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DOCTORADO EN EDUCACIÓN
Reporte de lectura
Liderazgo del Profesor: Objetivo Básico de la Gestión
Educativa
Aurora Bernal Martínez de Soria y Sara Ibarrola García
ASIGNATURA
Liderazgo y Gestión Educativa
Para tal fin, las autoras estructuran su constructo teórico desde tres líneas
fundamentales: primero, el concepto de Liderazgo del profesor, segundo, los
focos de interés de las investigaciones sobre el liderazgo del profesor y, tercero,
propuestas de investigación sobre el liderazgo del profesor.
Así pues, como lo afirma Hué, Esteban y Bardisa (2012), los dos primeros
modelos son el punto de partida para cuando un docente desea ser un
coordinador o Rector, más no son completamente funcionales para un liderazgo
propio como docente como si lo es el tercer modelo, el liderazgo instruccional o
pedagógico que asume al docente como actor principal en los procesos de
mejora de la enseñanza-aprendizaje y, por ende, de la calidad educativa.
El primer modelo de liderazgo como tal fue el instruccional, que tuvo sus
orígenes en la década de los 70`s consolidándose en la década de los 80`s. El
propósito de los lideres educativos acorde a dichas épocas se centraba más en
la gerencia de mejores resultados académicos de los estudiantes en estricta
consonancia con lo dispuesto por las políticas educativas de turno, por lo que la
visión se enfocaba en todo el proceso educativo que conllevará dicha mejoría en
resultados, como lo afirma MacBeath y Townsend (2011). Hasta aquí el docente
sólo es percibido como un ejecutor de directrices, de corte vertical, aplicadas en
el aula de clase.
Este tipo de liderazgo tuvo una renovación en la década de los 90`s cuando
fue influenciado por premisas del innovador liderazgo compartido, dando un giro
epistémico del directivo gerente al directivo líder de líderes con claro enfoque
colaborativo, que le dio alto protagonismo al docente. Situó sus objetivos en
reformular de manera "compartida" las mejoras del currículo, la didáctica y la
evaluación.
Aquí ya se vislumbra el liderazgo del docente, tanto dentro del aula como
afuera de ella, en pos de comunidades de aprendizaje e innovando en prácticas
de aula todo con la finalidad de mejores resultados académicos (Pounder 2012).
Para Mulford (2010), se vuelve imperativo que los directivos docentes estén
encaminados en potencializar los desempeños y las competencia de cada
miembro de la comunidad educativa dando prioridad a los maestros, por lo cual
entra en lista de funciones extras mejor conocimiento de todo lo relacionado con
el aprendizaje, la enseñanza y una adecuada lectura comprensiva del contexto y
sus múltiples interrelaciones.
Bajo esta tesitura, el liderazgo del directivo, en cuanto a la organización
educativa con sus respectivas metas y una comprensión de qué es y cómo se
proyecta la educación de calidad, se comparte más y mejor con los docentes
pero a otro nivel: ya no basta pensar que la mejora en la calidad de la educación,
en relación con los procesos de enseñanza-aprendizaje, dependa de los
esfuerzos individuales de profesores cuando es un constructo colectivo y de
trabajo colaborativo que pueda garantizar eficiencia perdurable en el tiempo.
Por ende, el directivo hace más profesional al docente, tanto como individuo
como por colectividad desde la dirección, supervisión como también desde la
influencia y la motivación en aras de hacer mejor el ambiente de enseñanza y
aprendizaje.
Damos por sentado, como bien lo define Gil y otros (2013), que líder es aquel
que asume una postura de guía de un colectivo en pos de unas metas y objetivos
de calidad educativa asumiendo para ello un proceso de influencia social y
cultural con alto objetivo moral dentro de unas prácticas de aula. Con tal
panorama, se busca que tal liderazgo del profesor genere un ambiente y clima
de aula hospitalario que favorezca tanto la enseñanza como el aprendizaje. Aula
como comunidad de aprendizaje y no como lugar de reunión de individualidades.
Se percibe aquí, entonces, un creciente rol directivo sin que con ello se dé
extralimitación de funciones a tal punto que logra complementar, no suplir o
ignorar, al director escolar. Paralelamente alcanza a impactar, transformar y
facilitar a sus pares académicos al tiempo de asumir tanto innovadores proyectos
curriculares como prácticas de aula significativas, contextualizadas e
investigativas soportadas por la realidad escolar. McMahon (2011).
A la luz de del desarrollo del liderazgo profesional del profesor se retoman tres
cuestiones comunes en los modelos: que conllevan a estructurarlo como líder:
Para nadie es un secreto ni una acepción a la regla que con el paso de los
años de servicio educativo del docente el compromiso se ve menguado debido a
perdida de motivación, desgaste y aumento de tensiones inherentes al cargo. Por
ende es necesario ofrecer nuevas posibilidades de crecimiento personal,
pedagógico y laboral en aras de mantenerlo motivado y comprometido dando
como efecto colateral un mayor liderazgo redundando en la calidad del servicio
educativo.
Hay que recalcar aquí que el liderazgo del profesor debe ir más allá de la
idoneidad profesional evidenciada en su conocimiento disciplinar en consonancia
con sus habilidades didácticas sino también cuando alcanza un culmen de mayor
calidad si a todo ello se le suma cuando hace operativo en sus prácticas de aula
sus cualidades innatas, su compromiso en cada actividad que adelanta y, por
supuesto, pasión junto con entusiasmo en el proceso de enseñanza.
Para tal fin los enfoques o modelos que logran ajustarse mejor a tal propósito
es la forma de dirección y organización del centro educativo avalado por el
liderazgo distribuido y pedagógico, ya que logra promover un mejor
profesionalismo docente desde dos vías simultáneas de trabajo: en el aula y
como líder.
Y, por último, el papel del directivo docente, como gestor pedagógico del centro
educativo, es lograr el cambio de enfoque en pro de procesos estructurales
encaminados al desarrollo personal, profesional y pedagógico del docente.
BIBLIOGRAFÍA
Day, C. (2012). «New lives of teachers». Teacher Education Quarterly, 39(1), pp.
7-26.
Dordrecht: Springer Netherlands, pp. 1237-1254.
Gil, F. y otros (2013). «El liderazgo educativo en el contexto del aula». En J. Argos
y P. Ezquerra (eds.), Liderazgo y educación. Santander: Universidad de
Cantabria, pp. 99-124.
Tichy, N. (2003). Líderes en acción. Cómo formar líderes en todos los niveles de
una organización. México: Compañía Editorial Continental cecsa.