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Pensamientos de Torá y Cabalá
Pensamientos de Torá y Cabalá
BERESHIT
La primera palabra de la Torá es Bereshit. Se traduce normalmente como:
En Principio, pero la preposición B- tiene también el significado de “con” y
Reshit es una anagrama de la Jojmá, la Sabiduría. Así, Bereshit se leería:
Con Sabiduría.
De hecho, interpretado cabalísticamente, el primer versículo: Bereshit Bará Elohim
Et HaShamaim VeEt HaÁrets, se traduciría como Con Sabiduría creó a Elohim (que
pasa a ser objeto directo), el Alfabeto de los Cielos y el Alfabeto de la Tierra.
Tenemos así a Jojmá, Biná, Tiféret y Maljut. ¿Quién creó? El Misterioso
Incognoscible: Kéter.
Detallar esto será tema de otro día. Ahora nos centramos en la semilla, la primera
palabra Bereshit, en la cual se halla contenido como núcleo todo el desarrollo
futuro.
De hecho se halla contenido en la primera letra: la Bet, que aparece de mayor
tamaño que el resto de la escritura. Podría entonces considerarse que su valor
numérico es 2000, y tenemos la tradición de que el Creador estuvo contemplando
la Torá durante 2000 años antes de crear el mundo. Y el Bahir se pregunta por qué
la Torá empieza con Bet y responde que es Berajá (es decir, toda la Creación es
Berajá) y también Sabiduría (número 2, Jojmá), tal como está escrito: Y Dios
Bendijo a Salomón con Sabiduría.
Después volveremos al valor numérico de 2000; ahora tomamos el valor estándar
de la Bet como 2.
Así, el valor numérico de Bereshit es 913: Bet Resh Alef Shin Yod Tav (2 + 200 + 1
+ 300 + 10 + 400 = 913).
Interesante ver la descomposición espectral de esta palabra porque veremos que
contiene en semilla todo el primer versículo, a su vez el marco general de toda la
creación.
BERESHIT = 913
AYIN = 61
KÉTER = 620
LAS CUATRO EXPANSIONES DEL TETRAGRAMA = 232
Total: 913
Las cuatro expansiones transcritas son:
YVD HY VYV HY = 72
YVD HY VAV HY = 63
YVD HA VAV HA = 45
YVD HH VV HH = 52
Total = 232
Ayin, el Absoluto, la Nada Divina.
Kéter, La Unidad primordial omniabarcante.
Las cuatro expansiones: Bereshit, Elohim, Shamaim, Árets; Atsilut, Briá, Yetsirá,
Assiá.
Y están los cinco partsufim prefigurados: Arij Anpin (Kéter), Abba, Imma, Zer Anpin,
Shejiná.
Y las cuatro expansiones son la esencia de la Luz, la Palabra de la Creación: YeHÍ
AVR (Or), Sea la Luz, expresión que también suma 232.
Este Yehí Or es la expresión del AVYR YH, Avir Yah, el aire o éter de Yah, que es el
Nombre de Dios en Jojmá.
Y al mismo tiempo, 232 es el valor de HaBeRaKhaH, Haberajá, la Bendición.
Vemos cómo todos estos pensamientos de creación están contenidos en la palabra
Bereshit: En el Principio.
una forma muy simétrica: Bereshit Bará Elohim tiene 14 letras; el grupo Et
HaShamaim VeEt HaÁrets tiene también 14 letras (Et HaShamaim tiene
siete y VeEt HaÁrets otras siete).
Si sumamos los valores numéricos de las tres cosas “creadas”:
Elohim = 86
HaShamaim = 395
HaÁrets = 296
Obtenemos 86+395+296 = 777, la exaltación del septenario. A su vez 7×111,
siendo 111 el valor de la letra Alef extendida (ALP), la unidad exaltada. Así
pues, Elohim (Dios), Cielos y Tierra son el septenario impreso como sello de
la unidad (totalidad) manifestada.
Hay que tener en cuenta que en mística los números no son simplemente
cantidades. Son también cualidades, expresadas como campos de fuerza
con una geometría inherente. Así, por ejemplo, el dos no es sólo un par de
objetos iguales (que sería lo que corresponde cuantitativamente) sino el
arquetipo de la polaridad con el campo de fuerza (electromagnetismo) y su
dinámica asociada. Y eso en todos los planos, no solamente el físico.
