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(1817-1822)
Autor:
Marianela Tortolero.
C.I: 8672662
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Resumen
(1817-1822)
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The agony of a city. Angostura realistic a republican (1817-1822)
This research seeks to rescue historical type regional history to relive our past that has
lain dormant and therefore unknown to the younger generation. The time is defined
corresponding to the hard years of the independence struggle of the patriots rebels.
Angostura was an important stronghold in this fight because of its strategic location
facing the main Orinoco river, corridor that allowed connection to the rest of the
territory of the provinces at the time, plus the riches located in the Misiones del
Caroni. The problem of Angostura and a population that will not easily bend it ,
because its people especially the ruling class will always have a hostile attitude
towards the republican cause and its leaders , staying loyal to the king and to the
preservation of status quo. Therefore, the patriot leaders as Cedeño, Piar, among
others, organize a site for months to subdue and crush the angostureños, and only
then take the city. The intent is to recreate what happened during that hard years and
also try to capture how was the transition from being a realistic city to become the
capital of the Third Republic of the Independence of Venezuela.
Key words: Angostura, rebel, subject, Caroni missions, Republicans, realistic site
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INDICE
Introducción………………………………………………….….….....…..5
Angostura realista, panorama…………………………………..……...…..8
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INTRODUCCIÓN
Son muchos los interrogantes que surgen a partir de este hecho, sobre todo lo
relacionado con los meses que duró el sitio, relativos a: ¿qué hizo la población?;
¿cómo se organizaron?; ¿hasta qué punto fue el aguante de los pobladores?; ¿por qué
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no se doblegaron y prefirieron abandonar la ciudad? También está el hecho de
indagar en ¿cómo fue el proceso de reorganización de Angostura una vez en poder
los republicanos? En ese sentido dividimos esta investigación en tres partes. La
primera titulada Angostura realista, panorama, cuya finalidad es recrear el contexto
de la ciudad desde varios puntos de vista y que permitan entender por qué
mantuvieron su postura firme de defensa al gobierno español. La segunda se llamó
Realista, ¡siempre!, la muerte antes que sucumbir, y busca hurgar sobre la
organización, los padecimientos y la actitud heroica de los valientes pobladores
angostureños, que prefirieron sacrificarse antes de ceder a los enemigos de la patria,
también aquí se trata de buscar una explicación que permita comprender porque los
republicanos en esta oportunidad tuvieron éxito en la toma no solo de la capital sino
de toda la provincia. La última parte fue titulada El reajuste, Angostura Republicana,
donde se tratará de abordar los primeros años de organización de la ciudad con el
nuevo orden republicano hasta 1822.
Para poder llevar a cabo esta investigación se utilizarán distintas fuentes, las
primarias ubicadas en el Archivo Histórico de Guayana durante los años 1817-1819,
que es bastante escasa, encontrándose mucha más información a partir de 1820. Cabe
destacar que dichos documentos se encuentra en muy mal estado lo que dificulta la
manipulación y lectura de los folios. Otras fuentes primarias son las vivencias de
algunos Legionarios que llegaron a la ciudad a partir de 1818. Igualmente se dispone
de material bibliográfico de varios autores que han escrito sobre el tema muy ricos en
datos y serán de gran importancia para sustentar la investigación.
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la defensa de sus ideales. Esa generación noble generación angostureña nos dejó un
rico legado y herencia cultural que hoy se desconoce y por no conocerla no se valora.
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Angostura realista, panorama
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cambio que atentase contra el estatus quo establecido desde la colonia y a pesar que
no va a tener la fuerza para imponerse, va aprovechar su posición geográfica para
mantenerse intocable a la causa republicana. Al respecto Surroca (2003) señala lo
siguiente:
“…estando Guayana sujeta y adicta a la voz del monarca, serían
vanos todos sus cálculos porque aun cuando ella, por su
debilidad, no pudiese formar ejércitos ofensivos podía facilitar la
entrada a cualquiera expedición española, e internarla en el
centro de cualquiera de las provincias independientes, y aún en
el reino de Santa Fe, valiéndose de la belleza de los ríos
navegables que sucumben en el Orinoco” (p. 93)
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portuaria de Angostura desde donde se exportaban dichos productos. A pesar de ello,
permanecía todavía en gran parte de la provincia una inmensa extensión territorial que
aún se mantenía sin explorar, por lo difícil de su acceso. Cabe destacar que en su
mayoría predominaba la población indígena, quien se encontraba dominada por una
minoría española, en especial misioneros, y en menor grado por la clase dominante y
sus descendientes criollos guayaneses.
