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Año: 2019
Comisión: S. Chun
Estudiante: Sabrina Ramallo
D.N.I.: 34.492.870
Ahora bien, Derrida para comenzar a analizar dicha comunidad, cuestiona la lógica de la
amistad y afirma que existen dos modos de comprenderla. La primera de ellas se sostiene sobre
un modelo fraternal-aristotélico-androcentrado en el que existe un reconocimiento de iguales
mientras que en la segunda, la amistad se entiende en relación con la disparidad, la diferencia,
la soledad y la distancia. Estas dos maneras de entender la amistad implican a su vez, una
determinada concepción de lo político. Por un lado, un modelo fraternal-aristotélico tiende a la
homogenización de sus miembros mientras que por el otro, un modelo nietzscheano de la
amistad, tiende a la heterogenización y la desposesión. Esto último se relaciona de manera
directa con las maneras de comprender la democracia. En este sentido, el modelo fraternalista
se regiría por una ley de la igualdad propia de una lógica del cálculo mientras que el modelo
nietzscheano se regiría por la ley de las minorías. 4
1
Nietzsche, Más allá del bien y del mal, parágrafo 43 en J. Derrida, Políticas de la amistad, Trad. P. Peñalver y F.
Vidarte, Madrid, Trorta, 1998, pp. 64. Me parece necesario destacar que todo el capítulo Derrida está dialogando
continuamente con diversas nociones nietzscheanas que no serán desarrolladas porque exceden el propósito
de este escrito.
2
J. Derrida, Políticas de la amistad, Trad. P. Peñalver y F. Vidarte, Madrid, Trorta, 1998, pp. 46.
3
4
Cfr. G. Balcarce, “Amistad y comunidad” en Derrida, Buenos Aires, Galerna, 2016, p. 68.
Materia: Problemas especiales de metafísica
Año: 2019
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Teniendo esto último en cuenta, Derrida plantea a los filósofos del porvenir en términos de una
comunidad anacorética siguiendo el modelo nietzscheano de la amistad. El adjetivo
“anacorético” proviene del sustativo griego ἀναχωρητής que significa “aquel que ha
abandonado el mundo”5 y en su significación más literal es “falto o carente de” χῶρος/ χώρα
(“espacio, país, posición propia”6). En este sentido, la comunidad anacorética es una
comunidad de la “desligadura social”7, ella existe sin proximidad, sin semejanza, sin
comunidad8, sin atracción, sin nada en común (ni siquiera un espacio), sin hogar. La comunidad
del porvenir resulta así una comunidad que responde al llamado teleiopoético porque deja
advenir a aquellos que se retiran, ella es como un espantapájaros que en lugar de construir
señuelos para atraer a otros se erige como figura solitaria, aunque nunca sola.9 En este sentido,
siguiendo la lógica del quizás la comunidad del porvenir es una comunidad que no se ubica ni
oscila en los extremos de lo político. Es decir, la comunidad del porvenir no está del lado de
aquellos que tienen un “gusto por lo democrático y sus ideas modernas: hombres carentes de
soledad propia”10 ni tampoco del lado de aquellos que provocan un espíritu antidemocrático. 11
Ambas posturas, dan cuenta de lo que Derrida llama “los niveladores”, aquellos que se siguen
mancomunando en torno a aquello que tienen en común y por ello entorno a una Verdad. Ello
da cuenta de que no ejercen la política más que en la forma de una opinión crédula bajo el
presupuesto de una lógica de la invitación.12
Diferente de ellos son los nuevos filósofos, que no se reúnen en torno a una verdad sino que
prefieren la metafísica del quizá que implica abandonar toda subjetividad (en términos de
sustancia, presencia, permanencia) a la vez que abandonar una lógica de la identidad. En este
sentido, la comunidad del porvenir se rige por una lógica de la visitación brindando lugar a la
irrupción de la alteridad. Esta continua predisposición a la irrupción de lo acontecimental no
implica una retira de lo político sino por el contrario, implica una sobre-politización del espacio
5
Liddel&Scott Lexicon disponible en su versión digital en:
http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A1999.04.0104%3Aalphabetic+letter%3D
M%3Aentry+group%3D10%3Aentry%3Dmarcus-bio-12
6
Liddel&Scott Lexicon disponible en su versión digital en:
http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3Atext%3A1999.04.0057%3Aentry%3Dxw%2Fra
7
J. Derrida, Políticas de la amistad, Trad. P. Peñalver y F. Vidarte, Madrid, Trotta, 1998, pp. 54.
8
Cfr. Ídem., pp. 55. Aquí Derrida, menciona “la comunidad de los que no tienen comunidad” y dialoga con
ortos comunitaristas impolíticos: Bataille y Blanchot.
