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Pensamientos de Torá y Cabalá I

BERESHIT
La primera palabra de la Torá es Bereshit. Se traduce normalmente como:
En Principio, pero la preposición B- tiene también el significado de “con” y
Reshit es una anagrama de la Jojmá, la Sabiduría. Así, Bereshit se leería:
Con Sabiduría.
De hecho, interpretado cabalísticamente, el primer versículo: Bereshit Bará Elohim
Et HaShamaim VeEt HaÁrets, se traduciría como Con Sabiduría creó a Elohim (que
pasa a ser objeto directo), el Alfabeto de los Cielos y el Alfabeto de la Tierra.
Tenemos así a Jojmá, Biná, Tiféret y Maljut. ¿Quién creó? El Misterioso
Incognoscible: Kéter.
Detallar esto será tema de otro día. Ahora nos centramos en la semilla, la primera
palabra Bereshit, en la cual se halla contenido como núcleo todo el desarrollo
futuro.
De hecho se halla contenido en la primera letra: la Bet, que aparece de mayor
tamaño que el resto de la escritura. Podría entonces considerarse que su valor
numérico es 2000, y tenemos la tradición de que el Creador estuvo contemplando
la Torá durante 2000 años antes de crear el mundo. Y el Bahir se pregunta por qué
la Torá empieza con Bet y responde que es Berajá (es decir, toda la Creación es
Berajá) y también Sabiduría (número 2, Jojmá), tal como está escrito: Y Dios
Bendijo a Salomón con Sabiduría.
Después volveremos al valor numérico de 2000; ahora tomamos el valor estándar
de la Bet como 2.
Así, el valor numérico de Bereshit es 913: Bet Resh Alef Shin Yod Tav (2 + 200 + 1
+ 300 + 10 + 400 = 913).
Interesante ver la descomposición espectral de esta palabra porque veremos que
contiene en semilla todo el primer versículo, a su vez el marco general de toda la
creación.
BERESHIT = 913
AYIN = 61
KÉTER = 620
LAS CUATRO EXPANSIONES DEL TETRAGRAMA = 232
Total: 913
Las cuatro expansiones transcritas son:
YVD HY VYV HY = 72
YVD HY VAV HY = 63
YVD HA VAV HA = 45
YVD HH VV HH = 52
Total = 232
Ayin, el Absoluto, la Nada Divina.
Kéter, La Unidad primordial omniabarcante.
Las cuatro expansiones: Bereshit, Elohim, Shamaim, Árets; Atsilut, Briá, Yetsirá,
Assiá.
Y están los cinco partsufim prefigurados: Arij Anpin (Kéter), Abba, Imma, Zer Anpin,
Shejiná.
Y las cuatro expansiones son la esencia de la Luz, la Palabra de la Creación: YeHÍ
AVR (Or), Sea la Luz, expresión que también suma 232.
Este Yehí Or es la expresión del AVYR YH, Avir Yah, el aire o éter de Yah, que es el
Nombre de Dios en Jojmá.
Y al mismo tiempo, 232 es el valor de HaBeRaKhaH, Haberajá, la Bendición.
Vemos cómo todos estos pensamientos de creación están contenidos en la palabra
Bereshit: En el Principio.

Pensamientos de Torá y Cabalá II


BERESHIT
Bereshit empieza por Bet (número 2) porque toda la Creación es un
despliegue de dualidades: Los cielos y la tierra; la luz y la oscuridad; las
aguas superiores y las aguas inferiores, etc. hasta llegar a la división en
hombre y mujer del ser humano.
El estado Divino es el mundo de la Alef, la Unidad. La Creación es el mundo
de la Bet, que lleva, después de la Caída, en última instancia al estado de
mayor fragmentación y desconexión conocido como la esclavitud de
Egipto. 
Este representaría el nadir de la involución del ser humano, que es, a la vez,
el punto de inflexión de su retorno al Uno.
Porque la Torá es un manual de liberación, que es el retorno al Uno. Y el
punto culminante es, después de la purificación de los 49 días del Omer, la
entrega de la Torá en el monte Sinaí, el día quincuagésimo. Y el
quincuagésimo año será el Yobel, el Jubileo (Biná), señalando la libertad
para toda la Tierra.
Que el proceso es arquetípico viene señalado por el hecho de que hay 26
generaciones desde Adam a Moisés, siendo 26 el número del Tetragrama,
YHVH.
A las diez palabras creativas de Bereshit (primer capítulo del Génesis) se
contraponen las diez palabras del Sinaí (130 = Sulam, la escalera) conocidas
como los Diez Mandamientos. Y los 600000 varones censados, testigos del
acontecimiento, corresponden las 600000 raíces de almas que componen el
enjambre de chispas divinas de la humanidad (metafóricamente el cuerpo
cósmico de Adam), porque la Revelación es universal, para todos.
Todo ello será tema de otro escrito. Ahora nos interesa resaltar que la
primera letra de estas diez palabras es una Alef, marcando el camino de
retorno a la unidad.
Anojí YHVH Eloheja, Yo Soy YHVH tu Dios que te ha sacado de la tierra de
Egipto de la casa de la esclavitud.
Para resaltar el camino a la unidad, vemos que el texto de las diez palabras
consta exactamente de 620 letras, el número de Kéter, la primera sefirá.
Y es interesante ver que la estructura de esta expresión Anojí YHVH, Yo Soy
YHVH, responde al mismo patrón que el estudiado en Bereshit (Ayin, Kéter
las cuatro expansiones de Nombre YHVH).
Anojí es otra forma de decir Aní, Yo. Este ANY es una permutación de AYN.
En anojí aparece con la inclusión de la Kaf (Kh = J) de Kéter, indicando que
este Yo Divino es el recubrimiento del Ayin en el Kéter de la Unidad (primera
palabra y 620 del texto). Después de la afirmación de la Identidad Divina en
la Corona, se muestra su despliegue en el Nombre YHVH, como en la
palabra Bereshit.
Y en este trabajo de unificación hay una práctica de meditación que
podemos hacer, y que es el Shemá Israel, la exaltación de la unidad.
Shemá Israel YHVH (leído Adonai) Elohenu YHVH (leído Adonai) Ejad.
Ejad, UNO, nos conecta con la luz, Yehí Or, del primer día de la Creación, el
YOM EJAD.
El Shemá puede ser meditado de muchas formas. Una de ellas es verlo
como una integración ascendente de las manifestaciones deíficas en
Partsufim (y mundos): Así, Israel es Shejiná (Knesset Israel), el primer YHVH
es Zer Anpin, Elohenu es Imma, el segundo YHVH es Abba, y Ejad es Kéter,
cuya luz e irradiación llena todo el Árbol de la Vida. Pues analizando Ejad,
Alef Jet y Dalet, vemos que la Alef (Uno) es Kéter, la Jet (ocho) son las ocho
sefirot de Jojmá a Yesod y la Dalet (cuatro) es la esencia de la
manifestación de Maljut emn el cuaternario de la materialidad.
Al movimiento ascendente le sigue el movimiento descendente y Kéter está
en Maljut y Maljut en Kéter y todo es Uno.
La lectura del Shemá se realiza con tres párrafos de la Torá: Deut. 6: 4-9,
donde se encuentra la propia declaración del Shemá, seguida de Veahabtá
YHVH Eloheja, amarás al Señor, tu Dios…; Deut. 11: 13-21, Vehayá…; y Num.
15:37-41, Vayómer…
Y podemos comprobar que los tres párrafos, desde Shemá hasta Aní YHVH
Elohejem, tienen exactamente 1000 letras, el Alef de mayor tamaño, la
exaltación completa de la Unidad. Cerramos así el círculo que empezó con
la Bet de 2000 de Bereshit.
El Shemá es una práctica que todo el mundo puede hacer. Con Conciencia:
Shemá, ¡Escucha!
Se puede recitar el texto completo de los tres párrafos (de una forma que
explicaremos otro día) o repetir el versículo Shemá Israel Adonai Elohenu
Adonai Ejad un número de veces como mantra.
Aconsejamos recitarlo 112 veces, porque el número 112, además de ser el
valor numérico del torrente YaBoQ, donde tuvo lugar la lucha de Jacob que
le llevó al estado de Israel, representa las siguientes conjunciones de
Nombres Divino:
Eheieh (Kéter) = 21
YHVH (Tiféret y Zer Anpin) = 26 
Adonai (Maljut) = 65
Total = 112
Y también:
YHVH (como Jojmá) = 26
Elohim (como Biná) = 86
Total = 112
Unificación vertical y horizontal: EJAD
(B´´H, continuará…)

Pensamientos de Torá y cabalá III


BERESHIT
Si bien la primera palabra de la Torá, Bereshit, es la semilla que contiene en
potencia todo el despliegue creativo, la primera letra, la Bet, constituye el
núcleo de la semilla. 
La Torá es un todo arquetípico y completo. Podemos mirar cuál es su última
letra y es la Lamed de Israel. Bet y Lamed, principio y fin, cierran el círculo,
conteniendo la esencia.
Es sabido que LB, LeB, significa corazón en hebreo, lo que ya nos da una
clave sobre de qué trata la Torá: la sabiduría del corazón.
Además el valor numérico de LeB es 32, el número de senderos de sabiduría
representados por las sefirot y canales del Árbol de la Vida, lo cual nos dice
que el Árbol es la llave maestra para abrir el significado profundo de la Torá
(y para hacer de nosotros mismos Torá, según el mandamiento de que cada
persona debe escribir para sí misma un rollo de la Torá: Deut. 31:19).
Por otro lado, la combinación BL tiene el significado general de quitar,
vaciar. Así, por ejemplo, la palabra Bli significa “sin”, y el Sefer Yetsirá
habla de las sefirot como Belimah, palabra que no tiene traducción directa y
que descompuesta en Beli Mah, literalmente sería “sin qué” y se suele
interpretar como sin sustancia, del vacío, de la nada. 
Uniendo ambos conceptos, corazón y vacío, vemos que la esencia de la Torá
es el vaciado del corazón.
¿De qué? De apegos, dependencias, programaciones negativas,
compulsividades, conducta desviada. En realidad del Yetser haRá, el deseo
o la inclinación al Mal, de lo cual todo lo anterior son aspectos, ya sea por
falta de Conciencia o por un acto voluntario para obtener un beneficio para
mí. 
Es lo que se llama en hebreo Avon, traducido convencionalmente como
“pecado”, pero que en realidad significa acto equivocado, ya sea con
intención y conciencia o por una emocionalidad o instinto incontrolado fruto
de una programación o hábito.
Dice el Bahir, el clásico cabalístico del siglo XII, (Párrafo196): 
Rabbah dijo: “Si los justos quisieran, podrían crear un mundo. ¿Qué
interfiere? Vuestros pecados, como está escrito (Isaías 59,2): “Sólo vuestros
pecados [avonot] crean la separación entre vosotros y vuestro Dios”. Por lo
tanto, si no fuera por vuestros pecados, no habría ninguna diferenciación
entre vosotros y Él.”
Puesto que el texto bíblico original carecía de vocales y la forma
consonántica del perfecto 3ª persona singular y del imperativo (2ª persona)
coinciden, el primer versículo del Génesis se podría leer como: “Por Reshit
(o en, o con, Sabiduría) crea tú...”, como un mandato o una instrucción, en
vez de cómo un acontecimiento en el pasado.
Jojmá, Reshit o Sabiduría, es la primera extensión de la “voluntad de dar”
del Creador . Nuestros “pecados”, lo que nos separa de la esencia dadora
del Creador, es la “voluntad de recibir”, si bien necesaria en el esquema de
las cosas (no puede haber donación sin algo que reciba). Para ser más
precisos, la raíz del pecado es el deseo de recibir sólo para uno mismo, la
inteligencia del Yetser HaRá. 
Éste es vencido en Maljut, la fase más densa de la voluntad de recibir,
cuando ésta se transmuta en voluntad de recibir para dar (asimilándonos así
a la naturaleza del Creador, que es puro dar).
Por eso, el párrafo citado (196) del Bahir continúa: 
“Esa es la diferencia entre vosotros y Él. Está, pues, escrito (Salmos 8,6): “Y
Le has hecho [al hombre] un poco menos que Dios”. ¿Qué significa “un
poco”? Es porque [el hombre] peca, mientras que el Santo, Bendito sea, no.
Bendito sea Él y bendito sea Su Nombre por siempre jamás. Él no peca. Pero
el Deseo [del Mal] procede de Él. ¿Podemos imaginar que procede de Él?
Pero se originó en Él hasta que David vino y lo mató. Así, está escrito
(Salmos 109,22): “Mi corazón está vacío dentro de mí”.”
David dijo: Porque pude vencerlo [se me aplica el versículo de Salmos 5,5]:
“El mal no reside contigo”.
David es un símbolo de Maljut. Allí se invierte el sentido egoico de la
voluntad de recibir. 
Se pregunta el Bahir cómo la venció David: 
“Gracias al estudio, ya que nunca paró [de estudiar] tanto de día como de
noche. Por tano estaba adherido a la Torah en lo alto. Pues cuando una
persona estudia la Torah por sí misma, la Torah misma se adhiere al Santo,
Bendito sea. Por lo tanto dijeron: “Una persona debe estudiar siempre la
Torah, aunque no sea por sí misma, ya que si no [la estudia] por sí misma,
acabará por estudiarla por sí misma”. ¿Qué es esta Torah de la que habláis?
Es la Esposa que es adornada y coronada y que está incluida en los
mandamientos. Es el tesoro de la Torah. Es la prometida del Santo, Bendito
sea, como está escrito (Deuteronomio 33,4): “Moisés nos encomendó la
Torah, la herencia (Morasha) de la congregación de Jacob”. No leáis
“herencia” (Morasha) sino “prometida” (Me’urasa). ¿Cómo es esto? Cuando
Israel se compromete con la Torah por sí misma, entonces es la prometida
del Santo, Bendito sea y entonces es la herencia de Israel.”
La Torá es una: La Creación toda, en sus dimensiones visibles y ocultas, es
la expresión de esta Ley de Sabiduría que el Santo consulta durante 2000
años (ver escrito anterior) para la creación del mundo.
Como está escrito: Proverbios 8: 22-30: “YHVH me poseía en el principio
(RESHIT), ya de antiguo (QueDeM ), antes de sus obras. Eternamente tuve el
principado, desde el principio, antes de la tierra. Antes de los abismos fui
engendrada; Antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas. Antes que
los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo
engendrada; no había aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del
polvo del mundo. Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba
el círculo sobre la faz del abismo; cuando afirmaba los cielos arriba, cuando
afirmaba las fuentes del abismo; cuando ponía al mar su estatuto, para que
las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los
fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia
de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo.”
Y la Sabiduría es el don de Dios dado al ser humano. Así, el Bahir (párrafo 3)
dice a propósito de la Sabiduría: 
Esto se parece a un rey que casa a su hija con su hijo. Se la entrega en la
boda y le dice: “Haz con ella lo que quieras”.
Por otro lado, está escrito (Job 28:12): La Sabiduría viene del Ayin. 
(Literalmente: 
VehaJojmá meÁyin timatsé veé ze makóm Biná
Mas ¿dónde se hallará la sabiduría? ¿Dónde está el lugar del
entendimiento?)
Y también está escrito (Sal 111:10): “Reshit Jojmá Yrat YHVH”, “El Temor de
YHVH es el principio de la Sabiduría”.
¿Qué es el temor de Dios?
Este Temor es un estado de alerta y atención consciente y constante que
nos lleva a anularnos (“mi corazón está vacío dentro de mí”) ante el Poder y
la Grandeza de la Presencia Divina. Como dice el cabalista judeo español
Yosef Guikatila (S. XIII) : “Dondequiera que encuentres la palabra Temor,
has de contemplar que se está refiriendo a la sefirá Jojmá. Es ésta un lugar
de temor, pues no tiene límite ni medida y la mente no tiene poder para
aprehenderla. Lo cual está aludido en el versículo (Job 28:28): “Y dijo al
hombre: He aquí que el temor de Adonay es la Sabiduría y apartarse del mal
el Entendimiento”.
Penetrar en este estado con el intelecto, o cualquier estado de mente
dualista y discriminatoria, es imposible. Dice Guikatila (op. cit.): “Cuando los
pensamientos de una persona llegan a este lugar alto y profundo, ésta tiene
razones para temer, porque sus pensamientos pueden verse confundidos,
corriendo y meditando más allá de la propia medida. Respecto a esto, el
Séfer Yetsirá dice: “Diez sefirot de la Nada (BLi Mah), cierra tu boca para
que no hable y tu corazón para que no piense. Y si tu corazón corre, vuelve a
tu lugar”. Uno debe volver a su lugar, puesto que está entrando en un sitio
de miedo y temor al pensar en su profundidad y esencia.”
Es Dios quien concede el poder de entrar y permanecer en este lugar una
vez trabajado el Bitul o anonadamiento – hacerse nada – aniquilación de
toda traza de conciencia personal. Entonces el Temor – Yrá – se transforma
en el espejo – Reí – de la Mente Divina, el Rostro contemplando al Rostro, la
pura Luz de la omniconciencia . Todo procede de ella. El pensamiento es su
estado de movimiento. 
La existencia individual – corpórea y egoica – pertenece a los mundos
creados. En la experiencia de los místicos, cuando el hombre se ha
aniquilado a sí mismo (Bitul) y se ha convertido en “nada”, esta vaciedad se
llena con un nuevo tipo de “ser” superior. O, dicho de otro modo, así es
como se procesa por parte del ser esa experiencia – instantánea y
atemporal, ni consciente ni inconsciente, en la que la persona es
completamente pasiva – que es el encuentro cara a cara con la existencia
divina, descrito como supremo gozo y deleite, y como un relámpago de
iluminación incomparable .
Buscamos práctica. ¿Cómo trabajar para alcanzar esta experiencia? En
esencia es cuestión de concentración (en meditación u oración) y de
Devekut (unión con Dios que empieza con una adhesión completa en el
pensamiento y en el corazón), abandonándonos a la Gracia.
En el Baal Shem Tov y sus primeros sucesores están las instrucciones en el
contexto de la oración: 
“Piensa en ti como nada y olvídate por completo de ti al orar. Ten sólo en
mente que estás rezando por la Presencia Divina. Entonces podrás entrar en
el Universo del Pensamiento, un estado que está más allá del tiempo. En
ese dominio todo es lo mismo, la vida y la muerte, la tierra y el mar... Pero
para poder entrar en el mundo del Pensamiento, en el que todo es lo mismo,
debes renunciar a tu ego y olvidarte de todos tus problemas. No podrás
llegar a ese nivel si te adhieres a cosas físicas mundanas. Porque así te
adhieres a la división entre el bien y el mal, que está incluida en los siete
días de la Creación. ¿Cómo podrás entonces aproximarte a un nivel por
encima del tiempo, en el que reina la unidad absoluta? Además, si te
consideras a ti mismo como “algo” y pides por tus propias necesidades,
entonces Dios no puede vestirse a Sí mismo en ti. Dios es infinito y no hay
vasija que pueda contenerle, excepto cuando un individuo se hace a sí
mismo como Nada.” 
“Al rezar, hay que poner toda la intensidad en las palabras, yendo de letra
en letra hasta olvidarse por completo del cuerpo... Tal es el Universo de
Yetsirá, [el mundo de las palabras]... Entonces las letras entran en los
pensamientos y uno ni siquiera oye las palabras que está pronunciando.
Este es el Universo de Briá, [el mundo del Pensamiento ] Se llega entonces
al nivel de la Nada, en el que [todos los sentidos y] facultades físicas están
anuladas. Este es el Universo de Atsilút, [que es el paralelo de] el atributo
de Jojmá. 
“Cuando una persona llega al nivel de la Nada, se da cuenta que él no es
nada y que Dios le está dando existencia. Puede entonces decir que Dios
‘crea’ – en presente –. Esto significa que Dios está creando, incluso en ese
mismo momento. Cuando la persona se mira a sí misma y no a la Nada, se
encuentra en el nivel de ‘algo’ [una existencia independiente]. Entonces
dice que Dios ‘creó’ – en pasado –. Esto significa que Dios le creó antes
[pero que él ahora tiene una existencia independiente].
“En el nivel de la Nada todo está por encima de las leyes de la naturaleza.
Por otra parte, en el nivel de ‘algo’ , todas las cosas están atadas por la
naturaleza.”

