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aun

Publicación de Psicoanálisis

Los usos del síntoma

AÑO 4 – NÚMERO 6 – NOVIEMBRE DE 2012


aun
Es una publicación de

DIRECCIÓN
Vanina Muraro - Martín Alomo

SECRETARÍA
Leticia Palumbo

COMISIÓN EDITORIAL
Silvana Castro Tolosa
Luciano Lutereau

COMITÉ CIENTÍFICO
Colette Soler (Francia)
Sonia Alberti (España)
Sol Aparicio (España)
Rithée Cevasco (Francia)
Ana Laura Prates (Brasil)
Luis Izcovich (Francia)
Bernard Nominé (Francia)
Héctor López (Argentina)
aun
Año 4 - Nº 6
1ª edición, noviembre de 2012

DIRECCIÓN
Viamonte 2790, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tel: 4964-5877
www.forofarp.org
secretariafarp@gmail.com

© 2012, Foro Analítico del Río de la Plata

ISSN 1852-7264

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este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electró-
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todos, sin el permido previo y escrito del editor. Su infracción está
pensada por las leyes 11723 y 25446.

Impreso en la Argentina - Printed in Argentina


ÍNDICE

Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Los usos del síntoma


EL SÍNTOMA, UNA SATISFACCIÓN AL REVÉS . . . . . . . . 13
 › Vanina Muraro

LA VOZ DEL SUFRIENTE. La migración de la voz en la


sintomatología del caso Dora . . . . . . . . . . . . . . . 21
 › Marcelo Mazzuca

LAS TRANSFORMACIONES DEL SÍNTOMA EN LA CURA


ANALÍTICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
 › Lucas Boxaca y Luciano Lutereau

Posiciones del analista


ACERCA DE UN PRINCIPIO SOBERANO. Reflexiones en torno
a la abstinencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
 › Santiago Thompson

DE LOS DESEOS DE UN ANALISTA AL DESEO DEL ANALISTA . 61


 › Florencia Farías

EL JUICIO ÍNTIMO DEL ANALISTA . . . . . . . . . . . . . 71


 › Gabriel Lombardi

Las lecciones de la psicosis


LA PRESENTACIÓN DE ENFERMOS CONSIDERADA COMO
UN DISPOSITIVO ANALÍTICO. Resonancias de una experiencia 83
 › Martín Alomo, Carolina Zaffore y Gonzalo López

LAS LECCIONES DE LA PSICOSIS . . . . . . . . . . . . 99


 › Colette Soler
El psicoanalista, su escuela
EL ANALISTA-ANALIZANTE . . . . . . . . . . . . . . . 109
 › Matías Buttini

TRES OBSERVACIONES SOBRE EL ANALISTA


CONSIDERADO COMO RESPUESTA . . . . . . . . . . . 115
 › Martín Alomo

La Red Asistencial del FARP


ANALISTAS EN RED POR TRANSFERENCIA DE TRABAJO . . 123
 › Laura Salinas

Libros
Dixit. Bianuario del Colegio Clínico del Río de la Plata 2011-2012 129

La histérica y su síntoma, de Marcelo Mazzuca . . . . . . 131

Los usos del juego, de Luciano Lutereau . . . . . . . . . 133

La elección irónica. Estudios clínicos sobre la esquizofrenia,


de Martín Alomo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
EDITORIAL

En el marco del Campo La- en ser la brújula del análisis. En


caniano, he aquí el número 6 de segundo lugar, se delimitan di-
Aun, revista del Foro Analítico ferentes posiciones del analis-
del Río de la Plata. ta: abstinencia, deseo y su “jui-
Como ya es habitual en nues- cio íntimo”. En tercer lugar, las
tra línea editorial, interesa po- lecciones de la psicosis expo-
ner a consideración de los cole- nen ese recorrido que hizo de
gas las preguntas que orientan la presentación de enfermos un
el trabajo investigativo y el ejer- dispositivo de transmisión, así
cicio de revisión y crítica perma- como la incidencia de lo que el
nente –“crítica asidua” ha dicho psicótico enseña a la teoría. Las
Lacan– que se lleva adelante en últimas dos secciones presen-
una institución orientada por los tan elaboraciones sostenidas en
principios de la Escuela. la Escuela, en función de interlo-
Concierne al analista, cuando cuciones producidas en circuns-
asume esa segunda instancia tancias específicas, y en la Red
que reflexiona sobre los efectos, Asistencial.
dar cuenta de su acto. Al me- Este volumen interpela a es-
nos, porque ese ejercicio tiene píritus inquietos. Lo más inte-
incidencias en una nueva vuel- resante de los ensayos de res-
ta sobre la clínica. De este mo- puesta a los problemas clínicos
vimiento es que este número in- y a las coyunturas del analista
tenta reflejar una praxis. en la Escuela, radica en la fun-
Los usos del síntoma indica ción de señalar los interrogantes
entonces, y en primer lugar, la que los inspiran y que, eventual-
variedad discrecional que una mente, podrían merecer réplicas
Editorial

noción puede exponer para la diversas, aun mejores.


dirección de la cura: ya sea en Por último, la aparición de
los diferentes momentos de la este número coincide con el na-
puesta en forma del dispositi- cimiento de otra publicación del
vo, hasta su consecución, por- FARP: la revista digital Nadie
que siempre su vértice radica Duerma. Nessun dorma, tal la
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sentencia de la princesa Turan- colegas. A este mismo comité


dot que, a pesar de su dureza, editorial corresponderá estar a
puede ser leída como la exhorta- la altura de este nuevo desafío.
ción a no dejar escapar el amor. En Nadie duerma encontra-
Nadie duerma da testimonio so- rán los ecos de esta AUN de pri-
bre nuestro modo de no dejar es- mavera.
capar la posibilidad de ese lazo
tan particular, que constituye la
práctica de interrogar la expe- Comité editorial
riencia analítica junto a nuestros Octubre de 2012
Editorial

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Los usos del síntoma
EL SÍNTOMA, UNA SATISFACCIÓN
AL REVÉS
› Vanina Muraro

Síntoma: una satisfacción do más general, tanto al síntoma


paradójica mórbido como al sueño o a cual-
quier cosa analizable. Lo que lla-
En el inicio del recorrido de mo síntoma, es lo analizable.”1
este trabajo se halla una pre- Pasemos ahora al segundo
gunta, que desde hace más de tramo de la estructura, es decir,
un siglo, nos atraviesa a todos avancemos en la problematiza-
aquellos que nos dedicamos al ción de esta afirmación.
psicoanálisis: ¿cuál es el sínto- Pero ¿por qué a la hora de
ma? escoger una brújula privilegia-
Quisiera responderla, en pri- mos el síntoma y no otra forma-
mera instancia partiendo de una ción del inconsciente? Es decir,
premisa freudiana con la que to- ¿qué lo diferencia de las demás
dos estamos familiarizados: el formaciones del inconsciente?
síntoma es una formación del in- En la misma cita, unos párra-
consciente. fos después, Lacan señala que
En el seminario 5: Las forma- Freud “indica que en el propio
ciones del inconsciente (1957- síntoma hay ciertamente algo
58), en la clase titulada “Las que recuerda a dicha satisfac-
máscaras del síntoma”, Lacan ción, pero es una satisfacción
hace la referencia a que el des- cuyo carácter problemático es
Los usos del síntoma

cubrimiento freudiano esencial bastante acentuado, ‘una satis-


es que en las formaciones del in- facción al revés’”.2
consciente se vehiculiza algo del “Una satisfacción al revés”
orden del deseo. Más aún, en el no es, sin embargo, equipara-
sueño –a excepción del sueño ble a algo extremadamente insa-
de angustia– Freud no nos ha- tisfactorio y Lacan parece desli-
bla simplemente de deseo sino zar en esa apreciación, un poco
de cumplimiento de deseo. En irónicamente, que existiría una
ese mismo texto, encontramos “satisfacción al derecho”. Con-
una definición de síntoma: “… signémoslo entonces como una
llamo aquí síntoma, en su senti- “satisfacción paradójica”, en tér-
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minos estrictamente freudianos: toma a su neurosis como a “una


la pulsión y su revuelta. suerte de ‘señorita forastera’. No
Más tarde, en un texto 16 sabe de dónde viene y por eso
años posterior, correspondiente espera que un buen día haya de
a 1973, la “Introducción a la edi- desaparecer”.4
ción alemana de un primer volu- Elijo privilegiar esta metáfora
men de los Escritos”, Lacan in- porque figura al síntoma como:
siste en esta diferenciación: “El
síntoma no opera del mismo • una suerte de forastero
modo que las formaciones del • animado y, para colmo,
inconsciente, es decir, sueños, • femenino.
lapsus y chistes, que demues-
tran su estructura por el hecho Tres elementos que conflu-
de ser descifrables e interpreta- yen en el síntoma y evocan la
bles y tener un sentido.”3 presencia del Otro.
Lacan hace referencia a que Este desarrollo nos remite al
es el propio Freud quien advier- texto freudiano “Lo ominoso”,
te las características que diferen- donde la división entre lo fami-
cian el síntoma del resto de las liar y lo extremadamente ajeno
formaciones del inconsciente y –a medida que Freud realiza el
que lo tornan un elemento úni- rastreo del término– se vuelve
co. Es decir, que si bien se ins- una línea cada vez más borrosa.
cribe dentro de este conjunto, el Es por ello que la definición que
de las formaciones del incons- propongo para el síntoma es
ciente, está dotado de un plus. que se trata de un huésped.
El síntoma posee un carác- El término “huésped” proce-
ter paradójico. Recordemos el de del latín hospes (genitivo hos-
ejemplo clásico del ataque his- pitis) y poseía entonces la misma
térico en el que la mujer con pareja de significados contradic-
una mano baja su pollera y con torios –es lo que los lingüistas lla-
la otra la sube, pero su carác- man un indefinible– ya que pue-
ter paradójico no sólo reside en de significar tanto al que alberga
lo que expresa sino en su com- como al que es albergado.
posición misma. Se trata de un En español el significan-
Los usos del síntoma

cuerpo extraño –como señala te “huésped” también encierra


Freud en el capítulo 3 de Inhibi- esta ambigüedad ya que puede
ción, síntoma y angustia– que se significar: aquel organismo que
caracteriza por su “extraterrito- alberga a otro en su interior o lo
rialidad”, siendo por lo tanto lo porta sobre sí, ya sea un parási-
más propio del sujeto y lo más to o un comensal. O bien, el hos-
irreconocible. pedado y no el hospedador.
Tal como afirma Freud en su Concebir al síntoma como
texto “Sobre la iniciación del tra- un huésped, con la ambigüedad
tamiento” (1913), el enfermo del término y su carácter extrate-

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› Vanina Muraro
El síntoma, una satisfacción al revés

rritorial, nos permite situar clara- to cuando se queja nuevamente


mente el descentramiento, la di- de su padre.
visión del sujeto.
Avanzando, entonces un
poco más, el síntoma, con su La especificidad del síntoma
“satisfacción al revés”, “satis- en las neurosis obsesivas
facción paradójica”, nos revela
al sujeto en su división, lo cual Quisiera trabajar el síntoma
no es poco ya que –a excepción obsesivo tomando, a modo de
del acto– es el único modo en el herramienta, dos textos: Inhi-
cual el sujeto logra revelarse. bición, síntoma y angustia y el
Llamamos sujeto al efecto de “Historial del Hombre de las Ra-
división que el lenguaje produce tas”.
en el ser hablante, dividido en- La primera de estas dos he-
tre: la determinación inconscien- rramientas la voy a utilizar para
te que hace de él una marioneta dilucidar algunas características
parlante alienada a un saber del propias del síntoma en esta neu-
que nada sabe y una respuesta rosis y la segunda para verificar
que lo separa y le permite res- cómo el analista se hace par-
ponsabilizarse de su posición de tenaire de la división del sujeto
sujeto. En su texto “Singular, par- produciendo de ese modo algo
ticular, singular”, Gabriel Lom- más que la pintura de un cua-
bardi escribe al respecto: “El dro. Es decir, logrando enlazar
síntoma es ese punto de opaci- la ideación obsesiva al cuerpo.
dad y de división que constituye Si bien el síntoma para el psi-
y da presencia a un ser irrepre- coanálisis es entonces, como di-
sentable para sí y también para jimos, una división encarnada
el Otro. El síntoma es la división que constituye y da presencia
instalada en el ser hablante, divi- al sujeto, Freud sin embargo, en
sión que de él hace sujeto.”5 el capítulo V de Inhibición, sín-
Por eso, la respuesta a esa toma y angustia declara un “te-
división es el síntoma y de allí la rreno infecundo”: el de la forma-
importancia de aguzar los oídos ción de síntoma en la genuina
para transformarnos en partenai- histeria de conversión. Dice que:
Los usos del síntoma

res de éste. Es que el síntoma no “Son numerosas las neurosis


es síntoma para el psicoanálisis en las que no se presenta nada
sin la escucha de un analista. de angustia. La genuina histeria
Ser partenaires del síntoma de conversión es de esa clase:
implica seguir la enseñanza freu- sus síntomas más graves se en-
diana que, tras escuchar pacien- cuentran sin contaminación de
temente los reproches que su angustia.”6
joven histérica dirige al padre, Allí donde la metáfora es más
percibe que, la tos de Dora, mis- lograda lo infecundo reside en
teriosamente irrumpe en su rela- que el yo se comporta como si

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no tuviese participación alguna, Define al aislamiento como la


en otras palabras: no se divide. técnica siguiente:
En el extremo aparentemen-
te opuesto, en el extremo más “…tras un suceso desagrada-
metonímico, donde la multi- ble, así como tras una actividad
plicación parece proliferar en significativa realizada por el pro-
mandamientos, órdenes y con- pio enfermo en el sentido de la
traórdenes encontramos el sín- neurosis, se interpola una pausa
toma obsesivo, donde tiene lu- en la que no está permitido que
gar esa satisfacción paradójica, acontezca nada, no se hace nin-
pero, por otras razones, el terre- guna percepción ni se ejecuta
no puede resultar tan infecundo acción alguna […] la vivencia no
como en la histeria conversiva se olvida pero es despojada de
genuina: el problema allí es arri- su afecto y sus vínculos asocia-
bar a la encarnación en el cuer- tivos son sofocados o suspendi-
po porque el síntoma y el lugar dos, de suerte que permanece
del goce aparecen divorciados. ahí como aislada y ni siquiera se
Sabemos que en la obse- reproduce en el circuito de la ac-
sión aquello que aparece ero- tividad de pensamiento.”7
tizado es el pensamiento y el
pensamiento goza de ligar un El obsesivo se comporta de
sentido con otro, de sintetizar; igual modo en su relato: puede
si me lo permiten: puede así su- ligar los significantes, aislándo-
mar infinitas ratas porque las re- los del contacto genuino con un
presentaciones se deslizan en yo vigilante que impide sin des-
una metonimia sin fin y sin la canso el surgimiento de una pre-
emergencia del cuerpo como ciada falla en la cadena.
superficie de goce que funcio- Por lo contrario, cuando un
ne como anclaje. obsesivo se analiza, es decir, se
En el capítulo siguiente del presta al experimento de la aso-
mismo texto, el número 6 de ciación libre, asiste a la expe-
Inhibición, síntoma y angustia, riencia del fracaso de la defensa,
Freud describe el “tabú del con- pero eso no es sin un analista re-
tacto” propio de la obsesión: suelto a aplicar la regla funda-
Los usos del síntoma

tabú que procura impedir aso- mental.


ciaciones, conexiones de pen- Un ejemplo precioso de ello
samientos, para evitar el conta- es el sueño que el Hombre de
gio escabulléndose así tanto de las Ratas le dedica a Freud.
la investidura tierna como de la Transcribiré el sueño que Freud
agresiva; y relaciona este aislar describe como un sueño que fi-
e interpolar pausas con la difi- gura la ambivalencia que el pa-
cultad de esta neurosis para el ciente le dirige en transferencia:
cumplimiento de la regla funda-
mental.

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› Vanina Muraro
El síntoma, una satisfacción al revés

“Mi madre ha muerto. Quie- vertido sus obsesiones, sino que


re presentar sus condolencias, no las ha constituido como tales.
pero tiene miedo de producir la En este caso, el primer paso del
risa impertinente que ya repeti- análisis […] es que el síntoma
das veces ha mostrado a raíz de se constituya en su forma clási-
casos luctuosos. Por eso prefie- ca, sin lo cual no hay modo de
re escribir una tarjeta con ‘p. c.’, salir de él, porque no hay modo
pero estas letras se le mudan al de hablar de él, porque no hay
escribirlas, en ‘p. f.’.”8 modo de atrapar al síntoma por
las orejas. ¿Que es la oreja en
cuestión? Lo que podemos lla-
Abreviaturas corrientes de mar lo no asimilado del síntoma,
pour féliciter y pour condoler. no asimilado por el sujeto.”9

Aquí vemos, además de la Lo no asimilado del síntoma,


direccionalidad al analista de la es decir, retomando una de las
formación del inconsciente, la in- definiciones de síntoma que se-
tención de precaverse, de defen- ñalamos al comienzo, es el ele-
derse de ese exceso que supone mento pulsional, lo más extran-
la risa en una ocasión referida a jero, aquello menos susceptible
la muerte. Ese intento de reducir de ser tramitado y digerido por
sólo a dos letras el sentido pésa- el yo, el núcleo más duro. De allí
me y la mudanza de una de sus que la dirección de la cura lejos
letras que trastoca por comple- de conducir al paciente al rápi-
to el contenido del mensaje, mu- do alivio del síntoma compor-
dándolo en su contrario. te primero el empeoramiento de
Pero, por lo general, el rela- la enfermedad. Empeoramiento
to de los padecimientos obse- que tiene como función que el
sivos obedece a las leyes del síntoma se revele en su extran-
aislamiento y con eso no alcan- jeridad y no quede amortiguado
za para que el síntoma quede por el carácter o la fantasía. Con-
constituido, es necesario un es- tinúo con la cita:
fuerzo más para que el sujeto se
percate de él. Como dice Lacan “Para que el síntoma salga
Los usos del síntoma

en el seminario 10: La Angustia, del estado de enigma todavía in-


en la clase número XXI, “El grifo formulado, el paso a dar […] es
de Piaget”: que en el sujeto se perfile algo tal
que le sugiera que hay una causa
“El síntoma sólo queda cons- para ello. Tan sólo por este lado
tituido cuando el sujeto se per- se rompe la implicación del suje-
cata de él, porque sabemos por to en su conducta, y esta ruptura
experiencia que hay formas de es la complementación necesa-
comportamiento obsesivo en las ria para que el síntoma sea abor-
que el sujeto no sólo no ha ad- dable para nosotros.”10

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Vemos que se trata de que Ante la insistencia de Freud,


eso moleste, que eso empuje ante su propia sumisión a la re-
para que se produzca un pasaje gla, el paciente continúa el rela-
del enigma a la causa y vemos to: “…sobre su trasero es puesto
también, claramente, cómo le- un tarro dado vuelta, en éste lue-
jos de hablar de implicación en go hacen entrar ratas, que…”.
la conducta, Lacan habla de rup- Nuevamente se pone de pie y
tura de la implicación del sujeto muestra, nos dice Freud “todos
con su conducta, es decir, pun- los signos de horror y la resis-
to extremo de división y viven- tencia”… “penetraban” consi-
cia de ese cuerpo como propio gue decir el paciente…
y extraño. Es entonces cuando Freud
advierte su expresión particular
en el rostro: horror ante su pla-
Conclusión cer ignorado por él mismo.
Continúa hablando: “En el
A modo de conclusión de momento me sacudió una re-
este desarrollo voy a tomar un presentación de que eso suce-
pasaje del historial de Hombre de con una persona que me es
de las Ratas que podemos ubi- cara”.
car en el Apartado C del texto, ti- En una nota al pie, Freud re-
tulado “El gran temor obsesivo”. fiere la peculiar indefinición de
Este pasaje ilustra el método los dichos de su paciente en es-
freudiano y cómo por la vía de tos pasajes y se disculpa por el
la asociación libre y la interpreta- carácter imposible de reproducir
ción, Freud logra convocar a es- del texto.
cena el cuerpo que el obsesivo Será a partir de la aplicación
escamotea haciendo posible en- de la regla fundamental y la con-
tonces el abordaje del síntoma siguiente escucha de eso indefi-
compulsivo. nido que emerge el sujeto divi-
Se trata del apartado en el dido y a partir de ello que Freud
que luego de algunos intentos puede poner a trabajar al pa-
de seducción dirigidos a Freud ciente en torno a esta represen-
que tienen también una finalidad tación que como él mismo dice:
Los usos del síntoma

defensiva, el paciente se dispo- lo sacude.


ne a relatar el ocasionamien- Pero ¿dónde recibe esa sa-
to directo de acudir a consulta. cudida? Sólo a partir del trabajo
Relata la presencia del capitán asociativo Freud colige que esa
y alude a un castigo “particu- representación había estimu-
larmente terrorífico”; entonces lado “cierto número de pulsio-
se interrumpe, se pone de pie y nes”, despertado una multitud
ruega ser dispensado de los de- de recuerdos y adquirido una
talles. serie de significados simbólicos,
a los que se fueron agregando

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› Vanina Muraro
El síntoma, una satisfacción al revés

de continuo otros nuevos des- de la tumba del padre de darse


pabilando en el sujeto su erotis- un banquete, precisamente con
mo anal. su cadáver. Hasta concluir en la
Es una zona precisa del cuer- identificación con la rata misma:
po entonces la sede de esa sa- “Viva imagen de sí. Tipejo roño-
cudida, la sede de ese horror so y asqueroso que ante la ira
ante su placer ignorado. Por podía morder a los demás y ser
asociación: rata deviene dine- por eso azotado”.11
ro, dinero cuota y herencia pa- Vemos entonces cómo el
terna. Padre de quien hereda goce puede diseminarse por
dos deudas: la deuda de jue- la cadena asociativa pero final-
go y la deuda de amor, hereda mente muerde, al modo de una
también la infección sexual. Rata rata, su propio cuerpo logrando
que devendrá también pene, ex- de ese modo reconciliar el sín-
crementos, casamiento, hijos y toma y el escenario del goce y
gusanos. Rata que asocia con ser atrapado por Freud por sus
el animal entrevisto en el ce- orejas.
menterio y le supone que viene

Los usos del síntoma

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Notas

1. Lacan, J. (1957-1958) El semi- 6. Freud, S. (1926) Inhibición, sín-


nario 5: Las formaciones del in- toma y angustia. En Obras Com-
consciente, Paidós, Buenos Ai- pletas, Amorrortu, Vol. XX, Bue-
res, 2006, p. 328. nos Aires, 1991, p. 106.
2. Ibid. 7. Ibid., p. 115.
3. Lacan, J. (1975) “Introducción a 8. Freud, S. (1909) “A propósito de
la edición alemana de un primer un caso de neurosis obsesiva”.
volumen de los Escritos”. En Re- En Obras completas, Amorror-
vista Uno x Uno, No. 42, pp. 7-15, tu, Vol. X, Buenos Aires, 1991, p.
Eolia, Buenos Aires, 1995, p. 9. 152.
4. Freud, S. (1913) “Sobre la inicia- 9. Lacan, J. (1962-1963) El semina-
ción al tratamiento”. En Obras rio 10: La Angustia, Paidós, Bue-
completas, Amorrortu, Vol. XII, nos Aires, 2006, p. 302.
Buenos Aires, 1991, p. 130. 10. Ibid., p. 303.
5. Lombardi, G. (2009) “Singular, 11. Freud, S. (1909) “A propósito de
particular, singular”. En Singular, un caso de neurosis obsesiva”,
particular, singular, JVE Edicio- op. cit., p. 169.
nes, Buenos Aires, 2009.
Los usos del síntoma

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LA VOZ DEL SUFRIENTE
La migración de la voz en la sintomatología
del caso Dora

› Marcelo Mazzuca

“La cura es una demanda que mera instancia, el sujeto comien-


parte de la voz del sufriente, de al- za hablando de él, no les habla
guien que sufre de su cuerpo o de a ustedes; luego les habla a us-
su pensamiento.” tedes, más no habla de él; cuan-
Jacques Lacan, Televisión. do les haya hablado de él a us-
tedes, habremos llegado al final
del análisis.”1
Dicho así parece sencillo,
Los usos del síntoma pero es evidente que lo que
en la comunicación analítica cuenta en esta comunicación
tan particular no se reduce a los
La definición de la cura que enunciados emitidos por la pala-
utilizamos de epígrafe nos per- bra del paciente ni a las respues-
mitirá situar e interrogar el es- tas habitualmente escuetas que
tatuto del síntoma en la práctica provienen de la persona del ana-
analítica. Más concretamente, lista. Mas bien habría que conce-
los usos que hacen del síntoma bir el movimiento en su conjunto
tanto el analizante como el ana- como una operación dialéctica
lista en los distintos momentos que conduce hacia una “asun-
de la comunicación analítica. ción de la voz” por parte del su-
Desde los comienzos mis- jeto analizante, proceso que
Los usos del síntoma

mos de su enseñanza, Lacan se despliega en las tres etapas


formuló las condiciones estruc- mencionadas por Lacan.
turales de dicha comunicación Ahora bien, si la cura puede
y estableció el esquema que de- definirse como una demanda,
termina las diferentes etapas del y como una demanda tal que
diálogo. Una definición tempra- parte de la voz del sufriente, se
na de aquellas condiciones nos abren entonces dos puntos de
puede ayudar a delimitar lo que interrogación. En primer lugar,
nos gustaría denominar la “mi- ¿es también una voz lo que res-
gración de la voz” en el espacio ponde a la demanda inicial? En
transferencial de la cura: “En pri- segundo lugar, ¿cómo se esta-
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blecen los caminos por los cua- en una cuestión ética. Es, al mis-
les aquella voz instituye la comu- mo tiempo, sugerir que la cura
nicación propiamente analítica? como praxis tiene una orienta-
Dicho de otro modo, ¿cuál es ción, una lógica y una finalidad.
el objeto de dicha comunica- Para el caso de la cura psicoa-
ción, aquel sobre el que se ha- nalítica, Lacan designó tempra-
bla, pero fundamentalmente con namente ese norte a partir de la
el cual se habla? referencia al registro de lo real.
Siguiendo estos interrogan- Lo real –dijo tempranamente
tes, vamos a partir de la siguien- Lacan– se experimenta siempre
te hipótesis: en la conversación como “golpe” o como “choque”,
analítica se habla sobre el sínto- es del orden de lo que se esca-
ma y con el síntoma. Y se habla pa, y puede definirse como “la to-
con él de maneras diversas se- talidad o el instante que se des-
gún se trate de los distintos mo- vanece”.4 Ahora bien, cuando se
mentos del análisis: en algunos trata de la comunicación analíti-
casos se lo toma como interlo- ca, aquello contra lo que choca
cutor, en otros se lo utiliza como la palabra analizante es habitual-
instrumento de la comunicación. mente el “silencio del analista”.5
Es, en cualquier caso y en to- Pero, entonces, ¿por qué
das las etapas, la variable princi- considerar ese silencio como
pal de la cura. Tarde o temprano lo real interesado en la comuni-
–así lo decía Freud– el síntoma cación analítica? Si admitimos
comienza a entrometerse (mits- lo que la experiencia cotidiana
prechen), a “intervenir en la con- nos enseña, es decir, que el si-
versación”.2 “Lo que constituye lencio como tal puede participar
el campo analítico –decía Lacan– de cada uno de los tres regis-
es idéntico a lo que constituye el tros, ¿cómo y cuándo el silencio
fenómeno analítico, a saber, el como respuesta logra presentifi-
síntoma”.3 Signo patognomóni- car aquel real? Evidentemente,
co de un sufrimiento mudo que la respuesta depende del caso
el neurótico no siempre está dis- por caso. No obstante, pueden
puesto siquiera a reconocer, el distinguirse “tipos” de silencios
síntoma admite diversos usos en en relación a los registros. Silen-
Los usos del síntoma

la práctica clínica. cio simbólico, cuando la no res-


puesta es al mismo tiempo una
respuesta del oyente. Silencio
La ética de lo real como imaginario, en la medida en que
principio de la enunciación esa misma no respuesta-res-
analítica puesta puede promover el sen-
tido bajo la suposición de la sa-
Pensar que la práctica ana- biduría y la completud del otro.
lítica puede hacer un “uso” del Pero también –y es allí donde la
síntoma es introducirse de lleno dimensión ética se presenta con

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› Marcelo Mazzuca
La voz del sufriente

toda su fuerza– silencio en la di- posibilidad de responder con su


mensión de lo real: una voz que deseo a la voz del sufriente. Y el
puede hacer surgir en la contin- horizonte de su respuesta abre
gencia de un encuentro lo impo- a la posibilidad de un uso nue-
sible de decir. vo del síntoma, que Lacan cali-
Para situar esa dimensión de fica como un “saber hacer” allí,
lo real, Lacan la definió –unos en lo real.
años después– como aquello Provistos de estas referen-
que “vuelve siempre al mismo cias tomaremos el caso Dora
lugar”,6 introduciendo la referen- –“caso casi inaugural de la ex-
cia más precisa a la experiencia periencia propiamente psicoa-
de la repetición, y muchos años nalítica”,7 según las palabras del
más tarde la abordó desde la ló- propio Lacan– para examinar lo
gica para designarla bajo la ca- que sucede con el síntoma en
tegoría de lo imposible. De allí los preliminares de una cura y
construyó la definición de la clí- en la puerta de entrada al traba-
nica psicoanalítica que utiliza- jo propiamente analítico.8
mos como punto de apoyo: “la
clínica psicoanalítica es lo real
en tanto imposible de soportar”, El uso de la casuística
dijo Lacan en 1975. freudiana: Dora, el caso “casi
Ahora bien, si la clínica analí- inaugural”
tica es ese real imposible de so-
portar (primer eslabón) y si la Comencemos destacan-
cura es aquella demanda que do una de las particularidades
parte de la voz del sufriente (se- más llamativas del caso que sir-
gundo eslabón), debemos ubi- vió a Freud y a Lacan de mode-
car como tercer eslabón la rela- lo de la neurosis histérica. Se
ción del síntoma con lo real. La trata –como lo dice inicialmen-
respuesta se hace clara a partir te Freud y lo destaca luego La-
del seminario 10: el goce cons- can– de una “pequeña histeria”,
tituye la dimensión real del sín- en la medida en que no son los
toma. El síntoma es “irrupción síntomas corporales los que ca-
del goce fálico”, dice Lacan en racterizan el cuadro clínico ni los
Los usos del síntoma

el tramo final de su enseñanza, que llevan a Dora a la consul-


aquello que “viene de lo real”. ta con Freud: “Los signos prin-
Pero además agrega –punto im- cipales de su enfermedad eran
portante para nosotros– que es ahora una desazón y una altera-
un “acontecimiento” del cuerpo, ción del carácter, y un tedium vi-
y que allí se sitúa su dimensión tae probablemente no tomado
pulsional: “eco en el cuerpo por en serio.”9
el hecho de que hay un decir”. A diferencia de lo que ocu-
De allí que el análisis, y más rre con Elisabeth von R. o con
concretamente el analista, tenga el Hombre de las Ratas –para

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

mencionar otros dos casos pa- da por Lacan “rectificación sub-


radigmáticos–, el síntoma que- jetiva” hasta la interrupción del
da inicialmente desdibujado, y tratamiento. Y, finalmente, la fase
la conversación del análisis re- anterior a la consulta (Etapa 0),
corre otros caminos. Por estas más precisamente aquella que
razones, Freud se ve obligado a se extiende desde la aparición
realizar un trabajo preliminar que de los síntomas de la tos y la afo-
permita localizar con mayor pre- nía hasta la bofetada propinada
cisión la posición que adopta el por Dora al Sr. K en la ya famo-
sujeto frente al padecimiento. sa “escena del lago”. En este re-
Entonces, ¿cómo entender corrido, prestaremos especial
en este caso que la cura es una atención a lo que va sucediendo
demanda que parte de la voz del con el síntoma.
sufriente? Para responder, inten-
taremos situar el modo en que Etapa 1. El síndrome de per-
aquella voz participa de la co- secución (de la voz del cuerpo a
municación inconsciente en las la voz del pensamiento)
distintas etapas de la configura- Esta primera fase es la que
ción del síntoma. nos parece decisiva, y por eso
Ahora bien, ¿sobre qué tema la utilizaremos como referencia
se establece el diálogo incons- principal. Su desarrollo condu-
ciente en este caso? Dicho de ce a la puerta de entrada del tra-
otra manera: ¿cuál es el tema, el tamiento, aquella donde situa-
asunto, o en definitiva el “sujeto” mos con Lacan la “rectificación
de dicho diálogo? En este pun- de las relaciones del sujeto con
to, es Lacan quien aporta preci- lo real”.10 Esta rectificación del
siones, y su respuesta sorpren- discurso es esencial –y por eso
de tanto por la reiteración y el la ponemos en primer plano– en
detalle como por la precisión y la medida en que puede trans-
la novedad con la que aborda el formar la demanda inicial dando
problema de la histérica a lo lar- lugar al análisis propiamente di-
go de su seminario: se dialoga cho. En este caso, de esas rela-
sobre La mujer. ciones con lo real, interesan fun-
Para ordenar este diálogo, damentalmente dos cosas que
Los usos del síntoma

examinaremos por separado –aunque articulables– se distin-


tres etapas diferentes y los suce- guen una de otra.
sivos puntos de empalme entre Por un lado, aquello de lo
ellas: la etapa preliminar al aná- real que se hace presente por
lisis (Etapa 1), que abarca el pe- los “golpes” que produce en
ríodo previo a la consulta más los bordes de la realidad imagi-
el primer tramo del tratamiento. naria que mantiene ligado al yo
Luego, la etapa del análisis pro- con sus objetos. Por otro lado,
piamente dicho (Etapa 2), que aquello de lo real que se hace
se extiende desde la denomina- presente en el síntoma, y que se