Para 1815 según datos suministrados por Perera (2006), se calcula que la
población de Angostura oscilaba en 9.000 habitantes (p.35). Cabe destacar que esta
población venía en descenso debido a que estaba siendo muy golpeada por el
incremento de enfermedades como la fiebre amarilla que por aquellos años había
causado estragos y se cobró gran cantidad de víctimas, condición que pudo haber
afectado la tasa poblacional. La dimensión de la ciudad capital era pequeña, abarcaba
desde el norte por el Orinoco, hacia el sur en las inmediaciones donde se encuentra
hoy en día la plaza Miranda, en el occidente en el sector donde se encontraba la
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barriada Perro Seco y al este en el sector de La Laguna. (Ver anexo A). Apenas
existían unas seis calles principales, donde se encontraba el palacio de gobierno, la
iglesia, la plaza principal, y en las inmediaciones se encontraban algunas tiendas,
pulperías, panaderías y las viviendas de las principales familias. La vida de la ciudad
era muy tranquila aunque algo bulliciosa por la intensa actividad portuaria, lo que
permitía un movimiento comercial bien activo. Es importante destacar que la precaria
situación existente en casi todo el territorio nacional, producto de la inestabilidad
política y estado de guerra, también afectó económicamente a esta región en especial a
su capital. Pero de acuerdo a lo señalado por Perera (2006) y al hecho de que las
finanzas públicas comenzaban a agotarse para 1816, la élite comercial tenía capacidad
para pagar sus impuestos bien sea con ropas o especies y poder sobresalir a la crisis
(p350). Cabe destacar que debido a la falta de circulación de moneda era común la
práctica del trueque.
Esta provincia fue objeto de ataque por parte de los republicanos en dos
oportunidades, de los cuales salió airosa1. En los últimos años han surgido
investigaciones interesantes que nos dan luces para entender por qué esta provincia
resistió el asedio al que fue sometida antes de 1817. La clave estuvo en el desarrollo
económico que se produjo en la provincia, sobre todo al este de la capital donde se
desarrollaron las Misiones del Caroní, promovido por los Capuchinos Catalanes
quienes se encargaban no sólo de adoctrinar en la fe y mantener controlada a la
mayoría de la población nativa sino de conformar un gran sector productivo en esa
parte de la provincia. Buchholz (2009) así lo confirma:
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Fue atacada entre 1811 y 1812 por las tropas de González Moreno, Francisco Solá, Felipe Esteves,
Juan B. Videau y Manuel Villapol. También en 1815 por José Tadeo Monagas y Manuel Sedeño. En:
Tavera Acosta. (1954). Anales de Guayana. Pp. 190.
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norte del río Orinoco desde la declaración de la primera República
de Venezuela en 1811, no fue alterado el ritmo de su producción, su
capacidad para sostener sus habitantes, ni su disposición de apoyar
las guarniciones de las fortalezas de la Antigua Guayana y la capital
de la provincia, Angostura… Toda Guayana fue beneficiada, porque
hasta la guarnición de las fortalezas ya contaba con un sustento
seguro que permitía un mejor desempeño de sus deberes de
protección de la región contra los caribes y grupos extranjeros
enemigos de España. (p.17).
Lo citado nos lleva a entender porque fue tan difícil para los
republicanos ponerle la mano a Angostura, allí estaba su secreto, un sector altamente
productivo y desarrollado a punta de constancia y organización que permitió socorrer
a las fuerzas y a la población realista de Angostura. En este excelente estudio afirma
que las Misiones del Caroní se habían convertido de acuerdo a lo señalado por
Buchholz (2009), en “un emporio de riquezas y una autarquía, porque las labores
programadas de ellas y el inteligente manejo de su producción las había elevado a un
estado de autosuficiencia asombrosa considerando su situación geográfica” (p.35).
Esto significa que de tomar los rebeldes las Misiones del Caroní, tendrían el camino
asegurado al éxito de su revolución independentista, como en efecto sucedió.
