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CAPITULO I: EL CONTEXTO SOCIAL DE LA ACTIVIDAD DE LAS

AGENCIAS

Sumario

a.- Intermediarios imprescindibles


b.- El eje Norte-Sur: dependencia económica, dependencia
informativa y NOMIC
c.- Intereses generales versus intereses nacionales
d.- Ciudadanos del mundo, desnacionalización de las agencias
e.- Credibilidad e independencia económica.
f.- El “achique de espacios” de las agencias
g.- Los retos del mercado.

a.- Intermediarios imprescindibles

Al comienzo del siglo XXI, cuando se anuncia la llegada de la era del conocimiento
como un peldaño superior de la Sociedad de la Información, las agencias siguen
distribuyendo dos terceras partes de las noticias publicadas en todo el mundo.

Este único dato –y mucho más cuando va acompañado de otras referencias, de


similar peso, que serán analizadas a lo largo de este documento- puede servir
como emblema de un hecho objetivo: su papel sigue siendo determinante en el
mercado de la información.

Ninguna de los grandes cambios habidos en los procesos editoriales ha quebrado,


hasta ahora, su rol: ni la transformación de los hábitos de información por parte
del público que ha traído Internet, en el que la profusión de lo instantáneo se
conjuga con la eliminación de las distancias geográficas; ni los procesos de trabajo
de los periodistas, cuyas posibilidades de acceso a las fuentes se han multiplicado
exponencialmente; ni tampoco el desarrollo global de los grandes grupos
multimedia.

Esos cambios alteran en alguna medida su papel de intermediario entre los hechos
y su difusión, pero su importancia para la credibilidad del sistema se mantiene al
mismo nivel que en el pasado.

Cuanto mayor es la accesibilidad de la información para el público y mayor la


saturación de contenidos en la red global, se hace más evidente la necesidad de
fiabilidad de las noticias. Al tiempo que se trivializan o exageran los problemas del
mundo, se fortalecen los deseos de rigor de los ciudadanos. El resultado es que,
también hoy, la credibilidad se sigue asociando al marchamo de las empresas que
iniciaron su trabajo como agencias de prensa hace 150 años, las mismas marcas
acreditadas que suministran noticias, en todos los formatos, a los medios actuales
de todas las tendencias y países.

Las agencias son las encargadas de distribuir un flujo noticioso que llega al
ciudadano a través de los diversos medios de comunicación: de ahí que su
actividad principal se siga identificando con el papel de los mayoristas, un rol
sobre el que pivota su negocio principal. Es lógico: con cada nueva tecnología,
surgen nuevos soportes para transmitir mensajes pero siempre es necesario
alguien que garantice una cobertura equilibrada de lo que ocurre en el planeta.
Ese alguien son las agencias y su labor es, esencialmente, de mayoristas. Aunque
ello no impida que, cada vez más, se vean abocadas a abastecer directamente las
demandas minoristas de información nacidas entre profesionales y particulares.

El trabajo de las agencias se caracteriza por la objetividad y neutralidad de su


mensaje. Su producto es información en estado puro, preocupado sólo por los
hechos y los protagonistas, el acontecer diario contado en tiempo real con un
lenguaje plagado de sustantivos, sin adjetivar, sin opinión. Pero, aunque la
imparcialidad y el rigor son atributos que forman parte del imaginario de todas las
agencias, su práctica está asociada a una determinada cosmovisión -anglosajona,
árabe, latinoamericana o asiática- que planea por encima de la neutralidad de sus
redactores. El producto de su trabajo está ligado, como no podía ser de otro modo,
a elementos culturales y lingüísticos que condicionan su mirada.

Su forma de ver la realidad y su forma de contarla, sigue estando conectada, en


una buena medida, a su origen nacional. Y eso significa que la historia de las
agencias más importantes del mundo –la norteamericana Associated Press, la
británica Reuters y la francesa France Presse o la española EFE- ha transcurrido
pegada a la historia de sus países. Cada una de ellas mantiene una posición
diferente que les lleva a poner el foco en aquellos acontecimientos y aquellas
perspectivas que interesan a las comunidades en donde se asientan. Su enfoque
condiciona su despliegue de redes y medios por el mundo, más intensa en un
espacio, menos en otro.

Mark Twain afirmaba a comienzos del siglo XX, con una cierta ironía, que «sólo hay
dos fuerzas que puedan iluminar todos los rincones del globo: el sol en los cielos y la
Associated Press aquí en la tierra». Setenta años más tarde, Stanley Swinton,
vicepresidente de Associated Press, que asistía a una reunión de dirigentes y
periodistas preocupados por el papel de las agencias, tomó al final la palabra y
dijo: «Señores. ya lo tengo claro. Veo un mundo en el que podrán desaparecer los
periódicos. las revistas y hasta los libros. Todo estará al alcance de un botón en el
cuarto de estar. Pero alguien tendrá que suministrar la información a todos esos
nuevos medios, y ese alguien es la agencia de noticias. Definitivamente, no hay otra
salida».1

Probablemente será así por mucho tiempo. O lo será, al menos, para Associated
Press y algunas de las otras grandes agencias, aunque eso no signifique que la
mayoría de ellas consiga mantener su lugar al sol. Porque es muy probable que el
statu quo actual, basado en un equilibrio y un reparto de mercados territoriales, se
rompa definitivamente, o que la pérdida de espacio como resultado de un
conjunto de fuerzas que las constriñen, termine por debilitar a muchas de ellas
hasta propiciar el agotamiento de su proyecto o su desaparición.

La apertura a nuevos territorios y nuevos mercados, la capacidad para


especializarse y competir con ventaja en nichos específicos o para posicionarse
convenientemente ante los nuevos retos globales es la salida anunciada para sus
problemas. Por el contrario, no está nada claro que la solución ante las dificultades
financieras que algunas encontrarán en el camino, radique en una creciente
dependencia de los presupuestos públicos, que, al final, acaba siendo una tenaza
insoportable para su autonomía y su dinamismo.

Pero, de momento, los hechos siguen mostrándose testarudos: a pesar de algunos


augurios que anticipaban su pronto final, no solo siguen siendo el corazón y el
motor que impulsa la distribución mundial de noticias sino que han reforzado su
papel como garantes de la credibilidad de los hechos contados.

b.- El eje Norte-Sur: dependencia económica, dependencia


informativa y NOMIC

Los procesos de información definen el mundo y la posición de las naciones: la


información es un bien como cualquier otro medio de producción. No en vano, se
define cada vez más como un input productivo. La distribución desigual de la
información (y de los soportes de la información) es un fenómeno social y político
que afecta a los equilibrios de poder en el mundo: confiere poder al que lo disfruta
y distribuye, excluye de los círculos de poder al que carece de ella.

La lógica de la exclusión comienza cuando un territorio -región, nación o


comunidad de interés- carece de estructuras y de organizaciones para articular,

1
Las referencias a la historia de las agencias se han tomado de diversas fuentes: “Les agences
d’information en Europa” BIPE (1993) y de HENRI PIGEAT (1997) « Les agences de presse.
Institucions de passé o médias d’avenir ». Ed. Issy-les-Moulineaux. Las referencias utilizadas en español
han sido las Carlos G. Reigosa en “Las agencias internacionales de prensa en el mundo hispano”,
incluido en “El periodista en su circunstancia” publicado en Alianza Actualidad. (Carlos González
Reigosa fue, entre otras muchas funciones, director de Información de la Agencia EFE entre 1990 y
1997). También “Historia de la Agencia EFE : el mundo en español” de Victor Olmos y la tesis doctoral
de José Ángel Castro que tiene por título “Las Agencias Transnacionales de Prensa a finales del siglo XX.
Impacto del Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación en los objetivos informativos
de las grandes redes periodísticas (1973-1993)” (José Ángel. Castro ha sido director de diversos
departamentos de la agencia EFE).
aprovechar y exportar la información que produce y consume. Hunde sus raíces en
mecanismos de dominación de las grandes potencias y ha sido percibida siempre
como un instrumento de poder.

La denominada brecha digital no es la causa de la distribución desigual de


información, ni tampoco lo son las nuevas tecnologías. No está en el origen del
problema, aunque su impacto puede ser determinante para abrir definitivamente
un foso entre dos mundos. La potencia de la red global y el dominio que sobre ella
ejercen los grandes grupos de comunicación, puede alimentar dos reacciones
explosivas en cadena, dos crecimientos exponenciales retroalimentados: uno
progresivo, en los sistemas que aprovechan o distribuyen la información, y otro
regresivo, en los sistemas abandonistas o excluidos.

