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Constant, B. - Sobre La Libertad de Los Antiguos Comparada A La de Los Moderrnos PDF
Constant, B. - Sobre La Libertad de Los Antiguos Comparada A La de Los Moderrnos PDF
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¿Por qué dividimos la historia en Edad Antigua, Edad Media y Edad Moderna? ¿Qué hace
que los hombres antiguos sean antiguos y los modernos seamos modernos? Cada una de
esas edades marca no una distinción ociosa de los historiadores, sino una diferencia en las
relaciones políticas, sociales y económicas, y en la forma de concebir el mundo e incluso
algo todavía más profundo. Las diferencias son tan hondas que las consideramos edades
distintas de la humanidad. Benjamin Constant (1767-1830), escritor y político francés, nos
ofrece aquí una brillante reflexión sobre dos tipos de libertad: la antigua y la moderna. Se
trata de un discurso pronunciado por Constant, en 1819, en el Athénée royal de París. Un
hombre remarcable dentro de la tradición liberal.
La Libertad guiando al pueblo, Eugène Delacroix, 1830, Museo del Louvre, Francia.
antiguas repúblicas, lejos de ser simplemente una Este sistema es un descubrimiento de los modernos
barrera contra la tiranía, se convertía algunas veces y verán, señores, que el estado de la especie humana
ella misma en una tiranía insoportable. en la Antigüedad no permitía a una institución de esta
El régimen galo, que se parecía bastante a cierto naturaleza introducirse o establecerse. Los pueblos
partido, era a la vez teocrático y militar. Los sacerdotes antiguos no podían ni sentir su necesidad ni apreciar
gozaban de un poder sin límites. La clase militar y la sus ventajas. Su organización social los conducía a
nobleza poseían privilegios muy insolentes y muy desear una libertad completamente diferente a aquélla
opresivos. El pueblo no tenía derechos ni garantías. En que nuestro sistema nos asegura.
Roma, los tribunos tenían, hasta cierto punto, una misión Dedicaré el discurso de esta noche a demostrarles
representativa. Constituían los órganos de los esta verdad. En primer lugar, pregúntense ustedes,
plebeyos que la oligarquía, que en todos los siglos es señores, lo que hoy en día entiende por la palabra
la misma, sometió (derrocando a los reyes) a una muy libertad, un inglés, un francés, un estadounidense.
dura esclavitud. El pueblo ejercía directamente, a Para cada uno de ellos consiste en el derecho de no
pesar de todo, una gran parte de los derechos someterse sino a las leyes, de no ser ni arrestado, ni
políticos. Se congregaba para votar las leyes, para detenido, ni ejecutado, ni maltratado de ninguna
juzgar a los patricios acusados: no había en Roma por manera, a causa de la voluntad arbitraria de uno o
lo tanto sino vagos vestigios del sistema representativo. varios individuos. Es para cada uno de ellos el
La muerte de Marat, Jacques-Louis David, 1793, Museos reales de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas, Bélgica.
encomendaron a las manos atadas por las cadenas. El una masa de hombres que aunque portan diferentes
mundo moderno nos ofrece un espectáculo completamente nombres y diversas formas de organización social, es
opuesto. Los más pequeños Estados de hoy son homogénea en su naturaleza. Es lo suficientemente
incomparablemente más grandes que Esparta o Roma fuerte como para no temer de las hordas bárbaras y lo
en sus cinco siglos. La división misma de Europa en suficientemente iluminada como para que la guerra le
varios Estados se debe a los progresos de la sea achacada. Su tendencia uniforme se dirige hacia la
Ilustración, más aparente que real. Mientras que cada paz.
pueblo, en otro tiempo, constituía una hambruna Esta diferencia implica otra. La guerra es anterior
aislada, enemiga nacida de otras familias, ahora existe al comercio, ya que la guerra y el comercio son sólo
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constatar lo que es lo moderno. Los viejos elementos momento, que comparto con ellos una opinión única y
de una naturaleza anterior, por así decirlo, a la nuestra parcial, tengo la necesidad de condenar tanto como
parecen despertar en nosotros esos recuerdos. Es haya en mí de estos supuestos auxiliares.
