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Psicología pastoral
ÍNDICE
Páginas
I. Introducción 3
1.1. El ser humano como unidad esencial 4
1.2. Psicología y pastoral 6
1.3. Definición y cometido de la psicología pastoral 7
2
Psicología pastoral
PSICOLOGÍA PASTORAL
I. INTRODUCCIÓN
Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando la buena nueva del
Reino y curando toda enfermedad y dolencia en el pueblo (Mt 4,23).
1
S. IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a san Policarpo de Esmirna.
2
Cfr. S. GREGORIO MAGNO, Regla pastoral I, 1.
3
Psicología pastoral
sacerdote. De ahí que el mismo san Gregorio se muestre perentoriamente exigente cuando
advierte sobre la imprudencia que sería atreverse a ser guía y médico de las almas sin tener
las disposiciones y habilidades requeridas:
Ningún arte se asume para ser enseñado, si antes no se ha aprendido con atenta reflexión.
Puesto que la dirección de las almas es el arte de las artes, ¡qué grande es la temeridad de
los que reciben el magisterio pastoral carentes de sabiduría. Pues, ¿quién no sabe que las
heridas del alma están más ocultas que las de la carne? Los que no conocen la fuerza
curativa de las plantas se avergüenzan de ser tenidos por médicos del cuerpo, en cambio,
los que no han conocido en absoluto las leyes del espíritu, no temen hacer de médicos del
alma3.
Llévalos a todos sobre ti como a ti te lleva el Señor. Carga sobre ti, como perfecto atleta,
las enfermedades de todos4.
Si existe una realidad sobre la cual los seres humanos han escrito prolíficamente a
lo largo de toda la historia es, precisamente, acerca del hombre mismo. Resultan
incontables las reflexiones que el hombre ha hecho sobre sí mismo en el intento de
conocerse cada vez mejor y de descifrar el enigma que representa él para sí mismo.
De hecho, en el sustrato más íntimo que anima cada tiempo y cada cultura, subyace
siempre una antropología determinada, o, más aún, una gama de antropologías que definen
la postura del hombre ante sí mismo, ante su entorno y ante el misterio de Dios y de la
trascendencia.
El cometido de la introducción a esta materia no es analizar, más aún, ni siquiera
mencionar, el cúmulo inabarcable de ideas que se han generado en torno al hombre.
Bástenos aquí señalar que no sólo en el pasado, sino también en el presente, se ha
desarrollado una gama infinita de concepciones y posturas con respecto al hombre,
posturas en ocasiones parciales y, en muchos casos, radicalizadas.
Aquí sólo nos corresponde recordar que el ser humano es una unidad esencial que
no podemos fragmentar, sino que hemos de mirar y apreciar en toda su realidad: en su
dimensión corporal, psíquica y emocional, social, histórica, familiar, espiritual, religiosa,
etc.
La antropología teológica nos recordará siempre esta unidad esencial del hombre, la
realidad de la persona humana como imagen y semejanza de Dios y como “espíritu
encarnado”.
Por su parte, la psicología pastoral tendrá siempre presente al hombre total en su
dimensión espiritual como ser consciente y libre, en su realidad biológico-corporal, en su
3
S. GREGORIO MAGNO, Regla pastoral I, 1.
4
S. IGNACIO DE ANTIOQUÍA, Carta a san Policarpo de Esmirna.
4
Psicología pastoral
Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado.
Pues Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir, es decir, de Cristo, el
Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor,
5
Cf. L. F. LADARIA, Introducción a la antropología teológica, 81.
6
Ibid., 87.
7
Idem.
5
Psicología pastoral
Por último, si se comprende la unidad esencial del ser humano y se tienen en cuenta
los ejes medulares de la antropología cristiana arriba mencionados, se comprenderá
fácilmente por qué la Iglesia se auxilia de una visión interdisciplinar acerca del hombre
(biología, medicina, psicología, antropología, etc.) a fin de ayudarlo, desde la fe, cuando se
enfrenta con el desafío de integrar su personalidad o procesar salvíficamente las
situaciones críticas que pudieran presentarse en determinados momentos de la vida.
6
Psicología pastoral
“La psicología pastoral es una rama de la teología [pastoral] que estudia los
procesos inherentes a las situaciones pastorales”8 específicas que requieren un atento
estudio de la personalidad del individuo y de sus procesos internos, a fin de ayudarle a
resolver e integrar dichas situaciones, desde la doble perspectiva del equilibrio humano y de
la vida de fe.
No se debe olvidar que cada diálogo pastoral es, ante todo un encuentro de fe y, por
lo tanto, un evento salvífico en el cual tiene un papel preponderante la gracia de Dios. La
psicología permanece siempre con un carácter instrumental y como un subsidio en la
atención pastoral de las personas, lo cual no quiere decir que pueda relativizarse la
importancia de esta ciencia en la ayuda a los individuos.
Si quisiéramos individuar los cometidos principales de la psicología pastoral,
podríamos mencionar al menos los siguientes:
a. Tender puentes entre psicología y acompañamiento pastoral.
b. “[…] Hacer accesibles para la teología [pastoral] los resultados de la investigación
psicológica [a nivel del] diagnostico, la profilaxis y la terapia, de manera que
puedan llegar a ser fecundos para una praxis de la Iglesia adecuada al evangelio y a
las preguntas de los seres humanos”9.
c. Descubrir los elementos proporcionados por la psicología que pueden ayudar al
agente pastoral en la atención y seguimiento de casos específicos que tienen que ver
con el proceso de fe de la persona, pero que al mismo tiempo poseen una raíz de
índole prioritariamente psicológica.
d. Conocimiento elemental de las diversas teorías sobre la personalidad humana.
e. Ofrecer conocimientos esenciales acerca de los posibles trastornos de la
personalidad humana.
f. Ofrecer nociones acerca de la psicología evolutiva.
g. Proporcionar nociones sobre caracteriología.
h. Introducir al conocimiento sobre los dinamismos que subyacen en algunas
dificultades particulares para cuya resolución las personas acuden normalmente al
sacerdote o agente de pastoral. Los ejemplos son innumerables: depresión, soledad,
pérdida, abandono, divorcio, desempleo, rechazo, problemáticas familiares,
situaciones conyugales, conflictos de conciencia, educación de los hijos (en especial
en etapas críticas como la adolescencia), abuso sexual, adicciones, intento de
suicidio, pérdida del sentido de la vida, enfermedad, muerte de un ser querido y un
largo etc.
8
M. SZENTMÁRTONI, Camminare insieme. Psicología pastorale, San Paolo, Milán 2001, 6.
9
I. BAUMGARTNER, Psicología pastoral. Introducción a la praxis de la pastoral curativa, Desclée De
Brouwer, 1997, 49.
7
Psicología pastoral
¿Qué es la personalidad?
10
Téngase en consideración que los contenidos ofrecidos en este capítulo acerca de las principales teorías
sobre la personalidad humana son, en buena parte, una síntesis (y en varios párrafos transcripción literal),
traducción y glosa personales de la versión en lengua italiana del libro de M. SZENTMÁRTONI, Camminare
insieme. Psicología pastorale, San Paolo, Milán 2001, 10-31.
11
CH. MORRIS y A. MAISTO, Introducción a la psicología, México, Pearson Educación, 2001, 406.
8
Psicología pastoral
2.1.1. El inconsciente
Freud compara la psiqué del hombre con un iceberg: la parte menor del iceberg, la
que se alcanza a ver, es la parte de la conciencia humana, mientras que la mayor parte de la
personalidad humana y de sus dinamismos, aquello que no se ve, es la zona del
inconsciente.
Precisamente en el inconsciente se encuentran los impulsos, las pasiones, las ideas,
los sentimientos que están escondidos y reprimidos, que no saltan a la luz y que sin
embargo, ejercen, sin que la persona lo advierta claramente, un poderoso influjo en ella,
influjo que resulta prácticamente incontrolable por la persona mientras no se dé cuenta de
su existencia, es decir, mientras no haga consciente esos impulsos, pasiones y sentimientos.
En otros términos, dichos impulsos son fuerzas vitales tan potentes, que ejercen un
control imperioso sobre las necesidades y sobre los pensamientos conscientes del hombre.
Para Freud, la represión e inconsciencia de tales impulsos se debe, principalmente,
a un inadecuado manejo de los impulsos instintivos y de los deseos libidinosos de la
primera infancia, pues considera que gran parte de los conflictos de la personalidad radican
en aspectos no resueltos de la sexualidad, en particular de la libido.
Los impulsos reprimidos o relegados permanecen en la etapa del infantilismo,
puesto que no fueron asumidos ni integrados por la persona en su proceso de maduración.
Pero como esos impulsos son dinámicos, es decir, tienen fuerza sobre el individuo aunque
él no los conozca y no se dé cuenta de su existencia, entonces cuando la persona es
biológicamente adulta se puede comportar de manera infantil, concretamente respecto a sus
impulsos reprimidos de la infancia.
En su análisis sobre el hombre, Freud describe los estadios de evolución de la libido
del primero al sexto año de edad (principio evolutivo) y encuentra en los adultos enfermos
la no evolución o el empantanamiento en alguno de dichos estadios, lo cual se hace
manifiesto sobre todo en situaciones particulares de estrés o en experiencias traumáticas.
Recuérdese que para Freud libido es el conjunto de todas las energías que se
encuentran a disposición del eros, es decir, de los instintos de amor y placer. Estas energías
hacen que el hombre tienda naturalmente a obtener placer de las zonas erógenas de su
cuerpo.
Sintetizando todo lo anterior, para Freud las enfermedades psíquicas son anomalías
en el desarrollo de la libido y regresiones a las etapas disturbadas de la infancia.
Según Freud, las fases del desarrollo del individuo están directamente conectadas
con el desarrollo sexual, el cual, a su vez, está vinculado con la evolución de la libido.
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Psicología pastoral
Ahora bien, el desarrollo-evolución de la libido tiene mucho que ver con las zonas del
cuerpo del niño en donde se centra el placer sexual. El psicoanálisis ortodoxo distingue las
siguientes fases de desarrollo sexual en la persona:
Es la fase del desarrollo del niño en la cual la expulsión de las heces fecales y la
manipulación de su propio cuerpo están al centro de su interés. Se centra en la actividad
física y locomotriz, por ejemplo, mediante la defecación, pero no solamente. El niño
comienza a moverse mucho más y en ese moverse va aprendiendo también el rol de
autoridad de parte de los padres que, en cierto modo, intentan controlar los movimientos y
reacciones del niño. Se comienza a suscitar aquí el combate o lucha entre el control que los
padres ejercen y los impulsos que el niño quiere vivir sin más.
La fijación en esta etapa podría provocar, según Freud, masoquismo, neurosis
obsesivas y perversiones sádicas.
¿Cuáles serían algunos rasgos de personalidades con fijación en la fase anal?
a. Pedantería
b. Avaricia
c. Terquedad
Más aún, según el psicoanalista Jones, las personas con fijaciones en la fase anal suelen
ser precisas, extremadamente pulcras, minuciosas, circunspectas y rígidas.
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Psicología pastoral
Según Freud la persona pasa por dos fases genitales. En la primera (hacia los 4-5
años de vida) comienza a centrar su atención sobre sus órganos sexuales y comienza ya a
percibir la diferencia anatómica de los sexos. Se desarrolla más ampliamente la necesidad
de estimulación de los órganos genitales y de contacto físico con otras personas e incluso
de deseos propiamente sexuales hacia otras personas.
El niño descubre a la mamá no sólo como la mamá, sino como mujer, porque él está
descubriendo su propia masculinidad. Quiere que la mamá “sea toda para él” y entra en
rivalidad con el padre.
Para la niña, su naciente interés heterosexual la orienta hacia el padre, es decir,
hacia una persona psicológicamente distinta a la madre, lo cual la pone en conflicto con la
madre.
La fijación o regresión tardía a la primera fase genital puede llevar a la histeria y a
la homosexualidad o, en otros casos, a la impotencia en el varón y a la frigidez en la mujer.
Asimismo, si se fija una personalidad histérica, la persona tenderá a juzgar ciertas
situaciones sociales como situaciones de experiencia sexual y a satisfacer sus intereses
sexuales de forma morbosa.
La segunda fase genital comenzará con la pubertad y la persona irá desarrollando
cada vez más interés hacia sus coetáneos de diverso sexo. Esta segunda fase genial se
extiende a toda la edad adulta del ser humano.
Según Freud, cuando el niño o la niña han logrado percibir la diferenciación sexual
(el niño gracias a la relación con la madre y la niña gracias a la relación con el padre),
comienza en él un proceso de atracción y deseo sexual hacia la madre (los niños) y hacia el
padre (las niñas). Esto hace que el niño varón compita inconscientemente con el padre, lo
vea como rival en relación a la madre y, además, se sienta amenazado por el padre con
peligro de castración. Poco a poco el niño irá declinando en sus deseos sexuales hacia la
madre y se irá identificando con el padre, logrando así fijar en sí mismo la imagen
masculina con mayor claridad que antes. Mutatis mutandis, dígase lo mismo de las niñas
con respecto a la madre.
Según Freud, si el complejo de Edipo no se supera, se corre el riesgo de que en edad
más avanzada, la persona viva algunas neurosis, disfunciones de personalidad (por ejemplo
la homosexualidad) e incluso perversiones.
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Psicología pastoral
b. El inconsciente, que es una fuerza vital, está formado por todo lo que quedó
olvidado a causa de la represión.
c. El consciente es lo que aparece a flor de piel en nuestros pensamientos, acciones,
sentimientos, etc.
a) Ello. Es lo que hemos heredado y sobre lo cual no tenemos una influencia directa,
especialmente los instintos, que provienen de la constitución somática de nuestro ser. Es
inconsciente, se guía ciegamente por el principio del placer, no posee pautas morales ni
consideraciones para con los demás. Busca una gratificación inmediata, una satisfacción
inmediata. In nuce, es impulsivo.
El ello está en relación principalmente con los instintos de eros (amor, placer) y
tánatos (muerte, destrucción).
Aunque ambos instintos (eros y tánatos) están enraizados en el cuerpo, son fuerzas
que liberan energía mental y el ello almacena todas esas energías.
