Está en la página 1de 8

EL SECRETO DE SER FELIZ

Hace muchísimos años, vivió en la India un sabio, de quien se decía que guardaba en un cofre
encantado un gran secreto que lo hacía ser un triunfador en todos los aspectos de su vida y que, por
eso, se consideraba el hombre más feliz del mundo.

Muchos reyes, envidiosos, le ofrecían poder y dinero, y hasta intentaron robarlo para obtener el
cofre, pero todo era en vano.

Mientras más lo intentaban, más infelices eran, pues la envidia no los dejaba vivir.

Así pasaban los años y el sabio era cada día más feliz. Un día llegó ante él un niño y le dijo: “Señor,
al igual que tú, también quiero ser inmensamente feliz ¿Por qué no me enseñas qué debo hacer para
conseguirlo?”.

El sabio, al ver la sencillez y la pureza del niño, le dijo: “A ti te enseñaré el secreto para ser feliz. Ven
conmigo y presta mucha atención. En realidad son dos cofres en donde guardo el secreto para ser
feliz y estos son mi mente y mi corazón, y el gran secreto no es otro que una serie de pasos que
debes seguir a lo largo de la vida”:

Una carrera de sapos


Autor anónimo
Érase una vez una carrera de sapos en el país de los sapos. El objetivo consistía en llegar a lo alto
de una gran torre que se encontraba en aquel lugar. Todo estaba preparado y una gran multitud se
reunió para vibrar y gritar por todos los participantes.

En su momento se dio la salida y todos los sapos comenzaron a saltar. Pero como la multitud no
creía que nadie llegaría a la cima de aquella torre-pues ciertamente era muy alta-todo lo que se
escuchaba eran frases como “no lo van a conseguir”. “qué lástima, está muy alto”, “es muy difícil, no
lo van a conseguir”. Así, la mayoría de los sapitos empezaron a desistir. Pero hubo uno que persistía
pese a todo y continuaba subiendo en busca de la cima.

La multitud continuaba gritando: ¡es muy difícil, no lo van a conseguir”, y todos los sapitos se estaban
dando por vencidos, excepto uno que seguía cada vez con más fuerza. Finalmente, fue el único que
llegó a la cima con todo su esfuerzo.

Cuando fue proclamado vencedor muchos fueron a hablar con él y al preguntarle cómo había
conseguido llegar al final y alcanzar semejante proeza, cuál sería la sorpresa de todos los presentes
al darse cuenta que ese sapito era sordo.

¨Sé siempre sordo cuando alguien dude de tus sueños. ¨


El Árbol de los Problemas
Un hombre después de pensarlo se decidió a reparar una vieja casa que tenía en una granja.
Entonces, contrató a un carpintero que se encargaría de todos los detalles logísticos de restauración.

Un día decidió ir a la granja, para verificar como iban todos los trabajos. Llegó temprano y se dispuso
a colaborar en los quehaceres que realizaba el carpintero. Ese día parecía no ser el mejor para el
carpintero. Su cortadora eléctrica se había dañado, haciéndole perder dos horas de trabajo. Después
de repararla, un corte de electricidad en el pueblo le hizo perder dos horas más de trabajo. Tratando
de recuperar el tiempo, partió dos cierras de su cortadora. Ya finalizando la jornada, el pegamento
que disponía no le alcanzaba para mezclar su fórmula secreta de acabado.

Después de un día tan irregular, ya disponiéndose para ir a su casa, el camión se le negaba a


arrancar. Por supuesto, el dueño de la granja se ofreció a llevarlo. Mientras recorrían los hermosos
paisajes de la granja, él iba en silencio meditando. Parecía un poco molesto por los desaires que el
día le había jugado.

Después de treinta minutos de recorrido llegaron a la casa del carpintero, y de sorpresa lo invitó para
que conociera a su familia. Mientras se dirigían a la puerta, el carpintero se detuvo brevemente
frente a un pequeño árbol, de color verde intenso y por demás hermoso. Tocó varias ramas con
sus manos, mientras admiraba sus preciosas hojas.
Cuando abrió la puerta, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara estaba plena
de sonrisas y alegría. Sus hijos se lanzaron sobre él, dando vueltas en la sala. Le dio un beso a su
esposa y lo presentó. Le invitó un refresco y una suculenta empanada. Ya despidiéndose, lo
acompañó hasta el auto.