Pensamientos de Torá y Cabalá IV


BERESHIT
La palabra Bereshit (Con Sabiduría), es la primera palabra de la Torá,
mientras que la última es Israel. Y se ha dicho (Lejá Dodí): Sof maasé
bamajashabá tejilá, lo último en hechos mas lo primero en el pensamiento.
Desde el principio Israel está en el Pensamiento Divino. 
Viene a colación lo escrito en el Séfer Yetsirá (1-7): Diez Sefirot de la nada.
Su fin está contenido en su principio, y su principio está en su fin, como la
llama unida a la brasa. Pues el Maestro es único y no tiene segundo, y antes
del Uno ¿qué podrías contar?
Es interesante observar que BRAShYT e YSRAL tiene cinco letras en común
(la S de Israel es una Sin). El resto es BTL, que nos lleva a BYT AL, Betel, la
Casa de Dios , donde tiene lugar el sueño de Jacob (Israel) de la escalera
que une el cielo con la tierra. Ángeles de Elohim subían y bajaban por ella. Y
YHVH estaba en lo alto.
BTL es una permutación de la palabra TéBeL, una forma de decir Tierra. Su
valor numérico es 432. De ese mismo valor es la expresión Jazón Adonai
HaÁrets: la visión, revelación, aparición o profecía de Adonai HaÁrets, el
Señor de la Tierra.
Y también hay que ver que ese valor numérico, 432, se obtiene con la suma
de las tres letras madres del Séfer Yetsirá A, M, Sh (341) y la conjunción de
los Nombres de Dios YHVH y Adonai (YAHDWNHY = 91) uniendo Tiféret con
Maljút, el Cielo con la Tierra. Y tenemos, de alguna manera, la visión de la
escalera de Jacob, siendo el movimiento de las letras Divinas la concreción
del Pensamiento en ángeles, seres, mundos. Lo cual nos pone frente al
secreto de la Creación.
La palabra Bereshit, BRAShYT, puede leerse como BYT RASh, Bet Rosh, la
casa de la cabeza, aludiendo a que el lugar de la Creación es el
Pensamiento Divino. Pero en esas tres letras, RASh, están implicadas las
tres madres, porque la letra Resh nos lleva a la letra Mem. Por un lado, la R
extendida, RYSh, es la que introduce el YeSh, la existencia. Y por otro, su
valor numérico 200 es el despliegue del Nombre Elohim, de la siguiente
manera:
A
A L
A LH
A L H Y 
A LHYM
Podemos pensar la Mem final como MYM, es decir Agua.
Y entonces Elohim extendido: ALP LMD HY YVD MYM suma 310, es decir el
YeSh, la existencia.
Entonces BRAShYT, como BYT RASh, es la casa de las tres letras madres.
Por otro lado, Bereshit Israel tiene muchos significados y derivaciones.
Sobre Israel se hablará otro día. Ahora nos interesa el movimiento creativo.
Y en ese sentido YSRAL es un anagrama de Yesh Rela Shearim, YeSH
R+A+L: Hay 200+1+30; o sea Hay 231 Puertas. La Rueda de la Torá, su fin
contenido en su principio y su principio en su fin, nos dice:
En el Principio hay 231 Puertas; en la Sabiduría hay 231 Puertas; trabaja con
las 231 puertas de la Sabiduría.
Lo que nos conduce de nuevo al Séfer Yetsirá.
2-4 Veintidós Letras Fundamento: Las circunscribió en un círculo como si
fuese un muro, en el que habían trazadas 231 puertas. El círculo oscila
hacia delante y hacia atrás. Un signo lo muestra: No hay nada en el bien
superior al Deleite (ONeG); No hay nada en el mal peor que la Plaga (NeGA.
La O y la A son la vocalización de la letra Ayin).
2-5 ¿De qué modo? Él las permutó, las pesó y las transformó. Alef con todas
y todas con Alef. Bet con todas y todas con Bet. Se repiten en un ciclo y
existen en 231 puertas. Resulta que todo lo que ha sido formado y todo lo
que ha sido dicho emana de un Nombre Único.
2-6 ÉL formó la sustancia a partir del caos e hizo existir a la no-existencia.
Talló colosales pilares de aire intangible. Aquí está la señal: Alef con todas
y todas con Alef. Él contempló, transformó y fabricó todo lo que ha sido
formado y todo lo que ha sido dicho: un solo Nombre. Sobre esto hay una
señal: veintidós objetos en un único cuerpo.
¿Y qué es lo que hace girar a la rueda, adelante y atrás? El movimiento del
Espíritu, como en las Ruedas de Ezequiel (Cap. 1).
El Espíritu es Alef, el Uno. Y si sumamos uno a las 231 obtenemos 232, que
es el valor de las cuatro expansiones del Tetragrama, como ya vimos en
Pensamientos I.
YVD HY VYV HY = 72
YVD HY VAV HY = 63
YVD HA VAV HA = 45
YVD HH VV HH = 52
Total = 232
Toda la creación y toda la revelación emana del Nombre Único, YHVH.
Hay una enseñanza que afirma que las 231 puertas están conectadas con el
residuo (reshimu) que la Luz Infinita deja tras su retirada en la contracción
(tsimtsum) original. Cuando en la Voluntad de Dios surge el crear los
mundos, Él determina o mide en la Luz Infinita la potencialidad de lo que
será actual en la Creación. Cuando en el tsimtsum retira la Luz, este
aspecto de medida permanece en el vacío como residuo, y es lo que
constituye las 231 puertas que establecen la pauta subyacente de todo lo
que es determinado como vasija de la Luz, incluyendo las sefirot.
La meditación en las 231 puertas canaliza y hace descender todo el flujo
creativo de la Luz Divina, razón por la cual constituye la parte esencial en la
técnica de creación del Golem, el homúnculo fabricado de arcilla que el
cabalista anima y da vida, a imagen y semejanza de la formación de Adam
en el segundo capítulo del Génesis.
Para nosotros el Golem es una metáfora del cuerpo de luz, el cuerpo
Briático o cuerpo de inmortalidad construido de sustancia espiritual. GoLeM
= 73 = JoKhMaH, la Sabiduría.
La siguiente cita procede del llamado círculo del Iyyún, un grupo místico
que mantuvo el anonimato y posiblemente se desarrolló en Toledo hacia la
mitad del siglo XIII. Procede del libro Maayán Hajojmá y en ella habla de las
231 puertas como una vía mística de ascenso:
“Encontrarás todo en este Nombre (el Tetragrámaton). Cuando quieras, lo
alcanzarás y profundizarás en sus cuatro letras de las que salen las 231
puertas. A partir de ellas te elevarás hasta la acción, desde la acción a la
experiencia, desde la experiencia a la visión, de la visión a la investigación,
de la investigación a la gnosis, de la gnosis a la altura y de la altura al
espíritu sereno yisub da´at... Y a partir de ahí profundizarás en los grados
del nivel superior... hasta que alcances la voluntad completa y tu espíritu
esté sereno para habitar en el pensamiento supremo que reside en el éter
por encima del cual no hay grados más.
¿Cómo operar?
Volvemos al Séfer Yetsirá:
2-5. ¿De qué modo? Él las permutó, las pesó y las transformó. Aleph con
todas y todas con Aleph. Beth con todas y todas con Beth. Se repiten en un
ciclo y existen en 231 puertas. Resulta que todo lo que ha sido formado y
todo lo que ha sido dicho emana de un Nombre Único (Shem Ejad; un
Nombre UNO).
Es necesario combinar cada una de las letras de las 231 puertas (es decir,
462 letras) con las cuatro letras del Tetragrámaton . De hecho, éste es el
procedimiento explícito para el ritual de creación del Golem. También es
probable que sea el procedimiento aludido en la cita anterior del círculo del
Iyyún.
Las combinaciones de letras pueden considerarse como ecuaciones
energéticas de un nivel abstracto que se aplican a cualquier proceso en
cualquier dominio (por algo llevan el sello de lo divino). 
Podemos trabajar con una sola puerta en concreto: Por ejemplo BR es la
puerta de la creación. Hay que trabajar en sentido directo y retrógrado: BR y
RB, combinando cada una de las letras con las cuatro del Tetragrama y con
las vocalizaciones correspondientes.
Igualmente PR y RP es la puerta de la curación. Y JY y YJ de la vitalidad. 
Pero es la recitación meditativa completa de las 231 lo que nos conecta y
nos permite ascender en cuerpo de luz al Maljut de Atsilut, que es el Tiféret
de Briá, el lugar de ISRAEL.
Pensamientos de Torá y Cabalá V
BERESHIT
El Bahir (Siglo XII), es uno de los clásicos cabalísticos más importantes,
posiblemente el que más, antes de la irrupción del Zohar. Es atribuido a
Rabí Nejuniáh ben HaKaná, un sabio talmúdico y doctor en las artes
místicas en el siglo I. Es el maestro que enseña los Hejalot, el ascenso a los
palacios celestiales, y de él nos ha quedado la oración místico-mágica del
Ana BeJóaj.
Del Bahir dice por ejemplo el Ramak, Rabí Moshé Cordovero: “Las palabras
de este texto son resplandecientes (bahir) y brillantes, pero su resplandor
puede cegar el ojo” .
En sus primeros párrafos el Bahir diserta sobre la primera palabra del
Génesis: Bereshit, y su primera letra, la Bet.
Así, se pregunta:
3. ¿Por qué la Torah comienza con la letra Bet? Para que empiece con una
bendición (Berajá). 
Cómo sabemos que la Torah es llamada bendición? Porque está escrito
(Deuteronomio 33,23): “Lleno de la bendición de Dios, posee el Mar y el Sur”.
El Mar no es otra cosa que la Torah, como está escrito (Job 11,9): “Es más
ancha que el mar”.
¿Cuál es el significado del versículo: “Está lleno de la Bendición?” Significa
que siempre que encontremos la letra Bet ésta indica una bendición.