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› Marcelo Mazzuca
La voz del sufriente

localiza en el punto donde los y se le impone con una valencia


significantes del Otro (es decir, psíquica casi alucinatoria, culmi-
del discurso inconsciente) ac- nando en un desmayo que an-
tualizan y preservan una moda- gustia a su padre.11 Son pensa-
lidad de goce. mientos “hipervalentes” –según
Respecto de la primera cues- la expresión de Freud– compa-
tión (la que prepara el terreno rables a la sensación de reali-
para la rectificación), ubicamos dad efectiva de aquellos sue-
la cualidad “alucinatoria” con la ños en los que se inserta una
que Dora experimenta su pensa- moción pulsional, o de aquellos
miento relativo a la persona de otros de los que se despierta
su padre y a las motivaciones con una sensación “crepuscu-
que determinan su conducta. lar”12 (como ocurre con el “olor a
Nos referimos a la posición rei- humo” en el primero de los sue-
vindicativa que Dora adopta ha- ños del historial).
cia su padre ubicándose como Encontramos allí un primer
una inocente víctima de sus signo del padecimiento e índice
maltratos. Ella invoca su pro- de un real desconocido. En este
pia conducta como prueba de caso no se trata estrictamente
su inocencia, aunque lo hace in- hablando de un síntoma ni de
virtiendo los términos y denun- un sueño, sino de un fenóme-
ciando la conducta de su pa- no que Lacan califica como in-
dre. Intentemos ponerle texto a terpretativo y alucinatorio, y que
la enunciación de su voz, sería forma parte de lo que no duda
algo así como: “Mírenlo como se en llamar el “pequeño síndrome
comporta, él no me ama, y por de persecución” de Dora.13 Po-
eso me vende”. No hay dudas dría haberlo considerado como
ni lagunas del recuerdo en este una alucinación verbal, si no fue-
punto, es decir, ningún tropiezo ra por el hecho de no presentar-
en el discurso que permita hacer se bajo la forma de palabra im-
aparecer una enunciación equí- puesta que injuria al sujeto. De
voca que determine su posición todos modos, presenta las ca-
de sujeto en el inconsciente. racterísticas de una suerte de
Sin embargo –y este es el “eco” del propio pensamiento,
Los usos del síntoma

punto importante por el padeci- y de allí su cualidad alucinatoria.


miento que trae aparejado–, no Pero, ¿cuál es su objeto?
puede abandonar ese pensa- Sin duda es Dora quien pien-
miento ni por un instante. Es en- sa, pero una interioridad extraña
tonces, aún por fuera de la refe- hace que su pensamiento cobre
rencia al síntoma, el primer signo una fuerza inhabitual, como si
de la presencia muda de la voz una voz interior la aturdiese has-
del sufriente. Una significación ta provocar la salida de la reali-
que sobrecarga un fragmento dad a través del desmayo. Y la
de su pensamiento consciente hipótesis que nos guía es que

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

esto sucede porque la voz que senta la bofetada al Sr. K. Inten-


impulsa a Dora en esta etapa ha temos, pues, adjudicarle un texto
migrado de su lugar de origen inconsciente. En este caso sería
y no consigue ser alojada en el algo así como: “Estúpido, si ella
lugar del Otro. Es ella –es decir, ya no significa nada para ti, tú ya
su yo– quien carga con todo el no significas nada para mí; bus-
peso libidinal de esa voz. caré entonces la significación de
No vamos a extendernos mu- esa voz en la respuesta de mi
cho en este punto, que forma padre”. Pero esta migración de
parte de las consideraciones la voz termina chocando contra
psicopatológicas del caso. Sim- la rigidez de la “persona” del pa-
plemente recordamos al lector, dre, y entonces regresa hacia la
que son las palabras del Sr. K en propia persona. Es este el movi-
el lago las que alteran el equili- miento que conduce al “ataque”
brio de la realidad preexistente. histérico, cuya enunciación –im-
Ubicamos allí el inicio de un mo- posible de articular en primera
vimiento migratorio de aquella persona– podría traducirse más
voz que con el análisis se trans- o menos así: “Yo gozo de esa
formará en texto y letra. Según voz, goce pulsional pero tam-
la lectura de Lacan, parte de las bién sexual, hago de mi cuer-
palabras pronunciadas por el in- po falo, órgano sexual que tras
terlocutor de turno: al ya no po- el goce del orgasmo detumesce
der identificarse Dora con el Sr. mi cuerpo y me hace perder el
K, la alteridad del personaje del conocimiento”. El punto de an-
padre se modifica sensiblemen- gustia queda en este caso elidi-
te, promoviendo la confronta- do, y el que termina angustián-
ción agresiva con el semejante. dose es el padre.
Los caminos del diálogo pasan Ahora bien, ni los enuncia-
del inconsciente a la conciencia dos del Sr. K, ni los que podría-
y del cuerpo al pensamiento. Di- mos adjudicarle a Dora, terminan
cho en términos del objeto de de explicar el estatuto de aquella
nuestra interrogación: la voz mi- voz que migra durante el lapso de
gra del Otro al otro, y habrá que dos años desde la bofetada en el
esperar el desarrollo de la trans- lago hasta el desmayo en la casa
Los usos del síntoma

ferencia para que vuelva a mi- paterna. Por eso, en términos de


grar en dirección contraria. la comunicación analítica, no al-
Como puede verse, intenta- canza con la rectificación que po-
mos ubicar aquí la forma en que dría implicarla a Dora en la parte
adviene en esta etapa la voz del que le toca en calidad de “cóm-
sufriente, principio de localiza- plice”. Lo era desde mucho tiem-
ción de la demanda neurótica. po antes y sin lugar a dudas es la
Digámoslo del siguiente modo: primera voz del Otro que la trans-
encuentra su punto de partida ferencia consigue establecer a
en el “pasaje al acto” que repre- partir de la réplica que Freud pro-

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› Marcelo Mazzuca
La voz del sufriente

duce en el diálogo: “¿Cómo de- dría obtener por semejante deli-


signas tú el lugar que te toca en to, y por eso la maniobra rectifi-
esta realidad sufriente de la que cativa corre el riesgo de quedar
te quejas?”. perdida en las idas y vueltas de
Pero aquí lo decisivo es lo la conversación. Todavía no se
que de aquella voz se había des- ha cruzado el umbral del análisis
oído en el tiempo anterior al aná- a partir del cual se torna imposi-
lisis, y que aun antes del desma- ble volver atrás. Por momentos,
yo se muestra en el acting que es Freud quien corre el riesgo de
constituye la amenaza de suici- quedar aturdido por la insisten-
dio. Es la voz del síntoma, aque- cia de sus propios pensamien-
lla que podría articular el sujeto tos. Dice Freud: “No me resulta
de los significantes. De allí el se- fácil guiar la atención de mi pa-
gundo aspecto de aquella recti- ciente hacia su trato con el Sr.
ficación de las relaciones del su- K”.
jeto con lo real, y es esto lo que Lo que es innegable, es que
nuestro recorrido pretende des- la intervención produce un efec-
tacar: la apertura al trabajo pro- to terapéutico por el quite de in-
piamente analítico depende de vestidura que opera. Esto pare-
este segundo aspecto de la rec- ce suceder en la medida en que
tificación subjetiva. el eco alucinatorio se reparte
ahora –fruto del diálogo– entre
las personas de Dora y Freud,
Etapa 2: El síntoma analizable ubicando la instancia tercera de
(de la voz del pensamiento a un referente ausente: el deseo
la voz del texto) abusivo del padre. Dora ya no
habla con él sino de él. Pero lo
Como decíamos, la primera que aún no se logra es hacer mi-
intervención de Freud permite grar la voz hacia otro registro. Lo
rectificar las relaciones del suje- único que sale a la luz en este
to con la realidad que éste de- primer movimiento, es el meca-
nuncia, convirtiendo a Dora en nismo de proyección por el cual
“cómplice” de la empresa de su un reproche hacia el otro encu-
padre. “Cómplice” es el nombre bre un autorreproche, es decir:
Los usos del síntoma

del segundo desarrollo de ver- el mecanismo de la proyección,


dad –según la lectura inicial de típico de la paranoia y de la re-
Lacan–, luego de la primera in- lación especular que mantienen
versión en el diálogo del análi- los niños con sus semejantes.
sis. Dora abandona su posición En cambio, la segunda inter-
de inocencia al quedar implica- vención hace surgir una verdad
da en calidad de partícipe indi- de otro orden. Ya no se trata de
recto del delito de infidelidad. implicarla en el delito sino de ha-
Pero lo que no se advierte cerle notar el modo en que es-
aún es el usufructo que Dora po- taba ya demasiado implicada

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Aun • N˚ 3
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en otro asunto, el de sus sínto- eleva la palabra del analista al ni-


mas, lo suficiente como para no vel de la interpretación.14
poder advertirlos como tales, es Veamos cómo lo expresa
decir, como elementos ajenos y el propio Freud en el historial:
extraños a su propia persona. Lo “Cierto día se quejó de un su-
que comenzará a quedar al des- puesto nuevo síntoma, unos la-
cubierto ahora, son los usos de cerantes dolores de estómago,
los síntomas que toman como y yo di en lo justo preguntán-
referencia cardinal el deseo del dole ‘¿a quién imita usted con
padre. eso?’.”
Pongamos aquí toda la aten- Nótese que esta intervención
ción y destaquemos lo siguien- ya no toma en consideración la
te. Esto no se logra por la in- queja hacia el padre, sino aque-
sistencia de Freud en que Dora lla otra que Dora dirige a sus pro-
hable del Sr. K, ni por las inter- pios dolores, y por eso produce
pretaciones provistas de lógica un eco distinto al del síndrome
pero inservibles que lo propo- de persecución. Representa el
nían como objeto de sus fanta- punto preciso en que la voz del
sías. “Cuando le formulé esta sufriente migra hacia el espacio
conclusión –dice Freud, refirién- transferencial del análisis, aque-
dose al amor que Dora sentiría lla misma voz que el acting po-
por el Sr. K–, no tuvo aceptación nía en escena sin lograr articular
alguna de su parte”. Tampoco un sujeto del diálogo. A partir de
se logra por insistir en la conver- allí, el síntoma comienza a inter-
sación que toma por objeto las venir en la conversación –como
oscuras intenciones del padre, dice Freud– y la comunicación
aún cuando fuese ese el terreno del análisis va adquiriendo clara-
del diálogo a partir del cual po- mente la tonalidad de la asocia-
der intervenir. ción libre.
Esto sucede –estrictamente A Freud le corresponde ahora
hablando– por haber sabido es- el lugar desde el cual puede se-
perar Freud, en silencio, la oca- ñalar la significación que adquie-
sión para alzar la voz de la inter- ren los síntomas de las mujeres,
pretación. Dicho de otro modo: y el modo en que hacen uso de
Los usos del síntoma

por haber logrado instrumentar ellos. Aparece allí el asunto o su-


una modalidad de la voz com- jeto del diálogo histérico: signi-
patible con el deseo del analista. ficación de “envidia” en el caso
El ritmo del diálogo demuestra de la prima (con quien Dora se
ser aquí el adecuado: en primer identificaría) y significación de
término, la espera de un silencio “rechazo del hombre” en el caso
abstinente que aguarda la inter- de la Sra. K (a quien Dora toma-
vención del síntoma en la con- ría como rival).
versación; y en segundo térmi- Al mismo tiempo, a Dora le
no, la interrogación alusiva que queda ofrecido un sitio para po-

Aun | 28
› Marcelo Mazzuca
La voz del sufriente

der calibrar la voz y acomodar- “Una conexión interna, pero


la a la asociación libre. Y exac- todavía oculta, se da a conocer
tamente desde ese lugar es que por la contigüidad, por la vecin-
se oye venir la réplica del diálo- dad temporal de las ocurrencias,
go. Así lo dice Freud: “Una ob- exactamente como en la escritu-
servación de Dora acerca de su ra una a y una b puestas una al
propia alternancia entre enfer- lado de la otra significan que ha
medad y salud cuando era niña querido formarse con ellas la sí-
se insertó en este lugar”. La co- laba ab.”
municación empieza a mostrar
sus puntos de quiebre y sus in- Sigamos entonces a Freud y
terferencias, dando lugar a una traduzcamos: a = la aparición y
palabra de otro orden que ya no desaparición de los dolores de
es la denuncia ni la “auto” impli- la Sra. K se mueve al ritmo de la
cación. Encontramos aquí una presencia de su marido; b = re-
ocurrencia genuina, una aso- cuerdo que siendo niña mis do-
ciación aparentemente libre que lores aparecían y desaparecían.
demostrará no serlo del todo. Y el elemento siguiente surge de
Dora no sabe bien lo que dice, o la referencia al síntoma que ha-
al menos el por qué dice lo que bía demostrado ser el más esta-
dice. Y es en este punto donde ble e insistente en las consultas
Freud advierte la intervención previas de Dora a los médicos.
–en el marco de la comunica- Freud lo dice así: “Dora había
ción propiamente analítica– de presentado gran cantidad de
un mecanismo distinto al de la ataques de tos con afonía; ¿la
proyección, que se expresa a ausencia o la presencia del ama-
través de una relación de con- do habrá ejercido una influencia
tigüidad entre ocurrencias disí- sobre la venida y la desaparición
miles. Y la puesta en función de de estas manifestaciones pato-
este aspecto de los mecanismos lógicas?”
inconscientes –según nuestra Es con esta hipótesis que
perspectiva– es el que da inicio Freud vuelve a intervenir en el
al proceso de escritura que tiene diálogo, para finalmente estable-
lugar en la cura analítica. cer lo que sería el “abc” que le
Los usos del síntoma

Para decirlo de otro modo: otorga texto y lógica al análisis:


la voz del sufriente, en la medi- la significación y el uso que Dora
da en que es alojada en el espa- hace del síntoma de los ataques
cio vacío producido por la mani- de tos con afonía. La duración
festación del deseo del analista, del ataque, coincidente con las
comienza literalmente a “escri- ausencias del Sr. K, confirma
birse” en el texto del análisis. En la presencia de una significa-
este caso Freud lo dice así: ción de la voz alojada en el sín-
toma. Freud parece haber dado
en el blanco del síntoma anali-

Aun | 29
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

zable, acentuando mucho más ción analítica? En el argumento


el polo de la “afonía” que el de de Freud, el habla y la escritura
los “ataques de tos”. Aunque no son equivalentes, la primera in-
podemos dejar de señalar que cluye la voz y la segunda la ex-
se apresura en querer atribuirle cluye, pudiendo una reemplazar
el viejo y obsoleto sentido de la a la otra. Si seguimos esta línea
“demostración de amor hacia el argumentativa, la voz queda re-
Sr. K”, lo cual desvía un poco el ducida a la sonoridad y la comu-
trabajo de escritura del síntoma. nicación a un proceso de traspa-
Veamos cómo podemos enten- so de información. En cambio, si
der las razones de este desvío. nos atenemos al lazo del sínto-
Reparemos en la respuesta ma con el inconsciente, no pare-
que Dora da a Freud acerca del ce acertado reducir la afonía a la
supuesto sentido del síntoma, ausencia de sonido y a la pérdi-
aquel que pretendía explicar su da de la voz. Por el contrario, la
aparición por referencia a las au- experiencia muestra que la au-
sencias del Sr. K. La réplica de sencia de sonoridad le otorga
Dora es mucho más asociativa más peso a la voz, en la medida
que explicativa: “La escritura (le) en que su consistencia depende
fluía siempre con particular facili- de las relaciones del cuerpo eró-
dad de la mano”, dice la pacien- geno con las propiedades de la
te refiriéndose a los períodos de cadena significante que el suje-
su afonía. De allí que Dora op- to encuentra en el discurso del
tara por escribir en lugar de ha- Otro. Es más bien la ruptura de
blar. Y la reflexión que produce la cadena la que –como muestra
el desvío de Freud es la siguien- la alucinación verbal en la psico-
te: “El hecho de que uno entable sis– produce una sonorización
correspondencia con el ausen- extraña.
te, con quien no puede hablar, En el caso que nos ocupa,
no es menos natural que el de habría que postular que la voz
tratar de hacerse entender por del síntoma comienza a ser ar-
escrito cuando uno ha perdido ticulada en forma de texto por
la voz.” el hecho de haber sido coloca-
Freud se da esta explicación da en el lugar del Otro. Ese es
Los usos del síntoma

por referencia a otra serie de ca- –para decirlo con la terminología


sos donde la escritura toma el de Freud– el principio del desci-
lugar del habla. Pero lo que no framiento, que no implica sólo
queda aclarado es en qué senti- una operación de lectura (como
do se ha “perdido la voz”. sucede con el desciframiento de
Encontramos aquí el nudo de los jeroglíficos) sino también de
lo que está en juego. La pregun- escritura. ¿Escritura de qué? Del
ta es: ¿qué estatuto adquieren saber inconsciente que respon-
la palabra, la voz y la escritura de a la pregunta por la relación
en el espacio de la comunica- sexual, cosa que el caso Dora

Aun | 30
› Marcelo Mazzuca
La voz del sufriente

ilustra con mucho detalle, en es- ma que las acompañaba: los ata-
pecial a través de los sueños. ques de tos. Las circunstancias
No vamos a extendernos en de su escritura tienen que ver
esta dirección, porque lo que con lo que podríamos considerar
nos interesa es resaltar el punto un “desliz” en las asociaciones
de empalme entre los prelimina- de Dora referidas a la potencia
res del tratamiento y el comien- del deseo del padre, y represen-
zo del análisis propiamente di- ta la apertura del síntoma hacia la
cho. Solamente mencionaremos significación sexual y el goce oral
–antes de pasar al último punto– de las fantasías. Freud no nos
las coordenadas significantes aporta la clave técnica de aquello
que en este caso hacen del Otro que escuchó, pero da a entender
el sitio donde aquella voz se ar- que se trata de algo del orden de
ticula y se despliega como texto la entonación. Mas precisamente
en el análisis. de la entonación del significante
El primero de esos significan- acaudalado o afortunado, y de la
tes es la-comedia-del-suicidio. inflexión de la expresión alema-
Surge de las acusaciones de na “ein vermogender Mann” ha-
Dora hacia su padre, relativas al cia “ein unvermogender Mann”.
uso que éste hacía de sus sín- Queda allí situada en la escritura
tomas. Pero al mismo tiempo se del texto –por obra de una inter-
aplica a la voz disimulada por el vención poco ruidosa pero efecti-
acting que precedió a la consul- va– la referencia primordial al de-
ta con Freud (el cuento del suici- seo del padre y a su impotencia
dio), denunciando el mismo uso sexual.
del síntoma por parte de Dora. Finalmente, señalemos el
La referencia primordial es, en- que tal vez sea el significante a
tonces, a los síntomas y a las partir del cual el síntoma de los
enfermedades del padre. En de- “ataques de tos” se abre hacia
finitiva, este primer significante los múltiples significados que
surgido de la rectificación de las conectan la satisfacción oral con
relaciones con lo real, represen- el goce propiamente sexual. Se
ta un sujeto, el del análisis, sin trata del significante catarro, so-
que esto coincida ni con la per- bredeterminado, surgido en el
Los usos del síntoma

sona del padre ni con la persona análisis luego de que el primer


de Dora. Los “cómplices” y “cul- sueño aportara texto para el
pables” quedan fuera de juego desciframiento. El segundo sue-
en lo que tiene que ver con la lo- ño, surgido puramente del dialo-
calización significante del sujeto go del análisis, aportará el resto
en el síntoma. del texto de la denominada por
El segundo de los significantes Freud “geografía sexual”, una
surge de las mismas acusacio- suerte de figuración en clave je-
nes hacia el padre, pero ya tiene roglífica de la relación sexual im-
una relación directa con el sínto- posible de escribir.

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

No vamos a cartografiar el re- truido al cual sólo se accede ver-


corrido completo de aquella es- daderamente por la vía de la his-
critura de la relación sexual por- torización en transferencia.
que no es el objeto de nuestro Lo primero que el análisis
trabajo. Simplemente señale- permite revelar, es que esta fase
mos que lo que se constitu- que antecede a la consulta se
ye como síntoma e instrumento caracteriza por un determinado
principal del análisis puede divi- uso que Dora hace de sus sín-
dirse en dos componentes: por tomas. “Cuando entró en trata-
un lado, los “ataques de tos”; y miento conmigo, a los dieciocho
por otro, la “afonía”. Y que –en sí años –dice Freud–, tosía de nue-
mismo– ni el significante catarro vo de manera característica”. Es
(significante principal de los ata- que la tos, e incluso la afonía, ya
ques de tos) ni los que se escri- estaban presentes en la primera
birán después, logran terminar consulta a Freud, realizada con
de dar sentido a la pregunta por dos años de anterioridad (a los
el ser de la mujer. Es más bien 16), poco tiempo antes que Dora
la voz del texto lo que habrá que oyera las “palabras fatídicas” del
asumir para resolver el proble- Sr. K en el lago. Sólo que en
ma de la imposible escritura de aquella oportunidad, Freud no
la relación entre los sexos. Y en hizo más que recetar una cura
esto el síntoma de la afonía tiene psíquica de la que Dora pres-
una significación central. cindió rápidamente porque ese
Pasemos entonces a delimi- ataque (cuya duración se había
tar las coordenadas migratorias extendido más de lo habitual)
que dieron origen a estos sínto- desapareció de manera espon-
mas. tánea. Dicho de otra manera: se
logró un efecto terapéutico sin
Etapa 0: El síntoma histérico que la voz haya sido enlazada a
(de la voz del cuerpo a la voz del la transferencia. Mientras que en
pensamiento) esta segunda consulta, “el sín-
Esta primera fase recorta- toma más molesto” –según la
da del relato del análisis, se ex- apreciación de la propia pacien-
tiende de los 12 a los 16 años te– se presentaba durante la pri-
Los usos del síntoma

aproximadamente, y los aconte- mera mitad del ataque, y consis-


cimientos que la escanden son tía en una “afonía total”.
–en el inicio– la aparición de los Ahora bien, ¿cuál es el pun-
“ataques” de tos y afonía y –en to de arranque de los síntomas
el final– la bofetada propinada de Dora, y particularmente de
por Dora al Sr. K. Es el tiempo de estos ataques de tos y afonía?
la voz fuera de transferencia, al La respuesta indica claramente
menos fuera del marco del diá- la participación de las enferme-
logo propiamente analítico. No dades del padre, más aquello
obstante, es un tiempo recons- que podríamos llamar las suce-

Aun | 32
› Marcelo Mazzuca
La voz del sufriente

sivas “migraciones” de una fa- bía enfermado, y antes que éste


milia que se desplazaba de un responda es la paciente quien
sitio a otro al ritmo de los sínto- adjudica la motivación al padre.
mas de la “persona dominante”: Freud lo dice así: “Para mi sor-
el padre. presa, la muchacha conocía de
Los desplazamientos comien- qué clase había sido la enferme-
zan a los 6 años de la paciente, dad del padre”. Y luego agre-
cuando el padre enferma de tu- ga: “Después que este regresó
berculosis, y a partir de allí las de mi consultorio, había espiado
manifestaciones sintomáticas de con las orejas una conversación
Dora marchan al ritmo de la ba- donde se mencionó el nombre
tuta de las enfermedades del pa- de la enfermedad”. Allí aparecie-
dre. Las coincidencias son muy ron los ataques de tos y afonía,
notorias, basta simplemente con en el punto en el que queda in-
prestar atención a las cifras que terrogada la causa del ataque de
surgen del trabajo de historiza- confusión del padre.
ción. No obstante, los ataques No obstante, siguiendo a
de tos nerviosa no se presen- Freud, para poder localizar la
tan sino a partir del momento en significación enigmática de la
que el padre (acompañado por enfermedad hay que poder ubi-
el Sr. K) consulta a Freud a raíz car los dos tiempos del trauma.
de sus propios “ataques” cuan- De manera semejante a lo que
do Dora tenía 12 años. El signi- ocurre con el Hombre de las ra-
ficante que designa la enferme- tas, no son los dichos que Dora
dad del padre es el mismo que el oye de su padre los que provo-
de su hija, sólo que en este caso can de manera directa y lineal
se trataba de un “ataque de con- los ataques de tos y afonía, sino
fusión”. De este modo, el ataque el modo en que quedan signifi-
se presenta primero ligado a las cados a partir de los dichos alu-
enfermedades del padre. sivos de una de sus tías, dos
Pero lo que nos interesar su- años antes de que se presenten
brayar no es el historial comple- los ataques de padre-hija. En el
to de aquellos movimientos mi- historial lo encontramos dicho
gratorios, sino el modo en que de este modo: “la curiosa y aler-
Los usos del síntoma

en el análisis surge la clave para tada muchacha –dice Freud refi-


entender su origen y su significa- riéndose al desprendimiento de
ción. El punto de calce es el de- retina sufrido por el padre a lo 10
seo sexual del padre y, tras él, la años de Dora– oyó esa vez decir
significación de la relación entre a su tía: ‘estaba enfermo ya an-
los sexos. En eso estaban anali- tes de casarse’, y agregó algo in-
zante y analista en el momento comprensible para ella, que más
en que aparece el primero de los tarde interpretó entre sí como re-
dos sueños. Es Dora quien pre- ferido a una cosa indecente”. De
gunta a Freud por qué razón ha- allí surge toda la línea del “con-

Aun | 33
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

tagio” de las enfermedades del Conclusiones


padre hacia sus familiares que
hace surgir la referencia a los ca- Sabemos por Lacan que no
tarros: el que oficia de “grano de se trata de ubicar el origen de
arena” para el caso de la tos y la neurosis en algún momento
el que lleva a la investigación del del desarrollo evolutivo de nues-
goce sexual, el catarro genital. tros pacientes, sino en el punto
En síntesis, es una interpreta- en donde una matriz fantasmáti-
ción de los dichos del Otro (la tía ca viene a responder al encuen-
en este caso) la que le permite a tro con el deseo del Otro y con
Dora conectar la referencia a la el goce sexual. Es allí donde
enfermedad del padre con la re- la contingencia de un encuen-
ferencia al deseo sexual del pa- tro y lo imposible de represen-
dre. A partir de allí, el goce del tar fuerzan la respuesta del ser
síntoma se abre, se amplifica y del sujeto. Y es esto lo que la co-
se articula en el lugar del Otro. municación analítica tiene que
Y como consecuencia de los su- actualizar, o poner en acto, ha-
cesivos encuentros con el de- ciendo uso del síntoma como
seo del Otro, la significación de instrumento principal de la cura.
rechazo del goce sexual se ex- Por esta vía, y ateniéndose a
presa a través de una corriente los usos que el neurótico hace
migratoria del síntoma que reco- de sus síntomas, podría encon-
rre casi por completo el cuerpo trar los referentes necesarios
de Dora: de los genitales al pe- para promover con su interven-
cho (en la escena del beso), de ción la consecuente entrada en
los oídos a la garganta (en la es- el análisis. Esta referencia esen-
cena fantaseada), de allí hacia cial a los “usos del síntoma”
el estómago (en el laberinto de puede permitirle eludir la tram-
las identificaciones), luego afec- pa de la confrontación especu-
ta el rostro con una neuralgia fa- lar, aquella que podría inclinar-
cial (en la escena transferencial) lo hacia un forzamiento inútil de
y finalmente llega a los oídos en la “implicación del paciente” en
el síndrome de Meniere (con su aquello de lo que se queja.
segundo analista). Nosotros nos Para el caso de la histérica, la
Los usos del síntoma

detendremos aquí. Sólo agrega- pregunta que ordena la distribu-


remos, a modo de conclusión, ción de las respuestas sintomáti-
una última apreciación acerca cas concierne al enigma de la fe-
del conjunto de estos diversos minidad: ¿qué es ser una mujer?
movimientos migratorios. Sobre este asunto gira la con-
versación y el diálogo del análi-
sis cuyo fin se alcanzaría –según
la apreciación dialéctica de La-
can– una vez que el sujeto le ha-
ble de él al analista.

Aun | 34
› Marcelo Mazzuca
La voz del sufriente

Siguiendo esta línea argu- de fragmentación correlativo al


mentativa, podemos insertar rechazo de la feminidad corpo-
aquí nuestra concepción de la ral. Solamente podrá asumir su
cura como “demanda que par- modo singular de responder a la
te de la voz del sufriente”. Lo pregunta, si asume aquella voz
hacemos retomando las refe- del síntoma que la hace existir.
rencias iniciales con las que La- Esta voz que el análisis intenta
can examina el horizonte y el fin poner en acto, principio del ma-
del tratamiento de Dora: aquella soquismo erógeno y de la distri-
“matriz imaginaria” que daría la bución de los goces fantasmáti-
respuesta de lo que es una mu- cos, no pertenece ni al sujeto ni
jer. Es esto lo que esencialmente al otro, sino al resultado de la dia-
articula la voz afónica del sínto- léctica entre ambos. Será enton-
ma conversivo: “un objeto impo- ces cuestión de ahuecarla para
sible de desprender de un primi- asumirla y ponerla en causa. Así
tivo deseo oral”, dice Lacan. Por podrá migrar de la condición de
no poder darse esa respuesta, goce a la causa del deseo.
Dora permanece en un estado

Los usos del síntoma

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

Notas

1. Lacan, J. (1955-56) El seminario (Dora)”. En Obras completas,


3: Las psicosis, Paidós, Barcelo- Amorrortu, Vol. VII, Buenos Ai-
na, 1984, p. 230. res, 1988, p. 22.
2. Freud, S. (1895) Estudios sobre 10. Lacan, J. (1958) “La dirección
la histeria. En Obras completas, de la cura y los principios de su
Amorrortu, Vol. II, Buenos Aires, poder”. En Escritos 2, Siglo XXI,
1992, p. 163. Buenos Aires, 2002, p. 578.
3. Lacan, J. (1955-56) El seminario 11. Recordemos que respecto de
3: Las psicosis, op. cit., p. 234. esta pérdida de conciencia
4. Lacan, J. (1953) Simbólico, Ima- Freud conjetura un ataque his-
ginario, Real, Paidós, Buenos Ai- térico, es decir, una experiencia
res, 2008, p. 32. de excitación sexual que condu-
5. Ibid., p. 55. ce al desmayo, como si el cuer-
6. Lacan, J. (1955-56) El seminario po de la histérica de comportara
3: Las psicosis, op. cit., p. 97. como un falo en detumescencia
7. Ibid., p. 131. luego del orgasmo.
8. Dejaremos para otra oportuni- 12. Lacan, J. (1951) “Intervención
dad el examen de lo que ocurre sobre la transferencia”. En Es-
en la fase final de la cura y en critos 1, Siglo XXI, Buenos Aires,
la salida del análisis, pero subra- 2002, p. 217.
yamos que es sobre la base de 13. Lacan, J. (1955-56) El seminario
aquella concepción del final que 3: Las psicosis, op. cit., p. 234.
se pueden delimitar mejor las 14. Lacan, J. (1958) “La dirección de
características de los movimien- la cura y los principios de su po-
tos de apertura. der”, op. cit., p. 621.
9. Freud, S. (1905) “Fragmento de
análisis de un caso de histeria
Los usos del síntoma

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LAS TRANSFORMACIONES DEL
SÍNTOMA EN LA CURA ANALÍTICA
› Lucas Boxaca y Luciano Lutereau

El propósito de este artícu- arte autónomo, sino que su ma-


lo es exponer diversos usos del nejo se someta a las reglas téc-
síntoma en la cura analítica. Para nicas que en general gobiernan
dar cuenta de este objetivo to- la ejecución de la cura.”1
maremos como hilo conductor En este contexto, con la ex-
las transformaciones del mismo presión “reglas técnicas” Freud
en el curso del tratamiento. se refiere principalmente a la
En términos generales, po- transferencia y al momento
dría entenderse por “uso” las del tratamiento en cuestión, tal
funciones pragmáticas que un como sus escritos técnicos se
concepto adquiere en sus di- ocuparon de demostrar. Cabe
versas manifestaciones clínicas. destacar que la palabra “mane-
De este modo, el “uso” requie- jo” (Handhabung) también po-
re la consideración de la singu- dría ser traducida como “uso” –o
laridad clínica del momento del bien como “empleo”, según fue-
tratamiento en que se manifiesta ra traducida por López Balleste-
dicho concepto, convirtiéndose ros–. En cualquiera de estos ca-
entonces en un operador para sos, lo que se busca transmitir
la lectura de la lógica del caso, es que no habría una teoría de la
así como las intervenciones pro- interpretación de los sueños que
pias que un analista podría rea- pueda ser operativa clínicamen-
Los usos del síntoma

lizar con dicho operador clínico te independientemente de la


de acuerdo con la dirección de consideración del momento del
la cura. El precedente inmedia- tratamiento en curso, y que es
to de esta orientación puede ras- incumbencia del analista poder
trearse en el artículo “El uso de servirse de las formaciones de la
la interpretación de los sueños cura en función de la coyuntura
en el psicoanálisis” (1911), en de los fines del análisis.
que Freud sostiene lo siguiente: Otro precedente, mucho más
“Abogo, pues, por que en el trata- reciente, en esta misma orienta-
miento analítico la interpretación ción, se encuentra en el artículo
de sueños no se cultive como un de C. Soler “Acerca del sueño”
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Primavera 2012

