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Trabajo de Gastronomía Pescado y Marisco en La CV
Trabajo de Gastronomía Pescado y Marisco en La CV
Valenciana.
Para mi madre, ella para la suya y así sucesivamente…
Álex
Álex Raga Bargues. CDT Valencia.
Yo aprendí viendo a mi madre cocinar. Y a mis mayores. Y dado que por casualidad
he nacido en una familia valenciana donde sus miembros son de partes distintas de la
Comunidad, con el único punto en común de su lengua, la cocina se tornó
interesantísima, pues la unión de la cocina de Burriana, la de Alcoy, la de Alicante y la
de los pueblos de la albufera arrojan un resultado de verdadera cocina de fusión, en el
sentido de intercambio cultural con un resultado gastronómico muy completo.
Como dicen mis mayores, el pescado hay cuando hay, y no siempre. Por eso en lo
resultante a la cocina del pescado empezaremos distinguiendo entre la cocina de lo
fresco y la cocina de los salazones, que era la manera de conserva más habitual en los
tiempos pasados. Así pues, pensemos en la gastronomía de una forma muy localista y
siempre preguntándonos qué productos son de la zona, la facilidad o no de
conseguirlos, su manera de conservarlos y su manera de cocinarlos, y nos podremos
imaginar cómo es la cocina del lugar y qué platos nos podrá presentar.
Cocinar los pescados solos no era concebible, pues se ha de comer en gran cantidad
para satisfacer el estómago, por lo que los platos de pescado siempre van en
combinación de otros elementos, normalmente verduras y tubérculos, o como
elemento acompañante y saborizante del arroz, principalmente. En su momento se
harán los distingos necesarios.
El pescado en salazón.
El pescado en salazón es la conserva por excelencia. Siempre no hay pescado, ni
manera de conservarlo para largo sin los medios actuales, por lo que se recurrió
desde antiguo a salar el pescado y/o a secarlo. Por las variedades de pescado
comunes en la costa mediterránea y las posibilidades de conservarlo, distinguiremos
cuatro grupos de pescado seco y/o en salazón:
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Álex Raga Bargues. CDT Valencia.
4. Las sardinas y su familia, que se secan y se salan, y que también forman parte
de las posibilidades de las despensas de nuestras abuelas. La técnica de salar
las sardinas, la idea en sí misma, vino de ver cómo en el norte de Europa se
salaban los arenques, y se trajo vía Cuba el hecho mismo de salarlas y
colocarlas en barril, para mejor almacenaje y transporte, por eso las llamaban
“sardinas de Cuba”, “Galeones”, “sardinas embotadas o de bota” o “sardinas
arencadas”.
Con estas posibilidades nacen otras, que no son otras que las de combinarlas con
verduras crudas, fritas o asadas, como pueden ser los pimientos ya sean rojos o
verdes, el calabacín, la cebolla, el tomate… Y también se podían combinar con estas
mismas verduras pero secas o semisecas como los pimientos, las ñoras o los tomates,
pues también se conservaban de esta manera. El pan y el aceite, en su combinación
también darán platos interesantes junto con las salazones, que podemos englobar en
una gran familia llamada “mulladors”, pues el plato se suele comer con pan
mojándolo (mullant-lo) y cogiendo parte de la mezcla con un poco de habilidad.
Veamos las posibilidades y los platos resultantes, por familia gastronómica de técnica
de preparación:
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Álex Raga Bargues. CDT Valencia.
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Álex Raga Bargues. CDT Valencia.
