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El-Ojo-Absoluto. Gerard Wacjman PDF
El-Ojo-Absoluto. Gerard Wacjman PDF
WAJCMAN
EL OJO
ABSOLUTO
El ojo absoluto
Gérard Wajcman
El ojo absoluto
MANANTIAL
Buenos Aires
Título original: L'oei/ absolu
tditions Denoel, 2010
© Éditions Denoet, 2010
Wajcm;~n, Gérard
El ojo absoluro. - la cd. - Buenos Aires: Mananrial, 201 1.
280 p.; 22x l4 cm.
Derechos reservados
Prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alqui-
ler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma
<J por cualquier medio, sea electrónico <J mecánico, mediante fotocopias,
digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor.
Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
Índice
Autopsia................................................................................. 200
No se ve nada.
Daniel ARASSE
Una mutación sin precedentes está teniendo lugar en la histo:
ria de los hombres.
Ella cambia nuestra relación con el mundo, con nuestro cuert
po, hasta con nuestro ser. Esa mutación no se realiza en secre~
to, sino ante nuestra visea. Sin embargo, no la distinguimos con
precisión y en toda su a mplitud. No es una evolución, ni un<t
revolución, ni un accidente; tampoco es una oscura amenaza,
un complot; no la ha deliberado ninguna conciencia, no la efect
túa ninguna potencia oscura. No hay Estados que denunciar ni
S.P.E.C.T.R.E. que combatir por parte de algún James Bond sal;
vador de la humanidad! Ella se produce. Hemos entrado en otrq
mun do. El siglo XXI acaba de ponerse en marcha y ya se revela
que ha nacido una nueva modernidad, una nueva civilización.
Hechos dispersos se hacen notar aquí y allá, pero son tan nume:
rosos, proliferan con tal rapidez y en tantas direcciones al mismQ
tiempo, que no tenemos tiempo de detenernos en cada uno ni la
suficiente distancia para considerarlos todos juntos. Ellos pueblan
nuestra cotidianeidad, la habitan, insensiblemente la cambian. Algu~
nos nos sorprenden, pero w do va tan rápido que no hay tiempo par~
pensar en ellos y, apenas surgidos, ya los miramos como si formara~
parte del paisaje. Sólo me asombra que nos acostumbremos tan rápi-
damente a ellos. A veces, sin embargo, algunos hechos nos llaman la
atención o nos alertan, se hacen entonces oír voces, algunos diarios
les dedican artículos, hasta un informe especial. Pese a esto, no cun-
de la alarma. En definitiva, recibimos esos cambios con curiosidad,
como signos de progreso, y con sus consecuencias, las buenas y las
otras, más o menos enojosas. De una u otra manera, tales cambios
pertenecen ya a nuestras vidas, y porque están ahí parecen irrever-
sibles, a veces casi naturales. Y la mutación se opera.
H ay otros hechos que ignoramos, no porque nos los disimulen
sino porque no llegarnos a conocerlos forzosamente. O bien, al
ser demasiado singulares o demasiado técnicos, se nos escapan,
no advertimos en qué podrían concernimos directamente y los
pasamos por alto. Como si, puesto que no los comprendemos,
carecieran de efectos, de gravedad.
Así pues, vemos pero no sabemos bien lo que vemos, o no
vemos y sufrimos las consecuencias de causas que se nos escapan.
O bien, simplemente, cerramos los ojos. Por último, todo cola-
bora para que no advirtamos que todos esos hechos, conocidos
o desconocidos, masivos o minúscu los, serios o insignificantes,
comprensibles o misteriosos, fascinantes o inquietantes, trazan
el nuevo paisaje de este siglo y producen juntos una mutación sin
precedentes en la historia de los hombres.
H emos entrado en los tiempos de la hipermodernidad. Sepá-
moslo: por más que hagamos, no volveremos al tiempo anterior.
Será inútil p rotestar. ¿Qué nos queda? Mostrar. Abrir los ojos
al hecho de que tamaña muración se está operando, revelar los
contornos y los meandros de esta nueva civilización, sus envites,
sus facetas impensadas, sus ilusiones, sus mentiras. Hacer surgir
lo que tenemos ante la vista, que no siempre vemos y que sin
embargo transforma nuestras vidas d'e cabo a rabo. Ver y saber:
he aquí la libertad que poseemos, nuestro poder. Decir lo que está
cambiando y lo que nos cambia, para no mantenernos ciegos o
estúpidos ante lo que está moldeando tanto el mundo como nues-
tro ser. Exponer esos hechos dispersos, aparentemente inconexos,
y poner en evidencia que una lógica los anima, los enlaza,.los
ordena, que construyen juntos nuestra nueva realidad. Mostrar
que está naciendo una nueva civi lización de la que somos los suje-
ws: según las veces, víctimas o actores, objetos y agentes.
El ojo absoluto 15
NUEVA CIVILIZACIÓN
Nos miran.
Es un rasgo de esta época. El rasgo. Somos mirados todo el
tiempo, por todas partes, bajo todas las costuras. No, como ama-
ño, por Dios en la cumbre del cielo o, como mañana, por moni-
gotes verdes desde las estrellas; nos miran aquí y ahora, hay ojos
por todos lados, de todo tipo, extensiones maquínicas del ojo,
prótesis de la mirada. Y en definitiva, siempre hay en algún lado
alguien que supuestamente ve lo que veh esos ojos.
