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Mitigar y adaptarse, aunque son términos muy diferentes deberían ir de la mano para este
problema que está enfrentando la especie humana, el cambio climático.
La huella en la tierra está demasiado arraigada y es imposible borrar de la noche a la mañana. La
agricultura como medio de sostenimiento, es de los mayores causantes de este problema. “The
growing human population puts an expansive demand on land and resources. To supply people
with habitation and infrastructure, urban land expanded from 1.1 to 2.8% of total land area
between 1960 and 2007” [ La creciente población humana ejerce una demanda expansiva sobre
tierra y recursos. Para proporcionar a las personas habitación e infraestructura, La tierra urbana se
expandió de 1.1 a 2.8% de la superficie total. Para satisfacer las necesidades alimentarias de la
población en crecimiento, con un aumento dramático en el consumo por persona el área agrícola
(cultivos, tierra cultivable y pastos permanentes) se ha expandido de 35.0 a 38.6% entre 1960 y
2007] (Hooke et al., 2012). Esta demanda de alimentos exige más áreas de cultivo, mayor
tecnificación, mas utilización de agua, fertilizantes y pesticidas, todo esto conlleva a
sobreexplotar la tierra y hacerla infértil, a la deforestación de la misma, y a una mayor
contribución de gases de efecto invernadero a la atmosfera, entre otras dificultades.
Las potencias actuales no son las únicas culpables, Colombia, un país en vías de desarrollo para
algunos y desconocido para otros también juega su parte en mayor o menor medida. Al igual que
la tendencia global, las políticas no ayudan a mitigar la huella que se deja en el territorio. No son
solo los gases de invernadero, la quema de combustibles fósiles, tala indiscriminada, desechos
plásticos en el ambiente, minería a gran escala cerca a fuentes hídricas, minería en pequeña
escala, la contaminación por accidentes en las industrias químicas, por vertido de petróleo en
naufragios, por lluvia ácida a partir de emisiones de las centrales térmicas, la aparición del
agujero de ozono, la pérdida de masa forestal por sobreexplotación, ciénagas y ríos
contaminados, especies extintas, selva deforestada, entre otros acontecimientos no alarman a
nadie en el país.
Es fácil dar cifras y echar culpas, pero la falla se tiene como sociedad. Colombia posee una
cultura en la cual se deja la responsabilidad a otro, solo al gobierno o a entidades, y aunque para
eso están, los ciudadanos también deben poner de su parte. En ciudades como Bucaramanga, se
vive en una burbuja en la cual los efectos del calentamiento global no se perciben tan fácilmente,
hay fuentes hídricas cerca, los catalizadores en los automóviles modernos han disminuido
sobremanera la cantidad de óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono e hidrocarburos emitidos
al aire, lo que permite tener un aire de mejor calidad que en otras ciudades, sin embargo se
percibe en esta instancia elevaciones en la temperatura en comparación a unos años e inclusive
meses.
Las empresas solo están pendientes de la productividad y hacen estudios de cómo se verá
afectada la calidad de trabajo por el aumento de calor que se avecina. Este es un claro ejemplo de
que a las corporaciones no les importa mitigar sino adaptarse, en realidad ese es el instinto
humano, adaptarse para sobrevivir. Éstas buscan la manera de no bajar el rendimiento sin
importar las medidas que se deban tomar como mudarse de lugar, usar aire acondicionado,
trabajar en horas determinadas, entre otras tácticas. Lo que demuestra su inminente
consentimiento de que el cambio climático existe y que se debe aprender a vivir con ello.
Aunque este camino no tenga retorno, puede ser un llamado de advertencia donde se tome más
conciencia y se trate de disminuir el rastro que se está dejando. Es necesario ajustarse, puesto que
el daño está hecho, pero no es justificante para no actuar y no buscar soluciones. Se deben
mejorar las políticas demográficas, se debe ahorrar energía, reciclar, disminuir la quema de
combustibles fósiles, evitar la sobreexplotación de los suelos, y cambiar el pensamiento de todo
el planeta.
Mucho se ha hablado de los estragos producidos por la combustión de combustibles fósiles, pero
poco se ha tenido en cuenta que los desechos plásticos también son culpables del cambio
climático. Cuando los plásticos están expuestos a la radiación solar al degradarse emiten metano
y etileno, dos potentes gases de invernadero.
Según estudios, cada año acaban en el océano alrededor ocho millones de toneladas de plástico,
un material que puede tardar siglos, o más, en desaparecer. Gran porcentaje de residuos plásticos
son arrastrados por el viento y los ríos hasta depositarse en el mar afectado gravemente a la vida
marina, todo el ecosistema se ve afectado, desde animales estrangulados e inclusive micro
plásticos encontrados en estómagos de animales y en sedimentos del lecho marino más profundo
hasta los hielos flotantes del Ártico.
Un ingeniero metalúrgico está ligado a la naturaleza y a su comportamiento. Se debe aprovechar
lo que más se pueda de los recursos de los cuales se dispone, haciendo prácticas controladas que
no afecten al ecosistema o dejen repercusiones a largo plazo. Por esta razón, también éste es
partícipe de lo que pueda suceder en el cambio climático, de forma favorable o desfavorable.
Profesionalmente, basados en el conocimiento se puede potenciar el reciclaje de gran cantidad de
plásticos. Se puede desarrollar, de la mano de entidades, empresas y políticas publicas la
maximización del reciclaje de plásticos y otras medidas, como reutilizar el envase plástico,
disminuyendo la demanda del PET, también crear campañas que motiven a los ciudadanos a
reciclar por medio de incentivos. Desde el ámbito de los materiales una solución para el reciclaje
es tener un grupo de investigación en el cual se vea cómo se puede aplicar en Colombia el uso de
bacteria llamada “Ideonella Sakaiensis”.
El microrganismo mencionado, según los estudios, parece comer exclusivamente un tipo de
plástico conocido como Tereftalato de polietileno (PET). Mejorando la cepa de esta bacteria se
podría aplicar a gran escala para la desintegración de plásticos y así controlar el problema
mundial de contaminación por este polímero.
Bibliografía
https://www.lavanguardia.com/natural/tu-huella/20180812/451274061285/plastico-cambio-
climatico-contaminacion-basura.html
Diamond, J.M., 2005. Collapse: How Societies Choose to Fail or Succeed. Penguin Books,
New York.
Cazalis, V., Loreau, M. y Henderson, K. (2018) Do we have to choose between feeding the
human population and conserving nature? Modelling the global dependence of people on
ecosystem services. Science of the Total Environment, Volume 634,1463-1474.