9
Cfr. Ídem., pp.54.
10
Ídem., pp.59.
11
Cfr. Ídem., pp. 59-60.
12
Cfr. Ídem., p. 63
Materia: Problemas especiales de metafísica
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13
Cfr. Ídem., p. 63
14
En “Juramento. Conjuración. Fraternización o la cuestión “armada”0,” Derrida hará una distinción entre la
“neutralización” propia de aquellos que sostiene de manera ingenua la democracia y “despolitización” propia
de aquello que incitan un espíritu antidemocrático.
15
J. Derrida, Políticas de la amistad, Trad. P. Peñalver y F. Vidarte, Madrid, Trorta, 1998, p. 59.
16
Cfr. G. Balcarce, “Amistad y comunidad” en Derrida, Buenos Aires, Galerna, 2016, p. 70.
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Ahora bien, en la cita seleccionada Blanchot afirma que la comunidad que está intentado pensar
“no es una forma restringida” porque ello implicaría plantear la comunidad en términos de una
heterogeneidad radical. Implicaría pensar la comunidad desde la lógica de un yo-tu como un
conjunto determinado de sujetos-miembro autoconstituidos, autosuficientes y radicalmente
diferentes uno del otro. A su vez, una comunidad restringida presupone la lógica de la
interioridad-exterioridad, la comunidad así entendida deviene una figuración comunitaria
determinada (por ejemplo: nación, familia etc.) que circunscribe y delimita los bordes que
ciñen el dentro o fuera de la comunidad.
Por otro lado, Blanchot descarta la posibilidad de pensar la comunidad en términos de una
“fusión comunional” ya que ello implicaría la generación de un sujeto supraindividual o
sobreindividual a partir de la disolución de los individuos. El filósofo francés afirma que la
disolución efervescente o extática de las conciencias en la fusión de una hipostasis colectiva
termina por derogar sus libertades en una Cabeza. El ejemplo que pone Blanchot son los grupos
militares y fascistas, en donde cada uno de sus miembros delega su confianza, libertad y
conciencia en una figura superior. 18
Para Blanchot estas dos formas de confundir la comunidad son susceptibles de las mismas
críticas. Tanto la comunidad como restricción como la comunidad como fusión, si bien la
primera opera bajo la lógica de la heterogeniedad radical (propia del individualismo) y la
segunda bajo la lógica de la homogenización totalizante (propia del comunismo), se sostienen
sobre los principios de:
17
Cfr. M. Blanchot, La comunidad inconfesable, Trad. I. Herrera., Madrid, Arena Libros, 1999, pp. 35.
18
Ídem., pp. 26
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Por otro lado, la comunidad en la que está pensando Nancy es una comunidad imposible porque
lo que comparte es la muerte. En este sentido, la imposibilidad de la comunidad radica en que
lo que compartimos es del orden de lo ex -apropiante, es aquello que nos desapropia, nos expone
fuera de nosotros mismos. De este modo, la muerte es aquello que no puede ser agenciado por
ningún sujeto ni individual ni supraindividual, la muerte es del orden de lo acontecimental, de
aquello que no se puede calcular.22 Por lo tanto, la muerte es lo que marca el límite de la
comunidad, aquello que expone su fracaso, es el resto que impide que la comunidad se totalice.
En este sentido, la muerte no configura un sacrificio porque no transfigura los miembros de la
comunidad en un sujeto23 o en una comunión.
