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(Mc 6,34)
Espiritualidad
en la acción social
[darío mollá llácer, s.j.]
M
iles de religiosos y religio- cias económicas y sociales por las
sas en todo el mundo y, por que estamos atravesando1. A todas
supuesto, también en Espa- ellas y ellos van dedicadas, con ad-
ña, están entregando día a día su miración y gratitud, estas reflexio-
vida en el servicio a los más po- nes sobre la espiritualidad en la
bres. Un servicio hecho en el nom- acción social, reflexiones que pre-
bre y al modo del Señor Jesús. Un tenden ser “ayuda” para su tarea
servicio que es especialmente di- cotidiana y para la vivencia interior
fícil y necesario en las circunstan- de esa tarea.
A modo de presentación:
¿Para qué una
“espiritualidad”
de la acción social?
explicación o un listado más com- nuestros bienhechores, nues- lo el comienzo, pero poco a poco va
pletos puede consultar la bibliografía tros amigos e incluso miembros haciéndose raíz en el amor a Cristo
que aparece al final2. Yo voy a hacer de nuestras familias”3. pobre. Un amor que se alimenta en
una selección de rasgos. Una selec- la contemplación pausada y cons-
ción absolutamente intencionada y Por eso nuestro apostolado social tante de su amor por los pobres y
guiada por un doble criterio: crite- necesita un cimiento bien sólido. Y de su forma de acercarse a ellos,
rio de importancia en sí mismo y/o ese no es otro que el amor perso- en la convivencia con Él “que, sien-
criterio de urgencia en este momen- nal a Cristo pobre. do rico, por nosotros se hizo pobre”
to concreto que estamos viviendo. (2Cor 8,9), en la experiencia perso-
nal de encuentro con Él en la ora-
ción y en la vida toda.
1. Arraigados/as en
el amor a Cristo pobre En ese amor a Cristo pobre se des-
encadena un proceso que tiene ma-
Una buena casa necesita bue- nifestaciones y consecuencias muy
nos cimientos, esos cimientos só- importantes:
lidos de los que habla el evangelio y • Crecer en el amor a Cristo pobre
que hacen que “ni lluvia ni vientos” nos va a llevar a amar cada día
amenacen su solidez (cf. Mt 7,25). más hondamente a los pobres,
Esos cimientos sólidos son tanto Las raíces son algo que va cre- que son “sus amigos”, sus prefe-
más necesarios cuando la casa es- ciendo y fortificándose poco a po- ridos, su gente… Y a amarlos con
tá construida en un lugar abierto a co (cf. Mt 13 4-8). Es tarea de toda la misma delicadeza, con la mis-
los vientos y las tormentas. Nues- la vida el que nuestra raíz, nuestro ma libertad y con la misma en-
tro apostolado social no será nun- amor a Cristo pobre vaya profundi- trega que Jesús los amó. Pasan
ca fácil, no se puede pretender que zándose. Es normal que al comienzo a ser nuestros “amigos”, nuestra
lo sea cuando vamos a compartir la nuestra acción social responda más gente. No son simplemente “be-
suerte de aquellos y aquellas que a impulsos: generosos, pero impul- neficiarios” o “usuarios” u “ob-
más golpeados son por la vida, que sos; o que quizá sea simplemente jetos de nuestra caridad”, como
más injustamente tratados son. Las un conjunto de experiencias pun- tantas veces sucede. Y estable-
dificultades vendrán de fuera y bro- tuales; o incluso que sea algo más cemos con ellos una relación de
tarán también en nuestro interior; “ambiental” que interno a la perso- auténtica amistad. Hasta el punto
algunas nacerán fuera de nuestra na; o que resulte ser una búsqueda que hablamos de dos amores in-
casa y otras se presentarán desde personal presentada como afán de separables: el amor a Jesucristo y
dentro de nuestras propias institu- servicio. No pasa nada si eso es só- el amor a sus amigos los pobres.
ciones y/o comunidades. Me permito
citar unas claras y lúcidas palabras
del P. Peter-Hans Kolvenbach, an-
terior Superior General de la Com-
pañía de Jesús:
Los pobres no son ya para nosotros una actividad más en nuestra vida, o un espa-
cio de nuestro tiempo, o un compartimento de nuestro corazón. Van entrando en
el centro de la vida y del corazón y afectando a nuestra manera de ser y de vivir,
a nuestra manera de pensar y de actuar, a nuestro modo de ser personas y de ser
cristianos, a nuestras valoraciones y juicios, a nuestros intereses y proyectos.