El instinto sexual es parte primordial del eros y la libido es el nombre de todas las
energías que se hallan a disposición del eros (es decir, del amor y del placer).
b) Yo. Comienza a desarrollarse conforme el niño, gradualmente, aprende que también los
demás tienen sus propias exigencias y necesidades y que la gratificación de sus necesidades
(las del niño) en ocasiones necesariamente tiene que postergarse. Va surgiendo así el
aspecto racional de la personalidad, el cual tiene la tarea de mediar entre las desenfrenadas
exigencias del ello y los límites impuestos por el mundo real.
El yo funciona con base al principio de la realidad y ayuda al ello a que viva según
lo que la vida es en realidad y no con base en aquello que querría que fuera. Dirige la
personalidad. Es en parte consciente y subconsciente. El yo está integrado por el
pensamiento, la memoria y la percepción, todo en relación con la realidad.
c) Super ego o super yo. Es el resorte ético de la personalidad que se forma gracias a la
asimilación de las normas de los padres acerca de lo bueno y de lo malo. Comienza a
desarrollarse en torno a los 4 o 5 años, edad en la que el niño va aprendiendo a identificarse
con las normas morales de los padres y a distinguir más claramente entre lo bueno y lo
malo según los valores enseñados por los padres y demás adultos.
El super yo está formado por dos componentes: la conciencia moral y el yo ideal.
Tiene la función principal de conseguir la perfección y tener al ello bajo absoluto control.
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Psicología pastoral
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Psicología pastoral
b) Evasión
Tipos de evasión:
c) Reinterpretación
14
Psicología pastoral
tan bien”, “ya vendrá en otra ocasión”, “algo tendrá de positiva esta situación”, “podría
haber sido peor”, “de aquí sacaré muchas enseñanzas”, etc.
Uno de los modos de hacer la reinterpretación es la racionalización porque ésta
permite justificar el propio comportamiento y las propias creencias, aún cuando en sí
mismas no sean aceptadas por el individuo o por los demás.
12
Los datos sobre la terapia psicoanalítica aquí presentados están tomados de: F. FRANCO ÁLFARO,
Razones para vivir. Psicología de la personalidad, visión trascendente, Universidad La Salle, México, s/f, 8.
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Psicología pastoral
La valoración que podemos hacer sobre el psicoanálisis, ante todo desde el punto de
vista de la antropología de fondo que maneja y de su utilidad en el acompañamiento
pastoral, es la siguiente:
13
F. FRANCO ALFARO, Razones para vivir. Psicología de la personalidad, visión trascendente,
Universidad La Salle, México, s/f, 6.
14
Idem.
16
Psicología pastoral
Bajo la óptica conductista no somos más que víctimas pasivas, flexibles y maleables del
ambiente, [el cual] determina nuestra conducta”15.
En contraposición a las teorías psicoanalíticas que consideran que el inconsciente
posee una función determinante en la vida del individuo, las teorías del comportamiento o
teorías conductistas, afirman que lo decisivo en la vida de la persona es su comportamiento
observable, el cual está siempre influenciado por las experiencias que el individuo va
acumulando y por el medio ambiente.
Para el conductismo la psicología debe ser una ciencia eminentemente práctica, libre
de especulaciones e introspecciones innecesarias, y más bien centrada en el análisis,
previsión y control del comportamiento de los individuos.
Esto quiere decir que las teorías conductistas prescinden de la consideración de los
problemas del sustrato biológico del comportamiento (situación de salud, herencia,
genética, control hormonal, etc.), de los estados subjetivos (como los sueños y las
alucinaciones) y rechazan la posibilidad de una ciencia sistemática de los fenómenos
psíquicos.
Más bien, los conductistas radicales hablan de “condicionamiento operante”, en el
sentido que “el individuo está condicionado por su ambiente. La bondad y la maldad son
simplemente recompensadas, no hay ni libertad ni dignidad. La conducta humana es un
fenómeno natural y, por lo tanto, puede ser estudiada científicamente.
Como todo fenómeno natural, la conducta humana está sujeta a leyes naturales, no
es un fenómeno errático o aleatorio, sino que tiene razones y causas.
Para el conductismo radical, los pensamientos y sentimientos no son auto-
originados sino producidos por la interacción del individuo con el medio. Algo ocurre en el
medio que nos hace sentir o pensar algo. La relación de la conducta con el medio es
recíproca. La conducta afecta al medio y el medio afecta a la conducta”16.
Lo que importa es el comportamiento de la persona. Por lo tanto, para este tipo de
teorías los conceptos clave son:
a. Comportamiento
b. Estímulo
c. Reacción
d. Adaptación
e. Aprendizaje
2.2.1. Aprendizaje
15
F. FRANCO ALFARO, Razones para vivir. Psicología de la personalidad, visión trascendente, 2.
16
http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Teor%C3%ADas_de_la_personalidad&oldid=29198683
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Psicología pastoral
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F. FRANCO ALFARO, Razones para vivir. Psicología de la personalidad, visión trascendente, 16.
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Psicología pastoral
2.3.3. La autorrealización19
18
La información sobre los postulados básicos de la psicología humanista está tomada sustancialmente de F.
FRANCO ALFARO, Razones para vivir. Psicología de la personalidad, visión trascendente, 16-17.
19
Información tomada de: M. SZENTMÁRTONI, Camminare insieme. Psicología pastorale, San Paolo,
Milán 2001, 23-24.
20
Psicología pastoral
20
M. SZENMÁRTONY, Camminare insieme, 24.
21
Psicología pastoral
Cabe decir que, según Maslow, una necesidad satisfecha deja de ser una motivación y,
por lo tanto, una necesidad superior a la ya satisfecha se convierte en una nueva
motivación.
sistema de valores y de una filosofía de la vida o de una religión, del mismo modo
que necesita del alimento, del agua, del aire, de la luz solar, etc. Quien carece de tal
sistema lleva una vida nihilista y sin sentido.
x. Poseen meta-motivaciones.
xi. Respetan la libertad de las otras personas en sus relaciones de pareja, matrimonio y
amistad. No dependen de nadie ni hacen depender de sí mismos a nadie.
xii. Establecen relaciones profundas y satisfactorias e intiman con algunas personas.
xiii. Poseen un buen sentido del humor.
xiv. Son altamente creativos.
xv. Son independientes frente a la influencia de los demás y altamente propositivos.
xvi. Poseen fuertes normas morales.
xvii. Se rigen por principios democráticos.
xviii. Saben disfrutar de la vida.
Para Maslow trascendencia significa “estar por encima de”, “no dejarse envolver
por”, no absolutizar, no ser dominado o limitado por… “Es el resultado de una actitud
consciente, decidida por uno mismo para no ser víctima del entorno, de las circunstancias,
de su inconsciente. Es un modo de emplear lo mejor que tenemos para alcanzar las metas
que nos hemos trazado. Es un vivir día a día, en la vida real, del modo más positivo”21.
21
F. FRANCO, Op. Cit., 55.
23
Psicología pastoral
a) La autotrascendencia
24
Psicología pastoral
2.5. Valoración global sobre la utilidad pastoral de las teorías sobre la personalidad
humana
22
M. SENTMÁRTONY, Op. Cit., 29.
25
Psicología pastoral
La vida del hombre pasa por diferentes etapas que son fácilmente identificables,
tanto desde la perspectiva meramente empírica, como desde el punto de vista de los
estudios científicos especializados: nacimiento, crecimiento, maduración, plenitud,
envejecimiento y muerte. Al respecto, uno de los aspectos más importantes en orden a la
calidad de vida del hombre y también en orden a su desarrollo espiritual, es conocer cada
etapa y saber ir viviendo cada una de ellas en plenitud, aceptando la realidad inexorable del
propio desgaste físico y psicológico.
“La psicología evolutiva tiene por objeto el análisis del desarrollo psíquico del
individuo (los fenómenos que se producen y su fundamento), desde el momento de la
concepción hasta la vida adulta. Se centra en el estudio de las tres trayectorias más
importantes del desarrollo […]24”:
a. Desarrollo físico:
Desarrollo cerebral
Cambios corporales
Adquisición y desarrollo (o disminución y desgaste) de habilidades motoras
b. Desarrollo cognitivo:
c. Desarrollo psico-social:
Obviamente, cada uno de estos campos de desarrollo en el ser humano tiene una
vinculación directa con los otros dos y se implican e influyen mutuamente.
23
Téngase en cuenta que para el desarrollo de todo el capítulo III he tomado como texto básico de referencia a
MONGUÉ, Miguel Ángel (Ed), Medicina pastoral. Cuestiones de biología, antropología, medicina,
sexología, psicología y psquiatría, EUNSA, Pamplona 2004, 339-416. La referencia a este texto será
recurrente y varios contenidos han sido transcritos textualmente.
24
MONGE, Miguel Á., Medicina pastoral, 339.
26
Psicología pastoral
25
Cf. Ibid., 340.
26
VILLAROEL, Paula, «Ideas esenciales en relación al ciclo vital de los seres humanos», 2001 en:
http://www2.udec.cl/~gnavarro/2001_1/desarrollo.html.
27
Psicología pastoral
Las grandes áreas de la vida del individuo “[…] donde se producen estas secuencias
definidas de transformaciones (desarrollo) [son] el aspecto biológico o físico, cognitivo, del
lenguaje, moral, social, afectivo y sexual”30.
Cabe mencionar que los parámetros sociales que pretenden indicar cuál es el momento
apropiado para “dejar el hogar, independizarse, comenzar a trabajar, casarse, tener hijos,
etc. varía mucho de una cultura a otra y de un tiempo a otro. Por eso algunos estudiosos se
muestran escépticos a dividir la vida en “etapas” claramente definidas.
No obstante, puede dividirse el ciclo vital del hombre esencialmente en las etapas que
se mencionan a continuación:
27
M. Á. MONGUE, Medicina pastoral, 341.
28
Cf. M. MONGUÉ, Medicina pastoral, 341.
29
Cf. Idem.
30
VILLAROEL, Paula, «Ideas esenciales en relación al ciclo vital de los seres humanos», 2001 en:
http://www2.udec.cl/~gnavarro/2001_1/desarrollo.html.
28
Psicología pastoral
3.2. LA ADOLESCENCIA
31
Cf. MONGUÉ, Medicina pastoral, 353.
32
M. Á. MONGUE, Medicina pastoral, 353.
33
Cf. Ibid., 353.
34
M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 353.
29
Psicología pastoral
30
Psicología pastoral
a. Egocentrismo y autoconciencia.
b. Idealismo
c. Razonamiento egocéntrico: cree que nadie lo puede entender, que sus experiencias,
sensaciones y problemas son únicos e irrepetibles, pero además completamente
incomprensibles por otras personas.
d. Desarrollo de una actitud crítica acendrada hacia sí mismos y hacia los demás, lo cual
lo conduce a la intransigencia y a veces a la agresividad.
e. Derrumbamiento de la imagen que tenían de algunos adultos, al aplicar el pensamiento
lógico y descubrir incongruencias entre lo que dicen y hacen los adultos. Esto puede
provocar enfrentamientos con las figuras parentales (padres, profesores, autoridades en
general) y con el ambiente.
f. Sensación frecuente de ser el centro de atención de los demás y de ser observados y
juzgados constantemente.
41
Cf. M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 355.
42
Cf. Ibid., 355-356.
43
Cf. M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 356.
31
Psicología pastoral
44
Cf. M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 356-357.
45
Cf. Ibid. 357.
46
Cf. M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 358.
32
Psicología pastoral
47
M. Á. MONGUE, Medicina pastoral, 358.
48
M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 359.
33
Psicología pastoral
Según Ricardo Zapata, Francisca Lahortiga y Miguel Ángel Mongué, la edad adulta
temprana va de los 20-21 años a los 30-32 años y presenta las siguientes características51:
49
Cf. Idem.
50
Introspección, abstracción, pensamiento lógico y razonamiento hipotético.
51
Cf. M. Á. MONGUE, Medicina pastoral, 360-363.
34
Psicología pastoral
Va de los 30-32 hasta los 42-44 años de edad. Constituye el «núcleo de la vida»53,
pues en este período se llega a la estabilización de todo lo que hasta entonces se encontraba
en agitación. Sus características son:
a. La persona no sólo mira hacia el futuro, sino también hacia el pasado, adoptando una
nueva actitud con respecto al tiempo, el cual se valora más y se aprovecha con más
sabiduría porque el adulto maduro se da cuenta de su volatilidad, a diferencia del adulto
joven, que cree poseer un tiempo ilimitado para la realización de sus objetivos.
b. El tiempo se economiza mediante la concentración, la perseverancia, el trabajo, la
paciencia y el sacrificio.
c. El ser humano está volcado hacia el mundo exterior y no hacia sí mismo. En especial, el
varón, vive dominado por la idea del rendimiento, la eficacia, la producción y por los
intereses objetivos, e interesado por el afán de poder y de hacerse valer.
d. La persona quiere ser eficaz y tener éxito.
e. Persigue directamente los fines que tiene proyectados. Sabe qué quiere y se esfuerza por
alcanzarlo.
f. La clara determinación de sus fines, así como la experiencia y la disciplina adquiridas,
lo capacita para el máximo rendimiento profesional.
g. Es el estadio de la madurez profesional y, por lo mismo, puede presentarse la llamada
«crisis de madurez » cuando el adulto se siente insatisfecho con lo que hace, puesto que
está listo para un cambio en el trabajo o para la consecución de metas más altas y no lo
logra.
h. Se renuncia a muchas posibilidades a favor de unas cuantas, sobre las cuales se deposita
toda la energía y la concentración. Dicha reducción pone al adulto medio en el riesgo de
la «estrechez de horizontes».
52
Ibid., 363.
53
Cf. M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 363.
