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b) Nestorio
—Vida
«Uno es el Hijo único del Padre engendrado antes de todos los siglos, y otro
el que ha sido dado a luz por la Virgen María, y no el mismo único Señor
Jesucristo».
Poco después Nestorio informó al Obispo de Roma, Celestino I, de la
controversia originada en Constantinopla, quejándose a continuación de la
tardanza en contestar a su carta, tardanza que algunos intentan justificar
afirmando que S. Celestino, además de la dificultad con que contaba de no
leer el griego, quiso dar largas al asunto. La noticia llegó también a S. Cirilo de
Alejandría. El rumor de las predicaciones de Nestorio inquietó no sólo a los
obispos sino a los mismos monjes del desierto.
A fines del a. 428, S. Cirilo, como en años anteriores, escribe a los obispos
con el fin de establecerles las fechas de la cuaresma y de la Pascua para el a.
429. Asimismo, escribe también a los monjes, sin hacer referencia alguna a
N., exponiendo su doctrina acerca de la Encarnación y del título Theotokos. A
finales del a. 429, S. Cirilo escribe por primera vez a Nestorio advirtiéndole de
los rumores que corren sobre sus doctrinas en Roma y en Egipto a la vez que
le pide una explicación del asunto. Nestorio contesta altivamente exhortando
a Cirilo a la moderación cristiana. A principios del a. 430, S. Cirilo escribe su
famosa segunda carta a Nestorio en la que expone la doctrina hortodoxa
sobre la Encarnación y la Theotokos. Nestorio escribe a S. Cirilo también su
segunda carta, famosa porque será leída y condenada públicamente por los
Padres de Éfeso. En ella acusa a S. Cirilo de apolinarismo (v.), insiste en la
distinción de dos naturalezas en Cristo y en la conjunción en el prósopon
unionis y, por último, en que no se puede llamar a María Theotokos, sino
Christotokos.
A la vista de esto, S. Cirilo escribe una serie de cartas para ganar
partidarios contra Nestorio; de esta época datan las escritas a Acacio de
Berca, al Emperador, a la Emperatriz y a la princesa Pulqueria. Se preocupa de
avalar su doctrina con un florilegio de textos patrísticos. Finalmente, como S.
Cirilo no esperase nada positivo de su correspondencia con Nestorio escribe
su primera carta al Obispo de Roma, S. Celestino, en la que le cuenta todo lo
anteriormente sucedido y pregunta: utrum liceat comunnicare cum Nestorio?.
En la actualidad:
— Obras.
e) Arnobio el joven;
g) Juan Casiano;
— Doctrina.
a) Precedentes.
Las tendencias profundas son aquí las mismas que las expuestas ya en sus
escritos anteriores. Ahora, insiste Nestorio en la “unio in naturam”
reafirmando su sentencia contra la “unio physica” y la “mia physis”
( de S. Cirilo; rechaza, además, como errónea, la unión hipostática
y explica extensamente qué es lo que entiende por el “prósopon unionis”.
Por lo que respecta a las naturalezas afirma que ninguna usa de la otra y
que no se entremezclan en sus operaciones respectivas. Ambas son
inmutables y, por consiguiente, hay que rechazar la “mutatio in naturam”, lo
cual equivaldría a admitir adición en la esencia. Si la unión se hubiese
realizado “in naturam”, esto llevaría consigo que el Padre padecería y que los
sufrimientos de Cristo no serían libres, dado que las cosas que se unen “in
naturam” se unen necesariamente.
La unión de las naturalezas admitida por Nestorio es la unión “in
prósopon”, es decir, que cada una de ellas se entrega mutuamente su propio
prósopon, de modo que no aparezca y no obre, a no ser un único prósopon.
Nestorio recalca que aun después de realizada esta unión, una y otra
naturaleza permanecen en su propia hipóstasis, puesto que si bien el
prósopon no es lo mismo que la esencia, no se concibe una esencia o una
naturaleza sin su propio prósopon.
Según esto, hay que concluir que la segunda carta de S. Cirilo a Nestorio
es, de acuerdo con el criterio de los Padres, una explanación genuina de la fe
de Nicea, o lo que es lo mismo, una epístola dogmática. Por el contrario, la
doctrina de la segunda carta de Nestorio a S. Cirilo es herética. Además, dado
que el juicio emitido por los Padres acerca de la doctrina está en
contradictorio, hay que concluir que los puntos en que se opongan las cartas
(segunda de S. Cirilo a Nestorio y segunda de Nestorio a S. Cirilo) habrá que
considerarlos, si son de S. Cirilo, como dogmas de fe, y si son de Nestorio,
como herejías.
