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EJÉRCITO MEXICANO.

ESC. SUP. GRRA. 88/a. PROMOCIÓN


N.L. 03

“NEOESTRUCTURALISMO VS NEOLIBERALISMO”.

TESIS DEL AUTOR.

El paradigma neoestructuralista del desarrollo como fuente de ideas innovadoras en relación


con el estructuralismo, esta corriente de los años ochenta y noventa surgió directamente de
los análisis novedosos de la corriente estructuralista de los años cincuenta y sesenta y de
sus críticas, el nuevo estructuralismo podría ser considerado como renovación del
pensamiento estructuralista original, con el propósito de diseñar estrategias de desarrollo
alternativas a la opción neoliberal (Claude Berthomieu, 2005); por su parte el neoliberalismo
brinda un diagnóstico que coincide en que una de las causas inmediatas de la crisis
económica de América Latina se encuentra en la recesión internacional de los años ochenta,
en especial por la combinación de caídas acentuadas en los precios de las exportaciones y
de agudas alzas en las tasas de interés reales en el mercado internacional, lo que provocó
un cuantioso déficit en las cuentas externas de la región (Osvaldo Sunkel, 1990).

INTRODUCCIÓN.

En el decenio de 1990, la CEPAL actualizó su pensamiento para adecuarlo a la nueva


realidad de apertura comercial, movilidad internacional de capitales, privatización y
desregulación, en un contexto de relaciones más estrechas con el resto del mundo y de
mayor integración regional. Lo hizo conservando los elementos centrales del enfoque
estructuralista inaugural y formulando estrategias y políticas alternativas en buena medida
discrepantes con las de la agenda neoliberal. Para caracterizar a esta nueva etapa se utilizó,
con razón, la expresión neoestructuralismo (Bielschowsky, 2009).

Por su parte el neoliberalismo, se pude considerar como un movimiento que se posibilita


a través de la política de desregulación financiera, en marcha hacia la utopía liberal de
un mercado puro y perfecto; se lleva a cabo a través de la acción transformadora y, hay
que decirlo, destructora de toda medida política (la más reciente es el AMI, Acuerdo
Multilateral sobre la Inversión, que busca proteger a las empresas extranjeras y a sus
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inversiones y va en contra de los Estados nacionales) que pretende cuestionar todas las
estructuras colectivas que puedan obstaculizar la lógica del mercado puro (Bourdieu, 1997).

DESARROLLO.

El neoestructuralismo comparte con su corriente antecesora los cuellos de botella de la


oferta, según la cual la condición de subdesarrollo de la región latinoamericana no se explica
por las distorsiones exógenas inducidas por la política económica, como lo afirman los
neoliberales, sino por factores estructurales endógenos, tales como la distribución desigual
del ingreso y la riqueza, la concentración de la propiedad de la tierra, la inserción
desfavorable en el comercio mundial, el grado elevado de concentración de los mercados y
el retraso tecnológico. A ello se suman los factores sociopolíticos, como la frágil organización
sindical, la desigualdad en distribución geográfica y sectorial de la población y el bajo nivel
educativo. (Claude Berthomieu, 2005)

El neoliberalismo ha sido un proyecto de clase camuflado bajo una proteica retórica sobre la
libertad individual, el albedrío, la responsabilidad personal, la privatización y el libre mercado.
Pero esa retórica no era sino un medio para la restauración y consolidación del poder de
clase, y en este sentido, el proyecto neoliberal ha sido todo un éxito. Uno de los principios
básicos que quedaron sentados en los setenta fue que el poder del Estado tenía que proteger
las instituciones financieras, costara lo que costara. Ese principio fue puesto por obra en la
crisis de Nueva York de mediados de los setenta, y fue internacionalmente definido por vez
primera cuando se cernía sobre México el espectro de la bancarrota, en 1982. Eso habría
destruido los bancos de inversión neoyorquinos, de modo que el Tesoro estadounidense y
el FMI actuaron de consuno en rescate de México. Mas, al hacerlo, impusieron un programa
de austeridad a la población mexicana. En otras palabras, protegieron a los bancos y
destruyeron al pueblo; no otra ha sido la práctica regular del FMI desde entonces. (Harvey,
2007)

La fórmula neoestructuralista permitió tender un puente con los gobiernos latinoamericanos


y caribeños que habían adherido a las reformas, sin abandonar la construcción analítica
estructuralista original e insistiendo en la necesidad urgente de implementar políticas de
transformación social y económica para superar el subdesarrollo, más allá del
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funcionamiento del libre mercado. Si para algunos ello significó rendirse al neoliberalismo,
para otros fue una alternativa que permitiría seguir incidiendo en los destinos de la región
desde la perspectiva teórica y metodológica clásica de la CEPAL. (Bielschowsky, 2009)

CONCLUSIONES.

La corriente neoestructuralista comparte con la estructuralista la idea de la necesidad de la


industrialización y del papel del Estado para ponerla en marcha, pero reconoce los límites de
la industrialización por substitución a las importaciones: esta no puede ser más que una
etapa del proceso de desarrollo, es necesario centrar la actividad industrial sobre la
competitividad internacional y abrirse a los mercados exteriores.
Con respecto a la corriente neoliberal, los neoestructuralistas difieren principalmente en dos
cuestiones: la consideración de la dimensión social de la inflación y la importancia dada a la
demanda interior (semejante a la demanda efectiva de los postkeynesianos), como motor de
la decisión de inversión.

OPINIÓN.

REDACTÓ:
EL MYR. I.C.
ANGEL CHÁVEZ VARGAS.
(C-6940800)

REFERENCIAS.
Bielschowsky, R. (2009). Sesenta años de la CEPAL: estructuralismo y neoestructuralismo. Revista
CEPAL 97, 22.

Bourdieu, P. (1997). La esencia del neoliberalismo. Universidad Pedagogica Nacional No. 35 II, 5.

Claude Berthomieu, C. E.-B. (2005). El neoestructuralismo como renovación del paradigma


estructuralista de la economía del desarrollo. Latinoamericana de economía, 24.

Harvey, D. (2007). A brief of Neoliberalism. Oxford University Press.

Osvaldo Sunkel, G. Z. (1990). Neoestructuralismo versus neoliberalismo en los años noventa. Revista
de la cepal, 21.
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