Está en la página 1de 19

Publicado en Nueva Doctrina Penal, 2008/A, Buenos Aires, 2008, pp. 295-314.

La cárcel de Neuquén y la política penitenciaria


argentina en la primera mitad del siglo XX

Ernesto Bohoslavsky*
Fernando Casullo**

Las cuestiones ligadas a los delincuentes y la “mala vida” (re)ingresaron en la


disciplina histórica argentina en los últimos quince años. Muchas de estas
investigaciones han permitido rediscutir provechosamente el problema de la formación
del Estado y de sus instituciones judiciales, penitenciarias y policiales en nuestro país.
Es evidente que el análisis de la justicia y las cárceles posee una amplia trayectoria
dentro del campo más general de la historia del Derecho, anterior al interés de las
ciencias sociales recientes por los fenómenos legales. En este campo destacan los
trabajos de Laura San Martino de Dromi (1996; 1998; 1999), Abelardo Levaggi (2002),
Eduardo Martiré (1968; 1977), Víctor Tau Anzoátegui (Tau Anzoátegui y Martiré 2005)
y Ricardo Zorraquín Becú (1957; 1966; 1988)- en el marco de una prolífica producción
han hecho un valorable esfuerzo de síntesis de larga duración sobre la historia del
derecho y de las instituciones en la Argentina. Pero también ha sido la influencia de
Michel Foucault (2001) desde la década de 1980 la que ha estimulado un mayor interés
por las cárceles (Caimari 2003, 2004) y los fenómenos delictivos en Argentina
(Salvatore 1993/4, 1997, 2001).
En este artículo procuraremos ofrecer un panorama sobre la cárcel de Neuquén,
una institución que ha permanecido bastante desatendida, excepción hecha de cortos
escritos producidos por iniciativas gubernamentales y por figuras allegadas al personal
*
Becario posdoctoral CONICET / Universidad Nacional de General Sarmiento. Miembro del proyecto de
investigación “Liberalismo y utopía en América Latina, 1840-1960. Colonias experimentales en
Paraguay, Argentina y México” (HUM-2005, 03777), Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la
Universidad Nacional de Educación a Distancia (Madrid). E -mail: ebohosla@ungs.edu.ar
**
Becario doctoral CONICET / Universidad de San Andrés / Universidad Nacional del Comahue. E-mail:
fcasullo@yahoo.com.
penitenciario (A.A.V.V. 1979; Alvarado 2001; Anónimo 1940; Camerano 1999). Fuera de
ellos, sólo hay algunos trabajos referidos a una afamada huida en 1916 y el rosario de
resonantes hechos que le siguieron (Chaneton 1993) y el testimonio de personas que
pasaron por allí (Sommi 1946). Recurriendo a documentación almacenada en el Archivo
Histórico de la Provincia de Neuquén (AHPN) y el Archivo de la Justicia Letrada del
Territorio Nacional de Neuquén (AJLTN), intentaremos dar cuenta de las condiciones
de vida de los detenidos y las políticas carcelarias que se pusieron en acción, con el
objetivo de mostrar cómo, la pequeña burocracia penitenciaria local ejecutó a las
normativas nacionales. El objetivo es monitorear la dinámica interna que ofreció la
institución y algunos de los diversos actores que la componían. Asumimos a la cárcel
como una institución cerrada en sí, pero a la vez abierta y con un fuerte intercambio con
el medio geográfico y social (rotación de personal y de los detenidos, relaciones
comerciales y laborales, repercusión en los medios de comunicación, etc.). Seguimos de
esta manera la idea de Lila Caimari (2000:1) de que “la prisión siempre ha sido porosa,
filtrada por las premisas políticas y los valores de cada sociedad; si bien está en los
márgenes del estado, sigue de manera única la historia de sus instituciones y
presupuestos legales”.

Neuquén, una tierra “nueva”

La actual provincia de Neuquén es un triángulo de unos 100.000 km2,


mayormente asentados sobre áreas de la Cordillera norpatagónica. Esas tierras eran el
soporte de las redes comerciales y de los asentamientos mapuches hasta la “Conquista
del Desierto” (1879), con la cual amplias superficies del área pampeano-patagónica
fueron incorporadas de facto a la soberanía y la economía nacional. En ese contexto, la
irregularidad en la propiedad y en la comercialización del ganado era constante dado
que la cordillera era un paso fácilmente franqueable para los reducidores de ganado,
legítima e ilegítimamente habido (Bandieri 1993; Maida de Minolfi 1981). Neuquén fue,
desde fines del siglo XIX y por muchos años más, una frontera permeable, por donde
cruzaban personas, ideas y todo tipo de mercancías.
Los espacios ocupados tras la “Conquista” fueron organizados en una forma
política original. No se trataba de nuevas provincias sino de “territorios nacionales”. Sus
habitantes tenían derechos civiles, pero no políticos, constituyéndose en ciudadanos de
“segunda categoría”. Las autoridades del Territorio eran designadas en la capital federal,
según indicaba la ley 1532, al menos hasta que esos territorios consiguieran un
desarrollo social y demográfico que les permitiera obtener el status de “provincia”. La
definitiva provincialización de Neuquén y del resto del espacio patagónico no se
concretó sino hasta la caída de Perón, a fines de los ´50. La justicia, la cárcel y las tropas
asentadas en Neuquén hasta entonces fueron federales y su financiación provenía del
presupuesto nacional.
La pobreza de los recursos humanos y materiales con los que debía moverse esta
débil estructura estatal aparece constantemente reflejada en los documentos de la
época. La situación distaba de ser sencilla para aquellos que se enrolaban en las fuerzas
policiales (Rafart 2008). Las quejas parecen calcarse una tras otra. La falta de útiles
para las tareas elementales e incluso de armas o uniformes, el retraso o la inexistencia
de retribución alguna y la peligrosidad de la tarea desempeñada jugaron en contra de la
permanencia en la institución policial o penitenciaria (Bohoslavsky 2007). En algunos
casos, ciertos policías y guardiacárceles optaban por no abandonar el uniforme mientras
continuaba desarrollando actividades “extras” que les permitieran un nivel de vida
superior en un clima generalizado de pobreza material (Bohoslavsky 1998:cap. 3). La
escasa estructura edilicia, además de la mencionada carencia y peligrosidad de los
recursos humanos disponibles, conducía a situaciones dificultosas (Rafart 1994, 2003).
La ausencia de estructuras estatales jerarquizadas y con control sobre sus miembros y
funciones, permitía que los agentes tuvieran un grado de arbitrariedad importante en lo
que se refiere a la interpretación de la ley, las propiedades y vidas de los pobladores: la
cárcel, como veremos, no fue la excepción a este manejo autónomo del personal y
autoridades uniformadas.