En el simbolismo bíblico – la fórmula de la Creación – el septenario
corresponde a un seis más el séptimo. Lo vemos en los seis días activos de
la Creación más el séptimo día que es el Shabat de descanso. Lo discutimos
en un escrito anterior cuando – siguiendo al Zohar – leíamos Bereshit como
Bará Shit (creó seis) Bará Elohim (que es el séptimo). Ver: Pensamientos de
Torá y Cabalá VI.
Claramente estamos delimitando (creando y/o abriendo) un espacio
tridimensional con el centro inmóvil. Es la propuesta del Séfer Yetsirá, con
su modelo del cubo místico: las seis caras selladas con las tres letras del
Nombre de Dios (Yod He Vav) y el Templo de la segunda letra He del Nombre
justo en medio (centro).
Así (ver Séfer Yetsirá):
El arriba es sellado con Y H V
El abajo es sellado con H Y V
El este es sellado con V Y H
El oeste es sellado con V H Y
El sur es sellado con Y V H
El norte es sellado con H V Y
El Séfer Yetsirá, el Libro de la Creación, pretende ser un comentario del
primer capítulo del Génesis y merece por sí mismo un estudio en
profundidad. Esto se abordará, B´´H, en escritos futuros.
Lo que nos interesa ahora es constatar que el valor numérico de cada una
de estas permutaciones es 21 (Y=10, H=5, V=6). Este es el valor también del
Nombre Divino Eheié (A=1, H=5, Y=10, H=5), que significa Yo soy (o Yo seré)
y que Dios revela en la zarza ardiente delante de Moisés. Así, cada faceta
del cubo místico está escrita con el Nombre de Dios que es una imagen de
Sí mismo. Podemos inferir que las seis direcciones están definiendo las
dimensiones que especifican la conciencia de Yo Soy.
Ahora bien, si sumamos el valor numérico de las seis caras: 21×6,
obtenemos 126, que es la triangulación del Nombre Adonai, ADNY, Nombre
de Dios en Maljut:
A
AD
ADN
ADNY
También este Nombre y esta triangulación merecen un comentario en
profundidad (la Torá es infinita). lo que vemos en este momento es que las
seis caras correspondiendo a las seis sefirot de Jésed a Yesod (Zeir Anpin,
el Rostro menor de la Deidad), convergen en el centro en Maljut (Shejiná), el
Shabat, la completitud del acto creativo.
Y, por cierto, la suma de los dos Nombres, Eheieh y Adonai, AHYH + ADNY,
es 86, el valor de nuevo del Nombre Elohim: ALHYM.
Podemos recrear el acto creativo (recrearnos a nosotros) poniendo lo
anterior en meditación:
Visualizarnos en el centro de un cubo de dimensiones infinitas. Podemos
construirlo recitando las siete palabras del primer versículo del Génesis:
Arriba: Bereshit.
Abajo: Bará.
Centro: Elohim
Este: Et
Sur: HaShamaim
Oeste: VeEt
Norte: HaÁrets
Hay que visualizar a ser posible en hebreo (ver figura aparte), con letras
inmensas de fuego blanco que llenan con su irradiación toda la cara
correspondiente y todo el cubo desde el centro.
En cualquier caso siempre se puede visualizar sólo la primera letra de cada
palabra: B B A A H V H. (La suma de este Nombre construido es 22, con lo
cual estamos recreando todo el cubo, ya que el Séfer Yetsirá define sus
elementos mediante las 22 letras del alfabeto).
Una vez establecido nosotros estamos en el centro. Hay que tener en
cuenta que el Nombre Elohim recorre todo el Árbol de la Vida y que el Adam
es creado a imagen y semejanza de Elohim (versículo 26). Alef es el Kéter.
Lamed (valor reducido 3) corresponde a Jojmá, Biná y Dáat; He son las
cinco sefirot de Jésed a Hod (×10 = 50 puertas); Yod es Yesod (órgano
sexual) y la Mem es Maljut (el mar al que van a parar los ríos sefiróticos).
Desde el centro sellamos las seis caras siguiendo las instrucciones del
Séfer Yetsirá:
De entre las simples escogió tres letras, según el misterio de las tres
madres: Alef, Mem y Shin. Las fijó en su Gran Nombre y con ellas selló las
seis extremidades
Cinco: Selló lo alto y encaró hacia arriba. Lo selló con Yod He Vav.
Seis: Selló lo bajo y encaró hacia abajo. Lo selló con He Yod Vav.
Siete: Selló el Este y encaró hacia delante. Lo selló con Vav Yod He.