Las nuevas tecnologías pueden acentuar la lógica de la exclusión, pero... también


facilitar lo contrario: el acceso de todos a más y mejores fuentes. Depende de si los
principales actores evolucionan en uno u otro sentido, si el mundo entero entra en
una fase no excluyente o continúa creciendo la economía basada en la
marginación.

El eje económico Norte-Sur ha potenciado y potencia un flujo paralelo de


información desde los países del norte hacia los del sur, de modo que la mayoría
de ellos consume la información servida por instrumentos ajenos que combinan
objetividad y profesionalidad con un enfoque particular y lejano de las cosas. Muy
pocos países disponen de un instrumento reconocido para contar, a su manera, la
realidad del mundo.

Fue hace 35 años cuando las instituciones multilaterales pusieron el foco sobre los
flujos informativos en el mundo: nació la idea del Nuevo Orden Mundial de la
Información y la Comunicación bautizado por sus siglas, NOMIC. Una reunión de
18 expertos de la UNESCO celebrada en Montreal en 1969 concluyó que la libre
circulación de la información generaba un intercambio desigual entre los países y
regiones del mundo y se convertía, de hecho, “en un flujo unidireccional de los
países desarrollados hacia aquellos en desarrollo”. Cuatro años después, los Países
No Alineados denunciaron en Argel, en su IV Cumbre, que el dominio del flujo
mundial de la información por ”las cuatro grandes” agencias -Associated Press,
Reuters, UPI, France Press- era absoluto. Dos de ellas eran estadounidenses, AP y
UPI, otra inglesa, Reuters, y la última francesa.

Entre 1969 y 1986 se producen más de 75 reuniones, coloquios, simposios,


cumbres de jefes de estado y gobierno, conferencias intergubernamentales y
congresos auspiciados por la ONU, a través de la UNESCO, sobre el Nuevo Orden
Mundial de la Información y la Comunicación. Era un momento en que se
identificaba claramente a las agencias como un instrumento de poder
determinante en la distribución mundial de la información. Hoy ese poder es más
difuso y de menor entidad que el generado alrededor de los grandes grupos de
comunicación, pero sigue actuando en el mismo sentido.

La lógica de la distribución desigual de la información se mantiene inalterable. Los


países más dependientes económicamente consumen información servida por las
agencias y los medios audiovisuales de los países del Norte; ese consumo les
arrastra a conocer más lo lejano que lo próximo. De ese modo la dependencia
informativa acentúa la dependencia económica porque, al dificultar el intercambio
de ideas y conocimientos entre los países vecinos, facilita las incomprensiones y
los recelos históricos que alimentan el aislacionismo. Se convierte en un lastre
para la articulación territorial de las regiones del mundo y su integración
económica y social.

En un editorial publicado el 22 de abril de 1922, el prestigioso diario español El


Sol sostenía: «Nos hace falta que una agencia hispanoamericana se encargue de
poner en relación a los países de nuestra habla, que ahora no tienen, en muchos
casos, otras noticias que las que envían las agencias norteamericanas. Si no tenemos
cables nuestros no podremos hacer entre nosotros otros negocios que los que los
extranjeros no quieran quitarnos».

El nacimiento de EFE resolvió esa necesidad de España, primero, y en buena


medida, también de Latinoamérica. Pero, en la mayoría de los países y territorios
del mundo, las necesidades desveladas por el diario El Sol siguen siendo similares
80 años después. La razón es clara: los acontecimientos dominantes son,
simplemente, los que interesan al poder dominante en cada momento. La opacidad
puede instalarse sobre los grandes problemas de la humanidad mientras los
medios ponen el foco en cualquier otro suceso que produzca brillo y en el que
estén interesados. Cualquier ciudadano de los países en desarrollo dispone de una
gran información sobre los acontecimientos de EEUU y las bondades del modo de
vida occidental pero puede desconocer las necesidades del país vecino, aquellas
que podría aspirar a satisfacer vendiendo sus servicios y conocimientos.

En 1975, el profesor John T. McNelly, de la Universidad de Wisconsin, presentó un


informe en la «Reunión de expertos sobre el establecimiento de arreglos de
intercambios de noticias en América Latina», celebrada en Quito, en el que se
preguntaba qué tipos de noticias extranjeras se asignaba más importancia en
Iberoamérica. El informe no dejaba lugar a dudas: «Los medios latinoamericanos de
comunicación social parecen dedicar más atención a las noticias de América del
Norte y de Europa que a las de la propia región»

Si la dependencia informativa dificulta el conocimiento de lo próximo, la


autonomía informativa potencia la intercomunicación entre los entornos cercanos
y una inserción más equilibrada de lo local con lo global. Entre lo uno y lo otro,
facilita el desarrollo del espacio regional, el entorno que, cada vez más, se
vislumbra como imprescindible para cimentar las relaciones comerciales y la
integración económica.

c.- Intereses generales versus intereses nacionales.

El nacimiento de las grandes agencias ha estado vinculado a impulsos políticos de


los países hegemónicos amparados en la defensa de un interés general nacional.
¿Cómo se define éste interés en los momentos actuales?

Los países tienen una necesidad ineludible de hacerse oír en los escenarios
internacionales y hacer valer allí y en todos los sitios sus opciones. Siempre ha
sido así.

En el editorial de hace 80 años ya citado, el diario español El Sol añadía: «Es


necesario que España se dote de una agencia que organice debidamente sus
informaciones del extranjero. Actualmente somos ciegos a los que los lazarillos
extraños están leyendo las noticias del mundo, escogiéndolas y adobándolas según
sus conveniencias».

Ahora, cuando las fronteras de los estados se hacen permeables, el tamaño del
problema se ha incrementado. Porque la presencia exterior de cada nación
depende, en mayor medida, de la potencia de sus instituciones y empresas en el
mundo. Las fronteras son, cada vez menos, un asunto territorial, dependen
crecientemente de la mayor o menor capacidad de influencia de sus mensajes.

Esa realidad requiere instrumentos con la autoridad para arroparlos mediante la


persuasión, de forma que los mensajes aparezcan diseminados en un conjunto
caracterizado por la credibilidad y la profesionalidad. La capacidad de influir
depende, más que nunca, de la potencia emisora de la organización que distribuye
la propia perspectiva.

El hacerse oír es una consecuencia del saber contar las cosas según un
determinado punto de vista. Y ello requiere, a la vez, disponer de oídos propios y
disponer de un altavoz para poner el foco en los acontecimientos que interesa
resaltar. Ello se asocia al derecho a estar conveniente y suficientemente
informados y a la capacidad de informar desde una determinada sensibilidad.

Esa capacidad identifica un valor que podríamos denominar soberanía


informativa. Un concepto que define la potestad de una comunidad para ejercer las
funciones de recogida, almacenamiento, tratamiento y transmisión de
información, un recurso que todas las grandes naciones independientes quieren
preservar y ampliar, y de hecho lo hacen.
Esto explica que, en algún momento, la supervivencia de muchas grandes agencias
haya estado justificado por el interés general nacional como factor de influencia y
canal de comunicación privilegiado de un país. Por un lado, condensa como se ha
expuesto más arriba, una forma de sentir y de pensar y de hacer historia. Por otro,
facilita el nacimiento y el prestigio de la imagen de marca del país, algo
imprescindible para prestigiar sus productos “made in...” y atraer capitales a su
territorio.

Pero su alma nacional y su dependencia nacional crea, a la vez, recelos entre los
ciudadanos de otros países cuando exporta información sobre hechos domésticos
o se refiere a la actividad de “sus” empresas transnacionales. Y también en una
parte de sus propios ciudadanos que desconfían de su endulzada visión oficial,
cuando no de su dependencia gubernamental. Esa situación es común a todas las
agencias sin exclusión, también las más profesionales y globalizadas, incluida AP,
cuando se refiere a noticias que ponen en juego los intereses nacionales
norteamericanos, (por no hablar de las limitaciones y los privilegios que asume por
viajar encastrado y “contar” las acciones del ejercito de su país en la invasión de
Irak).

