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Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús

Hora santa en preparación para Pentecostés


❖ Exposición

CANTO

Diacono: Espíritu Santo fuente de luz,


Todos: ¡ilumínanos!

Creemos en el Espíritu Santo, Señor y vivificador que, con el Padre y el Hijo, es


juntamente adorado y glorificado.

Padre nuestro, Ave María y gloria al Padre.

CANTO

Diacono: Espíritu Santo fuente de sabiduría,


Todos: guíanos.

Creemos que el Espíritu Santo habló por los profetas; nos fue enviado por Cristo
después de su resurrección y ascensión al Padre; ilumina, vivifica, protege y rige
la Iglesia, cuyos miembros purifica con tal que no desechen la gracia.

Padre nuestro, Ave María y gloria al Padre.

CANTO

Diacono: Espíritu Santo fuente de amor,


Todos: llénanos.

Creemos que la acción del Espíritu penetra lo íntimo del alma, hace apto al
hombre de responder a aquel precepto de Cristo: Sean perfectos como también es
perfecto su Padre celeste (cf Mt 5,48).

Padre nuestro, Ave María y gloria al Padre.

CANTO

❖ Adoración
Tú, a quien llamamos Paráclito,
Monitor: adoremos juntos al Padre y don de Dios Altísimo,
al Hijo por el Espíritu Santo que nos fuente viva, fuego,
fue dado y juntos oremos al Señor. caridad y espiritual unción.
Todos: Ven, Espíritu Creador, Tú derramas sobre nosotros los siete
visita las almas de tus fieles dones; Tú, dedo de la diestra del
llena con tu divina gracia, Padre; Tú, fiel promesa del Padre;
los corazones que creaste. que inspiras nuestras palabras.
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Hora santa en preparación para Pentecostés
Ilumina nuestros sentidos; ❖ Escucha de la Palabra de
infunde tu amor en nuestros Dios
corazones; y, con tu perpetuo auxilio,
fortalece la debilidad de nuestro Diacono: Del Evangelio según San
cuerpo. Juan. 15,26; 16,7-15.

Aleja de nosotros al enemigo, Dijo Jesús a los discípulos: Cuando


danos pronto la paz, venga el Paráclito, que yo les enviaré
sé nuestro director y nuestro guía, de junto a mi Padre, el Espíritu de la
para que evitemos todo mal. verdad, que procede del Padre, él dará
testimonio de mí... Les conviene que
Por ti conozcamos al Padre, yo me vaya; porque si no me voy, no
al Hijo revélanos también; vendrá a ustedes el Paráclito; pero si
Creamos en ti, su Espíritu, me voy, se lo enviaré... Mucho tengo
por los siglos de los siglos todavía que decirles, pero ahora no
pueden con ello. Cuando venga Él, el
Gloria a Dios Padre, Espíritu de la verdad, les guiará hasta
y al Hijo que resucitó, la verdad completa.
y al Espíritu Consolador,
por los siglos de los siglos. Amén. Palabra Del Señor.
❖ Vísperas CANTO
Monitor: comenzamos ahora las
vísperas, la oración de la tarde, ante ❖ Reflexión
la presencia de nuestro Señor en la
Lector 1: Jesús, erguido de pie en el
Eucaristía a quien le presentamos Templo, había dicho: "El que tenga
nuestra vida y le pedimos la sed, que venga a mí, y beba el que
presencia de su Espíritu Divino. cree en mí, como dice la Escritura. De
Monitor: el domingo pasado su seno correrán ríos de agua". Esto lo
decía refiriéndose al Espíritu que iban
celebramos la Ascensión del Señor.
a recibir los que creyeran en él (Juan
Jesucristo que bajo a lo profundo de la
1,31-39)
tierra y subió a lo más alto del cielo no
nos deja huérfanos, sino que, promete
su Espíritu Santo para toda la Iglesia.
Escuchemos atentamente la Palabra
de Dios del Evangelio de San Juan.
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Lector 2: En su primera aparición de Resucitado, Jesús les dice a los apóstoles,


soplando sobre ellos: "Reciban el Espíritu Santo" {Juan 20,22). Y nosotros, en el
Bautismo y la Confirmación, como los apóstoles en Pentecostés, quedamos "todos
llenos del Espíritu Santo" (Hechos 22,4). Ese "Espíritu de la verdad no lo puede
recibir el mundo" (Juan 14,17), porque "Dios da el Espíritu Santo sólo a los que le
obedecen" (Hechos 5,32), y, una vez recibido, dice Jesús, "el Espíritu de la verdad
los guiará hasta la verdad completa" (Juan 16,13), porque "el Espíritu Santo les
enseñará todo" (Juan 14,26)