Cuando pasaron nuevamente cerca del árbol, la curiosidad fue grande y le preguntó acerca de lo
que había visto hacer un rato antes. Le recordó su conducta con el árbol.
¡Ohh!, ese es mi árbol de los problemas, contestó.
Y luego procedió a explicar y dijo: sé que no puedo evitar tener dificultades en mi trabajo, percances
y alteraciones en mi estado de ánimo. Pero una cosa si es segura: Esos problemas no pertenecen ni
a mi esposa y mucho menos a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo en el “árbol de los
problemas” cada noche cuando llego a casa. Luego en la mañana los recojo nuevamente, porque
tengo que solucionarlos. Lo divertido es, dijo sonriendo el carpintero, que cuando salgo en la
mañana a recogerlos, no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior.
El dueño de la granja se subió a su auto, meditando sobre la estrategia del carpintero para ser más
feliz y evitar contaminar el hogar con los problemas laborales. Entonces se dijo, valió la pena el
paseo de hoy.
El Obstáculo en el Camino

Una piedra en el camino… Un obstáculo que resolver… Una lección para aprender…
Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca obstaculizando un camino. Entonces, se escondió
y miró para ver si alguien quitaba la tremenda roca.

Algunos de los comerciantes más adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente le dieron
una vuelta.

Muchos culparon al rey ruidosamente de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo
algo para sacar la piedra grande del camino.

Entonces un campesino vino, y llevaba una carga de verduras. Al aproximarse a la roca, el


campesino puso su carga en el piso y trato de mover la roca a un lado del camino. Después de
empujar y fatigarse mucho, lo logró.

Mientras recogía su carga de vegetales, el notó una cartera en el piso, justo donde había estado la
roca. La cartera contenía muchas monedas de oro y una nota del mismo rey indicando que el oro era
para la persona que removiera la piedra del camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron. Cada obstáculo presenta una
oportunidad para mejorar la condición de uno.
 

¿CUÁLES SON TUS HERENCIAS?


 

Érase una vez dos hermanos criados en el mismo hogar, cercanos entre ellos, pero muy distintos el
uno al otro. Habían compartido la dura experiencia de crecer junto a un padre alcohólico, autoritario,
irresponsable, el cual estuvo varias veces en la cárcel por creer vivir bajo su propia jurisdicción.

 El hermano mayor se convirtió en alcohólico, dejó la escuela y se casó. Frecuentemente maltrataba
a su familia, apenas trabajaba y en repetidas ocasiones tenía problemas con la policía.  Cuando en
una ocasión le preguntaron porqué actuaba de esa manera, él contestó: – Con un padre y una
infancia corno la que tuve, ¿Cómo hubiera podido ser distinto?

– El Hermano menor, a pesar de los problemas y dificultades, nunca dejó de estudiar, se casó y se
convirtió en un atento esposo y en un buen padre. – Era también un empresario exitoso que
aportaba mucho a su comunidad.

-Un día, en una entrevista, le preguntaron a qué atribuía el éxito que en su vida había tenido, y
respondió: – Con un padre y una infancia así, ¿Cómo hubiera podido ser distinto? ¿Cuáles son tus
herencias y cómo has decidido usarlas?
 EL HERMANO

Mire al otro lado del arroyo, en aquella granja vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor.
La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros pero él desvió el cauce del arroyo
para que quedara entre nosotros.
Él pudo haber hecho esto para enfurecerme, pero le voy a hacer una mejor.

¿Ve usted aquella fila de desechos de madera junto al granero? quiero que construya una cerca de 2
metros de alto, “no quiero verlo nunca más”

El carpintero le dijo: “creo que comprendo la situación”

El hermano mayor le ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y dejo la granja por el resto del
día para ir por provisiones al pueblo.

Cerca del ocaso, cuando el granjero regresó; el carpintero justo había terminado su trabajo.

El granjero quedó con los ojos completamente abiertos y su quijada cayó.

¡No había ninguna cerca de dos metros!

En su lugar había un puente que unía las dos granjas a través del arroyo.

Era una fina pieza de arte, con todo y pasamanos.

En ese momento, su vecino, su hermano menor, vino desde su granja y abrazando a su hermano
mayor le dijo:

“Eres un gran tipo”, mira que construir este hermoso puente después de lo que te he dicho y hecho”.