Sin embargo hay que aclarar que, en el Libro de Heráclides, Nestorio llega a
hablar de intercambio de prósopa en Cristo, en el sentido de que una de las
dos naturalezas se sirve del prósopon de la otra como si fuese el suyo, lo cual
ha sido interpretado como una tardía aceptación de la doctrina de la
comunicación de idiomas, es decir, el intercambio de predicados que
convienen a la humanidad y divinidad en virtud de la unión que Nestorio se
negaba a admitir años antes en su respuesta a la segunda Carta de Cirilo.
DPAC II pp 1529-1531
Masson, 251-255
—Vida
Al morir Teófilo, patriarca de Alejandría, el 15 de octubre del año 412, el
gobierno quiso que le sucediera un diácono llamado Timoteo; pero dos días
más tarde era elegido y elevado a la famosa sede de la metrópoli egipciana el
sobrino del difunto patriarca, Cirilo. Su nombre ha quedado ligado para
siempre con la segunda gran controversia cristológica, que llevó al concilio de
Efeso (431) y a la condenación de Nestorio.
Sobre el periodo que sigue al 428, año en que Nestorio fue nombrado
obispo de Constantinopla, estamos mejor informados. Es en la defensa de la
ortodoxia contra el nestorianismo donde aparece Cirilo como un factor
importante en la historia eclesiástica y dogmática.
No quedaba más que una posibilidad para evitar una ruptura violenta en
la Iglesia oriental: un concilio general. Por eso, el emperador Teodosio,
animado sobre todo por Nestorio, convocó en Efeso a todos los
metropolitanos y obispos del Imperio para Pentecostés del año 431, para el
sínodo que se hizo famoso en todo el mundo como el tercer concilio
ecuménico. En la primera sesión (22 de junio del 431), que presidió Cirilo
como delegado pontificio, Nestorio fue depuesto y excomulgado; se condenó
su doctrina cristológica y se reconoció solemnemente el título de Theotokos.
Cuatro días más tarde llegó a Efeso Juan de Antioquía con sus obispos. No
vaciló en celebrar por su cuenta un sínodo con sus obispos y con los amigos
de Nestorio; en él depuso, excomulgó a Cirilo. Cuando Teodosio se enteró de
lo ocurrido, ideó un golpe maestro: declaró depuestos a los dos, a Cirilo y a
Nestorio, y los encarceló. Después de examinar la cosa más detenidamente,
permitió a Cirilo volver a Alejandría. Llegó el 30 de octubre y fue recibido en
su sede como un segundo Atanasio, mientras que Nestorio se retiraba a un
monasterio de Antioquía.
—Escritos
Sus obras llenan diez volúmenes de la edición Migne (PG 68-77). Tiene dos
periodos: hasta el 428 (contra los arrianos) y hasta su muerte (contra los
nestorianos).
Tiene:
Apologeticus ad imperatorem,
Escritos varios:
—Doctrina
—Método teológico
Contribuyó grandemente al desarrollo del método escolástico. Amplió la
prueba de la Escritura, introdujo abiertamente la prueba de los Padres (que el
Concilio de Éfeso adoptó), y comenzó a utilizar en la ciencia eclesiástica la
prueba de razón, ya usada anteriormente por arrianos y apolinaristas.
—Cristología
“No decimos que la naturaleza del Verbo se hizo carne sufriendo un cambio o
que se transformó en un hombre completo y perfecto, compuesto de cuerpo y
alma. Decimos más bien que el Verbo, habiendo unido a Sí mismo
personalmente una carne animada de un alma viviente, se hizo hombre de
manera inefable e inconcebible y se llamó Hijo del hombre, pero no por puro
favor ni por pura benevolencia, ni tampoco por el hecho de asumir una sola
persona (es decir, una persona humana a su divina persona). Siendo distintas
las naturalezas que se unieron en esta, unidad verdadera, de ambas resultó
un solo Cristo, un solo Hijo: no en el sentido de que la diversidad de las
naturalezas quedara eliminada por esta unión, sino que la divinidad y la
humanidad completaron para nosotros al único Señor Jesucristo e Hijo con su
inefable e inexpresable conjunción en la unidad. De esta manera, aunque El
subsistía y era engendrado por el Padre antes de los siglos, se dice de El que
nació también de una mujer según la carne; no que su naturaleza divina
empezara a existir en la Santa Virgen o que necesitara por fuerza por sí
misma una segunda generación después de su generación del Padre. Es necio
y absurdo decir que el que subsistía antes de los siglos y era coeterno con el
Padre tenía necesidad de un nuevo comienzo de existencia. Decimos que el
Verbo ha nacido según la carne, porque asumió personalmente la naturaleza
humana "por nosotros y por nuestra salvación." Porque no nació primero de
la Santa Virgen como hombre ordinario y luego descendió sobre El el Verbo,
sino que, habiéndose unido a la carne desde el seno mismo, se dice de El que
se sometió a una generación según la carne, como apropiándose y haciendo
suyo el nacimiento de su propia carne” (Ep. 4).