35
Psicología pastoral
i. Madurez psicológica y social que hace al individuo apto para un amor profundo y
totalizador.
j. Decisión sobre la orientación valorativa, puesto que ya se ha producido la fijación de la
estructura psíquica.
k. El carácter adquiere su acuñamiento definitivo, mediante un activo y continuo
analizarse y decidirse.
l. Capacidad de paternidad, lo cual implica actitudes de vinculación y compromiso con
los hijos e induce a cambios intra-psíquicos profundos.
m. Relación de apoyo mutuo e igualdad con los padres, al asumir él mismo el matrimonio,
la paternidad y la responsabilidad laboral madura. Con esto se completa la «Tercera
individuación» que se inició en la edad adulta temprana.
n. Equilibrio en la realización de las tareas del adulto: cuidado de la propia persona, del
trabajo, de la relación conyugal, de la paternidad, de las amistades, del ocio, del
descanso, del propio mundo afectivo, etc.
o. La dedicación desproporcionada a una sola actividad o campo de la vida puede dar
lugar a «desequilibrios provocadores de conflictos en alguno de los campos de
actuación o, por lo menos, a un empobrecimiento personal, con reducción de intereses y
experiencias»54.
p. «En conjunto, la edad adulta media, en condiciones normales, es una época feliz. El
hombre se siente en plena posesión de su fuerza y capacidad. Se enfrenta a la vida con
conciencia de sí mismo y con gusto por el trabajo y el rendimiento»55.
a. Esta edad también es llamada edad involutiva y se caracteriza por ser una época de
decadencia biológica y de graves conmociones psíquicas. De los 45 a los 50 años se
presenta una disposición orgánico-biológica a las llamadas crisis de inflexión de la vida.
b. En la mujer tiene lugar la etapa del climaterio (normalmente entre los 40 y 50 años
terminando hacia los 55) y la menopausia.
c. En el hombre no hay un climaterio como tal y, a diferencia de la mujer, mantiene la
capacidad de reproducción por más tiempo (incluso puede llegar a no perderla nunca);
entre los 50 y los 56 años padece algunas molestias semejantes a las que padece la
mujer en sus años críticos: cansancio general, pérdida de elasticidad y tendencia a
depresiones y perturbaciones orgánicas como incremento de peso, trastornos de sueño,
etc.
d. La predisposición a las enfermedades y a la mortalidad incrementa con respecto a las
etapas anteriores de la vida.
e. Anímicamente predomina un cierto sentimiento depresivo de la vida.
f. Se va desdibujando la fuerza de imponerse y por eso las personas se hacen más
reactivas y aumentan las reacciones de autodefensa y la necesidad de afianzarse.
54
Ibid., 365.
55
M. Á. MONGUE, Medicina pastoral, 364.
56
Los contenidos de este apartado están tomados casi textualmente de M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral,
365-367.
36
Psicología pastoral
g. Los cambios físicos y los rasgos de envejecimiento que comienzan a aparecer generan
en hombres y mujeres sentimientos de inferioridad.
h. El impulso y el rendimiento en el trabajo disminuye y aumenta la fatiga.
i. Se corre el riesgo de la monotonía, provocada por la pérdida del impulso vital.
j. Aumenta la impresión de que el tiempo transcurre demasiado a prisa y aumenta la
nostalgia y el recuerdo del pasado.
k. Suelen suscitarse diversas crisis profesionales, matrimoniales, familiares y
existenciales.
l. Ante la percepción de la propia decadencia, la persona inmadura puede reaccionar con
actitudes como: aferrarse a la idea de la juventud, pavor a envejecer, resentimiento,
envidia y hostilidad frente a la juventud, etc.
m. En las personalidades maduras se produce un cambio de actitud: se produce una
introversión consciente. La persona se da cuenta que hasta el momento gran parte de
sus energías se habían dirigido hacia la posesión, el prestigio, el poder y ahora,
conscientemente, se vuelca hacia adentro y se preocupa de los valores personales y
formativos. Esto tiene como consecuencia paz interior y afirmación de sí mismo. Esta
introversión personal temporal y consciente, provoca después una nueva extroversión,
una vuelta a la sociedad y al mundo con una perspectiva diferente de las cosas.
n. En su conjunto, la edad adulta tardía representa una enorme prueba en la confirmación
de la personalidad. La profundización espiritual es fundamental para superar las
crecientes limitaciones físicas y enfrentarse serenamente con la posibilidad de la
muerte.
o. Uno de las pruebas más grandes de que esta edad se ha asumido con madurez es la
generatividad (de personas, de ideas, ideales, etc.). Esta generatividad es una sincera
preocupación y ocupación para convertirse en gestor y modelo de la siguiente
generación, actuando como transmisor de valores e ideales.
p. En síntesis, las tareas psico-sociales del adulto tardío serían: aceptar el envejecimiento
corporal, la limitación del tiempo y de la muerte personal; mantener la intimidad y
revalorar el matrimonio u opción fundamental de vida, “dejar partir a los hijos”, aceptar
la inversión de roles con los padres ancianos (cuidar a los papás) y permitir y apoyar el
relevo generacional socio-laboral.
37
Psicología pastoral
Como consecuencia de los severos cambios orgánicos que las mujeres viven durante
el climaterio, algunas de ellas experimentan también cambios en su vida psíquica, los
cuales suelen manifestarse en irritabilidad, tendencia a la depresión, inestabilidad
emocional, etc. Para muchas mujeres suele ser muy crítico saber y aceptar que, mientras
ellas han dejado atrás su etapa de fertilidad, sus maridos siguen siendo fértiles.
También pueden provocarse alteraciones en la vida sexual como por ejemplo, la
disminución temporal de la libido, dolor o molestia antes, durante o después de la relación
sexual (dispareunia), inhibición del orgasmo después de la fase normal de excitación
(anorgasmia), etc.
57
Cf. M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 263-264.
58
Los androgenos son hormonas sexuales masculinas (testosterona, androsterona y androstendiona) cuya
principal función es estimular el desarrollo de los caracteres sexuales masculinos.
38
Psicología pastoral
a. En algunas personas se da la disminución del interés por las diversas tareas que antes
iluminaban, orientaban y llenaban la vida.
b. Distanciamiento progresivo del ambiente exterior.
59
Los contenidos de este apartado han sido tomados de: M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 368-370.
60
Cf. M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 367.
Vale la pena tener en cuenta que la geriatría es la rama de la medicina que se encarga del estudio de
las enfermedades en los ancianos y la gerontología es la disciplina que se encarga del estudio de la vejez
desde un enfoque interdisciplinar.
39
Psicología pastoral
c. Nostalgia y recurrencia, a veces excesiva, al pasado, pues del futuro ya poco se espera.
De ahí que el anciano tiende a contar y re-contar experiencias pasadas, la mayoría de las
veces sin darse cuenta de que ya las ha referido en múltiples ocasiones.
d. Desconfianza hacia el mundo exterior y hacia los demás.
e. Dificultades para la adaptación, lo que explica por qué el anciano se apega con facilidad
a un lugar o espacio.
f. Sensación de inutilidad y de resultar molesto para los demás.
g. Sentimiento de humillación constante.
h. Sensación de ser relegado y aislado del trabajo, de la sociedad y de la familia.
i. Profunda inseguridad debida a las limitaciones físicas.
j. Desesperanza y sensación de incapacidad para superarse.
k. Mal humor, tristeza y amargura provocados por la desilusión y la desesperanza.
l. Conductas agresivas como mecanismo de defensa.
m. Quejas continuas.
n. Avaricia senil (provocada por la inseguridad y la sensación de que serán abandonados).
o. Voluntad débil.
p. Egocentrismo/ infantilismo.
q. Chantaje y manipulación.
r. Miedo al dolor, a la muerte, a la pobreza, a la soledad y a la invalidez.
s. Pavor de perder la cabeza (Alzheimer y otras demencias).
t. Incremento de la libido (generada por una excesiva concentración sobre sí mismos).
u. Ante el umbral de la muerte no pocos ancianos llegan a experimentar ansiedad,
sentimientos de culpa y de fracaso.
61
F. PUIGDENGOLAS, Acompañamiento a las personas mayores, Sal Terrae, Santander 2003.
62
Cf. M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 370-387.
40
Psicología pastoral
En general la mujer mantiene más vínculos sociales que el hombre y suele ser más
interdependiente que él. Interdependencia «[…] no significa impotencia, indefensión, falta
de control y necesidad de ayuda, sino predisposición para influir sobre otros y mostrarse
sensible a ellos, tendencia a suministrar y recibir apoyo, a confiar y a que se confíen en uno,
a definirse uno mismo en relación a otros, y a verse uno mismo no como un ser solitario,
sino vinculado a otros que son importantes para la propia vida»64.
De hecho, por ejemplo, «las mujeres tienden a utilizar la conversación
preferentemente para explorar relaciones, mientras que los hombres las usan sobre todo
para obtener soluciones»65.
El hombre, por su parte, tiende a vincularse menos que la mujer.
Las mujeres ordinariamente suelen ser más dedicadas a las tareas de ayuda social
que los hombres. Ellas, por ejemplo, normalmente suministran la mayor parte del apoyo a
niños, ancianos y enfermos. Esto es notorio también en sus orientaciones profesionales.
Todo esto puede deberse a su mayor nivel de interdependencia y empatía que el del
hombre.
63
M. Á. MONGUE, Medicina pastoral, 373.
64
Ibid., 378.
65
Ibid., 379.
41
Psicología pastoral
3.7.5. Empatía
Empatía significa la capacidad para identificarse con los demás, ponerse en sus
zapatos y comprender lo que piensan y lo que sienten y, además, hacerles sentir que uno
está comprendiendo lo que piensan y cómo se sienten. Normalmente la mujer desarrolla
más la empatía que el varón.
Es interesante como en un gran número de los seres humanos, hay una mejor
identificación y relación con la madre que con el padre.
66
M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 381.
67
Cf. R. M. MORENO, Taller de sexualidad para la liberación de la persona, México, SEMARO, 2003, 90
y M. Á. MONGUE, Medicina pastoral, 408.
42
Psicología pastoral
h. La mujer, por lo general, suele tener más sentido de lo seguro, de lo que ya está
comprobado por la experiencia. Le cuesta más trabajo cambiar, buscar nuevas fórmulas.
i. Mayor interés por la tranquilidad y por la paz que en el varón.
j. Mayor facilidad para conocer a las personas.
k. Mayor delicadeza en el trato que el varón.
l. Generosidad.
m. Capacidad para atender lo concreto.
n. Agudeza de ingenio.
o. Tenacidad.
p. Suele afrontar el dolor con mayor madurez que el varón, aunque elabora más
lentamente las pérdidas afectivas.
q. Tiene gran capacidad para la renuncia.
r. Tiende a la interiorización.
s. Suele tener como tema preferente de conversación a sí misma y las cuestiones referidas
directamente a las personas.
t. Suele tener mayor preocupación que el varón por su apariencia externa.
u. En el acompañamiento espiritual suelen ser más prolijas en sus relatos que el varón.
68
Cf. R. M. MORENO, Taller de sexualidad para la liberación de la persona, México, SEMARO, 2003, 90
y M. Á. MONGUE, Medicina pastoral, 408.
43
Psicología pastoral
69
Según Iván Pavlov, los tipos de temperamento tienen que ver con el grado de fuerza, equilibrio y velocidad
de correlación del sistema nervioso.
70
Cf. M. Á. MONGUÉ, Medicina pastoral, 101.
44
Psicología pastoral
No se puede relativizar el hecho de que los rasgos temperamentales que nos vienen
genéticamente heredados tienen un enorme influjo en la personalidad. «Es más, numerosos
datos y observaciones confirman que el lóbulo frontal del cerebro posee una influencia
decisiva en el desarrollo de la personalidad. Y así, lesiones o alteraciones de ciertas áreas
cerebrales llevan consigo un cambio en el temperamento, humor, memoria, facultades
imaginativas y creadoras, etc. [Así mismo], determinadas alteraciones biológicas impiden a
la persona “enferma” actuar voluntaria y libremente, y por tanto, ser totalmente responsable
de sus acciones»71.
«Existe, por ejemplo, la psicopatología de la irresolución; quienes la padecen son
incapaces de tomar resoluciones, debido a una falta de emociones que les deja sin
incentivos, y son personas que no reaccionan ante hechos graves; y fisiológicamente se
asocia a lesiones prefrontales ventromediales. Pero no siempre la causa de esos
comportamientos es orgánica; por ejemplo, en una persona sana pueden darse hábitos
adquiridos de “rumiaciones interminables”, pasividad y pesimismo […Por otro lado], en
algunas personas existe un déficit orgánico, tal vez hormonal que se manifiesta en un
déficit en la motivación y falta de impulso, deseos o apetencias y en otras se trata de una
apatía “cultivada”; han adquirido un estilo de vida en el que casi nada vale la pena el
esfuerzo»72.
Más aún, hay enfermos en los cuales un determinado comportamiento no es una
falta deliberada, sino una alteración del cerebro. En estos casos es el médico quien tiene
que dictaminar el diagnóstico y el tratamiento para la persona, no el sacerdote.
71
M. Á. MONGUÉ, 102.
72
Ibid., 102.
45
Psicología pastoral
a) Características de personalidad
73
Los tipos de personalidad presentados a continuación son una síntesis de los nueve tipos de personalidad
que presenta D. MAHON, De cara a Dios. Una introducción al eneagrama, Lumen, México 2003.
46
Psicología pastoral
Excesiva autocrítica.
Necesidad compulsiva de actuar en lo que consideran correcto.
Demora en tomar decisiones, originada por el terror a equivocarse.
Están dispuestos a auto-castigarse en pos de un desempeño excelente.
Ser controlados por el tiempo y obsesionarse por la puntualidad.
Permitirse descanso y diversión sólo cuando todas las tareas han sido perfectamente
cumplidas, pero resulta que las tareas siempre son interminables.
El riesgo de pensar que existe una sola manera de hacer las cosas: la de ellos.
a) Características de personalidad
47
Psicología pastoral
Siempre están dispuestos a realizar sacrificios por los demás, pero tienden a
descuidarse a sí mismos y a negar sus sentimientos y necesidades personales. Raras veces
piden favores.
Corren el riesgo de que su identidad dependa de la ayuda y la asistencia que puedan
ofrecer a los demás.
a) Características de personalidad
48
Psicología pastoral
Son naturalmente dinámicos, buenos organizadores y tienen una mirada atenta a los
detalles. Ellos planean para el futuro.
Buscan continuamente la popularidad.
Son naturalmente constructores de imagen. Con frecuencia son oportunistas y
adictos al trabajo. A menudo son jefes exigentes e inflexibles ante la ineficiencia y la
incompetencia, son reticentes a permitir que los sentimientos se interpongan en su camino
al éxito.
Viven sus vidas según una agenda rigurosa.
Como la imagen también es vital para el logro de sus proyectos, buscan vestirse con
estilo y adquieren diversos accesorios que den prueba de su éxito.
Viven constantemente detrás de una máscara y aprenden a manejar sus sentimientos
según lo necesiten. Nunca se sienten cómodos revelando su interior y por ello desvían la
atención con facilidad hacia el proyecto del momento, si existe el peligro de que sus
sentimientos queden expuestos en el encuentro con alguna persona.
Cuando se enfrentan con el fracaso suelen aislarse y pueden terminar en la
desesperación porque han construido su identidad sobre la base del éxito.
