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Fernando es un hombre de 35 años, casado hace 12 años con una enfermera; tienen dos hijos:
Fernando consulta porque:” Necesito que me ayuden con mi adicción al juego. Por culpa de
ella he perdido la confianza de mis hermanos, mi mamá vive muy preocupada por mí y cada
vez veo menos a mi esposa y mis hijos. Es muy importante para ellos que deje de jugar, por
eso estoy aquí..., ellos dicen que usted me puede ayudar para que deje de sentir esos deseos
incontrolables de jugar. Mi esposa ha amenazado con abandonarme y no dejarme ver a los
niños si sigo gastando el dinero en el juego; además, ya he llegado a robarle y a mentirle para
tener dinero para jugar.
Cuando gano, nadie se entera de la pérdida del dinero; pero la mayoría de las veces pierdo, y
es cuando no sé cómo responderles por el dinero que tomo sin permiso.”
Fernando manifiesta que su adicción se inició hace 15 años, cuando debió prestar el servicio
militar, en Santa Marta; con sus compañeros jugaban cartas, parques o dominó y apostaban
los turnos de guardia o posibilidades de salida u otras prestaciones. Poco a poco le fue
gustando, especialmente cuando ganaba y obtenía alguna ventaja de ello; pero también le
gustaba el carácter prohibido de la actividad, el tenerse que esconder para poder jugar, la idea
de que fuera algo riesgoso, no solo porque podía perder, sino porque al ser descubierto podía
sufrir castigos que, comparados con la emoción de ganar, esos castigos eran de mayor
significación y con consecuencias más negativas para él. En otras palabras, el no entiende
cómo, a pesar de saber lo que está arriesgando es mayor a todo lo que pueda ganar en un
juego, sigue disfrutando al jugar. Informa que cuando estaba en el ejercito sufría castigos
como pasar unos días en el calabozo, no tener salidas o visitas, y que las ganancias eran pocas;
ahora las ganancias en dinero pueden llegar a resolver sus problemas económicos; pero la
mayor pérdida ha sido la desconfianza de su familia, ver a su esposa trabajando el doble de lo
que corresponde, para atender las necesidades del hogar mientras él se regenera, la
posibilidad de que lo abandonen todos, el sufrimiento de su madre; y que sabiendo todo esto,
él no puede pasar por un local con máquinas tragamonedas sin jugarse el dinero que lleve
consigo.
Cuando regresó del ejercito y se casó con Margarita, ella era enfermera y le ofreció que ya que
se retiraba de la carrera militar, estudiara algún oficio en el SENA o en otro instituto, pues
considera que en la medida en que una persona estudia y se forma puede aspirar a ascender
en la vida. El acepto e inició unos estudios en el SENA; al comienzo de encontraba muy
contento con lo que estaba haciendo, se sentía muy comprometido con sus estudios y con su
matrimonio; además, temía defraudar a Margarita, una mujer que se esforzaba mucho por
darle unas condiciones muy favorables para su situación de estudiante. Ella trabajaba en un
hospital, de planta y además cuidaba enfermos a domicilio para ganar dinero extra.
Actualmente, Margarita tiene esa misma jornada laboral. Fernando, en el SENA, se encontró
con personas que también compartían su afición por el juego; durante el segundo año de
estudios, los abandono y empezó a jugar el dinero que Margarita le daba para útiles y para la
matricula. Cuando Margarita se dio cuenta del engaño, tomo la decisión de dejarlo y volver
con su familia.
