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Dios Como Padre
Dios Como Padre
Cuando usted ora, ¿con qué nombre se dirige a Dios? como cristianos tenemos el
maravilloso privilegio de llamar “Padre” a Dios. El Antiguo Testamento contiene
apenas 15 referencias a Dios como “Padre”, y éstas se refieren fundamentalmente a
Él como el padre del pueblo hebreo.
En el NT “Padre”, que aparece 245 veces, fue la palabra favorita de Jesús para
referirse a Dios; la mencionó catorce veces sólo en el Sermón del monte, y también
utilizó este nombre para comenzar a orar (Mateo 5-7). Jesucristo vino a la tierra,
para morir en la cruz por nuestros pecados y revelar al Padre celestial, para que
usted y yo pudiéramos conocerlo a Él más íntimamente. Es a través de la persona
de Jesucristo que podemos conocer a Dios como nuestro Padre.
La palabra Padre en griego (PATER) tiene tres significados: Nutridor (el que
alimenta, tanto el cuerpo como el alma), Protector (el que cuida, el que da
resguardo) y Sustentador (el que sostiene, el que anima, el que da fuerza9
Todos necesitamos de un padre (aún los animales), es por eso que Dios nos ha
dado un padre terrenal a todos, ellos tienen la responsabilidad de llenar vacíos en
nuestras vidas, de guiarnos, protegernos, y sustentarnos. La tarea de un padre
no es solo alimentar, vestir y proveer lo económico, su labor más importante es
ayudarnos a desarrollarnos íntegramente como personas, darnos un modelo de
vida, darnos apoyo emocional y espiritual principalmente en nuestros primeros
años.
Sin embargo, siendo nuestros padres humanos imperfectos, muchas veces no
logran cumplir con sus responsabilidades a cabalidad, se equivocan, eso causa
frustración, resentimientos y dolor en el corazón de muchos hijos. ¿Qué podemos
hacer ante esta situación?
1. Hay que reconocer que tenemos un Padre en los cielos que siempre
estará a nuestro lado. “aunque mi padre y mi madre me abandonen, tú señor, te
harás cargo de mí” (salmo 27:10)
Dios como Padre, asume la función de Alfarero, nos acaricia (afecto), nos
moldea (forma nuestro carácter), y nos vuelve instrumentos útiles. Él tiene el
poder para hacerlo. Debemos de relacionarnos profundamente con nuestro
Padre Dios, y encontrar en él todo aquello que no encontramos en nuestros
padres terrenales.
Una de las primeras cosas que Dios enseña es que Él es el verdadero Padre y que
no somos huérfanos. A partir del momento de la conversión, comenzamos a
disfrutar de los beneficios. Veamos algunos de los beneficios de la paternidad:
1. Dios Nuestro Padre desea que tengamos una íntima comunión con él.
Él desea tener una íntima relación con nosotros. La Biblia nos dice que nos
dirijamos a Él como “Padre”, no sólo como “Dios”, “Rey soberano”, “Santo” o
“Juez”. Aunque debemos conocerlo en todos los aspectos, el Señor quiere que
nos acercarnos a Él de manera transparente en todo, incluyendo nuestras
necesidades, debilidades y fracasos.
En segundo lugar, Dios anhela comunicarse con nosotros. Mateo 6:6 nos dice
que busquemos un lugar apartado para orar a nuestro Padre, “que ve en lo
secreto [y que] te recompensará”. Es decir, Dios nos escucha cuando hablamos
con Él, y el Señor responde la oración. Él es la clase de Padre a quien podemos
hablarle, y aunque es posible que no nos dé todo lo que queremos, el Señor
responderá a nuestras peticiones dándonos lo que Él sabe que es lo mejor para
nosotros (Mateo 7:7-11).
Juan 16:27. El amor del Padre nos da seguridad y confianza, por eso la
Escritura dice que el perfecto amor echa fuera el temor (1 Jn. 4:18). La
naturaleza de Dios es amar tanto al santo como al pecador, basado
exclusivamente en el hecho de que Él es amor (1 Juan 4:8). El incrédulo
simplemente se ha colocado en una posición en la que no puede experimentar
ese amor, una situación cuyo remedio es confiar en Jesús como Salvador.
Mateo 6:8. Dios provee para el cuerpo, alma y espíritu. La Biblia dice que quien
no provee para los suyos es peor que un infiel y ha negado la fe (1 Ti. 5:8).
Dios sabe cuál es nuestra necesidad, y desea que busquemos el reino de Dios
y su justicia, y le pidamos conforme a su voluntad (Mt. 6:33). El Señor hizo la
comparación del cuidado de los padres terrenales con el cuidado del Padre
celestial, diciendo que si nosotros siendo malos damos buenas dádivas a
nuestros hijos, cuánto más Dios a los suyos (Mt. 7:11), nos provee trabajo,
salud, paz, amor, sustento diario, etc. La Biblia nos asegura que nuestro Padre
celestial conoce todas nuestras necesidades, aun antes de que le pidamos, y
que Él las suplirá “conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Mateo
6:8; Filipenses 4:19). Sus recursos son ilimitados, y podemos tener la
seguridad de que ninguna de nuestras necesidades dejará de ser
satisfecha. ¿No valéis vosotros mucho más que los pajarillos? Como un Padre
amoroso, Él siempre tiene un mayor cuidado de Sus hijos (Mateo 6:24-26, 30-
33).
Dios siempre nos guía para que hagamos lo correcto. Jesús dijo que nuestro
Consejero el Espíritu Santo, nos guiaría a toda verdad (Juan 14:26; 16:13).
Dios nunca nos conduce en la dirección equivocada; el Señor “enderezará
nuestras sendas” si confiamos en Él en vez de hacerlo en nuestro propio juicio
(Proverbios 3:5, 6).
Por ejemplo, hasta el día de hoy puedo escuchar la manera como mi madre
pronunciaba “Charles” cuando oraba por mí y presentaba mi nombre delante
de Dios. Todavía recuerdo oraciones específicas que hacía a mi favor, sigo
sintiendo su compasión, su amor, y su preocupación por mí.
CONCLUSIÓN
Ser hijos de Dios es un privilegio muy grande que nos inspira a honrar a nuestro
Padre con nuestra forma de vida. Seamos agradecidos y busquemos llevar mucho
fruto para Él porque de esa manera será glorificado (Jn. 15:8).
¿Conoce usted a Dios como su Padre celestial? Si no lo conoce, sepa que Él está listo
para adoptarle en Su familia (Romanos 8:15; Gálatas 3:26).
Lo único que tiene que hacer, es confiar en Su Hijo Jesucristo como su Salvador
personal. Como dice Juan 1:12: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.