Y, por supuesto, como aperitivo, las salazones se pueden comer solas, como el
jamón, porque las hay de gran calidad, que desaladas en aceite de oliva y
servidas con tostadas o con pan son un aperitivo exquisito. O también los
salazones de pescado en salmuera, de gran calidad. Tenemos como ejemplo: la
moixama, que son los lomos del atún seco salados, solos en aceite sobre pan, o
con un queso fresco, requesón o dulce de membrillo, está exquisita. De
manera similar las huevas de atún, atunarro, melva (también llamada
Garrofeta), corvina, maruca, mújol… Las que se encuentren disponibles, son
platos tan delicados como la mojama. En salmuera encontramos la ijada de
atún, que en la CV la conocemos como tonyina de sorra, se encuentra entre
nuestras delicatesen. Y entre los pescados ligeramente salados y secados al sol,
son muy apreciados en el litoral, especialmente alicantino la musola y el
pulpo, ambos secados al sol en la playa y usados como conserva.
El pescado en fresco.
El pescado siempre ha sido la fuente de proteína animal más importante en la dieta
mediterránea, por su accesibilidad y su bajo precio, en general. Pero sólo en las zonas
cercanas al mar. Es raro que en localidades que se alejen más de 30 o 40 Km del mar
tengan como elemento primero de la dieta el pescado, porque es difícil de almacenar
y transportar, más allá de las salazones que ya hemos visto.
El pescado es una materia prima que debe ser consumida rápido, una vez comprada,
pues de su frescura depende su calidad gastronómica y no sólo eso, pues su
descomposición da como resultado sustancias peligrosas para el ser humano. Otra de
sus variables es que los procesos de cocción deben de ser cortos, pues su falta de
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tejido conjuntivo hace que se cueza con rapidez, y si es sobre cocido pierde gran parte
de su calidad gastronómica y muchas de sus propiedades alimenticias, aunque no su
carga de proteínas. Nuestras abuelas no sabían eso, y cocían el pescado seguramente
demasiado, pero alimentaba igual, y eso sí que lo sabían, por su experiencia.
Los pescados que encontraremos entre los platos tradicionales serán siempre los
disponibles de cada lugar, y lógicamente todos mediterráneos: el abadejo, la merluza
(lluç), las anguilas, la lubina (llobarro), atún (tonyina), el rape (rap) y el pescado de
roca o morralla. Obviamente no se desperdicia ninguna posibilidad culinaria cuando
se da ni se tira el pescado cuando se pesca, pero por su abundancia serán estas
especies las que darán los platos más representativos de la gastronomía. También
encontraremos lenguados, chernas, brecas, cabuts, doradas, gallinetas, brótolas,
pintarrojas, salmonetes… y todo lo que el mar tenga a bien darle al pescador.
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Como variante del “suquet”, en este caso de anguilas, evoluciona a “crudet” en la zona
de La Huerta de Valencia (norte y sur), especialmente la zona más próxima a la
Albufera, aparece el “all i pebre” y sus variantes, la más conocida es “l’espardenyà”.
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Este último plato, hecho en “rostidora” al horno, nos lleva a otra técnica muy usada
para preparar el pescado, que es al horno. Normalmente en cazuela de barro o en
“llandeta” se cocina el pescado que se tenga a mano al horno, normalmente con
verduras y patatas, para engordar el plato, bien aliñados de aceite, sal y aromáticas, y
normalmente regadas con vino blanco, algún licor, incluso en algunos pueblos se le
añade una copita de Ricardito (licor anisado “ricard”, usado de aperitivo).
Encontramos “mollets” (salmonetes) al forn, Lluç al forn, tonyina al forn, bacallà al
forn (hay alguna receta que se cubre de all i oli, similar al estilo francés con muselina
o con bechamel pero a la valenciana), “rémol” (rodaballo) y cualquier pescado
comestible, con cierto tamaño que permita cocinarse al horno. Las recetas de estos
pescados siempre son sencillas, pues el pescado se hace rápidamente dentro de un
horno, por lo que normalmente las guarniciones y acompañamientos que suelen
tener tiempos más largos se preparan con antelación, luego sobre ellos se pone el
pescado y se acaba al horno en unos minutos, o bien se vuelca sobre el pescado ya
dispuesto y se acaba, si se trata de una salsa de tomate o de cebolla.