La palabra “principio” (Reshit) no es otra cosa que la Sabiduría. Por tanto
está escrito (Salmos 111,10): “El principio es la sabiduría, el temor de Dios”.
La sabiduría es una bendición. Por tanto está escrito: “Y Dios bendijo a
Salomón”. Y además está escrito (I Reyes 5,26): “Y Dios le dio a Salomón
sabiduría”.
Ya hemos discutido sobre varios de estos aspectos en los escritos
anteriores. Ahora nos interesa centrarnos en el concepto de bendición.
Nos fijamos en la forma de la letra Bet (ver figura). Vemos que consta de
dos trazos horizontales y uno vertical que los une. Podemos interpretar
estos tres trazos como 3 Vavim, tres letras Vav . La letra Vav, número 6,
significa gancho, conjunción; y además es un factor integrador de las seis
dimensiones que sellan un espacio místico (el cubo del espacio).
Tenemos así dos planos: un plano superior horizontal (es decir, autónomo),
arquetípico, atemporal, celeste, y un plano horizontal inferior (idem),
fenoménico, espacio-temporal, terrestre; y la unión entre ambos. Ese es el
trazo vertical, el canal que une lo superior con lo inferior, el canal del
descenso de la Berajá. La bendición en esencia es la unión del cielo con la
tierra.
No sólo dentro de los mundos creados. La Bet de Bereshit, primera letra de
la Torá, apunta a un significado más profundo, a la fuente última de la
berajá. Esta Bet es la interfaz (interface) entre la manifestación (que
empieza – Reshit – en Jojmá), y lo inmanifestado (Kéter, Ensof, Ayin). Antes
de la Bet está la Alef, de la que depende.
Interfaz es lo que conocemos en inglés como interface (“superficie de
contacto”). En informática, se utiliza para nombrar a la conexión funcional
entre dos sistemas, programas, dispositivos o componentes de cualquier
tipo, que proporciona una comunicación de distintos niveles permitiendo el
intercambio de información . 
No sólo comunicación. También tiene el aspecto de actuación. E incluso de
lugar en donde suceden los procesos implicados.
La Bet-Sabiduría es entonces el vínculo y superficie funcional de contacto
entre el Creador y la creación. Es llamada Pensamiento Divino porque es el
vehículo que contiene el potencial para todas las cosas. Es también la Casa
de Dios en el aspecto que de que Él se implica directamente en la creación
desde dentro.
Seguimos con el Bahir:
17. Rabí Amorai se sentó y expuso:
¿Por qué está la letra Alef al principio? Porque estaba antes que nada,
incluso que la Torah.
18. ¿Por qué la sigue la Bet? Porque iba primero.
¿Por qué tiene una cola? Para señalar el lugar de donde procedió.
Algunos dicen desde donde se sustenta el mundo.
La Creación es el mundo de la Bet. La Creación empieza con el impulso de
Jojmá que es gestado por Biná como Reshit, como un punto en expansión,
como la singularidad de un Big Bang en términos modernos (El punto de
Gran Explosión es el puntito – o estrella en la segunda figura –
gramaticalmente conocido como Daguesh).
Antes de la Creación tenemos el mundo de la Alef, del Ayin (la Nada), del En
Sof (Infinito; Ayin Sof), del Or En Sof (la Luz Infinita; Avr Ayin Sof), de Eheieh
Asher Eheieh (Ahyh Asher Ahyh; Yo Soy quien Yo soy), de Ejad (Ajd; el Uno),
de Ahavá (Ahbh; Amor). La Alef es el aspecto de vacío Divino “previo” a la
Creación (aunque permeándola íntimamente en todas sus dimensiones).
La letra Bet (ver imagen) es una letra cerrada por tres lados y abierta por la
izquierda, el sentido de la escritura, el sentido del despliegue de la
Creación. Sin embargo, el segmento inferior tiene un pequeño trazo o cola
hacia la derecha, que se adentra en el terreno incartografiable de Dios-
Infinito-Absoluto.
Como dice el Bahir, ese trazo señala el lugar de donde procedió, pero no
sólo. Es la conexión viva y actuante con el mundo de la Alef, que es desde
donde se sujeta el mundo.
De Dios se dice que es inmanente y trascendente a un tiempo: Sovev kol
almin u memalé kol almin, rodea todos los mundos y llena todos los mundos.
Está escrito: Kadosh, Kadosh, Kadosh YHVH Tsebaot, meló jol haÁrets
Kevodó. Santo, Santo, Santo YHVH Tsebaot, toda la Tierra está llena de su
Gloria. (Isa 6:3). 
Santo significa “separado”, es decir, trascendente a los tres mundos
creados (la triple kedushá). Pero “Toda la Tierra está llena de su Gloria”, su
Shejiná, su Presencia inmanente que todo colma. Como también se dice:
Leit atar panui minei, no hay lugar vacío de Él (Tikkunei Zohar, Tikkun 57,
fol. 91a. 42.)
Por un lado nada existe sino Dios: Aní YHVH veEn Od , Yo soy YHVH y no
hay otro (Isa 45:5). Por otro lado: Meló jol haÁrets kevodó, Toda la Tierra
está llena de su Gloria (Isa 6:3). Esta es la dualidad esencial aparente
(desde el punto de vista de los mundos creados, que viven en la Bet. No hay
dualidad para Alef).
Y como dice Kaplan en su comentario al Bahir: 
El concepto a partir del cual Dios “llena todos los mundos” se indica por la
palabra “Bendición”. Siempre que Dios revela Su Esencia en algo, se dice
que lo “bendice” y por tanto el versículo dice que “el relleno es la bendición
de Dios”.
Dicho de otro modo: la bendición es la Presencia de Dios en los mundos
creados. Bet es Casa (Bayit). Al crear, Dios se construye una casa para
poder morar en ella. El Pensamiento de la Creación es la Bendición.
Y el Pensamiento de la Creación se plasma en el Nombre de Dios.
Recordamos que el Yehí Or (232), Hágase la Luz, la Palabra de la Creación,
es la expansión del Nombre de Dios en los cuatro mundos (ver
Pensamientos I y después). Y está escrito: Dios es Uno y su Nombre es Uno.
Dios y su Nombre son Uno. No hay discontinuidad. No hay separación.
Donde está el Nombre, ahí está Dios, completamente.
De las bendiciones que aparecen en la Torá hay dos textos significativos:
El primero es la bendición de Isaac a Jacob (Gen 27: 28-29) que dice:
“Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le
bendijo, diciendo:
Mira, el olor de mi hijo,
Como el olor del campo que YHVH ha bendecido;
28 HaElohim te dé del rocío del cielo,
Y de las grosuras de la tierra,
Y abundancia de trigo y de mosto. 
29 Sírvante pueblos,
Y naciones se inclinen a ti;
Sé señor de tus hermanos,
Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre.
Malditos los que te maldijeren,
Y benditos los que te bendijeren.”
Aparentemente, se trata de una bendición puramente mundana. Pero nada
es literal en la cabalá, la interpretación profunda de la Torá. Así, por
ejemplo, el rocío del cielo es un símbolo de la Luz Infinita. Dice el Zohar: Por
el rocío que destila del cerebro del Anciano de los Días los muertos
resucitarán en el Mundo Futuro.
Dejando a un lado el significado literal, nos interesa ahora fijarnos en que
este texto (desde “HaElohim” hasta “bendijeren”) tiene exactamente 26
palabras – el valor numérico del Nombre de Dios, YHVH – y 111 letras, que
es, además de la exaltación de la unidad en las unidades, las decenas y las
centenas, el valor numérico de la letra Alef extendida: ALP = 1 + 30 + 80 =
111
Se bendice (Bet) con el Nombre de Dios y enraizando directamente en la
Unidad (Alef).
Recordamos (Pensamientos I) que la palabra HaBeRaKhaH, Haberajá, la
Bendición, suma 232, lo mismo que el conjunto de las cuatro expansiones
del Nombre de Dios (y como hemos mencionado antes, el valor numérico de
Yehí Or)
YVD HY VYV HY = 72
YVD HY VAV HY = 63
YVD HA VAV HA = 45
YVD HH VV HH = 52
Total = 232
Siempre la Bendición nos remite al Nombre de Dios. Es la Presencia Divina
la que bendice.
El segundo texto es la llamada bendición sacerdotal, la bendición de los
Kohanim (Deut 6:24-26):
22 YHVH habló a Moisés, diciendo: 
23 Habla a Aarón y a sus hijos y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel,
diciéndoles: 
24 YHVH te bendiga, y te guarde; 
25 YHVH haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 
26 YHVH alce sobre ti su rostro, y te conceda la paz. 
27 Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.
En hebreo transcrito (24-26):
Yevarejejá YHVH veyishmereja
Yaer YHVH panav eleja vijuneka
Yisá YHVH panav eléja veyasem lejá shalom
En este caso tenemos 15 palabras y 60 letras. Se da una relación uno a
cuatro, 1:4, 15×4=60. Es decir, tenemos el Uno frente al Cuaternario, siendo
éste – cómo llevar el cuaternario de la multiplicidad de vuelta a la unidad –
uno de los temas recurrentes de la estructura del discurso bíblico.
(Retornaremos a él al hablar del Gan Eden, el Jardín del Edén)
Lo interesante, además, es que nuevamente bendecimos con el Nombre de
Dios (“Él y su Nombre son UNO”), lo cual está explícitamente establecido en
el versículo 27: 
27 Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré.
¿De qué Nombre se trata? En este caso de la formulación del Tetragrama en
el Nombre de 12 letras, que consiste en tres veces el Nombre: YHVH YHVH
YHVH (YHVH malaj YHVH mélej YHVH yimloj leolam vaed: El Eterno reinó, el
Eterno reina, el Eterno reinará por siempre jamás).
Según el Zohar, este Nombre fue transmitido al profeta Elías y mediante él
alcanzó la inmortalidad.
Así, leemos:
Ahora comprendemos lo que ocurrió a Elías: “Había un viento fuerte que
rompía las montañas, pero el Señor no estaba en el viento”, porque este
nombre no se hallaba en él, pues Shadai preside sobre él a través de la
naturaleza mística de Tohu.
“Después del viento hubo un temblor, pero el Señor no estaba en el
temblor”, pues sobre él preside el nombre Tsebaot, a través de la naturaleza
mística de Bohu, que es llamado “temblor” (raash), porque tiembla
continuamente.
“Después del temblor hubo un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego”,
porque sobre él preside el nombre Elohim desde el lado de la oscuridad.
“Y después del fuego hubo una pequeña voz silenciosa”; y aquí, por último,
se encontró el nombre YHVH.
Hay en este versículo cuatro cláusulas correspondientes a las cuatro
llamadas “secciones del cuerpo” y “miembros” que, siendo cuatro, son
resolubles en doce. Aquí, también, está el grabado nombre de doce letras
que fue transmitido a Elías en la cueva.
“Y pondrán mi Nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré”.
¿Qué significa poner el Nombre? Más allá de un significado metafórico,
interpretamos que quiere decir utilizar el Nombre de Dios sobre la
estructura corpórea, lo cual es de eficacia directa: “Y yo los bendeciré”.
Lo grandioso de la Cabalá es como ata en un nudo único todos los planos
del Ser. Nosotros, los humanos, tenemos presencia en todos los mundos y
podemos unificarlos con conciencia. Estamos hablando de bendición en un
nivel muy abstracto, pero la bendición llena – puede llenar – todos los
aspectos concretos de nuestra vida.
Seguimos con el Zohar (Comentario Sulam de R. Yehudá Ashlag):
EL NOMBRE YOD-HE-VAV-HE tiene cuatro segmentos, ES DECIR CUATRO
LETRAS, que significan las partes del cuerpo humano y ciertos miembros –
es decir, los miembros que son cuatro que pueden tornarse doce. Aquí está
EL SECRETO DE el Nombre que consiste En doce letras, que fue dado a Elías
cuando estaba en el interior de la cueva. ESTO ALUDE A LOS TRES NOMBRE
YOD-HE-VAV-HE. CADA UNO CONSTA DE CUATRO LETRAS, LO QUE JUNTAS
DA UN TOTAL DE DOCE. Y ESTE NOMBRE, CON SUS DOCE LETRAS,
APARECE EN EL CUERPO HUMANO. EL PRIMERO APARECE EN LA CABEZA:
JOJMÁ, BINÁ Y DAÁT; EL SEGUNDO EN EL CUERPO, DESDE ARRIBA HASTA
EL OMBLIGO: JÉSED, GUEVURÁ Y TIFÉRET; EL TERCERO DESDE EL
OMBLIGO HASTA ABAJO: NÉTSAJ, HOD Y YESOD. CADA PARTE DEL
CUERPO ES DIVIDIDA EN OTRAS CUATRO PARTES, LO QUE SUMA DOCE.
Y esto lo formulamos en una meditación que podemos hacer continuamente.
De hecho, trabajamos esta práctica de dos maneras cuya descripción
podemos ver en las imágenes que acompañan este texto.
Sólo una observación: cuando asumimos el Nombre estamos asumiendo en
nosotros el Árbol de la Vida. Nosotros somos el Árbol de la Vida (es decir, no
estamos frente a él). Por lo cual, si nos damos la vuelta, vemos que el pilar
de la derecha está ahora a la izquierda, y viceversa.
Que esto no sea una fuente de confusión. Si estamos acostumbrados a otra
distribución (es decir, hemos condicionado nuestra conciencia a operar de
ese otro modo), simplemente invertimos la lateralidad en la práctica para
conformarla con nuestra costumbre.
Y lo que empieza con una bendición – la bendición de la Torá – termine del
mismo modo:
Baruj umeboraj shemó shel jai haolamim.
Bendito y bendecido sea el Nombre de la vida de los mundos.
Baruj haShem!
Pensamientos de Torá y Cabalá VII
BERESHIT
Bereshit puede leerse como Brit Esh, pacto de fuego.
Bereshit: Bet Resh Alef Shin Yod Tav.
Brit Esh: Bet Resh Yod Tav + Alef Shin
¿Cómo podemos interpretar esto?
Si la Deidad manifestada es un fuego ardiente (Atsilut), ¿cómo puede algo
que es sustancia estar en su presencia y no ser totalmente consumido
(como la zarza ardiente)? 
Porque hay establecido un pacto. La Torá es un pacto de fuego.
El mundo existe por el pacto. Como está escrito: “Si no he hecho Yo brit con
el día y la noche, y si no he dado leyes al cielo y a la tierra” (Jer 33:25)
Leemos en Gen 15:9 y ss. que Dios le dice a Abram:
“Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de
tres años, una tórtola también y un palomino.
Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una
enfrente de la otra; mas no partió las aves.

Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y
una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos.
En aquel día hizo YHVH un pacto con Abram…”
Tenemos la imagen del Árbol de la Vida, de los pilares laterales en los tres
animales partidos, del Kéter y de Maljut en las aves en los extremos, y el
fuego recorriendo el pilar central.
Hay que tener en cuenta que en la Torá el animal con frecuencia representa
al néfesh, la propia parte animal del ser humano.
Así, por ejemplo, está escrito: Adam uvhemá, al hombre y a la bestia,
preservas (Sal 36:7). Y el Zohar comenta sobre este versículo: porque uno
está contenido bajo el significado general del otro. Nos encontramos que
YHVH desarrollado con alefim (Yetsirá) suma lo mismo que Adam = 45; y
YHVH desarrollado con H y V (Assiá) suma lo mismo que Behemá = 52.
Igualmente, está escrito: Adam que traiga de entre vosotros ofrenda para
YHVH, min habehemá, del ganado… (Lev 1:2).
Abram había salido de Ur Kasdim, el fuego de los caldeos, magos y
astrólogos, el fuego astral.
Y cuando Dios establece con Abram el brit de la circuncisión – la
consagración de la sexualidad – desciende sobre él la He de la Shejiná (el
fuego Divino) y pasa a ser llamado Abraham .
Abraham eleva el fuego en la subida al monte Moria para el sacrificio de
Yitsjaq. El hijo, el único, a quien ama, es un símbolo del ego, el asiento de la
conciencia personal. De hecho, es sacrificado el carnero, el primer signo
zodiacal, que se expresa como la conciencia del “yo soy”. También es
símbolo de la cabeza.
Con ello, Abraham trasciende por completo la individualidad. La tradición
afirma que el alma de Isaac, de valor numérico 208 – igual a ocho veces el
valor del Tetragrama (8 × 26 = 208; una unidad más que 207 que es Or/Luz) –
se separó de su envoltura física y ascendió a los cielos; podemos decir que
ascendió a Biná, la octava sefirá contando desde Maljut..
Vemos que el protocolo del Templo de Jerusalem responde al mismo
esquema simbólico, algo más elaborado. De hecho, nos presenta un sistema
completo de práctica espiritual.
Lo siguiente es una cita de mi libro La Cábala de la Merkavá:
“Empecemos considerando las tres divisiones del pueblo, que corresponden
con las tres partes del alma: néfesh, rúaj y neshamá (con frecuencia se
consideran las dos divisiones superiores, jaiáh y yejidáh, como los arcos
superiores de la neshamáh).
Así los israelitas en general representan el néfesh o cuerpo vital, los levitas
el rúaj y los sacerdotes la neshamáh. Hay que tener en cuenta que el papel
de los levitas era cantar salmos, transportar el Tabernáculo y enseñar,
todos ellos tareas correspondientes al rúaj, la parte del alma
correspondiente a Yetsirá. Los Sacerdotes, Kohanim, ofician los sacrificios,
hacen tareas de curación y entran en el Santo para realizar tareas del
incienso y la menorá. Luego detallaremos estos aspectos. Ahora vemos que
el Kohen Gadol, el Sumo Sacerdote, que representa la Jayá, era el único que
podía acceder al Santo de los Santos, y en el día de Yom Kipur, para tener
un contacto directo con la Shejináh, la Presencia Divina.
En el atrio exterior, de los israelitas, tienen lugar los sacrificios animales.
Son los poderes del néfesh, la parte animal, los que se purifican por el
fuego. En la anatomía esotérica el altar de los sacrificios se corresponde
con el centro o chakra del ombligo (es el lugar, entre las vísceras, en donde
tiene lugar la asimilación de los alimentos). En el Árbol de la Vida se sitúa
en el punto medio de las sefirot Nétsaj y Hod (alto Yesod). Es también el
lugar del horno alquímico en la transmutación interior. Y el fuego es el fuego
de la Shejináh, la Presencia Divina, el aspecto femenino de la Deidad, que
desciende del cielo para consumir a la ofrenda. 
Así, está escrito: YHVH Eloheja, el Eterno tu Dios, es un fuego abrasador; lo
cual se dice de la Shejiná, la Presencia Divina – femenina – que es un fuego
que devora o transmuta según cuál sea la intención del corazón. Y también
está escrito: “Holocausto ígneo fragancia grata a YHVH”. Algunos leen ishé
(Alef Shin He)-con fuego (ígneo) como ishá-una mujer (mismas letras), es
decir, la mujer de fuego debe ascender, ya que holocausto es Olá-lo que
asciende por completo. Ishá, Alef Shin He, es también el fuego de la He, Esh
He, es decir, de la Shejiná.
En el templo de Salomón, la puerta del Santo está circunscrita por dos
columnas llamadas Yajín y Bóaz. No deja de ser curioso que las dos
columnas tengan nombre propio, es decir, individualidad. Corresponden a
los dos pilares del Árbol de la Vida, fuerza y forma, que ahora pasamos por
el pilar central para entrar en el Santo, el lugar de Tiféret, la sefirá central
del Árbol de la Vida. 
En el Santo está el altar de oro, símbolo de Tiféret, que es altar del incienso.
La ofrenda del incienso es la ofrenda del corazón, es decir, de los poderes
del rúaj, y con ellos el sentido de individualidad separada (egoicidad). Y el
fuego era traído desde el altar de los sacrificios animales. Hablamos
entonces de una elevación del fuego interior, que es un símbolo universal de
ascenso espiritual (ver en Números todo el episodio de la serpiente de
bronce, la cual fue guardada en el Templo de Jerusalén hasta los tiempos
de Ezequías ).
No nos detendremos mucho en este punto. Baste decir que en el Santo se
encontraba la menorá o candelabro de siete brazos, símbolo del septenario,
y la mesa con los doce panes de la proposición, un símbolo solar
nuevamente.
El velo, Parojet, en donde están grabados los Kerubím, es un símbolo del
centro de la garganta, el asiento de Dáat, conocimiento, y el Kódesh
haKodashím, el Santo de los Santos, corresponde a la cabeza en general. Es
el asiento de la Shejináh, la Presencia Divina. Y no deja de ser curioso que
su forma sea la de un cubo perfecto, la piedra cúbica, tal como está escrito:
La piedra (Maljut) que los constructores (las seis sefirot de Jésed a Yesod)
han rechazado ha llegado a ser la piedra angular.”
Y leemos en Lev 16:12-13:
“Después tomará (Aarón) un incensario lleno de brasas de fuego del altar de
delante de YHVH, y sus puños llenos del perfume aromático molido, y lo
llevará detrás del velo. 
Y pondrá el perfume sobre el fuego delante de YHVH, y la nube del perfume
cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio, para que no muera.”
Si en el altar de los sacrificios animales se ofrendaba el néfesh y en el altar
del incienso del Santo el rúaj, ahora es la neshamá la que es sacrificada en
el fuego delante del Santo de los Santos. Eso es Bitul, autoanulación,
anonadamiento; cesa toda conciencia personal
“En el Santo de los Santos está el Arca del Pacto (del testimonio), que
contiene el Maná, símbolo de la Luz Infinita, la vara de Aarón, símbolo del
pilar del medio con sus centros o chakras florecidos y, por supuesto, la
Torá, la plasmación del Pensamiento Divino, el Brit Esh, el pacto de fuego.
Porque el Arca de la Alianza representa el centro de la frente, el llamado
tercer ojo. Sobre la cubierta del Arca están los dos Kerubím, frente a frente,
representando los dos hemisferios cerebrales y las dos formas de
mentación. Y la Shejiná habla desde el centro de ambos.”
También Bereshit puede leerse como Beit Rosh, la casa de la cabeza.
Bereshit: Bet Resh Alef Shin Yod Tav.
Bet Rosh: Bet Yod Tav + Resh Alef Shin
Esto completa el Tetragramaton: He en el centro del ombligo, Vav en el
centro del corazón, He en el centro de la garganta y Yod en el centro de la
frente.
Cuando el fuego sale por la fontanela al Kéter, el alma asciende por las
dimensiones espirituales y es integrada en la He de la Shejiná, de forma que
el reflejo es unido a la fuente de luz, el YHVH katán (tetragrama pequeño) al
YHVH Gadol, el Grande, el Inmenso, Bendito Sea.