difícil no añorar esos tiempos en los que las facultades Sin embargo, el interés de la verdad debe
del hombre se desarrollaban en una dirección trazada imponerse ante el resplandor de un talento prodigioso
anticipadamente; siendo una carrera tan vasta, tan y la autoridad de tan inmenso renombre. Por otra
fuerte de una fuerza propia y con un tal sentimiento parte, no es a Rousseau, como se verá, a quien se debe
de energía y de dignidad, que cuando nos entregamos atribuir principalmente el error que voy a combatir.
a esas añoranzas, es imposible no querer imitar lo que Pertenece más bien a uno de sus sucesores, menos
se añora. Esta impresión era profunda, sobre todo elocuente, pero no menos austero, mil veces más
cuando vivíamos bajo gobiernos abusivos que, sin ser exagerado. Este último, el abate Mably, es quizá el
fuertes, eran vejatorios, absurdos en sus principios, representante de un sistema que pretende, de acuerdo
miserables en sus acciones; gobiernos que tenían por con las máximas de la libertad antigua, que los
fundamento la arbitrariedad, por objetivo el ciudadanos estén completamente sometidos para que
empequeñecimiento de la especie humana; de lo cual la nación sea soberana y que el individuo sea esclavo
algunos hombres osan jactarse, todavía el día de hoy, para que el pueblo sea libre. El abate Mably, como
como si acaso pudiéramos olvidar que hemos sido Rousseau y como muchos otros, confundió –
testigos y víctimas de su obstinación, de su impotencia siguiendo a los antiguos– la autoridad del cuerpo
y de su caída. El objetivo de nuestros reformadores social con la libertad, y todos los medios le parecían
fue noble y generoso. ¿Quién entre nosotros no ha buenos para extender la acción de esta autoridad sobre
sentido latir su corazón de esperanza al inicio del la parte recalcitrante de la existencia humana, cuya
camino que ellos parecieron abrir? Será una pena, independencia lamentaba. El disgusto que continuamente
incluso hoy en día, para quien no constate la expresaba en sus obras era que la ley no pudiera alcanzar
necesidad de declarar que reconocer algunos errores sino las acciones. Hubiera querido que alcanzara también
cometidos por nuestros primero guías, no hace sino a los pensamientos, a las impresiones más fugaces; que
marchitar su memoria y condenar las opiniones que persiguiera al hombre sin descanso y sin dejarle
los amigos de la humanidad han profesado de época refugio donde pudiera escapar a su poder. En cuanto
en época. veía, en un pueblo cualquiera, una medida represiva,
Pero esos hombres sacaron varias de sus teorías de pensaba que había hecho un descubrimiento y la
las obras de dos filósofos que no habían reparado en proponía como modelo: detestaba la libertad individual
los cambios que suponen dos mil años en la como se detesta a un enemigo personal y en cuanto
disposición del género humano. Analizaré el sistema encontraba en la historia una nación que hubiera
del más ilustre de estos filósofos, Juan Jacobo estado privada completamente de ella, sin libertad
Rousseau, y mostraré que extrapolando a nuestra política, no podía evitar admirarla. Se extasiaba con
época moderna un alcance del poder social, de los egipcios porque entre ellos –decía– todo estaba
soberanía colectiva, que pertenecía a otros siglos, este regulado por la ley, hasta las distracciones, hasta las
genio sublime que animaba el amor más puro de la necesidades: todo se plegaba al imperio del legislador;
libertad, ha proporcionado sin embargo los más cada momento del día se llenaba con algún deber,
funestos pretextos a más de una clase de tiranía. incluso el amor estaba sujeto a esta intervención
Desde luego, al poner de manifiesto lo que considero venerada, y era la ley la que abría y cerraba el lecho
un importante error a desvelar, seré circunspecto en nupcial.
