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A Manuel Donís Ríos por darme su apoyo desde que nos conocimos
y entusiasmarme para hacer los estudios de postgrado
NOTA: Presentada en Caracas en 2009, esta es una versión corregida del año 2015. Mi agradecimiento
especial va al amigo Eliécer Calzadilla quien tuvo la paciencia de ayudarme con numerosas correcciones
de estilo.
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 05
Recapitulación de capítulo 97
La peste 118
La visita de dos ingleses 121
La peste: su desenlace entre los indígenas y para las autoridades 132
CONCLUSION 139
ANEXOS 143
BIBLIOGRAFÍA 156
INTRODUCCIÓN
Librados los indígenas del Caroní del yugo español, ¿cómo reaccionaron a los
cambios en lo económico, social, político y religioso que comenzaron al terminar la
época colonial en forma tan brusca y contundente? Una población ya acostumbrada a
vivir y trabajar como súbditos de un muy distante rey, bajo la disciplina religiosa y el
6
poder económico ejercido férreamente por los frailes, ¿qué sucedió con los indígenas de
las misiones cuando comenzó a funcionar el control del ejército republicano?
En lo espacial, esta investigación se ubica en las tierras al oriente del río Caroní
que integraron las misiones de Caroní antes de la guerra de independencia. De los
7
1
Estas misiones fueron: Santa Ana de Puga (donde hoy se encuentra el pueblo de El Triunfo en el estado
Delta Amacuro); San Miguel de Unata (desaparecida ya, pero fue ubicada en lo que hoy son los barrios
del Sur Orinoco, aproximadamente donde está ubicado el matadero municipal de Caroní); San Félix
(ubicada en la frontera sur de la mesa de Chirica, cerca de la carretera a Upata, y lejos de lo que es la San
Félix de hoy); La Purísima Concepción de Caroní, conocida como “Las Ruinas”; Santa Eulalia de
Morocure, desaparecida bajo las aguas del lago Macagua; y San Ramón de Caruachi, también bajo las
aguas pero más al oeste donde estaba Morocure y como a un kilómetro antes de donde se cruzaba el
Caroní en chalana cuando se utilizaba la vieja carretera a Upata.
8
Durante la colonia, la gente criolla fue reconocida como españoles, o sea, gente
de habla española. Una vez bajo el republicanismo, el término criollo toma auge,
porque “español” refiere al enemigo contra quien luchaban.
En las misiones del Caroní, el control de las misiones y los indígenas fue
ejercido sobre todo por los capuchinos catalanes; los militares de la guarniciones en
Angostura y Antigua Guayana tenían poca injerencia en esta parte de la provincia de
9
Guayana. En cuanto a la gente de Upata, esta fue una villa dentro de la estructura de las
misiones y por esto sus habitantes no tenían poder propio, sino fueron sujetos al
contrato hecho con la congregación cuando se fundó la villa en 1762.
dominación lenta, en la que la vida del subyugado pierde cualquier significado. Sin
embargo, en el caso de Guayana, la dominación nunca implicaba una conquista total,
porque el estilo de vida de los indígenas que habitaban la región no permitió la
subyugación absoluta. Siempre, además de la resistencia armada, quedaba el último
recurso: retirarse para perderse en las tierras al sur.
Dentro de tanta novedad, en estos 2 años que trastocaban todo, hay que
preguntar por lo inmutable, que muchas veces queda escondido detrás de las
innovaciones que parecen substanciales, pero resultan ser superficiales. Las actitudes,
los prejuicios, la manera de ver y responder a la autoridad y el ejercicio de ella, ¿se
transformaron o resistieron cambiar, por tantos años de vida de servidumbre colonial
que pesaba en el ambiente regional?
Según el censo de 1816, los indígenas de las misiones de Caroní constituían algo
más del 90% de la población. Partiendo de este hecho, esperamos mostrar cómo fue
afectada la población indígena por los cambios de poder y orden en 1817, y cómo fue su
proceso de adaptación en estos primeros 2 años cuando no contaban con la presencia de
11
los frailes: el ambiente religioso desapareció del escenario y el único beneficio que
retuvieron fue su importancia por ser la mano de obra de la región.
Las fuentes principales para este estudio son de dos tipos: las inéditas que se
encuentran en el Archivo General de la Nación en Caracas (en adelante AGNV), y las
publicadas en los compendios de documentos sobre los períodos colonial e
independentista o en escritos de algunos ingleses que estuvieron en Caroní durante esta
época.
Por la falta de estudios realizados hasta ahora sobre los cambios en la sociedad
de la región de Caroní durante los primeros años de vida republicana, mucha de esta
documentación no es muy conocida. La forma de utilizarla responde a la necesidad de
mostrar cómo un segmento importante de la sociedad que aparentemente no tiene voz
propia—los indígenas—reaccionó a los cambios impuestos por los republicanos
después de la toma de las misiones del Caroní en 1817. Para lograr esto, utilizaremos el
método desarrollado por Miguel Acosta Saignes, el gran investigador de los olvidados
de nuestra sociedad, en su estudio Vida de los esclavos negros en Venezuela. Su
metodología consiste en dar un doble tratamiento a los documentos: uno histórico y otro
de antropología social.
por los documentos de la Renta de Tabaco, que tenía intereses en Upata y al oeste de
Angostura.
indicaciones de estos “hidden transcripts” (conceptos escondidos) que nos pueden llevar
a una mejor interpretación de la sociedad pasada y presente, y abrirnos hacia una
sensibilización frente al “otro”, que está haciendo falta.
Este capítulo ofrece dos escollos, uno para entender ciertas reacciones de los
indígenas frente a nuevas exigencias, especialmente cuando están reclutados, y el otro
en cuanto al muerte de los frailes cautivos en Caruachi. El primero, esperamos haberlas
superado por conocimientos del trabajo de hato y hacienda aprendidos desde nuestra
juventud, y por el conocimiento que tenemos, aunque superficiales, de ciertas
costumbres del campo aprendidos en nuestros 30 años de vivencia en Guayana. Es una
desventaja de la juventud de hoy la de ser extremadamente urbanizada, lo que le hace
difícil a veces entender lo que fue el mundo rural, el trabajo con las bestias, y otros
pormenores que ayuden con la interpretación de los documentos de la época colonial y
del siglo XIX.
considera las reglas aceptadas por la sociedad. Dentro de estas reglas está el trato
respetuoso a los religiosos, sea uno o sea veinte. No hay forma de desenredar este
fárrago, porque no hay testimonios directos y los testigos más cercanos están regidos
por sus creencias. Debido a que nuestra preocupación nunca fue determinar la
culpabilidad en cuanto a la autoría intelectual o directa, sino tratar de entender cómo la
noticia fue recibida por la población afectada, sólo sugerimos que es tiempo que
dejemos atrás las ideas románticas y heroicas de la guerra y tratemos de sincerarnos y
entender que los hechos de guerra nunca reflejan tiempos normales. Hechos
bochornosos en guerra tienen que ser examinados a partir de un entendimiento de los
intereses, las pasiones y las necesidades que rigen en estos casos.
El cuarto capítulo nos lleva por el año 1818 en las misiones, ya con muchas
exigencias, pero menos recursos. Una vez más, la documentación viene
primordialmente del AGNV con sus documentos sobre La Revolución – Gobernación
de Guayana. Con ellos seguimos la dinámica de continuar sacando los bienes de las
16
CAPÍTULO I
Introducción
Por 1816, las misiones de Caroní, regentadas por los capuchinos catalanes
desde 1724, habían alcanzado un desarrollo agropecuario sorprendente para la época
debido a las propias dotes organizativas de los miembros de la congregación y al amplio
grado de control que los frailes ejercían sobre la población indígena de la región. A
pesar de los atroces y cruentos conflictos que estremecían las tierras al norte del río
Orinoco desde la declaración de la primera República de Venezuela en 1811, no fue
alterado el ritmo de su producción ni su capacidad para sostener sus habitantes ni su
disposición de apoyar las guarniciones de las fortalezas de la Antigua Guayana y la
capital de la provincia, Angostura. Diferentes intentos de las fuerzas republicanas para
tomar la provincia de Guayana desde esta fecha, no llegaron a tocar directamente a las
misiones, aunque éstas brindaron un apoyo constante a las fuerzas realistas del
gobernador de la provincia de Guayana.2 Leales sujetos del rey, los misioneros
socorrieron las fuerzas realistas entregándoles ganado, casabe y otros productos del
campo, tanto para la tropa como para la población de Angostura, además de diversos
renglones sacados del inventario de productos elaborados en sus misiones. En varias
oportunidades también enviaron al gobernador el refuerzo de partidas indígenas
armadas con arcos, flechas y lanzas y, en ocasión, remesas de plata.3
Fuera del limitado contacto que unos habitantes de Angostura y Guayana
tenían con los misioneros, fueron pocas las personas que conocían las misiones desde
2
Los principales ataques fueron en 1811-12 cuando un conjunto militar de cumaneses, barceloneses y
barineses tomaron control de la ribera norte del Orinoco en un intento de dominar las fuerzas reales en
Angostura y la Antigua Guayana, y en 1815 cuando José Tadeo Monagas y Manuel Cedeño invadieron al
occidente de Angostura. En ningún momento hubo incursiones que llegaran a adentrarse en el territorio
de las misiones de Caroní. La mejor fuente para esta época es SURROCA, 2003, en las secciones
dedicadas a estos años.
3
SAN CELONIO, Doc. 314, ‘‘Carta del Prefecto P. Buenaventura de San Celonio al P. Comisario de
misiones, exponiéndole la situación de la provincia de Guayana en los primeros años de la guerra
emancipadora (Caroní, 17 abril 1812), en: CARROCERA, 1979, III, pp. 271-274, p. 273. La mayor parte
de la documentación sobre las misiones sale de la compilación hecha por P. Buenaventura de Carrocera,
cap., publicado en 1979 por la Academia Nacional de Historia en su Colección Fuentes para el Estudio de
la Historia Colonial de Venezuela. Por la importancia de su autoría y su contenido daremos autonomía a
cada documento citando de esta forma, y luego indicaremos el volumen y las páginas de Carrocera donde
se encuentra. En caso contrario haremos la salvedad.
18
adentro4. En parte esto fue por su situación geográfica tan alejada de las rutas normales
de comunicación; por otro lado, debido a la política de los capuchinos de apartar
estrictamente a los “españoles” en las villas de San Antonio de Upata y San Isidro
Labrador de Barceloneta, con la excepción de un reducido número de mayordomos
catalanes,5 no permitían que gente foránea conviviera con los indígenas.6
4
Humboldt recogió información sin visitar las misiones, porque estaba recuperándose de malaria. Dos
franceses, Depons y Dauxión Lavaysse, ofrecen información pero sus descripciones sugieren que no fue
recogida en el sitio, sino recopilada de lo dicho por otros. Parece que los obispos de la diócesis de
Guayana (Ibarra, Mohedano y Cabello) nunca visitaron las misiones que, fuera de Angostura,
representaban la mayor población de la provincia de Guayana. Por 1800, Angostura tenía 6 mil
habitantes en 1800, según HUMBOLDT, 1991, vol. IV, p.476. Casi por los mismos años, en 1799, las
misiones tenían 15.902 habitantes según SABADELL, Doc. 293, “Estado de la misión de Guayana
presentado por su Prefecto P. Buenaventura de Sabadell al Gobernador de la provincia (Caroní, 23 julio
1799), en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 176-194. Los informes de los obispos carecen de los
detalles que reflejan una presencia in situ, y muestran más bien su aversión al indígena y el deseo de
controlar la entrada económica de las misiones. También se nota en sus escritos el apoyo de sus deseos
por las autoridades militares y civiles en Angostura. No hay un estudio adecuado sobre los problemas
surgidos entre la congregación de capuchinos catalanes y la diócesis, pero se puede consultar en
Carrocera unos documentos de Ibarra (Doc.282, 1793, 146-150); Mohedano, (Doc. 302, 1803, 234-235 y
Doc. 304, 1803, 236); y Cabello (Doc. 313, 1812, 263-271).
5
ALVARADO, Eugenio de. Doc. 119 “Modo religioso y económico de vivir los Padres, granjerías del
común de las misiones como del particular de los Padres, indios y demás agregaciones a ellas”, (Hato de
la Divina Pastora, 20 abril 1755) en: CARROCERA, 1979, tomo I, pp. 339-351; p. 349. [En adelante:
ALVARADO, 1755, Doc. 119, p.]
6
Esta política de la congregación fue la manzana de discordia entre ella y las autoridades militares,
diocesanas y civiles de la provincia. El problema está tratado en varios documentos recogidos en
Carrocera, Misión de los Capuchinos en Guayana, pero su expresión más contundente queda reflejada por
el argumento de CASTELLTERSOL, Fray Luis de. Doc. 312, “Representación …en contra de los
proyectos de la Junta gobernativa instalada en Guayana sobre los indios, dirigida a Fernando VII y en su
nombre a la Junta Suprema y Regencia del Reino.” (Caroní, 12 julio 1810) en: CARROCERA, 1979,
tomo III, pp. 260-263.
7
En cuanto a los vecinos “españoles” nuestra atención se limita a los de la villa de Upata, porque por la
lejanía de la villa de Barceloneta (hoy con el nombre La Paragua), y su ubicación al occidente del río
Caroní, sus pobladores no tenían injerencia en la vida de la mayoría de las misiones.
19
Los indígenas que habitaban y laboraban en las misiones del Caroní no fueron
de etnias homogéneas. En el estado de las misiones de 1816, el padre prefecto nombra
ocho: guayanos (pariagotos), panacayos, caribes, guaraúnos, guaicas, aruacas, sálivas, y
arinagotos. De estos, la mayoría vivían en misiones según su etnia:
Tabla 01
Tabla de misiones habitada por una sola etnia
y el número total según etnia
Etnia N° de misiones Habitantes
Guayano 6 5488
Caribe 6 4759
Guaica 5 2608
Arinagoto 1 355
Totales 18 13210
Fuente: BARCELONA, Fulgencio de. Doc. 323 ‘‘Estado de la misión de Guayana dado por el
último Prefecto P. Fulgencio de Barcelona (Caroní, 13 octubre 1816)’’ en: CARROCERA,
1979, tomo III, 1979, pp. 314-317.
Los guayano, el grupo de mayor población, fueron también los que más tiempo
tenían en las misiones y los preferidos para todos los trabajos. Ocupaban las misiones
céntricas, Pastora y Tumeremo. Con ellos se había emprendido el trabajo del hato. Los
caribe, incorporados a las misiones una vez debilitados por las enfermedades del
temprano siglo XVIII, ocupaban principalmente las misiones del oriente y unas en
8
BARCELONA, Doc. 323 ‘‘Estado de la misión de Guayana dado por el último Prefecto P. Fulgencio de
Barcelona (Caroní, 13 octubre 1816)’’ en: CARROCERA, 1979, tomo III, 1979, pp. 314-317. Ver Anexo
01.
20
Mapa 01
Las misiones de Caroní en 1816
21
el bajo Caroní. Los guaica estaban reunidas en las misiones pequeñas del sur y los
arinagoto en Currucay, por el alto Caroní, que era su terruño de procedencia.
9
ALVARADO, Doc. 119, p. 341. Los ubica como habitantes de los montes de Imataca.
22
10
BUCHHOLZ, 1993, pp. 13-15.
11
CARROCERA, 1979, tomo I, p. 34.
12
MATÍNEZ DE ONECA, Doc. 127 ‘‘Informe del obispo de Puerto Rico D. Pedro Martínez de Oncea,
después de su visita a los Anejos Ultramarinos (22 junio 1758 - 10 mayo 1759)’’ en: CARROCERA,
1979, tomo I, pp. 368-371, pp. 369-370. El obispo comenta “…por lo común repugnan mucho el trabajo
y son malos trabajadores, y es necesario contemplarlos para mantenerlos,…”.
13
SAUTÓ, Doc. 137 ‘‘Estado de la misión de Guayana, con la noticia de fundación de sus pueblos, dado
por el P. Prefecto Fidel de Sautó (Suay, 26 febrero 1761), en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 23-28 y
p. 26.
14
BARCELONA, Doc. 182 ‘‘Estado de la misión de Guayana, dado por el Prefecto P. Bruno de
Barcelona, en el que se contienen muy interesantes noticias sobre la marcha y progreso de la misma
(Caroní, 25 enero 1772)’’, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 154-165 y p. 161. Lo de los guaraúnos
en Marhuanta surge de una mudanza forzada de 4 pueblos—Piacoa, Uyacoa, Tipurua y Unata—desde el
margen sur del Orinoco al oriente de las fortalezas a sitios al occidente del Caroní y más arriba del
Orinoco cerca de Angostura. El conflicto causado entre el Gobernador Manuel Centurión y la
congregación por esta mudanza está reseñado en varios documentos a partir de 1768 en: CARROCERA,
1979, tomo II. En éstos, a veces quedan reflejadas las opiniones que los frailes tenían de las diferentes
etnias.
15
Doc. 245, ‘‘Informe del Consejo de Indias sobre el estado de la misión capuchino de Guayana (1788)’’,
en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 18-19, p. 18.
23
Por 1816, los indígenas de la región habían tenido contacto con españoles y
otros extranjeros europeos, principalmente holandeses, durante 200 años. Santo Tomé
de Guayana, fundada en 1595, fue la única población española en la región hasta 1762
cuando se fundó San Antonio de Upata. Tenía una historia de trashumancia en sus
primeras décadas, pero se fijó en la ribera izquierda del río Usupamo a partir de 1650.
Pequeño, débil y poblado mayormente por mestizos pobres y sin educación, este asiento
fronterizo había tenido poca influencia en lograr un cambio cultural en los indígenas
que lo conocieron u observaron.16 Fue sólo a partir de 1724 que la situación cambiaría,
cuando un nuevo grupo de frailes capuchinos desembarcó en las fortalezas, sufrió
durante unos meses los rigores de la escasez de comida, común en la zona, y determinó
buscar y traer ganado para confrontar este problema.17
El sustento de los indígenas y los criollos, antes de la llegada del ganado, había
sido muy problemático por el empobrecimiento del número de elementos de caza en una
zona con una población humana constante, por problemas agrícolas comunes de una
16
Más bien, hay indicios de que la gente que pobló a Santo Tomé y las fortalezas logró sobrevivir por
adoptar conocimientos y costumbres de los indígenas. Este aspecto no ha sido estudiado.
17
ALVARADO, Doc. 119, 1755, p. 341.
18
OLOT, Doc. 106, ‘‘Estado de la misión de Guayana expuesto por el Prefecto P. Agustín de Olot
(Misión de la Purísima Concepción, 3 enero 1744)’’, en: CARROCERA, 1979, tomo I, pp. 304-307, p.
305.
24
El sustento más fiable fue basado en carne de res salada o en tasajo, y en yuca
en su expresión más duradera: el casabe; esta combinación posibilitó asentamientos
fijos, y esto mismo llevaba a la necesidad de fundar más misiones con mayores y más
reglamentadas siembras de yuca y otros renglones agrícolas, para garantizar el sustento
de toda la población de las misiones durante el año. Las ramas de siembra se
diversificaron según las posibilidades de los terrenos de cada misión.21 En algunas se
consolidó la siembra de algodón, planta nativa de la región, para promover el hilado de
las fibras y su tejido en telas para vestir y otros objetos valiosos como chinchorros, los
cuales fueron de excelente calidad.22 Se aprovechaba la extracción de aceites
19
SANOJA y VARGAS, 2005, p 57. La información ofrecida en la página 57 está ilustrada en la página
67 en ‘‘Figura 9. Santo Tomé Viejo. Sitio Villapol. Seriación arqueológica’’.
20
ALVARADO, Doc. 119, 1755, pp. 338-351. Casi no hay página de este documento donde no se
mencione algún producto que sostenía o daba entradas económicas a las misiones.
21
ALVARADO, Doc. 119, 1755, pp. 338-351. Menciona maíz, arroz y tabaco, p. 348; arroz, plátano y
caña dulce, p. 341.
22
PUIGCERDÁ, Doc. 149, “Carta del P. Jaime de Puigcerdá informando sobre el estado de la misión a
poco de su llegada (1765)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 55-56.
25
Con el paso de los años, las destrezas de los indígenas en todas las labores
aumentaban y fueron perfeccionadas. En 1810, el Prefecto Fray Luis de Castelltersol
defendió la obra de su congregación al indicar con orgullo que “…en los pueblos de
nuestros indios, en donde hay todos los oficios de una república: sastres, zapateros,
curtidores, tejedores, herreros, tejeros y demás necesario,…”27 El adiestramiento de los
indígenas en obras de construcción hizo que hubiera carpinteros, herreros, albañiles y
tejeros que podían construir todas las partes de un edificio desde sus cimientos hasta los
techos de tejas; por esto se puede decir que no hubo edificio en la región desde la
Antigua Guayana hasta Angostura que no fuera construido por los indígenas, aunque
23
ALVARADO, Doc. 119, 1755, p. 348.
24
ALVARADO, Doc. 119, 1755, p. 350.
25
ALVARADO, Doc. 119, 1755, p. 342.
26
ALVARADO, Doc. 119, 1755, pp. 342 y 343.
27
CASTELLTERSOL, Fray Luis de. Doc. 312, ‘‘Representación del Prefecto de la misión en contra de
los proyectos de la Junta gubernativa instalada en Guayana sobre los indios, dirigida a Fernando VII y en
su nombre a la Junta Suprema y Regencia del Reino’’, en: CARROCERRA,1979, tomo III, pp. 260-263,
p. 261.
26
eran mal pagados y la atención a la problemática del viaje de ida y vuelta a los lugares
de trabajo, fuera de la misión, fue obviado por las autoridades y los criollos.
En fin, se podía decir que en Caroní no hubo tarea manual en que un indígena,
mujer u hombre, no estuviera activo, y en su mano de obra descansaba el bienestar de la
región.28
Su cristianización
28
LA GARRIGA, Doc. 236, “Carta del Prefecto P. Benito de La Garriga al P. Visitador de la misión,
explicándole los trabajos y ocupaciones a que se destinan los indios de la misma (Caroní, 6 marzo 1780)”
en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 360-361. Este documento revela con mucha claridad las diferentes
labores de los indígenas. Aunque escrita 36 años antes de 1817, ilustra sobre la magnitud del aporte
indígena al sustento de la vida en Guayana.
29
Extraoficialmente es comentado por Puigcerdá, Jaime de. Doc. 241 ‘‘Extraña carta del P. Jaime de de
Puigcerdá sobre el cambio de método en la catequización de los indios de la misión (Barcelona, febrero,
1783),” en CARROCERA, 1979, tomo II, p. 370.
30
Hay un estudio del antropólogo Miguel Ángel Perera, que explica profusamente las fuerzas detrás de la
formación de estos criterios tan desdeñosos del indígena que siguen todavía marcados en nuestra mirada
hacia el indígena de hoy. Recomendamos especialmente la lectura de su primer capítulo a cualquiera
persona interesada en el tema: PERERA, 1994, pp.17-39.
27
El convencimiento de los frailes de que era muy difícil lograr civilizar a los
indígenas era constante, aunque había avances continuos en otros campos.
31
MOYA, Doc. 71, ‘‘El Prefecto P. Benito de Moya da cuenta al P. Comisario de misiones de cuanto han
hecho los Capuchinos catalanes en la isla de Trinidad en la Guayana (Purísima Concepción de Suay, 20
mayo 1728)”, en: CARROCERA, 1979, tomo I, pp. 244-247, p. 244.
32
Doc. 107, ‘‘Método que observan los PP. Capuchinos catalanes para el gobierno de sí mismo y de los
indios (1745?)’’, en: CARROCERA, 1979, tomo I, pp. 307-312, p. 311.
33
ALVARADO, Doc. 119, 1755; p. 349.
34
VILLANUEVA, Doc. 224, ‘‘El P. Félix de Villanueva denuncia las intrigas del Comandante Centurión
y expone el estado de la misión en carta al P. Comisario de las misiones (Cupapuy, 22 marzo 1778)”, en:
CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 314-318, p. 316..