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capital a El Palmar sin problemas, como hacían los pescadores para vender sus
géneros en el mercado central y del Cabanyal.
El pescado como parte del gran elenco de arroces, calderos y fideuás de la Comunidad
lo señalaré pero sin entrar demasiado en él, pues sería caso de otro estudio. Mi
abuela decía que se cocina lo que se tiene, y todo lo que se tiene se puede cocinar con
arroz, pues esta gramínea es capaz de transportar retenido dentro de ella todo el
sabor de aquello con lo que se cocina. En las zonas de mar lo que se tiene es pescado
y marisco, por lo que se realizarán fuertes caldos de pescado, de pescado de roca, de
marisco, de galeras, o todo mezclado, y dará toda una colección de caldos muy
gustosos y con todo la esencia del mar y sus frutos. Este caldo servirá para cocer el
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arroz y será cada grano quien nos llevará a la boca los sabores del mar, a la par de
alimentarnos y saciarnos de manera muy sana.
Un punto interesante y que quisiera entrar en más profundidad son los platos de
“farinetes, gazpachos, mandonguilles i bullits”, muy típicos en todas las casas
valencianas, de una u otra manera y variantes, y que pueden tener como eje, el
pescado en la receta.
“Les Farinetes” son platos antiquísimos que parece ser ya consumían los romanos,
que comían a diario el “pulpentum”, que no era otra cosa que unas toscas gachas
aderezadas con el “garum”, una especie de concentrado de pescado de la época. Son
platos muy fuertes y energéticos, y por eso muy populares entre la gente trabajadora.
Son platos de fórmula simple hechos con harinas de trigo, maíz o arroz, tostadas
cuidadosamente y mezcladas con un caldo, normalmente de pescado o de cocido.
Luego se incorporan otros elementos que los enriquecen: capellanes, pulpitos frescos,
salazones… También las hay de carne, por supuesto, pero nos ocuparemos de los
pescados. Aunque se asocie la idea de la “farineta” a la pobreza y a la escasez, en
todas sus versiones de migas, gachasmigas e incluso gazpachos, su receta y ejecución
no dista mucho de la polenta, que tanto glamour tiene en la cocina italiana y
americana (centro y sur, sobre todo la zona Caribe), por lo que hay que reivindicar
estos platos. Las “farinetes” son muy típicas de la zona de Alicante.
En la zona de Alicante son típicas las “farinetes de morralla”, que se hacen de trigo y
añaden ajos y algo de tomate, que son diferentes de la versión de las Marinas, que son
de arroz y van solas, especialmente en la Marina Alta. Similar a la versión alicantina
encontramos en las Marinas su plato “farinetes de pulpo”, que son idénticas a las de
morralla de alicante, pero añaden además pulpitos, pimientos y algo de cebolla. Sin
embargo en la Baja encontramos que vuelven a usar el trigo y el maíz, para realizar
sus “farinetes de caldo d’alatxa (similar a la sardina)”. En la zona de Alcoy
encontramos que vuelven a los capellanes, que tanto gustan y al arroz, para realizar
sus “farinetes de capellans”.
Cambiando ya de textura, se cambia la harina por la sémola, que se combina bien con
los caldos de pescado, y encontramos platos similares a las “farinetes”, pero
elaboradas con la sémola. Esta variante aparece cada vez más fuerte cuanto más nos
acercamos a Murcia o a Valencia, encontrando ya en la Vega Baja, por ejemplo, un
plato típico llamado “sémola de hinojo”, donde el hinojo fresco se une a la miga de
bacalao , para constituir una especie de gachas realizadas con sémola de trigo.