(1988), donde la autora distin- levancia en la determinación de


gue distintas funciones del sue- su curso– la dirección ética del
ño, articuladas a diversos mo- tratamiento psicoanalítico, que
mentos del tratamiento: junto al Lacan enunció en los siguien-
sueño como metáfora, también tes términos: “Hasta cierto pun-
estaría el sueño en su condición to este penar de más es la única
“mostrativa”, destinado a pre- justificación de nuestra interven-
sentar la inserción de la pulsión ción. […] Los analistas nos me-
en la formación onírica. El analis- temos en el asunto en la medida
ta puede servirse de esta doble en que creemos que hay otras
vertiente con usos distintos: en vías, más cortas, por ejemplo.”4
el primer caso, el analista realiza
una invitación a la metonimia sig-
nificante en la asociación libre; De la ego-sintonía
en el segundo, cuando el sueño a la extra-territorialidad
“muestra la invocación del suje-
to fuera del desciframiento”,2 el La demanda a que el analis-
analista se sirve de aquél para in- ta hace lugar, en las entrevistas
dicar el “ser de goce”3 que sub- preliminares al tratamiento, no
tiende la sujeción inconsciente. siempre le presenta de modo
En este artículo nos propone- frontal un síntoma. Suele ocurrir
mos desarrollar esta considera- que el síntoma se encuentre re-
ción del “uso” clínico –ya no del cubierto por la aceptación que el
sueño– en función de la lectu- paciente no ha tenido más reme-
ra del síntoma en el tratamiento dio que efectuar con respecto al
analítico. De este modo, la cues- cuerpo extraño que éste consti-
tión general del síntoma y sus tuye.
transformaciones está asociada De este modo, la primera po-
a dos variables específicas: por sición del “síntoma” en el trata-
un lado, las intervenciones del miento suele caracterizarse por
analista, que promueven la mo- la “ego-sintonía”. Decimos “sín-
dificación del estatuto del pade- toma” (entre comillas) dado que
cimiento; por otro lado, las elec- en rigor el síntoma se encuentra
ciones del ser hablante, que, velado por dicha ego-sintonía.
Los usos del síntoma

coyunturalmente, puede va- En resumidas cuentas, este úl-


riar su posición subjetiva y, por timo término indica que el suje-
ende, su relación con el síntoma to no reconoce al síntoma como
en el trascurso del tratamiento. sufrimiento, es decir, no advier-
Las transformaciones del sínto- te que padece de él; por lo tan-
ma en la cura analítica no se pro- to, hay una acomodación relati-
ducen naturalmente, o de forma va del yo al síntoma.
espontánea, sino que requieren Freud daba cuenta de este
esta doble pertinencia; ambas carácter “funcional” del síntoma
resumen –tienen conjugada re- –por ejemplo, en Inhibición, sín-

Aun | 38
› Lucas Boxaca y Luciano Lutereau
Las transformaciones del síntoma en la cura analítica

toma y angustia (1926)–, cuando inicio del tratamiento, de que


se refería a la adaptación a que su padre rompa relaciones con
podía mover el padecimiento la señora K.7 O, también, lo po-
“mediante el enunciado de que demos encontrar en el escrupu-
el yo se lo ha procurado única- loso rechazo de la herencia del
mente para gozar de sus ven- padre en el Hombre de las ra-
tajas”.5 En este punto, su ejem- tas y en el mandato de devol-
plo más célebre es el del lisiado ver las 3,80 coronas para honrar
que jamás aceptaría recuperar su deuda.8 Se trata de formacio-
sus capacidades, dado que ha nes que pueden llegar a produ-
adquirido el hábito de depender cir un malestar, pero el sujeto no
de su invalidez para sobrevivir. quiere desembarazarse de ellos.
Asimismo, una segunda indica- No son del todo un problema,
ción freudiana al carácter sintó- sino más bien algo con lo que el
nico del síntoma se encuentra consultante puede reconocerse,
expuesta en el caso Dora, en los hasta llevar como bandera. Por
siguientes términos: ejemplo, es de destacar que el
Hombre de las ratas tenía la es-
“El síntoma es primero, en peranza de recibir un certifica-
la vida psíquica, un huésped do de Freud que prescriba que
mal recibido. […] Al comienzo los demás le ayuden a cumplir el
no cumple ningún cometido útil mandato en cuestión. Así, se tra-
dentro de la economía psíquica, taría en este caso de “esas for-
pero muy a menudo lo obtiene mas de comportamiento obsesi-
secundariamente; una corriente vo en las que el sujeto no sólo
psíquica cualquier halla muy có- no ha advertido sus obsesiones,
modo servirse del síntoma, y en- sino que no las ha constituido
tonces este alcanza una función como tales”, tal como lo expresa
secundaria y queda como ancla- Lacan en el seminario 10.9
do en la vida anímica.”6 De este modo, puede notar-
se –como una primera obser-
En este contexto, la “fun- vación– que la “ego-sintonía”
ción primaria” del síntoma sería del síntoma en absoluto signifi-
la evitación del conflicto; ahora ca homeostasis, o ausencia de
Los usos del síntoma

bien, la función secundaria sería padecimiento; en todo caso,


el nombre propio de lo que lla- se trata –de acuerdo con la in-
mamos ego-sintonía. De acuer- dicación anterior de Lacan– de
do con estas referencias, se tra- un padecimiento “no adverti-
ta aquí de presentaciones del do” que demanda un gasto psí-
padecimiento que no generan quico, sostenido en la función
un enigma para el que consul- de desconocimiento constituti-
ta. Retomando el caso Dora, por va del yo. En todo caso, en este
ejemplo, podría pensarse en su momento, el síntoma puede lle-
reivindicación, al menos en el gar a producir un malestar, pero

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no posee el empuje necesario vés del acto del analista. De este


como para que el ser hablan- modo, el síntoma pierde su fun-
te quiera desembarazarse de él. ción secundaria y puede recu-
Es por esto que resulta un tan- perar su “extra-territorialidad” al
to problemático llamar síntoma yo;11 o, dicho nuevamente con
en sentido estricto a estas coor- los términos del caso Dora: el
denadas del sufrimiento, ya que síntoma debe ser notado como
no implican la división subjeti- un “huésped extraño” para que
va. No son del todo un proble- quien consulta no tenga más re-
ma, no son un enigma, sino más medio –ya no un remedio narci-
bien algo en lo que el consultan- sista– que solicitar desembara-
te apenas puede reconocerse. zarse de él.
El franqueamiento de la ego- Como esta referencia indica,
sintonía del síntoma –es decir, lo que queda alterado en este
cuando éste demuestra sin am- movimiento es el reconocimien-
bages su vertiente de sufrimien- to narcisista en el síntoma (mu-
to– constituye entonces una chas veces expresado como un
condición excluyente para el co- rasgo de carácter: “soy así”) y,
mienzo de la cura analítica. Sólo por lo tanto, el desconocimien-
a partir de este umbral, el sínto- to yoico –de que para ese sufri-
ma se consolida como “lo que miento hay una causa incons-
el sujeto conoce de sí, sin reco- ciente–.
nocerse en ello”.10 No obstante, En resumidas cuentas, este
este viraje requiere de un acto movimiento se realiza a partir de
por parte del analista. Un acto una apuesta específica del ana-
que redunde en la localización lista: poner en cuestión la iden-
de ese sufrimiento. Por ejem- tificación narcisista y promo-
plo, en el caso de Hombre de ver la producción de la división
las ratas, ese acto puede ubicar- subjetiva. En el seminario 20 La-
se en la posición abstinente de can expresa este último punto
Freud ante el pedido del certifi- en los siguientes términos: “De-
cado. Freud no da lugar a ese cir que hay un sujeto no es sino
pedido, y se hace claro, enton- decir que hay hipótesis. La úni-
ces, que éste no es más que una ca prueba que tenemos de que
Los usos del síntoma

extensión de los temores obse- el sujeto se confunde y que el in-


sivos. Sólo a partir de este punto dividuo que habla es su soporte,
el Hombre de las ratas deman- es que el significante se convier-
da ser liberado de las ideas ob- te en signo.”12
sesivas que lo empujaban a se- De este modo, puede notar-
mejante mandato. Situamos así se que la división subjetiva no
la primera transformación que necesariamente es un punto de
se produce en la cura: de la con- partida en el tratamiento analí-
ducta ego-sintónica a la locali- tico. Que, en todo caso, se tra-
zación del padecimiento, a tra- ta de que el analista busque esa

Aun | 40
› Lucas Boxaca y Luciano Lutereau
Las transformaciones del síntoma en la cura analítica

instancia en que el padecimien- logue y demande al Otro? Este


to haga signo de una afección “Otro” debe ser entendido en un
por un saber inconsciente. doble sentido: por un lado, un
Ahora bien, cabe preguntarse otro que encarne la función de
si por esta vía ya se ha alcanza- sede de la palabra; pero también,
do la formalización de un pade- por otro lado, que represente la
cimiento que se ha transforma- función de Otra escena, es de-
do en un síntoma pasible de ser cir, que incite a la pregunta por
interpretado en análisis. Es posi- el motivo de ese padecimiento.
ble que sean necesarias varias En el seminario 10, Lacan orien-
entrevistas preliminares al tra- ta concretamente respecto del
tamiento y, como hemos dicho, paso a realizar para que suceda
la intervención del analista, para esta transformación:
que el síntoma muestre su cara
de sufrimiento y no sea recono- “El primer paso del análisis
cido como parte del yo. Pero, es que el síntoma se constitu-
aunque se pueda pensar aquí ya en su forma clásica […]. Para
en una variación, todavía no se que el síntoma salga del estado
ha transformado en un síntoma de enigma todavía informulado,
propiamente analítico. Para dar el paso a dar no es que se for-
cuenta de esta precisión, podría mule, es que en el sujeto se per-
considerarse la oposición que file algo tal que le sugiera que
Lacan establecía respecto del hay una causa para eso.”14
acting out:
Este no es un paso que se da
“En su naturaleza, el síntoma naturalmente, sino que requie-
no es como el acting out, que re de una operación específica
llama a la interpretación, pues- del analista. Pero, ¿a qué causa
to que lo que el análisis descu- hace referencia el psicoanálisis?
bre en el síntoma es que no es ¿Cómo se perfila esta causa en
llamada al Otro, no es lo que se el sujeto? En la “Conferencia en
muestra al Otro. El síntoma, en Ginebra”, cuyo tema era el sínto-
su naturaleza, es goce, no lo ol- ma, Lacan resume este aspecto,
viden, goce revestido, no los ne- demostrando una vez más hasta
Los usos del síntoma

cesita a ustedes como el acting qué punto su enseñanza seguía


out, se basta a sí mismo.”13 una orientación freudiana:

Por lo tanto, la pregunta ante- “Lean un poco, estoy segu-


rior parece haberse modificado, ro que esto no les sucede muy
tomando un carácter pragmáti- a menudo, la introducción al psi-
co: ¿cómo hacer para que este coanálisis. Hay dos capítulos so-
padecimiento que no necesita bre el síntoma. Uno se llama ‘Los
del analista, se avenga a trans- caminos de formación de sínto-
formarse en un síntoma que dia- ma’, es el capítulo 23, y se per-

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

catarán luego de que hay un ca- propietarios ribereños no pue-


pítulo 17 que se llama Der Sinn, den hacer en ese espacio ningu-
el sentido de los síntomas. Si na construcción, es decir, es un
Freud aportó algo es eso. Que espacio de terreno que se debe
los síntomas tienen un sentido y dejar liberado a ambas márge-
que sólo se interpretan correc- nes de un río para permitir, libre-
tamente –correctamente quiere mente, el paso por allí. Este ca-
decir que el sujeto deja caer al- mino se conoce con el nombre
guno de sus cabos– en función de “Camino de sirga”. Esta de-
de sus primeras experiencias, a nominación proviene de cuan-
saber, en la medida en que en- do los barcos eran remolcados
cuentre lo que hoy llamaré la desde la orilla de los ríos porque
realidad sexual.”15 tenían que ir a contra corriente,
por medio de cuerdas gruesas
En consecuencia, para que que se llaman, precisamente,
tenga lugar una nueva trans- “sirgas”. La navegación “a la sir-
formación, se trata entonces ga” era a tracción a sangre. Por
de poder hacer que el síntoma esos caminos hacían pie los “sir-
suelte uno de sus “cabos”, es gueros”.
decir, algún sentido inconscien- Podría decirse que este es-
te del cual jalar, tirar y hacer po- pacio –este camino de sirga– es
sible que el síntoma comience a semejante a aquel Otro escena-
dialogar con el analista. En este rio psíquico inconsciente que el
punto, ya hemos franqueado un analista funda con su interpre-
nuevo pasaje, en el cual el sínto- tación para el trabajo del anali-
ma no sólo se define por su ex- zante-sirguero. Ocurre de este
traterritorialidad, sino que se ha modo que para el síntoma, que
vuelto analizable. en su naturaleza no llama a la in-
terpretación, se perfila una cau-
sa, y puede ser tirado, como los
Del síntoma analizable antiguos barcos a vela, al terre-
al síntoma analítico no de lo interpretable; para que
sufra, entonces, una transforma-
Para introducir este nuevo ción fundamental, que lo cons-
Los usos del síntoma

movimiento nos valdremos de tituye como propiamente ana-


un pequeño rodeo, de cuyo ca- lítico en tanto se dirige al saber
rácter literario extraeremos la inconsciente.
imagen que permita anticipar el Este camino de sirga, enton-
concepto en cuestión. Según la ces, es aquel Otro escenario psí-
ley argentina los propietarios li- quico que alude a esa realidad
mítrofes con los ríos están obli- sexual inconsciente en donde el
gados a dejar una calle o camino dispositivo hace lugar a la causa
público de treintaicinco metros del padecimiento psíquico. De
hasta la orilla del río o canal. Los este modo, se inaugura la supo-

Aun | 42
› Lucas Boxaca y Luciano Lutereau
Las transformaciones del síntoma en la cura analítica

sición de un saber donde podría curso habitual para desculpabili-


ubicarse el sentido de los sín- zarse –el sostén narcisista en la
tomas. Eventualmente, es la in- compañía de su mejor amigo–
terpretación del analista –cuya no alcanza para contrarrestar el
“cuya función primaria” ha desta- reproche obsesivo. La respues-
cado Gabriel Lombardi (1992)–16 ta de Freud, entonces, dista de
la que promueve este movimien- ser la de un partenaire imagina-
to. En estos casos, la interpre- rio que ofrezca un soporte en el
tación opera sobre la superficie reconocimiento yoico, sino que
discursiva de las ocurrencias li- su apuesta metodológica avan-
bres que causa el analista al ha- za en la vía de poner en secuen-
cer aplicar la regla fundamental. cia ese padecimiento con una
Un modo de cernir clínica- causa inconsciente:
mente esta operación puede en-
contrarse en el caso del Hom- “Cuando existe una mésa-
bre de las ratas, cuando Freud lliance (literalmente, casamiento
interviene haciendo surgir la su- desigual entre personas de dis-
posición de saber para los re- tinta posición social) entre con-
proches que lo tildan de crimi- tenido de representación y afec-
nal. La intervención de Freud to, o sea entre magnitud del
es casi anodina, apenas le pre- reproche y ocasión de él, el lego
gunta lo siguiente: “¿Cómo se- diría que el afecto es demasia-
guirá usted hoy?”;17 y, entonces, do grande para la ocasión, vale
el Hombre de las ratas relata las decir, exagerado; y que, por tan-
circunstancias que rodearon el to, es falsa la conclusión extraí-
inicio del martirio de tacharse da del reproche, la de ser un cri-
de criminal: luego de la muerte minal. Por el contrario el médico
del padre, a la que él no pudo dice: ‘No el afecto está justifica-
asistir, en ocasión de la muer- do: la conciencia de culpa no
te de una tía, el marido de ésta es susceptible de ulterior críti-
realiza un comentario que –por ca, pero aquel pertenece a otro
una vía indirecta– pone en cues- contenido que no es consabido
tión la reputación de su padre. (es inconsciente) y que es preci-
En este punto, la respuesta del so buscar el primero. El conte-
Los usos del síntoma

Hombre de las ratas al comenta- nido de representación consabi-


rio de su tío es plenamente neu- do sólo ha caído en este lugar
rótica: se autorreprocha ser un en virtud de un enlace falso’ […].
criminal. En este punto, Freud Sólo el hecho del enlace falso
sostiene que “sólo un año y me- puede explicar la impotencia del
dio después del recuerdo de su trabajo lógico contra la repre-
omisión […] despertó y empe- sentación torturante.”19
zó a martirizarlo horriblemente,
a punto tal de tacharse de crimi- Esta interpretación, que apun-
nal”.18 Para ese momento, el re- ta a la dimensión de la causa, po-

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

sibilita la transformación del sín- ser un modo de entender aque-


toma –los reproches–, que ahora lla afirmación de Lacan en el se-
se dirige al saber inconsciente y minario 10 cuando sostiene que
promueve el afloramiento de los el amor hace condescender el
recuerdos. Se puede notar aquí goce al deseo.21
que lo que resulta de la opera- Otro nombre lacaniano para
ción es lo que Lacan escribe este movimiento es el de “rec-
como algoritmo de la transferen- tificación subjetiva”22 en tanto
cia. Lombardi teoriza este movi- orienta al sujeto a una implica-
miento del modo siguiente: ción que no atañe al yo, sino que
revela, o tal vez produce, la divi-
“El sujeto supuesto al sa- sión del sujeto. Podemos decir
ber, que es el nombre estructu- que emerge, entonces, un suje-
ral lacaniano de lo que Freud lla- to que las nuevas cadenas aso-
mó transferencia es también un ciativas producidas implican, en
efecto de la interpretación, de la tanto lo sujetan.
interpretación que crea la trans- De este modo, el descifra-
ferencia (como amor al saber), miento en que consiste la inter-
o que la consolida, de la inter- pretación introduce al sujeto di-
pretación que hace creer. Hace vidido entre los significantes de
creer que se sabe sobre la sig- la asociación. Volviendo al caso
nificación del síntoma ahora en- del síntoma del Hombre de las
carnado por la división del suje- ratas, es notable la respuesta
to. La ficción del sujeto supuesto novedosa que puede brindar el
al saber consiste en que el ana- analista en comparación con el
lista, con su deseo articulado en amigo, que sólo podía reconfor-
el decir a medias de la interpre- tarlo, reforzar su yo, sin ningún
tación, puede dar un sentido a tipo de eficacia sobre el sínto-
algo que para el sujeto no lo te- ma.
nía. No es que el analista sepa, La corroboración de esta
cosa que en general los anali- transformación del síntoma,
zantes no creen, sino que deseo ahora dirigido al espacio de su-
del analista articulado en la inter- posición de saber –que permite
pretación activa el sentimiento la emergencia de los significan-
Los usos del síntoma

de que en alguna parte se sabe tes (marcas que afectan al su-


sobre la significación del signifi- jeto) que están en la base del
cante del síntoma.”20 síntoma– puede encontrarse a
posteriori en los recuerdos que
En este punto, el síntoma surgen en la siguiente sesión,
deja de ser un enigma para con- para los que el reproche de cri-
vertirse en una pregunta. El sín- minal parecen más adecuados.
toma se decide a ceder parte de Por ejemplo, en la sesión si-
su goce, por amor al deseo que guiente el Hombre de las ratas
viene del analista. Este podría relata un hecho de su infancia:

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› Lucas Boxaca y Luciano Lutereau
Las transformaciones del síntoma en la cura analítica

amaba a una niña que no le co- lo “jale” (holen)–. En términos


rrespondía, “y entonces le sacu- de Freud, podría ser dicho del
dió la idea de que ella le mos- modo siguiente:
traría amor si a él le ocurría una
desgracia; se le puso en la ca- “Caemos en la cuenta que no
beza que esta podía ser la muer- debemos tratar su enfermedad
te de su padre”.23 En este punto, como un episodio histórico, sino
surge como relámpago el pen- como un poder actual. Esta con-
samiento de que si el padre mu- dición patológica va entrando
riese él heredaría y podría casar- pieza por pieza dentro del hori-
se con la dama. Cabe notar que zonte y del campo de acción de
esta fantasía se vincula con el la cura y mientras el enfermo lo
rechazo de la herencia, que ha- vivencia como algo actual, tene-
bíamos descripto como síntoma mos nosotros que realizar el tra-
en su versión egosintónica; aso- bajo terapéutico.”24
ciada también al recuerdo de la
ocurrencia que tuvo después de El síntoma, entonces, pasa a
su primer coito: “Por esto uno tener un significado transferen-
podría matar al padre”. En res- cial; es decir, incluye al analista
puesta a estas asociaciones, las dentro de su estructura en tan-
intervenciones de Freud toman to que se dirige a él. En el caso
una vía específica: interrogar su del Hombre de las ratas, esta ac-
posición ante el deseo. tualización puede ubicarse en el
Con estas coordenadas, momento posterior a que Freud
el analista apunta a la dimen- comunica la construcción de su
sión de la causa, lo que posi- escena de goce infantil. En este
bilita la transformación del sín- momento el Hombre de las ra-
toma –el tacharse de criminal–, tas se para y se aleja de Freud,
que ahora se dirige al saber in- porque teme ser pegado por él
consciente. Ahora bien, ese sa- en línea con la construcción que
ber no debe confundirse con un Freud había hecho:
saber epistémico, sino que es
un saber inconsciente del cual “En tal escuela de padecer, mi
se goza, y que busca actualizar paciente adquirió poco a poco el
Los usos del síntoma

una satisfacción en la cura mis- convencimiento que faltaba (con


ma. De este modo, será el ana- respecto a la construcción), pero
lista quien será jalado, sirgado, así quedaba expedito el camino
por esa repetición de la que ha- para resolver la representación
bla Freud en “Recordar, repetir, de las ratas. Entonces, en el apo-
reelaborar” (1914) –que no por geo de la cura, se volvió disponi-
nada se escribe wiederholen, y ble para establecer ese nexo una
que contiene expresamente la plétora de comunicaciones so-
indicación de que para que algo bre detalles del hecho, hasta en-
sea retomado es preciso que se tonces retenidas.”25

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

Es por esta vía que el análi- a facilitar la emergencia de material


sis se abre paso a los comple- nuevo desde lo inconsciente.”26
jos inconscientes –los significan-
tes fundamentales en juego en El resultado de esta secuen-
el gran temor obsesivo–. De este cia puede resumirse en las si-
modo, el síntoma se hace acce- guientes palabras de Lombardi,
sible a la interpretación a través que demuestran el pasaje des-
de la actualización del síntoma de el síntoma como enigma al
en transferencia. síntoma analizable a través de
Antes que interpretar un de- la interpretación y la apertura del
seo de muerte, o de destrucción, campo de la transferencia:
Freud apunta en la dirección de
cernir las condiciones del deseo “Por esta vía, la interpreta-
del Hombre de las ratas, condi- ción dispara la transferencia,
ciones que en el análisis el sín- la provoca. La transferencia es
toma no hace más que desple- efecto de la interpretación. Lo
gar en diversas formaciones del importante es que como efec-
inconsciente, como el sueño en to de la interpretación, el sínto-
que el Hombre de la ratas rela- ma pregunta. El síntoma se de-
ta querer dar sus condolencias cide a ceder parte de su capital
a Freud por la muerte de su ma- de goce, por amor al deseo que
dre y, de acuerdo con el meca- viene del analista.”27
nismo de síntoma obsesivo en
dos tiempos –uno que anula al Asimismo, que la interven-
otro y lo invierte–, envía una es- ción que funda otro escenario
quela de felicitación. psíquico tiene consecuencias,
La dirección de las interven- es algo formulado por Lacan del
ciones de Freud puede notar- siguiente modo:
se en una breve secuencia que
aísla la posición del Hombre de “Siempre se corre un ries-
las ratas respecto de eso que go al menear las cosas en esta
desea en sus ocurrencias. La zona larvaria, y tal vez perte-
orientación general de estas in- nece a la posición del analis-
terpretaciones es formulada por ta –si está de veras en ella– que
Los usos del síntoma

Freud en los siguientes térmi- haya de ser asediado, realmen-


nos: te digo, por aquellos en quienes
evocó ese mundo de larvas sin
“Producir convencimiento nun- haber logrado siempre sacarlas
ca es el propósito de tales discu- a la luz.”28
siones. Sólo están destinadas a
introducir en la conciencia los com- De esa franja de suposición,
plejos reprimidos, a avivar la lucha de ese espacio litoral funda-
en torno a ellos sobre el terreno de do, surgen los fenómenos pro-
la actividad anímica inconsciente y pios de la transferencia; no tanto

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› Lucas Boxaca y Luciano Lutereau
Las transformaciones del síntoma en la cura analítica

en su vertiente de amor al sa- ¿Del síntoma analítico


ber, sino de rechazo de este últi- al síntoma analizado?
mo; obstáculo que en su artículo
“Sobre la dinámica de la transfe- En términos generales, hoy
rencia” (1912) Freud deja en cla- en día suele decirse que el psi-
ro que tiene que ver con el “ja- coanálisis propone una nueva
lar” del que hablamos antes: transformación para el síntoma
que coincide con la finalización
“Si se persigue un complejo de la cura: la identificación al sín-
patógeno desde su subrogación toma; o bien, “saber hacer” con
en lo consciente hasta su raíz en el síntoma.30 No obstante, sería
lo inconsciente, enseguida se difícil sostener que Lacan haya
entrará en una región en don- promovido una elaboración sis-
de la resistencia se hace valer temática en torno a esta expre-
con tanta nitidez que la siguien- sión, que pertenece al final de su
te ocurrencia no puede menos obra, y sólo aparece ocasional-
que dar razón de ella y aparecer mente en el seminario.
como un compromiso entre sus En este último apartado, que,
requerimientos y los del trabajo dado su carácter controversial
de investigación.”29 en distintas orientaciones del
pensamiento lacaniano, reque-
De este modo, si algo del riría un desarrollo específico en
material del complejo es apro- un estudio independiente, in-
piado para ser transferido sobre dicaremos algunas considera-
la “persona” del analista, esta ciones generales, con la forma
transferencia se produce. Un de un esbozo programático, al
proceso así se repite innumera- modo de una reflexión conclu-
bles veces en la trayectoria de siva que sólo busca delimitar li-
un análisis, y ya da cuenta de un neamientos precisos en función
nuevo estatuto del síntoma en la del recorrido precedente de la
cura: el síntoma analítico, que se exposición. En última instancia,
constituye en ese punto en que nos interesa dejar planteada la
la cura oficia como lugar de ac- pregunta de si es posible pro-
tualización del conflicto funda- poner el estatuto de un síntoma
Los usos del síntoma

mental de la división del sujeto y “analizado”, es decir, un síntoma


en que, por ejemplo, la neurosis que –una vez concluido el pro-
se resuelve como neurosis de ceso analítico– ya no interpelaría
transferencia. al ser hablante.
Por lo tanto, en este pun-
to, preferimos dirigirnos nueva-
mente a la interrogación freudia-
na: en la 28º conferencia de sus
Conferencias de introducción al
psicoanálisis (1916-17)31 Freud

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propone que la finalización del da del inconsciente; letra que


análisis supone el desmontaje sólo puede ser cernida vía los
de la transferencia de la mano rodeos realizados por el análi-
de la intervención del analista sis, lo cual justifica “tanto” jalar.
guiada por el principio soberano En la intervención que realizara
de la cura: la abstinencia –ante tras el comentario de André Al-
las satisfacciones que pugnan bert sobre la regla fundamental,
por realizarse–. Con Lacan, po- Lacan lo expresa en los siguien-
dría decirse que se trata aquí de tes términos: “Tanto hay que su-
la caída del sujeto supuesto al dar que uno puede incluso ha-
saber. Este movimiento implica cerse un nombre, como se dice,
el advenimiento de un nuevo es- de ese sudor. Es lo que conduce
tatuto para el síntoma, que ya no en algunos casos al colmo, a lo
llama a que se diga una verdad mejor que se puede hacer: una
más sobre él. De este modo, po- obra de arte.”33
dría aceptarse que se trata aquí No obstante, para dar cuenta
de una suerte de agotamiento de un modo más certero de este
del desciframiento inconsciente. nuevo estatuto del síntoma, y
No obstante, ¿quiere decir esto para cernirlo desde un punto de
que el síntoma ya no es produc- vista clínico, es preciso recurrir
tivo? a los testimonios del pase –dis-
En primer lugar, este síntoma positivo creado por Lacan, entre
no debe ser asemejado al sín- otras cosas, para iluminar lo que
toma en estado salvaje, aquel sucede en el final del análisis–.
que situamos como segundo en Recientemente se ha publi-
nuestro ordenamiento. En su li- cado un libro que permite apre-
bro Síntoma y acto (1993) Ga- ciar la cuestión: Ecos del pase
briel Lombardi sostiene que, en (2011),34 donde Marcelo Maz-
última instancia, el síntoma es zuca expone el testimonio de su
incurable, y que, en todo caso, análisis, y circunscribe finalmen-
el trabajo del análisis avanza en te lo que podría ser considerado
desconectarlo del Otro signifi- como una letra de goce extraída
cante. Se trata aquí de un sínto- del síntoma, cierta posición que
ma que ya no busca el recono- podría ser nombrada como “caja
Los usos del síntoma

cimiento del Otro, porque se ha de resonancia”. En este punto,


apartado de la formulación de la el síntoma ya no llama a que se
demanda. Un síntoma del que el diga una verdad más, sino que
sujeto ya no se queja y que ha –podría decirse– queda a dispo-
devenido el “motor pulsional de sición de la práctica de quien ha
su acto”.32 devenido analista.
Se trata, entonces, de un sín- De este modo, podría plan-
toma depurado de su sustrato tearse que no existe el síntoma
fantasmático, sostenido en una analizado, como algo estático,
letra de goce –singular– extraí- sino que el síntoma se vuelve

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› Lucas Boxaca y Luciano Lutereau
Las transformaciones del síntoma en la cura analítica

“analizante” de otro modo. De y seguir sosteniendo que el sín-


acuerdo con la referencia ante- toma continúa siendo “analizan-
rior de Lombardi, cabe sostener te” (no analizable) aún en el fin
que el síntoma por esta vía se del análisis, aunque de un modo
vuelve motor pulsional del acto. diverso.
El síntoma queda como aquello Cinco estatutos del síntoma
que, en contra de la homeosta- se desprenden de esta elabora-
sis, sin embargo, continúa em- ción: el síntoma como padeci-
pujando en el sentido de pro- miento (que el yo desconoce a
mover un movimiento… Para través del reconocimiento narci-
retomar la imagen metáfora de sista y el beneficio secundario);
la sirga, podríamos concluir que, el síntoma como enigma (en la
en este nuevo estatuto, el sínto- medida en que recupera su ca-
ma es un “sudar” pero que ya rácter de amenidad y de “hués-
no se padece, sino que permite ped extraño” al yo); el síntoma
orientar la división subjetiva en la como pregunta (a través de la
dirección del acto. función primaria de la interpre-
tación, que impulsa la apertu-
ra a la interrogación por la cau-
Las transformaciones sa y el amor al saber); el síntoma
del síntoma en la cura propiamente analítico (de acuer-
do con su enlace en la figura del
En el curso de este artículo analista, que se resuelve como
hemos delimitado los diferentes neurosis de transferencia); el
momentos que atraviesa el sín- síntoma como motor pulsional
toma en un tratamiento analítico. del acto.
El modo de circunscribir estas Estos cinco estatutos del sín-
diversas transformaciones del toma permiten apreciar cinco
síntoma ha sido a través de pro- formas correlativas de usos del
poner como operador clínico la mismo, que en la exposición
noción de “uso”, categoría cuya han sido presentados de forma
función es precisar la instancia- lateral y aquí cabe explicitar for-
ción concreta de un concepto a malmente: el uso “narcisista” del
partir de las particularidades de síntoma, por parte del paciente,
Los usos del síntoma

cada momento de la cura. y al que el analista debe respon-


De este modo, hemos pro- der sancionado el exceso que
puesto tres movimientos diacró- le toma esa satisfacción; el uso
nicos: a) de la ego-sintonía a la “metodológico” del síntoma (de
extra-territorialidad; b) del sínto- acuerdo con la formulación indi-
ma analizable al síntoma analí- cada del seminario 20) por par-
tico; c) del síntoma analítico al te del analista, que reconduce
síntoma “analizado”, siendo que su manifestación como signo a
en este último punto hemos de- la interpelación significante; el
cidido problematizar la cuestión uso “del saber” del síntoma que

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hace la neurosis misma, a través desciframiento inconsciente y la


de responder a la intervención caída de la suposición de saber.
del analista con la forma de la En términos generales, po-
suposición transferencial; el uso dríamos nombrar esos cinco
“de goce” del síntoma a que lle- usos con términos propios que
va el cierre del inconsciente y la permitan aprehender el movi-
presentación de la satisfacción miento esquemático de un análi-
en la transferencia; el uso “ac- sis: Yo, sujeto, inconsciente, ob-
tual” del síntoma que queda al jeto, acto.
analizante una vez concluido el
Los usos del síntoma

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Notas

1. Freud, S. (1911) “El uso de la in- 16. Cf. Lombardi, G. (1992) “La fun-
terpretación de los sueños en el ción primaria de la interpreta-
psicoanálisis”. En Obras com- ción” en Hojas clínicas, Buenos
pletas, Amorrortu, Vol. XII, 1988, Aires, JVE, 2008.
p. 90. 17. Freud, S. (1909) A propósito de
2. Soler, C. (1988) “Acerca del sue- un caso de neurosis obsesiva
ño”. En Finales de análisis, Ma- (el “Hombre de las ratas”), en
nantial, Buenos Aires, 1988, p. Obras completas, Vol. X, op. cit.,
80. p. 138.
3. Ibid., p. 81. 18. Ibid., p. 139.
4. Lacan, J. (1964) El seminario 11: 19. Ibid.
Los cuatro conceptos fundamen- 20. Lombardi, G. (1992) “La función
tales del psicoanálisis, Paidós, primaria de la interpretación”,
Buenos Aires, 1987, p. 174. op. cit., p. 17.
5. Freud, S. (1926) Inhibición, sín- 21. Cf. Lacan, J. (1962-63) El semi-
toma y angustia. En Obras com- nario 10: La angustia, op. cit., p.
pletas, Vol. XX, op. cit., p. 95. 194.
6. Freud, S. (1905) “Fragmento de 22. Cf. Lacan, J. (1958) “La direc-
análisis de un caso de histeria”. ción de la cura y los principios
En Obras completas, Vol. VII, op. de su poder” en Escritos 2, Siglo
cit., p. 39. XXI, Buenos Aires, 2002, p. 581.
7. Cf. Ibid., p. 24. 23. Freud, S. (1909) A propósito de
8. Freud, S. (1909) A propósito de un caso de neurosis obsesiva (el
un caso de neurosis obsesiva (el “Hombre de las ratas”) en Obras
“Hombre de las ratas”) en Obras completas, Vol. X, op. cit., p.
completas, Vol. X, op. cit., p. 137. 142.
9. Lacan, J. (1962-63) El seminario 24. Freud, S. (1914) “Recordar, re-
10: La angustia, Paidós, Buenos petir, reelaborar” en Obras com-
Aires, 2007, p. 302. pletas, Vol. XII, op. cit., p. 153.
10. Lacan, J. (1972) “El seminario 25. Freud, S. (1909) A propósito de
21: Los nombres del padre o los un caso de neurosis obsesiva (el
no incautos yerran”. Inédito, cla- “Hombre de las ratas”) en Obras
se del 16 de noviembre. completas, Vol. X, op. cit., p. 164.
11. Freud, S. (1926) Inhibición, sín- 26. Ibid., p. 144.
toma y angustia en Obras com- 27. Lombardi, G. (1992) “La función
Los usos del síntoma

pletas, Vol. XX, op. cit., p. 94. primaria de la interpretación”,


12. Lacan, J. (1972-73) El seminario op. cit., p. 17.
20: Aun, Paidós, Buenos Aires, 28. Lacan, J. (1964) El seminario
2005, p. 171. 11: Los cuatro conceptos funda-
13. Lacan, J. (1962-63) El seminario mentales del psicoanálisis, Bue-
10: La angustia, op. cit., p. 139. nos Aires, Paidós, 1987, p. 164.
[Cursiva añadida] 29. Freud, S. (1912) “Sobre la di-
14. Ibid., p. 302 [Cursiva añadida] námica de la transferencia” en
15. Lacan, J. (1975) “Conferencia en Obras completas, Vol. XII, op.
Ginebra sobre el síntoma” en In- cit., p. 101.
tervenciones y textos 2, Manan- 30. “Entonces, ¿qué quiere decir
tial, Buenos Aires, 1989, p. 126. conocer? Conocer su síntoma