35
VILLANUEVA, Doc. 224, ‘‘El P. Félix de Villanueva denuncia las intrigas del Comandante Centurión
y expone el estado de la misión en carta al P. Comisario de las misiones (Cupapuy, 22 marzo 1778)”, en:
CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 314-318, p. 316.
36
BARCELONA, Doc. 225, ‘‘Carta del P. Joaquín de Barcelona al P. Provincial de Cataluña, en que
propone los medios más aptos, a su parecer, para hacer adelantar la religión (Ayma, 5 abril 1778)”, en:
CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 319-320, p. 320.
37
CASTELLTERSOL, PUIG-REIG y SAN CELONIO, Doc. 307, ‘‘Exposición de los superiores de la
misión sobre la no entrega de los pueblos de indios a la jurisdicción del Obispo. (Caroní, 1 noviembre
1803)”, en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 241-246, pp. 242-243.
28
Con el paso de los años, hubo desazón porque el resultado no fue lo que los
frailes anhelaron. En 1775, respondiendo a unas preguntas hechas por el virrey de Santa
Fe sobre unos problemas en las misiones de Caroní, el obispo de Puerto Rico que las
había recorrido en su visita pastoral, alabó la gestión económica de los catalanes, pero
en cuanto a la religiosidad de los indígenas explicó en forma muy cruda lo que observó:
“…aquellos indios me parecieron más bien bestias que hombres, por lo que
me parece que sus luces son tan escasas que no pueden reputarse fieles ni infieles al
rey. Y asimismo creo que la religión católica no está radicada en sus almas. Esto se
palpa en la gran repugnancia que tienen generalmente a asistir al rezado y a la
doctrina y en el total olvido que tienen de la doctrina en llegando a casarse. …es
rarísimo el indio a quien se da la Sagrada Comunión, aun en el artículo de la muerte
porque los misioneros han hallado muy graves irreverencias al sacramento y se han
visto precisados a tomar esta providencia que parecería dura si en los indios hubiera
verdadera y viva fe, pero, como carecen de ella, no sienten verse privados del pan
celestial.”39
Una idea de cómo superar este estado fue expuesto en una carta muy
interesante, y según Carrocera “extraña”, del padre Jaime de Puigcerdá en 1783 en la
que esbozó la necesidad de cambiar el método de catequización de los indios. Dice:
38
Una descripción muy detallada del método está expuesta en Doc. 107, ‘‘Método que observan los PP.
Capuchinos catalanes para el gobierno de sí mismo y de los indios (1745?)”, en: CARROCERA, 1979,
tomo I, pp. 307-312, p. 311.
39
JIMÉNEZ, Doc. 212, ‘‘Informe del obispo de Puerto Rico D. Fr. Manuel Jiménez Pérez al Virrey de
Santa Fe y a petición de éste sobre el estado de las misiones de Guayana y sobre la conveniencia o no de
poner corregidores (Puerto Rico, 31 julio 1775)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 283-289, pp.
287-288,
40
PUIGCERDÁ, Doc. 241, ‘‘Extraña cartea del P. Jaime de Puigcerdá sobre el cambio de método en la
catequización de los indios de la misión (Barcelona, febrero 1783)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II,
pp. 369-372, p. 369.
29
“…no sólo no entienden jamás el catecismo sino que ellos y los misioneros
llegan a cansarse y aun a fastidiarse de aquel diario afán, y, viendo que con él por más
que hagan, no logran el fruto deseado, se afirman en que es conocida incapacidad de
los indios y que es majar hierro frío, y finalmente viene a parar todo en que unos y
otros, misioneros e indios, sólo van al rezado por cumplimiento y se excusan de él
cuanto se puede por cualquier leve causa, y todo el cuidado lo ponen en lo político y
mecánico.”41
Informa que con el método tradicional, ni los indios que hayan nacido en el
pueblo y tengan ya cincuenta años de rezo han cambiado, que sólo se pueden bautizar a
los indios adultos que han salido del monte en momentos de artículo mortis, que si
reciben los sacramentos lo hagan malamente por ignorancia que tienen, y remarca que a
la larga los misioneros no se preocupan de que los indios “…hagan la anual confesión, y
mucho menos la Comunión, pues, hasta mi última salida, no creo que entre tantos miles
como tenemos, hubiese [sic] cinco indios de Comunión.”42
41
PUIGCERDÁ, Doc. 241, ‘‘Extraña cartea del P. Jaime de Puigcerdá sobre el cambio de método en la
catequización de los indios de la misión (Barcelona, febrero 1783)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II,
pp. 369-372, p. 370.
42
PUIGCERDÁ, Doc. 241, ‘‘Extraña carta del P. Jaime de Puigcerdá sobre el cambio de método en la
catequización de los indios de la misión (Barcelona, febrero 1783)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II,
pp. 369-372, p. 370.
30
43
En este último caso debemos mucho al pensamiento de SCOTT, 1985, en Weapons of the Weak:
Everyday Forms of Peasant Resistance y SCOTT, 1990, en Domination and the Arts of Resistance:
Hidden Transcripts, cuyos estudios tratan de formas de disensión ejercidas callada, discreta y a veces
silenciosamente por grupos sujetos a estructuras de dominación.
44
Doc. 107, ‘‘Método que observan los PP. Capuchinos catalanes para el gobierno de sí mismo y de los
indios (1745?)”, en: CARROCERA, 1979, tomo I, pp. 307-312.
45
ALVARADO, Doc. 119, p. 343.
46
ALVARADO, Doc. 119. p. 344.
31
47
FUENTERRABÍA, Doc. 265, ‘‘El Procurador general de las misiones, P. Pedro de Fuenterrabía,
expone al rey en este memorial las vejaciones y atropellos de que son objeto los misioneros e indios de
Guayana (1791)”, en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 86-90, p. 89.
48
SABADELL, Doc. 285, “Carta del Prefecto P. Buenaventura de Sabadell, en la que da algunas noticias
sobre lo sucedido en la misión (Caroní, 10 julio 1795)”, en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 156-157,
p. 157.
49
BARCELONA, Doc. 182, ‘‘Estado de la misión de Guayana, dado por el Prefecto P. Bruno de
Barcelona, en el que se contienen muy interesantes noticias sobre la marcha y progresos de la misma
(Caroní, 25 enero 1772)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 154-165, p.156.
50
SAUTÓ, Doc. 137, ‘‘Estado de la misión de Guayana, con la noticia de la fundación de sus pueblos,
dado por el P. Prefecto Fidel de Sautó (Suay, 26 febrero 1761)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp.
23-28, p. 28.
51
LA GARRIGA, Doc. 186, ‘‘El P. Prefecto Benito de La Garriga informa al P. Provincial de Cataluña
sobre varios sucesos importantes que tuvieron lugar en la misión (Altagracia, 8 septiembre 1772)”, en:
CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 169-172, p. 170. Este hecho fue el asesinato del P. Fugarolas,
asignado a una misión por el río Paragua, que fue matado junto con un joven catalán y 4 indios por otros
compañeros indígenas cuando estaban en una entrada para buscar traer más indígenas a la misión. No se
aclara la razón por tanta saña.
52
DIGUJA, Doc. 144, ‘‘Informe del gobernador Dibuja Villagómez sobre la misión capuchina de
Guayana a raíz de su visita (1763)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 36-41, p. 40.
32
de trabajo,53 pero los upatenses maltrataron y mal pagaron a los indígenas, y es muy
posible que la mala calidad en los trabajos fue algo parecido a lo que sería una
“operación morrocoy” en una fábrica del siglo XX. Tardía en la vida misional, en 1803,
los indígenas de Barceloneta solicitaron formalmente el permiso para establecer pueblo
aparte para vivir mejor y tener sus hijos con ellos. Esto fue causado por el maltrato de
los vecinos de Barceloneta y del hecho de que varios vecinos retuvieran a los niños en
sus casas para su servicio y no les trataran bien. Es interesante el hecho, no sólo por la
queja, sino por lo que representa en cuanto a la utilización de una manera formal de
exigir a las autoridades.54
“Están subordinados a las justicias por el temor pero tienen bastante amor a
los misioneros, y aunque los temen porque les castigan algunas veces, tienen bastante
confianza en ellos porque los remedian en sus necesidades y les asisten en sus
trabajos. Mientras se conservan los rublos bajo la dirección de los Padres misioneros
y sin intervención de corregidores o capitanes conservadores, creo que no hay
fundamento para recelar que los indios abandonen sus pueblos y se retiren a los
montes, porque, como he dicho, aman a los misioneros porque los tratan con suavidad
y caridad paternal;…”55
53
ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, VENEZUELA. Renta de Tabaco, 1789, ‘‘Carta del
Administrador de la Renta de Tabaco en Guayana, José Reguero, al Director General Esteban Fernández
de León, (7 de junio de 1789)”, ff. 1-8. En adelante AGNV y todo lo demás igual. Reguero comenta:
‘‘…los Peones Indios son los mas inútiles que pueda haver, y para sembra de tabaco mucho mas:…’’.
54
CASTELLTERSOL, Doc. 305, ‘‘Carta del Prefecto Luis de Castelltersol al Gobernador de Guayana,
insistiendo sobre la pretensión de los indios que vivían en la villa de Barceloneta, de formar ellos pueblo
aparte (Caroní, 18 mayo 1803)”, en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 237-238; y Doc. 306, ‘‘Recurso
del P. Prefecto a la Audiencia de Caracas para que se acceda a la petición de los indios de la villa de
Barceloneta de formar ellos pueblo aparte (Caroní, 1 noviembre 1803)”, en: CARROCERA, 1979, tomo
III, pp. 238-241.
55
JIMÉNEZ, Doc. 212, ‘‘Informe del obispo de Puerto Rico D. Fr. Manuel Jiménez Pérez al Virrey de
Santa Fe y a la petición de éste sobre el estado de las misiones de Guayana y sobre la conveniencia o no
de poner corregidores (Puerto Rico, 31 julio 1775)’’, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 283-289, p.
288.
33
56
BARCELONA, Doc. 323, ‘‘Estado de la misión de Guayana dado por el último Prefecto P. Fulgencio
de Barcelona (Caroní, 13 octubre 1816)”, en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 314-317. No está
mencionado el Padre José de la Riera, presente en las misiones desde 1792, quien fue capturado durante
la huida de agosto, 1817, y luego murió de enfermedad en las Fortalezas. Es posible que en el momento
del censo de octubre estaba ausente en funciones administrativos en Cumaná o Barcelona.
57
Doc. 321, ‘‘Documentos relativos a la última expedición de misioneros enviados a Guayana (1815-
1816)”, en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp.293-297, pp. 294-295.
34
58
Doc. 321, ‘‘Documentos relativos a la última expedición de misioneros enviados a Guayana (1815-
1816)”, en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp.293-297, pp. 294-295. Del nuevo contingente, todos
tenían de 10 a 29 años como religiosos.
35
desconocidas que cruzaron a pie guiados por la aguja de una brújula.59 Luego, durante
dos décadas tenían que cuidar celosamente el ganado y poner veda a su matanza para
permitir el crecimiento de los rebaños. Al mismo tiempo tenían que capacitar a algunos
indígenas en las faenas del hato, mientras comenzaban a reunir los diferentes grupos en
las primeras misiones fundadas: la Purísima Concepción de Suay, cerca de las
fortalezas, y San Antonio de Caroní, arriba de los estruendosos saltos.
Mientas esto sucedía, el genio organizativo catalán aplicó la idea del común
como forma organizativa de los frailes de la congregación en Guayana. Esto también
tenía su base pragmática. Lo normal en las misiones de las congregaciones en
Venezuela era que cada misionero tuviera que mantenerse de su misión. Los catalanes
se dieron cuenta de que las misiones no eran iguales en cuanto a sus posibilidades:
algunas daban buen maíz, pero no tanta yuca, y viceversa; otras ofrecieron buenos
pastos para ganado, pero no para la agricultura, y viceversa; y así sucesivamente. Cada
misión tenía sus perspectivas, pero todas no tenían las mismas, y por esto a veces sus
misioneros tuvieron problemas, lo que afectaría también a los indígenas bajo su
ministerio. Entonces, sustentados en costumbres arraigadas en la tradición de la
congregación y afirmados en una visión inteligente de las realidades de la vivencia en
59
OLOT, Doc. 106, ‘‘Estado de la misión de Guayana expuesto por el Prefecto P. Agustín de Olot
(Misión de la Purísima Concepción, (3 enero1744)”, en: CARROCERA, 1979, tomo I, pp. 304-307, p.
305 y pp. 315-318; y MOYA, Doc. 109, ‘‘Situación de la misión y misioneros dada por el P. Prefecto
Benito de Moya (Suay, 22 mayo 1749)”, en: CARROCERA, 1979, tomo I, pp. 315-316.
60
AGNV. Libros contables de la Real Hacienda en Guayana. 1790 y 1799. Es notable cómo la carne
salada y las tortas de casabe llegaron a ser parte vital del sustento. En los datos de cargamento en estos
libros no hay barco que salga sin su carga de estos renglones, tanto para el sustento de los tripulantes
como para la venta en puertos del Caribe.
36
61
ALVARADO, Doc. 119, 1755, en CARROCERA, 1979, tomo I, pp. 338-351. El hato y el común ya
fueron una realidad por la década de 1750 y están evaluados por el ojo escrutiñador y crítico de don
Eugenio de Alvarado, uno de los comisionados de la Expedición de Límites. Es el relato más detallado
que tenemos. Para quien quisiera más información sobre la historia del hato y del común pueden consultar
en CARROCERA, 1979, tomo I, Doc. 65, pp. 229-236, y Doc. 106, pp. 304-305; en CARROCERA,
1979, tomo II, Doc. 137, pp. 23-24; el Doc. 144, pp. 36-37; Doc. 198, pp. 202-206; y Doc. 212, pp. 286-
288.
37
motivos que ha habido y hay en el día para que estos Padres tengan el manejo de
su ganado.”62
Por el fin del siglo hubo una guerra declarada entre la congregación y las
autoridades de Guayana. Los jefes militares, los obispos, el ayuntamiento de Angostura,
y las autoridades de la Renta de Tabaco, todos querían quitar el hato de las manos de los
misioneros. Los argumentos de todos son interesantes63, las formas usadas por los de
Angostura para referirse a la congregación fueron cada vez más hirientes64, y el
ambiente a partir de 1790, fue progresivamente más enrarecido. El conflicto de
intereses caldeó tanto los ánimos que aún durante los primeros años de lucha cruenta
entre republicanos y realistas al norte del Orinoco, en Guayana las comunicaciones
oficiales referentes al caso, que fue expuesto a la regencia y en las cortes de Cádiz,
parece el tema regional de mayor trascendencia.
Los vecinos de la villa de Upata y sus pugnas con los capuchinos catalanes
La villa de San Antonio de Upata tuvo su fundación exitosa en el año 1762.
Un primer intento, en 1736 con gente traída desde las islas Canarias, fracasó por el alto
porcentaje de defunciones de sus miembros y luego su abandono de la zona después de
un ataque inglés en 1741.65 En ambos casos la razón de traer a gente española fue la de
“…sujetar a los indios y tener gente para ir a las entradas,…”66 La fundación en 1762,
62
JIMÉNEZ, Doc. 212, ‘‘Informe del obispo de Puerto Rico D. Fr. Manuel Jiménez Pérez al Virrey de
Santa Fe y a petición de éste sobre el estado de las misiones de Guayana y sobre la conveniencia o no de
poner corregidores (Puerto Rico, 31 julio 1755)’’, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 283-289, p. 287.
63
CARROCERA, 1979, tomo III. Evitamos detallar esto porque fue una guerra llevada fuera de la
presencia y el conocimiento indígena. Hay un número profuso de documentos en el tercer volumen de
Carrocera que refleja el problema, especialmente a partir de la creación de la diócesis de Guayana en
1790.
64
VENTURA CABELLO, Doc. 313, “Instrucción que formó Don José Ventura Cabello, Obispo electo
de Santo Tomás de Guayana,…y la misma que lleva el Sr. D. José de Olazarra, capitán de ejércitos, en
calidad de comisionado electo por la Junta de Guerra y el Ilustre Ayuntamiento de esta ciudad,
para…exponer…ante el Supremo Congreso de las Cortes generales extraordinarias de la nación, …
(Santo Tomé de Guayana, 18 febrero 1812”, en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 263-271. En este
documento el obispo electo de Guayana, llega al extremo de referir a los misioneros como gente de
“conducta…agravante al real erario” (p. 266), deseosos de “una herencia temporal” (p. 266), “vampiros
del jugo de la nación” (p. 267) y otros epítetos similares. La condición de penuria de su diócesis
probablemente fue lo que le incitó a esta postura. Parece que nunca visitó a las misiones ni hizo intentos
sinceros para lograr el diálogo. Tampoco hay indicios de que Ibarra y Mohedano, los primeros obispos,
hicieran una visita a las misiones de Caroní, y estando rodeados por gente que tenía sus ojos puestos en
las manadas, y por ser clérigos caraqueños acostumbrados a una Iglesia prepotente y sacrosanta, su
actitud tampoco ofreció apertura hacia la congregación y fue siempre desdeñosa hacia los indígenas.
65
CARROCERA, 1979, tomo I, p. 32; MOYA, Doc. 101, ‘‘Carta del Prefecto P. Benito de Moya al
obispo de Puerto Rico informándole del estado de la misión de Guayana y solicitando el envío de más
misioneros (Suay, 16 noviembre 1739)”, en: CARROCERA, 1979, tomo I, pp. 294-295, p. 294.
66
EL REY, Doc. 99, ‘‘Cédula por la que se conceden a la misión de Guayana 25 familias canarias parra
escolta y protección de los misiones (Aranjuez, 15 abril 1736)”, en: CARROCERA, 1979, tomo I, pp.
38
con gente criolla venida desde la provincia de Cumaná y Trinidad,67 se debió mucho al
apoyo del gobernador José Diguja y fue hecha “…en la sabana grande de Upata por ser
este sitio bueno, de tierra suficiente para labrar y cría de ganado, sin perjuicio de los
indios…”.68 Esta sabana quedaba en un punto céntrico entre los pueblos de Altagracia,
Cupapuy, y Santa María, que lo rodeaban, y permitía el fácil acceso de los indígenas de
aquellos poblados para ayudar con las labranzas. Preocupados los misioneros por la
posibilidad de que los vecinos no resultarían constantes, éstos tuvieron que firmar un
documento que los obligó a cumplir con su compromiso de ir a las entradas y de servir
como apoyo en poner orden a los indígenas en caso de necesidad. A la vez, como la
comunidad costeó la construcción de sus casas, la preparación de sus primeras labranzas
y su manutención en el primer año (todo esto hecho por los indígenas), estipularon que
los vecinos no podían desamparar el pueblo para vivir a otra parte, ni vender sus casas a
otros sin el consentimiento de los misioneros. El contrato tenía unos artículos de ese
tenor.69
289-290, p. 289. Referente la primera fundación; LA GARRIGA, Doc. 142, ‘‘Carta del P. Prefecto
Benito de La Garriga al P. Comisario general de Misiones, dándole cuenta de la fundación de la villa de
Upata (Suay, 8 julio 1763)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 34-35, p. 35 para la cita.
67
EL REY, Doc. 150, ‘‘Cédula por la que se permite la fundación de villas de españoles en la misión de
Guayana y se señala la finalidad de sus habitantes (El Pardo, 5 febrero 1765)”, en: CARROCERA, 1979,
tomo II, pp. 56-57, p. 56.
68
Doc. 140, ‘‘Escrito de compromiso entre los misioneros capuchinos catalanes de Guayana y los
primeros vecinos de la Villa de Upata (Upata, 11 febrero 1763)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp.
31-33, pp. 31-32, La frase ‘‘…sin perjuicio de los indios…’’ es importante por las luchas posteriores ente
los vecinos y los misioneros cuando aquellas querían agarrar más tierras.
69
Doc. 140, ‘‘Escrito de compromiso entre los misioneros capuchinos catalanes de Guayana y los
primeros vecinos de la Villa de Upata (Upata, 11 febrero 1763)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp.
31-33, pp. 31-32.
70
ABBAD Y LASIERRA, Doc. 199, “Relación de la visita a los pueblos misionales de Guayana hecha
por Fray Iñigo Abbad y Lasierra, O.S.B., secretario del obispo de Puerto Rico D. Fr. Manuel Jiménez
Pérez (25 noviembre 1773)”, en: CARROCERA, 1979, tomo II, pp. 207-221, p. 215.
71
A partir de 1785 se encuentran en el índice de Renta de Tabaco del Archivo General de la Nación,
Venezuela, una cantidad significativa de documentos referentes a Upata.
39
con la siembra y cosecha de tabaco, los vecinos llegaron a sentirse muy infelices con su
situación tan sujeta a la autoridad de la comunidad, y cuando el gobernador Marmión
hizo una visita en 1786, levantaron a él sus lamentos. Sus quejas fueron: concurrir al
servicio de escolta era duro y peligroso, esto les quitaba mucho tiempo de sus labranzas,
los misioneros no les daban suficiente peonada y como no tenían esclavos todo se
deterioraba, carecían de carne porque sus sabanas eran pocas, y los misioneros no les
hacían repartimiento de tierras para criar ganado mayor. Lamentaban que vivían “una
especie de servidumbre”, bajo una nube de “una suerte infeliz”.72
Esta tragedia de infelicidad tomó un carácter más agresivo cuando en 1789, fue
nombrado un nuevo administrador de la Renta de Tabaco en Upata, José Reguero, quien
imbuido de su importancia como representante de los intereses del rey, arremetió contra
los frailes por no suministrar suficientes indios como peones, ni novillos para el sostén
de los cultivadores y los amenazó como vasallos desleales al rey si no contribuían según
sus exigencias.73
Este ataque fue el comienzo de una serie de escaramuzas que duraron años. Ya
por 1789 hubo 60 cosecheros de tabaco matriculados que tenían plantaciones de 4 mil a
100 mil matas.74 La bonanza del tabaco llevó a un aumento notable en la población de
Upata reflejado en los censos de los frailes: 1788 – 254; 1792 – 555; 1797 – 667; 1816
– 1598.75 Su crecido número, sus requerimientos propios, y su anhelo de tierras y de
control sobre la mano de obra indígena, llevaron a más enfrentamientos con los frailes y
los unió al bloque representado por el obispo, los militares y los poderes municipales
contra los capuchinos.
Por el 1800, los vecinos de Upata intentaron un nuevo deslinde de sus tierras
pretendiendo extenderlas a cuatro leguas a cada viento y así llegar a las tierras de los
72
ANÓNIMO, “Diario del reconocimiento del río y bocas del Orinoco y misiones de capuchinos
catalanes” (1786)”, en: LUCENA G. 1999, pp. 205-220, p. 216.
73
REGUERO, Doc. 251, “Carta del Administrador de la Renta de Tabaco en Upata al P. Prefecto sobre
suministros de carne a la villa y de peones indios para el trabajo (Upata, 8 mayo 1789)”, en:
CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 40-42.
74
AGNV, Renta de tabaco, 1789, t. XII, ff. 78-79. “Nómina de los cosecheros de tabaco de San Antonio
de Upata, Guayana, 6 junio 1789.
75
SAN CELONIO, Doc. 247, “Cuadro estadístico de la misión de Guayana (Caroní, 24 enero 1788)”, en:
CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 20-21; VICH, Doc. 272, “Cuadro estadístico del estado de la misión
de Guayana, presentado por el Prefecto P. Hermenegildo de Vich (Caroní, 2 enero 1792)”, en:
CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 106-107; SAN CELONIO, Doc. 289, “Cuadro del estado de la misión
de Guayana presentado por el Prefecto P. Buenaventura de San Celonio (Caroní, 6 junio 1797)”, en:
CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 162-163; BARCELONA, Doc. 323, “Estado de la misión de Guayana
dado por el último Prefecto P. Fulgencio de Barcelona (Caroní, 13 octubre 1816)”, en: CARROCERA,
1979, tomo III, pp. 314-317. La población aumentó unas 5 veces en 28 años.
40
76
VASCONCELOS, M., y QUINTANA, A. Doc. 296, “Real provisión de la Audiencia de Caracas en
orden a las exigencias de cuatro pueblos de la misión de Guayana (Caracas, 27 abril 1801)”, en:
CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 200-202.
