Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
NACION | SOCIEDAD
Por mi parte, recordaba que en los años escolares, lejanos, pero no tanto para que me
hagan la broma de que fui un contemporáneo de la gesta de Mayo, se nos enseñaba
sobre costumbres de la época, que incluían a negras que vendían mazamorra por la
calle, mientras voceaban "mazamorra caliente, para las viejas sin dientes..." (que
ciertamente, no lucía como un atractivo argumento de ventas...), así como se nos
explicaba que se vendían empanadas, pescado, y hasta agua que se recogía en el cercano
Río de la Plata.
El Documento Base definía las recetas de cocina como un bien cultural tan valioso como
un monumento, recuerda Marcelo Álvarez.
Como el documento -citado por el autor- también dice que: "toda política cultural bien
concebida debe asumir que el acto de comer, concebido como una tradición y a la vez
como un acto de creatividad, es mucho más que un hecho alimenticio".
Saltitos. ¿Se imagina? Leí esto y casi me pongo a dar saltitos (¿por qué será que
cuando uso diminutivos recuerdo al maestro Carlos Pallarols?). Entonces me dije:
vamos a repasar un poco algunos platos de la cocina patria de aquellos años libertarios,
que los seleccioné de manera absolutamente caprichosa y, en algunos casos, con la
esperanza de que alguien, porteño o porteña, se anime y se lo haga probar a sus hijos, y
de paso los prueba él o ella por primera vez, quien le dice.
Humita en chala o en cazuela. El secreto es que se trata del choclo fresco rallado, al
que se le añade tomates pelados, ají, cebolla. Se cuece todo en manteca y aceite, si bien
antiguamente se usaba grasa. Se pueden agregar pasas de uva. Si va en chala, se ponen
dos hojas de chala cruzadas, previamente blanqueadas para ablandarlas, se pone la
masa preparada en el medio, se hace un paquetito, se ata y listo. A la hora de comerlas
se cuecen en agua hirviendo hasta que tomen la temperatura deseada.
Fuente: Archivo
Por el contrario, el paisano de fines del siglo XIX ponía las lonchas de carne entre dos
lonas, después de haberlas salado y oreado un poco a la sombra, le ponía unos trapos
para que no tuvieran contacto con las lonas. Luego, el paisano o la paisana, depende de
quien fuera más pesado, pisaba un rato largo sobre la lona superior para que la carne se
aplastara y largara sus jugos. Se volvía a colgar para ventilarla nuevamente, y se repetía
la operación anterior hasta que la carne quedara seca.
Chanfaina. Este es un plato que se sigue preparando en Jujuy, por ejemplo, y que
figura en un cuaderno de recetas que llevaba mi abuela Celina. Básicamente es un guiso
en el que se usan las entrañas del cordero o del cabrito lechal, que luego de limpiadas
prolijamente, se hierven, luego se cortan en pedacitos y se fríen junto con cebolla
picada, se añade miga de pan remojada en leche, caldo, y se deja cocinar hasta que esté
espeso. En algunos lugares, en lugar de carne se usa la sangre del animal.