Por encima de esos u otros episodios que demuestran la conexión entre agencias e
intereses nacionales, lo cierto es que existen vectores que empujan también a las
agencias y sus gestores a ganar distancia respecto a los intereses inmediatos de
sus gobernantes y de su alma nacional. De alguna forma intuyen que para ganar o
mantener la credibilidad deben evolucionar y desnacionalizarse, del mismo modo
y al tiempo, aunque no siempre por los mismos motivos, que lo hacen los
principales agentes económicos “nacionales”.

Esa desnacionalización, como a continuación se analiza, no despoja a las agencias


del marchamo del interés general sino que la vincula a otras formas del mismo
más cercanas al ciudadano de nuestro tiempo, que identifica interés general con
valores globales -- desarrollo sostenible, paz– asociados al futuro de la humanidad
y del planeta.

d.- Ciudadanos del mundo, desnacionalización de las agencias.

Al tiempo que se internacionalizan las empresas y las instituciones, se globalizan


los hechos informativos, es decir, se globalizan la economía, la ciencia, la
tecnología, el ocio y el deporte. Junto a ellos, la guerra, el hambre, la explotación
de la infancia, el calentamiento del planeta o los malos tratos a las mujeres, pasan
a formar parte de los problemas de la humanidad.

Sostiene el polaco Ryszard Kapuscinski, Premio Príncipe de Asturias y uno de los


grandes reporteros del mundo, que “la revolución electrónica liquidó dos
obstáculos que impedían el camino hacia ese proceso de globalización: el espacio y el
tiempo. Superados esos dos escollos, se abrió ante los hombres la posibilidad de
comunicarse globalmente”. 2

La información de la que dispone un ciudadano ensancha sus intereses hacia


nuevos y más lejanos horizontes. Con ellos, y a través de la información sobre
ellos, se desarrolla una nueva forma de sentir general: la de ciudadano del mundo.

Ese ciudadano va desarrollando su propia perspectiva de los acontecimientos y


observa con horror como los gestores de lo inmediato, los intereses de las grandes
potencias, los corporativismos de grupos locales y los intereses nacionales pueden
ir en contra del interés general de la humanidad.

Aunque adquiere y fortalece día a día una conciencia universal observa el mundo
desde una determinada percepción. Se siente ciudadano del mundo pero lo es
desde su propia sensibilidad cultural, que lo vincula, desde su nacimiento, a una
historia, la de su entorno, que le ha sido contada desde una lengua y unos códigos
determinados. No siente que se desarraiga, porque su perspectiva se amplía al
tiempo que le enriquece. Es catalán o valenciano y es español, pero es también
cada vez más mediterráneo y latino y europeo. Y, además, latinoamericano. Y nada
de eso lo percibe como excluyente.

Desde ahí, desde todas esas culturas superpuestas, ha construido su noción de


ciudadano del mundo. Y quiere que, desde todas ellas, se componga la mirada
desde la que le informen.

Pero volvamos a las agencias. Lo expuesto afecta o acabará afectando a su misión,


sus objetivos y su organización como se irá viendo a lo largo de la lectura de este
libro. Aunque dispongan todavía de un alma nacional basculan cada vez más sobre
esos planteamientos universales que globalizan los intereses y las pautas
informativas. Deben saber evolucionar y saber hacer crecer sus banderas y
ampliar sus horizontes para encontrar su brújula y su ancla y navegar en las
agitadas aguas de la globalización del mundo de la información.

El punto de partida es conocido. Hace muchas décadas que las agencias –las
grandes agencias- son organizaciones globales, pero adosadas a un estado-nación.
Y eso significa que tiñen de un color singular y nacional la mirada desde la que
observan el mundo y que se financian desde un mercado natural que coincide con
el área de influencia cultural y lingüística de sus estado de origen... cuando no de
sus presupuestos.

2
Ryszard Kapuscinski en “Los cinco sentidos del periodista”, Fondo Nuevo Periodismo Iberoamericano,
página 58.
El futuro significará probablemente una cierta distancia de su mercado nacional y
una mayor cercanía espontánea con sus otros mercados naturales, aquellos atados
por una afinidad lingüística, cultural y económica. Hasta el punto de identificarse
más con los intereses generales de una comunidad supranacional que de los
intereses nacionales de su estado-nación. Ese paso afectará a todas las grandes
agencias internacionales y, entre ellas y especialmente, a las pertenecientes a un
segundo nivel que se verán empujadas a acentuar el dominio de sus principales
mercados regionales. Hasta hacerse, por poner ejemplos, más latinoamericana que
española en el caso de EFE, más centroeuropea que alemana en el caso de DPA,
más euroasiática que rusa en el caso de Itar TASS.

No es utopismo. Significa acompasar su crecimiento con el de otras empresas e


instituciones. Significa o significará, ni más ni menos, ser tan latinoamericanas
como las empresas españolas transnacionales o tan centroeuropeas como las
alemanas deslocalizadas. En ese intermedio conflictivo se mueven las agencias y
parte de sus objetivos y problemas, parte de sus oportunidades y riesgos
dependen de la forma en que perciben esa realidad.

Esa realidad, más abierta y compleja que la de hace veinte años, recomienda
actualizar la vinculación de las agencias al interés general, entendido como el
conjunto de necesidades esenciales de los ciudadanos que deben ser satisfechas
aunque el mercado no las cubra.

Hay todavía algo más que debe incorporarse al razonamiento antes de adaptar el
concepto de interés general a la globalización de la información. Tiene que ver con
la misión de las agencias que no es otra que garantizar una cobertura permanente
y equilibrada de las diversas zonas del mundo desde el punto de vista noticioso.

Para las agencias es una obligación “estar allí siempre”, incluso en los muchos
momentos en que los hechos contados no tienen ningún interés desde la más
rabiosa actualidad informativa. Es obvio que, cuando una zona es ya noticia, los
grandes grupos mediáticos pueden desplazar a sus corresponsales y organizar una
cobertura intensiva de los acontecimientos que en ella ocurren. Las agencias, sin
embargo, deben garantizar esa cobertura de forma permanente, antes y después
de convertirse en el punto apetecido por todos los medios.

En un mundo en que el ciudadano está bombardeado por un exceso de


información, percibida como un ruido que le impide quedarse con lo importante,
la manipulación se articula mediante un enfoque selectivo e interesado de la
realidad: enfocar la parte que interesa resaltar, dejar en la sombra la parte que se
debe ocultar. Lo contrario de luz y taquígrafos, lo contrario de cualquier actitud a
favor de la transparencia y credibilidad. La no información de un acontecimiento
produce un apagón informativo, pero la oscuridad consecuente no es equivalente a
la ausencia de información sino la evidencia de la desinformación.
La actividad de las agencias es la última garantía de que el apagón informativo no
se producirá del todo. Son la seguridad de que los hechos llegan a los medios de
todas las tendencias y regiones con la mayor objetividad de la que cualquier
mirada humana sea capaz. Información en estado puro para relatar solo los
hechos y sus protagonistas, con un lenguaje limpio, sin contaminar de la opinión
del redactor.

Son focos generales de luz que trasladan de un sitio a otro los acontecimientos que
pueden interesar al mundo. Un flujo voluminoso de información que en los hilos
de las grandes agencias significa una oferta de noticias diez veces superior a la que
un gran diario puede publicar. Un caudal continuo y suficientemente equilibrado
que llega cada día a todos los medios para que, cada uno, resalte lo que considere
de su interés.

Si, a pesar de su actividad, la oscuridad informativa se instalara sobre un


acontecimiento o un territorio, son también la última garantía efectiva del
ejercicio de la libertad de prensa, pues aseguran unas condiciones mínimas y
suficientes para el nacimiento de nuevos medios, de nuevos proyectos
informativos independientes. Por una pequeña tarifa, ofrecen un flujo de noticias
capaz de abastecer las páginas de cualquier proyecto.3 Por un coste algo mayor, al
alcance de muchos diarios de tamaño mediano, es posible contratar
simultáneamente los servicios de varias agencias y, con ello, multiplicar la
capacidad de contraste y la independencia informativa.

Lo anterior significa que la actividad de las agencias incorpora muchos valores


intangibles que están asociados al interés general de los ciudadanos. Pero es un
interés general que trasciende, cada vez más, la perspectiva nacional y enlaza con
aspectos culturales supranacionales y con aspiraciones globales de los habitantes
del mundo.