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quiere decir saber hacer con, 31. Freud, S. (1916-17) Conferen-


saber desembrollarlo, manipu- cias de introducción al psicoa-
larlo. Lo que el hombre sabe ha- nálisis en Obras completas, Vol.
cer con su imagen, corresponde XVI, op. cit.
por algún lado a esto, y permite 32. Lombardi, G. (1993) Síntoma y
imaginar la manera en la cual se acto, Atuel, Buenos Aires, 1993,
desenvuelve con el síntoma […] p. 112.
Saber hacer allí con su síntoma, 33. Lacan, J. (1975) “Intervención
ése es el fin del análisis”. Lacan, sobre la exposición de André Al-
J. (1976-77) “El seminario 24: Lo bert: el placer y la regla funda-
no sabido que sabe de la una- mental”. Inédito.
equivocación se ampara en la 34. Mazzuca, M. (2011) Ecos del
morra”. Inédito, clase del 16 de pase, Letra Viva-FARP, Buenos
noviembre de 1976. Aires.
Los usos del síntoma

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Posiciones del analista
ACERCA DE
UN PRINCIPIO SOBERANO
Reflexiones en torno a la abstinencia

› Santiago Thompson

El así llamado “principio de Freud tanto en “Consejos al mé-


abstinencia” freudiano ha dado dico” como en “Sobre la inicia-
lugar a múltiples interpretacio- ción del tratamiento”, donde se
nes, que tienen su punto de par- trata en todos los casos de indi-
tida en tal denominación, de rai- caciones negativas que apuntan
gambre posfreudiana. Hoy los a que desde su posición el ana-
medios informáticos nos permi- lista favorezca el cumplimiento
ten corroborar rápidamente que de la regla fundamental: la aten-
tal sintagma no existe en la obra ción parejamente flotante, dejar
de Freud. a un lado la propia individuali-
Lo que ubica Freud en la con- dad, el borramiento del yo por
ferencia, titulada en nuestro me- parte del analista. En esta mis-
dio “Nuevos caminos de la tera- ma conferencia vuelve sobre in-
pia analítica” es lo que denomina dicaciones en esa línea. Tales
“un principio soberano”. Es en el indicaciones apuntan a los me-
marco de su respuesta a la pro- dios de la cura, a potenciar los
puesta de Ferenczi acerca de la poderes de la palabra, evitan-
actividad del analista que intro- do que el analista entorpezca el
duce tal principio, al que le da trabajo del analizante, por ejem-
un carácter, no accesorio, sino plo, procurando imponerle sus
Posiciones del analista

fundamental en lo que hace a ideales.


la práctica. El mismo reza: “En Sin embargo, Freud es elo-
la medida de lo posible, la cura cuente: respecto de este prin-
analítica debe ejecutarse en un cipio soberano, se trata de otra
estado de privación –de absti- cuestión. Se trata de una indica-
nencia–.”1 ción que apunta a operar sobre
El equívoco más común res- el síntoma, delimitándolo, asilán-
pecto de este enunciado es en- dolo como lo analizable; a lo que
tender que se trata de que el conocemos, en definitiva, como
analista se mantenga abstinen- la puesta en forma del síntoma.
te o neutral. La llamada neutra- Es entonces una indicación que
lidad analítica es delineada por hace a los fines de la cura, a la
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incidencia de la cura en la eco- ción entre que lo se presenta


nomía libidinal del ser hablante. como síntoma (es decir, como
Puntualicemos, entonces: modalidad de satisfacción pul-
Freud señala que la cura debe sional vía retorno de lo reprimi-
ejecutarse en abstinencia. Es do) y la unidad yoica. Se trata
más explicito más adelante cuan- entonces, para Freud, de mante-
do afirma que la actividad del ner al síntoma en un estado ego-
analista implica que “en la cura distónico, evitar que se restituya
es preciso mantener el estado de la egosintonía anterior. Continúa
privación”.2 Para mantener el es- Freud: “Si la descomposición y
tado de privación, el analista no desvalorización de los síntomas
se priva de nada. Al contrario: in- lo han mitigado [al padecer], te-
terviene, opera, incide sobre el nemos que erigirlo en alguna
sostenimiento del síntoma. otra parte bajo la forma de una
Freud especifica que tal abs- privación sensible.”5
tinencia no se relaciona con su Entiendo que “la descompo-
sentido lato –que el paciente no sición y desvalorización de los
mantenga relaciones sexuales síntomas” coincide aquí con el
(porque sigue refiriéndose al pa- efecto de cierre que, paradójica-
ciente, no a la norma que prohí- mente, produce la transferencia
be al terapeuta acostarse con su sobre la división que se produ-
paciente)–. Se trata, en cambio, ce entre el síntoma y la unidad
de algo que está relacionado imaginaria del yo. Es decir, si el
con la lógica de la producción síntoma se presenta como algo
de la neurosis y de la dirección que “no me pertenece, y sin em-
de la cura, “con la dinámica de bargo insiste”, la transferencia
la contracción de la enfermedad –al descomponerlo– lo desvalo-
y el restablecimiento”.3 riza.
La indicación de Freud, este Aquí es útil citar a Colette So-
principio soberano, se tradu- ler cuando nos habla del “suje-
ce en estos términos: “Por cruel to indeterminado“6 analizante: lo
que suene, debemos cuidar que que previamente se presentaba
el padecer del enfermo no termi- como una disyunción conflictiva
Posiciones del analista

ne prematuramente en una me- e inaceptable, deviene un “ser


dida decisiva.”4 analizante” que produce una cu-
Aquí es básico para la orien- riosa egosintonía del síntoma. La
tación en la clínica, entender histérica utiliza su indetermina-
qué lugar le damos a este pade- ción como su misterio, el obse-
cer. Parecería, como el mismo sivo se protege en su indetermi-
Freud advierte, que se trata de nación. De esta posición deriva
una propuesta cruel. Ofrezco a el tan mentado chiste que, con
continuación mi lectura. diversas modulaciones, sitúa
Entiendo que tal padecer es como efecto terapéutico propio
aquel que emerge de la disyun- de un psicoanálisis que el pa-

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› Santiago Thompson
Acerca de un principio soberano

ciente sigue teniendo los mis- el médico. Lo adecuado al fin


mos síntomas sin conflicto: “me es, justamente, denegarle aque-
sigo haciendo pis encima, pero llas satisfacciones que más in-
ya no me molesta” y sus varia- tensamente desea y que exterio-
ciones. riza con mayor urgencia.”8
A esta inercia transferencial
responde la operación del ana- Desde una lectura pretendi-
lista: ¿en qué consiste tal ope- damente lacaniana, se reduce
ración? En volver a producir el tal indicación a un “no respon-
síntoma en cuanto analítico, es der a la demanda”. Entiendo
decir, como manifestación de un que, así leída, no se saca prove-
saber que divide y concierne al cho del valor clínico del planteo
sujeto que lo padece; el síntoma freudiano. En primer lugar, sim-
como manifestación, entonces, plemente porque el alojamiento
de la división subjetiva. Así leo la de la demanda es condición ne-
“privación sensible” a la que se cesaria para el inicio de la cura.
refiere Freud: se trata de privar En la práctica analítica, las con-
al ser hablante del regodeo en la secuencias de este malentendi-
nueva unidad que le proporcio- do son graves y se traducen en
na el “ser analizante”. maniobras expulsivas. El mismo
Esta lectura es solidaria con Lacan contradice la posibilidad
lo que Freud advierte: que el de no responder a nivel de la de-
analizante “busca la satisfacción manda cuando recortando el lu-
sustitutiva sobre todo en la cura gar del analista a partir de su lu-
misma”. Nuevamente aquí se gar de oyente señala que este
plantea la cuestión de cómo leer supone “una secreta intimación
a Freud cuando advierte que que él no podría apartar ni si-
“sin duda que es preciso con- quiera callándose”.9
sentirle algo, más o menos, se- Se trata, entonces, en primer
gún la naturaleza del caso y la lugar, de alojar la demanda. Alo-
peculiaridad del enfermo”.7 Pon- jarla es ya un modo de respon-
go esto en la línea de la nece- der a ella. En segundo lugar, se
sidad de alojar la demanda. A trata, como modula Lacan en
Posiciones del analista

continuación volveré sobre este el seminario 5, de no ratificar la


punto, pero para ello es necesa- demanda,10 es decir, no hacer-
rio avanzar un trecho más con la la consistente en cuanto a su
cita: enunciado, en función de los
efectos de aplastamiento del de-
“Pero no es bueno consen- seo, aquello que justamente, tie-
tirle demasiado. […] En la cura ne que restar.
analítica es preciso evitar toda Por otra parte, y fundamental-
malcrianza […]. Al enfermo tie- mente, se trata de no satisfacer
nen que restarle muchos deseos la demanda, es decir de no res-
incumplidos de su relación con ponder a ella en términos de lo

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Aun • N˚ 3
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que se da o no se da, en el nivel en el campo del padecimiento


en que se lee la demanda como como molesto, ajeno al yo. A lo
demanda de satisfacción de la cual Freud opone una “privación
necesidad. La consabida refe- sensible”. Esta ha sido entendi-
rencia de Lacan en “La dirección da muchas veces en la vía de
de la cura y los principios de su la frustración, llevando (nueva-
poder” es explícita en este senti- mente) a los callejones sin sali-
do: “La demanda es propiamen- da que Lacan reubica a partir de
te lo que se pone entre parén- la distinción entre los dos nive-
tesis en un análisis, puesto que les de la demanda y deseo. En-
está excluido que el analista sa- tiendo que tal privación sensible
tisfaga ninguna de ellas.”11 debe ser leída como una opera-
El malentendido en tal senti- ción por medio de la cual el ana-
do es tributario de desconocer lista incide sobre la coalescencia
el contexto de la referencia, que que naturalmente tiende a resta-
se encuadra en la distinción que blecerse entre el yo y el síntoma,
Lacan realiza entre dos niveles es decir, los efectos de la defen-
de la demanda como deman- sa secundaria.
da de amor (o reconocimiento) Leo entonces el “padecer” del
y demanda como demanda de que se trata aquí como la ajeni-
satisfacción. dad propia del síntoma respec-
A nivel de la demanda de to de la unidad yoica. El neuróti-
amor se juega el alojamien- co padece porque el síntoma se
to de la demanda, imprescindi- presenta con un carácter com-
ble para que la transferencia se pulsivo, repetitivo, que no es re-
constituya. Por ello en el semi- absorbido, por ejemplo, por ese
nario 5 Lacan ubica en este ni- conjunto que conforma nuestro
vel el horizonte de la transferen- carácter. Por ello tal modalidad
cia. Mientras que a nivel de la de satisfacción pulsional es pa-
satisfacción se trata de no col- decida, en cuanto objeta en sí
mar, para permitir que se abra el misma la univocidad del yo.
campo del deseo. Sin embargo, tal como se-
Volviendo a Freud, ubica en- ñala más tarde Freud, en Inhi-
Posiciones del analista

tonces aquí una denegación, un bición, síntoma y angustia, el yo


decir que “no”, que opere no emprende naturalmente intentos
permitiendo que la transferencia de reconciliación con el síntoma.
redunde en un cierre del incons- Busca cancelar su ajenidad y
ciente. aislamiento, aprovechando toda
Por otro lado, apunta a las ocasión para incorporarlo a su
satisfacciones sustitutivas que organización.
ya no van acompañadas de pa- Y la transferencia no está
decimiento. Es decir, un resta- exenta de ser una de tales oca-
blecimiento de la egosintonía siones. Es más, un “efecto cola-
de aquello que se presentaba teral” de la transferencia es co-

Aun | 58
› Santiago Thompson
Acerca de un principio soberano

operar con tal propósito. Aquello fiesta como síntoma. En esta lí-
que se presentaba como disrup- nea Freud ubica la afirmación de
tivo se pacifica. El efecto tera- sí, la formación de carácter, lo
péutico inicial va en contra del que luego ubica Freud como la
fundamento último de la cura, alteración del yo. Y así se produ-
conspira contra ella. Entonces, ce lo que se presenta como una
estas nuevas satisfacciones sus- mejoría leve y no duradera.
titutivas no van acompañadas Para concluir, entiendo que
de padecimiento. en este principio soberano en-
Freud sitúa aquí las más di- contramos un antecedente freu-
versas actividades, preferencias diano del deseo de la analista la-
y hábitos, aun los que el pacien- caniano. Lacan entiende que si
te tuvo antes. Es decir que aque- la transferencia en su faz amo-
llo que se presentaba como rosa lleva a un cierre del incons-
ajeno al conjunto de la perso- ciente, es el deseo del analista el
nalidad se reintegra a ella, inclu- que vuelve a relanzar el trabajo
so a sus usos y costumbres. El analizante. En el mismo sentido,
obsesivo se aferra a sus ritua- Freud ubica un procurar que el
les, la histérica se solaza en las deseo no se anegue en la cura,
intrigas respecto de la otra mu- que reste el deseo en la deman-
jer. Freud ubica en esta línea las da en juego en la transferencia.
relaciones amorosas desdicha- Lacan enuncia que “si la
das y las enfermedades orgáni- transferencia es lo que de la pul-
cas. Y es una comprobación clí- sión aparta la demanda, el de-
nica que ambas vertientes sirven seo del analista es aquello que
a la defensa, en cuanto le per- la vuelve a llevar a la pulsión”.12
miten a quien consulta presen- Es por la operación del analista,
tarse como una víctima, o bien que interviene con una privación
de su partenaire, o bien de sus sensible sobre la inercia transfe-
achaques, que quedan del lado rencial, que se reenvía el trabajo
de un malestar no tocado por analítico en la vía de tocar el nú-
ninguna causalidad subjetiva. El cleo pulsional del síntoma.
analista, entonces, debe operar En tal sentido, entiendo que
Posiciones del analista

en contra de tales subterfugios. este principio, repitámoslo, so-


Lo que implica producir el sínto- berano, apunta a aquello que
ma como este elemento moles- en última instancia opera en un
to, incómodo, que concierne y análisis, oponiéndose tanto a la
divide a quien lo padece. inercia transferencial por la que
Leo entonces la privación el sujeto pretende hacerse amar
como una privación que afecta por el analista, como a la im-
a tales efectos la defensa secun- plicación del sujeto en su con-
daria. Recordemos que la defen- ducta, efecto de la defensa se-
sa secundaria es, justamente, la cundaria, que hace al síntoma
defensa contra lo que se mani- “inaprehensible”.

Aun | 59
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

El principio soberano revisa- Notas


do aquí trasunta un deseo freu-
diano, a partir de la propues- 1. Freud, S. (1917) “Nuevos cami-
ta de la “actividad del analista”, nos de la terapia analítica”. En
que orienta la cura en función Obras completas, Amorrortu,
de operar sobre el nudo libidi- Vol. XVII, Buenos Aires, 1992, p.
158.
nal que está en el corazón de la 2. Ibid., p. 160.
neurosis. Y toda transmisión de 3. Ibid., p. 158.
la clínica de Freud en cuanto a la 4. Ibid.
posición del analista es incom- 5. Ibid., pp. 158-159.
pleta y parcial si sólo tiene como 6. Soler, C. (2001) “Clínica de la
eje la referencia a “la regla fun- destitución subjetiva”. En ¿Qué
damental freudiana”. A ella se le se espera del psicoanálisis y del
agrega este principio que pro- psicoanalista? Buenos Aires: Le-
pongo rebautizar como “el prin- tra Viva, 2007, p. 71.
7. Freud, S. (1917) “Nuevos cami-
cipio soberano freudiano”.
nos de la terapia analítica”, op.
cit., p. 159.
8. Ibid., pp. 159-160.
9. Lacan, J. (1955) “Variantes de la
cura tipo”. En Escritos 1, Siglo
XXI, Buenos Aires, 2008, p. 318-
319.
10. Cf. Lacan, J. (1957) El seminario
5: Las formaciones del incons-
ciente, Paidós, Buenos Aires,
2005, p. 438.
11. Lacan, J. (1958) “La dirección
de la cura y los principios de su
poder”. En Escritos 2, Siglo XXI,
Buenos Aires, 2008, p. 609.
12. Lacan, J. (1964) El seminario
11: Los cuatro conceptos funda-
mentales del psicoanálisis, Bue-
nos Aires: Paidós, 2007, p. 281.
Posiciones del analista

Aun | 60
DE LOS DESEOS DE UN ANALISTA
AL DESEO DEL ANALISTA
› Florencia Farías

El deseo del analista nos re- Ahora bien ¿Qué puede llevar
mite, en forma directa, a la ética a un sujeto a consagrarse a un
del psicoanálisis y la responsa- papel cuyo término de destitu-
bilidad del psicoanalista. En “La ción está fijado de antemano, a
dirección de la cura y los princi- querer “ser un santo” como La-
pios de su poder” 1 (1958), La- can dice irónicamente. ¿Por qué
can plantea lo siguiente: “Esta iría uno a evocar para otro algo
por formularse una ética que in- de lo cual acaba de ser libera-
tegre las conquistas freudianas do? Ocupar ese lugar, destituir-
sobre el deseo: para poner en se, para instituirse allí. Para algu-
su cúspide la cuestión del deseo nos el lugar del analista puede
del analista.” llegar a convertirse en un pade-
¿Por qué poner en la cúspi- cimiento, para otros en un sínto-
de de estas cuestiones al de- ma y en otros será el deseo del
seo del analista? Pienso que en analista el que permitirá ejercer
esta afirmación está implicado el dicha función.
tema de la autorización del ana-
lista y de las garantías, por eso
una preocupación de Lacan, en El deseo del analista en Freud
la experiencia del pase, era po-
Posiciones del analista

der constatar cómo surgía del Si bien el deseo del analista


deseo neurótico el deseo del no ha sido un tema desarrollado
psicoanalista. por Freud, se puede considerar
Recordemos que una tesis como equivalentes de esta teo-
fuerte de Lacan es que el deseo ría muchos de los problemas
del analista es el que en último evocados por él: la sugestión,
término opera en el psicoanáli- la educación, el negarse a ha-
sis. En el seminario 12 sostiene cer del paciente un patrimonio
que “se le confía al psicoanalis- personal, a plasmar su destino,
ta una conversión ética radical”2 a imponerle nuestros ideales;
la que es definida como la intro- en definitiva, la ética de Freud,
ducción del sujeto en el deseo. su máxima en varios textos, es
Aun | 61
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

preservar la autonomía del su- responde desde la abstinencia,


jeto. regla que tiene enormes con-
Freud asevera enfáticamen- secuencias clínicas y éticas. Ha-
te que cada analista llega has- ciéndose instrumento en la cura,
ta donde se lo permiten sus pro- el analista es el medio, como ob-
pios complejos y resistencias, y jeto a, para poder alcanzar algún
por eso acude al análisis didácti- real.
co y a la supervisión, para supe- Comprobamos que en Lacan
rar el escollo de los puntos cie- hay una preocupación constan-
gos del analista. te por la incidencia del analista
En los escritos técnicos Freud en los análisis, esto se observa
plantea la comunicación “de in- ya en los comentarios que hace
consciente a inconsciente” entre sobre los historiales de Freud; se
analista y analizante, concepto registra esa mira puesta en las
que trajo consecuencias ¿Qué vicisitudes deseantes del ope-
nos quiso transmitir? rador y sus efectos en la cura.
Así afirma que en la contribución
que cada uno aporta al resorte
El deseo del analista en Lacan de la transferencia, es perfecta-
mente legible su deseo como
Lacan señala que hay una también las contribuciones a la
transmisión problemática en el teoría. Dice que en la historia
planteo de la comunicación de del análisis es posible registrar
inconsciente a inconsciente, so- la presencia del deseo de cada
bre todo por como fue utilizada uno de los analistas.
por los posfreudianos y agrega Es notable que en la mayoría
que el analista puede utilizar su de sus seminarios encontremos
propio inconsciente como instru- referencias al deseo del analis-
mento, en tanto se trate –dice– ta. El más conocido es el desa-
de un inconsciente “flexibiliza- rrollo que realiza en el seminario
do”, lo que es definido como un 113 en el que pregunta: ¿qué or-
inconsciente más la experien- den de verdad engendra nuestra
cia del mismo, produciéndose praxis? Y, ¿cómo saber que no
Posiciones del analista

esa experiencia por el rodeo del estamos en la impostura?


Otro. Lacan se topa con el concep-
Lacan avanza sobre la idea to del deseo del analista en re-
de Freud: el analista ha de pagar lación a la figura de Sócrates,
con su persona, en la medida en que reaparece cada vez que alu-
que es desposeído de ella por la de al deseo del analista. Sobre
transferencia. Así es que, en “La todo el Sócrates de El banque-
dirección de la cura y los princi- te, que articula el deseo del ana-
pios de su poder” (1958), sos- lista con el amor de transferen-
tiene que el analista paga con cia. Es en el seminario 84 donde
su persona, con sus máscaras, da las coordenadas que el ana-

Aun | 62
› Florencia Farías
De los deseos de un analista al deseo del analista

lista ha de ser capaz de alcan- mite hacer el muerto a ese pe-


zar para poder ocupar su lugar: queño otro que es el yo del ana-
dejar vacante el lugar del propio lista.
deseo, tiene que vaciar el lugar
de su propio deseo como sujeto
del inconsciente. Debe ofrecer- Diferentes deseos
se vacante a fin de que el deseo
del paciente, el deseo como ob- En el Discurso a la EFP6 que
jeto, se realice en tanto que de- Jacques Lacan dio dos meses
seo del Otro. después de haber lanzado la
La importancia de este vacío “Proposición del 9 de octubre de
hace surgir el objeto a, enton- 1967”,7 podemos extraer una di-
ces, el amor de transferencia es ferenciación de deseos. Remar-
sólo una vía que permite delimi- ca que el deseo del analista no
tar el campo donde aparece el tiene nada que ver con el deseo
objeto a. de ser analista y da una hermosa
¿Qué necesita el analis- definición del deseo del analista:
ta para ocupar ese lugar desde “se trata de un lugar, del cual es-
una perspectiva lógica? Ha de tamos fuera sin pensar en ello”,
situarse en términos de nescien- o sea el lugar del deseo del ana-
cia, en otras palabras, en “docta lista que está fuera de la cade-
ignorancia”, de una falta de cien- na de pensamiento, de la cade-
cia, de una ausencia de saber. na significante, está del lado del
En “Variantes de la cura tipo”5 no pienso, fuera del inconscien-
Lacan subraya que un análi- te; podemos agregar “más cer-
sis no es la transmisión de sa- ca de lo real”. No obstante “al
ber, se trata del saber que el pa- encontrarlo ahí ya se salió de el”.
ciente mismo transmite sobre su Quiere decir que al intentar arti-
propio inconsciente a través de cular el deseo del analista en la
sus asociaciones. El analista ha cadena significante ya no esta-
de rechazar el saber, existe una mos en el deseo del analista es-
relación muy directa entre la po- tamos en el deseo inconsciente.
sición del analista y la posición Por lo tanto encontramos otra
Posiciones del analista

socrática en lo tocante a la afir- importante diferenciación entre


mación de no-saber. el deseo inconsciente y el de-
Lacan advierte que “el reco- seo del analista. La salida por el
nocimiento del inconsciente “no sentido no es una salida para el
pone al analista a salvo de las deseo del analista el que se en-
pasiones”. ¿Qué tiene que ocu- cuentra en ruptura con relación
rrir para que el analista pueda a la cadena significante. Des-
realizar en sí la apatía que se le cifrando el inconsciente no se
exige? Aquí introduce el deseo desemboca necesariamente en
del analista como un deseo que el acto analítico. Podemos decir
prevaleciendo sobre otros, per- que el deseo del inconsciente se

Aun | 63
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

articula a la ley, está articulado a ne que ver con los propios idea-
la significación fálica y a la metá- les del sujeto y quizás no des-
fora paterna, mientras que el de- aparece por completo al final.
seo del analista no está articula- El deseo de ser analista con-
do a la ley, no está constituido funde el deseo del analista y pue-
edípicamente, se sitúa más allá de irrumpir en la comunidad, ya
del Edipo, más allá de la ley. El sea en la demanda de recono-
deseo del analista no es articula- cimiento de dicho “ser analista”;
ble a la demanda del neurótico, trabaja más por su propio reco-
es inédito. nocimiento, u otra posibilidad es
El deseo inconsciente es sos- caer en el narcisismo de la sole-
tenido por el fantasma que cons- dad, analistas que se aíslan y re-
tituye la principal respuesta del chazan su compromiso de lazo
sujeto a la cuestión del deseo. social con sus colegas.
Mientras el deseo inconscien- Lacan señala el deseo del
te es una pregunta, el deseo del analista como operador lógico
analista es una respuesta, una en la dirección de un análisis.
respuesta a la ausencia de res- En el seminario 11 sostiene que
puesta del Otro, es un deseo si la transferencia es lo que de
más allá del fantasma. El deseo la pulsión desvía la demanda, el
del analista no es el deseo del deseo del analista es lo que la
Otro, es correlativo a la ausencia trae de vuelta. Es decir, el deseo
del otro, es un deseo sin otro, del analista remite la demanda
que no se sostiene en el fan- del sujeto a su vertiente pulsio-
tasma: es un lugar vacío que el nal, pues la transferencia como
analista ofrece al analizante, es amor escamotea la realidad
un lugar vacante en el que pue- sexual del inconsciente al incor-
de instalarse el deseo del anali- porar el objeto a, el Ideal del yo,
zante como deseo del Otro. El donde sitúa al analista como el
deseo inconsciente es metoní- Otro del amor. El deseo del ana-
mico, es metonimia de la falta en lista va contra el engaño de la
ser, se articula con la demanda, transferencia, es el deseo de ob-
con los significantes de la de- tener la diferencia absoluta que
Posiciones del analista

manda. interviene cuando el sujeto, con-


Entonces, diferenciamos el frontado con el significante pri-
deseo del analista que está mas mordial, logra que su deseo no
allá de la demanda del deseo de siga estando sujeto al mandato
ser analista que es una deman- del Otro, deseo que sólo puede
da de ser, de ser nombrado por surgir si ese desasujetamiento le
un significante del Otro, que se advino al propio sujeto, desper-
articula con el deseo inconscien- tándole el deseo de conducir a
te vinculado a los ideales del su- otro a dicho punto.
jeto. El deseo de ser analista se Sin embargo, un punto en el
interpreta, se analiza porque tie- cual me interesa detenerme es

Aun | 64
› Florencia Farías
De los deseos de un analista al deseo del analista

que esa operación de un lugar bría analista que abra la puerta,


vacío no excluye la incidencia ra- constituyéndose de ese modo la
dical de la particularidad del de- contratransferencia –del mismo
seo de quien opera esa x dándo- modo que la transferencia– en
le cuerpo y soporte pulsional al soporte fundamental del análi-
deseo del analista. Este aspecto sis, pero también en el lugar por
tiene que ver con la presencia y donde se puede jugar la resis-
con el soporte en lo real del ana- tencia del analista.
lista que se constituye en su acto. El deseo del analista va en
Cuando el analista hace sem- contra de la transferencia, pero
blante de a y por su boca habla al mismo tiempo la sostiene.
el Otro, decimos que ha podido Para Lacan la transferencia es
reintegrar su deseo en a, y que un fenómeno que incluye juntos
la subjetividad deseante cum- al sujeto y al analista y dividirlos
ple una función de objetabilidad. en transferencia y contratransfe-
¿Qué pasa con aquella subjeti- rencia es eludir la cuestión.
vidad deseante no integrada en La transferencia es, pues, el
a? ¿Es aquello no reintegrado en resultado de un encuentro del
a lo que se llama contratransfe- deseo del paciente con el de-
rencia? ¿Lo que muestra al suje- seo del analista, deseo definido
to deseante analista, lo muestra como una x que funciona para la
como sujeto barrido? transferencia como un enigma.
Esta preocupación por lo que Lo que interesa es que el deseo
está en juego del lado del analis- del analista conserve su función
ta, aquello que le permite o difi- de interpretación.
culta el cumplimiento de la regla
de atención flotante y la absti-
nencia lo lleva a Lacan consi- La contratransferencia
derar reiteradamente la noción
de contratransferencia. Por eso Freud menciona pocas veces
me parece importante repen- la contratransferencia y la plan-
sar el concepto de contratrans- tea más como un obstáculo, la
ferencia, lo que permite pensar define como la respuesta emo-
Posiciones del analista

que algo dice, aunque lo diga cional del analista a los estímu-
mal. Algo nombra aunque esté los que provienen de los pacien-
mal instrumentada, y no por eso tes, agrega que ningún analista
deja de existir. va más allá de lo que sus pro-
Si la transferencia es adjudi- pios complejos y resistencias in-
carle al sujeto saber, podemos ternas se lo permiten.
decir que la contratransferen- Los analistas kleinianos to-
cia le abre la puerta. Lacan dice: maron este concepto y lo usaron
“El analista es aquel que con su como instrumento en la cura, al
oferta crea demanda”. Sin esa entender la contrastransferencia
subjetividad deseante no ha- como una respuesta del analis-

Aun | 65
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

ta a la transferencia del pacien- Podemos abarcar dentro de


te, motivada sólo por el paciente la contratransferencia a todo lo
sin ningún compromiso perso- que el analista pone en juego en
nal de la historia del analista, o la cura en tanto sujeto haciendo
sea como una reacción de estí- obstáculo al deseo del analista.
mulo o espejo. Nos remite al narcisismo de
En la época en que el análi- cada analista, ya sea a sus afec-
sis de las resistencias se vuel- tos, cariñosos y hostiles o a sus
ve el modelo de la técnica ana- deseos de curar, de teorizar, de
lítica vemos que Lacan produce investigar. Es interesante en re-
una inversión en la conceptuali- lación a este punto la respues-
zación instrumental de la contra- ta de Freud, que con su increíble
transferencia: si ésta, para estos honestidad, ante la pregunta de
autores, podría orientar al analis- un paciente sobre qué pensaba
ta respecto de las manifestacio- de él mismo como analista, res-
nes del analizante, en el planteo ponde lo siguiente:
de Lacan, por el contrario, es su
propia resistencia la que el ana- “Me da gusto que me lo pre-
lista tiene que descubrir en el gunte, porque francamente no
análisis de aquél. tengo gran interés en proble-
Encontramos en Lacan di- mas terapéuticos. En la actuali-
ferentes versiones de la contra- dad soy muy impaciente. Tengo
transferencia. En 1951 Lacan la muchas cosas que me descalifi-
define como la suma de los pre- can como gran analista. Una de
juicios, de las pasiones, de las ellas es que soy mucho el “pa-
perplejidades, incluso de insufi- dre”. Segundo, estoy muy ocu-
ciente formación del analista. Es pado todo e tiempo con pro-
este acercamiento el más cono- blemas teóricos, de modo que
cido por los lacanianos. Sin em- cuando tengo la oportunidad
bargo, en 1953 rescata que a trabajo en ellos, en lugar de po-
través de ella se indica al ser del ner atención a los problemas te-
analista como elemento no des- rapéuticos. Tercero, no tengo la
preciable en los efectos del aná- paciencia para trabajar con la
Posiciones del analista

lisis, aunque posteriormente se gente por largo tiempo. Me can-


refiere a su impropiedad con- so de ellos y quiero extender mi
ceptual y a su falsa consistencia influencia.”8
y a que el analista escapa gra-
cias a ella de considerar la ac- De esta manera quedarían
ción que le corresponde en la adscriptos a la contratransferen-
producción de la verdad. cia los deseos (con minúscula)
Señala, por un lado, su ver- particulares de cada analista,
tiente de obstáculo y sin embar- sus anhelos, sus demandas y la
go no deja de rescatar un núcleo función deseo del analista es la
valioso en lo que muestra. que separa la demanda del de-