41
77
LEVEL DE GODA, [1811], 1969, vol. II, pp. 1258-1259. El uso de cursiva es del mismo documento;
el uso de negrilla es nuestra.
78
QUINTERO, 2005, pp. 20-21.
42
Y ¿cómo pensaban los indígenas? Es difícil decir, pero se nota al pasar por
tanta documentación que en ningún momento hubo seguridad total en los predios de la
congregación. Las misiones tenían bajo su control varias etnias y no todas convivieron
bien. Hubo la capacitación en nuevas labores, pero por la renuencia de los indígenas a
entrar en la vida sacramental de la Iglesia, y por una constante queja por los intentos de
huida de diferentes grupos, uno sospecha que estaban lejos de ser tan tranquilos y
sumisos como los frailes -- y otros -- hubiesen querido. Si los momentos de fuertes
confrontaciones habían pasado, debido al debilitamiento de los grupos étnicos por las
enfermedades del temprano siglo XVIII, y si una seguridad de sustento y nuevos
criterios si iban formando alrededor de la cultura del hato, las costumbres de los
indígenas perduraban y ellos respondieron a estas en los momentos de retirarse con o
sin permiso.
44
CAPÍTULO II
Introducción
Guayana, en 1817, va a ser el escenario de la formación del ejército libertador
y de la preparación del lanzamiento de sus huestes en pos de la anhelada emancipación
de España. Como en cualquier escenario de guerra, este hecho va a afectar en mayor
medida a quienes hasta entonces poblaba la región. Esta gente se encontraba compuesta
por tres grupos: un grupo republicano liderado por Manuel Cedeño quien controlaba las
extensas pero muy alejadas sabanas de Caicara; la población de Angostura, capital de la
provincia, que estaba firmemente leal al rey; y los capuchinos catalanes en sus misiones
al oriente donde mantenían su fidelidad a Dios y al rey y controlaban a los indios
sujetos a ellos. Rumores señalaban este último componente de las tierras guayanesas
como la única zona de la castigada Capitanía General que todavía gozaba de pueblos
estables, bien poblados por naturales que trabajaban las tierras y cuidaban las manadas,
mientras disfrutaban de una abundancia agropecuaria ya acabada en las demás tierras
venezolanas por los rigores de los conflictos de 6 años de guerra cruenta. La irrupción
de las fuerzas republicanas en la región de las misiones de Caroní - todavía virgen en lo
militar, porque nunca había sentido directamente los embates del gran conflicto -,
determinaría cambios sustanciales en las misiones, la vida de sus pobladores y su
capacidad productiva. Al propio tiempo, la posesión de tan inauditas riquezas
encontradas en estas tierras, proporcionaría a los republicanos la posibilidad de levantar
una verdadera máquina militar con los bienes y los brazos encontrados, una vez
superados los problemas de mando. Las acciones que los nuevos dueños del territorio
ejercerían sobre las misiones, sus indígenas y su producción llevarían a cambios
sustanciales en el orden social y económico de la región.
45
El nuevo año entró con la noticia de que Piar había logrado pasar el río
utilizando una maniobra fingida en uno de los pasos, lo que le permitió tomar el de
Maripa, y con esto sus tropas atravesaron rápidamente y ganaron todo el terreno.82
Cerruti y los hombres que quedaron de las tropas realistas vencidas—hubo pocos
muertos—fueron a reportarse a Angostura durante los días siguientes mientras allí se
prepararon para defender la plaza. La tropa que venía de Tapaquire, que por falta de
resolución de su comandante Jaime Villa no se unió con los defensores del Caura, llegó
a la capital dejando atrás su pueblo y el ganado, y abandonó su almacén lleno de víveres
y armas a los invasores. Esta tropa se unió a las fuerzas que llegaron desde el Caura y
fueron divididos en tres grupos para guardar y asumir la defensa de los tres pasos del
Caroní: Caruachi, Guri y Barceloneta. Se avisó a los frailes capuchinos catalanes de las
misiones de Caroní para que mandasen indios armados a estos sitios en apoyo, que
79
Las principales fuentes para conocer de la invasión de Piar a Guayana son SURROCA Y DE MONTÓ,
2003. (En adelante SURROCA, año, página) y el “Diario de Operaciones del General Piar” en:
O’LEARY, 1981, volumen 15 y página. Para los efectos de esta investigación se citará de este modo:
PIAR, [1817], 1981, meses, volumen 15 y pp. Hacemos esta especificidad porque los meses del Diario
de Operaciones de Piar están expuestos por partes en este volumen: octubre-diciembre [1816], pp. 100-
144; enero hasta el 6 de febrero [1817], pp. 153-162, 7 de febrero a 31 de marzo [1817], pp. 198-222, y
abril con los primeros dos días de mayo [1817], pp. 265-249.
80
SURROCA, 2003, 192. La referencia de “…negros de Santo Domingo…” llama la atención, porque
pareciera que los españoles supieron algo del apoyo que el grupo de Bolívar recibía de Haití y
presumieron que esto incluía soldados de allí.
81
SURROCA, 2003, p. 193.
82
SURROCA, 2003, p. 193.
46
Mapa 02
Ruta de la Invasión de Piar
Fuente: CODAZZI, [1840]. “Mapa de Venezuela para servir a la historia de las campañas de guerra de
independencia en los años 1815, 1816 y 1817”, en: RODULFO CORTÉS y ARÉVELO, 2000, Mapa n°
302, p. 319.
47
Mientras en las misiones los frailes y los indígenas cumplieron con las órdenes
del gobernador, el 12 de enero Piar y Cedeño llegaron frente a Angostura 85 y el ejército
republicano inició un asedio que duraría siete meses, con un resultado funesto para los
leales habitantes realistas.86 Bien guarnecida y fortificada, la plaza rechazó los primeros
ataques; Piar, dándose cuenta que sería tiempo perdido y hombres malgastados si seguía
insistiendo en una victoria inmediata, el 21 de enero comisionó a Cedeño para
adelantarse hacia las misiones para determinar y confrontar las fuerzas puestas en los
pasos. Tres días después, el 24 de enero, le siguió con el Estado Mayor y la mayoría de
sus fuerzas, dejando un grupo de unos 200 hombres para mantener la cerca de asedio a
la ciudad.87
83
SURROCA, 2003, pp. 195-196.
84
No eran diestros todavía con fusiles, porque la costumbre en la colonia era no entregar este tipo de
armas a los indígenas; así, cuando eran enviados a tomar parte en conflictos lo hacían con arcos y flechas,
o lanzas.
85
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 155.
86
Hay dos relaciones de los realistas que recrean la agonía de este asedio: la de SURROCA, 2003, donde
se relata toda la historia de Angostura desde el principio del conflicto en 1810 hasta el éxodo de los
realistas en agosto, 1817, y la de SEVILLA, [1877], 1967, pp. 1467-1724. Sevilla llegó con la expedición
de La Torre en abril, 1817. Surroca y Sevilla salieron de Angostura en el intento de escape por el Orinoco
en agosto, 1817, y tuvieron la suerte de estar abordo de barcos que lograron salir a alta mar.
87
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, pp. 155-158; SURROCA, 2003, pp. 201-207.
48
acopio de víveres reunidos allí que iban a ser trasladados a la capital; los de Barceloneta
se quedaron al principio en su sitio, pero cuando tuvieron que confrontar a los hombres
de Cedeño, su jefe se entregó con sus 300 hombres.88
El cruce del río de toda la fuerza tomó dos días, y una vez hecho, por la misma
tarde, Piar salió hacia Upata, dejando al Coronel Chipía encargado de la retaguardia en
Caruachi junto con el parque, con órdenes especiales de “…proteger a los indios,
conservándoles sus derechos y haciéndoles gozar los bienes de la libertad.”92 Sin
88
SURROCA, 2003, pp. 207-208.
89
SURROCA, 2003, p. 208.
90
El hato San Felipe estaba ubicado en la base de una roca granítica inmensa conocida hoy en día como
la Piedra del Elefante que queda en la vía a la represa de Gurí. Durante los años 1817 a 1821 funcionaba
como un sitio de descanso y engorde de reses una vez que éstas fueron sacadas de las misiones por el
paso de Caruachi. Desde este hato saldrían las manadas enviadas a Angostura para abastecer las fuerzas
republicanas en la capital. Está hermosamente descrito en: PRINCEP, 1975, p. 6.
91
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, pp. 158-160.
92
“Instrucciones que deben dirigir al Comandante de vanguardia, Coronel Pedro Chipía, en el mando de
Caruachi”, Cuartel General de Caruachi, 4 febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 94, pp.
152.
49
embargo, al mismo tiempo, instó a que deberían comenzar a reclutar algunos de los
mismos indígenas disciplinándolos inmediatamente en lo militar.93
93
“Instrucciones que deben dirigir al Comandante de vanguardia, Coronel Pedro Chipía, en el mando de
Caruachi”, Cuartel General de Caruachi, 4 febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 94, pp.
152.
94
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, pp. 158-160.] Ver días 16, 17, 20, 23, 28 y 31 de enero
y 1, 2, 3, 4 y 5 de febrero.
95
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 162.
96
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 162.
97
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 162.
98
“Proclama de Piar a los habitantes de Upata”, Upata, 6 feb 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15,
doc. 96, pp. 162-163 y “Carta de Piar a Luis Lezama, Justicia Mayor”, Upata, 6 feb 1817, en: O’LEARY,
1981, volumen 15, doc. 97, pp. 163-164; PIAR, [1817]; enero-febrero, volumen 15, p. 202.
50
las nuevas circunstancias. Su primera proclama a los naturales fue dirigida a los de
Tupapuy99 y reza así:
La primera recluta
99
Hay problemas de nomenclatura en muchos de los documentos por el desconocimiento de la zona y el
deletreo que cada escritor dio a los nombres que oía. Tupapuy, realmente Cupapuy, fue la misión más
poblada (1.168 habitantes guayanos según el censo de 1816) que quedaba a pocos kilómetros al sur de la
villa de Upata.
100
“Proclama de Piar a los indios de Tupupuy y de las demás misiones”, Upata, 7 feb 1817, en:
O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 98, p. 164.
101
“Bando de Piar referente al robo de caballos”, Upata, 19 febrero, 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen
15, doc. 116, pp. 179-180.
51
102
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, pp. 198-199.
103
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, pp. 199-200.
104
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 201.
105
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 202.
106
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 204.
107
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 204.
108
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 206.
52
aceptar la situación con entusiasmo. Además, una vez tomadas las misiones inmediatas
al nuevo centro de control, que resultó ser Upata109, no tuvieron otras alternativas. Los
indígenas estaban acostumbrados a salir en defensa de la región bajo los órdenes de los
frailes. Ahora se arrimaban a las fuerzas nuevas, posiblemente con la esperanza de verse
librados de una serie de exigencias (los rezos, las tandas, las órdenes de otros) que en
algunos casos quizás cumplían más por costumbre que por gusto y creencia. 110 Sus
líderes, los alcaldes y tenientes de cada misión, fueron respetados por los invasores; así
parecía que tenían la posibilidad de mejorar su situación.
Las posibilidades de contacto con los frailes eran casi nulas desde el principio,
porque eran vistos por el Alto Mando como un peligro latente para levantar a los indios
en su contra. Los que fueron encontrados en sus misiones o tratando de escaparse por
Demerara, fueron apresados y enviados bajo una fuerte escolta a Caruachi. Unos 16 que
en los primeros días huyeron hacia las fortalezas de Antigua Guayana y lograron
entregar algo del ganado vacuno y caballos pedidos por el gobernador, se dirigieron
luego a Angostura donde casi inmediatamente, en el espacio de una semana, la muerte
alcanzó a la mitad de ellos como consecuencia de las infecciones desatadas en la ciudad
asediada. El Prefecto y los Conjueces estuvieron en el grupo de fallecidos.111
El mes de marzo pasó con un agite de movilizaciones por todo lo largo y ancho
del territorio. Era necesario mantener los asedios en Angostura y en la Antigua
Guayana, y a la vez, preparar las fuerzas para repulsar un futuro contraataque por parte
del ejército realista. Se fue organizando una red administrativa y de control de las
misiones, utilizando hombres del ejército y de Upata que daban más muestras de
talentos en este sentido y de su lealtad a la causa. Esto resultó en la remisión de más
reclutas indígenas a Upata desde las misiones cercanas y también de las de la periferia:
100 y pico de San Antonio (03/03), 35 de Santa María, 20 de Altagracia, 70 y pico “en
las inmediaciones” de Upata (todos el 04/03), 30 de El Palmar (10/03), 120 y tantos de
la Paragua (Barceloneta), 51 de Carapo (18/03), 49 de Miamo (21/03), 63 de Guasipati
109
Hay que recordar que la misión de la Purísima Concepción de Caroní (hoy conocida como “Las ruinas
del Caroní) fue el centro de operaciones de los capuchinos catalanes. Para el ejército, Upata fue un sitio
mejor ubicado porque tenía la población blanca que se adhirió al republicanismo.
110
Es importante no considerar a los indígenas de las misiones como una masa uniforme. De varias
etnias, su relación con el sistema misional abarcaba desde 5 generaciones a pocos años, y su contacto con
grupos indígenas todavía en estado libre variaba.
111
Doc. 325, “Nombres de los últimos misioneros de Guayana con la fecha de su toma de hábito y de su
muerte (1817)”, en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 323-324.
53
Entonces, en la tarde del 19 de abril, estando las tropas en Puga con órdenes de
comenzar una marcha rumbo a San Félix y Caroní, para seguir luego hasta Angostura,
cayó una lluvia tan fuerte que impidió su salida hasta la mañana siguiente.113 Aquel
aguacero era el primer anuncio de la pronta entrada del invierno. El 21 por la mañana,
los oficiales descubrieron que durante la noche habían desertado unos 60 indígenas.114
Era el presagio de las continuas deserciones de las filas que ocurrirían. Sin un
compromiso militar, su presencia como soldados exigida por las nuevas autoridades,
mantenidos en el ejército cuando no tenían la costumbre de estar por períodos largos
alejados de sus hogares y sus tierras de siembra, sin la posibilidad de discutir la
situación con los oficiales que los trataban como “indios”, y conocedores de la urgente
112
PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo, volumen 15, p. 207-218.
113
PIAR, [1817], 1981, abril-mayo, volumen 15, p. 245.
114
PIAR, [1817], 1981, abril-mayo, volumen 15, p. 245.
54
necesidad de tener las tierras preparadas antes de la llegada de las lluvias, abandonar la
tropa para volver a sus hogares fue para ellos una opción lógica.
El disgusto sentido por los indígenas por una situación tan enojosa,
probablemente llevó a aquella primera deserción en grupo que ocurrió en los últimos
días de abril. Ese ejemplo sería repetido reiteradamente en el futuro, posiblemente por
no encontrar más razón de seguir sirviendo, preocupados, tal vez, por no poder realizar
a tiempo las faenas agrícolas que representaban la seguridad alimenticia de los futuros
meses, o como una reacción al maltrato y el desdén, comunes en la vida de los soldados
rasos en los ejércitos.
115
DUARTE LEVEL, Doc. 324, “Muerte cruel o ingnominiosa [sic] de los misioneros capuchinos de
Guayana en el pueblo misional de Caruachi, el 7 de mayo de 1817”, en: CARROCERA, 1979, tomo III,
pp. 318-323, p.321 y BLANCO, Doc. 1235, III, “Declaración del venerable José Félix Blanco hecho de
su puño y letra en las últimos días de su vida por incitación de Ramón Azpúrua, como necesaria para
ilustración de la historia en un episodio grave de la guerra de Independencia en Guayana por el año de
1817”, en: BLANCO y AZPÚRUA, 1978, vol. 5, pp. 646-647, p. 646.
116
La Iglesia, especialmente representada por las congregaciones, fue abiertamente opuesta a las ideas
republicanas. Los frailes de las congregaciones fueron españoles que llegaron ya maduros a Venezuela y
venían con la mentalidad de leales sujetos del rey, que era el ungido de Dios. Desde el comienzo del
conflicto, eran enemigos declarados de los republicanos y su voz fue atendida por la mayoría de la gente.
Esto tenía que haber creado actitudes de rechazo y odio hacia ellos en los soldados y oficiales del ejército
después de los estragos de seis años de guerra cruenta.
55
huerta de la misión de Caruachi. Sus cuerpos fueron echados al río.117 Veinte frailes
fueron sacrificados el 7 de mayo de 1817, y con su matanza se selló la extinción de las
misiones. Los detalles nunca han sido aclarados. De los 40 frailes anotados en el censo
de 1816, sólo unos 5 sobrevivieron118, y cuando 1817 llegó a su fin, no había ninguno
en la región.119 En esencia, esto fue el fin de las misiones, porque de allí en adelante,
hasta bien entrado el siglo XX, hubo escasa presencia religiosa en la región de Caroní y
se dejaba de utilizar el vocablo “misión” cuando nombraban los pueblos de la comarca.
Para entender lo que la muerte de los frailes implicaba para los indígenas de las
misiones de Caroní, es necesario revisar ciertos aspectos de este acontecimiento. Con el
paso del tiempo este acto de guerra ha sido mitificado en gran manera como “El gran
pecado de Venezuela”,120 debido a tradiciones religiosas típicas de la época colonial y al
exagerado respeto por todo lo que representaba la Iglesia. Parece que lo más importante
ha sido encontrar “El Culpable” de la matanza, en vez de considerarla bajo las
condiciones confusas y urgentes del momento del conflicto en que ocurrió. Según
hemos podido indagar, nunca se ha tomado como punto interesante cuál fue la reacción
de los indígenas de las misiones de Caroní que habían conocido personalmente y
convivido durante años con la mayoría de los ajusticiados.
¿Cómo reaccionó la población indígena con los rumores y/o avisos del
fallecimiento de varios de los frailes en las fortalezas y en Angostura por
enfermedad?
¿Cuáles fueron los posibles conflictos emotivos de los indígenas que fueron
detenidos cuando acompañaban al grupo de frailes que trató de escapar por la
vía de Demerara?
¿Qué pensaron los hombres, mujeres, jóvenes y niños indígenas que estuvieron
presentes cuando fueron hallados unos frailes que se escondían en algún sitio o
cuando los vieron pasar presos y encaminados hacia Upata y Caruachi?
¿Cuál fue la actitud de los indígenas de Caruachi durante el encarcelamiento de
los frailes, y de los indígenas que supuestamente formaban parte de la tropa
encargada de vigilar y custodiar a los frailes?, porque este fue el grupo que tuvo
121
Doc. 1235, “Los Padres Capuchinos sacrificados en la misión de Caruachi del Caroní en Venezuela en
1817”, en BLANCO Y AZPÚRUA, 1979, Vol. 5, pp. 643-649.
122
SURROCA, 2003, pp. 247-250.
123
VICH, Doc. 327, “Situación de Guayana en 1817 y suerte de los misioneros que a comienzo de ese
año allí ejercían su ministerio apostólico, según referencia de uno de ellos, el P. Nicolás de Vic (1818)”,
en: CARROCERA, 1979, tomo III, pp. 326-330. Hay una versión más completo que es VICH, [1818],
1969, pp. 361-386.
124
DUARTE LEVEL, Doc. 324, [1891], “Muerte cruel o ingnominiosa [sic] de los misioneros
capuchinos de Guayana en el pueblo misional de Caruachi, el 7 de mayo de 1817”, en: CARROCERA,
1979, tomo III, pp. 318-323, pp. 321-322.
57
que llevar a cabo, o presenciar, una matanza bastante macabra. También vale la
pena preguntar si eran los indígenas de las misiones los que vigilaban a los
frailes, o más bien, si fueron soldados de las tropas de Piar y Cedeño que no
tenían ninguna relación anterior con estos religiosos. Desde el punto de vista
militar, y debido a la desconfianza que los oficiales tenían a los indígenas, no
parece lógico que mandaran a los propios indígenas de las misiones a custodiar a
los frailes; implicaría un riesgo muy grande bajo las circunstancias de invasión
reinantes y frente a las amenazas de retaliaciones realistas temidas.125
Todos los religiosos presos en Caruachi fueron vistos por muchas personas
entre el momento de su captura y su traslado a Caruachi. Según el Diario de Piar, el de
Morocure se presentó allí el día 2 de febrero, el 15 de febrero llegó la noticia de la
detención de 7 frailes cerca al Cuyuní, quienes luego fueron dejados en la misión de la
Divina Pastora.126 El 22 de febrero un oficio anunció la captura de 3 frailes cerca de
Angostura, y el 25 de febrero comisionaron a Alonso Uzcátegui para buscar los que
estaban en la Divina Pastora y traerlos a Upata.127 El 28 de febrero se mencionan
“…dos capuchinos, debiendo llegar por momentos otros: los tres salen ahora mismo,”128
No queda claro cuantos son ni de donde vienen. El 2 de marzo Uzcátegui volvió con 8
capuchinos que fueron enviados inmediatamente a Caruachi.129 El 5 de marzo comentan
de cuatro frailes que están en Santa María y que solicitan un descanso de 2 días allí, que
les fue concedido; y el 7 estos llegaron a Upata acompañados por un lego y todos
siguieron en el acto a Caruachi junto con “dos paisanos portugueses”. 130 A partir de esta
fecha no hay más mención oficial de los frailes. Piar pasaba varias veces por Caruachi
en sus idas y venidas a Angostura, pero en el Diario no hay alusión a ninguna
comunicación con los frailes.
125
Es interesante notar que según Duarte Level y José Félix Blanco, los frailes murieron flechados y
lanceados, mientras Surroca escribe que fue Jacinto Lara quien los degolló y ni menciona el uso de
flechas ni lanzas.
126
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p.160.
127
PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo, volumen 15, pp.204-205
128
PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo, volumen 15, p. 206.
129
PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo, volumen 15, p. 207.
130
PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo, volumen 15, pp. 209-210.
58
131
DUARTE LEVEL, Doc. 324, [1891], “Muerte cruel o ingnominiosa [sic] de los misioneros
capuchinos de Guayana en el pueblo misional de Caruachi, el 7 de mayo de 1817”, en: CARROCERA,
1979, tomo III, pp. 318-323, p. 319.
132
ACOSTA SAIGNES, 1997, p. 195.
133
ACOSTA SAIGNES, 1997, p. 135.
59
La verdad de esta acotación queda respaldada por dos fuentes posteriores a este
momento. En cuanto a la marcha de grupos indígenas de la zona hay varios comentarios
por parte de los ingleses de Demerara en las décadas de 1830 y 1840.135 Y en cuanto al
brote de grupos de indígenas que comenzaron a funcionar como salteadores, cuatreros y
malhechores, este problema llegó a ser tan grave a partir de 1819 que Zea tuvo que
pedir a José Félix Blanco que volviera a las misiones para poner orden, lo que hizo en
julio, 1819, en una forma perentoria, marcial y terminante.136
134
SURROCA, 2003, p. 250.
135
ARCHIVO INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS, Universidad Católica Andrés
Bello, Foreign Office, “Inclosure in N° 35. Second Report of Mr. Schomburgh, Her Majesty’s
Commissioner for Surveying and Marking out the Boundaries of British Guiana, pp. 214-227. En
adelante AIIH, FO y todo lo demás igual. También está mencionado en MENEZES, 1977, p. 157.
136
BLANCO, 1982, tomo II, pp. 166-167.
60
Por otra parte, hay aspectos ignotos que no podemos medir, sino ofrecer como
elementos que faltan por considerar para sondear la realidad vivida por un pueblo
relativamente apacible sometido de repente a la vorágine de una guerra sin cuartel.
Transcurridos tres meses, ¿hasta que punto esta promesa fue cumplida?
Aparentemente hubo la intención de tener un trato más justo con los indígenas, pero las
urgencias de la guerra en cuanto a llenar las filas y conseguir provisiones, siempre eran
prioritarias.
