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Cuantificación de las tendencias delictivas del
Territorio Nacional del Neuquén, 1900-1930*
Ernesto Bohoslavsky
Grupo de Estudios de Historia Social de la Universidad Nacional del Comahue
LA PREMEDITACIÓN
*
Ponencia presentada en las IV Jornadas de Historia Regional, organizadas por la Universidad
Nacional de la Patagonia Austral, Caleta Olivia en junio 1998. Buena parte de los temas aquí
desarrollados se encuentran presentes en nuestra tesis para la licenciatura en Historia de la
Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue, titulada “ Bang, bang. El
mundo del delito en el Territorio del Neuquén, 1900-1930”, que cuenta con la dirección del lic.
Gustavo Crisafulli.
1
DARNTON, R., La gran matanza de gatos y otros episodios de la historia de la cultura francesa ,
FCE, 1994, p. 261.
2
2
Como botón de muestra vale el ya clásico trabajo de ROMERO, Luis Alberto; "Los sectores
populares en las ciudades latinoamericanas del siglo XIX: la cuestión de la identidad", Desarrollo
Económico, 106, 1987.
3
AGUIRRE, Carlos y WALKER, Charles (eds.); Bandoleros, abigeos y montoneros. Criminalidad y
violencia en el Perú, siglos XVIII-XX, I.A.P. Pasado & Presente, Lima, 1990, p. 13.
3
4
Así, por ejemplo, Sandra GAYOL ha podido iluminar algunos aspectos del mercado de trabajo de
fines del siglo XIX en Buenos Aires, a través de investigaciones sobre la policía. Ver su artículo
“Entre lo deseable y lo posible. Perfil de la policía de Buenos Aires en la segunda mitad del siglo
XIX”, en Estudios Sociales, 10, Santa Fe, 19 96.
5
Sólo como ejemplo, ver los siguientes: DIEZ, María Angélica et. al; “Conflictos y delitos en la
etapa de formación de la sociedad pampeana (1885-1922)” en COLOMBATO, Julio (coord.) Trillar
era una fiesta. Poblamiento y puesta en producción de La Pampa territoriana , tomo II, I.H.R.,
Santa Rosa, 1995; JOHNSON, Lyman; “Cambio en las pautas de arrestos policiales en tres
ciudades argentinas: Buenos Aires, Santa Fe y Tucumán, 1900-1930”, en Desarrollo Económico,
nº 113, IDES, 1989 y PINTO RODRÍGUEZ, Jorge; La violencia en el Corregimiento de Coquimbo
durante el siglo XVIII” en Cuadernos de Historia, nº 8, Univ. de Chile, 1988.
4
6
LVOVICH, Daniel; “Pobres, borrachos, enfermos e inmorales: la cuestión del orden en los
núcleos urbanos del Territorio del Neuquén (1900-1930)” en Estudios Sociales, 5, Santa Fe, 1993,
RAFART, Gabriel; “Crimen y castigo en el Territorio Nacional de Neuquén, 1884-1920”, en
Estudios Sociales, nº 6, 1994, RAFART, G. y BOHOSLAVSKY, Ernesto, “Crimen, frontera y orden
social. Neuquén 1884-1930", presentación en las Primeras Jornadas de Historia y Actualidad
Regional del Neuquén, Covunco, 1995 y DEBATTISTA, Susana, BERTELLO, Carla y RAFART, G.
“Una forma particular de integración: el bandidismo rural en la frontera argentino-chilena,
Neuquén 1890-1920”, 1997 (mimeo).
5
7
Recientemente se ha ofrecido un estudio de un proceso judicial en el Buenos Aires de los
inmigrantes, mostrando las distintas posturas criminológicas de origen positivista y lombrosiano.
RUIBAL, Beatriz, “El honor y el delito. Buenos Aires a fines del siglo XIX”, en Entrepasados, 11,
1996.
8
"Podría parecer innecesario [...] recalcar la íntima relación que existe entre las percepciones de
la comunidad y la constitución de la criminalidad como problema social; pero lo contrario sería
subscribir la tendencia a concebir aisladamente los actos de violencia y criminalidad como
problemas en sí”. PACHECO, Ángel; “Consideraciones sobre la criminalidad y la violencia: un
enfoque crítico del concepto de socialización” en Revista de Ciencias Sociales, San Juan de Puerto
Rico, 1980, p. 218
6
prácticas sexuales.9 Las acciones humanas se han repetido por años, pero la
ponderación social de esos actos tiene una alta variabilidad. 10
Pero entonces, ¿qué es un crimen?. "Un crimen conlleva una violencia de
una ley o estatuto de la sociedad, que a su vez responde al sistema de valores y
entendimientos que prevalecen en una sociedad en un momento dado" 11.
