Está en la página 1de 26

evolución de la moneda en Venezuela

Indice

1. Introducción

2. Evolución de la moneda venezolana

3. Conclusiones

4. Bibliografía

1. Introducción

Desde que el hombre se vio por primera vez en la necesidad de realizar intercambio comercial,
igualmente necesitó un sistema para darle valor a las cosas, inicialmente fue el trueque y de ahí fue
perfeccionando el sistema, hasta lo que hoy conocemos se conoce cotidianamente, que es llamado
sistema monetario.

Este trabajo tiene como fin estudiar la evolución de las monedas en Venezuela, esto se realizará
utilizando un método de investigación documental, en el cual se utilizarán como fuente datos históricos,
económicos y culturales.

El estudio se realizará dividiendo la historia de Venezuela en siete grandes períodos, a saber:

Época de la Conquista

Época Colonial: 1802 – 1809

Época de la Independencia: 1810 – 1820

Época de la Gran Colombia: 1821 – 1830

República de Venezuela: 1830 – 1863

Estados Unidos de Venezuela: 1864 – 1953

República de Venezuela: 1953 en adelante

2. Evolución de la moneda venezolana


Época de la Conquista

La actividad comercial de los indígenas de Venezuela se basaba principalmente en el trueque, aunque


también se servían de algunos artículos a manera de moneda, entre ellos el urao (especie de salitre
amargo extraído de la laguna ubicada en Lagunillas de Mérida) la sal, el tabaco y el algodón. En el
Tocuyo, por ejemplo, los indígenas empleaban una moneda llamada quiteroque, que consistía en unas
cuentas pequeñas de caracoles, de piedrezuelas de poco valor y huesos de animales, con las que hacían
todo tipo de tratos. Entre los relatos de la época se observa el comercio que realizaban, por ejemplo, los
coanao, tribu del occidente del Lago de Maracaibo llevando a vender a tierras adentro sal a cambio de
oro labrado en águilas, zarcillos y otras piezas. Los caquetíos y guaycaríes hacían mercado, cambiando
frutas y otros víveres por pescado.

Un fenómeno muy importante llama la atención a través de los relatos sobre los primeros intentos de
colonización española en Venezuela. Todos los autores están de acuerdo en que los indios recibieron
complacidos a los extraños visitantes, y es notable la buena disposición de los indígenas para el trato
con los españoles, en los que ambos encontraron grandes ventajas. Es de notar en los relatos de los
primeros viajes a las costas venezolanas la familiaridad de los indígenas con las operaciones de trueque,
la afición a ellas y la existencia de un intercambio más o menos regular entre unos pueblos y otros de la
costa y del interior del país. Así mismo, se observaba en los indígenas cierta astucia en las operaciones
de cambio, pues no daban con facilidad sino aquellas cosas que tenían en abundancia, pero de las que
tenían en poca cantidad, no se desprendían con facilidad. También se observó la acción de regateo la
que demuestra alguna experiencia en el trueque y cierto concepto ya formado de la medida del valor. El
valor real de las cosas estaba determinado por el esfuerzo y la fatiga consumidos en fabricarlas o
adquirirlas. Los indios tenían ante todo el sentido de la utilidad, la noción de valor de uso; en tanto que
los españoles tenían el conocimiento más adelantado de valor de cambio. Para los indios, las perlas eran
de una importancia muy secundaria, hasta el punto de ser un subproducto, pues ordinariamente
pescaban las ostras para comerlas, y sin duda era un alimento apreciado. Por esto el intercambio se
hacía con regocijo de ambas partes, ya que a los indígenas les parecía increíble recibir cosas como
cuchillos, tijeras, telas, alfileres y cosas de metal a cambio de objetos para ellos inservibles y
abundantes. En el estado de atraso de nuestras tribus, el cuchillo tuvo que representar una innovación
tan importante como el empleo de la electricidad en la sociedad civilizada.

Durante el siglo XVI la organización económica venezolana hizo prevalecer el primitivo sistema de
trueque directo. Objetos diversos ejercían la función de moneda. Las perlas, principalmente, jugaron
este papel hasta el siglo XVII. Las perlas eran clasificadas en cuatro géneros: cadenilla, media cadenilla,
rostrillo y medio rostrillo. Tan habitual era su circulación, que los mercaderes, funcionarios de hacienda
y particulares en general hacían las valuaciones de mercaderías y otros efectos en "reales de perlas",
ésta era la base de las operaciones comerciales y con éstas se recaudaba la mayoría de los impuestos.
Durante más de un siglo la perla cumplió la función de moneda. En determinados momentos aventajaba
a la moneda de oro y plata española, ya que ésta sufría gran inestabilidad por la escasez que se
presentaba continuamente de dichos metales. En estas condiciones las perlas generaban más confianza
en el ánimo de los mercaderes, pues su valor estaba menos expuesto a fluctuaciones.

En el empleo de las perlas se pueden distinguir dos épocas:

La primera corresponde al tiempo de llegada de los españoles hasta treinta o cuarenta años después,
cuando las perlas se obtenían de los indios o las extraían ellos mismos en las proximidades de Cubagua,
estas perlas se consideraban mercadería de lujo y aunque ocasionalmente se usaban como moneda,
generalmente se retiraban pronto de circulación, por ser un artículo muy solicitado y valioso. La
operación era más un trueque que realmente el uso como moneda.

En la segunda época ya las perlas habían dejado de ser un objeto de tanta codicia y su precio era más o
menos estable, permanecían constantemente en circulación y dejaron de ser unas operaciones de
simple trueque ya que su valor guardaba un firme equilibrio, esto se puede comprobar en el hecho de
que hayan sido utilizadas para acumulación, gran parte de los capitales de la Provincia y de particulares
consistía en perlas, además también era permitido el pago de impuestos con perlas.

Durante la misma época también se trataba con pedacitos de oro que se le imprimía la marca real, lo
que garantizaba la calidad del metal, más no su precio. Estas piezas circulaban no como unidades
monetarias, sino por peso, lo que resultaba bastante complicado, ya que el proceso de pesar metales
preciosos es sumamente delicado, la menor diferencia representa una considerable pérdida para
cualquiera de las partes y esto daba lugar a discusiones que retrasaban o impedían las transacciones.
Además de esto, el oro era muy escaso para la época, su uso en la elaboración de joyas disminuía mucho
el circulante.

En 1600 se presentó un problema ya que no había oro alguno en la colonia y muy pocas perlas, por lo
que el Cabildo tuvo que informar al Rey que por la falta de monedas, los vecinos se habían visto en la
necesidad de volver al trueque, principalmente sobre la base de harina, lienzo de algodón y zarzaparrilla.
Con el tiempo, la mayor parte de las monedas de las que disponía la Provincia provenían de sus
exportaciones a las Antillas. México llegó a ser a mediados del siglo XVII, la única fuente de
aprovisionamiento monetario, ya que se recibían grandes cantidades de monedas de oro y plata en pago
de las grandes cantidades de cacao que se le enviaban.

Época Colonial 1802 – 1809

El desarrollo de la economía venezolana durante el siglo XVIII se caracteriza por una inadecuada
circulación monetaria. Las transacciones se veían constantemente entorpecidas por la falta de monedas,
esto dio origen a que los comerciantes fabricaran las llamadas "señas" o "fichas" que si bien facilitaron
en cierta forma el comercio al menudeo, también trajeron inconvenientes al público ya que no carecían
de respaldo oficial y sólo las admitían sin reservas sus propios fabricantes, esto creaba unas relaciones
de dependencia vendedor-comprador bastante perjudiciales.

Tal problema se suscitó con relación a las fichas o señas que en Cabildo ordinario reunido en Caracas el
14 de Septiembre de 1795 se trató de la siguiente manera "el uso perjudicialísimo de los pulperos al
tener cierto número de pedazos de fierro, cobre o estaño, a los que dan el nombre de señas, con la cifra,
marca o señal que paréceles, sirviéndose de ellas como monedas." En busca de una solución se decretó
la acuñación de señas de cobre para unificar oficialmente su circulación y retirar las lanzadas por los
particulares. Se ordena que se fabriquen, marquen y tengan suficiente repuesto de señas de a cuartillo y
de huevo (1/8 de real) que serán repartidas a todos los pulperos y abastecedores los cuales pagarán por
ellas en plata. Estableciendo una multa a quienes usen otras señas o las falsificaren.

El Ayuntamiento encargó la fabricación a Salvador del Hoyo, Maestro Mayor del Gremio de Plateros, a
fines de 1802 las piezas entregadas por del Hoyo fueron 13.666 unidades de ¼ de real y 58.792 unidades
de 1/8 de real. Estas señas trajeron muchas críticas, principalmente, se objetaba el hecho de que las
leyes establecían que la moneda debe dársele un valor que corresponda con poca diferencia a su peso,
de lo contrario, y esto fue lo que ocurría con las señas de del Hoyo, la diferencia provocaba un lucro que
provocaba su falsificación. De acuerdo a este criterio las monedas de ¼ real debían pesar 10,79 gramos y
las de 1/8 de real 5,39 gramos. Los pesos de las piezas acuñadas fueron 2,4 y 1,22 gramos
respectivamente.