FOLLETO CON ÉL / ENERO 2013 5
espiritualidad
en la acción social
el agradecimiento es la fuente de
donde brotan, con espontaneidad y
abundancia, cosas tan importantes
en el trato con las personas como
la generosidad, la alegría, la estima
del otro, la gratuidad, la incondicio-
nalidad, la perseverancia…
Es un peligro vivirnos o situarnos
en la acción social como “héroes”,
como personas que hemos accedi-
do a ella porque tenemos más mé-
rito o sensibilidad que los demás;
situarnos o vivirnos como los me-
jores, los “ejemplares” en una so-
ciedad mediocre e insolidaria. Si me Aquí encontramos
permitís expresarlo en forma algo
caricaturesca, es peligroso formu- muchos rostros que
larnos a nosotros mismos cosas co- han salvado su bon-
mo “¡qué buenos y qué estupendos
somos nosotros que nos dedicamos dad y su ternura de
a los pobres!”, “¡qué contentos de- los golpes recibidos.
ben estar ellos de que alguien tan
valioso como yo trabaje a favor su- La capacidad festiva
yo!”. Obviamente pocos son tan ne- sorprende en vidas
cios de llegar a expresar estas for- repercusiones muy negativas en
mulaciones tal cual, pero sí que, con enteras asaltadas. aquellas personas a las que deci-
más frecuencia de la deseable, se mos que queremos ayudar.
perciben discursos internos de es-
El humor rompe en Desde ese modo inadecuado de
te tenor. Discursos que se perciben muchas ocasiones las situarnos nos creemos con dere-
en el exterior por las consecuencias cho a exigir a los otros que compen-
de los mismos.
situaciones extremas. sen nuestro compromiso (“¡parece
El problema de este tipo de acti- Los golpes de la codi- mentira que me hagan esto a mí,
tudes no es sólo, ni principalmen- con lo que yo he hecho por ellos!”),
te, un problema de orgullo o engrei-
cia o de la naturaleza nos sentimos facultados para todo
miento personal (que también), sino, arrasan con todo en tipo de reproches o descalificacio-
sobre todo, el que a medio y largo nes, entramos en una dinámica de
plazo ese modo de situarse tiene unos minutos, pero pedir compensaciones afectivas y
desde las raíces brota efectivas, nos reservamos el derecho
a abandonar o desertar en función
la resistencia y la ca- de nuestros cansancios o convenien-
pacidad de recomen- cias (“¡hasta aquí hemos llegado, y
nadie me puede pedir más!”), etc.
zar de nuevo. Sucede, en definitiva, que lo que
acaba pesando en nuestras decisio-
nes y acciones somos nosotros mis-
mos y no lo que ha de ser primero,
que es la pobreza, el sufrimiento, la
dignidad quebrada de las personas
a las que queremos ayudar.
Nuestra llamada interior al tra-
bajo con los pobres y las víctimas
de la sociedad es un don que, si lo
4. En constante
discernimiento
ra intención del divino servicio” o de antemano ni son siempre fáci- gélica. La esperanza no es inge-
sobre si no hay faltas de libertad les. Pero el buen discernimiento nuidad ni ignorancia, no enterarse
o miedos que perturban nuestro nos proporciona la confianza y la de la realidad ni asumirla, sino que
pensar y nuestro obrar; paz de sabernos guiados, en medio carga con ella, asume el presente y
de nuestra perplejidad, desconcier- espera desde el dolor del presen-
• será necesario discernir también, to u oscuridad, por el Espíritu que te. La esperanza no son falsas y su-
de modo particular mientras dura condujo a Jesús a través de un de- perficiales palabras de consuelo de
esta situación de crisis y dificul- sierto que no es sólo un lugar físi- quien no se vincula al sufrimiento
tad, qué medios hemos de poner co, sino un lugar vital8. del pobre; muy al contrario, eso no
en juego, qué recursos es más o es esperanza sino cinismo; no hay
menos lícito buscar y obtener y esperanza si esas palabras bonitas
con qué procedimientos (porque 4. Una esperanza o “consoladoras” van desprovistas
no todo vale…) y con qué compa- “recuperada” de responsabilidad y compromiso.
