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LOS MONOLOGOS DE LA VAGINA

EVE ENSLER

PRESENTACION
Apuesta a que están preocupados?? Nosotras estábamos preocupadas
Nos preocupaban “Las Vaginas”… nos preocupaba lo que pensábamos acerca de las vaginas y aun
mas nos preocupa el hecho de que no pensamos en ellas, estábamos preocupadas por nuestras
propias vaginas, ellas necesitaban el contexto de otras vaginas, formar parte de una cultura, de
una comunidad de vaginas… bueno, hay tanto misterio, tanto secreto en torno a ellas, que acaban
siendo como el triangulo de las bermudas: Si, por que nadie, absolutamente nadie se vuelve a
reportar… desde allá…
Bueno entonces entramos en esta fase de encontrar a tu vagina, hay mujeres que se tardan
semanas, meses y a veces hasta años sin voltearla a verla, entrevistamos a una ejecutiva de una
empresa y nos dijo que estaba muy ocupada, que no tenia tiempo… Ver tu propia vagina??- dijo,
hay no es un trabajo que debe de tomar como todo un día te tienes que recargar en tu espalda, y
no enderezarte para llegar hasta allá bajo, te tienes que ubicar frente a un espejo que sea de
preferencia, fijo de cuerpo entero, tienes que buscar la posición perfecta, con la iluminación
perfecta y aun así tienes se meten sombras según el ángulo de acuerdo con las luces, total quedas
toda enrollada, con el cuello estirado hacia abajo, con la espalda arruinada levantar la cabeza, para
ese momento ya estas agotada, No, yo tengo tiempo para eso, dijo, Tengo demasiado trabajo.
Bueno as fueron las entrevistas que se recopilaron y que después se convirtieron en los
Monólogos de la vagina, Es que más de 200 mujeres fueron entrevistadas, mujeres viejas, mujeres
jóvenes, mujeres casadas, mujeres solteras, lesbianas, maestras, actrices, empresarias,
sexoservidoras, negras, latinas, asiáticas, indígenas, caucásicas, judías!!... hasta las menonitas…
Al principio las mujeres no estaban muy dispuestas a hablar, pero una vez que comenzaban ya no
podías pararlas, es que en privado a la mujer le encanta hablar de vagina, es que para nosotras es
algo muy excitante, en gran parte por que antes nadie nos había preguntado.
Hay que empezar por la palabra vagina, en el mejor de los casos suena como una infección o quizá
como un instrumento medico: “rápido enfermera, tráigame la vagina”… vagina vagina vagina
vagina, bueno no importa cuántas veces la digas, nunca suena una palabra que quieras decir. Es
una palabra totalmente ridícula, absolutamente anti erótica, nada sexi, si la dices durante el acto
sexual, queriendo ser correcta, muy propia y prudente escucharías algo así: “Cariño, podrías
acariciarme la vagina?”, acabas con el acto en ese mismo instante, le das en la madre a toda
pasión.
Nos preocupan las vaginas, los nombres que les damos y los que no les damos!!!... conejito, y en la
colonia planco le dicen: osito, una mujer de acá nos dijo que su mamá le decía: no uses chones
debajo de tu pijama mi niña si no como va a respirar tu osito, en la cruz del sur, la llaman el
chango, en la puerta de hierro la llaman… pero no viene, también se le conoce como la pepa, la
papaya, la pucha, la canoa, la pepita, la concha, sapo, sope, chucha, cochete, higo, almeja, cueva,
tortita, mongo, hucha, Virginia, paparrucha, bujero, el me merezco, el no me niegues, bizcochito,
hoyo, dona, torta ahogada, payaso, el de enfrente, la selva, ojito, huequito, pollo, en Mérida le
han dicho: el queso con pelos, en la Secretaria del trabajo le dicen: traes a la mano o chambea,
saben cómo le dicen en los sets de televisión??: pase de entrada ( no lo crean, yo tengo gafete!!),
bueno también le dicen gafete y te lo piden en la mañana.
Nos preocupan las vaginas
Este espectáculo consiste en la opinión de algunas, bueno de muchas mujeres pero
generalmente el mismo tema y aguas ocasiones una buena idea se convierte en un escándalo!!
Hubo un tema muy delicadito que fue recurrente casi en todas las entrevistas, y este primer
monologo nació a partir de la historia de una sola mujer y el tema en cuestión es:

LOS PELOS

No puedes amar a una vagina si no amas a los pelos. Mucha gente no ama a los pelos. Mi primer y
único esposo odiaba los pelos. Dijo que estaban enmarañados y sucios e hizo que me rasurara la
vagina. Se veía inflamada y expuesta como una niñita. Esto lo excitaba. Cuando me hacía el amor,
mi vagina se sentía como se ha de sentir una barba. Se sentía bien al frotarla y a la vez doloroso.
Como cuando te rascas un piquete de mosco. La sentía como si se me estuviera quemando y me
salió una erupción de puntitos rojos lacerados. Me rehusé a rasurármela de nuevo. Entonces mi
esposo me puso el cuerno. Fuimos a terapia de pareja, y él dijo que se acostaba con otra porque
yo no lo satisfacía sexualmente, que yo me negaba a rasurarme la vagina. La terapeuta tenía
acento alemán y suspiraba (suspiro) entre frases (suspiro) para demostrar su apego emocional. Me
preguntó por qué no quería darle placer a mi esposo y le contesté que era una situación muy
extraña. Qué cuando yo no tenía pelo ahí, me sentía pequeñita y no podía dejar de a hablar con
voz de bebé, además la piel se me irritaba, y ni siquiera el Caladril me ayudaba. Ella me dijo que el
matrimonio se trataba de ponerse de acuerdo y siempre llegar a justos medios.

Le pregunté que si el rasurarme la vagina conseguiría que mi esposo dejara de engañarme. Le


pregunté que si ella ya había atendido muchos casos como éste. Y me dijo que las preguntas sólo
diluían el proceso; que necesitaba echarle ganas y me aseguró que sería un buen comienzo.

Esa vez, cuando llegamos a la casa, a mi esposo le tocó rasurarme la vagina. Se lo ganó. Fue su
premio por ir a terapia. Pasó el rastrillo algunas veces y quedó un poco de sangre en la tina. Él
estaba tan feliz por poderme rasurar que ni cuenta se dio. Después, cuando mi esposo se apretaba
contra mí, pude sentir como se me clavaba su punzante filo en mi desnuda, hinchada y pelona
vagina. No había protección, no estaba mullidito.

Me di cuenta de que hay una razón para que los pelos estén ahí - son la hoja alrededor de la flor,
el pasto alrededor de la casa. Tienes que amar a los pelos para poder amar a la vagina. No puedes
escoger las partes que te gustan. Y de todas maneras, mi esposo nunca me dejo de poner el
cuerno.

SI TU VAGINA SI VISTIERA, QUE SE PONDRIA??


Una chaqueta de cuero
Medias de seda
Un visón
Una boa de lumas rosas de marabú
Un esmoquin de hombre
Texanos
Algo que me quede como guante
Esmeraldas
Un traje de noche
Lentejuelas
Solo Armani
Un tutú
Ropa interior negra transparente
Un traje de baile de tafetán
Algo que se lave en lavadora
Un antifaz
Un pijama de terciopelo morado
Angora
Un moño rojo
Armiño y perlas
Un sombrero grande y lleno de flores
Un sombrero de piel leopardo
Un kimono de seda
Una boina
Pantalones de chándal
Un tatuaje
Un aparato que de toques para alejar a los indeseables
Tacones altos
Encaje y unas botas militares
Plumas moradas, ramitas y conchitas
Algodón
Un biquini
Un mameluco
Un impermeable

Y SI TU VGINA PUDIERA HABLAR QUE DIRIA??