Pensamientos de Torá y Cabalá VIII


Bereshit Bará Elohim Et HaShamaim VeEt HaÁrets
En hebreo transliterado:
BRAShYT BRA ALHYM AT HShMYM VAT HARTz
En este primer versículo del Génesis llama la atención la preponderancia del
número 7. 
Hay 7 palabras; 28   4×7) letras divididas en dos grupos de 14   2×7) de
(= (=

una forma muy simétrica: Bereshit Bará Elohim tiene 14 letras; el grupo Et
HaShamaim VeEt HaÁrets tiene también 14 letras (Et HaShamaim tiene
siete y VeEt HaÁrets otras siete). 
Si sumamos los valores numéricos de las tres cosas “creadas”: 
Elohim = 86
HaShamaim = 395
HaÁrets = 296
Obtenemos 86+395+296 = 777, la exaltación del septenario. A su vez 7×111,
siendo 111 el valor de la letra Alef extendida (ALP), la unidad exaltada. Así
pues, Elohim (Dios), Cielos y Tierra son el septenario impreso como sello de
la unidad (totalidad) manifestada.
Hay que tener en cuenta que en mística los números no son simplemente
cantidades. Son también cualidades, expresadas como campos de fuerza
con una geometría inherente. Así, por ejemplo, el dos no es sólo un par de
objetos iguales (que sería lo que corresponde cuantitativamente) sino el
arquetipo de la polaridad con el campo de fuerza (electromagnetismo) y su
dinámica asociada. Y eso en todos los planos, no solamente el físico.
En el simbolismo bíblico – la fórmula de la Creación – el septenario
corresponde a un seis más el séptimo. Lo vemos en los seis días activos de
la Creación más el séptimo día que es el Shabat de descanso. Lo discutimos
en un escrito anterior cuando – siguiendo al Zohar – leíamos Bereshit como
Bará Shit (creó seis) Bará Elohim (que es el séptimo). Ver: Pensamientos de
Torá y Cabalá VI.
Claramente estamos delimitando (creando y/o abriendo) un espacio
tridimensional con el centro inmóvil. Es la propuesta del Séfer Yetsirá, con
su modelo del cubo místico: las seis caras selladas con las tres letras del
Nombre de Dios (Yod He Vav) y el Templo de la segunda letra He del Nombre
justo en medio (centro).
Así (ver Séfer Yetsirá):
El arriba es sellado con Y H V
El abajo es sellado con H Y V
El este es sellado con V Y H
El oeste es sellado con V H Y
El sur es sellado con Y V H
El norte es sellado con H V Y
El Séfer Yetsirá, el Libro de la Creación, pretende ser un comentario del
primer capítulo del Génesis y merece por sí mismo un estudio en
profundidad. Esto se abordará, B´´H, en escritos futuros.
Lo que nos interesa ahora es constatar que el valor numérico de cada una
de estas permutaciones es 21 (Y=10, H=5, V=6). Este es el valor también del
Nombre Divino Eheié (A=1, H=5, Y=10, H=5), que significa Yo soy (o Yo seré)
y que Dios revela en la zarza ardiente delante de Moisés. Así, cada faceta
del cubo místico está escrita con el Nombre de Dios que es una imagen de
Sí mismo. Podemos inferir que las seis direcciones están definiendo las
dimensiones que especifican la conciencia de Yo Soy.
Ahora bien, si sumamos el valor numérico de las seis caras: 21×6,
obtenemos 126, que es la triangulación del Nombre Adonai, ADNY, Nombre
de Dios en Maljut:
A
AD
ADN
ADNY
También este Nombre y esta triangulación merecen un comentario en
profundidad (la Torá es infinita). lo que vemos en este momento es que las
seis caras correspondiendo a las seis sefirot de Jésed a Yesod (Zeir Anpin,
el Rostro menor de la Deidad), convergen en el centro en Maljut (Shejiná), el
Shabat, la completitud del acto creativo.
Y, por cierto, la suma de los dos Nombres, Eheieh y Adonai, AHYH + ADNY,
es 86, el valor de nuevo del Nombre Elohim: ALHYM.
Podemos recrear el acto creativo (recrearnos a nosotros) poniendo lo
anterior en meditación:
Visualizarnos en el centro de un cubo de dimensiones infinitas. Podemos
construirlo recitando las siete palabras del primer versículo del Génesis: 
Arriba: Bereshit. 
Abajo: Bará. 
Centro: Elohim
Este: Et
Sur: HaShamaim
Oeste: VeEt
Norte: HaÁrets
Hay que visualizar a ser posible en hebreo (ver figura aparte), con letras
inmensas de fuego blanco que llenan con su irradiación toda la cara
correspondiente y todo el cubo desde el centro.
En cualquier caso siempre se puede visualizar sólo la primera letra de cada
palabra: B B A A H V H. (La suma de este Nombre construido es 22, con lo
cual estamos recreando todo el cubo, ya que el Séfer Yetsirá define sus
elementos mediante las 22 letras del alfabeto).
Una vez establecido nosotros estamos en el centro. Hay que tener en
cuenta que el Nombre Elohim recorre todo el Árbol de la Vida y que el Adam
es creado a imagen y semejanza de Elohim (versículo 26). Alef es el Kéter.
Lamed (valor reducido 3) corresponde a Jojmá, Biná y Dáat; He son las
cinco sefirot de Jésed a Hod (×10 = 50 puertas); Yod es Yesod (órgano
sexual) y la Mem es Maljut (el mar al que van a parar los ríos sefiróticos).
Desde el centro sellamos las seis caras siguiendo las instrucciones del
Séfer Yetsirá:
De entre las simples escogió tres letras, según el misterio de las tres
madres: Alef, Mem y Shin. Las fijó en su Gran Nombre y con ellas selló las
seis extremidades
Cinco: Selló lo alto y encaró hacia arriba. Lo selló con Yod He Vav.
Seis: Selló lo bajo y encaró hacia abajo. Lo selló con He Yod Vav.
Siete: Selló el Este y encaró hacia delante. Lo selló con Vav Yod He.
Ocho: Selló el Oeste y encaró hacia atrás. Lo selló con Vav He Yod.
Nueve: Selló el Sur y encaró a la derecha. Lo selló con Yod Vav He.
Diez: Selló el Norte y encaró a la izquierda. Lo selló con He Vav Yod.
Como antes, letras en fuego blanco irradiando luz blanca.
Después asumimos en nosotros la triangulación del Nombre Adonay de la
siguiente manera:
Kéter: Letra Alef
Jojmá: Alef
Biná: Dalet
Jésed: Alef
Guevurá: Dalet
Tiféret: Nun
Nétasj: Alef
Hod: Dalet
Yesod: Nun
Maljut: Yod
Observamos que las letras del canal central son: A N N Y, valor 111, la
exaltación de la Unidad.
Recitamos la dedicación: LeShem Yijud:
LeShem Yijud Kudshá Berij Hu UShjinté BiDjilú URjimú URjimú UDjilú
LeYajda Shem Yud He BeVav He BYjudá Shelim BeShem Kol Israel.
Por la unidad del Santo, Bendito sea, y su Shejiná (Tiféret-Zeir Anpin y
Maljút-Nukva), en temor y amor (Jojmá y Biná), en amor y temor (Biná y
Jojmá), para unir el Nombre Yod He con Vav He (por la energía de En Sof
que vivifica y une las letras) en perfecta unidad (Kéter), en el nombre de
todo Israel (el alma espiritual arquetípica de la humanidad).
Contemplamos. Experimentamos… (Fin)
Para terminar este escrito, hacemos la suma de los valores numéricos de
todo este primer versículo: Bereshit Bará Elohim Et HaShamaim VeEt
HaÁrets, y es 2701. Este número es la suma de los primeros 73 números (1 +
2 + 3 +… + 73), siendo 73 el valor de Jojmá, la Sabiduría.
Interpretamos la Bet inicial del versículo como la Sabiduría y vemos que
todo el versículo es su desarrollo completo.
Bendita Torá. 
Torat Emet.
Pensamientos de Torá y Cabalá VIII
Bereshit Bará Elohim Et HaShamaim VeEt HaÁrets
En hebreo transliterado:
BRAShYT BRA ALHYM AT HShMYM VAT HARTz
En este primer versículo del Génesis llama la atención la preponderancia del
número 7. 
Hay 7 palabras; 28   4×7) letras divididas en dos grupos de 14   2×7) de
(= (=