Sus gestores deben ser conscientes de la importancia de defender un


planteamiento informativo que conecta con los nuevos derechos de un mundo
global. Es decir, que sin dejar de defender lo nacional, conecta lo local y lo global a
través de culturas y sensibilidades regionales y de valores universales. Por un
lado, son organizaciones de origen nacional que responden y mantienen una
conexión con el interés general nacional; por otro, están conectadas a una
percepción cultural y lingüística supranacional y, por tanto, sujetas al interés
general de una comunidad que trasciende las fronteras de los estados y que

3
Es habitual que un servicio de agencia – con contenidos generalistas de ámbito nacional o internacional
o temático de deportes o de economía – contenga alrededor de 300 noticias diarias. El precio de
referencia para las tarifas mínimas de cada servicio, que permiten dar vida a un nuevo proyecto, viene a
ser equivalente para un diario pequeño al coste de un redactor de nómina.
vincula a sus miembros por otros lazos; por último, son organizaciones globales
que hacen factible la independencia y la libertad informativa y responden y están
vinculadas, por tanto, a un interés general universal.

Esa función social forma parte de la esencia del trabajo y la actividad de las
agencias, con independencia de su carácter jurídico como organización. Sea
empresa privada o pública, cooperativa de medios u organismo autónomo,
desarrollan una función de interés general, en mayor medida cuanto más calidad,
rigor y equilibrio tienen sus servicios. La norteamericana Associated Press, las
británicas Reuters y Press Association, la francesa France Presse, EFE, DPA y
ANSA, son, en ese sentido, organizaciones similares que defienden el interés
general.

Ello las exige una demostración de credibilidad en sus contenidos y de


independencia como organización, algo que en un proveedor de información,
como en cualquier otro medio, es fundamental para su éxito. Si nadie utiliza como
fuente un diario, una emisora de radio o una cadena de televisión que no es
creíble, tampoco una agencia.

e.- Credibilidad e independencia económica

Si uno de los signos de la época que nos ha tocado vivir es la existencia de burbujas
financieras que condicionan la economía real, otra de sus características, no menos
importante, es la existencia de burbujas informativas que condicionan, y hasta
velan, el conocimiento de la vida real, tal como la sienten los ciudadanos.

Por un lado, cualquier grupo de interés político, económico o social se vierte, en


primer lugar y directamente, a través de los medios hasta el punto de que estos
“parecen ser el centro mismo de la acción política”,4 pervirtiendo la lógica natural
por la que los partidos eran los grandes activos de la acción política y los medios el
lugar a través del cual se proyectaban. Por otro, las políticas de comunicación de
esos grupos adoptan tintes cada vez más sofisticados y profesionales con el fin de
impregnar la información de sus mensajes. Estos dos vectores presionan, desde
diferentes posiciones, contra la credibilidad de la información e, indirectamente,
contra la independencia de los medios y las agencias.

¿Cómo abordarlo? Lo primero que habría que decir es que la ética periodística ha
demostrado no ser un valor suficiente para contrarrestar la influencia del poder
económico y político en los medios de comunicación. Pero tampoco es lógico
esperar que lo fuera. Y es que la credibilidad de los contenidos no es solo un
asunto exclusivo de periodistas, ni siquiera asumiendo que la revisión de su

4
Iñaki Gabilondo. “El País” 19.11.1999
posición en las empresas editoras y el fortalecimiento de su código deontológico
pudiera contribuir a fortalecer las posiciones más independientes. La credibilidad
también tiene mucho que ver con la independencia económica de los medios y las
agencias.

En ese contexto, en el que las presiones de unos y de otros son moneda común, la
independencia de las organizaciones se consigue, sobre todo, con la equidistancia
de los múltiples vínculos que pretenden atenazarla. Es un bien que se gana día a
día, conviviendo y a veces provocando el contraste de presiones, y no algo que se
pueda alcanzar en un retiro espiritual de periodistas, cual monjes anacoretas. La
independencia se consigue convirtiendo la pluralidad de influencias en el factor
esencial de la propia autonomía.

Pero tampoco esto es suficiente: es necesario también exacerbar el rigor y la


profesionalidad en la elaboración de esa obra colectiva que es la información
veraz. Porque, incluso sin presión, las políticas de comunicación de los grupos de
poder son suficientes para contaminar de sus intereses la información. Entre otras
cosas porque las técnicas empleadas consisten en el manejo de los datos
disponibles para ocultar sus intereses y presentar y servir los hechos con
apariencia de objetividad y una técnica depurada. El resultado son noticias o
documentos hechos con maestría exquisita por unos periodistas conocedores de
las necesidades de otros periodistas.

Es el denominado periodismo de fuente que nutre los gabinetes de prensa y que se


aplica, con mayor esfuerzo, cuanto mayor es el interés porque se difunda una
noticia y, con mayores recursos, cuanto mayor valor económico se le asigna a esa
difusión.

Se trata de un fenómeno cada vez más peligroso para la credibilidad de la


información, precisamente por su capacidad para presentarse como un mero
ajuste técnico que, no solo no altera la labor de las agencias, sino que la facilita.
Piénsese por un instante, en la actitud de las redacciones ante la absoluta
desproporción que significa recibir centenares de “convocatorias, comunicados,
declaraciones, notas de prensa, puntualizaciones, aclaraciones, matices, resultados
empresariales, balances económicos, explicaciones de objetivos, presentaciones de
proyectos, etc., que esos cientos de gabinetes de prensa o de comunicación son
capaces de producir”. En mayor medida cuando esos servicios son presentados en
clave multiformato con textos arropados con gráficos, imágenes, cortes de voz o
videocomunicados, y recibidos por redacciones incapaces de procesar esos
objetos.

La manipulación de la información se produce, en palabras de Ryszard


Kapuscinski, de una forma más sinuosa e indirecta“Ya no existe la censura como
tal, con excepción de ciertos países; en su lugar se utilizan otros mecanismos – qué
definen qué destacar, qué omitir, qué cambiar – para manipular de manera más
sutil” 5

El problema y la solución vienen de la misma mano. La avalancha y complejidad de


los documentos recibidos se presenta en forma de “información precocinada” que
“muchas veces, al llegar a una redacción saturada o desbordada por de trabajo,
logra ser reproducida prácticamente como viene”. El resultado, señala Carlos
Reigosa6, es que las fuentes colocan su “mercancía” suavemente, sin casi provocar
rechazo, ante una redacción aliviada por esa “ayuda”.

Con la excusa de aligerar los asuntos más complejos se admite que deben ser
desmenuzados por especialistas antes de ser difundidos. Es, por ello, un
fenómeno que afecta a todo y lo contamina todo, desde las noticias emitidas por
los departamentos de comunicación del FMI, el Banco Mundial, con los enormes
recursos a su alcance, a la transmitida por los gobiernos e instituciones sin animo
de lucro. “No es sorprendente que la mayoría de las fuentes y de las informaciones
estén sesgadas o distorsionadas o sean incompletas” 7 señala, con conocimiento de
causa, Joseph Stiglitz, Premio Nóbel de Economía y ex vicepresidente del Banco
Mundial.

Esa facilidad en la captura y elaboración de información lo que pretende es


sustituir el “estar allí”, el “ser testigo”, el “mirar independiente”, por la “gestión
burocrática” de objetos informativos precocinados por otros. Se trata de algo que
afecta ya a la forma de operar de las agencias, bien porque se acostumbran a tratar
esa información precocinada por las fuentes o porque sustituyen las coberturas
directas de un acontecimiento por la descarga de contenidos, singularmente
imágenes, de sitios web dispuestos por los correspondientes gabinetes de prensa.

Algunos de los errores informativos más clamorosos tienen su origen en este


nuevo fenómeno: el 2 de febrero de 2005 las tres principales agencias de
fotografía del mundo, AP, AFP y Reuters, distribuyeron una fotografía de un
supuesto marine secuestrado en Irak, el "soldado John Adam”, capturado por
tropas rebeldes irakíes. 8 Pero la foto, descargada de una página web islamista,
resultó no ser de ese supuesto marine sino de un 'madelman', un muñeco llamado
Cody. La ametralladora que lo apuntaba tampoco era verdadera: era la que viene
como 'complemento' en la caja en la que se suministra el juguete. La primera en
enviar la foto a los medios de comunicación fue la agencia AP, a las 18.50 horas.
Minutos después, las otras dos agencias 'rebotaron' la imagen, que todas

5
Ryszard Kapuscinski en “Los cinco sentidos del periodista”, Fondo Nuevo Periodismo Iberoamericano,
página 14.
6
Carlos González Reigosa.“Periodistas a ambos lados de la barrera” incluido en “El Periodista en su
circunstancia” Alianza Actualidad
7
Joseph Stiglitz, Premio Nóbel de Economía, en la presentación de Covering Globalization escrito junto
a Anya Schiffrin. El País 19-12-2004
8
Ver diario El Mundo del 3 de febrero de 2005.
descargaron de la misma página web. Sin comentarios.