Aun | 66
› Florencia Farías
De los deseos de un analista al deseo del analista

seo. Queda claro en la frase que lisis como significante el analis-


Lacan pronuncia en el seminario ta reprime.
11: “Si la transferencia es lo que
de la pulsión aparta la demanda,
el deseo del analista es lo que la El deseo del analista es un
reestablece y por esa vía aísla el deseo impuro
objeto a y lo coloca a la mayor
distancia posible del objeto ideal Hay una tendencia a conver-
que él, el analista se ve llevado a tir la posición de analista en un
encarnar.”9 lugar ideal, ideal de un analis-
Lacan habla, por un lado, de ta “sano”, cualquier sentimien-
los deseos de los analistas y a to que perturba esta supues-
ello va a enfrentar la función de- ta salud que se levantaba como
seo del analista. Sabemos que modelo a resolver era pensa-
entre una función y el ejercicio do como algo que había queda-
de ésta por un sujeto dividido do sin resolver en el análisis del
hay una distancia, y en esa hian- analista. Como si el análisis hu-
cia que se produce advienen los biese blanqueado todo vestigio
deseos de ese “un analista”, su de formación del inconsciente
propio fantasma. del candidato.
Entonces otra perspecti- Sin embargo, es Lacan el
va que nos acerca al deseo del que se encarga de remarcar
analista es pensarlo como el de- que el deseo del analista no es
seo de un hombre prevenido del un deseo puro. Lo impuro del
fantasma fundamental que sos- deseo del analista consiste en
tiene su propio deseo, y, en con- que ningún sujeto puede “ocu-
secuencia, de la función funda- par el lugar de deseante puro y
dora de dicho fantasma. Esta abstraerse, escamotearse a sí
hiancia entre la función del ana- mismo en la relación al otro, de
lista como “semblante de a” y cualquier suposición de ser de-
los deseos del analista como su- seable…”
jeto del inconsciente es la con- También podemos pensar el
tratransferencia, siendo una de deseo puro en su relación con la
Posiciones del analista

las caras de la imposibilidad de muerte, como triunfo de la muer-


alcanzar el pleno ejercicio de la te como aparece en Antígona,
función deseo del analista. que lleva hasta el límite la reali-
Deseo particular de determi- zación de lo que se puede llamar
nado analista con determina- el “deseo puro”, el puro y simple
do analizante, se trasluce como deseo de muerte en cuanto tal,
una marca inconsciente, traicio- ella encarna ese deseo. Al con-
nando su propio fantasma. trario, el análisis, al recorrer en
Lacan sostiene que contra- sentido inverso el trayecto trági-
transferencia es todo aquello co, permite desarmar la progre-
que de lo que recibe en el aná- sión mortífera. En análisis se tra-

Aun | 67
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

ta, a diferencia de la tragedia, de can uno de los puntos de ama-


no desear lo imposible, de qui- rre de esta cuestión.
tarle la perspectiva de juicio final Lacan se refiere al “ideal es-
a la realización del deseo. Es la toico” que nos hacemos del
castración la que limita el deseo, análisis. La apatía estoica de-
lo des-purifica. manda que el sujeto se manten-
Masotta sostenía que “la ima- ga insensible ante cualquier se-
gen de la abstinencia, regla fun- ducción o pedido que provenga
damental que pesa sobre el ana- del pequeño otro. Lacan es cate-
lista no significa no desear” y górico y dice: “Lo único que les
también que “el deseo del ana- pido es que no estén demasia-
lista es la relación paradójica en- dos satisfechos”. Sabemos que
tre su propia posición y el deseo como el analista no puede ser
del Otro”. un santo y mantenerse ascético,
La pregunta sería, entonces, corre siempre algún peligro, se-
¿la función deseo del analista es ñalado por la angustia.
una función a alcanzar? ¿Es un Pero en la medida en que es
imposible? un deseante, cuyo objeto es el
Lacan dice en el seminario deseo del Otro, surge el deseo
11, que no basta con que el ana- como remedio contra la angus-
lista mantenga la función de Ti- tia.
resias, es preciso también que En el seminario de la angus-
tenga tetas “quiero decir que tia10 vuelve a hablar de contra-
la operación y maniobra de la transferencia, y en la primera
transferencia, hay que regular- clase ubica como buen indicio
las de un modo que mantenga la presencia de angustia en el
la distancia, entre el punto don- analista novicio, ya que a partir
de el sujeto se ve amable, y ese de ahí ve como posible encon-
otro punto donde el sujeto se ve trar la respuesta que es el deseo
causado como carencia por a, del analista.
y donde a viene a tapar la hian- De hecho hay algo que po-
cia que constituye la división in- demos registrar en nuestra ex-
augural del sujeto”. Tener tetas, periencia cotidiana: el analista
Posiciones del analista

metáfora de la sexualidad del se angustia, se fastidia o se fas-


analista, de su inconsciente cina en determinados discursos
Lacan asegura que no es del paciente, o con determinado
analista quien nunca haya expe- paciente se conduele, se eroti-
rimentado el deseo de abrazar a za, se enoja, se duerme, come-
un paciente o tirarlo por la venta- te actos fallidos, El mayor riesgo
na, pero es analista si prima un se resume en la identificación
deseo más fuerte: el deseo del del analista con algún rasgo de
analista. Se produce en el ana- su analizado como fascinación,
lista una mutación en la econo- y esto no se salva por su perte-
mía de goce y ésta es para La- nencia a tal escuela, sus años

Aun | 68
› Florencia Farías
De los deseos de un analista al deseo del analista

de experiencia o mayor habili- un goce en el lugar que ocupa?


dad clínica. ¿Puede esto afectar Quizás se trata de tomar parte en
la marcha de un análisis? la demanda de goce muda que
El cuerpo del analista puede se juega en la relación transfe-
sufrir una verdadera desorgani- rencial. Si el analista se abstiene
zación narcisista. La magnitud de responder habiéndola acep-
de estos efectos se minoriza lla- tado, genera consecuencias en
mándolos “cansancio”. Cansan- lo real del goce. Es decir, trata-
cio es la resultante de resisten- mos el goce del fantasma con
cias del analista y parece exigir nuestra posición misma.
una obra de recuperación. Lo Así como existe un goce de la
que permanece después de una contratransferencia hay un goce
sesión, lo que prosigue dando de la práctica, de la función, y la
vueltas ya finalizado el día, tes- diferencia es que toma al análisis
timonia de que algo no ha mar- mismo como su objeto, mientras
chado. La resistencia del analista la contratransferencia toma al
no puede ser echada a la basura, analizante como objeto. ¡Lo ad-
no al menos sin hacer un traba- vierta o no el analista!
jo con ella. Colocar esta dificul- Esto ocurre permanentemen-
tad en la práctica es un desafío. te y algo que pone límite a ese
De las captaciones especulares, goce de la contratransferencia
de la aparición del sujeto dividi- es el deseo de analista y es el
do en el lugar del analista, de los acto analítico el que pone cor-
eclipses de la función deseo del te a esa operación. El acto ana-
analista, de la imposibilidad de lítico transforma goce en deseo,
ubicarnos como a, no sólo no tanto para el analizante como
estamos exentos sino que ha- para el analista. Doble aparición,
cen a las vicisitudes del trabajo entonces, del deseo del analista:
analítico y eso es la contratrans- como causa y como consecuen-
ferencia. cia del acto analítico. Es decir, el
Admitir esto implica hacer un acto analítico opera un relanza-
duelo por el analista idealizado, miento al deseo del analista, es
siempre muerto, siempre analis- el que marca el viraje del deseo
Posiciones del analista

ta. Nos muestra el borde, el pun- inconsciente al deseo del analis-


to de deuda con respecto a la ta, viraje de la causa de deseo a
función, y es ahí donde quizás la causa analítica.
podemos hacer algo nuevo. El deseo del analista, enton-
ces, no es un deseo puro, está
articulado a la causa, al obje-
Conclusión to causa de deseo que se hizo
causa analítica para el analizan-
Retomemos la pregunta: ¿La te que de esto hizo acto. Sin em-
función del analista es un impo- bargo, debemos remarcar que
sible? ¿Podemos decir que hay al final de los análisis no está la

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

causa analítica como un destino Notas


obligado, puede elegirse o no…
Es al final que adviene ese 1. Lacan, J. (1958) “La dirección
deseo, pero podemos afirmar de la cura y los principios de su
que en una cura hay varios pa- poder”. En Escritos 2, Siglo XXI,
ses, el pase es un lugar que se Buenos Aires, 2002, p. 595.
2. Lacan, J. (1964-65) “El seminario
atraviesa varias veces en la cura. 12: “Problemas cruciales para el
Un pase se produce en cada psicoanálisis”. Inédito.
acto analítico hasta esa vuelta fi- 3. Lacan J. (1964) El seminario 11:
nal que constituye el pase pro- Los cuatro conceptos fundamen-
piamente dicho. En cada uno se tales del psicoanálisis, Paidós,
esos pases se produce una pér- Buenos Aires, 1991. p. 271.
dida de goce que da lugar al ad- 4. Lacan, J. (1960-61) El seminario
venimiento del deseo. La cas- 8: La transferencia, Paidós, Bue-
tración es la diferencia absoluta nos Aires, 2003.
5. Lacan, J. (1956) “Variantes de la
que opera en análisis, pero que
cura tipo”. En Escritos 1, Siglo
sólo posibilitará una determina- XXI, Buenos Aires, 2002.
ción, un límite, en el final, cuan- 6. Lacan, J. (1967) “Discurso en
do el sujeto se confronte con la Escuela Freudiana de París”.
ese significante irreductible, a- En Otros escritos, Buenos Aires,
semántico al qué está sujeto. En Paidós, 2012.
ese momento la castración per- 7. Lacan, J. (1967) “Proposición
mite la negativización del goce del 9 de Octubre de 1967 sobre
fantasmático, sacrificial, que re- el psicoanalista de la Escuela”.
cibiría ese significante como En Ornicar?, No. 1, Petrel, Ma-
drid, 1973.
pura marca. 8. Kardiner, A. (1979) Mi análisis
Por medio de esa diferencia con Freud, Editoriales Cuader-
absoluta que interviene en el fi- nos de Joaquín Mortiz, México,
nal del análisis, el síntoma mis- p. 70-71.
mo se vuelve diferencia abso- 9. Lacan J. (1964) El seminario 11:
luta, que opera desligada del Los cuatro conceptos fundamen-
sentido fantasmático. tales del psicoanálisis, Paidós,
Entonces, cada analista ope- Buenos Aires, 1991, p. 281.
Posiciones del analista

ra con su propia marca de goce 10. Lacan J. (1963) El seminario 10:


La angustia, Paidós, Buenos Ai-
vaciada, su diferencia absoluta,
res, 2007.
la impureza de su deseo como
síntoma.

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› Gabriel Lombardi
El juicio íntimo del analista

EL JUICIO ÍNTIMO DEL ANALISTA

› Gabriel Lombardi

En su texto “La dirección de mientras que se ha dicho muy


la cura y los principios de su po- poco sobre el “pagar con su jui-
der” (1958) Jacques Lacan dis- cio íntimo” del analista, que La-
cierne tres niveles en la acción can introduce en ese texto bajo
del analista: su táctica de la in- el subtítulo: “Comment agir avec
terpretación, su estrategia enel son être”. Se plantean para mí
manejo de la transferencia, y su dos preguntas, que pueden de-
política del ser en una acción sarrollarse como dos líneas de
sostenida en el deseo. Me pare- investigación.
ce oportuno volver sobre ese cli- La primera es qué quiere decir
vaje a la hora de considerar las “pagar con su juicio íntimo”, qué
diferentes aristas de la respues- acepciones admite esa expre-
ta del analista a su partenaire ge- sión que encontramos un par de
nuino, que es la división subjeti- veces en la obra de Lacan, cómo
va del analizante.1 se entiende ese pago en las ex-
El análisis de Lacan se apoya perienciasconcretas del análisis.
en la diferencia de lo que paga La segunda es de qué mo-
el analista en cada uno de esos dos incide en el proceso analí-
niveles. Paga con palabras en la tico la dificultad del analista para
interpretación, paga con su per- efectuar ese pago. ¿Es obstácu-
Posiciones del analista

sona en la transferencia, y más lo?, ¿es motor de la cura?, y ¿de


radicalmente aún, paga también qué modo incide esa dificultad
en el plano del ser. Allí, dice, en el fin de la cura, acaso como
“paga con su juicio íntimo”. En desencadenante de su termina-
una encuesta personal entre co- ción?
legas y bibliografía de influencia
lacaniana, he constatado que
muchos trabajos se han presen- Qué quiere decir pagar con su
tado sobre el “pagar con pala- juicio íntimo
bras” en la interpretación y so-
bre el “pagar con su persona” en Cuando leí esa expresión de
la maniobra de la transferencia, Lacan, pagar con su juicio ínti-
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Primavera 2012

mo, imaginé inicialmente que se proceso que ha puesto en mar-


refería a que el analista ha de si- cha, y lo que sigue a esas con-
lenciar sus prejuicios y preferen- secuencias, donde el juicio que
cias personales para responder realmente importa es el del ana-
analíticamente al analizante. Eso lizado. Si bien corresponde al
equivaldría a decir que el ana- analista lanzar y sostener el pro-
lista paga con su juicio estético, ceso, es el analizante quien elige
fundado en el gusto, sobre el los caminos –regla fundamental
que Kant centra la primera par- del psicoanálisis–, y quien tie-
te de su Crítica del juicio. La idea ne la última palabra. La idea de
de ese pago fue nítidamente in- “alta” médica no tiene sentido
troducida ya por Freud, y nin- en psicoanálisis, el ¡se terminó!
gún analista podría desdeñarla, de la terminación, el satis final, el
al menos en teoría. punto final es del analizante y no
Luego advertí con sorpresa del analista.
que Lacan se refiere a otra cosa: Aunque la idea parece senci-
el analista ha de pagar con su lla, implica el más alto costo sos-
juicio teleológico sobre el acto tenerla en la práctica. De allí que
que sustenta, por desconocer el la clínica lacaniana implique no
fin del proceso que su acto pro- dejar al analista tranquilo en sus
mueve, en las diferentes acep- títulos, en su saber ya consolida-
ciones del término fin: el sentido, do, en su experiencia ya hecha,
el hacia dónde, el hasta cuán- en su saber ya construido sobre
do, el bien a obtener. El acto del el caso, porque la verdadera di-
analista es esencialmente el de rección de la cura se apoya en
autorizar el despliegue de un sa- que todo ese saber que él ate-
ber inconsciente al que él no tie- sora está destinado a ser des-
ne acceso sino en segundo tér- cartado, la cura sólo se resuelve
mino, siguiendo el discurso del si todo eso caduca, si el saber
analizante; su misión consis- del analista cae como objeto a,
te entonces en causar el traba- mero desecho del saber.
jo analítico pero sin saber bien Hemos opuesto la división
hacia dónde eso lleva. Una par- subjetiva que caracteriza la po-
Posiciones del analista

te del sentido de su acción se le sición del analizante a la destitu-


escapa por la estructura misma ción subjetiva del analista. Pero
de su acto. El sentido de una di- aun esa destitución subjetiva en
rección de la cura cambia total- que el analista sostiene su acto
mente a partir de allí. y su integridad ética no será ja-
Para llevar su acción al cora- más una posición totalmente
zón del ser, al Kern unseres We- asegurada. La perspectiva des-
sens del que hablaba Freud, el de la que Lacan funda su Escue-
analista debe suspender su jui- la implica poner al analista en el
cio íntimo, debe admitir desco- banquillo, y ponerse a sí mismo
nocer las consecuencias del en el banquillo, el del acusado,

Aun | 72
› Gabriel Lombardi
El juicio íntimo del analista

el del reus, para dar cuenta de to un huevo, y Freud comenta:


su obrar específico, que incluye “Con un golpe audaz, Hans se
su ignorancia sobre las conse- ha apropiado de la dirección del
cuencias de su deseo de analis- análisis”.
ta… ¿realizado o no realizado?
Señalemos que ya en Freud
encontramos indicacionessobre Variantes de la Verleugnung
este pagar con el juicio íntimo, del acto
por ejemplo cuando en Análisis
de la fobia de un niño de cinco El psicoanálisis, en tanto sos-
años explica la diferencia entre tiene una ética, implica un juicio
la dirección de conciencia y la sobre el acto del analista; ahora
dirección del análisis: bien, este acto, por su estructu-
ra misma es una respuesta me-
“El padre pregunta demasia- ramente incoativa, de puesta en
do y explora siguiendo sus pro- marcha y de incitación de un
pios designios, en vez de dejar proceso cuyo destino se desco-
expresarse al niño mismo. Por noce. Hay sin embargo distintos
eso el análisis se vuelve opaco e modos de desconocer.
incierto. Hans anda por su cami- En primer lugar ubiquemos
no y no rinde cuando se le quie- este no saber hacia dónde ni
re sonsacar algo por fuera de hasta cuándo por el que el ana-
éste. […] Al lector que todavía lista paga con su juicio teleoló-
no haya hecho por sí mismo un gico; ese no saber se remedia,
análisis, sólo puedo aconsejar- según la indicación de “La di-
le no querer comprenderlo todo rección de la cura” siguiendo
enseguida, sino prestar a todo el deseo a la letra. Es un no sa-
cuanto suceda una cierta aten- ber inherente al acto de permi-
ción neutral y esperar lo que si- tir emerger un sujeto incalcula-
gue.” ble, cuyo ser se apoya en ese
margen de libertad del que goza
Esto en la sesión del 10 de gracias a la estructura, que es la
abril. En la del día siguiente, estructura de una falla.
Posiciones del analista

Hans continúa con su juego de Otra cosa diferente es olvidar


exploración del inconsciente la existencia de ese acto en que
mediante sus propias asociacio- se funda el psicoanálisis, olvidar-
nes, en las que ironiza sobre las lo titulándose analista, vale de-
respuestas del padre para expli- cir, desconociendo que su ser y
car el vínculo del niño con el pa- su presencia son posibles justa-
dre con metáforas de muñeca y mente porque ese ser no está re-
cuchillito, de cigüeña, de galli- presentado en el significante, y
nas, huevo y gallina otra vez, el menos que en ningún otro en el
padre gallina que puso un hue- significante “psicoanalista”, que
vo. Él mismo dice haber pues- sería el obvio. Es este olvido, este

Aun | 73
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

desconocimiento, esta Verleug- calculadas en la neutralidad, a


nung, lo que la Escuela de Lacan condición de someterse estric-
busca remediar. El analista sostie- tamente a las posiciones subje-
ne su posición en esa destitución tivas con que el analizante res-
subjetiva que lo devuelve a una ponde, deponiendo todo juicio
forma peculiar de ser en acto, ser correctivo, sea aprobatorio o re-
la cosa silente que causa el decir probatorio, todo juicio religioso,
del análisis. Si cuando interpre- sea de absolución o de conde-
ta apela a su saber inconscien- na, todo juicio terapéutico, sea
te en tanto sujeto, bienvenido, o de mejoría o lo contrario. No es
no tanto, depende del arbitrio del que el analista no pueda opinar,
analizante; en cualquier caso pa- no hablo de una regla táctica,
gará luego con su persona en la sino de esa política del ser en
transferencia, o más radicalmen- que se juega su respuesta fun-
te aun, pagará con su juicio ínti- damental.
mo en esa ultra-transferencia en Por eso el analista “está siem-
la que el deseo del analizante se pre a merced del analizante, ya
afirma como condición absoluta que éste nada puede ahorrar-
y como destino, como Wunsch le si tropieza como psicoanalis-
indestructible mantenido en re- ta, y si no tropieza, menos aún”,
serva. según se expresa Lacan en su
Discurso del 9 de diciembre de
1967.
El control del acto por el El dispositivo del control o
analizante, por el supervisor, supervisión está indicado par-
por la Escuela ticularmente en aquellos casos
en que el sujeto es superado por
El analizante, paradoja en acto su acto, y usualmente no tanto
que interroga las respuestas del porque ese acto resulte ineficaz,
analista, es en sí mismo un pri- sino porque no se advierte o no
mer control, un primer guardián se tolera su eficacia. La fuerza
de que el deseo del analista se del dispositivo freudiano es tal
renueve en una destitución ac- que casi cualquier intervención
Posiciones del analista

tualizada, que el analista no se del analista despierta reacciones


mantenga en la posición fija, en asociativas, sintomáticas, trans-
la satisfacción boba del saber ferenciales, cuya aprehensión
ya sabido, inaplicable al ser. El clínica escapa al analista, tal vez
analista puede lo que quiera en porque encuentra allí algo que
la interpretación, a condición de no puede soportar en tanto suje-
pagar con su persona en la re- to. Esas asociaciones, esas res-
acción transferencial que susci- puestas transferenciales, esas
te. Puede permitirse aún ciertas reproducciones del desgarra-
maniobras en la transferencia, miento subjetivo del analizan-
vacilaciones calculadas o no te, exigen de él esos pagos que

Aun | 74
› Gabriel Lombardi
El juicio íntimo del analista

cuesta efectuar, y que tanto más tico quiere ser reconocido como
estrictamente le serán exigidos culpable, de la masturbación por
cuanto mejor analista sea. ejemplo. Ese reconocimiento tal
Si la Escuela focaliza su in- vez lo aliviaría, argumenta, pero
terés en ese acto que ubica en no corresponde al analista otor-
el pase de analizante dividido a garle tal reconocimiento. Tam-
analista destituido, es porque la poco le corresponde absolverlo,
ética del análisis va en contra de no es concebible que el pacien-
la canallería normal del terapeu- te cure porque lo que él tenía por
ta, del sanador, del cura, cana- un pecado resulte ser, en ver-
llería consistente en saber mani- dad, un gesto benigno y natural:
pular el inconsciente del sujeto, el analista que quiere desculpa-
saber hacia dónde dirigirlo. Des- bilizar al analizado se expone al
de esta perspectiva, la suges- reproche de fallar en su misión,
tión es un caso de canallería, y dice Stein, y dice bien. Añada-
la transferencia positiva induci- mos a modo de comentario que
da por el analista, como sugirió si la masturbación culpabiliza no
Freud, también queda bajo sos- es por satisfacer más o menos,
pecha. sino por lo que su descarga tie-
ne de cortocircuito, de renuncia,
de satisfacción que evita el en-
La política del neurótico en cuentro con el deseo del Otro –y
referencia al juicio del analista con lo que ese encuentro implica
de realización del deseo propio,
Nuestra segunda pregunta ese Wunsch radical e indestruc-
es de qué modos incide en el tible que se frustra en las realiza-
proceso analítico la dificultad del ciones de mera fantasía–.
analista para efectuar ese pago, La política neurótica de so-
qué clase de obstáculo repre- licitud o espera del juicio apro-
senta para el análisis, y de qué batorio o condenatorio del Otro
modo incide esa dificultaden el define la posición y la trampa
fin de la cura, y acaso en su ter- fundamental de la neurosis, así
minación. como su duplicidad en materia
Posiciones del analista

Comencemos por señalar moral. En lugar del Otro del de-


que existen políticas típicas del seo, el neurótico se asigna un
analizante en relación al juicio Otro que lo enjuicia, y resigna
del analista. También en esta su deseo y su ética en pos de
materia se puede constatar la di- ese juicio ajeno. Incluso si per-
ferencia entre esos tipos clínicos manece para él profundamen-
lacanianos que son la neurosis, te reprimido, el juicio del analis-
la psicosis y la perversión. ta es buscado, es esperado, es
Conrad Stein escribió un artí- solicitado. ¿Cómo se materializa
culo sobre el juicio del analista,2 el superyó en la neurosis sino a
en el que advierte que el neuró- través de esa cesión al Otro del

Aun | 75
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Primavera 2012

juicio sobre las propias accio- del tratamiento. Es una coyun-


nes? El superyó, esa instancia tura cada vez más frecuente en
moral contraria a la responsa- los consultorios del analista, y es
bilidad y la integridad ética, que importante saber reconocerla.
alienta la culpabilidad y refuerza En esos momentos el perverso
la división subjetiva, en la neuro- zafa de su división subjetiva, es
sis toma la forma del juicio im- decir de su síntoma, buscando y
plícito, supuesto o esperado en muchas veces logrando produ-
el Otro. cir el efecto de división subjeti-
La política neurótica consiste va $ en el Otro, ahora el psicoa-
en resumidas cuentas en soste- nalista. En sus realizaciones de
ner el ser en tanto sujeto marca- fantasía y también en su vida co-
do por esa tachadura $ que se tidiana suele valerse de esa ma-
manifiesta como división en el niobra fundamental para “curar-
síntoma, y como fading del su- se de” su síntoma.
jeto cuando se “cura” por el re- En su texto “Kant con Sade”
conocimiento del Otro entendi- Lacan da esta indicación preli-
do como ab-solución. Mezcla de minar a todo tratamiento posible
obediencia y rebeldía interior, la de un analizante perverso:
neurosis aporta el más alto por-
centaje al rebaño de quienes re- “Es que una fantasía es en
nuncian al deseo. El neurótico efecto bien incómoda cuandono
fue el primero, el buen paciente, sabés dónde acomodarla, por el
el que más dócilmente respon- hecho de que esta allí, entera en
de con “asociaciones” cuando su naturaleza de fantasía que no
la interpretación del analista lo tiene otra realidad que de dis-
invita a hacerlo, pero no por eso curso y que no espera nada de
es necesariamente el que llega tus poderes, pero que te deman-
más lejos en el análisis ni más da, ella, que te pongas en regla
decididamente accede al deseo con tus propios deseos.”
del analista. Los psicoanalistas
–por una suerte de hipnosis al Serge André ha señalado muy
revés– suelen considerarlo toda- bien que ya en el relato de su fan-
Posiciones del analista

vía el mejor analizante, a falta de tasía el perverso inicia el pasaje al


permitir otros tipos clínicos entre acto, transformando el consulto-
sus analizantes. rio analítico en escenario de una
fantasía que divide al partenai-
re que no está en regla con sus
El analizante perverso deseos.3 Dividirse, angustiarse,
eso puede ocurrir al analista, y el
La posición del perverso en perverso se solazaen producirlo.
análisis es diferente, y se reve- Pero el analista ha de saber que
la muy diferente de la del neu- la división subjetiva y la angus-
rótico en los momentos álgidos tia deben ser restituidas al anali-

Aun | 76
› Gabriel Lombardi
El juicio íntimo del analista

zante, que su deseo y su acto de se ha dividido o se ha angustia-


analista se realizan en cambio en do. La sublimación, por ejemplo,
la destitución. supone salir del escenario de la
Lejos entonces de buscar la fantasía, exige un plus que no se
aprobación del Otro, el perverso satisface en ese marco fijo y res-
en ejercicio de su fantasía consi- tricto.
gue a veces desquiciarlo, lo cual Por supuesto que para que
a los fines analíticos no es de nin- ello sea posible el analista no ha
guna utilidad… sino como opor- de condenar de antemano al per-
tunidad de una maniobra de la verso como un hombre malo,
transferencia que permita relan- tampoco ha de tratarlo como a
zar el análisis. En lo que hace al un neurótico para evitar emplear
juicio del gusto, si ese relato ex- ese diagnóstico como un juico
cita o angustia, gusta o disgus- condenatorio. El término “perver-
ta, no tiene la menor importan- sión”, que en el lenguaje vulgar
cia, ya que lo decisivo es que la es injuriante o condenatorio, in-
intervención del analista se apo- teresa profundamente al perver-
ye en un deseo ejercido desde so en tanto ha rechazado la “nor-
la destitución subjetiva que le malización” neurótica del deseo.
es requerida para constituirse El 97 % de los analizantes pre-
en partenaire no de la fantasía, fiere ser considerado “neuróti-
sino del síntoma analizante. Y en co”, es decir buen paciente. Pero
cuanto al juicio teleológico, si el buena parte de la enseñanza de
analista propicia la regla funda- Lacan está destinada a liberar a
mental también en este caso, es los analistas del pre-juicio de que
porque está seguro de que su el perverso es malo, que el psi-
accionar va en el sentido de libe- cótico es loco, y que el psicoa-
rar también al analizante perver- nálisis es sólo para los neuróti-
so de lasrestricciones de la fan- cos buenos pacientes. El empleo
tasía, que limitan su libertad, que del diagnóstico en psicoanálisis
inhiben sus posibilidades socia- no es con fines de juicio moral ni
les y sublimatorias. de etiqueta que estigmatiza. No
Esto explica retroactivamen- ha de emplearse para segregar,
Posiciones del analista

te por qué el perverso cada vez sino para admitir, como instru-
con más frecuencia consulta al mento para alojar mejor a distin-
analista, y particularmente al tos tipos de analizantes, y no sólo
analista que sabe diagnosticar a los que responden dócilmente
su peculiar posición como algo a la interpretación.
bien diferente de la neurosis. La
consulta del perverso se produ-
ce cuando el sujeto ha sido atraí- El analizante psicótico
do por un deseo más fuerte que
el que se satisface en sus per- El psicótico por su parte no
formances de fantasía, cuando pide ser enjuiciado, él mismo ya

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

lo hizo y se juzgó radicalmente que la función de la palabra bas-


inocente si es paranoico (la culpa cula hacia la presencia del oyen-
es del Otro), radicalmente culpa- te, cuando queda claro que si
ble si es melancólico, y radical- hay transferencia no hay inter-
mente ambas cosas si es esqui- subjetividad. El analizante psicó-
zofrénico; en este último caso tico, a menudo el más constan-
no de un modo dividido, dubita- te y decidido de los analizantes,
tivo, sino disociado, en la certe- es el que exige más radicalmen-
za cada vez –una certeza que no te la deposición de la persona
necesita de consistencia lógica del analista.
ni de constancia para ser radi- Pero también es el analizan-
calmente cierta, tan cierta como te que más radicalmente exi-
la que induce el significante en ge al analista pagar con su jui-
lo real cada vez que prescinde cio íntimo. En efecto, exige ese
de toda mediación imaginaria–.4 pago con absoluta vehemencia,
En principio, el psicótico sostie- y sólo lo acepta al analista cuan-
ne su deseo de existir fuera del do éste admite: -testimonios in-
lazo social. Incluso el esquizo- verosímiles, que el propio psicó-
frénico que relata sus realida- tico sabe inconcebibles desde
des contradictorias e inverosími- una realidad compartida; -usos
les, no es tonto, no es demente, neológicos del lenguaje y otros
no es ciego al deseo y al enjui- procedimientos desestructuran-
ciamiento del Otro, es lógico, es tes del lazo social, en los que un
irónico, sabe que el efecto que decir se afirma como pasaje al
produce en el Otro es de divi- acto, como des-enlace por fuera
sión, y si en algunos casos in- de todo código social, semánti-
siste sorprendentemente en vol- co o sintáctico compartido; -pro-
ver al análisis es porque apuesta pósitos delirantes de redención,
a que el Otro lo escuche incluso de gloria, de muerte, designios
en las condiciones que propone cuya nota de imposibilidad es
su extraña posición en el ser. exageradapor ellos mismos has-
Pensar que en la psicosis no ta la caricatura.
hay desarrollo de la transferen- Invitar ese decir fuera de dis-
Posiciones del analista

cia es inadmisible después de curso al análisis, sintomatizar al


la cuestión preliminar planteada sujeto de la psicosis, exige pre-
por Lacan, y de las consecuen- viamente entrar en una compli-
cias que ella implica a nivel de la cidad en el plano del ser que
Escuela de psicoanálisis.5 Más comienza por el pago de todo
bien conviene decir que el psi- juicio de realidad, de gusto, de
cótico es abordable como suje- finalidad. Lacan señaló que el
to cuando sólo hay transferen- mejor modo de entrar en un lazo
cia, cuando todas las posiciones sociales previamente salir de ve-
subjetivas le están reservadasen ras. Sólo si el analista admite sa-
ese momento de la entrevista en lir de la realidad compartida del

Aun | 78
› Gabriel Lombardi
El juicio íntimo del analista

discurso común podrá volver al lo que se calla ama manifestarse


discurso analítico acompaña- de otro modo, añade Freud. El
do por el loco, que es “el hom- juicio íntimo, esa instancia ética
bre libre”. Recibir el hombre li- próxima al núcleo del ser, no po-
berado de las ataduras sociales dría ser totalmente ignorado ni
es angustiante para quien no siquiera por el neurótico, el más
tiene defensas muy fuertesco- exitosamente reprimido, el me-
mo el psiquiatra experimentado, nos perceptivo de todos los ana-
y también para el psicoanalista lizantes posibles. Sus gustos,
que no está en regla con esos sus prejuicios inconscientes,
márgenes de libertad que feliz- sus vacilaciones sintomáticas,
mente le abre la estructurafallida sus expectativas terapéuticas o
en que asienta su ser. didácticas respecto del fin y de
las finalidades de la cura, aun-
que el analista las reserve para
Para concluir… sí, de todos modos pueden ser
advertidos y explorados metó-
… señalemos que la dificul- dicamente por el inconsciente
tad del analista en pagar con su analizante a lo largo de la cura.
juicio íntimo suele ser el desen- En psicoanálisis lo íntimo sue-
cadenante de la terminación de le resultar éxtimo, lo que se di-
los análisis. Una vez que el ana- simula se comunica entre líneas,
lizante ha agotado todas las va- lo que se calla se repite aunque
riantes de lo que en la intimi- más no sea por omisión, lo que
dad del analista “molesta a su aparentemente se oculta se se-
defensa”, según se expresa La- ñala sigilosamente, el incons-
can, el análisis se puede dar por ciente entiende el oxímoron y el
terminado,si así lo decide el ana- silencio.
lizante.
La físis, lo que se manifiesta,
ama ocultarse, decía Heráclito;
Posiciones del analista

Aun | 79
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

Notas

1. Este texto se basa en el que fue 4. Cf. “Respuesta al comentario de


presentado en el VII Encuentro Jean Hyppolite” de Jacques La-
Internacional de la Escuela de can e “Inocencia paranoica e in-
los Foros del Campo Lacaniano, dignidad melancólica” de Co-
¿Qué responde el analista?: Éti- lette Soler (en Estudios sobre la
ca y técnica, en Río de Janeiro, psicosis, Manantial, Buenos Ai-
julio de 2012. res).
2. Stein, C., “Le jugement du psy- 5. Cf. no sólo la “Proposición del 9
chanalyste”, Interprétation, Mon- de octubre al psicoanalista de la
tréal, janvier-mars 1968, vol. 2, n° Escuela”, también el “Pequeño
1, p. 15-31. discurso de Lacan dirigido a los
3. André, S., La impostura perver- psiquiatras”, pronunciado ape-
sa, Paidós, Buenos Aires, 1995. nas unas semanas después de
dicha Proposición.
Posiciones del analista

