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La manzana de EVA

El sistema de cálculo de la generación de riqueza que ha revolucionado la


administración de empresas llega a Colombia. Más de 40 compañías
del país están adoptando el Valor Económico Agregado, EVA.
Antes de leer este artículo, deténgase a pensar a cuánto asciende el inventario que
su empresa tiene actualmente en la bodega. Ahora, pregúntese cuánto de ese
material es absolutamente necesario. Si no tiene ningún exceso, felicitaciones. Pero
si encuentra que buena parte de esa materia prima que compró está ahí guardada
por si se necesita algún día, recapacite.

El dinero que su empresa congeló en esos bienes podría estar dando rendimientos
en otra parte. De hecho, usted está reduciendo el valor agregado que su compañía
puede producir. Y lo que es peor: su jefe está perfectamente enterado de cuánto
dinero pierde al día la compañía por cuenta de errores como éste, si ha empezado a
medir el aporte de sus empleados por medio del EVA.

El EVA (sigla en inglés de Valor Económico Agregado) es una herramienta financiera


que ha sido utilizada con gran éxito por multinacionales como Coca-Cola y AT&T
para medir permanentemente la creación de valor en una empresa. Actualmente
empieza a dar sus frutos en Colombia.

El EVA es una marca registrada por la compañía estadounidense Stern Stewart,


firma que la empezó a poner de moda en Estados Unidos hacia 1993. Este sistema
parte de una premisa aparentemente evidente: el costo de oportunidad del dinero.
Este concepto se utiliza como un parámetro para hacer claridad sobre cuánto
habrían podido ganar los accionistas si hubieran depositado en otra parte los
recursos que invirtieron en la empresa.

A pesar de la sencillez de la premisa, fue toda una revelación para el mundo


empresarial, que no estaba acostumbrado a medir su riqueza en términos de lo que
hubiera podido hacer con el capital prestado y, lo que es lo más importante, con el
propio.

¿Agregaste valor esta mañana?


Precisamente este último punto es el que más atención ha despertado entre los
accionistas. Al no estar acostumbrados a ver como un costo los recursos invertidos
en maquinaria, tecnología, finca raíz y capital de trabajo, el EVA se convirtió en una
herramienta para darle claridad a la administración del negocio.
Debido a la complejidad que tiene el prototipo normal de los balances, la gente se
ha acostumbrado a mirar únicamente las cifras relevantes a ventas y utilidades
para evaluar el desempeño de la compañía. Sin embargo, estas cifras por sí solas
no son totalmente reveladoras. ¿Cómo puede saber el accionista, a simple vista, si
el capital que puso en manos de la compañía le está dando los rendimientos que
debería?
La respuesta la da el EVA. No sólo por el tipo de medición que hace, sino porque
para calcularlo obliga a la compañía a presentar los balances de una forma clara, en
la que es fácil mirar y cuantificar los recursos propios y financiados que se
invirtieron en el período, y ver si hubo creación de valor.
Para la gerencia es también un instrumento muy útil porque le permite medir la
generación de riqueza que se está dando en cada uno de los departamentos y las
actividades de la firma. Como en cada área de la compañía se hace el ejercicio para
determinar el capital con el que se está trabajando y el uso que se le da, se facilita
asignar con mayor eficiencia los recursos.
Esto implica un cambio en los parámetros de evaluación. Por ejemplo, la parte
comercial no sólo sería evaluada por el monto de sus ventas, sino por el
comportamiento de la cartera, la acumulación de inventario y la eficiencia de la
distribución. En otras palabras, se hace claridad sobre el costo de capital empleado.