“Dígnese tu santidad cerrar la boca a los que dicen que hubo una mezcla,
confusión o mixtura del Verbo Dios con la carne. Es probable que algunos
estén divulgando por ahí que yo pienso también de la misma manera y digo
cosas semejantes. Pero estoy yo tan lejos de sostener eso, que considero
necios a los que llegan a imaginarse que a la naturaleza del Verbo pueda
acaecer una "sombra de mudanza." El permanece siempre lo que es y no se
ha alterado ni puede nunca sufrir alteración” (Ep.39).
“Tampoco decimos que el Verbo que procede de Dios habitó en aquel que
nació de la Santa Virgen como en un hombre ordinario, so pena de considerar
a Cristo como un hombre portador de Dios, aun cuando el Verbo "habitó
entre nosotros" (Io 1,14) y está escrito que "toda la plenitud de la divinidad
habitó en Cristo corporalmente" (Col 2,9); sin embargo, entendemos que,
cuando se hizo carne, su inhabitación no era de la misma manera como
cuando decimos que habita en los santos; habiéndose unido según la
naturaleza (ενωσις κατά φύσιν), sin convertirse en carne, habitó con una
inhabitación como la que puede afirmarse del alma con respecto a su propio
cuerpo.
Hay, pues, un solo Cristo e Hijo y Señor, no como si fuera un hombre que tiene
con Dios simplemente una relación que consiste en una unidad de dignidad o
autoridad: la igualdad de honor no une naturalezas. Pedro y Juan tienen el
mismo honor, en cuanto que los dos son apóstoles y santos discípulos; pero
los dos no son uno. Tampoco entendemos este modo de unión como una
yuxtaposición, porque no basta a constituir una unión de naturalezas (ένωσις
φυσική). Ni tampoco a manera de una participación permanente (μέθεξις
σχετική), como "cuando nos allegamos al Señor," según está escrito, "nos
hacemos un espíritu con El" (1 Cor 6,17). Por el contrario, nosotros
rechazamos de plano el término "conexión" (συνάφεια) por considerarlo
insuficiente para expresar la unión (την ένωσιν)” ( Εp. 17,4-5).
—Mariología
Esta doctrina no es, en absoluto, una novedad. Hacía mucho tiempo que la
escuela de Alejandría empleaba el título de theotokos para expresar la
maternidad divina de María. Si hemos de creer al historiador Sozomeno (Hist.
eccl. 7,32: EH 866), ya lo había utilizado Orígenes. Cirilo conoce bien esta
venerable tradición:
Esto es lo que en todas partes prescribe la doctrina de la estricta ortodoxia.
Esto es lo que comprobaremos que sostuvieron los Santos Padres. Se
atrevieron a llamar a la santa Virgen "Madre de Dios" (Θεοτόκος), no como si
la naturaleza del Verbo o su divinidad tomara principio de la santa Virgen,
sino en cuanto que nació de ella su cuerpo, informado con un alma racional, y
a este cuerpo se unió también personalmente el Verbo: por esta razón se dice
que nació según la carne (Ep. 4).
El Concilio de Éfeso.
Tras laboriosas gestiones logró llegar a un Acta de Unión el 433 con los
antioquenos (que salvaguardaba lo esencial: el Θεοτόκος y el principio de la
comunicación de idiomas, es decir, la verdadera unidad de Cristo). Éstos
abandonaron a Nestorio y Cirilo renunció a reclamar la aceptación de sus
anatematismos. En años sucesivos tuvo que defender su doctrina cristológica
tanto contra sus adversarios antioquenos como contra sus amigos
extremistas que le reprochaban haber claudicado por el afán de unidad.
El 437 pudo componer el Que Cristo es uno, donde el vocabulario relativo a
la unión hipostática se reduce prácticamente a dos términos: conjunción
(συνάφεια), para rechazarlo, y unión (ενοσις), sostenido con énfasis. Es un
libro ya dirigido, aunque sin nombrarlos, contra Diodoro de Tarso y Teodoro
de Mopsuestia, los dos grandes maestros de la escuela de Antioquía, a
quienes atribuía la tesis del nestorianismo. Fueron sus escasos partidarios
orientales quienes le instaron para que frenase la propaganda nestoriana
larvada, que denunciaban en la difusión de las obras de Diodoro y de
Teodoro. Cirilo compuso para ello un Comentario al Símbolo y varios libros, de
los que sólo nos han llegado fragmentos, Contra Diodoro y Teodoro. Esta
ofensiva contra sus prestigiosos maestros exasperó la resistencia de los
orientales. También esta vez Cirilo aceptó una solución de compromiso. Sin
renunciar a decir lo que pensaba de la teología antioquena, afirmó que no
era su intención hacer anatematizar nominalmente a gente muerta en la paz
de la Iglesia. Murió el 444.
—Bibliografía: Trevijano