I- La cárcel-miseria (de 1904 a los ´30)

Echando una mirada a las tasas de mortalidad, las provisiones alimenticias y las
condiciones edilicias de la cárcel de Neuquén durante los primeros treinta años del siglo
XX, si alguna palabra puede caracterizar los primeros años de la cárcel neuquina, esa
palabra es precariedad. En 1904 el traslado de la capital provincial hacia el recién
fundado poblado de Neuquén implicó también mudar la cárcel, el juzgado federal, la
jefatura de policía y la gobernación. La marcha de los presos desde la anterior capital del
territorio, Chos Malal, resultó un penoso viaje de once días en carro por un desértico
camino del territorio, que nos da una primera muestra de la precariedad material propia
del período. Al llegar los internos a la nueva capital, se levantó en Neuquén una
construcción provisoria de dos pabellones, con algunos cuartos anexos, que funcionó
desde octubre de 1904 hasta julio de 1911. El proyecto aprobado por el Ministerio de
Interior constaba de cinco pabellones celulares como oficinas de dirección y juzgados
letrados. Para 1909, menos de la mitad de los espacios proyectados estaban terminados.
La construcción del edificio definitivo no estuvo distanciada de los conflictos entre los
agentes estatales que administraban unos recursos siempre escasos y tardíos y las redes
comerciales locales que debían abastecerlos. Las relaciones entre proveedores,
autoridades penitenciarias y la burocracia de la Gobernación permanecían en un área
gris en la que se podían detectar favores personales y precariedad administrativa.
En 1909 asumió como director de la cárcel Rafael Castilla, una figura de
importancia fundamental tanto en la vida de la institución como en el cruce con la
sociedad civil de Neuquén. Para la historiografía penitenciaria (A.A.V.V. 1979:133), la
administración de Castilla ha quedado cristalizada como la de un “padre fundador” del
establecimiento. Hasta su muerte, en 1936, Castilla permaneció como director de la
unidad penal, lo que no le impidió realizar ocasionales incursiones en la política local. 1
Castilla fue un personaje importante en la sociedad local y sus redes de poder, y eso tuvo
correlato en su gestión, la más prolongada en la historia temprana de la cárcel. Las
vinculaciones del director con la pequeña elite local no estuvieron libres de denuncias
acerca de colusiones y actos de corrupción.2
El edificio tuvo desde su inicio señales inequívocas de pobreza material. Por
ejemplo, “carecía de alambrado o muro que la rodeara, razón por la cual, traspuesto

1
Rafael Castilla fue miembro del Concejo Deliberante de la ciudad y del Club de Ajedrez, la Asociación
Patriótica de Tiro, la Sociedad del Patronato de Excarcelados, a la vez que fue organizador de la banda de
música de la cárcel (Férnandez y Manara 1994)
2
Sabemos, por caso, que en 1908 el almacenero Manuel Linares, una figura de central importancia en la
política local, le inicia acciones legales en la justicia letrada al Director de la cárcel Juan Manuel Pérez.
Según el denunciante, el Director tendría un arreglo de hecho con otro comerciante de la ciudad, quien
monopolizaba la provisión de la cárcel. Expresa el querellante que es “es público y notorio en esta capital
de que el almacenero Sr. Taillefer entra todos los días al establecimiento para vender sus artículos a
precios exagerados”, AJLTN, Exp. 195, Año 1908, f°1.
dicho portón y andados los primeros seiscientos o setecientos metros, ya se estaba en los
lindes mismos del poblado” (Camerano 1999:31; Chaneton 1993). Ésta era una muestra
clara y acabada de una situación material muy delicada para los detenidos y el personal
de la cárcel. En 1923, el inspector de cárceles nacionales Juan José O´Connor (1936),
tenía una visión muy desalentadora sobre la situación del penal de Neuquén. Ese año
descubrió que el armamento era tan malo que no podía garantizarse que funcionase. 3 La
Memoria del Gobernador de 1920 manifestó que en la cárcel “no hay munición y la poca
que existe es inservible, ropa y calzado no existe más que la que tienen puesta; no hay
colchones, ni tarimas”.4 A eso sumémosle las notorias deficiencias en la formación del
personal penitenciario y su desconocimiento o escaso apego a la doctrina criminológica.
En ese sentido, en 1918, una investigación sobre la cárcel, consideraba que
“en el destacamento de la Guardia de la Cárcel no existe la disciplina y organización
requeridas para las delicadas funciones de vigilancia que debe ejercer y que este
hecho debe atribuirse al Jefe del Destacamento don Domingo Oviedo que, con su
conducta ha contribuido a la desmoralización [...] por cuanto algunas clases e
individuos de tropas se han negado a tomar servicio so pretexto de que el Jefe del
Destacamento Sr. Oviedo había sido injustamente suspendido, procedimiento
inadecuado e inaceptable, aun en el caso de ser exacta esa afirmación, y máxime
cuando se ha demostrado en esta investigación la conducta irregular del mencionado
Jefe del Destacamento”.5

La precariedad material y humana presente en la cárcel neuquina llevaba a pensar


que podía ser víctima fácil de un ataque externo. Las chances de que se produjera un
masivo asalto a la cárcel por parte de bandoleros, existía, al menos en la imaginación del
director Castilla, todavía en 1920. Ante el rumor de un próximo intento de evasión, se
tomaron una serie de precauciones
“por si acaso hubiera algo de cierto, desde el momento que la Cordillera está plagada

3
En el resto de las unidades patagónicas el panorama no era mejor: al cuerpo de guardia cárcel de Rawson
hacía tres años que no se le asignaba calzado y en Viedma se necesitaban colchones, tarimas y ropa para
los presos (Ygobone 1945:612).
4
AHPN, Memoria del Gobernador 1920, f° 473. La Memoria del Ministerio de Interior de 1921-2
informaba que el servicio de guardiacárceles “se encuentra sin uniforme ni calzado, pues no se le ha
provisto desde su traslado al Ministerio, y dado el feo aspecto que presentaban los guardianes al cruzar el
pueblo llevando procesados al Juzgado Letrado, con una vestimenta que le correspondía -bombachas de
corderoy, blusas y gorras de policía, otros con pantalones de policía, saco civil y kepi; uno con ropas de
brin, otros con ropa de invierno” (f° 561).
5
AHPN, Copiador 106, folio 398, 21 de marzo de 1918.
de bandidos y el aliciente de saquear al Banco y al comercio pudiera dar cabida a
esta idea, máxime si se tiene en cuenta que sólo existen auxilios a quinientos
kilómetros de esta capital, por cuanto este Territorio no cuenta con guarnición capaz
de impedir y proteger eficazmente un hecho de esta naturaleza. Así lo tenemos con
lo ocurrido el 23 de mayo de 1916 y esto sin ataque de afuera” 6