«La humanidad que antaño, con Homero, había sido objeto
de contemplación para los dioses olímpicos, ahora ha pasado a
serlo para sí misma.>> Walter Benjamín ya escribía esto en lo.s
años treinta. Pero la contemplación supone además una mira-
da desprendida de todo interés, depurada. Hoy, la mirada se ha
acercado terriblemente y se ha vuelto muy interesada, recelosa
e intrusiva. Digamos que el gigante griego de cien ojos, Argos
Panoptes, aquel que ve todo, fue reclutado por las potencias
terrestres para vigilar al rebaño del mundo. Lo alojaron en la
cumbre del Olimpo hipermoderno, donde se lo honra como a
un dios. En verdad, este dios omnividente fue fabricado por la
ciencia y la técnica. El gigante Argos regresa, pero en condició.n
de baliza. Los tiempos hipermodernos de la más alta tecnología
se aúnan con el tiempo de los dioses, pero la ciencia ha reducido
a los Gigantes y dioses al silencio, ha tomado el poder. Ahora es
el amo de la mirada, que ella telecomanda y puede dirigir a su
antojo, la orienta hacia la Tierra, sobre nosotros, o hacia el cielo,
como en e.l sitio Google Earth, Earth o Sky.
La ciencia y la técnica han provisto a su nuevo dios de ojos
que nunca duermen, semejantes a los de la Gorgona Medusa de
la mitología, aquella que tenía «la muerte en los ojos». El dios
de cien ojos tendría, por lo tanto, más bien los mil ojos del doc-
16 Gérard Wajcman
suizos. Todo esto para que estemos siempre listos, siempre listos
para ver y dar a ver [donner a voir} en todo el planeta. M ichael
j ackson en ambulancia o la caída de un avión en pleno mar. Ver
todo, todo lo que puede ser visco y todo lo que correría el riesgo
d e no ser visto . Potencialmente, todos los objetos están destinados
a recibir la etiqueta Full T V.
Aunque ya sabía que se instalan ojos en todos lados, descubrí
con sorpresa la existencia de un viejo edificio parisino en un barrio
popular donde los habitantes instalaron un CCTV {Ciosed Cir-
c uir Television), cadena de televisión en circuito cerrado que emite
durante las veinticuatro horas del día. Cada cual puede ver desde
su casa, en directo, sobre la pantalla de su televisor, lo que sucede
en todo el edificio, en todos Jos pisos, en el hall de entrada, en los
pasillos, en las inmediaciones de las puertas de los vecinos. Por
supuesto, la razón de este equipamiento es Ja preocupación securi-
taria. Pero los efectos de la presencia de las cámaras exceden con
mucho esta función. Entrevistada en su pequeño departamento,
una anciana declaraba que durante el día entero eso era lo único
que miraba en la televisión, en los dos televisores que posee, uno
en el living, el otro en la cocina. Los inmuebles privados o públicos
se rodean de cámaras de vigilancia a fin de extender al máximo
su zona de seguridad hacia el exterior, si es posible más allá de los
muros que los circundan. En el edificio de viviendas al que aludo,
las cámaras vigilan, por supuesto, las idas y venidas de extraños al
inmueble, pero de ese modo también, forzosamente, las idas y veni-
das de sus habitantes. Es decir que el ojo de cada uno extiende su
campo de visión hacia el interior, cruza la puerta, se desliza por los
pasillos, baja las escaleras y va a darse una vuelta por el lado de los
vecinos. Seguridad y voyerismo, voyerismo de proximidad, peque-
ñas violaciones de intimidad entre amigos. El espacio de lo íntimo
se ensancha a través de los ojos. Con esto, se revela el sentido del
«circuito cerrado» de televisión: es la mirada en circuito cerrado.
Su consumación última es el espectador que se mi ra en el televisor
mirando la televisión, vigilándose a sí mismo. O sea que la pantalla
es a la vez pantalla en la que él se ve y ojo que lo mira. El colmo del
CCTV: cad a uno vigilado por su propia pantalla de vigilancia.
Finalmente, esto significa también que se mira a los otros como
se miraría uno a sí mismo, y se mira a uno mismo como se mira a
los otros. Es un zapping íntimo: de uno mismo al otro y del otro a
El ojo absoluto 21
EL APOCALIPSIS DE LO VISIBLE
La imagen llama a la imagen, pide que haya cada vez más, que
se multipliquen. Ya no hay que pensar la imagen «en la época de su
reproducibilidad técnica», como decía Benjamín, porque la repro-
ducibilidad es el modo de la imagen, lo múltiple, su esencia.
Nuestra civilización es idólatra de la imagen.
La fotografía es el culto que se le rinde. Y como ahora, con el
celular, todo el mundo tiene una cámara de fotos en el bolsillo,
cada cual es susceptible de oficiar. Fue Jean-Luc Godard quien,
en El soldadito, de 1961, al hacer el elogio del cine, enunció la
teología de la fotografía: Bruno Forestier (Michel Subor) saca una
foto a Veronica Dceyer (Anna Karina) y dice: <<La fotografía es
la verdad. Y el cine es la verdad veinticuatro veces por segundo».
A lo cual Brian De Palma respondió: «La cámara miente todo el
tiempo. Miente veinticuatro veces por segundo».
Lo más importante es, sin embargo, que esa creencia en la ima-
gen, en el Todo Visible, deja resonar en su cara opuesta otro pensa-
miento: si todo lo real es visible, entonces lo que no se ve no es real.
Correlato lógico, nacido de la fe en lo visible. Correlato trágico.
La creencia en lo Todo Visible contiene un negacionismo en potencia.