La introducción de las señas había sido impuesta por la necesidad, pues de otro modo los compradores,
aunque no les fuera indispensable, debían gastarse el medio real o el real completo, por falta de cambio.
Como la mayoría no sabía escribir, los pulperos no podían dar vales y tampoco era posible que
recordaran de memoria lo que se le debía a cada cual. Estas señas se realizaban utilizando herramientas
y procesos muy precarios, esto unido al creciente número de consumidores en los pueblos de La
Victoria, Cagua, Escobar, Chacao, Petare, Guarenas y el Puerto de la Guayra produjo una escasez de
señas que obligó al Ayuntamiento a la acuñación de nuevas partidas de señas a cargo de Salinas en
1803, en 1806 cuando Salinas finalizó sus entregas se hizo un tanteo de las monedas acuñadas. Se
encontraron diferencias entre las que aparecían en los expedientes respectivos y los asientos de
Administración de Rentas. Se ordenó apresar a Salinas mientras se profundizaba la investigación que dio
como resultado que las diferencias provenían de haber olvidado anotar dos partidas entregadas por
Salinas.
Debido al suceso con Salinas, éste renuncia, y se comisiona a José Manuel Tablantes a realizar las nuevas
acuñaciones. No se hacen nuevas acuñaciones hasta 1809, probablemente porque la cantidad existente
era suficiente para el índice de operaciones comerciales que se realizaban en la época. Durante la
actuación de Tablantes de 1805 a 1809 culmina sin realizar ninguna acuñación de nuevas señas.

Las señas acuñadas en Caracas prestaron un verdadero servicio al público y las ventajas que trajo su
circulación contribuyeron a afianzar su uso. Varios fueron los Ayuntamientos de Provincia que pidieron
algunas cantidades para ponerlas en circulación y evitar con ellas el abuso de pulperos y vendedores al
por menor.

En Agosto de 1811 por orden del Supremo Congreso de Venezuela se pone fin a la acuñación de señas,
todos los materiales y herramientas disponibles pasaron a formar parte de la nueva Casa de Moneda
donde los patriotas iniciaron la acuñación de monedas de plata y cobre, con el propósito de garantizar la
circulación de monedas, en un esfuerzo por salvar la maltrecha situación económica.

Época de la Independencia 1810 – 1820

Declarada la Independencia y erigida Venezuela en Estado Soberano, el 5 de julio de 1811, el Supremo


Congreso, con fecha 27 de agosto de aquel mismo año, decretó una "Ley para la creación de un millón
de pesos en papel moneda, para la Confederación de Venezuela" los billetes creados por esta ley, de
curso forzoso, fueron teóricamente respaldados por rentas nacionales y en especial por las de Aduanas y
Tabaco. Sin embargo, al carecer de un efectivo respaldo se desacreditaron rápidamente. Las condiciones
imperantes en el país eran las menos apropiadas para emitir papel moneda. La medida, que desde el
punto de vista económico era artificial, dio por resultado una considerable elevación de los precios y el
consiguiente descontento público. A esto se suma el haber desaparecido de la circulación la moneda
metálica, porque se la llevaron consigo los españoles y canarios que emigraron a las Antillas y otra parte
se ocultó para que no dispusiesen de ellas los patriotas. De acuerdo a la Ley, los billetes fueron emitidos
con valores de 1, 2, 4, 8 y 16 pesos y puestos en circulación el 18 de noviembre de 1811. Los billetes
resultaron de baja calidad y no gozaron de mucha popularidad. Por esto se aconsejó la creación de una
casa de moneda menor para acuñar monedas que promovieran la circulación del comercio interior,
estas monedas serían de medios, reales, y pesetas. Llevarían por un lado la inscripción Estados Unidos
de Venezuela y por el otro dos palmas entrelazadas en cuyo medio se colocaría el valor que represente y
alrededor año primero de la independencia.

El Supremo Congreso de Venezuela dictó el 25 de octubre de 1811 una Ley para acuñar un millón de
pesos en moneda de cobre con el objeto de establecer una moneda provisional, que activase el
comercio interior y que sirviese al mismo tiempo para la mejor expedición y uso del papel moneda. Las
características que debían tener estas monedas eran las siguientes: "por un lado será un cóndor que
tendrá bajo sus pies las columnas de Hércules y demás insignias reales y la inscripción AMÉRICA LIBRE
por el reverso se pondrá una corona enlazada de laurel y roble, en medio del cual se estampará con
letras el valor de la moneda y en la parte inferior el año de fabricación.

La acuñación se vio retrasada por la falta de material, lo que obligó a las autoridades a ordenar en 1812
la requisa de objetos de cobre para poder continuar la acuñación.

Derrotados los realistas y ocupada de nuevo Caracas por las armas libertadoras el 6 de agosto de 1813,
las autoridades patriotas confrontaron el problema de la escasez de circulante ocasionada por el
abandono del país de las familias pudientes que emigraron a las Antillas y llevaron consigo sus caudales.
Por esto se ordenó la acuñación de monedas de cobre y plata de la clase macuquina, son los patriotas
los que acuñan por primera vez monedas macuquinas en Caracas, las cuales, hasta entonces, provenían
de las diferentes cecas hispanoamericanas. Para esta acuñación se usó plata perteneciente a los
particulares, los cuales vendían a 6 reales la onza. Agotadas estas fuentes y en vista de la necesidad se le
solicitó a la Santa Iglesia Metropolitana las alhajas que no hicieran falta al culto para convertirlas en
monedas. Esto se hizo por medio de un Acta que se llamó Concordia entre el Sacerdocio y el Estado. Las
alhajas fueron entregadas en el mes de julio pero al entrar Boves a Caracas los canónigos exigieron la
devolución, pero era demasiado tarde ya que los patriotas al huir a oriente se llevaron las alhajas.
Bianchi, italiano perteneciente a los patriotas, al ver en sus manos tanta riqueza huyó con ella.

El 16 de julio de 1814 las fuerzas realistas ocuparon nuevamente a Caracas. Al darse cuenta de la
existencia de la Casa de la Moneda se propusieron darle uso y recuperar el establecimiento. Se acuñaron
monedas de cobre de ¼ de real y monedas de plata de dos reales. Todos estos recursos fueron
secuestrados por la expedición "pacificadora" que llegó a la costa oriental en abril de 1815.

Por Real Orden de 13 de mayo de 1816 se aprobó el establecimiento de la Casa de la Moneda de


Caracas, dándosele cumplimiento el 1° de octubre dicho año. Se reglamentó la acuñación estableciendo
normas y responsabilidades para cada uno de los empleados y normas para la acuñación, no se llevaría a
cuño ninguna moneda que no fuese aprobada primero, cualquier pieza que no tuviera el tipo
perfectamente marcado, se volvería a fundir.

En 1817 se terminó la acuñación de la macuquina del antiguo estilo de dos reales y se comenzó la
acuñación de las nuevas monedas con la leyenda CARACAS. A partir de este año y hasta el triunfo de las
fuerzas patriotas en Carabobo, las acuñaciones realizadas en el cuño de Caracas constituyeron series
regulares. Las monedas adquirieron mayor perfección, fueron circulares, bien laminadas y con canto
liso.
A principios de 1818 se aconsejaba extender la circulación de monedas de cobre que se acuñaban en
Caracas, a todos los pueblos de la provincia, aunque se advertía que si bien estas monedas podían
facilitar los tratos y compras al por menor era propensa a falsificación por el exagerado beneficio que
producían en relación a su peso y valor.

De toda la serie de monedas acuñadas en Caracas entre 1816 y 1821 las pesetas con fecha de 1818 son
las más abundantes y a la vez en las cuales se observan mayores variaciones. En algunos casos los
castillos y leones del escudo español, se encuentran en posición inversa.

En 1819 se continuó la acuñación de monedas de plata de 2 reales y se labraron por primera vez las de 4
reales.

En las demás provincias existentes para la época, la circulación de monedas se desarrollaba de la


siguiente manera:

Provincia de Guayana

Las incidencias de la guerra de Independencia mantuvieron aislada durante varios años a la Provincia de
Guayana del resto del país, por lo que se vieron obligadas las autoridades realistas a acuñar moneda de
cobre para cubrir sus necesidades. Se acordó fabricar monedas de cobre equivalentes a un cuartillo y
medio real, las cuales debían ser redondas y contener por un lado la inscripción de Fernando VII y un
león; por el otro un castillo y la inscripción GUAYANA.