“Lo ocurrido el 23 de mayo de 1916” se refiere a una fuga masiva a la que le siguió
la posterior recaptura y el fusilamiento de ocho internos en la pampa de Zainuco, al
interior del Neuquén (A.A.V.V. 1979). La gran cantidad de internos que se escaparon, la
facilidad con que llevaron a la práctica el intento, las repercusiones nacionales que tuvo
el suceso de Zainuco y la resonancia política de esos acontecimientos, han generado la
convicción de ser un hito fundamental en la historia de la cárcel de Neuquén. Sin
embargo, entendemos que no puede explicarse esa fuga como una ruptura en la historia
de la cárcel dado que el Archivo de la Justicia Letrada del Territorio de Neuquén
muestra que la fuga de la prisión era un suceso bastante común. Así, la Memoria del
Ministerio de Justicia de la Nación en 1920 daba cuenta de que evitar las fugas era una
“lucha diaria” (p. 470). La Memoria justificaba la ampliación del personal penitenciario
debido a los numerosos conflictos que se sucedían en Neuquén.
“Los hechos luctuosos experimentados en carne propia, padecidos en este
establecimiento, la convivencia de elementos peligrosos recluidos en esta cárcel con
bandoleros cordilleranos, su fácil paso a la República de Chile, nos pone en la
obligación de penetrarnos de este servicio ya que su importancia va más allá del
establecimiento para ser la tranquilidad de todo el pueblo”

Podemos pensar que la evasión se insertaba como una posibilidad tanto en un


marco edilicio que facilitaba las cosas para quien quisiera huir como en un contexto
institucional que ofrecía condiciones precarias de vida a internos y guardiacárceles. El
diario Neuquén así lo daba a entender en 1916, en los días de Zainuco:
“La evasión de los presos no es voluntaria, es decir no es la consecuencia de un acto
deliberado, si no de un acto primo provocado por la fuerza, por la necesidad y quién
sabe si no hasta por el hambre” (Chaneton 1993:32)

6
AJLTN, Exp. 127 bis, Año 1920 “Cárcel, tentativa de sublevación” f° 23. Según el director de la cárcel,
hubo un plan de sublevación que contó con la complicidad del maestro de la escuela de adultos y del
cónsul chileno en Neuquén. Denunció que “hordas de bandoleros” chilenos atacarían al juez, al
gobernador y a la policía. Según testimonios presentes en el expedientes, algunos presos acusaban al
director de tratar mal a los chilenos, razón por la cual habrían recurrido a la ayuda del cónsul.
Si las condiciones de vida dentro de la cárcel eran pobres no menos pobres eran
sus pobladores. Los sectores populares neuquinos fueron quienes inundaron la unidad
penitenciaria con asiento en la capital, así como en las distintas dependencias policiales
desparramadas por el territorio. Hay claras similitudes entre las particularidades de la
población carcelaria y la población general del Territorio: el carácter analfabeto, chileno,
soltero y joven del “encarcelado tipo” que no se diferencia demasiado del que podamos
encontrar en el “poblador tipo” (Crisafulli y Bertani 1991). Un cuadro confeccionado en
1916 por la Gobernación de Neuquén ilustra acerca de la población carcelaria, sus
orígenes sociales y nacionales.7

Población Població
Neuquén n
Cár
cel
1914 1920 1916
Argentinos 53,86% 58,73% 36,7%
Chilenos 40,9% 35,38% 51,4%
Otros 5,24 % 5,88% 11,9%
países

Las personas que desarrollaban tareas del mundo rural sumaban 75% del total. 8
En los primeros tres censos donde se incluye el Territorio del Neuquén, el porcentaje de
la población afincada en el campo suma 93%, 84% y 74% (Masés et al. 1994:15 ss.).
Estos datos coinciden con lo que se ha podido saber de algunas actividades delictivas
específicas. Rafart (1994) ha podido determinar que el bandido tipo es un hombre
soltero, entre 20 y 30 años, probablemente un chileno indocumentado, seguramente sin
instrucción, con escasa calificación laboral, pero que había desarrollado múltiples

7
Fuentes: Censos nacionales de 1914 y 1920 y AHPN, “Cuadro demostrativo del movimiento de presos
habido durante el año 1916 en este establecimiento”, Cárcel de Neuquén, Copiador 134, fº 314. El resto de
los cuadros provienen de la misma fuente salvo que se indique lo contrario.
8
Se computa como tarea rural a las que desarrollan los agricultores, los alambradores, los criadores, los
jornaleros y los troperos. El resto de las actividades pertenece al mundo urbano o no pueden ser
clasificados estrictamente como rurales. Por lo demás, debe tenerse en cuenta que la movilidad geográfica
y laboral de los pobladores era alta (cfr. Masés et al. 1994). Esta situación de predominancia de la
población rural también se plantea con la información proveniente del Censo de población de 1914,
AHPN, Cop. 104, folio 222 ss., marzo de 1915 (sobre las características de la población carcelaria,
cfr.Bohoslavsky y Casullo 2001).
trabajos.
El discurso criminológico positivista que promovía la resocialización por vía del
trabajo, así como la separación entre encausados y condenados, chocaba con la realidad
presupuestaria. Además de dos pabellones, en la cárcel de Neuquén sólo funcionaba un
pequeño taller de carpintería así como una escuela y la tradicional banda de música
compuesta por los penados.9 Las declamaciones acerca de la redención laboral sólo
quedaron en enunciados ante la ausencia de infraestructura y personal idóneo. Sólo
ocasionalmente se postulaban proyectos de reeducación, que mal ocultaban un mero
intento de reducir los costos laborales de la obra pública. 10
Si en el marco nacional la disputa más fuerte se daba entre el proyecto de
prisión-fábrica de los penitenciaristas y la prisión-laboratorio de los criminólogos
positivistas (Caimari 2001), las primeras décadas de la cárcel de Neuquén muestran, lisa
y llanamente, la inviabilidad material de cualquiera de las dos opciones. Claro que la
historia de la cárcel de Neuquén no es muy distinta de la que tienen otras prisiones del
interior argentino (Caimari 2004; Levaggi 2002; Ygobone 1945:609). En este sentido,
puede resultar útil una comparación con la cárcel de Ushuaia, mucho más aventajada en
la asignación de bienes materiales por parte del Estado nacional. 11 Construida en 1902,
con la intención de albergar a los criminales más peligrosos del país, era una de las
“niñas mimadas” del sistema penitenciario nacional. Asentado a varios miles de
kilómetros de la capital, el Penal permitía alejar suficientemente de la sociedad
argentina a los “indeseables” e irrecuperables. Pero la cárcel cumplía con otros
objetivos, como la delimitación y fijación de la soberanía nacional en zonas limítrofes
con Chile. Se confiaba en que sosteniendo una institución nacional y fijando una
población en torno a esa institución, se lograría hacer patria.(Caimari 2000, 2003). Si
la cárcel de Neuquén tuvo por décadas graves problemas de infraestructura, en cambio
Ushuaia poseía en 1907
“gran cantidad de talleres como la zapatería, sastrería, carpintería, aserradero,