una forma muy simétrica: Bereshit Bará Elohim tiene 14 letras; el grupo Et
HaShamaim VeEt HaÁrets tiene también 14 letras (Et HaShamaim tiene
siete y VeEt HaÁrets otras siete). 
Si sumamos los valores numéricos de las tres cosas “creadas”: 
Elohim = 86
HaShamaim = 395
HaÁrets = 296
Obtenemos 86+395+296 = 777, la exaltación del septenario. A su vez 7×111,
siendo 111 el valor de la letra Alef extendida (ALP), la unidad exaltada. Así
pues, Elohim (Dios), Cielos y Tierra son el septenario impreso como sello de
la unidad (totalidad) manifestada.
Hay que tener en cuenta que en mística los números no son simplemente
cantidades. Son también cualidades, expresadas como campos de fuerza
con una geometría inherente. Así, por ejemplo, el dos no es sólo un par de
objetos iguales (que sería lo que corresponde cuantitativamente) sino el
arquetipo de la polaridad con el campo de fuerza (electromagnetismo) y su
dinámica asociada. Y eso en todos los planos, no solamente el físico.
En el simbolismo bíblico – la fórmula de la Creación – el septenario
corresponde a un seis más el séptimo. Lo vemos en los seis días activos de
la Creación más el séptimo día que es el Shabat de descanso. Lo discutimos
en un escrito anterior cuando – siguiendo al Zohar – leíamos Bereshit como
Bará Shit (creó seis) Bará Elohim (que es el séptimo). Ver: Pensamientos de
Torá y Cabalá VI.
Claramente estamos delimitando (creando y/o abriendo) un espacio
tridimensional con el centro inmóvil. Es la propuesta del Séfer Yetsirá, con
su modelo del cubo místico: las seis caras selladas con las tres letras del
Nombre de Dios (Yod He Vav) y el Templo de la segunda letra He del Nombre
justo en medio (centro).
Así (ver Séfer Yetsirá):
El arriba es sellado con Y H V
El abajo es sellado con H Y V
El este es sellado con V Y H
El oeste es sellado con V H Y
El sur es sellado con Y V H
El norte es sellado con H V Y
El Séfer Yetsirá, el Libro de la Creación, pretende ser un comentario del
primer capítulo del Génesis y merece por sí mismo un estudio en
profundidad. Esto se abordará, B´´H, en escritos futuros.
Lo que nos interesa ahora es constatar que el valor numérico de cada una
de estas permutaciones es 21 (Y=10, H=5, V=6). Este es el valor también del
Nombre Divino Eheié (A=1, H=5, Y=10, H=5), que significa Yo soy (o Yo seré)
y que Dios revela en la zarza ardiente delante de Moisés. Así, cada faceta
del cubo místico está escrita con el Nombre de Dios que es una imagen de
Sí mismo. Podemos inferir que las seis direcciones están definiendo las
dimensiones que especifican la conciencia de Yo Soy.
Ahora bien, si sumamos el valor numérico de las seis caras: 21×6,
obtenemos 126, que es la triangulación del Nombre Adonai, ADNY, Nombre
de Dios en Maljut:
A
AD
ADN
ADNY
También este Nombre y esta triangulación merecen un comentario en
profundidad (la Torá es infinita). lo que vemos en este momento es que las
seis caras correspondiendo a las seis sefirot de Jésed a Yesod (Zeir Anpin,
el Rostro menor de la Deidad), convergen en el centro en Maljut (Shejiná), el
Shabat, la completitud del acto creativo.
Y, por cierto, la suma de los dos Nombres, Eheieh y Adonai, AHYH + ADNY,
es 86, el valor de nuevo del Nombre Elohim: ALHYM.
Podemos recrear el acto creativo (recrearnos a nosotros) poniendo lo
anterior en meditación:
Visualizarnos en el centro de un cubo de dimensiones infinitas. Podemos
construirlo recitando las siete palabras del primer versículo del Génesis: 
Arriba: Bereshit. 
Abajo: Bará. 
Centro: Elohim
Este: Et
Sur: HaShamaim
Oeste: VeEt
Norte: HaÁrets
Hay que visualizar a ser posible en hebreo (ver figura aparte), con letras
inmensas de fuego blanco que llenan con su irradiación toda la cara
correspondiente y todo el cubo desde el centro.
En cualquier caso siempre se puede visualizar sólo la primera letra de cada
palabra: B B A A H V H. (La suma de este Nombre construido es 22, con lo
cual estamos recreando todo el cubo, ya que el Séfer Yetsirá define sus
elementos mediante las 22 letras del alfabeto).
Una vez establecido nosotros estamos en el centro. Hay que tener en
cuenta que el Nombre Elohim recorre todo el Árbol de la Vida y que el Adam
es creado a imagen y semejanza de Elohim (versículo 26). Alef es el Kéter.
Lamed (valor reducido 3) corresponde a Jojmá, Biná y Dáat; He son las
cinco sefirot de Jésed a Hod (×10 = 50 puertas); Yod es Yesod (órgano
sexual) y la Mem es Maljut (el mar al que van a parar los ríos sefiróticos).
Desde el centro sellamos las seis caras siguiendo las instrucciones del
Séfer Yetsirá:
De entre las simples escogió tres letras, según el misterio de las tres
madres: Alef, Mem y Shin. Las fijó en su Gran Nombre y con ellas selló las
seis extremidades
Cinco: Selló lo alto y encaró hacia arriba. Lo selló con Yod He Vav.
Seis: Selló lo bajo y encaró hacia abajo. Lo selló con He Yod Vav.
Siete: Selló el Este y encaró hacia delante. Lo selló con Vav Yod He.
Ocho: Selló el Oeste y encaró hacia atrás. Lo selló con Vav He Yod.
Nueve: Selló el Sur y encaró a la derecha. Lo selló con Yod Vav He.
Diez: Selló el Norte y encaró a la izquierda. Lo selló con He Vav Yod.
Como antes, letras en fuego blanco irradiando luz blanca.
Después asumimos en nosotros la triangulación del Nombre Adonay de la
siguiente manera:
Kéter: Letra Alef
Jojmá: Alef
Biná: Dalet
Jésed: Alef
Guevurá: Dalet
Tiféret: Nun
Nétasj: Alef
Hod: Dalet
Yesod: Nun
Maljut: Yod
Observamos que las letras del canal central son: A N N Y, valor 111, la
exaltación de la Unidad.
Recitamos la dedicación: LeShem Yijud:
LeShem Yijud Kudshá Berij Hu UShjinté BiDjilú URjimú URjimú UDjilú
LeYajda Shem Yud He BeVav He BYjudá Shelim BeShem Kol Israel.
Por la unidad del Santo, Bendito sea, y su Shejiná (Tiféret-Zeir Anpin y
Maljút-Nukva), en temor y amor (Jojmá y Biná), en amor y temor (Biná y
Jojmá), para unir el Nombre Yod He con Vav He (por la energía de En Sof
que vivifica y une las letras) en perfecta unidad (Kéter), en el nombre de
todo Israel (el alma espiritual arquetípica de la humanidad).
Contemplamos. Experimentamos… (Fin)
Para terminar este escrito, hacemos la suma de los valores numéricos de
todo este primer versículo: Bereshit Bará Elohim Et HaShamaim VeEt
HaÁrets, y es 2701. Este número es la suma de los primeros 73 números (1 +
2 + 3 +… + 73), siendo 73 el valor de Jojmá, la Sabiduría.
Interpretamos la Bet inicial del versículo como la Sabiduría y vemos que
todo el versículo es su desarrollo completo.
Bendita Torá. 
Torat Emet.
Pensamientos de Torá y Cabalá IX
Bereshit Bará Elohim Et HaShamayim VeEt HaÁrets
En hebreo transliterado:
BRAShYT BRA ALHYM AT HShMYM VAT HARTz
Traducción convencional: En el principio creó Dios el cielo y la tierra.
Interpretado cabalísticamente, este primer versículo se traduciría como: Con
Sabiduría creó a Elohim (que pasa a ser objeto directo), las letras (Alef Tav,
primera y última letra, representa a todo el alfabeto) de los Cielos y las letras de la
Tierra. Tenemos así a Jojmá (Bereshit), Biná (Elohim), Tiféret (los Cielos, el Zeir
Anpin, las Sefirot de Jésed a Yesod) y Maljut (la Tierra). ¿Quién creó (Bará)? El
Misterioso Incognoscible: Kéter.
Elohim es un Nombre de Dios, por tanto inconmensurable e infinito. En este escrito
tratamos de ahondar en alguno de sus misterios:
En primer lugar vemos que es un Nombre de cinco letras, lo que nos pone en
conexión con la letra he y con la figura del pentagrama. Porque sabemos que los
números no representan sólo cualidades (y cantidades, por supuesto, en el sentido
usual), sino que también son geometría, representaciones sintéticas de campos de
fuerzas. En el caso del pentagrama – estrella de cinco puntas – el paradigma
subyacente es el de los cinco elementos.
Vemos que ello se halla también representado en la correspondencia de las cinco
letras del Nombre.
Alef, Aire, pero el aire primordial, el Avir, que nosotros entendemos como Éter o
quintaesencia, el Akasha de otras tradiciones.
Lamed, su correspondencia es Libra (ver Séfer Yetsirá), que es Aire cardinal
He, es Aries, Fuego cardinal
Yod es Virgo, Tierra mutable
Mem es Agua (Mayim).
Una letra de cada elemento.
La estructura quíntuple se consolida en las cuatro palabras que vienen a
continuación en el versículo:
Et (Alef Tav) es éter
Shamayim (Shin Mem Yod Mem) es fuego y agua
VeEt (Vav Alef Tav) es aire
Érets (Alef Resh Tsadi) es Tierra
Shamayim, energéticamente es una dualidad de fuego y agua. Shin es la letra de
fuego (Esh) y Mayim, como sabemos es agua.
No es una dualidad en oposición, sino en complementariedad. Por eso rezamos:
“Osé Shalom Bimromav…”; “el que hizo la paz en las alturas”. La misma palabra
Shalom (Shin Lamed Vav Mem), si consideramos la letra Vav como vocálica,
tendría a la Shin frente a la Mem, con la lamed de Libra – la balanza, equilibrio,
armonía – entre ambas.
Vemos que también la expresión Zajar UNequevá, macho y hembra (a imagen de
Elohim, versículo 27) tiene como valor numérico 390, el mismo que Shamayim,
cielos.
Interesante ver que las iniciales de las cuatro palabras (su notaricón), que hemos
definido como la expansión elemental del Nombre Elohim: Et HaShamayim VeEt
HaÁrets, AT HShMYM VAT HARTz; son un Nombre Divino en sí mismo: AHVH, que
es como el Tetragrama con Alef en vez de Yod. 
En realidad, es un Tetragrama en potencia, ya que sabemos que la letra Alef
consta de una Vav central y dos Yodim, lo que suma 26, el valor del Nombre
tetragramático YHVH. 
Además, AHVH suma 17, y este número es el mispar katán de YHVH, es decir el
valor cuando los números se reducen a las unidades (10 = 100 = 1, etc.). Mispar
katán significa número pequeño. La guematria ordinaria recibe el nombre de
mispar gadol, número grande.
El 17 es un número fundamental. Es el valor de la palabra TOV (Tet Vav Bet), que
significa Bien. Cuando leemos “Y vio Dios que era bueno (tov)” entendemos que
está sellando con este Nombre, AHVH, que, entre otras cosas, indica que el
pensamiento de la Creación (primer versículo) es el Bien. Toda la Creación es una
vasija para recibir el Bien Divino.
Volviendo al tema de los cinco elementos manifestado por la estructura quíntuple
del Nombre Elohim, sabemos que su expresión es un uno frente a un cuatro. La
Alef de la Unidad, como el Kéter en el esquema sefirótico, siempre está en otro
plano respecto de la manifestación del resto de las letras. La Torá empieza por Bet,
el número 2, permaneciendo la Alef/Uno implícita y subyacente en todo el
proceso. 
Lo mismo podemos decir de la Alef del Nombre Elohim respecto de las letras
siguientes y del éter o quintaesencia respecto de los cuatro elementos
manifestados (o del mundo de EnSof/ Adam Qadmón respecto de los cuatro
mundos manifestados).
La estructura 1:4, prefigurada en el primer versículo del Génesis, es una de las
ecuaciones fundamentales de la Torá, explicitada completamente en el segundo
capítulo, como, B´´H, tendremos ocasión de ver. 
Aparece encriptada en el Nombre (y esencia) del ser humano: Adam, ADM; el Uno
de la Alef frente al cuatro de la Dalet. La letra Mem final se puede interpretar de
dos maneras: con el valor 40 es un aumentativo, proyección del principio 4 al 40
de la matriz existencial (y posteriormente al 400 de la existencia cósmica). Con el
valor de 600 como letra final, corresponde a las 600.000 raíces de almas que
según la tradición conforman el cuerpo místico del Adam: el enjambre de Chispas
Divinas que constituyen la Humanidad.
Y recordemos que Adam es creado a imagen y semejanza de Elohim. Analicemos
esto:
I. 26: Vayomer Elohim naasé Adam betsalmenu kidmutenu…
Y dijo Elohim hagamos Adam a nuestra imagen como nuestra semejanza
I. 27: Vayivrá Elohim et haAdam betsalmo betselem Elohim bará otó zejer 
unequevá bará otam.
Y creó Elohim al Adam en (con) su imagen en (con) imagen de Elohim le creó
macho y hembra los creó.
Hay dos conceptos implicados:
Tselem, traducido como imagen. Interesante notar que tselem, TsLM, tiene un
valor numérico de 160, el mismo que la palabra Ets, Ayin Tsadi, que significa Árbol.
Hablamos de la “imagen” del Árbol de la Vida, que es la Imagen Divina.
Demut, semejanza, figura aspecto. La Raíz es DMT, Dalet Mem Tav, es decir, 4 40
400, indicando ese movimiento a la concretización, corporización, materialización,
sobre todo en relación con la temporalidad.
BeTsalmenu, a nuestra imagen, o mejor BeTsalmó, a su imagen (v. 27), TsLMV,
puede ser leído como, Tselem Vav, a imagen de la Vav, el número seis tiferético
que ya comentamos en el escrito anterior (pensamientos VIII). Representa el
Humano interno, su esencia.
KiDmutenu, como nuestra semejanza, es la proyección al cuaternario que
representa el Humano externo, su forma.
BeTselem Elohim, que es el uno sobre el cuatro y el Árbol de la Vida.
Notamos que en la visión de la merkavá del capítulo I de Ezequiel, tras la
cuádruple descripción de las Jaiot HaKódesh, las Santas Criaturas Vivientes y las
Ruedas, aparece (versículo 26 de nuevo) sobre la apariencia (demut) del Trono la
semejanza de la apariencia (Demut ha Maré) de (un) Adam que estaba sobre él.
Este Adam es la imagen de Elohim y también del macrocosmos (Et haShamayim
veEt ha Árets).
Vimos (pens. VIII) que el Nombre Elohim llena el Árbol de la Vida: “Alef es el Kéter.
Lamed (valor reducido 3) corresponde a Jojmá, Biná y Dáat; He son las cinco sefirot
de Jésed a Hod (×10 = 50 puertas); Yod es Yesod (órgano sexual) y la Mem es
Maljut (el mar al que van a parar los ríos sefiróticos).”
Pero también, por su relación con el pentagrama, representa la forma (demut) del
ser humano, que ha sido con frecuencia representado dentro de un pentagrama,
con las piernas abiertas (pies en los vértices) y los brazos extendidos (las dos
“alas” del pentagrama) y la cabeza, por supuesto, en el vértice superior, porque
representa el dominio del Uno – el espíritu – sobre la representación cuádruple de
los elementos.
Hay que tener en cuenta que al hablar aquí de elementos no nos referimos
explícitamente a su manifestación material, sino a su esencia sutil, espiritual, que
representamos como Vida (aire), Luz (fuego), Amor (agua) y Ley (tierra). El quinto
elemento, espíritu, representa el Espíritu Divino rigiendo sobre las cuatro
dimensiones de conciencia.
Una meditación sencilla es visualizarse en el interior de un pentagrama de luz. En
cada vértice una letra del Nombre Elohim (ver imagen). El pentagrama desborda
de luz hacia el interior, que va penetrando en nosotros con la respiración, por
todos los poros de la piel, por todos los centros psicofísicos. Sentimos cómo la luz
nos va llenando, baña nuestros órganos, nos llena de energía positiva, sana
nuestras fragmentaciones y heridas, nos llena de gozo y paz. En el centro
Tiferético del corazón visualizamos una Alef en el centro de una cruz de brazos
iguales (podemos visualizar esto en el interior de un hexagrama, un maguén David
de oro). Cada uno de los brazos de la cruz nos conecta con una cualidad, la Vida
(Jayim), la Luz (Or), el Amor (Ahavá), la Ley (Torá). Las sentimos como ríos que se
proyectaran infinitamente y llenaran todas las dimensiones del Cosmos y a todos
los seres: los Cielos y la Tierra (esta es la proyección de la Mem final). En particular
alcanza a todos los seres humanos, llevándoles luz, vida, amor y ley; paz, plenitud,
gozo e iluminación en su camino de vida. Contemplamos mientras dure la fuerza
de nuestra meditación. Dejamos que la experiencia se integre en nuestro sistema
energético.
Paz (Shalom) y Bien (Tov) para todos.
Pensamientos de Torá y Cabalá X
Bereshit Bará Elohim Et HaShamayim VeEt HaÁrets
Seguimos estudiando el Nombre ELOHIM.
El primer capítulo del Génesis establece que Dios (Elohim) creó el mundo mediante
diez expresiones o palabras:
1. “Haya Luz”
2. “Haya un firmamento por en medio de las aguas...”
3. “Acumúlense las aguas del firmamento en un solo conjunto...”
4. “Produzca la tierra vegetación...”
5. “Haya luceros en el firmamento...”
6. “Bullan las aguas de animales vivientes....”
7. “Produzca la tierra animales vivientes...”
8. “Hagamos al hombre...”
9. “Sed fecundos y multiplicaos...”
10. “Ved que os he dado toda hierba portadora de semilla...”
Si todo el Pentateuco - la Torá - se puede considerar como la plasmación del
Pensamiento Divino, solo que expresado en una forma recóndita y altamente
codificada, esto es particularmente cierto del primer capítulo del Génesis. En él
aparece prefigurada toda la estructura del Árbol de la Vida - el símbolo
fundamental de la Cabalá - que es a la vez un mapa del mundo, del ser humano y
del mismo Dios en su aspecto manifestado. 
El Árbol de la Vida contiene treinta y dos elementos esenciales: diez esferas o
Sefirot y veintidós canales que las interconectan entre sí. Las diez esferas
corresponden a estados objetivos del Ser: son los arquetipos de manifestación de
lo Divino, que después se constituirán en modelo de todo lo existente. Los
veintidós canales ponen en comunicación las esferas o niveles, integrándolos en un
conjunto orgánico. Están en correspondencia con las veintidós letras del alfabeto
hebreo. 
Esta estructura se encuentra codificada en el primer capítulo del Génesis de la
siguiente manera: treinta y dos veces aparece mencionado el nombre Elohim,
traducido como Dios. Las diez palabras explícitas de Dios, es decir, las diez veces
en que directamente aparece la expresión: “Dijo Elohim”, y que han sido
enumeradas al principio de este escrito, corresponden a las diez sefirot o esferas.
Hay siete veces en las que se dice que “Elohim vio”, lo cual corresponde a las siete
letras dobles, tres veces se menciona que “Elohim hizo”, lo cual alude a las tres
madres. Por último, en doce ocasiones se describen otras acciones divinas, en
consonancia con las doce letras simples restantes. También en el Árbol de la Vida,
en su diseño actual comúnmente aceptado, aparecen siete canales verticales, tres
horizontales y doce oblicuos.
En la clasificación de las letras nos apoyamos en la división que establece el Séfer
Yetsirá, el Libro de la Creación, que pretende ser un comentario del primer capítulo
del Génesis explicitando el mecanismo de la Creación.
Y esto lo hace analizando el despliegue del Pensamiento Divino, primero en
números y letras, y luego en nombres, empezando por el propio Nombre de Dios,
que es el arquetipo fundamental, ya que las palabras - los nombres - son la esencia
de las cosas y dan lugar a ellas.
Es precisamente en el Sefer Yetsirá, el clásico cabalístico más antiguo (excluyendo
la Torá) en donde aparecen por primera vez claramente expresados los treinta y
dos elementos de la Creación, separados en dos grupos: diez Sefirot y veintidós
letras, divididas éstas, a su vez, en tres conjuntos de tres letras madres, siete
dobles y doce simples, respectivamente.
Así, el primer párrafo de este libro dice:
“En treinta y dos senderos secretos de Sabiduría, grabó YaH, Y/H/V/H Tsebaot, Dios
de Israel (Elohé Israel), Dios (Elohim) de Vida y Rey del Universo, Dios
Todopoderoso (El Shaddai), clemente y misericordioso, elevado y sublime,
habitante eterno del arriba y Santo, su Nombre y creó su Universo con tres sefarim
(numeraciones): el número, la letra y la narrativa. Diez Sefirot del vacío y veintidós
letras fundamento: tres madres, siete dobles y doce simples.”
Hemos añadido los subrayados para enfatizar los dos momentos del despliegue
Divino a los que nos referimos antes y que, en lenguaje cabalístico, corresponden a
dos mundos o niveles completos de manifestación: el mundo de las emanaciones o
Atzilut, en el que Dios graba su Nombre, y el mundo de la Creación propiamente
dicha, Briá en hebreo.
Es decir, que por medio de 32 elementos de Sabiduría (Bereshit; Jojmá), el principio
absoluto, el Infinito e incognoscible (Kéter), graba su Nombre (Elohim; Biná) -
proyecta una imagen/forma de Sí mismo (los 32 Elohim del primer capítulo), lo que
constituye la esencia interna de la Luz y la energía pura de su Pensamiento - y crea
su mundo: todo el universo manifestado (et hashamayim veet haárets). Y lo hace
mediante tres sefarim o modos de manifestación: 1.Números o Sefirot, que
determinan la cantidad o intensidad de la energía (no por disminución, sino por
diferenciación); 2.Letras o moldes metafísicos, que determinan la cualidad de la
misma, y 3. La combinación de ambas en narrativa o sonido compuesto: palabras
moduladas en intensidad por los distintos filtros sefiróticos.
Y esto es lo que se extiende y codifica energéticamente en el primer capítulo, de lo
cual vamos a mostrar una posible atribución.
Antes, es necesario hacer alguna precisión:
1. Las diez palabras sefiróticas son las diez veces en las que aparece la expresión:
Vayomer Elohim, Y dijo Dios. Nos apartamos así de la tradición que afirma que el
primer dicho es: En el principio creó Dios los Cielos y la Tierra (véase Kaplan)
porque eso nos deja a considerar un Vayomer como una acción correspondiente a
una letra simple, lo cual considero que es una incoherencia.
2. El criterio separador es estrictamente la aparición del Nombre Elohim. Puede ser
que un estudio más profundo pueda precisar más y mejorar estas atribuciones.
3. Las correspondencias con las letras siguen rigurosamente el orden de éstas en
el alfabeto y el orden descendente de senderos del Árbol. Así, con las tres letras
madres, Alef sería el sendero Jojmá-Biná, Mem Jésed-Guevurá y Shin Nétsaj-Hod.
Eso es independiente de que posteriormente, en otro contexto, cuando se atribuya
Shin a la cabeza, Mem al vientre y Alef al tronco, modifiquemos la ubicación.
A falta de hacer un estudio completo, esta sería la distribución (ver hebreo en
anexo aparte):