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La pérdida de un elevado número de integrantes de la tropa debido a la rápida
respuesta del gobierno realista de Angostura, hizo que Piar desviara sus objetivos y se
enfocara entonces en las misiones del Caroní; sabía que si cerraba su fuente de
suministro podría doblegarlos. Ahora bien, ¿conocía Piar el valor económico que
tenían las misiones? De acuerdo a la investigación realizada por Buchholz (2009) muy
pocos conocían su valía cuando lo asegura de la siguiente manera: “Esta riqueza
agropecuaria y material de manadas y almacenes (apenas sospechada por otros
exceptuando las autoridades de las misiones que manejaban sus cuentas) y los
indígenas que representaban la mano de obra de la región” (p.27). Es decir, a nivel
general ni el gobierno de Angostura y mucho menos Piar tenía ni idea de lo que
encontraría una vez consolidada la toma de las misiones ocurrida con la ayuda de los
pobladores de Upata el 06 de febrero. Al ponerle la mano a los huevos de oro de la
provincia, y percatarse de la cantidad de recursos encontrados, Piar estableció como
Rodríguez (1971) afirma: “un flujo ininterrumpido de reses, granos, caballos, mulas y
vestuarios de las Misiones con rumbo a las dos líneas de sitio” (p.27). Además una vez
organizado el territorio formará un intercambio comercial con Demerara (Guyana
Inglesa) y las Antillas.
La toma de las Misiones del Caroní será la muerte anunciada para los
pobladores de Angostura y consolidará los objetivos iniciales de Piar, debido a que en
anteriores oportunidades los auxilios de las mismas habían ayudado a esta plaza a salir
airosa; sin embargo, esta vez, la ocupación de las misiones, beneficiaría en esta
oportunidad a los republicanos, y quedará apuntalada con la batalla de San Félix el 11
de abril. Ahora bien, ¿cuál será la actitud y qué tan dispuestos estaban los pobladores
de la capital para negociar y rendirse ante el enemigo?
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como aplicar la pena de muerte a aquellos hombres que estando sanos y útiles no
tomasen un fusil para defenderla, además se procedió a organizar un bastimento de los
hacendados con todos los productos de los comercios y tiendas, así como el acopio de
los vecinos para aguantar los próximos tres meses (p.196). El panorama de la ciudad
era desolador; a medida que pasaban los días la cantidad de ganado rescatado que
paseaba por las angustiosas calles comenzaba a escasear. En este punto, la sal que
comenzaba a escasear era de suma importancia para poder hacer tasajo con el ganado
que se había logrado pasar de las misiones antes que Piar las tomara, igualmente las
mulas obtenidas fueron enviadas a Martinica para intercambiarlas por harina y
comestibles.
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Memorias del General O’Leary citado por Rodríguez, M. (1971). Bolívar en Guayana. Ejecutivo del
Estado Bolívar. Caracas: Gráficas Herpa P. 81
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registró: “…tan lejos estaba el Libertador que podía salvarse, que había desnudado su
garganta y empuñado un puñal para degollarse”. Era un sentimiento de odio y rechazo
mutuo, donde predominaban los radicalismos y la intolerancia propios de una guerra
civil.
El ambiente y los ánimos en la sitiada ciudad cada día era más dantesco y
aterrador; la muerte deambulaba asolando las calles. En referencia a ello Tavera
(1954) describe el infierno que se vivía:
“Los niños se morían; las damas y muchas matronas honorables
buscaban entre las piedras hierbas y hojas de verdolaga para mitigar
las punzadas del hambre; los soldados caían rendidos de inanición al
pie de sus fortificaciones y los jefes y oficiales parecían esqueletos
ambulantes. Ya se habían comido hasta los caballos, las mulas, los
burros, todos los perros de la ciudad, los gatos, y hasta animales
inmundos, como las ratas, habían sido manjar delicado para todos los
habitantes y militares” (p.206).
Estos heroicos defensores realistas vivieron todo tipo de penurias. Los días de
horror les imprimían cierto desaliento, pero doblegarse jamás; el valor frenético por su
rey, a pesar de estar al borde de la muerte, era indoblegable. La ciudad estaba
completamente en la ruina; no había que comer, por lo tanto nada qué comprar,
entonces cabría la siguiente interrogante: ¿Dinero?, ¿Para qué? Es la pregunta que
podría hacerse en aquellos días lúgubres y míseros cualquier habitante de la ciudad.
Lamentablemente y a pesar de que los pobladores más ilustres tenía en sus arcas
dinero para comprar cualquier producto, no había nada. La miseria era absoluta.