Más despacito
Eres tú?
Tengo hambre
Yo quiero
Ñam ñam
Oh si!!
Otra vez
No!! Por acá
Lámeme ya
No te vayas
Ya vete
Ora cúmpleme
Que valiente
Piénsalo bien
No pares más, más!!!
Hazme malacatonche
Vente a jugar
Me recuerdas??
Éntrale bienvenido
No no no, todavía no
Madre mía
Si si!!
Dame marcha
Entra bajo tu propia responsabilidad
Oh, Dios mío
Gracias a Dios
Estoy aquí
Manos a la obra
Mas, please!
Encuéntrame
Ah!! Ya acabaste??
Muchas gracias
Bonjour
Demasiado fuerte
Así hazme temblar
No te rindas
Vamos vamos que esperas
Aquí estoy wuey
Y Brian??
Si ahí ahí!!

SE ENTREVISTÓ UN GRUPO DE MUJERES ENTRE 65, 75 AÑOS DE EDAD, ESAS ENTREVISTAS


FUERON LAS MÁS ILUSTRATIVAS POR QUE NUNCA NADIE ANTES LES HABIA HECHO UNA
ENTREVISTA Y MENOS UNA ENTREVISTA DE TIPO VAGINAL, UNA MUJER DE 72 AÑOS, JAMÁS
HABIA VISTO SU PROPIA VAGINA, BUENO, SI SE LAVABA EN LA REGADERA Y EN LA TINA PERO
NO SE LA TOCABA CONCIENTEMENTE Y POR CIERTO NUNCA HABÍA TENIDO UN ORGASMO. A
LOS 72 AÑOS ENTRO A TERÁPIA, CON AYUDA DE SU TERAPEUTA UNA TARDE SE FUE SOLITA A SU
CASA, SE METIÓ EN UNA TINA, PRENDIÓ UNAS VELAS PUSO UN POCO DE MÚSICA, Y COMENZO
A TRABAJAR ALLÁ ABAJO, DIJO QUE LE TOMO UNA HORA POR QUE SUFRIA DE ARTRITIS, PERO
CUANDO FINALMENTE ENCONTRO SU CLITORIS, DIJO QUE LLORO, ESTE MONÓLOGO ES PARA
ELLA….

LA INUNDACIÓN

¿Allá abajo? no he ido ahí desde 1953. No, no tuvo nada que ver Ruiz Cortines. No, no, allá abajo
es un sótano. Es húmedo y frío. Para nada querrás ir allá abajo. Créeme. Te daría asco. Te sofocas.
Es extremadamente nauseabundo. El aroma de lo enmohecido y la humedad pegajosa y todo eso.
¡Guácala! Y esos olores insoportables que se impregnan en tu ropa.

No, no tuve ningún accidente ahí. No explotó, ni le prendieron fuego, ni nada. No fue algo tan
dramático. O sea... quiero decir, olvídelo. No, olvídelo. No le puedo hablar a usted de esto. ¿Qué
anda haciendo una linda muchacha como usted por ahí platicando con ancianitas acerca de su
cosita? Cuando yo era una niña, no solíamos hacer este tipo de cosas. ¿Qué? ¡Ay por Dios! Pues te
lo cuento.

Había un muchachito, Víctor Romero. Era guapo -- bueno, al menos yo lo pensaba. Y alto, como
yo, realmente me encantaba. Y me pidió que saliéramos a dar la vuelta en su coche...

Ay no te puedo contar esto. No puedo hacerlo, ¿cómo voy a hablar de eso? Una sabe que está allá
abajo. Como un sótano. A veces oyes ruidos que vienen desde ahí. Puedes escuchar la tubería y
también a las cosillas que se quedan atrapadas, animalitos y cosas, a veces se moja, y en ocasiones
alguien tiene que venir a destapar la cañería. Independientemente de eso, la puerta se mantiene
cerrada. Te olvidas de ello. Quiero decir que es parte de la casa, pero la parte que no ves, o no te
pones a pensar en ella. Sin embargo, tiene que estar, porque todas las casas necesitan un sótano.
De otro modo la recámara estaría en la cisterna.

Ay Víctor, Víctor Romero. Claro. Víctor era muy atractivo. Un muy buen partido. Así es como le
decíamos en mi época. Estábamos en su coche nuevo, un MG blanco. Me acuerdo que me puse a
pensar que mis piernas eran demasiado largas para el asiento. Soy de piernas largas. Y se estaban
golpeando contra el tablero. Yo estaba viendo mis rodillas cuando de repente me dio un beso
sorpresa "de esos de arrebato y dominio como en las películas". Me excité, y me excité tanto que
entonces hubo una inundación allá abajo. No la podía controlar. Era como un impulso pasional, y
este río de vida se desbordaba fuera de mí, pasando directamente a través de mis calzones, justo
al asiento nuevo de su coche, de su MG nuevo. No era pipí y apestaba -- bueno, francamente a mi
no me olió a nada, pero Víctor me señaló, él me dijo que apestaba a leche cortada y que estaba
manchando el asiento de su coche. También dijo que yo era "una chica rara y apestosa". Yo quería
explicarle que su beso me tomó por sorpresa, que normalmente yo no era así. Traté de limpiar la
inundación con mi vestido. Era un vestido amarillo primaveral nuevecito, y se veía horrible por lo
mojado de la inundación. Víctor me llevó a mi casa sin decir ni una palabra más y cuando salí y
cerré la puerta de su coche, cerré el local para siempre. Bajo llave, jamás abriría sus puertas de
nuevo. Salí con otros después de eso, pero la idea de la inundación me ponía demasiado nerviosa.
Y nunca volví a acercarme de nuevo.

Y ya de más grande, empecé a tener sueños, unos sueños rarísimos. Ay pero si son bien mensos.
¿Por qué? Andrés García. No sé porqué. Durante el día, él nunca me emocionó, pero en mis
sueños... siempre estábamos Andrés y yo, Andrés y yo, Andrés y yo. En general siempre era el
mismo sueño. Estábamos saliendo. Andrés y yo. Estábamos en un restaurante como esos que ves
en los hoteles de la Zona Rosa, enormes y con candiles y cosas y miles de meseros con chalecos.
Andrés me daba un prendedor de florecitas, y yo me lo ponía en el saco. Reíamos. Siempre nos
reíamos Andrés y yo, risas y más risas. Nos comíamos un cóctel de camarones. Camarones
gigantes, unos camarones fabulosos. Y nos reíamos más. Estábamos muy felices juntos, entonces
me volteaba a ver a los ojos y en medio del restaurante me jalaba hacia él -- y justo cuando me iba
a besar, todo el restaurante empezaba a temblar, y por abajo de la mesa salían pichones volando -
- no tengo ni idea de lo que estaban haciendo esos pichones allá abajo -- y la inundación salía
directamente de ahí. Y emanaba de mí. Y emanaba y emanaba. Dentro de eso había pescaditos y
barquitos y todo el restaurante se inundaba con mi desbordamiento. Andrés, horrorizado, se veía
terriblemente decepcionado de mí por lo que yo había vuelto a hacer. Él estaba ahí parado, en
medio de eso, con la inundación hasta la mitad de la cintura, viendo a sus amigos, a Jorge Rivero y
a Jorge Luke, que pasaban flotando, vestidos de esmoquin, alejándose de nosotros.