9
AHPN, Copiador 104, f° 219.
10
Cfr. por ejemplo el proyecto de construcción de una nueva Casa de Gobierno con el trabajo de los presos
de la cárcel local. AHPN, Copiador 139, folio 744, Memoria Gobernación 1918, remitido el 8 de abril de
1919.
11
La cárcel de Ushuaia, ha gozado de mayor (y más triste) fama que la de Neuquén, siendo objeto de
polémica en la prensa desde su construcción en los confines del territorio nacional (Caimari 2003; Vairo
1995).
fábrica de fideos, lavadero, oficina antropométrica, fotografía, cuartel de bomberos,
imprenta, banda de música, ebanistería, biblioteca con más de 1200 ejemplares,
escuela, farmacia, servicio médico, además de contar con teléfono y energía eléctrica.
Todos estos servicios se hacían extensivos para la ciudad de Ushuaia” (Vairo
1995:91)

Esta presencia tan fuerte de la preocupación por las labores y la instrucción en el


interior de la cárcel sólo apareció en Neuquén en años posteriores.

II – La cárcel-fábrica (de los ´30 a 1946)

El segundo período que hemos identificado, que va desde la muerte de Castilla


hasta el inicio del primer gobierno peronista, lo caracterizamos por su renovación
material y el mejoramiento de las condiciones de vida. Hasta la muerte del director
Castilla, en 1936, la historia de la cárcel no sufrió modificaciones salvo pequeñas obras,
siempre lentas, que fueron complejizando el edificio y mejorando las condiciones de los
internos. Pero también asomó otro punto disonante con respecto a los años anteriores:
la utilización de la cárcel como destino para los opositores políticos, los “detenidos a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional” a partir de 1943 por delitos “contra la
seguridad del Estado”.
A lo largo de este período, fueron muchas las actividades encaradas por la
dirección de la cárcel: emparejamiento de tierra, erección de un tanque de agua para
riego y nivelación, construcción de viviendas para el personal superior, salas de
enfermería y de curaciones, cuerpo de guardias y departamento para mujeres
internadas, entre otras. Así, en 1941, el gobernador Pilotto consignaba la construcción
de un local para la usina de la cárcel y un local para el lavadero y desinfección.
Orgullosamente, el secretario de la gobernación ofrecía estadísticas sobre la cantidad de
piezas lavadas o refaccionadas por los propios presos. 12 En 1940 se habían construido
dos aulas, una regencia y un depósito. A su vez, también se habían desarrollado varios
talleres, en los que se producían uniformes para reclusos, ropa de cama, calzado,
jabones y productos de carpintería, herrería y mosaicos. 13 Estas modificaciones tan

12
Memoria del Gobernador, 1941, f° 155.
13
Memoria del Gobernador, 1940, f° 166.
importantes en la distribución y utilización del espacio carcelario, son las que le
permiten a Camerano (1999:42) sostener que en 1936 comienza una etapa histórica con
“nuevas tónicas y orientaciones en el Trabajo, Estudio y Ciencias Penitenciarias”.
En realidad, la ampliación de actividades y construcciones penitenciarias tuvo
correlato con los cambios de las características de la población carcelaria. La supremacía
de la población chilena dentro de la cárcel se invirtió, convirtiéndose en la “primera
minoría” detrás de los argentinos. Esta tendencia guarda relación, obviamente, con la
reducción del peso de la población transandina en el territorio de Neuquén y su
“argentinización demográfica” (Crisafulli y Bertani 1991).

Argentino Chileno
s s
1928 232 185
1929 253 174
1932 465 230
1934 400 194
1940 241 83
1941 243 90
1944 216 63

En lo que se refiere a las fuentes de información, es de destacar una mayor


rigurosidad por parte de las autoridades carcelarias y administrativas del territorio.
Comienza a ser registrada la asistencia a clases, el nivel de analfabetismo, las visitas a la
sala médica y el tipo de trabajo realizado, la edad y profesión de los presos y su origen
rural o urbano (incluso, durante algunos años se ofrece una clasificación “racial” de los
internos). Pero la información brindada no es sistemática ya que se modifican a año a
año los criterios clasificatorios y las variables.
La constitución de talleres laborales y una mejora de las condiciones de seguridad
dentro de la prisión parecen sugerir que los lineamientos doctrinarios de la criminología
habían sido introducidos en Neuquén. Sin embargo, la realidad distaba de ser la deseada
por las autoridades penitenciarias o los defensores de una “penalidad moderna”. Es que
los recursos humanos y económicos, siempre insuficientes, desafiaban el principio de
individualización del castigo y de clasificación de los internos. En la prisión de Neuquén
seguían conviviendo varones y mujeres –aunque en diferentes pabellones-, encausados
y condenados, así como menores y mayores de edad. 14
Los años de la “década infame” (1930-1943) se caracterizaron por un uso
crecientemente político de la cárcel. Ushuaia, especialmente, se convirtió en el destino
tradicional de muchos disidentes políticos, como anarquistas o yrigoyenistas entre
otros. El resultado de estas reclusiones fue la producción de una serie de obras
testimonales de los presos políticos.15 El libro Neuquén. Vida de los presos políticos de
Luis Sommi un dirigente comunista detenido tras el golpe de 1943, se erige como una
denuncia política.16 Sommi permaneció detenido 2 años en el penal de Neuquén junto a
otros presos políticos desde principios de 1944. 17
La larga permanencia de decenas de detenidos políticos en la cárcel de Neuquén,
concentrados en un pabellón especial, dio la oportunidad para el desarrollo de un
experimento ideológico particular. Un ejemplo es el funcionamiento clandestino de la
“Universidad del Neuquén”, así como los espectáculos de café-concert, es decir, una
serie de actividades culturales entendidas como forma de abstraerse de la dominación y
vigorizar la pertenencia a la organización partidaria. Fuertes diferencias se atisbaban
ente presos comunes y políticos. Frente a los altos índices de analfabetismo de los presos
comunes, el 100% de los detenidos a disposición del P.E.N. había completado, al menos,
la alfabetización primaria. El porcentaje de argentinos entre los presos comunes varió
en esos años entre un 66% y 75%, mientras que entre los presos políticos esa proporción
llegaba a arriba del 80%, siendo los polacos el principal grupo extranjero. Entre los
presos comunes, un 75% era soltero, proporción bastante menor entre los presos
políticos. Por otra parte, entre éstos destacaban profesiones como ferroviarios, albañiles,
mecánicos y profesionales (médicos, abogados).