49
Psicología pastoral
a) Características de personalidad
Son personas que buscan ser auténticas, diferentes y únicas. Por ello persiguen
continuamente lo inusual y a veces lo extravagante. Son creativos y emocionalmente
honestos. Su forma de vestir y los ambientes que buscan, expresan su sentido de distinción
y su necesidad de belleza y significado profundo. Tienen una necesidad, a veces
incontrolable, de ser especiales.
Se ven a sí mismos como diferentes. Fácilmente pueden sentirse frustrados u
ofendidos. Esta inclinación a la tristeza deriva de su sensación de ser especiales pero
incomprendidos. Consideran que nadie puede comprender su dolor y su soledad.
A menudo son sensibles a la belleza, a los estados de ánimo y a los sentimientos de
los demás.
No tienen tiempo para lo ordinario ni sienten placer en ello y, por lo tanto, a
menudo les resulta difícil vivir el presente.
Suelen oscilar entre la alegría y la tristeza, entre lo trágico y lo melodramático.
Pueden ser envidiosos de lo que otras personas parecen poseer.
Muchas veces deben luchar contra sentimientos de inferioridad. Creen que si se
vuelven demasiado comunes los demás no los tomarán en serio.
Debido al temor de ser incomprendidos, suelen replegarse en sí mismos y tornarse
melancólicos y tristes. Pueden ser ensimismados, caprichosos y tendientes a la depresión.
50
Psicología pastoral
a) Características de personalidad
Se trata de individuos que observan muy atentamente a las personas, a las cosas y
circunstancias, dilucidando causas y posibles consecuencias de las actitudes de las personas
y de los hechos; acumulan gran cantidad de conocimientos y “teorías sobre la realidad”
pero, por temor al compromiso, se reservan para sí mismos sus conocimientos y sus
observaciones y se comprometen poco con la realidad.
Son personas pensantes que cultivan y defienden a toda costa la autosuficiencia,
más que la sana autonomía. Por lo tanto, pueden trabajar independientemente e incluso
evaden el trabajo en equipo.
Aunque suelen ser geniales en su percepción de la realidad y en la generación de
ideas, suelen guardárselas para sí mismos y para su propio provecho.
Normalmente son proclives a retraerse en sí mismos, aunque parecen “radares”,
pues están demasiado atentos a lo que ocurre a su alrededor.
Son más espectadores que actores. Pueden ser reservados y sentirse superiores a los
demás.
Suelen cuestionarlo todo, ser mezquinos y excesivamente críticos.
Además, no les gusta ser el centro de atención, para no comprometerse, por lo cual
huyen siempre de las luces del escenario.
También experimentan dificultades para comprometerse emocionalmente y evitan
los compromisos concretos con los demás, así como las relaciones de mayor intimidad.
Expresan con mayor facilidad lo que piensan que lo que sienten. Son cuidadosos de
no desarrollar demasiados vínculos afectivos.
Prefieren evitar las reuniones sociales y carecen de habilidades para la conversación.
Defienden a ultranza su propio tiempo y espacio privados, guardan sus sentimientos
para sí mismos, tienen dificultades para expresar o pedir lo que necesitan, prefieren
arreglárselas solos antes que depender de alguien y se relacionan más con sus pensamientos
y con el silencio que con las personas.
El egoísmo y el ensimismamiento.
La incomunicación.
La evasión del compromiso.
Las resistencias a la vinculación afectiva.
El miedo de los propios sentimientos.
Esnobismo intelectual.
51
Psicología pastoral
a) Características de personalidad
52
Psicología pastoral
Inseguridad
Temores desproporcionados.
Incapacidad para disfrutar del éxito y del placer.
Duda y escepticismo interminables.
Lealtad y esfuerzo por la causa.
Dar demasiado peso a la opinión que los demás tienen sobre ellos.
Abandonar sus sospechas y avanzar hacia la confianza. Esto les permitirá que otros
los conozcan y los amen, y en el proceso se verán aceptados.
No dejarse envolver por sus dudas y temores, más bien objetivarlos,
redimensionarlos y afrontarlos.
Convencerse de que son valiosos y dignos de confianza.
Evitar concederle un peso excesivo a las opiniones de los demás.
No idolatrar a las figuras de autoridad.
Dejar de exigirse logros imposibles.
No pretender controlar tanto sus miedos a fin de que nadie se dé cuenta, pues ello
les genera más tensión.
Reconocer con mayor realismo sus sentimientos y aprender a expresarlos.
Ayudarles a afianzarse en Dios como fuente de valía y de seguridad personales.
Fortalecer su confianza en Dios.
No obstante, también se les debe ayudar a comprender que Dios siempre nos pide
dar un paso adelante y que el desierto, la desolación, la oscuridad y la prueba,
también son constitutivos de la vida de fe.
a) Características de personalidad
Tienden a tomar con poca seriedad los compromisos y a llegar tarde a la mayoría de
las cosas.
Postergan y evitan los compromisos reales.
Muchas veces, su atiborrada agenda social y su adicción a la diversión los hacen
evadir, o al menos posponer, el abordaje de temas personales, sociales y espiritualmente
profundos.
Fácilmente optan por permitirse el exceso y tienen problemas con la moderación.
Buscan la gratificación inmediata y pueden volverse muy agresivos cuando otros
intentan aconsejarles que se controlen.
Por naturaleza son contrarios a la autoridad.
Profundizar sobre sí mismos, sobre las personas y sobre las cosas, en vez de permanecer
en los límites o quedar atrapados en la superficie.
Enfrentar el dolor cuando es necesario.
Resistir a la tentación de evitar lo serio de la vida.
Dar en la misma proporción que reciben.
Moderar la tendencia a la gratificación inmediata.
Disciplinar su impetuosidad.
Controlar la necesidad desproporcionada de gente nueva, cosas nuevas y lugares
nuevos.
Crecer en la introspección cultivando espacios de soledad, reflexión y silencio.
Tener en cuenta que Dios no es sólo el “Dios del deleite” y de la belleza; que su hijo se
encarnó y murió y que la vida de fe es, por antonomasia, vida entregada y, por lo tanto,
muchas veces vida sacrificada a favor de los demás.
54
Psicología pastoral
a) Características de personalidad
Disfrutan del poder y del control y son capaces de trabajar duro y jugar duro.
Pueden ser protectores y estimulantes, y pueden utilizar su autoridad para combatir la
injusticia. Son auto-afirmativos, valientes y disfrutan de nuevos desafíos.
Están listos para explotar cualquier debilidad que aparezca en el horizonte. Tienen
poca consideración por los sentimientos de los demás y a veces pueden ser muy crueles.
Son renuentes a disculparse.
A menudo son abiertamente agresivos y les encanta desafiar y dominar a los demás.
Ven la vida como una batalla, pues son competitivos por naturaleza y les gusta
buscar el punto más débil de sus contrarios.
Les agrada utilizar el lenguaje agresivo y vulgar.
Desprecian la debilidad y guardan respeto sólo por aquellos que están dispuestos a
pelear en su propio terreno. Les gusta provocar a la gente, buscan el conflicto y, a veces,
cuando no lo encuentran, lo provocan. Pueden ser francos hasta llegar a la brusquedad. Les
gusta proyectar una imagen de dureza.
Disfrutan de las peleas, las confrontaciones y la exhibición de poder. Cuando se
encuentran inmersos en un proyecto tienen la capacidad de trabajar con enorme
compromiso.
Poseen gran capacidad para soportar el dolor. Pueden ser muy protectores con sus
amigos, pero a veces sus relaciones pueden estar basadas en la sumisión de los otros.
55
Psicología pastoral
Será necesario ayudarles a purificar sus principios de identidad mirando a Jesús como
paradigma del hombre auténticamente fuerte y del líder por antonomasia.
a) Características de personalidad
Inseguridad
Indecisión
Falta de confianza en sí mismos
Represión de su energía física y de su ira
Evasión del conflicto
Falta de libertad interior para defender sus propias posturas.
Elevar su autoestima.
No depender de la opinión de los demás.
Aprender a enfrentar la realidad y el conflicto.
Controlar su tendencia al escapismo y las costumbres que lo acompañan: píldoras
somníferas, alcohol, narcóticos, compras, dormir demasiado, etc.
56
Psicología pastoral
Son amantes de considerar a Jesús sólo como pacificador y por ello necesitan entender
que para Jesús la paz estaba lejos de la indolencia y de una falsa armonía.
Ayudarles a comprender que la falsa mansedumbre puede provocar estragos en la vida
espiritual.
Acercarlos a la comprensión de que Dios también invita a asumir compromisos y
riesgos.
5.1.1. Esquizofrenia
No puede decirse que sea una sola enfermedad. Bajo el término “esquizofrenia” se
engloba un amplio grupo de trastornos mentales que son semejantes en algunos de sus
74
Para todo este capítulo véase principalmente M. MONGUÉ, Medicina pastoral, 428-459. Una parte
considerable de la información presentada en estos apuntes ha sido tomada literalmente de esta obra.
75
La psicosis es un trastorno mental mayor, de origen emocional u orgánico, que produce un deterioro de la
capacidad de pensar, responder emocionalmente, recordar, comunicar e interpretar la realidad. Cf.
http://es.wikipedia.org/wiki/Trastorno_psic%C3%B3tico_breve
57
Psicología pastoral
a. Esquizofrenia catatónica
b. Esquizofrenia desorganizada
c. Esquizofrenia paranoide
d. Esquizofrenia indiferenciada
e. Esquizofrenia residual
a) Etiología
b) Sintomatología
76
En el sistema nervioso central, se cree que la serotonina representa un papel importante como
neurotransmisor, en la inhibición del enfado, la inhibición de la agresión, la temperatura corporal, el humor, el
sueño, el vómito, la sexualidad, y el apetito. Estas inhibiciones están relacionadas directamente con síntomas
de depresión. http://es.wikipedia.org/wiki/Serotonina
58
Psicología pastoral
c) Tratamiento
No existe información suficiente para dar una definición y diagnóstico exactos, pero
se trata de pacientes que de manera aguda (en menos de dos semanas) presentan síntomas
psicóticos. Estos síntomas suelen desencadenarse por una situación límite de estrés agudo,
físico y/o psíquico.
Normalmente no se agravan y se recuperan, a veces en pocos días, a veces en dos o
tres meses.
Cuando este padecimiento tiene su origen en el consumo de una sustancia tóxica, no
se puede saber si se trata de algo agudo pero pasajero, o del inicio de una enfermedad
crónica como la esquizofrenia.
77
M. MONGUÉ (Ed.), Medicina pastoral, 434.
59
Psicología pastoral
c. Son duraderos.
d. Son claramente desadaptativos respecto a un amplio conjunto de situaciones sociales e
individuales.
e. Provocan malestar en la persona que lo padece y en los demás.
f. Originan un deterioro significativo en el rendimiento profesional y social.
su gran inseguridad; son controladores, muy preocupados por detalles, listas, orden,
extremadamente perfeccionistas, escrupulosos, con preocupación injustificada por el
rendimiento y muy limitada capacidad para expresar emociones; rígidos y obstinados,
obsesivos y con tendencia a insistir en que los demás hagan las cosas exactamente a su
manera.
78
G. LINDZEY - R.F. THOMPSON-B. SPRING, Psicologia, Zanichelli, Bologna 1994, 690.
61
Psicología pastoral
5.3.2. Depresión como enfermedad o depresión profunda. Además de los síntomas del
síndrome depresivo, la depresión como enfermedad suele estar acompañada por síntomas
somáticos: despertarse varias horas antes de lo habitual, empeoramiento matutino de los
síntomas, inhibición o agitación psicomotriz, disminución marcada del hambre, del sueño y
del apetito sexual e incapacidad para disfrutar de las realidades placenteras en general.
La alteración del estado de ánimo puede estar enmascarada con irritabilidad,
consumo excesivo de alcohol, preocupaciones hipocondríacas, etc.
La depresión profunda produce efectos graves prácticamente en todos los aspectos
de la personalidad. A continuación se presenta una tabla en la que pueden observarse los
principales síntomas clínicos de la depresión profunda y las dimensiones de la personalidad
que éstos afectan80:
79
En medicina, un síndrome (del griego syndromé, concurso) es un cuadro clínico o conjunto sintomático
que presenta alguna enfermedad con cierto significado y que por sus características posee cierta identidad; es
decir, un grupo significativo de síntomas y signos (datos semiológicos), que concurren en tiempo y forma, y
con variadas causas o etiologías. Como ejemplo: insuficiencia cardíaca, sindrome nefrótico e insuficiencia
renal crónica, entre otras. Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%ADndrome
80
Esta tabla está tomada de: G. LINDZEY - R.F. THOMPSON-B. SPRING, Psicologia, Zanichelli, Bologna
1994, 695 que a su vez cita a B.B. LAHEY y A. R. CIMINERO, Maladaptive behavior, Glenview, Scott,
Foresman, 1980.
62
Psicología pastoral
a) Causas de la depresión
i. El pensamiento polarizado. Todo es visto en sentido radical; las cosas son o blancas
o negras, buenas o malas, sin posibilidades de término medio. Incluso una respuesta
neutral de parte de otra persona producirá tristeza y un sentido de rechazo.
ii. La catástrofe. El individuo presupone automáticamente que en una determinada
situación tendrá lugar la peor de todas las consecuencias posibles.
iii. La hipergeneralización. La persona hace una generalización sobre la base de una
única, y quizás casual, circunstancia. Por ejemplo, comete un único error e
inmediatamente piensa: “nunca hago nada bien”.
iv. La abstracción selectiva. Del contexto global, el cual puede contener elementos
positivos, se selecciona y se fija la atención en un solo detalle, lógicamente
negativo.
v. La personalización. El paciente piensa que los demás están en contra suya y se
atribuye la culpa por los sentimientos negativos de los demás.
Las pruebas de las cuales dispone la escuela cognitivista demuestran que la depresión y
los pensamientos negativos –o distorsiones cognitivas– son correlativos, pero aún no posee
pruebas convincentes a favor de la tesis de que son las distorsiones cognitivas las que
causan la depresión. De hecho, es posible que más bien sea la depresión la causa de las
distorsiones cognitivas, o que ambas dependan de una tercera variable, por ejemplo, de un
trastorno bioquímico»82.
Por otra parte, las teorías del comportamiento afirman que las carencias a nivel de
capacidades o de competencias sociales, ordinariamente son antecedentes importantes de la
depresión.