Provincia de Maracaibo y Mérida

El advenimiento al trono de nuevos soberanos se conmemoraba tradicionalmente con la emisión de


monedas. Algunas veces estas piezas se repartían entre el público que participaba en los festejos y por
su valor intrínseco constituía una especie de gratificación. En la Provincia de Caracas se emitieron en
conmemoración de Carlos IV medallas de plata de dos y de cuatro centímetros de diámetro, que
ostentan por el anverso el busto del monarca circundado por la leyenda: Proclamatione FIDES
Caracensis inaugusta Caroli IV y por el reverso el sello de armas de Caracas. En ocasión de la jura de la
Constitución española de 1812 se labró una medalla de plata de 4 cm. De diámetro, con el busto del
monarca y la inscripción Fernando VII, Rey de las Españas por un lado y por el otro el sello de armas de
Caracas. Estas piezas se mandaron labrar en la época en que reinaba en España José Bonaparte, sin
embargo las colonias americanas nunca reconocieron la dominación francesa.
En Maracaibo también se labró una medalla de plomo de 3,5 cm. De diámetro para conmemorar el
advenimiento al trono de Carlos IV. Cuando la provincia de Maracaibo quedó aislada del resto también
acuñó sus propias monedas aunque no se tienen datos de sus características.

En cuanto a acuñaciones realizadas en la Provincia de Mérida la única referencia que se tiene es la que
hace el General Soublette en una carta al Libertador: "... si los cincuenta mil pesos que conduce el
Capitán Bolívar son en moneda acuñada en Maracaibo y que generalmente denominan Lanza, es inútil
su conducción, porque no circula en la provincia de Barinas, en donde siempre ha sido desechada. Allí
solo ha circulado la que acuñaba el Sr. General Páez, y que llamaban del Yagual, la antigua de Caracas y
muy poca de la acuñada en Mérida".

Provincia de Margarita

Al unirse la provincia de Margarita a la declaración de Independencia dada el 19 de abril de 1810, parece


que, siguiendo la tradición de las acuñaciones conmemorativas, mandaron labrar algunas piezas en
celebración del cambio de gobierno. No se sabe bien si estas monedas se usaron como medalla, o para
uso comercial, pero fue obra de artífices locales y posiblemente en número muy limitado.

A fines de 1816 los realistas se retiraron de la isla de Margarita y ésta quedó definitivamente en poder
de los patriotas. El 1° de abril de 1819, durante el gobierno de Juan Bautista Arismendi se mandó a
elaborar moneda en Margarita, la cual fue profusamente falsificada, pero debido a la escasez y
necesidad imperante fue muy difícil quitarlas de circulación. No se tienen muchos datos de ellas pero se
sospecha que eran de plata.

Provincia de Barinas

La crítica situación en que se hallaba el ejército comandado por Páez se vio agravada por la migración de
los patriotas que buscaban la protección del caudillo. A fin de proveer las urgentes necesidades, Páez
dictó en marzo de 1817, en el Yagual, un decreto mandando que se le entregara toda la plata que
tuvieran los emigrados para devolvérsela acuñada y sellada. El cuño se realizó en Achaguas y Caujaral. La
moneda se le conoció como monedas "del Yagual" y tal era la confianza que inspiraba Páez, que la
moneda fue aceptada a pesar de sus deficiencias, fue muy útil en el servicio del ejército y de toda la
región por la carencia extrema de numerario.

Monedas en Emergencias

En uso de sus atribuciones, el 21 de noviembre de 1819 el Libertador decretó medidas de emergencia


sobre acuñación de monedas, mandando resellar y poner en circulación monedas acumuladas en la Casa
de la Moneda de Santa Fé como un recurso para solventar las necesidades del ejército. Esta serie de
monedas se conoció como "chipichipi" cuyas características eran las siguientes: De un lado la cabeza de
una india con un gran penacho de plumas el cual ha sido reestampado sobre el escudo de castillos y
leones, leyenda primitiva LIBERTAD AMERICANA 1819, el otro lado no está muy claro por el mal
estampado, se ve la leyenda de la moneda original: NUEVA GRANADA.

Época de la Gran Colombia 1821-1830

El 30 de agosto de 1821 sancionó el Congreso la Constitución que había de regir los destinos de la
República de Colombia. Múltiples disposiciones dictó este Congreso y, en relación con el tema que nos
ocupa, fueron sancionadas tres Leyes fundamentales el 29 de septiembre de 1821 son ellas: Ley sobre
ley y peso de las monedas de oro y plata, Ley sobre amonedación de la platina y Ley sobre emisión de
una moneda de cobre. Se las conoce también como las Leyes de 1° de octubre de 1821, fecha de su
promulgación. Estas leyes tuvieron por objeto poner fin a "los males que sufren los pueblos por la gran
variedad de monedas que han introducido la guerra y la consiguiente desorganización en que
nuevamente se han hallado estos países que semejantes perjuicios que se experimentan principalmente
en el comercio interior, no se podrán evitar si todas las clases de monedas circulantes, no se reducen a
un mismo peso y ley conocida".

Uno de los actos de vital importancia para el afianzamiento de la soberanía de la República era, pues,
acuñar moneda nacional y lanzarla a la circulación lo antes posible. En consecuencia, los cuños de
Bogotá y Popayán, así como el de Caracas se mantuvieron en actividad. Sin embargo, a los fines del
presente estudio sólo incluiremos las acuñaciones realizadas en el departamento de Venezuela y
aquellas disposiciones legales adicionales que tuvieron vigencia local.

Pocos días después de la batalla de Carabobo, el 5 de julio, en su Cuartel General de Caracas, el


Libertador dictó un Decreto prohibiendo la circulación de "la moneda de cobre que con el nombre de
señas, ha introducido en Venezuela el Gobierno español". Introducido debe entenderse por implantado
y no por haber sido traídas las monedas de fuera, puesto que eran acuñadas en la ceca de Caracas.

La casa de la Moneda de Caracas se puso en actividad inmediatamente. En el Archivo General de la


Nación existen relaciones de los gastos del cuño y de los salarios pagados a los operarios. En estas
relaciones consta que para agosto de 1821 se estaban acuñando pesetas y cuartos de reales y que los
operarios de tales acuñaciones eran Andrés Mexias y Mariano Ponte, respectivamente. Bartolomé
Salinas recibió 95 pesos por un cilindro para acuñar cuartos y Santiago Ochoa cobró un peso y medio por
grabar cada par de cuños.

El Vicepresidente del Departamento de Venezuela. General José Antonio Páez, dio órdenes al Director
General de Rentas, quien las trasmitió a Marcelino Plaza el 10 de octubre de 1821, para que "a la mayor
brevedad se acuñe toda la moneda de a cuartillo que se ordenó y que el público necesita con urgencia...
prevengo a Ud. que toda la plata que exista o pueda comprarse en lo sucesivo se destine precisamente a
esta clase de moneda".

El 26 de septiembre de 1822, en uso de sus atribuciones, decretó el General Soublette el cierre de la


Casa de Moneda de Caracas, considerando que "no se haya establecida o aprobada por el gobierno
Supremo ni sujeta a planta o reglamento alguno expedido por él; que no hay en el Departamento
metales preciosos que acuñar y que los cuartillos de plata en cuya amonedación se ha ocupado hasta
ahora deben hacerse de cobre, en los términos y con las circunstancias prevenidas por la Ley de 29 de
septiembre del año undécimo".

El 22 de diciembre de 1822 dirigió Marcelino Plaza al General Intendente un informe sobre las
operaciones de la Casa de la Moneda. De acuerdo con éste, durante el lapso comprendido entre el 14 de
julio de 1821 y el 31 de octubre de 1822, el Cuño de Caracas labró 34.529 onzas de plata.

Para los efectos de esta acuñación se utilizó, además de plata en barras, 3.313 onzas, 6 ochavas en
moneda "chipichipi" adquirida por 2.899 pesos, 4 2/8 reales y 618 pesos fuertes por 695 pesos, 2 reales,
a razón de nueve reales cada uno.

De los cuartillos se han conservado algunos ejemplares y sus características, similares a las de las
monedas de cobre emitidas por los patriotas en 1812.

Las autoridades Republicanas no estaban en capacidad de emitir moneda en cantidad suficiente para
amortizar todo el numerario en circulación. Las monedas acuñadas por orden del General Morillo, dada
su buena calidad, eran aceptadas por el público sin reservas y así, con el objeto de no causar serias
perturbaciones a la circulación con la emisión de limitadas cantidades de moneda nueva, las autoridades
republicanas optaron por resellar monedas con las características de las "morilleras", eliminando sólo el
nombre del monarca y sustituyéndolo por marcas sin significación específica. Parece reforzar este punto
de vista la existencia de pesetas españolas de la época de Carlos III y Carlos IV (colección del Banco
Central de Venezuela) reselladas en Caracas y que difieren de las "morilleras" sólo en que las cifras y las
letras son más pequeñas y en que la F y el 7 de Fernando VII están sustituidos por flores de cuatro
pétalos. Todos los resellos tienen fecha de 1818.