¿Qué tipo de introducción a los republicanos habían tenido los indígenas de cada
misión? La llegada de los republicanos a Caruachi parece haber sido relativamente
tranquila, con hombres armados pero aparentemente sin mayores daños, pero en San
Antonio de Huicsotano todas las casas y el templo fueron saqueados.138 De las otras 25
misiones no sabemos directamente; de hecho es llamativa la falta de información. John
Princep, en su viaje de 1818, comenta que según Silva, el comisionado en Miamo, este
fue el único sitio que escapó de saqueo en la época de la revolución.139 Además, hay un
dato recogido años después, en 1841, en la Guayana Inglesa por Schomburck que
sugiere una memoria colectiva llena de espanto que conservaban los indígenas huidos
de la región. En este año el alemán visitó a Paripu y otro pueblo cercano que eran de
“Waikas” emigrados de las misiones después de que fueron tomadas por los
republicanos. En el momento que Schomburck y su expedición llegaron a estos dos
poblados hubo mucha tensión por la amenaza de un asalto por gente de Angostura que
en los años de post-guerra tenía la costumbre de atacar a los poblados indígenas,
137
“Proclama de Piar a los indios de Tupupuy y de las demás misiones”, Upata, 7 feb 1817, en:
O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 98, p. 164.
138
PIAR, [1817], 1981, enero-febrero, volumen 15, p. 160-162.
139
PRINCEP, 1975, p. 34. La subraya es nuestra.
61
prender a los jóvenes y luego llevarlos a su territorio donde fueron sujetos a labores
forzosas, especialmente en el Bajo Orinoco. Comenta en su informe:
La cita ofrece nuevas luces de momentos de terror que dejaron una marca
como de hierro candente en los recuerdos de las familias indígenas afectadas.
Otra situación que tiene que ser tomada en cuenta es la manipulación del
ejército republicano para lograr sus fines prioritarios. Como hemos mencionado
previamente, Piar, en su proclama a los indios de Tupupuy, la cerró diciendo: “Venid,
pues, á reuniros con nosotros: volved á ocupar vuestras casas y pueblos: nadie os hará
daño. Vuestras familias, mujeres é hijos serán respetados, y disfrutareis con ellos,
tranquilidad, paz, abundancia y felicidad.”141
Sin embargo, desde que el ejército entró en Guayana la recluta de los indígenas
fue una política imprescindible.142 Hubo también problemas de abusos, robos, insultos
140
AIIH, FO, “Inclosure in N° 35. Second Report of Mr. Schomburgh, Her Majesty’s Commissioner for
Surveying and Marking out the Boundaries of British Guiana”, August, 1841, pp. 214-227, p. 220. [La
traducción del inglés es nuestra.]
141
“Proclama de Piar a los indios de Tupupuy y de las demás Misiones”, Upata, 7 febrero 1817, en:
O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 98, p. 164.
142
“Instrucciones que deben dirigir al Comandante de vanguardia, Coronel Pedro Chipía, en el mando de
Caruachi”, Cuartel General de Caruachi, 4 febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 94, p.
152; “Carta de Piar a Chipía”, Cuartel General de Upata, 7 febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen
62
15, doc. 99, p.165; “Carta de Piar al General de Brigada Manuel Cedeño”, Cuartel General de Upata, 27
febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 121, pp. 182-183; “Carta de Piar al señor Pro.
Ciudadano José Félix Blanco Vicario General del ejército”, Cuartel General de Upata, 27 febrero 1817,
en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 127, pp.184-185; “Carta de Piar al ciudadano Ignacio Ibarra”,
Cuartel General de Upata, 9 marzo 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 127, pp. 188-189.
143
“Carta de Piar al señor Vicario General del Ejército, Comisionado general de las Misiones, Pro. José
Félix Blanco”, Upata, 2 marzo 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 123, p. 185.
144
“Carta de Piar al señor Comisionado general, ciudadano J. Félix Blanco”, Upata, 18 marzo 1817, en:
O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 132, p. 192. Referente a esto dice: “Con respecto a los que
pertenecen a los indios, yo creo que ellos no quedarán disgustados si se les indemniza con yeguas o
ganado que puede dárseles sin dificultad. Examine US. sus voluntades, interesándose por decidirlos al
cambio.” Hay que entender que hubo guerra y hacía falta montar a la caballería. En estas circunstancias,
la opinión de los indígenas no sería tomada en cuenta.
145
Durante años, trabajamos con caballos y ganado vacuno en el oeste de los Estados Unidos e
interpretamos esta idea de Piar con cierto conocimiento de causa. En los trabajos de hato, el caballo es un
símbolo de prestigio, además de ser un animal conocido por su jinete e identificado con él.
63
pequeño número de republicanos que quedó para desplegar una guerra de guerrillas en
el Oriente de tierra firme en los años 1815 y 1816, y que se movilizaba constantemente
de un lado al otro, “a salto de mata” como lo apunta Elías Pino Iturrieta, para evitar su
captura por las fuerzas realistas. Atacaban en momentos propicios algún que otro puesto
realista, y poco a poco se quedaban semidesnudos y macilentos por deficiencias en el
abastecimiento, la falta de tranquilidad y la imposibilidad de brindar cuidado y atención
adecuada a sus hombres en momentos de enfermedad o de recuperación de lesiones o
heridas.
146
“Carta de Piar a Bolívar”, Altagracia, 10 febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 104, p.
169.
147
PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo, volumen 15, p. 199.
64
vez responder a las mil y una exigencias causadas por la formación de un ejército que
combatiría hasta vencer las fuerzas del rey, resultaría en una guerra ganada a expensas
de otra provincia desmantelada, aniquilada y hundida en la desolación.
Para lograr la organización civil en una región tan extensa y desconocida por
sus oficiales, Piar determinó nombrar un Comisionado de Justicia para cada pueblo;
escogió a gente de Upata para asumir la responsabilidad de calmar a la población,
recoger la información que él necesitaba sobre el número de hombres para las armas, y
velar que el trabajo cotidiano, que determinaba la posibilidad de abastecer a los
148
“Carta de Piar al ciudadano Luis Lezama, Justicia Mayor”, Cuartel General de Upata, 6 febrero 1817,
en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 97, pp. 163-164.
65
149
PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo, volumen 15, p. 200. Blanco recordó la fecha de su arribo como el
8 de febrero: BLANCO, II, 1982, pp. 157-158.
150
Para una reseña biográfica de José Félix Blanco, ver: CASTELLANOS, 1988, tomo I, pp. 379-380.
151
No hay una orden que refleje esto, pero está titulado así en PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo,
volumen 15, p. 206. También está en el documento de su nombramiento como encargado de las
misiones, “Carta de Piar al señor Pro. Ciudadano José Félix Blanco, Vicario General del ejército”, Cuartel
General de Upata, 27 febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 122, pp. 184-185.
152
“Carta de Piar al señor Pro. Ciudadano José Félix Blanco, Vicario General del ejército”, Cuartel
General de Upata, 27 febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 122, pp. 184-185.
67
153
“Carta de Piar a Blanco”, San Félix, 12 abril 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 153, p.
228. En esta carta Piar, eufórico, oficia a Blanco en estos términos: “¿Sabe U. cuánto le debe la Patria?
Le debe mucho. Le debe el triunfo de San Félix. … ”.
68
Durante el tiempo que José Félix Blanco mandó, fue el responsable del
sustento del ejército de Piar, luego del Ejército Libertador y pronto de todos los
republicanos que arribarían a Angostura como punto de refugio y acción. Movilizaría
todo lo de las misiones y sus habitantes para el bien republicano, y siempre consideraba
que las acciones tomadas y sus consecuencias, aunque negativas para los indígenas,
fueron necesarias y válidas debido a las urgencias presentadas por la situación de
guerra.
154
BLANCO, 1982, volumen II, pp. 157-158.
155
“Carta de Blanco a Piar”, Upata, 21 mayo 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 168, pp. 263-
264.
69
Las misiones ubicadas más cerca a los ríos Caroní y Orinoco: Caruachi,
Morocure, Caroní, San Félix, San Miguel de Unata, Puga y el puerto fluvial de San
Joaquín, donde fue localizado el almacén principal, quedaban bajo el mando militar por
ser lugares expuestos a invasión por el ejército realista. Esta división de territorio
duraría, con poca variación, durante los años siguientes con sólo unos pequeños
cambios impuestos cuando las misiones estuvieron bajo el control de la diputación del
Congreso de Angostura.
156
PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo, volumen 15, pp. 199-200.
157
PIAR, [1817], 1981, febrero-marzo, volumen 15, pp.207 y 209.
158
“Carta de Piar a Blanco”, San Miguel, 25 marzo 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 134,
pp. 193-194.
70
Mientras los mulos esperaban su turno para ser despachados a las Antillas, se
formaban con ellos recuas de todos los diversos puntos de las misiones; venían cargados
por los trajinados caminos a los almacenes de Altagracia, San Joaquín y San Miguel,
con las provisiones indispensables para la manutención de la masa humana que había
invadido los predios. Maíz, casabe, garbanzos, arroz, caraotas y raíces fueron
amontonados en los centros de distribución. Pantalones, camisas, lienzos, hamacas y
artesanía de cuero…el jabón que el buen manejo de recursos por los frailes había
formado como una industria especial…todo tenía su uso en un ejército acostumbrado a
andar a la buena de Dios.160
159
Hay diferentes fuentes referentes al agotamiento de la producción en las misiones anotadas en
O’LEARY, 1981, volumen 15 y una cantidad significativa de documentos en el AGNV, Índice: La
Revolución. Gobernación de Guayana, 1817-1821. (En adelante AGNV, RevGuay). Para una idea
general de la situación en este tiempo, ver el escrito de José Félix Blanco en defensa de su actuación en
Guayana debido a unas acusaciones del General José Manuel Olivares publicadas en Bogota el 30 de
marzo de 1829, que se encuentran en BLANCO, 1982, volumen II, pp. 155-188 (específicamente las
páginas 158-160). Dicho documento también se encuentra en BLANCO y AZPÚRUA, 1978, volumen
XIII, pp. 462-479.
160
En O’LEARY, 1981, volumen 15; y BLANCO, II; 1982, hay mención de cantidad de renglones
utilizados por el ejército y del uso de la gente indígena en varias ocupaciones. Sin embargo, ésta
información está mejor captada en los documentos de 1817 y 1818 en AGNV, RevGuay. Falta un estudio
pormenorizado de estos legajos para aclarar mejor el impacto de la producción agrícola e industrial de las
misiones en lograr el triunfo de las tropas republicanas.
71
origen para comentar lo que veían y oyeron. Pero no hay indicación de que alguien se
preocupara por lo que venían pensando.
161
MARTÍNEZ G., t. II, 1988, pp. 103-104.
72
CAPITULO III
Introducción
Desde el día que Simón Bolívar había llegado de nuevo a Barcelona desde Haití (el
fin de diciembre de 1816), oficiaba a los generales y oficiales de altura para unirlos con
él para comenzar una nueva campaña sobre Caracas y quitar la ciudad del control
realista.162 Uno de sus grandes problemas había sido la continuada tardanza en reunirse
con él que mostraba Manuel Piar, utilizando como razón la conquista de Guayana y lo
que ella implicaba para el ejército a los fines de la emancipación. 163 Fue el 4 de abril
cuando El Libertador pudo cruzar el Orinoco y reunirse con Piar frente a Angostura
sitiada. La reunión concluyó abruptamente el día siguiente cuando llegó el aviso de la
salida de La Torre y sus fuerzas hacia las fortalezas, lo que exigía el retorno inmediato
de Piar y las tropas a Caroní para enfrentar la gran amenaza de una toma de las misiones
por los realistas.164 Sin embargo, hubo suficiente información intercambiada entre los
dos generales para permitir que Bolívar tuviera una visión amplia de la situación
representada por el control republicano de las misiones y de la región guayanesa.
Cuando cruzó de nuevo el gran río para volver a Barcelona, tenía una idea clara de los
beneficios que la conquista de Guayana ofrecía. Pedro Briceño Méndez, quien servía en
este momento como secretario de Piar, y fue cariñosamente llamado “Perucho” por
Bolívar y los caraqueños que eran sus amigos desde sus mocedades, explica muy bien
este cambio de parecer:
162
“Carta de Bolívar a Zaraza”, Barcelona, 10 enero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 59, p.
116; “Carta de Bolívar a Piar”, Barcelona, 10 enero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 60, pp.
116-117; “Carta de Bolívar a Cedeño”, Barcelona, 10 enero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15,
doc. 61, pp. 117-118; “Carta de Bolívar a Monagas”, Barcelona, 13 enero 1817, en: O’LEARY, 1981,
volumen 15, doc. 62, pp. 118-119; “Carta de Bolívar a Brión”, Barcelona, 17 enero 1817, en: O’LEARY,
1981, volumen 15, doc. 67, pp. 123-124; “Carta de Bolívar a Mariño”, Barcelona, 17 enero 1817, en:
O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 68, pp. 124-126.
163
“Carta de Piar a Bolívar”, Cuartel General de la Mesa frente a Guayana, 19 enero 1817, en:
O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 70, pp. 128-129; “Carta de Piar a Bolívar”, Cuartel General de San
Felipe, 30 enero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 90, pp. 147-148; “Carta de Piar a Bolívar”,
Cuartel General de Altagracia, 10 febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 104, p. 169;
“Carta de Piar a Bolívar”, Upata, 15 febrero 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 112, pp. 175-
176.
164
PIAR, [1817], 1981, abril-mayo, pp. 236-237.
73
Ahora las fuerzas republicanas en Guayana estaban unidas bajo un solo mando.
Pero no se levantó un viento en popa, sino una serie de problemas estratégicos que
tenían que superar para asegurar la región. A la vez, de mayor preocupación, hubo el
recrudecimiento del problema del mando supremo; este fue la expresión de la rivalidad
latente entre personalidades militares extremadamente individualistas, soberbias y
altaneras que aquejaba la oficialidad republicana desde el principio de la guerra.
165
BRICEÑO MÉNDEZ, 1933, p. 44.
166
PIAR, [1817], 1981, abril-mayo, p. 249.
167
‘‘Decreto de Secuestro de bienes’’, Antigua Guayana, 3 septiembre 1817, en: O’LEARY, 1981,
volumen 15, doc. 183, pp. 293-294. El Artículo 5 reza: “Todas las haciendas y propiedades de cualquiera
especie, pertenecientes á los padres capuchinos y demás misioneros que han hecho voto de pobreza,
quedan confiscadas á favor del Estado.”
74
republicanos como nuevos dueños de estas tierras, encerraría varias expresiones: los
“naturales” tendrían que realizar la mayoría de las labores de producción, recolección,
cuidado y entrega de los bienes (productos, víveres, semovientes) ubicados en cada uno
de sus parajes, acudir a los llamados para apoyar en los trabajos exigidos para la defensa
de la línea de puestos militares que corría desde Caruachi a Piacoa, responder sus
hombres a la recluta, y nunca recibir ningún reconocimiento a tener derechos sobre las
tierras.
Todas estas situaciones tomarían cuerpo entre mayo y octubre. Para los
indígenas, una vez pasada la reacción al acontecimiento de la matanza de los frailes, los
primeros meses en el interior de la región de Caroní bajo el control republicano pasarían
con cierta calma. Esto ocurrió debido a todos los acomodos necesarios bajo las nuevas
circunstancias en la región, por vivir alejados los naturales de las tensiones internas de
los nuevos mandatarios y por el relativo aislamiento en que todos existían por la
tardanza en comunicaciones, típica de la época. Entre el 18 de julio y el 15 de agosto,
los realistas de Angostura intentarían su escape por el Orinoco, pereciendo muchos en el
intento, pero debe haber pasado casi desapercibido en el interior de las misiones, lejos
de la zona de Casacoima y la ensenada de Cabrián donde la drama se efectuó por la
ribera sur del Orinoco y en los caños sinuosos del delta. El problema del retiro de Piar,
tan trascendente para la consolidación de mando, se ventiló en el cuartel general de jefe
supremo o en Maturín y más al norte. Es probable que la mayoría de los indígenas
supieran algo de lo que pasaba por los rumores que circulaban, pero estaban muy
alejados de los acontecimientos y los protagonistas del problema—la mayoría altos
oficiales--no fueron personas tan conocidas. Esta combinación de factores mantendría
aquietados a los indígenas que quedaban en las misiones, y a la vez, infundiría en ellos
un sentido falso de relativa normalidad que sería rota de una manera dramática cuando
los republicanos, superados los problemas internos, se pondrían de nuevo en actividad
para ganar la guerra.
75
168
“Carta de Bolívar a Blanco”, San Félix, 12 junio 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°, pp.
108-110.
169
, “Carta de Bolívar a Blanco”, San Félix, 19 junio 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°, pp.
114-115.
170
“Carta de Bolívar a Piar”, San Félix, 19 junio 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°, pp. 115-
116. El cursivo es del documento.
171
“Carta de Bolívar a Blanco”, San Miguel, 18 julio 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°, pp.
118-120, p. 120.
76
de misión que queda cercano a la villa de Upata, donde hubo un almacén que recibía la
mayor parte de los productos enviados desde las otras misiones que luego fueron
despachados según necesidad al puerto de San Joaquín para su envío por vía fluvial a
Angostura.
Las 14 reglas que siguen son una notable mezcla de orden, amenazas,
prevenciones y verticalismo de mando que revelan su poco aprecio por los indígenas
bajo su cuidado, y la necesidad de precisar con claridad a los comisionados que le
acompañan en dirigir las faenas de las misiones y sus habitantes de manera pulcra.
También estas reglas permiten percatarnos mejor de la estructura de mando, y de ciertos
problemas cotidianos percibidos por Blanco hasta este momento.
claro si hay uno por cada distrito, o si varios distritos están debajo el control de un
comandante. Tomando en cuenta unos arreglos en el tiempo de Piar, 172 además del
problema que implicaría para el ejército librar seis militares para este tipo de
responsabilidad, consideramos que probablemente fueron menos que seis. La presencia
de un comandante supone la presencia de algún destacamento de tropa, aunque su
presencia no sale explícitamente en el reglamento, ni en las fuentes consultadas.173
Los primeros dos artículos, que ofrecen un buen trato a los naturales y cierta
tolerancia en cuanto a sus costumbres, son anulados en su contenido benévolo por
amenazas veladas dentro de cada artículo. En el primero ofrecen en el futuro la
posibilidad del autogobierno, pero la oferta está fuertemente condicionada por la última
frase del artículo: “…siempre que su capacidad moral sea bastante a proporcionarles su
felicidad.” Y el segundo artículo es tan contradictorio en su expresión que más vale
reseñarlo:
Artículo 2°
Ningún rigor emplearán por ahora con los indios; y por el contrario se les
tolerará cuanto sea compatible con el orden público, mientras no se tome la Guayana.
Entonces se les aplicará el rigor de la Ley y se les hará entrar en su más estricto
deber; pero desde ahora quedan abolidas todas las vejaciones personales que hasta
aquí han sufrido, excepto el trabajo de conucos, y demás propiedades y existencias
del Estado en estas Misiones. Así se les permitirá el uso de sus trajes y costumbres
sin reforma por ahora. (Subrayado nuestro)
172
“Carta de Piar a Blanco”, San Miguel, 25 marzo 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, pp. 193-194
173
Sabemos que Alonso Uzcátegui estaba encargado de las misiones agrupadas con La Pastora, pero hay
que estar conscientes que en Caruachi y en San Miguel de Unata siempre hubo contingentes de tropas con
sus oficiales, aquello por la necesidad de resguardar el paso del río Caroní, y éste por ser el sitio donde
mataban el ganado y salaban la carne, y su puerto, aunque no muy adecuado, estaba como un punto
neurálgico en este tiempo. En los años siguientes, se aumentaría el uso de un puerto de tablas más al
oeste donde hoy existe San Félix.
174
De habla español.
78
Los Artículos 9°, 10° y 11° son de prohibiciones: ninguna persona puede
establecer hacienda en los terrenos de una misión (para esto están las sabanas de Upata),
ningún transeúnte puede quedar más que un día en cualquier misión, y nadie—ni los
mismísimos comisionados—puede ausentarse de su pueblo sin cargar un pasaporte
oficial que indique por dónde y en qué anda.
El artículo 12° aclara que el trabajo en las misiones ha sido establecido en una
semana para el Estado y otra para los naturales y estos sólo tendrán su ración de carne
cuando están laborando en las propiedades del Estado. Se incluyen unas órdenes en
cuanto al cuidado en el uso de las reses y la protección de las hembras y ganado
pequeño.
En los dos meses siguientes, las operaciones de las misiones fueron llevadas a
cabo bajo el ojo previsor y crítico de su Comisionado General. El movimiento de reses
y el despacho de recuas posiblemente se aminoraron por las lluvias, pero las faenas
agropecuarias se realizaron. Agosto trajo la noticia de la toma total de la Guayana, pero
las labores en las misiones siguieron con el ritmo normal de la temporada. Sin
embargo, hubo un trabajo especial que se tenía que llevar a cabo, que era reunir, como
fuera, todas las mulas del Estado, para poder cumplir con los millares de pesos debidos
al almirante Brión. Blanco era el encargado de esta proeza, pero en lograrlo hizo
muchos enemigos, porque siguiendo con exactitud las instrucciones del Jefe Supremo
no perdonó a nadie que tuviera una mula herrada con la letra F, que les identificaba
como propiedad del Estado.175
En los pueblos los rituales asimilados durante las décadas anteriores seguían
anunciando el paso de las horas y los días. Los rezos, la junta en las iglesias los
domingos, los cantos, la división de las labores, la entrega de algodón para ser devuelto
en hilo, las varas de tela que seguían saliendo de los telares: hubo un continuum de las
normas aprendidas en el tiempo, aunque faltando la atención, las órdenes y el control de
sus misioneros.176 Pero no se encuentra ninguna relación de cómo todo esto fue
comentado en diferentes momentos del día cuando los indígenas se juntaban en ratos de
trabajo u ocio, o hicieron una pausa en el camino para compartir lo observado con algún
conocido; tampoco sabemos de las noticias que fueron intercambiadas con sus mujeres
y familiares en las noches, cuando conversaban antes de su descanso nocturno. Por
ahora, el compás del tiempo fue bastante normal durante la época de lluvia y la gente en
los pueblos y las villas iba habituándose a sus nuevas autoridades y cumpliendo sus
trabajos de siempre. Por ahora.
175
BLANCO, II, 1982, pp. 158-159.
176
AGNV, RevGuay, “Blanco al Comandante interino de Cupapuy”, Cupapuy, 01 octubre 1817, t. I, f.
25; también queda reflejado en PRINCEP, 1975, pp. 31, 35, 36, 37, y 41.
80
con la bajada de las aguas el ejército tendría que ponerse en marcha. Y a su ejército le
faltaban hombres.
177
“Carta de Bolívar a Piar”, San Félix, 19 junio 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°, pp. 115-
116. El cursivo es del documento.
178
“Carta de Bolívar a Blanco”, Guayana, 05 septiembre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°,
pp. 123-125.
179
“Urdaneta al Jefe Supremo de la República”, San Félix, 18 septiembre 1817, en: URDANETA, 1970,
volumen I., doc. 59, pp. 79-80.
180
“Bolívar a Blanco”, San Miguel, 11 septiembre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°, pp. 125-
126.
181
“Bolívar a Blanco’’, San Miguel, 11 septiembre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°, pp.
125-126.
81
Bolívar estuvo de acuerdo que había que lograr la recluta con “…un gran golpe
de mano y cogerlos a todos,…”,183 y por esto seguía reinando la calma en las misiones.
Todavía era por ahora.
182
“Carta de Urdaneta al Jefe Supremo de la República”, San Félix, 18 septiembre 1817, en:
URDANETA, 1970, volumen I, doc. 59, pp. 79-80.
183
“Carta de Bolívar a Blanco”, Angostura, 22 septiembre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°,
pp 128-130.
184
“Carta de Bolívar a Blanco”, Angostura, 26 septiembre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°,
pp. 130-131; ‘Carta de Urdaneta a General sub-jefe del Estado Mayor General’’, Guayana, 27 septiembre
1817, en: URDANETA, 1970, volumen I, doc. 69, pp. 86-87 y “Carta de Bolívar a Urdaneta, Angostura,
5 octubre 1817, en: URDANETA. 1970. Volumen I, doc. 78, p. 92.
185
“Urdaneta a General Jefe del Estado Mayor General”, San Miguel, 30 septiembre 1817, en:
URDANETA, 1970, volumen I, doc. 73, p. 89.