Ocho: Selló el Oeste y encaró hacia atrás. Lo selló con Vav He Yod.
Nueve: Selló el Sur y encaró a la derecha. Lo selló con Yod Vav He.
Diez: Selló el Norte y encaró a la izquierda. Lo selló con He Vav Yod.
Como antes, letras en fuego blanco irradiando luz blanca.
Después asumimos en nosotros la triangulación del Nombre Adonay de la
siguiente manera:
Kéter: Letra Alef
Jojmá: Alef
Biná: Dalet
Jésed: Alef
Guevurá: Dalet
Tiféret: Nun
Nétasj: Alef
Hod: Dalet
Yesod: Nun
Maljut: Yod
Observamos que las letras del canal central son: A N N Y, valor 111, la
exaltación de la Unidad.
Recitamos la dedicación: LeShem Yijud:
LeShem Yijud Kudshá Berij Hu UShjinté BiDjilú URjimú URjimú UDjilú
LeYajda Shem Yud He BeVav He BYjudá Shelim BeShem Kol Israel.
Por la unidad del Santo, Bendito sea, y su Shejiná (Tiféret-Zeir Anpin y
Maljút-Nukva), en temor y amor (Jojmá y Biná), en amor y temor (Biná y
Jojmá), para unir el Nombre Yod He con Vav He (por la energía de En Sof
que vivifica y une las letras) en perfecta unidad (Kéter), en el nombre de
todo Israel (el alma espiritual arquetípica de la humanidad).
Contemplamos. Experimentamos… (Fin)
Para terminar este escrito, hacemos la suma de los valores numéricos de
todo este primer versículo: Bereshit Bará Elohim Et HaShamaim VeEt
HaÁrets, y es 2701. Este número es la suma de los primeros 73 números (1 +
2 + 3 +… + 73), siendo 73 el valor de Jojmá, la Sabiduría.
Interpretamos la Bet inicial del versículo como la Sabiduría y vemos que
todo el versículo es su desarrollo completo.
Bendita Torá.
Torat Emet.
Pensamientos de Torá y Cabalá VIII
Bereshit Bará Elohim Et HaShamaim VeEt HaÁrets
En hebreo transliterado:
BRAShYT BRA ALHYM AT HShMYM VAT HARTz
En este primer versículo del Génesis llama la atención la preponderancia del
número 7.
Hay 7 palabras; 28 4×7) letras divididas en dos grupos de 14 2×7) de
(= (=
una forma muy simétrica: Bereshit Bará Elohim tiene 14 letras; el grupo Et
HaShamaim VeEt HaÁrets tiene también 14 letras (Et HaShamaim tiene
siete y VeEt HaÁrets otras siete).
Si sumamos los valores numéricos de las tres cosas “creadas”:
Elohim = 86
HaShamaim = 395
HaÁrets = 296
Obtenemos 86+395+296 = 777, la exaltación del septenario. A su vez 7×111,
siendo 111 el valor de la letra Alef extendida (ALP), la unidad exaltada. Así
pues, Elohim (Dios), Cielos y Tierra son el septenario impreso como sello de
la unidad (totalidad) manifestada.
Hay que tener en cuenta que en mística los números no son simplemente
cantidades. Son también cualidades, expresadas como campos de fuerza
con una geometría inherente. Así, por ejemplo, el dos no es sólo un par de
objetos iguales (que sería lo que corresponde cuantitativamente) sino el
arquetipo de la polaridad con el campo de fuerza (electromagnetismo) y su
dinámica asociada. Y eso en todos los planos, no solamente el físico.
En el simbolismo bíblico – la fórmula de la Creación – el septenario
corresponde a un seis más el séptimo. Lo vemos en los seis días activos de
la Creación más el séptimo día que es el Shabat de descanso. Lo discutimos
en un escrito anterior cuando – siguiendo al Zohar – leíamos Bereshit como
Bará Shit (creó seis) Bará Elohim (que es el séptimo). Ver: Pensamientos de
Torá y Cabalá VI.
Claramente estamos delimitando (creando y/o abriendo) un espacio
tridimensional con el centro inmóvil. Es la propuesta del Séfer Yetsirá, con
su modelo del cubo místico: las seis caras selladas con las tres letras del
Nombre de Dios (Yod He Vav) y el Templo de la segunda letra He del Nombre
justo en medio (centro).
