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La Dualidad en La Espiritualidad Maya
La Dualidad en La Espiritualidad Maya
El termino KAB’AWIL proviene de dos conceptos Kab’ que significa dos y Awil
que significa rostro, aspecto, que de corrido quiere decir Dos Rostros, Dos
Aspectos, y que se refiere a las dos fuerzas opuestas y a la vez complementarias.
Las dos fuerzas opuestas y a la vez complementarias se manifiestan de esta
manera: Ruk’u’x Kaj Ruk’u’x Ulew, Espíritu del cielo (cielo igual espacio) y
Espíritu de la Tierra. Es decir que de las fuerzas de la Madre Tierra y del Padre Sol
complementados, hacen posible la vida.
Tz’aqol, B’itol, El que Construye y el que Destruye, Tz’aqol, significa Creador o
Constructor y B’itol quiere decir destructor. Tz’aqol B’itol entonces, significa
Creador y Destructor, vida y muerte, que son dos fuerzas opuestas. Esto se explica
de esta manera sencilla: la madre Tierra nos alimenta, nos da vida, pero si tiembla,
un terremoto nos puede matar. El agua nos da vida, sin el agua no es posible la vida,
pero también si las lluvias se exceden nos matan. El aire es vida y sin él tampoco
podemos vivir, pero si se convierte en vientos fuertes también es capaz de matarnos.
Siempre y de cualquier forma existe lo positivo y lo negativo.
Alom K’ajolom: Alom significa Madre, K’ajolom significa el que engendra o el
Padre. Es decir Madre y Padre, de ahí proviene la vida y se manifiesta en todas las
especies, humana, animal, y vegetal.
En el lenguaje ceremonial que se utiliza en los ritos y en la literatura maya antigua
encontramos también los términos, KotB’alam - águila – Jaguar, Q’u’q’kumatz –
Quetzal – serpiente, Moanchan, Gavilán – serpiente, wakan – Gavilán – serpiente,
y se refieren al Espíritu del Cielo y Espíritu de La Tierra. Es decir la divina
dualidad, Kab’awil.
KAB’AWIL
El texto que presentamos consta de dos partes, la primera, el kaba’wil en nuestra historia
trata sobre el tiempo y sus vicisitudes en Guatemala, desarrollando una cronología que se
enraíza en el largo tiempo mesoamericano1 y que reinterpreta críticamente sucesos claves
de la historiografía oficial. En el hilo de la historia buscamos el kaba’wil, que en nuestro
propio caminar hemos entendido como un sentido crucial de la lógica civilizatoria
mesoamericana; un sentido para ver y actuar en una permanente doble dimensionalidad,
entendida ésta como una capacidad de ver el aquí y el ahora, pero simultáneamente mirar
hacia otras regiones de la realidad. Es ver, pensar y actuar sincrónicamente, sin perder las
conexiones con el largo tiempo, un largo tiempo que transcurre hacia adelante y también
hacia atrás, que fluye en la superficie del mundo pero también hacia sus profundidades. El
kaba’wil atiende el presente con sus distintos pasados, lo que prefigura la posibilidad de
imaginar y actuar hacia otros futuros. La bidimensionalidad del kaba’wil, como la estamos
entendiendo, es un sentido maya mesoamericano que supone actuar de acuerdo a lo que se
muestra ante nuestros ojos, pero que lo hace atendiendo también aquello que no es
evidente. El otro aspecto que relevamos es el Chemb’il. La matriz cultural maya
mesoamericana. El Chemb’il es un concepto estratégico en esta investigación y que se
articula con una periodización contra hegemónica de la historia, en la que sostenemos la
existencia de una sexta época de Mesoamérica y una tercera etapa de colonización
prevalecientes en Guatemala. Para abordar esta primera parte articulamos una discusión
entre dos enfoques antropológicos, por una parte el enfoque de Interculturalidad
CríticoTransformativa (Mendizábal, 2007: 41-76) y por la otra, la Teoría del Control
Cultural (Bonfil 1991). En la primera se condensa el estado de arte de la discusión
mesoamericana y guatemalteca sobre identidades, acción política y movimientos sociales2.
En la segunda cobra vida un esquema de análisis de sistemas de poder, en el contexto
político en el que se desenvuelve la cuestión étnica-nacional y que enfoca los procesos de
control sociocultural; procesos que en Guatemala se realizan en el ámbito de las relaciones
históricamente establecidas entre el Estado, la sociedad nacional y los grupos étnicos maya
mesoamericanos.
La muerte es algo que nadie puede ni podrá explicar y solo la veremos como el
momento en que dejamos de poder utilizar el cuerpo fisico. Todo lo narrado en
cualquier escrito o dictámen científico es mera especulación pues no se sabe que
ocurre con la conciencia ni con aquello que llamamos "alma"
No hay blanco sin negro, no hay felicidad sin tristeza. En cuestión de colores nuestra
elección se basa en los gustos, al menos en parte. Sin embargo, cuando hablamos de
emociones todo parece menos variable. Rechazamos las que nos producen malestar,
abrazamos las que nos producen bienestar. No obstante, sin lo unas no habría las
otras, al menos no de la misma manera. ¿Serías capaz de valorar la alegría si nunca
hubieses tenido la oportunidad de experimentar la tristeza? Tendemos a escapar de
las malas situaciones y, a veces, ni siquiera eso. En ocasiones nos conformamos con
sufrir y ser víctimas de circunstancias que creemos que no están de nuestra mano
cambiar. Una actitud bastante pasiva que nos hace alejarnos de la responsabilidad de
nuestra propia vida. Pero, ya que te sumerges en todas estas experiencias negativas,
¿por qué no apreciar su opuesto?
Lo abstracto y lo concreto
Lo abstracto (del latín “abstractio”; aislamiento) es una faceta, una parte de un todo, lo unilateral,
lo no desarrollado; lo concreto (del latín “concrescere”, crecer por aglomeración) es lo compuesto, lo
complejo, lo multifacético. En la historia de la filosofía, hasta Hegel, lo concreto se entendía sobre
todo como multiplicidad sensorialmente dada de cosas y fenómenos singulares; lo abstracto, como
característica de los productos exclusivos del pensar (Abstracción). Hegel fue el primero en introducir
en la filosofía las categorías de abstracto y concreto en el sentido específico en que ha sido
empleado, desarrollándolo, en la filosofía marxista: lo concreto es sinónimo de interconexión
dialéctica, de integridad que se descompone en partes; lo abstracto no es un contrario de lo concreto,
sino una etapa en el movimiento de lo concreto mismo, es lo concreto sin revelarse, sin desplegarse,
sin desarrollarse (Hegel compara la relación entre lo abstracto y lo concreto, por ejemplo, con la
relación entre la yema y el fruto, entre la bellota y la encina). No obstante, lo concreto, según Hegel,
es característico únicamente del “espíritu”, del pensamiento, de la “idea absoluta”. En cambio, la
naturaleza y las relaciones sociales de las personas han aparecido como su “ser-otro” no verdadero,
como manifestación abstracta, de facetas singulares, de momentos de la vida del espíritu universal.
Desde el punto de vista de la filosofía marxista, el portador de lo concreto, su sujeto, es la realidad
material, el mundo de las cosas y de los fenómenos finitos, sensorialmente dados. Lo concreto de
un objeto es la interconexión objetiva de sus partes, determinable por la relación esencial, sujeta a
ley, que figura en su base; en cambio, lo concreto del conocimiento es el reflejo de dicha
interconexión real en el sistema de conceptos que reproducen estructural y genéticamente el
contenido objetivo del objeto.