Podríamos aportar un poco más y decir que el sistema de “valores y
entendimientos” prevalece en una sociedad en buena medida porque ha sido
impuesto por un sector social o una clase y en otra buena parte porque los
sectores subalternos los aceptan y comparten en su mayoría. Sin embargo,
algunos miembros de la “mayoría silenciosa” optan, con distinta frecuencia e
intensidad por romper ese pacto y violar la ley escrita. Es de ellos de quienes nos
ocuparemos.
Hemos trabajado básicamente a partir de los libros copiadores del Archivo
de la Justicia Letrada del Territorio del Neuquén (AJLTN), que contienen
información sumaria acerca de los miles de expedientes judiciales iniciados.
Dichas causas comienzan a aparecer a fines de los ´80 y se extienden hasta la
fecha de la provincialización. Esos libros copiadores o maestros, realizados por la
propia Justicia Letrada, agrupan información sintética acerca de la causa:
detenidos, carátula, fecha y número de expediente. 12. Hemos respetado, en
líneas generales, la división cuatripartita que establecen Diez et. al. para
9
Michel FOUCAULT ha sido sin dudas el que ha dado el puntapié inicial para el estudio de los
"hombres infames". Siempre ha tenido en cuenta que la definición, combate y readaptación de
estos sujetos es absolutamente histórica (en el sentido que varía en el tiempo y para cada
cultura). Ver su clásico Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, Siglo XXI, Buenos Aires,
1989.
10
"El delito no es un concepto a priori que permanece a lo largo del tiempo. Por el contrario, su
definición y la transformación de la misma están en relación con los cambios que se operan en el
conjunto de la sociedad", RUIBAL, Beatriz; Ideología del control social. Buenos Aires 1880-1920,
CEAL, Bs. As., 1993, p. 33.
11
PACHECO, Op. Cit. p. 220.
12
Es importante señalar que se trata de "presuntos" delitos ya que los libros maestros
mencionan solamente el inicio de la acción judicial, sin señalar la culpabilidad o inocencia de los
sujetos involucrados. Otro problema es que existe un número que no podemos determinar de
delitos "en negro", es decir, que no son denunciados. Cfr. DIEZ, M. Op. Cit. Entre los motivos que
llevan a no denunciar un delito, se cuentan la distancia con las comisarías en un mundo
claramente rural, la no vivencia de la acción sufrida como un delito o la cercanía afectiva o de
sangre del delincuente con el denunciante. BLACKWELDER y JOHNSON hablan de una "cifra
oculta" para referirse al número de crímenes realmente ocurridos:, donde ni el total de denuncias
o de arrestos en realidad indican esta cifra. BLACKWELDER, Julia y JOHNSON, Lyman; “Estadística
criminal y ación policial en Buenos Aires, 1887-1914” en Desarrollo Económico, IDES, 93, Bs. As.,
1984.
7
antes que de una modificación de las pautas reales delictivas. De hecho, las
estadísticas oficiales publicadas sobre la cantidad de delitos producidos en el
Territorio difieren entre sí y además con las que obtuvimos trabajando sobre otro
tipo de fuentes.20 Muchas veces un cambio en la estadística no refleja una
modificación ocurrida en la realidad, sino simplemente un mayor o menor apego
a sus funciones por parte del Secretario de Juzgado o la creación de nuevas
comisarías.21
Las denuncias registradas a lo largo de estos treinta años suman arriba de
9.000, pero a la primer década sólo pertenecen 1.860 de éstas, lo que muestra
que hay un claro crecimiento del número total de crímenes, conforme avanza el
siglo. La brusquedad de las variaciones anuales, por lo general, está señalada por
notorios saltos hacia valores más altos, acompañados de estabilizaciones que no
se prolongan por más de 2 o 3 años. Así, se pasa de un promedio de 165
delitos/año en los primeros cuatro años del período a una tasa de 580 en los
últimos cuatro, es decir, prácticamente cuadruplicando el número original. Sin
embargo, sabemos que la población territoriana no alcanza esos índices de
crecimiento, por lo cual nos encontramos frente a un fenómeno que está
exigiendo alguna explicación que supere los argumentos de un crecimiento
vegetativo de la población y de los delitos cometidos o denunciados. Además, si
comparamos el número de causas delictivas con el total de la población
territoriana, vemos que este cociente es sensiblemente más alto que en La
Pampa.22 El cociente causa delictiva x 1000 habitantes arroja 16,7 para Neuquén
y 6,68 para La Pampa, en ambos casos para 1920. Para 1905, el cociente
neuquino era de 8,3/1000 habitantes.
