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Alumno: Garro Juan Esteban Comisión: 0482

PARCIAL DOMICILIARIO:
RACIONALIDAD COLECTIVA
Y DERECHO

ALUMNO: Garro Juan Esteban


D.N.I.: 31.728.091
PROFESOR: Martín Rempel
COMISIÓN: 0482
CURSADA: Martes y Viernes de 17:00 hs a 18:30 hs

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Alumno: Garro Juan Esteban Comisión: 0482

El objeto del presente trabajo es considerar la introducción del llamado dilema del
ciervo, propio de la teoría de juegos, en el discurso sobre la desigualdad entre los
hombres y vincularlo con la decisión de adoptar o modificar el contrato social en
Rousseau, tratada en el discurso homónimo.
En el discurso sobre la desigualdad entre los hombres Rousseau hace referencia al
dilema del ciervo 1, el que a los fines prácticos consideraremos dado entre dos
participantes.
Los cazadores únicamente cuentan con dos opciones: cazar ciervos o cazar liebres. La
probabilidad de cazar una liebre es independiente de la decisión de los otros ya que cada
jugador debe elegir una acción sin conocer la del otro. Es imposible abatir un ciervo en
solitario. Si uno decide cazar la liebre come pero el beneficio no es tan elevado como si
cooperara y lograran cazar el ciervo. Si todos cooperan y deciden ir por el ciervo el
beneficio será mayor para ambos. Si uno decide cazar el conejo y otro ir por el ciervo, el
último no se beneficia en absoluto, ya que solo no puede cazarlo.
En los casos en que ambos decidan cooperar e ir por la misma presa (conejo-conejo,
ciervo-ciervo) se dará el llamado equilibrio de Nash, puesto que ningún jugador puede
aumentar sus beneficios por un cambio unilateral (es decir, no cooperativo) de
estrategia. Esquemáticamente, si en el primer par uno de los dos decide ir por el ciervo
su beneficio será nulo ya que no puede cazar un ciervo solo y si en el segundo par uno
decide ir por el conejo obtendrá un beneficio, aunque menor. Así, la opción elegida por
cada jugador es óptima. Por tanto, ninguno de los jugadores tendrá incentivos
individuales para variar de estrategia.
Apliquemos lo anterior a la teoría de Rousseau.
Para que una teoría del contrato social cobre sentido, el estado de naturaleza debe ser un
equilibrio. De otro modo no se plantearía el problema de trascenderlo. Asimismo, el
estado resultante de la adopción del contrato social también debe estar en equilibrio
puesto que, de no ser así, el contrato social no sería viable.
Ahora bien, supongamos que se debe elegir entre instaurar el nuevo contrato social o no
hacerlo. Si todos los individuos se inclinan por la primera alternativa, se consigue el
equilibrio en el contrato social, ya que retomar el estado de naturaleza reporta un
beneficio menor para el que individualmente así lo decida (el cambio unilateral de estrategia
reduce el pago de quien lo ponga en práctica). Por otro lado, si todos adoptan la segunda, el
resultado es un equilibrio en el estado natural, ya que no es posible llevar adelante el
contrato social por un solo individuo que decida apartarse de sus pares en estado natural

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(nuevamente el cambio unilateral de estrategia reduce el pago de quien lo ponga en práctica a cero en
este caso ya que el individuo fracasará rotundamente), toda vez que no es la voluntad particular
sino la voluntad general la que cimienta el Estado según Rousseau, requiriendo que una
multiplicidad de individuos pongan en común su persona y todo su poder para
conformarla2. De esta forma, el beneficio claramente será nulo, tal como aquél que
decide infructuosamente emprender la caza del ciervo sin ayuda de nadie.
El problema de la instauración o mejora del contrato social puede considerarse como el
problema de pasar de un equilibrio sin riesgos permaneciendo en el estado de naturaleza
(cazar liebres) al equilibrio arriesgado pero más gratificante que en principio supone la
vida en sociedad (cazar ciervos). Dar este salto implica entonces asumir mayores
riesgos para el individuo, que desde el punto de vista de las teorías de la elección
racional deberá cambiar sus creencias individuales sobre lo que harán los otros,
incrementando su confianza en ellos. Sin embargo, según propone Hume, la confianza
en el contexto referido es inversamente proporcional al incremento en el número de
individuos participantes, y dado que dicho incremento es presupuesto para la adopción
del contrato social es menester que la desconfianza sea superada de alguna manera. Esta
aparente contradicción es superada por una unión de las fuerzas de todos los individuos
que elijen en un mismo sentido y en aras de un fin común: la protección de la persona y
los bienes de cada asociado, cuando esto ya no está garantizado en el estado de
naturaleza3. Es la llamada teoría del vínculo a la cual se refiere Althusser4.
El dilema del prisionero, al igual que la caza del ciervo, es otro juego de suma distinta
de cero5 donde interactúan los mismos elementos de cooperación y confianza.
Considero pertinente abordarlo dada la aplicación que tiene en la teoría del pacto social
de Hobbes, permitiendo mostrar el contraste respecto de las afirmaciones de Rousseau,
a las cuales se aplica otra variante de la teoría de juegos, como ya se expuso ut supra.
Supongamos que el dilema del prisionero se planteara repetidamente en el estado de
naturaleza.
Tenemos dos individuos, A y B, en el estado de naturaleza. Cada uno de ellos se ha
procurado ciertos bienes y desea los del otro. Pueden seguir una de dos estrategias:
permanecer en una actitud pasiva (y eventualmente defenderse) o anticiparse e invadir.
Si ambos permanecen en actitud pasiva, entonces los dos podrán conservar sus bienes.
Pero, dadas las ventajas de la sorpresa y la posibilidad de unirse a otros para atacar, si
uno decide anticiparse, mientras el otro permanece en una actitud pasiva, éste
probablemente perderá sus bienes y será sometido al dominio del otro, y su vida correrá