Lector 1: Con el Bautismo que recibimos, Dios "nos renovó mediante el Espíritu
Santo, que derramó sobre nosotros copiosamente por Jesucristo Salvador nuestro"
(Tito 3,5-6), y así quedamos "justificados en el Espíritu de nuestro Dios" (7Corintios
6,11). De modo que Dios nos puede cuestionar: "¿No saben que son templos de
Dios, y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?" (1 Corintios 3,16)

Lector 2: Y de tal manera ha tomado posesión nuestra, que ya no nos


pertenecemos a nosotros mismos: "¿No saben que su cuerpo es santuario del
Espíritu Santo, que han recibido de Dios, y que ya no son suyos?" (1 Corintios 6,19)
Experimentamos que el Reino de Dios es "paz y gozo en el Espíritu Santo"
(Romanos 14,19), el cual está en cada momento moviendo nuestra oración,
impulsándonos a llamar a Dios: "Abbá, Padre"(Romanos 8,15), y a gritar de
continuo, suspirando por la unión definitiva con Cristo: "Ven, Señor Jesús"
{Apocalipsis 22,20).

Lector 1: Esto es la vida espiritual. No es una vida de ángeles, porque somos


hombres; sino una vida de hombres llenos a rebosar del Espíritu, poseídos por el
Espíritu, guiados por el Espíritu, el cual nos lleva de continuo a Jesús. Y a Jesús,
sobre todo, en la Hostia divina, donde Jesús está personalmente presente.

Lector 2: El Espíritu Santo nos empuja hacia la Eucaristía para avanzarnos en la


tierra lo que será nuestra vida del Cielo: un estar siempre con el Señor. Porque, al
ir al Sagrario, vivimos ya en fe lo mismo que viviremos en gloria. Estamos aquí con
el mismo "Cristo que está sentado a la derecha de Dios", y así pasamos "escondida
con Cristo en Dios" nuestra vida de hombres en la tierra (Colosenses 3,1-3).

Todos: Cristo Jesús, que estás en mí por tu Espíritu, regalo espléndido que me has
merecido con tu muerte y tu resurrección. Tú me lo sigues dando especialmente
cuando vienes a mí por la Sagrada Comunión o cuando me encuentro contigo en tu
Sagrario. Por Él me haces santo con tu misma santidad. Guárdame tu Espíritu en
mi corazón. Hazme dócil a sus inspiraciones para que viva lleno de su gozo y de su
paz.

CANTO
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❖ Escucha de la Tradición de la Iglesia

Monitor: Escucharemos a San Ireneo, un antiguo obispo de la ciudad de Lyon y


Padre de la Iglesia que ya desde el año 189 después de Cristo hace una lectura
amplia sobre el don del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia. Escuchemos y
aclamemos.
Lector 3: Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 3, 17, 1-3: SC 34, 302-306)

El Señor dijo a los discípulos: vayan y sean los maestros de todas las naciones;
bautícenlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Con este
mandato les daba el poder de regenerar a los hombres en Dios.

Todos: VEN ESPÍRITU SANTO, LLENA NUESTRO CORAZON Y


TRANSFORMANOS.

Lector 3: Dios había prometido por boca de sus profetas que en los últimos días
derramaría su Espíritu sobre sus siervos y siervas, y que éstos profetizarían; por
esto descendió el Espíritu Santo sobre el Hijo de Dios, que se había hecho Hijo del
hombre, para así, permaneciendo en él, habitar en el género humano, reposar
sobre los hombres y residir en la obra plasmada por las manos de Dios, realizando
así en el hombre la voluntad del Padre y renovándolo de la antigua condición a la
nueva, creada en Cristo.