Un contemporáneo nos ha dejado un breve análisis de los motivos del
aumento en la tasa delictiva:
20
Como ejemplo, comparar “Estadística de delitos habidos en el Territorio entre el 1 de enero de
1911 hasta el 28 de abril de 1916”, (AHP cop. 110, folio 137, 1916) con “Cuadro demostrativo de
la delincuencia durante 1914” (AHP cop. 104, folios 225/6 1915).
21
Así lo explicita un gobernador en su informe anual en 1915: “Hay que tener en cuenta que
habiéndose aumentado el número de destacamentos los hechos que se denuncian, sobre todo
delitos contra la propiedad, son más numerosos y que en muchos casos los ganados
denunciados como hurtados no son sino extraviados”, AHP, Copiador 104, folio 214.
22
Cf. DIEZ Op. cit. pág. 59.
11
“Múltiples son las causas que dificultan una acción preventiva eficaz por
parte de la policía de seguridad en la extensa jurisdicción de este territorio.
Lo diseminado de la población, la falta de medios rápidos de comunicación
entre sí y con esta capital, la dificultad para conseguir personal que reúna
las condiciones requeridas de idoneidad y honestidad para ese servicio tanto
de empleados como de gendarmes y sin tener en cuenta otros factores
provenientes de las condiciones de la población en general [...] son las
causas principales que han determinado que hasta hoy [...] los servicios de
policía no hayan tenido la eficacia deseada”.23
Vemos que se combinan elementos propios de las características
demográficas y geográficas del escenario (como son la baja densidad
demográfica, la escasez de vías de comunicación, etc.) y otros que son
provenientes de problemas específicos de la institución policial (escasez y baja
calificación de los postulantes al ingreso). De nuestro punto de vista,
entendemos que quizás no estemos frente a un proceso de desbordante
incremento de delitos (especialmente en la década 1920-29), sino simplemente
ante un aparato judicial y policial más eficaz en la recolección de las denuncias,
pero no necesariamente en la resolución de los casos. Además vale la pena hacer
notar que el crecimiento es bastante gradual hasta los últimos años de esta
década. Por ahora sólo podemos sugerir algunas ideas acerca del por qué de esta
tendencia general al alza:
modificación positiva de la percepción social acerca del desempeño,
las funciones y la eficiencia de los agentes policiales, variando hacia una
paulatina confianza y colaboración, o al menos reducción de las sospechas y
reticencias a recurrir a su ayuda o a formular la denuncia correspondiente;
mejoramiento del plantel policial y de las provisiones para su trabajo
diario (elementos de librería, armamentos, uniformes, infraestructura edilicia).
Un incremento cuantitativo de la estructura policial y judicial, pudo haber
aumentado la capacidad para la recepción de las denuncias, la detección y
represión de actividades delictivas; 24 A su vez, este mejoramiento pudo haber
23
AHP, Libro 61, fº 202, “Informe General sobre el Territorio”, 2/2/09. Citado en DEBATTISTA et..
al, op. cit. p. 16.
24
Era muy común recibir cartas como las siguientes en los primeros años de la Gobernación:
“Pongo en conocimiento del Sr. Gefe que esta comisaría carece de todos los útiles necesarios de
12
escritorios, igual de medios de seguridad para los presos ”. AHP, Caja 1891, Doc. 163, 1/10/91,
Chos Malal. Es difícil esperar un registro concienzudo de las denuncias, en esta situación de
precariedad material.
