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David Mota Zurdo

El caso Galíndez en la prensa


estadounidense409
David Mota Zurdo
Universidad Isabel I

El profesor y político nacionalista vasco Jesús Galíndez


Suárez fue una figura cardinal del exilio republicano, especialmente,
del nacionalista vasco, al desempeñar funciones representativas en la
ONU, mantener una estrecha relación como delegado vasco con
miembros del Departamento de Estado estadounidense, o
comprometerse con organizaciones políticas que promovieron la
democracia en el continente americano, entre ellas, la Inter-American
Association for Democracy and Freedom, una plataforma para la defensa de
los Derechos Humanos en América compuesta por figuras
estadounidenses de importante prestigio político e intelectual. Fue
uno de los exiliados republicanos de la Guerra Civil que más
contribuyó al conocimiento del régimen dictatorial dominicano
gracias a que plasmó su experiencia personal en su tesis doctoral La

409 Este trabajo ha sido realizado dentro del Grupo de Investigación


GIR03. Humanidades y Ciencias sociales en la Era digital y Tecnológica de
la Universidad Isabel I en el marco de la línea de investigación L.05.
Política, Economía, Sociedad y Memoria: El Estado en los siglos XIX a
XXI de la que soy investigador responsable. Este estudio se ha realizado en
el marco del proyecto PGC2018-094133-B-100 (MCIU/AEI/FEDER,
UE).
Era Trujillo, póstumamente publicada por la Columbia University, en
la que impartió docencia410.
Igualmente cabe destacar sus labores como agente de
espionaje. En la República Dominicana fue uno de los miembros de
la red de vigilancia de buques españoles que organizó el Servicio
Vasco de Información para la Office of Strategic Services (OSS),
Office of Naval Intelligence (ONI) y el Federal Bureau of
Investigation (FBI) durante la II Guerra Mundial. Esta colaboración
estuvo condicionada por la situación de enfrentamiento entre las
agencias de inteligencia estadounidenses que, ansiosas de
monopolizar las operaciones de espionaje en el extranjero,
dificultaron las actividades de Galíndez411. Pero, en cualquier caso, el
delegado vasco estrechó relaciones con el FBI durante su estancia en
Ciudad Trujillo, siendo finalmente captado por la agencia de J. Edgar
Hoover, que le puso el nombre en clave de agente Rojas (NY-507S)412.
Desde entonces, sobre todo, desde su llegada a Estados Unidos en
1946, trabajó para el FBI, espiando al exilio comunista español y a las
comunidades portorriqueña y dominicana, hasta su desaparición en
extrañas circunstancias el 12 de marzo de 1956 en Nueva York.
Esta última cuestión ha sido la que mayor atractivo ha
causado en los investigadores, debido a que en su misteriosa
desaparición estuvieron implicados agentes de Trujillo y de la CIA,
con la aparente connivencia del FBI. Desde entonces, su secuestro y
caso policial han estado rodeados de un importante magnetismo y
han sido argumento de una gran cantidad de monografías y artículos
que se han detenido en su figura para destacar su trabajo como espía,
eclipsando las labores políticas que desarrolló durante su exilio en
América.

410 David Mota Zurdo, Un sueño americano. El Gobierno vasco en el exilio y


Estados Unidos (1937-1979), Oñati, IVAP, 2016, p. 284 y ss.
411 Tim Weiner, Enemigos. Una Historia del FBI, Debate, Barcelona, 2012, p.

172. El enfrentamiento CIA-FBI, condicionó la investigación del caso


Galíndez: Stuart McKeever, The President’s Private Eye. The Journey of Detective
Tony U. from N.Y.P.D. to the Nixon White House, Westport, Macsam, 1990, p.
78-79.
412 David Mota Zurdo, «El final de Jesús Galíndez, delegado del Gobierno

vasco en el exilio: estado de la cuestión y nuevas fuentes de archivo sobre


sus gestiones y desaparición», Trocadero, nº 19, 2017, p. 51-52.
260
En efecto, algunos trabajos, como la novela Galíndez de
Manuel Vázquez Montalbán, han contribuido a la proliferación de
hipótesis insuficientemente explicadas sobre su desaparición, su
condición política e inclinación sexual, etiquetándole como
comunista, espía, homosexual y agente del FBI. Esta mezcolanza de
ideas contribuyó a deshumanizar al delegado vasco, al que se
convirtió en un personaje de una novela de espías, controvertido y
alejado de la realidad. Se construyó, pues, un Galíndez que era un
convencido pro-estadounidense de espíritu anticomunista que
traicionó a sus compatriotas de la España republicana por la relación
que su gobierno, el vasco, mantenía con Estados Unidos.
Galíndez, el personaje, no se entiende sin la participación de la
prensa, sobre todo, la del exilio vasco, la pro-franquista y la
estadounidense. Sin embargo, por motivos de espacio, en este trabajo
nos centraremos en esta última recogiendo algunas de las principales
noticias sobre Galíndez, haciendo especial hincapié en cómo la
prensa norteamericana mostró su caso y cómo algunos medios
construyeron un relato que contribuyó a ofrecer una imagen
distorsionada. Pero, antes de profundizar en estas cuestiones,
conviene realizar un sucinto repaso sobre quién fue el delegado
vasco.

¿Quién fue Jesús Galíndez?