El 4 de junio de 1823 el Congreso dictó un Decreto por el cual se autorizaba la acuñación de una moneda
la cual se dio a conocer con el nombre de "china" esto se debía a que era frecuente, para la época,
llamar a las indias chinas. La figura de una india estampada en estas monedas dio origen al nombre, el
cual se generalizó por todo el país.

El 14 de marzo de 1826 se decretó el retiro de circulación de la moneda macuquina, la cual era una
moneda de plata de baja ley, cortada y de fábrica grosera que en su origen circulaba en Cartagena y sus
alrededores, pero luego se extendió a Venezuela , Puerto Rico y otras regiones. Se usaba en el expendio
y comercio interior, no tenía valor fijo, porque subía y bajaba en proporción a la escasez o abundancia
de la moneda legal, llamada fuerte o de cordoncillo.
En esta época se gestaba en Venezuela un movimiento separatista que propició el desconocimiento de
las órdenes emanadas del gobierno central. En relación con el problema monetario ,Páez dictó un
decreto por el cual restablecía la Casa de la Moneda de Caracas que había sido suprimida por el
gobierno de Bogotá. Esta medida trataba de beneficiar al Erario Público y a los particulares pero fue
tomada a la ligera y no llegó ni siquiera a ponerse en funcionamiento. El gobierno de Colombia deseaba
unificar la circulación monetaria y retirar todas aquellas que estuvieran desgastadas y recortadas, pero
esto fue imposible por el mal estado de las máquinas. A tal efecto el Libertador dictó un decreto en
Bogotá el 6 de noviembre de 1828 limitando la prohibición de la moneda falsa, sin embargo la moneda
fue profusamente falsificada y llegaron a conocerse hasta 37 cuños diferentes.

República de Venezuela 1830 – 1863

Al consolidarse la Independencia, la necesidad de bienes de toda especie que tenía el país favoreció un
activo comercio con el exterior, especialmente a través de las colonias europeas en las Antillas. El
abandono de actividades productivas a causa de la guerra, hizo imposible que este comercio se hiciese a
cambio de bienes nacionales, acentuándose cada vez más el déficit de la balanza comercial. Las
mercancías importadas debían pagarse en moneda aceptable en el exterior, de manera que la plata
fuerte, fue desapareciendo de la circulación. De este modo se originó un comercio con el propio dinero.
Se importaba moneda de buena calidad y se vendía a precios que excedían su valor intrínseco. La
ganancia encarecía naturalmente las mercancías y al fin y al cabo las monedas volvían a salir del país en
pago de importaciones. Sólo quedaban para las transacciones internas las monedas de baja ley, gastadas
y cercenadas, a pesar de lo cual, y por su escaso número, se vieron también sobre valoradas. La escasez
de numerario y su ínfima calidad, causante de muchos inconvenientes, no podía ser solucionada sino
mediante la amortización y la sustitución de la mala moneda por otra de buena ley, en cantidad
suficiente a las necesidades de cambio. El problema no pasó inadvertido a los hombres de la época,
quienes, con toda claridad, plantearon las soluciones, pero fue imposible ponerlas en práctica porque el
país había quedado en la ruina después de una guerra tan prolongada.

En los años que siguieron a la separación de Venezuela de la Gran Colombia la situación económica no
experimentó cambios favorables que permitiesen al gobierno encauzar el problema de la circulación
hacia soluciones definitivas. Las medidas adoptadas fueron sólo paliativas. Con el objeto de equilibrar
los valores de las monedas, se fijó el precio de la onza de oro y de la plata fuerte de acuerdo con sus
relaciones de peso.

Las monedas extranjeras fueron llenando el vacío ocasionado por la falta de numerario y circularon con
el beneplácito general. El 30 de diciembre de 1830 las autoridades publicaron una tabla que fijaba los
valores de conversión al cambio de la moneda corriente del país. En esta forma quedó legalizada la
circulación de la moneda extranjera en Venezuela.

En 1833 la moneda que circulaba era la antigua macuquina y la acuñada en Caracas antes y después del
gobierno republicano, ambas de plata. La de oro era la acuñada en todos los Estados Americanos, pero
la que circulaba más abundantemente era la que llevaba las armas de Colombia.

El 28 de marzo de 1835 se dictó una ley sobre admisión y valor de las monedas extranjeras, la cual
permitía la aceptación de los centavos de cobre norteamericanos en pago de deudas y su libre
convertibilidad en monedas de oro y plata. El Ejecutivo, previendo que la circulación de una moneda
desconocida hasta el momento, pudiese ocasionar inconvenientes, envió una circular a los
Gobernadores, para que publicasen en su jurisdicción las ventajas que la circulación de dicha moneda
traería.

El 29 de marzo de 1842 el Congreso dictó una Ley para la acuñación de moneda de cobre nacional, la
cual sería de obligatorio recibo en las Tesorerías y por parte de particulares, estas se acuñaron en
Londres, las monedas con una hermosa efigie de la Libertad, fueron de muy buena calidad, bien
grabadas y se emitieron en los valores de uno, medio y un cuarto de centavo. Al poner en circulación
estas monedas se derogó el decreto que permitía la introducción de centavos norteamericanos.

En 1848 se promulgó la Ley de Monedas, promulgada el 30 de marzo, esta ley promulgó como unidad
monetaria de Venezuela el franco francés. En ningún documento de la época aparece alguna
consideración que explique el motivo de tan curiosa medida. No es posible pensar que existiese un
rechazo público al sistema tradicional español, pues al contrario, se había tratado de conservarlo a fin de
evitar agravar aún más nuestra deficiente circulación monetaria. La explicación se acerca más a la
actitud del nuevo gobierno que trataba de manifestar por todos los medios posibles su desacuerdo con
la política seguida en el período de la Oligarquía Conservadora. Se ordenó publicar una tabla con las
equivalencias de las monedas circulantes con relación a esta nueva moneda.

El 1° de abril de 1854 se produjo otra disposición curiosa, como la mayoría en esta época. Se promulga
una Ley para el establecimiento de una Casa de Moneda en Caracas, destinada a la acuñación de
monedas de oro, plata y cobre con similares características a las de 1843. Se establece que las monedas
de oro serían la onza, la media onza, el doblón, el escudo y llevarían el nombre de "Venezolano de oro".
Las de plata serían el peso fuerte o venezolano de plata, el medio peso, el cuarto de peso o peseta, el
real y el medio real. Las monedas de cobre se dividirían en cuartos y octavos, todo lo cual marca una
influencia clara del sistema español, tanto en su denominación como en las relaciones en cuartos,
octavos, dieciseisavos, etc. La casa de la Moneda no pudo establecerse y tampoco se pusieron en
práctica medidas que mejorasen la circulación monetaria.

Ley de Monedas de 23 de marzo de 1857: Como no había sido posible el establecimiento de la Casa de la
Moneda en la Ley de 1854, y ante la gran escasez de circulante el Congreso autorizó la acuñación en el
exterior de moneda nacional. Las monedas llegaron a mediados de 1858 y a pesar de algunas
discrepancias sobre su peso y ley, fueron puestas en circulación. Las monedas de plata y cobre puestas
en circulación resultaron insuficientes y se autorizó una nueva acuñación con iguales características que
las anteriores.

Iniciada en 1859 la llamada Guerra Larga o Guerra Federal, fueron sucediéndose varios gobiernos
provisionales hasta que el 10 de septiembre de 1861 se proclamó Páez Dictador de Venezuela.

Durante su gobierno se ordenó una acuñación de monedas de plata con su efigie. Los numerosos
incidentes a que dio lugar esta acuñación vinieron a ser testimonio del descrédito en el que había caído
el gobierno venezolano en el exterior y de la desconfianza que inspiraba la desorganización
administrativa del país. Se especificaba que las monedas deberían llevar por un lado: "La efigie del
Presidente de la República con la leyenda Ciudadano Esclarecido y por el otro la indicación del valor de
la pieza y el año de la fabricación.." La acuñación sufrió un retardo ya que el grabador de la Casa de la
Moneda sugería la conveniencia de que la efigie del Jefe del Estado apareciese de perfil y no de frente,
cambio que se aceptó el 7 de noviembre de 1862. Estas monedas luego de una accidentada historia no
entraron en circulación, algunas de estas monedas llegaron en momentos en que acababa de triunfar la
revolución federalista, y no fueron recibidas por el gobierno.