Método complejo, resultados sencillos


El EVA se calcula con la misma información que se necesita para elaborar los
balances. Simplemente se toman las ganancias operativas netas de la compañía
después de impuestos y se les resta el costo del capital utilizado para producirlas.
Si el resultado es positivo, la empresa obtuvo un valor económico agregado. Pero si
es negativo, significa que la compañía no le está devolviendo a los accionistas el
retorno mínimo que están dispuestos a obtener y por tanto la empresa está
destruyendo valor.
Uno de los ejemplos típicos de creación de riqueza es el de Coca-Cola, que el año
pasado se convirtió en el líder de este grupo, al generarle cerca de US$87.800
millones a sus accionistas. General Electric la siguió de cerca, con una generación
de US$80.800 millones, de acuerdo con datos publicados por la revista Fortune.

El caso contrario le sucedió a Motorola, que destruyó US$3.400 millones de la


riqueza de sus accionistas en el proceso. El descalabro se debió a una
desafortunada combinación de tres factores en el mercado de telefonía celular:
exceso de inventarios, presiones en los precios y descenso en la demanda en
Estados Unidos. Además, el EVA se afectó por fuertes sumas de capital que se
requirieron para hacer mejoras tecnológicas en las redes.
Una industria que se caracteriza por destruir riqueza es la automotriz, debido a que
centra sus energías en ganar participación de mercado, pero no hay una
compensación a largo plazo para los accionistas que invirtieron sus recursos en el
sector.
Llegó el EVA
De acuerdo con The Economist, más de 300 empresas alrededor del mundo han
adoptado el EVA como una herramienta de gerencia.
En Colombia, los empresarios se han mostrado tímidos en adoptarlo, pero con todo
y eso ya hay por lo menos 40 compañías que entraron o están entrando en este
mundo. Entre otras empresas se encuentran el grupo Carvajal, Corfivalle, Lloreda
Grasas y Electrificadora del Pacífico. Estas dos últimas están todavía en el proceso
de implantación.
El grupo Sanford, por su parte, está siendo asesorado directamente por Stern
Stewart para adoptar este instrumento en las empresas de la organización.
Aunque esta firma estadounidense es la última palabra en el tema, también hay
compañías locales que llevan trabajando el tema desde hace tiempo. Consultores
Andinos, por ejemplo, fue el primero en traer el EVA a Colombia y desde hace unos
cinco años está prestando asesoría en el área.
Además de esta firma, hay otros consultores como Estrategias Corporativas y
Orlando Alvarez, en la organización Chaid Neme, que han trabajado el EVA.
De acuerdo con John M. Ferguson, vicepresidente senior de Stern Stewart, el EVA
es aplicable para todo tipo de empresas, desde entidades financieras hasta
compañías industriales.
Su implantación no es un proceso que se pueda hacer de la noche a la mañana.
Implica un giro de 180 grados en la cultura organizacional de cada compañía y, a
pesar de ser un concepto sencillo, necesita del apoyo tanto del presidente o gerente
como de la junta directiva para que pueda salir adelante, explica Guillermo Orozco,
de Consultores Andinos. Es un hecho que cuesta más trabajo desaprender que
aprender.
La ventaja del EVA es su sencillez, pero curiosamente uno de los principales
problemas que puede tener en su aplicación es que se lo quiera volver complicado.

Exito
Si bien el éxito que empresas como Coca-Cola obtuvieron dejándose guiar por las
cifras encontradas en el EVA "disparó" la popularidad de este método, ya han
empezado a salir voces que cuestionan su efectividad.
Algunos opinan que no es una respuesta a todos los problemas de la firma, y que al
igual que la reingeniería es un instrumento útil pero no de cobertura universal.
Otros lo critican por considerar que sólo mira hacia el pasado y no les dice a los
gerentes cómo podrán efectuar sus estrategias actuales el comportamiento futuro
de la compañía.
Según Guillermo Orozco, lo que hay que tener en cuenta es que el EVA no es una
fórmula mágica y que mucho menos es un sustituto del buen juicio, la capacidad
empresarial o la oportunidad de hacer negocios.
Sólo puede orientar acerca del camino a seguir. Y eso es precisamente lo que
buscan las compañías colombianas. Un instrumento que les permita calcular el
rumbo.

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