Por otra parte, la aparición pública de la doctrina negacionista en
diciembre de 1978 en una carta de Roben Faurisson publicada por
un diario titulada «El problema de las cámaras de gas, o el rumor
de Auschwitz» y cuya lectura sacudió dramáticamente a Primo Levi,
hace eco a la tesis que proclama que todo real es visible. Para Fauris-
son, el «rumor» viene a ocupar el lugar de la imagen de que no hay
cámaras de gas. Lo que no tiene imagen se vuelve rumor.
Sólo creo en lo que veo. Esta teología de la imagen consuena
con el discurso de la ciencia y, a la inversa, el proyecto de la cien-
cia comulga con san Lucas, aquel que dijo: «Pues nada hay oculto
que no haya de mostrarse y nada secreto que no deba conocerse
y salir a la luz• [Lucas 8, 17]. El discurso que dice que nada es
oscuro, que lo secreto y Jo escondido no son, en suma, sino lo
visible en potencia, a la espera de revelación, es creyente.
Por su fe en lo visible, hoy en día es la ciencia la que se encarga
de escribir un nuevo Libro del Apocalipsis, es decir, del devela-
miento, de la revelación según san Juan: «Escribe, pues, lo que
has visto, lo que es, y lo que ha de ocurrir luego~ [Apocalipsis, 1,
19]. Lo que es, es lo que has visto.
La hípermodernidad es el apocalipsis de lo visible.
24 Gérard Wajcman
EL ANIMAL HlPERMODERNO
EL HOMBRE NEURONAL
EL PRINCIPIO DE TRANSPARENCIA
EL Nl~O IMAGEN
LA GALAXIA ARGOS
EL DERECHO A LO OCULTO
LA ANTINOMiA OUBUFFET
EL ELOGIO DE LA SOMBRA
MICROCOSMOS
l. Hay-siempre·una-obra-de-Bruce-Nauman-adecuada-a-Ja-situación.
50 Gérard Wajcman
CONTE MPLACIÓN
LA FÁBRICA DE LO REAL
ror que dijo que la pintura era cosa menta/e, cosa de la mente, del
espíritu, hoy se apela tan sólo a tecnologías y a ciencia, a todas
esas máquinas que ven y eximen de pensar, ya que lo que se espe-
ra de ellas es que nos hagan ver directamente la verdad. ¡Fuera
la historia del arte! Hágase lugar a los rayos X y al arte transpa-
rente; la reflexión está acabada, ¡viva la reflecrografía ! Ya no es
época de Edipos conminados a responder a un enigma: hoy, Edi-
po pasaría a la Esfinge por la IRM. También en pintura, ahora la
verdad es lo que se ve en la radiografía o en el microscopio.
H e aquí, p ues, u na jornada sobre Leonardo da Vinci que
prueba ser una jornada de d imisión del P.ensamiento: ¿dimisión
o derrota, u odio?
Sin duda, era fatal que haya sido justamente en relación con
Leonardo como se propuso demostrar que la pintura no era cosa
menta/e sino cosa visuale. El Ojo universal parece haber entrado
en el museo y ya lo ha devorado todo. El laboratorio de investi-
gaciones de los museos de Francia ha invadido las salas de expo-
sición. La gran galería de las pinturas es ahora la gran galería
del Ojo.
Ya no haré hoy el elogio de Daniel Arasse diciendo, como
tiempo atrás, que él era T he Look, la más form idable mirada
de la historia del arte de su tiempo. Porque la mirada era en éJ
un arte, un arte leonardiano, un arte de pensamiento. Este arte
parece ahora perderse y el sentido de esa mirada haberse olvi-
dado y hasta reprimido, o directamente excluido. Hoy, el Ojo
universal ha engullido el ojo de Dan iel Arasse, ha mordisqueado
el pensamiento, roído la pintura, t ragado el arte, ingerido a Leo-
nardo. Por otra parte, ese ojo ha terminado de comer. Está en
vías de triunfar sobre todo>sobre todo el arte, porque su mirada
ya no mira la pintura y los cuadros, ni de lejos ni de cerca, sino
dentro de la pintura y detrás de los cuadros. Esa mirada abre,
penetra, escruta, analiza, revela, es decir que ya no ve nada.
Si la intención era demostrar, en mi lugar y por mí, que todo
museo de a rte está destinado a convertirse en un museo de cien-
cias y técnicas, yo no podía haber esperado demostración más
magistral que la que administra en Internet el sitio Google Earth-
Museo Nacional del Prado. Debo al buen tino de una amiga el
haberme descubierto la existencia de ese fenómeno milagroso
destinado a multiplicarse rápidamente.
58 Gérard Wajcman
MURO DE PANTALLAS
CIVILIZACIÓN PARANOICA
GRAMÁTICA DE LA MIRADA
zación actual reclama esta puesta al día . Ver, verse, ser visto,
hacerse ver, el orden de lo visible se despliega hoy en todas las
voces de la gramática de la mirada, que recorre la gama entera
de la visión. ¿Entera?
En 2007, el museo K21 de Düsseldorf organizó una importan-
te retrospectiva de la obra de Lawrence Weiner. Se titulaba: As
Far As The Eye Can See (Tan lejos como el ojo puede ver, o Tan
lejos como llega la vista). En cualquier caso, este título indicaba
que, en suma, a la declinación gramatical del ver, verse, ser visto,
hacerse ver, Lawrence Weiner agregaba, treinta años después,
una quinta «voz,, algo así como la voz imposible, que inscribiría
en el campo de la visión una zona de no-ver: no ver nada o ver
nada. Lo más allá de lo visible o, más bien, de lo que se puede
ver, esta zona involucra directamente al arre. Mostrar lo que no
se ve es una de sus tareas. Lo no visto es la voz que el arte viene
a sumar a la gramática de la mirada.