14
En 1934 el promedio mensual era de 107 presos varones y 4 mujeres. De los 619 internos que pasaron
por la cárcel ese año, hubo 8 que tenían menos de 13 años y 97 entre 14 y 18 años. Memoria 1934 de la
Gobernación del Neuquén, f° 151. En 1935, 80 de los 525 presos tenían menos de 18 años y en 1936 eran
67 de 526. En 1940 sólo había 2, en 1941 4, en 1943 3 y en 1944 sólo 1.
15
Caimari (2000) menciona, entre otras, a Victor J. Guillot, Paralelo 55° (Dietario de un confinado), Sol,
Buenos Aires, 1936; Néstor Aparicio, Los prisioneros del ‘Chaco’ y la fuga de Ushuaia, Gleizer, Buenos
Aires, 1932; Aníbal del Rié, Ushuaia, el presidio siniestro. Régimen de terror. Relato de un reporter,
Boston, Buenos Aires, 1933; Ricardo Rojas, Archipiélago. Tierra del Fuego, Losada, Buenos Aires, 1942.
16
Luis Víctor Sommi, obrero de la madera, militante y dirigente del Partido Comunista, fue conocido
también por su producción historiográfica. Se encuentran entre sus libros Los capitales alemanes en la
Argentina: Historia de su expansión (Buenos Aires, Claridad, 1945) y Los capitales yanquis en la
Argentina (Buenos Aires, 1949).
17
El número de detenidos se fue reduciendo a lo largo del año: los 83 de enero eran 59 en diciembre.
Memoria del gobernador, 1944, f° 145.
A despecho de estas diferencias en el mundo de las estadísticas, en la vida
interna, también se vivenció la diferencia entre unos y otros en el marco de las tensiones
entre los diferentes actores.18
“Poco a poco nos fuimos enterando del reglamento. El que se aplica a los presos
comunes consta de 182 artículos. El que se nos aplicaba a nosotros era aún más
vasto y riguroso: éramos todavía más peligrosos que los criminales (...) El Poder
Ejecutivo –durante todo el tiempo que estuvimos en Neuquén- se empeñó en
aumentar el aislamiento”(Sommi 1946:40)

La clausura de este período coincide con el triunfo del proyecto peronista, que se
erigió como un acontecimiento totalmente disruptivo en la vida carcelaria, en la
composición de los presos –de hecho fueron liberados gran mayoría de los presos
políticos-, que nos conduce a la próxima etapa.

III- La cárcel-dignidad (1946-55)

El peronismo instaló en el centro del debate la cuestión acerca de la naturaleza y


dimensiones de la ciudadanía en Argentina. La incorporación de bolsones de la
población argentina a la comunidad nacional se produjo a través de diversos
mecanismos materiales y simbólicos, entre los cuales se contaron el inicio de la
provincialización de territorios nacionales, el sufragio femenino y el cumplimiento y
ampliación de las leyes laborales. En este sentido, el mundo penitenciario no fue ajeno a
la renovación.
La figura clave del proceso fue Roberto Petinatto, quien había dirigido la cárcel
de Ushuaia. Este, en 1947 asumió la Dirección de Institutos Penales y procuró eliminar
los rasgos más retrógrados del sistema penitenciario, apuntando a una “humanización”
del castigo y a ofrecer un “desagravio histórico de los penados”, acordes a los nuevos
tiempos de la Justicia Social (Caimari 2004). Su nueva política dejó de lado las
preocupaciones intelectuales y académicas de los positivistas y se centró en aspectos
más tangibles de la vida penitenciaria, como la mejora de la dieta y el énfasis en los