Ya no tengo esos sueños. Se acabaron desde que me sacaron todo lo de allá abajo. Me quitaron el
útero, los tubos, todo el paquetito. El doctor pensó que estaba siendo chistoso. Me dijo - "si no
puedes usarlo, pues hay que sacarlo" - Pero descubrí que, de hecho, se trataba de cáncer. Todo lo
que estaba a su alrededor se tenía que tirar. De cualquier forma, ¿quién lo necesita? Le dan más
importancia que la que tiene. Me he dedicado a otras cosas. Hago arreglos florales y soy voluntaria
del Hospital Inglés.
Me preguntas que si se vistiera que - "¿qué se pondría?" - ¿Qué tipo de pregunta es esa? ¿Qué se
pondría? Se pondría un enorme letrero:
CLAUSURADO POR INUNDACIONES
Qué -"¿qué diría?"- Ya te lo dije. No es así, no es como una persona que habla. Hace mucho
tiempo que dejó de hablar. Es un lugar. Un sitio al que no vas. Está clausurado, está allí abajo,
hasta abajo de tu casa.
¿Feliz? Me hiciste hablar. Lograste sacármelo. Lograste que una viejita hablara de su cosita. ¿Te
sientes mejor ahora?
(Da la espalda, voltea de nuevo)
Sabes, de hecho tú eres la primera persona a la que le cuento esto y me siento un poco mejor

ENTREVISTAMOS MUCHAS MUJERES SOBRE EL TEMA DE LA MENSTRUACIÓN. EMPEZO A


OCURRIR ALGO ASI COMO UN FENÓMENO CORAL, UNA ESPECIE DE CANTO COLECTIVO SALVAJE.
LAS MUJERES SE HACIAN ECO UNAS CON OTRAS, LAS VOCES FLUYERON ENTRE SI HASTA QUE
FORMARON UN RÍO DE SANGRE, UN RÍO DE SANGRE DONDE NOS PERIDMOS

LA MENSTRUACION (ALTERNANDO 4 VOCES)

1.- segundo curso, siete años de edad, mi hermano estaba hablando de la regla. No me gustaba la
manera en que se reía. Fui a mi madre "que es una regla?" le pregunte. "una cosa que sirve para
medir y para dibujar líneas rectas", me contesto.
2.- *mi padre me regalo una postal que decía: para mi nena pequeña, que ya no es tan pequeña.
3.- * recuerdo que fui una de las ultimas, tenía 13 años. Todas queríamos que nos viniera
4.- *tenia muchísimo miedo. Empecé a guardar las toallas usadas en bolsas de papel marrón en los
rincones oscuros del depósito de trastos viejos, en la buhardilla.
1.- * octavo curso, mi madre dijo "ah que bien"
2.-*en la escuela secundaria... gotitas marrones antes de que me viniera. Coincidió con que me
salieron unos cuantos pelitos en las axilas, que crecían desiguales: en un sobaco tenia pelo, en el
otro no.
3.- * una noche llegue tarde a casa y me metí en la cama sin encender ninguna luz. Mi madre había
encontrado las toallas usadas y las había puesto entre las sabanas de mi cama.
4.- * tenía 12 años, iba en bombacha, todavía no me había vestido. Mire el suelo de la escalera.
Ahí estaba.
1.-* MIRE HACIA ABAJO Y VI SANGRE
2.- * mi madre estuvo muy cariñosa conmigo. "vamos a buscarte una toalla"
4.- *cuando le vino a mi amiga Marcia, lo celebraron. Hicieron una cena especialmente para ella.
1.- * tenía 10 años y medio. Ninguna preparación. Porquería marrón en las bombachas. Ella me
enseño a ponerme un tampón. Solo me entro hasta la mitad.
2.- * asociaba mi regla con cosas inexplicables.
3.- *mi madre me dijo que tenía que usar una toalla sanitaria. Mi madre me dijo que nada de
tampones. No podías meterte nada en tu cosita.
4.- *Cuando me ocurrió mi madre me dio una bolsa de algodón. ¡Que poca!
1.- * tenía 15 años. Mi madre me dijo: "mazel tov". Me dio una bofetada. Yo no sabía si aquello era
bueno o malo
2.-*mi regla, como la masa de un pastel antes de que crezca. Las indias se pasaban 5 días sentadas
sobre el musgo. Ojala yo fuese nativa americana.
3.- *cuando veía a chicas blancas en el gimnasio con tampones , pensaba que eran chicas malas.
4.- *vi gotitas rojas en la baldosas rosadas “genial" pensé.
1.- * mi madre se alegro por mí y me dijo…. ¡ya eres una mujercita!
2.- *usaba tampones ob y me gustaba meter los dedos ahí dentro.
3.- pensé que era espantoso, no estoy preparada
4.- * me dio dolor de espalda y me quede tres días en cama por los cólicos
1.- *TENIA 12 AÑOS ME ALEGRE MI AMIGA TENIA UN TABLERO DE OUIJA, PREGUNTE A LOS
ESPIRITUS CUANDO NOS VENDRIA LA REGLA, MIRE HACIA ABAJO Y VI SANGRE ME DIJE ¡QUE
RAPIDO ME CONTESTÓ!
2.- *soy una mujer ..!.¡Ay! Estoy aterrada
3.- *cambio x completo mi percepción de mi misma. Me volví muy silenciosa y madura. Una buena
chica... trabajadora callada, virtuosa, silenciosa...
4.- * tenía 9 años y medio. Convencida de que estaba muriéndome desangrada, enrolle la
bombacha y la tire en el rincón. No quería preocupar a mis padres.
1.- *mi madre me preparo agua caliente con vino, me quede dormida.
2.- * mi madre entraba y salía cada dos por tres del psicólogo. No podía aceptar que me hubiera
hecho mujer.
3.- *"apreciada señorita: le ruego que dispense a mi hija de jugar en el partido de basquetbol.
Acaba de hacerse señorita"
4.- *ME GUSTAN LAS GOTAS QUE CAEN EN EL INODORO. ES COMO PINTURA.
1.- * a veces es marrón, me inquieta!
2.- * yo tenía 12 años. Mi madre me abofeteo y me trajo una camisa roja de algodón. Mi padre
salió a comprar una botella de tequila.

MI VAGINA ESTA ENOJADA

Mi vagina está furiosa. Está muy enojada. Mi vagina está encabronada y necesita hablar. Necesita
hablar de todas estas estupideces. Necesita hablar contigo. O sea, ¿De qué se trata? – hay todo un
ejército de personas pensando en formas de cómo torturar a mi pobre, inocente y gentil vagina…
Se la pasan los días enteros ingeniando productos dementes e ideas macabras para subyugar a mi
querido agujero.

Puta madres antivaginistas.

¿Qué es toda esa mierda que constantemente nos quieren ensartar para limpiarnos – rellenarnos?
¿Qué, quieren hacer que desaparezca? Bien, pues mi vagina no va a desaparecer. Está muy
enojada y aquí se queda. Cómo los tampones – ¿¡Qué es eso!? Un cacho de algodón seco
embutido ahí. ¿Por qué no encuentran una manera de lubricar el tampón? En el instante en que
mi vagina los ve, entra en estado de shock. Dice, “No jodas, coño”, Se cierra. Uno necesita trabajar
con la vagina, presentarle las cosas, preparar el camino. Tienes que convencer a mi vagina,
seducirla, hacer que confíe en ti. Eso no se puede hacer con un pobre pedazo de algodón.

Dejen de embutirme cosas ahí. Dejen de embutir y de limpiar. Mi vagina no necesita que la
limpien. Huele bien. No la traten de decorar. No les crean cuando les dicen que debe oler a pétalos
de rosa cuando debe oler a ella. Eso es lo que están haciendo, tratando de limpiarla, hacer que
huela a desodorante de baño o a jardín. ¿Y qué se traen con esas duchas vaginales – con aroma a
flores, a moras, o a lluvia. Yo no quiero que ahí me huela a lluvia. Toda limpiecita, como si lavaras
un pescado después de cocinarlo. Si yo pido un pescado, es porque quiero el sabor del pescado.
Y luego el ginecólogo. ¿Quién lo inventó? Debe de haber algo mejor que esas exploraciones. ¿Por
qué nos ponen esas horrendas batas de papel que te raspan las chichis, y que crujen cuando te
acuestas? Sólo te hacen sentir como una bola de papel que alguien tiró a la basura.

¿Y para qué los guantes de hule, y la linterna qué te meten hasta el fondo? ¿Quién creen que son?
¿Jaime Maussan buscando extraterrestres ahí adentro? ¿Para qué te enchufan esas malditas
pinzas que parecen pato recién sacado del congelador y por qué el estribo parece un horroroso
invento de tortura china? O sea, ¿que fue pues? Mi vagina está furiosa por todas estas visitas al
doctor; cuatro semanas antes ya se está defendiendo y no quiere salir de la casa. Entonces llegas
al consultorio, ¿no lo odias? “¿Relaja tu vagina, relaja tu vagina?”, ¿Para qué?, ¿Para qué me
puedan meter esas pinzotas heladas?