Esto supone, pues, que hay cosas que el ojo no puede ver. Aho-
ra bien, es muy importante no descuidar lo que esto significa: la
implicación de esta simple suposición pone al arte y la ciencia en
discordancia; significa también esa ideología cientificisca domi-
nante que se ha metido en la cabeza y nos mete en la cabeza la
idea de que todo es visible.
El arte hace resistencia. En todo caso, hace su juego, parte esencial
en el juego de la verdad que debe movilizar hoy al pensamiento.
POlÍTICA DE LA MIRADA
SOCIEDAD DE TRANSPARENCIA
OZ JS THE WORLD
ZONA DE DELTNCUENCIA
LA PARTE OSCURA
ADN Y VIDEOVIGILANClA
TV
ser inocente es no tener nada que ocultar; no tener nada que ocultar
es aceptar ser visto; por lo tanto, ser inocente es aceptar ser visto.
Ahora bien, esre deslizamiento gradual de la inocencia a la acepta-
ción de la mirada contiene en germen tres ideas altamente tóxicas.
La primera es imprecisa, la segunda funesta, la tercera fatal. La
imprecisa concierne a la índole religiosa de un razonamiento en
el que la vigilancia tiende a confundirse con un dios omnividente
y omnisciente, capaz, más allá de ver un acto, de «sondear los
corazones y los riñones», como se dice en los Salmos (7,10). Jesús
afirma saber lo que hay en el corazón del hombre (Juan, 2,25},
pero sólo Dios puede sondear también los riñones. La ciencia y
la técnica inventaron la cámara de alma y la urografía moral. La
idea funesta es la creencia absoluta en la imagen. Dejarse ver es
por fuerza no mentir. Así pues, la imagen diría siempre la verdad.
Semejante inocencia ante la imagen nos deja sin voz. Aún resta la
idea fatal. Ella constituye una amenaza mayor para la sociedad. Al
suponer que el inocente no tiene nada que ocultar, que de no tener
nada que ocultar se sigue el tener que mostrado todo, y por lo tanto
que la negativa a ser visto determina automáticamente una sospe-
cha, se les niega de hecho a los sujetos, a todo sujeto, sea inocente
o culpable, tenga o no algo que callar, un derecho esencial, funda-
mental, fundador, que sin embargo no se formula en ninguna ley,
en ningún código, en ninguna constitución: el derecho a ocultar.
La sociedad del Todo Visible es de moral kantiana. Quiero decir
que en ella cada cual está sometido a un imperativo de verdad.
Benjamín Constant defendió, contra Kant, el derecho del sujeto a
mentir y esconderse. Debe decirse que en su siglo XVIII dos cosas
podían llenar de admiración el corazón de Kant: «El cielo estrella-
do encima de mí y la ley moral en mí,. [Crítica de la raz6n práctica,
V, 77f). Fórmula admirable y conmovedora. Pero hoy, encima de
mí, el cielo está constelado de satélites provistos de instrumentos
capaces de observar tanto nuestras acciones y gestos como nues-
tras palabras y pensamientos; basta evocar, por ejemplo, la Red
Échelon, sistema planetario de intercepción de comunicaciones ela-
borado, al terminar la guerra, por la Nacional Security Agency
norteamericana, el Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Aus-
tralia. La ley mora l no está «en mí», gira en órbita encima de mí. En
nosotros hay un fibroscopio o una videocápsula, y lo que nos llena
el corazón es un trazador para la exploración centellográfica.
106 Gérard Wajcman
MIRADA MORAL
ELISIÓN
FIASCO
guir entre las dos vertientes cuestionadas. Ambas arañen a las dos
funciones que debe cumplir un sistema de videovigilancia: como
arma disuasiva por un lado, y como herramienta de investigación
por el otro. Se utilizan de este modo los dos aspectos de una cáma-
ra: ésta es a la vez mirada y medio para grabar las imágenes. Estas
dos dimensiones pueden no funcionar conjuntamente. La cámara
puede ser can sólo una mirada. Así sucede en el caso de los señue-
los, falsas cámaras de plástico en las que parpadea una lucecita
roja. O bien la cámara es tan sólo un medio para grabar imáge-
nes. Es el caso de la cámara de espionaje, oculta, miniaturizada.
Por supuesco, ambas dimensiones pueden estar combinadas, como
sucede casi siempre. Estos dos empleos ponen simplemente en fun-
ción dos estados de visibilidad de la cámara: visible o invisible.
Verificado el derroche económico, la primera crítica del siste-
ma concierne a la eficacia de las imágenes como medio para per-
seguir a los delincuentes. Para el Detective Chíef Inspector de la
Oficina de Imágenes, Identificaciones y Detecciones Visuales, «se
gastaron millones de libras en cámaras, pero nadie pensó en la
manera en que la policía y la Justicia iban a utilizar las imágenes.
Fue un completo fiasco: sólo el 3% de los delitos [perpetrados en
Londres en la vía pública] se resolvieron gracias a los CCTV».
En suma, por lo que atañe al problema de las imágenes como
medio identificatorio y a la dificultad para manejar un banco de
imágenes inmenso, en el fondo se trata de defectos técnicos que
seguramen te será posible remediar.