A nivel de posibles causas de índole biológica y química, parece ser que «los
componentes bioquímicos tienen un papel importante en el origen de la depresión.
[Algunas investigaciones al respecto] han centrado su atención en las funciones de los
neurotransmisores que se encuentran en el sistema nervioso central. Una teoría sostiene que
81
G. LINDZEY - R.F. THOMPSON-B. SPRING, Psicologia, 696.
82
Idem.
63
Psicología pastoral
b) Origen de la depresión
i. Agudos
Episodio depresivo. Consiste en un síndrome depresivo con una duración mínima de dos
semanas. Aunque puede existir alguna causa desencadenante, lo típico de estos episodios es
que se presenten espontáneamente, al menos en apariencia.
ii. Crónicos
83
G. LINDZEY - R.F. THOMPSON-B. SPRING, Psicologia, 698.
64
Psicología pastoral
Distimia. Se les llama así a las depresiones crónicas del estado de ánimo, que suelen tener
una menor intensidad que los episodios depresivos arriba mencionados, pero que no suelen
presentar períodos de recuperación total. Este estado de ánimo se caracteriza por
sentimientos de incapacidad, aunque las personas normalmente pueden hacer frente a las
necesidades básicas de la vida ordinaria, lo cual en ocasiones hace que las personas del
entorno piensen que el individuo que se dice enfermo no lo está, ya que aparentemente
lleva una vida normal. Esta enfermedad antiguamente recibía el nombre de depresión
neurótica.
c) Tratamiento de la depresión
84
G. LINDZEY - R.F. THOMPSON-B. SPRING, Psicologia, 697.
85
“Es importante saber que los antidepresivos no crean dependencia”. M. Á. MONGÉ, Medicina pastoral,
442.
65
Psicología pastoral
86
M. Á. MONGE, Medicina pastoral, 442.
87
Íbid., 442.
88
Idem.
66
Psicología pastoral
5.4.1. Ansiedad fóbica. Temor excesivo e irracional ante objetos o situaciones concretas,
de forma que el contacto con el estímulo provoca ansiedad. Muchas veces el mismo
paciente se da cuenta de que su temor es irracional y, sin embargo, no puede evitar ese
temor.
89
G. LINDZEY - R.F. THOMPSON-B. SPRING, Psicologia, 692.
90
M. Á. MONGE, Medicina pastoral, 443.
67
Psicología pastoral
91
http://es.wikipedia.org/wiki/Manual_diagn%C3%B3stico_y_estad%C3%ADstico_de_los_trastornos_mental
es#Trastornos_disociativos
68
Psicología pastoral
5.8.1. Ludopatía
92
Citado por A. MONGUÉ, Medicina pastoral, 450.
69
Psicología pastoral
Como síntomas, los pacientes refieren una imperiosa necesidad de jugar, lo cual se
hace más intenso en situaciones de estrés con una necesidad de apostar sumas
crecientes de dinero para lograr la excitación deseada. Se presenta irritabilidad y
agresividad cuando se intenta interrumpir el juego. A pesar del deterioro de su propia
persona, de las relaciones familiares, laborales, etc. los jugadores persisten en volver
una y otra vez con el deseo de recuperar lo perdido.
5.8.2. Cleptomanía
a. No olvidar, aunque parezca una obviedad, que se trata de personas enfermas, en este
caso de la mente.
b. Recordar que también necesitan una adecuada atención humana y espiritual, pues desde
cualquier punto de vista son imagen y semejanza de Dios.
c. Conviene no recomendar cualquier especialista (psicólogo, médico, psiquiatra, etc.)
sino sólo a aquellos de criterio probado.
d. Indagar, mediante preguntas sabias y prudentes, el diagnostico y el tipo de consejos que
el especialista está dando a la persona, en caso de que ya acuda a alguno.
e. En el caso del sacerdote, extremar cuidados para salvaguardar el sigilo sacramental, en
su trato con el médico del fiel cristiano que está recibiendo apoyo espiritual.
f. En el caso del sacramento de la reconciliación, el confesor deberá cerciorarse de la
presencia de una enfermedad mental con el fin de confirmar la existencia real de
pecados y el grado de consentimiento de los mismos, de los cuales el penitente se está
acusando.
g. Para discernir sobre la capacidad o incapacidad de una persona enferma para incurrir en
culpa moral puede resultar necesaria la ayuda del especialista (esto para el
acompañamiento espiritual, no para la confesión). Es el especialista quien puede
orientar sobre el grado de conciencia y de libertad que posee una persona.
h. Tener en consideración que en muchas enfermedades psiquiátricas el grado de libertad
suele estar disminuido.
i. Procurar no ser excesivamente riguroso con este tipo de enfermos, pero tampoco
proceder con una laxitud que los confunda y los dañe moralmente.
70
Psicología pastoral
72
Psicología pastoral
j. Insistir en la obediencia a los consejos médicos y en la sinceridad ante sus recaídas para
que se les pueda ayudar, teniendo en cuenta que este tipo de enfermos presenta una gran
tendencia a engañar.
73
Psicología pastoral
93
M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme. Psicología pastoral, San Pablo, Milán 2001, 33.
74
Psicología pastoral
94
Cf. M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme. Psicología pastoral, 34-35.
75
Psicología pastoral
95
Pueden encontrarse algunas síntesis valiosas sobre el significado de la “comprensión” por parte del
acompañante espiritual en los siguientes textos: B. GIORDANI- A. MERCATALI, La direzione spirituale
come incontro di aiuto, 177-187. 203; CH. A. BERNARD, “La dinamica del colloquio di direzione
spirituale”, 540; A. MANENTI, “L’obiettivo della direzione spirituale: avvicinare la persona a Gesù Cristo”,
169; M. SZENTÁRTONI, Camminare insieme. Psicologia pastorale, 51-53.
76
Psicología pastoral
96
R. Zavalloni habla del “efecto catártico de la verbalización”: “Es muy importante el saber dar al sujeto la
posibilidad de verbalizar sus conflictos, darle la oportunidad reconfortante de abrirse con alguien, la
posibilidad de desahogarse. Este tipo de relación termina teniendo un valor catártico [y] de este modo, el
sujeto adquiere la posibilidad de liberarse de la tensión interna, de aclarar sus ideas, de revisar su jerarquía de
valores”. R. ZAVALLONI, “Direzione spirituale e psicoterapia”, 439.
97
Ver M. SZENTÁRTONI, Camminare insieme. Psicologia pastorale, 60-61.
98
Cf. Ibid., 61-63.
77
Psicología pastoral
e) Resumen: Esta técnica puede resultar útil para rescatar los puntos neurálgicos de un
coloquio prolongado, en el que el consultor busca verbalizar aquello que considera como
fundamental y determinante para su interlocutor.
Ahora bien, una vez descritas algunas técnicas de respuesta a la escucha, es posible
afirmar que escuchar a la persona implica también considerarla en su individualidad,
unicidad e irrepetibilidad, sin encasillarla dentro de una determinada categoría en la cual
podrían entrar muchos otros100.
99
Ibid., 62.
100
“Esta observación se aplica en particular en las dificultades contra la castidad: es necesario tener siempre
en cuenta la historia de la persona, historia única e irrepetible, cuya consideración permite entender mejor
algunas formas concretas de la dificultad de la persona” CH. A. BERNARD, “La dinamica del colloquio di
direzione spirituale”, 545.
78
Psicología pastoral
f) Obstáculos a la comprensión
a. Actitud egocéntrica del acompañante: cuando éste se encuentra más atento a sí mismo
que a la persona acompañada, centrándose en las reacciones y sentimientos que le provoca
el discurso de quien acompaña.
Las causas de esta actitud egocéntrica pueden ser diversas: insuficiente interés por
la persona acompañada, ansiedad ocasionada por el argumento que se esté tocando,
inseguridad en la conducción del coloquio, preocupación o ansiedad por la respuesta que se
dará a la situación de la que se habla, temor desproporcionado a equivocarse o ser poco
asertivo en las sugerencias que se hagan a la persona (esta ansiedad normalmente tiene que
ver con la tendencia al eficientismo), preocupación por el tiempo y deseo de que termine lo
más pronto posible la entrevista.
b. Actitud directiva: “Yo soy el que debo resolver la vida de esta persona”. ¿Cuándo se
manifiesta una actitud directiva?:
i. Cuando el sacerdote hace sólo las preguntas que a él le interesan y no las que son
necesarias para conducir adecuadamente el coloquio a favor del crecimiento del
acompañado.
ii. Cuando el sacerdote no entiende y mal interpreta lo que la persona le está diciendo.
iii. Cuando el sacerdote manipula la entrevista para llevarla hacia donde él quiere o
considera conveniente.
iv. Cuando el sacerdote expresa prematuramente una solución al problema.
v. Cuando el sacerdote bloquea el discurso porque no le interesa o le genera ansiedad.
vi. Cuando el sacerdote ofrece “líneas de solución” partiendo de su propia experiencia o
de su muy particular punto de vista.
c. Deseo de llegar rápidamente a una conclusión o resolución. ¿Qué es lo que genera este
tipo de actitudes? El deseo de dar a toda costa una explicación segura a la situación o
problema, el celo de mostrar y dar el máximo de la propia “sabiduría”, un excesivo sentido
de responsabilidad o un apego desordenado al propio rol.
79
Psicología pastoral
e. Que el acompañante pretenda ser el centro del acompañamiento. El pastor que acompaña
no debe ponerse en el centro de gravedad del acompañamiento. Es Cristo quien debe ser
presentado como meta o ideal.
i. Acoger cordialmente
La capacidad de acogida por parte del sacerdote es fundamental para que el feligrés
se experimente respetado, aceptado, valorado, comprendido y significativo para el
sacerdote que lo acompaña en su situación específica de confusión, crisis, dolor o
enfermedad.
Estas actitudes del sacerdote, ya desde el momento de la recepción del feligrés, son
un vehículo importante para comunicarle, mediante el lenguaje no verbal, el respeto e
interés por su persona y por su situación. La primera impresión y el primer encuentro son
fundamentales, pues en buena medida marcarán la tónica futura del proceso.
Además, las actitudes de acogida y de cordialidad, pueden colaborar a disminuir la
tensión que en algunos casos experimentan las personas con ocasión de la entrevista y
facilitarles la confianza y apertura para hablar sobre sí mismas.
En síntesis, las actitudes del entrevistador, por sí mismas, han de generar en el fiel la
convicción de que durante la entrevista él ocupa toda la atención del sacerdote que, en ese
momento, “existe sólo para él”101.
Por otra parte, conviene no iniciar el coloquio entrando inmediatamente en materia
y centrándose sin más en el tema propio de la entrevista, sino dedicar antes algunos minutos
para un diálogo familiar, informal y espontáneo que sirva como preámbulo para la
entrevista propiamente dicha, pero siempre cuidando de no perderse en divagaciones.
101
Cf. M. SZENTMÁRTONI, Camminare insieme. Psicologia pastorale, San Paolo, Milano 2001, 67-70; M.
COSTA, Direzione spirituale e discernimento, 120; CH. A. BERNARD, “La dinamica del colloquio di
direzione spirituale”, en: Seminarium 39 (1999)555.
80
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81
Psicología pastoral
x. Mantenerse ecuánime
Es importante que durante el coloquio y la relación de acompañamiento el sacerdote
se mantenga ecuánime y sepa manejar adecuadamente sus oscilaciones de humor y de
carácter frente a las reacciones de la persona.
Esta fase reviste una importancia especial porque aporta los mensajes sobre el
futuro del proceso con la persona. Se debe saber aterrizar.
Cada entrevista debe cerrarse convenientemente, no debe dejarse como un momento
inacabado, indeterminado o inconcluso. Para ello, el pastor puede recapitular los puntos
esenciales que se han abordado durante el coloquio y proponer algunas conclusiones finales
que aterricen el encuentro.
En ocasiones, la forma de cerrar el coloquio puede ser el establecimiento (sea por
parte del sacerdote, sea por parte del feligrés, o de ambos) de puntos específicos que el
feligrés deberá ir reflexionando, orando y trabajando durante el período que preceda a la
próxima entrevista.
83
Psicología pastoral
interpretado por parte de este último como falta de interés del sacerdote hacia su persona, o
al menos, como falta de formalidad y responsabilidad. Cualquier cambio de hora o de fecha
deberá ser dialogado con el feligrés oportunamente, salvo situaciones emergentes o
totalmente imprevistas.
No basta, sin embargo, el respeto al tiempo de la persona, sino que en el desarrollo
de la entrevista, se requiere que la atención del pastor esté completamente centrada en el
feligrés con su situación personal.
c) El lugar de la entrevista
Hay algunos detalles simples, pero no por ello marginales, que constituyen un
lenguaje no verbal y pueden ayudar al pastor a mostrar una auténtica acogida y afabilidad
hacia las personas: el orden, la limpieza, el buen gusto, la iluminación y ventilación
adecuadas del lugar donde se lleva a cabo la conversación.
Como norma general conviene que las sillas donde se ubicarán acompañado y
acompañante no estén colocadas una frente a la otra, sino en escuadra, pues para algunas
personas estar directamente frente a otra puede resultarles incómodo por experimentarse
invadidas, intimidadas e incluso agredidas.
Ciertamente los aspectos mencionados son elementos secundarios que no tendrían
porqué afectar el coloquio (el cual depende fundamentalmente de las actitudes del pastor y
del feligrés) y que por lo mismo, parecerían situaciones marginales o hasta frívolas, pero
que si se cuidan suficientemente, pueden resultar útiles para una mejor marcha de la
entrevista, al menos desde el punto de vista de la acogida.
No conviene realizar la entrevista caminando porque ello puede prestarse a
distracciones por parte de pastor y feligrés y, además, podría ser interpretado por el feligrés
como falta de interés suficiente hacia su persona, a la que no se le asigna un espacio
determinado para recibirlo. Además, si se trata de situaciones penosas o dolorosas, el
feligrés encontrará gran dificultad en hablarlas a la intemperie, pues se sentirá desprotegido
y evidenciado.
Debe procurarse no contestar llamadas telefónicas ni atender a otras personas
durante la entrevista y no mirar el reloj ni dejarse vencer (interior o exteriormente) por el
nerviosismo o la prisa, de tal forma que la actitud serena del pastor pueda sembrar en el
interior de su interlocutor la convicción de que su persona, su espacio y su tiempo son
respetados.