En el tema de los gazpachos hay que señalar, como en las migas y las gachasmigas,
que son los productos cárnicos los que triunfan, pues son platos más de interior. No
obstante, hay que señalar que los pescadores de Torrevieja, Santa Pola y en general la
zona del Cabo de San Antonio y hasta el Bajo Segura y toda la zona de costa del
Vinalopó, crearon una fantástica variante llamada “Gazpacho Marinero” donde se
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En todas las casas de todas las épocas hay que aprovechar las sobras, y de ahí
nacieron las croquetas. En la comunidad valenciana se llamarán “Mandonguilles” y
no son siempre de sobras, ya que a menudo son tan gustosas y apetecibles que se
cocinan a propósito directamente de la materia prima. Es resaltable un plato típico
del Alto Palancia llamado “ajoaceite de palo” y que nada tiene que ver con la salsa
“all i oli”, más allá del nombre. Es resaltable porque la elaboración resulta de un puré
de patatas con bacalao desalado y desmigado, ajo, yema de huevo y perejil, que se
mezcla todo y se presenta en forma de puré a la mesa, y este mismo puré que allí se
come sin forma y directamente del plato, en otras zonas se le da forma de croqueta y
resultan “mandonguilles d’abadejo” con la única variante de la receta de que se le
añaden piñones, y los más exquisitos algo de nuez moscada. Hay variantes muy
extendidas que añaden espinacas con el bacalao, para mitigar su sabor salado y
añadir el toque vegetal. También se puede cambiar el pescado a usar y en los
diferentes puntos de la Comunidad encontraremos “mandonguilles de tonyina” (con
y sin espinacas estas también) y “mandonguilles de lluçets” (pescadillas). Las
encontramos en todo el litoral, y si son de salazón, en toda la comunidad,
especialmente en el interior.
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Respecto del marisco comentaré que incluyo en este apartado también a los
cefalópodos de todos los tamaños: desde el pulpo a los chipirones. Los incluyo si bien
he hecho referencia a ellos antes, especialmente en el tema del pescado en salazón,
respecto del pulpo salado y seco, aunque brevemente.
En las costas valencianas existe el marisco, algunos de gran calidad, como las gambas
rojas alicantinas o los langostinos, gambas de Denia, langostinos de Guardamar,
langostinos de San Carlos de la Rápita, langostinos de Peñíscola y Vinarós, Dátiles de
mar de Viñarós, espardenyas , caixetes y galeras de la Costa Azahar. No olvidemos
las tellinas y las clochinas, que se dan en Valencia y en el resto de la Comunitat.
Estos últimos, dátiles junto a espardenyas y caixetes, son muy escasos y de algunos
está prohibida su captura. Existen también otras especies comunes al Mediterráneo,
pero señalaré en principio las más autóctonas.
Los guisos del marisco siempre son muy suaves y sencillos, pues el producto no
quiere largas cocciones, sino ligeras y cortas para mantener todo su sabor y frescura.
Al ser muy sencillos son bastante populares y se dan en muchos puntos de la costa.
Respecto a los cefalópodos, las cocciones pueden ser más largas, por la gran cantidad
de agua existente en su cuerpo y su fuerte musculatura.
De los guisos de marisco señalaré los guisos “a la marinera”, que resulta de hacer un
sofrito en aceite de oliva de ajo y perejil, a veces con algo de cebolla, sobre el cual
echaremos el producto fresco, regándolo de un vino blanco, que junto con el jugo del
marisco en cuestión formará la salsa, la cual espesaremos al gusto con una
cucharadita de harina, en su caso. De esta forma encontraremos: “almejas a la
marinera” o las “clóchinas a la marinera” y cualquier molusco de nuestra
gastronomía. De este guiso hay una variante bastante conocida que resulta de
espesar la salsa no con harina sino con tomate, con lo cual resultan, por ejemplo las
“tellinas en salsa”, referidas a la salsa del sofrito del tomate, cebolla, ajos y perejil en
el que se cocinará el molusco. Estas tellinas son muy típicas en la Safor, pero se han
popularizado por toda la costa.
Respecto de las “clóchinas”, nuestra versión tan autóctona del popular mejillón, la
manera más habitual de cocinarla es al vapor. Esta receta tan de nuestras costas
muchos dirán que no es más que una de las formas de preparar los mejillones al
vapor. Craso error. La diferencia es substancial y no es otra que los mejillones de
nuestra costa, “les clòtxines”.