Otro punto de la declaración del Chief llama la atención. Con-
cierne a la función preventiva de la videovigilancia. Dado que no
es aquí mi preocupación denunciar un discurso securitario, no voy
a frotarme las manos ante la comprobación confesa de un fracaso
en el corazón de la metrópolis de la vigilancia, ni amplificar fa
crítica formulada por un experto en la materia. No estoy seguro
de que Mick Neville haya medido lo que su confesión pone en
juego. La potencia explosiva que contiene alcanza hoy a la función
política de la mirada. En efecto, Míck Neville habla de la propia
naturaleza del sistema de cámaras de vigilancia y dice: «Al princi-
pio, el CCTV era considerado como un medio preventivo». Donde
sea, instalar cámaras no es simplemente poder ver y controlar; es,
en primer término, disuad ir. Por eso es importante que las cáma-
ras sean visibles, de modo que a veces se utilizan siinples señuelos.
122 Gérard Wajcman
EL HILO Y LA FRONTERA
ricana tan infinita que parece no tener ~dad: Law and Order
{difundida en Francia bajo los títulos de New York District o
New York Po/ice judiciaire, con el impasible Sam Waterston en el
papel de Jack McCoy, Executive Assistant District Attorney). Los
personajes centrales son el policía y el físcal. Figuras tradiciona-
les de las historias policiales, es decir, ni expertos científicos que
sepan hacer hablar a los objetos, ni anatomopatólogos que sepan
hacer hablar a los cadáveres, ellos buscan a los criminales vivos
para quitarles la capacidad de hacer daño. Son los defensores de
la sociedad, de las instituciones, de la ley, los ángeles guardianes
de una civilización de derechos.
Esto es lo que otorga a la serie un estilo de atractivo algo anti-
cuado. Porque se está ya en el día después. Se está en el tiempo de
las deploraciones desesperadas por la pérdida del sentido de auto-
ridad y de los valores, tiempo en el que se vitupera el incremento
de los desórdenes y de la irrespetuosidad, dejando a algunos sólo
la nostalgia de un mundo de principios y reglas y la esperanza,
cada vez más incierta, de una restauración posible. Ese mundo de
antaño ha hecho agua gravemente. Por otra parte, es su naufragio
lo que James Cameron contaba en Titanic, de 1997. Bien se perci-
be que esa civilización ya no existe, que no tiene sino imágenes en
blanco y negro. La longevidad de la serie Law and Order podría
deberse a que sería el refugio de esa nostalgia del tiempo de orden
y de ley, en un estilo bastante "republicano» sin ser por ello reac-
cionario (uno de sus actores recurrentes, Fred Dalton Thompson
-DA Arthur Branch- fue elegido senador del Estado de Tennessee
en 1994 y se presentó a las primarias republicanas en 2008).
Si se busca un remedio para la nostalgia, un despertar brutal,
basta mirar ciertas series de la costa Oeste y, tratándose de poli-
cías, poner simplemente en paralelo la imagen del prolijo tándem
legal de los detectives Lennie Briscoe y Reynaldo Curtís en Law
and O rder, y la figura del detective Vic McKey de la LAPO en la
serie The Shield (interpretado por el movedizo Michael Chiklis),
policía más que dudoso y muy jefe de pandilla, violento, con-
ductor de turbios asuntos en caóticos barrios de Los Ángeles
devenidos en zonas de ilicitud y en sedes de tráficos de todo tipo.
Territorios devueltos al sa lvajismo, en ellos la única autoridad
son las armas y el dinero, el único poder es el de las redes y pan-
dillas. Y la ley que ha abandonado las calles ya ni siquiera es ley
126 Gérard Wajcman
triunfa en todas partes, sobre las leyes, los ideales, los Estados, la
política misma; es decir que el goce triunfa por sobre todo. Esto
es lo nuevo. Pues hubo un tiempo no tan lejano en que lo que
regulaba a la sociedad era, al contrario, la prohibición del goce,
y ello con su aparato de censura y de coacciones de toda clase.
Los sujetos eran súbditos de la ley, la prohibición tenía peso. Y
esto otorgaba todo su valor, y su sal, a las transgresiones. Ahora
bien, como este duro régimen de represión enfermaba, tuvo que
elevarse la voz de Freud para llamar a la liberación de los goces.
Sin embargo, es importante dar toda su publicidad a lo que hace
un tiempo comprobó Jacques-Aiain Miller: que después de Freud
los tiempos cambiaron , que hoy no sólo el goce no está prohibi-
do, sino que se habría vuelto un tanto obligatorio. ¡Consuman!
¡Enjoy!: tal es la gran consigna de esta época. Niños de Coca-Cola
de todos los países: ¡uníos! Convertirlo todo en goce es la regla
del mundo. De ahí que por todas partes se deploren los estragos
causados por la droga, se movilicen los Estados, los médicos, los
ejércitos, se desplieguen medios considerables para combatir esa
plaga, pero se rehúse advertir que ella es casi un efecto lógico de
la civilización del empuje-a-consumir, puro producto de la llama-
da al goce. Después de todo, la conminación permanente a entrar
en el hipermercado del mundo, de la que se encarga el ministerio
de propaganda -digamos, la publicidad- constituye por su misma
lógica una invitación al desenfreno y una estimulación ferviente
- aun necia e irresponsable- a la adicción.
La adicción es la ley natu ral del mercado. Por un lado, pre-
ocupan los desarreglos de la pulsión oral, el consumo excesivo
de alcohol, cigarrillos, alimentos que multiplica la apertura de
supermercados -¿el domingo?- , y por el otro, hay empeño en
limitar el consumo de alcohol, cigarrillos, alimentos, empeño que
multiplica las imágenes publicitarias para .todos los productos que
se venden en supermercados. Vivimos una curiosa época.
