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El documento resume una alegoría del Libro de Buen Amor sobre la Cuaresma y la Pascua. Representa la Cuaresma como Doña Cuaresma, quien desafía a Don Carnal, representante de los placeres mundanos, a una batalla que tendrá lugar después de 40 días. Tras un banquete, Doña Cuaresma somete a Don Carnal, obligándolo a hacer penitencia durante la Cuaresma. Después de 40 días, Don Carnal se escapa y planea vengarse, pero Doña Cuaresma huye. Luego, Don Carnal
El documento resume una alegoría del Libro de Buen Amor sobre la Cuaresma y la Pascua. Representa la Cuaresma como Doña Cuaresma, quien desafía a Don Carnal, representante de los placeres mundanos, a una batalla que tendrá lugar después de 40 días. Tras un banquete, Doña Cuaresma somete a Don Carnal, obligándolo a hacer penitencia durante la Cuaresma. Después de 40 días, Don Carnal se escapa y planea vengarse, pero Doña Cuaresma huye. Luego, Don Carnal
El documento resume una alegoría del Libro de Buen Amor sobre la Cuaresma y la Pascua. Representa la Cuaresma como Doña Cuaresma, quien desafía a Don Carnal, representante de los placeres mundanos, a una batalla que tendrá lugar después de 40 días. Tras un banquete, Doña Cuaresma somete a Don Carnal, obligándolo a hacer penitencia durante la Cuaresma. Después de 40 días, Don Carnal se escapa y planea vengarse, pero Doña Cuaresma huye. Luego, Don Carnal
En el Libro de Buen Amor, texto medieval español redactado alrededor de 1330, Juan
Ruiz Arcipreste de Hita nos habla del significado simbólico de la Pascua y la
Cuaresma a partir de una simpática alegoría:
Don Carnal, hombre mundano y amante de los placeres, es retado por
doña Cuaresma a sostener una batalla que tendrá lugar al cabo de una semana; el reto ha sido lanzado el jueves anterior al día que hoy conocemos como Miércoles de ceniza. Una vez cumplido el plazo, don Carnal y su ejército de bueyes, cerdos, gallinas, becerros y cabras se enfrentan en campo abierto a doña Cuaresma y su legión de vegetales y mariscos. Luego de un día de confrontación más o menos aparejada y de que ambos contrincantes se han retirado a sus respectivas tiendas, don Carnal, fiel a sus excesos, decide celebrar un fastuoso banquete que le produce, tanto a él como a los suyos, una pesadez y un sueño incontrolables. Doña Cuaresma, aprovechando esta inmejorable situación, entra por la noche al cuartel de su enemigo y, sin dificultad alguna, lo somete y lo aprisiona. Desde el primer día de su vencimiento, el Miércoles de ceniza, el glotón de don Carnal es obligado a confesarse y a hacer penitencia de ayuno y abstinencia, mientras que, doña Cuaresma, triunfante, asea su casa, sus vestidos y su cuerpo y sale a la iglesia a convocar a los feligreses católicos para que participen en los ritos religiosos correspondientes: “dízeles que se conoscan e que les venga emiente que son çeniza e tal tornarán ciertamente”. Don Carnal, por su parte, es sometido por un sacerdote a una dieta a base, entre otras delicias, de lechugas, lentejas y alcachofas. Trascurridos cuarenta días (la Cuaresma), cuando ya don Carnal comenzaba a estar verdaderamente arrepentido de su anterior forma de vida, un inesperado acceso de salud lo impulsa a burlar a don Ayuno en Domingo de Ramos y a escaparse de su celda; ya en libertad, reúne a sus beligerantes compañeros y decide tomar venganza de doña Cuaresma, quien, juzgando prudentemente la renovada fuerza acopiada por su enemigo, se atavía con su elegante ropa de viaje y, el Viernes Santo, ya muy entrada la noche, huye con dirección a Jerusalén. A la tarde siguiente, el Sábado de Gloria, don Carnal, al lado de su mejor aliado, don Amor, de don Almuerzo y de doña Merienda, entra por la ciudad sobre un carro musical que representa su avasallante victoria. El Domingo de Resurrección, un nuevo aire —un aire de abril—puede respirarse en cada rincón.