18
Las relaciones entre los presos “comunes” y los políticos pueden abarcar desde la colaboración mutua
hasta el enfrentamiento físico directo. Los presos “leídos” podían ayudar a redactar cartas y peticiones,
mientras que los “comunes” servían como correos y vehículos de información, frente a una censura
penitenciaria que era más rígida con los presos políticos (Cfr. el caso peruano en Aguirre 2001).
deportes (Caimari 2001). Mientras que las autoridades penitenciarias siempre se
jactaban de su origen académico y de sus vinculaciones con las ciencias psiquiátricas o
criminológicas, Pettinato prefería auto-adscribirse a un registro humanista
democratizador, proveniente de una larga vida transcurrida en la burocracia
penitenciaria antes que en las aulas universitarias. 19 En un marco general de una política
destinada a favorecer el cambio social igualitario, con Pettinato se aceleraron las
reformas tendientes a mejorar el bienestar de los presos. Su lema, “Que la Revolución
llegue a las cárceles”, es suficientemente explícito al respecto.
En el caso de Neuquén que hay un rápido proceso de adaptación de las
autoridades o de reemplazado de ellas, a los nuevos tiempos. Las innovaciones
simbólicas (como la eliminación del uniforme a rayas), las innovaciones legales e
institucionales y sobre todo una actitud de acercamiento a los presos (más cercana a la
empatía cristiana que al positivismo de laboratorio) reorganizaron las ideas y las
prácticas carcelarias también en la cárcel de Neuquén. Uno de los mecanismos de
mejoramiento del nivel de vida de los penados pasaba por la modificación de las
comidas, tal como informaba el gobernador en 1947.20 Además se amplió y especializó el
personal, agrupándolo en el Servicio Penitenciario Nacional y formando los cuadros de
dirección. Se creó un servicio médico penitenciario, que realizaba diversos chequeos y
actividades sanitarias.21 Los menores dejaron de estar encerrados en los pabellones
comunes, con los procesados y detenidos, siendo trasladados a otros ámbitos de
tratamiento específico.
Pero las preocupaciones de las autoridades carcelarias no se limitaban a
conseguir una “dignificación” material de los penados, sino que pretendían atender al
desarrollo del “espíritu”, sobre todo a través de la acción religiosa y el deporte. Durante
la década del ´50 aparecieron las actividades religiosas en el interior de la Unidad Penal.
19
Se suprimieron los rasgos del “antiguo régimen” penitenciario, como el traje a rayas o los grilletes.
Pettinato introdujo también un nuevo “régimen atenuado de disciplina” para los presos próximos a su
liberación (comedores comunes, celdas abiertas, salas de lectura y entretenimiento, etc.). Además, “la
revolución dentro de las paredes de la prisión afectó también al personal carcelario. Pettinato se preocupó
por crear una escuela penitenciaria capaz de generar cuadros en base a criterios sistemáticos de
reclutamiento y formación, otra necesidad institucional largamente pospuesta” (Caimari 2000, 2004).
20
Memoria del Gobernador 1947, f° 104. Respecto al racionamiento del personal de la Unidad, señalaba
que “justo es consignar que hasta el presente tuvieron el mismo tipo de racionamiento que los reclusos y
recién tendrá el que realmente le corresponde a partir del 1° de enero del año en curso”.
21
Algunas de las actividades que se realizaban allí eran exámenes médicos y odontológicos, curaciones,
entrega de recetas, toma de radiografías e intervenciones quirúrgicas. Memoria del Gobernador, 1949, f°
91.
Su ingreso no puede estar desligado de la buena relación entre el gobierno peronista y la
Iglesia Católica. La ausencia de las Memorias de 1955 y 1956 en el AHPN nos dificulta la
comprobación del impacto de la ruptura de relaciones entre el peronismo y la Iglesia en
los tiempos inmediatamente anteriores a la “Revolución Libertadora”.
Podemos señalar y describir el grado de penetración de la Iglesia dentro de la
cárcel de Neuquén. En 1950 se realizaron 10 misas y al año siguiente fueron 12, con un
alto promedio de asistencia.22 También se brindaron 36 comuniones y dos novenas, 36
comuniones pascuales y 3 sermones. En 1952, se cuadruplicó el número de misas,
ofrecidas por el capellán de la cárcel, una figura recientemente incorporada. El
gobernador realiza en la Memoria de ese año una serie de sugerencias y observaciones
acerca de las actividades realizadas y las perspectivas abiertas:
“en cuanto a los resultados obtenidos, puede decirse que son relativos, a pesar de la
buena disposición demostrada por la mayoría de los reclusos, por la clase de
elementos de esta Unidad en su mayoría hombres que ignoran los principios más
rudimentarios del orden social y religioso. A pesar de todo, visto el porcentaje de
asistentes a los actos programados, se puede colegir que hay una disposición muy
buena y que después de lo realizado en el año 1952 es dado esperar que en 1953 se
pueda lograr la comunión semanal de una gran parte y la pascual de la mayoría” 23

Eran preferidas las actividades grupales y al aire libre antes que las íntimas y
personales, como la confesión. Pero la influencia religiosa se escapaba de la liturgia y
penetraba en otras áreas, profundizando la competencia con el peronismo por la
generación de lealtades e identidades. Si el catolicismo llenaba espacios, detrás no se
quedaba el peronismo con sus propias efemérides e iconografía. Así, si el concurso de
bochas de 1951 se denominaba “Festividad de Nuestra Señora del Carmen”, el de ajedrez
y el de fútbol se denominaban “Día de la Lealtad”. 24 El equipo “4 de junio” resultó ser el
ganador de esta última competencia.
22
El gobernador Pedro de San Martín señalaba que “Los actos y ceremonias religiosas se han realizado con
la totalidad de la población alojada, observando con agrado que no solamente ha sido mantenido el
espíritu de religión y fe cristiana entre los recluidos, sino que hemos avanzado favorablemente”. Memoria
del Gobernador, 1951, f° 101.
23
Memoria del Gobernador 1952, f° 98. También informaba que se les dio el libro Instrucción Religiosa a
67 reclusos que usaban como manual. Similares conceptos sobre el “material humano” de la cárcel
brindaba el director de la escuela: “son individuos de escasa o muy pobre mentalidad, en su mayoría de
regiones lejanas del Territorio, de vida poco estable en un mismo sitio exigidas por el carácter de su
trabajo”. Memoria del Gobernador, 1950, f° 114.
24
Memoria del Gobernador, 1951, f° 10.
A esta tarea de propaganda contribuía el periódico Mañana, que informaba
regularmente al personal y la población penal sobre las actividades culturales y
deportivas semanales. Con mucho ímpetu parecen dotadas las actividades deportivas y
de desarrollo físico, aumentando el número de clases de gimnasia y distintos deportes
dentro de la cárcel neuquina. 25 Paralelamente se amplió la infraestructura, como el
campo de deportes y el natatorio, ambos bautizados “17 de octubre”. En 1947, el
gobernador Emilio Belenguer, un hombre proveniente de los gremios ferroviarios,
ponderaba las ventajas de la incorporación del deporte a la cárcel:
“La feliz política de la superioridad creando campos de deportes ha intensificado la
práctica de los mismos. Después de la inauguración de los campos de deportes "17 de
octubre" han surgido entre los reclusos rivalidades de sano carácter deportivo, las
que bien encauzadas servirán para su readaptación ulterior [...] mantienen vivo el
entusiasmo, contribuyendo al buen estado físico y moral de los participantes y,
despertando además un saludable optimismo, lo que influirá seguro en su
readaptación”26

El hincapié en las actividades físicas y religiosas no significó eliminar aquellas de


índole “cultural” y “recreativo”. Pequeños espectáculos de música y bailes folklóricos,
música clásica o ligera, teatro, recitadores; conferencias (con música o proyecciones),
proyección de filmes educativos y recreativos, etc., van ocupando el tiempo libre de los
detenidos.27 De ahí que el director de la cárcel aprobara las actividades de diversión
artística dado “el efecto favorable que ejerce entre la población penal la realización de
actos culturales”.28

