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FRONTERAS DE LA ECONOMÍA DEL DESARROLLO

La Vieja Generación de Economistas del Desarrollo y la Nueva


La primera parte del libro titulado “Fronteras de la Economía del Desarrollo”, se aborda la
evolución de las ideas de las primeras generaciones de economistas del desarrollo. Objetivo
principal del autor de éste apartado, Gerald M. Meier, es ofrecer una evaluación subjetiva de
las viejas generaciones de economistas del desarrollo. En las dos primeras secciones, Gerald
M. Meier, se enfocan en la primera generación (principalmente 1950-75) y la segunda
generación (principalmente 1975 hasta hoy). La sección final plantea preguntas por resolver
y que tendrá que responder la siguiente generación.
En primer lugar, Gerald M. Meier, menciona que después d la Segunda Guerra Mundial, los
países desarrollados necesitaban asesoría para poder potenciar el desarrollo. En este sentido,
en los años 50s los economistas tuvieron que formular grandes modelos de estrategias de
desarrollo, las cuales se centraban principalmente en la intervención del Estado para planear
y organizar el desarrollo, así como en la acumulación de capital, debido a una alta tasa de
crecimiento de la población que cada vez disminuía en PIB o Ingreso Per cápita. Por una
parte, el modelo de Harrod – Domar fue empleada para estimar los requerimientos de capital
en los países en desarrollo y, la contribución del capital al crecimiento económico fue
explicada por el modelo de descomposición simple del crecimiento de Solow.
Para los primeros economistas, las economías menos desarrolladas se caracterizaban por las
fallas de mercado, las cuales debían ser corregidas a través de la coordinación central de la
distribución de recursos. Además, para la escuela estructuralista, existía un problema en
cuanto a, los precios por sus rigideces, retrasos, faltantes y excedentes, bajas elasticidades de
oferta y demanda, inflación estructural y pesimismo exportador. En este sentido, dado que el
país no contaba con un sistema de precios confiables, era necesaria la intervención del Estado
como agente del cambio. Así que “el gobierno de un Estado desarrollista consistía en
promover la acumulación de capital, utilizar las reservas de excedentes de mano de obra,
abordar deliberadas políticas de industrialización, relajar las restricciones al comercio
externo” (Meier, 2002 ).
Otro de los modelos planteados por la primera generación de economistas consistía en que
los ahorros extras no podían convertirse en importaciones de bienes de capital, pero la ayuda
internacional podría permitir la expansión de la inversión, al disminuir las restricciones al
intercambio externo. Por lo tanto, existía una conclusión pesimista sobre la capacidad de
exportar bienes primarios de los países en desarrollo y de conseguir un desarrollo basado en
las exportaciones. No obstante, se expresaron conclusiones optimistas sobre la aceleración
del crecimiento a través de la extensión del sector público y de políticas gubernamentales de
cobertura amplia. Esta combinación de pesimismo externo y optimismo interno dominó el
pensamiento de la primera generación.
Sin embargo, los modelos planteados por ésta primera generación, tuvieron falencias en
cuanto al contenido empírico de sus investigaciones, lo que conllevó a que fuera centro de
crítica, ya que “las críticas de los primeros modelos se fortalecieron por las experiencias
provenientes de los efectos adversos de la intervención del gobierno. Los economistas se
desencantaron de la planeación o la programación del desarrollo” (Meier, 2002 ). Así,
comenzó la llamada “Crisis de la planeación”, que consistió en, por una parte el abandono
por parte del Estado del sector agrícola; por otra parte, la ineficiencia por parte de las
empresas del Estado; Y, finalmente, los graves efectos de la sustitución de importaciones y
los déficit en la balanza de pagos.
Ahora bien, en segundo lugar, se encuentra la segunda generación de economistas, la cual
constituyó el “resurgimiento de la economía neoclásica”. Esta generación consideraba que
un país no era pobre porque no pudiera salir del círculo vicioso de la pobreza, sino más bien,
por sus políticas pobres que no habían solucionado nada. Así entonces, mercados, precios e
incentivos deberían ser las principales preocupaciones al diseñar las políticas. Por lo tanto,
la segunda generación se movió de modelos agregados a micro estudios, enfocándose así
principalmente en, proveer implicaciones de política más directa. En este sentido, se puede
decir que “hubo un marcado cambio de enfoque del proceso de desarrollo hacia el énfasis en
características particulares del subdesarrollo” (Meier, 2002 ).
Por otra parte, los economistas de la segunda generación entendieron que es más importante
la distribución que la acumulación de capital, ya que, el crecimiento económico puede ser
bajo aunque haya tasas de ahorro más altas. Asimismo, ésta generación le dio un sentido más
microeconómico al crecimiento económico, pues bien,
“El residuo fue reconocido por ser “un compuesto de los efectos de varias fuerzas
diferentes: i) mejoramientos en la calidad del trabajo a través de la educación, la
experiencia y el entrenamiento en el trabajo; (ii) una redistribución de los recursos de
usos de baja a usos de alta productividad, a través de las fuerzas del mercado, de la
reducción de barreras o de las distorsiones; (iii) explotación de las economías de
escala; (iv) formas mejoradas de combinar los recursos para la producción de bienes y
servicios, no sólo a nivel de nuevas máquinas o procesos, sino también mediante ajustes
mundanamente relativos en el nivel de las fábricas o las fincas” (Meier, 2002 )

Por lo tanto, las políticas correctas fueron: por un lado, cambiar las estrategias que miraban
hacia adentro, por la liberalización del comercio internacional y el fomento de exportaciones;
por otro lado, presentar planes de estabilización, privatizar las empresas estatales, y seguir
los lineamientos del sistema de precios de mercado.

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