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Descripción de Proceso Sobre Adquisición de Primeras y Segundas Lenguas
Descripción de Proceso Sobre Adquisición de Primeras y Segundas Lenguas
1 También se caracterizó por haber estudiado dos años de lenguas extranjeras y clásicas, como el francés y el latín,
respectivamente.
2 La sorpresa vino dada porque muy pocas veces, y mucho tiempo antes de la mencionada oportunidad, había tenido ocasión de emplear
las cuatro destrezas del idioma. Siempre las había desarrollado, de ordinario, aisladamente.
alcanzado hasta ahora, siguiendo los niveles del MCER, corresponde a un A1, desarrollado
escasamente.
A merced del que puede ser registrado como un nivel C2 en L1, nuestro segundo
integrante, por su parte, comenzó a tener contacto con la lengua extranjera en el momento
en el que situaciones y contextos familiares se enmarcaban casi que en su totalidad por
música cantada en inglés. Sus preferencias musicales entonces se restringían a escuchar
líricas en lengua extranjera, esencialmente anglosajona. Con los años, el aliciente de
conocer el contenido de las canciones generó un profundo interés en comprender el
mensaje emitido en inglés.
Mencionar el nivel de competencia resulta un tanto subjetivo. Tendríamos que
ceñirnos a reconocer el logro de estar viviendo durante cinco años en un país angloparlante
con la exigencia de vivir diariamente expuesto y en necesidad de comunicación en inglés.
No obstante, el mandato laboral de presentar pruebas de competencia (obteniendo según
niveles MCER, un C1) en L2 hizo indispensable la preparación para apuntar a un nivel de
competencia mayor al que había adquirido después de cursar estudios universitarios. En la
actualidad esta necesidad de interacción comunicativa en L2 le ha exigido mayor nivel de
comprensión y por lo tanto se ha constituido en una motivación extrínseca poderosa,
alimentada también por el requisito que le representa encontrarse en el estatus
incuestionable de ser modelo de hablante de lengua extranjera como maestro ESOL en una
escuela primaria.
Por otra parte, las dificultades se han presentado básicamente por la corta
exposición a un input comprensible. Con esto queremos decir que durante mucho tiempo
fue evidente la constante exposición a la lengua inglesa sin encontrar la posibilidad
significativa en el mensaje. Esta experiencia en ASL resultó ser corta en interacción, por lo
que careció de lo que, en palabras de Arzamendi, Palacios y Pueyo (2017, p. 48), debería
haber implicado “un determinado número de ajustes formales e interactivos en el discurso
del hablante”, pero terminó siendo un proceso de input muy filtrado. El punto en el que se
puede establecer la ASL no corresponde acá con niveles de competencia generalizados,
sino que debe ser analizado en su proceso mismo.
Ahora bien, la baja interacción incentivó el interés por fortalecer aspectos como el
tratamiento intencionado del lenguaje formal. Hatch (1978, citado en Ibíd. p. 4., p. 62)
enuncia el tercero, dentro de los principios básicos de su modelo, que las estrategias
conversacionales empleadas para negociar el significado, así como el input acomodado
que se produce, “inciden de muchas maneras en el ritmo y en la ruta de ASL”. Así entonces,
un estudiante “aprende la gramática de la L2 siguiendo el mismo orden que presenta el
índice de frecuencia de determinados rasgos que aparecen en el input”. Esta es una de las
evidencias de que los procesos que intervienen en el uso de la lengua hacen una distinción
entre el conocimiento de las reglas, que es un conocimiento teórico, y la habilidad para
emplear este conocimiento o procedimientos, que resulta ser algo procedimental, tal como
citan Arzamendi et al., “usuarios de la lengua utilizan el conocimiento de las reglas
lingüísticas en función del contexto situacional y lingüístico” (p. 62). Santos Gargallo (1999,
citado en https://campus2.funiber.org) describe el contexto institucional, como este caso de
ASL en particular: asumiendo siempre haber estado bajo una “práctica controlada de la L2”,
en la que, aún dentro de un “enfoque comunicativo”, en el aula en que aprendió, siempre
se recurrió “constantemente a estrategias dirigidas a focalizar la atención a diferentes
elementos de la lengua (aspectos gramaticales, léxicos, discursivos)” (Cap. 1.4
Implicaciones en el aula).
En este segundo caso en particular, un aspecto no menos importante tiene que ver
con un fenómeno inevitable que se presenta en torno a la inmersión en un contexto de ASL,
y es referido como parte del modelo de aculturación de Schumann (1977, citado en
Arzamendi et al. 2017, p. 60), en el que menciona los factores psicológicos que son de
naturaleza afectiva. Encontrándose en un contexto cultural muy diferente al original, nuestro
hablante se ha visto expuesto a un choque lingüístico, y el aprendizaje, así como el uso de
la L2 requerida en tal contexto se han visto afectados por la “permeabilidad del ego”. En
familia han vivido la necesidad de asumir una actitud frente a la adquisición del inglés. Esta
aventura de hallarse en un país foráneo sorteando situaciones que indefectiblemente han
afectado el desenvolvimiento en la sociedad, ha esgrimido una actitud que puede resultar
un impedimento a una ASL efectiva.
Igualmente, el filtro afectivo expuesto por Krashen (1985, citado en citado en Ibíd.
p. 4, y formulado por Dulay y Burt, se ha elevado a niveles que impiden un input
comprensible. Para los miembros de la familia de nuestro aprendiente (ellos, a su vez,
aprendientes) los obstáculos han incidido en que el proceso de ASL no se de en un periodo
reducido. De esta manera, dentro de la, ya mencionada, teoría de Acomodación de Giles y
Byrne (1982) también se menciona la posibilidad de encontrar las evidencias de la
interacción en L2 a través de “los marcadores discursivos de endogrupo”, referenciando
que “si los aprendientes tienen una actitud positiva hacia la comunidad meta, los
marcadores discursivos del endogrupo apenas se perciben. En cambio, si los aprendientes
tienen una actitud negativa hacia el exogrupo ocurre lo contrario”. En un último lugar, para
nuestro segundo integrante se halla la adquisición del francés como L3, de la cual no será
necesario mencionar más que se encuentra en un nivel de competencia muy básico y que
el contexto de adquisición fue netamente de requisito académico (enseñanza formal), pues
emulando el caso de nuestra primera integrante, no existe una necesidad real que obligue
al aprendizaje de dicha lengua.
Con todo esto, las situaciones que definen el perfil lingüístico de un hablante resultan
ser tan variadas como puestas en el tiempo al azar. La realidad de cada hablante
corresponde a tantos factores como necesidades de orden personal, profesional o familiar
surjan. El desarrollo y, sobre todo, la evidencia de estrategias en ASL quedan supeditadas
a un sinnúmero de circunstancias que van desde el rigor y el nivel de input, pasando por la
frecuencia en el uso, hasta la necesidad explícita de comunicación efectiva.
BIBLIOGRAFÍA
Consejo de Europa (2002): Marco común europeo de referencia para las lenguas:
aprendizaje, enseñanza, evaluación. Madrid: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte,
Instituto Cervantes/ Anaya, 2002 [en línea]: <http://cvc.cervantes.es/ensenanza/
biblioteca_ele/marco/>.