Estaba en su reconciliación los dos hermanos, cuando vieron que el carpintero tomaba sus
herramientas.

“No espera”. “Quédate unos cuantos días tengo muchos proyectos para ti”, le dijo el hermano mayor
al carpintero.

“Me gustaría quedarme”, dijo el carpintero” “pero tengo muchos puentes que construir”

Muchas veces dejamos que los malentendidos o enojos nos alejen de la gente que queremos,
muchas veces permitimos que el orgullo se anteponga a los sentimientos.

Recuerda que perdonar no cambia en nada el pasado, pero si el futuro.

No guardes rencores ni resentimientos de amargura que solo te lastima a ti, te alejan de dios y de las
personas que te quieren, Aprende a ser feliz y disfruta de las maravillas que dios ha creado.
 El anciano del pueblo

Había una vez un anciano que vivía en un pueblo. Todos los habitantes lo evitaban, ya que tenía
la mala fama de estar siempre de mal humor. Los niños temían pasar por el frente de su casa, e
incluso los adultos recelaban al desearle los buenos días.

Los habitantes más longevos del pueblo aseguraban que desde siempre mantuvo esta actitud.
Su amargura, odio y resentimiento superaba su carácter; ya que su casa, su césped e incluso
sus vecinos también asimilaban este tono lúgubre.

Lo cierto es que un buen día, aquel en el que el anciano celebraba nueve décadas de vida, se
empezó a esparcir el rumor de que el anciano estaba feliz. De repente su casa ya no se veía
oscura, los vecinos habían recuperado su jovialidad y su césped era el más verde de todo el
pueblo.

Todos rodearon su casa en espera de lo que había sucedido, a lo que el anciano los recibió con
una gran sonrisa y emoción. Uno de los habitantes se atrevió con voz tartamuda preguntar por
qué estaba tan feliz. La respuesta del anciano fue: “Nada en especial. He vivido noventa años
buscando la felicidad y fue inútil. Hoy decidí dejar de buscarla y amanecí más feliz que en toda
mi vida”.

El sabio de la montaña

En una montaña vivía un sabio que respondía a todas las preguntas, dudas e inconvenientes
que tenían las personas. Miles acudían a él a diario para consultarle acerca de sus problemas.
Un día, al percatarse de la dependencia que se estaba creando en torno a sus consejos, decidió
reunirlos a todos alrededor de su gruta.

Allí, con miles y miles a su alrededor, les contó una anécdota graciosa que hizo soltar
carcajadas a todos los presentes. Al terminarla esperó un minuto en silencio y empezó de nuevo
a contar la anécdota. Esta vez solo unos pocos se rieron y muchos asumieron un temple de
confusión.

El sabio hizo lo propio una tercera vez, solo que en esta ocasión nadie se rió de la historia. Uno
de sus mayores admiradores se acercó y le preguntó cuál era el sentido de la dinámica. A lo que
el sabio respondió: “No pueden reírse del mismo chiste una y otra vez, pero sí pueden
quejarse y llorar una y otra vez por los mismos problemas. ¿No es acaso paradójico?” .

Todos aquellos que lo rodeaban bajaron la cabeza avergonzados y se retiraron poco a poco de
la montaña. Desde entonces, solo recibe un par de consultas al día; todas estas relacionadas
con cosas estrictamente importantes.
El secreto del éxito
Una taza de café o chocolate caliente es la mejor compañía para deleitarse con cualquier tipo de
cuento.
Una vez un discípulo le preguntó a su maestro acerca del secreto del éxito . El maestro, luego de
reflexionar en silencio, le pidió que lo esperase al amanecer en la orilla del río para darle la
respuesta.

Al siguiente, justo antes del amanecer, el discípulo encontró a su maestro en frente de la orilla
del río. Sin mediar palabra, salvo un pequeño ademán de que lo siguiera, empezó a adentrarse
poco a poco en el río.

El agua empezó a subir de los tobillos a la rodilla, de esta a la cadera y finalmente hasta el
pecho. Justo cuando estaba por cubrirle el rostro, su maestro lo tomó y lo hundió con
vehemencia bajo el agua. Empezó así una lucha feroz por emerger a la superficie, pero la fuerza
de su maestro era tal que se lo impedía.