Una de las principales polémicas que rodearon a su figura fue
su lugar de nacimiento. Nació el 12 de octubre de 1915 en Madrid,
pese a que reiteradamente se haya señalado a la localidad alavesa de
Amurrio. De manera habitual, la mayoría de los investigadores han
cometido el error de situar su origen en este municipio, influidos (in-
)directamente por los usos partidistas de su figura llevados a cabo por
la literatura histórica militante, que aprovechó su vinculación familiar
con este municipio para vasquizar la historia personal de uno de los
símbolos y mártires de la patria vasca en el exilio. Este «error»,
además, posee una gran carga ideológica porque omite y/o cambia
éste y otros aspectos espurios de su vida en pos de reubicar su figura
en el panteón de los demócratas vascos, muertos por la libertad de
Euskadi.
Su residencia habitual fue Madrid, pero Galíndez se trasladó
todos los veranos a Amurrio, localidad a la que estuvo fuertemente
261
vinculado, debido a las historias de prestigio social familiar contadas
por su padre y su abuelo413. Sus largas estancias en la capital de
España no impidieron que mantuviera una estrecha relación con este
municipio y el nacionalismo. En 1932 se afilió al PNV e ingresó en
las filas de la agrupación de estudiantes vascos, Eusko Ikasle
Abertzale Batza. Durante la Guerra Civil participó como asesor
jurídico del partido en Madrid; por orden de José Antonio Aguirre se
puso al frente de un Comité-Delegación del PNV con la misión de
expedir salvoconductos a los simpatizantes de la República,
facilitando su evacuación414. También desempeñó labores
humanitarias dentro de la Sección de Presos y Desaparecidos del
Gobierno republicano, asociada al ministerio de Justicia que presidía
Manuel Irujo. En octubre de 1936, constituido ya el Gobierno vasco,
luchó en el frente como jefe de la Guardia del PNV, defendiendo con
gran firmeza a los políticos nacionalistas afincados en Madrid. Y, tras
la caída de Bilbao en 1937, combatió hasta la caída de Cataluña como
oficial del cuerpo jurídico de la 142 Brigada Mixta Vasco-Pirenaica415.

El exilio en Ciudad Trujillo


En febrero de 1939, tras la toma franquista de Cataluña,
Galíndez pasó a Francia, donde fue recluido siete meses en el campo
de concentración de Vernet-les-Bains. De allí, escapó a Burdeos y, en
el otoño de 1939, con la intención de evitar las precarias condiciones
que atravesaba el exilio vasco en Francia, consiguió un pasaje de
barco para la República Dominicana. Eligió el país caribeño por
recomendación de César Tolentino Rojas, el ministro de Asuntos
Exteriores dominicano, y porque buscaba «un país pequeño a donde

413 Amurrio se encuentra dentro del valle de Ayala una zona que está
situada al noroeste de Álava, limitando con Bizkaia y Burgos. A ojos de
Galíndez representaría a la Euskadi más bucólica y más tradicional.
414 Iñaki Bernardo e Iñaki Goiogana, Galíndez: la tumba abierta. Guerra, exilio

y frustración, Bilbao, FSA, 2006, p. 28-29.


415 Constancio Cassá Bernaldo de Quirós (comp.), Jesús de Galíndez. Escritos

desde Santo Domingo y artículos contra el régimen de Trujillo en el exterior, Santo


Domingo, Comisión Permanente de Efemérides Patrias, Archivo General
de la Nación, Vol. CXI, 2010, p. 19.
262
no se dirigiera la riada de refugiados»416. Optó por la República
Dominicana por el simple hecho de que Trujillo se había mostrado
favorable a la recepción del exilio republicano, al que consideraba
mano de obra cualificada para modernizar el país417. Sin embargo, se
trató de una emigración de intelectuales y políticos que, si bien
contribuyeron al desarrollo cultural e intelectual del país, poco
hicieron para favorecer a la coyuntura económica.
Después de diferentes trabajos, consiguió la cátedra de la
Escuela Diplomática y Consular del Departamento de Relaciones
Exteriores. Este puesto le permitió dar el salto a la asesoría del
Departamento del Tesoro y del Departamento de Trabajo y
Economía418. En paralelo, se encargó de la delegación del Gobierno
vasco y comenzó a realizar trabajos de información tanto para el
agregado militar de la embajada estadounidense como para el FBI a
los que informó sobre la marina mercante y agentes pro-nazis y
falangistas como de comunistas infiltrados en la colonia española. De
todas estas labores, sobresalió su rol de asesor político, que le
permitió conocer los entresijos del régimen trujillista, granjeándose
poderosos enemigos. Para 1946, su situación en el país caribeño se
volvió compleja, optando por buscar su salida de la isla.

Rumbo Estados Unidos: un nuevo comienzo

Tras el fin de la II Guerra Mundial, el presidente Aguirre


requirió de sus servicios en Nueva York. Su misión era sumar
esfuerzos con el exilio republicano y conseguir el aislamiento político
y económico del régimen de Franco en la ONU. En la Gran
Manzana, se encargó de la delegación del Gobierno vasco,
contactando con el medio político norteamericano, asistiendo a
reuniones en Washington DC, recaudando y enviando dinero de las
instituciones republicanas y vascas a Europa, asistiendo a mítines, etc.
Todo ello compaginándolo con el desempeño de cargos docentes en
diferentes universidades.

416 Jesús Galíndez, La Era Trujillo, Santo Domingo, Editorial Letra Gráfica,
1999, p. 264.
417 Iñaki Bernardo e Iñaki Goiogana, Galíndez, op.cit., p. 50.
418 Ibid., p. 51 y ss.

263
Pronto sacó rédito a su estancia en la República Dominicana,
convirtiéndose en uno de los máximos expertos en latinoamericanismo.
Fue invitado a numerosos congresos y mesas redondas y escribió
numerosos artículos en reputadas revistas como Vision, Hemispherica,
Revista de América, Ibérica y Cuadernos Americanos419. Galíndez, que tenía
«la biblioteca más completa sobre Trujillo existente en EEUU», se
especializó tanto en la materia que el profesor Frank Tannenbaum,
experto en historia de Latinoamérica, le animó a que realizara su tesis
doctoral sobre la dictadura dominicana420. Incluso, esta cuestión fue
el leitmotiv de su producción literaria: El Carnicero del Caribe, una
novela inacabada sobre Trujillo que fue presentada en el Círculo de
Escritores y Poetas Iberoamericanos (CEPI)421.
Fue una persona entregada a su trabajo, que compaginó sus
cargos docentes en Columbia con su actividad política. Su puesto de
profesor le sirvió tanto de «carta de presentación» ante algunos foros
diplomáticos americanos como de aval para participar en mítines del
Partido Demócrata en Nueva York. Incluso, se planteó dar el salto a
la política municipal en los distritos de presencia portorriqueña, a las
que estuvo muy vinculado. Pero, al margen de las labores de lobbying
político realizadas como delegado vasco en Nueva York y su papel
como observador en la ONU, Galíndez fue un dedicado académico.
Publicó regularmente en diferentes revistas y en numerosos
periódicos, dictó dos clases por semana en Columbia, participó en el
mencionado CEPI y promovió la organización de eventos literarios
como los juegos florales422.