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Solo decir este nombre los diferencia: no están criados en aguas atlánticas en una
batea o almadraba sembrada y cuidada, y por tanto artificial, ni habrán cebado sus
aguas con piensos de harina de pescado, ni los han cosechado siendo todos del mismo
tamaño y homogeneizados, por mucho que se pretenda que es lo adecuado (Adecuado
industrialmente).
Los nuestros se han criado a su aire pegados a una roca en una rompiente de nuestro
Mediterráneo, y han sido recogidos a mano por gente que sabe lo que hace y se la
juega contra las olas. Cada uno es de un tamaño y edad diferente, han comido lo que
han podido, pero todo natural, y por ello su punto de sabor y textura será diferente, y
eso los hará únicos.
La manera es, según mi familia, por cada dos kilos de clóchinas el zumo de un limón y
un vaso de aceite de oliva, 4 dientes de ajo aplastados, un pellizco de pimienta negra
en grano, un ramillete de perejil, sal y un vaso de vino blanco, todo junto a una olla.
Cuando empieza a hervir, que es en breves minutos, echar las clóchinas, hasta que se
abran, tras lo cual retiramos del fuego. Las clóchinas no se remueven nunca dentro
de la olla, decía mi abuela. Y el caldo se puede tomar con una concha del molusco, a
manera de cuchara, o mojar con pan. Éste ha sido el aperitivo de mi familia y de
otras tantas desde hace muchísimos años.
Los dátiles de mar son una especie muy autóctona del Baix Maestrat, especialmente
de Penyíscola. También encontramos referencias en la literatura de Blasco Ibáñez en
su “Papa del Mar”, el Papa Luna que vivió en Penyíscola. Esta especie se puede
cocinar igual que las clóchinas, pero es más fina y de mayor calidad gastronómica.
Antiguamente se cocinaba “a la marinera” pero actualmente se hace “en salsa”, tal
como he descrito anteriormente, es decir, que de hacerse con ajos, aceite, vino blanco
y perejil (o albahaca) se pasa a hacerse con tomate, cebolla, ajo, aceite, perejil y vino
blanco. De igual manera, pero en la zona de Burriana y también en la zona de
Vinarós, se cocinan “les caixetes”, moluscos de extraordinario valor gastronómico y
una rareza en los tiempos que corren. Es, posiblemente, el marisco de mayor valor de
la Comunitat, por la profundidad de su sabor y los contrastes que nos recuerdan por
momentos a las navajas, a las esparteñas y a las ostras. Un riquísimo manjar, en
peligro de desaparecer. No olvidemos “les espardenyes” o pepino de mar, que
aunque pertenezca a la familia de las estrellas de mar, lo consideramos como un
molusco o un marisco, y se cocina de esta manera. Me contaba mi abuela que lo
comían en crudo los marineros, tras pelarlos y limpiarlos, cortados muy fino y con
jugo de limón, una especie de ceviche de espardeñas, si bien los pescadores no lo
sabían. También encontraremos en la plana alta recetas de arroz con espardeñas,
incluso garbanzos con espardeñas. Y en todos los platos de la zona que se cocinan
con “frutos del mar” aparecerán, como en Penyíscola un plato que llaman “capricho
de Penyíscola”, cocinado con pescado (normalmente lenguado y rape) y frutos del
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mar, que suelen referirse a caracoles marinos, algunas caixetes y unas pocas
espardeñas.