Rodríguez (1971) utiliza la descripción del capitán Rafael Sevilla quien plasmó la
deprimente situación: “La última galleta que se comió en la plaza, la había comprado
el brigadier La Torre en dos onzas de oro. Eso sí, teníamos mucho dinero: a ningún
oficial le faltaban cincuenta o cien onzas” (p.260). Esta descripción muestra lo inútil
del significado del dinero si no se tiene nada qué adquirir. Familias enteras que se
habían desarrollado en la más alta opulencia, con riqueza en oro, a finales de junio se
encontraban desintegradas por la muerte. Muchas viudas lloraron a sus esposos, o peor
lloraron a sus hijos, y sin un pedazo de pan que comer. Cuando ya no quedaba nada,
los pobladores de acuerdo al mismo relato de Sevilla, cocinaban los cueros de los
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tinglados, baúles o sillas, y de ello salía un guiso con sabor a cola que se lo tragaban
con desesperación como si fuera un rico manjar. Este tipo de caldo produjo una
hinchazón generalizada, además de una diarrea incontenible que trajo más horror; los
muertos caían por montón en las calles, un panorama dantesco.
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español decidieron quedarse, entre los que menciona están: “Francisco Ravago,
Agustín Catalá, Manuel Vallés, José Luis de Vergara, Juan Benito Ortiz, etc.” (p.112).
Todos, tanto los que se quedaron como los que evacuaron la ciudad, tuvieron la
convicción de no doblegarse sino enfrentar lo desconocido por terrible que fuese. ¿La
muerte podía ser peor a lo vivido? Por lo tanto, estaban dispuestos a enfrentarla y hasta
lo último mantuvieron el honor y orgullo de haber defendido la lealtad a España.
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Los jefes de las familias que quedaron en Los Castillos, de acuerdo a lo
señalado por Surroca (2003), fueron apresados por los republicanos, exceptuando a
algunos protegidos del general Cedeño como Francisco Ravago, Juan Sánchez y José
Reguero. Otros como Faustino de la Presa, Francisco Bernís, Vicente Oliver, Mateo
Ruíz, Pedro Lazo la Vega, Felipe Pérez, Juan Artaza, no corrieron la misma suerte y
fueron fusilados, quedando sus viudas e hijos desprotegidas y teniendo que regresar a
Angostura, donde fueron objeto de humillaciones por parte de los nuevos pobladores
republicanos. Tanto los que se quedaron en Angostura como los que estaban en Los
Castillos, tuvieron que doblegarse al nuevo gobierno y someterse a la discreción de
sus enemigos.
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“Había muy poca población, principalmente mujeres y niños, que
eran demasiado pobres para haber abandonado el lugar. Todos
aquellos con quien me puse en contacto eran realistas en secreto, que
habían sufrido mucho el cambio, pues eran fuertemente
oprimidos…la gente suspiraba y lamentaba el cambio, a menudo
recordando con dolor los buenos tiempos pasados”. (p.22)
Efectivamente el ambiente de Angostura luego del sitio, tuvo que haber sido
dantesco y deplorable, donde la muerte formaba parte del menú diario y se encargaba
de recrear el contexto. La cantidad de cráneos y osamentas constituían el adorno que
deleitaban a la ciudad, sin contar la fiesta de zamuros de un cementerio improvisado e
insalubre. El reacomodo de la ciudad será difícil y lento; el duro sitio al que fue
sometida, dejó a un pueblo muy golpeado no sólo material y físicamente por el
hambre, sino moralmente y como se indicó anteriormente aguantando en silencio. Los
realistas a pesar de haberse doblegado, y asumido la república, estarán esperando la
oportunidad para vengarse, aspecto en el que Bolívar y su grupo deberán estar alertas
y vigilante, y para lo cual tendrán que tomar cartas en el asunto.