Frente a esta lógica de la comunión o encuentro posible entre entes heterogéneos o entes
previamente disueltos, Blanchot propone una lógica de la sustitución. De esta manera introduce
en el análisis de la comunidad inconfesable la ética de Levinas. En este sentido, si la lógica de
la comunión planteaba una ética centrada en la figura de un ego autónomo que comprendía a la
19
Cfr. Ídem., pp. 13
20
Cfr. Ídem., pp. 12
21
Cfr. Ídem., pp. 12
22
Cabría quizás recordar las palabras de Epicuro en Carta a Meneceo (125): “La muerte, la más terrible de todos
los males, no es nada para nosotros. Mientras existimos ella no está con nosotros, y cuando llega nosotros ya no
estamos para ella.” (la traducción me pertenece).
23
Cfr. M. Blanchot, La comunidad inconfesable, Trad. I. Herrera., Madrid, Arena Libros, 1999, pp. 16
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Ahora bien, Blanchot también agrega que la comunidad inconfesable es una comunidad que no
hace nada. Es decir, Blanchot busca quebrar la lógica utilitaria afirmando que la comunidad no
produce obra de ningún tipo. En este sentido, la comunidad se desarrolla a través de un principio
de insuficiencia o incompletitud, no intenta producir una obra, un sentido, una unidad, una
identidad o un colectivo sino que exhibe su carencia, su fisura, su imposibilidad, reconociendo
en la muerte y la otredad el impedimento de toda clausura, de toda comunión, de toda
totalización o cierre sobre sí.
24
Con esta preposición queremos remarcar que la comprensión de la otredad se origina en un ego previamente
constituido y soberano que se dirige hacia una otredad que es posterior a él en términos ontológicos.
25
Esta lógica de la incondicionalidad prehistórica del otro, parece invertirse o revertirse en la segunda parte de
La comunidad inconfensable, en donde Blanchot parecería sugerir que en el amor existe una instancia interior
primera que se expone a una exterioridad otra que se encuentra en un segundo plano.
26
Aquí Blanchot, está dialogando con otros comunitaristas impolíticos a la vez que criticando la idea
heideggeriana (“”) de que lo más propio del Dasein es su muerte y que nadie puede morir por otro, sino a lo
sumo acompañarlo en su muerte.
27
Seguimos la lectura ofrecida por Sebastián Chun en prácticos a partir de Derrida en Dar (el) tiempo: la
moneda falsa.
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En “Ética y amor”, Blanchot se pregunta si la disimetría que existe entre la primera persona del
singular y el Prójimo, en la experiencia ética, es la misma que existe en la comunidad de
amantes. En este sentido, el filósofo francés asegura que entre yo y el Prójimo jamás existirá
una relación de igualdad porque el Prójimo siempre estará más cerca de Dios que yo. 28 El
Prójimo en este sentido siempre me está convocando, siempre soy rehén de la responsabilidad
ilimitada que tengo para con el Otro. Ahora bien, en “El salto mortal” Blanchot asegura que la
pasión “(…) nos compromete fatalmente (…) con otro que nos atrae tanto más cuanto que nos
parece que está fuera de ser alcanzado (…)”29. Aquí Blanchot está trazando un paralelo entre
la ética y el amor, en ambos casos existe una disimetría, la primera persona jamás podrá alcanzar
al otro, al prójimo o amante. La disimetría es constitutiva de dicho vínculo, en ambos casos el
otro es puesto por encima del sí mismo.30 En segundo lugar, en ambos casos la primera persona
deviene un rehén del otro, el otro reclama “atención infinita” y “obligación urgente”31. En tercer
lugar, lo que pareciera asemejar la experiencia del amor a la experiencia ética que ambas se
rigen por una lógica sacrificial y no utilitaria. Por lo tanto, en una primera aproximación
podríamos afirmar que la experiencia del amor y la experiencia ética tiene tres puntos de
contacto: (a) asimetría, (b) atención urgente (c) lógica sacrificial.