La invitación a sumarse a la gran farándula de los goces que
por un lado empuja a «ganar más», finalmente se cumple también
en el discurso de «la fiesta». Lejos del rato de libertad que posibi-
litaba en el pasado, la ideología de «la fiesta» corresponde ahora
al régimen obligatorio. Hay un totalitarismo de «la fiesta». Y la
rave party, pese a su costado espontáneo y de locura juvenil, mar-
ginal, alternativo y hasta contestatario, se inscribe perfectamente
130 Gérard Wajcman
NEW FRONTIER
UN H!ROE HIPERMODERNO
EL HOMBRE INVISIBLE
UN ARTE DE LO INVISIBLE
Hay algo más que una actualidad de lo invisible: hay una urgen-
cia. Porque, paralelamente a las aplicaciones militares y a todas
las otras facultades que confiere la invisibilidad, volver invisible y
devenir invisible pasará a ser la preocupación principal, inevitable
en un mundo cuadriculado por la mirada. Devenir invisible es la
preocupación de los Amos de lo Visible, y su fin es incrementar
su poder sobre lo visible, pero ser:í también la de cada cual para
sustraerse a la autoridad de los Amos de lo Visible.
El ojo absoluto 159
tos de París. Por mi parte, considero más que probable que ni los
servicios de la Prefectura ni los de la Ciudad de París se propusie-
ron nunca levantar semejante cartografía. De este modo Renaud
Auguste-Dormeuil habrá paliado la incuria de la administración,
al mis mo tiempo que la habrá vuelto visible, lo cual constituye su
tarea de a.rtista. He ~quí, pues, una obra que propongo clasifica r
como TAU P (trabajo de art ista de utilidad pública).
2. Volver invisible. Hay que hablar, entonces, de otra obra de
Reanud Auguste-Dormeuil, creada un año después del M abuse
Tour, y que es como su simétrico: el Cont ra-Proyecto Panopticón,
de 2001. Se trata de una bicicleta que permite desplazarse sin ser
detectado por una mirada vertical dirigida desde un avión, un
helicóptero, un VANT'• o un satélite. Este efecto se debe a que
la bicicleta está remoncada por un amplio velo rígido compuesto
de paneles reflectantes dispuestos en forma de acordeón. Estos
paneles forman un complejo juego calculado de espejos que per-
mite enviar a l cielo una imagen del suelo, pero de modo tal que
el ciclista no queda simplemente oculto, como sucedería con u na
simple sombrilla abierta sobre él, sino que en esa imagen él es
propiamente invisible. Se ideó un procedimiento de verificación
de la eficacia de este objeto, procedimiento que fue metódicamen-
te puesto en práctica. Sus resultados demuestran que el sistema
creado por el artista funciona. ·
Nos encontramos, p ues, ante un nuevo tipo de escultura, una
escultura que vuelve a lgo invisible para las Potencias de Arri-
ba. Aparte de la origina lidad de una obra que obtiene así una
dimensión mitológica, moderna Kunea, casco de H ades de piel
de perro que invisibilizaba al d ios, esta obra de arte adquiere,
desde un p unto de vista más utilitario, condición de prototipo;
ella asigna a Renaud Augusce-Dormeuil la fu nción pionera de
inventor y a su escultura valor de invención , sumamente útil y
democrática, además, pues su destino es ser copiada y obtener
así un vasto empleo.
En resumen, mientras que Paul Klee confería al objeto de arte
la facultad de hacer ver los objetos y el mundo, Renaud Auguste-
Dormeuil crea un objeto de arce capaz de sustraer el sujeto a la
MOSTRAR, ESCONDERSE
IDENTIDAD
PREVER
incluso el más criminal puede vestir los atavíos del mayor de los
inocentes. Pues el hombre que concibió Precrimen, el responsa-
ble de la célula anricriminal de Washington, Lamar Burgess, ese
policía que tanto tiene de psicólogo, tan bien interpretado por
el siempre inquietante Max von Sydow, y que quiso y pensó esa
organización destinada a erradicar el crimen, la edificó sobre un
crimen que él mismo cometió y que eludió todas las miradas. La
previsión de los crímenes descansa aquí sobre uno de ellos.
Así pues, lo que el filme de Spielberg narra es el vals de los
semblantes. Las imágenes de verdad revelan ser velos que disimu-
lan la verdad, que engañan sobre los culpables y los inocentes.
Más aún, la verdad de lo que Precrimen fu nda, la organización
que acecha al crimen, revela ser peor que las atrocidades perse-
guidas por esta organización.
La imagen no es la verdad. El filme mostra ría más bien que la
verdad está en el detalle: Anderton descubre el secreto del caso al
advertir que en dos imágenes en apariencia perfectamente idénti-
cas, las olas no van en el mismo sentido.
Al fin y al cabo, lo que el filme cuenta sobre la hipervisión es
que la verdad visible es una puesta en escena, que las imágenes
manipulan. Hay un amo de las imágenes. Detrás de ellas. Y este
amo es, por su parte, invisible.
Esta película muestra lo engañoso de las imágenes y la locura
de ver, de la pasión verídica de verlo todo hasta el extremo de pre-
ver, y esto para prevenir. Una triple creencia funda la sociedad de
previdencia: TV y TC. Todo es visible, todo es calculable. Por lo
tanto, todo es dominable. Y, visto, el mal puede ser erradicado. La
fe científica actual arriesga ser la locura de los tiempos futuros.