25
Las celebraciones peronistas comenzaron a ocupar espacios cada vez más grandes, no sólo en la cárcel
de Neuquén. En el “Día de la Lealtad” de 1951, en la Colonia Penal U. 5 de General Roca (a 40 kms. de
Neuquén), corpore sano y política de memoria peronista coincidieron. El 17 de octubre de ese año se hizo
un acto al que asistieron el gobernador del territorio, el juez letrado, el intendente y familiares de los
empleados de esa cárcel. Allí se realizó una misa por el pronto restablecimiento de la salud de Eva Perón.
Luego, se jugó un partido de basketball entre equipos del Club del Progreso, presenciado por los penados.
Diario Río Negro, General Roca, 18 de octubre de 1951, p. 2-3. Memoria del Gobernador, 1952, f° 95.
26
Memoria del Gobernador, 1947, f° 104. En 1949 se podían leer conceptos similares: “Con algunas
interrupciones motivadas por la carencia de personal se han realizado actos deportivos consistentes en
foot-ball, basket-ball, gimnasia sueca, en aparatos, natación, bochas, sapo, ajedrez, damas, etc.,
manteniéndose permanente el entusiasmo por estas prácticas, contribuyendo con ello al buen estado
físico de la población, a la vez que representa un saludable esparcimiento físico para el recluido”
(Memoria del Gobernador, 1949, f° 91). En 1950, del promedio de 136 detenidos de la cárcel, 90
practicaban algún deporte.
27
Memoria del Gobernador, 1952, f° 100; Memoria del Gobernador, 1951, f° 100.
28
Esa capacidad “amansadora” de la música le da pie al director para “insistir en la necesidad de provisión
de un tocadiscos, con su correspondiente discoteca para mayor realce a la vez, especialmente los de
Pero no todo podía ser sano esparcimiento. Las preocupaciones en torno a cómo
convertir a los penados en hombres de bien, implicaba también insistir con la estrategia
de la recuperación por medio del trabajo. Por eso, en 1947, el sub-alcalde a cargo de la
cárcel, sugería ampliar los talleres de fábrica de mosaicos, mecánica, herrería,
hilandería, telar a mano y encuadernación, de manera tal de satisfacer dos objetivos:

“…contribuyendo al Plan Quinquenal del Gobierno de la Revolución y, al mismo


tiempo, devolviendo a la comunidad -parte, aunque más no sea- de lo recibido para
propender a su readaptación y ulterior utilización por la sociedad, al reincorporarlos
de nuevo en su seno, como miembros capacitados”29

Con estos propósitos, lo que se buscaba era vincular a la cárcel con el desarrollo del
Estado, sus metas fijadas y los mecanismos de “dignificación nacional”. Así, cuando en
1949 el director de la Cárcel proponía adquirir terrenos adyacentes para agrandarla, lo
hacía en la convicción de estar pensando en los objetivos del país junto con los del
establecimiento.30

Perspectivas y conclusiones

El proyecto criminológico positivista se diseminó con mucha fuerza y rapidez en


los círculos judiciales y académicos de fines del siglo XIX en Argentina. La jerga
psiquiátrica y los nombres consagrados de la criminología italiana (Lombroso, Ferri)
fueron consagrados como una ciencia de lo social, adaptadas por intelectuales y
dirigentes políticos, interesados en articular el principio de “defensa social” en un
contexto inmigratorio. Los estudios realizados en los últimos años sobre la criminología
positivista han puesto de manifiesto la vocación reformista de la elite (Zimmermann
1995). Sin embargo, entendemos que esa imagen puede ser matizada a partir del análisis
de lo sucedido en las provincias periféricas (Bohoslavsky 2005; Caimari 2001). En el
interior, la ola modernizadora que proveían las corrientes positivistas de la criminología
carácter patriótico” (Memoria del Gobernador, 1951, f° 100).
29
Memoria del Gobernador, 1947, f° 103. En 1949 las palabras eran muy parecidas. “Es necesario dotar a
esta unidad de nuevos talleres y efectuar la ampliación de los existentes, con ello aparte de poder llenar las
necesidades de la unidad se podrá incrementar el trabajo en beneficio de la producción, sin perjuicio de
llenar más ampliamente la finalidad de dar ocupación y enseñanza al recluso”, Memoria del Gobernador,
1949, f° 90.
30
Memoria del Gobernador, 1949, f° 91.
y de las ciencias penitenciarias, tardó mucho en llegar, y cuando lo hizo, vio limitada su
traducción a políticas concretas, en la medida en que esos proyectos no contaban con
respaldo material, político ni humano.
Lo que hemos definido como la etapa de la cárcel-miseria es testimonio de este
defasaje entre las pretensiones del discurso criminológico y la realidad institucional.
Durante estos años, el marco material de desenvolvimiento de la vida penitenciaria se
distinguió por la precariedad, producto de un marcado abandono, o al menos
desatención del Estado nacional: escenas de hambre, falta de provisiones, hacinamiento
y pésimas condiciones de salud fueron las postales de la prisión. A su vez, también
fueron notorias las deficiencias en formación del personal. En cuanto al perfil de los
encausados y condenados, se registró una primacía absoluta de los jóvenes chilenos,
concordante con los rasgos sociodemográficos de la provincia de Neuquén.
En la segunda etapa podemos ver que la cárcel Neuquén prácticamente se
“industrializó”, dado que en su interior se instalaron carpinterías, sastrerías, fábrica de
mosaicos y otros talleres. La conversión a la figura de presos-trabajadores, frente a la
inicial, que sólo ofrecía la imagen de presos-encerrados, fue paralela a un cambio en el
perfil de los penados, con una mayor proporción de argentinos. Conjuntamente con
estas tendencias, se fue profesionalizando, estabilizando e incrementando el personal
penitenciario. Sobre el final de este periodo hizo su aparición un grupo particular de
detenidos, los presos políticos, que no presentaron las características socioculturales del
encarcelado típico, y por el contrario, fueron un indicio de la utilización crecientemente
política de la cárcel en Argentina.
Por último, vimos que las agresivas reformas iniciadas por el Director Pettinato
tuvieron su repercusión en Neuquén. Entre esas innovaciones cabe destacar el hincapié
en las actividades deportivas, la creciente presencia de la Iglesia en la vida “pública” de
los presos y la notable politización de las publicaciones y actos destinados a la población
penal. Pero asimismo, también es necesario hacer notar que desaparecieron durante
este período algunas de las imágenes más denigrantes de la población carcelaria y de las
prácticas más “arcaicas” de la penitenciaría de Neuquén (como la convivencia de
varones y mujeres o de mayores y menores) o se eliminaron ciertas barreras simbólicas
entre presos y personal penitenciario.
Referencias bibliográfícas