1:1 En el principio creó Elohim los cielos y la tierra. 


Bereshit bara Elohim et hashamayim ve'et ha'arets.
Letra He, Simple 1, Sendero Kéter-Jojmá
1:2 Y la tierra estaba vana y vacía, y (había) oscuridad sobre la faz del abismo, y el
espíritu de Elohim se cernía sobre la faz de las aguas.. 
Veha'arets hayetah tohu vavohu vejoshej al-peney tehom veruaj Elohim merajefet
al-peney hamayim.
Letra Vav, Simple 2, Sendero Kéter-Biná
1:3 Y dijo Elohim: Haya luz, y hubo luz. 
Vayomer Elohim yehi-or vayehi-or.
Kéter. Sefirá 1
1:4 Y vio Elohim la luz, que (era) buena; 
Vayar Elohim et-ha'or ki-tov
Letra Bet, Doble 1, Sendero Kéter-Tiféret
y separó Elohim la luz de la oscuridad. 
vayavdel Elohim beyn ha'or uveyn hajoshej.
Letra Zayin, Simple 3, Sendero Jojmá-Tiféret
1:5 Y llamó Elohim a la luz, día, y a la oscuridad llamó noche. Y fue tarde y fue
mañana: día uno. 
Vayikra Elohim la-or yom velajoshej kara laylah vayehi-erev vayehi-voker yom
ejad.
Letra Jet, Simple 4, Sendero Biná-Tiféret
1:6 Y dijo Elohim: Haya un firmamento en medio de las aguas y que separe las
aguas de las aguas. 
Vayomer Elohim yehi rakia betoj hamayim vyhi mavdil beyn mayim lamayim
Jojmá. Sefirá 2
1:7 E hizo Elohim el firmamento y apartó las aguas que estaban debajo del
firmamento de las aguas que estaban arriba del firmamento; y fue así.
Vaya'as Elohim et-harakia vayavdel beyn hamayim asher mitajat larakia uveyn
hamayim asher me'al larakia vayehi-jen.
Latra Alef, Madre 1, Sendero Jojmá-Biná
1:8 Y llamó Elohim al firmamento, cielos. Y fue tarde y fue mañana: día segundo. 
Vayikra Elohim la-rakia shamayim vayehi-erev vayehi-voker yom sheni.
Letra Tet, Simple 5, Sendero Jésed-Tiféret
1:9 Y dijo Elohim: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y
se vea lo seco; y fue así. 
Vayomer Elohim yikavu hamayim mitajat hashamayim el-makom ejad vetera'eh
hayabashah vayehi jen.
Biná. Sefirá 3
1:10 Y llamó Elohim a lo seco, tierra, y al conjunto de las aguas llamó mares;
Vayikra Elohim layabashah erets ulemikveh hamayim kara yamim
Letra Yod, Simple 6, Sendero Guevurá-Tiféret
y vio Elohim que era bueno. 
vayar Elohim ki-tov.
Letra Guimel, Doble 2, Sendero Jojmá-Jésed
1:11 Y dijo Elohim: Produzca la tierra hierbas, hierba que dé simiente; árbol de
fruto que dé fruto de su especie, cuya simiente esté en él, sobre la tierra; y fue
así. 
Vayomer Elohim tadshe ha'arets deshe esev mazria zera ets pri oseh peri lemino
asher zar'o-vo al-ha'arets vayehi-jen.
1:12 Y produjo la tierra hierbas, hierba que da simiente de su especie, y árbol que
da fruto, cuya simiente esta en él, según su especie; 
Vatotse ha'arets deshe esev mazria zera leminehu ve'ets oseh pri asher zar'o-vo
leminehu
Jésed, Sefirá 4
y vio Elohim que era bueno. 
vayar Elohim ki-tov.
1:13 Y fue tarde y fue mañana: día tercero. 
Vayehi-erev vayehi-voker yom shlishi.
Letra Dalet, Doble 3, Sendero Biná-Guevurá
1:14 Y dijo Elohim: Haya luceros en la expansión de los cielos para apartar el día
de la noje, y sean por señales, y por plazos, y por días y años; 
Vayomer Elohim yehi meorot birekia hashamayim lehavdil beyn hayom uveyn
halaylah vehayu leotot ulemoadim uleyamim veshanim.
1:15 y sean por luceros en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra;
y fue así. 
Vehayu li-meorot birekia hashamayim leha'ir al-ha'arets vayehi-jen.
Guevurá, Sefirá 5
1:16 E hizo Elohim los dos luceros grandes: al lucero grande, para que señorease
en el día y al lucero pequeño para que señorease en la noje; e (hizo también) las
estrellas. 
Vaya'as Elohim et-sheney hameorot hagdolim et-hamaor hagadol le-memshelet
hayom ve'et hamaor hakaton le-memshelet halaylah ve'et hakojavim.
Letra Mem, Madre 2, Sendero Jésed-Guevurá
1:17 Y las puso Elohim en la expansión de los cielos, para alumbrar sobre la tierra, 
Vayiten otam Elohim birekia hashamayim leha'ir al-ha'arets.
1:18 y para señorear en el día y en la noje, y para apartar la luz de la oscuridad; 
Velimshol bayom uvalaylah ulehavdil beyn ha'or uveyn hajoshej 
Letra Lamed, simple 7, Sendero Tiféret-Nétsaj
y vio Elohim que era bueno. 
vayar Elohim ki-tov.
1:19 Y fue tarde y fue mañana: día cuarto. 
Vayehi-erev vayehi-voker yom revi'i.
Letra Kaf, Doble 5, Sendero Jésed-Nétsaj
1:20 Y dijo Elohim: Produzcan las aguas enjambre de criaturas vivientes, y aves
que vuelen sobre la tierra, sobre la faz de la expansión de los cielos. 
Vayomer Elohim yishretsu hamayim sherets nefesh jayah ve'of yeofef al-ha'arets
al-peney rekia hashamayim.
Tiféret, Sefirá 6
1:21 Y creó Elohim los grandes cetáceos y todo ser viviente que anda
arrastrándose, que las aguas produjeron en abundancia, según sus especies, y
toda ave alada según su especie; 
Vayivra Elohim et-hataninim hagedolim ve'et kol nefesh hajayah haromeset asher
shartsu hamayim le-minehem ve'et kol-of kanaf leminehu
Letra Nun, Simple 8, Sendero Tiféret-Hod
y vio Elohim que era bueno. 
vayar Elohim ki-tov.
Letra Pe, Doble 6, Sendero Tiféret-Yesod
1:22 Y los bendijo Elohim, diciendo: Fructificad y multiplicad llenad las aguas en los
mares. Y el ave se multiplique en la tierra. 
Vayevarej otam Elohim lemor peru urevu umil'u et-hamayim bayamim veha'of
yirev ba'arets.
1:23 Y fue tarde y fue mañana: día quinto. 
Vayehi-erev vayehi-voker yom jamishi.
Letra Sámej, Simple 9, Sendero Nétsaj-Yesod
1:24 Y dijo Elohim: Produzca la tierra ser viviente, según su especie, cuadrúpedo y
reptil y animal de la tierra según su especie; y fue así. 
Vayomer Elohim totse ha'arets nefesh jayah leminah behemah varemes vejayeto-
erets leminah vayehi-jen.
Nétsaj, Sefirá 7
1:25 E hizo Elohim al animal de la tierra según su especie, y al cuadrúpedo según
su especie, y a todo reptil de la tierra según su especie. 
Vaya'as Elohim et jayat ha'arets leminah ve'et habehemah leminah ve'et kol-remes
ha'adamah leminehu 
Letra Shin, Madre 3, SenderoNétsaj-Hod
y vio Elohim que era bueno
vayar Elohim ki-tov.
Letra Resh, Doble 6, Sendero Guevurá-Hod
1:26 Y dijo Elohim: Hagamos un hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza, y que señoree en los peces del mar, y en las aves de los cielos, y en los
animales, y en toda la tierra, y en todo el reptil que anda arrastrándose sobre la
Tierra 
Vayomer Elohim na'aseh adam betsalmenu kidemutenu veyirdu bidegat hayam
uve'of hashamayim uvabehemah uvejol-ha'arets uvejol-haremes haromes al-
ha'arets.
Hod, Sefirá 8
1:27 Y creó Elohim al hombre a su imagen, 
Vayivra Elohim et-ha'adam betsalmo 
Letra Ayin, Simple 10, Sendero Hod-Yesod
a imagen de Elohim lo creó, varón y hembra los creó. 
betselem Elohim bara oto zajar unekevah bara otam.
Letra Tsadi, Simple 11, Sendero Nétsaj-Maljut
1:28 Y les bendijo Elohim; 
Vayevarej otam Elohim
Letra Qof, Simple 12, Sendero Hod-Maljut
y les dijo Elohim: Fructificad y multiplicad y henjid la tierra, y sojuzgadla; y
dominadla los peces del mar, y a las aves de los cielos, y a todo animal que se
mueva sobre la tierra. 
vayomer lahem Elohim peru urevu umil'u et-ha'arets vejiveshuha uredu bidegat
hayam uve'of hashamayim uvejol-jayah haromeset al-ha'arets.
Yesod, Sefirá 9
1:29 Y dijo Elohim: He aquí que os di toda hierba que da simiente, que está sobre
la faz de toda la tierra; y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, a
vosotros servirá para comer. 
Vayomer Elohim hineh natati lajem et-jol-esev zorea zera asher al-peney kol-
ha'arets ve'et-kol-ha'ets asher-bo feri-ets zorea zara lajem yihyeh le-ojlah.
1:30 Y para todos los animales de la tierra y para todas las aves de los cielos y
para todo ser que se mueva sobre la tierra en que haya vida, toda verdura de
hierba (les servirá) para comer; y fue así. 
Ulejol-jayat ha'arets ulejol-of hashamayim ulejol romes al-ha'arets asher-bo nefesh
jayah et-kol-yerek esev le'ojlah vayehi-jen.
Maljut, Sefirá 10
1:31 Y vio Elohim todo lo que hizo, y he aquí que era bueno en gran manera; y fue
tarde y fue mañana: día sexto. 
Vayar Elohim et-kol-asher asah vehineh-tov me'od vayehi-erev vayehi-voker yom
hashishi.
Letra Tav, Doble 7, Sendero Yesod-Maljut.
Pensamientos de Torá y Cabalá XI
Panorámica de los capítulos uno y dos de Bereshit en el Árbol extendido
En el escrito anterior (Pensamientos… X) hemos comprobado cómo la
estructura del Árbol de la Vida aparecía codificada en el primer capítulo de
Bereshit mediante las treinta y dos veces en que aparecía el Nombre de
Dios – Elohim - y los diferentes tipos de acciones creativas asociadas.
No es la única forma en la que la narrativa se ajusta al modelo desplegado
por el Árbol. En particular en el Árbol extendido, que es el Árbol en los
mundos. Para verlo claramente es necesario hacer algunas consideraciones
previas.
Empezamos viendo que en el texto aparecen sucesivamente dos historias
diferentes de la Creación, respectivamente en los capítulos primero y
segundo del Génesis (empezando esta última en el versículo 4 del capítulo
segundo). Los estudiosos han dado por supuesto que se trata de dos fuentes
narrativas diferentes que han sido amalgamadas por los redactores bíblicos.
La interpretación cabalística es diferente.
Una clave nos la da el factor humano, al fin y al cabo el foco principal de
toda la Torá: En el capítulo primero Adam es creado (v. 27: Y creó – vayivrá –
Elohim al hombre a su imagen, a imagen de Elohim lo creó, varón y hembra
los creó); en el capítulo segundo es formado (v. 7: Y formó – vayitser – YHVH
Elohim al Adam del polvo de la tierra e insufló en sus fosas nasales aliento
de vida y tornóse el Adam alma viviente).
Podemos pues suponer que el primer capítulo trata del desenvolvimiento del
mundo de Briá o de la Creación y el segundo del de Yetsirá o mundo de la
Formación. Con el episodio de la Caída (capítulo 3), la pareja humana hace
el tránsito pleno al mundo de Asiá o de la Acción (pasa del plano de la luz
OR, con alef, al plano de la piel OR, con ayin). Y el primer versículo del texto
(Gen 1.1) sería una representación sintética del mundo de Atsilut en cuanto
a la propia configuración de la Deidad siguiendo el esquema sefirótico.
Y puesto que el Árbol de la Vida – principalmente el Árbol extendido o Árbol
en los mundos – es nuestro mapa fundamental, podemos ver cómo se
articula lo anterior en esta representación, lo cual no es una mera
curiosidad, sino que nos puede abrir modos de conexión con las energías
básicas que configuran la realidad. Cada versículo correspondiente sería
una clave del o de los factores esenciales relacionados.
En el Árbol extendido (ver imagen adjunta) los mundos no se siguen unos a
otros como provincias separadas, sino que se superponen íntimamente, de
modo que una sefirá en un mundo manifiesta otra sefirá diferente, ya sea en
el mundo anterior o en el siguiente. Se da un solape entre rostros, de modo
que el rostro inferior de un mundo (las cinco sefirot inferiores, de Tiféret a
Maljút) se superpone al rostro superior del siguiente (Kéter, Jojmá, Biná,
Dáat y Tiféret) que tiene una configuración similar. Sólo Jésed y Guevurá
permanecen en su propio plano y sólo pertenecen a un mundo. Un estudio
detallado del diagrama propuesto es necesario para comprender las
implicaciones de este sistema .
Decimos que el primer versículo: Bereshit Bará Elohim Et HaShamaim VeEt
HaÁrets prefigura la configuración del mundo de Atsilut (aunque visto desde
Briá; no en sí mismo) de la siguiente manera:
Bereshit – con reshit, con Sabiduría – ya hemos establecido en otro lugar
que corresponde a Jojmá; Elohim es Biná, siendo bará – creó – la conjunción
de ambos (Abba e Imma, Padre y Madre) que da lugar a la Creación. Kéter –
el Arij Anpin o Gran Rostro – permanece implícito, como ya vimos en el
análisis de esta expresión.
HaShamaim – los cielos – es una representación de las sefirot de Jésed a
Yesod con centro en Tiféret – lo que se conoce como el Zeir Anpin o Rostro
menor – que en este caso, como septenario, incluye a Dáat, con el que se
vincula mediante la partícula Et.
HáÁrets – la Tierra – es Maljut, Shejiná, Nukva de Zeir Anpin (hembra) con el
que se vincula en Yesod (Dáat en el mundo de Briá) mediante la expresión
VeEt.
Hemos interpretado Et como representando a las letras del Alfabeto, las
energías metafísicas fundamentales. Eso siempre significa un vehículo para
la acción del Espíritu, y veremos a continuación que este punto corresponde
al Rúaj Elohim, el Espíritu de Dios, del segundo versículo.
Entramos entonces en el mundo de Briá. El acto creativo dimana del Zer
Anpin de Atsilut, particularmente de Tiféret, el corazón de ese mundo, que
en el Árbol extendido se solapa con el Kéter de Briá.
Podemos considerar que las tres sefirot supremas de Briá – Kéter, Jojmá y
Biná – reactualizan el primer versículo de “En el principio creó Dios los
Cielos y la Tierra”.
El segundo: “Y la Tierra era caos y vacío... y el Espíritu de Dios se cernía
sobre la superficie de las aguas”, nos sitúa en Daát de Briá/Yesod de Atsilút.
Es el paso a través del Abismo en el mundo de Briá.
A continuación tenemos los seis días distribuídos sefirá a sefirá de la
siguiente manera:
Día Uno: “Que haya Luz...”, Jésed de Briá.
Día segundo: “Haya un firmamento en medio de las aguas que separe...”,
Guevurá de Briá.
Día tercero: “Reúnanse las aguas... en lugar uno y aparezca lo seco”
“Brote la tierra vegetación... y árboles”
Tiféret de Briá/Maljút de Atsilút/Kéter de Yetsirá.
Día cuarto: “Haya luminarias en el firmamento de los cielos...”, Nétsaj de
Briá/Jojmá de Yetsirá.
Día quinto: “Pululen las aguas... (aves y peces)”, Hod de Briá/Biná de
Yetsirá.
Día sexto: “Produzca la Tierra animales...”
“Hagamos al Hombre a nuestra imagen y semejanza...” 
“Procread y multiplicáos...”
“He aquí que os doy toda planta como alimento...”
Yesod de Briá/Daát de Yetsirá.
En el séptimo día Dios descansó y santificó el Shabat. Corresponde a Maljút
de Briá/Tiféret de Yetsirá/Kéter de Asiá.
En el versículo cuatro del segundo capítulo empieza el llamado segundo
relato de la creación que, como decimos, estructura el mundo de Yetsirá.
- Empieza con la afirmación simétrica: “Esta es la historia de los Cielos y la
Tierra en su creación”. Corresponde a las tres sefirot supremas de Yetsirá.
- “El día en que hizo YHVH Elohim Tierra y Cielos ningún árbol del campo
existía...”, Daát de Yetsirá/Yesod de Briá.
- “Pero un vapor (AD) surgía del suelo que regaba toda la faz de la tierra”,
Jésed de Yetsirá.
- “Entonces formó YHVH Elohim al Hombre (ADM)... e insuflando en sus
narices aliento de vida, quedó constituido como alma viviente”, Guevurá de
Yetsirá.
- “Luego plantó YHVH Elohim un vergel en Edén al oriente y allí colocó al
hombre que había formado”
“Y YHVH Elo/him hizo germinar del suelo... y el árbol de la vida y el árbol del
conocimiento del bien y del mal”
Tiféret de Yetsirá/ Maljút de Briá/ Kéter de Asiá.
- “Brotaba de Edén un río para regar el jardín y desde allí se dividía en
cuatro brazos...”, Nétsaj de Yetsirá/ Jojmá de Asiá.
- “Así pues tomó al hombre y lo puso en el jardín para que lo cultivara y
guardara”, Hod de Yetsirá/ Biná de Asiá.
- “De todo árbol podrás comer... pero del árbol del conocimiento del bien y
del mal no has de comer... pues morirás”
“No es bueno que el hombre esté solo...”
“Así pues YHVH Elohim infundió un sueño sobre el hombre...”
“Luego YHVH Elohim transformó en mujer el lado que había tomado...”
Yesod de Yetsirá/ Daát de Asiá.
- “Esta es esta vez hueso de mis huesos y carne de mi carne. A ésta se
llamará varona (Ishá) pues del varón (Ish) ha sido tomada. Por eso dejará el
hombre... y se unirá a su mujer y serán una sola carne”, Maljút de Yetsirá/
Tiféret de Asiá.
Este esquema enunciado de una forma panorámica abre un enorme abanico
de temas y cuestiones que, BeEzrat HaShem, intentaremos dilucidar en
escritos posteriores. Será necesario dotar de detalle a cada una de las
