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REA y A
Fundada el 24 de mayo de 1.959. Regularmente Constituida bajo los
auspicios de la Muy Respetable Gran Logia de la República Bolivariana de
Venezuela - Paseo Miranda Nº 54
S F U
Fruto de su temprana familiaridad con los principios del Gran Arquitecto, en 1767,
cuando Mozart tenía 11 años, compuso un lied – canción– de inspiración masónica
para la hija del doctor Joseph Wolff, que era masón y le salvó de la viruela. En 1772
musicalizó un texto ritual masónico titulado Oh, Santa Unión de Hermanos, y un año
después lo hizo con una obra del masón Tobías Philipp von Gebler, con quien
coincidiría posteriormente como compañero de logia en La Verdadera Concordia de
Viena.
La flauta mágica
Como masón, Mozart no se libró de esas convulsiones políticas. De todas sus obras
de inspiración masónica, la más famosa es sin duda La flauta mágica, que además
nació con una expresa intencionalidad política. La ceremonia de coronación de
Leopoldo II como rey de Bohemia se iba a celebrar en Praga el 6 de septiembre de
1791 y la compañía de ópera había encargado a Mozart una obra para los festejos
oficiales. A la masonería le pareció la ocasión perfecta para que el maestro, además
compusiera algo especial que sirviera de propaganda para que la hermandad
recuperara parte del prestigio perdido. La propuesta fue planteada por el libretista
masón Emanuel Schikaneder, con la idea de escribir una ópera basada en el cuento
infantil de Cristoff Martin Wieland titulado Lulú o La flauta mágica, que ensalzara los
principio masónicos y la actividad idealista y positiva de sus miembros.
La flauta mágica muestra el camino de iniciación que tiene que recorrer el hombre
para salir de su ignorante ceguera y llegar a la luz que le permita contemplar la
verdad. Ese es el camino que, en la obra, recorre el príncipe Tamino, superando
pruebas y alcanzando un nivel superior de sabiduría que le permite ver lo que antes
estaba oculto, es decir, la bondad de Sarastro y la maldad de la Reina de la Noche.
Y ese es el camino de iniciación que ofrece la masonería.
Entre los muchos misterios que rodean al célebre compositor, no podía faltar el de
su prematura muerte. Todo empezó cuando un personaje que se negó a dar su
nombre se presentó para pedirle que compusiera un requiem a cambio de una
importante suma de dinero. Esa manera, secreta y anónima, de encargar una obra,
no era normal, pero dados los apuros económicos por los que atravesaba, Mozart
aceptó y, una vez terminada la cantata masónica Anunciad alto nuestra alegría, su
última obra completa, se dedicó de lleno a la nueva composición. Repentinamente
su salud decayó de forma alarmante. En pocos días se encontró tan mal que
trabajaba sin levantarse de la cama. Aún así, nadie esperaba un desenlace fatal ya
que, el día 4 de diciembre, convocó a unos amigos con los que estuvo interpretando
las partes ya terminadas de la obra. Sin embargo, durante la madrugada del día 5
de diciembre y lleno de deudas, fallecía a causa de unas fiebres reumáticas. Le
acompañaban su mujer Konstanze Weber, la hermana pequeña de ésta, Sophie, y
su amigo íntimo y discípulo Süssmayr. El Requiem quedaba sin terminar.
Otro candidato fue el militar y masón Franz Hofdemel. Margarita, su esposa, era
alumna de Mozart y estaba embarazada. Al día siguiente de morir Wolfgang,
Hofdemel agredió brutalmente a su mujer destrozándole el rostro a cuchilladas, y
acto seguido, se suicidó. Inmediatamente se interpretó que el hijo que llevaba en su
vientre era de Mozart, y que el deshonrado marido intentó matarla por ello,
quitándose la vida a continuación.
Pero, sin duda, el candidato más famoso fue el también compositor Antonio Salieri.
El móvil no habría sido otro que la pura envidia inspirada por las geniales
capacidades de Mozart. Según recogen algunos biógrafos, el propio Salieri, antes
de morir, afirmó ser el causante de la muerte de Mozart. Esta posibilidad inspiró el
drama de Pushkin Mozart y Salieri, convertido posteriormente en ópera por el
compositor ruso Nicolai Rimsky-Korsakov.
Parte II
La propia logia de Mozart Zur Wohltätigkeit se consolidó con otras dos en diciembre
de 1785, bajo la reforma imperial de la masonería (el Freimaurerpatent, “Decreto
Masónico”) del mismo mes y así Mozart llegó a pertenecer a una logia llamada Zur
Neugekrönten Hoffnung (Nueva esperanza coronada).
Según los documentos masónicos que se han conservado, Mozart era bien
recordado por sus hermanos masones y muchos de sus amigos también eran
masones. La colaboración musical de Mozart con las logias masónicas comienza
aún antes de ser iniciado masón, ya que buena parte de sus amigos y patronos
pertenecían a la masonería.
En 1786, con motivo de una reorganización de las Logias Vienesas ordenada por el
emperador José II, Mozart compuso para su logia «La nueva esperanza coronada»
dos cantatas masónicas: «Para la apertura de la Logia» (K 483) y «Para la clausura
de la Logia» (K 484).
Nos encontramos todavía con tres obras de Mozart ligadas a la Masonería, y en las
que descubrimos a Mozart comprometido con la Libertad y con los ideales de la
Revolución Francesa (L:.I:.F:.), especialmente en «Vosotros los que honráis al
Creador del Universo Infinito» (K 619), que es un mensaje dirigido a la juventud
alemana en el momento en que componía la ópera de la Fraternidad Universal.
Las otras dos composiciones estrictamente masónicas a las que Mozart puso
música fueron una pequeña cantata masónica, «Elogio de la Amistad» (K 623),
fechada en Viena el 15 de noviembre de 1789), y «Enlacemos nuestras manos» (K
623a) y que se canta constituyendo la Cadena de Unión final de cualquier tenida
masónica.
Su obra póstuma, su canto de cisne, fue la que tituló «Pequeña Cantata Masónica»,
cuya audición dio en una tenida de su logia, dirigiendo él mismo la audición, dos
días antes de sentirse atacado por la enfermedad misteriosa que le condujo al
sepulcro.