186
AGNV, RevGuay, Tomo II, ‘‘Blanco a Comisionado interino de este pueblo, Cupapuy, 01 octubre
1817, f. 25.
82
iglesia. La confusión del momento variaba de sitio en sitio en cuanto separaban a los
varones de las mujeres, los niños y los viejos. La amenaza de los fusiles y sables, las
órdenes a voz de mando, los gritos de las guarichas y el chillido de los niños en brazos
y los chiquitos resonarían dentro de los templos. Es probable que muchos de los
hombres tuvieran que ser amarrados para impedir su escape, tanto en el momento de su
captura en el templo, como en el camino a San Miguel. Y ¿el maltrato? Sólo eran
indios que no querían servir. ¿Cuáles no serían las expresiones de miedo, enojo,
reclamo, furia y terror? Eran los esposos, hermanos e hijos del pueblo los que fueron
apresados. Tardaría más de un siglo para que alguien lo expusiera en verso: “¿Quién le
va a secar el llanto,/ si pasó la Comisión/ y le dejó el corazón/ como capilla sin
santo?”187
Algo fuerte sucedió en Tupuquén, pero no queda claro su alcance, excepto que
todo el pueblo huyó al monte.188 Durante los días siguientes, desde el interior y por
todos los caminos que llevaban hacia el Orinoco, se veían pasar los contingentes de
reclutas con sus escoltas. Urdaneta tenía más de 8 partidas fuera, buscando tanto
reclutas como desertores. Los que venían llegando fueron mantenidos presos en la
iglesia de San Miguel, para no salir hasta su marcha de la zona.189 ¿Su destino? San
Fernando.190
El trece de octubre sólo faltaba una remesa más para completar los 900
hombres que cabían en los barcos cuyo destino sería San Fernando de Apure. Unos
cien reclutas fueron enviados para cumplir en el Batallón del Bajo Orinoco donde
apoyarían la defensa de la provincia.191 Los desertores capturados, unos 409 que
pertenecían a los Batallones Libertador y Barlovento, fueron remitidos a Angostura por
187
BLANCO, 1959, p. 21. La recluta forzada, tan temida también en el tiempo de Gómez, fue reseñada
por Andrés Eloy Blanco en su poema “Palabreo de la Recluta”. Hay más de un siglo entre la recluta en
Caroní bajo Bolívar y las de Gómez en el siglo XX. El dolor para los familiares fue lo mismo.
188
“Carta de Bolívar a Blanco”, Angostura, 13 octubre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 226,
pp. 340-341.
189
“Carta de Urdaneta a General Jefe de Estado Mayor General”, San Miguel, 6 septiembre 1817, en
URDANETA, 1970, volumen I, doc. 79, pp. 93-94.
190
“Carta de Bolívar a Urdaneta”, Angostura, 5 octubre 1817, en: URDANETA, 1970, volumen I, doc.
78, p. 92 y “Carta de Bolívar a Blanco”, Angostura, 13 octubre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15,
doc. 226, pp. 340-341.
191
“Carta de Urdaneta a General Jefe del Estado Mayor General”, San Miguel, 19 octubre 1817, en:
URDANETA, 1970, volumen I, doc. 89, p. 100.
83
tierra, y cuidados por una doble escolta hasta que cruzaron el Caroní por el paso de
Caruachi.192
En fin, procure US. por cuantos medios le sugiera su prudencia y sus luces,
reducirlos a vivir en sus poblaciones, sin que haya ninguno en los bosques,
asegurándoles que en lo adelante no serán tomados ni molestados para ningún servicio
militar, y que el Gobierno no empleará nunca la fuerza contra ellos, mientras sean
sumisos, obedientes y sociales. Trasládese US. sucesivamente a todas las Misiones a
donde crea necesaria su presencia para inspirarles confianza y seguridad;
proponiéndome lo que US. crea puede el Gobierno hacer en obsequio y beneficio de
estos naturales, pues estoy pronto a hacer por ellos cuanto esté de mi parte, pero la
regla de su conducta debe ser acordar el interés de Estado, con la felicidad de los
indios.
Repito a US. que me ha sido muy sensible el suceso de Tupuquen y le
encargo muy particularmente la reducción de los indios que han huido amedrentados y
que no quede ni memoria de este hecho tan sensible, que puede sernos tan funesto.193
(Subrayado nuestro)
192
“Carta de Urdaneta a General Jefe del Estado Mayor General”, San Miguel, 20 octubre 1817, en:
URDANETA, 1970, volumen, doc. 90, p. 101.
193
“Carta de Bolívar a Blanco”, Angostura, 13 octubre 1817, en: 0’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 226,
pp. 340-341. El día siguiente en otro oficio, “Carta de Bolívar a Blanco”, Angostura, 14 octubre 1817,
en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc 227, pp. 341-342, vuelve sobre el tema, pero siempre con una
amenaza por detrás, como cuando escribe: “Es, pues, de primera necesidad que las proclamas, las ofertas,
las gratificaciones y la dulzura, acompañada oportunamente con la fuerza , vuelvan a inspirarles
confianza y atraerlos a sus casas.” (Subrayado nuestro)
84
194
BLANCO, 1982, tomo II, p. 160.
195
“Decreto sobre Consejo del Estado”, Angostura, 30 octubre 1817, en: O´LEARY, 1981, volumen 15,
doc. 255, pp. 439-441.
196
AGNV, RevGuay, t. II, f. , “Zea a Fernando Peñalver”, Angostura, 4 octubre 1817. Avisa su
nombramiento como Intendente.
85
197
BLANCO, 1982, tomo II, pp. 59-60.
198
“Carta de Bolívar a Cedeño”, Angostura, 17 septiembre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc.
185, pp. 297-298; “Carta de Bolívar a Cedeño”, Angostura, 14 noviembre 1817, en: O’LEARY, 191,
volumen 15, doc. 273, pp. 462-463; y “Carta de Bolívar al Presidente de la Comisión de repartición de los
bienes nacionales”, Cuartel General en San Diego, 03 diciembre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 15,
doc. 294, pp. 482-483. También en PRINCEP, 1975, p. 31.
199
Doc. 4158, “El coronel José Félix Blanco satisface a la nación colombiana sobre las imputaciones que
el general José Manuel Olivares le hace en una publicación impresa en Bogotá en febrero de 1829”, 30
marzo 1829, en: BLANCO Y AZPÚRUA, 1979, Vol. XIII, pp. 462-479, pp. 465-466.
86
Caroní y bajo Orinoco, todos de este Departamento. (22 octubre 1817) 200 Ver
Anexo 04.
2. Contribuciones de los Pueblos del Interior en hombres y efectos exportable,
fuera de [ilegible], en 8 meses que han estado a cargo del Comisionado General
que subscribe (22 octubre 1817)201 Ver Anexo 05.
3. Estado general de los empleados de las Misiones de los distritos del Este,
Centro, Sur y Alto Caroní en clase de Comisionados, Mayordomos,
yeguamanseros y Encargados de Labranzas (25 octubre 1817)202 Ver Anexo 06.
200
AGNV, RevGuay, Tomo II, f. 214 BLANCO, ‘‘Estado general que manifiesta la población y
existencias de las Misiones de los distritos de Este, Centro, Sur y Alto Caroní, con expresión nominal de
las del B. Caroní y bajo Orinoco, todos de este Departamento. (22 octubre 1817).
201
AGNV, RevGuay, Tomo II, f. 251. BLANCO, ‘‘Contribuciones de los Pueblos del Interior en
hombres y efectos exportable, fuera de [ilegible], en 8 meses que han estado a cargo del Comisionado
General que subscribe’’, (22 octubre 1817).
202
AGNV, RevGuay, Tomo II, f.250. BLANCO, ‘‘Estado general de los empleados de las Misiones de
los distritos del Este, Centro, Sur y Alto Caroní en clase de Comisionados, Mayordomos, Yeguamanseros
y Encargados de Labranzas’’, (25 octubre 1817).
87
Tabla 03
capados. Del ganado caballar quedan 10.905 compuestos de caballos de servicio en los
hatos, potros trajinados, yeguas y potrancas, caballos flacos y potros y potrancas
herrados este año. La población de animales de carga (mulas y burros) es quizás el
reglón de mayor disminución. No aparece ningún mulo empotrado, aunque hay unos
240 para moler y sacar víveres. Hay sólo 6 muletos y unos 11 burros, lo que señala
dificultades de reemplazo por cría. Sorprende la cantidad de carneros todavía presentes,
697; mientras hay 786 marranos.
No es posible, con los datos encontrados hasta ahora, determinar cuál fue la
cantidad de ganado sacrificada en estos meses, aunque sí sabemos que sostuvo el
ejército y la población de los pueblos y sus guarniciones desde la Guayana Antigua
hasta Angostura.
Diecinueve de los pueblos tienen jaboneras. Las excepciones son Upata, cuya
población probablemente compraba su jabón de las misiones, y Cura, que ya no está
poblado. La existencia de tantas jaboneras, refleja la gran atención que hubo por parte
de los capuchinos de enseñar a los indígenas cómo aprovechar todo que quedaba de la
matanza de ganado, porque el jabón en aquellos tiempos exigía como uno de sus bases
principales, el uso de grasa animal.
Fuera de estos renglones, hay una indicación del uso de la madera y el cuero
reflejados en los reglones de carpinterías, curtiembres y sillas (de montar) y enjalmas.
Seguramente, junto con estos últimos, estuviera manufacturado por los indígenas
capacitados en estos ramos, cualquier otro apero de cuero utilizado comúnmente en las
faenas del hato, o de uso común como los zapatos mencionados en informes de los
prelados, que bien pudiera ser como un estilo de pantufla.
una forja cerca de Ciudad Bolívar y otra cerca de la misión de la Purísima Concepción
de Caroní, conocida hoy como Las Ruinas del Caroní.203
Lo que es indiscutible es que los datos entregados por Blanco nos permiten
vislumbrar dos aspectos notables de las misiones de Caroní, uno del pasado y otro de
este momento. El primero es cómo la información entregada sustenta lo escrito por el
Prefecto de las misiones en 1810, cuando plasmó en un informe que “…en los pueblos
de nuestros indios, en donde hay todos los oficios de una república: sastres, zapateros,
curtidores, tejedores, herreros, tejeros y demás necesarios,…”,204 y el otro es que
todavía en la región de las misiones de Caroní quedaba una operación agropecuaria de
envergadura a pesar de la cantidad de producción que ya había sido consumida o
utilizada por el nuevo dueño del terreno: la República.
203
SANOJA y VARGAS, 2005, pp. 249-295.
204
CASTELLTERSOL, Doc. 312, “Fray Luis de Castelltersol al rey y la Junta Suprema y Regencia del
Reino”, Caroní, 12 julio 1810, en: CARROCERA 1979, tomo, III, p. 261.
205
ALVARADO, Doc. 119, 1755, p. 345.
91
número de tejedores trabajando todavía en este ramo. El papelón, sólo entregado por
Upata, indica dónde quedan las siembras de caña de azúcar más cercanas; hubo
limitados espacios en estas tierras guayanesas donde los tablones rindieron fruto. Lo de
las enjalmas y sillas sorprende por la cantidad entregada desde la mayoría de los
pueblos, y probablemente indica órdenes dadas para su hechura debido a las
necesidades de transporte de productos entre las misiones y los puertos de San Joaquín
o San Miguel. Ciertamente ofrece la impresión que el Comisionado General estaba
pendiente de toda posibilidad para apoyar la causa republicana y sus constantes viajes
de punto a punto de la región rindieron fruto.
206
BLANCO, 1982, tomo II, pp. 159 y 164. Aunque Blanco se fue de la región, no se olvidó de su
compromiso como republicano. Él fue como comerciante a Casanare, pero como parte de su equipaje
llevaba copias del famoso libro de Juan Germán Roscio, Triunfo de la libertad sobre el despotismo, y
diseminó con ellas las ideas republicanas en varias partes de los llanos de la Nueva Granada. Volvería a
la zona a finales de 1818, porque Princep lo llega a conocer en Tumeremo.
93
producciones de los indígenas y lo que quedaba del ganado que pastaba libremente por
las dilatadas sabanas. Fue demasiada responsabilidad para una sola persona.
207
Para una reseña biográfica de Fernando Peñalver, ver: FUNDACIÓN POLAR, 1988, tomo 3, pp. 69-
70.
208
No se ha encontrado el nombramiento, pero desde noviembre de 1817 aparece como el Comisionado
General en documentos de AGNV, RevGuay.
209
“Carta de Bolívar a Blanco”, Angostura, 26 septiembre 1817, en: O’LEARY, 1981, volumen 29, s/n°,
p. 130.
210
“Carta de Bolívar a Urdaneta”, Angostura, 15 octubre 1817”, en: O’LEARY, 1981, volumen 15, doc.
230, p. 342-344.
211
“Carta de Bolívar al Comandante General de Guayana”, Angostura, 17 Diciembre 1817, en:
O’LEARY, volumen 15, doc. 320, p. 506.
94
“…no hay una hacienda qe puede denominarse tal. Creo que sus habitantes,
contentos con lo necesario a la vida por no haber otro estímulo, no han cuidado de lo
superfluo que forma la base de comercio, de la abundancia, y de la pública
prosperidad.”215 Ver Anexo 07.
Luego sigue para comentar la falta evidente de cultivo, las labranzas amontadas
y la escasez de reglones básicos como maíz y casabe; todo esto porque no solamente
faltaba “…la esclavitud con que se trabajaba,” sino “...falta el Peonaje de Indios qe era
un auxilio supletorio:”216 Esto fue la razón principal por la cual no se beneficiaban la
caña, ni recogían los granos de café de las matas. Los esclavos negros (hay indicios de
unos 200 esclavos en Upata cuando llegó Piar) fueron incorporados al ejército desde el
principio de la toma de las misiones.217 La recluta forzada de octubre causó la
212
AGN, RevGuay, t. II, ff. 55,“Oficio de Landa al Intendente”, Altagracia, 27 noviembre 1817, f. 54.
213
AGNV, RevGuay, t. II, f. 60, Referente fraude de reses y el conteo de cueros, “Nota de Fernando
Peñalver”, Guayana, 28 noviembre 1817: AGNV, RevGuay, t. II, f. 64, Referente los cueros echados a
perder, “Carta de Mayz a Peñalver”, Upata, 3 diciembre 1817.
214
“Carta de Bolívar al Gobernador de las Fortalezas”, Angostura, 23 octubre 1817, en: O’LEARY, 1981,
volumen 15, doc. 245, p. 432; “Carta de Bolívar a Urdaneta”, Angostura, 23 octubre 1817, en
O’LEARY, 1981, volumen 15, doc. 246, p. 433.
215
AGNV, RevGuay, t. II , ff. 224-225, “Información enviada por Mayz a Uzcátegui -- Relación que
manifiesta el número de labranzas de Cacao, Café y Caña qe existen en esta Villa, y estado de productos
en qe se hallan”. Upata, 17 noviembre 1817.
216
AGNV, RevGuay, t. II, f. 225, “Información enviada por Mayz a Uzcátegui -- Relación que manifiesta
el número de labranzas de Cacao, Café y Caña qe existen en esta Villa, y estado de productos en qe se
hallan”. Upata, 17 noviembre 1817.
217
Hay información sobre esclavos en Upata y el Bajo Orinoco en el Archivo Histórico de Guayana en
Ciudad Bolívar que todavía no ha sido estudiado. En PRINCEP, 1975, p. 16, el señor Tarife comenta
como todos los esclavos fueron llevados por el ejército.
95
218
Hasta ahora no ha sido posible conseguir información sobre la procedencia de Landa.
219
AGNV, RevGuay, t. II, f. 34. “Oficio de Alonso Uzcátegui”, Upata, 4 diciembre 1817.
220
AGNV, RevGuay, t. II, f. 34. “Oficio de Alonso Uzcátegui”, Upata, 4 diciembre 1817.
221
AGNV, RevGuay, t. II, f. 78. “Carta de Landa a Uzcátegui”, Altagracia, 10 diciembre 1817.
222
AGNV, RevGuay, t. II, ff. 81-82. “Carta de Landa al Intendente”. Altagracia, 10 diciembre 1817.
223
AGNV, RevGuay, t. II, ff. 231-232. “Minuta del Intendente a Landa referente lo que necesitan para
comenzar la destilación de Aguardiente en la haciende de aponte”, Nueva Guayana, 2 diciembre, 1817.
AGNV, RevGuay, t. II, f. 258-259. “Uzcátegui a Landa”, Upata, 09 diciembre 1817.
96
hombres a causa de la recluta del 5 de octubre pero que se hará fabricar las lanzas.224
Unos días después tiene que informar que en todo el Departamento no hay sino 2
herreros viejos, pero que los tiene trabajando día y noche.225 Los problemas son
muchos, pero muy pronto, sale una carta de Landa al Intendente donde la situación en
las misiones, tanto pasada como presente, comienza a aclararse. A la vez, por su estilo
de exposición comenzamos a discernir valores intrínsecos de humanidad del nuevo
administrador. El tono del oficio, distinto a otros que hemos manejado, merece que sea
leído por quienes quisieran entender mejor los hombres comprometidos en este rincón
apartado de la lucha emancipadora:
224
AGNV, RevGuay, t. I, f. 238. “Uzcátegui al Gobernador y Comandante General de la Provincia”,
Upata, 12 diciembre 1817.
225
AGNV, RevGuay, t. I, f. 239. “Uzcátegui al Gobernador de la Provincia”, Upata, 17 diciembre 1818.
226
AGNV, RevGuay, t. II, f. 205. “Carta de Landa al Intendente”, Altagracia, 11 diciembre 1817.
(Subrayado nuestro).
227
AGNV, RevGuay, t. II, f. 146. “Carta de Landa al Intendente”, Altagracia, 12 diciembre 1817.
97
les quitan los caballos a mansalva,229 una población civil menos interesada en lo del
Estado que en sus intereses propios,230 y una población indígena reducida, temerosa e
infeliz.231
La autoridad de los frailes fue reemplazada por la de otro religioso, el padre José
Félix Blanco, ya teñido con pensamientos republicanos que no llegaban a superar los
prejuicios de casta imbuidos desde su infancia, y probablemente aumentados durante
sus años de educación y trabajo eclesiástico en Caracas. Con dotes organizacionales y
una mente vertical que no prestaba para el diálogo, mantenía el orden en las misiones y
228
AGNV, RevGuay, t.II, f. 160. “Carta de Landa a Uzcátegui”, Altagracia, 24 diciembre 1817.
229
AGNV, RevGuay, t. II, f. 156. “Carta de Uzcátegui al Intendente”, Upata, 21 diciembre 1817.
230
AGNV, RevGuay, t. II, f. 166. “Carta de Uzcátegui al Intendente”, Upata, 29 diciembre 1817.
231
AGNV, RevGuay, t. II, f. 158. “Carta de Uzcátegui al Intendente”, Upata, 4 diciembre 1817.
232
AGNV, RevGuay, t. II, f. 106. “Carta del Intendente al encargado de San Joaquín, s/s, 24 diciembre
1817.
98
con esto los indígenas asumían un ritmo normal en su trabajo que parece que ayudó en
mantener la calma en la población.
Sin embargo, cuando hay guerra, el ejército tiene preferencia. Una vez
solucionado los problemas que frenaba la cohesión del Mando, hubo la necesidad de
comenzar una campaña militar con un nutrido número de soldados, y la cuestión de la
recluta era un asunto de prioridad. Esto llevó a la realización de la primera gran recluta
forzosa que afectaba a la población entera y provocó las primeras gran huidas a zonas
alejadas y engendraba el recelo y el temor dentro de la población indígena que seguía en
los pueblos.
Mientras tanto, los indígenas que seguían en los pueblos, continuaban con las
faenas tradicionales, pero ya desconfiados y en espera de sus seres queridos que las
autoridades les aseguraban volverían de la guerra.
99
CAPÍTULO IV
Introducción
Durante el año de 1818, hubo poco escrito directamente sobre los indígenas de
Caroní en los oficios del Ejército Libertador, ni en las oficinas en Angostura donde los
ministros del nuevo gobierno iban conformando un nuevo estilo de régimen. Sin
embargo, los indígenas estaban en todas partes porque representaban la mayor parte de
la población y de la mano de obra presente. Eran los que respondieron a las órdenes; los
que llevaban y traían ganado, víveres, enjalmes, y otros productos que todavía seguían
saliendo de los pueblos (La palabra “misión” había ido desapareciendo poco a poco de
la terminología común). Eran los indígenas quienes fabricaban las lanzas y otros
pertrechos de guerra solicitados, hacían el carbón vegetal, remaban las curiaras y los
barcos. Mayormente eran los indios los que tenían que presentarse cuando había una
recluta.
Para el indígena, este fue un año en que Canaima, el dios maléfico, andaba
suelto.
100
El discurrir de un año
Los días de Navidad y Nuevo Año deben haber pasado casi desapercibidos en
Caroní. No hubo frailes; no hubo curas. Sólo hubo los viejos recuerdos y costumbres.
En las iglesias de los pueblos que no habían sido abandonados, es probable que los
habitantes realizaran los rituales en una forma especial, dada las circunstancias. 233 La
alegría de la fiesta luciría apagada por la falta de tantos hombres. Al no estar ellos, la
mayor obligación había pasado a las mujeres, los adolescentes y los viejos; si no tenían
tanta fuerza, estaban claros en cuanto a las necesidades de su gente. Acostumbrados al
ritmo agropecuario en que se habían criado, deben haber mirado con preocupación a las
tierras mientras consideraban cómo prepararlas para la tala y la quema de los meses
venideros sin la presencia de los brazos más fuertes. Mudos frente a sus nuevos
patronos, observaron el paso todavía constante de reses que salían por los caminos hacia
el matadero de San Miguel o las sabanas de San Felipe, y el incesante envío de
cantidades de provisiones.
233
PRINCEP, 1975, p. 35. En su giro a finales de 1818, Princep asistió al servicio de domingo en El
Miamo y relata lo observado.
234
AGNV, RevGuay, t. V, f. 22. “Comunicación s/firma al Intendente indicando la falta de luces en los
cuarteles y puntos de guardia creando un problema de seguridad pública y que ponga mayor celo en que
no falte nunca el alumbrado”, Nueva Guayana, 29 enero 1818.
235
AGNV, Rev Guay, t. VI, f. 74. “Landa al Intendente”, Upata, 01 enero 1818.
236
La mayoría de las órdenes que salen de la Intendencia, aparecen sin firma y en una grafía extraña y
poco legible. Fernando Peñalver fue un hombre muy educado, por esto presumimos que tenía un
amanuense que levantaba las notas, que además estaban escritas normalmente en un papel de mala
calidad. Tenía que ser difícil conseguir las resmas de papel necesarias para todas las oficinas militares y
civiles. Por esto, una cantidad respetable de los escritos parecen minutas en hojas de tamaños pequeños y
escritos en cada lado. Sin duda, había que lograr que el papel rindiera al máximo.
101
hato hasta que fuera llevado al matadero de Angostura. Morales estaba siempre en
contacto con Caruachi, donde un pequeño destacamento vigilaba el paso del río. Luego,
en el almacén principal del Estado que quedaba en Altagracia, a una legua de Upata,
estaba Manuel Landa que recogía todo lo enviado desde tierra adentro. Hacía
malabarismos para mantener funcionando la máquina débil encargada a él y vigilante
para que los suministros enviados desde los pueblos o desde Angostura no se perdiesen
en el camino. Su mejor apoyo fue el guardalmacén del puerto San Joaquín, quien
recibía y despachaba en este puesto debajo del salto Macagua. El Comisionado General
de las Misiones, Alonso Uzcátegui, se movía alrededor de Upata, por ser la zona más
poblada por la presencia de los guayanos en Cupapuy, Altagracia, Santa María y San
Antonio. Tenía que ausentarse periódicamente para visitar todas las misiones y precisar
con sus propios ojos cómo los comisionados de los pueblos, mayormente gente de
Upata, estaban cumpliendo con sus responsabilidades. Tenía que estar pendiente de que
no hubiera mal trato a los indígenas, porque éstos eran los que recogían el ganado,
amansaban los potros y cuidaban la cría, y hacían todas las labores. Consciente de la
significación de las labores llevadas a cabo en Caroní para la República, estuvo
pendiente de las necesidades, preocupaciones y temores de los indígenas y otros que
trabajaron bajo su mando.237 Luego, por Antigua Guayana, estaba puesto un civil,
Ignacio Lanz. Muy trabajador, pero siempre quejoso en sus oficios238, manejaba otro
almacén que surtía a la Baja Guayana, y trataba de mantener en pie los conucos del
Estado hechos en la ribera del Orinoco, aunque comentaba que ya estaban bastante
abandonados y no producían porque los marineros de las flecheras al pasar los
destruían.239 Resolver el rancho diario era un problema común a todos en Guayana.