Sin embargo, como mostraremos a continuación, al señalar las diferencias entre ambas
experiencias, la comunidad de los amantes es una imitación de la experiencia ética. Al comienzo
de “Ética y amor” Blanchot señala: “el amor es un escollo para la ética, a menos que solamente
la cuestione imitándola (…) El amor no ha conocido ley jamás (…) altera cualquier relación de
sociedad, justa o injusta”32. Un escollo, en su significación literal, es una roca -muy poco visible
en la superficie del agua- peligrosa para quienes están navegando. ¿Por qué Blanchot califica
la comunidad de los amantes como peligrosa? Porque la experiencia del amor implica un doble
peligro u exceso: (a) un exceso-peligro para la ley en tanto está más allá de la ética y; (b) un
exceso-peligro para la alteridad en tanto puede conducir a la muerte del otro.
Comenzaremos por desarrollar el primero de los excesos. Si para Levinas, la ética se sostiene
sobre la Ley del “no matarás” como precepto pre-ontológico que implica el encuentro con el
rostro del otro, a partir del cual se intenta fundar el derecho positivo presuponinedo la justicia
y postulando la responsabilidad incondicional; Para Blanchot la comunidad de los amantes está
más allá de la Ley ética, más allá de la sociedad y más allá de del derecho. En este sentido, lo
que está planteando Blanchot es que la comunidad de los amantes está más allá de la ética o
más bien es previa a ella, no admite límite, ella lo rebasa todo. Esto último distancia a la
comunidad de los amantes de la experiencia ética, porque una quedaría ubicada en el plano de
la Ley, la responsabilidad incondicionada, mientras que la otra se constituiría no sólo por fuera
de ética sino también por fuera de los binomios justicia-injusticia, política-político33. En este
sentido, el amor es el escollo de la experiencia del mundo porque implica necesariamente el
hundimiento de mundo34. Esto implica que la comunidad de amantes puede ser entendida,
utilizando terminología agambeniana, como una maquina de destrucción, cuyo modo de ser no
implica la refundición del orden o la norma jurídica. La comunidad de los amantes lleva a la
destrucción absoluta35 de la sociedad, su infiguración absoluta e ilimitada abre en su seno la
posibilidad para que todo pueda brotar en ella. En esta ilimitación radica la peligrosidad, exceso
e inconfesabilidad de la comunidad de los amantes.
mismo, que exige la comprensión, surja lo heterogéneo, lo Otro absoluto gracias a lo cual toda
relación tiene significado”. El filósofo francés parecería estar pensando que el amor es una
36
experiencia extática en donde el otro irrumpe la identidad previa del sí mismo. Ahora bien,
la irrupción de la otredad en el connatus incita a la desmesura, la violencia y la muerte.37 En
este sentido, Blanchot agrega que la comunidad de los amantes es un llamado a exceder la Ley,
el ser y la libertad con el fin de exponerse mutuamente a la muerte.38 El exceso o éxtasis del
amor deviene puesta en peligro a la vida del otro.
De esta manera, todo aquello que asemejaba la experiencia ética a la experiencia erótica se ve
trastocado. En primer lugar, la comunidad de amantes se distancia de la experiencia ética porque
plantea una disimetría en otros términos. Ella es entendida como un momento de irrupción
posterior a la auto constitución de sí mismo, por la cual éste se fisura y va al encuentro del Otro.
En segundo lugar, la “atención urgente” en la comunidad de los amantes no se gesta en términos
de responsabilidad incondicionada sino que está más allá de ésta, más allá de toda ética. En
tercer lugar, la lógica sacrificial deviene en la comunidad de amantes una lógica utilitaria y de
reciprocidad en tanto el sí mismo ejerce todo acción a un para quién determinado. Por todos
estos motivos la experiencia amatoria es traducible, en cierto sentido, a la experiencia ética.
36
Esta inversión, conlleva a su vez la distinción sexual, la cual no analizare aquí. Sin embargo me gustaría remarcar que en
la comunidad de los amantes lo masculino será el sí mismo, lo útil, quien hace obra y la mujer, la Otra absoluta considerada
la intrusa, la pasividad, el sufrimiento aquella que sin reconocer nada de lo prohibido turba la continuidad del ser de sí
mismo y de todo vínculo social. (Cfr. Ídem., nota al pie, pp.100).
37 Cfr. Ídem., pp. 107.
38 Cfr. Ídem., pp. 108.