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Es bien conocido que las armonías capaces de pacificar la mente y silenciar todas
nuestras preocupaciones personales pueden silenciar nuestro ser: pero solo
fortaleciendo este silencio interior con la ayuda de otros medios útiles podemos
pasar a la segunda fase del proceso meditativo, ya que una conciencia que no
alcanza un silencio profundo nunca podrá acceder a ese estado de absorción.
Todos estos sonidos que nos llegan podemos definirlos como subjetivos, porque
cada uno de nosotros reacciona de manera diferente ante el mismo estímulo
sonoro. En general, se produce una cadena de asociaciones de ideas e imágenes
que generan un ruido mental que todos experimentamos de una manera
particular.
Sonido ritual
Todas las culturas del mundo han utilizado el sonido en sus rituales, ceremonias
y prácticas de meditación como una forma de conexión interna, tanto individual
como grupal, y como una forma de acceso a la comunión con la totalidad y la
trascendencia. Encontramos muchas similitudes en diferentes culturas y todas
nos hablan de llegar a un espacio dentro de nosotros donde se encuentra el
silencio. Se trata de llegar al silencio necesario para poder escuchar algo que es
más profundo que nosotros mismos.
El discípulo preguntó: - ¿Qué hace el maestro allí?
Nuestra escucha se vuelve más sutil y más sensible a todo lo que nos rodea,
comenzamos a percibir otros sonidos que antes parecían no estar allí ... y la mente
se relaja, ya no tiene que esforzarse en dar respuesta a las demandas o
preocupaciones externas, solo está atenta a lo que está sucediendo en ese preciso
momento; la lucha ha desaparecido ...
Las aguas fangosas se aclararán si permites que permanezcan sin ser molestadas,
y así la mente también se aclarará si se te permite permanecer quieto.
(Ming-Dao Deng)
Sonido interno
Lo primero que podemos hacer para meditar con sonido es escuchar, prestar
atención a un sonido simple, podemos comenzar por tapar nuestros oídos y
simplemente escuchar el sonido de nuestra respiración ... poco a poco puede
convertirse en uno de los cinco sonidos de los cuales hablan los maestros yoga.
También podemos prestar atención a un sonido simple que capta nuestra
atención, un sonido largo como el de una campana, un ting-sha (campanas
tibetanas), el canto de un gorrión, el sonido del agua de un arroyo o el viento.
Las conchas marinas que generalmente tienen la boquilla decorada en plata, con
su sonido, recuerdan el cumplimiento de los deberes diarios.