ñeros (personales e instituciona- Esperanza no es un mero y vacuo
les) queremos colaborar y pagan- Los tiempos difíciles son tiempos optimismo, o un simple cálculo de
do qué precios; para la esperanza. Para la auténti- posibilidades positivo.
ca y evangélica “esperanza”. El do- Y cuando cimentamos nuestra es-
• sin duda ninguna, en nuestra ac- cumento ya citado de “La iglesia y peranza en nuestros éxitos (reales
ción social se nos van a plantear los pobres” dedica sus últimos nú- o aparentes, presentes o futuros),
conflictos: de intereses, de valo- meros (146-154) a hablar de la es- en nuestros buenos resultados, en
res, entre personas, entre per- peranza, siempre necesaria cuando las alabanzas ajenas… construimos
sonas e instituciones; y también se trabaja por la justicia del Reino una falsa esperanza sobre un fun-
tensiones entre apuestas y pro- y se quiere apostar por los pobres damento de arena que no resistirá
nunciamientos personales e ins- con la entrega de la propia vida. Y las primeras contrariedades, o las
titucionales, entre modos a veces lo hace en términos muy hermosos circunstancias adversas, ni los fra-
muy diversos de ver las cosas en- y con una gran abundancia de mati- casos (también reales o aparentes)
tre compañeros/as o entre noso- ces: esperanza y confianza en Dios, o las críticas, a las que tan sensi-
tros y las instituciones a las que esperanza y humildad, esperanza y bles somos cuando vivimos centra-
pertenecemos. paciencia, esperanza y perseveran- dos en nosotros mismos9.
cia… Vale la pena su lectura. En este tiempo difícil (¿ha habido
Es amplio el abanico de cuestio- Pero, además, creo que las difí- alguna vez un tiempo fácil para los
nes y, por tanto, permanente la ne- ciles circunstancias que estamos pobres y para quienes se compro-
cesidad de situarnos en clave y ta- atravesando son una oportunidad meten a acompañarlos y ayudarlos,
lante de discernimiento. Porque las de “purificar” nuestra esperanza a compartir vida con ellos?) tenemos
soluciones ni vienen siempre dadas y acercarla más a su verdad evan- la oportunidad de recuperar lo más
1. Así lo recordaba el P. Elías Arrupe, profeta de la renovación de que no hay un “para” Él incluso en la oscuridad”.
Royón, S.J. en su discurso conciliar”. Conferencia auténticamente evangélico
NOTAS
inaugural de la XIX Asamblea pronunciada en Bilbao, 13 si no lleva al “con”… 10. Confieso que, en su
General de la CONFER, el de noviembre de 2007. sencillez y verdad, me
13 de noviembre de 2012: 8. Me viene a la memoria impresionó la pregunta de
“Nuestra vocación nos 4. B. González Buelta, aquella ya vieja pero uno de los niños protagonistas
llama a ser testigos de la “Formar según San Ignacio excelente película “Lawrence de la película “El árbol de
misericordia y el amor a Dios en la escuela del pobre”: de Arabia” y lo bien que la vida” en una situación de
en el mundo. (…) Nuestra Aa.Vv., Tradición ignaciana y refleja lo que son las largas sufrimiento y perplejidad:
solidaridad será siempre una solidaridad con los pobres, travesías de un desierto, “¿Por qué me pides que yo sea
solidaridad evangélica que, Mensajero – Sal Terrae, Bilbao sea en grupo o, más aún, si bueno, si Tú no lo eres?”. Es, a
como tal, integra una cercanía – Santander 1984, pp. 148-149. se atraviesa en solitario… la vez, pregunta y grito orante
compasiva hasta sufrir con de los que hablábamos en el
los que sufren, y el compartir apartado anterior. Obviamente
lo que se tiene con los que 5. Benedicto XVI, 9. Benedicto XVI nos recuerda
Deus caritas est, 38. en su encíclica Deus caritas ésta es una pregunta sin
menos o nada poseen”. respuesta inmediata…
est, 39: “La esperanza se
6. Benedicto XVI, relaciona prácticamente con
2. Ver, por ejemplo, el artículo la virtud de la paciencia, que 11. Ver el cap. 6 del libro de
de Vicente Altaba en Vida Nueva Caritas in veritate, 30.
no desfallece ni siquiera ante P. Lebeau, Etty Hillesum. Un
citado en la bibliografía final. el fracaso aparente, y con la itinerario espiritual. Ámsterdam
7. El teólogo J. Moltmann lo humildad, que reconoce el 1941 – Auschwitz 1943, Sal
3. P.-H. Kolvenbach, “El P. expresó de modo conciso y misterio de Dios y se fía de Terrae, Santander 2002.
general cuando dijo aquello