Está en la página 1de 4

Universidad del Quindío

Facultad de ciencias humanas y bellas artes


Programa de Filosofía
Juan José Trujillo Puentes

Capítulo XVI: De las personas, autores y cosas personificadas

RESUMEN

Este capítulo lo dedica Hobbes a definir los conceptos de personas naturales y artificiales y,
diferenciar entre actores y autores. Nos da cuenta también sobre la legitimidad de la
representación, en cuáles casos es válida y qué cosas pueden autorizar y representarse.
También, qué tipo de representación para una multitud es mejor.

Palabras clave: Persona, actor, representación, autoridad, legitimidad.

Hobbes empieza el capítulo XVI de Leviatán haciendo una definición del concepto de
persona en el que podemos ver dos tipos; persona natural y persona artificial. Una
persona: “es aquel cuyas palabras o acciones son consideradas, o bien como suyas, o bien
como representaciones de palabras o acciones de otro hombre o de cualquier otra cosa a
la que son verdadera o ficcionalmente atribuida”. (Hobbes, 1994) Dicho de otra manera,
una persona natural es aquella que sus acciones y palabras son enteramente suyas y lo
representan a sí mismo, y una artificial, son las acciones y palabras de otro encarnadas en
alguien más.

El filósofo inglés alude a la etimología del término y nos dice que persona es una palabra
latina que significa el disfraz, especialmente, a la parte que cubre el rostro del disfrazado.
Es en el teatro en donde se puede ver mejor representado el concepto. En medio de una
escena, puede personificarse (disfrazarse) a quien se quiera, esto por medio de su lenguaje y
su accionar, o sea, una persona tiene igual capacidad que un actor para representar o asumir
el papel de otro, actuar en su nombre. Estas personificaciones son las que llamamos en el
párrafo anterior como personas artificiales.

En el sentido de las personas artificiales, tenemos dos participantes, los que representan y a
quienes los representan. En el primer caso, Hobbes los llama actores y autores en el
segundo. También aclara Hobbes que, al derecho de un actor de realizar una acción, lo
llamamos autoridad, pero que autoridad difiere de hecho por autorización, que significa
que el actor ha tenido permiso por parte del autor para representarlo. Por ejemplo, un
abogado te representa siempre y cuando le autorices a hacerlo, este sería el hecho por
autorización. Si imaginamos un hipotético caso en el que tenemos un problema judicial y
tenemos autorizado a un abogado (actor) para que nos represente (autor), todo acuerdo que
establezca el abogado en nuestra representación es válido y de ese acuerdo, todas las
consecuencias que puedan seguirse; el actor no está en la obligación de responder por
hechos autorizados en la representación de nosotros, pues estaba “siendo” otra persona
(autor). En el capítulo XIV, Hobbes nos habla sobre la renuncia y la transferencia de los
derechos, y pareciera que, en la conformación del Estado, muchos de nosotros, cedemos
nuestros derechos a un gobierno o gobernante que de alguna manera nos representa tanto
para nosotros mismos como frente a otros gobiernos.

A diferencia de las personas, los objetos (algunos) pueden ser representados, como pasaría
en un museo que está representado por el curador, o en una iglesia por el cura, y demás
ejemplos de este tipo. Si bien pueden representarse, estos no pueden ser autores, pero en
caso de ser necesario son los representantes los que reciben la autoridad.

Hobbes categoriza de irracionales a los niños, los insensatos y los locos, pues al no tener
uso de razón se les puede representar, pero ellos mismos no pueden ser autores, por lo que
es el guardián o tutor a quien se le transfiere da su autoridad. No sería posible que ellos
establezcan contratos ni convenios.

Después de comentar la situación de los denominados irracionales, Hobbes habla de falsos


dioses y del Dios verdadero. Los primeros son ficciones del cerebro y pudieron ser
personificados como lo hicieron los paganos por medio de estatuas y símbolos, pero no
pueden ser nunca autoridad, pues un ídolo no es nada y porque la autoridad viene del
Estado y los falsos dioses precedían a este Estado. El Dios verdadero, como lo llama él, fue
personificado por Moisés, luego por Jesucristo y posteriormente lo personificó el Espíritu
santo, ninguno vino por sí mismo, sino que cada uno fue enviado por Dios. De nuevo, en el
capítulo XIV, Hobbes menciona que es posible hacer convenios con Dios por medio de
quienes son capaces de recibir su “revelación sobrenatural”, es decir, sus representantes.

¿Cómo una multitud de hombres es una persona? Como en el caso de un pueblo, o de


cualquier grupo multitudinario, Hobbes afirma que los miembros de la multitud deben estar
de acuerdo en representarse por medio de una persona, esto en favor de hacerse una por la
unidad representante y no por la totalidad de los representados. Pero que la representación
sea única no implica que la autoría sea de sólo una persona, al ser una multitud que elige a
un representante, cada uno le da su autoridad y este representante es el dueño de las
acciones y palabras que se dicen de ellos. Puede ser que la representación tenga unas
limitaciones en el qué y el cómo, y en este sentido el representante sólo podrá actuar en
favor de aquello que le es autorizado de hacer, dándole así legitimidad a su gobierno.

En caso de que los representantes sean numerosos, se habrá de votar y elegir la decisión
adoptada por la mayoría. Y en tal caso de que estos representantes sumen un número que
sea par, y una decisión resulté empatada por votación negativa y afirmativa con igual
número de votos, los representantes se quedan sin quehacer, incapaces de actuar. Esto se
traduce en una desventaja para cualquier grupo que elija representantes con número par. Si
tenemos en cuenta el contexto de la decisión, siguiendo la lectura de Hobbes, puede que a
veces no decidir hacer algo sea decidir, él ejemplifica con una condena, si hay un número
par de representantes y la mitad vota por condenarlo y la otra mitad por absolverlo
entonces, se elige no hacer nada, y de acuerdo con Hobbes (aunque me parece exagerada la
inferencia) elegir no hacer nada en ese momento es igual a absolverlo.

En síntesis, de este capítulo es importante entender la concepción de representación y de


quienes, qué y cuántos pueden serlo; adoptada por Hobbes, en la que intervienen los
llamados actores y autores, pues un Estado sería imposible de lograr sin la representación.
En esta es donde recae la legitimidad que se le confiere al gobernante de turno, que en caso
de no seguir lo autorizado por la multitud para actuar, cambiaría de gobierno hacia una
autocracia o incluso dependiendo de las acciones de este, hacia una tiranía, perdiendo la
legitimidad que le había sido adjudicada.
Bibliografía

Hobbes, T. (1994). Leviatan. Barcelona. Altuya.

También podría gustarte