Así (ver Séfer Yetsirá):
El arriba es sellado con Y H V
El abajo es sellado con H Y V
El este es sellado con V Y H
El oeste es sellado con V H Y
El sur es sellado con Y V H
El norte es sellado con H V Y
El Séfer Yetsirá, el Libro de la Creación, pretende ser un comentario del
primer capítulo del Génesis y merece por sí mismo un estudio en
profundidad. Esto se abordará, B´´H, en escritos futuros.
Lo que nos interesa ahora es constatar que el valor numérico de cada una
de estas permutaciones es 21 (Y=10, H=5, V=6). Este es el valor también del
Nombre Divino Eheié (A=1, H=5, Y=10, H=5), que significa Yo soy (o Yo seré)
y que Dios revela en la zarza ardiente delante de Moisés. Así, cada faceta
del cubo místico está escrita con el Nombre de Dios que es una imagen de
Sí mismo. Podemos inferir que las seis direcciones están definiendo las
dimensiones que especifican la conciencia de Yo Soy.
Ahora bien, si sumamos el valor numérico de las seis caras: 21×6,
obtenemos 126, que es la triangulación del Nombre Adonai, ADNY, Nombre
de Dios en Maljut:
A
AD
ADN
ADNY
También este Nombre y esta triangulación merecen un comentario en
profundidad (la Torá es infinita). lo que vemos en este momento es que las
seis caras correspondiendo a las seis sefirot de Jésed a Yesod (Zeir Anpin,
el Rostro menor de la Deidad), convergen en el centro en Maljut (Shejiná), el
Shabat, la completitud del acto creativo.
Y, por cierto, la suma de los dos Nombres, Eheieh y Adonai, AHYH + ADNY,
es 86, el valor de nuevo del Nombre Elohim: ALHYM.
Podemos recrear el acto creativo (recrearnos a nosotros) poniendo lo
anterior en meditación:
Visualizarnos en el centro de un cubo de dimensiones infinitas. Podemos
construirlo recitando las siete palabras del primer versículo del Génesis:
Arriba: Bereshit.
Abajo: Bará.
Centro: Elohim
Este: Et
Sur: HaShamaim
Oeste: VeEt
Norte: HaÁrets
Hay que visualizar a ser posible en hebreo (ver figura aparte), con letras
inmensas de fuego blanco que llenan con su irradiación toda la cara
correspondiente y todo el cubo desde el centro.
En cualquier caso siempre se puede visualizar sólo la primera letra de cada
palabra: B B A A H V H. (La suma de este Nombre construido es 22, con lo
cual estamos recreando todo el cubo, ya que el Séfer Yetsirá define sus
elementos mediante las 22 letras del alfabeto).
Una vez establecido nosotros estamos en el centro. Hay que tener en
cuenta que el Nombre Elohim recorre todo el Árbol de la Vida y que el Adam
es creado a imagen y semejanza de Elohim (versículo 26). Alef es el Kéter.
Lamed (valor reducido 3) corresponde a Jojmá, Biná y Dáat; He son las
cinco sefirot de Jésed a Hod (×10 = 50 puertas); Yod es Yesod (órgano
sexual) y la Mem es Maljut (el mar al que van a parar los ríos sefiróticos).
Desde el centro sellamos las seis caras siguiendo las instrucciones del
Séfer Yetsirá:
De entre las simples escogió tres letras, según el misterio de las tres
madres: Alef, Mem y Shin. Las fijó en su Gran Nombre y con ellas selló las
seis extremidades
Cinco: Selló lo alto y encaró hacia arriba. Lo selló con Yod He Vav.
Seis: Selló lo bajo y encaró hacia abajo. Lo selló con He Yod Vav.
Siete: Selló el Este y encaró hacia delante. Lo selló con Vav Yod He.
Ocho: Selló el Oeste y encaró hacia atrás. Lo selló con Vav He Yod.
Nueve: Selló el Sur y encaró a la derecha. Lo selló con Yod Vav He.
Diez: Selló el Norte y encaró a la izquierda. Lo selló con He Vav Yod.
Como antes, letras en fuego blanco irradiando luz blanca.
Después asumimos en nosotros la triangulación del Nombre Adonay de la
siguiente manera:
Kéter: Letra Alef
Jojmá: Alef
Biná: Dalet
Jésed: Alef
Guevurá: Dalet
Tiféret: Nun
Nétasj: Alef
Hod: Dalet
Yesod: Nun
Maljut: Yod
Observamos que las letras del canal central son: A N N Y, valor 111, la
exaltación de la Unidad.
