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LAS GUAYABAS

De niño corría tanto, reía, parecía no acabar de ser feliz. Sus ojos se iluminaban con cada cosa que veía,
se sentía la magia en su sonrisa, sus ojos brillaban con cada hoja del rastrojo que tocaba.

Se sentía niño explorador. llegar a los treinta metros cuadrados de un rastrojo para mostrarle que allí iba
a estar su casa, un sueño de construir. No escuchaba, solo disfruto de la mañana.

Mira esto- decía- Guayabas- no la arranques. –¡ja, ja. ja! - no parábamos de reír.

– solo son arbustos, están tan pequeños, hay que arrancarlos; hay que construir. - dijo su padre-

ya no había sonrisa, se aferró al arbusto, -yo quiero cuando crezca comer guayabas.

y allí creció su árbol, de guayabas. muchos niños comieron sus guayabas.

LUCIA PALACIO.

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