aseveraciones. Sirva este estudio como un marco teórico de referencia para
comprobar cómo el Árbol de la Vida es una fórmula maestra tanto desde el
punto de vista sincrónico (estructural), como diacrónico (sucesivo-
temporal). Es el Árbol “fruto” (que ya es el fruto) y “que da fruto” (proceso
evolutivo) del tercer día de la Creación. “Cuya semilla está en él”, en su
despliegue holográfico multidimensional, que el Séfer Yetsirá define como
Profundidad (o infinitud) del Principio y Profundidad del Fin.
Pensamientos de Torá y Cabalá XII
Gen 1:2
Y la tierra estaba desordenada (caótica) y vacía, y (había) oscuridad sobre
la faz del abismo, y el espíritu de Elohim se cernía sobre la faz de las
aguas. 
Veha'arets hayetah tohu vavohu vejoshej al-pene tehom veruaj Elohim
merajefet al-pene hamayim.
Cuando el rayo de la creación atraviesa el Dáat de Briá (solape con Yesod
de Atsilut), en el espacio vacío (jalal) generado por el tsimtsum
(contracción-retirada del Infinito de una “parte” de sí mismo) pasa por
cuatro niveles – Tohu, Bohu, Joshej y Tehom – antes de que el Rúaj Elohim –
el agente creativo – despliegue la manifestación de los mundos creados.
Tal como está escrito (séfer yetsirá): Ajat Rúaj Elohim Jayim… kol verúaj
vedibur vehú Rúaj haKódesh. Uno el Espíritu del Dios Vivo… voz, aliento y
palabra, y él es el Espíritu Santo.
Este Espíritu expresa la influencia del Yesod de Atsilut imprimiendo en la
sustancia caótica el sello y la forma de lo divino.
En la cosmología luriánica ya ha tenido lugar la Shevirat Kelim, la ruptura de
las vasijas. Las sefirot primordiales, al ser puras vasijas receptoras de la
Luz Infinita – y por tanto, en fase opuesta a la esencia dadora de esta Luz –
no han podido contenerla, soportar su impacto, y se han hecho añicos,
cayendo de forma caótica a las profundidades del vacío.
¿Qué tenemos entonces?
Tohu es el estado confuso del aspecto sustancial. Bohu es ausencia de
forma y, por tanto, de información. Joshej es energía oscura, inconsciente.
Tehom es extensión, distancia, separación.
Representan a los cuatro elementos en estado precreativo: Tohu es Tierra,
Bohu es Agua, Joshej es Fuego y Tehom es Aire. Siendo el Rúaj Elohim el
Espíritu o quintaesencia, el quinto elemento.
Esta disquisición tiene sentido porque también la conciencia, en el camino
de retorno, ha de penetrar estos cuatro niveles arquetípicos que son como
barreras de klipá o cáscaras, para poder tener acceso directo al dominio de
lo Divino.
Eso es lo que nos enseña el primer capítulo del libro de Ezequiel, de la
visión de la Merkavá o Carroza Divina, en el que está prefigurado el camino
de meditación de la cábala profética.
Así, leemos (Ez 1:4): 
“Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso (Rúaj Seará), y una
gran nube (Anán Gadol), con un fuego relampagueante (Esh Mitlakájat), y
alrededor de él un resplandor (Nógah), y en medio del fuego algo que
parecía como bronce refulgente (Ein haJashmal).
Estos los velos de negatividad o klipá que bloquean al alma y la impiden
acceder directamente a su naturaleza superior divina: 
El rúaj seará o viento tormentoso es la agitación de la mente, como puede
comprobar cualquier persona que empieza un camino de meditación y en su
interiorización se encuentra con el estado caótico de sus innumerables
pensamientos que no puede controlar. Corresponde al estado de Tohu.
El anan gadol o gran nube es la opacidad mental/emocional que se alcanza
una vez que se ha superado el estado anterior mediante la concentración.
¿Qué encuentra el meditador entonces? Nada. Vacío. Su mente cerebral
está acostumbrada a funcionar de una manera determinada y no sabe
todavía procesar una información no verbal. Corresponde al estado de Bohu.
Puede empezar entonces a tener visiones, percepciones, realizaciones, que
se le clavan como agujas. Se ha energizado el depósito de la conciencia, en
el que están grabadas todas las impresiones recibidas y acumuladas en su
existencia o existencias. Es el fuego refulgente – esh mitlakájat – porque
entonces empieza a ver el verdadero estado de su alma, ¡desde el punto de
vista de su naturaleza superior! Nada se escapa a la visión de la lámpara de
luz negra, como sabe todo restaurador artístico, que tiene que percibir
todas las distintas capas superpuestas. Las revelaciones para el individuo
preparado pueden ser devastadoras. En esencia, el esh mitlakajat, el fuego
de la oscuridad, es la energía negativa que anula y reduce al meditador a
nada. Corresponde al estado de Oscuridad, Jósej. 
Por último, nóga o el resplandor – el brillo de la conciencia – es la membrana
semipermeable (en palabras de Ariéh Kaplan) que permite que la Luz Divina
penetre en los dominios de la oscuridad (y los sostenga, pues nada puede
tener existencia relativa fuera de la luz) pero no a la inversa. Es Tehom, el
Abismo que separa la conciencia Divina de la conciencia humana. Es, por
así decir, la luz del alba previa al amanecer. No es todavía lo Divino aunque
se presiente, se siente su Presencia. El meditador se ha de desprender de
todos sus campos de conciencia, de todas sus apoyaturas en creencias,
sistemas, etc., que dejan pasar cierta luz, pero pertenecen al dominio de
noga.
Tal como está escrito (en los grandes hejalot o Palacios): “En el sexto
palacio parece como si cientos de miles y cientos de miles de billones de
billones de ondas de agua estuvieran fluyendo hacia ti, pero no hay ni una
sola gota de agua. Tan sólo el resplandor etéreo de las piedras de puro
mármol construidas en el Palacio.
Si dices: “¿Cuál es el propósito de esta agua?”, los ángeles correrán detrás
de ti para apedrearte y te dirán: “Inútil, de ahora en adelante ya no verás
con tus ojos. Probablemente eres un descendiente de los que besaron al
becerro de oro. No eres digno de ver al Rey en su Trono”.
Se llega entonces a la visión del Jashmal (Ein hajashmal, el ojo del jashmal),
tras lo que se tiene la visión Divina. ¿Qué es el Jashmal? El Talmud lo
interpreta (de Hesh, silencio, y mal, palabra) como el silencio hablante – la
voz del silencio, la Voz sin sonido del habla Divina – equivalente a la kol
demamá o voz silenciosa del profeta Elías en el monte Joreb. Entonces
empieza la visión o experiencia propiamente dicha. 
La visión del Jashmal corresponde al nivel del Rúaj Elohim, el Espíritu de
Dios. 
Jashmal: Shin-Mem: fuego-agua; emblema de Shamaim: cielos; Lamed es
libra, la Balanza, emblema del equilibrio. (La Jet en sí es La Carroza, en los
arcanos del tarot).
Jashmal = 378 = malbush, vestidura, porque toda forma espiritual es
imperceptible a menos que se dote de una forma, vasija o cuerpo. Ezequiel,
procesa la visión en el plano imaginal (Yesod). De ahí la expresión
“apariencia de la semejanza de un hombre”. Hombre se refiere al mundo
atsilútico o divino. Semejanza a su proyección en el mundo de Briá o del ser.
Apariencia al mundo de Yetsirá o de la formación. Ezequiel mismo, como
forma corpórea, se encuentra en Asiá, el mundo de la acción, el plano físico.
A la inversa, para la experiencia del jashmal, hemos de despojarnos de toda
vestidura. Esta es la instrucción para el que monta en la carroza: 
“Y os habló YHVH desde el fuego voz de palabras y vosotros escuchasteis,
pero no visteis figura, sólo una voz.” (Deut 4:12). 
El meditador comienza a desvestirse de todo lo que pertenece a este mundo
y se prepara para entrar en el mundo por venir. Desciende hasta el fin de su
pensamiento y guardando la lengua (de la mente) de hablar y su corazón de
ponderar retorna al Lugar y sienta al Creador de la Forma de vuelta en su
Base (Séfer Yetsirá I:4).
Como dice el Séfer HaBahir (22):
“Todos estamos de acuerdo en que nadie fue creado el primer día. No debe
decirse por tanto que Mijael extendió el cielo al sur y que Gabriel lo
extendió al norte, ya que Dios dispuso las cosas en el medio”.
El sentido es que el meditador no debe aceptar ninguna imagen o ser como
teniendo autoridad en el mundo por venir. Este sólo puede alcanzarse
cuando el que medita está “a su lado” (Atsló, de donde deriva el término
Atsilut, que designa el Mundo Divino).
O como dice el siguiente párrafo que proviene de una fuente diferente:
“La mente contiene miríadas de fenómenos; cuando está engañada está
sujeta a nacimientos y muertes, y cuando está iluminada es el nirvana... Si
originas un pensamiento (por ejemplo meditando en el koan) que no vuelva
atrás (hacia fuera) y puedes conservarlo en tu trasmigración a través de tu
nacimiento y muerte, estrás naturalmente de acuerdo con el Tao” (Del
maestro japonés Ju-gen. Tomado del libro Secretos de la meditación china,
de Lu k’uan Yü)
En el libro Shaaré Tsedeq, las Puertas de la Rectitud, el autor Rabí Shem
Tov sefardí, supuesto discípulo directo de Abulafia, dice, (una vez que las
operaciones con las letras han terminado): “Necesitas (entonces) meditar
en la esencia de tu propio pensamiento y extraer su habla (o palabra) tanto
si está moldeada en una forma o desatada de toda forma... Ahora, en este
proceso de exteriorización del habla del pensamiento, la persona se
involucra con su propia esencia tanto que escapa al dominio de su propio
intelecto natural. E incluso si desea dejar de pensar no puede hacerlo. Se
procede por grados: inicialmente a través de la escritura y el lenguaje, luego
a través de la boca, que significa dar forma. Cuando se abandona su
dominio, es necesario un esfuerzo suplementario, que consiste en la
exteriorización hacia afuera de su lugar natural, por grados, hasta que se
llega a un cierto nivel en el que quisieras impedir el pensamiento verbal,
pero ya no tienes la capacidad de hacerlo. Entonces, si tienes la habilidad
de empujar y exteriorizar, irás más y más desde las profundidades interiores
hacia el exterior, y darás forma a través de la facultad imaginativa
purificada, en la semejanza de un espejo transparente. Esta es la espada
llameante que giraba a todos lados, mediante la cual lo que está detrás
pasa a primer plano y lo de delante revertirá su ser. Entonces verás la
esencia interna en el exterior, igual que con los Urim y Tumim...etc.” (Fin de
la cita).
Una palabra de advertencia de Shem Tov (explicando por qué a pesar de
recitar y vocalizar los Nombres, a veces estos no actúan): “...Lo último está
relacionado con el hecho de que después de que nuestro propio
pensamiento se ha separado de nuestro propio dominio, la ayuda divina, que
viene de Metatrón, el Príncipe del Rostro, podría no alcanzar impactar con
él. [Nota: Siempre se requiere la ayuda divina. Esto no es un proceso
automático. Y menos que podamos controlar. De ahí que las prácticas de
meditación avanzada deban siempre hacerse en estado de conexión y
santidad constantes. Ver más abajo.]... Por tanto, si su pensamiento sale y
la ayuda divina no lo acompaña, desde que de acuerdo con su naturaleza no
podrá volver atrás, será abandonado al peligro constituido por demonios,
diablos y espíritus malignos [podrá tener poderosas visiones y alucinaciones
que no podrá controlar]. A lo mismo se refiere aquello respecto a ese
hombre que miró y fue golpeado, es decir, enloqueció [Se refiere al episodio
de los cuatro rabinos que entraron en el Pardes]. De hecho hay cuatro
medidas: el hombre que echa una mirada y muere a causa de la luz divina
que atrae la luz del néfesh, en su extrema debilidad comparada con aquella;
el que se vuelve loco, y el que corta las plantas [apostata] pensando que
hay dos poderes y que no hay ley ni juez. Finalmente, está el que entra y
sale de allí sin daños, gracias a la ayuda de Metatrón para entrar y de
Sandalfón para salir.” 
Se dice que sólo Rabí Aquivá – el cuarto aludido – fue capaz de integrar las
potentes experiencias espirituales con su vida cotidiana. De ahí que pudiera
entrar y salir en paz.
Pues el trabajo de la merkavá – la trasformación de la propia alma en un
vehículo de esa Presencia espiritual que hemos definido como el arquetipo
Divino – es la actualización de la Presencia en el centro de nuestro self e
irradiando en todos los aspectos de nuestra vida. De ahí que se diga que los
Patriarcas son la mercavá.
Para ello, el foco de la mente debe estar siempre en lo Divino. La clave de la
conexión es el pensamiento, la atención consciente. En palabras de
Abraham Afulafia:
“El Mundo Futuro es el intelecto, que es la fuente de toda Sabiduría,
Entendimiento y Conocimiento, emanando del Rey de Reyes, el Santo,
Bendito sea...
Tu mente debe entonces venir a unirse con su Mente, que es lo que te da el
poder de pensar. Tu mente debe desvestirse de todo otro pensamiento que
no sea su Pensamiento. Este se torna como un socio, uniéndote a Él
mediante su Nombre glorioso y terrible”.
ESA ES LA CLAVE QUE NOS PERMITE ATRAVESAR TODOS LOS VELOS DE
LA KLIPÁ: LA PRÁCTICA DE LA MEDITACIÓN CONSTANTE EN EL NOMBRE
DE DIOS.
También dice Maimónides, el Rambám, en su Guía de los Perplejos, Parte III
Cap. 51 (tras establecer cómo el sentido continuo de estar en la Presencia
de Dios es el verdadero servicio al que tienden las prácticas religiosas: la
lectura de la Torá, la oración, la observancia de los preceptos; de modo que
uno esté ocupado en Él, en vez de en lo que no es Él):
“Y está el individuo que, por su percepción de las verdaderas realidades y
su gozo en lo aprehendido, alcanza un estado en el que habla con la gente y
se ocupa de sus necesidades corporales mientras que su intelecto está
completamente vuelto hacia Él, sea por siempre exaltado, de modo que en
su corazón está siempre en su Presencia, sea Él por siempre exaltado, al
tiempo que externamente se halla con la gente, tal como describen las
poéticas parábolas que han sido inventadas para describir esas nociones:
‘Yo dormía, pero mi corazón velaba; es la voz del amado que llama...’(Cant.
5:2), y así sucesivamente. No digo que éste sea el rango de todos los
profetas, pero sí el de Moshé Rabenu, de quien se dice: ‘Moisés se acercará
solo a YHVH, mas ellos no se acercarán ni subirá el pueblo con él’ (Ex. 24:2);
y también: ‘Moisés permaneció allí con YHVH’ (Ex. 34:28); asimismo: ‘Tú,
empero, quédate aquí conmigo [dice YHVH]’ (Ex. 5:31)... Este también fue el
rango de los Patriarcas, cuya proximidad a Él, sea por siempre exaltado, es
que su Nombre fue conocido en el mundo por ellos: ‘El Dios de Abraham, el
Dios de Yitsjak, el Dios de Yaacov...; éste es mi Nombre para siempre’ (Ex.
3:15). A causa de la unión de sus intelectos mediante la aprehensión de Él,
resultó que El hizo una alianza perdurable con cada uno de ellos.”
Porque la Devekut o experiencia mística no es un estado de abandono o de
pérdida de sí en el infinito seno de la Deidad. Tal como nos ha descrito
antes Rambám, es un estado de continuo estar con Dios en mente y en
voluntad que, si bien conlleva el éxtasis, es también actualizado en la vida
cotidiana.
Como también corrobora Rabí Moshé ben Najmán (el Rambán, Najmánides;
siglo XIII):
“Los pensamientos de los Patriarcas no estaban separados ni un instante de
la Luz Divina. En todas sus actividades físicas el foco de su mente estaba
centrado en Dios. Ni aun durante el tiempo en que se unían sexualmente a
sus mujeres estaban separados sus pensamientos de esa adhesión a lo
Divino.”
“Una persona debe mantener constantemente en su conciencia a Dios y su
amor. No debe separar sus pensamientos de Él cuando viaja por el camino,
ni cuando se acuesta, ni cuando se levanta. Hasta alcanzar el grado
espiritual en que, cuando habla con la gente, habla sólo con la boca pero su
conciencia no está con los otros, sino en la Presencia de Dios. Para los que
alcanzan este grado espiritual es posible que, estando aún vivos, se hallen
sumidos en los brazos de la vida eterna. Pues se han hecho morada de la
Presencia Divina”
¡Baruj haShem!