Recitamos la dedicación: LeShem Yijud:
LeShem Yijud Kudshá Berij Hu UShjinté BiDjilú URjimú URjimú UDjilú
LeYajda Shem Yud He BeVav He BYjudá Shelim BeShem Kol Israel.
Por la unidad del Santo, Bendito sea, y su Shejiná (Tiféret-Zeir Anpin y
Maljút-Nukva), en temor y amor (Jojmá y Biná), en amor y temor (Biná y
Jojmá), para unir el Nombre Yod He con Vav He (por la energía de En Sof
que vivifica y une las letras) en perfecta unidad (Kéter), en el nombre de
todo Israel (el alma espiritual arquetípica de la humanidad).
Contemplamos. Experimentamos… (Fin)
Para terminar este escrito, hacemos la suma de los valores numéricos de
todo este primer versículo: Bereshit Bará Elohim Et HaShamaim VeEt
HaÁrets, y es 2701. Este número es la suma de los primeros 73 números (1 +
2 + 3 +… + 73), siendo 73 el valor de Jojmá, la Sabiduría.
Interpretamos la Bet inicial del versículo como la Sabiduría y vemos que
todo el versículo es su desarrollo completo.
Bendita Torá.
Torat Emet.
Pensamientos de Torá y Cabalá IX
Bereshit Bará Elohim Et HaShamayim VeEt HaÁrets
En hebreo transliterado:
BRAShYT BRA ALHYM AT HShMYM VAT HARTz
Traducción convencional: En el principio creó Dios el cielo y la tierra.
Interpretado cabalísticamente, este primer versículo se traduciría como: Con
Sabiduría creó a Elohim (que pasa a ser objeto directo), las letras (Alef Tav,
primera y última letra, representa a todo el alfabeto) de los Cielos y las letras de la
Tierra. Tenemos así a Jojmá (Bereshit), Biná (Elohim), Tiféret (los Cielos, el Zeir
Anpin, las Sefirot de Jésed a Yesod) y Maljut (la Tierra). ¿Quién creó (Bará)? El
Misterioso Incognoscible: Kéter.
Elohim es un Nombre de Dios, por tanto inconmensurable e infinito. En este escrito
tratamos de ahondar en alguno de sus misterios:
En primer lugar vemos que es un Nombre de cinco letras, lo que nos pone en
conexión con la letra he y con la figura del pentagrama. Porque sabemos que los
números no representan sólo cualidades (y cantidades, por supuesto, en el sentido
usual), sino que también son geometría, representaciones sintéticas de campos de
fuerzas. En el caso del pentagrama – estrella de cinco puntas – el paradigma
subyacente es el de los cinco elementos.
Vemos que ello se halla también representado en la correspondencia de las cinco
letras del Nombre.
Alef, Aire, pero el aire primordial, el Avir, que nosotros entendemos como Éter o
quintaesencia, el Akasha de otras tradiciones.
Lamed, su correspondencia es Libra (ver Séfer Yetsirá), que es Aire cardinal
He, es Aries, Fuego cardinal
Yod es Virgo, Tierra mutable
Mem es Agua (Mayim).
Una letra de cada elemento.
La estructura quíntuple se consolida en las cuatro palabras que vienen a
continuación en el versículo:
Et (Alef Tav) es éter
Shamayim (Shin Mem Yod Mem) es fuego y agua
VeEt (Vav Alef Tav) es aire
Érets (Alef Resh Tsadi) es Tierra
Shamayim, energéticamente es una dualidad de fuego y agua. Shin es la letra de
fuego (Esh) y Mayim, como sabemos es agua.
No es una dualidad en oposición, sino en complementariedad. Por eso rezamos:
“Osé Shalom Bimromav…”; “el que hizo la paz en las alturas”. La misma palabra
Shalom (Shin Lamed Vav Mem), si consideramos la letra Vav como vocálica,
tendría a la Shin frente a la Mem, con la lamed de Libra – la balanza, equilibrio,
armonía – entre ambas.
Vemos que también la expresión Zajar UNequevá, macho y hembra (a imagen de
Elohim, versículo 27) tiene como valor numérico 390, el mismo que Shamayim,
cielos.
Interesante ver que las iniciales de las cuatro palabras (su notaricón), que hemos
definido como la expansión elemental del Nombre Elohim: Et HaShamayim VeEt
HaÁrets, AT HShMYM VAT HARTz; son un Nombre Divino en sí mismo: AHVH, que
es como el Tetragrama con Alef en vez de Yod.