mi refutación y respetuoso en mi crítica. Evitaré, Esparta (que sumaba a las formas republicanas el
ciertamente, unirme a los detractores de este gran sometimiento de los individuos) despertaba en el
hombre. Cuando el azar hace que en apariencia espíritu de este filósofo un entusiasmo más vigoroso
coincida con ellos sobre un único punto, desconfío de todavía. Este vasto convento le parecía el ideal de una
mí mismo; y para consolarme por parecer, por un república perfecta. Sentía por Atenas un profundo
desprecio y habría dicho gustosamente que esta contra la propiedad; todas estas cosas debían cautivar
nación, la primera de Grecia, lo mismo que un gran a los hombres enardecidos por un triunfo reciente y
señor académico decía de la Academia Francesa: que, conquistadores del poderío legal, estaban
“¡Qué espantoso despotismo! Todo el mundo hace lo dispuestos a extender este poder sobre todas las cosas.
que quiere”. Debo agregar que este gran señor Constituía una muy apreciada autoridad la de estos
hablaba de la Academia Francesa tal y como era hace dos escritores que, desinteresados y pronunciando
treinta años. anatemas contra el despotismo de los hombres,
Montesquieu, dotado de un espíritu más observador, convirtieron en axioma el texto de la ley. Quisieron
porque tenía una cabeza menos abrasadora, no cayó ejercer la fuerza pública en la manera, como lo
en los mismos errores. Le sorprendieron las diferencias indicaban sus guías, que había sido ejercida en los
que he mencionado, pero no desentrañó sus Estados libres. Creyeron que todo debía ceder ante la
verdaderas causas. Los políticos griegos que vivían voluntad colectiva y que todas las restricciones a los
bajo el gobierno popular no reconocían –dice– otra derechos individuales serían ampliamente compensadas
fuerza que la de la virtud. Nuestros contemporáneos por la participación en el poder social.
no nos hablan sino de manufacturas, de comercio, de Ya saben, señores, cuál fue el resultado. Instituciones
finanzas, de riquezas e incluso de lujo. Montesquieu libres –apoyadas en el conocimiento del espíritu del
atribuye esta diferencia a la república y a la siglo– hubieran podido subsistir. El edificio renovado
monarquía. Sin embargo, hay que atribuirla al espíritu de los antiguos se hundió a pesar de tantos esfuerzos y
opuesto de los tiempos antiguos y de los tiempos de tantos actos heroicos dignos de admiración. Y es
modernos. Ciudadanos de repúblicas, súbditos de que el poder social lesionaba la independencia
monarquías, todos ellos quieren beneficios y, en el individual en todos sus aspectos, sin eliminar las
estado actual de las sociedades, nadie puede dejar de necesidades. La nación no concebía que un elemento
desearlos. El pueblo más apegado –hasta nuestros del todo, llamado soberanía, no valiera los sacrificios
días– a su libertad, antes de la liberación de Francia, que se le exigían, a cambio de una participación ideal
era también el pueblo más apegado a todos los goces en una soberanía abstracta. Se le respondía y repetía
de la vida; quería la libertad sobre todo porque la veía vanamente con palabras propias de Rousseau: las
como la garantía de los goces que procuraba. Otrora, leyes de la libertad son más austeras que el duro yugo
allí donde había libertad, podían soportarse las de los tiranos. Pero no quería esas leyes austeras y, en
privaciones: ahora donde quiera que haya privaciones, su cansancio, creía a veces que sería preferible el
hace falta la esclavitud para resignarse a ellas. Hoy en yugo de los tiranos. La experiencia vino y le mostró
día sería más posible convertir a un pueblo de su error. La nación vio que la arbitrariedad de los
esclavos en un pueblo espartano, que formar hombres era aún peor que las peores leyes. Mientras
espartanos con la libertad. Los hombres que por el tanto, por otra parte, las leyes también deben tener sus
flujo de los acontecimientos se encontraron situados a límites.
la cabeza de nuestra revolución, estaban imbuidos, Si he logrado, señores, que compartan la convicción
como resultado necesario de la educación que habían que –en mi opinión– se deriva de estos hechos,
recibido, de opiniones antiguas, convertidas en falsas, reconocerán la verdad de los siguientes principios. La
y que habían elevado a los filósofos de los que he independencia individual es la primera necesidad de
hablado. La metafísica de Rousseau, que aparecía de los modernos, por lo tanto no hay que exigir nunca su
repente como destellos de verdades sublimes y como sacrificio para establecer la libertad política. De lo
pasajes de una arrolladora elocuencia; la austeridad de cual se desprende que ninguna de las numerosas y
Mably, su intolerancia, su odio contra todas las muy alabadas instituciones que –en las antiguas
pasiones humanas, su avidez en someterlas a todas, repúblicas– perjudicaban la libertad individual, sea
sus exagerados principios sobre la capacidad de la ley, admisible en los tiempos modernos.