A.A.V.V. (1979), "Prisión regional del sur (U.9). Su historia y su leyenda", en A.A.V.V. (ed.),
Neuquén, 75 años de capitalidad (Neuquén: Sur argentino).
Aguirre, Carlos (2001), "Disputed Views of Incarceration in Lima, 1890-1930: The Prisoners´
Agenda for Prison Reform", en Salvatore, Ricardo, Carlos Aguirre, y Gilbert Joseph
(eds.), Crime and Punishment in Latin America. Law and Society since Late Colonial
Times (Durham: Duke University Press).
Alvarado, Silvia (2001), "La U.9: una historia de una mudanzas esperadas", Por siempre
Neuquén, 3,n° 10.
Anónimo (1940), "La Cárcel de Neuquén, hoy un establecimiento modelo", Lustros, n° s.d.
Bandieri, Susana (1993), "Condicionantes históricos del asentamiento humano después de la
ocupación militar del espacio", en Bandieri, Susana, Favaro, Orietta y Morinelli, Marta
(ed.), Historia de Neuquén (Buenos Aires,: Plus Ultra).
Bohoslavsky, Ernesto (1998), 'Bang, bang. El mundo del delito en el Territorio del Neuquén,
1900-1930', Tesis de licenciatura (Neuquén, Universidad Nacional del Comahue).
--- (2005), "Sobre los límites del control social. Estado, historia y política en la periferia
argentina (1890-1930)", en Bohoslavsky, Ernesto y María Silvia Di Liscia (eds.),
Instituciones y formas de control social en América Latina, 1840-1940. Una revisión
(Buenos Aires: Universidad Nacional de General Sarmiento, Universidad Nacional de La
Pampa y Prometeo Libros). 49-72.
--- (2007), "El brazo armado de la improvisación. Aportes para una sociología de los policías
patagónicos, 1880-1946", ponencia presentada en Seminario “Por una historia de las
instituciones estatales”, Universidad Nacional de General Sarmiento.
Bohoslavsky, Ernesto y Casullo, Fernando (2001), "Apuntes para una historia de la cárcel de
Neuquén (de los ´20 a 1955)", ponencia presentada en IV° Congreso de Historia Social y
Política de la Patagonia Argentino-Chilena, Trevelín.
Caimari, Lila (2000), "Una sociedad nacional-carcelaria en la frontera argentina (Ushuaia 1883-
1947)", ponencia presentada en Primeras Jornadas de Historia del Delito en la
Patagonia, General Roca.
--- (2001), "Ciencia y sistema penitenciario", en Academia Nacional de la Historia (ed.), Nueva
Historia de la Nación Argentina (vol. 8; Buenos Aires: Planeta).
--- (2003), "Ushuaia, la Siberia criolla", Sociedad, 22, Buenos Aires 153-66.
--- (2004), Apenas un delincuente: crimen, castigo y cultura en la Argentina, 1880-1955;
Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.
Camerano, Mario (1999), "Reseña Histórica de la cárcel del Neuquén. Prisión regional del Sur
U.9", Unidad Abierta, n° 3.
Crisafulli, Gustavo y Bertani, Luis (1991), 'La evolución de la población neuquina (1884-1947)',
(Neuquén: Universidad Nacional del Comahue).
Chaneton, Juan Carlos (1993), Zainuco. Los precursores de la Patagonia trágica; Buenos Aires:
Galerna.
Férnandez, Sonia y Manara, Carla (1994), "Participación política y mecanismos informales de
poder: españoles e italianos en el Territorio Nacional del Neuquén", Revista de Historia,
4, Neuquén.
Foucault, Michel (2001), Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión; México D.F.: Siglo XXI.
Levaggi, Abelardo (2002), Las cárceles argentinas de antaño (siglos XVIII y XIX). Teoría y
realidad; Buenos Aires: Ad Hoc.
Maida de Minolfi, Ester (1981), Neuquén. La ocupación de la tierra pública en el Departamento
Confluencia después de la Campaña al Desierto, Historia Regional Norpatagónica;
General Roca: Vallegraf.
Martiré, Eduardo (1968), Panorama de la legislación minera argentina en el período
hispánico; Buenos Aires: Editorial Perrot.
--- (1977), Consideraciones metodológicas sobre la historia del derecho; Buenos Aires: Editorial
Perrot.
Masés, Enrique, et al. (1994), El mundo del trabajo: Neuquén, 1884-1930; Neuquén:
Universidad Nacional del Comahue.
O´Connor, Juan José (1936), 'Memoria y Estadística de la Dirección General de Institutos
Penales', (Buenos Aires).
Rafart, Gabriel (1994), "Crimen y castigo en el Territorio Nacional de Neuquén, 1884-1920",
Estudios Sociales 6.
--- (2003), 'La lucha contra el crimen y la construcción de poder en los territorios nacionales: el
caso de Neuquén, 1890-1930', Tesis de maestría (Mar del Plata, Universidad Nacional de
Mar del Plata).
--- (2008), Tiempo de violencia en la Patagonia. Bandidos, policías y jueces, 1890-1940;
Buenos Aires: Prometeo Libros.
Salvatore, Ricardo (1993/4), "'El Imperio de la Ley': Delito, estado y sociedad en la era Rosista",
Delito y Sociedad, 4-5, Buenos Aires 93-118.
--- (1997), "Los crímenes de los paisanos: una aproximación estadística", Anuario del I.E.H.S.,
12, Tandil 91-100.
--- (2001), "Sobre el surgimiento del estado médico-legal en la Argentina (1890-1940)",
Estudios Sociales, 20.
San Martino de Dromi, María Laura (1996), El Cabildo; Buenos Aires: Ciudad Argentina.
--- (1998), Noticias del derecho indiano en el Digesto jurídico argentino; Buenos Aires: Ciudad
Argentina.
--- (1999), Raices historicas del federalismo argentino; Buenos Aires: Ciudad Argentina.
Sommi, Luis (1946), Neuquén. Vida de los presos políticos; Buenos Aires: Partenón.
Tau Anzoátegui, Víctor y Martiré, Eduardo (2005), Manual de historia de las instituciones
argentinas; Buenos Aires: Librería Histórica.
Vairo, Carlos (1995), El presidio de Ushuaia/ The prison of Ushuaia; Buenos Aires: Zager &
Urruty.
Ygobone, Aquiles (1945), La Patagonia en la realidad argentina. Estudio de los problemas
sociales, económicos e institucionales de las Gobernaciones del Sur; Buenos Aires: El
Ateneo.
Zimmermann, Eduardo A. (1995), Los liberales reformistas: la cuestión social en la Argentina,
1890-1916; Buenos Aires: Editorial Sudamericana: Universidad de San Andrés.
Zorraquín Becú, Ricardo (1957), El derecho en la historia argentina; Buenos Aires: Editorial
Perrot.
--- (1966), Historia del derecho argentino; Buenos Aires: Editorial Perrot.
--- (1988), Estudios de historia del derecho; Buenos Aires: Abeledo-Perrot.

También podría gustarte