En realidad, es un Tetragrama en potencia, ya que sabemos que la letra Alef
consta de una Vav central y dos Yodim, lo que suma 26, el valor del Nombre
tetragramático YHVH.
Además, AHVH suma 17, y este número es el mispar katán de YHVH, es decir el
valor cuando los números se reducen a las unidades (10 = 100 = 1, etc.). Mispar
katán significa número pequeño. La guematria ordinaria recibe el nombre de
mispar gadol, número grande.
El 17 es un número fundamental. Es el valor de la palabra TOV (Tet Vav Bet), que
significa Bien. Cuando leemos “Y vio Dios que era bueno (tov)” entendemos que
está sellando con este Nombre, AHVH, que, entre otras cosas, indica que el
pensamiento de la Creación (primer versículo) es el Bien. Toda la Creación es una
vasija para recibir el Bien Divino.
Volviendo al tema de los cinco elementos manifestado por la estructura quíntuple
del Nombre Elohim, sabemos que su expresión es un uno frente a un cuatro. La
Alef de la Unidad, como el Kéter en el esquema sefirótico, siempre está en otro
plano respecto de la manifestación del resto de las letras. La Torá empieza por Bet,
el número 2, permaneciendo la Alef/Uno implícita y subyacente en todo el
proceso.
Lo mismo podemos decir de la Alef del Nombre Elohim respecto de las letras
siguientes y del éter o quintaesencia respecto de los cuatro elementos
manifestados (o del mundo de EnSof/ Adam Qadmón respecto de los cuatro
mundos manifestados).
La estructura 1:4, prefigurada en el primer versículo del Génesis, es una de las
ecuaciones fundamentales de la Torá, explicitada completamente en el segundo
capítulo, como, B´´H, tendremos ocasión de ver.
Aparece encriptada en el Nombre (y esencia) del ser humano: Adam, ADM; el Uno
de la Alef frente al cuatro de la Dalet. La letra Mem final se puede interpretar de
dos maneras: con el valor 40 es un aumentativo, proyección del principio 4 al 40
de la matriz existencial (y posteriormente al 400 de la existencia cósmica). Con el
valor de 600 como letra final, corresponde a las 600.000 raíces de almas que
según la tradición conforman el cuerpo místico del Adam: el enjambre de Chispas
Divinas que constituyen la Humanidad.
Y recordemos que Adam es creado a imagen y semejanza de Elohim. Analicemos
esto:
I. 26: Vayomer Elohim naasé Adam betsalmenu kidmutenu…
Y dijo Elohim hagamos Adam a nuestra imagen como nuestra semejanza
I. 27: Vayivrá Elohim et haAdam betsalmo betselem Elohim bará otó zejer
unequevá bará otam.
Y creó Elohim al Adam en (con) su imagen en (con) imagen de Elohim le creó
macho y hembra los creó.
Hay dos conceptos implicados:
Tselem, traducido como imagen. Interesante notar que tselem, TsLM, tiene un
valor numérico de 160, el mismo que la palabra Ets, Ayin Tsadi, que significa Árbol.
Hablamos de la “imagen” del Árbol de la Vida, que es la Imagen Divina.
Demut, semejanza, figura aspecto. La Raíz es DMT, Dalet Mem Tav, es decir, 4 40
400, indicando ese movimiento a la concretización, corporización, materialización,
sobre todo en relación con la temporalidad.
BeTsalmenu, a nuestra imagen, o mejor BeTsalmó, a su imagen (v. 27), TsLMV,
puede ser leído como, Tselem Vav, a imagen de la Vav, el número seis tiferético
que ya comentamos en el escrito anterior (pensamientos VIII). Representa el
Humano interno, su esencia.
KiDmutenu, como nuestra semejanza, es la proyección al cuaternario que
representa el Humano externo, su forma.
BeTselem Elohim, que es el uno sobre el cuatro y el Árbol de la Vida.
Notamos que en la visión de la merkavá del capítulo I de Ezequiel, tras la
cuádruple descripción de las Jaiot HaKódesh, las Santas Criaturas Vivientes y las
Ruedas, aparece (versículo 26 de nuevo) sobre la apariencia (demut) del Trono la
semejanza de la apariencia (Demut ha Maré) de (un) Adam que estaba sobre él.
Este Adam es la imagen de Elohim y también del macrocosmos (Et haShamayim
veEt ha Árets).
Vimos (pens. VIII) que el Nombre Elohim llena el Árbol de la Vida: “Alef es el Kéter.