Estados Unidos de Venezuela 1864 – 1953

Al promulgar la Ley de Monedas de 1857 los legisladores pensaron que se resolverían las dificultades al
restablecerse el equilibrio de las monedas circulantes y adoptarse un sistema sencillo y uniforme, pero
los acontecimientos políticos influyeron en tal forma que la Ley no se ejecutó en totalidad y apenas se
había logrado introducir una pequeña cantidad de plata de acuerdo a las disposiciones establecidas. La
moneda extranjera seguía circulando con los valores exagerados que les había fijado la tabla monetaria
de 1848. Era necesario dotar al país de moneda propia que regularizara las operaciones en todo el país.
Sin embargo, al tan importante problema no se le prestó la debida atención, ya que la asamblea estuvo
absorbida en la elaboración de una nueva Constitución.

Ley de Monedas de 12 de junio de 1865: Se decreta una nueva ley, la cual deroga la de 1857. En ella los
cambios principales son la autorización para establecer una Casa de la Moneda, aunque nunca se llevó a
efecto, y se establece por primera vez que las monedas de oro y plata llevarían la efigie del Libertador,
las de cobre seguirían llevando la de La Libertad.

Aún cuando el establecimiento de un nuevo sistema monetario era imperioso, la situación económica
no era la más propicia, el país acababa de sufrir una larga guerra y su economía había quedado
desarticulada. El desorden administrativo que caracterizó al nuevo gobierno fue tal, que contribuyó
poco después a su derrocamiento.
El mal estado de la moneda circulante y la imposibilidad de ser cambiada fue motivo de continuas
protestas y el público se negaba a recibirlas. Por esto, el 3 de diciembre de 1870 se dictó un decreto
estableciendo el obligatorio recibo de todas las monedas lisas o sisadas, siempre que se distinguiesen
alguna de las caras.

Cualquier operación de compra-venta se veía seriamente entorpecida por el pésimo estado de las
monedas y la policía no lograba atender el sinnúmero de reclamos que se recibían a diario. El Consejo
administrador acordó que no se recibiría para recaudación de rentas monedas que no tuvieran el peso
señalado, lo cual aumentó los inconvenientes, ya que el pueblo al enterarse de que el gobierno
intentaba la depreciación de la moneda lisa, se negaban a recibirla. Los especuladores aprovecharon la
situación, para admitirla con descuentos del valor entre un 20 y un 50%, por lo que el gobierno tuvo que
decretar una vez más la obligatoriedad de su aceptación hasta que ellos la recogieran en su totalidad.

Ley de Monedas de 11 de mayo de 1871: El Presidente Provisional de la República, dictó una nueva Ley
de Monedas en la cual se hace hincapié sobre la calidad, el peso y ley que deberían llevar las monedas.
Se declaró unidad monetaria el fuerte o venezolano de oro, con un valor de diez décimos. Se dio el
nombre de "Bolívar" a la pieza de oro de 20 venezolanos. Las monedas de oro y plata llevarían la efigie
del Libertador.

Se encargó a Désiré-Albert Barre, grabador General de la Casa de La Moneda de París ejecutar los
primeros troqueles de moneda venezolana con la efigie de Bolívar. Barre tomó por modelo el dibujo de
Carmelo Fernández y, a partir de 1873 hasta la fecha su grabado ha sido el invariable emblema de la
moneda venezolana de oro y plata.

Dice Manuel Segundo Sánchez refiriéndose al dibujo de Fernández: "Inspirándose en el recuerdo


avasallador de aquel rostro inolvidable y asesorado por el perfil de Roulin y la obra de David, trazó
embelleciéndola, la efigie de Bolívar... puede decirse que el Bolívar de Fernández, familiar a la vista del
universo entero, será el Bolívar glorificado por todo el esplendor de la Epopeya. Popularizado por
nuestra moneda de oro y plata... y por las infinitas reproducciones de todo género, damos con él a cada
instante de nuestra vida; y de tal manera se ha enseñoreado este emblema inmortal de la imaginación
del pueblo, que ella no acepta como legítima otra efigie que no esté calcada en el tipo que creó nuestro
dibujante".

Una vez emitida en cantidad suficiente la moneda nacional para las transacciones del país, la moneda
extranjera dejaría de tener curso legal. El 1° de enero de 1872 se decretó obligatorio la conversión de
todas las cuentas a la nueva unidad monetaria y que todas serían expresadas en venezolanos y
centavos, siendo éstos la única fracción de la unidad a la que se le daría uso.
El 21 de agosto de 1871 el gobierno celebró un contrato con José Antonio Fernández para el
establecimiento de una Casa de La Moneda en Ciudad Bolívar, lo cual no pudo llevarse a cabo, por lo
que se solicitó realizar una acuñación en Norte América o Europa, a lo que tampoco se dio curso.

El 11 de junio de 1873 el gobierno ordenó la acuñación de un lote de monedas de 50,20,10 y 5


centésimos de venezolano, lo cual se realizó en la Casa de La Moneda de París. El 1° de febrero de 1874
se dispuso la fabricación de piezas de 1 venezolano, el cual sería el primer "venezolano", pero solo se
hicieron ensayos, uno de los cuales se encuentra bajo el pedestal de la estatua del Libertador,
inaugurada poco después en la Plaza Bolívar de Caracas.

Por una resolución del 18 de junio de 1874 al entrar en circulación la moneda acuñada se prohibió la
circulación de toda moneda nacional o extranjera que estuviera perforada, lisa, rayada, cercenada, etc.
Las cuales deberían ser cambiadas por moneda legal en el curso de seis meses. Con esta medida se
ponía fin a la circulación de este tipo de moneda que tantos inconvenientes y perturbaciones había
causado. Las monedas recogidas se enviaron a París para su reacuñación.

El 14 de junio de 1876 el Ministerio de Hacienda ordenó la acuñación de moneda de níquel del valor de
2 1/2 y 1 centésimo de venezolano. Esto se realizó para sustituir los centavos de cobre y resolver el
problema de necesidad de moneda menuda. Es interesante anotar que estas fueron las primeras
acuñaciones realizadas en Estados Unidos por encargo de otro país, igualmente era la primera vez que
se emitían piezas de 2 ½ centésimos de venezolano y se usaba el níquel, desconocido hasta entonces en
nuestra circulación monetaria. La Ley de Monedas no contemplaba la acuñación de monedas de este
metal ni de ese valor, lo que unido a propagandas adversas al gobierno, causaron muchas dificultades,
sin embargo, la necesidad de moneda menuda permitió su aceptación por el público y circuló durante
muchos años.

Las monedas llevan fecha de 1876 o 1877.

El gobierno que sustituyó a Guzmán Blanco dispuso acuñar venezolanos en moneda de cobre de 1
centavo, para recoger y cambiar las de níquel, la medida provocó una reacción adversa y el gobierno se
vio obligado a decretar el obligatorio recibo. Esta acuñación no se llevó a cabo y las monedas de níquel
siguieron circulando, a partir de aquella acuñación todas las monedas menudas han sido de níquel,
metal que se ha impuesto en todas partes por ser liviano de bajo precio y agradable aspecto.
La moneda de níquel de 2 ½ centavos recibió el nombre de cuartillo y de locha. La razón de este último
es confusa. Se cree que tuvo su origen en la ochava, octava parte de la peseta.

En 1876 se envió a Londres una suma de dinero con destino a la amortización de la deuda externa de
Venezuela, no habiéndose llegado a un acuerdo se resolvió el envío de tal suma a París y se destinase a
la acuñación de monedas de plata de 1 venezolano, estos fueron los primeros fuertes de plata que
entraron en circulación en el país.

Después de dejar el gobierno por dos años en manos del General Francisco Linares Alcántara, al morir
éste y luego de la guerra civil desencadenada, llamada Revolución Reinvindicadora, el General Guzmán
Blanco volvió a encargarse de la Presidencia el 26 de febrero de 1879. Guzmán Blanco continuó su
trabajo de dotar al país de un sistema monetario que lo liberara de una vez de la dependencia del
numerario extranjero. Este tema representaba una gran preocupación para Guzmán Blanco como se ve
reflejado en comunicación dirigida al Ministerio de Relaciones Interiores: " ...y dar a las monedas
extranjeras circulantes en una nueva tabla curso autorizado, por el valor que tengan en justa proporción
con el peso y ley de la moneda venezolana, proclamar las equivalencias y en seguida continuar la
acuñación de la moneda nacional. Entonces ésta quedará circulando en el país. Luego regularizará
Venezuela su cambio con el extranjero y dejará de perder lo que pierde hoy en virtud del precio artificial
de la moneda. Y cuando la nacional exista en abundancia y la explotación de las minas de Guayana haya
autorizado el establecimiento de un cuño nacional (que lo tienen todos los países mineros) entonces
podrá decirse que hemos entrado por este respecto en la vida civilizada del mundo".