Todos: VEN ESPÍRITU SANTO, LLENA NUESTRO CORAZON Y


TRANSFORMANOS.

Lector 3: Y Lucas nos narra cómo este Espíritu, después de la ascensión del Señor,
descendió sobre los discípulos el día de Pentecostés, con el poder de dar a todos
los hombres entrada en la vida y para dar su plenitud a la nueva alianza; por esto,
todos a una, los discípulos alababan a Dios en todas las lenguas, al reducir el
Espíritu a la unidad los pueblos distantes y ofrecer al Padre las primicias de todas
las naciones.

Todos: VEN ESPÍRITU SANTO, LLENA NUESTRO CORAZON Y


TRANSFORMANOS.

Lector 3: Por esto el Señor prometió que nos enviaría aquel Abogado que nos haría
capaces de Dios. Pues, del mismo modo que el trigo seco no puede convertirse en
una masa compacta y en un solo pan, si antes no es humedecido, así también
nosotros, que somos muchos, no podíamos convertirnos en una sola cosa en Cristo
Jesús, sin esta agua que baja del cielo. Y, así como la tierra árida no da fruto, si no
recibe el agua, así también nosotros, que éramos antes como un leño árido, nunca
hubiéramos dado el fruto de vida, sin esta gratuita lluvia de lo alto.
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Todos: VEN ESPÍRITU SANTO, LLENA NUESTRO CORAZON Y
TRANSFORMANOS.

Lector 3: Nuestros cuerpos, en efecto, recibieron por el baño bautismal la unidad


destinada a la incorrupción, pero nuestras almas la recibieron por el Espíritu.

Todos: VEN ESPÍRITU SANTO, LLENA NUESTRO CORAZON Y


TRANSFORMANOS.

Lector 3: El Espíritu de Dios descendió sobre el Señor, Espíritu de sabiduría y de


inteligencia, Espíritu de consejo y de fortaleza, Espíritu de ciencia y de temor del
Señor, y el Señor, a su vez, lo dio a la Iglesia, enviando al Abogado sobre toda la
tierra desde el cielo, que fue de donde dijo el Señor que había sido arrojado Satanás
como un rayo; por esto necesitamos de este rocío divino, para que demos fruto y no
seamos lanzados al fuego.

Todos: VEN ESPÍRITU SANTO, LLENA NUESTRO CORAZON Y


TRANSFORMANOS.

Lector 3: Y, ya que tenemos quién nos acusa, tengamos también un Abogado, pues
que el Señor encomienda al Espíritu Santo el cuidado del hombre, posesión suya,
que había caído en manos de ladrones, del cual se compadeció y vendó sus
heridas, entregando después los dos denarios regios para que nosotros, recibiendo
por el Espíritu la imagen y la inscripción del Padre y del Hijo, hagamos fructificar el
denario que se nos ha confiado, retornándolo al Señor con intereses.

Todos: VEN ESPÍRITU SANTO, LLENA NUESTRO CORAZON Y


TRANSFORMANOS.

CANTO

❖ Súplica
Lector1: Amor del Padre y del Hijo en el seno de la Trinidad.
Todos: ¡Ven, Espíritu Santo!
Lector1: Regalo que nos han hecho el Padre y el Hijo.
Lector1: Tú, que nos das el amor filial de Jesús al Padre.
Lector1: Tú, que nos has hecho templos vivos tuyos.
Lector1: Tú, que eres la gracia derramada en nuestros corazones.
Lector1: Tú, que oras continuamente dentro de nosotros.
Lector1: Tú, que nos haces llamar ¡Padre! a Dios.
Lector1: Tú, que nos enseñas a orar cuando nosotros no sabemos.
Lector1: Tú, que nos iluminas con toda la verdad.
Lector1: Tú, que nos enriqueces con tus dones sagrados.
Lector1: Tú, que nos haces producir frutos de santidad.
Lector1: Tú, que nos llevas a la unión definitiva con Cristo

❖ Bendición

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