419 María Pilar Rodríguez, «La universidad de Columbia en la ciudad de


Nueva York: conexiones con el exilio vasco», in: José Ángel Ascunce,
Mónica Jato, María Luisa San Miguel (ed.), VIII Congreso Internacional. Exilio
y Universidad: presencias y realidades 1936-1955, San Sebastián, Saturraran,
2008, pp. 703-711.
420 «El caso de Galíndez», El Diario de Nueva York, s.f., CUA, Tannenbaum

Papers, Galindez, caja 9, (1934-1969). «Pay Tribute to Vanished CU


Professor», Columbia Spectator, 17-X-1956, p. 2. Columbia University
Archives (CUA), Tannenbaum Papers, Galindez, caja 9, (1934-1969).
421 Ibid.

422 «Currículum Vitae de Jesús Galíndez», 13-III-1951, Nueva York, CUA,


Tannenbaum Papers, Galindez, caja 9, 1934-1969.
264
Secuestro y desaparición

Todas estas actividades se malograron cuando


misteriosamente desapareció en Nueva York el 12 de marzo de 1956.
Una de las principales explicaciones de su enigmática desaparición es
que debió de ser secuestrado en la sede del Gobierno vasco de la 5ª
Avenida, donde fue drogado. Acto seguido, fue trasladado al
aeródromo de Nueva Jersey, luego al de Long Island y, desde allí, en
una avioneta pilotada por el norteamericano Gerald L. Murphy, a
República Dominicana, donde Octavio de la Maza se hizo cargo de
trasladarlo a Ciudad Trujillo y presentarlo al dictador. Allí fue
interrogado y torturado hasta la muerte, para, finalmente, ser lanzado
al mar423.
Según las investigaciones policiales, Trujillo tuvo razones de
peso para secuestrar y asesinar a Galíndez. En su tesis doctoral, había
dado a conocer las corruptelas internas del régimen trujillista, y en el
Carnicero del Caribe había dañado la imagen de la familia de Trujillo424.
Tampoco ayudó su relación con el Partido Revolucionario
Dominicano antitrujillista de Nicolás Silfa, Andrés Requena y
Germán Ornes Coiscou; es decir, Galíndez había hecho méritos para
estar en el punto de mira de Trujillo425. Aunque las hipótesis sobre el
caso Galíndez son muy dispares, lo cierto es que el eje que vertebra a

423 Según las fuentes, el agente de policía Arthur E. Schultheiss, colaboró


en el secuestro de Galíndez, invitándole a que le acompañara para
solucionar un asunto relacionado con el Comité Pro Desfile Hispano en New
York. Stuart A. McKeever, The Galindez Case, Bloomington, Author House,
2013, pp. 334 y ss. Constancio Cassá Bernaldo de Quirós, Jesús de Galíndez,
op. cit., pp. 28-29. Alberto Elósegui, El verdadero Galíndez, Bilbao, Ediciones
Saldaña, 1990, p. 197 y ss.
424 Miguel A. Vázquez, Jesús de Galíndez: El vasco que inició la decadencia de

Trujillo, Santo Domingo, Taller, 1975, p. 120. Manuel de Dios Unanue, El


caso Galíndez. Los vascos en los servicios de inteligencia de EEUU, Tafalla,
Txalaparta, 1999.
425 Pedro Basaldúa, Crónicas de guerra y exilio, Bilbao, Idatz Ekintza, 1983, p.

422. Walter R. Bonilla, «Entre el recuerdo y el olvido. Las memorias de los


exiliados antitrujillistas», Revista Mexicana del Caribe, nº 15, vol. VIII, 2003, p.
79-105.
265
todas ellas es coincidente: el dictador dominicano fue el brazo
ejecutor de la desaparición y, muy probablemente, del asesinato de
Galíndez426.

Los efectos mediáticos del caso Galíndez


La desaparición de Galíndez trajo consigo multitud de
muestras de repulsa de diferentes colectivos. Desde las protestas de
los profesores de la Universidad de Nueva York, que manifestaron su
indignación ante la falta de investigaciones por parte del FBI, hasta la
firma de un comunicado conjunto que 11 organizaciones427
norteamericanas enviaron a Herbert Brownell, fiscal general de
Estados Unidos, solicitando una investigación exhaustiva sobre el
caso428. La universidad de Columbia también expresó públicamente
su preocupación. A través de su vicepresidente, John R. Krout, y de la
organización estudiantil Columbia Students for Galíndez, dirigida por
Larry Zwirling y Robert Socas, exalumnos del exiliado profesor en la
School of International Affairs, manifestó su malestar por «el silencio
oficial» ante la desaparición del delegado, organizando
movilizaciones429.