Finalmente, luego de varios segundos, este dejó que subiera por una bocanada de aire. Lo llevó
a la orilla y le preguntó: “¿Qué era lo que más deseabas al estar sumergido”? “¡Respirar!”,
contestó el joven discípulo. A lo que este contestó: “Allí tienes el secreto del éxito. Deséalo
tanto como deseabas respirar aire el día de hoy. Cuando lo hagas, lo obtendrás” .

El peso del vaso


En una clase sobre el manejo del estrés, un profesor no encontraba la manera de que sus
estudiantes asimilaran sus enseñanzas. Decidió, justo antes de terminar, coger un vaso de
agua, levantarlo al frente de todos y preguntarles con seriedad: “¿Cuánto pesa este vaso?”.

Poco a poco todos empezaron a dar sus conjeturas acerca del peso, hasta que no quedó un solo
estudiante presente sin que intentara acertar la respuesta. Cuando llegó este momento, el
profesor respondió: “A mi parecer, el peso de este vaso es irrelevante. Todo depende de la
cantidad de tiempo que lo sostenga”. El salón permaneció en silencio y el profesor continuó:

“Si lo sostengo durante un minuto me parecerá que es un vaso muy ligero. Si lo hago durante
horas mi brazo creerá que pesa varios kilos. Finalmente, si sostengo el vaso durante un día mi
brazo se entumecerá y sentiré que pesa varias toneladas”.

Ante la mirada confundida de sus alumnos el profesor expuso: “El peso del vaso no cambia, por
supuesto, pero cuanto mayor es el tiempo que decido sostenerlo mayor sentiré que es su peso.
Lo mismo sucede con las preocupaciones de la vida: piensa en ellas durante un minuto y te
parecerán sencillas. Hazlo durante unas horas y empezarás a preocuparte. Llévalas
contigo todo el día y te dejarán paralizado“.
Los estudiantes asintieron con el rostro y el profesor puso el vaso sobre la mesa. Con esta
dinámica pudo enseñarle más que todo aquello que había expuesto durante la clase.
Convendrás que es uno de los mejores cuentos cortos para pensar. Si te gustó, lee también el
cuento de “La llave de la felicidad” .
El recipiente roto

Un anciano granjero de un pueblo de China tenía que hacer una larga caminata para llevar agua
del arrollo hasta su granja. Para ello usaba un tronco en su cuello con dos recipientes grandes
en sus extremos. Sin embargo, uno de estos tenía una grieta por la que se perdía un poco
de agua.

Todos los días el anciano debía hacer varias caminatas de media hora para buscar agua. El
recipiente con la grieta, a pesar de llenarlo por completo en el río, llegaba solo con la mitad del
agua. Por supuesto, el intacto lo hacía sin perder una sola gota.

Así transcurrió la vida del granjero durante dos años, yendo y viniendo varias veces al día con
sus recipientes. Un día, al inclinarse para recoger agua en el arrollo, notó que el recipiente
agrietado estaba triste. Con una preocupación genuina interrogó los motivos, a lo cual este
respondió:

“Estoy muy avergonzado contigo. Desde hace dos años mi grieta impide cumplir mi función. Te
hago trabajar más por menos, así que ya no soy eficiente. Deberías reemplazarme por un
recipiente que no filtre agua”. El granjero calló, recogió agua e inició el camino de regreso.

A la mitad del trayecto el anciano respondió: “¿Notas todos estos árboles frutales y flores que
crecen a tu lado? Bueno, están ahí gracias a ti. Planté semillas al percatarme de tu grieta y
durante dos años has sido tú quien ha hecho que crezcan”. A partir de ese día el recipiente
recuperó su confianza y cumplió su labor con solemnidad.

El inverno más frío

Concluimos nuestra selección de relatos cortos para pensar con esta reflexión tomada de la
parábola del erizo de Schopenhauer. Sucedió en uno de los inviernos más fríos que asoló al
planeta. Miles de animales morían y ya no quedaban grutas disponibles para salvaguardarse de
la temperatura y la ventisca.

Varios erizos, al ver que morirían si no hacían algo, decidieron agruparse para mantenerse
calientes. Parecía una gran idea, hasta que las púas de cada uno herían a sus compañeros
más cercanos. Al no poder soportar el dolor, varios erizos se separaron y al poco tiempo
murieron de frío.

El grupo de erizos debió tomar entonces una difícil decisión: permanecer juntos a pesar de las
heridas para tener calor, o distanciarse y morir de frío.