Y sin embargo, es obvio que las agencias están condenadas a servirse de esas
nuevas utilidades, incorporándolas a sus hilos pero acentuando sus sistemas de
control para tratarlas con más rigor que las noticias elaboradas, de principio a fin,
por sus estructuras.

Ello no las evita vivir en una contradicción. Por un lado, es imprescindible que se
esfuercen en conseguir una separación tajante entre noticias y comunicados,
recalcando, cuando se sienten un mero vehículo para su transmisión, que no son
responsables de lo que en ellos se diga. Pero, por otro lado, las agencias son
conscientes que no pueden impedir la difusión paralela de unas y otros; más aún,
es normal que colaboren con organizaciones dedicados a la difusión de
comunicados, como PR News Wire, o pongan en marcha otras equivalentes como
CompanynewsGroup, creada por France Presse en 1.999 9.

El problema descrito es, para agencias y medios, de gran envergadura y afrontarlo


requiere revisar el conjunto de los procesos informativos, incluido la
incorporación de un código ético actualizado a las normas de redacción o la
redefinición de buena parte de la política editorial. Y ello incluye revisar la
cantidad y características de las noticias incluidas en los servicios, el impulso a la
firma de las noticias, el uso de imágenes proporcionadas por las fuentes o tomadas
de internet, la creación de comités de redacción, etc.

Se trata de un fenómeno estructural que debe ser afrontado con decisión y


método, pues no tiene visos de disminuir, sino todo lo contrario. ¿La razón? Un
desequilibrio objetivo entre el número de periodistas de este lado de la trinchera
informativa, medios y agencias, con plantillas estancadas o en decrecimiento, y los
de las fuentes con un crecimiento exponencial, año a año. Basta comparar el
número de periodistas empleados por los diarios españoles, alrededor de 7.000, y
el numero de estudiantes en Periodismo que se licencia 10 cada año, alrededor de
3.000. Una desproporción tal que, cada pocos años, podrían renovarse todas las
plantillas de los medios. Como parece imposible que los medios ofrezcan una
salida suficiente para las nuevas promociones, es obvio que la desproporción se

9
CompanynewsGroup, creada en 1.999 por AFP, es el actual líder europeo de la difusión de la
información oficial y estratégica de las sociedades que cotizan en bolsa. Difunde simultáneamente sus
comunicados financieros y estratégicos sobre todos los sistemas de información profesionales,
plataformas de transacciones, paginas web de información financiera y salas de redacción a inversores,
analistas y periodistas en todo el mundo.
10
El estancamientos de plantillas indica que la demanda de periodistas en los medios tradicionales se
mantiene en niveles de reposición, cuando no decrece. La plantilla de los diarios, el principal yacimiento
de empleo, es en 1994, según datos de AED, de 11.400 personas, de los que un 60% aproximadamente
son periodistas. Según el Libro Blanco de la Prensa Diaria 2005 se licencian al año alrededor de 3.000
nuevos periodistas, además de otros 2.000 que han elegido las otras ramas de la comunicación: Publicidad
y RRPP y Comunicación Audiovisual.
acentuará con el tiempo a favor de los gabinetes de comunicación. Otros
indicadores indican desequilibrios parecidos.11 12

Muchas presiones y cada vez más intensas, diversas y plurales. Ese es el futuro
previsible. Esa dispersión de influencias genera un conjunto de problemas que
requieren, como se ha dicho, de actuaciones diversas. Pero la generalización de
grupos organizados de presión no puede velar ni ocultar la relación con los
principales centros de poder. Afrontarlo supone dar un salto cualitativo: pasar de
los problemas derivados de la dispersión de presiones a la alta concentración del
riesgo desde unos pocos intereses. La presión desde un solo origen, o de unos
pocos, genera otro tipo de problema, al que no son ajenos los medios ni las
agencias.

La verdadera independencia requiere no depender de un foco dominante de


poder. Por lo mismo, una concentración de la facturación superior al 20% en un
solo cliente incorpora una “prima de riesgo” excesiva en todo negocio. Cualquier
modificación en ese contrato principal determina una variación sustantiva del
presupuesto. Una crisis de confianza, aunque sea coyuntural, puede yugular su
proyecto empresarial. O someter la independencia y dañar su credibilidad y, con
ella, el valor percibido de su producto.

El centro principal de poder lo constituyen los propios estados, las propias


instituciones nacionales que, en algunos casos, son los principales clientes, y a
veces también accionistas, de las agencias. France Presse y EFE, son
organizaciones estatales que reciben casi el 50% de su presupuesto de
explotación, de las arcas públicas, en un solo contrato. La italiana ANSA, firma
anualmente dos contratos de diferente naturaleza con su gobierno que, en
conjunto, representan el 29% de su facturación. Las conexiones de la agencia DPA
con el estado alemán, de importe indeterminado, se articulan formalmente como
suma de contratos más dispersos y diluidos entre diversos entes públicos. Parece
una diferencia formal pero tiene su importancia ya que la dispersión aumenta la
capacidad de maniobra de los gestores.

Se trata de una debilidad objetiva, o, si se quiere, un “mal necesario” pues los


estados aportan recursos indispensables para financiar un proyecto de dimensión

11
El número de periodistas especializados que emplean las cinco agencias con incidencia en información
económica, (EFE, Europa Press, Reuters, AFX y Bloomberg) se estima alrededor de 150 en toda España,
un numero similar al que tienen contratado las 35 empresas que cotizan en el IBEX.
12
En la Agenda de Comunicación Económica 2004, hay 170 departamentos de prensa, comunicación o
relaciones con los medios, sobre un total de 646 empresas privadas. En cuanto a organismos públicos (
750 aprox. ) en la Agenda de la Comunicación 2005 hay 380 áreas de relaciones con los medios. Según el
anuario de DIRCOM Las empresas externas dedicadas a la comunicación y las relaciones públicas
ascienden a 190 en 2004, por cierto un 20% más que el año anterior. En total, entre departamentos
internos y empresas externas, 740 servicios, no menos de 3.000 personas, con capacidad para enfocar
solo lo suyo, de forma directa.
mundial. Mejor dicho, el contraste entre la magnitud de sus proyectos y la
fortaleza o la debilidad de sus mercados naturales ha definido y define el tamaño
de esa financiación complementaria. Cuanto menor es el mercado natural en el
que se mueven, mayor dependencia de las arcas públicas: la portuguesa LUSA o la
mexicana TELMEX ingresan del Estado, en términos proporcionales, mucho más
que las anteriores. Solo las anglosajonas Reuter y Associated Press, cuyo mercado
mediático de origen y su posicionamiento global permite la absorción completa de
sus costes, están exentas de apoyos públicos explícitos.

La solución, en todo caso, pasa por ganar distancia respecto al poder, por
institucionalizar la presencia pública y regular de forma transparente las formas y
plazos de los nombramientos, por aprovecharse de la división de poderes de toda
democracia. Pero, en última instancia, lo esencial es definir una estrategia que
disminuya la prima de riesgo de su principal contrato, y eso significa siempre
ganar la batalla por el mercado y la competencia.

Abrirse y transnacionalizarse, diversificar sus apuestas y no cerrarse, saber


aceptar los riesgos de un mercado dinámico para no depender siempre de las
mismas influencias y de los mimos centros de poder. Porque, en el contexto actual
que se desprende de este trabajo, parece difícil que una agencia pueda sobrevivir
si no minora su dependencia económica de su estado. Incluso desde la lógica del
interés general, parece imprescindible diversificar sus fuentes de financiación o, lo
que es lo mismo, diversificar su dependencia que es tanto como ganar
independencia.

Sin beneficios, su margen de maniobra se reduce a la mínima expresión.