237
AGNV. RevGuay, t. II, f. 200. “De Uzcátegui al General, Gobernador de la Provincia”, Upata, 09
diciembre, 1817.
238
AGNV, RevGuay, t. III, f. 19. “De Lanz al Intendente, Antigua Guayana”, 31 noviembre 1817. En
esta carta Lanz se queja de que le calumnien diciendo que se mete en contrabando y pide que le manden
otra persona para asumir su cargo. AGNV, RevGuay, t. III, f. 14. “Lanz al Intendente”, Antigua Guayana,
24 enero 1818. En esta Lanz vuelve a quejarse lo excesivo del trabajo que tiene que ejecutar diariamente.
AGNV, RevGuay, t. III, f. 28. “Peñalver a Lanz”, Guayana, 09 febrero 1818. Peñalver lo anima a
“…cumplir con su deber como lo ha hecho sin preocuparse el lo q digan los q hablan contra los hombres
de honor.” AGNV, RevGuay, t. III, f. 37. “Lanz al Intendente”, Antigua Guayana, 25 febrero 1818. Lanz
le acepta su consejo pero sigue insistiendo que quisiera que lo releven, porque, “…Tengo pocos
conocimientos para este empleo.”
239
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 70. Carta de Lanz al Intendente”, Antigua Guayana, 15 enero 1818.
102
disminuidos en número. Las mulas que quedaban tenían que ser enviadas a El Palmar
para recuperarse.240 En estas circunstancias, recibiría una comunicación del Intendente
que comentaba que había 88 mulas para el acarreo de víveres y “..q le estraña altamente
la mortandad de estas hasta el número de 52 y q tome las medidas necesarias por
salvarlas de las garras del tigre.”241 Landa se ocupaba de hacer seguimiento de las
bestias y encontraba que de las 180 mulas en San Antonio, 85 habían sido entregadas a
unos ingleses y las demás habían quedado al servicio de la Adminstración.242 También
estaba haciendo gestiones para que unos curas tomasen residencia en la zona243 y
preparándose para una visita que el obispo Ramón Ignacio Méndez supuestamente
vendría a hacer.244 Landa y Uzcátegui habían hecho planes para la siembra de tabaco,
un renglón con seguridad de salida a buen precio. Upata era conocida por la calidad de
esta hoja tan codiciada, así que el tabaco pudiese ser la entrada segura que permitiera
que la administración desde Angostura tuviera entradas económicas para continuar la
compra de armas. La siembra era importantísima, así que desde Angostura el
Intendente daba permiso a los de Upata de tener sus trabajos particulares siempre que
245
pagasen el jornal a los indios, y añadía que el Estado compraría su cosecha. Sin
embargo, sembrar y cuidar el tabaco no sería fácil porque Upata también había perdido
mucha gente y el problema de mano de obra era una constante. Ahora sí, hasta los
hombres criollos de Upata estaban trabajando en los campos, porque sólo de la tierra
vendría la comida de este año y los renglones que permitirían la compra de necesidades
no elaboradas en la región.
Era necesario asignar gente para el trabajo agrícola, pero entonces llegaron una
serie de oficios desde Angostura que exigían la fabricación de lanzas.246 Todo hombre
diestro en herrería tenía que estar presto a trabajar en San Félix, Caroní y Morocuri.
240
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 52. “Carta de Landa al Intendente”, Upata, 01 enero 1818.
241
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 34. “Del Intendente al Administrador de la Renta”, Guayana, 07 enero
1818.
242
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 69. “Landa al Intendente”, Upata, 13 enero 1818.
243
AGNV, RevGuay, t. V, f. 38. “Comunicación al Pbro. y Canónigo Provisor Felipe Ávila referente
colocación de Pbro. Tomás Sosa”, Angostura, 02 enero 1818; AGNV, Rev Guay, t. V, f. 36.
“Comunicación al Prbo. y Canónigo Provisor Felipe Ävila referente colocación de Pbro. Granadillo”,
Angostura, 02 enero 1818.
244
AGNV, RevGuay, t. V, f. 40 vto. “Intendente al Comisionado de las misiones”, Guayana, 12 enero 18.
Esto informa que Méndez va a hacerse cargo de una de esas misiones, lo que no llegó a suceder.
245
AGNV, RevGuay, t.VI, f. 109. “Del Intendente al Comisionado General de las Misiones, Guayana, 31
enero 1818.
246
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 6, “Landa al Intendente solicitando 10 a 12 quintales de hierro para
construir frenos y lanzas”, Upata, 10 enero 1818. AGNV, RevGuay, t. V, f. 2 vto. (Intendente al
Comandante Militar del Caroní” Guayana, 04 febrero, 1818.
103
Cada uno debía elaborar10 lanzas diarias, y para esto libraba una orden para facilitar el
hierro necesario. Fueron indígenas quienes trabajarían el hierro, porque fueron ellos
quienes habían aprendido el oficio. La solicitud era para diez mil lanzas. ¿Quién
cortaba la madera para las astas? ¿Quién cargaba las bestias con los quintales de hierro
en bruto mandados desde el desembarcadero y los llevaba hasta los pueblos donde los
herreros formaban la hoja puntiaguda? ¿Quién recogía la leña y las plantas vegetales de
la selva, las paraba, las encendía y las cuidaba hasta sacar el carbón vegetal que
necesitaban los herreros para realizar su trabajo?247 ¿Quién bombeaba los fuelles en las
forjas para que el carbón llegara a la temperatura adecuada para formar la punta? Por
cada herrero tenía que involucrar a unos cuantos jóvenes, viejos, y mujeres para asistir y
lograr que la cadena de operación no se atascara. Mientras esto se hacía, ¿qué pasaba
con la siembra de los conucos del Estado que tenían que sostener a la gente en Caroní,
en las fortalezas y en Angostura? Del indígena no se habla; pero su presencia se capta,
porque sin él no se hubiera hecho nada.
Llegaban las peticiones de velas, pero había poco sebo252, que indicaba que la
matanza de ganado se estaba haciendo sin preocuparse más allá de la carne.. Había que
hacer una gran matanza por San Miguel, pero ¿quién se encargaba de esto? 253 Se
asignó un cura a Upata, el padre Sosa, pero quería la mejor casa254 y ahora ¡había que
247
En la década de 1970, cerca de Barquisimeto, tuvimos la oportunidad de observar este trabajo hecho
por un viejo campesino. Es un trabajo que se hace durante la sequía; exige el uso de una energía y una
vigilancia constante. Hay que aguantar el calor a no más, y la atención seguida alrededor de los
montículos y palos no permite el sueño, mientras el humo impregna el ambiente, la ropa y la piel.
248
AGNV, RevGuay, t. V, f. 39 vto. “Aviso a Uzcátegui”, Angostura, 05 enero 1818.
249
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 64. “Landa al Intendente”, Upata, 10 enero 1818.
250
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 268. “Mayz al Gobernador de la Provincia”, Upata, 18 enero 1818.
251
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 81. “Justo Morales al General y Gobernador de la Provincia”, San Felipe,
19 enero 1818.
252
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 116. “Lander al Intendente”, Upata, 05 enero 1818.
253
AGNV, RevGuay, t. VI, f.87. “Intendente a Landa”, Guayana, 26 enero 1818.
254
AGNV, RevGuay, t. V, f. 41. “De s/firma al Comandante de Upata2, Guayana, 15 enero, 1818.
104
conseguir vino para la Misa!255 Y ¿qué hacer con el rumor de un envío de fuerzas
desde España que entraría por el Orinoco?256 Mejor era no pensar en esto y más bien
enviar a Juan Bolívar y otros para que llevaran unos puercos y carneros a Angostura
para variar la dieta de la mesa de las autoridades, antes de que un hambriento de este
lado los aprovechara.257
La inseguridad seguía, pero el problema era más profundo. ¿En quién se podía
confiar para levantar la República? Morales avisaba del robo de caballos en San
Felipe.263 Uzcátegui tenía que fijarse en quienes estaban cuidando el ganado, haciendo
un giro por todos los pueblos y Landa tenía que asumir sus responsabilidades.264 Landa,
encargado de los alrededores de Upata, tenía 228 cueros al pelo por despachar y no los
enviaba por falta de gente de confianza.265 Y ahora había que buscar a quién pudiera
255
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 79. “Landa al Intendente,” Altagracia, 15 enero 1818.
256
AGNV, RevGuay, t. V, f. 18 “Comunicación s/f al Comandante de Upata”, Guayana, 05 enero 1818.
257
AGNV. RevGuay, t. VI, f. 96. “Landa al Intendente”, Altagracia, 23 enero 1818.
258
AGNV, RevGuay, t. V, f. 3. “S/f al Comandante de Sacupana”, Guayana, 08 febrero 1818.
259
AGNV, RevGuay, t. V, f. 49 vto. “S/f al teniente de la Paragua”, Guayana, 09 febrero 1818.
260
AGNV, RevGuay, t. V, f. 4. “S/f al Gobernador de las Fortalezas”, Guayana, 10 febrero 1818.
261
AGNV, RevGuay, t. V, f. 5. “S/f al Comandante del Caroní”, Guayana, 11 febrero 1818.
262
AGNV. RevGuay, t. V, f. 42. “Del Comandante General a Comandante de Upata”, Guayana, 18
febrero 1818.
263
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 275. “Morales al Gobernador y Comandante General”, San Felipe, 02
febrero 1818.
264
AGNV. RevGuay, t. VI, f. 122. “Intendente a Landa”, Guayana,09 febrero 1818.
265
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 123. “Landa al Intendente”, 10 febrero de 1818.
105
encargarse de una salazón de tres mil (3.000) reses en San Miguel.266 Parece que no se
podía fiar en la gente de allí. Las penurias no engendraban lealtades.
266
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 124. “Landa al Intendente”, 10 febrero de 1818.
267
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 131. “Intendente a Landa”, Guayana, 24 febrero, 1818.
268
AGNV, RevGuay, t. V, f. 4. “Minuta del Jefe Supremo al Gobernador de las Fortalezas”. Guayana,
09 febrero, 1818.
269
AGNV, RevGuay, t. V, f. 5. “Minuta s/f al Comisionado de las Misiones”, Guayana, 10 febrero 1818.
270
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 125. “Uzcátegui al Intendente”, Upata, 11 febrero 1818.
271
AGNV, RevGuay, t. V, f. 8 vto. “Minuta s/f al Comandante de la Villa de Upata, 04 febrero, 1818.
Esto referente los calzones y chaquetas. AGNV, RevGuay, t. V, f. 2 vto. “Minuta s/f al Comisionado de
las misiones”, 04 febrero 1818.
272
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 228. “Landa al Intendente”, Upata, 01 marzo 1818.
273
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 133. “Intendente al Administrador General de las misiones y al
Comisionado General de las misiones”, Guayana, 26 febrero 1818.
274
AGNV, Rev Guay, t. VI, f. 134. “Intendente al Administrador General”, Guayana, 26 febrero 1818.
106
asesinato275. Había pasado un año desde la invasión y ahora la violencia vagaba por los
montes.
Los días abochornados de la alta sequía pasaron apenas con el recuerdo de los
días sacros de Semana Santa, porque casi no hubo cómo celebrar la Resurrección. El
calor y las tierras quebradas por falta de humedad marcaron la temporada. Columnas de
humo filtraron hacia el cielo indicando las quemas preparativas a las lluvias venideras.
275
AGNV, RevGuay, t.VI, f. 276. “Morales al Gobernador y Comandante General de la Provincia”, San
Felipe, 27 febrero 1818.
276
AGNV, RevGuay, t. VIII, f. 153. “Intendente al Comisionado General de las misiones”, Guayana, 04
marzo 1818.
277
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 141. “Landa al Intendente”, Altagracia, 16 marzo 1818.
278
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 140. “Landa al Intendente”, Altagracia, 10 marzo 1818.
279
AGNV, RevGuay, t. V, f. 52 vto. “Comunicación s/firma al Padre Sosa”, Guayana, 17 marzo 1818.
280
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 103. “Comunicación s/firma para el Administrador General”, Guayana, 29
marzo 1818.
281
SANOJA y VARGAS, 2005, pp. 249-295. Aquí está extensivamente explicado el trabajo con las
forjas catalana bajo el sub-título “La industria metalúrgica”.
282
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 152. “Uzcátegui al Gobernador de la Provincia”, Upata, 19 marzo, 1818.
283
AGNV, RevGuay, t.V, f. 281. “Lanz al Intendente”, Antigua Guayana, 24 marzo 1818.
107
La cosecha anual de morrocoyes que la gente recogía cuando los quelonios huyeron del
monte incendiado, terminó en las hogueras de la mayoría de las familias, dando su gusto
especial a las comidas. El trabajo seguía, pero con un ritmo más lento por el problema
de pastos y agua; los ríos en bajada, los arroyos secos, el pasto, enjuto o quemado no
brindaban para grandes movimientos de reses.
Con tantos peligros acechando, todavía había que cumplir con lo exigido desde
Angostura; ahora Uzcátegui y Landa recibían una orden más para preocuparse: surtir
ron a Angostura; los ingleses que recién comenzaban a llegar, lo necesitaban porque el
agua les enfermaba.288 Luego, surgió la necesidad de buscar tandas de peones para
mejorar la fuerte bajada del camino que llevaba desde San Antonio hasta Caruachi, que
era el preferido para llevar el ganado desde las sabanas hasta el paso para luego llegar a
San Felipe, o para llevarlos hasta San Miguel de Unata para la matanza. Otra vez todo
284
AGNV, RevGuay, t. VIII, f. 172-173. “Uzcátegui al Gobernador de la Provincia”, Pastora, 12 abril
1818.
285
AGNV, RevGuay, t. VIII, f. 174. “Landa al Intendente”, Altagracia, 15 abril 1818.
286
AGNV, RevGuay, t. VIII, f. 175. “Landa al Intendente”, Altagracia, 16 abril 1818.
287
AGNV, RevGuay, t. V, f. 39 vto. “Comunicación s/firma al Provisor del Obispado”, Guayana, 22 abril
1818. AGNV, RevGuay, v. VI, f. 288. “General Tomás Montilla al Gobernador del Obispado”, Antigua
Guayana, 21 abril 1818.
288
AGNV, RevGuay. T. VIII, f. 176. “S/firma al Administrador y al Comisionado de las misiones”,
Guayana, 20 abril, 1818.
108
indígena tendría que movilizarse porque Uzcátegui, escribiendo desde San Antonio
comentó que para evitar que el ganado se “…enmontanarse…” tenía que mandar a
ampliar y reformar las cercas de cada lado del camino y para esto “…será de desearse
que los dichos pueblos de Caruachi y Morocure hicieron igual operación hasta
encontrarse con los trabajadores que salen de este Pueblo…”.289
Mayo, el mes de la Virgen. El mes que vio la matanza de los frailes presos en
Caruachi hace, ¡sólo un año! ¿Es posible que en un año se deshicieran de los vestigios
de tanta labor y se estremeciera totalmente la vida ordenada de antaño?
Todo era trabajo, pero hubo una noticia que llegaba y aliviaba, porque
desmintió la amenaza de un envío de fuerzas españolas por el Orinoco.293 Desde la sede
del gobierno comenzaban los avisos sobre el contrabando que ya estaba iniciándose
nuevamente. Barrancas fue un sitio, y fue habilitado por el General Bermúdez para
evitar tanto paso ilegal de mulas y ganado294; ¿Y qué pasaba de este bando del río?
289
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 177. “Uzcátegui al Intendente”, San Antonio, 24 abril 1818. Hay una
excelente descripción de este trecho en PRINCEP, 1975, pp. 8 y 9.
290
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 177. “Uzcátegui al Intendente”, San Antonio, 24 abril 1818.
291
AGNV, RevGuay, t. VIII, f. 188. “S/firma a Comisionado General de las misiones”, Angostura, 29
abril 1818.
292
AGNV, RevGuay, t. VI, f. 302. “Coronel Vicente Sucre al Gobernador de la Provincia”, Antigua
Guayana, 10 mayo 1818.
293
AGNV, RevGuay, t. V, f 34 vto. “Comunicación s/f al General Bermúdez”, s/sitio, 13 mayo 1818.
294
AGNV, RevGuay, t. V, f. 62 vto. “S/firma al Jefe Supremo”, Guayana, 26 mayo 1818.
109
Hubo desertores por Upata; García de Sena quería recuperarlos para el ejército
y poner orden.295 De 2.765 reses traídas para el uso de los pueblos y el ejército en
Caroní, ya dos mil habían sido consumidas.296 El problema de las lanzas continuaba
porque seguían las peticiones para más carbón.297 Y entonces, filtra la noticia: el Jefe
Supremo suprimió la Intendencia y su trabajo sería realizado por los encargados de
Hacienda.298
Junio entró con las primeras lluvias mojando las tierras secas. En cada misión
seguían los trabajos, pero la llegada hasta San Joaquín se puso más difícil y el guarda
almacén avisaba que remitía cien (100) sillas con sus sudaderos, pero no había víveres
en el almacén.299 Los continuos problemas con desertores hicieron que llegara una
comunicación mandando formar un batallón en cada pueblo.300 Las lanzas seguían
saliendo y las mandaban por partes a Guayana,301 pero siempre solicitaban más.302
Entonces, la violencia llegó muy cerca y Landa tuvo que avisar al Gobernador que
Altagracia había sido atacada por desertores armados de fusiles y lanzas. El iba
saliendo con gente de Upata en persecución y pedía el envío de fusiles y municiones
para mantener la gente de Upata armada.303 Pero una media solución del problema de
los facinerosos ya estaba por realizarse.
En junio, con los llanos rebosados de agua, Bolívar aprovechó para volver a
Angostura y desde allí cumplir con diferentes trabajos de organización que faltaban
hacer. Dentro de éstos fue aumentar el número de plazas en el ejército para fortalecer el
ejército al entrar de nuevo en acción después de la temporada de lluvias. Por esto, el 9
de junio de 1818, El Libertador decretó que el general Anzoátegui levantaría en la
295
AGNV, RevGuay, t. V, f. 64. “Comunicación s/firma al Comandante del 1° Batallón de Orinoco”,
Guayana, 26 mayo 1818.
296
AGVN, RevGuay, t. IV, s/no. folio. “Uzcategui al Gobernador de la Provincia”, Upata, 1 mayo 1818.
297
AGNV, RevGuay, t. V, f. 61. “Comunicación s/firma al Comandante de San Joaquín”, Guayana , 14
mayo 1818.
298
AGNV, RevGuay, t. III, f.86. “Peñalver al Gobernador de la Provincia”, Angostura, 8 de mayo de
1818.
299
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 28. “Guarda almacén de San Joaquín a General Tomás Montilla”, San
Joaquín, 1 junio 1818.
300
AGNV, RevGuay, t. V, f. 67. “Comunicación s/firma al Comandante General de la misiones”,
Guayana, 2 junio 1818.
301
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 24. “Landa al Gobernador y Comandante General de la Provincia”, Upata,
04 junio 1818. Landa avisa que envía 31 cananas y 700 lanzas.
302
AGNV, RevGuay, t. V, f. 120 vto. “Comunicación s/f al Comandante de Upata”, Guayana, 10 junio
1818. Avisa la remisión de una gran cantidad de hierro y pide que se fabrica 10.000 lanzas más.
303
AGNV, RevGuay, t. V, f. 154. “Landa al Gobernador de la Provincia”, Upata, 13 junio 1818.
110
304
“Diario de operaciones del ejército”, Angostura, 09 junio 1818; en: O’LEARY, 1981, volumen 16,
doc. 482, p. 60.
305
“Diario de operaciones del ejército”, Angostura, 18 junio 1818; en: O’LEARY, 1981, volumen 16,
doc. 482, p. 61.
306
“Diario de operaciones del ejército”. Angostura, 17 junio 1818; en: O’LEARY, 1981, volumen 16,
doc. 482, p. 61.
111
hasta que entrara en campaña, pero les mandan “…mil fusiles, diez mil cartuchos sin
bala, y diez mil con ellas para la instrucción de los reclutas.”307
307
“Diario de operaciones del ejército”, Angostura, 25 julio 1818, en: O’LEARY, 1981, volumen 16, doc.
498, p. 77.
308
“Diario de operaciones del ejército”, Angostura, 13 agosto 1818, en: O’LEARY, 1981, volumen 16,
doc. 507, pp. 90-91.
309
Las anotaciones en eate Diario comienzan el 16 de septiembre y todos salen de San Miguel para
Angostura el 15 de octubre.
310
“Diario de operaciones del ejército, Angostura, 20, 23 y 30 de septiembre y 2 y 6 de octubre de 1818,
en O’LEARY, 1981, volumen 16, doc. 529ª, pp. 161-162. Hubo comisiones enviados los días 20, 23, y 30
de septiembre y los días 2 y 6 de octubre. Los cuatro oficiales que salieron a recoger desertores, es del 5
de octubre. Estos últimos regresaron el 6 con 8 desertores.
112
“…cómo habrían logrado los criollos forzar a tantos indios a dejar sus casas
y familias en tan corto tiempo. Los obligaban a llevar armas, y vivir bajo la ley
militar; y se les azotaba y se les fusilaba si desertaban, en el mismo continente donde
eran temidos y halagados, como en Demerara y Berbice. Grandes número de estas
pobres criaturas no sabían una sola palabra de castellano.312
Su tiempo en Upata le había dado la ocasión de conocer gente del pueblo que
el describía como “…amable y bien educados…” pero que “…se quejaban mucho de su
pobreza…” y “…lamentaban el cambio que había tenido lugar.”313 Por esto se presume
que las penurias de un año bajo este ambiente de guerra habían afectado a toda la
población de las misiones, tanto criollos como indígenas.
311
ALEXANDER, 1978, p. 19.
312
ALEXANDER, 1978, p. 30.
313
ALEXANDER, 1978, pp. 28-29.
314
ALEXANDER, 1978, p. 30.
315
Las calmas del mes de octubre, cuando los vientos todavía no se han levantado de nuevo y la humedad
está en su apogeo, extendieron el viaje por el Orinoco de San Miguel a Angostura de su norma de 2 a 3
días, a 5. En pleno sol, tiene que haber sido un viaje exasperante, y maloliente.
113
En sus comentarios sobre el viaje tan lento en cuatro barcos repletos con
oficiales, soldados e indias, lo que más le llamó la atención fue la presencia de mujeres
indígenas que acompañaban a sus hombres. Comentó:
…lo que me dejó atónito fue que no hubiera un solo niño con ellas;
ciertamente nunca vi que ninguna de estas mujeres tuvieran niños cuando seguían la
tropa. Supongo que los dejarían en casa, ya que nunca oí que mataran a sus hijos,
aunque las mujeres asiáticas no tienen el menor escrúpulo en matar a sus hijas. He
visto a las indias americanas con sus hijos, de ambos sexos, y me pareció que les
tenían mucho cariño y los trataban bien.316
La llegada a Angostura fue a las 10 de la noche y se desembarcaron el día
siguiente para recibir ropa y morrales y luego fueron puesto bajo guardas “… en sus
barracas, como si se tratara de convictos.”317 Por la tarde pasaron en revista ante El
Libertador y el General Soublette y fueron subidos de nuevo a bordo de los barcos para
salir hacia el Apure. Sin embargo, antes de la salida unos indígenas fueron rechazados
como no aptos y Alexander quedó pensativo del trato que recibieron:
Por parte de los criollos, hubo resentimiento porque de una vida sosegada y con
entradas económicas mayores, pasaron a la penuria por la falta de mano de obra, por el
secuestro de las haciendas de gente realista, por el gobierno militar impuesto, y por la
recluta.319. Estaban lejos de lograr el control deseado de tierras, ganado y mano de obra
indígena.