13
25
Si siguiéramos con la comparación, tendríamos, además de los 30 robos, dieciocho lesiones,
trece denuncias sin especificar, doce infracciones a leyes varias (principalmente referidas al
enrolamiento), cinco homicidios, tres atentados o desacatos a la autoridad, dos abusos de
autoridad, dos infidelidades en la custodia de presos o documentos, dos estafas, dos incendios,
un daño a la propiedad, un disparo de armas, una violación, una violación de domicilio o
correspondencia, un rapto, un asalto a mano armada, una denuncia por calumnias, un abandono
del hogar por parte de un menor, una fuga de la cárcel y una agresión física.
26
“Y digo esto porque me consta. Cuando desempeñé el Ministerio de Hacienda recibí varias
denuncias de introducción clandestina de ganados. Se tomaron las medidas del caso para evitar
el contrabando, se comprobó que los denunciantes eran los mismos contrabandistas, que de este
medio se valían para hacerse acompañar en la cordillera por empleados públicos a los cuales
cohechaban fácilmente. De esta manera ejercían el contrabando con toda seguridad en vasta
escala y con la más completa impunidad”. Informe de la delegación comercial argentina acerca
del Tratado de Comercio con Chile, 1908. Enviado por el ingº Huergo al Ministerio de Agricultura.
Citado en DEBATTISTA et. al.
27
HOBSBAWM, Eric; Rebeldes primitivos, Ariel, Barcelona, 1974 y Bandidos, Ariel, Barcelona,
1976.
14
Los crímenes contra las personas reúnen durante los 30 años a unas 3.000
denuncias, lo que representa aproximadamente un 32%. En la primer década, los
valores máximo y mínimo son 54% (1901) y 30% (1905); en la segunda 46%
(1911) y 28% (1914). Para la tercera, el techo es 34% (1929) y el piso alcanza a
20% (1921). Es una variable bastante inestable en cuanto a la participación en el
total, aunque por lo general comparte su posición hegemómica con los delitos
contra el patrimonio, o “varios”. Es claramente rastreable una tendencia a la
caída en la participación en el total, de acuerdo con lo señalado por las teorías
criminológicas, aunque, como se verá, no cede su lugar a los robos, sino a las
denuncias sin especificar. Volveremos, oportunamente, sobre este tema. Las
lesiones parecen estar, al igual que los homicidios, atadas, en buena medida, al
consumo y abuso de alcohol. 31 El carácter pendenciero de los hombres de campo
parecía inflamarse en los locales expendedores de alcohol. 32 A eso parecen
28
“Esta vaguedad no hace más que reflejar relaciones laborales poco estables, propiciadas en
parte por las actividades estacionales que se realizan en la zona. Para el período analizado, la
movilidad ocupacional y espacial era muy alta”. DEBATTISTA et. al, op. cit., p 6. De nuevo, las
similitudes con la situación existente en Buenos Aires salta a la vista. Ver GAYOL, op. cit.
29
AHP, Cop. 150, fº 25, 25/4/19. Esta información brindada por el Gobernador, contrasta
absolutamente con la que nosotros hemos podido obtener de nuestro trabajo estadístico. Ver
nuestras tablas al final de la presente ponencia.
30
DEBATTISTA, op. cit.
31
RAFART, op. cit.
32
Como prueba de la magnitud y el descontrol que parece haber alcanzado el consumo de
alcohol, vale la pena leer un Decreto de 1916 donde se indican las funciones de los Comisarios
Inspectores y se hace mención a que “vigilarán con celo especial que los Comisarios de los
15
departamentos, observen y hagan observar las disposiciones del código Rural y los decretos del
Poder Ejecutivo de la Nación, sobre establecimientos de despacho de bebidas y expendio de
alcoholes y sobre comunicaciones y vialidad”. AHP, Cop. 106, fº 154, enero de 1916.
33
AHP, Cop. 152, fº 149, 11/3/20.
34
Los datos sobre Buenos Aires están extraídos de BLACKWELDER y JOHNSON, Op. cit. Para
Tucumán, de JOHNSON, op. cit. La tasa pampeana está calculada de la siguiente manera. Del
total de delitos del grupo “contra las personas” sustrajimos el correspondiente porcentaje de los
homicidios y lo comparamos con la población de 1920 (122.000 aprox.). La misma operación se
realizó con los homicidios. Datos de DIEZ et. al, op. cit.
35
RAFART, op. cit.