¿Por qué no buscan un delicioso terciopelo morado y me cubren con él? ¿Y por qué no me
acuestan en un edredón de algodón relleno de plumas de ganso, y se ponen unos lindos y
cordiales guantes de color rosa o azul, y descansan mis pies en un estribo forrado de pieles?
Pongan a calentar las pinzas. Colaboren con mi vagina, coño.

Pero no, hay más torturas – un pedazo de algodón, espejos fríos y tangas de hilo dental. Eso es lo
peor. Tangas de hilo dental. ¿A quién se le ocurrió? Se te mueven todo el tiempo y se te pega en la
parte de atrás de tu vagina. El resultado: un culo bien ahorcado.

Se supone que las vaginas deben sentirse holgadas y amplias, y no amarradas. Por eso las fajas son
tan malas. Necesitamos movernos y abrirnos y hablar y hablar. Las vaginas necesitan comodidad.
Inventen algo así. Algo para darles placer. No, por supuesto que eso no lo van a hacer. Odian ver
que una mujer pueda sentir placer, en especial placer sexual. ¿Qué tal unas lindas pantaletas de
algodón con un vibrador de bolsillo integrado? Las mujeres estarían felices todo el día, viniéndose
en el supermercado, en la micro, vaginas en perpetuo clímax. Ver a todas esas vivas,
independientes, húmedas y felices vaginas. No lo podrían soportar.

Si mi vagina pudiera hablar, hablaría de ella misma como yo, hablaría de otras vaginas, imitaría a
otras vaginas.

Usaría joyería fina, sin ropa, estaría ahí, sólo decorada con diamantes.

Mi vagina ayudó a sacar a un bebé gigante. Ella pensaba que haría mucho más de eso. Pero no lo
hace. Ahora, quiere conocer el mundo. A todo el mundo. Quiere leer y saber cosas y salir más.
Quiere sexo. Adora el sexo. Quiere ir más profundo. Tiene hambre de profundidad. Quiere
bondad. Quiere cambio. Quiere silencio y libertad y besos suaves y calor y un toque profundo.
Quiere chocolate y confianza y belleza. Quiere gritar. Quiere dejar de estar enojada. Quiere
venirse. Quiere querer. Quiere. Mi vagina, mi vagina. Pues… lo quiere todo.

ENTRE LAS MUJERES ENTREVISTADAS HABIA 9 MUJERES QUE TUVIERON SU PRIMER ORGASMO
EN EL MISMO LUGAR, MUJERES ENTRE LOS TREINTA Y TANTOS Y LOS CUARENTA Y POCOS…
TODAS HABÍAN PARTICIADO EN DIFERENTES ÉPOCAS EN GRUPOS DIRIGIDOS, GRUPOS PARA
MUJERES QUE NECESITAN AYUDA PARA LOCALIZAR, AMAR Y MASTURBAR SUS VAGINAS, AUN
CUANDO SON GRUPOS, EL TRABAJO ES INDIVIDUAL, MUJERES QUE REVINDICAN EL CENTRO DE
SU SER
EL TALLER DE LA VAGINA

"Mi vagina es una concha, una frágil, tierna y redonda concha que se abre y se cierra, se cierra y se
abre. Mi vagina es una flor, un tulipán excéntrico, con el centro agudo y profundo y con un aroma
delicado, y pétalos suaves, pero firmes".
Esto no lo he sabido siempre. Lo aprendí en el Taller de la Vagina. ¡Porque existen talleres para las
vaginas! Lo aprendí a través de una mujer que cree en las vaginas, que ve a las vaginas, y que
ayuda a otras mujeres a ver sus propias vaginas, mirando las vaginas de otras mujeres.
En la primera sesión, la mujer que estaba a cargo del Taller nos pidió que hiciéramos un dibujo de
nuestra "hermosa y fabulosa vagina sin igual" Así la llamó esa mujer. Quería saber cómo cada una
de nosotras veía a su "hermosa y fabulosa vagina". Una mujer que estaba embarazada dibujó una
enorme boca roja que gritaba, y de la cual caían monedas. Otra mujer, muy pero muy delgada,
dibujó una serie de imágenes geométricas que recordaban a Picasso. Yo dibujé un enorme punto
negro con líneas onduladas alrededor. El punto era como un hoyo negro en el espacio, y las líneas
onduladas se suponían que eran personas o cosas, o simplemente los típicos átomos que se
pierden por ahí adentro. Siempre imaginé a mi vagina como una aspiradora anatómica que
succiona partículas y objetos de su entorno.
Yo no pensaba en mi vagina en términos "prácticos" o "biológicos", no la veía como parte de mí.
En el taller nos pidieron que viéramos a nuestras vaginas con unos espejitos de mano. Y entonces,
tras una cuidadosa exploración, teníamos que presentar un reporte verbal al grupo acerca de lo
que habíamos visto. Y déjame decirte, que hasta éste momento, todo lo que yo sabía acerca de mi
vagina lo había basado en rumores. Realmente nunca la había visto. Nunca se me había ocurrido
voltear a verla. Mi vagina existía para mí en un plano abstracto. Verla me parecía denigrante e
inadecuado, y eso era justo lo que estaba pasando en el taller, todas en nuestras relucientes
colchonetas azules, con nuestros espejitos de mano. Me recordó el cómo se han de haber sentido
los primeros astrónomos con sus telescopios primitivos. Al principio, mi vagina me pareció
inquietante. Como la primera vez que abres un pescado a la mitad y al verlo descubres que existe
otro mundo complejo y sangriento por dentro, justo abajo de la piel. Lo que más me sorprendió de
todo fueron las capas. Habrías una capa y encontrabas otra capa, habrías la otra capa y
encontrabas otra capa, y si habrías la siguiente ¿Qué crees que encontrabas? ¡Claro… otra capa!
Capas dentro de capas que se abrían en más capas.
Mi vagina me maravillaba. No pude decir nada cuando llegó mi turno de hablar en el taller.
Enmudecí. Se me había despertado, algo que la mujer que estaba a cargo del taller denominó
como "maravilla vaginal". Yo sólo quería quedarme acostada ahí en mi colchoneta, con las piernas
abiertas, examinando a mi vagina por los siglos de los siglos.
Era mejor que el Iztacihuatl, antigua y llena de elegancia. Tenía la frescura y la inocencia de un
jardín japonés bien cuidado. Era graciosa y muy simpática. Me hacía reír. Se ponía a jugar a las
escondidillas, buscaba y se escondía, se abría y se cerraba.
Entonces la mujer que estaba a cargo del taller nos preguntó que cuantas de nosotras habíamos
tenido orgasmos. Dos mujeres levantaron la mano tentativamente. Yo había tenido orgasmos,
pero no la levanté. No levanté la mano por que mis orgasmos eran orgasmos accidentales. Sólo
me ocurrieran… y ya. Me ocurrían en mis sueños y me despertaba radiante. Me ocurrían en el
agua, mientras nadaba. Me ocurrían montando a caballo, en bicicleta, en la caminadora del
gimnasio. No levanté la mano por que aunque había tenido orgasmos, no sabía cómo hacerle para
provocarme uno. Pensaba que era algo mágico o místico. No quería interferir. Sentía que no era
correcto interferir. Sería artificial y manipulado. La sorpresa y el misterio se acabarían. El
problema era, claro, que en mucho tiempo no había tenido sorpresas. Ya hacía mucho tiempo que
no había tenido uno de esos mágicos orgasmos accidentales, y estaba desesperada. Por eso me
metí al Taller de la Vagina.
Y entonces el momento que anhelaba y temía por fin llegó. La mujer que estaba a cargo del taller
nos pidió que volviéramos a sacar nuestros espejitos de mano y que viéramos si podíamos localizar
nuestro clítoris. Y ahí estábamos nosotras, el grupo de mujeres, acostadas sobre nuestras espaldas
en las colchonetas, encontrando nuestros puntos, nuestros territorios y nuestros centros de
energía, nuestra razón; y no sé porqué, pero me puse a llorar. Quizás fue por vergüenza. Quizás
por qué sabía que tenía que deshacerme de mi fantasía, de ésta enorme fantasía de que alguien o
algo iban a hacer esto por mí -- la fantasía de que alguien iba llegar a darme orgasmos. Podía
sentir cómo el pánico me estaba inundando. Eran simultáneamente el terror y la noción de que yo
me negaba a encontrar mi clítoris, que lo había catalogado como algo convencional y consumista
porque, de hecho, yo pensaba con horror que no tenía clítoris. Estaba aterrada de pensar que yo
era físicamente inepta, una de esas frígidas, muertas, apagadas, secas, agridulces, amargadas --
Dios mío- Y estaba ahí acostada con mi espejo, buscándome mi clítoris, hurgándome con los
dedos; y en lo único que podía pensar era en esa vez, cuando yo tenía diez años, que había
perdido en el lago mi anillo de oro y esmeraldas. Recuerdo como me hundí, una y otra vez hasta el
fondo del lago, pasando mis manos sobre las piedras y los pescados y las latas y la basura, sin
poder encontrar mi anillo. Me acuerdo del pánico que sentí. Sabía que me iban a castigar. No debí
haberlo usado para ir a nadar.
La mujer que estaba a cargo del taller me vio que estaba angustiada. Yo estaba sudando y
respirando muy profundo. Se me acercó y le dije - "¡he perdido mi clítoris! No debí haberlo usado
para nadar." - Y ella se rió. Tranquilamente acarició mi frente. Me dijo que mi clítoris no era algo
que se podía perder. Que era yo, mi propia esencia. Qué era tanto como el timbre de mi casa,
cómo la casa misma. Que no debía encontrarlo, que tenía que serlo. Ser mi clítoris. Me acosté y
cerré mis ojos. Baje el espejo y observé cómo lentamente comenzaba a acercarme a mí y a
introducirme de nuevo. Me sentí como una astronauta que se reincorpora a la superficie de la
tierra. Me vinculé con mis propios músculos y con la sangre y células; y entonces, me deslicé por
mi vagina. De repente fue algo fácil y al fin cabía. Estaba toda caliente y palpitante y lista y joven y
viva. Entonces, sin ver, y con los ojos aún cerrados, puse mi dedo en lo que de repente se había
convertido en el timbre de mi puerta… ¡ay Dios mío! Hubo un pequeño temblor al principio.
Después el temblor se convirtió en un terremoto, una erupción, las capas se dividían y subdividían.
Al abrirse, develó un horizonte de luz ¡uf!, y sentí la conexión, una conexión que me convocaba. Y
mientras tanto yo me sacudía acostada alrededor de mi colchonetita azul.
Mi vagina es una concha, un tulipán y un destino. Estoy llegando al mismo tiempo que
Me voy. Mi vagina, mi centro…mi vagina, yo.