Por parte de los republicanos, hubo molestia y frustración por la falta de gente
confiable ganada para el cambio e ideológicamente clara. Tenían una guerra que ganar
316
ALEXANDER, 1978, p. 33.
317
ALEXANDER, 1978, p. 34.
318
ALEXANDER, 1978, p. 34.
319
Por donde pasa el ejército salen decretos que exigen que todo hombre de 14 y 45 años de edad se
presenta para incorporarse. Si no lo hacían, se consideraban enemigos del Estado.
114
y no podían contar ni con la población criolla que muchas veces reflejaba en sus
miembros más interés en su bienestar económico propio que en el de la República.
Además, por ser criados con la mentalidad de casta, y así cegados por prejuicios
centenarios, no veían en los indígenas más que una masa de ser utilizada, a pesar de las
palabras escritas en ciertos oficios que ordenaban un trato con cierta benevolencia.
Por parte de los indígenas tenía que haber sido más frustrante todavía. De una
vida de trabajo en que eran sujetos a un reglamento fuerte, pero llevado con
condescendencia y un cierto nivel de justicia, pasaron a una de servidumbre total bajo
una mirada mayormente despreciativa. Los que habían quedado en las misiones, ya no
tenían la seguridad de su sustento, ni a quién recurrir con confianza para resolver sus
problemas. Vivían con el temor de la recluta, y ahora de la muerte de sus familiares,
porque el ambiente se había tornado violento y un indígena, aunque había escapado del
ejército de una causa que no entendía, no podía retornar a su familia sin arriesgarse en
caer preso de nuevo. Volver al monte, después de generaciones en las misiones y ya
con nuevos conocimientos ocupacionales, probablemente no fue una opción para
muchos. Apartarse no era posible. No tenían tierras, y hasta muchos de los animales
que tenían se los habían quitado. Con esposos, hijos, tíos y nietos llevados en la
primera recluta, las mujeres no podían irse al monte, sino permanecer con la esperanza
que estos volverían. Al volver algunos, automáticamente fueron desertores y sujetos a
ser cazados, castigados y hasta matados, y sus familias escarmentados por haberles
llevado comida y haberles escondido de las autoridades.
Entonces, una vez más la recluta, pero en un ambiente peor, porque no se veía
una salida. Las familias indígenas, que venían trabajando forzosamente, fueron a la vez,
testigos diariamente del desmoronamiento de todo aspecto de su vida anterior y de la
destrucción de su economía en que ellos tenían que tomar parte por ser los que arriaron
el ganado a los mataderos, llevaron los productos a los almacenes, y deshacían hasta los
edificios en busca de hierro para la hechura de armas. Entre el temor, la desazón, la
desesperación, la humillación y la ira, estaba caldeando una reacción que todavía las
autoridades no se lograban palpar.
Aunque hay pocas comunicaciones durante esta época de lluvia, las pocas que
aparecen reflejan un empeoramiento de las condiciones de producción y de inseguridad.
Recoger el ganado llegaba a ser difícil porque se iban agotando el número y era más
115
difícil reunirlo en los potreros,320 además los ríos crecidos cortaban la comunicación.321
Los pueblos empobrecidos pedían permisos para hacer sus propias soluciones. El
comisionado de San Antonio declaraba a su pueblo arruinado y pedía permiso para
hacer una labranza y también poner 20 vacas, lo cual sería aprobado por las
autoridades.322 A la vez, en las tierras lejanas, la seguridad impuesta por las fuerzas de
Anzoátegui no llegaban y desde Puedpa el encargado enviaba la noticia que el
comandante Orta le envió un caballo y una carta con un natural de Aima quien fue
asaltado en las serranías de La Yeguera por cuatro caribes que lo azotaron e hirieron.323
320
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 185. “Uzcátegui al General y Gobernador de la Provincia”, Altagracia, 22
julio 1818.
321
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 196. “Uzcátegui al Gobernador y Comandante de la Provincia”, Upata, 13
agosto 1818.
322
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 197. “Agustín Díaz Astudillo, comandante de San Antonio, al General
Gobernador de la Provincia”, San Antonio, 18 agosto, 1818. Pide la labranza. AGNV, RevGuay, t. V, f.
119. “Comunicación s/firma al Comandante de San Antonio. Guayana, s/fecha. Se da el permiso.
323
AGNV, RevGuay, T. IV, f. 191. “Policarpo Díez Velazco al Gobernador y Comandante General de la
Provincia, Puedpa, 07 agosto 1818.
324
AGNV, RevGuay, t. V, f. 133. “Comunicación s/firma al comandante de San Felipe”, Guayana, 24
octubre 1818.
325
AGNV, RevGuay, t. IV, f. 229. “Uzcátegui al Gobernador y Comandante General de la Provinica”,
Upata, 31 octubre 1818.
116
Una vez más, nuestro oficial inglés va a ser el observador de situaciones—unas por
vivencia y otras como espectador callado. Hay que recordar que el trato de soldado raso
en los ejércitos europeos también era muy parecido—pero ¿qué indígena sabía de
Europa?
Llegaron justo antes de Navidad a El Cojeral; allí estaba Páez con sus hombres.
De allí siguió hasta reunirse con la división de Anzoátegui, donde estaba la fuerza de
Rifles. En los días y las semanas siguientes entrarían en batalla y pasaría todas las
privaciones de sus compañeros, a veces hasta peor por no estar acostumbrado al clima.
Escaseaba la comida, y en unos momentos duraron días en constante movimiento—
soldados, oficiales, civiles, mujeres y niños—huyendo desordenadamente hacia quién
sabía qué punto para escapar de tropas españoles bien armados. El trato, tanto a los
indígenas como a los ingleses fue de poca preocupación y respeto; en muchas ocasiones
la sobrevivencia se debía más a la suerte o el aguante de los soldados que a la
solidaridad que parecía ausente en el recuento de las peripecias del momento.
Con tanto soldado nuevo, por las condiciones del terreno y por fallas en
comunicación típicas de la época, la vivencia del ejército fue difícil y cada día los
problemas empeoraban provocando el rechazo de los indígenas a la situación en que les
habían metido y las deserciones aumentaban. El resultado de estas circunstancias llevó
a un maltrato extremo dirigido a los desertores. Para permitir que captemos en forma
más completa el ambiente, dejemos la palabra a quien presenció las acciones tomadas
para mantener el orden en las filas:
…pero la más terrible y dolorosa escena tenía lugar justo antes de marchar
por la mañana, cuando los pobres indios, a quienes se había forzado a salir de sus
hogares, y eran retenidos contra su voluntad, eran recapturados durante la noche
326
ALEXANDER, 1978, P. 36.
117
cuando intentaban volver a sus bosques nativos. Apenas si pasaba un día en que no
hubiera tres o cuatro de estos fusilados, sin fórmula de juicio, por desertores; se les
separaba de la guardia que los custodiaba, simplemente, se les llevaba un poco fuera
del camino, a vista de todos, y se les fusilaba con una sola bala para ahorrar
municiones. Un oficial criollo estaba siempre presente, quien con su espada los
decapitaba, y donde caían allí se les dejaba sin sepultar. El General Answartez
[Anzoátegui] estaba comúnmente presente, ya que el General Páez venía en la
retaguardia con la caballería. Estas cruentas ejecuciones eran realizadas con proterva
crueldad, a quemarropa, a veces tan cerca, que los fusiles incendiaban las camisas de
las víctimas, Una vez que los fusilamientos perdieron su efecto—pues nada parecía
detener el espíritu de deserción, si pudiera llamársele—vi a tres robustos indios
jóvenes, bien plantados, de pie para ser fusilados, sin un murmullo o una lágrima, con
el pelotón de fusilamiento detrás de ellos. Cuando las armas eran cargadas y
presentadas, el indio de la derecha era movido un poco a su derecha; se hacía una
indicación secreta al pelotón de fusilamiento para que no lo mataran, y les dispararan
solo a los otros dos, que en un momento caían muertos a los pies del primero. Este se
mantuvo firme como un roble, ni un suspiro ni una queja se escaparon de sus labios,
ni siquiera se estremeció, pues yo tenía los ojos fijos en él. Noble tipo, pensé, se te ha
perdonado, pero su varonil corazón estaba solo reservado para un más severo
sufrimiento. Fue retirado del sitio donde yacían sus compañeros, ahora cadáveres
decapitados, y atado con un trozo de rejo a un triángulo de maderos cortados clavados
en el piso. Se ordenó que el tambor redoblara largamente para ahogar sus gritos,
mientras lo golpeaban con palos en las nalgas por tan largo tiempo que yo me
preguntaba cómo era posible que la naturaleza humana pudiera soportar el
sufrimiento. La práctica de fusilar fue prácticamente abandonada, y se recurría a esta
barbaridad más grande, si es posible, que producía un sufrimiento más duradero. Qué
les pasaba después de la paliza fue algo que nunca supe; pero seguramente por la
pena, y sus anteriores sufrimientos, debieron morir.327
Orgullosos e impávidos, ¡cuánto odio tenía que embargar a los indios que
sobrevivían estos mal tratos cargados de desprecio a su humanidad!
327
ALEXANDER, 1975, p.49.
328
ALEXANDER, 1975, p.
118
la vida de los soldados de la tropa, sino porque representaba una baja tan enorme en el
número de plazas.329
La peste
El diario de Princep, más que cualquier otro documento, revela con mucha
objetividad cómo Caroní fue afectada por los estragos de la guerra de emancipación. En
el momento de su visita, la región estaba padeciendo una hecatombe demográfica por
una pestilencia originada supuestamente por las condiciones insalubres reinantes en San
Miguel de Unata, ubicado en la ribera sur del Orinoco, donde se acostumbraban matar el
ganado y secar la carne al sol para hacer tasajo. La infección desatada había pasado a la
mayoría de los pueblos alrededores; su brote, junto con la posible presencia de otras
enfermedades como la malaria (común en la zona), la gonorrea y la sífilis que
probablemente brotaban con el paso de grupos grandes de hombres en este tiempo de
guerra, agravaron las condiciones de salud, especialmente de los indígenas, y el efecto
fue una gran mortandad en la población. Los pormenores anotados por Princep nos
ayudan a percibir que las secuelas de un gran conflicto no se limitaban a los campos de
329
“Carta de Soublette al Presidente del Estado”, Rincón Hondo, 06 mayo 1819, en: O’LEARY, 1981,
volumen 16, doc.660.
330
PRINCEP, 1975, p. x. Princep, igual que su socio James Hamilton, fue escocés. La versión original
del libro es en inglés.
119
batalla; éstos asumían una vida propia, como el rastro dejado por las aguas de un diluvio
que desbordan a las quebradas y dejan con su paso cambios impredecibles antes de su
acontecer.
Mapa 03
Estaba previsto que parte del pago de la mercancía traída por ellos iba a ser
pagada en tabaco de las misiones; también hubo conversaciones sobre la posibilidad de
formar una colonia rural de—“los pobres de Escocia”—en la zona. Para conocer mejor
la región y sus condiciones, Princep hizo una gira por la mayor parte de las misiones
con un amigo, el “Dr. K”,333 entre el 29 de octubre y el 18 de diciembre de 1818; sus
observaciones quedaron anotadas en su diario.
331
Hamilton llegó a ser bien considerado por El Libertador, y fue él quien tradujo el discurso de
Angostura a inglés. No hemos encontrado un estudio serio de este personaje tan interesante para la
región.
332
“Carta de Roscio a Francisco José Yanes”, Angostura, 16 septiembre 1819, en: ROSCIO, 1953, t. III,
pp. 61-62.
333
ALEXANDER, 1978, pp. 16-17. El “Dr. K” parece ser el Dr. Kirby, un médico inglés que ejercía en
Angostura en este tiempo. Alexander Alexander había viajado por barco de Demerara a Angostura en la
compañía del Dr. Kirby y su señora
122
nombres pero cumplen con un trabajo u otro, o sufren tratando de sostener a sus
familias en momentos de un cataclismo social como fueron los años de la guerra de
emancipación. Curiosos, los viajeros observan a los indígenas en diferentes lugares,
cumpliendo con servicios innumerables, quedando con los restos de tradiciones
misionales y muriéndose de fiebre e inanición en varios de los pueblos por donde
pasaba. Por Princep sabemos algo de la infraestructura de las misiones, las condiciones
en que quedaron después de la invasión, la vida cotidiana de la gente, la cantidad de
ganado bovino, yeguas y potros que quedan y las manadas que siguen arreando hacia
los mataderos. Su viaje es un compendió de información, tanto importante como trivial,
que permite advertir los efectos de la ocupación sobre esta parte de la República.
Su cuento del viaje nos lleva a casi todas las misiones (faltando Avechica,
Cura, San Serafín, San Pedro de las Bocas, y Currucay que quedaron todas demasiado al
sur para sus intereses, y las primeras dos y la última ya abandonadas). Al salir de
Angostura el 29 de octubre, tomaron el camino que iba por Panapana, San Felipe y el
paso de Caruachi. Luego pasaron por San Antonio antes de llegar a Upata en la tarde
del 2 de noviembre. Mientras quedaron en Upata esperando la mejora de Uzcátegui
quien estaba muy enfermo con la fiebre, hicieron varias excursiones conociendo las
zonas aledañas de Cupapuy, Altagracia y Santa María. En esta parte del diario hay unas
descripciones de diferentes cultivos en los alrededores y especialmente del trabajo del
Sr. Tarife, un vecino de Upata que por ser un hombre mayor no fue llevado por la
recluta. Los invitó a su hacienda donde tenía una plantación de caña de azúcar que
producía papelón y aguardiente que nos provee unas ideas de cómo se vivía de la tierra
en tiempos menos turbulentos. Por supuesto, él ya sentía la falta de mano de obra
común a la región porque había perdido sus esclavos reclutados para el ejército.
334
PRINCEP, 1975, p. 8.
123
Plano 01
Planos de las misiones de Cupapuy y Altagracia hechos por John Princep
124
335
PRINCEP, 1975, p. 21.
336
PRINCEP, 1975, p. 27.
337
PRINCEP, 1975, p. 28.
338
PRINCEP, 1975, p. 28.
125
ellas de cuentos acusando al Dr. K. de utilizar partes del cuerpo para hacer sus píldoras,
y otras acusaciones. Para Princep fue un problema de ignorancia y superstición.
Resulta natural preguntarse el impacto cultural que tuvo a los ojos de personas que no
sabían de los avances médicos, saber que el cuerpo de una persona conocida y
probablemente querida, fuese abierto con un cuchillo y sus órganos sacados. Fue
suficiente para causar una reacción de miedo y terror por parte de las amigas y los
familiares de la mujer.
La fiebre había hecho sus estragos en El Palmar, pero no tanto como en los
pueblos más cercanos al río. A falta de los frailes o algún sacerdote, unos sirvientes
hacían un servicio vespertino en una forma descuidada, pero casi ningún ‘‘nativo’’
asistía a estos actos.
339
Al General Manuel Cedeño le fue concedido extensas tierras por El Palmar y una gran cantidad de
ganado en reconocimiento de sus esfuerzos en la persecución y captura de Piar en septiembre y octubre de
1817.
340
AGNV, RevGuay, t. III, f. 114. “Decreto del Libertador abriendo las tierras del Departamento de
Caroní a quien quisiera avecindarse”, Nueva Guayana, 7 septiembre 1818. Este decreto derogó las leyes
españoles que no permitían acceso a gente no indígena. Fue publicado por Bando.
341
PRINCEP, 1975, p. 31.
342
PRINCEP, 1975, p. 33.
343
PRINCEP, 1975, p. 33.
126
acuerdo a todos los relatos sobre Cumamo, aunque hubo tabaco, algodón, arroz y maíz
abundante, el pueblo parecía tener un futuro dudoso por el abandono de su gente.
Al observar el ritmo de trabajo de esta misión que seguía las costumbres viejas,
Princep pudo percatarse de la organización bajo los republicanos. Había un teniente
encargado con un mayordomo responsable para el ganado, y otro—un sargento—que
supervisaba las plantaciones. Todos criollos. Había un capitán indígena, aparentemente
hereditario, con varios subalternos que mandaban a su propia gente. Había gente
asignada para trabajar el ganado y la artesanía. Las mujeres trabajaban hasta las 4 de la
tarde y normalmente todos laboraban una semana para el Estado y una semana en sus
propios conucos. Todavía tenían hilanderas que eran las muchachas indígenas, muy
jóvenes para asumir el trabajo en los conucos.
344
PRINCEP, 1975, p. 34.
127
de los cuales 36 fueron hombres, 125 mujeres, y otros 125 niños. De forma parecida, en
El Miamo todavía había 405: 25 hombres, 250 mujeres y 130 niños. La desproporción
en el número de mujeres fue el efecto de la recluta.
Continuó a Guasipati que encontró bien situada y bien construida con edificios
sólidos. Pero además de la penetración de la fiebre, anotaba que había un problema de
disentería aún más problemático, que podría ser una consecuencia de la fiebre. De la
gente sana, Princep mencionaba a un corista instruyendo niños en el servicio religioso, y
“… tres de ellos ya sabían leer.”346 Pero, Guasipati no atraía y a medio día salieron
hacia La Pastora, famosa por ser el núcleo originario del hato. Ahí encontró a
Velásquez, un comandante que manejaba su gente como si fueran hijos, y tenía todo en
345
PRINCEP, 1975, p. 40.
346
PRINCEP, 1975, p. 41.
128
buen estado en una labranza de tabaco, algodón y plátanos. El trabajo con ganado se
veía muy reducido, porque de los rebaños de ganado y caballos, antes legendarios en
tamaño—más de 100.000 mil—ahora estaban reducidos a unos mil quinientos (1500) de
reses y unas mil cien (1100) yeguas y potros.347
El camino a Guri, largo y fatigoso, casi reventó a los caballos que al llegar no
tenían ya ninguna fuerza ni aguante.349
347
PRINCEP, 1975, p. 42.
348
PRINCEP, 1975, p. 44.
349
No sería hasta finales del siglo XIX, con el uso de los microscopios, que los veterinarios advertirían
de la causa de esta enfermedad debilitante llamada coloquialmente, “ la derrengadera”, endemia del
trópico que debilitaba y luego provocaba la muerte de los caballos de la región. En cuanto a las mulas,
éstas fueron menos afectadas por la endemia, y por esto fueron preferidas para los trabajos de carga, y
como monturas en viajes largos.
350
PRINCEP, 1975, p. 48.
129
Los dos ingleses duraron una semana más en Upata reuniendo información.
Uzcátegui también planificó ir a Angostura para mejorar su salud. De hecho no
volvería, porque asumiría puestos de autoridad en la capital, y eventualmente sería por
un tiempo el gobernador de la provincia. Al salir de Upata, Uzcátegui dejaría las
misiones a Cornejo quien volvería a vivir en Upata para dirigir las tareas.
Llegaron a San Félíx a las 8 de la noche por suerte, porque casi se perdieron en
la oscuridad de la noche. Encontraron al teniente y toda su familia con la fiebre, y aquel
con un hígado tan hinchado que se temía su muerte. De los habitantes, sólo quedaban
cinco. Esta misión fue situada a unos cuantos kilómetros del río Orinoco donde termina
la sabana de la mesa de Chirica por su límite sur. Señala el viajero que la vista hacia el
norte fue muy hermosa, aunque no se veía el río por la elevación de la sabana.352
351
Es que hoy, cuando viajamos a Upata por tierras cultivadas en ambos lados de la carretera, no
imaginamos los problemas de transitar por una selva tropical donde un animal no puede encontrar pasto y
al debilitarse, se desploma en el camino sin posibilidad de reponer fuerzas por la escasez de pastos y
agua.
352
La misión de San Félix no tiene nada que ver con la ciudad de San Félix que se formó más tarde con el
nombre Puerto de Tablas, en la ribera sur del Orinoco. Su ubicación es conocida por unos pocos quienes
durante la década de 1980 buscaron y encontraron los restos del piso de su iglesia. Estos restos quedan
casi a final del barrio conocido como Chirica Vieja, y según se tiene entendido, cercana a la primera gran
curva a la izquierda del recto que continúa después del semáforo donde está el cruce para El Rosario.
Hasta el momento no hemos podido conocer el sitio.
130
De San Félix, Princep decidió visitar San Miguel sin el Dr. K, a quien alguien
le había robado el caballo durante la noche. Se fue con un acompañante y pasaron por
donde veían a mano derecha ‘‘…un hermoso anfiteatro de colinas, y una tremenda
cordillera parece correr en dirección de Guayana Vieja…’’. 353 Es la perfecta
descripción de lo que vemos hoy mirando al oriente desde la parroquia Vista al Sol.
353
PRINCEP, 1975, p. 55.
354
La misión de San Miguel de Unata , según hemos podido averiguar, se formó a la izquierda de lo que
es hoy la carretera que lleva al estado Delta Amacuro. Estaba ubicada, por pura coincidencia,
aproximadamente donde hoy se encuentra el Matadero Municipal de San Félix. En 1841, los vecinos
pidieron a la Diputación Provincial permiso para mudarse todos al sitio de un puerto de tablas donde de
nuevo habían comenzado a embarcar ganado a Trinidad y las Antillas, creando un sitio que necesitaba
mano de obra. El permiso fue concedido y San Miguel quedó abandonada. En 1871, el nombre de Puerto
de Tablas fue cambiado por el de San Félix, probablemente en honor a la batalla del mismo nombre.
355
PRINCEP, 1975, p. 55.
131
Siguieron la orilla derecho del río Caroní hasta la misión del mismo nombre.
Princep comenta su ubicación cercana al río y lo raro de los dos pisos en la parte atrás
de la iglesia donde se alojaba el prefecto y sus otros oficiales, e informa que la iglesia
fue reconstruida en ladrillo en 1784. También la fiebre había hecho sus estragos aquí y
sólo encontraron unos 5 indios y unos residentes criollos, que también sufrían por la
epidemia. No se quedaron mucho tiempo, pero tenía que cambiar el caballo de Princep,
porque sus cascos habían quedado tan dañados por el viaje, que no podía seguir
cabalgando en él.
Continuaron las 3 leguas que faltaban para llegar a Morocuri donde llegaron
por la tardecita. El comandante y unos 30 trabajadores estaban desgranado maíz. Estos
trabajadores indígenas eran encerrados cada noche en un depósito grande, porque
acababan de ser traídos de la selva donde habían huido por los estragos de la fiebre. De
raza caribe, hasta su capitán estaba preso con ellos. Las notas de Princep señalaban que
la población había bajado de unos 800 a unos 50.
El día siguiente siguieron unas pocas leguas más para llegar a Caruachi donde
encontraron a Uzcátegui. Una vez más hubo problemas con los caballos que no podían
andar y al fin Princep compró uno ciego, pero de buena estampa, que decidió aceptar
por falta de algo mejor. El 18 en la mañana cruzaron por el paso de Caruachi con la
idea de hacer el viaje a Angostura en una sola jornada, porque Uzcátegui iba a su propio
ritmo por estar todavía en un estado febril. Desayunaron en San Felipe, y luego a las
dos llegaron a Palma Sola donde descansaron hasta las 4, cuando salieron para seguir el
viaje. Sus caballos lograron llevarlos a Angostura donde llegaron a las 11 de la noche.
Su última descripción es de la condición de las bestias:
anochecer del día siguiente. La pobre yegua del soldado tan cansada, que ni la
fuerza ni la persuasión lograron hacerla que se quitara de la puerta, donde
permaneció por una semana entera, y luego se las arregló para hallar el camino a
la sabana.356
Con este remate, algo fuera de lo común, de una aventura que duró más de un
mes y medio, quedamos con una descripción de parte de la realidad de la vida en la
Guayana del siglo XIX. Aunque sea un relato en muchos sentidos superficial, nos
permite conocer unos cuantos de los pormenores de la vida de aquel entonces, y la vida
específica de la gente que habitaba en las diferentes misiones de Caroní, ya venidas a
menos.