426 José F. Colmeiro, «La verdad sobre el caso Galíndez o la re-escritura de


la Historia», en Juan Villegas, Encuentros y desencuentros de culturas: siglos XIX y
XX, Irvine, Actas del XI Congreso de la Asociación Internacional de
Hispanistas, 1994, p. 211-222.
427 Las 11 organizaciones eran: American Catholic Trade Union Committee,

American Civil Liberties Union, American Committee for Cultural Freedom, Inter-
American Association for Democracy and Freedom, International League for the Rights
of Man, AFL-CIO Latin American representative, Pan-American Women's
Association, Post-War World Council, Spanish Benevolent Society, Spanish
Confederated Societies of New York and Workers Defense League.
428 «New York University Faculty Protests Galíndez Murder», Boletín del

Partido Revolucionario Dominicano, nº 5, mayo de 1956, año V, p. 3. CUA,


Tannenbaum Papers, Galindez, caja 9, 1934-1969. «11 Groups Assail FBI
in Galindez Case», Columbia Spectator, 26-IV-1956, CUA, Tannenbaum
Papers, Galindez, caja 9, (1934-1969).
429 Bernard Nussbaum, «Krout Expresses CU Worry for Galíndez», The

New York Spectator, 20-IV-1956, CUA, Tannenbaum Papers, Galindez, caja


9, (1934-1969).
266
Parte del contenido de estos mensajes salió a la luz el 23 de
marzo en un artículo de The New York Times titulado «Galíndez search
by FBI is urged» (Se insta al FBI a buscar a Galíndez):

«Solicitamos su intervención en el caso del Dr. Jesús de Galíndez,


miembro del profesorado de la universidad de Columbia que desapareció
el lunes 12 de marzo. Amigos y colegas del Dr. De Galíndez están
convencidos de que ha sido víctima de un crimen político perpetrado por
un gobierno extranjero de este hemisferio el cual él conocía por estar
opuesto y que había sido amenazado por el mismo tres meses antes.
Debido al cariz político del caso, le urgimos que solicite al FBI una
investigación a gran escala. Su desaparición hace más de una semana
justifica una inmediata e intensa investigación por parte del FBI al
amparo de la ley anti-secuestro»430.

Norman Thomas, candidato a la presidencia de Estados


Unidos por el Partido Socialista y firmante del comunicado, apuntó
que el delegado vasco le había confesado «que había sido amenazado»
por las fuerzas de Trujillo; de ahí -confesó Thomas- que la referencia
al gobierno extranjero apuntara directamente a la República
Dominicana431. No fue el único comentario al respecto que recogió el
periódico neoyorquino. Las declaraciones del escritor Wenzell Brown
vincularon la desaparición de Galíndez con la dictadura dominicana:

«El era un miembro de la Requena Memorial Committee, de la que yo


era el presidente. El comité estaba formado en honor a Andres
Requena, que había sido tiroteado y asesinado en Nueva York en 1952
después de publicar un panfleto criticando al régimen de Trujillo. Todos
los miembros del comité hemos recibido amenazas»432.

The New York Post también insistió en la pista dominicana:

430 «Galíndez search by FBI is urged», The New York Times, 21-III-1956,
CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969). El subrayado es
mío.
431 Ibid.
432 Ibid. El trujillismo negó su implicación en: «Letters to the Times», The

New York Times, 28-IV-1956 y en «The Other Side of the Galindez Story»,
The New York World Telegram, 17-IX-1956.
267
«Hoy se ha sabido que el Dr. Jesús Galíndez, profesor de la universidad
de Columbia, que desapareció el 12 de marzo, escribió una carta a la
policía para guiarles si era asesinado. La carta ha sido encontrada junto
con las voluntades de Galíndez. Ambas fueron dirigidas a la policía. Se
dice que en el caso de muerte violenta […] debían buscar a su asesino
entre los simpatizantes del Generalísimo Rafael Trujillo, que dirige la
dictadura de República Dominicana. No obstante, la carta no especifica
el nombre del probable asesino […]. Un oficial […] ha dicho que los
investigadores están convencidos de que Galíndez, un liberal anti-
comunista, fue raptado y asesinado»433.

Pese a que este periódico ofreciera nuevos datos sobre el


caso del delegado vasco, sorprenden los términos utilizados a la hora
de definirle a menos de un mes de su desaparición. Si en el Times se le
describía como «un exiliado republicano español de 42 años […]
vasco y católico», el Post utilizaba términos como los extractados en el
párrafo anterior434. La disparidad de términos usados respondía a una
editorial marcada por la diferente inclinación política de cada
publicación. El Times, más progresista, se situó cerca de la España
republicana desde la Guerra Civil. En cambio, el Post siempre se
caracterizó por su amarillismo.
Lo mismo sucedió con El Diario de Nueva York del pro-
trujillista Stanley Ross, sobre todo a partir de abril de 1956, cuando
Trujillo creó específicamente un lobby para publicar artículos
difamatorios sobre el político nacionalista435. En los momentos
iniciales, empero, la situación fue sustancialmente diferente. El Diario
era uno de los principales medios sobre asuntos latinoamericanos,
Galíndez había sido uno de sus colaboradores y en él continuaban
participando gente muy próxima al delegado vasco. El 4 de abril en
una entrevista que hicieron a Tannenbaum se priorizó el relato blanco

433 «Missing Columbia Prof Left Letter Citing Suspects in Case of Murder»,
The New York Post, 4-IV-1956, CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9
(1934-1969). El subrayado es mío.
434 «Galíndez search by FBI is urged», The New York Times, 21-III-1956,

CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969).


435 David Mota Zurdo, Un sueño americano, op.cit., p. 290.

268
sobre su desaparición, poniéndose de relieve aquellos aspectos que
hacían a Galíndez más humano. En palabras de Tannenbaum:

«La tragedia no es sólo que haya desaparecido un ser humano, sino que
era una persona especialmente dotada por la experiencia y educación
para actuar como intermediario e intérprete entre los intelectuales de la
América Latina y de los Estados Unidos […] para Columbia […]
hubiera sido un excelente profesor de Derecho Comparado»436.