16
37
Así, por ejemplo, ha citado mujeres a la Comisaría con fines poco honestos y ha hecho
manifestaciones públicas contrarias a empleados superiores de la Gobernación y la “Institución
Policial”. Ha apaleado y colocado presos en la barra de gendarmes. AHP, Cop. 172, fº 77. Otro
capitán de Gendarmería es acusado de utilizar presos de la Cárcel de Neuquén en su propia
chacra. AHP, Cop. 170, f.176, 1923. Otro ejemplo de las decenas que podemos encontrar: dos
comisarios inspectores hacían figurar en la planilla de cobro a dos personas que no eran agentes.
Asimismo, también remitían y enajenaban en Chile hacienda yeguariza de marcas desconocidas
e incluso han enviado a agentes de policía a cuidar esa hacienda. Para completar el panorama,
también retenían los sueldos de agentes que ya habían sido dados de baja. AHP, Cop. 106, fº
473, 15/11/18.
19
en cuestión, lo que parece indicar que hay (en términos relativos) menor peso de
las denuncias contra el mal accionar policial o judicial.
Por otra parte, este incremento de las resistencias a la autoridad también
es un fenómeno que vale la pena ser interpretado. Estas dos tendencias parecen
ser a priori contradictorias: mayor nivel de resistencia al accionar policial
acompañado por una reducción porcentual de las denuncias recibidas contra esa
institución policial. Sin embargo, es válido señalar que el subtipo “peculiar a los
funcionarios públicos” en realidad aumenta su número absoluto de 86 denuncias
en la década 1910/19 a 111 en el decenio siguiente. Podemos lanzar como
hipótesis de trabajo que la reducción paulatina e inexorable del porcentual
correspondiente al tercer tipo de delitos está relacionada con un mejoramiento
(muy, pero muy lento) en la calificación del personal empleado en el Estado, ya
sea en las comisarías, juzgados de paz o Gobernación. Consideramos que
también tiene relación con un crecimiento de las esferas estatales de
intervención o al menos con una visualización social generalizada acerca de la
conveniencia o efectividad de recurrir a su servicio y colaboración antes que a su
enfrentamiento para resolver algunos problemas y necesidades.
d) Delitos Varios
Otra de las tendencias que puede generar extrañeza es el aumento en
términos absolutos y relativos del cuarto tipo de delitos. En la primer década, los
valores máximo y mínimo respectivamente son 15% (1905) y 2% (1900). En el
segundo decenio, son 29% (1914) y 7% (1910). Para la tercer década, el máximo
es 47% en 1925 y 25% es el mínimo (1920). La tendencia general es al alza,
como queda claramente señalado en la comparación de los valores máximos de
cada década. En varias ocasiones, todas en la última década, alcanza el valor
mayor de los cuatro grupos, lo cual es bastante significativo, porque en 1900 sólo
abarcaba al 2% de ellos. De hecho, es el grupo que presenta las variaciones más
marcadas entre el mínimo y el máximo.
En este grupo, las denuncias y las infracciones a leyes nacionales
monopolizan los delitos (97%). Durante las primeras décadas, son las denuncias
sin especificar las que controlan la evolución del grupo, pero en la última década
20
las infracciones a leyes son más que las primeras. En cuanto a las infracciones a
las leyes de enrolamiento y servicio militar (4031, 4707 entre otras), se observa
que no presentan homogeneidad en su desarrollo, aunque alcanzan un número
bastante alto a lo largo del período (1062 casos), concentradas principalmente
en los últimos años. En efecto, un 90% de estos casos pertenece a la última
década analizada. Probablemente este aumento sea el responsable de buena
parte del incremento de la tasa de delitos registrada sobre todo en el decenio
1920/29. De hecho, de los más de 5000 delitos cometidos en esta década, casi
una quinta parte en realidad son infracciones a leyes nacionales.
Como señalábamos en puntos anteriores, buena parte de este aumento del
papel porcentual del grupo debe asignarse a la altísima proporción de denuncias
que se contabilizan dentro de este grupo. Próximamente desbrozaremos aquellas
denuncias referidas a alguna autoridad, y que por lo tanto pertenecen al tipo
“delitos políticos y contra empleados públicos” de las que simplemente no
ofrecen mayor referencia informativa. Esta separación implicará una reducción
bastante importante de este grupo y un alza del peso que poseen las infracciones
contra leyes nacionales. Mientras tanto, los guarismos aquí ofrecidos deben
observarse simplemente como orientativos en un grado bastante general.
38
RAFART, op. Cit., p. 74.
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