Los cambios habían sido tan abruptos y continuos en estos dos años, y el orden
tan trastocado, que parece que cada persona miraba a su alrededor y se preguntaba ¿qué
más podría suceder? La estructura había tambaleado, y no hubo quien lo pudiera
endurecer. Hubo gente nueva viviendo en los pueblos, y no fueron indígenas; muchos
de los viejos habitantes indígenas fueron a vivir por el monte. Hubo amenazas y
desconfianzas en todos partes. Como las manadas habían revertido a un estado
semisalvaje por la falta de atención de los hombres, estos volvieron a un estado más
primitivo por las experiencias amargas vividas, y perdieron su fe en las acciones de
otros. Las mujeres abundaban, pero los hombres, si volvían, no podían ponerse a vivir
con ellas en los pueblos. Cuando volvían clandestinamente a veces ni encontraban a sus
familiares, porque habían perecido por falta de sus brazos fuertes que quizás podrían
haber hecho algo frente a la inanición colectiva que se apoderó de la población enferma.
356
PRINCEP, 1975, p. 60.
133
habían venido con las reses, regresaron con la fiebre, y diseminaron la infección
en toda la región.357
Sin embargo, una vez analizadas las diferentes referencias a la pestilencia, y
revisada la disección que hizo el Dr. K., se deduce que si bien la muerte de los de San
Miguel pudo tener su desenlace por la falta grave de control sanitario, la epidemia no
fue causada por la descomposición de carnes, sino fue una epidemia de Paludismo
Falciparum, conocido como Malaria terciaria maligna. Este tipo de malaria es
transmitida por el mosquito anófeles darlingui, y es temida por la intensidad de sus
fiebres y el alto porcentaje de mortandad en sus víctimas.358
“La región [de Upata] siempre había sido considerada sana, y la fiebre
nunca había sido conocida antes de esta temporada; pero ahora sus estragos eran
terribles; una cuarta parte de la población había perecido, y resultó ser más
destructiva para los indios que para los criollos.360
Quizás el hecho del paso y/o vivencia de grupos grandes de soldados en varios
sitios cercanos durante los últimos dos años, en tiempos cuando no hubo letrinas de
ningún tipo, causaba una acumulación de excretas en el suelo que resultó ser un caldo
de cultivo de diversas enfermedades que debilitaba a la población, quitando la fuerza de
resistir la malaria falciparum. De todos modos, el fallecimiento de tanta población tuvo
un efecto demográfico significativo, aunado al miedo engendrado que fue un factor para
el retiro de mucha de la población al interior de la región.
357
PRINCEP, 1975, p. 16.
358
UZCÁTEGUI, Anexo 08, Patología. En la revisión patológica se incluyó el dato de un defecto
genético, conocido “…como drepanocitosis que confiere a la persona que lo padece inmunidad natural
contra el paludismo y es muy frecuente en esa zona, lo que pudiera explicar en algunos casos de
pobladores que no presentaron la enfermedad
359
UZCÁTEGUI, Anexo 08, Patología.
360
PRINCEP, 1975, p. 12.
134
Tabla 04
Tabla comparativa de la población en las misiones
según los datos de 1816 y la información ofrecida por John Princep en diciembre
de 1818
CENTRO
361
PRINCEP, 1975, p. 48.
135
Gente retirada a
sus conucos
San Antonio de Huicsotano 955 El comandante,
su gente y más
de 100 indios
ORIENTE
CENTRO-SUR
SUR
Fuentes: Para 1816: BARCELONA, Fulgencio de. “Estado de la misión de Guayana dado por
el último Prefecto P. Fulgencio de Barcelona (Caroní, 13 octubre 1816). En CARROCERA, 1979, t. III,
pp. 314-317. Para el fin de 1818, PRINCEP, 1975, San Miguel de Unata, p. 56; San Félix, p. 54; Caroní
y Morocuri, p. 58; Caruachi, p. 08; Altagracia, p. 25; Cupapuy, p. 16; Santa María, p. 26; San Antonio, p.
11; El Palmar, p. 31; Cumamo, p. 33; Miamo, Carapo, Tupuquén y Tumeremo, p. 52; Guasipati, p. 42;
Pastora y Ayma, p. 43; Puedpa y Santa Clara, p. 45; Guri, p. 48; Cura, Avechica y Currucay, p. 20.
Ni una aproximación media cierta se puede hacer; pero se infiere una baja
dolorosa en la población y un pánico que se había apoderado de gran parte de la gente.
Ciertamente el impresionante número de muertos significa la desaparición de familias
enteras, o la mayoría de sus miembros, con la pérdida por consiguiente de su cultura
milenaria. ¿Quién contará los cuentos de los viejos dioses? ¿Quién enseñará el uso de
las plantas medicinales? ¿Quién cantará las viejas canciones pasadas de generación en
generación? ¿Quién se preocupará para la formación de los jóvenes en la casa y pesca?
¿Quién formará a las muchachas en los cuidados de niños, cocina y conuco? ¿Dónde
están los herreros y los tejedores? ¿Quién puede decir por donde van los ríos, y lo que
hay detrás de los cerros y montañas adyacentes? ¿Quién recordará los viejos tiempos
cuando comenzaron las misiones? Y quién quedará para decirle a los hombres que
logren volver de la guerra: “Mi amigo, tu familia falleció.”
362
AGNV. RevGuay, t. VI, f.359. “Coronel Vicente Sucre al Gobernador de la provincia”. Antigua
Guayana, 19 octubre 1818.
363
AGNV. RevGuay t. VI, f. 360. “General Pedro León Torres al Gobernador de la provincia”, Antigua
Guayana, 24 octubre 1818.
137
Todavía por diciembre, se queja que con tantos enfermos todo el trabajo de arreglo de
las fortalezas está frenado.364
En Upata, Landa seguía tan enfermo que solicitaba permiso de irse a Angostura
a curarse.365 Parece que su solicitud fue aprobada, pero que no se mejoraba tanto,
porque en enero, desde la capital, entregaba su solicitud para separarse temporalmente
de su cargo por su enfermedad.366 Aparentemente su condición cambió poco, porque en
marzo remitía su carta de renuncia, la cual sería aceptada por Lecuna quien consideraba
la renuncia fundada y proponía a José Antonio Iribarren como su reemplazo.367
Recapitulación de capítulo
364
AGNV, RevGuay, t. VIII, ff. 42. “General León Torres al Gobernador y Comandante General de la
Provincia”, Antigua Guayana, 28 diciembre 1818.
365
AGNV. RevGuay, t. VIII, f. 111. “Manuel Landa a los Ministros de Hacienda Pública”. Upata, 21
diciembre 1818.
366
AGNV. RevGuay t. VIII, f 110. “Vicente Lecuna al Director General de Rentas Nacionales”,
Angostura, 13 enero 1819.
367
AGNV, RevGuay, , t. VIII, f. 120. “Manuel Landa a los Ministros de Hacienda Nacional”, Angostura,
9 marzo 1819. AGNV, RevGuay, t.VIII, f 119. “Vicente Lecuna al Director General de las Rentas”,
Angostura, 10 marzo 1819. AGNV, RevGuay, t. VIII, f. 119 vto. “Director General de Rentas a los
Ministros de la Hacienda Nacional”, Angostura, 15 marzo 1819.
368
AGNV, RevGuay t. VII, f.217 vto. “Comunicación a Comandante de Upata”, Angostura, 18 febrero
1819.
369
AGNV, RevGuay, t. VII, f. 220 vto. “Comunicación al Coronel Martín”. Angostura, 22 marzo 1819.
El subrayado es nuestro.
138
Los indígenas tenían que seguir cumpliendo órdenes, pero ahora estaban
resabiados, inseguros y temerosos, porque no podían confiar en los que gobernaban. El
regreso furtivo de los hombres que desertaban no mejoró la situación porque eran
prófugos, y naturalmente reconcomidos por el trato recibido como recluta y unos con
odios furiosos, no sólo por lo que les pasaba sino por el triste y amargo fin de familiares
y amigos. El aumento de violencia fue considerable, y afectaba tanto a los criollos
como a los indígenas. Ahora era cada uno por sí solo, y diferencias de etnia pudiera ser
causa de saña y el deseo de amilanar.
CONCLUSIONES
Esta investigación fue llevada a cabo con el interés de aclarar lo que pasó con
los indígenas de Caroní en los años de la invasión y conquista por los republicanos y
luego, bajo el control militar de éstos entre los aciagos años de 1817 a 1819. En
realizarla hemos podido llegar a unas conclusiones sencillas:
Una vez perdido el liderazgo de los frailes, los indígenas quedaron sumisos bajo
la autoridad de sus nuevos mandatarios porque estos tenían la fuerza y la
organización para controlarlos.
Para estar bien como indígena, tenían que estar entre los suyos.
Apreciados sólo por lo que representaban como mano de obra, tal aprecio no
representaba el respecto a sus personas, porque eran indígenas.
La falta de estudios continuos y cada vez más profundos sobre los grupos de
indígenas, fuente básica de la sangre que corre en la mayoría de los venezolanos de hoy,
ha mantenido a este grupo marginado de nuestro quehacer histórico y casi en un estatus
de invisibilidad. Los enfoques historiográficos comunes a nuestra tradición, apenas
comienzan a salir de la observación preferencial de los que llevaron a los
conglomerados humanos a la guerra y que los mantuvieron activos—directa o
indirectamente, queriendo o no queriendo—en ella. En el caso de los indígenas del
Caroní, su presencia en el conflicto brilla por su ausencia en los relatos y estudios, y, en
el mejor de los casos, es un orgullo superficial y sin conocimiento de causa, del honor
de haber servido en el batallón de Rifles.
Los estudios hechos hasta ahora, tienden a enfocarse hacia los problemas
políticos surgidos alrededor de las misiones y las autoridades españoles de Guayana, la
importancia de la presencia de las misiones para constituir nuestra territorialidad, y del
elemento económico en cuanto a una valoración, por decirlo así, “en metálico” de los
bienes encontrados en sus predios. Pero poca ha sido la atención dada a la
trascendencia del papel del indígena que logró dominar conocimientos nuevos que le
permitieron el crecimiento de las misiones tanto en su demografía como en su beneficio
para los que habitaban en ellas. Tampoco ha sido considerado adecuadamente el papel
singular que tuvo la capacidad organizativa de los capuchinos catalanes en desarrollar
en forma tan admirable el binomio hato/común que lo elevó a un nivel de cohesión
económica asombrosa para la época.
españoles o a los negros en los aspectos económico, social y político. En hacer esto se
nos han escapado los pormenores de una evolución humana histórica en las extensas y
tan apartadas tierras de Guayana que afectó contundentemente el proceso nacional de la
independencia.
El grupo humano conocido como los indígenas de las misiones del Caroní, fue
considerado culturalmente atrasado e incompetente por los dos grupos que los
dominaron en los siglos XVII y XIX: los misioneros y los republicanos. Sin embargo,
los hombres y las mujeres de esta colectividad, organizados por los misioneros, se
apoderaron en pocas décadas de tantos conocimientos que el resultado de su mano de
obra en diversas ocupaciones trascendió en el establecimiento de una riqueza
agropecuaria que salvaría a los republicanos venezolanos en uno de sus momentos más
deprimentes por falta de recursos.
Sin voluntad propia en hacerlo, fueron los creadores históricos del bienestar que
salvaría a la incipiente República. Sin voluntad propia en hacerlo, la presencia de sus
hombres en el ejército libertador aportaría gran parte de la fuerza necesaria para vencer
a los españoles por los llanos de Venezuela y por las sendas de las cordilleras andinas
que los llevarían hacia Boyacá.
Por las exigencias de una guerra despiadada estos mismos indígenas tuvieron
que participar en desmoronar sus logros alcanzados en un siglo de aprendizaje y labores.
Mientras el mundo que ellos conocían se desintegraba en beneficio de otros, apenas
fueron tomados en cuenta como personas. A final, atormentados por la desgracia de
una pestilencia, numerosos miembros de sus comunidades murieron indefensos y sin
asistencia; no hubo ni la presencia de alguien que les diera el pésame.
Apoyar estudios serios en todos los ámbitos que ayuden quitar la venda de los
mitos dorados y los hechos olímpicos que tanto daño nos hacen.
ANEXO 01
ANEXO 02
Comisionados de Justicia
ANEXO 03
“Las Misiones del Caroní regidas y administradas por José Félix Blanco – Reglamento para su
gobierno dictado por él mismo”
Introducción al Reglamento.
No con otro objeto se han reunido los hombres en sociedad, que con el de
proporcionarse todos los bienes y ventajas, de que no podrían gozar en el aislado y facticio
estado de pura Naturaleza. La disparidad de sus fuerzas, así morales como físicos; la diversidad
de sensaciones, necesidades y recursos respectivos; la divergencia de opiniones por la sucesiva
de pasiones é intereses, --fueron todos muy poderosos motivos para persuadirles y convencerles
de la precisión en que estaban de elegir y cometerse a una autoridad que los dirigiese, con
derecho para obligarlos a obrar en beneficio común y recíproco. Al efecto, renunciando todos
de consumo a aquella independencia natural, cuyo ejercicio aislado debía serles funesto, se
sometieron a un centro de poder que con uniforme y constante impulso condujese aquel gran
todo al deseado fin de la asociación.
Estas son las bases sobre que está fundado el edificio social: bases eternas é
indestructibles, que la despejada razón contempla para su convencimiento y firmeza. Pero por
ineluctables que sean estos principios, los prestigios de la educación, las costumbres, el genio y
el hábito inveterados a la esclavitud, forman en nuestro pueblos una nueva naturaleza, acaso
mas fuerte que la primitiva: es preciso que los funcionarios públicos consagremos nuestro
esmero y celo patriótico a descorrer el denso velo de estas ominosas prevenciones para que
desaparezcan las tinieblas del error y se suceda la refulgente y vivificadora luz de la razón y de
la justicia.
Tal es la empresa que ha tomado en consideración el Soberano Congreso de Venezuela
a favor de los Indígenas del Caroní, y de la que me hallo encargado por el Supremo Gobierno
respecto de este Departamento, a pesar de la insuficiencia de mis luces y talento. Mas, por
fervientes que sean los votos de la Soberanía y grandes los deseos que me animen por llenarlos,
todos serán insuficientes, si las autoridades intermedias del Departamento no concurren por sí a
un objeto tan interesante y a una obligación tan sagrada. Todo funcionario, todo hombre
constituido en algún destino, cualquiera que sea la parte que se le confíe en la Administración
pública, debe dedicarse entera y exclusivamente al desempeño de su Ministerio por el bien de la
República; pues que la salud de esta es la ley y felicidad suprema.
Así, al proponerme y dictar las primeras reglas que deben contribuir a la verdadera
regeneración política de estos naturales, me prometo que todos y cada uno de los subalternos del
Departamento y sus habitantes, cumplirán los deberes que se les prescriban en este reglamento a
beneficio del orden y seguridad interior del territorio, y del bien y felicidad de sus mismos
habitantes.
La razón obra en todas las cosas por convencimiento de lo justo y equitable, objetos de
este reglamento. Ningún otro estímulo debe animar a los hombres dotados al menos de un
sentido común, y guiados por una recta conciencia. Mas, si en el Departamento hubiese
algunos, en quienes la razón haya perdido su imperio, será dolorosamente necesario reducirlos
por la fuerza, y aterrarlos con el castigo. No es mi empresa reformar a los malvados con
tormentos, crueldades y suplicios: prevenir el mal antes que corregirlo, es mi intento; porque las
buenas reglas y prudentes instrucciones, forman al buen ciudadano. Al efecto en el
Departamento de mi cargo, se observará el reglamento que sigue.
J. Fx. Blanco.
146
II
infracción de este y del anterior artículo por pequeña que sea, trae una enorme responsabilidad
sobre el infractor.
Artículo 7.°
Siendo la subsistencia del Ejército la primera atención de todos los comisionados, deben tener
muy bien organizada y montada en número suficiente de bestias, la arria o arrias que exijan sus
sementeras para el trasporte de sus frutos al almacén general del distrito, en tales términos que
pueden ser útiles al primer aviso del Comandante, para la exportación que se haga de todos ellos
desde el dicho almacén hasta el Cuartel general cuando la necesidad lo exija.
Artículo 8.°
La reunión de hombres útiles en el Ejército para la defensa común incumbe más que a nadie a
los comisionados. Habiendo pues dado los pueblos sus respectivos contingentes de reclutas
para el aumento de los cuerpos, deben interesarse en que cuando aquellos se separen de la
fuerza armada con licencia o sin ella, para venir a sus casas, sean inmediatamente restituidos a
ella, pero con esta diferencia que los desertores serán irremisiblemente aprehendidos y bien
amarrados se remitan al Cuartel general a disposición del primer Jefe del Estado Mayor General
y los que se presenten voluntariamente serán remitidos en libertad, mas siempre a cargo de uno
o dos hombres de respeto de los mismos naturales. Los que trajeren licencia volverán a sus
cuerpos concluido el término de ella.
Artículo 9.°
Ningún comisionado permitirá que individuo alguno de los que llaman españoles funde ni
establezca hacienda de ganados, de caballos ni mulas en la Misión de su cargo, por el gravísimo
perjuicio que atraería a la hacienda de la misma Misión semejante permiso: en inteligencia de
que si alguno hay en el día establecido debe sacar inmediatamente sus animales para las sabanas
de Upata, territorio que se les señala para la cría y conservación de sus animales.
Artículo 10.°
Aunque la hospitalidad a nadie debe negarse, y mucho menos en las actuales circunstancias en
que una dura ley de la necesidad ha arrojado a la mas sana parte de Venezuela hasta el término
de esta provincia; como por otra parte el Gobierno no debe permitir que haya holgazanes en los
pueblos, comiéndose como los zánganos la miel de las industriosas abejas, prohíbe
expresamente a los comisionados el que permitan en sus pueblos por mas de un día natural a
ningún transeúnte, bien sea emigrado, bien vecino de otro pueblo, bien sea empleado en las
Misiones sin el conocimiento o licencia del Jefe supremo o de la Comisión general.
Artículo 11.°
Los comisionados no pueden ausentarse de sus pueblos ni salir fuera del territorio de su
jurisdicción sin licencia escrita de los Comandantes de distritos; cuya prohibición se extiende en
los mismos términos a los mayordomos y demás españoles empleados en servicio de la Misión.
Los mismos naturales no podrán salir de sus pueblos a otros, sin el correspondiente pasaporte de
los comisionados, esto solo en caso de diligencia urgente, y nunca meramente por pasear,
porque esto se opone a la policía de todo pueblo industrioso.
Artículo 12.°
Establecido en los trabajos de cada Misión el método alternativo de una semana para el Estado y
otra para los naturales, se racionará de carne a estos, solamente la semana que trabajen en las
propiedades del Estado, y el número de reses aplicables al caso se debe determinar por los
Comandantes de distritos, calculando para ello la población y la riqueza del hato, economizando
todo lo posible y prohibiendo expresamente que se mate ganado pequeño y las hembras. Para el
acierto en la asignación de reses, cada Comandante tiene el estado de las existencias de su
distrito.
148
Artículo 13.°
No permitirán los comisionados que se introduzcan y vendan licores en sus rublos, ni bebida
alguna fermentada.
De resto la Comisión general se promete que la prudencia de los comisionados ocurra a los
casos que puedan presentarse, fuera de los contenidos en estos artículos, consultando siempre el
bien general y la felicidad de los naturales, y que en todo acontecimiento arduo, a que no
alcancen a dar evasión, darán parte a sus Comandantes de distrito para la deliberación mas
acertada.
Artículo 14.°
Ningún comisionado admitirá al servicio de su Misión persona alguna sin el consentimiento del
Comandante del distrito, y este no podrá tampoco hacerlo sin que el aspirante lleve un
documento que acredite su buen porte en la Misión en que anteriormente haya servido.
Anexo 04
Estado general que manifiesta la población y existencias de las Misiones de los distritos de Este,
Centro Sur y Alto Caroní, con expresión nominal de las del B. Caroní y bajo Orinoco, todos de
Este Departamento, (22 octubre 1817)
Fuente: AGNV, RevGuay, Tomo II, f.214 Blanco
150
Anexo 05
Contribuciones de los Pueblos del Interior en hombres y efectos exportables, fuera de [ilegible],
en 8 meses que han estado a cargo del Comisionado General que subscribe (22 octubre 1817)
Fuente: AGNV, RevGuay, Tomo II, f. 251. BLANCO.
151
Anexo 06
Estado general de los empleados de las Misiones del Este, Centro, Sur y Alto Caroní en clase de
Comisionados, Mayordomos, yeguamanseros y Encargados de Labranzas
(25 octubre 1817)
Fuente: AGNV, RevGuay, Tomo II, f.250. BLANCO.
152
Anexo 07
Relación del número de labranzas de Cacao, Café y Caña que ezisten en Upata—
Noviembre 1817
f. 224
Matas Matas Almes Arras Botjas
de de café caña azcar Ron
cacao
C° José Alcocer -- 1200 8 -- 60
C° Dionisio Rivas -- 1500 1 -- --
C° José María Cardoso -- -- 15 -- 50
C° Félix Lesama 3000 30000 3 -- --
C° Pedro Tarife -- 400 12 -- 40
C° Blas Montilla -- -- 12 -- 20
C° Manuel Gomes 200 8000 12 -- --
C° Francisco Muñoz -- 4000 10 -- 20
C° Antonio Ascanio -- -- 1 -- --
C° José Burmeister -- 3000 -- -- --
C° Franco Burmeister -- 3000 -- -- --
C° Gabriel Rivas -- 50 1½ -- --
C° Patricio Rivas 300 -- 1 -- --
C° Cristóbal Rivas -- 200 2 -- --
C° Ventura Burmeister -- 1000 1 -- --
C° Juan Gomes 300 200 10 10 100
C° Diego Rodríguez 100 300 -- -- --
C° Esteban Astudillo 20 30 1½ -- --
C° Juan Odreman 50 5000 2 -- --
C° Pedro Gomes -- -- 2 -- --
C° Diego Navarro -- -- 100 -- --
C° Franco Henriques 20 10 1 -- --
C° Antonio Meneses 1300 1200 -- -- --
C° Gaspar Astudillo 20 30 5 -- --
C° Franco Viamonte 50 100 3 -- --
C° Felix Farras -- 100 2 -- 100
C° Domingo Vilches 612 800 2 -- --
Embargda pr el Estdo qe llaman -- 150 5 -- --
de Juan Surá
Suma 5972 60370 112 10 460
224 v
153
ANEXO 08
El área endémica está descrita como área malaria meridional, que abarca los estados
Bolívar, Apure y Amazonas; es donde se encuentra este anófeles y transmite el
paludismo falciparum.
CLINICA:
1.- Paroxismo de escalofrío fiebre y sudoración: empieza con escalofrío que dura de una
a dos horas, en las siguientes tres a cuatro horas fiebre alta, piel seca y caliente, en las
dos últimas horas sudoración.
Al principio la fiebre es cotidiana y luego cambia a terciana o cuartana.
2.-Anemia: por destrucción excesiva de glóbulos rojos, la falciparum es la más grave.
3.- Esplecnomegalia: Aumento de volumen del bazo, está en el 80% de los infectados
con falciparum.
4.-Hepatomegalia e ictericia: Aumento del hígado y color amarillento en la piel, está en
el 40% de los infectados.
5.-Síntomas gastrointestinales: Anorexia (falta de apetito), nauseas, vómito, diarrea,
dolor abdominal, ascitis (abdomen grande por retención de líquido), edema,
hipertensión, otros síntomas neurológicos (cefalea, letargo, delirios, convulsión y
coma).
6.- Complicación: Insuficiencia Renal aguda, paludismo álgido, colapso circulatorio por
insuficiencia suprarrenal, encefálico por anoxia tisular por lesiones graves en el cerebro.
155
DATO:
Hay un defecto genético que consiste en forma anormal del glóbulo rojo, que se conoce
como drepanositosis que confiere a la persona que lo padece inmunidad natural contra
el paludismo y es muy frecuente en esa zona, lo que pudiera explicar en algunos casos
de pobladores que no presentaron la enfermedad.
También hay que tomar en cuenta las condiciones sanitarias y de salubridad precarias, la
alimentación del paciente enfermo, falta de tratamiento adecuado a pesar de que
describen la toma de la cáscara de quina que era realmente el tratamiento en esa época y
actualmente, y que pudiera haberlos salvado a todos.
156
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