En esa misma fecha, también se publicó un artículo


informando sobre la petición del CEPI para que se intensificaran las
investigaciones sobre Galíndez:

«Con el propósito de trabajar más de cerca con las autoridades


competentes que investigan desde hace tres semanas la misteriosa
desaparición del profesor y escritor español Jesús de Galíndez, el Círculo
de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York adoptó una
resolución antenoche. La misma fue tomada durante una asamblea
extraordinaria convocada por la directiva del Círculo de Escritores y
presidida por el poeta Felipe N. Arana. […] Durante la asamblea se
suscitaron debates agitados, dado el interés común de todos los asistentes
por conocer la suerte que ha tenido el expresidente de esa misma
organización, quien a su vez era columnista de EL DIARIO DE
NUEVA YORK, y líder cívico muy conocido en la ciudad»437.

No obstante, El Diario dio una de cal y otra de arena. Apenas


dos semanas después publicaba una carta de Waldo Ross escrita en
términos muy hirientes y con voluntad difamatoria. Ross, catedrático
universitario de Filosofía en República Dominicana, había conocido a
Galíndez durante el seminario de asuntos latinoamericanos que
anualmente organizaba junto a Tannenbaum y Germán Arciniegas en
Columbia, donde, además, había realizado una estancia como

436 «Revelan contenido de tesis Galíndez presentó Columbia», 4-IV-1956,


El Diario de Nueva York. CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-
1969).
437 «CEPI pide intensifíquese búsqueda Jesús Galíndez», 4-IV-1956, El

Diario de Nueva York. CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-


1969).
269
investigador invitado. La carta se reproduce de manera casi íntegra
porque no tiene desperdicio:
«La misteriosa desaparición de Jesús de Galíndez ha producido una
honda inquietud en todos los círculos neoyorquinos. […] El 12 de marzo
[…] fue a tomar un café en compañía de algunos de sus alumnos.
Después de esto nunca se volvió a saber de él. […] fue un joven refugiado
político vasco que llegó a la República Dominicana huyendo del gobierno
de Franco. […] no sobresalió en ninguna actividad intelectual. Pese a esta
circunstancia el gobierno dominicano lo protegió económicamente
nombrándolo funcionario de rango en varias dependencias de la
administración pública. […] El hecho de haber logrado ocupar buenos
puestos en la administración pública dominicana prueba el entonces cálido
trujillismo que sufría Galíndez, pues ningún Gobierno del mundo nombra
en cargos claves a sus enemigos políticos. […] estando ya en Estados
Unidos, el trujillismo de Galíndez sufrió una metamorfosis. […] no fue
ni comunista ni democrático: simplemente se ingeniaba por asumir
posiciones que fueran en contra de todos los bandos para así destacar su
persona con rasgos propios de un sensacionalismo de prensa amarilla. Por
tal razón, varias veces estuvo a punto de ser deportado de los Estados
Unidos. En Estados Unidos nunca tuvo ningún prestigio. El único que
creía en él era mi amigo Frank Tannenbaum, […]. […] Su actuación
en el CEPI le valió que el general Asensio, antiguo embajador de la
República Española en Washington lo acusase […] de haberse robado un
dinero de dicha institución. […] Galíndez trabajó activamente
organizando grupos que conspiraban desde Nueva York contra el
Gobierno dominicano. […] Galíndez comenzó a escribir artículos contra
Trujillo, poniendo como fuente de autoridad sus años pasados en la
República Dominicana. […] Esto le creó una atmósfera misteriosa de
hombre dos veces perseguido: una vez por Franco y otra por Trujillo […y]
que Galíndez explotaba hábilmente. Quiso entonces Galíndez poner el
broche de oro a su campaña antitrujillista […] escribiendo una tesis
doctoral sobre el régimen de Trujillo en la República Dominicana. […]
Con mucho acierto los diarios norteamericanos calificaron esta tesis como
«novela política». […] Lo primero que muchos pensamos fue que
Galíndez se había escondido a fin de hacer creer al público que lo habían
asesinado. […] era un gran actor y podía proceder así para lograr un
éxito publicitario […]. Otro rumor […] es que los enemigos de Trujillo

270
lo habrían asesinado para culpar del crimen al gobierno dominicano […].
Pero lo que es realmente sorprendente es el hecho del testamento de
Galíndez, por el cual se distribuye su dinero […] ¿De dónde pudo sacar
dinero un simple lector de la Universidad de más bajos sueldos que hay en
los Estados Unidos? Es muy posible que Galíndez haya obtenido dinero
de fuentes políticas. Ello explicaría muy bien el hecho de los continuos
viajes de Galíndez (México, Cuba y Europa) […]. Puede ser entonces
que las mismas personas que le facilitaban dinero lo hayan eliminado
[…] tuvo que ser secuestrado por personas o grupos políticos que estaban
muy cerca de él […] pues el FBI norteamericano lo tenía registrado como
espía extranjero […] El hecho de disponer Galíndez de fuertes sumas
para poder viajar y llevar una vida superior a la de un simple profesor
daría motivo para pensar en tramas propias de una intrincada novela
policial»438.

Todo parece indicar que Waldo Ross había escrito este


artículo para exculpar a Trujillo y desviar la atención de la República
Dominicana, confundiendo a la opinión pública al señalar como
culpables a personas cercanas a Galíndez. El texto está permeado de
inquina hacia el delegado vasco, con diversas descalificaciones hacia
su inteligencia, personalidad e integridad política e intelectual,
llegando incluso a insinuar que podría haber fingido su desaparición
para obtener un alto grado de ventas de La Era de Trujillo. Uno de los
aludidos en el texto de Ross, el general José Asensio, no dudó en
contrarrestar este intento de descrédito y de desmemoria en El Diario
de Nueva York:

«[…] deduzco que ese Sr. Waldo Ross debe ser un profesor de filosofía
chileno que frecuentó los medios democráticos hace unos dos años y que era
aspirante a un puesto en Columbia que nunca consiguió. Actualmente se
encuentra de profesor en la República Dominicana gozando del favor de
aquellas autoridades. Su posición actual la encuentro muy poco en
consonancia con los deberes de un caballero y con lo que expresaba en sus
conferencias y conversaciones. […] no debiera el periódico haber admitido
esa rotunda afirmación sin antes cerciorarse de la veracidad. […] nunca