Aquellos que aprendieron a convivir con el dolor sobrevivieron al invierno, mientras que los que
no resistieron murieron solos en la nieve. ¿Qué te ha parecido estos cuentos cortos para
pensar? Todos tienen más de una interpretación, de manera que puedes recoger más de una
enseñanza si reflexionas con atención. No dejes de compartirlos y de memorizar aquellos que
más te han gustado.
El foso de las ranas
El segundo de los cuentos cortos para reflexionar nos habla acerca del poder de la opinión
ajena. Dice que había un gran grupo de ranas que siempre iba a divertirse al bosque .
Todas cantaban y saltaban hasta que caía la noche. Permanecían muertas de la risa y nada las
separaba.
Un día, en su salida acostumbrada, fueron a conocer un bosque nuevo.  Estaban en sus juegos
cuando tres de ellas cayeron en un profundo foso del que ninguna se había percatado. Las
restantes se conmocionaron. Miraron hacia el fondo del foso y vieron que era demasiado
profundo. “Las perdimos”, dijeron.
Las tres ranas caídas intentaron subir por las paredes del foso, pero era muy difícil. Apenas
avanzaban un metro y volvían a caer. Las demás comenzaron a comentar que sus esfuerzos
eran inútiles. ¿Cómo iban a lograr escalar una pared tan alta? Era mejor que se resignaran.
No había nada que hacer.
Dos de las ranas escucharon esos comentarios  y comenzaron a rendirse. Pensaron que las
demás tenían razón. La tercera rana, en cambio, siguió subiendo y cayendo, pero tras un par de
horas, consiguió salir a la superficie. Las demás estaban asombradas. Una le preguntó:
“¿Cómo lo lograste?” Pero la rana no contestó. Era sorda.

El león temeroso
El tercero de los cuentos cortos para reflexionar nos habla acerca del miedo. Comienza en una hermosa
sabana africana, en donde un león se había perdido de su grupo. Llevaba ya 20 días caminando de un
lado para otro y no encontraba a los suyos. Tenía hambre y sed, pero también mucho miedo al verse
solo.
Por fin divisó un estanque de agua fresca. Inmediatamente corrió hacia él con todas sus fuerzas .
Estaba muerto de sed y necesitaba a toda costa tomar un poco del líquido vital. Sin embargo, al llegar a
la orilla vio sobre las aguas la imagen de un león sediento. Entonces se retiró. “El estanque ya tiene
dueño”, pensó.
Esa noche se quedó cerca de allí, pero no se atrevía a ir de nuevo al estanque . Si aparecía el león
que era dueño del lugar, seguramente lo atacaría por meterse con su propiedad. Y él no estaba en
condiciones de enfrentarse a nadie. Pasó un día y el sol quemaba.
Ya era tanta la sed, que el león decidió arriesgarse. No aguantaba más. Así que se acercó
cautelosamente al estaque y al llegar a la orilla vio de nuevo al león. Era tanta su sed que no le
importó. Metió la cabeza para tomar el agua fresca. En ese momento, el león desapareció: había
estado viendo solo su reflejo. Así son los miedos: desaparecen cuando los enfrentamos.

El Problema
El cuarto cuento nos invita a reflexionar sobre nuestra actitud hacia las problemáticas de la vida .
Este tiene lugar en un monasterio zen, cuyo guardián del tiempo fallece. Por lo que el gran maestro
realiza una prueba a sus discípulos, para determinar quién de ellos tendrá el honor de suplantarlo. El
gran maestro les dice “Voy a presentarles un problema. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo
guardián del templo”. Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero
de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: “Este es el problema”.
Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la
frescura y elegancia de la flor… ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el
enigma? Todos estaban paralizados. Después de algunos minutos, un alumno se levantó, miró al
maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el vaso con determinación y lo tiró al suelo
“Usted es el nuevo guardián —le dijo el gran maestro, y explicó—: Yo fui muy claro, les dije que estaban
delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que
ser resueltos. Puede tratarse de un vaso de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido,
un camino que debemos abandonar, pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades. Sólo
existe una forma de lidiar con los problemas: atacarlos de frente.”
Este cuento nos muestra cómo solemos paralizarnos en el análisis del problema: lo contemplamos,
le damos vueltas, los comentamos, etc. En consecuencia, nos olvidamos de los más importante:
solucionarlo.

También podría gustarte