HUBO UN REPORTAJE DE UNAS MUJERES SALIENDO DE UN CAMPO DE VIOLACIONES EN


BOSNIA, SUS ROSTROS REFLEJABAN CONMOCIÓN Y DESESPERANZA, PERO LO MÁS
INQUIETANTE ERA LA SENSACIÓN DE QUE ALGO DULCE, ALGO PURO, HABIA SIDO DESTRUIDO
PARA SIEMPRE EN LA VIDA DE CADA UNA DE ELLAS. NO LEVANTAN LA MIRADA. ES INDIGNANTE
PENSAR QUE EN NUESTRO PAIS 500 000 MUJERES AL AÑO SON VIOLADAS, PARA ELLAS, ESTE
MONÓLOGO

MI VAGINA ERA MI ALDEA

Mi vagina era verde, praderas de un suave rosado acuoso,


una vaca mugiendo,
sol, siesta, novio cariñoso rozándome
con una brizna de paja dorada.
Hay algo entre mis piernas. No sé qué es.
No sé donde está. No lo toco. Ahora no. Ya no.
No desde entonces.
Mi vagina era parlanchina, no podía esperar,
no podía esperar tanto, tanto hablar,
palabras que hablaban, no podía dejar
de intentarlo,
no podía dejar de decir
-Oh sí. Oh sí-
No desde que sueño que tengo un animal
muerto cosido ahí dentro con hilo de pescar
negro y grueso. Y no puedo desprenderme
del apestoso olor a animal muerto.
Y tiene un tajo en el cuello y sangra
tanto que me empapa todos mis vestidos
de verano.
Mi vagina cantando todas las canciones
de chicas, todas las canciones en la
que suenan cencerros de cabras, todas
las canciones de praderas de otoños silvestres,
canciones de vaginas, canciones natales de vaginas.
No desde que los soldados me metieron
un rifle largo y gruesos ahí dentro. Qué frío
está, con el cañón de acero que me anula el corazón.
No sé si van a dispararlo o a clavármelo
más adentro hasta atravesar
mi cerebro que da vueltas como un trompo.
Seis de ellos, médicos monstruosos
con máscaras negras que también me penetran
con botellas. Y con varas y el palo
de una escoba.
Mi vagina nadando en el agua del río,
agua cristalina fluyendo sobre piedras
secadas al sol, sobre piedras clítoris, sobre
clítoris piedras, fluyendo hasta el infinito.
No desde que oí cómo se me desgarraba
la carne y hacía ruidos chirriantes de limón,
no desde que un trozo de mi vagina
se me cayó en la mano, una parte del labio.
Ahora me he quedado sin un lado
del labio.
Mi vagina. Una aldea de agua, mojada y viva.
Mi vagina, mi aldea natal.
No desde que se turnaron durante siete
días, apestando a heces y a carne ahumada,
dejando su asqueroso semen dentro de mí.
Me convertí en un río de veneno y pus,
y todas las cosechas se murieron y también
los peces.
Mi vagina, una aldea de agua, mojada y viva.
La invadieron. La masacraron y la
quemaron.
Ahora no la toco
No la visito.
Ahora vivo en otra parte.

EL CLITORIS

En un proceso por brujería celebrado en 593 el inquisidor, un hombre casado, por lo visto
descubrió por primera vez un clítoris. Lo identifico como la tetilla del diablo, prueba concluyente
de la culpabilidad de la bruja encausada. Se trataba de “un pequeño bulto de carne,, con forma
protuberante como si fuese una tetilla, con la longitud de media pulgada” que el carcelero
descubrió a primera vista, no quiso revelar donde, pues se hallaba junto a un lugar tan secreto que
no era decente mostrar. Finalmente al no poder ocultar el asunto tan extraño se mostro a los
inquisidores quienes jamás habían visto nada igual: por supuesto, la bruja fue declarada
culpable!!!
En el siglo XIX las niñas que aprendían a desarrollar su capacidad orgásmica masturbándose se les
consideraba caso clínico. Se les corregía mediante la amputación o cauterización del clítoris o con
cinturones de castidad en miniatura o cosiendo los labios vaginales para impedir el acceso al
clítoris e incluso se llegaba a la castración mediante la extirpación quirúrgica de los ovarios. Pero
no se encuentra referencia de una extirpación quirúrgica de los testículos ni a la amputación del
pene para impedir que los niños se masturbaran!!
Entre 80 millones y 100 millones de niñas y muchachas han sido sometidas a la mutilación genital.
Donde se realiza esta práctica alrededor de 2 millones de chicas al año esta expuestas a que les
corten el clítoris o se lo extirpen por completo con una navaja o pedazo de vidrio, o bien que los
labios vaginales sean cosidos con una tripa o con espinas.
Si esta “circuncisión” como se le llega a llamar se hiciera de manera equivalente al hombre
abarcaría desde la amputación de la mayor parte del pene, sus raíces de tejido blando y parte de
la piel escrotal.
Entre las secuelas a corto plazo están los tétanos hemorragias, cortes en la uretra, en la vejiga,
paredes vaginal y anal. A largo plazo infección uterina crónica, cicatrices que dificultan de por vida
caminar, formación de fistulas, dolor y peligro en s partos y muertes prematuras.