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libre; pero se reservaran para el Estado el tercio y quinto de los que
aquellos habían de heredar del padre emigrado. Art. También están
libres de dicha pena los menores de dieciséis años, aunque hayan
emigrado, siempre que cumplida esta edad, al cabo de un año se
presenten a incorporarse en la república corriendo entre tanto la
conservación de sus bienes por cuanta del Estado. Art. 7. Los bienes
de las mujeres están exceptuados de la ley de confiscación. Las que
hayan emigrado, y tenido una conducta positivamente hostil,
acreditada con actos de espionaje, persecución declarada contra los
patriotas, u otro atentado de igual naturaleza contra la república, sino
vuelven a entrar a su territorio un año después de haber sido libertado,
incurrirá en la pena de confiscación de bienes. Art. 8. Todas las
propiedades confiscadas serán administradas por el Estado hasta que
se presenten sus dueños. (Tomo II. N° 35, sábado 31 de julio de 1819)
El nuevo gobierno republicano se hizo cargo de todas las propiedades dejadas
por los que emigraron, y estableció como política prioritaria un importe sobre la
recompensa a los defensores de la patria. En ese sentido se estableció una escala
compensatoria de acuerdo al rango militar que oscilaba entre los 25.000 pesos para el
rango más alto, es decir general en jefe, hasta 500 pesos a los soldados; también se
incluyeron las recompensas especiales. La comisión del reparto estuvo dirigida por el
Gobernador Comandante General de la Provincia el General Manuel Cedeño y el
Intendente General del Ejército y Presidente del Tribunal de Secuestros Francisco
Antonio Zea. Dentro de los más beneficiados estuvo el propio director de la comisión,
el General Cedeño, a quién además de los 25.000 pesos (que fueron pagados en
especies como yeguas y ganado vacuno) se le asignó unas sabanas en El Palmar para
que fundara un hato3, recompensa justificada que incluía también sus favores a la
república por la entrega del General Manuel Piar. Otro fue el Almirante Luis Brion,
a quien la nueva república le pagó 300.000 pesos por sus servicios, de los cuales una
parte se le pagó en especies, además de darle una de las mejores casas de Angostura
(Tavera Acosta, 1954, p.174).
3
O´Leary: Documentos, Tomo XV. Citado por Rodríguez. M. P. 142
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el máximo poder hasta que pasara el peligro y estaría acompañado por un Consejo
Provisional que sería un cuerpo asesor sólo de tipo consultivo. En ese mismo orden
Angostura fue declarada capital provisional de la República.
En un ambiente tan radical, podría pensarse que resultaba cuesta arriba aplicar
cierto grado de justicia a aquellos considerados enemigos de la causa. La presión
política vinculada al terror psicológico que es común en una guerra civil, genera un
ambiente donde predomina la venganza y el odio, por lo tanto es difícil que prevalezca
la armonía. En Angostura todo este ambiente generó un mutismo mezclado de
animadversión y resignación por parte del grupo oprimido, quien en parte se sintió
desesperado, sobre todo las viudas y sus hijos al verse sin nada, en la más absoluta
miseria, pues las casas que antes eran propias no se las entregaron con la excusa de
haber sido de españoles y por lo tanto ahora pertenecían al Estado. (Surroca, 2003,
p.283).
En la nueva Angostura tendrían que aprender a convivir varios grupos
sociales: por un lado estaban los republicanos que ahora detentaban el poder y que
gozaban de todos los privilegios e imponían sus propias normas; por otro los realistas,
bien sea los que se quedaron o regresaron y que en silencio aguantaban todas las
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humillaciones, pero que de manera clandestina comenzaban hacer oposición al nuevo
régimen; los nativos que antes eran dominados por los misioneros ahora estaban a
disposición de los patriotas y en su mayoría fueron integrados al ejército y llevados a
la guerra, e igual pasaba con los esclavos aunque no tan numerosos, la mayoría fueron
llevados a la filas del ejército revolucionario, solo quedaban los incapacitados. Un
nuevo grupo extranjero se integró a la ciudad; éstos fueron los legionarios,
mayoritariamente ingleses, que al llegar a la capital y comenzar a padecer los efectos
del clima y el incumplimiento de los pagos acordados, verían rotas todas sus
expectativas y tendrían que aprender a sobrevivir en el duro contexto.
Tan crítica era la vida en la ciudad que Alexander (1978) explica que debido a
los efectos de la guerra la economía de la ciudad era caótica y deplorable. Eran tantas
las carencias por la falta de alimentos que los legionarios en su mayoría terminaron
vendiendo sus posesiones por unos pocos reales para poder comprar algo de comida a
unos precios exorbitantes, apenas para vivir, sin contar las muchas veces que fueron
objeto de robo. (p. 24). En un ambiente como este, la vida no tiene ningún valor. La
difícil situación vinculada a todo tipo de carencias hace que la mayoría termine en una
condición miserable; era común el riesgo de ser robados o asesinado tan sólo por
alguna pertenencia. Adicionalmente el resurgir constante de epidemias como la
viruela, cólera morbus, difteria, sarampión, fiebre amarilla, entre otras, les hacía
insufrible su vida. Para los europeos, la situación era insoportable y mortal, tan
calamitosa que los llevaba a protestar, renegar y maldecir a diario el hecho de haber
venido a estas tierras.