Lamed (valor reducido 3) corresponde a Jojmá, Biná y Dáat; He son las cinco sefirot
de Jésed a Hod (×10 = 50 puertas); Yod es Yesod (órgano sexual) y la Mem es
Maljut (el mar al que van a parar los ríos sefiróticos).”
Pero también, por su relación con el pentagrama, representa la forma (demut) del
ser humano, que ha sido con frecuencia representado dentro de un pentagrama,
con las piernas abiertas (pies en los vértices) y los brazos extendidos (las dos
“alas” del pentagrama) y la cabeza, por supuesto, en el vértice superior, porque
representa el dominio del Uno – el espíritu – sobre la representación cuádruple de
los elementos.
Hay que tener en cuenta que al hablar aquí de elementos no nos referimos
explícitamente a su manifestación material, sino a su esencia sutil, espiritual, que
representamos como Vida (aire), Luz (fuego), Amor (agua) y Ley (tierra). El quinto
elemento, espíritu, representa el Espíritu Divino rigiendo sobre las cuatro
dimensiones de conciencia.
Una meditación sencilla es visualizarse en el interior de un pentagrama de luz. En
cada vértice una letra del Nombre Elohim (ver imagen). El pentagrama desborda
de luz hacia el interior, que va penetrando en nosotros con la respiración, por
todos los poros de la piel, por todos los centros psicofísicos. Sentimos cómo la luz
nos va llenando, baña nuestros órganos, nos llena de energía positiva, sana
nuestras fragmentaciones y heridas, nos llena de gozo y paz. En el centro
Tiferético del corazón visualizamos una Alef en el centro de una cruz de brazos
iguales (podemos visualizar esto en el interior de un hexagrama, un maguén David
de oro). Cada uno de los brazos de la cruz nos conecta con una cualidad, la Vida
(Jayim), la Luz (Or), el Amor (Ahavá), la Ley (Torá). Las sentimos como ríos que se
proyectaran infinitamente y llenaran todas las dimensiones del Cosmos y a todos
los seres: los Cielos y la Tierra (esta es la proyección de la Mem final). En particular
alcanza a todos los seres humanos, llevándoles luz, vida, amor y ley; paz, plenitud,
gozo e iluminación en su camino de vida. Contemplamos mientras dure la fuerza
de nuestra meditación. Dejamos que la experiencia se integre en nuestro sistema
energético.
Paz (Shalom) y Bien (Tov) para todos.
Pensamientos de Torá y Cabalá X
Bereshit Bará Elohim Et HaShamayim VeEt HaÁrets
Seguimos estudiando el Nombre ELOHIM.
El primer capítulo del Génesis establece que Dios (Elohim) creó el mundo mediante
diez expresiones o palabras:
1. “Haya Luz”
2. “Haya un firmamento por en medio de las aguas...”
3. “Acumúlense las aguas del firmamento en un solo conjunto...”
4. “Produzca la tierra vegetación...”
5. “Haya luceros en el firmamento...”
6. “Bullan las aguas de animales vivientes....”
7. “Produzca la tierra animales vivientes...”
8. “Hagamos al hombre...”
9. “Sed fecundos y multiplicaos...”
10. “Ved que os he dado toda hierba portadora de semilla...”
Si todo el Pentateuco - la Torá - se puede considerar como la plasmación del
Pensamiento Divino, solo que expresado en una forma recóndita y altamente
codificada, esto es particularmente cierto del primer capítulo del Génesis. En él
aparece prefigurada toda la estructura del Árbol de la Vida - el símbolo
fundamental de la Cabalá - que es a la vez un mapa del mundo, del ser humano y
del mismo Dios en su aspecto manifestado.
El Árbol de la Vida contiene treinta y dos elementos esenciales: diez esferas o
Sefirot y veintidós canales que las interconectan entre sí. Las diez esferas
corresponden a estados objetivos del Ser: son los arquetipos de manifestación de
lo Divino, que después se constituirán en modelo de todo lo existente. Los
veintidós canales ponen en comunicación las esferas o niveles, integrándolos en un
conjunto orgánico. Están en correspondencia con las veintidós letras del alfabeto
hebreo.
Esta estructura se encuentra codificada en el primer capítulo del Génesis de la
siguiente manera: treinta y dos veces aparece mencionado el nombre Elohim,
traducido como Dios. Las diez palabras explícitas de Dios, es decir, las diez veces
en que directamente aparece la expresión: “Dijo Elohim”, y que han sido
enumeradas al principio de este escrito, corresponden a las diez sefirot o esferas.