EN LAS ENTREVISTAS REALIZADAS HABÍA LO QUE LLAMAMOS “MUJERES SIN TECHO” MUJERES
QUE HAN SIDO VIOLADAS O SUFRIDO INCESTO Y MUJERES ADICTAS A LAS DROGAS O AL
ALCOHOL, PARA LA MAYORIA DE ESTAS MUJERES, EL “HOGAR” ES UN SITIO QUE DA MUCHO
MIEDO, UN LUGAR DEL QUE HAN HUIDO Y QUIENES UN “REFUGIO” ES DONDE ELLAS
ENCUENTRAN SEGURIDAD, PROTECCION Y CONSUELO, CON LA COMPAÑÍA DE OTRAS MUJERES.
LA VIOLENCIA SEXUAL QUE NO SE DENUNCIA, LA CLASE SOCIAL DE ALGUAS MUJERES QUE LAS
EXCLUYE DE SUS DERECHOS TANTO COMO DE UNA RECUPERACIÓN O TERAPIA. LOS ABUSOS
TERMINAN MINANDO SU AUTOESTIMA, VAN A LAS DROGAS, PROSTITUCION, SIDA Y HASTA LA
MUERTE. ESTE MONOLOGO ES PARA ESTAS MUJERES QUE NOS NECESITAN
LA VAGINA QUE PODIA

Recuerdo: 5 años. Diciembre de 1965.

Mi mamá me dice con un grito escalofriante que me dejé de rascar mi Paparrucha. Me la he


rascado tanto que me da miedo arrancármela. Ya no me la vuelvo a tocar, ni siquiera al bañarme.
Me da miedo que el agua se me meta y me llene tanto que explote. Me pongo curitas para tapar
mi Paparrucha, pero se caen con el agua. Me imagino un corcho. Un tapón de tina metido ahí
adentro para que las cosas no se me metan. Y para dormir, me pongo debajo de mi piyama tres
calzones. Todavía hay veces que quiero tocarme, pero no lo hago.

Recuerdo: 7 años

Edgar Montaño, que tiene diez años, se enojó conmigo y me pegó con todas sus ganas entre las
piernas. Se siente cómo si me hubiera roto toda. Cojeo hasta mi casa. No puedo hacer pipí. Mi
mamá me pregunta que qué le pasó a mi Paparrucha - y cuando le digo lo que Edgar me hizo, me
grita y me dice que nunca permita que nadie me vuelva a tocar ahí. Trato de explicarle: "él no la
tocó mamá, me pegó."

Recuerdo: 9 años

Juego en la cama, reboto, me caigo y se clava mi Paparrucha en el palo de la piesera. Y hago ruidos
fuertes y agudos como gritos que salen de la boca de mi Paparrucha. Me lleven a la clínica y me
cosen ahí donde se me rompió.

Recuerdo: 10 años

Estoy en la casa de mi papá y él tiene una fiesta en la azotea. Todos están tomando. Estoy jugando
sola en el baño y me estoy probando mi corpiño y mis chones blancos de algodón que me dio la
novia de mi papá. De repente, Juan "el Gordo", el compadre de mi papá, llega desde atrás y me
quita mis calzones nuevos y me mete su pene grande y duro en mi Paparrucha. Yo grito. Y pateo.
Forcejeo, pero él ya está adentro. Entonces mi papá llega y tiene una pistola y hay un ruido fuerte
y horrible y luego hay sangre sobre Juan y sobre mí, mucha sangre. Estoy segura de que esta vez sí
se me va a caer mi Paparrucha. Juan queda paralítico de por vida y mi mamá no me deja ver a mi
papá en 7 años.

Recuerdo: 12 años

Mi Paparrucha es un lugar muy malo, un lugar de dolor, maldad, golpes, invasión y sangre. Es un
lugar para accidentes. La zona de la mala suerte. Me imagino una carretera entre mis piernas y
estoy viajando; alejándome de aquí.

Recuerdo: 13 años

Hay una mujer hermosa de 24 años en nuestra unidad y me le quedo viendo todo el tiempo. Un
día me llama y me dice que vaya con ella. Me pregunta que si me gusta besar a los niños. Yo le
digo que eso no me gusta. Luego me dice que quiere enseñarme algo, se acerca y me besa
suavemente con sus labios y pone su lengua en mi boca. !Órale! Ella me dice que si quiero ir a su
casa y me besa otra vez y me dice que me relaje, que lo sienta, que nuestras lenguas lo sientan.
Ella le pregunta a mi mamá que si me puedo quedar a dormir en su casa y mi mamá está
encantada de que una mujer tan exitosa y guapa esté interesada en mí. Tengo miedo y ya no
puedo esperar. Su departamento es fantástico. Son los setenta: las flores de plástico, las lámparas
de bola y los sofás de peluche. Yo decido en ese momento que quiero ser una mesera como ella
cuando sea grande. Se sirve una cuba y entonces me pregunta que qué quiero tomar. Le digo que
lo mismo que ella, y me dice que no cree que a mi mamá le gustaría que yo estuviera tomando
ron. Le digo que probablemente tampoco le gustaría saber que yo estoy besando niñas, y la mujer
bonita me sirve una cuba. Entonces se pone un camisón sé poliéster color chocolate. Es tan
hermosa. Yo siempre pensé que las chupachochos eran feas.

Le digo, - te ves muy bien- y dice - tú también manita- . Y le digo, - pero sólo traigo este corpiño y
mis calzones blancos de algodón. Entonces ella me pone, lentamente, otro camisón de poliéster.
Es color pistache, cómo las paredes de mi escuela. El alcohol ya se me subió a la cabeza y ya estoy
flojita y cooperando. Hay una foto gigantesca de una amazona guerrera pegada a la pared. Se le ve
todo. La mujer me acomoda lenta y suavemente en su cama y con sólo frotar nuestros cuerpos
hace que me venga. Entonces, todo lo que antes pensaba que era malo, me lo hace a mí y a mi
Paparrucha. !Órale! Me pongo como loca, y ella me dice: "Tu vagina, jamás tocada por el hombre,
huele tan bonito, tan fresca. Me gustaría mantenerla así para siempre". Me emociono como nunca
y entonces suena el teléfono y claro, es mi mamá. Estoy segura que sabe; me cacha en todo.
Tengo la respiración tan acelerada y trato de actuar normal y cuando contesto el teléfono ella me
pregunta "¿Qué tienes? ¿Estabas corriendo mi´ja? Y digo, "No mamá, estoy haciendo ejercicio".

Entonces le dice a la hermosa mesera que se asegure de que no se me acerque ningún hombre y
ella le dice, "Confíe en mi, aquí no hay hombres". Después la mujer hermosa me enseña todo lo
que sabe acerca de mi Paparrucha. Me hace jugar conmigo misma frente a ella, y me enseña todas
las formas distintas de darme placer. Es muy explícita. Ella me dice que yo solita debo aprender a
darme placer y así nunca tendré que depender de un hombre. A la mañana siguiente estoy
preocupada de que me convertí en una marimacha porque estoy enamorada de ella. Se ríe, pero
nunca la vuelvo a ver. Más tarde me doy cuenta que ella fue mi salvación sorpresa, inesperada y
socialmente incorrecta. Ella transformó a mi mugre y patética Paparrucha y la elevó hasta una
especie de maravilla.

A QUE HUELE TU VAGINA

A la tierra
Basura mojada
A Dios
agua
a un nuevo día
Profundidad
jengibre
sudor
Depende
A bergamota
a mí
Me han dicho que no huele.
A piña
esencia de cáliz
Paloma Picasso
Carne con aroma a tierra y almizcle
Canela y clavo
rosas
a un condimentado bosque de jazmín y olinalá, un bosque muy, muy, espeso
Musgo mojado
Ricos dulces
El Pacífico del Sur
Algo entre pescado y lilas
Duraznos
madera
Fruta madura
Un té de fresa y kiwi
Paraíso
Agua y vinagre
Licor ligero y dulce
Queso
Océano
Sexy
Una esponja
El principio!!!

