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interior
La mayor parte de nosotros tenemos ese narrador interno, pero también hay gente
con un pensamiento más visual y abstracto
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Pensar sin un monólogo interior no es raro, pero tampoco frecuente. JakeOlimb Getty
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JAIME RUBIO HANCOCK 6 FEB 2020 - 11:45 COT
Imagina que puedes leer la mente de la persona que tienes al lado. Es posible que
hayas imaginado que puedes oír sus pensamientos, como si se tratara de la voz mental
de esa persona. Y es posible que lo hayas imaginado así porque tú también piensas
usando una voz interior parecida.
Que esto cause extrañeza a unos y a otros es comprensible. Como recuerda también
Igoa, por lo general no estamos acostumbrados a reflexionar sobre cómo pensamos y
menos aún a intentar explicárselo a otra persona.
El lenguaje es otra herramienta del pensamiento
Volviendo al ejemplo de leer mentes, si alguien pudiera leer la nuestra es muy posible
que no entendiera casi nada. Lo explica el psicólogo Charles Fernyhough en The Voices
Within: The History and Science of How We Talk to Ourselves (“Las voces de nuestro
interior: la historia y la ciencia de cómo hablamos con nosotros mismos”).
Es verdad que, por lo general, pensamos mucho con palabras. Tanto que, por ejemplo,
tiene sentido la pregunta “¿en qué idioma piensas?”. Pero, como advierte Fernyhough,
el lenguaje “no es necesario para pensar; más bien es una herramienta que muchos
humanos usamos durante gran parte del tiempo para pensar”.
En su libro, este psicólogo recoge los estudios que se han hecho sobre esta voz
interior. Más del 90% de los participantes la experimentan, pero solo es el modo
dominante de en torno al 17%, con variaciones considerables entre personas. Esto
significa que esta voz interior es un fenómeno muy frecuente, pero hay personas que
recurren a ella constantemente, otras que solo a veces y algunas que nunca.
Fernyhough advierte de la principal limitación de estos trabajos: se basan en
testimonios personales y, como hemos apuntado, es muy difícil describir nuestros
estados mentales.
La profesora recuerda lo que les ocurre a algunos colegas suyos cuando empiezan a
dar clase: los primeros días acaban con jaquecas, en gran parte debido al esfuerzo que
les supone expresar con palabras y frases completas lo que a menudo son imágenes,
mapas conceptuales o algo más parecido a notas e ideas que a discursos completos.
Nuestra forma de pensar puede variar también según lo que estemos haciendo. Hay
gente que lee una novela y ve las acciones como si fuera una película, pero para otros
hay una voz interior narrándoles la historia. Cástor Méndez, profesor de Psicología de
la Universidad de Santiago de Compostela, añade otro ejemplo: el de los matemáticos,
que piensan “usando el lenguaje formal de las matemáticas” de un modo que nos
resulta difícil de concebir a los demás.
A todo esto hay que sumar que gran parte de nuestro pensamiento es inconsciente,
como recuerda también Méndez: “Pensar es una actividad enormemente compleja” y
en su mayor parte “uno no es consciente de cómo se procesa”.