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CORTINA, Adela

La escuela de Fráncfort: crítica y utopía


Síntesis
España
Año de publicación: 2008

Prólogo de Javier Muguerza

“Por racionalidad teleológica, a la que sería más apropiado calificar de


“mesológica”, se entiende aquel uso de la razón en el que ésta se aplica a la
determinación de los medios más eficaces para la consecución de los fines
perseguidos por un agente dado” p. 15

Huella del pensamiento positivista de Weber, se crítica en la Dialéctica


negativa

Adela Cortina

“La independencia con respecto a las fuerzas sociales y la ausencia de


compromiso político confirieron a los neomarxistas de Fráncfort un sello
elitista y descomprometido que, andando el tiempo, ocasionó abiertas
polémicas con algunos movimientos de izquierda” p. 30

“la prehistoria filosófica de la Escuela, que tiene sus hitos fundamentales en


Schopenhauer, Hegel, Marx, Freud, y hoy también Kant” p. 36

“[…] se presentan como sociólogos y abominan a los sociólogos


cuentanarices, reducidos a las ciencias empírico-analíticas, en sus trabajos
– por otra parte – tiene cabida la economía, la teoría del arte y de la
cultura…” p. 38

“Y en verdad, nunca negará la Escuela de Fráncfort que la historia deba


confiarse a la razón. heredera de la tradición griega y del ideal ilustrado,
abogará por una sociedad fundad en la razón. Pero no en la razón
hipostasiada en las ciencias naturales, sino en esa racionalidad difusa que
late en las entrañas de la misma sociedad. Por eso es preciso repudiar esa
razón identificadora, que confunde la verdad con la adecuación del concepto
a la cosa, cuando el objeto es siempre más que su concepto” p. 41

Gran forma de decirlo “La teoría crítica se propone, pues, construir un


saber acerca de la sociedad que trate de sacar a la luz la racionalidad de los
procesos sociales, desenmascarando a la par lo que de irracional hay en
ellos” p. 41

“La escisión objeto-sujeto, su interpretación estática, ajena a cualquier


dominio histórico, es una de las mayores lacras de la gnoseología kantiana.
El método trascendental debe, pues, quedar arrumbado en aras de un
método filosófico que permita captar la historicidad, la dinamicidad de lo
real. Esta parece ser precisamente la gran aportación de la dialéctica
hegeliana, y de ahí que la Escuela de Fráncfort opte sin ambages por la
dialéctica” p. 42

“[…]’ permanente acusación de la que la Escuela de Fráncfort hace objeto a


Hegel: aun antes de que la realidad sea racional, Hegel pretende ya que lo
universal se ha desplegado adecuadamente y es idéntico a lo que se
concreta; en la dialéctica hegeliana, en definitiva, se imponen la positividad
de la razón y el progreso” p. 42
“La polémica entre el racionalismo crítico y la teoría crítica viene siendo
famosa dese que abrieran el fuego en 1961 Popper – como representante de
la razón analítica – y Adorno – como representante de la razón analítica –
con ocasión de un congreso organizado en Tubinga por la Sociedad Alemana
de Sociología. El tema del congreso era en aquella ocasión la lógica de las
ciencias sociales, y los dos autores citados actuaban como ponente y co-
ponente, respectivamente. Sus intervenciones se recogieron más tarde en
ese colectivo titulado La disputa del positivismo en la sociología alemana, en
el que también quedaron insertas réplicas y contraréplicas que se
produjeron por ambos lados” p. 45

“Según los francfortianos, la disposición técnica no coincide con la


conducción racional del mundo, porque técnica y praxis – como ya sabía
Aristóteles – no se identifican. Dirigir prácticamente la historia exige primero
tratar de captar su sentido objetivo mediante una hermenéutica dialéctica.
No son las ciencias objetivistas las capacitadas para percibir el sentido de
los acontecimientos, sino los saberes hermenéuticos y dialécticos” p. 47

“En este orden de cosas, el punto de partida de la investigación social no


pueden ser los hechos objetivados, aun cuando estuvieran formalmente
conectados en un sistema. El punto de partida es la experiencia, pero no la
experiencia positivista, sino la experiencia de la sociedad como totalidad” p.
47 Siempre que Adorno se refiere a una especie de totalidad se refiere
a una sociedad

“La totalidad social no se interpreta orgánicamente, no posee vida propia


aparte de sus miembros y, sin embargo, es imposible entender cada uno de
los elementos si no es en su relación al todo. Sistema y particularidad sólo
resultan cognoscibles en su reciprocidad” p. 48
“Desde un punto de vista histórico, la teoría dialéctica de la sociedad afirma
que los fenómenos particulares dependen de la totalidad. Su análisis apunta
a leyes objetivas del movimiento histórico, que no hacen abstracción de las
situaciones concretas ni se imponen necesariamente, sino tendencialmente”
p. 48

“[…] una de las constantes de la Escuela de Fráncfort, que permanece


incólume hasta sus últimos desarrollos: una ciencia que se proponga dar
indicaciones para una praxis entendida como técnica no viene presidida por
el interés propio de las ciencias sociales” p. 48