PORQUE LE GUSTABA VERLA

Esta es la verdadera razón por la que aprendí amar a mi vagina


Es algo vergonzoso, porque no es políticamente correcto hablar de ello, verán, yo sé como debí
haberlo hecho: en una gran tina, rodeada de grandes espejos, aroma de incienso en el ambiente,
música suave, mi persona amando a mi yo interno. ¡Bah! Conozco la historia.se que las mujeres
dicen que todas las vaginas son hermosas. Que cuando alguna de nosotras desprecia su vagina es
sólo la represión interna y el odio inculcado por una cultura patriarcal. No es real. He escuchado
muchas veces ese discurso feminista. Me lo sé de memoria. Es como, si hubiéramos crecido en una
cultura donde nos enseñaran que las gordas son hermosas… estaríamos todas acostadas boca
arriba, atascándonos de tortas y tacos, quesadillas, sopes, gorditas, pasando todo el día tragando.
Pero no crecimos en esa cultura. ¿Verdad? Yo odiaba mi vagina. Pensaba que era
extraordinariamente espantosa. Yo era una de esas mujeres que la había visto y desde ese
momento se había arrepentido de haberlo hecho. Me daba asco. Le tenía lástima a aquellos que
tenían que... Como les diré…bajarse ahí. Odiaba esa canción que dice “quisiera ser un pez para
rozar mi nariz en tu pecera y hacer burbujas de amor por dondequiera! ¡Por favor! ¿Quién iba a
querer rozar su nariz en mi pecera… y más aun hacer burbujas? Digo…

Para sobrellevar ese rechazo, empecé a imaginar que tenía una sala entre mis piernas. Me
imaginaba que tenía... muebles cómodos. Cojines de seda, con edredones de algodón, divanes de
terciopelo, alfombras de leopardo - o cosas lindas - como pañuelos de seda, toallitas acolchonadas
o la mesa puesta con su mantel y todo. Me acostumbré tanto a esta idea, que se me olvidó que
tenía una vagina. Y si un hombre estaba dentro de mí, lo visualizaba dentro de esta sale de la que
les he hablado

Fue entonces cuando conocí a Juan. Juan era el hombre más común y ordinario que yo había
conocido en mi vida. Era un tipo común, alto, delgado, usaba ropa color caqui. A Juan no le
gustaba la comida picante, ni escuchaba a Arjona. No mostraba interés por la lencería sexi. No
compartía sus sentimientos. No tenía problemas existenciales, ni siquiera era alcohólico como
muchos hombres. No era chistoso, ni culto, ni misterioso. No vacacionaba en Cancún o Vallarta,
vaya no iba ni a las Palapas. No era inaccesible, ni mala onda. No era ególatra, ni carismático. No le
gustaba conducir a toda velocidad.

De hecho, Memo no me gustaba. Incluso ni m hubiera fijado en él de no ser porque recogió el


cambio que se me cayó en la caja del súper. Cuando me regresó las monedas y su mano rozó la
mía… algo pasó. Me miró… lo mire…. Y me fui a la cama con él. Ahí fue cuando ocurrió el milagro.

Resultó que Memo amaba a las vaginas. Era todo un conocedor. Amaba cómo se sentían, cómo
sabían, cómo olían, hasta les daba el golpe… pero sobre todo amaba cómo se veían. Tenía que
verlas.

La primera vez que fuimos al hotel, me dijo que tenía que verme.
Yo le dije - "Aquí estoy."
"No...” - me dijo - "te tengo que ver ahí."
¿Dónde? Le dije pensando que quería verme más de cerca
¡No!... quiero verte
- Le dije - "pues prende la luz." pensando en que era un demente que sufría ataques de pánico en
la oscuridad.
Prendió la luz. Y entonces dijo - "Ok, estoy listo para verte."
"Aquí estoy," –le dije y lo saludé con la manita - "aquí estoy."
Entonces comenzó a quitarme la ropa.
"Oye Juan, ¿qué estás haciendo?
Y me contestó - "Es que…de verdad, necesito verte: ahí".
"Ay, ¿y para qué?" - le dije - "solo házmelo y ya."
Y dijo - "Es que necesito ver como se ve."
Le dije - "bueno, veras, esto es como una sala con muebles cómodos…."
pero Juan seguía. ¡No paraba! Yo quería vomitar y morirme.
"Esto es demasiado íntimo, " - le dije - "¿Qué no puedes sólo hacérmelo y ya?"
"No." –me dijo- necesito ver."
Aguanté la respiración, metí la panza… y él miró y miró. Y su respiración cambio, y se excitó… y su
cara cambió. Ya no era común y corriente… ¡para nada!... parecía una bestia hambrienta.
"Eres tan hermosa," –me dijo - "tan elegante y profunda, tan inocente y salvaje."
"¿Viste todo eso allí?" - le pregunté.
Era como si me hubiera leído la palma de mi mano.
"Vi eso," - me dijo - "y más, mucho más."
Ah, ¿si? ¿Y qué más ves?
Se me quedó viendo por una hora entera, era como si estuviera observando la luna o estudiando
un mapa, como si estuviera viéndome a los ojos, ¡pero era mi vagina! Con la luz yo miraba
mirándome… estaba tan excitado, tan calmado y tan eufórico, que me empecé a excitar. Comencé
a verme como él me veía, empecé a sentirme hermosa y deliciosa - como un flan napolitano. Juan
no tenía miedo, ni sentía asco. Y empecé a volar, a sentirme orgullosa. Empecé a amar a mi
vagina... Y Memo se perdió ahí adentro y yo me perdí con él, hicimos un viaje por mi vagina…. Y
perdimos la razón

LE PREGUNTAMOS A UNA NIÑA DE SEIS AÑOS:

- Si tu vagina se vistiera. ¿Qué prenda se pondría?


- Tenis rojos para básquet y una gorra de los Mets con la viera hacia atrás
- Si pudiera hablar. ¿Qué diría?
- Diría palabras con “V” y con “T” como violín y tortuga por ejemplo
- ¿Que parece tu vagina?
- Un durazno, oscuro, bonito. O un tesoro, un diamante que encuentro y es mío.
- ¿Qué tiene de especial tu vagina?
- En alguna parte de ahí adentro sé que tiene un cerebro muy listo, muy listo
- ¿A que huele tu vagina?
- A copos de nieve

LA MUJER QUE AMABA HACER FELICES A OTRAS VAGINAS

Amo a las vaginas. Amo a las mujeres. No las veo como cosas separadas. Las mujeres me pagan
para que las domine, las excite, para que las haga tener orgasmos. Ahora es mi profesión, porque
antes yo era abogada, pero después de cumplir los 30, me obsesioné con hacer felices a las
mujeres. Hay tantas mujeres insatisfechas. Tantas mujeres que no tienen acceso a la felicidad
sexual. Todo comenzó como una aventura aislada, pero luego me involucre por completo. Me
volví muy buena, hasta brillante. Era mi arte. Me comenzaron a pagar por ello. Fue como si
hubiera encontrado mi misión en esta vida.

Usaba atuendos inauditos cuando dominaba a las mujeres... encaje y seda y piel ... y usaba
artefactos: látigos, esposas, cuerdas, dilos. No hay nada así en las leyes fiscales. No hay artefactos,
no hay excitación, y odiaba esos trajes sastre azules, aunque los uso de vez en cuando en mi nueve
línea de trabajo y funcionan bastante bien. El contexto lo es todo. No hay utilería en la ley fiscal.
Nada de humedad. Nada de seducción misteriosa y obscura. Nada de pezones erectos. Nada de
bocas deliciosas, pero sobre todo, nada de gemidos. Al menos no del tipo de gemidos a los que me
refiero. Gemir era la clave, ahora lo veo; los gemidos fueron los que me sedujeron y me hicieron
adicta a hacer felices a las mujeres. Cuando yo era una niñita y veía a las mujeres haciendo el amor
en las películas, haciendo extraños gemidos orgásmicos, me reía. Me ponía como histérica. No
podía creer que todos esos ruidos inauditos e incontrolables salían de las mujeres. Anhelaba
gemir. Practicaba frente a mi espejo, con una grabadora, gimiendo en varios registros, varios
tonos. Pero cuando lo escuchaba, sonaban falsos. Eran falsos. No tenía nada que ver con algo
sexual sino más bien con mi deseo de ser sexual.