Aun | 80
Las lecciones de la psicosis
LA PRESENTACIÓN DE ENFERMOS
CONSIDERADA COMO
UN DISPOSITIVO ANALÍTICO
Resonancias de una experiencia
› Martín Alomo, Carolina Zaffore
y Gonzalo López
Introducción gos clínicos. Es Jacques Lacan
quien –proviniendo él mismo de
El dispositivo conocido como la psiquiatría– ha introducido la
“presentación de enfermos” pro- práctica de las presentaciones
viene de la psiquiatría clásica. Su en el campo psicoanalítico. En
surgimiento es contemporáneo otro lugar,2 nos dedicamos a de-
al de ella, a comienzos del siglo limitar las condiciones específi-
XIX.1 Ha sido utilizado por varios cas del dispositivo, considerado
maestros como método de en- como un dispositivo analítico, a
señanza. A su vez, cada uno de partir de las variaciones introdu-
ellos –entre los que se cuentan cidas por la práctica lacaniana.
Esquirol, Falret, Lásegue, Char- Las primeras documentacio-
cot, Kräepelin, Clerambault– ha nes sobre presentaciones es-
hecho uso del dispositivo de tán referidas a Esquirol a par-
modo diferente, de acuerdo a tir de 1817. Éste implementó un
variables tales como la propia curso de formación de psiquia-
concepción de la clínica y el es- tras en La Salpêtrière, cuya acti-
tilo personal del entrevistador. vidad casi exclusiva era la prác-
Las lecciones de la psicosis

Esta práctica influye fuertemen- tica de presentaciones. Luego,


te en el psicoanálisis desde sus Jean-Pierre Falret, Jules Falret
inicios, ya que tanto en Freud y Charles Lasègue, cada uno
como en Lacan –referentes teó- de ellos, profesores de psiquia-
ricos principales de nuestro tra- tría, ha utilizado el dispositivo, y
bajo– ha producido un impacto cada uno le ha impuesto su ca-
decisivo, que puede seguirse en racterística particular. Sin dudas,
sus elaboraciones teóricas. Al un punto saliente de la revisión
primero, las presentaciones pari- histórica del dispositivo está re-
sinas de Charcot lo han conduci- presentado por Jean M. Char-
do al estudio de la histeria; para cot y sus célebres presentacio-
el segundo, las presentaciones nes parisinas.
de Clérambault han señalado el Las presentaciones de Kräe-
camino de importantes hallaz- pelin recogen lo más importan-
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te de las de sus predecesores. tudes científicas, orientándolo al


En cambio, con de Clérembault estudio de las histerias.
hay un viraje radical. Cambio Como notas de color, hay re-
ostensible no sólo en los moti- gistro de dos presentaciones
vos de las presentaciones, sino llevadas a cabo por el propio
en la modalidad y en la ampli- Freud –aunque se trata de pre-
tud de recursos que “el único sentaciones médicas–: una con-
maestro en psiquiatría” de La- signada en sus Obras comple-
can desplegaba en dichas re- tas, “Un caso de hemi-anestesia
uniones. en un varón histérico”,3 produci-
La revisión de los anteceden- da casi en respuesta a un desa-
tes históricos de la práctica, nos fío propuesto por Meynert, quien
permite dejar señalados los si- lo habría instado a que le mos-
guientes puntos: a) el nacimien- trara una histeria masculina; y
to del dispositivo de presenta- otra, consignada por Ernest Jo-
ciones es contemporáneo al de nes en la biografía.4
la psiquiatría; b) coincidiendo en En lo que respecta a Jacques
la utilización pedagógica, cada Lacan, podemos rastrear la im-
uno de los que lo han practica- presión que dejó en él su “úni-
do, imprimieron en el dispositivo co maestro en psiquiatría”, G.
su propia marca; c) de Clérem- G. de Clérambault, con su fina
bault, al reducir su práctica psi- escucha y agudeza clínica ex-
quiátrica sólo al dispositivo, se tremadamente atenta, en la en-
especializó de un modo tal que, señanza y la transmisión del psi-
aun más allá de sus propios de- coanálisis que aquel nos legó,
signios, logró inventar un nue- referidas a una clínica de la es-
vo modo de escuchar a los pa- pecificidad y del detalle. En su
cientes; d) cada “presentador” caso, también merece un traba-
psiquiatra, con matices y moti- jo aparte destacar las diferen-
vos diversos buscaba “hacer re- cias entre las presentaciones lle-
vivir” el síntoma psicótico en la vadas a cabo en la Prefectura, y
Las lecciones de la psicosis

presentación. las de los viernes, en la Socie-


Un capítulo aparte merece la dad Médica.
participación de Freud en el dis- En cuanto a las presentacio-
positivo conducido por Charcot, nes de Jacques Lacan, su obra
y qué es lo que extrae de aque- está poblada de referencias, al-
lla experiencia. En su caso, la gunas fundamentales para el de-
fuerte impresión que recibió de sarrollo de su enseñanza, como
parte de su maestro en La Sal- los ya célebres ejemplos “truie”
pêtrière, precisamente en las y “galopiner”; o la conocida “psi-
presentaciones de los martes y cosis lacaniana”, el caso de las
de los viernes (aunque más es- palabras impuestas; o el sor-
pecíficamente en éstas), lo llevó prendente y tardío “Aportes del
a torcer el rumbo de sus inquie- psicoanálisis a la semiología psi-

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› Martín Alomo, Carolina Zaffore y Gonzalo López
La presentación de enfermos considerada como un dispositivo analítico

quiátrica” en el servicio de Dau- que hay testimonio bibliográfico


mezon, en el que reivindica –en de al menos dos presentaciones
una nueva vuelta sobre el tema– realizadas por él, aunque se tra-
su trabajo con Aimée, publica- taba de un Freud más bien neu-
do en su tesis de 1932. Ade- rólogo– a diferencia de Charcot,
más, contamos con numerosas quien era “un visuel”, se cen-
transcripciones de sus presenta- tró en el estudio de las histerias,
ciones, y con testimonios de los pero alejado del espectáculo pa-
residentes de Sainte-Anne –en- risino tributario de la clínica de
tre ellos se destaca François Le- la mirada, hasta el punto tal vez
guil– quienes preparaban los ca- más opuesto posible con la intro-
sos a presentar por el maestro. ducción del diván. Sin embargo,
Un dato que resulta insosla- aquello que le permitió pensar
yable al revisar la bibliografía re- que “en el estudio de la histe-
lativa a las presentaciones de ria está el futuro de la ciencia”,
enfermos, al considerar las re- como escribe en carta a Martha
laciones de Freud con Charcot desde París, lo encontró en las
y de Lacan con Clérembault, es presentaciones de Charcot.
el hecho de que en la formación Lacan, por su parte, si bien ha
de ambos psicoanalistas, de un incorporado a su clínica la escu-
modo insoslayable y con gran cha aguda y específica de Clér-
ascendiente sobre sus respec- embault, motivo por el cual hoy
tivos trabajos, encontramos el hablamos asiduamente de “fe-
dispositivo de presentaciones nómenos elementales” por ejem-
con toda su potencia inspirado- plo, lo ha hecho no sólo alejado
ra y heurística. de la concepción organicista de
En cuanto a la práctica de- su maestro, sino también intro-
sarrollada por Lacan, ésta abre duciendo modificaciones radica-
cuestiones a analizar en relación les en lo que respecta al disposi-
a las condiciones y a los efectos tivo de presentaciones.
de la misma, ya que es él quien En la actualidad contamos
Las lecciones de la psicosis

importa el dispositivo desde la con una abundante bibliografía


psiquiatría, al campo del psicoa- en varios idiomas, de analistas
nálisis. Y es siguiendo sus ense- de orientación lacaniana, algu-
ñanzas que muchos analistas de nos de ellos discípulos directos
orientación lacaniana, en la ac- de Lacan, que se han ocupado
tualidad, nos autorizamos a sos- del tema. Sin embargo, aún que-
tener el dispositivo en algunos da pendiente una elaboración
hospitales de Buenos Aires, por sistematizada del mismo.
ejemplo. Por otra parte, es necesario
Evidentemente, tanto Freud señalar que se trata de una prác-
como Lacan han hecho cosas tica signada por la polémica.
diversas que sus maestros con Dentro del campo del psicoaná-
el dispositivo. El primero –del lisis, hay posiciones encontra-

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das al respecto, a favor y en con- te su valor de “materia prima” en


tra de la misma. Maud Mannoni, el campo de la enseñanza del
tal vez la principal representante psicoanálisis. Pero enseñanza
de las posiciones contrarias a la que también resultaría traiciona-
práctica de presentaciones, es- da, ya que caería por la pendien-
cribe en La teoría como ficción: te de retroceder inadvertidamen-
te al campo de la psiquiatría.
“Sobre la práctica de sus pre- Consideramos que el dispo-
sentaciones de enfermos en sitivo de presentaciones amerita
Sainte-Anne, uno de los luga- que se le dedique una investiga-
res prestigiosos de la psiquiatría ción seria, que se proponga zan-
francesa, Lacan no se sintió obli- jar esta polémica, ya que ella im-
gado a interrogarse. De la ma- porta consecuencias ostensibles
nera más clásica, encuentra los para la teoría y para la práctica.
ejemplos apropiados para justi- Nos referimos al siguiente pun-
ficar su interpretación de los ca- to: en caso de vernos forzados
sos y para mostrar a los estu- a aceptar la crítica de Mannoni
diantes, al mismo tiempo, una –y la de otros colegas cuya posi-
forma pertinente de entrevistar ción también es contraria a dicha
al enfermo, de la cual, evidente- práctica– ello implicaría que con-
mente, el estudiante saca el ma- taríamos con argumentos para
yor beneficio, pero siempre for- reprobar las presentaciones lle-
zosamente en el marco dado por vadas a cabo por analistas. Por
la psiquiatría reinante. Así Lacan el contrario, si podemos deci-
brindaba, a pesar suyo, su aval dir la polémica en el sentido de
a una práctica psiquiátrica tradi- refutar los argumentos en con-
cional en la que el paciente sirve tra, a través de la delimitación y
de materia prima para el discur- la caracterización de los modos
so, donde se le demanda que específicos por los que opera el
ilustre un punto de teoría sin que dispositivo de presentaciones
esta ilustración sirva para nada a considerado como dispositivo
Las lecciones de la psicosis

sus intereses.”5 analítico, pudiendo situar en di-


chas condiciones la refutación
La posición de Mannoni ilus- de la objetalización del paciente,
tra un punto de crítica a la prác- de la desatención de sus necesi-
tica de las presentaciones, que dades, y del usufructo obsceno
de ningún modo la cuenta úni- de su condición de enfermo, en
camente a ella entre quienes la dicho caso estaríamos en condi-
sostienen. Podríamos resumir ciones de avalar, desde el punto
esta crítica diciendo que en la de vista ético y clínico psicoanalí-
práctica en cuestión, se trataría ticos, dicha práctica por parte de
de una objetalización del pacien- los analistas.
te, desatendiendo sus necesida- Por último, si podemos dejar
des, y usufructuando únicamen- constancia de que dicha prácti-

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› Martín Alomo, Carolina Zaffore y Gonzalo López
La presentación de enfermos considerada como un dispositivo analítico

ca no merece ser reprobada en conduzca el dispositivo acceda


el campo del psicoanálisis –tal a la presentación, el paciente es
nuestra posición– y que además invitado. Esta invitación es reali-
produce efectos benéficos (ya zada por el analista a cargo del
sea terapéuticos, o a nivel de la tratamiento, en los términos en
posición subjetiva de los pacien- que convenga para la dirección
tes, o en lo que importa para la del mismo. Al paciente se le ex-
transmisión del psicoanálisis), plica que la propuesta consiste
en tal caso podremos recomen- en conversar con un profesional,
dar su utilización por parte de los ante un grupo de colegas en for-
analistas y, también, especificar mación que participarán a modo
las condiciones de dicho uso. de auditorio, de observadores,
pero que no harán preguntas ni
comentarios. Solamente escu-
Funcionamiento del charán la conversación y, even-
dispositivo de presentaciones tualmente, si al paciente no le
como dispositivo analítico molesta, tal vez tomen algunas
notas. En el caso de las presen-
El uso analítico del dispositi- taciones que nosotros realiza-
vo de presentaciones comienza mos, en el momento de formular
por la transferencia. Por lo gene- la invitación al paciente, sole-
ral, un colega perteneciente a un mos incluir también el siguien-
equipo, a un grupo de trabajo de te comentario: nadie lo obligará
un hospital, convoca a un ana- a hablar si usted. no quiere ha-
lista –muchas veces “externo” cerlo, ni a que se explaye sobre
a dicha institución, un invitado– temas que lo incomoden; y ade-
para que realice una presenta- más, usted podrá dar por termi-
ción con algún paciente del ser- nada la entrevista cuando así lo
vicio. prefiera.
Los motivos que producen la En el caso de que el paciente
demanda del dispositivo son va- acepte la propuesta, se encon-
Las lecciones de la psicosis

riados, pero por lo general res- trará con una sala –habitualmen-
ponden a un momento de di- te un aula del hospital– con un
ficultad de la conducción del grupo de residentes, concurren-
tratamiento. El analista que está tes y demás colegas del servi-
a cargo se encuentra con un cio. Frente a este auditorio, cuyo
obstáculo que se le presenta número dependerá de las carac-
como insuperable, aun con las terísticas de cada servicio, el pa-
supervisiones y con las reunio- ciente tendrá la ocasión de con-
nes de equipo, y ese suele ser el versar con un analista, ante la
porqué de la demanda de la pre- escucha atenta de todos los pre-
sentación. sentes.
Una vez establecida la po- Luego de concluida la entre-
sibilidad de que el analista que vista, el paciente se retira de la

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sala. Eventualmente acompaña- Y además, ¿cuál es la articula-


do por su analista, o por algún ción teórica entre la presencia
otro profesional del servicio; o del auditorio como terceridad, y
tal vez sin compañía. Este detalle las condiciones estructurales del
varía mucho según los particula- Otro?
ridades del servicio y del pacien- Por otra parte, al incluir la va-
te. Puede tratarse de un servicio riable del auditorio silente en po-
de internación, o bien de un ser- sición tercera, encarnando un
vicio ambulatorio. Incluso dentro vacío en el que transcurre ese
de las salas de internación, tam- tiempo-espacio que invita a la
bién encontramos la variante de presentación en la conversación
las consultas externas –por lo con el analista, en la que el su-
general para pacientes que han jeto puede presentarse o no, la
estado internados y que luego eficacia del dispositivo debe re-
realizan el tratamiento ambula- sonar necesariamente en ese
torio con los mismos profesiona- Otro. Me refiero aquí a las re-
les del servicio–. Como sea, en sonancias de lo que pasa en la
algún momento, luego de diez presentación, a través de la es-
minutos, veinte o media hora, o cucha atenta de los asistentes, y
quizá luego de más de una hora en el retorno, o tal vez no re-tor-
de conversación –eso no puede no, sino inclusión primera de los
saberse de antemano– la entre- significantes singulares de ese
vista termina. Otro en un lazo social, en el mo-
En ese momento, una vez mento de la discusión inmedia-
que el paciente se ha retirado tamente posterior a la presenta-
de la sala, comienza el diálogo. ción, luego de que el paciente
Ahora sí el auditorio que se ha- se ha retirado de la sala.
bía mantenido silente hasta en- En este momento de discu-
tonces, toma la palabra. sión posterior a la presentación,
En cuanto a la presencia del el cuerpo silente ahora habla y
público en el dispositivo, según da vida a lo que de la conver-
Las lecciones de la psicosis

sugieren varios autores, su fun- sación entre paciente y analis-


ción es la de encarnar vivamen- ta pudo pasar al auditorio. Este
te, con su presencia, un vacío es otro aspecto de la evaluación
silente, ¿cómo se articula teóri- de la eficacia: los efectos del dis-
camente este vacío silente en- positivo sobre todos los asisten-
carnado por el auditorio? Y si el tes. Efectos didácticos, segura-
público abre con su presencia la mente; efectos de compromiso
dimensión de un vacío en posi- mayor con la clínica, probable-
ción tercera –señalamiento tam- mente; ¿entusiasmo fervoroso
bién recurrente– ¿cuáles son los y fuertes deseos de estudiar e
alcances de esta terceridad en investigar? Aun sin tratarse de
lo que atañe al efecto subjeti- un dispositivo analítico, este es
vo producido en los pacientes? el efecto que el dispositivo de

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› Martín Alomo, Carolina Zaffore y Gonzalo López
La presentación de enfermos considerada como un dispositivo analítico

presentaciones conducido por este punto– generalmente por


Charcot tuvo sobre Freud, por un colega que sostiene un vín-
ejemplo. culo de transferencia de traba-
Consideramos que este as- jo con los miembros del equipo
pecto, el del efecto del disposi- coordinador de las presentacio-
tivo en los asistentes, evaluado nes, o bien con el analista entre-
a través de los aportes genera- vistador en particular, otro tema
dos en la discusión post-pre- de interés es el punto de articu-
sentación, constituye una ins- lación entre las características
tancia clínica sensible respecto de la demanda del dispositivo y
de las particulares condiciones las características de la presen-
del Otro que se han hecho oír. tación. La pregunta aquí sería:
Precisar conceptualmente estos ¿podríamos detectar algún tipo
puntos relativos a la eficacia del de correspondencia entre las
dispositivo, representarían un características de la demanda
aporte considerable para la con- del dispositivo y las caracterís-
ceptualización de la práctica. ticas de cada presentación, por
Por otra parte, en lo que res- ejemplo en el modo en el que el
pecta a los modos de implicar- paciente haga uso del espacio,
se el sujeto en la presentación, entregándose libremente a testi-
cuando ella produce efectos, al- moniar, o bien continúe aferrado
gunos de los constatados son los a algún tipo de reticencia?
siguientes: a) localización preci- Al respecto, luego de más
sa de la posición subjetiva; b) es- de una década de participar en
bozo del recorte de un síntoma; la realización del dispositivo de
c) formalización de una deman- presentaciones, tenemos posi-
da específica; d) cesión inaugu- ción tomada: para los dos inte-
ral de algún contenido delirante, rrogantes que hemos dejado
hasta entonces rehén de la reti- planteados, suponemos una res-
cencia desconfiada. Estos mo- puesta afirmativa. Por un lado,
dos de comprometerse el sujeto creemos que el modo en que el
Las lecciones de la psicosis

en la presentación, sugieren la si- sujeto participe del dispositivo,


guiente pregunta: ¿podría cons- el tipo de uso que pueda hacer
tatarse alguna correspondencia del partenaire-entrevistador –en-
entre los modos de presentación lazándose a él en una charla, o
del sujeto y el tipo de efecto sub- no– y de ese momento tan parti-
jetivo y/o terapéutico que estaría- cular, con un auditorio expectan-
mos en condiciones de recoger te, efectivamente, va a tener co-
en un momento ulterior, a través rrelación al nivel de los efectos
del analista responsable de con- analíticos y / o terapéuticos que
ducir el tratamiento? el analista responsable del caso
Además, como el dispositi- pueda constatar luego. Por otro
vo siempre es demandado por lado, también consideramos que
alguien –ya hemos señalado el modo de ser tramitada la de-

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Primavera 2012

manda incide directamente en En lo que sigue, nos limitare-


las características que va a te- mos a comentar una experien-
ner cada presentación. En todo cia, en lo que atañe al momento
caso, estos interrogantes forman de presentación y a la discusión
parte del desarrollo de una tesis posterior a la misma. Por su-
dedicada exclusivamente al pro- puesto, se trata de una historiza-
blema del dispositivo de presen- ción de ello, con lo cual la escri-
tación de enfermos considerado tura misma constituye un tercer
como un dispositivo analítico; te- momento respecto de los otros
sis sobre la que estamos traba- dos.
jando. No avanzaremos sobre el
tema en este lugar.
Además, es importante tener Comentario de una
en cuenta que el dispositivo de experiencia: El caso Malena
presentación de enfermos, mar-
cado por su aspecto extremo de “Cuando tengan la práctica
darse en un único encuentro, del esquizofrénico, sabrán con
tal vez sea un lugar privilegia- qué ironía está armado, apun-
do para extraer algunos elemen- tando a la raíz misma de toda re-
tos, para pensar el efecto de eso lación social.” Jacques Lacan
que llamamos “el encuentro con
un analista”. Con el agregado de En este apartado, trazaremos
un valor probablemente incom- algunos de los rasgos más rele-
parable, que es el de la transmi- vantes que pudimos capturar en
sión del psicoanálisis, por par- ocasión de participar en una de
te de un analista, en acto, hacia las presentaciones organizadas
los integrantes del auditorio. En por el Foro Analítico del Río de la
este sentido, en “Enseñanzas de Plata.7 Tres apartados para deli-
la presentación de enfermos”, near algunos ecos que intentan
Jacques-Alain Miller escribe “las mantenerse al ras de esa expe-
enseñanzas de los enfermos en riencia.
Las lecciones de la psicosis

la presentación de Lacan…”6 Y
efectivamente es así: allí, a quien 1. Comprensión y descrip-
pueda oír, el paciente es quien ción: Lo primero que señala-
enseña, y si hay un presentado mos es en verdad una sensa-
es el analista, que hace lo que ción compartida inicialmente
puede, como puede, nunca del por los colegas con los que con-
todo a la altura de las circuns- versamos tras la conclusión de
tancias, siempre tanteando y de- la entrevista. Había sido una en-
jándose guiar por el entrevista- trevista “trabada”, muy difícil de
do, dejándose aprehender por seguir. En particular costaba se-
la particularidad de la estructu- guir la historia de Malena, una
ra de quien habla, de quien tes- mujer de 27 años de edad que
timonia. ya contaba con múltiples inter-

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› Martín Alomo, Carolina Zaffore y Gonzalo López
La presentación de enfermos considerada como un dispositivo analítico

naciones en instituciones asis- que allí había sucedido a la hora


tenciales de la ciudad. Subra- de tomar la palabra.
yamos entonces esta suerte de Destacamos por lo tanto este
desconcierto inicial que primó a deslizamiento: de una sensación
nivel de la comprensión. inmediata a un primer efecto: de
Se trataba de alguien que ha- lo descriptivo a la interrogación
blaba de cierto modo que –sólo sobre el decir.
descriptivamente– podría califi-
carse de “disperso”. Se distraía 2. La palabra, entre el decir
fácilmente, dejaba el relato y lo y los discursos: ¿Qué posición
retomaba sin sostener un hilo, tomó este sujeto respecto de su
volviéndose tarea difícil enten- palabra y la de su interlocutor?
der la historia que intuitivamen- ¿Qué indica esta circularidad
te uno intenta construir. para pensar la toma de posición
Como si esto fuera poco, la que se juega necesariamente en
contingencia jugó una buena el decir?
pasada: en la sala donde nos Es en esta senda de interro-
encontrábamos, había ingresa- gación que aislamos el rasgo
do sigilosamente un gato que que consideramos capital: un
hizo su aparición en el medio de decir que derriba discursos. Pa-
la entrevista. Factor que colabo- rafraseando a Lacan, diríamos
ró aun más para la dispersión y que se trata de alguien tomado
la distracción de la entrevistada por el lenguaje pero sin el auxi-
(¡y del entrevistador!). lio de ningún discurso estableci-
Luego de esta sensación in- do. Diríamos que este es el decir
mediata, ubicamos ya un des- que reinó en una entrevista que
lizamiento. No era exactamen- fue entregando una sucesión de
te una entrevista “trabada” sino discursos establecidos que ha-
más bien podría precisarse que cían agua, uno tras otro.
respondía a un cierto ritmo cir- Discursos preestablecidos,
cular. Con esto queremos decir órdenes diversos, cada uno de
Las lecciones de la psicosis

que el diálogo se definía por un ellos ineficaces para alojar un


insistente volver a empezar. Has- decir como el de Malena.
ta el final de la entrevista se man- Aquí la serie que pudimos ex-
tuvo una especie de “volver a traer de unos cuantos discursos
foja cero”. Aun la última pregun- preestablecidos que se diluían
ta que se le hizo se refería algo conforme se imponía el relieve
muy simple que bien podría ha- de su decir:
ber sido el modo de inicio: si ha-
bía algo para contar. • El discurso universitario:
Dato curioso que señala bien Malena nos contó sus di-
un “concluyendo y comenzan- ficultades constantes a la
do”. Circularidad que nos permi- hora de estudiar. Tras falli-
tió entonces interrogar mejor lo dos intentos de transitar el

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CBC de Psicología o “Con- ces”, “bipolar”. A su vez las


tabilidad” llegó a la idea de intervenciones y consultas
que el estudio no era una clínicas patinaban a la hora
posibilidad para ella. Des- de inscribir algo de un cuer-
doblaría en función de este po que aumentaba y dismi-
discurso una cara más fe- nuía bruscamente de peso,
roz, “cada vez que intenté que soportó ingestas ex-
estudiar, terminé internada”, cesivas de cocaína y otras
y una cara más soportable drogas, insomnio sosteni-
que a nuestro criterio no ex- do, un embarazo y aborto
cluye un uso irónico que re- del cual Malena apenas alu-
tomaremos hacia el final. de: “ni cuenta me di”. Cuer-
Malena nos alentaba fer- po “violado”, “esposado”, y
vientemente a los presen- también inadvertido.
tes, un “lindo grupo de es- • El discurso psi: Malena en-
tudiosos”, a “que sigamos sayó algunas vagas signifi-
en ese camino”. caciones que ha obtenido
• El discurso jurídico/policial: en su tránsito por los abor-
Asomaba una posición fir- dajes terapéuticos: el su-
me de absoluta inocencia puesto “miedo al fracaso”
frente a todos los excesos, que explicaría sus dificulta-
maltratos e injusticias de la des con el estudio, su su-
Ley y el Orden. La jerga po- puesta “relación conflicti-
licial y jurídica revela su in- va” con el padre (de quien
utilidad para alojar al sujeto no quiere hablar), el su-
en juego. Jerga que se des- puesto “duelo por las pérdi-
lizaba errática en una pala- das”. Así se cernió un decir
bra que entrega por fin –de implacable que fue dejan-
modo impactante– la pre- do en evidencia las distin-
sencia del significante en lo tas elucidaciones psi que
real sin ninguna necesidad se disolvían en su patética
Las lecciones de la psicosis

de extraer una deducción: impostura.


“fui violada en primera ins- • Finalmente, el saber místi-
tancia”. co: De toda esta serie, este
• El discurso médico-psiquiá- discurso admitía, probable-
trico: Varios diagnósticos mente, algún lazo preca-
transcurrieron en su largo rio en el interior de la secta
paso por las instituciones. “umbanda”. Los “trabajos
Ninguno dio en la tecla que me hacen”, “la guerra
aparentemente, así como entre la luz y la oscuridad”,
exponían su vacuidad al- “los mensajes que bajan”,
gunas palabras que Male- los “rezos”, “la magia blan-
na conocía perfectamente: ca de los ángeles y arcán-
“brote psicótico”, “las vo- geles” y una serie de ex-

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› Martín Alomo, Carolina Zaffore y Gonzalo López
La presentación de enfermos considerada como un dispositivo analítico

presiones que la ubican en El primero hace a algo en lo


una cierta relación a otros que reparamos inmediatamente.
pero que sin embargo es Toda la entrevista estuvo escan-
el discurso que más la lle- dida por un “suspiro” que corta-
va a los polos erotómano y ba, trababa, dificultaba el diálo-
persecutorio de su aptitud go. Dejando al entrevistador en
delirante. De hecho, es ac- el brete de tener que acogerlo
tualmente el centro de este de algún modo: ¿cansancio?,
discurso el que la lleva di- ¿fastidio?, ¿bronca?
recto hacia la internación Tal vez llamarlo “suspiro” sea
actual, tras confusos episo- demasiado. Preferiríamos enton-
dios callejeros de pasiones ces nombrarlo como una simple
y odios dirigidos hacia los exhalación, era una suerte de
“pais umbandas”. suspiro sardónico, si existiera la
expresión. Algo sonoro y mudo
Hasta aquí la serie de discur- a la vez. Fenómeno a interrogar,
sos preestablecidos que pudi- que encarna bien la ruptura con
mos captar a lo largo de la en- el lazo social.
trevista. Ahora bien, se impone El segundo momento: el
inmediatamente una pregunta: “diálogo” que se estableció con
¿qué lugar para el discurso ana- el gato. Malena manifestó su
lítico?; ¿qué ofrece el discurso gusto por los gatos, los atribu-
analítico para un decir como el tos felinos: ellos saben todo, el
que aislamos? No pretendemos gato presente entre el público
alcanzar una respuesta conclu- se daría cuenta cuando ella ha-
siva, pero sí aproximar algunos blaba de él. Además son “por-
aspectos sobre los que Malena tales”, “guardianes”. Nos cuida-
nos invita a reflexionar. rían a todos. No estuvo ausente
ese goce del ronroneo al que re-
3. El discurso analítico: Como fiere Lacan: Malena no se privó
saldo de la experiencia de haber de acariciarlo y besarlo mientras
Las lecciones de la psicosis

participado de esta experiencia, respondía de costado alguna de


recorremos por lo menos tres las preguntas que se le hacían.
aristas que atiende el discurso Singular lazo felino…
analítico. No sin antes destacar El tercero: Ante la segunda
que no se deducen de la histo- o tercer pregunta que intenta-
ria, de las significaciones ni de ba cernir el estado actual de la
saberes previos, externos, ni si- paciente en la internación, fren-
quiera de nuestra teoría. Se de- te a un “¿y ahora?” por parte del
ducen esencialmente del acto de entrevistador, Malena responde
la palabra que se puso en juego cantando y riendo: “ahora, aho-
en el encuentro entre la pacien- ra se hunde la canoa”, haciendo
te, el analista entrevistador y el brotar una vez más ese decir es-
público. curridizo; tal vez un ejemplo más

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del efecto irónico, que ataca de enunciado esquizofrénico. Di-


raíz a todo lazo social. cha pregunta podría resumir-
Nos detenemos en estos tres se de la siguiente manera: ¿Por
detalles que llevan la marca de qué las expresiones del esqui-
la ironía, indicándonos esa zona zofrénico nos resultan incom-
paradojal que demarca un borde prensibles si están construidas
de máxima ruptura con el Otro y con giros expresivos entendi-
a su vez un uso posible hacia el bles por todos? Al respecto, ob-
lazo social. servamos en Malena que, efec-
Tal vez la docilidad del discur- tivamente, ella no tiene ningún
so analítico pueda propiciar las problema para expresarse en el
condiciones para que ese decir sentido de la sintaxis; sin embar-
refractario al lazo encuentre al- go, el desconcierto que sus pa-
gún eco que prescinda de las labras produjeron en los asisten-
formas que dicta la norma. tes a la presentación nos habla
La ética que habita el discur- de lo inentendible de su discur-
so analítico –para nada prees- so. Esto se tradujo en los vanos
tablecido por cierto– admite sin esfuerzos, de quienes escuchá-
ambigüedades un decir que en bamos, por tratar de seguir un
sí mismo conlleva el exilio del hilo argumentativo.
lazo social. Para Freud, el esquizofrénico
Tan sólo admitiendo este ses- trata a las palabras como cosas.
go, tal vez un analista sea alguien Esa es su respuesta a la pregun-
que pueda con su palabra elu- ta por “lo incomprensible”. Vale
dir las exigencias habituales del decir que, aquí, las palabras es-
orden y la clasificación que –tal tán despojadas tanto de su re-
como nos enseña Malena– cho- ferente como de toda significa-
carán indefectiblemente con el ción convencional. En Malena,
rechazo, la ruptura y el encierro. notamos que al expresarse no
seguía las convenciones pro-
pias de todo discurso, vale de-
Las lecciones de la psicosis

Reflexiones finales sobre el cir, que no ubicaba la consisten-


decir esquizofrénico cia lógica en el campo del Otro
y que, de esta manera, rompía
La experiencia que los asis- con el fundamento del lazo so-
tentes a la presentación de en- cial. Sus expresiones eran frases
fermos de Malena hemos vivi- que sólo en apariencia parecían
do nos lleva al interrogante que tener una consistencia lógica,
está en el origen de las concep- pero, en definitiva, no remitían
tualizaciones freudianas sobre más que a sí mismas. El lengua-
la esquizofrenia en el capítulo je aparece aquí en su carácter
VII de “Lo inconsciente” (1915). material, por eso sus frases es-
Allí, Freud comienza preguntán- taban signadas por la opacidad.
dose por lo incomprensible del Malena ponía en evidencia que

Aun | 94
› Martín Alomo, Carolina Zaffore y Gonzalo López
La presentación de enfermos considerada como un dispositivo analítico

el lazo social y la transparencia tos en cuestión por Malena des-


que todo discurso establecido de su posición subjetiva, desde
supone al lenguaje no son más su decir.
que una ilusión. Las palabras no Como ya hemos expuesto,
refieren a las cosas (al referente la entrevista con Malena se ca-
externo) como requiere la trans- racterizó por un insistente volver
parencia, sino que la palabra es a empezar. Podríamos agregar
la cosa misma, pura opacidad. que cada vez que ella volvía a
Si Freud se refiere a este fe- empezar nos hacía volver a em-
nómeno como “tratar a las pala- pezar a quienes estábamos allí.
bras como cosas”, Lacan va de- Este punto es de fundamental
cir que “En la esquizofrenia todo importancia para pensar la iro-
lo simbólico es real”.8 Si todo lo nía esquizofrénica; sobre todo
simbólico es real, a partir de su si tenemos en cuenta la frase de
posición subjetiva Malena nos Lacan que dice que “la función
hizo sentir, en el mismo des- social de la enfermedad mental
concierto que nos provocó a los [refiriéndose a la esquizofrenia]
asistentes a la presentación de es la ironía”.9
enfermos, que lo simbólico sólo Cada volver a empezar de
es semblante. Al desnudar los Malena tenía la particularidad
semblantes discursivos (nos he- de renovar, tanto en el público
mos referido a ellos más arriba) como en el entrevistador, la po-
nos hizo sentir ridículos, incluso sibilidad de que por fin encon-
al entrevistador que ya no sabía traríamos en sus dichos una
qué preguntar, porque nos qui- historia con hilo argumentativo.
tó la protección que el semblan- Sin embargo, al poco rato apa-
te nos provee frente a lo real. recía la opacidad característica
La clínica de la esquizofre- del lenguaje esquizofrénico. En
nia en general lleva esa marca, otras palabras, Malena genera-
la de hacernos sentir ridículos ba expectativa cuando hablaba,
a los profesionales ya que nos por ejemplo, de “miedo al fraca-
Las lecciones de la psicosis

pone en evidencia que el sa- so” o de “relación conflictiva con


ber que poseemos no es más mi padre”, pero al poco tiempo
que un semblante. Algo de eso se evidenciaba que esas expre-
pasó en la presentación: a los siones no eran más que signifi-
integrantes del público que in- cantes aislados de todo contex-
tentábamos construir una histo- to discursivo. En ese momento,
ria a partir de sus expresiones y en que “lo simbólico es real”,
al entrevistador que ya no sabía emergía el desconcierto y caía
qué preguntar. Lo que nos hace la expectativa en los asistentes.
pensar que el propio dispositi- Pero Malena volvía a empezar y
vo de la presentación de enfer- todos volvíamos a empezar con
mos y, sobre todo el lazo social ella poniendo en marcha nueva-
que éste implica, fueron pues- mente el ritmo circular; ese dar

Aun | 95
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

vuelta en círculo que sólo llegó la ironía se ponga de manifiesto


a su fin cuando el entrevistador es la libertad subjetiva que a cada
le dijo que “hables de lo que te instante tiene la posibilidad de un
interesa si tenés ganas, si no, comienzo […]. En todo comien-
nos podemos ir despidiendo”. zo hay algo de seductor, puesto
La entrevistada parecía dispues- que el sujeto es libre todavía”.10
ta a seguir volviendo a empezar, Ya nos hemos referido a los “co-
tal era la característica de su po- mienzos seductores” de Malena,
sición subjetiva. pero además podemos decir, si-
Si la función social de la es- guiendo a Kierkegaard, que es-
quizofrenia es la ironía, en el tar siempre comenzando es una
caso de Malena pudimos obser- característica propia de la ironía.
var cómo ella, volviendo a em- Quedarse sólo en el comienzo es
pezar, renovaba la posibilidad lo que permite al irónico sentirse
del lazo social porque apelaba a libre de las ataduras del discurso
discursos establecidos. Comen- al no producirse todavía la nece-
zando cada vez producía interés sidad de apelar a la consistencia
en el otro, pero, al poco tiempo, lógica en el Otro del saber. Pero,
se ocupaba de atacar todo lazo al mismo tiempo, es el volver a
posible poniendo en evidencia empezar cada vez, como en el
que los discursos establecidos caso de Malena, lo que seduce
no son más que semblantes. En al otro y genera en él la ilusión de
esto radica su ironía, en simular que hay un lazo posible.
dejar en pie lo establecido (si- Al mismo tiempo que ataca
mular estar “a favor” del discur- al discurso desde el fuera del
so) para después destruirlo. discurso, el esquizofrénico nos
Cómo no apelar aquí a So- hace creer que hay un lazo so-
ren Kierkegaard quien en su li- cial posible. Es allí donde radica
bro “Sobre el concepto de ironía” su ironía.
(1841) escribe: “Lo que hace que
Las lecciones de la psicosis

Aun | 96
› Martín Alomo, Carolina Zaffore y Gonzalo López
La presentación de enfermos considerada como un dispositivo analítico

Notas

1. Cf. Foucault, M. (1973) El poder 7. Presentación realizada en el


psiquiátrico, Akal, Buenos Aires, Hospital Braulio Moyano, el día
2005. 27 de junio de 2012, conducida
2. Nos referimos a la tesis de Doc- por uno de nosotros. Luego, los
torado de uno de nosotros, ac- encargados de coordinar la acti-
tualmente en etapa de elabora- vidad “también autores de este
ción. Su título: “El dispositivo de trabajo” presentamos los resul-
presentación de enfermos con- tados de la experiencia, parte de
siderado como un dispositivo los cuales constituyen el presen-
psicoanalítico”. te artículo, en el espacio de “Los
3. Freud, S. (1886) “Observación lunes del FARP”, el 2 de julio del
de un caso severo de hemi- mismo año.
anestesia en un varón histérico”. 8. Lacan, J. “Respuesta al comen-
En Obras completas, Amorrortu, tario de Jean Hyppolite sobre la
Vol. I, Buenos Aires, 1992, pp. Verneignun de Freud”. En Escri-
23-34. tos 1, Siglo XXI, Buenos Aires,
4. Jones, E. (1961) Vida y obra de 1988.
Sigmund Freud, Anagrama, Bar- 9. Lacan, J. (1971) “Respuestas
celona, 1981. a estudiantes de filosofía”. En
5. Mannoni, M. (1979) La teoría Otros escritos, Paidós, Buenos
como ficción, Crítica, Barcelona, Aires, 2012.
1979. 10. Kierkegaard, S. (1841) Sobre el
6. Miller, J.-A. (1977) “Enseñan- concepto de ironía, Trotta, Ma-
zas de la presentación de enfer- drid, 2000.
mos”. En Matemas I, Manantial,
Buenos Aires, 1986, p. 164.