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republicano que perdieron a sus esposos en la guerra o producto de alguna
enfermedad. (Tomos III-IV, diciembre de 1820 a 1821). Con los datos suministrados
se hizo un cálculo sencillo para determinar la edad promedio de vida, siendo esta de 20
años aproximadadmente, bastante baja, pero tratándose del estado de guerra, del sitio
padecido, las condiciones de insalubridad y un ambiente tan inclemente, además de las
enfermedades antes mencionadas, era lógico que la muerte se manifestara
prematuramente.
Entradas Salidas
Ron Ganado
Sal Mulas
Mercancías Varias Cueros
Caldos Tabaco
Fusiles y uniformes Cebo
Víveres Añil
El ron era muy consumido en esta región, y aumentó mucho más con la llegada
de los legionarios en la ciudad, debido a que para evitar tomar agua por miedo a
enfermarse, consumía en exceso dicha bebida, convirtiéndose inclusive en un
problema de disciplina para el ejército republicano, como destaca muy bien Mondolfi
(2011), al comentar la repulsión y antipatía que tenía Bolívar hacia el soldado
borracho. En ese sentido tuvo que establecer un régimen disciplinario y castigos para
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evitar la embriaguez excesiva, sobre todo en los legionarios británicos. Cabe destacar
que este tipo de vicio sirve también para evadir los distintos problemas y refugiar las
penas en el alcohol, muy apropiado en el contexto de caos que se vivía.
4
Archivo Histórico de Guayana. Ejecutivo de la Provincia de Guayana. Gobernación. Orden Público.
Marzo de 1822. S/F.
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constituía un caldo de cultivo para la proliferación de enfermedades, al punto de ser
una de las principales causas de muerte. En ese sentido se hace especial énfasis en: “el
cuidado de la salud pública, mostrar un aseo en las calles de la ciudad para evitar
enfermedades y que los dueños de las casas y solares barran sus respectivos frente…
se prohíbe tirar en las calles las aguas inmundas”5. Este tipo de medida también vino
acompañada de otra vinculada al control de las enfermedades contagiosas al establecer
que: “Cualquier persona que tenga en su casa algún enfermo contagioso, será
castigado como enemigo de la comunidad y del mismo modo todas las personas que
sabiendo no lo delatase”. Su finalidad era establecer cierto control epidemiológico
para evitar la propagación de las enfermedades contagiosas y controlar de ciertas
maneras los focos infecciosos vinculados al ambiente.
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Ídem.
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CONSIDERACIONES FINALES
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grupo dominante de republicanos impuso sus normas, pero a su vez tuvo que
manejarse con cuidado por los grupos opositores que se quedaron en la capital. Los
nativos pagaron un precio bien alto en la lucha, un alto porcentaje fueron integrados al
ejército republicano y en ello perdieron la vida o no regresaron a sus tierras. A nivel
poblacional el impacto fue sumamente duro; la población se vio reducida de 9.000 a
3,223 habitantes de acuerdo a los datos reseñados; la inanición, la guerra y las
enfermedades causaron estragos. El costo político para los realistas angostureños fue
muy alto. La mayoría quedaron en la ruina, humillados y sus familias desintegradas.
Los patriotas controlaron la economía y las propiedades de los antiguos pobladores,
por lo tanto tomaron las propiedades y las distribuyeron en retribución por los
servicios prestados a la nueva república.
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ANEXO A
Centro de
Gobierno
De Norte a Sur (vertical): La del Gobierno hoy Constitución; la Paciencia o de Fajardo hoy
llamada Igualdad; la de las Orozco hoy Libertad; la del Espejo hoy Boyacá; la de San
Cristóbal o Vallés hoy Carabobo y la Babilonia.
Barriadas: Hacia el este: El Poblado y Retumbo ubicado donde está la calle Miscelánea hoy
Dalla Costa. Hacia Occidente: El Temblador, El Zanjón, La Zapoara o Sapuara y el de Perro
Seco (donde está hoy la calle del Poder y Barrio Guzmán Blanco)
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ANEXO B
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Archivo.
A.H.G. Archivo Histórico de Guayana. Ciudad Bolívar.
Década de 1817-1822
Prensa
CORREO DEL ORINOCO (1818-1821). 1939. (Edición facsímil ordenado por el
Presidente General Eleazar López Contreras). París: Desclée de Brouwer &
Cie.
Referencias Bibliográficas
ARRÁIZ, L. (2007). Apuntes de memoria del editor. José Agustín Catalá 1915-2007.
Caracas: El Centauro ediciones.
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SURROCA, T. (2003). La provincia de Guayana en la independencia de Venezuela.
Caracas: Fuentes para la historia republicana de Venezuela
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