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Vivir en la nube: adolescentes hiperconectados.

Control, confianza, contención

Inmersos en una cultura de saturación de información, de alta tecnología, es frecuente


que ante todos estos cambios busquemos hacer frente a los desafíos que tenemos como
padres con más tecnología, pero lo cierto es que eso no siempre funciona.
En esta temática hay tres palabras, que casualmente empiezan de la misma manera,
«con», y que ilustran distintos modos de abordar estas cuestiones: control, confianza,
contención.

Intentar solo el control es una batalla entre perdida o a punto de perderse. Es imposible
controlar lo que hacen y dicen nuestros hijos en todo momento o lugar, sea este material
o virtual.
Si nos apoyamos solo en la confianza podemos fallar y dejar espacio para la
transgresión. La confianza se va construyendo, pero la infancia y la adolescencia son
momentos de equivocaciones y asunción de riesgos que necesitan de la cercanía de los
padres.
La contención es fundamental. Pero solo cuando las tres están en su justo equilibrio se
produce un resultado mágico que eleva a la categoría de imprescindible el rol de padres.

Madre y padre son las dos apps fundamentales en el buen desarrollo de nuestros hijos.
Si no valoramos eso o no lo entendemos a cabalidad, nos perderemos de entender lo
más importante en la vida de nuestros hijos: nuestro apoyo.

Práctica cognitiva con niños y adolescentes


Friedberg y McClure

Técnicas narrativas:

Las historias son sin duda el « material» que utilizan los niños. Aparecen de forma
natural en los juegos infantiles. Las fiestas de té, las guerras, las peleas domésticas en
las casas de muñecas y los goles heroicos celebrados por multitudes imaginarias son
historias en miniatura con argumentos, personajes y diálogos. El interés natural de los
niños por la simulación, la imaginación y los juegos en los que se fingen situaciones
hace que el uso de historias les resulte especialmente familiar. (…) Podemos obtener
mucha información observando los patrones de pensamiento, los métodos de resolución
de problemas y las reacciones emocionales de los personajes imaginarios de los niños.
Estudiando el mundo interior de estos personajes, sus deseos, sus miedos y sus
motivaciones, podemos entender mejor el mundo interior de los niños.

El cuerpo nunca miente – Alice Miller

“Los sentimientos auténticos no pueden forzarse. Están ahí y surgen siempre por algún
motivo, aunque éste suela permanecer oculto a nuestra percepción.”
“Un niño, cuando nace, necesita el amor de sus padres, es decir, necesita que éstos le
den su afecto, su atención, su protección, su cariño, sus cuidados y su disposición a
comunicarse con él. Equipado para la vida con estas virtudes, el cuerpo conserva un
buen recuerdo y más adelante, el adulto podrá dar a sus hijos el mismo amor. Pero
cuando todo esto falla, el que entonces era un niño mantiene de por vida el anhelo de
satisfacer sus primeras funciones vitales; un anhelo que de adulto proyectará sobre otras
personas. Por otra parte, cuanto menos amor haya recibido el niño, cuanto más se le
haya negado y maltratado con el pretexto de la educación, más dependerá, una vez sea
adulto, de sus padres o de figuras sustitutivas, de quienes esperará todo aquello que sus
progenitores no le dieron de pequeño. Esta es la reacción natural del cuerpo. El cuerpo
sabe de qué carece, no puede olvidar las privaciones, el agujero está ahí y espera ser
llenado.”

“(…) el empleo de una pedagogía venenosa en la infancia limita más tarde nuestra vida,
daña seriamente y hasta aniquila la percepción de quiénes somos en realidad, de lo que
sentimos y necesitamos. La pedagogía venenosa educa a personas conformistas que sólo
pueden confiar en sus máscaras, porque de niños vivieron con el temor constante al
castigo. «Te educo por tu propio bien», decía el principio supremo, «y aunque te pegue
o te humille de palabra, es solamente por tu bien.»

Es necesario que se sepa que el «amor» forzado puede ser fuente de mucho dolor.
Quienes, desde pequeños, han recibido amor querrán a sus padres sin necesidad de que
un mandamiento se lo ordene. El amor no puede surgir por cumplir un mandamiento.

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