85
Psicología pastoral
Cabe decir que hoy por hoy carecemos, lastimosamente, de verdaderos maestros de
espíritu, de conocedores profundos del alma humana en su búsqueda de Dios.
Desafortunadamente el campo de la dirección espiritual es poco explorado y poco asumido
entre los pastores.
Por eso, «Actualmente, mientras se observa una búsqueda de orientación espiritual por
parte de los fieles, al mismo tiempo se advierte la necesidad de una mayor preparación por
parte de los ministros, con el fin de poder prestar con diligencia este servicio de consejo,
discernimiento y acompañamiento. Donde existe dicha práctica, existe renovación personal y
comunitaria, vocaciones, espíritu apostólico, alegría de la esperanza»102.
«En el período de preparación al sacerdocio, se presenta siempre muy necesario y
urgente el estudio de la teología espiritual y la experiencia de esta misma vida. En realidad, el
consejo y el acompañamiento espiritual es parte integrante del ministerio de la predicación y de
la reconciliación. El sacerdote, en efecto, está llamado a guiar en el camino de la identificación
con Cristo, que incluye el camino de la contemplación. La ayuda de dirección espiritual, como
discernimiento del Espíritu, es parte del ministerio: “Examinando si los espíritus son de Dios,
[los presbíteros] descubran con sentido de fe, reconozcan con gozo y fomenten con diligencia
los multiformes carismas de los laicos, tanto los humildes como los más altos”»103.
La dirección o acompañamiento espiritual es uno de los medios a través de los
cuales la Iglesia acompaña, de manera personal a sus hijos en el camino de madurez
humana y espiritual en orden a la santidad.
Este acompañamiento espiritual de los fieles en orden a la santidad debe ser
considerado como una prioridad pastoral: «esta atención a la vida espiritual de los fieles,
guiándolos en el camino de la contemplación y de la santidad, también como ayuda en el
discernimiento vocacional, es una prioridad pastoral»104.
La dirección espiritual consiste en un proceso de acompañamiento construido a base
de coloquios interpersonales entre un padre espiritual y un creyente que libremente pide ser
guiado e iluminado en su búsqueda de correspondencia cada vez más responsable y madura
a la voluntad y la gracia de Dios.
El proceso de la dirección espiritual (que se materializa fundamentalmente en los
encuentros entre director y dirigido y en el trabajo de este último en su respuesta a las luces
que Dios le va dando) tiene como finalidad ofrecer a la persona las orientaciones y
elementos que le permitan caminar hacia la plenitud de la vida cristiana, que es la santidad,
respondiendo fielmente a Dios en la vocación particular a la cual ha sido llamada.
En este sentido, «La dirección espiritual es sobre todo una ayuda para el discernimiento
en el camino de santidad o perfección»105. «Si falta el deseo verdadero de santidad, se pierde el
objetivo principal de la dirección espiritual»106.
En esta misma línea, la dirección espiritual procura ofrecer al creyente un espacio
privilegiado para la revisión de vida y otorgarle la guía necesaria para mantenerse vigilante
en su empeño espiritual, coadyuvando así a la maduración y perseverancia vocacional.
102
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El sacerdote confesor y director espiritual ministro de la
misericordia divina (9-III-2011), n. 66.
103
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El sacerdote confesor y director espiritual, n. 67.
104
Ibid., n. 71.
105
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El sacerdote confesor y director espiritual, n. 77.
106
CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El sacerdote confesor y director espiritual, n. 79.
86
Psicología pastoral
Esta práctica espiritual es importante para todo cristiano que desea comprometerse
seriamente con su respuesta de fe, sea cual sea la vocación particular recibida de Dios.
No es extraño que existan algunas ideas imprecisas en torno a la dirección
espiritual. En ocasiones se piensa en ella sólo como un medio que ofrece la posibilidad de
expresar las inquietudes que van surgiendo en la vida; o bien, como un espacio catártico
para verbalizar los problemas, dificultades o crisis que se llegan a presentar en el camino
personal de fe y de respuesta a la vocación particular recibida de Dios en la Iglesia.
Lo anterior no es erróneo, y forma parte de los fines de la dirección espiritual, pero
no agota toda su riqueza ni expresa su finalidad primordial, pues la dirección espiritual
tiende principalmente a ayudar a la persona para que emprenda libremente el camino y el
itinerario de la vida espiritual hacia la santidad y aprenda a discernir y realizar la voluntad
de Dios en lo cotidiano.
Así las cosas, la dirección espiritual no es un simple encuentro de ayuda. Es el
encuentro, en la fe y desde la fe, de dos hermanos que, movidos por el Espíritu Santo, se
ponen a la escucha de Dios para captar su voluntad y hacerla. Cuando ambos, director y
dirigido, buscan sinceramente la voluntad de Dios, no dejan de ser asistidos e iluminados
por el Espíritu Santo, único y verdadero Director espiritual, único “Maestro interior”.
Por eso, al recibir la dirección espiritual, la pregunta fundamental del dirigido tendría
que ser: “Señor, qué quieres de mi?”, “¿Qué quieres decirme a través de este hermano en la
fe que es una mediación de tu presencia?”; en cambio, las preguntas fundamentales del
director espiritual a Dios serán: “Señor, ¿qué quieres para este hijo tuyo, aquí y
ahora?¿Cuál es tu voluntad para él?”
Especificando y ampliando la explicación de los objetivos de la dirección espiritual,
podemos enunciar los siguientes como principales:
a. Acompañar a la persona en su paso progresivo por la vía purgativa, la vía iluminativa y
la vía unitiva, secundando una vida teologal cada vez más profunda.
b. Ayudar a la persona para que, dócil al Espíritu Santo y a la voz de su conciencia,
discierna cuál es la vocación que Dios le ha dado y responda a ella.
c. Alentar la respuesta personal a la vocación recibida de Dios.
d. Ayudar a identificar y superar los obstáculos que dificultan la vivencia de la propia
vocación.
e. Enseñar a la persona a orientar todos sus actos en la línea de su respuesta vocacional.
f. Acompañar al dirigido para que sepa discernir y actuar la voluntad de Dios en lo
concreto de la vida cotidiana. Es el dirigido quien debe aprender a discernir por sí
mismo en los diferentes momentos y circunstancias de la vida.
g. Orientar a la persona en su vida de oración.
h. Ofrecer la ayuda necesaria en los momentos de crisis y dificultad en los distintos
ámbitos de la vida que puedan tener resonancias sobre la vocación y santificación de la
persona.
i. Ofrecer el acompañamiento que permita a la persona crecer en libertad interior para
afianzarse progresivamente en la vivencia de la caridad.
j. Acompañar e impulsar a la persona en la entrega apostólica y en la maduración, cada
vez más decidida, del celo misionero desde su propia vocación y condición.
k. Colaborar en la formación de la conciencia del dirigido.
87
Psicología pastoral
Ahora bien, en sentido estricto e ideal, quien se decide a tomar en serio el camino de la
perfección en la caridad, necesita contar con un sustrato humano suficientemente maduro y,
por lo tanto, capaz de servir como soporte a una vida espiritual seria.
En otros términos, sin la base de una personalidad equilibrada, sólida y libre, será muy
difícil llegar a una verdadera madurez espiritual y responder del modo más adecuado a la
vocación particular otorgada por Dios.
Teniendo en cuenta las ideas precedentes, señalo ahora algunas de las realidades que, a
nivel humano y espiritual, necesitan tratarse en la dirección espiritual:
a. Historia personal de vida.
b. Sentido de identidad personal.
c. Relaciones interpersonales a diversos niveles.
d. Auto-conocimiento
e. Auto-aceptación y auto-estima
f. Valoración y cuidado adecuados del cuerpo y de la salud personal
g. Educación de los sentimientos y de las emociones
h. Manejo adecuado de los impulsos y las pasiones
i. Educación y crecimiento en el amor
j. Maduración de la amistad
k. Sexualidad
l. Educación de la voluntad
m. Formación de la libertad y para la libertad
n. Formación de la conciencia moral
a. Vida teologal (relación con cada una de las personas de la Santísima Trinidad).
b. Amor y confianza filial al Padre, identificación y amistad con Cristo y docilidad al
Espíritu Santo.
c. Conversión
d. Escucha y acogida de la Palabra divina.
e. Oración
f. Vida sacramental
g. Discernimiento vocacional
h. Discernimiento espiritual, discernimiento de la voluntad de Dios o “discernimiento de
espíritus”. El discernimiento debe convertirse en un “estilo de vida” para el dirigido.
i. Revisión de vida
j. Examen de conciencia, general y particular
k. Silencio interior y exterior
l. Relación con la Santísima Virgen María
m. Sentido eclesial y de comunión
n. Caridad, servicio y abnegación.
107
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El sacerdote confesor y director espiritual, nn. 126-130.
88
Psicología pastoral
Considero que con lo dicho hasta aquí, queda suficientemente claro que la dirección
espiritual es un proceso orientado al crecimiento. No se trata simplemente de que la
persona “se sienta bien” o “se sienta mejor” ante determinadas situaciones, sino de que
“sea mejor” según el querer de Dios.
En efecto, se trata de todo un proceso, largo y fatigoso, caracterizado por un inicio, un
itinerario con diversas etapas y un crecimiento progresivo, pero también señalado por saltos
de cualidad, rupturas de ritmo, momentos de dificultad y tensión, e incluso retrocesos.
La dirección espiritual se orienta al crecimiento porque no está destinada sólo a
solucionar problemáticas emergentes, sino a fomentar una madurez cada vez más clara y
plantear metas cada vez más altas en orden a la generosidad con Dios y con los hermanos.
Es por eso que en la dirección espiritual debe realizarse un trabajo delicado de arduo y
puntual seguimiento (“de filigrana”), el cual no puede abandonarse a la improvisación o a
la mera atención de situaciones momentáneas o emergentes.
Entre padre espiritual y dirigido deben tener un proyecto claro de trabajo, metas
concretas y evaluables y claridad en los medios y ayudas externas que pueden resultar de
utilidad para la consecución de los objetivos. Es muy recomendable que los puntos de
trabajo o de lucha emanados de la dirección espiritual sean pocos y concretos, de tal forma
que se puedan ir evaluando todos los días en el examen de conciencia particular.
108
Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, El sacerdote confesor y director espiritual, nn. 106-109.
109
Cf. Ibid., nn. 101-105.
89
Psicología pastoral
El “Director espiritual” por excelencia es el Espíritu Santo. Por ello, tanto dirigido
como director espiritual están llamados a desarrollar la escucha interior y a entrar en
contacto experiencial con el Espíritu Santo, a mantener ese contacto y a dejarse conducir
con prontitud total e incondicionada, en toda dirección suscitada y querida por el Espíritu.
90
Psicología pastoral
7.1. SUFRIMIENTO
a. Captar el sufrimiento como castigo de parte de Dios por los pecados cometidos.
Cuando el sufrimiento es percibido de este modo, la persona se enoja consigo misma, se
reprocha y se siente culpable porque considera que ella misma se ha ganado el
sufrimiento a causa de sus pecados y ha provocado la “venganza” de Dios.
b. Captar el sufrimiento como prueba. La persona acepta el sufrimiento como prueba de la
propia fidelidad a Dios, pero también puede sentir rencor contra él, cuando algún
pariente o conocido parece no haber superado una prueba y, por ejemplo, se suicida, se
enferma, se deprime, etc.
c. Captar el sufrimiento como desgracia. En estos casos la persona se siente indefensa y
desafortunada, se considera víctima de las circunstancias y Dios es percibido como
quien no tiene el control de todas las cosas, pues “no ha sido capaz” de acabar con el
mal y el sufrimiento.
110
Catecismo de la Iglesia Católica, número 1500.
111
JUAN PABLO II, Alocución del 24 de marzo de 1979 sobre el sentido salvífico del sufrimiento.
112
Las ideas de este apartado han sido tomadas de M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme. Psicologia
pastorale, 133-145.
91
Psicología pastoral
En los tres modos de entender el sufrimiento arriba señalados, Dios es percibido como
causa del sufrimiento.
d. Negar el sufrimiento.
e. Relativizar el sufrimiento.
f. Rebelarse contra el sufrimiento.
g. Captar el sufrimiento como sumisión a las leyes de la naturaleza.
h. Captar el sufrimiento como resignación a la voluntad de Dios. En esta situación la
persona se siente impotente, sobrepasada y vencida frente a la voluntad de Dios.
i. Vivir el sufrimiento como aceptación de la condición humana.
j. Asumir el sufrimiento como oportunidad para el crecimiento personal.
k. Vivir el sufrimiento desde la fe y la confianza en Dios. La persona busca interpretar sus
sufrimientos a la luz de Dios y descubre que su sufrimiento puede ser una bendición
escondida. Descubre que su sufrimiento no es querido por Dios, pero al mismo tiempo
acepta que sólo Dios puede otorgarle un significado.
l. Asumir el sufrimiento como participación en el sufrimiento redentor de Cristo. Esta es
la actitud de las personas que unen su dolor al de Cristo y participan de esta forma en la
redención del mundo. La unión de los propios sufrimientos al sufrimiento de Cristo
puede adquirir diversos rostros: oblativo, unitivo, participativo, altruista, sacrificial,
penitencial, reparador, intercesor, etc. Para alcanzar esta actitud se requiere una
profunda actitud de fe.
Tres amigos de Job se enteraron de todos estos males que le habían sobrevenido, y
vinieron cada uno de su país. Elifaz de Temán, Bildad de Suaj y Sofaat de Naamat.
Y juntos decidieron ir a condolerse y a consolarle. Desde lejos alzaron sus ojos y no
le reconocieron. Entonces rompieron a llorar a gritos. Rasgaron sus mantos y se
echaron polvo sobre su cabeza. Luego se sentaron en el suelo junto a él, durante
siete días y siete noches. Y ninguno de ellos le dijo una palabra, porque veían que el
dolor era muy grande.