438«La opinión del lector. El caso de Galíndez», El Diario de Nueva York,


18-IV-1956, CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969). El
subrayado es mío.
271
he sido Embajador de la República Española en Washington por tanto si
eso es falso ¿qué no será todo lo demás que tan rotundamente afirma el
firmante de la carta? Jamás, señor director, he juzgado la conducta
administrativa del Sr. Galíndez como presidente del CEPI y menos he
afirmado ni de palabra ni por escrito que el Sr. Galíndez «hubiese robado
un dinero de dicha institución». Esa falsedad habrá de probarla
documentalmente el Sr. Waldo Ross ante los tribunales y ante usted, pues
es responsable de cuanto se hace por quienes no tienen solvencia. Lo
contrario sería fomentar el chantaje y no creo sea esa la norma de «El
Diario de Nueva York». Espero constate además la similitud de cuanto
dice ese señor Waldo Ross y lo dicho hace unos días por un Sr. ministro de
la República Dominicana. Tengo en cuanto a honorabilidad
administrativa de don Jesús de Galíndez se refiere, el más alto concepto de
dicho señor, del cual podrían separarme posiciones transitorias no políticas
o al juzgar sus actuaciones, pero nunca poner en duda su intachable
honestidad como Administrador de fondos. Hombre honrado a carta
cabal, ahora querer manchar su nombre es una infamia y estoy dispuesto a
defender esto en todos los terrenos como si fuera el propio Galíndez»439.

Como se infiere de la carta extractada, Asensio señalaba a


Ross y a El Diario de irresponsabilidad, cuando no de incumplir el
código deontológico periodístico al dar rienda suelta a elucubraciones
de escasa consistencia. Al delegado republicano en Nueva York no le
cabía duda de que el gobierno dominicano se encontraba detrás del
texto de Ross, máxime por la coincidencia de criterios y términos de
ésta con otros escritos directamente por los representantes del
gobierno de Trujillo. En cualquier caso, el representante de la España
republicana no fue el único de los aludidos en responder. El escritor
portorriqueño Felipe N. Arana desmintió también la carta de Ross,
poniendo en valor la figura de Galíndez:
«[…] nos ha sorprendido mucho la actitud del Sr. Waldo Ross […]
Conocimos al Dr. Waldo Ross por presentación que nos hiciera el
profesor Galíndez en una tertulia […] Ahora, el Sr. Ross ataca a
Galíndez despiadadamente. Es decir, Ross la emprende contra un
hombre desaparecido o muerto que no puede defenderse. […] queremos

439«Editorial: Waldo Ross Vs Jesús Galíndez», El Diario de Nueva York, 20-


IV-1956, CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969).
272
refutar la alusión que hace el Dr. Waldo Ross […] en ningún momento
nuestro expresidente se robó dinero perteneciente a nuestra institución.
Entendemos que es hondamente lamentable que siendo el Sr. Waldo
Ross un compañero del desaparecido Galíndez, aproveche su ausencia
trágica y el dolor de los amigos que le quisimos mucho para asestarle
otra puñalada, además de las que, si es verdad que le han asesinado, le
habrán dado los supuestos criminales. Jesús de Galíndez hizo mucho por
nuestra cultura y desarrolló su brío y su entusiasmo para el bien social.
[…] Esa obra llevada a cabo con buena fe es un rayo de sol que no
pueden ensombrecer los despectivismos [sic.], ni la calumnia»440.

Esta primera jugada del lobby trujillista en Nueva York no


fue muy efectiva. Como se ha visto, las respuestas de las
organizaciones y representantes cercanos a Galíndez respondieron
con suma contundencia. Tampoco funcionó el intento de Ross de
borrar el rastro dominicano, ya señalado por el propio Galíndez. Más
bien al contrario. El Post insistió en la pista dominicana desde su
característico amarillismo rescatando la hipótesis de que el delegado
habría sido asesinado como consecuencia de la inminente publicación
de su tesis doctoral:
«The Post averiguó hoy que la policía ha confiscado las únicas tres
copias en inglés del potencialmente explosivo manuscrito escrito por el
profesor de la Universidad de Columbia Jesús de Galíndez […]. La
policía impidió la entrada al reportero del Post para que examinara el
manuscrito insistiendo en que se necesitaba como «prueba». […] Sus
planes para publicar el libro habían sido de conocimiento público en toda
Latinoamérica y sus socios han expresado la creencia de que su
desaparición fue un intento de prevenir la publicación del trabajo. Las
autoridades han expresado aquí la creencia de que Galíndez, un liberal
anticomunista, fue secuestrado y asesinado por simpatizantes de Trujillo.
[…] Galíndez analiza una serie de anti-Trujillistas que fueron
asesinados a causa de sus actividades políticas, incluidos Andrés

440«La opinión del lector: Felipe Arana Comenta», El Diario de Nueva York,
20-IV-1956, CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969). El
subrayado es mío.
273
Requena, asesinado en 1952, y Sergio Bencosme, muerto por disparo en
Manhattan en 1935»441.
Aparte de que la vinculación de la desaparición de Galíndez a
los asesinatos de los antitrujillistas Bencosme y Requena en Nueva
York ya había sido realizada anteriormente por Wenzell Brown y que,
por consiguiente, ponía al dictador dominicano en la diana, la
revelación de la existencia de varias copias en inglés de la tesis del
delegado vasco, así como el conocimiento de que La Era de Trujillo se
publicaría en español e inglés, hizo que la maquinaria de descrédito
contra Galíndez volviera a activarse. El 13 de junio de 1956, Alfonso
Naranjo, de la Editorial del Pacífico, en la que se publicaría el libro,
fue claro al respecto en sus declaraciones a la revista chilena Ercilla:

«Debo decir que ya comenzó el ataque organizado a la obra, y el


primero viene justamente de la ciudad que Cristóbal Colón llamó Santo
Domingo, y que ahora se llama Ciudad Trujillo. Los ataques son
ingenuos, pero más de algún incauto puede despistarse. Dicen que el
libro que aquí se editará, y cuyo texto recibí yo de manos de De
Galíndez en Estados Unidos, es apócrifo, hecho a base de recortes de
artículos de De Galíndez, publicados en revistas americanas o del
Caribe, sazonados y rellenados en Santiago por Pablo Neruda, Vittorio
Codovilla (dirigente máximo del comunismo argentino), y José Luis
Arévalo (el ex presidente de Guatemala). La imputación es torpe.
Nadie se atreverá a creer que la Universidad de Columbia haya dado a
De Galíndez el doctorado en Filosofía sobre la base de una obra que le
hubieran preparado dichos personajes»442.

Como se comprueba en el testimonio anterior, los intentos


del lobby trujillista para desacreditar a Galíndez eran evidentes:
habían pasado de considerarle un liberal anticomunista a tratar de
vincularle con el comunismo y el socialismo, uniendo su nombre a

441 «Cops Seize Galíndez Book as ‘Evidence’», The New York Post, 23-IV-
1956, CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969). El
subrayado es mío.
442 «Editor responde ingenuos ataques al libro de Galíndez», Revista Ercilla,

13-VI-1956, CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969). El


subrayado es mío.
274
Neruda, Codovilla y Arévalo, justo cuando aún en Estados Unidos
resonaban los ecos del McCarthismo. De modo que unos días más
tarde en el periódico chileno El Mercurio Naranjo se explayó en
diferentes detalles para desmentir estas acusaciones y contribuir a
explicar cómo fueron las semanas previas al secuestro:

«Nunca sentí la impresión de hallarme ante una persona que estuviera


bajo el complejo de la persecución. Creo que era plenamente consciente de
los peligros que le amenazaban, más, su tipo físico y psíquico era el de
aquéllos que saben que cumplir los deberes es más duro que no
cumplirlos. Mi retrato de Galíndez podría sintetizarlo diciendo que era
un vasco que, en su sangre y en su estampa, llevaba y mantenía toda la
tradición de su pueblo. […] Le reiteré que lograría la publicación en
Chile […] «La Era de Trujillo» es un preclaro enfoque de la farsa
constitucional que sufren o han sufrido muchos países de América. […]
Hasta hoy, 16 de junio, nada se ha logrado, según parece para esclarecer
la desaparición […] […] Yo creo que Jesús de Galíndez ha muerto
exclusivamente por la causa de la libertad»443.

Los simpatizantes de Trujillo no se detuvieron en sus


actividades de descrédito y desvío de atención de la pista dominicana,
volviendo a la carga poco tiempo después de la publicación del
artículo de Naranjo. Contra pronóstico, The New York Times ayudó a
difundir uno de sus bulos, aduciendo que el delegado vasco se había
hecho con ingentes cantidades de dinero y que, por consiguiente, esa
podría haber sido una de las razones por las que habría sido
asesinado:

«El Dr. Jesús Galíndez desapareció hace 4 meses y todavía no hay pista
alguna sobre su paradero. Pero ahora hay más razones para que las
autoridades incrementen las investigaciones sobre su desaparición con
mayor esfuerzo. Esto se debe a que las posibles explicaciones de su
ausencia se han incrementado alarmantemente por el archivo de sus
actividades de recaudación de fondos como agente registrado en este país
del Gobierno Vasco en el exilio. […] poca gente sabía que, en nombre

443Naranjo, Alfonso, «El encargo de Jesús Galíndez», El Mercurio, 16-VI-


1956, p. 3. CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969).
275
de los vascos, el profesor de 40 años de la Universidad de Columbia
había recaudado más de 1 millón de dólares en siete años. […]
Obviamente, cualquier hombre que maneje tales sumas, de las que tiene
constancia el Departamento de Justicia, está potencialmente más
expuesto a las intrigas y al asesinato que un académico y escritor
modestamente pagado»444.

Sin embargo, fue Waldo Ross quien intoxicó con más


vehemencia a la opinión pública, como quedó constatado en su
testimonio a Ercilla, donde vinculó a Galíndez con el tráfico de armas
y el desfalco:

«De todas las hipótesis que se han formulado, la menos convincente es, a
mi juicio, la que relaciona su desaparecimiento con el gobierno de la
República Dominicana […]. El gobierno dominicano no tenía nada
que ganar con la desaparición de Galíndez […] En Nueva York Jesús
Galíndez dejó de ser ferviente admirador trujillista y entró en contacto
con individuos que se dedicaban al tráfico ilegal de armas, oportunidad
que le dio la posibilidad de enriquecerse rápidamente. Pero hay todavía
otro hecho revelador: a raíz de la última campaña electoral del estado de
Nueva York, el representante demócrata por Nueva York, James G.
Donovan, acusó a Galíndez de malos manejos de dinero y gestionó su
deportación ante las autoridades […] Es probable que lo hiciera
desaparecer alguien que tenía interés en asegurarse su silencio. En todo
caso, detrás de su desaparición hay móviles de dinero y no políticos»445.