La concentración de riesgo no es un asunto exclusivo de las agencias, sino todo lo


contrario. Es en los medios donde la presión y las influencias de los grupos de
poder se multiplican por diez o por cien, materializada a través de la financiación.
Primero, y cuando es posible, como accionistas, después como compradores de
espacios para publicidad.

Unos pocos y grandes anunciantes concentran su inversión sobre unos pocos y


grandes medios, lo que permite entrelazar sus relaciones y fortalecer su
influencia.13 El medio más sensible a la concentración es la radio: el 45 % de sus
ingresos de las grandes cadenas procede de la inversión publicitaria de 10
empresas. El segundo medio es la prensa, los siete grandes diarios nacionales, con
un no despreciable 22 % de dependencia sobre los diez mayores inversores. La
dependencia de los canales de televisión sobre los grandes cuentas alcanzaría el
16%. Si ampliamos el análisis a los 40 mayores inversores, se concluye que

13
Elaboración Propia con fuentes de Infoadex, correspondientes a España en 1997.
aproximadamente el 37 % de los ingresos de los grandes medios, decisivos para
conformar la opinión pública, -diarios, radios y televisiones- proceden de sólo 40
compañías, a veces con consejeros e intereses cruzados. (A ello hay que añadir
que, directa o indirectamente, muchos de estos inversores publicitarios participan
e influyen, como accionistas, en la gestión de los propios medios)

Con todo y por todo, una conclusión merece resaltarse: las agencias siguen siendo
las organizaciones en las que descansa la credibilidad general del sistema. Son,
como ya se ha dicho, la garantía de que los hechos llegan a los medios de todas las
tendencias y regiones con la mayor objetividad de la que cualquier mirada
humana sea capaz. Pero, para que sigue siendo así por mucho tiempo, deben saber
afrontar los nuevos retos y sortear los nuevos peligros que aquí solo han sido
enunciados.

f.- El “achique de espacios” de las agencias

Un conjunto de factores objetivos, asociados a cambios tecno-económicos y


culturales, están provocando en las agencias lo que, en términos futbolísticos, se
denomina un achique de espacios, es decir, una disminución de su terreno de juego
y su mercado.

Lo expuesto en el capítulo anterior sobre los servicios de comunicación y el


llamado periodismo de fuentes es ya un claro empequeñecimiento del rol de
intermediarios imprescindibles que hasta ahora se había achacado a las agencias.
Pero no es el único. Es fácil identificar, al menos, otros tres vectores que actúan
simultáneamente sobre su función de intermediación y la empequeñecen: por un
lado, la concentración editorial y el desarrollo de grandes grupos de comunicación
nacionales y transnacionales que multiplican su capacidad de cobertura y de
proceso de la información, haciéndose cada vez más autónomos de las agencias;
por otro, están los nuevos intermediarios asociados a motores y buscadores, que
no solo se limitan a recuperar la información sino que ofrecen servicios de press
clipping a empresas e instituciones. Por último, pero no el menor, el nacimiento de
otros canales informativos, tipo CNN, símbolo de la inmediatez del lenguaje
audiovisual y de su gran potencia difusora a nivel global, que los convierte en
apetecidos por los políticos y destinatarios preferentes de recursos económicos
por su capacidad para articular y defender el interés nacional.

En total son, al menos, cuatro fenómenos en los que se manifiesta una quiebra de
la función tradicional de las agencias como canal indispensable y paso intermedio
entre los hechos y su difusión. Es, por otra parte, una consecuencia directa de la
tendencia general de la economía a la desintermediación en los procesos, que
dificulta la vida o hace desaparecer los eslabones de la cadena que no aportan
valor, o lo aportan de modo intrascendente. Una tendencia a la simplificación, y a
la concentración en los extremos de la cadena, de toda labor intermedia que pueda
ser fácilmente sustituida, como aquella que se limita a trasladar y distribuir
contenidos o bienes.

El fenómeno de los gabinetes de prensa tiene una dimensión estructural. En


consecuencia, su capacidad para llegar directamente a los medios o, incluso, a los
usuarios finales de sus mensajes, se acabará generalizando a cualquier
organización de tamaño medio. Solo queda añadir que ese desempeño altera y
empequeñece el espacio de las agencias y obliga a reajustar su papel de
intermediario en los procesos.

Cuando el poder directo de comunicación de las fuentes se aplica en los grandes


acontecimientos –JJOO, mundiales de fútbol- aparecen además nuevas derivadas
de consecuencias imprevisibles. Cuando las grandes instituciones mundiales
combinan su inmensa capacidad para organizar centros de información
multimedia cada vez más potentes, con capacidad para ofrecer todo tipo de
contenidos en tiempo real, con la explotación económica de sus derechos
amparados en una discutible exclusividad, dan una nueva dimensión al problema.
Su producto llega directamente a los medios, directamente a los usuarios... pero,
además, con reservas sobre derechos de imagen que limitan el trabajo y el negocio
de las agencias.

El segundo fenómeno que provoca un achicamiento del espacio de las agencias es


la concentración editorial. La razón es que funciones de intermediación que antes
estaban externalizadas se internalizan en el grupo, aumentando su autonomía
operativa de las agencias en cada vez más aspectos tecnológicos y de contenidos.

De alguna forma, el trabajo de las agencias hace las veces de una sindicación de las
coberturas. Su participación en la cadena de valor informativo descansa en la
capacidad de ofrecer por una pequeña cuota un flujo noticioso de lo acontecido en
el mundo que suple la presencia directa de cada medio en los sitios donde se
desarrolla la actualidad, imposible de sufragar.

Los procesos de concentración editorial han aumentado la capacidad de los


grandes editores para asumir coberturas directamente para el conjunto del grupo.
Cuando del 70 al 90% de los ejemplares difundidos en los países desarrollados
procede de grupos editoriales y cuando la concentración editorial alcanza una
dimensión multimedia, es que esa tendencia imparable ha alcanzado su madurez.
El efecto inmediato es que se concentra en unos pocos gestores la tarea de
disminuir costes redundantes. O, dicho con más precisión: obtener economías por
una redistribución interna más eficiente de los contenidos y una optimización de
licencias de uso, eliminando las duplicidades. Y si el propósito es claro, el
resultado también: cancelación de contratos y descenso de tarifas.
Con ello, los grupos editoriales no hacen sino sumarse a una lógica económica ya
dominante en otros sectores que consiste en reestructurar sus procesos internos,
externalizando operaciones auxiliares que no aportan valor al producto final, y,
simultáneamente, asumiendo en el interior de su organización, es decir
internalizando, aquellas operaciones que dan un toque propio a sus productos y
noticias.

Las agencias ven como sustituyen parte de sus servicios -coberturas especiales en
grandes acontecimientos, por ejemplo- con recursos internos del grupo. O cómo
aumentan su autonomía en la elaboración de sus productos editoriales,
progresivamente independientes de los flujos noticiosos de información general.
Este vector adquiere especial fuerza destructora cuando el grupo editorial
desarrolla productos verticales especializados, sea en deportes, economía,
medicina y salud o nuevas tecnologías. En esos casos su potencia permite una
relación directa con las fuentes que convierte en irrelevante la aportación de los
servicios de agencia.

El tercer fenómeno que empequeñece el espacio de las agencias es la aparición de


nuevos intermediarios de la información- motores, buscadores e integradores de
contenidos- que tienen que ver con nuevos usos asociados a las tecnologías de
Internet. Todo el mundo dispone de sistemas y herramientas para, fácilmente,
reutilizar, copiar, archivar, redifundir y publicar contenidos de terceros. El trabajo
de los nuevos intermediarios bascula entre dos fuegos: por un lado, son un mero
servicio técnico que recopila y muestra lo encontrado sin apropiarse de ello. Por
otro, constituye un claro ejemplo de competencia desleal al sacar provecho de los
esfuerzos y recursos desplegados por las agencias y los medios, como si detrás de
su confección no hubiera el trabajo de muchos redactores empeñados en ofrecer
una imagen fiel de la realidad, un trabajo que merece ser justamente retribuido y
protegido.

En la medida en que las agencias se han limitado, en ocasiones, a procesar


contenidos de medios locales de cada país y distribuirlos por su red internacional,
han realizado un trabajo similar al de esos nuevos intermediarios. Si ese fuera su
rol tendrían razón para preocuparse. Pero las agencias no se limitan a distribuir
contenidos de otros: no solo porque cubren directamente los acontecimientos, es
que, cuando procesan contenidos ajenos, su labor aporta credibilidad a la cadena
de la información mediante la selección y contraste de fuentes.