Aunque ahora ya no somos amigos del trabajo a la hora de comer, y nos gustan los
platos donde no haya que pelar ni desespinar, no siempre ha sido así. No hace tanto
el marisco se ha servido sin pelar, con todo, y el comer marisco y chuparse los dedos
era todo uno. Como ejemplo pongo un plato de un marisco que hoy por hoy ya no se
encuentra casi en los restaurantes a pesar de su gran sabor, y son las galeras, por lo
difícil y costoso de pelar. Han quedado para hacer caldos y fondos. Pero del Camp de
Morvedre nos llegan las Galeras con limón, que no son más que unas galeras sofritas
y con el zumo de unos limones, plato sencillo pero exquisito, aunque trabajoso de
comer.
Encontramos en todos los pueblos los Calamares a la valenciana, que son calamares
enteros, ligeramente pasados por harina y cocinados junto a un sofrito de ajos,
aliñándolos al final con perejil picado y jugo de limón. Esta receta también se puede
hacer con la Sepia y el Sepionet, aunque estos últimos no se suelen pasar por harina.
No es raro ver recetas con uno u otro producto que se usaban en muchos casos
indistintamente. Siempre resuenan las palabras de mi abuela: “Se cocina lo que
hay”. También es fácil de encontrar los Calamares encebollados, o la sepia
encebollada, que es cocinar el producto con cebolla cortada en juliana y sofrita, con
algo de ajo y laurel, sobre todo en todo el Camp del Turia. Y su variante más
conocida, aunque ya no tan popular es cocinarlos con habas o con habas y ajos
tiernos. Calamares y sepia con habas y ajos tiernos consistirán en cocinar sobre un
ligero sofrito de cebolla unas habas y unos ajos tiernos, y sobre ellos los calamares o
la sepia, incluso yo he encontrado algunos lugares, en La Plana Alta, donde se
mezclan ambos productos, aportando unos matices muy interesantes. Del Camp de
Morvedre nos llegan los Calamars Farcits, plato que podemos encontrar en muchos
más lugares, que consiste en usar los calamares como si fueran saquitos y rellenarlos
con alguna farsa, normalmente un sofrito de los tentáculos picados finos junto con
tomate, cebolla, huevos duros, piñones y ajos, y cocinarlos en una salsa de cebolla y
tomate.
Esta receta nos lleva al Pulpo relleno, también conocida como Cabeza de pulpo
rellena, donde la cabeza del pulpo se usa también como saco y se rellena. No
obstante, y dada la diferencia de tamaño y del producto, el pulpo no se suele de
rellenar de farsas, sino de algún tipo de arroz. Si estamos en la costa será un arroz
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marinero con mariscos, y si en el interior será un arroz con magro. Como plato de
domingo, en las comarcas interiores de la Comunitat, se puede encontrar Pulpo
relleno de manitas de cordero, verdadero manjar de reyes.
Conclusión
Como conclusión del trabajo de gastronomía valenciana, sobre pescados y mariscos,
señalar varios puntos:
Siempre se ha cocinado lo que se ha tenido a mano. Así nos damos cuenta que
el pescado y el marisco sólo se han cocinado y comido en el interior, como
producto fresco. Será en salazón cómo se encontrará este producto en el
interior, y poco.
También como corolario del punto uno nos resulta el dos: si se cocina lo que
hay a mano, todos los productos que acompañan al pescado y al marisco son
los disponibles de la despensa de la época, lo cual encuadra las variantes:
aceite de oliva, arroz, patatas, ajos, tomates, habas, pimientos, alcachofas,
berenjenas… y los productos que la tierra valenciana da a sus habitantes.
Estas serán las variantes y las posibilidades con las que contaban los cocineros,
y sobre todo las cocineras de la época.
Las características del producto marcan también sus posibilidades de cocción:
hay que comerlo fresco y se cocina muy rápido, pues de otra manera se
destruye. Por lo tanto los platos de marisco y pescado son ligeros, rápidos y
con poca cocción del producto, para consumirlo en su mejor punto.
Todos estos puntos dan como resultado los platos que he ido describiendo y
señalando en este escrito, platos que han ido pasando de generación en generación y
que hemos de luchar para que no se pierdan, pues son la base de la cocina
mediterránea y de nuestra cultura.
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