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peligro. En cambio, si ambos invaden, la situación es ciertamente desalentadora y la


vida de ambos corre peligro, pero al menos es mejor que la total dominación.
Las decisiones del individuo que no coopere (“insensato”) afectarían su reputación y
por ende podrían modificar las decisiones de su compañero en los sucesivos turnos.
Hobbes acusa al insensato de una falta de previsión a futuro pero no de racionalidad y
niega que puedan ser aceptados en el seno de una sociedad; si esto ocurre es por un
error de los restantes miembros6.
Consecuentemente, el número de interacciones o juegos será finito y luego del último la
estrategia de cooperar será desechada por los hombres, que si bien ahora buscarán
racionalmente su propio beneficio, paradójicamente se colocan en una situación que los
perjudica en conjunto. La anticipación/invasión será la estrategia dominante, cuya
adopción conjunta por parte de los individuos constituye el equilibrio de Nash. De esta
forma se genera el conflicto o “guerra de todos contra todos” que el argumento político
de Hobbes requiere para justificar la vida en sociedad7.
Un ejemplo más banal de aplicación del dilema del prisionero lo brinda la escena del
bar en la película “A beautiful mind”. Tenemos en un bar un grupo de chicos y un grupo
de chicas, de las cuales una es una rubia que resalta por ser la más linda, las otras con
“normales”. Todos quieren conquistar a la rubia, lograr esto con las demás sería un
“premio consuelo” y terminar con las manos vacías un fracaso total. Hay dos estrategias
a seguir: intentarlo con la rubia o con las demás.
Si todos van por la rubia la agobiarán y los rechazará sin más y luego cuando intenten ir
por las demás éstas harán lo propio puesto que seguramente se sentirán ofendidas por
ser la segunda opción. De tal forma, si todos deciden actuar de manera egoísta e
intentan conseguir el objetivo principal solo conseguirán fallar. En cambio, si todos
cooperan, conseguirán un mejor resultado ya que probablemente logren conquistar a las
demás.
Lo que cada uno de los chicos quiere es que los demás cooperen mientras ellos intentan
conquistar a la rubia.
Otro ejemplo lo tenemos en la película El caballero nocturno8.

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NOTAS

1. “He allí cómo los hombres pudieron insensiblemente adquirir alguna imperfecta idea de las
obligaciones mutuas y de la ventaja de cumplirlas, aunque solamente hasta donde podía exigirlo
el interés sensible, y del momento, pues la previsión no existía para ellos; y lejos de preocuparse
por un remoto porvenir, no soñaban siquiera en el mañana. Si se trataba de coger un ciervo, cada
cual consideraba que debía guardar fielmente su puesto, pero si una liebre acertaba a pasar al
alcance de algunos de ellos, no cabía la menor duda que la perseguía sin ningún escrúpulo, y que
apresada, se cuidaba muy poco de que sus compañeros perdiesen la suya.”
Rousseau, Jean-Jacques, Discurso sobre el origen de la desigualdad, elAleph.com, 1999, p. 60.
http://www.enxarxa.com/biblioteca/ROUSSEAU%20Discurso%20sobre%20la%20desigualdad.
pdf

2. “Si se descarta, pues, del pacto social lo que no es de esencia, encontraremos que queda reducido
a los términos siguientes: ‘Cada uno pone en común su persona y todo su poder bajo la suprema
dirección de la voluntad general, y cada miembro considerado como parte indivisible del todo.’”
Rousseau, Jean-Jacques, El contrato social o principios de derecho político, elAleph.com, 1999,
p. 15.
http://www.enxarxa.com/biblioteca/ROUSSEAU%20El%20Contrato%20Social.pdf