Pero una vez, cuando tenía 10 años, tenía muchas ganas de hacer pipí. Íbamos en el coche. La
angustia siguió por más de una hora, hasta que llegamos a una gasolinera sucia y chiquita y pude ir
al baño. Fue tan excitante que gemí. Gemí mientras hacía pipí. No podía creerlo, yo gimiendo en
una estación de Pemex cerca de Chachalacas, Veracruz. Ahí me di cuenta que los gemidos nacen
del no tener lo que uno quiere cuando uno lo quiere, del posponer las cosas. Me di cuenta que los
gemidos son mejores cuando te llegan por sorpresa, salen de esa parte escondida y misteriosa de
ti que habla con su propio idioma. Me di cuenta que los gemidos, de hecho, son un lenguaje.

Me convertí en gemidora. Ponía de nervios a la mayoría de los hombres. Francamente, los


aterrorizaba. Mis gemidos eran tan fuertes que ellos no se podían concentrar en lo que estaban
haciendo. Se distraían. Y todo se venía abajo. No podíamos hacer el amor en casa de los demás.
Las paredes eran demasiado delgadas. Mi reputación creció en mi edificio y la gente me veía con
desprecio en el elevador. Los hombres creían que era demasiado intensa y algunos incluso decían
que estaba loca.

Me empecé a sentir mal por gemir. Me volví silenciosa y educada. Hacía ruidos en la almohada.
Aprendí a ahogar mis gemidos, detenerlos como a un estornudo. Comencé a sufrir dolores de
cabeza y síntomas del estrés. Me estaba convirtiendo en una causa perdida hasta que descubrí a
las mujeres. Descubrí que a la mayoría de las mujeres les gustaban mis gemidos, pero aun más
importante: descubrí que me excitaba profundamente hacer gemir a otras mujeres. Se convirtió
en una especie de pasión.

Descubrir el enigma, desbloquear la boca de la vagina, desbloquear esta voz, esta canción salvaje.
Hice el amor a mujeres silenciosas y encontré este lugar dentro de ellas y sé impactaban con sus
propios gemidos. Hice el amor a gemidoras y ellas encontraron un gemido más profundo y
penetrante. Me obsesioné. Añoraba estar al mando y como un director de orquesta hacer que las
mujeres gimieran.

Era una especie de cirugía, una especie de ciencia delicada, una búsqueda del ritmo, la ubicación
exacta o el vivir del gemir. Así lo llamaba.

A veces lo encontraba sobre los jeans de la mujer. A veces llegaba a escondidas, de manera no
oficial, desarmando en silencio las alarmas de alrededor mientras que yo lograba entrar. A veces
utilizaba la fuerza, pero no era violenta ni represiva, era más bien de tipo dominante, "Te voy a
llevar a donde nunca te han llevado antes, relájate, acuéstate y gózalo". Era ese tipo de fuerza. A
veces era simplemente mundano. Yo encontraba el gemido antes de que las cosas comenzaran,
mientras comíamos pollito, ahí casualmente, con mis dedos. "Aquí es así," muy sencillo, en la
cocina, todo mezclado con papas. A veces hacía que la mujer encontrara su propio gemido frente a
mí. Esperaba, tenía paciencia hasta que se abría ella misma. No me engañaban los gemidos
menores, los más obvios. No, la presionaba, la llevaba mucho más lejos, hasta que ella alcanzaba
su gemido del poder.

LOS GEMIDOS

Y como ya he dicho los gemidos son muy importantes:


Está el gemido del clítoris (un sonido suave desde la boca).
El gemido vaginal (sonido profundo desde la garganta).
También tenemos el paquete: gemido clítoris-vaginal (sonido suave y profundo pasando de la boca
a la garganta).
El casi gemido (un sonido circular).
El gemido de "¡Ahí merito!" (Un sonido profundo muy definido diciendo Ahí!!).
El gemido elegante (sonido de risa sofisticada).
El gemido "Juan Gabriel" (¡ay ay ay!).
El gemido fresa (sin sonido).
El gemido de verdulera (un sonido grave de marchanta).
El gemido bebé (un sonido de agu gu gu).
El gemido de perrito (Jadeos).
El gemido Yucateco (ohhh ja).
El gemido religioso (hay Dios…! Santo niño…!!)
El gemido de la militante bisexual desinhibida (un sonido profundo, agresivo y punzante).
El gemido de metralleta (gemido staccato),
El gemido del Monje Zen torturado (un sonido torcido y hambriento).
El gemido de Diva (nota de ópera).
El gemido mariachi (Ajajajajai)
El gemido flamenco (como canto español)
El gemido vacuno (mmmmmmuuuuu)
El gemido de la cuarentona (hay, hay, hay el calambre!!!)
El gemido de la madre de familia (mmm hay los niños, se van a despertaaar)
El gemido d la selección de futbol (gemido en descenso)
El gemido de la cumbia (ha ha ha piripi pi pi)
Y finalmente el gemido sorpresivo del triple orgasmo (gemido de un clímax intenso multifacético
dividido en 3 con palabras como “que rico” “si se puede” “no pares” ).

ESTE ULTIMO MONOLOGO ESTA DEDICADO A UN NACIMIENTO, SI, UN PARTO, A LA PARTE MAS
SUBLIME DE LA VAGINA… ES QUE ME TIENE MARAVILLADA

YO ESTABA ALLI, EN LA HABITACION

Yo estaba ahí cuando su vagina se abrió. Todos estábamos ahí, su madre, su esposo y yo y la
enfermera del hospital con la mano entera adentro de su vagina, sintiendo y dando vueltas con su
guante de hule mientras nos hablaba casualmente - como si estuviera abriendo una llave de agua.
Yo estaba ahí en el cuarto cuando las contracciones la hicieron gatear, y hacer gemidos
desconocidos que salían de sus poros y seguía ahí cuando, después de horas, ella de pronto gritó
salvajemente, sus brazos volando en el aire eléctrico. Yo estaba ahí cuando su vagina cambió. De
ser un tímido hoyo sexual se convirtió en un túnel arqueológico, una nave sagrada, un canal de
Venecia, un pozo profundo con una niñita atorada por dentro, esperando ser rescatado.

Yo vi los colores de la vagina. Cambiaron, Vi el azul roto y herido el rojo jitomate abrasador el rosa
gris - el obscuro; vi la sangre como sudor alrededor de las orillas vi el líquido blanco y amarillo, la
mierda, los coágulos saliendo de todos los orificios, empujando más y más, vi a través del agujero.
La cabeza del bebé cachitos de pelo negro, lo vi justo ahí antes del hueso - una memoria, dura y
redonda, mientras que la enfermera del hospital daba vueltas y vueltas a su mano resbalosa.

Yo estaba ahí cuando nosotras, su madre y yo sostuvimos una pierna y la separamos, la abrimos a
lo ancho con todas nuestras fuerzas, contra su propio pujar y su esposo contando firmemente
"Uno, dos, tres," diciéndole que se concentrara más. Entonces la vimos dentro de ella. No
podíamos quitar nuestra mirada de ahí. Solemos olvidar a la vagina - Todos nosotros ¿Qué más
podría explicar nuestra falta de asombro, nuestra falta de maravilla? Yo estaba ahí cuando el
doctor metió sus cucharas de Alicia en el País de las Maravillas. Y yo estaba ahí cuando su vagina
se convirtió en una gran boca operística cantando con todas sus fuerzas; primero la cabecita, luego
un brazo gris que aleteaba, luego un cuerpo que nadaba rápido hacia nuestros brazos que
lloraban.

Yo estaba ahí después, cuando me volteé y vi su vagina. Me paré y me permití verla abierta,
completamente expuesta mutilada, hinchada y rasgada, sangrando sobre las manos del doctor
quien la cosía con calma. Me paré y su vagina, repentinamente se convirtió en un corazón amplió y
palpitante.
El corazón es capaz de sacrificarse. La vagina también.

El corazón puede perdonar y reparar. Puede cambiar de forma para dejarnos entrar. Puede crecer
para dejarnos salir. La vagina también.

El corazón puede sufrir por nosotros, dar de sí por nosotros y morir por nosotros. Y sangrar y
sangrarnos hacia este mundo difícil y maravilloso. La vagina también. Yo estaba ahí, en el cuarto.
Yo recuerdo.

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