Las lecciones de la psicosis

Aun | 97
LAS LECCIONES DE LA PSICOSIS

› Colette Soler

Mi título no tiene sentido la enseñanza de Lacan nos per-


sino a partir de la enseñanza de mite extraer de la psicosis. Retu-
Jacques Lacan. En efecto, es él ve tres: sobre lo que es la liber-
quien nos ha enseñado a reco- tad, sobre lo que es estar sujeto
nocer en la psicosis, junto a la al lenguaje y sobre la escritura.
neurosis y a la perversión, una
de las configuraciones del des-
tino de todo ser hablante, es de- El hombre libre
cir de un ser que lleva la marca
del lenguaje. Por cierto, Freud Comienzo por la primera, la
mismo se interesó en la psico- más paradójica. Es de aquel,
sis, particularmente en Schre- que durante tanto tiempo ha
ber, pero con una posición casi sido designado como el aliena-
inversa a la de Lacan. En efecto, do, que puedo decir: es el hom-
Freud cree reencontrar en la psi- bre libre. Si se piensa en todos
cosis los complejos de la neuro- esos casos de psicosis crónicas
sis, eminentemente lo que llama y deficitarias que pueblan los
el complejo paternal, con la dife- hospitales o que vagan por la
Las lecciones de la psicosis

rencia de que la psicosis lo pon- calle, si no se olvida la gran va-


dría en evidencia, a cielo abierto, riedad de figuras de la psicosis
mientras que en la neurosis está que van desde la discapacidad
reprimido y debe ser interpreta- social hasta el genio, se entien-
do. Es como si en el fondo la psi- de que la libertad pueda ser más
cosis confirmara lo que el análi- ruinosa que prometedora. Tomar
sis de las neurosis reveló. Para en consideración este hecho po-
Lacan, al contrario, la psicosis dría ya ser un remedio a la con-
se caracteriza por fenómenos y cepción siempre muy idealizada
una causalidad que le son pro- que nos hacemos de la libertad.
pios, y que permiten divisar lo Pero, ¿qué es esta libertad de la
que la neurosis no revela en nin- que Lacan ha hecho acreedor
gún caso, analizada o no. Se tra- al psicótico y que falta al neu-
tará entonces de lecciones que rótico? Que le falta al punto de
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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

que sueña con ella, que siem- tar cómo. Esta imposibilidad es,
pre imagina que algún otro quie- además, la condición del análi-
re someterlo, y que se muestra sis. Cito la reseña sobre La lógi-
muy puntilloso con lo que podría ca del fantasma: “La imposibili-
inmiscuirse en su reivindicación dad experimentada del discurso
de autonomía. pulverulento es el caballo de
El análisis revela que la liber- Troya por donde vuelve a entrar
tad que falta al neurótico se sitúa en la ciudad del discurso el amo
a nivel del decir, no es libre de que allí es el psicótico”. No hay
decir cualquier cosa, aun cuan- ciudad que no sea del discurso,
do se lo invita a eso. No se pue- evidentemente, pero ser sujeto
de decir cualquier cosa, pero de un discurso es caer bajo el
es necesario y hay que decir- golpe de una limitación a la que
lo,1 dice Lacan en L’étourdit. Es el psicótico escapa. El resultado
extraño, si se piensa en que la de esta limitación es que la pa-
combinatoria posible de los ele- labra de los sujetos no es alea-
mentos de lalengua es casi infi- toria, está lastrada. El hablante
nita. Preciso que se trata del de- no es una computadora que po-
cir no solamente de los dichos, dría ser programada para pro-
que pueden variar mucho se- ducir una multiplicidad de frases
gún las capacidades de inven- aleatorias. Hay muchos estra-
ción de cada uno, sino de un tos de las formulaciones de La-
decir único que se impone en to- can sobre este punto. Desde el
dos esos dichos y que los coac- sujeto amarrado a lo que él lla-
ciona. La imposibilidad de decir ma una identificación última en
cualquier cosa es lo que hace “La dirección de la cura”, o más
que el discurso de cada uno, la tarde causado por un objeto que
asociación libre particularmente, es el riel por donde viene al plus
haga disco, disque court-cou- de gozar la demanda a interpre-
rant.2 Pero este decir no hay que tar,3 hasta la unaridad de sintho-
concebirlo tampoco como sien- me que comenté en mi último
Las lecciones de la psicosis

do de una naturaleza puramen- curso.


te verbal, puesto que es quien Entonces, la libertad del psi-
preside la regulación del deseo cótico es la de un sujeto que
y de los goces. La temática es está “fuera de discurso”, fue-
explícita en L’étourdit y se vuel- ra del discurso que hace la ciu-
ve a encontrar en la época del dad –pero no fuera del lengua-
nudo borromeo. “Imposibilidad je–. ¡En la ciudad el psicótico
del discurso pulverulento…”, es amo! ¡Cuidado!, la tesis no
salvo para el psicótico. El discur- se aplica solamente a las figu-
so pulverulento, por supuesto, ras eminentes de la psicosis. Es-
es aquel que justamente puede tas figuras existen, ya sea en el
decir cualquier cosa y que en- campo de la política, de la lite-
tonces también goza sin impor- ratura, del arte, digamos de la

Aun | 100
› Colette Soler
Las lecciones de la psicosis

cultura en general, y sería una la pregunta: ¿mártir del incons-


tentación leer esta frase como si ciente lenguaje o del inconscien-
dijera que la psicosis predispo- te lalengua? Mártir quiere decir
ne a ser amo de la ciudad. No es que soporta, que padece, pero
lo que la frase dice. No es amo que por esto es testigo privile-
de la ciudad, es amo en la ciu- giado de lo que lo agobia.
dad, puesto que no está someti- Paso un instante por los fenó-
do a las regulaciones del discur- menos del lenguaje tan conoci-
so, del lazo social que nos hacen dos de la psicosis. Los clasifico
a todos esclavos. Es cierto de fi- en dos categorías: los fenóme-
guras eminentes como las de un nos de lenguaje y los fenóme-
Van Gogh, de un Rousseau, de nos de palabra, ya que evoqué
un presidente Wilson –tomo fi- al principio los fenómenos del
guras bastante alejadas para ser fuera de discurso. Los primeros
sustraídas de la discusión–, pero hay que ponerlos a cuenta del
es cierto también del paciente lenguaje en lo real. Lacan dio
crónico del hospital psiquiátrico la definición de estos desde la
que no puede mantenerse en el “Cuestión preliminar…”: el sig-
lazo social, que es puesto bajo nificante está en lo real –a dis-
curatela, o bajo un chaleco me- tinguir del significante en lo per-
dicamentoso a falta del chaleco cibido– cuando se impone bajo
discursivo. la forma de cadena rota, sustraí-
Aquí está quien tendría que do a la relación binaria S1S2.
poner esta noción de amo en Entonces, está fuera de senti-
su justo lugar, y aun precaver de do, en tanto que es la cadena la
la idealización. Si es amo, no se que produce el sentido. Las ma-
trata del amo del discurso del nifestaciones más notorias del
amo, que además es un some- lenguaje en lo real son conoci-
tido al significante amo. La liber- das: desde la alucinación verbal
tad de la psicosis no es cierta- en lo que se ha llamado “auto-
mente un modelo, sino que nos matismo mental” y de la que
Las lecciones de la psicosis

enseña sobre la función del dis- Lacan dio un paradigma con la


curso como lazo social ordena- alucinación “Marrana”, signifi-
do por un semblante, sin el cual cante en lo real, cortado del yo
no hay cohabitación pacífica en- de la enunciación; hasta el dis-
tre los seres hablantes. curso impuesto, a veces conti-
nuo, particularmente bajo la for-
ma del comentario de actos. En
Mártires del lenguaje este caso, se percibe que es la
heteronomía del discurso del
Paso a la segunda lección. Otro lo que se manifiesta en lo
Es del hombre libre del que La- real, y que aparece a flor de piel
can dice también que es un már- en el fenómeno.
tir del inconsciente. Se impone

Aun | 101
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

Es a propósito de la psicosis frase tiene que tener una dura-


que Lacan comenzó a acercar- ción limitada?
se a la estructura de lo que nom- Habría que tomar también
bra al final “el inconsciente real”, aquí a la holofrase, de la que La-
hecho de elementos lenguaje- can habló de manera muy sucin-
ros, fuera de sentido. Excepto ta, demasiado sucinta. La holo-
por el hecho de que, marco de frase es otra presentación de un
entrada la diferencia, el fuera de Uno fuera de cadena, consiste
sentido del significante en lo real en hacer funcionar la cadena de
de la psicosis desencadena en los enunciados, simbolizable por
el sujeto la dimensión interpre- un S1-----S2, como un Uno, sin in-
tativa, es decir la certeza de un tervalo entre S1 y S2, decía el se-
sentido oscuro que le concier- minario 11. Lacan hablaba tam-
ne. Y cuando Lacan habla de la bién de una “prise en masse”.4
paranoia como de “la” psicosis Ahora bien, ¿qué es lo que
en singular, no calca la nosogra- condiciona el intervalo, en el
fía psiquiátrica sino que designa que el deseo del Otro que habla
todas las formas interpretativas puede ser cuestionado? Dicho
de la locura, digamos las formas de otra manera: ¿qué impide to-
trabajadoras –lo que deja a las mar al Otro en sus enunciados,
otras formas aparte–. sin más? Es la cadena de la re-
Ahora bien, por el lado de presión, lo que hace que a pesar
la palabra igualmente algo está de la algebrización con dos tér-
afectado. Piensen en las frases minos, S1 y S2, la cadena del len-
interrumpidas, o a la inversa, en guaje es siempre al menos tres
la incontinencia verbal de una –los reprimidos, esto es metafo-
palabra que aparentemente no rizados, están incluidos–. Enton-
es impuesta, sino que fluye sin ces, el sujeto holofrástico es un
discontinuidad. Dos fenómenos sujeto que repercute los enun-
que de hecho son fenómenos ciados del Otro tal y como son,
que podría llamar de “palabra es híper dócil en cierta medida
Las lecciones de la psicosis

rota”, donde se manifiesta una a las significaciones del Otro,


afectación del punto de capitón quien forcluye entonces la X de
de la significación, y que enton- la significación del deseo. Y es
ces, des-encadenan los signifi- sin duda lo que decide a la vez
cantes. Es evidente que la frase las “personalidades como si” de
interrumpida elide la caída signi- Hélène Deutsch, tanto como las
ficativa, pero el discurso incon- bobadas de ciertos débiles, y en
tinente también, que en sus fra- los dos casos es lo contrario de
ses sin fin pone de manifiesto al las psicosis interpretativas. Es
parásito palabrero. Es una pre- un híper normal, moldeado en
gunta esencial que Lacan evo- las normas del discurso, es por
ca justamente de nuevo en Aun, lo que Lacan pudo también de-
cuando pregunta: ¿por qué una cir “la psicosis, es lo normal”. Es

Aun | 102
› Colette Soler
Las lecciones de la psicosis

otra tesis que decir: la psicosis, desconoce la heteronomía del


la paranoia. lenguaje, puede incluso imagi-
Señalé que cuando Lacan nar que lo usa como una herra-
dice que el Uno encarnado del mienta de comunicación o de
inconsciente lalangue podía lle- expresión, respecto de la cual
gar hasta designar todo el dis- a veces se queja además de no
curso, implicaba una estructu- tener aptitud. No es el único en
ra próxima a la de la holofrase, o imaginárselo así en nuestra civi-
sea todo un discurso funcionan- lización. Lacan expresaba su es-
do como un Uno. Salvo que, en tupor al haber descubierto que
el caso general, marco aun la di- era también el caso del lingüis-
ferencia, no es el discurso nor- ta Chomsky, pero está también
mado del Otro lo que es tomado toda la ideología actual, que re-
como Uno, se trata al contra- conoce en el lenguaje una herra-
rio del Uno presidiendo a la uni- mienta condicionada por el ce-
dad de la cohabitación con la- rebro.
langue, como Lacan dice al final La psicosis, sin embargo,
de Aun, y entonces a una cons- debería enseñarnos, segunda
tante de goce singular, que de- lección, que el lenguaje es un
signa en 1977 con el término de chancro que imprime su marca
“unaridad”, podría agregar sin- en el hablante. Con la salvedad
thomatique o borromea. Se pue- que en la psicosis esta marca no
de escribir la estructura de esta es cualquiera. Estos sujetos son
diferencia. El Uno de la holofra- ciertamente perseguidos del len-
se excluye este significado que guaje, salvo que ahí tampoco no
es el sentido del deseo: es el lenguaje sino justamente un
lenguaje transformado, afectado
Holofrase: Uno, fuera de sen- de una desconexión, podría de-
tido [S1——>S2] cir de un desanudamiento que
sentidoo elimina la cadena significante. Al
mismo tiempo son testigos emi-
Las lecciones de la psicosis

No es ese el caso para el Uno nentes no solamente de la he-


del enjambre5 que determina “la teronomía del lenguaje, primer
unidad de la cohabitación de punto, sino también de la fun-
cada uno con lalengua”: ción del lenguaje sobre el vivien-
te, segundo punto.
Enjambre, Uno fuera de sen- En efecto, los fenómenos de
tido [(S1S1(S1] ——>S2))) lenguaje de la psicosis son so-
sentido lidarios de fenómenos específi-
cos a nivel de la regulación del
Para concluir sobre este pun- deseo y del goce. Para el prime-
to, se puede decir que el psicó- ro, el deseo, va de la abulia has-
tico es un perseguido del len- ta la voluntad inflexible, o sea de
guaje, mientras que el neurótico la ausencia de deseo hasta su

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

máxima rigidez, pasando por el de la psicosis en cuanto a la fun-


costado caótico de todas las for- ción de la letra y de la escritu-
mas de la inconstancia. Estas ra. Letra y escritura están liga-
tres formas son bien opuestas al das, pero hay que distinguirlas
deseo estable pero dudoso del conceptualmente. Si la escritura
neurótico. Estas formas especí- no es solamente depositar gra-
ficas del deseo se ilustran en los fismos sobre un papel, si es un
tres que he comentado, Pessoa, efecto de discurso, como lo afir-
Rousseau y Joyce. ma Lacan en Aun, cómo no es-
Con respecto al goce des- taría afectada en un sujeto fuera
localizado de la psicosis, ésta de discurso. Lo que se escribe,
muestra por el contrario en qué Lacan lo calificó de “erosión”,
medida la cadena lenguajera es canal, riel (son expresiones de
el aparato del goce y cómo su Lacan), erosión a nivel del signi-
desconexión modifica el goce. ficado. Entonces una traza, real,
En el caso general, es un apara- de eso que se formuló en un dis-
to que excluye la relación sexual curso, por ejemplo el analítico. Y
y que condena al exilio porque puede decir que en el análisis,
no produce más que Uno. Pero algo “cesa de no escribirse”. Es
este exilio de la unión no es ne- por el “que se diga”, ese famoso
cesariamente la suerte del psi- que se diga que abre L’étourdit,
cótico, miren a Schreber y sus que eso se escribe, no por la plu-
esponsales con dios por la me- ma del escritor, y escribir para el
diación del delirio. No es que el psicoanalista no es producir un
empuje a la mujer, solución pro- texto, un efecto en lo que es sig-
pia de Schreber, sea la salida de nificado del deseo o del goce por
todos los delirios de la psicosis. el texto de la palabra. En efecto,
Es más bien, y eso en todos los cuando un sujeto se “apalabra”
casos, el empuje a la excepción [apparole] como dice Lacan, a
lo que es la salida general. Las un discurso, del cual no es en
excepciones de goce no son ningún caso el autor, y apala-
Las lecciones de la psicosis

siempre ni grandiosas ni famo- brarse quiere decir que su pala-


sas, pero siempre están; puesto bra está ordenada por el térmi-
que son solidarias del fuera de no que ese discurso pone en el
discurso, solidarias entonces de lugar del semblante, cuando se
la libertad psicótica, que es tan a apalabra, su palabra entonces,
menudo ruinosa. lejos de romperse, hace disco,
disco más bien corto, de lo que
por su decir se escribe, cesa de
Lo que no se escribe no escribirse. En el discurso ana-
lítico lo que se escribe no es otra
Esto me conduce al tercer cosa que el Uno del “hay lo Uno”
punto, que voy a desarrollar me- lacaniano. El discurso pulveru-
nos detalladamente: la lección lento, que puede decir cualquier

Aun | 104
› Colette Soler
Las lecciones de la psicosis

cosa, que no está apalabrado a sentido apunta más bien a libe-


un discurso establecido, es pre- rarlo del parásito lenguajero, o
cisamente un discurso al que más bien a darle terreno al goce
falta la unidad del que se diga propio de lalengua.
y que está por lo tanto en falta Lacan se hace esta pregun-
de escritura, aunque fuese por la ta en referencia a Joyce, pero
multiplicidad de escrituras. So- puede extenderse a otros ca-
bre este último punto, tenemos sos, puesto que jugar con lalen-
la prueba por medio de los he- gua como materia fuera de len-
terónimos de Pessoa, y sobre el guaje, una materia a gozar, y no
primer punto es la prueba me- como vehículo de sentido, no es
diante Joyce, puesto que Finne- lo propio de Joyce. Pensemos
gans Wake, por ser un texto de en Roussel o en Artaud, para
escritor, no escribe nada de un quedarnos en la lengua france-
sentido único. Pulverulencia o si- sa. Lo propio de Joyce es otra
lencio de “lo que se escribe”. cosa, no es simplemente ese
No se puede sino estar impre- gusto por la letra fuera se senti-
sionado por el hecho de que esta do a tratar como un objeto lúdi-
falta de escritura va muy a menu- co que ilustra Finnegans Wake.
do a la par de un aumento de la Es que Joyce habría mostrado
pasión de las letras o de la letra, que es posible pasarse del pa-
idéntica a si-misma, como si la dre a condición de servirse de
desregulación del lenguaje que su función, que es una función
recordé, liberara o diera un me- sinthome, usando un decir de
jor acceso a la “motérialité”6 fue- nominación. A título de esto, Jo-
ra de sentido de lalengua. El len- yce es una excepción, aun entre
guaje propio de cada discurso sus pares de la literatura fuera
se hace de lalengua ciertamente, de sentido, porque logró produ-
pero la recubre también, la des- cir una suplencia al decir de no-
maternaliza y la hace olvidar. minación –y es una operación
¿El amor psicótico de la le- diferente a dejarse excitar por la
Las lecciones de la psicosis

tra no la vuelve a llamar a nues- letra–.


tra consideración? Es aun una
de sus lecciones: que más allá Texto traducido por Julieta De Battista
del desorden del lenguaje, está
el recurso de la letra fuera de lo
simbólico que no teniendo or-
den, no conoce el desorden.
Esta relación liberada a lalengua,
fascina al neurótico en la medida
en que está privado de esta re-
lación. Uno puede preguntarse
si este interés específico del psi-
cótico por la motérialité fuera de

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Aun • N˚ 3
Primavera 2012

Notas

1. [N. del T.: la frase también puede Paidós, Buenos Aires, 2012, p.
entenderse como “y hace falta el 531.
decir”] 4. [N. del T.: Literalmente “ tomar
2. [N. del T.: Para una mayor pre- en masa”]
cisión sobre las resonancias de 5. [N. del T.: La palabra francesa es
esta expresión en francés véase “essaim”, homofónica de S1]
la nota 2 y 3 de la traducción de 6. [N. del T.: Este neologismo que
“La tercera” publicada en Inter- introduce la autora conjuga
venciones y textos 2, Buenos Ai- “mot”, en francés “palabra”, y
res, Manantial, p. 73] “matérialité”, en francés “mate-
3. Lacan, J. (1973) “Posfacio al Se- rialidad”]
minario 11” en Otros escritos,
Las lecciones de la psicosis

Aun | 106
El psicoanalista, su escuela
EL ANALISTA-ANALIZANTE

› Matías Buttini

“Todo analista debería hacerse positivo que denomina “análi-


de nuevo objeto de análisis periódi- sis didáctico”. Digo desventaja,
camente, quizá cada cinco años, sin aunque puede ser y ha sido, una
avergonzarse por dar ese paso.” ventaja para mucha gente que
S. Freud, “Análisis terminable e hace años practica con esos es-
interminable”. tándares. Es historia vieja lo que
han hecho con los denominados
Estas jornadas nos proponen escritos técnicos freudianos.3 La-
un título conformado por dos tér- can, en este punto, como en tan-
minos que hay que situar: res- to otros, es tajante: han equivo-
puesta y consecuencias.1 El pri- cado la lectura. ¿Hay un modo
mero quiero desprenderlo del correcto de leer a Freud? Decir
problema de la formación del sí implicaría una posición hege-
analista; el segundo, es un efec- mónica que el discurso analíti-
to de esa transmisión. El analis- co excluye por estructura y que
ta responde con su acto, esto es pertenece más al amo o al so-
todo lo que tenemos hasta aho- berano. Decir no, podría implicar
ra. De este acto tenemos desa- que todas las lecturas son posi-
El psicoanalista, su escuela

rrollos enormes no sólo en La- bles y eso conlleva contradecir


can, sino también en Freud casi treinta años de la enseñan-
quien había capturado ya desde za de Lacan. En un momento
sus primeros casos de histeria crucial, que él llamó su excomu-
que el lugar del analista era una nión de la iglesia Universal de la
“x” difícil de aprehender.2 IPA, dice que “es falso que la in-
Más adelante en su descu- terpretación esté abierta a todos
brimiento, Freud se topa con el los sentidos”.4 Es falso, incluso
problema de la formación de los absurdo, dice, que todas las lec-
primeros psicoanalistas e inten- turas sean posibles. ¿Se trata de
ta resolverlo con la creación de que haya lecturas autorizadas?
la IPA, institución que tiene por Varios años después, una
desventaja desde su creación vez que Lacan nos dejó su le-
misma la autorización en un dis- gado –una escuela, una lectu-
Aun | 109
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

ra de Freud, una clínica orienta- dencia y es una dupla: el ana-


da por lo real y varias versiones lista-analizante. Todo analista
del final del análisis, entre tantos ocupa o ha ocupado, ha accedi-
otros aportes–, hemos sufrido do a ocupar primero el lugar de
una nueva crisis, que se puede analizante. Esto, creo, es propio
leer en un libro que deberíamos de nuestro campo, el que Freud
conocer todos los aquí presen- inaugura y que Lacan retoma
tes. Ese texto,5 es el testimonio, cuando dice: “El psicoanalista
la interpretación y la elaboración debe ser capaz, en su práctica,
escrita de los analistas que par- de presentificarse en todo mo-
ticiparon en esa crisis dentro del mento como el que sabe cuál es
movimiento lacaniano. Allí se ju- su propia dependencia respecto
gaba nada menos que la auto- de algunas cosas que en princi-
ría, en dos sentidos, el creador pio debió palpar en su experien-
de la obra, autor, y el autorizado cia inaugural.”6
a hacerla suya, autoridad. Este Esta cita establece esa ex-
rodeo no es ajeno a los que nos periencia inaugural que es el
reunimos hoy acá, y que como análisis propio, que tiene la ca-
comunidad nos autorizamos no racterística de advertir al analis-
sólo de nosotros mismos sino ta sobre su dependencia, prin-
también de algunos otros. cipalmente al inconsciente. Ese
¿Cómo sostener mi título, tan acceso a la experiencia queda
obvio? Los títulos, dijo Lacan en señalado en la terminología mis-
el seminario 5, hablando de la ma que Lacan le adjudica al que
salida del complejo de Edipo, Freud llamó el analizado. Lacan,
son siempre en potencia y se lle- que aplica su lectura sobre los
van debajo del brazo. En el acto, términos freudianos, lo re-bauti-
no hay título que valga como ga- za el analizante dándole el lugar
rantía. El título en nuestra profe- de trabajador del inconsciente.
sión se sostiene de una praxis. El analizante es el trabajador. Y
Es por eso que sostengo que el me sirvo de esto para localizar la
El psicoanalista, su escuela

psicoanálisis, como filosofía ¡por respuesta del analista más allá


suerte! deja mucho que desear. de su aplicación particular (in-
Porque se trata del deseo y de terpretación, corte, señalamien-
la autorización que ese deseo to u equívoco en cada caso y
puede ofrecer. Es por eso que cada vez). Es la respuesta del
no nos autorizamos en haber leí- dispositivo, término que provie-
do a Freud o a Lacan, nos auto- ne del latín disposîtus, que sig-
rizamos, sí y sólo sí, de algo que nifica, disponible. El analista, su
nace en una experiencia como acto, requiere de su destitución
única vía por la que el psicoana- como sujeto para dejar disponi-
lista en potencia puede llegar a ble ese lugar al que allí desplie-
mantenerse en su función. El tí- ga su demanda, su pedido, su
tulo de mi trabajo la pone en evi- padecimiento. Constituida esa

Aun | 110
› Matías Buttini
El analista-analizante

dupla y sostenida en el ejercicio tar a quedar en las cuatro pare-


de la transferencia, queda ofre- des endogámicas del consulto-
cído el diván al sujeto de la aso- rio. Allí es donde el analista da
ciación libre, como consecuen- un paso más allá del sí mismo
cia del acto analítico que cada y busca algunos otros interlo-
vez se renueva, en cada oca- cutores donde su palabra, ten-
sión, orientado por esta política ga efectos, en lo real. El analista-
de la oferta.7 analizante va al encuentro de lo
Así es como llego a propo- real, allí apunta su política don-
nerles un neologismo, produc- de constituye su comunidad y,
to de mis lecturas y formación, para ello, debe estar abierto a
que como tal, siempre es defor- otras lecturas. En palabras de
mación profesional. El neologis- Freud, el éxito de la tarea analí-
mo incluye dos palabras griegas tica “se asegura mejor cuando
que Aristóteles trabaja y que La- uno procede como al azar, se
can retoma: política y tyché. Lle- deja sorprender por sus virajes,
gué a este término que tuvo para abordándolos cada vez con in-
mí un efecto de sorpresa, de genuidad y sin premisas”.10 Úni-
creación: es la poli-tyché, que ca pólis donde el analista-no-di-
entiendo como la política del en- dacta puede realizar su praxis.
cuentro con lo real. Es la política Por último, entonces, paso a
del psicoanálisis, en tanto permi- la deformación del analista como
te al analista orientar su respues- consecuencia de la caída del
ta hacia el encuentro con lo no Otro-didacta y que, como dije,
pensado, con lo inesperado que le permite sostener su presencia
surge de la palabra del paciente en acto. Bicho raro el analista, ya
“del que allí es instrumento para que no se sostiene en dos pa-
que se opere algo que es la ta- tas como cualquier mortal sino
rea analizante.”8 en tres. Las de su formación que
Elijo la palabra política, en nunca termina, que debe reto-
su vertiente aristotélica, que nos mar cada vez, en cada caso, in-
El psicoanalista, su escuela

deja situar no sólo la dirección cluyendo por empezar, el suyo


de la cura sino que el trabajo propio. Estas tres, su análisis, la
del analista no es nunca en so- lectura de los textos y la práctica
litario. La palabra griega política del control, hacen a su respues-
nos dice que hay asuntos de los ta. Las pienso como tres opera-
ciudadanos, que no conciernen ciones de lectura y como tales,
a la decisión del Soberano-Otro sabemos que incluyen siempre
y que esa comunidad9 es la que al-menos-tres elementos: un tex-
debe tomar partido para consti- to, un lector y un autor. El texto
tuirse en una pólis. En esta co- puede variar (los dichos del ana-
munidad nos inscribimos para lizante, la obra de tal o cual y las
instaurar nuestras respuestas razones que da el analista de sus
que no apuntan ni pueden apun- actos cuando controla su po-

Aun | 111
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

sición). Lo que no varía son las que no está en función, es decir,


tres posiciones que quiero des- siempre que pueda interrogar-
tacar, ya que el analista, dije, no se sobre lo que el inconscien-
deja de deformarse en su acto, te le alcanza. No deja de ser un
cada vez y por ello, necesita de trabajador. Esta posición abier-
algunos otros que no sean sus ta, pienso, siempre es provecho-
pacientes. En este sentido, el sa ya que impide aquello que
analista puede formar parte de Freud denominaba la mecaniza-
tres pares, según el texto que allí ción de la técnica.11 Es en éste
se produce: analista-analizante sentido que su formación, la del
(cuando está en función), el ana- analista, no sólo no excluye su
lista-estudiante (cuando estu- posición de psicoanalizante y
dia los textos) y el analista-con- aquello que obtiene de situar-
trolante (cuando supervisa su se como tal cuando bien le ven-
acto). Si estas tres operaciones ga sino que hace a su respues-
de lectura poseen para nosotros ta, es decir, a su política. Queda
carácter de necesario es porque la pregunta sobre cómo articular
de ellas recortamos la respuesta la escuela y su formación con la
propia del psicoanalista. La du- soledad del acto analítico en re-
pla analista-analizante estable- lación a su política de transmi-
ce que el analista puede usar de sión.
su posición analizante siempre
El psicoanalista, su escuela