Pero, con todo, las agencias no pueden evitar reconocer que esos nuevos
intermediarios ocupan un espacio fronterizo al suyo, que crea confusión y les
genera un lucro cesante, es decir, una merma en sus ingresos potenciales .

El cuarto fenómeno tiene tanto que ver con el dominio de la televisión como medio
de información como con el desarrollo de los grandes grupos audiovisuales de
implantación supranacional. Se refiere al papel de los grandes canales que están
siguiendo el camino trazado, hace dos décadas, por la CNN. La razón de su
inclusión en este apartado es, que desde un punto de vista general, han alterado la
importancia atribuida a las agencias en la vertebración de la información. Y, lo que
es más importante, ha “achicado su espacio” en la defensa del interés general y en
el interés de los gobiernos.

La capacidad de CNN, BBC Word o Al Jazira para generar opinión y articular una
presencia informativa de acuerdo a una sensibilidad las convierte en instrumentos
apetecidos por los gobiernos por encima de las agencias. Los grandes
presupuestos de estos canales, muy superiores a los de las agencias, no son ningún
obstáculo para su financiación por instituciones estatales y grupos empresariales.
El presupuesto exterior de CNN es 800 millones de $, el de BBC World en 600 mill
y el de Al Jazira supera ya los 200 miill de $. Se sabe que CCN Internacional, la que
aporta prestigio al proyecto, no es rentable en sí y es financiada por los recursos
que aporta su hermana nacional en EEUU y que BBC World es deficitaria en cerca
de 30 millones de $, financiados con los presupuestos públicos.

La guerra de Irak, a comienzos del siglo XXI, ha vuelto a poner en evidencia la


ausencia de neutralidad de los mensajes informativos y el alineamiento de los
grupos audiovisuales de comunicación con las opiniones de sus respectivos
estados y entornos culturales. Con otras palabras y otros actores, ha reeditado el
debate sobre la autonomía informativa que en la década de los 70 pilotaba, en
gran medida, sobre las agencias, y que ahora se centra en el sesgo de los canales
internacionales de TV, aparentemente neutrales, objetivos e independientes.

Cuando, en marzo de 2003, el ministro de relaciones exteriores de Francia


Dominique de Villepin cuestionó, ante el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, la prisa de George W. Bush por invadir Irak sus palabras produjeron una
inusitada ronda de aplausos de parte de los delegados y pusieron a la defensiva al
secretario de Estado de Estados Unidos, Colin Powell. Mientras en muchos países,
Francia incluida por supuesto, fueron acogidas como un hito histórico de la
diplomacia francesa, las emisiones de las cadenas estadounidenses CNN y Fox
News se centraron en el discurso de Powell y negaron relevancia a las palabras de
De Villepin.

Para el gobierno francés, que ya se sentía acosado por los medios de EE.UU. por su
posición contra la guerra en Irak, eso fue la gota que colmó el vaso: la creación de
una CNN a la francesa, que ya había sido anunciada por el propio presidente
Jacques Chirac en su campaña para reelección en 2002 como un proyecto “esencial
para la influencia de nuestro país”, se ponía en marcha para ofrecer una alternativa
a “la visión anglosajona del mundo” y al tono antiestadounidense de Al Jazira.

La potencia de France Press, su lugar relevante entre las tres primeras agencias
del mundo, la distribución de sus enfoques noticiosos a mas de 2.000 medios en
todo el mundo, no se considera ya un baluarte suficiente para contraponer el
poder de la CNN.

Los mismos argumentos que justificaron la aparición de las agencias son ahora
esgrimidos para crear canales internacionales destinados, a “los líderes de opinión
mundiales, los que toman decisiones, así como las salas de redacción de los grandes
medios” de Europa, el Medio Oriente, África y Nueva York. Un canal de televisión
ejerciendo funciones de agencia a imitación de la CNN que funcione con un
estatuto para garantizar su independencia a la manera de la agencia francesa
France Press y de la también pública BBC. Aunque esa independencia no impida
que “la meta que se persigue con la creación de este canal es aumentar la influencia
de Francia en el mundo”.14

Es el mismo argumento que había justificado, años antes, la aparición de Al Jazira.


En palabras de Maher Hobbi, su responsable de marketing “uno tiene que decidir si
el dinero es su único objetivo. ¿O quiere apoyar sus propias opiniones? El dinero no lo
es todo”. Cuando un responsable de marketing emplea estos argumentos, dice sin
duda, la verdad y aflora la razón que, en última instancia, justifica a todas ellas.

Los cuatro fenómenos analizados en este apartado tienen una naturaleza muy
diversa. Pero son el síndrome de una misma perturbación, manifestaciones que
muestran alguna quiebra en la función de las agencias pues provocan una
disminución de sus espacios sociales y una pérdida de su importancia relativa. Y
que, al tiempo, nos informan del nacimiento de nuevos actores que, de alguna
forma, suplantan una labor que, hasta no hace mucho, ejercían en solitario las
agencias como canal indispensable y paso intermedio entre los hechos y su
difusión.

g.- Los retos del mercado

Las pérdidas de espacio dibujadas en el punto anterior no son, por ventura, el


único movimiento reseñable del mercado: en paralelo nacen nuevas
oportunidades y demandas que se desarrollan junto a la sociedad de la
información.

La sociedad y el mercado se mueven a relativa gran velocidad, con actores que


crecen y decrecen, se achican por un lado y se desarrollan por otro, mutan y

14 Palabras de Bernard Brochand, ex asistente de campaña y amigo personal de Chirac, a quien encargó
supervisar el proyecto, en un informe para el primer ministro Jean-Pierre Raffarin. El presupuesto anual
con el que cuenta, de 89 millones de $ es pequeño comparado con el de sus rivales pero estará financiada
en su totalidad con el dinero de los contribuyentes.
evolucionan. Con esos cambios desaparecen funciones antes imprescindibles y se
modifican las tareas y los roles de unos y de otros, aparecen nuevos competidores
y se debilitan otros. Como veremos a lo largo de este trabajo, el conjunto de esas
modificaciones acaba afectando lenta pero inexorablemente a los procesos de
producción y distribución de información -el qué, el cómo, el cuando y para quién
de los productos editoriales- y a la contribución de cada cual a esos procesos, es
decir, a la cadena de valor de la información.

A pesar de las circunstancias descritas, las agencias siguen ocupando un lugar


central en la sociedad actual. El derecho de los ciudadanos a recibir información
completa y veraz y el desarrollo equilibrado de la propia sociedad de la
información depende en gran medida de su existencia y de su independencia. Pero
eso no significa que no deban analizar sus fortalezas y debilidades porque su
futuro depende de la forma en que perciben y se adaptan a los cambios y a las
necesidades del mercado. Es en esa adaptación y en la capacidad de incrementar
su prestigio y su incidencia social donde se justifica la existencia del interés
general.

El mercado de las agencias depende del consumo de información de la sociedad y


este es creciente cuanto mayor es el desarrollo económico de un país. Comparar
algunos parámetros del desarrollo de la sociedad de la información en EEUU y
España, puede servir como ejemplo para ilustrarlo. El número de diarios es 14,4
veces superior en EEUU que en España, la difusión de prensa en millones de
ejemplares es 13,6 veces y el número de usuarios de internet 20,9 veces mayor.15
Esos ratios están más cerca de la correlación del PIB de ambos países, 17,1 veces
mayor el de EEUU que el de España, que el de sus respectivas poblaciones, solo 6,9
veces superior. En general, cada agencia ha intentado aproximarse a la diferente
estructura del mercado de su país de origen, aquel donde consigue su financiación
básica.

País Agencia Nº Talla16 Difusión Habitantes Índice


Diarios Media Prensa Difusión
EEUU AP 1.161 47.975 55.700 285.000 195
Francia AFP 84 95.548 8.026 59.896 134
Alemania DPA 372 60.675 22.571 82.545 273
Reino Reuters/ 101 175.515 17.727 59.518 298
Unido PA
Italia ANSA 91 63.857 5.811 57.482 101
España EFE 136 30.772 4.185 40.935 102

15
Fuentes: Agencia EFE. Anuario Iberoamericano 2002 y Nielsen y AIMC abril 2002
16
La talla media se refiere al tamaño promedio de los diarios medido en el número de ejemplares
difundidos. La “Difusión Prensa”, que procede de OJD, está calculada en miles de diarios duifundidos
como promedio diario. Los habitantes están en miles de personas.
Portugal LUSA 29 19.690 571 10.480 54
Elaboración propia. Fuente Libro Blanco AEDE 2005 y Anuario
Iberoamericano.