Jb 2,11-13
92
Psicología pastoral
h. Ayudar a la persona, poco a poco, a que descubra la sombra de misterio que envuelve al
sufrimiento humano y, por lo tanto, su propio sufrimiento:
El mal es un misterio, un escándalo, y lo será siempre. Hay que hacer lo posible por
eliminarlo, por aliviar el dolor, pero está siempre presente en nuestra historia personal y en
la del mundo. Su lugar en la economía de la redención compete a la sabiduría de Dios, que
no es la sabiduría de los hombres y que siempre llevará en sí algo de incomprensible:
“Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos, ni mis caminos vuestros caminos,
dice Yavé. Cuantos son los cielos más altos que la tierra, tanto están mis caminos encima
de los vuestros, y por encima de los vuestros mis pensamientos”(Is 55,9)114.
i. Si la persona se queja, duda o reniega contra Dios, es mejor no hacer una apología de
Dios.
j. Ayudar a la persona a dimensionar y ponderar su sufrimiento a fin de que no lo
absolutice, no se enfrasque en él, no se encierre en su dolor ni en la falta de esperanza,
porque ello le dificultaría ver otros aspectos de su persona y de su vida y considerar
otros horizontes, aún en medio del sufrimiento.
113
J. PHILIPPE, Llamados a la vida, Rialp, Madrid 2009, 85-86.
114
J. PHILIPPE, La paz interior, Rialp, Madrid 2006, 34.
93
Psicología pastoral
k. Recordarle la presencia especial de Dios junto al que sufre, aún cuando se encuentre
experimentando una densa oscuridad y la presencia divina parezca imperceptible, tal
como ocurrió en el momento de la agonía y de la muerte de Jesús:
Cuando experimentamos un sufrimiento, lo que más daño nos hace no es tanto éste como su
rechazo, porque entonces al propio dolor le añadimos otro tormento: el de nuestra oposición,
nuestra rebelión, nuestro resentimiento y la inquietud que provoca en nosotros. La tensa
resistencia que genera en nuestro interior y la no aceptación del sufrimiento hacen que éste
aumente. Mientras que, cuando estamos dispuestos a aceptarlo, se vuelve de golpe menos
doloroso. “Un sufrimiento sereno deja de ser un sufrimiento”, decía el cura de Ars.
Cuando sobreviene el dolor, es perfectamente normal intentar remediarlo en la medida de lo
posible […] pero siempre habrá sufrimientos irremediables que conviene esforzarse en aceptar
con tranquilidad. Y eso no es masoquismo, ni gusto por el dolor, sino todo lo contrario, porque
la aceptación de un sufrimiento hace a éste mucho más soportable que la crispación del rechazo.
Una realidad comprobable también en el plano físico: quien se da un golpe estando endurecido
y tenso, se hace mucho más daño que el que lo recibe distendido. A veces querer eliminar el
sufrimiento a cualquier precio provoca después sufrimientos mucho más difíciles de
sobrellevar116.
El Redentor ha sufrido en vez del hombre y por el hombre. Todo hombre tiene su participación
en la redención. Cada uno está llamado también a participar en ese sufrimiento mediante el cual
se ha llevado a cabo la redención. Está llamado a participar en ese sufrimiento por medio del
cual todo sufrimiento humano ha sido también redimido. Llevando a efecto la redención
mediante el sufrimiento, Cristo ha elevado juntamente el sufrimiento humano a nivel de
redención. Consiguientemente, todo hombre, en su sufrimiento, puede hacerse también
partícipe del sufrimiento redentor de Cristo117.
115
BENEDICTO XVI, Mensaje en la audiencia general del 8 de febrero de 2012.
116
J. PHILIPPE, La libertad interior, Rialp, Madrid, 2005, 48-49.
117
JUAN PABLO II, Salvifici doloris, n. 19.
94
Psicología pastoral
En el momento extremo, Jesús deja que su corazón exprese el dolor, pero deja emerger, al
mismo tiempo, el sentido de la presencia del Padre y el consenso a su designio de salvación de
la humanidad. También nosotros nos encontramos siempre y nuevamente ante el «hoy» del
sufrimiento, del silencio de Dios —lo expresamos muchas veces en nuestra oración—, pero nos
encontramos también ante el «hoy» de la Resurrección, de la respuesta de Dios que tomó sobre
sí nuestros sufrimientos, para cargarlos juntamente con nosotros y darnos la firme esperanza de
que serán vencidos (cf. Carta enc. Spe salvi, 35-40)118.
Como resultado de la obra salvífica de Cristo, el hombre existe sobre la tierra con la esperanza
de la vida y de la santidad eternas. Y aunque la victoria sobre el pecado y la muerte, conseguida
por Cristo con su cruz y resurrección no suprime los sufrimientos temporales de la vida
humana, ni libera del sufrimiento toda la dimensión histórica de la existencia humana, sin
embargo, sobre toda esa dimensión y sobre cada sufrimiento esta victoria proyecta una luz
nueva, que es la luz de la salvación. Es la luz del Evangelio, es decir, de la Buena Nueva. En el
centro de esta luz se encuentra la verdad propuesta en el coloquio con Nicodemo: « Porque
tanto amó Dios al mundo, que le dio su unigénito Hijo»119.
Si queremos llevar al límite nuestra fe cristiana, hemos de estar convencidos de que, tanto en el
ámbito de nuestra historia personal como en el de la historia del mundo, Dios es lo bastante
bueno y poderoso como para utilizar a favor nuestro todo el mal, cualquiera que este sea, y todo
el sufrimiento, por absurdo e inútil que parezca. No podemos tener una certeza matemática o
filosófica de esto: sólo puede ser un acto de fe, pero es precisamente ese acto de fe el que nos
invita a proclamar la Resurrección de Jesús, entendida y asumida como la victoria definitiva de
Dios sobre el mal120.
s. Animar, en el tiempo y la forma oportunos, a renovar la confianza en que “Todas las cosas
contribuyen al bien de los que aman a Dios” (Rm 8,28) y que “Los sufrimientos del tiempo
presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros” (Rm 8,18).
t. Impulsar con paciencia a la persona para que comprenda que, su sufrimiento, aún cuando
indeseable y misterioso, puede ser una oportunidad para descubrir lo que es esencial en la vida
y aquello que no lo es. Así mismo, el sufrimiento puede ayudar a madurar en distintos ámbitos
del propio vivir e incluso a reorientar la vida, si fuese el caso.
95
Psicología pastoral
La enfermedad es uno de los estados de indigencia más duros para el hombre, puesto
que lo confronta con su vulnerabilidad y con la posibilidad de morir, es un momento de
sufrimiento, de dolor y de choque, un momento de pérdida (la pérdida, al menos temporal,
del bien de la salud).
La enfermedad, sobre todo grave e inhabilitante, suele ser una experiencia
desequilibrante en la que el hombre toca los abismos de su limitación y en la que resulta
afectado todo, absolutamente todo: autonomía, independencia, trabajo, relaciones
interpersonales, proyectos, etc.
“Aún para los no creyentes, cuando el hombre se fractura es cuando puede [buscar un]
sentido más pleno a su existencia o rectificarla; pues el hombre auténtico es el que se
enfrenta lúcidamente a la enfermedad y a la muerte. A nadie se le oculta la importancia de
la enfermedad y de la muerte ante el encuentro con el Absoluto”121.
El Catecismo de la Iglesia Católica recuerda que “La enfermedad puede conducir a la
angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión
contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudándola a discernir en su
vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que sí lo es”122.
Sin duda el sacerdote está llamado a prestar una importante ayuda al enfermo para
sobrellevar las cargas de su enfermedad. Los auxilios espirituales pueden ser variados:
desde la sola escucha, la compañía, el consuelo, etc. Pero ninguna ayuda puede compararse
con la eficacia de los sacramentos, en cuya administración hacia los enfermos el sacerdote
deberá ser particularmente disponible, tanto por el bien espiritual del enfermo como el de
los familiares.
Ahora bien, la enfermedad suele ser una ocasión privilegiada de evangelización y de
encuentro con las fibras más íntimas de la persona enferma y de los familiares, por lo cual
debe ser correctamente aprovechada por el ministro sagrado para buscar el bien espiritual
de los fieles y acompañarlos en la maduración de su fe.
“Al enfermo y al moribundo conviene recordarles siempre la visión cristiana de la
enfermedad y de la muerte; la enfermedad completa la Pasión de Cristo, y los enfermos en
la Iglesia tienen la misión de recordarnos con su ejemplo los valores esenciales, como
también demostramos que la vida mortal del hombre ha de ser redimida con el Misterio de
la Muerte y Resurrección de Cristo. (Cfr. Ritual de la Unción de los Enfermos)”123.
121
N. RIVERA CARRERA, Carta pastoral sobre la atención a los enfermos en la Arquidiócesis de México,
1996, n. 36.
122
Catecismo de la Iglesia Católica, número 1501.
123
N. RIVERA CARRERA, Op. cit., n. 39.
96
Psicología pastoral
“En una perspectiva de fe, las actitudes humanas positivas del agente de pastoral,
sus gestos humanos, se convierten en símbolo del amor de Dios que él mismo anuncia con
su palabra, y dan a su presencia un valor casi sacramental”125. Por eso, “El agente Pastoral
de Salud ha de manifestar con su modo de actuar aquella estima y respeto profundos que
ayudan al enfermo a mantener el sentido de integridad de la propia persona a pesar del
desmoronamiento causado, en el cuerpo y en el espíritu por la enfermedad”126.
En cada visita pastoral a un enfermo, el agente (laico o sacerdote) ha de
concentrarse más en la persona que en los hechos externos, saber escuchar, ser
comprensivo y cordial; ser respetuoso y paciente con el estrés del enfermo y no enredarse
en discusiones sobre Dios, sino ayudar al enfermo a descubrir a Dios en su vida y a crecer
en la relación con él.
Aunque es cierto que “En el contexto de la visita pastoral es donde el agente de
pastoral realiza principalmente su misión evangelizadora o celebrativa de la comunicación,
de la escucha de la Palabra, de la oración, del proceso penitencial”127, se debe “tener el
máximo respeto a la religiosidad del enfermo, evitando imponerle los propios estilos de fe.
A los que no creen o no practican, no ha de privarles de la amistosa atención del agente de
124
M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme, 136.
125
N. RIVERA CARRERA, op. cit., 52.
126
Ibid., n. 49.
127
N. RIVERA CARRERA, Op. cit., n. 53.
97
Psicología pastoral
i. Contacto inicial
Se requiere calidez, absoluto respeto por el dolor y por el sufrimiento del enfermo.
Presentarse para personalizar el encuentro.
Saludo afable
Observación del enfermo y de la atmosfera que lo rodea.
Los primeros dos minutos son cruciales para que el enfermo pueda, en la medida de sus
posibilidades reales, captar la buena disposición del agente pastoral y abrirse a lo que
Dios quiera ofrecerle a través de aquella visita.
El agente debe estar atento a las aperturas pastorales del enfermo para entrar a temas
más profundos dejando a un lado el aspecto meramente social de la visita.
Mientras el paciente habla de sí mismo, de su enfermedad, su dolor, sus miedos, su
familia, sus preocupaciones, su vida pasada, etc. la escucha ocupa un lugar capital e
irremplazable. Vendrán después las palabras de aliento o de consolación en la fe, la
oración, la administración de los sacramentos, etc., pero primero es necesario escuchar
respetuosa y atentamente al enfermo y, si fuese el caso, a la familia.
128
N. RIVERA CARRERA, Op. cit., n. 50.
129
Ibid., n. 55.
98
Psicología pastoral
7.2.6. Frases que hay que evitar en la visita pastoral a los enfermos
99
Psicología pastoral
130
Los contenidos de este apartado son cita textual de: N. RIVERA CARRERA, Cuidado pastoral de los
enfermos en la Arquidiócesis de México, México 1996, nn. 56-60.
131
Los contenidos de este apartado son cita textual de: N. CARRERA RIVERA, Op. cit., nn. 65-70.
100
Psicología pastoral
132
Los contenidos de este apartado han sido tomados textualmente de N. RIVERA CARRERA, Op. cit., nn.
92-94.
101
Psicología pastoral
133
O. MITTAG, Asistencia práctica para enfermos terminales. Consejos para la familia y para la
hospitalización, Herder, Barcelona 2002, 26.
134
Cf. M. MONGÉ, Medicina pastoral, 210-211.
135
M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme. Psicologia pastorale, San Pablo, Milán 2001, 147-151.
136
E. KUBLER-ROSS, Sobre la muerte y los moribundos, Grijaldo, Barcelona 1989.
102
Psicología pastoral
muerte es de por sí “un modo saludable de afrontar una situación desagradable y penosa,
porque permite al enfermo no perder el coraje y con el tiempo poner en juego otro tipo de
defensas, menos radicales”137.
b) Profunda cólera. Dominan sentimientos de ira, envidia y resentimiento contra los demás,
se producen continuas reacciones airadas, en las que el paciente se molesta mucho por la
vitalidad de las demás personas y se obsesiona con la pregunta: “¿Por qué precisamente a
mí?”.
Esta fase del enfermo “es particularmente difícil de afrontar por parte de la familia y
de las personas que asisten al enfermo, [pues] los familiares que lo visitan son recibidos por
él con frialdad e indiferencia, de tal modo que el encuentro se transforma en un evento
penoso y los familiares reaccionan con dolor, llanto, sentido de culpa o de vergüenza; o
bien, evitan regresar, lo cual no hace sino aumentar el desasosiego y la rabia del
enfermo”138.
En el fondo estas actitudes del enfermo son un grito desesperado en el que
indirectamente clama no ser olvidado. Alza la voz, protesta, grita, se rebela, maldice, asume
actitudes groseras como para hacer entender a quienes están a su alrededor que aún está
vivo y que requiere de atención. “Un enfermo respetado y comprendido, al cual se le dedica
atención y tiempo, normalmente disminuirá su actitud reactiva. Por eso es importante
tolerar su cólera (racional o irracional), sin reaccionar con actitudes defensivas o
agresivas”139 hacia él, porque esto complicaría la situación.
137
M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme. Psicologia pastorale, 148.
138
Idem.
139
Idem.
140
M. SZENMÁRTONY, Psicologia pastorale, 150.
103
Psicología pastoral
descanso final preparatorio del gran viaje. A medida que el paciente terminal logra la paz
y la aceptación de la muerte, el círculo de sus intereses disminuye. Desea permanecer solo
y en silencio y no ser molestado con problemas del mundo exterior. En esta última fase
antecedente de la muerte, conviene que los familiares y personas cercanas al enfermo
reduzcan el número de palabras con las que se dirigen a él y más bien se encuentren en una
actitud de cálida e incondicional cercanía como queriendo transmitirle a través de un
lenguaje no verbal: “Estaremos contigo hasta el final”.
Normalmente a estas alturas del proceso de muerte del enfermo, la familia también
requiere un elevado nivel de apoyo.