Aun | 112
› Matías Buttini
El analista-analizante

Notas

1. Trabajo presentado en las jor- ceso represor”. Freud, S. (1909)


nadas “ALSur” de la Escuela de Cinco conferencias sobre psi-
Psicoanálisis del Campo Laca- coanálisis. En Obras completas,
niano. Junio de 2011. Buenos Aires, Biblioteca Nueva,
2. El desarrollo más conocido se 1999, p. 1545.
encuentra en el epílogo del Caso 8. Lacan, J. (1967-68) “El semina-
Dora. Cf. Freud, S. (1901) Frag- rio 15: El acto psicoanalítico”. In-
mento de análisis de un caso de édito.
histeria. En Obras completas, 9. “…quien no puede vivir en co-
Amorrortu, Vol. VII, Buenos Ai- munidad o que, por su autosu-
res, 1992, p. 104. ficiencia, de nada necesita, no
3. Han forcluído las indicaciones es parte de la ciudad sino, en
de los párrafos iniciales don- consecuencia, una bestia o un
de el autor aclara: “Obro bien al dios”. Aristóteles, Política, Losa-
presentarlas como unos ‘conse- da, Buenos Aires, 2007, p. 59.
jos’ no pretenderlas incondicio- 10. Freud, S. (1912) “Consejos al
nalmente obligatorias”. Freud, médico sobre el tratamiento psi-
S. (1913) “Sobre la iniciación del coanalítico”. En Obras comple-
tratamiento”. En Obras comple- tas, Vol. XII, op. cit., p. 114.
tas, Vol. XII, op. cit., p. 125. 11. “La extraordinaria diversidad de
4. Lacan, J. (1964) El seminario 11: las constelaciones psíquicas in-
Los cuatro conceptos fundamen- tervinientes, la plasticidad de to-
tales del psicoanálisis, Paidós, dos los procesos anímicos y la
Buenos Aires, 2007, p. 257. riqueza de los factores determi-
5. A.A.V.V. (2000) El psicoanálisis nantes se oponen, por cierto, a
frente al pensamiento único. His- una mecanización de la técni-
toria de una crisis singular, JVE, ca, y hacen posible que un pro-
Buenos Aires. ceder de ordinario legítimo no
6. Lacan, J. Mi enseñanza, Paidós, produzca efecto algunas veces,
Buenos Aires, 2006, p. 139. mientras que otro habitualmente
7. “…el conflicto psíquico que así considerado erróneo lleve en al-
queda establecido y que el en- gún caso a la meta”. Freud, S.
El psicoanalista, su escuela

fermo quiso evitarse con la re- (1913) “Sobre la iniciación del


presión, puede hallar, bajo la tratamiento”. En Obras comple-
guía del médico, una mejor so- tas, op. cit., p. 125.
lución que la ofrecida por el pro-

Aun | 113
TRES OBSERVACIONES SOBRE
EL ANALISTA CONSIDERADO
COMO RESPUESTA
› Martín Alomo

I. consecuencias, el analista-res-
puesta y sus consecuencias, en-
tonces. En este punto, diré que
La respuesta del analista y si aquel analista, el primero, el
sus consecuencias, el título que del genitivo objetivo, el supues-
esta vez nos convoca,1 abre por to agente de la respuesta frente
lo menos dos caminos. Por un a las demandas que recibe, res-
lado, si entendemos que se tra- ponde analíticamente, entonces
ta de la respuesta que alguien podríamos situar allí la primera
llamado analista ensaya fren- consecuencia que se puede ex-
te a quien le dirige una deman- plicar del siguiente modo: si al-
da, estaríamos en la lógica de guien, un analizado, recibe una
entender ese “del” como geni- demanda y logra maniobrar del
tivo objetivo, y el sentido sería: modo conveniente en un víncu-
la respuesta que da el analista. lo transferencial que lo toma por
Por otro, si hacemos bascular objeto, surge como primera res-
el “del” hacia el genitivo subjeti- puesta la posibilidad de un aná-
vo, “del analista” sería un atribu- lisis a partir de un primer precipi-
to de la respuesta: “la respuesta
El psicoanalista, su escuela

tado. Lo que decanta en tal caso,


del analista” considerada como lo que cae, lo que se escurre ha-
un particular tipo de respuesta cia abajo (hacia lo su-puesto) es
(como se dice en medicina “res- el advenimiento de un significa-
puesta inmune” o “respuesta in- do al sujeto, lugar que el analis-
flamatoria”, o como se habla a ta cuidará con su presencia: he
veces de “respuesta sexual”). aquí el primer esbozo de un su-
De acuerdo a esta segunda ver- jeto supuesto al saber que dis-
sión, propongo hoy –abusando tribuye las posiciones. Primer
de la cópula– que la respuesta lugar, primera respuesta, pri-
es el analista; por eso, el analis- mer analista-respuesta: el signi-
ta-respuesta me parece mejor. ficado al sujeto, que funciona-
En un segundo tiempo, te- rá como señuelo indicador de lo
nemos la consideración de las que el potencial analizante pre-
Aun | 115
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

tende obtener, ya que eso le fal- de la suposición de un significa-


ta, y cree que el Otro de la trans- do a la una-equivocación el pa-
ferencia se lo brindará, ya que ciente deviene analizante, es de-
parece que lo posee. Digo esto, cir, si emprende el camino de la
partiendo hoy del supuesto de asociación libre, el analista po-
que se trata de una lógica fálica. drá operar desde el lugar de re-
Ese objeto que al analizante presentante –la Vorstellung– de
le falta y el sentido que se liga aquello que divide al sujeto, ya
a él –continuando con el planteo como partenaire del sujeto divi-
de un inicio– consiste en la posi- dido del síntoma que para él y
bilidad de una significación enig- con él –es decir con el analista-
mática que comienza a mostrar significante– se estructura.
sus rostros en el despliegue de En el inicio, dos ejes de la
la cadena inconsciente. Y el ana- transferencia, libidinal y episté-
lista-respuesta funciona al me- mico, con al menos dos luga-
nos en dos ejes y desde dos lu- res –situables en el eje simbó-
gares: en primer término, como lico– para el analista-respuesta
aquel que toma sobre sí, inclu- entonces: analista-significado y
so guarda dentro, el objeto que analista-significante; el primero
concierne a la falta del analizan- ligado a la captura mutua, en la
te, digamos la vertiente agalmá- transferencia, de la significación
tica de la transferencia. enigmática por el analista ama-
En el contexto libidinal de la do y viceversa, como significado
transferencia agalmática cuyo supuesto a la una-equivocación
valor principal tal vez sea el de y como “significado al sujeto”; el
colocar el objeto en el campo otro, significante cualquiera que
del Otro, puede aparecer otro se articula al significante trans-
eje de la transferencia que dis- ferencial. Hasta aquí la presen-
pone de dos lugares para que tación del analista-respuesta en
advenga el analista-respues- sus dos aspectos, significado y
ta (dos lugares que de ningún significante.
El psicoanalista, su escuela

modo van de suyo). En primer


lugar, la suposición de un signi-
ficado en principio enigmático a
una formación inconsciente (lu- II.
gar que Lacan llama “significa-
do al sujeto”). Y no va de suyo En cuanto a las consecuen-
porque si al hablar, y aun al equi- cias, si la respuesta es el analis-
vocarse, el paciente no le supo- ta, es inesperada e imprevisible
ne un significado al equívoco, no en el nivel descriptivo. Los de-
hay razón para progresar en la talles, lo que clásicamente con-
distribución de lugares que pro- sideraríamos las contingencias
pone este eje simbólico de la del ser, son incalculables a prio-
transferencia. Luego, si a partir ri. Sin embargo, estamos en con-

Aun | 116
› Martín Alomo
Ii.

diciones de decir algunas cosas la necesidad de que haya princi-


que convendría saber para res- pios de cambio para las cosas.
guardar el lugar de eso que no O dicho de otro modo: en la ne-
se puede saber de antemano. cesidad de cambio, puede adve-
Cuando un paciente logra es- nir la contingencia de que esos
tablecer un vínculo transferencial cambios sean imprevisibles. En
con un analista, y cuando éste este sentido, el analista consi-
puede soportar eso sin entorpe- derado como respuesta tam-
cer demasiado el desarrollo de lo bién podría ser quien representa
que allí pueda ocurrir, no pode- y tiene a su cuidado el princi-
mos saber de entrada si ese pa- pio de cambio, como tal necesa-
ciente devendrá analizante, si po- rio para que algo nuevo ocurra.
drá y querrá servirse de ese que Este analista-respuesta sería del
lo escucha como de un analista. orden del guardián, del cuida-
Sin embargo, si ello ocurre, es dor, del protector (cuidador de
porque allí hay un lugar resguar- un vacío); a la vez que oquedad
dado, una posibilidad sosteni- necesaria para que algo resue-
da por el acto analítico que hace ne: un analista-caja de resonan-
lugar a la novedad contingente. cia de la palabra del paciente.
Por otra parte lo nuevo, sorpre- Primera consecuencia de esta
sivo, no podría saberse de ante- primera respuesta: que tal vez el
mano por cuestiones lógicas, a la paciente logre escuchar lo que
vez que por razones de la lógica dice con una resonancia y un es-
y sus adyacencias –me refiero a pacio propio (propio de eso que
lo que queda por fuera de la ló- dice). Este espacio que resultará
gica, y que sin embargo el análi- propio para eso que dice en los
sis se esfuerza por cernir a partir dichos del paciente, funcionará
de ella– no podría producirse si el como espacio intermedio, transi-
analista, con su presencia y con cional, ya que fundará la posibili-
su acto, no hace lugar a la posibi- dad de escuchar tras los dichos
lidad de lo imprevisto. eso que se olvida, dice Lacan en
El psicoanalista, su escuela

Este planteo encuentra apo- L’etourdit, es decir el hecho de


yo en algo que ya Aristóteles ex- que se diga.3 Si seguimos esta
plicaba en La Física.2 Si bien el idea, el analizante será una con-
tipo de causa azarosa conoci- secuencia operada sobre el pa-
do como tyche se inscribe en el ciente por el analista-respuesta-
campo de lo contingente en tan- caja de resonancia.
to inesperado y no programa- Luego, en ese lugar resguar-
do, las causas por azar (que in- dado por el espacio que ahue-
cluyen también lo autómaton) se ca la presencia del analista en la
insertan en el dominio de lo ne- llenura de los dichos, operación
cesario en tanto principios. Cau- que se pone en marcha al que-
salidad azarosa e imprevista, dar ubicado como receptor de
que sin embargo se inscribe en las demandas y de los fenóme-

Aun | 117
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

nos resistenciales del paciente, puesta, es decir un analista ini-


cuando éste se vuelve analizan- cial. Se trata de alguien que ha
te, un significante es promovido merecido ser consultado, que ha
desde ese lugar. Un significan- sabido ganarse el acercamiento
te no previsto, sino nuevo, que de la persona del paciente –tal
azarosamente produce un nue- como indica Freud a propósi-
vo efecto de sujeto. to de la iniciación del tratamien-
Una consecuencia de esta to–8 y que es capaz de soportar
promoción, el analista-significan- las expectativas –aun desmedi-
te, es la apertura del decir anali- das, confusas, incluso locas– de
zante: un decir que se sostiene quien le habla. Y ahora, en ese
de un acto, el del analista, que hablar, se ha producido una fil-
abre oídos nuevos en el pacien- tración (écoulement en francés,
te originario para eso que se dice sinónimo de laps).9 Este analis-
sin que quede demasiado claro ta del laps primero, analista de la
por qué, a quién, ni quién lo dice, filtración, de lo que se filtró a tra-
pero sin embargo se dice. vés del habla en un equívoco, in-
La metáfora de los “oídos augura un primer tiempo del su-
nuevos” tal vez parezca dema- jeto supuesto al saber, pero aún
siado concreta, incluso organi- está a la espera del significante
cista. Pero aparte de que no alu- cualquiera todavía por advenir,
do tanto al órgano sino a lo que yacente en un camino asociativo
se oye, ahora agrego que se tra- siempre tortuoso y a la espera
ta de unos oídos muy raros, ca- de ser escuchado. Este analista
paces de escuchar en el silencio de la filtración, del laps inicial, si-
voces que provienen del Otro, gue siendo el primero.
pero en el silencio que adviene Luego, si la tarea analizante
en los cortes, en las síncopas puede ser soportada, en el esp
del discurso del Otro que –como de la asociación libre, de la hysto-
observara Lacan– unas veces rización –sigo en esto la propues-
habla por boca del analizante y ta de C. Soler– surgirán nuevos
El psicoanalista, su escuela

otras, del analista.4 significantes que, alternativamen-


Colette Soler, a propósito del te –es decir como el Otro– harán
“Prefacio a la Edición Inglesa del las veces del S2, del saber in-
Seminario 11”,5 sitúa el laps men- consciente que resignificará pau-
cionado por Lacan en un equívo- latinamente al S1 del laps, has-
co primero, inaugural.6 Ese laps, ta desconsistirlo agotando sus
esa una-equivocación puede su- diferentes y proteicos valores,
poner un significado al sujeto, “por exhaución” ha dicho La-
esa s minúscula que Lacan ubi- can en más de una oportunidad.
ca debajo de la barra y antes del Analista-significante cualquiera
paréntesis en la “Proposición”.7 eventualmente, por momentos,
Allí, en ese laps y esa s minús- a intervalos, en el camino de la
cula, pienso hoy la primera res- hystorización.

Aun | 118
› Martín Alomo
Iii.

III. cualquiera. Ahora, en este tercer


momento, el del ICSR como letra
Si seguimos la propuesta de localizada, se trata de otro analis-
C. Soler, en su lectura del “Pre- ta, uno nuevo.
facio”, a propósito del pase ubi- Volviendo a la respuesta y
ca un tercer tiempo del algo- sus consecuencias, podemos
ritmo de la transferencia “que observar que paradójicamente
Lacan no incluyó en su Proposi- o no, las tres versiones del ana-
ción”, dice. Allí ubica el laps, una lista considerado como respues-
vez más, pero ya no al nivel del ta, cuya observación pongo en
significado al sujeto, sino de lo cuestión aquí, arrojan como re-
que llama ICSR, letras que alu- sultado en el final, es decir como
den a la noción de inconsciente consecuencia última, un ana-
real para no nombrarla. Aquí, en lista. Podemos anoticiarnos de
este caso, en el final, estamos a ello, de este tercer momento,
nivel de un analista-desecho y siempre y cuando haya pase, y
también deshecho, situados ya de ningún otro modo.
en ese inconsciente que, si real, Pero también es cierto que
“no soporta amistad alguna”. no sólo un analista es la conse-
De algún modo, un analis- cuencia última: un analista, sí,
ta primero, significado al sujeto pero también el testimonio de
y caja de resonancia, se alterna algunos significantes que des-
con un analista segundo, signifi- de la filtración inaugural, han de-
cante cualquiera que divide al su- cantado hasta el nivel de la letra,
jeto en el intervalo abierto en el y que sin poder saber de ante-
eje epistémico de la transferen- mano –el pasante– cuáles son,
cia. Deberíamos decir que este sin embargo le habrán permiti-
camino vendría a finalizar con un do al cartel del pase obtener de
tercer momento, localizable úni- ellos la convicción esperada.
camente si se suplementa el re- Para concluir estas tres ob-
corrido del análisis con la opción servaciones, al menos proviso-
El psicoanalista, su escuela

del pase. Allí, en los resultados riamente, en este encuentro so-


de este dispositivo, solamente en bre La respuesta del analista y
él y a posteriori del funcionamien- sus consecuencias, recuerdo un
to de todas sus instancias, con el comentario de Lacan en la “In-
dictamen del cartel del pase y troducción a la edición alemana
en la comunicación posterior de de los Escritos”. Allí, partiendo de
los testimonios de los AE, podre- que en el análisis no hay comu-
mos tomar conocimiento del ter- nicación sino suposición de un
cer momento, el de la des-con- saber inconsciente al ciframien-
sistencia del analista que había to, es decir sujeto supuesto al sa-
funcionado como significado de ber, señala que en el contexto del
la filtración primera, y también del amor de transferencia, ella se da
que vistió con ropajes circuns- en el analista “un partenaire que
tanciales el lugar del significante tiene chance de responder”.10
Aun | 119
Aun • N˚ 3
Primavera 2012

Notas

1. Trabajo presentado en las jor- 6. Soler, C. (2009) Lacan, ’incons-


nadas “ALSur” de la Escuela de cient réinventé, PUF, Paris, 2009,
Psicoanálisis del Campo Laca- pp. 46-50.
niano. Junio de 2011. 7. Lacan, J. (1967) “Proposición
2. Cf. Aristóteles, Física, Gredos, del 9 de octubre de 1967 sobre
Madrid, 1995, capítulos II y III. el Analista de la Escuela”. En Or-
3. Lacan, J. (1972) “L’etourdit”. En nicar? 1, op. cit., pp. 11-30.
Scilicet, No. 4, París, 1973, pp. 8. Freud, S. (1913) “Sobre la inicia-
5-52. ción del tratamiento”. En Obras
4. Lacan, J. (1964) El seminario 11: completas, Amorrortu, Vol. XII,
Los cuatro conceptos fundamen- Buenos Aires, 1996, p. 140.
tales del psicoanálisis, Paidós, 9. Robert, P. (1992) Le petit Robert.
Buenos Aires, 1987, p. 137. Dictionnaire de la langue françai-
5. Lacan, J. (1976) “Prefacio a la se, Hachette, Paris, 1992.
Edición Inglesa del Seminario 10. Lacan, J. (1973) “Introduction à
11”. En Ornicar? 1, Petrel, Barce- l’édition allemande des Écrits”.
lona, 1981, pp. 41-44. En Scilicet 5, Paris, Le Seuil,
1975, p. 16.
El psicoanalista, su escuela

Aun | 120
La Red Asistencial del FARP
ANALISTAS EN RED
POR TRANSFERENCIA DE TRABAJO

› Laura Salinas

“La intrusión del acto psicoanalítico el valor que puede cobrar la re-
se presenta bajo disfraces que lo unión de analistas alrededor de
degradan y lo desvían.” la práctica del psicoanálisis, de-
J. Lacan, “Equivocación del sujeto pende siempre del concepto de
supuesto saber”. sujeto y de acto analítico de que
se disponga.
Intentaremos reflexionar hoy
-luego de cuatro años de inten-
sa tarea- por qué un Foro como Las características de la
el nuestro, orientado por una Es- oferta de la Red-FARP
cuela de Psicoanálisis, elige con-
tar con una red propia de ana- Entre las características de la
listas que sostenga una oferta oferta, está el valor de los trata-
abierta a la comunidad. Es decir, mientos llevados adelante por
qué ganancia comporta esta de- psicoanalistas insertos en una
cisión y esta apuesta, tanto para institución que transmite y pro-
analizantes como para analistas. mueve la práctica del psicoanáli-
Uno de los principales senti- sis. De algún modo, la referencia
La Red Asistencial del FARP

dos que el Foro encuentra en te- para consultar, contiene desde


ner su propia Red, se sustenta el inicio algún tipo de suposición
en las características propias de sobre la oferta de un saber par-
su oferta que tiende a suscitar ticular.
demandas particulares. A par- Por otro lado, la oferta de la
tir de allí se abre para nosotros Red se viste en el modo en que
la oportunidad de investigar de estos psicoanalistas flexibilizan
un modo excepcional estas de- sus honorarios para volver posi-
mandas. ble los tratamientos. La libertad
El otro sentido fundamen- de tiempo y de honorarios para
tal, es la puesta a prueba de los acordar los tratamientos, sig-
efectos de la formación de los nifica para el consultante, una
analistas vinculados a una Es- apuesta diferente a la garantía
cuela de psicoanálisis ya que aplastante que ofrecen hoy las
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consultas en las obras sociales, tan un saber sobre su goce,


o sistemas de salud prepagos. pero que en esa misma opera-
Así, la economía de los con- ción, lo alejan del saber sobre
sultantes puede tomar un lugar ese deseo. Además, si el Dios
en sus modos de demandar, por que sabía ya no existe, la cien-
lo que puestas a trabajar, estas cia puede por momentos secun-
demandas permiten desplegar darlo… Este desencuentro de
desde su corazón mismo los sig- las demandas con el saber in-
nificantes en los que se encuen- consciente llevó a una serie de
tra fijado el goce del sujeto. movimientos en el dispositivo de
En las demandas particulares la Red, para dar una respuesta
que la Red suscita, vemos surgir analítica, que se expresa en las
los rasgos de época. Ciertas de- condiciones actuales de su ofer-
mandas ponen de manifiesto las ta.
estrategias que encuentra el su- En la intención de cuidar al
jeto actual para desencontrarse paciente para que no se per-
con el saber inconsciente. Re- diera en el tránsito de un espa-
cuperando la dimensión siem- cio al otro, la Red había acorda-
pre histórica del sujeto, evitamos do inicialmente un dispositivo
caer en la acusación melancóli- de funcionamiento que consistía
ca o quejosa de la época, que en que luego de la admisión, el
desoye la enseñanza freudiana analista llamaba al futuro anali-
sobre el malestar en la cultura. zante para acordar la entrevista.
Señalamos entonces, que el Esta dinámica, nos llevó a revi-
deseo de no saber es estructu- sar el dispositivo e interrogarnos:
ral al sujeto humano, mientras ¿cómo el sujeto podría compro-
que el amor al saber -que lo ha meterse con el hallazgo de un
acompañado en vastos períodos saber que aún desconoce? ¿En
históricos- hoy parece haber caí- qué medida podría comprome-
do en desgracia. Por lo tanto, el terse a demandar por un sínto-
sujeto asfixiado por la época de ma que lo aqueja, pero que tam-
La Red Asistencial del FARP

la inmediatez o consumido en la bién lo sostiene, si el saber que


alienación de un saber-mercan- causa ese síntoma es lo que me-
cía, es decir, de un saber cuyo nos puede llegar a atisbar?
valor reside en su capacidad de La subversión que Lacan pro-
producir dinero, ¿en qué saber pone a la lógica del mercado -la
podría apoyar su demanda de que enseña que a mayor oferta
curación? menos demanda- es que la ofer-
El mundo pretenciosamente ta preceda a la demanda. Las
global del capital que se expan- consecuencias de que en psi-
de como puede con tecnología coanálisis la oferta preceda a la
y plusvalía, se sirve del deseo in- demanda, pueden naufragar en
consciente del sujeto para ha- una lectura imaginaria del pedi-
cerle consumir objetos que por- do de análisis. Si el consultante

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› Laura Salinas
Analistas en red por transferencia de trabajo

está dispuesto a pagar, suele ser campo del saber absolutamen-


más por la creencia de hallar en te nuevo para el sujeto, el de la
el analista a quien pudiera ga- equivocación del Sujeto supues-
rantizar su fantasma trastabilla- to al Saber.
do, o devolverle una razón per-
dida o cuestionada.
Para hacer ingresar al suje- Cómo se da forma el analista
to por la puerta del análisis, es
necesario entonces cuidar la Así, mientras la Red es una
demanda ya que es ella la úni- oportunidad de investigar la
ca oportunidad para que el sa- constitución del Sujeto supues-
ber del deseo inconsciente pue- to al Saber, de un modo toda-
da adquirir una textura palpable. vía más potente, la Red es una
Esta lectura nos permitió una oportunidad para interrogar
nueva estrategia: luego de la pri- cómo opera el acto del analis-
mera entrevista, se hace lugar al ta, para que ese saber pueda
tiempo -siempre borde de una constituirse. Éste es un aspec-
erótica- que el sujeto -y no el con- to crucial, que aparece articula-
sultante- necesite para poder “lla- do necesariamente a la posición
mar”, de modo que “reaparezcan de una Red inmersa en una co-
los significantes en que su frus- munidad de analistas orientados
tración está retenida”1. hacia una Escuela de Psicoaná-
Otro tipo de demandas actua- lisis.
lizan la forclusión del sujeto apo- La soledad en la que el ana-
yadas en el discurso amo que se lista siempre cobra existencia
viste de biopolítica aspirando a como consecuencia de su acto,
controlar biológica o políticamen- no se amortigua por la unión en
te el padecimiento. Así, el saber Red con otros analistas. Sin em-
del sujeto suplantado por el de la bargo lo que la Red-FARP man-
psiquiatría, encuentra en el fun- tiene como distintivo, por detrás
damento genético u orgánico la de su oferta, es la transferencia
La Red Asistencial del FARP

causa del malestar, aceptando su de trabajo entre analistas, cons-


destierro por la vía de la medica- tituida para interrogar a poste-
ción o el adiestramiento. El dis- riori las consecuencias del acto.
curso universitario suele ser uno Se trata del saber supuesto en la
de sus más fieles socios… aun- práctica de los pares que ofre-
que puesto a trabajar. cen su testimonio clínico, para
La Red-FARP, por las carac- escucharse o para recibir la lec-
terísticas de respuesta y trabajo tura de la enunciación que pue-
con la demanda, es una oportu- de advenir en esas reuniones.
nidad singular no sólo para pro- No es poco, o más bien es
ducir, sino para investigar de mucho, sobre todo si pensamos
qué modo analizante y analista que presenciamos un momento
dan nacimiento cada vez a ese histórico del psicoanálisis, don-

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de no todos los que lo practican morado del acto-, en el sentido


perciben los alcances de esta de tomar posición para localizar
política para su propia forma- lo mínimo, lo pequeño de sus
ción, y prescinden del lazo con formas, sin reparar en los títu-
las instituciones psicoanalíticas. los o credenciales que el analis-
La Red implica así, una prác- ta que lo relata porta.
tica orientada hacia la Escue- Esta ética permite desnudar
la por mantener en su horizonte los disfraces del narcisismo de
la formación del analista que es un analista que se cree siempre
sustentada en el cuestionamien- analista: el Rey está loco no por
to a la garantía dada desde afue- serlo, sino por creérselo. Pero
ra a su acto, y que asume en su por qué no, también al analista
camino la política de que dicha que cree que analistas siempre
formación se rija por cómo se da son los otros. En una posición
forma un analista cada vez y en de analista o no analista de an-
el caso por caso. temano, no hay lugar para la in-
En la medida en que el acto trusión del acto.
intrusa, no pide permiso, su tem-
poralidad no responde a la li-
nealidad de lo que se sabe pre- Notas
viamente. El acto engendra un
saber nuevo sorprendiendo a 1. Lacan, J. (1958), “La dirección
analista y analizante, pero un de la cura y los principios de su
analista será aquel capaz de leer poder”. En Escritos 2, Siglo XXI,
las implicancias de ese acto. Buenos Aires, 2008.
En ese sentido, Gabriel Lom-
bardi, como asesor clínico de la
Red desde su comienzo en el
año 2008, ha funcionado como
un erastés -como amante ena-
La Red Asistencial del FARP

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Libros
DIXIT
Bianuario del Colegio Clínico del Río de la Plata
2011-2012

Buenos Aires, Letra Viva, 2012.

Dixit recoge elaboraciones par de esta iniciativa, autorizán-


realizadas a lo largo del período donos a traducir y publicar una
2011-2012 por los enseñantes conferencia suya sobre un tema
del Colegio Clínico del Río de que no ha perdido actualidad.
la Plata.1 Son textos bastardos, Finalmente unas palabras de
a mitad de camino entre la pre- reconocimiento a todo el equipo
sentación oral y lo escrito, pero de Enseñantes, un grupo de tra-
que recuperan un modo vivo de bajo que no retrocede ante la im-
producción y trasmisión del psi- posibilidad de la trasmisión del
coanálisis. Además, funcionan psicoanálisis y que desarrolla
como testimonio de un traba- su tarea paso a paso, agregan-
jo sostenido a lo largo del tiem- do a su enorme carga de ocupa-
po, una apuesta que se renueva ciones la de colaborar con esta
cada año. publicación de la que, estima-
Asimismo, esta publicación do lector, esperamos que Usted
tiene por objetivo fijar ciertas pueda beneficiarse tanto como
conceptualizaciones, lo que per- nosotros al producirla.
mitirá que se la utilice como bi-
bliografía en el futuro. Los temas
que la habitan son de actuali- Gabriel Lombardi
dad y de una fuerte intención clí- Pablo Peusner
nica. Por otra parte, hay en ella Carolina Zaffore
un destacado espacio dedicado
a los temas referidos a la Escue- Nota
la de Psicoanálisis, partiendo
de un esfuerzo por acercarles a 1. El Colegio Clínico del Río de la
nuestros Cursantes las preocu- Plata es un dispositivo de ense-
Libros

paciones que orientan nuestra ñanza del Foro Analítico del Río
de la Plata, Buenos Aires, Ar-
posición ética y política.
gentina. Es parte de las Forma-
Queremos agradecerle pro- ciones Clínicas del Campo Laca-
fundamente a la Dra. Colette niano.
Soler el haber deseado partici-

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LA HISTÉRICA Y SU SÍNTOMA
de Marcelo Mazzuca

Buenos Aires, Letra Viva, 2012.

Este libro enseña que hacer la clínica misma del psicoanáli-


clínica no se reduce a hablar de sis surge y se sostiene en una
pacientes ni a realizar simples operación que implica siem-
comentarios ilustrativos; y fun- pre un trabajo de lectura sobre
damenta que el uso del caso tie- la experiencia”. Para dar cuenta
ne una función constructiva para de esta operación, su perspec-
el psicoanálisis, no sólo porque tiva no es menos decidida: el
permite destacar obstáculos en caso clínico en cuestión –el tra-
el curso de un tratamiento –para tamiento de Elisabeth von R.– se
dar cuenta de los cuales se re- escande en función de diversas
quiere de la formulación de ope- posiciones que ocupa el saber
radores (transferencia, interpre- en el curso de la cura. De este
tación, etc.)–, sino porque es la modo, la producción lacaniana
lógica misma de la dirección de de la noción de discurso le ofre-
la cura la que en este punto im- ce mucho más que una estrate-
porta deslindar. gia de interpretación del historial
Asimismo, este libro enseña freudiano, al instanciar un instru-
que la construcción de un caso mento de lectura que delimita el
clínico es un modo de dar cuen- movimiento de la cura incardina-
ta de una política del psicoaná- da en una dirección concreta: la
lisis, por la que alguien se au- puesta en marcha del dispositi-
toriza a apostar a la pertinencia vo analítico como forma de res-
de la posición de analista. Mar- puesta a un padecer y el recorte
celo Mazzuca asume esta orien- del síntoma como brújula del tra-
tación cuando afirma que este tamiento.
texto debe ser entendido como
“un ejercicio clínico, presentado
Libros

con la firme convicción de que Luciano Lutereau

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LOS USOS DEL JUEGO
de Luciano Lutereau

Buenos Aires, Letra Viva-Farp, 2012.

Este libro de Luciano Lute- ternancia de los jugadores que


reau alcanza los niveles estéti- supone jugar “por turnos” intro-
cos y pulsionales del juego y se duce la dupla significante y su
convertirá en un estímulo para valor temporal de un modo sen-
todos los que desde diversas cillo; pero además esos juegos
posiciones nos encontramos en reglados incorporan un tablero
situaciones lúdicas o que, como y una distribución espacial par-
reza su título, debemos usar el ticular, con diversos efectos so-
juego. Lutereau logra un desa- bre la dimensión del espacio y
rrollo que ilumina una experien- su articulación en el sujeto. Ga-
cia que para algunos de noso- nar, perder o empatar abren
tros es absolutamente cotidiana, otras posibilidades –ya no bina-
porque no hay juego sin pérdida rias– y enriquecen los resultados
y sin resto, y esto es sabido des- posibles… Así se descubre que
de mucho antes de la aparición un partido de ludo puede ser el
del psicoanálisis. mejor de los test para establecer
El juego aporta la posibilidad un diagnóstico de la posición de
de la personificación, proyec- los jóvenes analizantes ante el
ción e identificación, pero tam- lenguaje. Y qué decir de los cir-
bién la posibilidad de producir cuitos pulsionales que están en
un relato, articulando diversas juego en la actividad lúdica, la
posiciones y permutaciones sig- ganancia de placer y la elabo-
nificantes en un intento por cer- ración de diversos afectos… A
nir algún real. Así podría ha- estas cuestiones se dedica este
blarse de un valor ético para el ensayo de Luciano Lutereau sur-
juego. Por supuesto que el jue- gido de un seminario dictado en
go reglado aporta nuevos be- tres encuentros en el Foro Analí-
Libros

neficios: desde la incorporación tico del Río de La Plata.


en el sistema de un tercer lugar,
el lugar de la regla o de lo que
en álgebra lacaniana escribimos Pablo Peusner
con la letra A mayúscula. La al-
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LA ELECCIÓN IRÓNICA.
ESTUDIOS CLÍNICOS SOBRE
LA ESQUIZOFRENIA
de Martín Alomo

Buenos Aires, Letra Viva, 2012.

La opacidad característi- Aquí es donde Martín Alo-


ca del lenguaje esquizofrénico mo nos entrega las conceptua-
pone en evidencia que el lazo lizaciones más novedosas que,
social y la transparencia que creo, se han hecho sobre la es-
todo discurso establecido su- quizofrenia hasta el día de hoy.
pone al lenguaje, no son más Porque luego de ubicar las co-
que una ilusión. La elección iró- ordenadas subjetivas de la po-
nica esquizofrénica nos muestra sición irónica, se ocupa de pen-
un uso del lenguaje que rompe sar ¡la posición del analista en la
con el principal fundamento del esquizofrenia! Una verdadera lo-
lazo social que consiste en ubi- cura, se podría decir. ¿Cómo ha-
car la consistencia lógica en el bría posibilidad de una transfe-
campo del Otro. Dicha elección rencia en pacientes que, como
denuncia que todo discurso sólo dice Freud, han resignado la in-
es semblante justamente al ata- vestidura de objeto? ¿No es la
car los semblantes discursivos. ironía esquizofrénica un fenóme-
Así, quienes escuchamos al es- no que deja afuera al Otro de la
quizofrénico quedamos despro- transferencia?
vistos de la protección que el Martín Alomo da un paso gi-
semblante nos provee frente a gante con este primer y exitoso
lo real; quedamos “en ridículo” intento de sistematización, basa-
podría decirse, porque ya no po- do en las referencias que gran-
demos sostenernos en una posi- des maestros, como Freud y La-
ción de saber, por ejemplo, sino can, nos legaron.
que más bien, reina en nosotros
Libros

la incertidumbre, el desconcierto
y la propia división. Gonzalo Javier López

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