Ley de Monedas de 31 de marzo de 1879 La nueva Ley de Monedas fue calcada sobre los principios
establecidos por la Convención Monetaria Latina y marcó definitivamente el Sistema monetario que ha
regido en Venezuela hasta el presente. El Presidente Guzmán Blanco en clara visión del problema de la
moneda, culminaba de esta manera su empeño, manifiesto en las diversas medidas adoptadas por él en
el curso de los años, de sustituir un sistema monetario arcaico y desordenado, por otro, racional y
moderno.

La Ley estableció como unidad monetaria el bolívar de plata, el cual constituiría la unidad obligatoria a
partir del 1° de julio de 1879. Eliminó la moneda fraccionaria de cobre y la sustituyó por la de
cuproníquel. La acuñación se haría en cantidad proporcionada a la población de la República y al grado
de actividad de las transacciones, sin exceder Bs. 6 por habitante. Las monedas acuñadas en 1857 y 1871
seguirían circulando por su valor legal. Se establecería una casa de la Moneda en el país.

Entre noviembre de 1879 y octubre de 1880 entraron al país un lote de monedas acuñadas en Bruselas,
por estar la Casa de la Moneda de París demasiado copada de trabajo.
El 4 de mayo de 1885, estando Guzmán Blanco en París como Enviado Extraordinario y Ministro
Plenipotenciario de Venezuela ante varios gobiernos europeos, se le encomendó la acuñación de un lote
de monedas donde lo considerare más favorable, a lo que respondió sugiriendo el establecimiento de
una Casa de la Moneda en Caracas o La Guaira, Guzmán Blanco consideraba que por ser Venezuela un
país productor de minerales apropiados para que se realizaran amonedaciones, no se justificaba tener
que recurrir a otros países para realizar la acuñación. Además, que el establecimiento de una casa de la
moneda en el país tendría doble finalidad, la de emancipar la industria minera de la tutela extranjera y
realizar las acuñaciones con menores gastos, al evitarse los gastos de transporte, seguro, cambio, etc.

El Presidente de la República, General Joaquín Crespo aprobó la sugerencia y dio su consentimiento para
establecimiento de la casa de la moneda.

La Casa de Moneda se estableció en Caracas en la Avenida Norte 4, No. 48, en la antigua Calle del
Comercio, en una casa de dos pisos que hacía esquina frente a la de Caja de Agua, esquina que fue
llamada del cuño, nombre que aún conserva (En la Parroquia Altagracia, cercano al Ministerio de
Educación). El establecimiento fue recibido con beneplácito y considerado por el Gobierno como un
paso más en el camino del progreso.

Se solicitó a las casas de moneda de París y Bruselas la entrega de los troqueles utilizados para las
acuñaciones realizadas en esos países. Una vez recibidos los troqueles, la compañía ordenó la
fabricación de nuevos cuños y demás utensilios necesarios para dar comienzo a las operaciones. El 5 de
Agosto de 1886 se participó que en cuanto llegara el material que traía el vapor francés, estarían en
condiciones para poner en funcionamiento el cuño.

El 27 de abril de1886 por voto unánime del Consejo Federal fue nombrado el General Guzmán Blanco
Presidente de Los Estados Unidos de Venezuela para el período constitucional de 1886 a 1888. El 16 de
octubre de 1886 inauguró la Casa de la Moneda de Caracas, se puso en funcionamiento la maquinaria, y
la primera moneda de oro de cien bolívares que se acuñó, le fue obsequiada. La entregó el General
Jacinto Pachano, Inspector del Gobierno Nacional, y al recibirla, el Presidente dijo "que bueno, Pachano"
lo que originó el nombre de pachanos, nombre por el que se les conocía comúnmente.

Como consecuencia del establecimiento de la casa de la moneda, se decretó la prohibición de


importación, sin excepción, de moneda extranjera, esta medida puso fin a la circulación de moneda de
plata extranjera, práctica que había provocado por más de 50 años un sinnúmero de contratiempos
sobre nuestra circulación monetaria. Toda la plata que se sacó de circulación fue reacuñada.

La casa de la moneda trajo varios beneficios como señala González Guinán, Historia Contemporánea de
Venezuela, p. 329-330: "grandes utilidades derivó el país con la fundación del cuño y la creación de la
moneda nacional. Libertóse inmediatamente de la invasión de plata extranjera que de todas partes
afluía a nuestro mercado, facilitó las transacciones mercantiles y cerró el que parecía eterno expediente
de las alarmas monetarias que constantemente dificultaban la marcha desembarazada de las
industrias".

El funcionamiento de la casa de la moneda fue delegado a una sociedad denominada La Monnaie con la
cual luego de numerosas acuñaciones surgieron una serie de inconvenientes, principalmente por falta
de claridad en los términos del contrato, la política seguida con la Casa de la Moneda ejemplariza uno de
los muchos errores que con tanta frecuencia ocurren en Venezuela. En lugar de abocarse las autoridades
a corregir los defectos inherentes al contrato y lograr que la empresa siguiera operando con
participación del Estado en los beneficios, asumieron una actitud que ocasionó mayores pérdidas, pues
el Gobierno se vio en la obligación de adquirir, por varios millones, una empresa que de nada le sirvió en
el futuro. La imprevisión administrativa condujo así al despilfarro de una importante suma y dio al traste
con una empresa de verdadera utilidad. La Monnaie había realizado un trabajo eficiente, la calidad de la
moneda acuñada era similar a la de cualquier cuño del exterior.

Aún con todos los problemas que surgieron, hay que hacer notar que a las gestiones del General
Guzmán Blanco se deben las bases del sistema monetario actual.

En febrero de 1892 estalla la guerra civil, el Presidente Andueza Palacio huye del país y a los pocos
meses Joaquín Crespo ocupa Caracas y como Jefe del Poder Ejecutivo Nacional, consolida el triunfo de la
llamada Revolución Legalista. Como consecuencia de todas aquellas alteraciones el Ejecutivo decretó en
1893 la acuñación de monedas de plata y níquel que consideraban indispensables para remediar la
urgente escasez de moneda menuda que había en el país. La acuñación se llevó a cabo en la Casa de
Moneda de París, se acuñaron piezas de Bs. 1 , 0,50, 2 y 0,25.

El 25 de mayo de 1896 el Congreso dictó un decreto autorizando la acuñación de monedas de níquel de


Bs. 1,12 ½ y 0,05. Se estableció que sería del mismo tipo, diámetro y peso de la acuñada en 1876-77,
modificando, como era lógico, la expresión del valor de acuerdo con la unidad monetaria vigente. La
acuñación se realizó en la Casa de la Moneda de Berlín, el gobierno recibió las monedas y las puso en
circulación pero no pagó el giro, lo que ocasionó múltiples reclamos por parte de los acreedores. El 28
de febrero de 1898 el General Ignacio Andrade asume la Presidencia de Venezuela, según Crespo para
dejarlo como protector del trono y luego de un tiempo asumir otro período presidencial, pero al poco
tiempo se alza el General José Manuel Hernández, conocido como "El Mocho". En semejantes
condiciones el gobierno no se ocupó de solucionar el conflicto pendiente con las firmas alemanas, lo
cual quedó en suspenso por largo tiempo, el 5 de diciembre de 1899, Cipriano Castro, como General en
Jefe de los Ejércitos dictó un decreto con el cual ordena el pago pendiente.
Cuando Castro se apoderó del poder, el Tesoro Nacional estaba exhausto y la nación confrontaba un
verdadero caos económico, del cual no logró salir durante el tiempo que duró esa administración. Para
solucionar la escasez de circulante Castro ordenó la acuñación de monedas en piezas de Bs. 5, 2, 1, 0,50
y 0,25 los cuales fueron introducidos en La Guaira entre julio de 1900 y abril de 1901. Estas produjeron
una notable ganancia entre su valor nominal y su costo. Era la primera vez que la utilidad producida por
una acuñación pasaba directamente y en su totalidad al Tesoro Nacional. De esta manera se abría un
capítulo de ingresos fiscales por tal concepto, y de ahí en adelante se recurre con frecuencia a la
acuñación de moneda solo con el propósito de obtener beneficios fiscales. De esto se deduce que el
gobierno se excedió en el monto de las acuñaciones, y que las cantidades de monedas introducidas al
país eran superiores a las posibilidades de absorción características de una economía más o menos
estacionaria y sacudida por graves conflictos internos. Las acuñaciones se ordenaban con el fin de
solucionar la escasez de circulante pero cuando se veía correr en abundancia, surgía la preocupación de
que el mercado se saturara. Las continuas alteraciones del orden público ocasionadas por guerras y
revoluciones exigían en determinadas regiones un mayor volumen de circulante para cubrir los gastos
extraordinarios, pero en otras regiones la limitación de bienes económicos, por falta de producción o
importación, paralizaba las transacciones, lo que causaba un exceso de circulante.