Esa desigualdad de origen en el mercado natural de las principales agencias


occidentales tiene una dimensión estructural y explica que algunas estén abocadas
a encontrar recursos institucionales complementarios para financiar su estructura
mundial. Sin ésta no sería posible abrir y mantener oficinas en un buen número
de países, entre 80 y 150 para las agencias de primer nivel. Esos contratos dan
viabilidad a proyectos cuya función social está vinculada, per se, al interés general.

Las agencias llevan décadas trabajando para sus clientes tradicionales, los medios
de comunicación, y en paralelo abriendo otros mercados consumidores de
información entre instituciones y empresas que han terminado por conformar el
perfil de su mercado tradicional. Su foco comercial se ha centrado
preferentemente en los segmentos capaces de procesar un flujo voluminoso de
contenidos en tiempo real y a asumir el pago de una cantidad fija mensual, un
abono con tarifas de referencia suficientemente altas17. La pequeña revista o la
PYME, con necesidades más esporádicas, han quedado generalmente fuera de su
foco principal.

Pero desde hace al menos una década las agencias comprueban que el “cliente
típico” ya no existe o, cada vez, existe en menor medida.

Los nuevos usos de la información asociados a las nuevas tecnologías han


desbordado el statu quo vigente hasta hace unos años entre proveedores, medios y
usuarios. Los grandes grupos mediáticos se comportan como proveedores de
contenidos y las agencias como medios con capacidad para llegar al público final.
Aparecen nuevos fenómenos y problemas que afectan, al mismo tiempo, a agencias
y medios y sobrepasan a ambos por separado. Todo ello obliga a redefinir sus
relaciones acentuando, al máximo, los espacios de colaboración entre ellos, lo que
significa que la competencia en unos espacios no debe evitar la máxima
colaboración en otros.

Los nuevos riesgos incorporan nuevas oportunidades. Por un lado, como hemos
visto, el nacimiento de nuevas herramientas tecnológicas y nuevos usos
informativos crea nuevos intermediarios fronterizos con las agencias. Por otro
lado, esa mayor capacidad de proceso sobre los contenidos producidos en
cualquier formato es el factor que ha ensanchado extraordinariamente el mercado
de la información y, en particular, de las agencias.

Esta situación obliga a las agencias a estar atentas y a abrir los ojos. Por un lado,
eso no es ningún problema, porque, en esencia, son la mejor atalaya informativa

17
Ese segmento de más valor incluye a clientes capaces de pagar una tarifa que alcanza o supera los
1.000 € al mes.
para detectar las necesidades de los medios de comunicación y de la sociedad de la
información. Cada día sus gestores reciben a editores de todos las tipologías que
les exponen sus iniciativas y las limitaciones para ponerlas en práctica. Pero no
siempre ese caudal de conocimiento es asumido ni compartido con el conjunto de
la organización, que continúa funcionando con las mismas rutinas asociadas al
mercado tradicional.

El nacimiento del concepto de proveedor de contenidos supone un cambio


sustancial por cuanto inserta a las agencias en un espacio de competencia más
amplio al que estaban acostumbradas, caracterizado por su estrechez, por su
carácter endogámico y por estar encastrado en planteamientos tradicionales y
conservadores.

Como en el resto de los sectores globalizados, la competencia entre las agencias se


ha mostrado, hasta ahora, con dos caras: por un lado las grandes agencias con
presencia internacional pelean por los espacios globales, regionales y sectoriales
del exterior; por otro, en los mercados interiores se mantiene el dominio de las
agencias nacionales de raigambre histórica, cuando disponen de una mínima
relevancia. Se trata de un dominio favorecido por la lógica de los negocios de red,
que prima a los que disponen de mayores puntos de cobertura y garantiza una
cierta estabilidad a su dominio. Eso no significa que no exista competencia: las
agencias internacionales pelean cada vez por los espacios locales y se alían con
agencias nacionales, para arrancar nuevas cuotas de presencia a las dominantes.
La competencia se recrudece en ambos espacios.

Como veremos en los diferentes capítulos de este libro la aparición de nuevos


competidores que copan los más interesantes nichos del nuevo mercado es uno de
los rasgos del presente. En la competencia entre los nuevos proveedores de
contenido y las agencias tradicionales se manifiesta, a menudo, un choque cultural
entre la innovación y las raíces, entre lo nuevo y lo viejo.

La existencia de un mercado cautivo que actúa de colchón, acentuadas por las


conexiones con los poderes públicos, bastante usuales, alimentan en las agencias
una cultura empresarial de carácter conservador que, con frecuencia, mira con
recelo la apertura a los nuevos usos y el acceso a los nuevos mercados. “Ninguna
empresa grande piensa que una pequeña empresa de reciente creación llegará a
convertirse algún día en un competidor importante. Invariablemente, para cuando
se percatan de la situación, ya es demasiado tarde. Los clientes se han acostumbrado
a tener otra opción”. Lo anterior refleja la experiencia de un éxito relatada por su
protagonista, Michael Bloomberg.

La gran agencia Reuters, fundada hace 120 años, había perdido en muy pocos años
la hegemonía en su mercado principal, los operadores financieros, a favor de
Blomberg. Aun más: a los cuatro años de iniciarse como agencia de noticias y
captar en 1991 su primer periódico cliente, Blomberg “era publicada en más
periódicos estadounidenses que cualquier otro servicio de noticias, después de
Associated Press”. 18

Las agencias pertenecen a un mercado maduro pero su propia actuación


contribuye a la inmovilidad, alimentando un círculo vicioso perverso en el que
anida una cierta autocomplacencia.19 El riesgo es evidente. Cuando las empresas
existentes no aprovechan las nuevas oportunidades, las nuevas necesidades
acaban siendo atendidas resueltamente por nuevos competidores de diferentes
perfiles, grandes y pequeños.

La presión de los competidores tiene sus consecuencias. Ya no hay motivo ni lugar


para el relajo. La experiencia personal de Bloomberg en la batalla con Reuters
puede servir de aviso: “la complacencia de las grandes empresas... se alimentan de
una gran estructura interesada en convencer a la administración de que están
haciendo un buen trabajo, de que todo se está haciendo bien y de que se están
cubriendo todos los aspectos. Así que lo que la administración escucha internamente
son sentimientos tranquilizadores, no los hechos ”.20

El mercado y la competencia son determinantes para definir una oferta de


servicios y productos ajustado a la realidad. El mercado es, para las agencias, la
propia sociedad. Crear valor para la sociedad es crear valor para los editores y los
lectores: ahorrar costes, asumir nuevos enfoques informativos, simplificar
procesos, integrar y sistematizar contenidos. Como proveedores de contenidos su
función social es satisfacer las necesidades cambiantes de los medios existentes y
favorecer el nacimiento de nuevos, ajustar los precios al valor que se aporta en
cada caso, desarrollar nuevas ofertas de productos adaptadas a nuevos soportes,
ampliar mercados a nuevos agentes consumidores finales de información,
convertirse en la organización de referencia en nuevos territorios y colectivos.

Eso o asumir el achique de espacios y decrecer y concentrarse en sus mercados


naturales y autolimitarse con ellos. O seguir viviendo por encima de sus
posibilidades, pagando por sus recursos lo que no puede financiar, y solicitando
importes crecientes de los presupuestos estatales.

Lo que aquí se pretende es facilitar una evolución de los consensos básicos que
necesita toda organización, algo imprescindible en un mundo tan dinámico como
falto de referencias. Esos consensos, necesariamente interdisciplinares, deben ser
asumidos por una capa amplia de la organización para ganar en dinamismo,
independencia y credibilidad.

18
“Blomberg por Blomberg” Editorial Gestión 2000.com Pág 99.
19
La máxima que afirma que “no hay mercados maduros sino empresarios sin imaginación” la repite y
hace suya el empresario español Tomas Pascual, líder de un sector maduro como el lácteo.
20
“Blomberg por Blomberg” Editorial Gestión 2000.com Pág 88/89

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