Minority Report muestra que prevenir es el significante amo
de tales tiempos futuros.
Ahora bien: esos tiempos emp~zaron esta mañana.
nada. No son nada. Sólo una humareda acre. Sólo comas negras.
Una vaga puntuación».
Ciertas imágenes pueden cambiar las imágenes. Yo diría que
Todas ellas están desde ahora habitadas por las comas negras.
Una lluvia de cuerpos cae sin cesar sobre las imágenes. Ninguna
está indemne. Todas están heridas.
Durante el siglo XX, todas las miradas del mundo se vol-
vían hacia Nueva York. Hoy, Nueva York mira al mundo desde
Ground Zero.
EL HORROR EST~TICO
LOJ-T PRINZJP
MIRADA DEVELADA
EL SlNDROME SALO M~
Salomé al forense. Es decir que hay una serie que va del examen a la
observación, luego a la radiografía, para terminar en la autopsia. El
problema es que, tratándose de ver, la autopsia parecería ser la ver-
dad de toda la serie. O sea: que, en cuanto se trata de ver el interior,
el cuerpo es mirado como un cadáver. Incluso vivo. La radiografía,
como el rey Herodes, es indiferente al hecho de que Salomé esté viva.
La ciencia es herodiana en este sentido, también es indiferente al
vivo. Vale decir que para ella todo cuerpo, esté vivo o muerto, está
muerto. Herodes debería ser considerado el inventor de la autopsia.
Al mismo tiempo, lo que el buen rey Herodes busca ver bajo
los velos, en el cuerpo de Salomé, es el secreto de su deseo, lo que
causa su erección. Y en este punto, lo que Alphonse Allais da a
entender es que los velos caerán unos tras otros, que Herodes
podrá sin duda poner los huesos al desnudo y mutar la danza
perversa de Salomé en una danza de muerte, que el strip-tease no
tendrá fin. No hay nada que ver.
Esto explica que Lacan dé primero la razón a Herodes: el cuer-
po visible es un velo; pero después, para moderar la conducta de
Herodes, para evitar tanto salvajismo, previene que hay sin duda
un objeto bajo los velos del cuerpo, un objeto que encierra el secre-
to del deseo, pero que el secreto de este objeto es que se trata de
un objeto sin imagen, de un objeto supuesto: de hecho, este objeto
que se infiltra y se desliza bajo los velos es la mirada de Herodes
mismo. Tal es la otra lección, lacaniana, de Alphonse Allais.
Pero la ciencia de nuestros días no lee a Alphonse AUais, ni a
Lacan. Prefiere ver.
De modo que, para ella, para la captación médica de imáge-
nes, todos somos Salomé. ¡Vengan los Herodes de los tiempos
modernos! Menos salvajes, por supuesto.
CUERPO EXTRAJ\10
AUTOPSIA
"T raducimos este nombre francés tal como lo cita el auror. De hecho,
en castellano el título más difundido es Sobre la estructura del cuerpo .
humano (n. de t .).
204 Gérard Wajcman
más que ver con la muerte que con la vida. En realidad, la imagen
médica es una imagen del muerto en e1 vivo. Para la imagen, no
hay diferencia entre el muerto y el vivo. Además, el cuerpo cap-
tado por el aparato consumará de algún modo una muerre de la
clínica. La mirada de la máquina mata la mirada del médico.
Mata al mismo tiempo la mirada del artista. Los artistas, que
ya no tienen la función de producir dibujos anatómicos científi-
cos, van a apoderarse de las imágenes científicas del cuerpo y de
los medios técnicos destinados a su exploración. Así pues, menos
que el cuerpo, van a explorar la fanta sía de la ciencia, el sueño
del cuerpo transparente.
Fue mérito de Vesalio haber sido el primero que abrió el cami-
no a la transparencia del cuerpo al abrir los cuerpos. Él produjo
la idea de un cuerpo enteramente visible. Por eso, es legitimo sor-
prenderse de que en ocasiones permaneciera ciego ante el cuerpo
abierto. Ve-salio describirá la presencia en el cuerpo de estructu-
ras totalmente imaginarias, las rete mirabele (redes admirables),
estructura propia de los rumiantes que está presente, sin duda, en
Galeno, pero que se encuentra perfectamente ausente en el hom-
bre. Así pues, Vesalio, el maestro de la autopsia, va a describir
algo que no ha visto. Pero que ha pensado ver. Debe decirse que,
al respecto, los historiado_res de la medicina cierran más o menos
los ojos, dado el peso de prejuicios que enceguecen. No alcanza
con abrir los ojos para ver.
En verdad, Vesalio mismo es la prueba más elocuente de que,
para ver distinguiendo en lo que se ve, no basca con hacer de lo
verificable condición de la ciencia, con elevar lo visible al rango
de acceso privilegiado a lo real. El peso de las tradiciones ya es
suficiente para ensombrecer su mirada. Los prejuicios le impedi-
rán mantener clara la vista y dispensarse por completo de la ense ~
ñanza de los Antiguos, especialmente de Galeno, Jo c;uallo llevará
a ciertas incoherencias, errores y fantasiosas invenciones.
La realidad es soluble en la fantasía. Todo el mundo lo sabe.
No vemos si no lo que queremos ver, y cerramos los ojos sobre lo
demás.
Todo el mundo sabe esto, salvo los expertos.
