Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
I. INTRODUCCION:
En las anteriores lecciones, hemos observado dos pasos esenciales que todo converso debe
ejecutar para poder ser salvo como lo son el arrepentimiento y el bautismo en agua en el nombre
de Jesucristo. El siguiente paso en pro de la salvación, también fue un hecho común en todos los
creyentes de la era apostólica, por lo cual esto denota su importancia como requisito fundamental
para la salvación de nuestras almas. Sin esto aún nuestra salvación no estaría garantizada.
2. Jesús dijo a sus discípulos que el Padre enviaría al Espíritu Santo en su nombre (Juan
14:26).
3. Al final Jesús afirmó que era Él quien enviaría al Espíritu Santo (Juan 15:26; Juan
16:7).
Pedro recordó a los oyentes el día del Pentecostés, que lo que estaba aconteciendo ese día era
la promesa que Dios le había hecho a su pueblo de que derramaría su Espíritu sobre toda
carne. La palabra promesa en estas escrituras, se deriva de la palabra griega epangelia la
cual significaba “un compromiso de hacer o a dar algo”; con frecuencia se utiliza para
denotar lo que ha sido prometido, y por ello significa un don conferido en gracia, no una
prenda conseguida mediante negociaciones.
Esto significa que no existe nada que tengamos que hacer para obtener esa promesa,
simplemente tenemos que esperar que Dios la cumpla en nosotros.
B. EL ANUNCIO DE JUAN EL BAUTISTA
Juan el Bautista también anuncio que Jesús bautizaría con el Espíritu Santo. (Mateo 3:11;
Marcos 1:8; Lucas 3:16; Juan 1:33; Hechos 1:5; 11:16). Al recordar que la palabra
bautismo significa inmersión, sumersión; podemos entender que cuando se decía que Jesús
nos bautizaría con Espíritu Santo, era que seríamos sumergidos o inmersos en el Espíritu
Santo, denotando la idea de un derramamiento de manera abundante y copiosa tal cual como
se había profetizado en Joel 2:28.
C. LA PROMESA DEL ESPIRITU SANTO TAMBIEN ES PARA ESTOS DIAS.
Hechos 2:39 “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los
que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”. En esta escritura, el Apóstol
Pedro dice que la promesa del Espíritu Santo es para todos aquellos que el Señor llamare a
sus caminos. Seamos nosotros, nuestros hijos, o todos aquellos que están lejos de los
caminos del Señor, mientras el Señor Jesús este llamando personas a sus caminos, la
promesa del Espíritu Santo estará vigente.
Efesios 1:13-14 dice “En el también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión
adquirida, para alabanza de su gloria”. Así mismo Efesios 4:30 también nos afirma “Y no
contristéis, al Espíritu Santo de Dios, .con el cual fuisteis sellados para el día de la
redención”. El Espíritu Santo es comparado con un sello en estas escrituras. El sello al cual
se refiere Pablo en estos pasajes, tratan de una marca oficial de identificación que se
colocaba en cartas, contratos y otros documentos importantes. Así el documento quedaba
bajo la autoridad autentica y oficial de la persona cuya marca quedaba impresa en el sello.
Hay cuatro verdades primordiales que se establecen por medio de un sello: 1) Propiedad:
Un sello indicaba propiedad (esto significa que ahora el creyente pertenece a Jesucristo); 2)
Autenticidad: Esto indicaba que era la misma presencia del que sellaba (eso significa que al
tener el Espíritu Santo tenemos al mismo Jesucristo en nosotros) 3) Seguridad: Esto
manifestaba que todo lo que estaba protegido por ese sello era inalterable (El Sello del
Espíritu Santo nos garantiza seguridad); 4) Autoridad: Eso significa que es irrevocable (El
sello del Espíritu Santo mantiene la promesa irrevocable que el Señor vendrá por nosotros).
2ª Corintios 1:21-22 dice “Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió,
es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros
corazones”. El Espíritu Santo es dado por Dios como su juramento de la herencia futura del
creyente en la gloria. El creyente necesita ser sellado con el Espíritu Santo para poder tener
garantizada su salvación.
C. EL ESPIRITU SANTO DOTA AL CREYENTE DE PODER PARA VENCER.
Lucas 24:49 dice “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero
quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo
alto”. Hechos 1:8 nos afirma “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra”.
La palabra poder aplicada en estas escrituras proviene de la palabra griega dunamis cuyo
significado es capacidad de llevar cualquier cosa a cabo. En sentido absoluto denota: poder
para obrar, para llevar algo a cabo. Esto demuestra que el Señor quería dotar a su iglesia de
Poder para enfrentarse al pecado y al maligno. Sin duda alguna el creyente encuentra muchos
obstáculos en su caminar con el Señor, para ello necesita de Poder para vencer. No podemos
enfrentarnos al pecado y al enemigo con nuestras fuerzas, necesitamos el mismo Poder de
Dios para vencer en el camino a la Salvación.
D. LOS QUE ERAN SALVOS RECIBIAN EL ESPIRITU SANTO.
Un indicador que demuestra la importancia de ser bautizado por el Espíritu Santo para
salvación, es que existen varios registros bíblicos de que los creyentes eran llenos del
Espíritu Santo cuando se convertían al Señor.
Inicialmente podemos tomar la experiencia de Hechos 2:1 al 5 cuando los que estaban en el
Aposento alto en el día del Pentecostés fueron llenos del Espíritu Santo. A partir de allí
podemos observar otros eventos que demuestran que todo aquel que era salvo era lleno o
bautizado con el Espíritu Santo.
1) Los Samaritanos. Hechos 8:17 dice: “Entonces les imponían las manos, y recibían el
Espíritu Santo”.
2) Saulo de Tarso (El Apóstol Pablo) Hechos 9:17 dice: “Fue entonces Ananías y entró en
la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te
apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas
lleno del Espíritu Santo”.
3) El centurión Cornelio y los que estaban en su casa. Hechos 10:44-45 nos dice:
“Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que
oían el discurso. Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se
quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu
Santo”.
4) Los Efesios. Hechos 19:6 dice: “Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre
ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban”.
interesado en comprar “este poder”. La respuesta de Pedro a esto fue “Tu dinero perezca
contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero”.