Hay siete veces en las que se dice que “Elohim vio”, lo cual corresponde a las siete
letras dobles, tres veces se menciona que “Elohim hizo”, lo cual alude a las tres
madres. Por último, en doce ocasiones se describen otras acciones divinas, en
consonancia con las doce letras simples restantes. También en el Árbol de la Vida,
en su diseño actual comúnmente aceptado, aparecen siete canales verticales, tres
horizontales y doce oblicuos.
En la clasificación de las letras nos apoyamos en la división que establece el Séfer
Yetsirá, el Libro de la Creación, que pretende ser un comentario del primer capítulo
del Génesis explicitando el mecanismo de la Creación.
Y esto lo hace analizando el despliegue del Pensamiento Divino, primero en
números y letras, y luego en nombres, empezando por el propio Nombre de Dios,
que es el arquetipo fundamental, ya que las palabras - los nombres - son la esencia
de las cosas y dan lugar a ellas.
Es precisamente en el Sefer Yetsirá, el clásico cabalístico más antiguo (excluyendo
la Torá) en donde aparecen por primera vez claramente expresados los treinta y
dos elementos de la Creación, separados en dos grupos: diez Sefirot y veintidós
letras, divididas éstas, a su vez, en tres conjuntos de tres letras madres, siete
dobles y doce simples, respectivamente.
Así, el primer párrafo de este libro dice:
“En treinta y dos senderos secretos de Sabiduría, grabó YaH, Y/H/V/H Tsebaot, Dios
de Israel (Elohé Israel), Dios (Elohim) de Vida y Rey del Universo, Dios
Todopoderoso (El Shaddai), clemente y misericordioso, elevado y sublime,
habitante eterno del arriba y Santo, su Nombre y creó su Universo con tres sefarim
(numeraciones): el número, la letra y la narrativa. Diez Sefirot del vacío y veintidós
letras fundamento: tres madres, siete dobles y doce simples.”
Hemos añadido los subrayados para enfatizar los dos momentos del despliegue
Divino a los que nos referimos antes y que, en lenguaje cabalístico, corresponden a
dos mundos o niveles completos de manifestación: el mundo de las emanaciones o
Atzilut, en el que Dios graba su Nombre, y el mundo de la Creación propiamente
dicha, Briá en hebreo.
Es decir, que por medio de 32 elementos de Sabiduría (Bereshit; Jojmá), el principio
absoluto, el Infinito e incognoscible (Kéter), graba su Nombre (Elohim; Biná) -
proyecta una imagen/forma de Sí mismo (los 32 Elohim del primer capítulo), lo que
constituye la esencia interna de la Luz y la energía pura de su Pensamiento - y crea
su mundo: todo el universo manifestado (et hashamayim veet haárets). Y lo hace
mediante tres sefarim o modos de manifestación: 1.Números o Sefirot, que
determinan la cantidad o intensidad de la energía (no por disminución, sino por
diferenciación); 2.Letras o moldes metafísicos, que determinan la cualidad de la
misma, y 3. La combinación de ambas en narrativa o sonido compuesto: palabras
moduladas en intensidad por los distintos filtros sefiróticos.
Y esto es lo que se extiende y codifica energéticamente en el primer capítulo, de lo
cual vamos a mostrar una posible atribución.
Antes, es necesario hacer alguna precisión:
1. Las diez palabras sefiróticas son las diez veces en las que aparece la expresión:
Vayomer Elohim, Y dijo Dios. Nos apartamos así de la tradición que afirma que el
primer dicho es: En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra (véase Kaplan)
porque eso nos deja a considerar un Vayomer como una acción correspondiente a
una letra simple, lo cual considero que es una incoherencia.
2. El criterio separador es estrictamente la aparición del Nombre Elohim. Puede ser
que un estudio más profundo pueda precisar más y mejorar estas atribuciones.
3. Las correspondencias con las letras siguen rigurosamente el orden de éstas en
el alfabeto y el orden descendente de senderos del Árbol. Así, con las tres letras
madres, Alef sería el sendero Jojmá-Biná, Mem Jésed-Guevurá y Shin Nétsaj-Hod.
Eso es independiente de que posteriormente, en otro contexto, cuando se atribuya
Shin a la cabeza, Mem al vientre y Alef al tronco, modifiquemos la ubicación.
A falta de hacer un estudio completo, esta sería la distribución (ver hebreo en
anexo aparte):