3. “Ahora bien, como los hombres no pueden engendrar nuevas fuerzas […]no tienen otro medio
de conservación que el de formar por agregación una suma de fuerzas capaz de sobrepujar la
resistencia, de ponerlas en juego con un solo fin y de hacerlas obrar unidas y de conformidad.
Esta suma de fuerzas no puede nacer sino del concurso de muchos. "
Rousseau, Jean-Jacques, El contrato social o principios de derecho político, elAleph.com, 1999,
p. 14.
http://www.enxarxa.com/biblioteca/ROUSSEAU%20El%20Contrato%20Social.pdf

4. “Instruido por la experiencia de que el amor del bienestar es el único móvil de las acciones
humanas, se halló en estado de distinguir las pocas ocasiones en que, por interés común, debía
contar con la asistencia de sus semejantes, y aquellas aun menos frecuentes en que la
competencia debía hacerle desconfiar de ellos.”
Althusser, Louis, Política e Historia: de Maquiavelo a Marx, Katz editores, Buenos Aires, 2007,
p. 133.

5. Son supuestos de la teoría de juegos donde la ganancia de un jugador no necesariamente se


corresponde con la pérdida de otro.

6. “[…], quien quebranta su pacto y declara, a la vez, que puede hacer tal cosa con razón, no puede
ser tolerado en ninguna sociedad que una a los hombres para la paz y defensa, a no ser por el
error de quienes lo admiten.”
Hobbes, Thomas, El Leviatán, 1° edición, Skla, Colombia, p. 126.

7. “[…] si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno pueden disfrutarla ambos, se
vuelven enemigos y en el camino que conduce al fin tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno a otro
[…] Y el invasor a du vez, se encuentra en el mismo peligro con respecto a otros. […]. Dada esa
situación de desconfianza mutua, ningún procedimiento tan razonable existe para que un hombre
se proteja a si mismo como la anticipación. Esto no es otra cosa sino lo que requiere su propia
conservación.”
Hobbes, Thomas, El Leviatán, 1° edición, Skla, Colombia, p. 106.
8. En una parte de la trama, el Guasón llena dos ferrys con explosivos, en uno viajan civiles que
huyen del caos de la ciudad , y en el otro presos trasladados de la prisión en la que estaban para
evitar una posible fuga.

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En cada barco deja el detonador del otro barco, dando la opción a la gente que está dentro de
cada ferry de salvarse si deciden hacer explotar el otro barco. Tienen solo treinta minutos para
decidir, luego de lo cual ambos ferrys explotarán.
El beneficio de pulsar el detonador es mayor que no hacerlo, ya que no saben la estrategia de la
tripulación del otro barco. Trayendo nuevamente a colación el equilibrio de Nash, se infiere que
la mejor opción para los jugadores es cooperar (no pulsar los detonadores). Tenemos otro
equilibrio, que se da si ambos aprietan lo detonadores simultáneamente, donde ambos pierden.
Finalmente, si un grupo decide apretar el botón y Batman logra salvarlos antes de que el Guasón
de todas formas explote el barco que quedó en pie, se puede decir que un grupo gana y el otro
pierde. Ambos grupos se salvan finalmente, con lo que queda demostrado: o bien que en el
hombre racional los valores morales pueden prevalecer por sobre su egoísmo, o bien que dicho
egoísmo los hace cobardes respecto de las consecuencias perjudiciales (legales, por ejemplo) que
su decisión traerá aparejada

BIBLIOGRAFIA

Resnik, Michael, Elecciones. Una introducción a la teoría de la decisión, Editorial


Gedisa, 1ª edición, Barcelona, 1998.

Axelrod, Robert, The Evolution of Cooperation, BasicBooks, 1ª edición, 1984. Hay


edición en castellano: La evolución de la cooperación. El dilema del prisionero y la
teoría de juegos, Alianza Editorial,1ª edición (1ª reimpresión), Madrid, 1986.

Rousseau, Jean-Jacques, El contrato social o Principios de Derecho político. Discurso


sobre las ciencias y las artes. Discurso sobre el origen de la desigualdad, Editorial
Porrúa, 15ª edición, México, 2006.

Rousseau, Jean-Jacques, El contrato social o principios de derecho político,


elAleph.com, 1999.
http://www.enxarxa.com/biblioteca/ROUSSEAU%20El%20Contrato%20Social.pdf

Rousseau, Jean-Jacques, Discurso sobre el origen de la desigualdad, elAleph.com,


1999.
http://www.enxarxa.com/biblioteca/ROUSSEAU%20Discurso%20sobre%20la%20desi
gualdad.pdf

Hobbes, Thomas, El Leviatán, Skla, 1° edición , Colombia, 1985.

Monti, Ezequiel, El dilema del individuo hobbesiano en el estado de naturaleza, revista


Lecciones y ensayos n° 87, 2009, ps. 141-162.
(http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/revistas/87/lecciones-y-ensayos-87-
paginas-141-162.pdf)

Monsalve, Sergio, John Nash y la teoría de juegos, revista Lecturas Matemáticas, vol.
24, 2003, ps. 137-149.

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