La madre de Fernando buscó a Margarita y le suplico que volviera con él, que sólo junto a ella
el podría regenerarse; le prometió que toda la familia les iba a ayudar económicamente e
insistió en que solo si todos se unían en pro de la cura de Fernando, esta podría tener éxito. Así
es como Margarita vuelve con Fernando y se van a vivir a la casa de la madre de él. Fernando
empieza a trabajar con uno de sus hermanos, Carlos, quien se encontraba muy bien ubicado
en una empresa de transporte y lo recomienda para que se encargue de uno de los buses de la
compañía. El jefe acepta, pues conoce la calidad de trabajo de Carlos y considera que por ser
hermano de él debe ser igualmente honrado y trabajador. Para este momento Margarita se
encuentra embarazada de su primer hijo; aparentemente Fernando ya estaba curado, pues se
encontraba trabajando muy juicioso, no había indicadores de que estuviera jugando y estaba
muy entusiasmado con la idea de ser padre. Luego de tres años de estar trabajando en la
empresa, vuelve a jugar y alcanza a perder tres salarios; siempre apela a la excusa de que lo
robaron, lo asaltaron, lo atracaron hasta que a la familia le comienza a parecer sospechosa la
racha de “mala suerte” de Fernando, además a Carlos empiezan a reportarle ausencias de su
hermano en el trabajo. Finalmente, a Fernando lo despiden del trabajo y Carlos le dice que no
vuelva a contar con él para nada, pues lo ha hecho quedar muy mal frente a su jefe y frente a
sus compañeros. En este momento Margarita y Fernando ya tienen dos hijos. Margarita decide
no volver a abandonar a su esposo, pues a pesar de todos sus defectos él ha resuelto ser un
muy buen padre para sus hijos y ella no se siente con autoridad y/o con poder para decidir
quitarles un padre a sus niños. Además la familia de ella le dice que desde el momento en que
ella regreso con Fernando, ya tomo una decisión que los deja a ellos fuera de su vida y que no
cuente con su apoyo y/o ayuda.
Por esta misma época, a Mauricio hermano mayor de Fernando le está yendo muy bien en su
empresa y decide arriesgarse con su hermano. Convida a Fernando para que le colabore
siendo supervisor de sus empleados y para que le lleve la contabilidad. Fernando acepta. Al
principio trabajo fuertemente para ganarse la confianza de su hermano y para demostrarle a
toda su familia, incluso a Margarita, que era capaz de superarse, de trabajar fuertemente y de
no volver a defraudar a nadie. Poco a poco Mauricio empezó a darse mayores
responsabilidades dentro del trabajo, pues empezó a darse cuenta de que su hermano había
cambiado. Un día le pidió que le hiciera una consignación en el banco, por $1.000.000.
Fernando manifiesta que su intención era ir al banco, hacer la consignación y regresar al
trabajo para continuar con sus labores cotidianas; pero que, “coincidencialmente”, en el
camino hacia el banco había un negocio de máquinas tragamonedas y no pudo contenerse,
entró y jugó el millón de pesos; al principio ganó esto lo entusiasmo para seguir jugando hasta
que lo perdió todo. Mientras ganaba pensaba en la cara que pondría su hermano cuando viera
el rendimiento de su dinero en manos de su hermano.
Cuando se dio cuenta de lo que había hecho y de lo que había pasado, decidió huir, pues no
podía explicarle a su hermano que el dinero que él había ganado con tanto esfuerzo, el se lo
había jugado. Además cuando miró el reloj, ya la jornada de trabajo había terminado. Así que
no solo se había gastado todo el dinero, sino que además había descuidado sus
responsabilidades laborales por estar jugando. También sabía que no podía llegar diciendo que
lo habían robado porque esa excusa ya no se la creían en su familia.
Duro perdido de su familia durante un año. Tiempo en el que se dedicó a pedir limosna y a
robar para poder jugar y comer. Siempre con el deseo de poder ganar una suma de dinero que
le permitiera volver a su casa y responder con la deuda que adquirió con su hermano, con su
esposa, con sus hijos y con su madre. Pues él está deseoso de poder retribuir económicamente
todo lo que han tenido que aguantarle y además mantenerlo. Un día entró a una iglesia y
casualmente se encontró con una hermana, Sofía ; ella le dijo que esa no era la manera de
afrontar los problemas ni la vida, que volviera a la casa y que explicara lo que había ocurrido,
que ella estaba segura que tanto la madre como la esposa estarían dispuestas a darle otra
oportunidad. Pero que no esperara que lo recibieran como el hijo pródigo porque la situación
era diferente. Fernando lo piensa y tres días después de este encuentro decide volver a la casa.
A partir del caso y desde los elementos evaluativos del sistema familiar y el enfoque
estructural