Estos comentarios, empero, no impidieron que la pista


dominicana continuara siendo investigada por las autoridades
policiales y la prensa norteamericana. De hecho, aunque el caso
Galíndez estuviera teniendo una importante repercusión en los
principales medios de comunicación estadounidenses en lengua
española e inglesa, como los ya destacados, aun había muchos
claroscuros. La revista Life puso sobre la mesa algunas de estas

444 «A deepened Mystery», The New York Times, 2-VII-1956, CUA,


Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969).
445 «Filósofo chileno tiene teoría contra Galíndez», Ercilla, 17-X-1956,

CUA, Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969). El subrayado es


mío.
276
cuestiones al señalar que no dejaba de sorprender que se hubiera
producido un lapso de 5 días entre la desaparición y el reporte de la
misma a las autoridades, máxime cuando el 13 de marzo no había
asistido a dictar su clase a Columbia, ni se había presentado a la
reunión que tenía con Thomas Santana de las Sociedades Hispanas
Confederadas, ni había cumplido con otra serie de compromisos a los
que, según las fuentes, siempre había acudido puntualmente446.
En cualquier caso, el gobierno de Trujillo se puso manos a la obra y
un año después de la desaparición del delegado, contrató al
prestigioso bufete de abogados de Morris Ernst para que investigara
la desaparición y la recondujera lejos de los confines del mar Caribe.
El informe de esta investigación, presentado en 1958, llegó a una
torticera conclusión, como quedó recogido en un artículo del Post:

«La dictadura de Trujillo, conocida educadamente como República


Dominicana, invitó el pasado julio al abogado Morris Ernst para que
dedicara sus energías -y su reputación liberal- a investigar los cargos
contra el régimen de Trujillo, acusado de planificar la desaparición de
Jesús de Galíndez. Trujillo generosamente aceptó financiarlo, así como
facilitar la investigación. […] El documento [fue] elaborado por Ernst,
con el concurso (vigilado) de la opinión del consejero asociado William
H. Munson […]. Actuando en el doble papel de juez y abogado de la
defensa, Ernst ha llegado al veredicto de que Trujillo no es culpable.
[…] El estudio de Ernst sugiere que Trujillo es la víctima inocente del
drama planificado por Galíndez y promovido por la prensa
norteamericana»447.

Epílogo y conclusiones

El silencio oficial al que había hecho alusión la Columbia


Students for Galíndez duró aproximadamente siete meses. Un tiempo
lo suficientemente amplio como para que la prensa diera rienda suelta
a todo tipo de valoraciones, aprovechando los claroscuros que
rodeaban a su figura. En efecto, su caso se convirtió en terreno

446 «Carta de Norteamérica. Un reportero trata», Life, 7-V-1956, CUA,


Tannenbaum Papers, Galindez, caja 9 (1934-1969).
447 «Ernst, Trujillo and Galíndez», The New York Post, 2-VI-1958, CUA,

Tannenbaum Papers Galíndez, caja 9 (1934-1969). El subrayado es mío.


277
abonado para oportunistas que buscaron sacar rentabilidad a su
misteriosa desaparición: propagandistas de indistinto signo político y
periodistas que buscaron vender la mayor exclusiva con multitud de
teorías, etiquetas y valoraciones. Así ocurrió en abril de 1956 cuando
la médium mexicana Emma de la Luz, solicita de que no la tomaran
por una desequilibrada, declaró en Columbia Spectator que en un
periodo de tiempo relativamente corto se encontraría a Galíndez «o,
mejor dicho, aparecería vivo»448.
El caso Galíndez no cobró suficiente relevancia hasta que las
investigaciones policiales implicaron al piloto estadounidense Gerald
L. Murphy449. El asesinato de Murphy a manos de las autoridades
trujillistas en diciembre de 1956 fue el acicate necesario para que la
prensa estadounidense dedicara una mayor atención a la desaparición
de Galíndez450. De no haber sido por éste, en el que estuvieron
implicados el exagente del FBI John Joseph Frank, el detective
Horace W. Schmahl y el cónsul dominicano en Nueva York Arturo
Espaillat, la trama Galíndez-Trujillo no habría alcanzado la
trascendencia que acabó adquiriendo en la prensa, ni el dictador
dominicano habría movido ficha para «comprar», como se ha visto,
una investigación que le exculpara451.
Pero, a pesar de que la prensa dedicó largos reportajes a la
desaparición de Galíndez, la Administración Eisenhower se mantuvo
en silencio. Incluso hizo caso omiso a las solicitudes de comunicado
oficial que realizaron diferentes personalidades norteamericanas
como el filántropo Louise Crane que manifestó su descontento al
Fiscal General del Estado de Nueva York por la ausencia de
investigaciones452. La respuesta norteamericana siempre fue
desalentadora: no había evidencias suficientes como para crear una

448 «Report from 'Spirit World'. Tip on Galindez Comes from Mexicam
Medium», Columbia Spectator, 26-IV-1956, CUA, Tannenbaum Papers,
Galindez, caja 9 (1934-1969).
449 Iñaki Bernardo e Iñaki Goiogana, Galíndez: la tumba abierta, op. cit. p. 301.

450 Ibid.
451 Tim Weiner, Enemigos, op. cit., p. 604-605.
452 Carta de Louise Crane a Jacob K. Javits, fiscal general del Estado de

Nueva York, 27-IV-1956, Nueva York, Rutgers University Archives


(RUA), Frances R. Grant Papers, R-1, caja 29.
278
comisión federal que abriera una línea de investigación distinta a la ya
iniciada por la policía de Nueva York.
En 1963, Jesús Galíndez fue declarado oficialmente muerto,
aunque nunca se encontró su cuerpo. Los claroscuros sobre su caso
aún continúan, sobre todo, según aducen los especialistas, entre ellos
Stuart McKeever, porque el Departamento de Justicia no quiere
divulgar el testimonio secreto del gran jurado de Washington DC que
investigó la desaparición del delegado vasco; es decir, quiere impedir
que se revelen los detalles de su desaparición. McKeever siempre ha
defendido que en la desaparición de Galíndez participaron miembros
de la CIA y que, debido a tal implicación, los documentos e informes
sobre su caso deberían desclasificarse en su totalidad. Sin embargo,
por el momento, los documentos no son consultables453.

453John Gerstein, «'Sleeper’ case could torpedo Mueller report», Politico, 27-
VIII-2018, recuperado de https://www.politico.com/story/2018/08/27/
robert-mueller-special-counsel-report-sleeper-case-797373.
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