El ojo absoluto 211
DEVELAMIENTO
GOOGLE EARTH Y YO
PERDIDO DE VISTA
EN MEMORIA
LA MIRADA PERDIDA
2003], diciendo al final: «Aun con los ojos abiertos de par en par,
no veo nada».
En el año 2000, Daniel Arasse decía: «No se ve nada». Esto
no se arregla.
ELEPHANT
NO LlMIT
Jagger/Richards,
Far Away Eyes, 1978.
Amít Bhaduri
Repensar la economía política.
En lmsca del desarrollo con equidad
Jacques Derrida
Seminario La bestia y el soberano.
Volumen 1 (2001-2002)
Jacques Derrida
Seminario La bestia y el soberano.
Volumen li (2002-2003)
Jacques Rancíere
El espectador emancipado
Alain Badiou
Segundo manifiesto por la filosofía
Bruno Latour
Reensamblar lo social.
Una introducción a la teoría del actor-red
Bruno Latour, Vmcem Antonin Lépinay
La economía, ciencia de los intereses apasionados.
Introducción a la antropologia económica de Gabriel Tarde
Roberto Esposito, Cario Galli, Vícenzo Vitiello
Nihilismo y política
Jean-Claude M ilner
La arrogancia del presente.
Miradas sobre una década: 1965-1975
Jean-Ciaude Milner
Las inclinaciones criminales de la Europa democrática
Jean-Claude Milner
El judío de saber
Pierre Rosanvallon
La contrademocracia.
La política en la era de la desconfianza
Pierre Rosanvallon
La legitimidad democrática.
Imparcialidad, reflexividad, proximidad
Alain Badiou
Lógicas de los mundos.
El ser y el acontecimiento 2
Alain Badiou
El ser y el acontecimiento
Alain Badiou
El siglo
Alain Badiou
Deleuze. El clamor del ser
Homi Bhabba
El lugar de la cultura
Pierre Bourdieu
Las estructuras sociales de la economía
Robert Castel
La imeguridad social. ¿Qué es estar protegido?
Roger Chartier
Escribir las prácticas. Poucault, de Certeau, Marin
Jacques Derrida
Introducción a "'El origen de la geometría, de Husserl
Jacques Derrida
El monolingiiismo del otro. O la prótesis de origen
Georges Didi-Huberman
Lo que vemos, lo que nos mira
Mladen Dolar
Una voz y nada más
Fran~rois Dupuy
La fatiga de las elites: el capitalismo y sus ejecutivos
Jean-Paul Fítoussi, Pierre Rosanvallon
La nueva era de las desigualdades
Pierre Rosanvallon
La nueva cuestión social.
Repensar el Estado providencia
Felix Guanari
Caosmosis
Fredric Jameson
El giro cultural.
Escritos seleccionados sobre el posmodernismo
Evelyn Fox Keller
Lenguaje y· vida. Metáforas de la biología en el siglo XX
Bernard Lahire
El espíritu sociológico
Karin Littau
Teorías de la lectura. Libros, cuerpos y bibliomanía
Roberto Mangabeira Unger
La democracia realizada. La alternativa progresista
Ana Teresa Martínez
Pierre Bourdieu: razones y lecciones de una práctica sociológica.
Del estructuralismo genético a la sociología reflexiva
Míchela Marzano
La pornografía o el agotamiento del deseo
Jean-Claude Milner
La obra clara. Lacan, la ciencia y la filosofía
Jean-Claude Milner
Los nombres indistimos
Jean-Ciaude Milner
Introducción a una ciencia de/lenguaje
Mathieu Potte-Bonneville
Michel Foucault.
La inquietud de la historia
Marcelo Rougier y Martín Fiszbeín
La frustración de un proyecto económico.
El gobierno peronista de 1973-1976
Malcom SchofieJd, Gisela Striker (comps.)
Las normas de la naturaleza.
Estudios de ética helenística
Federico Schuster
Filosofía y métodos de las ciencias sociales
Charles Tilly
La desigualdad persistente
Paul Virilio
El arte del m otor.
Aceleraciótz y realidad virtual
Paul Virilio
La velocidad de liberación
Lo'ic Wacquant
Parias urbanos
Lo1c Wacquant
Las cárceles de la miseria
Raymond Williams
La política del modernismo.
Contra los nuevos conformistas
Markos Zafiropoulos
Lacan y Lévi-Strauss o el retorno a Freud (1951-1957)
V er es un arma del poder. Desde la videovigilancia hasta la
captación de imágenes en medicina, pasando por los satéli-
tes que barren el planeta, innumerables dispositivos se
empeñan en volvernos íntegramente visibles. Se quiere ver
todo, hasta la transparencia. Hoy día, hacer compras en Lon-
dres es ser filmado más de trescientas veces. Antes se vigila-
ba a los criminales, hoy se vigila sobre todo a los inocentes.
Pero, más aUá de la vigilancia, esa mirada global infiltra
todas las zonas de nuestra vida, desde el nacimiento hasta la
muerte. La ideología de la transparencia, que amenaza nues-
tras existencias, el espacio privado de nuestras casas y el
interior de nuestros cuerpos, disuelve un poco más cada día
lo que tenemos de íntimo y secreto.
La ciencia y la técnica han pergeñado un dios omnividen-
te electrónico, un nuevo Argos dotado de millones de ojos
que no duermen nunca. Más que en una civilización de la
imagen, hemos entrado en una civilización de la ntirada.
Con lenguaje brillante, documentado y de sencillo acceso,
Gérard Wajcman explora e indaga en esta ideología de lo
hipervislble.