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Lunes, 29 de abril de 2019

Juliana Isabel Parra Reyes


Tutoría de Historia

La Nueva Historia y sus predecesores


Gonzalo Castaño es un sociólogo, doctor en sociología del Derecho, profesor investigador
en la Universidad Externado de Colombia. (Cataño, 2018) En su ensayo resume las
características de la Nueva Historia, el movimiento historiográfico que dejó atrás la
investigación tradicional del pasado en Colombia. Describe sus antecedentes a finales del
siglo XIX, y como en esta centuria la historia quiso ser una disciplina científica. Asimismo,
señala las dificultades de esta Nueva Historia, que tendió a oscurecer las personalidades e
imaginarios de la sociedad.
El nacimiento de la Nueva Historia surgió en Colombia del legado de los historiadores
modernos, principalmente de los historiadores decimonónicos del XIX y la primera mitad
del siglo XX en Europa. Entre sus mayores influencias se encuentra la de Leopold Von Ranke
y su escuela alemana; de Thomas Macaulay en Inglaterra y Francia, la de Pirenne en Bélgica,
la de Huizinga en los Paises Bajos y la de los Annales, Ernest Renán y Hippolyte Adolphe
Taine en Francia. Este movimiento nació en respuesta a cómo superar la historia tradicional
distintiva por su biografismo, asociado a la exaltación de los héroes. Su primer trabajo
intelectual como movimiento renovador fue el primer número del Anuario Colombiano de
Historia Social y de la Cultura en 1963, bajo la dirección del historiador Jaime Jaramillo
Uribe considerado como el padre de la Nueva Historia en Colombia.
La Nueva Historia era la antítesis de la llamada modalidad académica, típica de la Academia
Colombiana de Historia, institución sostenida por el Estado. Compuesta por un selecto grupo
de hombres con grandes capacidades adquisitivas que en sus tiempos de ocio practicaba el
oficio del historiador como hobby, muchos persiguiendo conveniencia politica o siguiendo
la tradición familiar. En todo caso ninguno con alguna formación historiográfica verdadera.
Su producción se caracterizaba por privilegiar genealogías y biografías, y ennoblecer a lo
héroes de la nación. Su realización investigativa prescindía mayoritariamente de visitas a
centros de documentación o archivos, sirviéndose solo de bibliotecas hogareñas, convirtiendo
la producción histórica en meras reelaboraciones.
Una vez nace la Nueva Historia en los sesentas, la Academia Colombiana de Historia no hace
esperar sus fuertes críticas, tildando esta historia como una sociología camuflada y
determinada por tendencias sin valor. Sin embargo, el modelo historiográfico de la academia
venia desde los años cuarenta siendo objeto de criticas de estudiosos formados en el
extranjero, su declive ya venia desde tiempo atrás.
Luis E. Nieto Arteta fue de los primeros en plantear los problemas de método y teoría de la
academia, afirmando que a su juicio la historiografía colombiana era de mucha pompa,
propensa a confundirse con la fábula y la leyenda. En respuesta a los desvíos de esta historia
publicó Economía y cultura en la historia de Colombia, que marcó el rumbo de buena parte
de los miembros de la Nueva Historia. Nieto, fue el primero en identificar la querella entre
las ciencias del espíritu y las ciencias naturales. Afirmando que los datos culturales eran
singulares e irrepetibles, mientras que los naturales eran siempre igual y susceptibles de
generalización. Uno de sus principales aportes fue proponer la comprensión como estrategia
de conocimiento. En suma, Nieto planteaba lo social como campo de la historia.
Los historiadores de los siguientes años, los correspondientes al decenio de los años cuarenta
y cincuenta del siglo XX también contaban con antecedentes. En los últimos años del siglo
XIX llegaron a Colombia los ecos europeos de la historia científica de Macaulay, Renán y
Taine, quienes fueron de gran influencia en el país; y quienes además establecieron
orientaron el curos de la historia en Colombia como una serie de pasos sujetos a la rigurosidad
de los documentos, y cuya finalidad era exponer, analizar y cotejar hechos. La idea de historia
científica llegó al país con Rafael Altamira y su obra La enseñanza de la historia, que resumía
las discusiones provenientes de Francia, Alemania, Italia y Reino Unido en torno al
cientifismo histórico.
El afán renovador fue seguido por algunos de los miembros de la Academia Colombiana de
Historia, quienes querían renunciar a la antigua costumbre de historiar sobre hechos políticos
y militares, abriendo su espectro a las costumbres y expresiones culturales. Sin embargo, bajo
la influencia del positivismo y adhiriéndose a los postulados de Ranke fue imposible el
establecimiento de la historia moderna, pese a que se conocían sus objetivos, procedimientos
y cualidades.
De este modo, es visible como el surgimiento de la historiografía moderna paso por al menos
tres largos periodos de afirmación en los cincuenta, cuarenta y novecientos que prepararon
el terreno a la Nueva Historia, sin ser esta ultima el único ejecutor de su renovación. Sin
embargo, La Nueva Historia superó las limitaciones de los anteriores esfuerzos por afirmar
la historia como ciencia social. Su impulso inicial lo constituyeron los discípulos de Jaime
Jaramillo Uribe, entre los que destacan: German Colmenares, Jorge Orlando Melo, Víctor
Álvarez, Carmen Ortega, Isabel Sánchez, entre otros también el sociólogo Orlando Fals
Borda.
Esta nueva historia se afirma como una disciplina que se forja tanto en las condiciones básicas
de las ciencias como en las disciplinas que examinan lo social. No obstante, la generación
que le sucedió manifestó un poco de reticencia a una de sus mayores influencias, siendo esta
la Escuela de los Annales, ya que la generación de la Nueva Historia tendió a oscurecer las
personalidades e imaginarios de la sociedad.
Conclusiones
La historiografía moderna tuvo un proceso lento y pausado de arraigamiento en el país, como
señala Cataño paso por al menos tres largos periodos de afirmación en los años cincuenta,
cuarenta y novecientos que prepararon el terreno a la Nueva Historia, su total renovadora.
Por tanto, el mérito también debe concedérsele a quienes visibilizaron e identificaron los
problemas de la tradicional historia, a predecesores formados en el exterior que trajeron a
Colombia, las para ese entonces ya conocidas corrientes historiográficas en Europa, pero
innovadoras en nuestro país. No obstante, la Nueva Historia marcó un importante hito en la
historia de nuestro país con la profesionalización del quehacer histórico y con la creación de
centros de investigación.

Bibliografía
Cataño, G. (2018). LA NUEVA HISTORIA Y SUS PREDECESORES. Revista de
economia institucional, 119-158.

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