Ahora bien, todas estas fases del morir humano no se dan siempre ni en estado
químicamente puro. Algunos enfermos pasan por alguna de las fases, otros por todas y
otros (personas que mueren imprevistamente, por ejemplo, a causa de un accidente) tal vez
por ninguna.
No obstante, conviene conocer las etapas del morir humano, para no pretender que los
enfermos acepten serenamente la muerte desde el inicio. Además, “Cada persona… se
acerca a la muerte de una manera individual y única. En cuanto que parientes y auxiliares
no somos más que acompañantes en el camino del tránsito de la vida a la muerte. Esto
debería hacernos modestos.141”
La familia del enfermo también puede pasar por las mismas etapas que pasará el
enfermo en su proceso de aceptación de la muerte.
“En línea de máxima se puede decir que, las necesidades más comunes de quienes
están muriendo son: la búsqueda de un sentido, del perdón, de la esperanza y del amor.
Estas necesidades surgen del viaje hacia la propia intimidad que quien se acerca a la muerte
realiza para tratar de dar una respuesta a sus interrogantes más profundos […] En este viaje
hacia la propia intimidad quien está muriendo puede experimentar sentido de culpa
recordando aspectos no satisfactorios, omisiones o acciones reprobables [cometidas a lo
largo de la vida]. Del dolor espiritual nace el deseo del perdón. Es obvio [también] que una
de las necesidades más evidentes para quien está muriendo es el amor, un amor que se le
puede mostrar sea con palabras, sea con la presencia silenciosa y sensible”142.
El Cardenal Norberto Rivera hace las mismas recomendaciones en sus orientaciones
para el cuidado pastoral de los enfermos (nn. 86-90):
86. Hay que ayudar al enfermo a morir con dignidad y al enfermo cristiano a morir en
Cristo.
87. El enfermo moribundo necesita curar las heridas causadas por la toma de conciencia de
la propia finitud y "pobreza": miedo, angustia, sensación de impotencia y de abandono,
desesperación ante lo desconocido. El agente de pastoral tiene la posibilidad de poner
bálsamo en estas heridas del espíritu haciéndose presente, próximo y participe en el drama
que vive el enfermo percibiendo su estado de ánimo, acompañándole en silencio y
permitiendo que exprese sus sentimientos y reacciones (Cf. CEC. No. 1523).
141
O. MITTAG, Asistencia práctica para enfermos terminales, 52.
142
M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme, 154.
104
Psicología pastoral
Más allá de la atención corporal y del alivio de los dolores y molestias, el acompañamiento
de los moribundos comporta una tención amorosa, un apoyo anímico y a menudo también
una ayuda para afrontar las cuestiones del sentido de la realidad. ¿Qué podemos hacer para
acompañar en este sentido tan amplio a un moribundo hasta el final de su vida?
Con la conciencia de su muerte cercana muchas personas sienten una gran
necesidad de echar una ojeada retrospectiva a su vida. Usted puede apoyar al moribundo en
esa tarea evocando, por ejemplo, e intercambiando con él recuerdos comunes. Las fotos de
mucho tiempo atrás resultan muy útiles al respecto. Si los recuerdos son de tiempos buenos,
eso ayudará al enfermo a tener la sensación de que su vida, tal como la ha vivido, ha sido
una vida llena y lograda. Refuerce usted la idea de que, efectivamente, su vida ha tenido
sentido y ha sido buena. Pero a veces los recuerdos vuelan también sobre tiempos malos
con conflictos y riñas. Quizá sea entonces la ocasión de ponerse en paz con tales recuerdos,
de olvidar injusticias y de olvidar amarguras.
En la visión retrospectiva de la propia vida entra también el enfrentamiento con las
realidades que no se han vivido. Oportunidades que nos se aprovecharon, deseos que nunca
se cumplieron y decisiones que excluyeron otras posibilidades; todo ello forma
irremediablemente parte de la vida de cada persona. Poder considerar la propia vida, tal
como se ha vivido, como una vida con sentido y llena, es un gran regalo al final de la
existencia. Muchas personas experimentan antes de su muerte una gran angustia al pensar
que su vida ha sido completamente inútil. Usted puede quizás ayudar y animar al
moribundo a que recuerde sobre todo los buenos tiempos pasados.
El gesto de bendecir, que hoy tal vez puede parecer pasado de moda y que el
moribundo realiza sobre quienes se quedan, tiene un profundo sentido psicológico. Es la
confirmación última de que el tiempo vivido en común fue bueno y de que cuanto no fue
bueno ya no cuenta ahora y queda olvidado. Al mismo tiempo la bendición es un acto
liberador, el cual reafirma que todo cuanto harán u omitirán los que se quedan lo da por
bueno y lo refrenda el moribundo. Confirmar una vez más de esa manera el amor recíproco
le ayuda al moribundo a morir con menor dificultad y a los que se quedan a llevar una vida
mejor.
Incluso cuando un moribundo ya no puede hablar, habría que seguir manteniendo la
conversación con él. Es importante entonces adelantarse a sus preguntas y reacciones y
posibilitarle las respuestas mediante signos de cabeza o con otros gestos. De ese modo es
posible una conversación a dos con enfermos muy graves, que ya no son capaces de hablar.
También el contacto corporal es una posibilidad de seguir transmitiendo al moribundo que
continuamos queriéndole y que seguimos estando unidos a él con nuestro cariño. Tome
usted su mano, acarícielo suavemente o tómelo en sus brazos […] Acompañar a los
moribundos significa también amarlos y estar cerca de ellos. Los límites son aquí muy
105
Psicología pastoral
a) Dudas respecto a la fe. Ante ello conviene a animar al moribundo en la fe, acompañarlo
para que realice, en medio de sus posibilidades reales, actos de fe. Puede incluso ayudarle
quien lo está asistiendo en el momento de la muerte a que recite calmadamente y en voz
alta el credo, porque ello ayuda al moribundo a encuadrar la experiencia que está viviendo,
ubicándola desde la fe.
b) Desesperación por los pecados cometidos a lo largo de la vida. Frente a esta tentación es
necesario recordar al enfermo la misericordia de Dios y alentarlo a la confianza en los
méritos del misterio pascual de Cristo.
c) Desesperación por el propio dolor y sufrimiento. Ante esta tentación es preciso impulsar
al moribundo a asociar sus dolores a Cristo crucificado y ofrecerlos al Señor, especialmente
por la propia purificación y por el bien material y espiritual de los seres queridos.
d) Preocupación o angustia por los asuntos y problemas que le parece deja sin resolver
antes de morir. Se debe animar al moribundo a dejar en manos de Dios su propio ser y
todos los afanes, preocupaciones y personas por los que se está preocupando.
7.3.5. Algunas consideraciones acerca del posible estado anímico de los seres queridos
de un moribundo
143
O. MITTAG, Asistencia práctica para enfermos terminales, 116-117 y 119-120.
106
Psicología pastoral
Eso hace que precisamente los familiares que cuidan en casa de un enfermo grave,
tengan además que enfrentarse a la tristeza de la pérdida inminente con sentimientos de
culpabilidad, al advertir por ejemplo que se muestran impacientes con el enfermo y que en
ocasiones hasta desean ocultamente su muerte. La percepción de que la enfermedad ha
entrado en una nueva fase y que la persona querida morirá pronto facilita a muchas
personas el adoptar una nueva actitud interna respecto del moribundo”144.
144
O. MITTAG, Asistencia práctica para enfermos terminales, 35-36.
145
Ibid., 178.
146
Ibid., 191.
147
Cf. M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme. Psicologia pastorale, San Pablo, Milán 2001, 159-165.
148
Ibid., 159.
149
Idem.
150
Idem.
107
Psicología pastoral
doliente y, por lo tanto, los recursos o “resortes” interiores de que se encuentre equipado.
“En general se puede decir que las personas o los contextos familiares más cerrados,
aislados, menos propensos a externar y comunicar sus sentimientos, son más proclives a
reaccionar negativamente [a la pérdida de un ser querido]”151.
151
M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme. Psicologia pastorale, 160.
108
Psicología pastoral
c) Duelo crónico. Se denomina así a un proceso de duelo mal elaborado que no se resuelve
y se prolonga durante años debido a que la persona se ha quedado estacionada en el pasado
y se resiste a tener perspectivas de futuro.
d) Duelo patológico. Se da cuando la persona está completamente cerrada en su dolor, se
resiste a superarlo y comienza a experimentar graves desequilibrios físicos (somatización) y
psicológicos.
152
M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme, 162.
153
O. MITTAG, Asistencia práctica para enfermos terminales, 187.
154
M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme, 162.
155
O. MITTAG, Asistencia práctica para enfermos terminales, 193.
109
Psicología pastoral
refieren de una forma espontánea que ahora pueden contemplar de nuevo las fotos del
difunto sin miedo a paroxismos sentimentales, de modo que pueden volver a escuchar su
música preferida, pueden volver a respirar hondo y pueden sentirse vivas. Sólo entonces se
cierra de hecho el proceso luctuoso y quien lleva el duelo puede de nuevo aplicar sus
energías y su amor a la vida”156.
Los dolorosos síntomas psicológicos que sufren un elevado número de las mujeres
que han abortado, ha dado lugar a un concepto psiquiátrico llamado P.A.S (Post-Abortion-
Syndrome): síndrome post-aborto. A las mujeres que se ven afectadas con este síndrome, la
Iglesia está llamada a brindarles la ayuda necesaria para la reconciliación consigo mismas,
con el niño abortado, con Dios, con la Iglesia y con aquellos que les han aconsejado el
aborto y han intervenido en él.
156
O. MITTAG, Asistencia práctica para enfermos terminales, 193.
157
M. SZENMÁRTONY, Camminare insieme, 163.
158
M. SZENMÁRTONY, Camminare insieme, 163-164.
159
En el abordaje de este tema me concreto a sintetizar y reportar el trabajo de M. Szentmártony en
Camminare insieme, 222-230.
110
Psicología pastoral
Como línea general puede considerarse que los síntomas del síndrome post-aborto
tienen una doble raíz esencial: a) La negación, represión o racionalización de los
sentimientos irresolutos generados por el aborto; b) La necesidad de reconciliación por
parte de la mujer que ha abortado.
Los síntomas más comunes de este síndrome son, a decir de Szentmártony, fuerte
sentido de culpa, remordimiento y angustia, negación de los sentimientos, pérdida de
respeto de la mujer por sí misma, juicio y rechazo de sí misma, pensamientos suicidas
(porque habiendo destruido la vida del niño se piensa que se debe destruir también la
propia, pues la persona ya no se considera digna de vivir), “depresión, con crisis de llanto,
mal humor, perdida de energía y de interés por la existencia; algunas tienen sueños que
revelan una gran ansiedad (por ejemplo, escuchan llorar niños sin encontrarlos nunca);
algunas sufren de fobias (por ejemplo miedo de los médicos), o bien, comportamientos
compulsivos (por ejemplo, lavarse las manos demasiadas veces en el día)”160.
En cuanto a las relaciones interpersonales, la relación con el marido suele
fracturarse o empeorar si es que ya era deficitaria (presentándose dificultades especiales en
el campo sexual); emergen dificultades en la relación con los hombres, surge resentimiento
(sino es que rechazo y odio) hacia quienes han aconsejado el aborto, resentimiento contra
Dios “por no haber intervenido” y se deterioran las relaciones con los niños, cuya compañía
se vuelve incómoda, si no es que insufrible.
Como válvula de escape al conflicto interno generado por el aborto, puede
presentarse la recurrencia a algunas compensaciones: alcohol, droga, promiscuidad sexual,
auto-punición, etc.
Surgen también confusiones acerca de la propia identidad y acerca de la opinión de
Dios sobre la persona que abortó.
160
M. SZENTMÁRTONY, Camminare insieme, 225.
111
Psicología pastoral
Los pasos de un posible método de curación del síndrome que estamos abordando,
pueden asemejarse, mutatis mutandis, a las cinco etapas del duelo localizadas por E. kübler-
Ross:
a) Superar la negación de lo ocurrido. Para ello con frecuencia se requerirá que la persona
recuerde y narre los hechos tal como fueron, con toda su carga de emoción y sentimiento.
b) Tomar conciencia de la humanidad del niño y aceptar la cólera que la mujer experimenta
contra sí misma, contra quienes aconsejaron el aborto y contra quienes lo llevaron a cabo.
c) Tentativas de negociar o compensar: algunos padres y madres intentan huir de su dolor,
negarlo o amortiguarlo realizando algunas acciones, por ejemplo: querer tener un hijo
inmediatamente, adelantar el matrimonio (si es que no eran una pareja casada), esforzarse
por ser padres modélicos, apoyar a instituciones dedicadas al cuidado de los niños, etc.
Ante este panorama el sacerdote debe ayudar a la pareja a aceptar que del pasado nada se
podrá modificar y que su hijo verdaderamente ha muerto, de modo que las acciones que
realicen no lo resucitarán.
d) Sentido de vacío que conduce a la depresión. Cuando los padres de un niño abortado
toman plena conciencia de que éste ha muerto, y ha muerto asesinado, experimentan un
profundo vacío y en una honda depresión, factores que, curiosamente, representan el inicio
del largo proceso de curación que vivirán, pues caen en la cuenta de que nunca conocerán
al hijo muerto. En esta fase del proceso, el sacerdote debe animar a los padres a aceptar que
tienen derecho a sentirse vacíos y deprimidos.
e) Aceptación. El proceso de curación y reconciliación llega a su fin cuando los padres
logran ubicarse frente al hijo y reconocerlo como tal, al tiempo que aceptan que su muerte
ha sido provocada por ellos mismos. Algunos signos manifiestan el arribo a este punto:
cuando ya son capaces de llamarlo “hijo” (reconociéndose ellos plenamente como padres) y
de encomendarlo a la misericordia de Dios. Aquí es recomendable que los padres pongan
un nombre a su hijo, le escriban una carta a él o a Dios y a todos los que se vieron
involucrados en el aborto (como tentativo de expresar los sentimientos que quizás
directamente no pueden expresarse).
En la ayuda a las personas con el problema descrito, es fundamental que el
sacerdote sea consciente de que se enfrenta a heridas muy profundas que sólo la gracia y la
misericordia de Dios podrá sanar. En este sentido, la celebración de los sacramentos (la
112
Psicología pastoral
penitencia por parte de los padres del niño y la eucaristía celebrada en memoria del
pequeño abortado), pueden ser la recapitulación y el final del largo proceso curativo que
una situación de este género requerirá.
113