la diferencia entre lo que recomendaba y lo que había Fijar esta verdad, señores, parece en principio
existido, sus diatribas contra la riqueza e incluso inútil. Varios gobiernos de la actualidad no parecen
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Laocoonte y sus hijos, Agesandro, Atenodoro y Polidoro de Rodas, a.c. 30 a.C, Museo del Vaticano.
siempre puede influir sobre el usufructo, ya que puede para los antiguos como la tiene para nosotros. Sus
suspender su disfrute. Pero la circulación pone un gobiernos eran más fuertes que los particulares; en
obstáculo invisible e invencible a esta acción del nuestros días los particulares son más fuertes que los
poder social. Los efectos del comercio se extienden poderes políticos; la riqueza es una fuerza más
todavía mucho más lejos: no solamente libera a los disponible en todo momento, más conveniente a todos
individuos, sino que, creando el crédito, hace a la los intereses y, por consecuencia, más real y mejor
autoridad dependiente. obedecida; el poder amenaza, la riqueza recompensa:
El dinero, dice un autor francés, es el arma más escapamos al poder engañándolo; para obtener los
peligrosa del despotismo, pero es al mismo tiempo su favores de la riqueza, hay que trabajar por ella: es ella
freno más poderoso; el crédito está sometido a la quien provee.
opinión; la fuerza es inútil; el dinero se esconde o se Con una consecuencia de las mismas causas, la
fuga; todas las operaciones del Estado son existencia individual está menos englobada en la
suspendidas. El crédito no tenía la misma influencia existencia política. Los individuos envían lejos sus
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El tres de mayo de 1808 en Madrid, Francisco de Goya y Lucientes, 1814, Museo del Prado, Madrid, España.
encontrarse de repente ante importantes funciones combinar una con otra. Las instituciones, como lo
que la constitución les ha confiado, escoger con dice el célebre autor de la Historia de las repúblicas
discernimiento, resistir noblemente la seducción. de la Edad Media (Sismonde de Sismondi), deben
Vean el patriotismo puro, profundo y sincero, cumplir los destinos de la especia humana. Alcanzan
triunfando en nuestras ciudades y vigorizarse hasta mejor su objetivo cuando elevan al mayor número
en nuestras aldeas, atravesando los talleres, reanimando posible de ciudadanos a la más alta dignidad humana.
los campos, penetrando –con el sentimiento de los La obra del legislador no está completa si
derechos nuestros y de la necesidad de las garantías– únicamente ha tranquilizado al pueblo. Incluso
el espíritu justo y recto del útil campesino y del cuando ese pueblo está contento, queda todavía
comerciante industrioso que conocedores de la mucho por hacer. Las instituciones tienen que
historia de los males que ellos mismos han sufrido, y culminar la educación moral de los ciudadanos.
no menos ilustrados sobre los remedios que exigen Respetando sus derechos individuales, cuidando su
estos males, abarcan con una mirada a la entera independencia, no turbando sus ocupaciones, las
Francia y con sus sufragios, después de treinta años, instituciones deben consagrar su influencia sobre la
recompensan la fidelidad de los principios a la cosa pública, llamarlos a concurrir al ejercicio del
persona más ilustre entre los defensores de la poder a través de sus decisiones y de sus votos,
libertad. El señor Lafayette, nombrado diputado de garantizarles el derecho de control y de vigilancia
Sarthe. por medio de la manifestación de sus opiniones, y
Lejos pues, señores, de renunciar a ninguna de las formándolos, con la práctica, adecuadamente en tan
dos clases de libertad de las que les he hablado, es elevadas funciones, darles a la vez el deseo y la
necesario –como he demostrado– aprender a facultad de satisfacerlas. L