PENSAMIENTOS DE TORÁ Y CABALÁ XIII


Gen1:3 
Vayomer Elohim yehi or vayehi or. Y dijo Elohim: Haya luz, y hubo luz.
Yehi Or, la Palabra de la Creación. Valor numérico = 232.
Y esta Palabra es la extensión del Nombre de Dios (YHVH):
YVD HY VYV HY = 72 (AB)
YVD HY VAV HY = 63 (SaG)
YVD HA VAV HA = 45 (MaH)
YVD HH VV HH = 52 (BeN)
Total = 232
Sobre esto comentaremos en otro escrito. Ahora nos interesa ver que,
considerando globalmente el versículo completo, su valor numérico es 813. 
Este es el valor de un Nombre de Dios: ARARITA, Alef Resh Alef Resh Yod
Tav Alef.
Ararita es un acróstico de la expresión EJAD ROSH EJDUTÓ, ROSH YEJUDÓ,
TEMURATÓ EJAD. Significa: UNO ES SU PRINCIPIO (SU CABEZA) UNA ES SU
INDIVIDUALIDAD Y SU PERMUTACIÓN ES UNA. El significado real es: El Uno
donde todo tiene su origen, donde todo tiene su existencia y adonde todo
retorna. Para los cabalistas del Iyyún, que es uno de los primeros círculos
de Cábala en el siglo XIII, anterior al Zohar (posiblemente en Toledo entre
1230 y 1260), es el nombre secreto del Jashmal, del que hemos hablado en
el escrito anterior y que es la última vestidura, el último velo delante del
absoluto.
El nombre Ararita significa la Unidad Absoluta, es decir el nombre empleado
para designar al Ser Primordial y trascendente que está más allá de los
mundos. Él es Uno en principio, es Único además, por su singularidad, su
individualidad, y en todas sus vicisitudes sigue siendo UNO. Es un nombre
de la unidad.
Es interesante notar que el llamado primer día de la Creación en realidad es
el día UNO (Yom Ejad) y no es nombrado como debiera Yom Rishon, día
primero, siguiendo la numeración ordinal, como se hace en los demás días.
Porque en el primer día, de la luz de Jésed, todo es Uno. Y el nombre
Ararita, de siete letras, está manifestando la unidad en medio del
septenario.
Leemos en el Séfer haIyyun:
(fuente: https://cosmogono.wordpress.com/category/biblioteca/cabala/)
“El significado de todo esto se clarifica por lo que explicó Rabí Ismael ben
Elisha, Sumo Sacerdote en la Cámara de la Piedra Labrada. Se ha enseñado:
Rabí Ismael dijo “En aquel día, nosotros –Rabí Aqiba y yo- estábamos ante
Rabí Nehunia Ben Hakana y Rabí Hanina Ben Tradiyon también estaba
presente. Le pedí a Rabí Nehunia Ben Hakana lo siguiente: “Rabí,
muéstrame la Gloria del Soberano del mundo para que su conocimiento me
resulte tan claro como Sus demás efectos”. Me dijo: “Orgulloso, ve y
examina el gran anillo en el que están inscritos los cielos y cuyo nombre es
Ararita, y después examina el anillo de la tierra, cuyo nombre es HV, y
entonces te lo mostraré todo”. Fui a la cámara interior del Santo Palacio
Exterior y tomé de allí un libro de Rabí Nehunia Ben Hakana titulado El libro
de los palacios, y esto encontré escrito al comienzo del libro: “Poderoso en
las cámaras de grandeza es Aquél que se sienta sobre las ruedas de Su
Carro, sellado con Yo soy el que soy - Ehyeh Asher Ehyeh - (Ex 3,14) y con el
gran anillo en el que están inscritos los cielos, cuyo nombre es Ararita, que
es Su Nombre. Es una abreviatura de Una es su principal Unidad, Su primera
Unicidad, Su permutación es Una. Él es Uno, Sólo, Único. El anillo de la
tierra tiene el nombre HV, una abreviatura de “Él es y será Uno”. Mediando
entre estos dos anillos está YHVH. Ésta es Una palabra dicha en sus
revoluciones (Prov 25,11)”.
Y también es interesante notar que si sumamos el valor de Kéter (620),
Jojmáh (73), Bináh (67), las tres sefirot supremas del Árbol, más el número
53, que ahora comentaremos, obtenemos 813, el valor de Ararita y del
versículo que estamos empezando a estudiar.
¿Qué es el número 53?
Si consideramos la expansión del Tetragrama (YHVH): He He / Vav Alef Vav /
He He / Dalet Vav Yod, caracterizada por la Vav desarrollada con Alef y las
letras He a su vez dobladas, vemos que su valor numérico es 53, por una
parte el mismo que el de la palabra Jamá, Jet Mem He, una de la formas de
decir Sol, y por otra el mismo que Gan, Guimel Nun, Huerto o Jardín (Gan
Eden). No podemos dejar de mirar a esa Alef (Tetragrama potencial;
característica sobre todo de la expansión Yetsirática) entre las dos letras
Vav de la expansión de Asiá (Ben) sin pensar en el Arbol de la Vida en medio
del Jardín. Y, así, si a este desarrollo 53 le sumamos los valores de Ab, Sag
y Ma, obtenemos 233, que es el Ets HaJayim, el Árbol de la Vida.
Además, si sumamos al 233 de esas cuatro expansiones del Tetragrama
(Ab, Sag, Mah y Ben aumentada con la Alef), el número 72, valor de su
triangulación (Y/YH/YHV/YHVH), obtenemos 305, Déshe, Dalet Shin Alef, la
Hierba, verdín o vegetación del tercer día de la Creación (correspondiente a
Tiféret). En ese día Dios hace brotar la hierba (enjambres de Chispas
Divinas) y los árboles (Árbol de la Vida) con el poder orgánico de fructificar y
portar semilla (la Vida). Recordemos que la Tierra del tercer día es la
reunión de las aguas en el Makom Ejad (Lugar Uno). Y Makom, un Nombre
Divino, Mem Qof Vav Mem, es la suma de los cuadrados de las cuatro letras
del Tetragrama (100 + 25 + 36 + 25 = 186).
Y Eben (=53) es la Piedra, la Roca, tal como está escrito (Bereshit 49:24): “Y
su arco se mantuvo poderoso y los brazos de sus manos se fortalecieron por
las manos del Fuerte de Jacob, por el nombre del Pastor, la Roca de Israel
(Ebén Israel)”.
Esta Roca es la eternidad (unidad) en medio del cambio. Tal como leemos
en el Séfer HaIyyún: 
“Sabe que el Santo Bendito Sea, existía antes de la creación del mundo,
existe en el mundo y existirá en el Mundo por Venir. La prueba de esto es: Él
hizo… Él hace… él hará. Otra indicación de esto es Dios es rey (Salmos 99,1)
es decir, Dios es; Dios reinó (Salmos 10,16), es decir, Dios fue; y Dios reinará
(Ex 15, 18), es decir, Dios será. Reina en este mundo, reinó antes de este
mundo y reinará en el Mundo por Venir”.
Ejad: Uno =13. Es interesante notar que en este grupo místico (el círculo del
Iyyún) el concepto de las 13 middot, las trece medidas de la misericordia,
cobra una importancia especial: 
“De este modo se explican todas las formas del Nombre Divino en el Libro
de la Creación. Estas son palabras reveladas desde el misterio más oculto,
llamado “Artesano”, que quiere decir la fuente de la fe, porque la fe emerge
de Su poder. Que Él sea bendito y unificado en sus potencias, aunque Él
permanece completamente más allá y las trasciende por completo,
infinitamente exaltado. Estas son las trece potencias por las que Él es
unificado y cada una tiene su propio nombre, cada una superior a la
anterior. La primera se llama “Sabiduría primordial”; la segunda “Luz
maravillosa”; la tercera “Electrum (Jashmal)”; la cuarta “Niebla”, la quinta
“Trono de luz”; la sexta “La rueda de la grandeza” también llamada hazhazit,
que significa lugar de la visión para los visionarios; la séptima se llama
“Querubín”; la octava “Las ruedas del carro”; la novena “El éter envolvente”;
la décima “La cortina”; la undécima “El trono de Gloria”; la duodécima, la
morada de las almas llamada “Las cámaras del esplendor”; y la
decimotercera, el secreto de la estructura suprema, llamado “El palacio
exterior de la Santidad”. 
Estas trece potencias se revelan como una desde el misterio más oculto
llamado “Artesano” –la fuente de la fe- de donde la fe emerge. Y antes de
que Él, Bendito Sea, hubiera creado algo, era llamado El –fuerte- porque Su
poder no era conocido. Cuando comenzó a llevar sus actos a la existencia,
creó las dos producciones del misterio y de la fe, manteniendo al mismo
tiempo la unicidad y la esencia. Ninguno puede vislumbrar el conocimiento
del Creador del Mundo”.
Dos meditaciones:
La primera es el propio nombre ARARITA por sus letras, ya sea en forma
lineal (tal como se escribe), o en forma de hexagrama (Las tres alefim son el
triángulo con el vértice hacia arriba; las dos resh y la tav, el triángulo con el
vértice hacia abajo; y yod en el centro); o bien en forma vertical según el
diseño de los siete centros psicofísicos. 
Contemplación.
La segunda, permite que el nombre anterior devenga en EJAD (puedes
visualizarlo debajo del nombre Ararita). Siempre las letras en fuego blanco
irradiando luz blanca, y siempre llenando el firmamento de luz y
canalizándola a través de nosotros). La Alef de Ejad es Kéter, la Dálet Maljut
y la Jet (8) las ocho sefirot intermedias.
Y permite que la Alef de Kéter irradie las trece midot, como las doce
permutaciones del Tetragrama (YHVH) siendo el Nombre EL (Dios) la
decimotercera (o la primera).
Y que esa Luz te llene, nos llene y llene a toda la Creación.
Vayomer Elohim Yehi Or Vayehi Or.

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