habían convertido en muladares y foco de enfermedades, era la única manera de permitir la expansión y el
desarrollo urbano.

Con esta idea y mediante contrato con particulares a quienes se pagaba con la piedra y el material que rescataran, debido a la
precaria situación económica de la ciudad, se demolieron el revellín de la Media Luna en 1883; el revellín de San Lucas en El Cabrero
en 1887; el baluarte de la Media Luna en 1893, formado por Santa Teresa, San Antonio y Santa Bárbara, en el que se encontraba la
puerta de tierra de la Media Luna, que hasta mediados del siglo XIX se cerraba desde las primeras horas de la noche, hasta la
madrugada. Así se facilitaba el acceso al Pie de la Popa a través del paseo de Heredia. En 1887 se inauguró una nueva puerta, la de
Piñeres, cerca de la plaza de la Aduana, para dar salida a la plaza de San Pedro Claver.

En 1903 se desmantelaron los baluartes de Santa Isabel, San Lorenzo y Barahona para obtener la piedra de cimentación del nuevo
mercado que se construyó al lado de la bahía de las Ánimas. En 1905 se abrió una brecha al lado del baluarte del Reducto para
comunicar a Getsemaní con Manga a través del puente Román, y se construyeron las puertas de Paz y Concordia para facilitar la
comunicación con El Cabrero y la puerta de Balmaceda bajo la torre del Reloj.

A finales del siglo XIX la situación del país y de Cartagena había mejorado notablemente y las clases altas, influidas por todo lo
europeo, como hemos dicho, traen costumbres nuevas. Empiezan a aparecer en nuestras ciudades los paseos, los parques -algunos
de ellos remodelando las viejas plazas coloniales- y camellones al estilo del paseo de la Reforma o del parque de Chapultepec en
México, o de acuerdo con las concepciones urbanísticas de Buenos Aires y Río de Janeiro, ciudades que llevaban la delantera en los
distintos géneros de arquitectura republicana.

En la plaza de la Inquisición, en Cartagena, se establece el parque de Bolívar; en la antigua de los Jagueyes, el parque de Fernández
Madrid; en la plaza de la Independencia, el parque del Centenario y el camellón que sirvió de ejemplo para muchos pueblos de la
región. También en Cartagena se construye un nuevo mercado acorde con las necesidades del momento, el teatro Heredia para
albergar la intensa actividad cultural de la época y las sedes de varios clubes sociales, género completamente nuevo en la historia
urbana nacional.

En muchas ciudades del país se produjo el fenómeno de la emigración de las clases sociales altas en busca de un hábitat nuevo,
abandonando los barrios más antiguos en las zonas urbanas coloniales. En Cartagena aparecen los barrios de Manga, Pie de la
Popa, Pie del Cerro y El Cabrero, trazados según el modelo europeo de la época con residencias aisladas, en lotes amplios, con
densidad de ocupación muy baja.

ARQUITECTURA REPUBLICANA EN EL CENTRO

La identificación de la vivienda republicana en el centro resulta más fácil de hacer refiriéndose a los elementos de decoración
generados por el proceso de producción en serie que caracteriza el período, se cambia o combina el lenguaje colonial de la piedra y la
madera con balaustres de concreto, molduras, cornisas y columnas de diversos ordenes. Aparece tambien, el pasaje comercial como
una solución para aprovechar la parte central de la tradicional manzana colonial destinándola a comercio u oficinas. En Cartagena
tenemos el pasaje Leclerc (1925) obra de Gastón Lelarge y el pasaje Dáger, o pasaje Núñez, hábilmente combinado con un hotel en
sus pisos altos.

El BARRIO DE MANGA

El ejemplo más destacado entre los nuevos conjuntos urbanos que albergaron las altas clases sociales es, sin duda, el barrio de
Manga en Cartagena. Fue el general Dionisio Jiménez, político conocido en el ámbito nacional y hombre de mucha visión, quien
acometió la empresa de urbanizar la isla de Manga, que hasta entonces había sido un caserío sembrado de cocoteros, ciruelos y
marañones y habitado por agricultores, pescadores y revendedores del Mercado Público. En 1907, después de adquirir los terrenos, el
general Jiménez los desmontó y realizó el trazado de la urbanización con planos al parecer elaborados por Luis Felipe Jaspe, en el
primer ejemplo de urbanización moderna que se hizo en Cartagena a comienzos del siglo pasado. Se trazaron calles amplias, se
delimitaron manzanas que se dividieron en lotes de distintos tamaños para ofrecerlos en venta.
Al principio Manga era un lugar de residencia temporal. Allí las familias pudientes pasaban las épocas de intenso, calor. Pero resultó
tan agradable vivir allí, que poco a poco se fue convirtiendo en lugar de residencia definitiva. Las casas, originalmente de madera, se
reemplazaron por casas de material en las que se utilizaron todos los elementos arquitectónicos que la producción en serie ponía al
alcance de todos los bolsillos: cornisas, capiteles, columnas, balaustres, molduras y los calados introducidos en Cartagena por el
escultor italiano Severino Leoni.

El período republicano termina aproximadamente en 1940, fecha en la cual se construye en Cartagena el edificio Nacional, ya un poco
anacrónico si se tiene en cuenta que, para entonces, se estaban construyendo en el país obras del llamado movimiento moderno, y en
Cartagena se había levantado el edificio Andian desde 1929.

ARQUITECTOS REPUBLICANOS
Luis Felipe Jaspe Franco Coronamiento gótico de la torre del Reloj(1888 - El Mercado Público (1904). Puerta de Balmaceda, bajo la
torre del Reloj (1905). Fachada del convento de San Diego (1905). Teatro Heredia (1911).. Parque del Centenario (1911).. Parque de
Bolívar (1896).

Nicolás Samer (Alemania Occidental). Banco de Bolívar, hoy Biblioteca Bartolomé Calvo (1907). Edificio Pombo Hermanos (1929).

Gastón Lelarge (Rouan, Francia, 1861-Cartagena, 1934). Club Cartagena (1920-1925). Cúpula de la iglesia de San Pedro Claver
(1921). Torre de la catedral (1922). Pasaje Leclerc (1925). Fachada del hospital Santa Clara. Puente Román (1928). Escuela Modelo,
Pie de la Popa (1929) Proyecto plaza de la Independencia. Proyecto gobernación de Bolívar (1919).

Alfredo Badenes (España). Decoración del Palacio Arzobispal (1909). Casa de Henrique L. Román (1919).- Casa de Víctor Covo
(1931).

Pedro Malabet (Barranquilla). Edificio del Castillo (1910). Palacio de Justicia de Cartagena (1912-1914).- Villa Susana, Manga
(1915).- Casa de Ramón del Castillo -hoy sede del Das- (1916).- Casa Niza (1904).

Joseph Maertens (Bélgica). Banco de la República (1928-1929). Edificio Barbur.- Casa de Bartolito Martínez.

Miguel Arquer (España). Casa de Roberto Cavelier, Manga (1927).- Casa de Carlos Vélez Pombo, Manga (1930).- Casa de Daniel
Lemaitre, Manga (1930).

Anónimos Casa de Rafael Núñez (1858-1878).

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