“Su misión no consiste, pues, en aumentar el poder de manipulación sobre


determinados acontecimientos, sino la comprensión del sentido de la
historia, de la que surge una praxis política comprometida” p. 49

“Como es bien sabido, los presuntos analíticos han respondido a lso


francfortianos en reiteradas ocasiones. Las obras de Popper La sociedad
abierta y sus enemigos y La miseria del historicismo no son sino un ataque
a cuantas propuestas, tocadas de marxismo, abogadas por un sentido
objetivo de la historia, cuya comprensión permite acceder a la totalidad, e
ilumina la praxis de una revolución total” p. 50

“A lo largo de estos trabajos, como también en los fragmentos adornianos


de Minima moralia, empieza a dibujarse un nuevo motor de la historia: no
es ya la lucha de clases, sino el conflicto entre el hombre y la naturaleza,
tanto interna como externa, que se enfrentan como sujeto y objeto. El
hombre ilustrado pretende dominar la naturaleza, no liberarla o redimirla,
como en algún momento pensaran Marx o Bloch, al hablar de una
resurrección de la naturaleza, y este pertinaz empeño en dominarla ha
degenerado en reificación total” pp. 59 – 60
La Dialéctica de la Ilustración critica el mito de la razón, de la razón
instrumental

“A juicio de Weber, la evolución de Occidente consiste en un proceso de


racionalización, que no refleja sino el progreso en la vigencia de la
racionalidad medios-fines, que se va extendiendo a todos los sectores del
sistema socio-cultural” p. 76

“La razón subjetiva [Adorno habla de razón identificadora] tienda a la


autoconservación del individuo o de la sociedad y, fiel a su tarea, contempla
cuanto le rodea como un medio al servicio de su meta. Lo que no reporte un
beneficio al sujeto individual o social carece de interés para la razón
subjetiva. La razón objetiva, por su parte, sobrepasa este subjetivismo del
interés egoísta, y se esfuerza por configurar una jerarquía de todo lo que es,
incluyendo los fines últimos; es decir, intentando hacerse cargo del bien
supremo y del destino humano” p. 78 Al parecer la razón que triunfó fue
la subjetiva

Reificación: “La cosificación es una variante de la alienación, su forma más


radical y extendida, característica de la moderna sociedad capitalista.
Consiste en la transformación de las propiedades, relaciones y acciones
humanas en propiedades, relaciones y acciones de cosas, que se
independizan del hombre y gobiernan su vida. También, en este contexto,
los seres humanos se convierten en cosas” p. 81

Evidentemente el arte también cae en las garras de la razón


instrumental, y se vuelve mercancía que satisface y nada más.

“Siguiendo su modo habitual de proceder, la razón subjetiva degrada la


naturaleza al estatus de material sin más derecho que el de ser dominados.
La relación hombre-naturaleza es la relación sujeto-objeto, dominador-cosa
dominada, que debe ser infinitamente dominada. Se produce entonces esa
mala infinitud hegeliana, que consiste en un proceso de dominio al infinito,
la naturaleza externa sufre la opresión y se rebela contra ella, pero también
la naturaleza interna se resiste y se rebela. Este resentimiento,
paradójicamente, es aprovechado por la sociedad industrial para sus fines;
y con ello entramos en una de las teorías máscaras a Adorno y Horkheimer:
la teoría de la mimesis.
Según nuestros autores, para comprender algunos fenómenos de la
psicología de masas es preciso recurrir a un mecanismo psicológico
específico: el impulso mimético del niño, que le permite aprender. La
civilización empieza con los impulsos miméticos innatos en el hombre que,
sin embargo, éste debe trascender y sublimar. El progreso cultural y la
educación consisten en transformar comportamientos miméticos en
comportamientos racionales. Adaptarse significa llegar a ser como el
ambiente, en aras de la autoconservación, y ello supone, sin lugar a dudas,
una represión del impulso mimético, una represión de la naturaleza interna.
¿Es la solución eliminar la civilización opresora y volver a etapas pasadas?
Porque la naturaleza humana se rebela contra este dominio de la civilización
a la que llega a odiar” p. 85

“La razón subjetiva, a fuerza de querer asegurar la autoconservación del


sujeto, ha logrado su anulación” p. 87

“Por desgracia, la teoría crítica es incapaz de mostrar tendencias liberadoras


dentro de la sociedad establecida. El pueblo¸ que era fermento del cambio
social, se ha convertido en fermento de cohesión social” p. 96

“El cientificismo al que la Escuela de Fráncfort se enfrenta consiste en la


actitud epistemológica de creer que la ciencia no es sólo una forma de
conocimiento posible, sino que el conocimiento se identifica con la ciencia”
p. 98
“Esta actitud hunde sus raíces remotas en la distinción kantiana entre
conocer y pensar y en la asimilación, también kantiana, del conocimiento
con el conocimiento científico. Para Kant el pensamiento es sin duda
superior al conocimiento, porque dirige la vida moral que es lo más valioso
del hombre, pero no es conocimiento porque no encuentra su refrendo y su
límite en la experiencia” p. 98

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