En 1908 Castro viaja a Europa y el Vicepresidente de la República, Juan Vicente Gómez se apodera del
poder el 19 de diciembre. En lo que respecta a la moneda y su circulación, el nuevo gobierno siguió los
pasos del anterior, sin tomar medidas cónsonas con las necesidades de fijar criterio justo sobre la
política que debía adoptarse en la materia. Se decretó en 1910 y 1911 la acuñación de monedas de oro y
plata, las cuales se realizaban más por obtener un aumento en los ingresos fiscales, que realmente por
las necesidades que una economía agrícola y de lento desarrollo fuera capaz de absorber.

En 1914 se descubre el primer yacimiento petrolífero de importancia en Venezuela lo cual desde el


punto de la circulación monetaria y la afluencia de capital extranjero en gran escala, unido al estallido de
la primera guerra mundial, produjo cambios fundamentales en el desarrollo de la economía nacional y
de todo orden.

Ante la escasez de moneda menuda se ordenó la acuñación de moneda de níquel lo cual se realizó en la
Casa de la Moneda de Filadelfia, ante la imposibilidad de realizarse en Alemania.

Ley de Monedas de 24 de junio de 1918: Varios factores contribuyeron al cambio económico que
experimentó el país durante el largo período de la dictadura gomecista. La supresión de las guerras
civiles permitió que las actividades agrícolas, aunque elementales, pudiesen desarrollarse
ininterrumpidamente. Las exportaciones permitieron elevar el Fondo de Reservas del Tesoro y los
ingresos fiscales. Le tocó en suerte a Gómez que durante su gobierno se iniciara la explotación de la
industria petrolera, la cual cambió radicalmente la estructura económica del país. En 1918 comenzó la
exportación de petróleo y una década después Venezuela se colocaba en segundo lugar de los países
productores. Las necesidades de circulante fueron aumentando al ritmo que imprimía el desarrollo de
las actividades económicas y financieras.

El 24 de junio de 1918 se promulgó la Ley de Monedas que establecía como unidad monetaria el bolívar
de oro. La escasez de circulante produjo la proliferación de fichas y vales de empresas y
establecimientos agrícolas, prohibidos por la ley, así como de moneda extranjera que volvía a ingresar al
país, por lo que se estableció una vigilancia extraordinaria y se ordenó una inmediata acuñación de oro y
plata.

La dictadura de Gómez, que culminó con su muerte en 1935 dejó a un país rico y un pueblo en la mayor
penuria no sólo económica, sino educacional, sanitaria, etc. Los ingresos provenientes de la extracción
del petróleo no significaron desarrollo de la productividad ni elevación del nivel de vida. Las riquezas
eran acumuladas en las reservas de oro a costa de la penuria del pueblo.

El nuevo gobierno confrontó, entre otros, serios problemas económicos. El 8 de septiembre de 1939 se
crea el Banco Central de Venezuela, que respondía a la necesidad que tenía el país de modernizar sus
instituciones. El Banco Central inició sus operaciones en momentos en que las condiciones anormales
determinadas por la segunda guerra mundial dejaban sentir sus efectos sobre nuestra situación
económica y monetaria. Las necesidades de circulante se cubrieron, en su mayor parte, con la emisión
de billetes, cuya garantía contribuyó a acrecentar la confianza que el público dispensaba, lo que, unido a
sus ventajas prácticas, hizo que pronto se impusiera. La creciente elevación de los precios contribuyó a
que el público utilizara el billete y el cheque en sustitución de la moneda metálica, por las ventajas
derivadas de su fácil movilización.

Al fijarse en 1944 los tipos de cambio de dólar que debían regir en operaciones de compra y venta se
establece una diferencia no favorable entre el valor real de las monedas de oro y su valor nominal. La
moneda acuñada se constituyó en la única forma de atesorar cantidades limitadas garantizando su valor
intrínseco, lo que hizo que el público hiciera desaparecer las monedas de oro de circulación. En
resumen, se puede decir que los factores que contribuyeron a la desaparición del oro amonedado
fueron: escasez, diferencia entre su valor nominal y su valor de mercado, inconvenientes que
presentaba el transporte de oro, encarecimiento por motivos de seguridad necesaria, necesidad de
conservar oro para garantizar respaldo crediticio y reservas del país y las ventajas que presentaba el uso
de divisas como pago internacional.

Desde 1944 hasta 1949 se realizaron varias acuñaciones en la Casa de la Moneda de Filadelfia en piezas
de Bs. 0,05 ; 0,12 ½ ; 0,25; 1 ; 2; 5; principalmente de plata y níquel.
República de Venezuela 1953 – 1986

En 1952 el Banco Central de Venezuela informó al Ministerio de Hacienda sobre la escasez de moneda
de plata que se había agudizado en los últimos tiempos debido principalmente, al desarrollo de la
industria y el comercio, el crecimiento de los gastos gubernamentales y el aumento progresivo de la
población. Por esto se ordenó una acuñación de monedas de Bs. 1; 0,50 ; y 0,25, lo que se realizó en la
Casa de la Moneda de Filadelfia. Luego de esta acuñación se observaron ciertos inconvenientes con las
acuñaciones que se realizaban en Estados Unidos, ya que allí se garantizaba la tolerancia en peso y ley
por grupo de monedas y no en forma individual como lo exige la Ley de Monedas venezolana. Por esto,
se consultó otras casas de monedas, y es así que las acuñaciones de 1960 se realizan en la Casa de la
moneda de París, estas llevan en el anverso y a cada lado la palabra BARRE, signo de su grabador y un
cuerno de la abundancia y una alondra, signos de la Administración de Monedas de París.

La Constitución promulgada en 1953 abandonó el nombre de Estados Unidos de Venezuela y restituyó el


de República de Venezuela, que había estado en uso desde 1830 hasta 1863.

La Crisis de la plata: En 1965 la situación del circulante metálico en Venezuela se ve afectada por las
condiciones del mercado internacional de la plata, que hace crisis ese año, y por las crecientes
necesidades internas. Acentúa la escasez de circulante el atesoramiento con fines especulativos ante la
posible alza del metal.

La plata fue tradicionalmente usada en la acuñación de monedas porque su valor intrínseco


correspondía, con los costos de fabricación y beneficio, al valor nominal de las piezas, hecho que
explicaba el alto grado de aceptación de que gozaban dichas monedas en escala mundial. A partir de la
crisis de los años 30 y más acentuadamente después de la II Guerra Mundial, gran número de países: los
del bloque de la libra esterlina, casi todos los países europeos y, entre los grandes productores de plata,
México y Canadá, eliminaron o disminuyeron considerablemente el contenido de plata en sus monedas,
sustituyéndola por metales y aleaciones apropiadas a los fines de circulación, pero de menor valor y de
más fácil adquisición.

El fenómeno del desequilibrio del mercado de la plata se originó por la insuficiencia de la producción
para satisfacer la creciente demanda. El lento crecimiento de la producción se debe a razones de orden
técnico. Muchos yacimientos se fueron empobreciendo paulatinamente, y, por otra parte, como la plata
en la naturaleza viene mezclada con otros metales, los costos de producción son elevados.

Frente a un nivel de producción estacionario o en lento ascenso, el consumo de la plata aumentó


considerablemente en esos años, tanto para fines industriales como monetarios. La demanda creciente
de monedas, principalmente en Estados Unidos, se debió al aumento de la población, al incremento de
actividades financieras, al notable desarrollo de las máquinas automáticas vendedoras, de aparatos
telefónicos y de otros servicios operados con monedas y el atesoramiento con fines especulativos.
En la Memoria del Banco Central de Venezuela correspondiente a 1965 y, bajo el título "Problemas
internacionales de la plata y situación de las monedas fraccionarias en Venezuela", el Instituto analiza
las dificultades que en esa materia confrontaba el país y expone las sugerencias que habían sido hechas
al Ejecutivo a fin de remediarlas prontamente. Consideró el Instituto necesario estudiar la conveniencia
de nuevas alternativas en relación con el contenido metálico de las monedas. Entretanto comienzan a
aparecer síntomas inquietantes que agudizan el problema. La demanda de moneda se acentúa; la
inseguridad en los precios de la plata dificulta su adquisición en previsión de nuevas acuñaciones; las
Casas de Moneda que tradicionalmente habían realizado las acuñaciones venezolanas se encuentran
imposibilitadas de atender los pedidos.

La situación planteada dio origen a la promulgación de una Ley de Acuñación de Monedas el 16 de


diciembre de 1965, por medio de la cual se ordenó la acuñación de monedas de plata de Bs. 5,2 y 1 ; de
níquel puro de Bs. 0,50 y 0,25 y de cupro-níquel de Bs. 0,05. Al permitir esta Ley la acuñación de las
monedas de BS. 0,50 y 0,25 en níquel puro, se inició en forma cautelosa el cambio que imperiosamente
imponía la situación internacional de la plata. Se escogió el níquel como metal sustitutivo de la plata por
su apariencia física, su resistencia, su abundancia a escala mundial, su precio razonable y la existencia
comprobada de reservas nacionales. Es un metal que resiste el desgaste de la circulación, y debido a su
dureza y alto punto de fusión, su amonedación precisa de equipos técnicos especiales, lo cual limita los
incentivos de la falsificación.

Francia aceptó acuñar las monedas de plata de Bs. 1 y 2. Las monedas de níquel de 0,50 y 0,25 se
acuñaron en Londres y las de cupro-níquel de 0,05 fueron realizadas por la Fábrica Nacional de Moneda
y Timbre de Madrid.

Cuando el público tuvo conocimiento de la escasez de plata en el mercado internacional y de la posible


alza del precio del metal, se produjo un incremento sustancial en la demanda de monedas de Bs. 5, cuyo
valor intrínseco había casi alcanzado su valor monetario. Estas piezas fueron atesoradas con miras
especulativas y numismáticas, lo que determinó la desaparición del "fuerte" de la circulación. Esto
agravó la escasez de moneda circulante, y a fin de aliviarla fue emitido un billete de Bs. 5 para
conmemorar el Cuatricentenario de Caracas. Puesto en circulación el 21 de noviembre de 1966, en
cantidades reducidas, esta emisión desapareció prácticamente de la circulación, pero como resultó útil
en aquella emergencia, se continuó la emisión de billetes de este valor aunque con diferente diseño.

En 1967 la situación se torna crítica. El BCV expone en un informe al Ministerio de Hacienda lo siguiente:

"La sustitución de la plata por otros metales con fines de acuñación no debe tener, por sí sola, ninguna
repercusión adversa sobre la economía nacional, aunque se reconoce el probable y pasajero efecto
sicológico negativo en algunos sectores de la colectividad... La utilización de otros metales para fines
monetarios es, por lo demás, un proceso que se está cumpliendo en escala universal y resultaría una
ostentación inconcebible mantenernos en la situación actual. Es sumamente oneroso para el país
continuar usando la plata para estos fines, ya que esto implica cuantiosas y crecientes salidas de
capitales y la inmovilización de sustanciales recursos fiscales para proveer de medio circulante a nuestra
economía, los cuales podrían ser usados con fines de desarrollo económico susceptible de obtenerse a
un costo real mucho menor para la nación.. De las consideraciones precedentes y en concordancia con
nuestras comunicaciones mencionadas al comienzo, se desprende la necesidad de reformar la Ley de
Monedas vigente, especificándose los nuevos metales a ser usados para las futuras acuñaciones. Se
recomienda eliminar por completo el uso de la plata para las nuevas acuñaciones, ya que de otro modo
correríamos el riesgo de tener que modificar nuevamente la Ley sobre la materia en el futuro".

Era imposible posponer por más tiempo la sustitución de la plata en las monedas. El 4 de diciembre de
1967, el Congreso dictó una Ley de Acuñación por medio de la cual se aprobó la acuñación de monedas
de Bs. 1 y 2 en níquel puro. La cual se realizó en Londres.

La sustitución de la plata por níquel causó, como era de esperarse, comentarios adversos por parte del
público poco enterado de las circunstancias que lo motivaron, a pesar de las múltiples y frecuentes
comunicaciones al respecto transmitidas por las autoridades del BCV a través de los diversos medios de
información. Aquella actitud fue pasajera y, desde el punto de vista práctico, la transformación no
presentó inconvenientes.

Desaparición de la locha: El principal inconveniente de esta moneda era que no cuadraba, por su
fracción de céntimo, en el sistema monetario decimal y ocasionaba dificultades en la contabilidad,
especialmente en la mecanizada mediante máquinas registradoras. Otro inconveniente es que el peso y
diámetro de la locha era muy parecido a la del bolívar, hacía que se confundieran fácilmente y que se
pudieran utilizar en las máquinas vendedoras que requerían la introducción de 1 Bolívar.

Por otra parte, el tamaño y elevado peso de las monedas de locha (Bs. 0,12 ½) en relación con su bajo
valor nominal, hacía onerosa su acuñación.

Por todo esto, el uso de estas monedas fue disminuyendo, a medida que los comerciantes iban
eliminando de los precios la fracción de céntimo, así se fueron sustituyendo por las monedas de Bs. 0,10
y 0,05 .

Ley del Banco Central de Venezuela: El 30 de octubre de 1974 se aprueba la nueva Ley del Banco Central
de Venezuela la cual marca un cambio radical en la política del Estado en relación a la acuñación de la
moneda.
En esta nueva ley, entre otras cosas, se concede al BCV con carácter exclusivo, la facultad de emitir
billetes y acuñar monedas. Se establece que la unidad monetaria de la República de Venezuela es el
Bolívar, así mismo, se establecen las características de cada una de las monedas que deben circular en el
territorio nacional.

Las actividades económicas del país han continuado desarrollándose con extraordinaria intensidad en
las últimas décadas y correlativamente han ocasionado un apreciable aumento del circulante. Este ha
variado, dejando de ser las monedas el principal factor a la medida en que han aumentado el uso de
billetes y depósitos.

La seguridad y la facilidad que proporciona el uso de los depósitos explica su gran desarrollo. También
ha contribuido a ello la popularización de las tarjetas de crédito como medio de pago, pues al fin y al
cabo, su cancelación se hace mediante un cheque.

Aunque proporcionalmente el circulante metálico tiende a descender, no es creíble que la moneda


metálica llegue a desaparecer pues sus condiciones intrínsecas la hacen insustituible para la función que
desempeña, así mismo el empleo de la moneda en los modernos sistemas de venta de mercancías y de
servicios ha ampliado considerablemente su utilización.

Acuñaciones con Fines Conmemorativos

Las acuñaciones conmemorativas son series limitadas de monedas, con determinadas características,
que se realizan con fines mayormente numismáticos y para reconocimiento de alguna fecha,
acontecimiento o personaje importante. Entre las más importantes se podrían mencionar:

Acuñación de moneda de oro de Bs. 10 puesta en circulación en 1930 conmemorativa del centenario de
la muerte del Libertador.

Acuñación de moneda de plata de Bs. 10 puesta en circulación en 1973 conmemorativa del centenario
de la efigie del Libertador en las monedas venezolanas.

Acuñación de moneda de oro de Bs. 500 conmemorativa de la Nacionalización de la Industria Petrolera,


1975.

Acuñación de monedas de oro y plata de Bs. 1.000, 50 y 25 conmemorativas de la obra que realiza la
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales conjuntamente con
el Fondo Mundial para la Conservación de la Vida Silvestre, 1975.

Acuñación de monedas de plata de Bs. 100 y 75 conmemorativas del Sesquicentenario de la muerte del
Libertador y del Gran Mariscal de Ayacucho, 1980.
Acuñación de moneda de plata de Bs. 100 conmemorativa del Bicentenario del nacimiento de don
Andrés Bello, 1981.

Acuñación de moneda de oro y plata de Bs. 3000 y 100 conmemorativas del Bicentenario del Nacimiento
del Libertador Simón Bolívar, 1983.

Acuñación de moneda de plata de Bs. 100 conmemorativas del Bicentenario del nacimiento del Dr. José
María Vargas, 1986.

3. Conclusiones

Al concluir el trabajo se pueden realizar las siguientes afirmaciones:

En la época de la conquista los indígenas venezolanos practicaban el sistema de trueque y tenían una
noción bastante firme del valor de las cosas, basándose en la abundancia o escasez de los recursos.

En la época de la colonia, los españoles introdujeron paulatinamente el sistema de monedas, primero


con fichas o señas, paralelamente al uso de las monedas provenientes de España que eran
problemáticas por su continua escasez.

En la época de la independencia, el sistema monetario se vio afectado por las constantes guerras, lo que
causaba escasez y descontento en el público.

Las bases del sistema monetario como se conoce hoy en día, se debe principalmente al General Antonio
Guzmán Blanco, quien se esforzó por lograr un sistema independiente y eficaz.

Las monedas con la efigie del Libertador, basada en el dibujo de Carmelo Fernández, tal como se ven
actualmente, comenzaron a usarse en 1871.

4. Bibliografía

Pardo,M.de.(1989).Monedas Venezolanas.

3ª.Ed.).Caracas:Banco Central de Venezuela.

Arcila F., E. (1973). Economía Colonial de Venezuela.

(2ª. Ed.).Caracas:Italgráfica.

Espinosa, A. (1963). El Proceso Monetario (Venezuela

1930/1960). Caracas: Editorial Arte.


Castillo, D. (1962). La cuestión monetaria en Venezuela.

Caracas: Colección Venezuela Peregrina.

También podría gustarte